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ganz1912 Echar rafees Simone Weil Presentacién de Juan Ramén Capella ‘Traduccin de Juan Carlos Gonzélez Pont y Joan Ramén Capella DITORIAL TROTTA La edi dees libro ha scibido una subvensin del Ministerio de Calta de Francia COLECCION ESTRUCTURAS ¥ PROCESOS Serie Ciencias Socioles Ihde ognol Enceiemen © Edens Goma, 1949 © Jhon Cafes Gonz Ponty an amin Copel, para a wedi, 1996 © hen Ranén Cop, soaps, 1996 © Edn Tata, S.A, 1996 Sogo, 23, 28004 Modi Tellono, $93 90 40 Few 5939411 Dieta Joagie Gage SBN: 8481641235 Depa legal: VA754/96 pein Sharcos Elona 5. ain. San Cri / Bato, pets 152 7012 Volodol ‘CONTENIDO Presentaciéns Simone Weil o la visin del desarraigo moderno: Juan ‘Ramin Capella 9 isttea PAK: LAS NECFSIDADES DEL ALMA 2B Elorden.. 28 Lalibertad 30 La obediencia 3 La responsabilidad 32 Ta igualdad son 3B Ta jerarquia, 35 El honor 35 El castigo =. 36 La libertad de opinign 38 La seguridad 4s El riesgo. 46 La propiedzd privada 46 La propiedad colectiva a7 La verdad. 48 Stcuna eas: BL DesaRRatco 31 Desarraigo obrero 52 EE desarraigo campesing 5 Desarcaigo y nacion 88 ‘Tercera pare: EcHan aac. Glosario.. Presentacién SIMONE WEIL O LA VISION DEL DESARRAIGO MODERNO Juan Ramén Capella Quien haya pasado por la experiencia de leer y reflexionar a partir del texto gue se publica en castellano con el titulo de Echar raices convendra en que se debe prevenir al lector para que evite un juicio precipitado o sumario sobre él, En esto estén de acuerdo gentes tan dispares como T. S. Eliot y Manuel Sacristin. Fre calificaba L’enracinement como «ana de las obras politicas mis dificiles de so- portar para el sentido comin»; el primero, al presentar la temprana edicin inglesa de la obra, recomendaba al lector «refrenar los pro- pios prejuicios y al mismo tiempo ser paciente con los de Simone Weil». Vaya en primer lugar lo siguiente: no se debe abordar este libro sin saber que fue escrito por una persona que desde muy tem prano se identificd siempre y hasta el fondo —espontinea y comple- tamente, con desprendimiento y de una manera préctica, traducida en actos— con quienes en cada caso llevaban la parte peor: con los excluidos, si asf puede decirse; con los humillados; con quienes pade- cfan la injusticia 0 cargaban con la desigualdad; con la multiforme humanidad sufriente. En mi opinién hay que proceder con estas piginas como si se practicara la minerfa: como si quien lee fuera un buscador de oro, 0 de diamantes. Pues en ellas, junto a no poca ganga sin valor aparente, se encuentran las proposiciones fundamentales de una de la reflexio- nes filos6fico-politicas més notables, interesantes y significativas de este siglo. De un siglo que desemboca en la contradietoria humanidad lanzada en regresién hacia la jungla —hacia la jungla social— con todo el impulso de sus tecnopatias por sino bastara la violencia de la injusta e irracional configuracién de sus relaciones sociales. ‘Acaso ayude al lector que desde el principio queden apuntados algunos aspectos de la ganga sin valor aparente> de estas péginas. Cada uno los percibe desde su punto de vista particular. Desde el fo, en dlkimo término, resultan insufribles un platonismo que galo- pa desbocado, una concepeién de la ciencia que comparte la debil dad epistemolégica —hereditaria; al parecer genética— de la filoso- fia francesa, y, sobre todo, una nocién de verdad esencialmente formal (aunque no conseiente de ello), extraida de la matemitica pero aplicada a la historia, que tiene la consecuencia de borrar la frontera entre lo verdadero y lo meramente verosimil,y que leva a la aurora, como sefalé precozmente Manuel Sacristin, a resolver bastantes pro- blemas con cierta violencia intelectual ‘Aeesto hay que afiadir, més esencialmente por estar en relacion directa con la problemética polttico-social que el texto aborda, algo también apuntado por Sacristin: la dificultad que experimenta un pensamiento politico «personalistas, para el que Gnicamente la per- soma tiene un valor sustantivo, un valor ante la trascendencia —aun que ese valor se encuentre ante todo en el otro, en la persona del otro—, para esclarecer y caracterizar la naturaleza de ls entidades de interitediacion entre los seres humans. "Argumentar en términos de valor ante la trascendencia equivale a postilar que todo ser humano debe ser visto como sagrado. Una pos- tulaci6n que se sostiene en un universo discursivo en el que tienen sentido palabras como dignidad, o esperanza, o bondad—y que sabe- ‘mos ireductble al mundo de la ciencia y de la técnica. E] otro re- sulea esencial en este pensamiento por ser quien posibilita el perfeccio- namiento de cada uno al hacer transitive el principio del amor, o—1o {ue para Simone Weil es lo mismo— de la justicia. Pues para esta autora la verdad, la bondad y la belleza son lo mismo: «Fl pecado de politefsiio no consiste en dejar que la imaginacién juegue con Apolo ¥ con Diana, sino en creer que hay varios bienes distintos ¢ indepen dientes entee sf, como la verdad, la belleza y la moralidad». Esta con fusiGn del reine de los hechos —l plano epistémico de la verdad el reino de los fines (donde pueden hallar ubicaci6n belleza y moral dad) refuerza a dificultad seRalada respecto dela consideracién de las instituciones, las cuales son, justamente, lugares factuales de compo- sicién de actividades sociales y, consiguientemente, en cierto modo, de comunicacion, contraste e intermediacién de finalidades. Y, efectivamente, algunos de los puntos mas débiles, eibutarios en parte de la época en que fue escrito este «tratado politico» (si se puede llamar as, tienen que ver precisamente con esas estructuras 10 de intermediacién. Por ejemplo: Simone Weil se pronuncia, con ab- soluto irrealismo, en favor de la eticidad de la ley penal, al dar pot sentado que en las platGnicas manos de los funcionarios estatales, aplicando penas ustas —incluida la de muerte—, esta capacidad de «devolver la dignidad a quien ella supone que la pierde por transgre- dir la ley. Otro ejemplo: el interés y la riqueza de su visién de los sindicatos, partidos y empresas desde una perspectiva critica se des- vanecen cuando el punto de vista pasa a ser constructivo. Aqui mu chos de los materiales son «de época>, de los afios treinta y cuarenta; tebasaron hace mucho su fecha de caducidad. La visién de Simone ‘Weil de los sindicatos exige una lectura hist6rica, comprensiva de la decepcionante e impotente experiencia del gobierno de Frente Popu- lar en Francia (en mi opinién pocas veces un tratamiento temético ha estado tan cerca de lo que pretende combatir) Por otra part, el Esta- do propuesto por Simone Weil es tributario en amplisima medida nada menos que de La Repiiblica de Platén (incluyendo mismamente una versin sui generis de la platénica proscripcién de los poeta). Pese a todo esto, sin embargo, es preciso afiadir inmediatamente que la percepcién del Ambito de lo politico de Echar rafces capta un es- pectro de realidad mucho més amplio que la mayoria de los cocts nneos de la autora y, por supuesto, que la estérilfilosoffa politica aca- démica que ha venido después’. Serfa completamente injusto no seialar que junto a la «ganga sin valor aparente» hay también, en la obra de esta filésofa muerta —y parece imposible— a los treinta y cuatro afios,filones enteros de re- flexi6n de primera magnitud. Manuel Sacristin —de nuevo—sefala- bb la empatia manifiesta de los conceptos de renoncement y transfert con la psicologia de Juan de la Cruz. En mi opinién el emparenta- miento que puede trazarse entre ambos autores es incluso més de fondo: el uno es un escritor espiritual que abre un espacio para la subjetividad moderna a partic de una steologia negativas’; Simone ‘Weil intenta crear un espacio de subjetividad cuando la modernidad culmina su obra de «desalmar» el mundo, y lo hace también a partir 2, Jost Jmées Lovano, Simone Wal ys ecrurasnrodssin 2S Weil fei es oe eau dee lit de ores socal (ay Bacon 1983) ea ay Tespisament gues combiacd deliier yrds de na pate y contradic de ‘hen potgen de toda varias a pensamenr de Sanone Wel Yamin, «propos dea “Tour presue de sta msen pata quen por ota prt es el ealecer como seb hecho (sid Rampal. Flacet Las ndompeaies, Oe Jacob, Ps, 199), a nic de rea por tap as ues da Cnty ge ln ie de norma sce al jedl pode cauraly se iealog oe at ny trtarin de dens spre lo que on Hombre} ct debe ston 20 Reed verse Roo, aa dee Cr Sian ytd Tot, Madi, 1996, n de una reologia negativa, de la ausencia de Dios. Que sabe, como Juan, expresar de un modo pleno: La creacin no es un acto de poder por parte de Dios. Es una abdicacisn. Gon ella ha quedado establecido un reino distinto del reino de Dios. La realidad de este mundo est constituida por el mecanismo de la materia y ls autonomia de las eriaturas razonantes, Es un reino del que Dios se ha retirado, puesto que su reino n0 es de este mundo. Dios ha renunciado a sersu rey y ya sélo puede venir a él como mendigo, Pata mf resulta premonitorio que el impulso revolucionario de Simone Weil, identificada desde tan temprano con la causa emanci- patoria, la llevara finalmente a la bisqueda de un espacio para la vida interior; ala bisqueda —dicho desde las preocupaciones del presen- te— de un dmbito no colonizable por las propagandas, por los pro- ductos de lo que se acabaré viendo como la industria de manipula- ci6n de las consciencias’, y disponible en cambio para dar acogida al otro. La consecucién y preservacién de un espacio ast es una de las necesidades vitales contemporsneas de cada uno de los miembros de la humanidad sufriente. (Otro de los filones de Echar Raices es una excelente percepcién de las limitaciones de la concepeién procedimental de la democracia, Esta concepcién, que excluye ver la democratizacién como un proce- so inacabado de distribucin del poder, consiste en entender la de- ‘mocracia como un procedimiento (0 un conjunto de procedimientos) para la roma de decisiones. Una parte no desdefiable de la filosofia politica académica de la segunda mitad del siglo xx la ha hecho suyas y se ha empecinado en determinar las condiciones 0 requisitos de los procedimientos democraticos, dando por supuesto que tales procedi- rmientos legitiman las decisiones mismas. Simone Weil no padece este autoengafio: La democraciay el poder de la mayorfa no son bienes. Son medios para ‘conseguir e bien que acertada 0 equivocadamente se consideran efica cs, Si, en ver de Hite, la Rep6blica de Weimar hubiera decidido por vias esrctamente parlamentariasy legales meter alos judfos en campos {de concentracién y tortucaeles refinadamente hasta la muerte, la tort ‘aso tendrian ni un tomo delegitimidad ms que la que aborales falta, 3. Unaconsienia mia se ext por fens inerioe avr de Dios. ta or de Dios ae abode ela oe -popae, por sop peo eneramente desea de as ‘ots propos Each el onto de aconscna propin-cesr exp ier en eons i nocolonzedoerlobev dl cepa, -obedece- layer de Diss se ober ‘Toprol concen poland Ue—se coer en uns ncstdnd sis trons dia de 12 PResenvacions Esto es: por s{ mismo, el procedimiento «democrético» no legiti- sma nada. La objecién de cualquiera a las «democréticas» bombas de Hiroshima y Nagasaki no es procedimental, sino de otra naturaleza La democracia procedimental slo tiene una relevancia negativa. Hoy —y en nuestros émbitos culturales— la ausencia de procedimientos democriticos de toma de decisiones, por s{sola, deslegitima una deci- sin dada; pero los procedimientos, por si mismos, no son condicién suficiente de la legitimacién. Simone Weil, leida en estos afios de cambio secular, resulta increfblemente avanzada porque repropone uno de los problemas agudos del presente. No hay sistema politico alguno que no precise construir una por una la legitimacién de las

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