JOSEPH RATZINGER
aD
BENEDICTO XVI
Jestis de Nazaret
SEGUNDA PARTE
Desde la Entrada en Jerusaén hasta la Resurreccin
Traduccién de
J. Fernando del Rio, OSA
@pPlanetaextrema angustia, la oracién se convierte necesa-
lamente en un clamor.
Los versiculos 7-9 hablan del escarnio que cir-
cunda al orante. Este escarnio se convierte en un
desafio a Dios y, asi, en una afrenta todavia mayor
al desdichado: « Acudié al Sefior, que lo ponga a
salvo; que lo libre, si tanto lo quiere». El sufri-
miento indefenso es interpretado como prucba de
que Dios no ama verdaderamente al afligido. El
versiculo 19 habla del echar a suertes sus vestidos,
como ocurrié de hecho a los pies de la cruz.
Pero el grito de angustia se transforma después
en una profesién de confianza, més atin, en tres
versiculos se anticipa y se celebra la gran acogida
que ha obtenido. Ante todo: «El.es mi alabanza en
la gran asamblea, cumpliré mis votos delante de sus
files» (v. 26). La Iglesia naciente es consciente de
ser la gran asamblea en la que se celebra la aco;
de quien implora, su salvacién: la esurreccié:
aguen después otros dos clementos sorprendentes.
La salvaci6n no se limita solamente al orante, sino
que se convierte en un «saciar a los desvalidos» (v.
27). Y, més atin: .
Son crucificados junto con Jestis porque se les
habia declarado culpables del mismo crimen: re-
sistencia contra el poder romano.
En Jestis, sin embargo, el tipo de delito es dife-
rente al de los otros dos, que tal vez habfan part.
cipado con Barrabés en su insurreccién. Pilato sabe
muy bien que Jess no habia pensado en algo
como eso y, por ello, en Ia inscripcién para la cruz,
define el «delito» de manera singular: «Jests el Na-
zareno, el rey de los judios» (Jn 19,19). Hasta aquel
‘momento Jestis habia evitado el titulo de Mesfas 0
de rey, o bien lo habia puesto inmediatamente en
relacién con su Pasién (cf. Mc 8,27-31), para im-
pedir interpretaciones err6neas. Ahora el titulo de
rey puede aparecer delante de todos. En las tres
grandes lenguas de entonces, Jesis es proclamado
rey ptblicamente.
Es comprensible que los miembros del Sanedrin
se vieran contrariados por este titulo, con el que
Pilato quiere seguramente expresar también su ci-
injsmo contra las autoridades judfas y, aunque con
retraso, vengarse de ellos. Pero esta inscripeién,
jue equivale a una proclamacién como rey, esti
hors ante Ia historia del mundo, Jest ha sido
«elevado». La cruz es su trono desde el que atrae
el mundo hacia si. Desde este lugar de la extrema
entrega de si, desde este lugar de un amor verda-
deramente divino, £1 domina como el verdadero
rey, domina a su modo; de una manera que ni Pi-
lato ni los miembros del Sanedrin habian podido
entender.
27Pero a las burlas no se unen los dos crucificados
con El. Uno de ellos intuye el misterio de Jests.
Sabe y ve que el «delito» de Jestis era de un tipo
completamente diferente; qué Jests no era un vio-
lento. ¥ ahora se da cuenta de que este hombre
erucificado a su lado hace realmente visible el ros-
to de Dios, es el Hijo de Dios. Y, entonees, le im-
plora: «Jests, acuérdate de mi cuando llegues a tu
reino» (Le 23,42). Cémo haya imaginado exacta-
mente el buen ladrén la entrada de Jestis en su
reino y, por tanto, en qué sentido haya pedido que
Jestis se recordara de él, no lo sabemos. Pero, ob-
vviamente, ha entendido precisamente en la cruz
que este hombre sin poder alguno es el verdadero
rey; Aquel que Israel estaba esperando, y junto al
cual no quiere estar solamente ahora en la cruz,
sino también en la gloria.
La respuesta de Jestis va més alld de la petici6n,
En lugar de un futuro indeterminado habla de un
choy»: