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090 AIVAINATAONSOd § EVAINAEAON OVORISNY A VIISNONY, CIVCINNAMONSOd F130 4LNOZRIOK, 10 TONDAL, & CYOINWACONSOd ayaINwIGORSo4 v1 avainwa00n v1 UvUINHIUOW 4 yiaaiK a¥ea AOIGNI GS EDAD MEDIA Y MODERNIDAD Antes de entrar en ta gran disputa actual respecto a sila modernidad ha terminado o no y si ella es diversa de ta Posmodemidad 0, si al revés, fa posmodernidad ¢s slo uno de los tantos modos de darse de la modernictad, vale Ta pena recordar en qué consistid el comien7o ce la tiltima en los albores del siglo XVI. Como se comprende, no se inicié stbitamente; en cierto modo ya asoma en los sighos XIVy XV. hombre medieval creia estar de paso en el mune do a fin de ser probado sobre si era digno 0 no de merecer la otra vida, la verdadera salvacién. Este mun- do, como obra de Dios, y aun contaminado por el pe- cadlo original, era digno, slo por yenir de aquellas manos, de ser conocido, admirado y cuidado, a condi- clon de no olvidarnos de nuestra situacién de peregri- hos. Habia confianza en que el hombre estaba dotado de inteligencia y voluntad para conocer este mundo en su verdad intina y para amarlo y transformarlo, La n suma, era accesible al hombre tal como clla es en si, en st esencia inteligible y en su aspecto realidad, sensible, sdlo con las relatividades propias de un cono- cin nel to finito, capaz, en conseenencia, de caer ee ever, De gran parte de esa trea que se propuso la Edad Media, dan cuenta las obras de San Francisco de Asis, Abelardo, Santo ‘Tomiis de Aquino, Duns Scoto, Dante, y tantos otres, Por ota parte, dada la creen en Ta aptitind ele torlos para conocer Ia realidad, cono- dimiente que se eeentaba en forma sucesiva cn el cur de las tiempos, no hubo reparo alguno en coger Jo que sequin ellos habia de verdadero en la obra de tos ntygunos, sobre todo en Platén y Arist6teles. El trabajar en tivor de la tarea encomendada per Dios se hacia por medio de la fe y las obras. La fe en Ia salvacién. linal se mostraba ante los propios ojos adorando 2 Dios y obrando en bien del préjimo. Una fe sin obras era una fe equivoca. La primera ruptura de esta creencia en que nos ¢s accesible el aspecto externo y la estruetura esencial de la realidad intima, la constituye el nominalismo de Guillermo de Occam;! segiin Occam, s6lo conoccmos los seres en su individualidad singular cogida por los sentidos, pero no en la esencia intima intuida por la raz6n, que los agruparia en especies, géneros, etc. Lo Ultimo, seguin Occam, sdlo se puede inducir a base de experiencia, viendo en qué coineiden en su aspecto sensorial basico grupos de individuos tales 0 cuales, bastando que uno de estos individuos desmienta las conclusiones a que se habia legado, para orientar las * Su verdadero nombre era Guillermo de Ockham, aun cx do se le conoce mis por Occam, sobre todo en el mundo hispanic. 4 investigaciones por otro camino. Esto se considera hoy el cio de la jencia experimental moderna_y un cambio decisivo frente a lo que era el modo de pensar dela Edad Media. Sin embargo, el acontecimiento estimado por casi todos como punto de partida de la modernidad es la Reforma protestante iniciada en la segunda década del siglo XVI por Martin Lutero, En des palabras, podriamos decir que la ruptura con la Edad Media fa originan ahi dos postulados religiosos capitales: uno, que el justo vive y se salva individualmente s6lo por la fe, en acuerdo con lo dicho por San Pablo en su Epistola 8 los Romanos;? el segundo, que las obras no estan a la altura de la majestad de Cristo como para redimir det pecado y, en consecuencia, deben darse s6lo al servicio hombres en este mundo. Gon tales postulados, quedan separados el reino de j Dios para cuya conquista vale la fe pura guardada en lo | intime de la conciencia, y el mundo a cuyo servicio! del mayor bienestar de los deben estar acciones y obras, En su actuar diario el hombre debe preocuparse sélo de si hace no felices FI cexto de San Pablo que para él Gene cardcter de verda dra revelacién es el siguicute: “Pues no me avergitenzo del Evan- gelio, que es una fuerza de Dios para la salvacidn de todo el que cree, del judio primeramente y también del griege. Porque en él se revela Ta justicia de Dios, de fe en fe como dice la Fscvitura: #2 Justo vivir jor ta fo" Bpfstola a tos Romanos 1, 16 y 17. Lo destac du es, como se sabe, tna cits de San Pablo del profeus Habicuc rarltecién: Biblia de Jerusalén, Ea. Desclée de Brouwer, Bilbao, 1976, alos hombres ac abajo, pero no de obwner con dichas obras merecimientos para el mas alk. Ahora, tal como para captar el mundo basta cl conecimiento sensorial, lo comprobable por la experient apoya Lutero-, para el conocimiento de cuanto tenga ia, como habia dicho Occam -en quien se que ver con lo divine sdlo sensorialmente lefble en la Biblia, debidamente meditado en actitud de entrega a Dios. La conciencia del individuo se dispone en lo intime a recibir la palabra escrita en los libros santos, sin aceptar autoridad alguna, rve lo concreto y ni del Papa ni de los Concilios, que interprete verdades: que la conciencia no vea de suyo claras en la lectura de la Biblia en si que el texto sca uaduecién fiel del texto primitive auténtico. Ni en la ciencia ni en la religion cabe obedecer auttoridades humanas, sino rigurosamente como lo se : el tinico enidado que debe tenerse os alaba Guillermo de Occam- | que es comprobable, en. un caso por la experiencia a través de los sentidos, y cn ef otro por Ja voz intima de la conciencia en contacto directo con la verdad de la palabra biblica. As{ se produce la separacién absoluca del mundo religioso y del mundo secular, quedando este tiltimo entregado al mero conocimiento y querer de los hombres, con lo cual nace la época histérica designada con el nombre de modernidad, y que en sw aurora en el siglo XV ya se anuncia como la vie moderna de aproximarse a lo real, en oposicién a fa Hamada entonces por los doctos vi antigua, la propia de la Faad Media. Desde fa partida nace con la pretensién de ser siempre nueva, siempre moderna, no reconociendo para la verdad mas autoridad que la del hombre mismo capaz de autodarse métodos estrictos para conseguirla; y respecto a las normas de conducta, no reconociendo tampoco otra autoridad que la de su propia conciencia auténoma, también capaz de mirar y reflexionar dentro de si para saber cémo conducirse, De ahi, que si se ve en Ia historia el camino que va recorriendo el hombre hasta descubrir sa auténtico destino, la modernidad le parezca a dicho hombre el lapso dé’ su adultez definitiva y por lo mismo el momento en que la historia -entendida esta palabra en su profundo sentido~ alcanza su fin, Sin embargo, en las tiltimas décadas, curiosamente, la fe absoluta en lo moderno ha experimentado una abrupta crisis, abriendo paso a la querella entre los Hamados modernos y posmodernos, incluida en dicha querella la tesis sobre el fin de la historia, mostrada ahora desde otras perspectivas. Lo veremos enseguida. 7 LA MODERNIDAD Existe hoy en todo Qccidente, como se acaba de de una gran disputa respecto a si la historia sigue siendo moderna, como lo ha sido desde el siglo XVI, 0 si la modernidad se ha agotado, entrindose en otra etapa aun no bien definida, que se ha dado en lamar posniddernidad. Dentro de tal escenario surge también _otro debate, que es parte del anterior, sobre si el fin de Ja historia ha Hegado o no, Por el fin de la historia se entiende la idea de Hegel, explicitada en la primera mitad de este siglo por Alexandre Kojéve y revivida hoy en Nortcamérica por Fukuyama y otros, de que ef) Fspiritu humano ha terminado de evolucionar desde | | los estadios infimos, cn los cuales vivia inmerso en lo itico y esclavizado a la naturaleza, hasta los estadios altos en que su inteligencia se ensefiorea de todo y s6lo le queda como tarea para el futuro ordenar mejor las estructuras econémicas, politicas y sociales, y continuar avanzando, ahora sin Jazos atavicos, en las i ciencias y demas dominios del espiritu. Seguira / habiendo descubrimientos, acontecimientos y formas de vida muy atractivas y variadas, pero no descensos a (cos de barbarie dominados por el miedo 19 ARMANDO ROS y el terror. Naturalmente este porvenir no ha llegado aun a todos los pueblos, sino a aquellos mismos sefialados por Hegel -Europa y Norteamérica-; pero extando ellos asentados ya en tierra firme, no sera dificil conducir a los otros hacia esa altura. Logicamente, esta discusién acerca de si nos en- contramos 0 no ante el fin de la historia y si terminaron © no terminaron ya los saltos desde estadios inferiores n, forma par- te de Ia disputa sobre modernidad y posmodernidad. Para asomarnos a tal debate, deberemos recordar lo crefdo por el hombre en Ios siglos inmediatamente anteriores, en cuya atmésfera atin nos movemos. Nos izaci de barbarie a Jos superiores de ci contentaremos al respecto con enunciar escuetamente algunos elementos caracteristicos. Como se sabe, lo propio del hombre a partir del siglo diecisiete y mas atin del diecioche, es la posesion de una serie de convicciones que constituyen lo llamado. moderno -palabra popularizada por Juan Jacobo Roussean-, convieciones centradas, en cierto modo, en tomo a lo siguiente: 2) La creencia absoluta en la exclusividad de la _raz6n_ para conocer la verdad, debiéndose sospechar de todo conocimiento venido de fa fe, de la wadicion, de la mera intuicin no comprobada. ientos se b) La aspiracién a que tales conoci traduzcan en formulas de tipo fisico-matematico, que | cualquiera pueda comprender ficilmente y que por | eso mismo marquen el maximo de objetividad, pues 20 _ble experimentalmente segiin métodos todo lo meramente subjetivo es desechable por ajeno a | _- lo real que a su vez es lo comin a todos los hombres. | ©) Bl concepto de que lo real no sélo es lo suscep- tible de matematizarse, sind también de ser comproba- igurosos; de! hecho, real ¢s, para los modernos, lo accesible a las; es matematicas y a las ciencias experimentales. Ri también la poesia y €l arte en cuanto producto de lo imaginario puesto a la vista de todo el mundo, d) El postular la libertad incondicionada del hom- — bre para regir su destino. De ahi la obligacién de com- batir toda forma de sujecién a la monarquia absoluta, | al poder econémico de grupos o clases, al poder omni- modo del Estado. El concepto de autonomiia, o sea, de darse cada hombre sus propias normas éticas, sera fun- damental. ©) Elereer que la infelicidad humana deriva hasta ahora del empafamiento de la raz6n por las supersti- clones -entre ellas las creencias religiosas-, lo que ha hecho imposible el gozo de la libertad, la configura: , , Gién auténoma del propio destino, f) La ereencia en la superioridad absoluta del. | hombre por sobre todos los otros seres de la creacién. @) El pensar que la democracia es la forma mejor de construir una sociedad para seres de esta clase. Antes de seguir enumerando otros rasgos recorda- remos ahora algunos hitos del origen de la moderni- dad. Descartes dird, en el siglo XVI, que nada pucde agregarse a la huz pura de la razén que de algrin modo no la obscurezca; serd el principio que endiosard el siglo XVII, llamado por eso el siglo de las huces, 0 siglo de la Hustracién. Por otra parte, el lema de a Revolucién Francesa, conocido por todos, seri liber tad, igualdad y fraternidad. La igualdad alude, natural- mente, no a igualdad de constitucién biolégica ni de posesién de bienes materiales sino a poseer idéntica libertad, a poscer autonomia para decidir sin coaceién alguna la conducta personal, Kant dird que Ja libertad €8 autGnoma para darse sus imperativos categoricos y ode y escoger sus propias normas, bard feliz al hombre, La existencia del mal, de la violencia, de la mentira, desaparecera en cuanto el hombre respete sGlo lo mostrado por su ra- z6n y su libertad. La raz6n, por su parte, manifiesta en ese siglo su poder tanto en la fisico-matemtica como en la biologia, __pules consigue conocimientos asombrosos, no obtenides sus imperativos hipotéticos, y que sélo el ejerc esta autonomia, 0 sea la capacidad de dars por genios notables de otras edades. En tal situacién, cl porvenir es visto con natural optimismo, y mirar al pasado, a la tradicién, parece casi absurdo, ya que ello sélo trae el recuerdo de estados mentales infantiles en Jos que, por encontrarse amarrada a la supers verdad es substituida por meras Lanta is; en cambio 2 tanto en ef momento presente como en el futuro cabe gozarse con el asombro constante de nuevas verdades. A esta época iniciada en el siglo XVII con Galileo y Descartes, en que por primera ver en la historia de los pueblos se desea ignorar la tradicién de la manera my radical para poner Ia vista en el futuro, se la ama, como ya se dijo, época modema; en ella ningtin hom- bre querrd ser visto como permaneciendo en el ayer, 0 sea, anticuado, sino en Ia avanzada de lo que se estila, se piensa o se quiere. La sabe, deriva de la voz modo, y modo o moda es lo que | esté de paso, a la espera de la aparicion de algo todavia mas nuevo y asi hasta el infinito, Pudiéramos decir, ! recordando a Heidegger, que el hombre modemo vive devorado por el alan de novedades. Tpicas de Ia mo- dernidad son las vanguardias, sobre todo en pintura palabra modern, como se literatura; asi, por ejemplo, el impresionismo es ripi- damente reemplazado por el expresionismo, éte por el cubismo, el futurismo, el dadaismo, el creacionismo, el surrealismo, etc. Otro ejemplo del adaptarse sin reservas a lo muevo es lo ocurrido a comienzos del siglo XX con la teoria cuantica, con la relatividad, con el principio de incertidumbre de Heisenberg, con el quiebre en ta microfisica y, a raiz de todo eso, del principio de causalidad mecénica; y en épocas ines recientes con el significative estudio de lay leyes de ta termodinamica en las vecindades del caos, que he hecho Prigogine. ‘Todas estas teorias han producido una revohuciéy en’ la concepeién del imiverso, nos han sacado lisa y Hanamente del mundo de Newton en que se vivia hasta hace poco. Lo cual, sin embargo, no ha provocado ninguna dislocacién mental; por el contrario, el hombre se ha acomodado ripidamente a estos modos nuevos. le percibir Ia realidad, sin extraiar los modos anteriores, mostrando cori cso una especie de fidelidad natural a su confesada declaracién de ser moderno antes que nada, de adaptarse de inmediato y con alegria alo nuevo. El afin de yalerse por si mismo, con antonomia, sin auxilio alguno de poderes extraiios, ha llevado paso a paso al secularismo, es decir, a considerar que el destino iiltimo se juega y se vive acd abajo y que en Ultima instancia s6lo debemos rendir cuentas del empleo de nuestra vida a nosotros mismos 0 a nuestros contempordneos. Ha sido el modo de pensar de hombres estimados progresistas ¢ imteresantes. Dentro del afi procurado explicarse su origen en la tierra como resul: secularista, el hombre mederno ha tado de un proceso natural, de una evolucién, El pri mer intento en grande de formularlo en una tcoria filosdfica se lo debemos a/Hegell sostiene que desde un cuasi embrién de realidad existente en épocas remo- nada, por saltos dia- lécticos sucesivos en los que el ser se Va cnriqueciendo tas, que es simultineamente ser engendrar en novedosas etapas el espirita humano in: dividual subjetivo, el espiritu objetivo que incluye al hombre y a toda la realidad abarcada por él, y por fin el espiritu absoluto, que de hecho es Dios. Idéntice proce- cada vez méis y la nada va desapareciendo, se Hega a, MODERNIDAD YPOSNODERNINAD so dialécticg para explicarse la historia del hombre se- guira larx, discipulo de Hegel, aun cuando no hablar de etapas-hicia el Espiritu absoluto, sino hacia el hom- | bre como ser social que legara en su etapa tiltimaa vivir en una sociedad perfecta donde habra justicia, igualdad y libertad completas. Hegel y Marx han servido de para- ~digma a los hombres modernos, que se han colocado ya su favor, ya en su contra, proponiendo otras teorfas que igualmente mantienen el ideal ut6pico de la seguri- dad en que habré un futuro cada vez mas nuevo y original y en consecuencia feliz. En un terreno mas préximo ala medicina, la teoria__ de ta evolucién de Darwin ha cumplido cabalmente con el modo de pensar de la modernidad, pues segiin dicha teoria, desde las etapas mas infimas de la vida, por la necesidad de ésta de adaptarse cada vex mejor a Jas condicionés que impuso la naturaleza, se ha llegado hasta el hombre y, en el hombre, desde el primitive hasta el actual. En una teoria asi, en que cada nueva especie, y cada nueva generacién dentro de ella, es un inds vigoroso desarrollo de la capacidad de adaptacién, el impulso genésico, gracias al cual aparecen dichas generaciones, juega un papel deci deseo sexual, dado el envejeci las especies no progresarfan. Por ello la necesidad de estar creando constantemente individuos mevos, lo cual es particularmente necesario en cl hombre por lo complejisimos que son sus dinamismos de adaptacién, pues no busca con ellos adaptarse a la naturaleza, sino que la naturaleza se adapte a él ive. Si no bubiese niento de Jos individuos, | | ARMANDO ROA Fata ciones jovenes mas proclives de snyo a la innovacién perpetua, fue aprovechada por Freud para explicar la complejidad de la psique humana y et origen de la cone mportancia de lo sexual para crear genera- encia. Los impulsos sexuales estin, segiin él, astu- tamente cargados de tenso placer, lo que es un truc bide. y su descarga provoca in- haibil para incitar a la _lunidn de los sexos. Este mistno impulso es may com- plejo en ef hombre y pasa por varias ctapas, la oral, la sdico-anal, la fillica edipica y la genital adulta, las euae les, para cumplitse plenamente, necesitan que ka sa- lisfaccidn de las anteriore recordamos bien, lt mayoria de tales obstéculos son puestos, segtin Freud, por la sociedad, que rece no haya sido obstaculizadla de las satistacciones orales, sédico-anales 0 edipieas, y custodia el paso a lo genital adulto, Para defenderse de a sociedad y eludiy sus castigos, los impulsos sexuales crean a su yer un aparato de observacién que mira hacia afuera y avisa en caso de peligro de ser sorpren- dido cn actitudes que la sociedad repudia, a fin de replegarse a tiempo. Este aparato es la conciencia, cen- 1 en y se desenvuelven los impulsos es el tro del Yo; la cual a stt vez es vigitada por el stipery lugar donde Ello inconsciente, Asi Freud, igual que Hegel y Marx, fiel al alma de la modernidad, sigue una linea evolutiva que siempre va a la caza del futuro, que es mas perfec- to que el pasado y termina en la creacié de la con- Ciencia, el atributo superior del hombre; la conciencia €s creacién de los impulsos erdticos, asi come en Hegel y en Marx lo era del desarrollo dialéc 26 realidad originado en un comienzo en un niicleo infi- _mo. aS Incluso quienes como-Nietzsche yefan en el hombre um ser ruin y falso, cuya concienéia no era un atributo noble y superior sino una fibrica de mentiras, tenian fe en la aparicién de algo nuevo, el Superhombre; ‘Dango es preciso recordar que Nietzsche, por otro lado, es tuna excepcién dentro de la modernidad, pues abjura de Ja creencia de que a un futuro cualquiera seguiré siempre sin em- un futuro mejor, para lanzar la vieja idea de que el tiempo _ no es longilinco yendo siempre del pasado al futuro, sino circular, en eterno retorno; cn un momento, segin él, todo lo existente termina ¥ vuehe a reiniciar las mismas etapas anteriores cn sus mas minimos detalles y asi para siempre. Ademis, con su idea nihilista de que todo esfixer= zo acaba en cl fondo en la nada, pues ningiin acontec miento tiene sentido, da un rudo golpe’a la idea de que yendo hacia el futuro y no mirando nunca con nostalgia €l pasado se va forzosamente hacia lo mejor, Esta cone: ! diceién en Niewsche, que seria un hombre moderne al; proponer la alternativa del Superhombre como algo supe- nor y etapa proxima en la evolucién del hombre, y por otra parte no modemo por postular ef retorno al pasado, | “probarfa Ia idea de notables investignelores de que siem- | preal lado de lo modemo ya veces dentro de lo moderne | ha habido casi paralelamente un discurso posmodemo © | a Jo menos un contrapunto con lo modern, Otro ejem- , plo de Jo mismo es que ya antes, en el siglo XVI, sm hombre de la Mustraci6n, un modemo come/Vicohabla de la importancia de la tradi in; atin mas, dled que ta 27 asnanno tery historia progresa y progresa pero para volver al final a repetirse; postula asi sus célebres concepts del “corso y el rico1so”, También en cl mismo sentido, casi en los dias de Ja Reyolucién Francesa, acontecimiento capital segtin Jos modernos para la liberacién del hombre, y donde en verdad se proclama su autonomia definitiva, se inicia eT Romanticismo, tendencia que no afora cl faturo sino el pasado y da mas trascendencia al sentimiento que ala razén, Sin embargo, pese a eso, la modernidad podria. mirar a los romdnticos no como contrapunto, sino como _ algo favorable a ella, si se recuerda que estimaron muy en alto el mundo de la poesia, de los cuentos fantasticos y de los suetios, que revelarian aspectos oscuros de la realidad y casi inaleanzables para la razon, en lo cual fucron ficles a otro de los postulados de dicha modernidad, el que cree que lo real se presenta siempre en forma dual en densos planos de profundidad. Por lo demas el derecho a soar y fantasear mundos nuevos formaria parte de lo mds esencial de la autonomia humana, y en ese sentido cumpliria con los postulados que se exige a algo para ser moderno. En efecto, la modernidad supone que todo lo dado se expresa en una realidad dual; asi separa sujeto y objeto, alma y cuerpo, supraestructura ¢ infraestructura, conciencia ¢ inconsciente, interioridad y exterioridad, 2 MODERNIDAD YPOSMODERSIDAD siendo todo a la postre susceptible de ser conocido, ‘pero con perseverantes esfuerzos de profundizacién. Recordemos a este propésito que la modernidad em- pieza con la separacién dual eartesiana del alma y el cue po (al revés, para Avistoteles y la Edad Media cuerpo y alma estaban tan unidos que era indiscernible la parte en gue terminaba uno y empezaba el otro). Tal sepatacién deja al cuerpo como una simple maquina susceptible de set conocida y manejada por la fisico-matematica; por tal clalma creadora de dicha fisicormatematica legard a tener algtin dia, segtin se espera, el manejo total del cuer. po. Este se supone a partir de entonces al servicio del ug _alma y desde luego destinado al trabajo, los goces y los placeres. En seguida, conforme con la veneracidn de todo, lo muewo s6lo por el hecho de ser nuevo, se aspirara a mostrar un cuerpo permanentemente joven, capaz de pro- porcionar sin tregua todos los goces de la juventud y des- de luego los sexnales, considerados los de rango maximo, En este esquema alma-cuerpo, tipico de la modemidad, se aprecia una de sus constantes; en este caso, que el alma, cualquiera concepcién que se tenga de su esencia, mate- | 4 Tialista o espiritualista, es Igicamente la que domina al cuerpo que es su objeto mids préximo de manejo. 5 Owo dualismo tipico de la modernidad es el de sujeto-objeto del conocimiento. La época moderna afir- ma que cl hombre es sujeto y en calidad de tal se enfrenta a realidad que pasa entonces a ser objeto. 20 ARBANO ROA En cuanto sujeto, su constitutivo basico, segtin los mo- demos, ¢s la razén, razén que se piensa de abarcar los objetos en conceptos fisico-rmatentaticos que son validos por ser comprobables por cualquiera. Todo lo otro que muestra la realidad de los objetos de los sujetos, pero que se capta o se vivencia fundado en intuiciones, impresiones, emociones o sentimientos no objetivables en néimeros matemiticos, se considera pura subjetividad, algo de rango menor. En este senti- do, si bien la modernidad ha enriquecido al hombre con la conquista de las ciencias, simulténeamente lo ha empobrecido porque lo ha deshumanizado: el amor, la imaginacién, los sentimientos, los deseos, las ambicio- nes, 0 sea lo que constituye la trama viva de Ia existen- y la vuelve dramatica pero que no es matematizable, se ha considerado de segundo orden para la ciencia y s6lo de interés privado para la persona singular y para nadie mas, Es decir, la alta calidad de sujeto la tiene el hombre en cuanto observador, experimentador, cuan- como el poder lificador, teorizador, dominador y transformador de lo real, siempre gue eluda el peligro de subjetivizar su suje- ividad, 0 sea, su papel de sujeto; asi, paradojalmente, el sujeto de came y hueso de que hablaba Unamuno se ha convertido en un observador abstracto, en casi un aparato de registro. Sin embargo, este sujeto-registro no es para la modernidad algo puramente pasivo que capta al objeto tal como es en sia la manera de una fotografia; es algo que, para captarlo, le impone sus condiciones, lo acomoda a la manera en que él es capaz de ser receptor, 30 MODERNIDAD VPOSMONERNIDAD lo cual para/Kant, por ejemplo, constitufa las formas primarias de“Hi’ Sensibilidad: espacio y tempo, y las categorias del entendimiento; s6lo con tales categorias el entendimiento hace inteligible la realidad. En consecuencia, el sujeto conoce las cosas adaptindolas a las condiciones que él estd obligado a ponerles para ~ darles transparencia, pero no como ellas son en sie independientes de la manera peculiar en que se las conoce. El sujeto, usando la clisica terminologia kantiana, conoce fenémenos las cosas ajustadas a las condiciones impuestas por él-, pero no néumenos, las cosas tal como son en si. Mis tarde, sobre todo después de Darwin, se dira que conocemos ¢l mundo segtin los aspectos que son valiosos para adaptamos a él, para sobrevivir, y no tal como es en su propia realidad. Con este tipo de cono- cimiento, llamado conacimiento critico, se le quita al hombre su poder de conocer las cosas tal como son en si; no se ha tenido en cuenta que, gracias, precisa. mente, a una evolucién en virtud de la cual pasé de mero animal a Ja categoria de animal cultural, pudo haberse liberado de las condiciones adaptativas que la naturaleza le pone al conocimiento en los dems ani- males. Quizas sea al revés, que para sobrevivir el hom- bre necesite conocer progresivamente las cosas en sf. Cabe, incluso, preguntarse de qué manéra, sino co- noce las cosas en sf, puede saber que lo que conoce es algo diverso a dicho ser en si. Es una hipotesis distinta al vealismo dogmatico, que aunque ya surgié en la época de Kant mismo y fue de algéin modo aludida a ARMANDO RIS por Nietzsche, sin embargo hasta hoy no ha sido su cientemente investigada. Esta diferencia sujeto-objeto, tipica de la moderni- dad, persiste basta avanzado el siglo XX, aun cuando en figuras del pensamiento tan importantes como Hein dogger y Wittgenstein parece desdibujarse y aun anu- larse, lo que ha Hevado a algunos investigadores del origen de la posmodernidad a ver alli una fuente de lo lamado posmoderno. Heidegger dice que si uséramos la palabra sujeto para designar et ser ahi, tendriamos que tener en cuenta que ese ser ahi es por esencia trascendencia, 0 sea, encierra ya en cierto modo todas las cosas 0 estd por lo menos abierto a ellas, pues son constitutivas de su ser mismo; por eso no es un yo en el sentido de los modernos, cuya esencia s est previamente constituida para recibir objetos; el ser ahi de Heidegger no es de ninguna manera el sujeto kantiano que impone previamente, por decirlo asi, sus condiciones a los objetos que conoce. Witgenstein dice en el Diario Mlosdjico: “Podemos llamar Dios al sentido del mundo” (1.5.16), y en se- guida, “Hay dos divinidades: el mundo y mi Yo inde- pendiente” (8-7-16); agrega “El yo no es un objeto” (7-8-16); dias antes ha dicho en ese Diario: “El Yo, el Yo es lo mas profundamente misterioso” (5-816) y “La esencia del sujeto vienc enteramente velada” (28-16). ponen que ® Wittgenstein, L, Dinvio Filosifico (1914-1916), Trad. J. Mi fioz e I, Reguera, E. Ariel S.A., Barcelona, 1982 32 Afirma que “ese centro del mundo que amamos el Yo es el portador de la ética"; el sujeto es et “punto in extenso al que queda coordiniada la realidad”.' En el T do” (Fl microco ilatus Logico-Philosophicus expresa: “y mos (5-63). El sujeto pensante, re- presentante, no existe, $i yo escribiera un libro EL mundo como yo lo encuentro, yo deberia referirme en él a mi cuerpo y decir qué miembros obedecen a mi voluntad ctc, Este seria un método para aislar al sujeto o atin mejor para mostrar que en un sentido Yo soy mi mun- y cndles no, importante no hay sujeto; precisamente solo de él no se podria hablar en este libro, “El sujeto no pertenece al mundo, sino que es un limite det mundo.” Asi, tanto Heidegger como Witigenstein se rebe- lan contra ese sujcto o contra una nitida division suje- to-objeto tal como la crefa la modernidad; hacen notar que tras esto hay falsas claridades y que el problema envuelto en todo ello es mucho mas oscuro y profiun- do; justo por eso, por la critica a fondo que le dizigen al concepto de sujeto, no nos parecen tampoco posmo- dernos, como afirman algunos autores, pues en la pos- modernidad todo se resuelve mas livianamente, mas en superficie; por la rigurosidad de los puntos de vista de Heidegger y Wittgenstein creemos que ellos son “Witigenstein, L. Conferoicia soln tia, Ea, Paidds/LCEVAB., pla. * Wittgenstein, L. Tructadus Lagica Philosaphicus, Trad. Envi que Tiemo Galvin, Ed, Rev. Occidente, Madrid, 1958, pp. 153 y 54, by uno de esos clisicos contrapuntos de la moderidad’! ‘observables a lo largo de toda su historia. En Ja dupla consciente-inconsciente se muestra de nuevo la capacidad superior del yo consciente, la que astutamente le permite encontrar vias de acceso a los oscuros lugares del inconsciente y conocer su dindémica, sus disfraces, sus aspiraciones; asi logra manejarlo desde arriba, Del mismo modo, investigando, se pueden poner a la vista los dudosos deseos inconscientes ocultados por el hombre a lo largo de la historia y escondidos tras las leyendas, los mitos, las rcligiones; con ello se seculariza el mundo, siendo valedero para los hombres ; s6lo lo claramente inteligible a la raz6n, En el eélebre binomio infra y supraestructura, Marx ha supuesto que las producciones espirituales de las sociedades precapitalist’s y capitalistas son reflejo de una infraestructura social y econémica injusta, y en consecuencia estén al servicio de dicha injusticia, sien- do por fo mismo mentirosas en si se trata de supraes- ‘ucturas culturales radicaimente falsas. El hombre tiene poder, sin embargo, para acelerar la evolucién de esas fraestructuras injustas hasta Negara lo verdaderamen- te justo, con lo cual la supraestructura ya no necesitara | mentir y podra dedicarse al cultivo de la belleza y la | M MODERNIDADY PQSMODERNIDAD verdad, Esta accién revolucionaria en contra de la in- fraestructura precapitalista y capitalista cs llamada por Marx el paso de la prehistoria a la historia, En suma, vuelve a observarse aqui el poder omnimodo del hom- bre para cambiar radicalmente, por su mera accién, el curso del futuro, La fe moderna en el poder del hombre para cam- biarlo todo, que se observa por ejemplo en el marxis- mo, en el anarquismo, en el capitalismo y en el psicoandlisis, originard directamente las idcologias, los metarrelatos, En las ideologias politicas se ha creido ciegamente, intuyéndose que conducirian al paraiso en la tierra si se luchaba por ellas; la mayoria ha segui- do a sus portavoces, a Lenin, Stalin, Hitler, y Mussolini por ejemplo, sin admitir que aquello fuese sélo un suefio, Sabemos de los sufrimientos y millones de muer- tes que han provocado, para reducirse al fin a mero polvo. Lo importante para el debate que mueve hoy a los hombres es que las ideologias son representantes tipicos de los ideales de la modernidad, pues muestran Por otra via la fe ciega del hombre en sus creaciones mentales y en la potencia de éstas para transformar la realidad. Se ve ahi el poder del mundo de dentro de Ia \! mente para dominar el de afuera, y en fin esa tenden-'! cia ya mencionada a dividirlo todo en pares, de los: cuales uno, el que representa al yo individual, racional, consciente y aut6nome, acaba subordinando al otro. Propio de la modernidad es estar siempre en actitud tensa, acechante, profundamente teflexiva frente a cuan- to abarca; piénsese en el peso de obras como ta Critica de lw Razin Pure de Kant, la Fenomenologin del Espiritu de He- gel, BU Capital de Marx, y veremos que hay argumentos para encontrar justo lo dicho por algunos que investigan la época, en el sentido de que todo lo que aquellos hom- bres modernos realizan, lo viven, con extrema responsabi lidad, como si del peso de lo que hacen dependiese casi el curso de la historia. Es un pensar que asume wn papel gravitacional frente al porvenir, y que en esto se opone at pensar actual de fa Hamada posmodernidad, cuyo sello seria la ligereza, la falta absoluta de pretensiones de tras- cendencia, su decir las cosas, por lo menos en apariencia, como al pasar. Propio de la moderidad es, todavia, su tendencia a explorar la conciencia, ver hasta dénde Hega su cam: po, su riqueza intima, su fuerza constructiva, Clasicos han sido los pintores, los poetas, los novelistas, en su afan de desestructurar la realidad del sentido coméin, para ensayar los més variados modos de rearmarla 0 recrearla de otras maneras, inventando 0 creando ine cesantes realidades que abarcan lo diurno y lo onirico con una riqueza asombrosa. James Joyce en su obra clasica Ulises ha mostrado a cantidad casi nfinita de ivencias que la conciencia de personajes cualesquiera crea y abarca simultineamente, necesitando varios cien- ‘tos de paginas y un Jenguaje a ratos casi hermético para lograr mostrar lo experimentado por un hombre en el curso de un dia. Marcel Proust, a su vez, ha pues- ae VA to a la vista cémo la conciencia retiene vivamente el pretérito, hasta ef extremo de ser la vuelta renovada a la conciencia de exe pretérito lo que le da nobleza, encanto y sentido a la vida, Ha mosirado asi que el pretérito no se reduce a meras huellas mnémicas capac ces de ser traidas palidamente al recuerdo porque el pretérito habria ya fenecido, sino que, al contrario, dicho pretérito se mantiene vivo y entero, tal como posible volverlo a vivir novedosamente de nuevo con la misma fucrza y agrado de la primera vez aun cuando la situacién que lo origind en ese entonces ya no exista. De: esc modo, cuando fue presente, de modo que Proust revela que cl pretérito forma parte del presente y contibuye a darle vida, sefiatando asi la fuerza de la couciencia individual para romper et poder aniquila- dor del tiempo y arrebatarle ef pasado para darle toda- via una profundidad vital que no tuve cuando fue presente, En la filosofia, Husserl y Heidegger han jugae clo un papel relevante en el estudio de hasta donde alcanza el poder de la conciencia cuando ella aborda los problemas mis radicales de lo que es el ser y su azaroso juego con la nada. Por tiltimo, es necesario recordar que la moderni- dad ba sido en general enocéntrica, pensando que la cultura europea y norteamericana es la cultunt ior uupe en consecuencia, que los otros pueblos, si de sean avanzar, deben asimilarse a ella; tal modo de enjuiciar las culturas deriva de los postulades anterio- res, pues si la trascendencia de la razon y de la libertad { bara erearse mundos auténomos en incesante novedad | ARMANDO RO se ha considerado esencial para la adultez humana por primera vez en Europa, es porque ahi el hombre ha madurado antes, y €s l6gico entonces que todo pueblo mida su estado evolutivo, su paso de la heteronomia a Ta autonomia en el manejo de su conducta, en referen- cia a eso! Dirty sled Fete bp © A veces da lugar a equivoces fa confusién de la palabra moderuidad, que alude a una concepeién del hombre y de [a histo- tia como la aqui expuesta, con Ia palabra modernizacién, como cuando se habla de modemnizacién del Estado, de la educaci6n, de la atencién médica, y que alude a aprovechar del mejor modo. posible los recursos que el avance de la ciencia, de las comunica- iones, de las técnicas de todo orden, ponen en manos del hom bre, eludiendo tabas burocrdticas, y haciendo, en suma, més expedita la satisfacci6n de las necesidades habituales, sin esperas y trdmites innecesarins; se busca en el fondo tun quehacer mas grat yeficaz dentro de lo posible, LA POSMODERNIDAD Sin embargo, para connotados investigadores actuales hay serios indicios de que la modernidad ha termina- do, de que no ha sido una época privilegiada, sino tan transitoria como cualquier otra; algunos tienen incli- so la audacia de ponerle fecha a dicho término; ha- bria ocurrido en 1970, después de finalizado el movimiento estudiantil de Paris en 1968, que seria la iiltima de las utopfas modernas, Ja de la imaginacién, al poder, empezando desde ahi una nueva época, a Hamada posmodernidad. Pero desde luego es necesa- rio decir que no hay acuerdo tanto con respecto a eso como a los caracteres definitorios de la posmoderni- dad; incluso algunos dicen que por ser dicha posmo- dernidad algo nuevo, también debiera incluirse en Ta modernidad, dado que la esencia de la modemidad es no estar vuelta hacia la tradicién, sino hacia toda no- vedad. Importantes investigadores no aceptan esto til- timo sin embargo, y aseguran por el contrario que lo posmoderno tiene individualidad propia hasta el ex- tremo de que habria sido el contrapunto de la moder- nidad a lo largo de toda su historia, Contrapuntos de dicho tipo serfan, por ejemplo, el_romanticismo, el 39 “lidad de la realidad hihilismo nietzscheano, el estalinismo, cl nazismo; es- Los tiltimos en cuanto no fueron expresion de ia Tibre voluntad de los pucblos 0 no respetaron la autonomia de las personas, sino que fueron coacciones heteréno- mas comandadas por ideologizados grupos de poder, Jo que no cube en fa mentalidad de un moderne. No obstante, para ka mayorfa de los tedricos de la _posmodrnidad, ésta, como sefalamos, habria empezae dlo en décadas recientes y no se caracterizarfa por ser algo nuevo, en cuyo €aso seria otra ver modernidad; seria algo completamente distinto, palabra esta ditima com fa cual se pone el acento, Se supone que Ia posmo- dernidad habria apareciclo tal vez por fatiga luego de (res siglos de incesantes transformaciones cada vez mais aceleradas sobre todo en unas ciencias y un arte que, a pesar de lo positivamente asombroso de sus resultados, en el fondo no han hecho may feliz a nadie ni han mejorado la conducta humara como lo muestra 1a se- rie de horrorey sucesivos a partir de La Primera Guerra Mundial, Ia violencia reinante en las eindades, ¢l terre rismo, ka corrupeisn politica, el cadtico relativismo, co. Se habria perdido entonces el deyeo de ahondar en la realidad del hombre como ser individual y social, se mira fa con escepticismo la fe en la razén, propia de los siglos XVII, NIX y XX, y no habria, por fo mismo, yoluntad alguna para darse Cxplicaciones sobre Ia tota- su sentido, para favorecer la apa- ricidn dé otros metarrelatos © de nucvas vanguardias en cl arte 0 en las concepciones filoséfica on higar de ello, s6lo se percibiria ahora la posibilidad de ver ape: 0 EDERRIDAD y POSMODERNEDAD nas parcialidades de cuanto ocurre. La mirada dual a la realidad, a fin de cogerta entera, a que aludfamos hace un instante, tan tipica de la modemidad, hoy ~ 4 tampoco despierta interés. En homenaje a la brevedad, apuntaremos en se- guida sélo a algunos caracteres mas @ menos definito- ries de la posmodernidad; los enumeraremos al azar Ellos son: a) Pérdida de vigencia de las ideologias, de los metarrelatos y de todo interés por lo teérico, por lo ajeno a la utilidad inmediata b) La realidad para el posmocerno ha dejado de ser un valor de uso, cuyo descubrimiento, contempla- Gdn y manejo enriquece la vida de Ios hombres, para convertirse cn mero yalor de cambio, similar al dine- ro, cn algo que vale en Ta medica que pueda ser cam: biado por otra cosa. Los términos valor de uso y valor de cambio son empleados por los posmodemos casi en el mismo sentido de Marx. Al respecto, Lyotard, uno de los estudiesos de la posmodernidad, dice: “EL | del saber ¢ antiguo principio de que la adquisici indisociable de la formacién (Bildung) del espiritu, incluso de la persona, cac y caer todavia mas en desi sow. Deja de ser en si le su mismo su propio fin, p “valor de uso". * Lyotud LF, La ondiciin posmoderndl. Kad, Citedra, Madrid, oso, pp. 1617 : " i, ARMANDO ROA c) En la ética, preocupa s6lo la casuistica, resolver en acuerdo al buen sentido © a la opinién mayoritaria cualquier situacién concreta, dejando de lado el andlisis de principios o teorias. Se aceptan todas las posiciones sin necesidad de justificarlas con rigor racional, y no por respeto al phuralismo, sino porque en cicrto modo pareciera que todo da igual y es cuestién de mero agrado o de liberalidad decidirse por esto o lo otro, En otras palabras, no se trata de un pluralismo en que cada conducta ética busca justificarse en principios, sino de un relativismo cambiante y sin coherencia en Ia conducta adoptada para las diferentes situaciones: solo importa lo que es mas cémodo en cada una de ellas. Se podria hablar de “éticas de bolsillo”, destinadas a resolver solo el caso individual. d) Bu sacrificarse en ahondar las situaciones a la vista y sin considerar las consecuencias remotas de lo que se hace. Entrega abierta por lo mismo al consumismo en cuanto entretenida fuente de placer sin problemas. En este aspecto, el vivir al crédito sustituye la anterior mentalidad modema de privilegiar el ahosvo. weda_primaria_de lo hedénico, sin ©) Percepcién de la realidad en superficie, donde el limite de todo aparece difiuminado, sin que preocx: pe demasiado la precisién de areas de conocimiento, de profundizacién o de accién, No interesan ya con~ cepciones globales sobre qué es el hombre o ¢l mun- do, del tipo de las de Leibniz, Kant, Hegel o Freud. 42 ODERNIDADYPOSMODERNIDAD 1} Poco respeto por la vida en si, la cual ya no se mira como sagrada, sino mas bien bajo el aspecto de proporcionar agrados y placeres. La vida humana vale sélo si tiene calidad de ser gozada, pero de ningiin modo vale incondicionalmente; de aqui el postulado ético de la Calidad de vida\defendide por la posmo- dernidad, qiie sustituye a la sacralidad de la vida, pro- pio de ta modernidad y de épocas anteriores. Un investigador de este momento como Singer, ha dicho, por ejemplo, que la vida de an cerdo sano es mucho mas respetable que la de un nifio con Enfermedad de Down, Una actitud que asombra y que sin embargo aparece natural, es una especie de paso desde Ia ética de los deberes a Ia ética de los derechos en los tiltimos veinte aiios. La ética siempre fue una disciplina ocupada del deber ser, 0 sea, la que discernia entre lo que se quiere y se puede hacer, y a'su vez, lo que cabe hacer sin evadirse de lo correcto. La ética del deber fue, por ejemplo, la ética clésica de Kant, la del imperative categorico, y esto de que el hombre rinda culto al deber por sobre el culto al querer y al poder Ie levé a decir que la belleza del orden moral s6lo podia compararse con la del cielo estrellado en una noche serena. Sin embargo, tal ética kantiana, que seria uno de los ejes dindmicos de la modernidad, y lo mismo cualquicr otro tipo de ética de los deberes, serfa la que hoy aparece como simplemente anacrénica, 43 Al decir de G, Lipovetsky.* que ha tratado esto con detalle, estarfamos en los tiempos de la ética posdeber. En efecto, en todas partes se habla de derechos humanos, derecho al manejo del propio cuerpo, derecho a gozar de la individualidad sexual que se posee, sea homo o heterosexual, derecho a crear vida humana por vias artificiales, derecho a disponer de los moralidad, en Ja cual se dejaria de lado la discusion de Jos grandes principios en que se fundamenta una moral, y se legari a un acuerdo en la regulacién de las costumbres y también de las acciones profesionales, como las médicas por ejemplo, a base mas bien de un mero consenso; a esto se lo Hama eticidad. Asi, si nos pusiéramos en el punto de vista de la ética de Kant, y al contrario de Io que Kant queria, se le estarfa dando preferencia en el actuar a los imperatives hipotéticos y no a los eategéricos, reclama si se vulncra el Grganos del cadaver, ete. § mas pequeito de los derechos, y de hecho suena mal hacerle presente a alguien sus deberes. Se podria pensar que todo derecho inyolucra un deber, pero la, posmodernidad maximiza los derechos y en cambio liene una mirada benévola, comprensiva, silenciosa, ; g) La meta de la existencia no es su realizacién heroica, buena o fel sino, como Io afirma el filésofo © # norteamericano Rorty, su_trivializacién, su no. crear problemas, el dejar transcurrir el Gempo sin mayores preocupaciones. para las evasiones de deberes, Parece curioso sin’ embargo que la situacién engendrada por este paso a la ética del posdeber, no haya provocado un caos en la vida social, como seria lo esperado; da ta impresién de que una especie de percepcidn sutil ha detenido esta corriente antes de extremizarse, lo que haria pensar que la étier de los deberes, tun debilitada, atm sit h) La clisica diferencia sujeto-objeto, tipica de la modernidad, se esfuma: no hay ya un sujeto, el investi- “Gador, que como observador imparcial estudia su obje- to, sino que, sobre todo en las tecnociencias, lo que cotresponderia antiguamente al objeto se vuelve acti- yamente sobre el sujeto, lo modifica y lo cambia, En las técnicas modernas de maquinas -ferrocartil, aviacién~ el hombre adquiere dominio sobre Ja naturaleza y la usa a su gusto; en cambio, en las técnicas posmoder- | nas, con la aparicién de la informatica, de la television, | cte., el supuesto objeto creado se vuclve sobre el sujeto creador y lo influye por dentro, recredndolo en cierto nombrirsela y desde ka sombra, siguieva, pese a todo, || conteniendo los desbordes de los derechos denve de | limites aun tolerables, Esta etapa en que nos cucontrarfamos ex la que \ algunos autores Haman la etapa de fa cticidad sin, * Lipovetsky, G. £ ennpiveuto del debin, Las etic: drotora ie fos uevos tiempos dimuenitias, Tradl, Jana Bignazsi, Bel. Anage Barcelona, 1904, modo. Los progresos de la informatica, de la televi- sién, cambian las conductas, los modos de pensar, los MW 45 proyectos, sin que en un cierto instante se pueda decir, frente a una manera de ver la realidad, cuinto perte- al hombre y cudnto a las teenologias, y ello hasta | modo de concebir al mundo y al hombre mismo; piénsese, por ejemplo, en el influjo de la cibernética en el modo de concebir el sistema nervioso y al revés, en Ia accién de este mismo sistema nervioso en el modo de concebir la cibernética. En el fondo, resulta dificili- simo distinguir en un momento dado quien es sujeto y nee on quien es objeto. De abi que, de acuerdo con Lyotard, pudiéramos decir que el sujeto se ha hecho inmanente al objeto, siendo dificil distinguir uno y otro, pues de repente es el sujeto el que cabalga al objeto y lo dirige, y de repente es el objeto el que cabalga al sujeto y lo -maneja, como se ve en los ejemplos citados. i) Con la progresiva desaparicién del jinomio su- jeto-objeto, tipico de la modernidad, que partia de la base de que el objeto de investigacién era una realidad con su propia identidad maciza, dicha reali lad empii za a volatilizarse, a perder sus contornos, a no distin- guirse claramente incluso de las realidades creadas por la imaginacin que son las propias del arte y de la ‘poesia. Antes el arte y la poesia de vanguardia preten- dian, por ejemplo, distorsionar al maximo los objetos de la realidad cotidiana, para tener el privilegio de crear, al lado de las cosas del mundo estudiadas por Ia ciencia 0 utilizadas en la vida diaria, otra realidad obra de la pura fantasia y que sin embargo fuera tan recia como la primera para mostrar asf st. poderio, Ahora, 6 MODERNIDAD YPOSMODERSIDAD en cambio, una serie de factores, entre otros la fisica Antica, la sociedad industrial avanzada, la informati- ca, ha llevado a debilitar la antigua macicez de lo obje- tivo y a disminuir al extremo la distancia entre dicha realidad y la realidad fantaseada, y asi a la fantasia le ha sido més facil impregnarlo todo, constituyéndose ello en una de las caracterizaciones de la posmoderni- dad; se asiste asi a una especie dé eststizacién de la vida. Por otra parte, la realidad que manejaba la mo- dernidad era siempre la mds novedosa que mostraban en cse momento las diversas disciplinas cientificas y el estado cultural histrico de Occidente, suponiéndose emocéntricamente, como ya lo dijimos, que ésa era la verdad, El siglo XX ha mostrado sin embargo la relati vidad de las creencias de esa cultura, pues, pese a la masificacién de las comunicaciones, las yerdades de otras culturas y de los diversos grupos étnicos, incluso en la misma Europa, mostraron una pluralidad de rea- lidades; al mismo tiempo se vio que los mundos cultu- rales europeos eran diversos en sus diferentes épocas y con su propio contenido, todos ellos igualmente verda- deros y reales, De ahi que ¢l arte posmoderno, a dife- rencia del arte moderno y de todos los anteriores, tenga hoy como caracteristica para validarse estéticamente el mostrar en Jo intimo un plaralismo histérico, o se \ algo que al yerlo ponga en contacto el espfritu del, observacor con las diversas realidades que han cons}! truido los hombres a través del tiempo. De este modo a7 : la pintura y sobre todo la arquitectura procuran ahora ‘ reconstruir una verdad historizada plural de 4o real, y no monolitica, como lo pretendian los clisicos y los “= _vanguardistas, fuesen cubistas, dadaistas o surrealistas, Esto ¢s muy notorio en Ja arquitectura posmoderna, en la cual se privilegia lo estético sobre lo funcional y se mezclan en un mismo edificio estilos diversos tanto de Epocas pasadas como contemporaneas, historizandose asi a fondo y mostrando lo relativo de la verdad de esos estilos © también que en cada uno de ellos ~clist ° gotico, barre, moderno~ se expresé una recia con- cepcién del mundo que no es reemplazable ni supera- ble por la oa. En la poesia, dos grandes poctas, Ezra Pound y TS. Eliot, inclayen en sus poemas versos de poetas de distintas épocas y culturas; Pound suponia que lo escrito por un poeta en otras épocas, no se podria escribir mejor hoy y en consecuencia inclufa en sus poemas voces como las de Homero, Dante, los trova- dores medievales, junto a la suya propia; hay en el fondo, decfa, contemporaneidad de todas las edades y la obra de arte puede encontrar un lenguaje co- min en altura con el de sus predecesores siempre que los presente simultineamente, No se trata aqui de una mera intertextualidad, recurso tsado con cierta frecuencia por los poetas, sino de un romper con la creencia de que lo actual agrega siempre calidad a lo precedente, — { | \ 48 Penderecki ha dicho que usamos viejas formas para crear nueva muisica, Picasso, vanguardista por excelen cia, que cambié muchas veces sus propios mundes anvisticos, es sin embargo sua transiciéa a fa posmo- dernidad cuando afirme “que ef arte no evoluciona, s¢ duslida, el arte no va sicndo, cs, el arte egipeio es tan nevo hoy como ayer”, Lat posinocernidad procura mos. trar asi que el ser se configura de i fas MANeras a aavés del tiempo, no pudiendo la nueva configuracién sustitir a la anterior, pues la anterior puede ser tan perfecta o valiosa como ella. wi. POSMODERNIDAD Y TECNOLOGIA La posmodernidad muestra un vital interés por Ia\ tecnologia y por los comportamientos pragmaticos, sin | enyolverlos en justificaciones tedricas, en teorfas filoséficas. La técnica alivia cada vez mas la carga de la vida y le da un agrado mientras dura, aunque el fin iiktimo de la vida fuese la nada, como, en cierta manera, Jo piensa el nibilismo actual. En ese sentido, hay interés_ por la ciencia en cuanto favorece a la técnica. Laciencia deja, sin embargo, de ser mirada como liberadora de! hombre, para convertirse en fuente de productividad y <*> consumo, ~ El interés por la tecnologia e incluso por la ciencia, que es algo preponderante en el posmodemo, se justifica, como ya se dijo, en cuanto ellas dan origen a bienes que facilitan_una vida placentera € intrascendente, y porque, segtin se cree, eximen de compromisos con verdades ab- solutas, con metarrelatos a los cuales de otro modo se estaria obligado a adherir, Gomo se sabe, la ciencia no atrapa la realidad en si, sino una realidad mostrada en acuerdo a un sistema conceptual de referencia, realidad que puede convertirse en oura si dichos sistemas cambian. Por lo mismo, el posmodemo en ningtin caso vera en la mouse Hes ciencia algo redentor del hombre, como pensé el siglo XIX yen general toda la modernidad, sino algo atil, fuente de técnicas creadoras de una vida cada vez mas atractiva y placentera. Quizds si valga la pena preguntarse de dénde vie- ne esa seduccién del hombre por la técnica, hasta el extremo de ocultarle o desinteresarle todo otro tipo de penetracién hacia la verdad de lo real. Ks cierto que persiste también el interés por la poesia o el arte, pero tal vez porque ello es, como la técnica, una manifesta~ cién del poder de crear del hombre, una recreacién humana del mundo, 1 poder personal de conducirlo desde lo trivial al encantamiento. El hombre siempre ha sido téenico: ha aprovecha- do lo que fa realidad @ ka mano le proporciona para claborarlo y convertirlo en un itil que le permite ma- nejar mejor dicha realidad; pero antes se trataba de una técnica artesanal, que de ningtin modo ocultaba, y menos reemplazaba 0 mutaba, a ese ente macizo, a ese universo impresionante con que se encuentra el hom- bre al ver ido. La téenica actual, al contrario, esté penetrada por ir al mun la ciencia, enraiza en la ciencia, y es algo abiertamente diverso de aquella técnica artesanal. Pudiéramos decir que cl hombre de otras épocas. para descifrar en parte su destino, debia inteligir, de la manera que fuese, su propia realidad y la del mundo; ello resulté lo suficientemente costoso como para que se dieran Ta ie de imerpretaciones que configuran las numerosas cescuelas filosdficas propuestas a To largo de la historia, me ser algdn di cada una de fas cuales trata de abarcar lo que supone se ha escapado a las anteriores; recordemos s6lo en Occidente Ia serie de ideas que van desde los presocriticos, Platén y Aristételes, hasta Kant, Hegel, Nietzsche, sin poder evitar todavia la angustia de ver que el ser y el destino humano es aun mas profundo que fas mas profundas intelecciones de filésofos y cientificos. La tecnologia, a diferencia de exe mundo pétreo, tiene Ja ventaja, como to han sefalado algunos autores, de constituir al hombre en el creador de un nuevo mundo, det mundo en que se mucve, de facititarle por Jo tanto su comprensién, por ser él mismo el que lo construye, y de mostrarle hacia adclante perspectivas ‘nacabables de nuevas creaciones con la esperanza de feliz, Como €1 es ahora cl ducho del Universo que va inventando, desaparece toda angustia por penetrar un mundo que él no ha hecho, como ocurria antes de la era tecnolégica. Con el mundo tec- nolégico se reemplaza el anterior mundo ontolégico, que deja de inter sar por las ravones ya dadas. n Heidegger? cuando dice que la tecnologia es cl nuevo modo de mirar la realidad, o también, que ella oculta, en cnanto hace innecesaria, toda intuicién del ser en cuanto ser, y que si el hom En ese sentido, tiene raw bre, en fin, quisiera recobrar Ja limpida vision de la mirada para captuvar de frente el antiguo ser con que se encontraba al llegar al mundo, seria preciso volver a cenraizarse en esa mirada transparcnte de los presocré tivos. El hombre tecnoldgico no esté preocupado en el pensar en si, sino en el hacer. En este hacer ha llegado ico de su nada menos que a encontrarse con lo mas bi constitucién biolégica, su genoma, lo que le hace creer, con una mezcla de alborozo y miedo, que puede trasmutarse a sf mismo, convertirse en algo muy yecino a la perfecci6n, cosa a la cual no lo Hevaba, por cierto, scguin a él Je parece, la definicién venida de ese viejo mundo ontolégico a que hacfamos alusién, y que lo situaba en Ia jerarquia de los seres, s6lo como “animal racional”, 54 EL HORIZONTE DE LA POSMODERNIDAD La posmodernidad es un movimiento surgido al azar espontineamente y en ningtin caso venido de grandes tedricos como los propulsores de la modernidad a los que ya hicimos referencia, Las obras de pensadores que se ocupan de la posmodernidad tratan de definirla, interpretarla, diferenciarla, pero no son sus propulsoras tampoco sus creadoras. Los intentos de algunos de derivarla de Ia filosofia de Nietzsche, de Heidegger y de Wittgenstein son muy discutibles. Los posmodernos no andan tras la tascendencia espiritual, la comunién con la naturaleza o la biisqueda del reino milenario, como los hippies que eran todavia moderos, sino que deambulan por las superficies, sin interés esforzado por encontrar ideas globales recias respecto al destino Ailtimo, ni siquiera el de ellos mismos. Una frase popular que se ha hecho clisica entre nosotros da una idea bastante aproximada de lo que pudiera ser lo posmo- derno: *{No estoy ahi con nada; no pesco nada, nada me toca, no estoy ni ahi!" _Problemas bioéticus como el uso de tejidos de em- briones, la fertilizacién asistida, la manipulacién del ny el hecho de que ello genoma humano, su clona ‘ocurra, no provoean una necesidad de definirse ante el destino del hombre, sino mas bien desengaiian de la dignidad del hombre defendida antes por la moderni dad, pucs ahora todo es posible, desde iucgo crear hombres a repeticién en cualquier laboratorio; ya no hay lineas demareatorias entre el bien y el mal, y las decisiones se toman en acuerdo a Io que conviene; asi io sagrado de la vida humana no aparece por ninguna parte, y en ese sentido tres siglos de denodados esfuer 1, laos floséficos, cientificos, artisticos por descubrir los || lesoros intimos de Ia raz6n y la libertad, de hecho no han conducide a nada segiin los posmodernos. Atin mas, el hombre, como lo muestra el aborto, el comer cio de embriones y el convertir el cuerpo en mera fuente de 6rganos para trasplantes, se vuelve un pro- ducto de desecho como cualquier otro. De ahi deriva casi naturalmente el que no valga Ja pena esfuerzo al- guno por conquistar nada dificil, por vivir con altura, por suftir por nada, lo que se resume en Ia frase ya citada: “jno estoy ni a hit” No se trata de un tedio aper- plejante ante la existencia, como el de Baudelaire, wo de los propulsores de la era moderna, o de un pesimis. mo como el de Leopardi y Schopenhauer, que era un ino de contrapunto a fondo a la modemidad en auge, s un simple desengaiio respecto a todo el hombre, hom. ist bre cuya naturaleza no valdri Ja pena profundivar. De dicho desengaio viene el mirar con gran recelo el etnocentrismo cultural occidental y el encontrar, en cambio, que todas Tas culturas son igualmente yaliosas: | ¥ que de todas se puede aprenden, cv dijimes, | Queda a la vista que, siendo lo posmodemo una especie de estado de alma, wn desencanto con la mo-; dermidad, y no una doctrina filosdfica, una ideotogia, | un metarrelato, lo tinico que no pueda desengaiar a esa alma sea el placer sexual, pues se muestra con wna | evidencia inmediata y no ata a ningtin estuerzo; indu- so para dejarlo en estado puro se lo desliga del afecto y del amor, que no son con ciera frecuencia sentimien- tos absolutamente perdurables_y pueden conducir nuevos desengarios; de este modo, para usar la deno- minacién de Lipovetsky." comidas dle fos restoranes, ¢ se convierte, al jgual de las *. Como el sexo sulta ms explendoroso cuanto mais joven y hello es el cuerpo ~en lo cual se coincide curiosamente con la modemidad-, se hace preciso esmerarse en s/s cuidado; un cuerpo joven y hermoso en cuanto fuente | irremplazable de placeres, propor ina que no concede ningtin ovo bien espiritual fona una autocsti. Ahora, siendo el placer sexual lo que, en medio de una atmésfera nihilista, le da cierta consistencia y atractivo a la vida dentro de su brevedad antes de que se lunda en la nada, privar a alguien de él resulta una | discriminacidin suma, igual o peor quizis que la discri- aninacidn de razass por exo, propio de algo posmoders) no es dar igualdad de derechos a homosexuales y leshianas para contracr matrimonio si ¢so les apetece y © Lapovetsky, Gi. Lae ere ed veto, Enwrn sobre ef individualism contonporinea. BA. Avg ed. Barcelona, | S \ ARSANDO Rox auun mas para adoptar hijos, si ello les colma lo placen- tero de la vida, Similares derechos deben tener los tra vestistas y cnantos desean acomodar su sexo a la satisfaccién completa de sus aspiraciones. De ahi la ne- cesidad de no considerar trastorno patolégico a la ho- mosexualidad, de yer en su antigua ubicacién entre las anormalidades un mero prejuicio sociolégico, pues, vista Ia relacién homosexual como un puro placer, no hay mayor diferencia con la heterosexual, que también es mirada como un puro placer. En Ia pérdida de las calidades que individualizan la realidad, en este caso de lo propio y diferente de lo homo y de lo hetero- sexual, se lega al extremo de que las nuevas Clasifica- ciones Americanas de las Enfermedades Mentales, a partir ya del DSM Ill, DSM IIR, y DSM IV, cor normal la homosexualidad, pues ahi se cumple con su ordenacion al placer. Esta tendencia a borrar lo indivi- dual propio de cada realidad es por lo demas la ten- dencia de ésta y otras clasificaciones psiqui msideren tricas actuales, las que se atienen a lo genérico, a lo mas comin de los intomas, sin acotarlo con la peculiar dad con que se da en un cuadro patolégico especifico, En ello no se adaptan a lo exigide en rigor por la ciencia y la clinica, sino a esa alma propia de la posmo- dernidad que tiende a abarcar las situaciones, los he- chos, las realidades, en superficie, y no con la profundidad que exige una verdadera ciencia, confun- diendo asi, en tales clasificaciones y también en tas escalas de sintomas para hacer diagnésticos, conceptos n bioldgica con ‘operativos valiosos para li investigaci 5a DMODERNIDIAD Y POSMODERNINAD conceptos clinicos que deben apuntar a individuatizar un cuadro patolégico tal como se esta dando aqui y ahora en una persona determinada, A propésito del placer como delimitador de una auténtica realidad, es iitil recordar que es visto por el posmodernismo como un fin no exigido de mayor cexplicacién, pues cualquiera lo vive de inmediato y es su testigo; en cambio el placer en Ia época moderna, incluso en Freud, era visto como un astuto medio que disponia la naturaleza para incitar a la accién y asi realizar a cabalidad la esencia ¢ incluso la individualidad de cada ser. Se trata pues de un hedonisme que no tiene mucha similitud con el de edades anteriores: este_ hedonismo posmoderno propicia la venta libre de drogas, argumentando que no hay motivos para privar ‘de un placer y atin mds, que ¢s la prohibicién la originante de consumos excesivos perniciosos, pues toda prohibicién provoca atraccién desmedida sobre lo prohibido. Quizas quepa resumir lo posmoderno en Ja célebre frase de Marx que recuerda Marshall Berman, pero que segtin Berman habria aterrorizado a los modernos, celosos de que un azar disolviera lo ya conseguido mediante el gran poder del hombre; la frase de Mar dice: “Tedo Jo sélido se desvanece en el aire”, y a nosotros nos parece que refleja la visién posmoderna 50 \esianno nes Frente a tal desencanto con lo moderno, modern dad que a juicio de Max Weber ya habria desencanta- do a su vez a toda la historia previa, qué urge hacer? ' Los descubrimientos fisicos y biolégicos del siglo XX han puesto un poder inimaginable en manos del hombre, encontrdndolo casi sin recursos éticos para manejarlo. La modernidad ya habfa Hegado a la inséli- Gn de que las decisiones dependen de Jos ta conclus valores de cada uno, y éstos para la mayoria de los autores son subje afirmaba Witigenstein. Pero hoy ni siquiera se habla, ivos y hasta meras emociones, como como en la época dle Kant, de autonomia ética que la voluntad humana descubre en et fondo de sf y cuyo ideal de conducta es el mistno para todos, sino de valo- res con vigencia sélo para la propia persona y por lo lanto en extremo relativos. De ahi que cl final del si- } glo, al pasar de la modermidad a la posmodernidad, | nos encuentre con un vigoroso desarrollo de ta ciencia | y de la técnica, con ta posibilidad ineluso de hacer del hombre lo que se quiera a través del manejo del geno- ima, y sin embargo, con una escuiilida presencia de la F ética, en circunstancias de que sin una ética a Ja altura | de la ciencia, el hombre corre el sevio riesgo de uiviali- | zarse y pereeer. Por eso personalidades notables afir- man que este tiltimo decenio del siglo, 0 es cl de la resurreceién de la ética o el hombre se convierte, si- guiendo a la posmodernidad, en algo arrinconado en su mera superficie, pero sin identidad.’La ética ex el fondo dinamico de la conciencia, su dltimo fimdamen- 10; por eso, aleanzar una imagen auténtica det hombre 60. MopRRMIDATY FOSMOMERNINAD equivale a reconstruir su magen Ctica, La ética es la dignificacién de si y del otro, lo que.tleva a cada hom: “Bre a realizarse libremente a lo largo de la existencia, ra que No sea un mero deseo, sing una realidad, exige was ayudado por todos lés demas hombres. Esto, pa cender a las almas ajenas, ver lo con iente para uno, ¥ para ellas; sin embargo, modernidad y posmoderni- dad coinciden en la ereencia casi supersticiosa en que. el hombre vive en la inmanencia, encerrado dentro de si, incapacitado por si mismo de trascender a los otros y ores como Dios. El hom- Vislumbrar nada muis all de sus propios Ymenosa posibles seres sup. bre no podri limites, idea que comienza con Descartes. La ética tie- ne que esforzarse entonces por libertar al hombre ‘de lis pesadas responsabilidades que le puso la moderni- dad y de fa volatilizacion en que lo tiene la posmoder- nidad, Es preciso construir una imagen humana mais consistente y cercana a su realidad, reseatando ademas y llevando adelame todo lo de positivo y creador que dad y ta posmodernidad; ese es el legado wemendamente ur en todos los drdenes han tenido la mode! gente que el siglo XX deja a la concepcién del hom- bre. Al mirar sus limites, al darse cuenta de los inmensos poderes que la ciencia y la tecnologia ponen en sti mano, al divisar la posibilidad de quedarse abatide en la soledad si todo esto no lo sabe usar con racionalidad ética, es muy posible que se apodere de su encomiable espititu investigador esa virtuel primordial, aquello que Arist6teles Ilamo prudencia’y de ta cual ha carecide muchas veces @ lo largo de la historia, a ANGUSTIA Y ANSIEDAD Modernidad y Posmodernidad Pasamos ahora a ilustrar la importancia del paso de la modernidad a la posmodernidad con un problema an- tropolégico y médico concreto y de vital importancia: la desaparici6n de la angustia en el hombre posmoder- “no, y la presencia invasora, en cambio, de la ansiedad, Y no se trata de un problema de interés exchusivamer te médico; importa a todo el que quiera comprender el momento histérico, pues toca algo céntrico del ser i La angustia le es consubstantiva al hombre y lo ha acompaiado vivamente a lo largo de la historia; en algunos momentos adquiere un aire sagrado, rompien- do el curso de los tiempos, como en el Huerto de los Olivos cuando en ef rostro de Cristo brotan gotas de sangre y el alma se le angustia hasta la muerte. La anguistia marca ahi uno de los aconteceres maximos de Ja congoja humana. Ese hecho nos ahorra enumerar los multiples testimonios de situaciones angustiosas, a 2 veces ihuminadoras, a veces enceguecedoras, ocurridas en miiltiples ocasiones a todos los hombres y en todas las époeas y de las que dan testimonio ka literatwa y la historia, sittaciones que han sido sicnapre decisivas para abrirle una senda al clestino. Angustia y ansiedad son fendinenos casi similares, diferencias cuviosas, que hacen pero Mnuestran cierta que una a ow traduzcan mejor lo intimo del ser hue mano en acuerdo a la manera como Tas tendencias culturales de cada los variados acaeceres que debe enfrentar. El hombre ca hacen sensible al hombre a de hoy, segtin connotados pensadores, vendria salien- do de wna cultura que habria estado dinamizada por aqucllo llamado espiritu de ki moderidad, y estaria ya en algo abiertamente distinto: la posmodernidad. A , en la modern nuestro juicio, y aceptando tal divisi dad se hizo primariamente presente la angustia, asi como en la posmoderidad parece may notoria Ii ane siedad, reconociendo nuevamente que angustia y an- siedad se diffcrencian apenas por matices, pero matices que marean referencias profindas del alma, La angustia, como deciamos, es un sentimi nto connatural al hombre, que le acompaiia en, los mis yariados momentos de prosperidad 0 fracaso, de salud © © enfermedad, y que se caracteriza por un estado de inquietud intima, de zozobra, de alerta, de expectacidn, . © de impotencia, de no ser a ratos ductio del gobien de si mismo ni de las cosas, de depender en parte del -destino. La angustia viene cuando se es cmbargade por algo irremediable que ha sucedide 6 puede suceder, 64 Mom WY PONMODERNIO AD ¥ que de un modo u otro cambia © cambiara para siempre Ta existencia hasta entonces levada, como oct con la muerte de un ser muy querido, © con la inminencia real o imaginada de la propia muerte, tal sentido, Ja angustia nos testimoni: mn nds alld de todas las teorias filosoficas, la individualidad real y auténoma de los demas seres, y [a consistencia tangible de nuestra propia individualidad. Cuando ella brota frente a la muerte de otre, por més que nos diga que nosotri Persistimos como algo real ahi presente de cuerpo entero, aquel a quien queriamos ya no estar mis; 0, al Tevés, cuando nos anuncia la inmincneia de la propia muerte, nos hace claro que seremos ahora nosotros los que ya no goxaremos mids de la presencia de los otros. De este modo, a angustia es un sentimiento que nos individualiza © individualiza a los ous a los cuales echamos de menos, convir ndolos en yo, tt, ellos, mente presente to irreemplazable de cada uno o la mera sustitueién mecanica de tnos justo por hacernos Por otros. Esto ocurre tal vez de una manera fuerte ¢ inrecusable que en la simple inrapeiin del rostro ajeno en muestro yo intimo, como intents mostrarlo, en su interesante teovia sobre la relicion yori, el Hlésofo Emmanuel Levinas. Los demas sentimientos aalegria, wisteza, miedo~ en cierto modo desperfilan 6 masifican la persona y son menos finos en su capacidad selectiva sobre la realidad. ~18 angustia obliga también a tomar conciencia de la temporalidad. Al ver el pretérito como alge ido, se le afiora 0 se le detesta; en twdo caso angustia ta AIOIANBO RO, _imposibilidad de recuperarlo para gozarlo de nuevo o evarlo por otro camino; angustia a su vez cl presente en cuanto se lo puede estar perdiendo o ganando, pero seguridad de ser tan duefos de él como para conducirlo sin contratiempos a aquello que se espera; angustia a ratos el futuro, pues no da certeza alguna de hasta d6nde se dispondrd de él. Mas alld de estas angustias connaturales al destino que el hombre puede ahogar de mil maneras, innecesarias de recordar aqui, y que en el fondo le dan individuatizacién y dindmica a ta existencia diaria-, la angustia es buscada como un lijo que proporciona sumo atr ctivo a lo cotidiano; asi el niiio, que goza con los cuentos de aparecidos, vampiros y otros seres terrorificos; el corredor de autos y otros deportes en que se expone [a vida; el entregado a los juegos de avar: todos sienten que la angustia experimentada en ese momento en que el futuro pende de un hilo hace gozar en seguida cl haber salido airoso y continuar siendo dueio del propio destino, y con wna intensidad Iquice | que no da ninguna otra cosa. Todavia, frente a cu: | actividad importante ~preparar una tesis, dictar una clase, presentarse a un concurso= la angustia apremia al yo ano distraerse, a no perder el tiempo, « actuar | con responsabilidad. Si el éxito o el fracaso no | angustiasen, lo probable es que el grado de exigencia que la persona se hace a si misma se yea gobernado por la laxitud y se pierda fa posibilidad de dar lo mejor. estra finitud Es la angustia, con su clara vision de temporal, la que nos incita a divle existencia explicita MODRRNIDADY POSMODERNIDAD de la mejor manera a todo aquello de que somos capaces en el curso de la vida segtin las posibilidades propias de cada edad y momento, pues lo nuestro | posible de realizar y sin embargo no realizado quedara,! por negligencia, para siempre en Ia nada, y lo que ahora ya sera imposible, pero cuya posibilidad estuvo al mano, angustia en extremo, pues, como dijo Heidegger," la angustia asoma apenas se divisa la nada o lo que pudo ser y no fue. La relacién, en este sentido, de la ngustia con la culpa en cuanto experiencia de dolor intimo ante cualquier mengua del ser propio, un tema importante que han desarrollado Kierkegaard, Heidegger y otros, no es objeto de lo aqui tratado. ‘Tampoco lo es analizar la diferencia entre ese posible origen del sentimiento de culpa, tipicamente moderno, y la otra posibilidad, también moderna, de ver ese origen en el volver hacia la interioridad los impulsos ta propios del hombre primitive que luchaba contra enemigos constants, pero que la civilizacin en un momento dado hizo initiles en su volcarse hacia afuera, dirigiéndolos cntonces hacia adeniro; el hombre se remuerde aqui de su cobardia, agresivos de conqui de su vida cémoda en sociedad, de su blandura, de su abandono de la vida heroica, de su no realizarse a cabalidad combatiendo por adquirir predominio, y ése, como se sabe, ¢s cl pensar de Nietzsche, La culpa, en el fondo, vendria del auto-cercenamiento que impondria ta civilizaci6n a la aunésfera libre en que le gustaria moverse a esa voluntad de poder, esencia de lo hun no =segtin Nictzsche- con lo cual el hombre se RAHANNO ROA, situaria por debajo de si mismo; ello le duele, el dolor es aqui también la pérdida de Ia individualidad profunda, el ablandamiento del sujeto come constructor de la historia En suma, y volviendo ala angustia, es clla la que, al hacerse notoria ante las perdidas, los acrecentamien- © las meras posibilidades perdidas.o gana- das, da. consistencia al serindividual, a las owas “ individualidades y a todo lo existente en general: en tal sentido, como deciamos, cs ¢t origen mas remoto de, las vivencias de yo, tti, nosotros; incluso, en cuanto sum ge ante la expectativa de que uno. de_esas seres esté presente 0 ausente, hace patente al(@mor, pues no cae bria angustia ante la posible desaparicién de algo o alguien que no importa nada, que no despierta el me- nor interés. Lo supuestamente amado, y que sin em- bargo es incapaz de despertar angustia alguna al dejar de ser, pondria a la vista que tal amor nunca se dio. Hemos hablado de Ja angustia normal; nosotros, Jos psiquiatras, estamos acostumbrados a encontramos nis bien con su patologia. La angustia se torna parolé- gica de muiltiples maneras; lo es cuando en vez de acrecentar la existencia Ia ensombrece, llenndola de temores vanos y estériles, como en las neurosis de an- siedad y las obsesivas, o bien inundandola de repente “con una sensaci6n intensa de desagrado e impotencia que expresa en vivencias y conductas peculiares, como ‘ocurre en los cuadros depresivos, en la esquizofrenia, en ciertos equivalentes epilépticos, en cuadros menta- ‘edad ¢ inquietud corporal les organicos 0 en es 6R MODERKIBADYRSsMONERMDAD que €s propia de cuadros febriles © somiiticos. Nuestro problema no es, sin embargo, ocuparnos de este tipo de ansiedad o angustia; a lo mas podriamos decir que Ja angustia patolégica, experimentada principalmente como sintoma psiquico a la manera de las neurosis de angustia clisica, o esas volcdnicas angustias esquizofré= nicas, ocurren cada vez con menos frecuencia, habiéndose incrementado en cambio las angustias so- matiformes, que lgicamente se muestran de modo " engaiioso y solapado, Es dificil no ver en esto un influ- jo de lo histérico cultural en el modo de enfermar, como lo muestra también Ia casi desaparicién de los grandes delirios y de las abigarradas formas de aluci« nar; asi lo testimonian numerosos investigadores y nosotros mismos ya lo haciamos notar a comienzos de la década del setenta. Retomando nuestro hilo respecto a la trascenden- cia humana de Ja angustia normal, y en relacién con la histor de Occidente, vale la pena recordar que la preocupacin por su estudio acabado aparece con Kier- kegaard en la primera mitad del siglo XIX, en un momento de extremo auge de una modemidad cuyo esmero en marcar la diferencia sujeto-objeto era una de sus aspiraciones miximas, y cuando, con Hegel, tal diferencia podfa aparecer mediatizada por un proceso dialéctico cn el cual el sujcto, el indivictuo, da a veces la impresién de ser s6lo un trnsito dentro de dicho pro- ceso que evoluciona desde lo inés infimo hasta el ser absoluto, Dios. Kierkegaard aparece frente a Hegel, afir- mundo lo irremplazable def sujeto individual, racias a «a. que pone de manifiesto la dindmica de la angustia, E: ‘circunscribe a cada hombre a si mismo, moviéndose tal ~hombre, por decirlo asi, a lo largo de la vida, a saltos entre posibilidades € imposibilidades que lo. pueden. “Tlevar a crecer 0 a anularse, a salvarse o perderse, pero sin que se avizore por ningiin lado un trinsito dialécti- Co seguro hacia la existencia feliz absoluta a la manera, de Hegel o en seguida de Marx (donde lo individual se hunde en medio de la masificaci6n total). Desde fines del siglo XIX, numerosos escritores y artistas ~pienso, por ejemplo, en Strindberg y Edvard Munch~, y numerosos pensadores, entre ellos uno tan significative como Heidegger, convierten la angustia en lo céntrico de ia existencia, y cada una de estas existencias es de hecho un “serahi” que se juega su poder ser individualmente. Precisamente para Heideg- get, la angustia, al ponernos a la vista gue en lo mas recéndito de nuestro ser anida la muerte, y por lo tan- to que nuestra duracién tiene un plazo_a aprovechar, ¢s la que nos aparta de manera radical de aquello que nos pierde en el mundo y nos sumerge en una inau- tenticidad de espaldas a nosotros mismos, como lo prue- ba el hecho de pasdrselo cl hombre entregado a vanas habladurias, a estar pendiente de copiar lo que se dice y lo que se hace, a satisfacer su insaciable afin de nove- dades, de modo que puede Hegar al final de su dura- n sin advertir que olvidé realizar, nada menos, aquello que su ser mas profundo le pedia. Porque centra la revelacién de la verdad del s en la angustia, no ere os, contra lo expresado por 0 MODPRNINAD YEOSMORERNIDAD Vaitimo y otros, que Heidegger pueda considerarse facilmente un posmoderno; por el contrario, su denodado esfuerzo por mostrar los abismos del ser, de un ser sobrenadando en a nada y destinado @ la nada, por sentir que la nueva era tecnolégica nos impedira volver alguna vez a mirar la realidad de dicho ser como lo vieron los presoeraticos o atin se divisa en poetas ‘sumos (como Io son para él Horderlin o Trakl), ¢s tal vex el iiltimo de los modernos y el que anuncia con mais claridad la disolucién del hombre, lo posmoderno. Es significativo, al respecto, que alguien fuertemente influido por él, como Eromanuel Levinas, trate todavia de salvar ef yo del sujeto con su tesis de la irrupcion del rostro ajeno en medio de nuestro yo, lo que obliga al yo a convertirse en ti frente al yo representado por dicho rostro, con lo cual la individualidad de cada sujeto queda resguardada dentro de si misma; esto ¢s, a nuestro parecer, todavia moderno Ta posmodermidad, como lo dijimos, no erce en esta divisién sujeto-objeto, desde luego porque ya no concibe la realidad con una estructura intima recia, maciza, que va gradualmente haciéndose a sin mostrindose a lo large de Jas épocas histéricas, sino que sdlo concibe cuanto ocurre como una serie de eventos, cada uno de los cuales, cumplido su papel, da lugar creemos ver cel mundo es una sucesién de escenarios al préximo. Segtin los posmodernos, lo que mostrados por la tecnologia y que van quedando répidamente obsoletos en la medida que el progreso incesante de la técnica acostumbra la mirada a esperar 1 siempre lo que sigue, con Ia certeza de que seré mas seductor y que su enwetencién, aunque fuga, durara tanto como la técnica tarde en fabricar algo distinto y todavia mds fascinante. Lo que queda atrés no dene valor historico, no es el proceso que activamente va . concibiendo lo nuevo, en el rico sentido que siempre le dimos a tal palabra, sino que es algo viejo, anacr6nico, desechable; a lo uxis cabria retenerlo como pieza de museo y asombrarse al compararlo con le novedoso del escenario tecnoligico, pero en ningtin caso es ya un pasado vivo del cual sigamos dependiendo, como sf yates date lo era en cl anterior concepto modery de la historia, Nuestro paso por el mundo es asf ir participando. ca | Una serie de eventos que se suceden unos at otros a lo | largo del tiempo, que pueden ser entrctenidos, | displacenteros 0 absurdos, y que sélo tienen Ia delgadez | de To que su nombre dice: son un simple exxiio, pero cuyo_atractivo, propio de los eventos, uno de ninguna | “manera se querria perder. Como se sabe, evento es un acontecimiento © suceso imprevisto 9 de realizacién incierta o contingente. © Repetimos ai pualabe evento, conscientes de que elle nygular importanicia para kt pos modernidad, que de alguna manent trata de dar a entender cou ello que tos aconteceres histories no tienen a profimdidad qe les aurihuiamos en el sentido de significar tina transtou el moda de ser del hombre, sino que 1s de escenarios cn cl wanseurnir de Ts existeneis ovigina una reiteracidn, por ste MODERN Y POSMODTIESI ND Se comprende que este insélito modo de percibir 1 transcurso del tiempo, despojado ahora de su dimensién hacia adentro, haga, por decirlo ast, innecesaria Ia angustia en el sentido que le hemos venide dando, pues ya no hay nada que sea por repetible y, en consecuencia, digno cr ahorado y vivide. Por el contrario, to que desaparece en una era tecnoldgica esta bien que desaparezca para abrir espacio a lo siguiente, que desde cl punto de vista de los afanes cotidianos siempre serd mejor, pues la técnica, ademas de aliviarnos el trabajo, nos crea nuicvas expectativas de dominio y goz0. EL ; sentimiento que.ahora surgiré en.el.horizonte, | ansiedad normal es un desasosiego intimo ante la necesicdad de desprendet ripidamente de la situacién que sc esté, @ fin de abordar Ja proxima, y ello en una larga cadena; © bien, el deseo vehemente de ‘aleanzar algo. Asi, el hombre aetiia en su vida di: aptesurado por ierminar lo de ese momento para emprender lo que siga. A ello se agrega ~porque en un adquirird cada vez mis predominio, sera ta ansicdad.|; L mundo de eventos fa imagen social que se muestra es! decisiva- el ansia por viajar, por tener automovil tino modelo, casa en ta ciudad y en lugares de agrado, | honoves y cargos de figuracién, estar en_continuada yigencia; en summa, ch momento presente se desea despachar pronto para posesionarse del siguiente, ya sea por deber o por novedad, sin que haya verdadero gozo en yetener por un tiempo suficiente el instante que se vive 1 \atANDO ROA La psiquiatria clasica casi identifica angustia y an- .siedad; ambas son estados de inquietud, de zozobra frente a un peligro po ible pero incierta: s6lo que la alojaria més en los estratos corporales, pre- sentandose, por ejemplo, como constriccién pectoral, angustia s ‘iaquicardia, dolores toricicos, etc; la ansiedad se evi- denciaria, en cambio, més en Io psiquico, como un sentimiento. Esta sutil diferencia, no significa, sin em- bargo, que’ la angustia, junto a sus manifestaciones corpéreas, no se muestre también en lo psiquico. Sin embargo, Hama la atencién que lo conocido hasta hace Cuarenta afios como neurosis de angustia (gran ata- que de angustia, angustia somatizada) haya dejado imperceptiblemente el paso a una nueva nomenclaru- ra, y en los tiltimos decenios se hable de neurosis de ansiedad, de estados de ansiedad, de ataques de piini- £2 y que el vocablo angustia se haya ido como eclipsando lentamente. Suponer que esto slo se debe a que la palabra ansiedad no alude necesariamente a compromisos somaticos, no parece suficiente: en cual quier cuadro ansioso suele haber manifestaciones de ese tipo. Parecerfa, mas bien, que al ponerse el acento en la palaby ansiedad se privilegia cl hecho de que _los pacientes temen por su futuro inmediato, como si igro proximo fue se lo peor para um hombre como el posmoderno que espera marayillas de cada avance de la técnica y teme entonces ser privado de participar en cl minuto si- Ia incertidumbre por un posible pe guiente cn algo que seguir poniendo en evidencia el poderio humano para crear eventos incesantemente ” novedosos, todo lo cual se acentiia simds allé de la tecnologia solo se ve como destino tiltimo el hundirse en la nada, La ansiedad, y no la angustia, es lo que cabe como respuesta a esto; de ahi que el cambio de nombre de los cuadros aqui aludidos se haya deslizado casi imper- ceptiblemente, como acabamos de decirlo, conforme a los nuevos temores y esperanzas que mueven hoy al hombre, a lo que lo preocupa como destino. EPILOGO Hemos ejemplarizado cn el capitulo precedente el abismo que pareciera separar lo moderno de lo posmoderno, mostwando la casi desaparicién de un sentimiento tan humano como la angustia y sw imperceptible reemplazo por el sentimiento de ansiedad, lo cual es muy significative, pues mientras cl primero arranca de la rafz de lo que en el lenguaje clisico se ha llamado el principio de individuaciin, el segundo sdlo ataie a la vivida fugacidad del tiempo, y a veces desesperado- por chcontrarse siempre Histo para no perderse al acontecer que se avecina y asi sucesivamente a lo largo de fa vida. No se busca, en el caso del posmoderno, que el acontecer préximo tenga especial ascendencia, sino al existir preocupado ~ solo que sea distinto del ahora, y por distinto entretenga © incluso fascine, aunque para aburvir luego, asomanco centonces otra ver la ansicdad por participar en lo que sigue. Podria ser de interés sefialar otros cambios de la patologia que hablan por sf solos de cambio de edad histérica (aunque nosotr: sno Jo huremos), pues como bles lo-ha mostrado Michel Foucault, en obras diseu a pero muy sugerent como la historia de la clinica, la historia de la sexuali- dad, y sobre todo Ia historia de ta locura,"" para dis cemir el fondo que marca la diferencia entre las diversas épocas, y ver, por ejemplo, cémo se ha construido pacientemente a lo largo de los siglos XVILy XVIII lo que Hamamos ta seria lo que hoy designamos todavia el hombm, pero que, extinguida esa edad histérica que fo configurs, estarfa condenado a desaparecer como una huella de agua en la arena. Cualquiera sea nuestro juicio sobre las ideas de Foucault y su construccién de la imagen del hombre en los siglos XVI, XVII y XIX, a partir en especial de Ja historia de Ia locura tal como se gesta en esos tiempos, 3 dificil no ver que ese hombre clasico, cl de Descartes, Leibniz, Espinosa, Kant, Hegel, Marx, Darwin, Freud -el hombre de la modernidad-, eg el que ahora se desdibuja, “se superficializa”, se fascina con la tecnologia, con la explotacién de ta tierra, con el “manejo de sumas increibles de dinero, 0 sea, se constituye en posmoderno. En lo sucesivo, mientras |, pocas cosas hay tan cruciales edad clasica, uno ‘de cuyos logrés "En ninguna parte una época puede esforzarse mas por definir para silo que es na hombre, que cuando procura trazar la raya que diferencia lo que ella considera un hombre normal de otro con fa mente Uastornada; el intento de yer dénde puse esa raya cl hombre moderno, el hombre dle la edad cli acierto de Foucault. 7 materiales, que p dure lo posmodemo, no se pensard que todo verdadero _¢ambio hist6rico en busca de mayor felicidad depende de una reyolucién en el interior del hombre, con su | consecuencia en el modo de percibir y actuar sobre la. | realidad, sino “mas sencillamente” en perseverar en el descubrimiento de nuevas tecnologias, nuevas riquezas | \ _cémoda, mas libre de riesgos, mas facilmente } predecible, aunque sea mediante goces cada vex mis j superficiales, mas pasajeros, mas exigidos de estar cambiando y sucediéndose unos a otros, y sobre todo, } de estar constantemente adviniendo sin admitir esperas _prolongadas, pues en tal caso surgirfa de inmediato la | ansiedad ante lo insoportable del aburrimiento. Fs imposible predecir si estos tiempos posmoder- nos, venidos de los extraordinarios avances de la tec- nologia que le han dado stibitamente al hombre la. sensacién de tener en sus manos un poder inimagi ble, de ser casi un dios sin necesidad de agobiarse con inacabables reflexiones metafisicas o epistemolégi que nunea legan a tierra firme, pueden prolongars glos o ser efimeros, Como toda época histérica, tales tiempos son s6lo una pregunta al destino del hombre, Diera tante estar a la caza de eventos nuevos, agotara por fi y no condujera a una yerdadera paz de alma, Por otra parte, el nihiliqmo de fondd)s6lo tranquiliza mientras no se pienie en Uy % Constituya entonces en serio problema. No deja de ser inquietante, a su vez, para utes perduracién de estat nueva época, el que la fami- nitan una existencia cada vez ma por s sin embargo, la impresién que ese cons. » 4 ~ historia de Occidente, y quiz: Jia, instiucidn basica en que se ha fundamentado la toda la historia, esté en franco quebranto y que la necesidad de acudir a la drogaciccién para liberare de ka supuesta ventura d ox actuates tiempos sea cada vez mas perentoria y amenace los cimientos mismos de lo humano, :Podra ademis, perdurar una época vuelta exclusivamente hi: cia afuera, que deja de lado el mirar también hacia al mundo interior del hombre, un mundo cuya existen- rade cia lo diferencia radicalmente del animal? Dificil la\« respuesta, pues toda época es un intento de acercarse a resolver ef misterio del hombre, y como ello no se consigne, surgen desde lo profundo nuevos intentos; la actual es otra posible respuesta y su éxito una in- cégnita,

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