de Como Decidi Convertirme en Hermano Mayor PDF

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TORRE ROJA a partir de7 aos Claudio querfa tener un hermano mayor que lo defendiera en la escuela, como les sucedia a Gabi y a Pedro, sus compaferos de clase. Pero, como esto era imposible, decidié convertirse l en hermano mayor. Dimiter Inkiow naci en Bulgaria, pero vive en Alemania. Trabaja para la radio y la television y escribe libros para nifios, entre ellos Yo y tri hermana Clara, Clara y ol {gato Casimiro y ;Hurra! Susanite ya tiene dientes, que también forman parte de la coleeeién Torre de Papel MENCION [BBY (INTERNATIONAL BOARD OF BOOKS FOR YOUNG READERS). 1972 COMO ‘UNO DE LOS MEJORES LIBROS PARA NINOS. Ce 05 vonne oa.04 107-6 ws MMM DE COMO DECIDi CONVERTIRME EN HERMANO MAYOR DIMITER INKIOW 1x La noticia se difunde x Diganme si no es injusto xi Susana no tiene pelos en la cabeza x De compras xin Qué suerte que Susana no puede mirarse en el espejo xty De cémo Pedro y Ali vinie- ron en comisién de estudio xv De cémole crece el pelo a un bebé rapidamente xv El desodorante ambiental xvtt El mundo es injusto xvi Un bebé hace lo que quiere xix De como papd exclamé: |Hu- rra! |Nos llegé otro bebé! 53 73 79 85 89 93 97 4 CAPITULO 1 PS Hs, DE COMO DECIDI SER HERMANO MAYOR De todos en mi casa, yo era el que mas deseaba que llegara nuestro bebe; yo queria ser un hermano mayor. Querras preguntarme por qué. Porque Gabi — una compaiera de curso — estaba siempre muy orgullo- sa de su hermano mayor. Lo mismo Pasaba con mi amigo Pedro. Cuando ellos tienen algan problema, siempre amenazan con su hermano mayor. Nadie en la clase se atreve a molestar a Pedro o a tirarle las trenzas a Gabi —eY donde esta el bebe? Ie pre- gunteé. —Aqui, en mi vientre, —iY cuando va a salir? —Cuando crezca lo suficiente. To- davia es muy, muy pequefiito dijo mama. —éTan pequefio como una hor- miga, 0 como un escarabajo? :Yo fui también tan chiquito? —Claro que sf. Cuanto ti estabas adentro, eras muy pequenito, —Entonces, mamé, tienes que co- mer mucho —le dije—, Asi nuestro bebé va a crecer més répido y podré- salir antes del vientre, CAPITULO DE COMO EL BEBE DABA PATADAS Esa noche me costs mucho ‘trabajo quedarme dormido. Me imaginaba el vientre de mam, y adentro, en un blando nidito, un bebé muy, pero muy pequeiiito. No mas grande que una hormiga. :Habria sido yo tan pe- quefio? ;Cudnto tendriamos que espe- Tar para que el bebé naciera? Soné toda la noche con nuestro bebé. Pero el vientre de mamé no crecia tan rapido como yo queria. A veces pensaba que el médico se habia equi- vocado porque mam4 seguia vién- dose muy delgada. Sin embargo, al poco tiempo mam4 empezé a ponerse mas y mds gorda. Ya no habfa ninguna duda de que el bebé estaba adentro. Incluso habia co- menzado a moverse. —jQuieres sentir cémo se mueve? —me dijo mama. —iSt! te dije. Mamé me puso la mano sobre su vientre, y de repente sent{ un empu- j6n que venia de adentro. —Esas son las piernas, Desde ayer estd pateando muy fuerte. Supe que el bebé nos estaba escu- chando, porque de inmediato dio otra patada. Y otra. Y otra. «Pobre mam», pensé. «Seguro que se va a llenar de moretones si el bebé le sigue dando esas patadas tan fuer- tes». —Oye, mamé, ,yo también te daba patadas asi? —le pregunté preocu- pado. —iPor supuesto! Tui eras terrible — me contesté, —aTe duele mucho? —e dije. —No, solamente me hace cosqui- las. Eso me tranquilizé. Ahora com- Prendia por qué mama sonreia cuan- do el bebé se movia adentro de ella. Muy pronto comenzaron los Prepa- tativos para la Ilegada del bebé. Mama empezéa tejer pantaloncitos y camisitas. Papa pensaba cémo iba a reorganizar mi alcoba, —Vas a tener que sacar algunos ju- guetes —me advertian. —Estd bien —contestaba yo—. Voy a pensar cuales. Mamé opinaba que habia suficiente tiempo para hacer todo bien. El bebé ‘iba a nacer a fines de enero. —{Estds segura? le pregunté. —Por supuesto. Me lo dijo el mé- dico —contest6. «Entonces», pensé, «todavia tengo tiempo para acostumbrarme a la idea de tener que compartir mi alcoba con el bebé». No era una idea tan terrible. Todo lo contrario. CAPITULO VI ~ AY, DE COMO EL BEBE SE ASUSTO Y LLEGO ANTES A veces pasan cosas que nadie es- pera. Asi pasé con nuestro bebé. Imaginate: el bebé lego la noche de Ano Nuevo, jy papa, mamé, el médico y yo lo esperdbamos para fines de enero! Incluso la abuela, que le estaba tejiendo una colcha de lana, lo espe- raba para esa fecha. —Cuando el bebé nazca —decia la abuela—, estard lista la colcha. Pero el bebé nacio de repente y la colcha no estaba lista atin. Yo sé por qué el bebe salié esa no- che tan stibitamente: los fuegos artifi- ciales lo asustaron, La verdad es que yo también me asusté, y eso que yo sabia que la noche de Ano Nuevo todo el mundo tira cohetes y enciende fuegos artificiales. Yo me habfa quedado dormido en un silldn frente al televisor y salté por lo menos un metro cuando empezé a estallar la pélvora. jHacia un ruido espantoso! El vecino habia instalado en su bal- én toda una bateria de cohetes. Pare- Cia que los hubiera encendido todos al tiempo. jHacian un estruendo infer- nal! Asustado, abrf los ojos y lo primero. que vi fue a papa y a mamé junto a la ventana, cada uno con una copa de champata en la mano. Se besaron e hicieron un brindis. —iTe deseo un feliz afio! le dijo papd a mama. —i¥ yoa ti! —dijo mama — i De pronto, mamé puso cara de preocupacion, se tomé el vientre y exclamé: —iDios mio! ;Qué vamos a hacer? iEste nifio ya va a nacer! aa Después de varios intentos, ex- clamé: —j(Parece que no hay nadie! jNo contestan! Mami se sents en el sofa, muy pa- lida, y se agarr6 el vientre con las dos manos. —gSabes? Lo mejor es ir de inme- diato a la clinica —le dijo.a papa. —iYo también quiero ir! —Ies dije. —jNo! —me contesté papa enérgi- camente—. Tui te quedas en casa. —:Estés segura? —dijo pap4, po- niéndose muy serio. —Sf, siento que quiere salir —dijo mama. Era claro que ese ruido espantoso habia asustado a nuestro bebé, tal como me habia asustado a mi. — Voy a llamar a la clinica! —dijo papa y corrié al teléfono, —Pero yo no me quiero quedar en casa —les dije—. |No quiero quedar- me solo! {Me oyen? {No quiero! Pero nadie me escuchd. Papa se ocupaba solo de mama. Tuve que quedarme en casa, a pesar de las ganas que tenia de ver cOmo salia el bebé del vientre de mama. Porque, como ustedes saben, los bebés no salen caminando. Al comienzo, solo pueden gatear. a CAPITULO VI 9 © UNA PELICULA POLICIACA Por supuesto, no me podia dormir. Me quedé en la cama, con los ojos abiertos como dos platos. Pensaba en mamé, que ahora estaba en la clinica: «Pobre mamé, jojalé no sienta dolor! {Serd una nifa o un nifito?» Queria saber, cuanto antes, si iba a tener un hermano 0 una hermanita. De todas maneras, jiba a ser un bebé! Seguro que al comienzo iba a llorar, porque esos cohetes Io habfan asus- tado mucho. Yo hubiera hecho lo mismo en su lugar: salir. Cuando hay mucho ruido, lo primero que uno quiere hacer es mirar para todas par- tes. Esta espera era peor que mirar una pelicula policiaca. Nadie sabia si el bebé iba a ser nifio onifa. JY qué tal si llegaban mellizos? Eso si que seria una gran sorpresa. Habria que poner dos cunas en mi alcoba, y guardar aun mas juguetes, Claro que habia espacio suficiente. Ademés, la abuelita ten- dria que tejer, a toda velocidad, otra colcha. Lo mas importante es que yo seria dos veces hermano mayor. Decidi rezar toda la noche, para ver si nacian mellizos. «Si Dios no esta muy ocupado», pensé, «escuchard mis oraciones y hard que se cumplan mis deseos», Seguro que papa pondrfa una cara larga) sin embargo, nunca sabria quién estaba detras de toda esa opera- cién, CAPITULO vm TENGO UNA HERMANITA DE TRES KILOS Y MEDIO Los mellizos no Ilegaron. Suponge que no recé suficiente pues, sin darme cuenta, me quedé dormido. Cuando desperté, la abuelita estaba sentada en mi cama, : —Tienes una hermanita —me ee Pesa tres kilos y medio. —iBravo! jBraaaavo! —grité Enseguida, me puse a saltar de feli- eldad, cada vez més alto, Creo que _ Wnca habia saltado tanto. Salté hasta que la abuelita me dijo; —jPara de una vez! |Vas a desbara- tar la cama! —Bueno, y ,cudndo podremos ver ala nifta? —Mis tarde. Mamé debe descansai un buen rato —me dijo. —,TU tampoco la has visto? —I pregunté. —Tampoco. Tu papa me llamé ho: temprano y me contd que era uni nifita, 42 —i Qué més dijo? le pregunté a la abuelita. —Que mide 53 centimetros y pesa tres kilos y medio. —iPapé todavia esta en la clinica? —pregunté. —No. Ya volvid, pero esté dor- mido. No durmi6 en toda la noche, Voy a hacer el desayuno. ;Quieres huevos? —me pregunté. —Bueno —le dije. Mientras la abuelita hacia el de- sayuno, me deslicé silenciosamente en la akoba de papé y mamé y me acurruqué al lado de papa. Estaba ti- bio. —Papéaa... —le susurré—, jNues- —Déjame dormir, por favor —mur- muré entre suefos. —Papéaa... vy ya sabe que tiene un hermano mayor? —iYa te dije que me dejes dormir! —contesté papa. —Pero... {Ya le hablaste de mi? a Pues siempre existe el peligro de que aparezca el famoso hermano mayor, —Tener un hermano mayor —me dijo Gabi un dia—, es lo mejor del mundo. —iPor supuesto! —confirmé Pe- dro—. Un hermano mayor te protege. iQué lastima que ti no tengas uno! —zQué puedo hacer? —Ies dije. La verdad es que no podia decir otra cosa. Es imposible encargar un hermano mayor, cuando no se tiene uno. Pero... entonces, jse me ocurrié una gran idea! Debia ser fantastico tener un her- mano mayor. Pero pensé que también Seria fantastico ser hermano mayor, y tener hermanos © hermanitas meno- res para protegerlos. Ellos, ademés, Podrian contar por todas partes, que tenian un hermano mayor, iSerfa fantastico ser un hermano mayor! Papad no me contesté nada. Dormfa profundamente. Entonces, me pegué bien a él y pensé que una hermana era mucho mejor que mellizos, Afortunadamente Dios no me habia hecho caso. A los mellizos no se los puede distinguir muy bien, porque se ven iguales. Si el uno se llama Pedro y el otro Pablo, uno se equivoca siempre y llama Pa- blo a Pedro y Pedro a Pablo. Al final, “4 nadie sabe quién es quien, y eso serfa terrible. Por eso, era mejor que me hubiera Megado una hermanita. Una hermana pequefia, amorosa, que aho- ra dormia y que atin no sabia que tenia un hermano mayor. iQué fantastico! De la noche a la mafiana me habia convertido en her- mano mayor. Tenia que contdrselo inmediata- mente a todo el mundo. CAPITULO 1% eee LA NOTICIA SE DIFUNDE Desayuné mas rapido que nunea. Solo entonces me di cuenta de que atin no me habia vestido. Me vesti con tanta prisa que me puse dos medias distintas. Pero de eso no se da cuenta nadie, salvo mama, pero ella no estaba. Yo mismo solo me doy cuenta mds tarde. cuando me las quito en lanoche. Y siempre me asom- bra no haberme dado cuenta antes. Apenas estuve vestido, comi a la escalera. } t Para dénde was? —alcanz6a gri- tarme la abuela. —A ninguna parte. Sélo voy a la escalera —contesté. Nosotros vivimos en un & io de ocho pisos. Nuestro apartamento es en el cuarto piso, justo en el medio. Pensé por cual puerta debfa empezar. {Seria mejor ir de abajo para arriba, 0 de arriba para abajo? aie Queria contarle a todo el mundo que tenfamos un bebé. Resolvi subir en el ascensor hasta el tiltimo piso e ir de arriba hacia abajo anunciando la legada de mi hermanita. Muchos se asombraron de que yo tocara a la puerta tan temprano en domingo. — Buenos dias! Sélo queria decirles que tenemos un bebé —anunciaba en- tusiasmado, —\Felicitaciones! ;Y qué es? —Una niitita. Pesa tres kilos y me- dio. Mide 53 centimetros. —iYa la viste? —Todavia no, porque papa esta durmiendo. Vamos a ir a la clinica después del medio dia. —Entonces, felicita a tu mama de mi parte. Y a tu papa. —Muchas gracias. Y me iba a golpear a otra puerta, —Buenos dias, queria decirles que tengo una hermanita recién nacida. —jVerdad? {Cémo pasa el tiempo! 4s —Si y pesa tres kilos y medio, y mide 53 centimetros. —1Ya la viste? —No. Papd estd durmiendo. Iremos a verla por la tarde. —iFelicitaciones a tu mama! iGracias! Y asf fui de piso en piso, de aparta- mento en apartamento, hasta llegar abajo, donde vivia el Portero del edifi- cio. —tQué pasa, campeon? —me dijo, 50 —Nada: que tenemos un bebé, —iOh, felicitaciones! —Pesa tres kilos y medio y mide 53 centimetros —le dije, —iPerfecto! :Y como se Hama? — me pregunté, Caramba, no tenia la menor idea, —Supongo que no tiene nombre to- davia. Acaba de nacer —contesté Preocupado, CAPITULO x DIGANME SI NO ES INJUSTO El portero me dijo que todo bebé de- bia tener un nombre, Esto me asom- bré mucho —,Cémo puede un bebé tener un nombre, cuando esta recién nacido y atin no lo han bautizado? —Ie pre- gunté—. ;Quién puede haberle pues- to un nombre? —iTus padres! —me contest6 son- riendo—. Todos los padres del mun- do les ponen nombre a sus hijos, un nombre que ya han elegido y que les gusta. Eso lo encontré sumamente injusto. Pensé: «Y si el nifio encuentra espan- toso su nombre, qué puede hacer?» Tenia que averiguar de inmediato el nombre de mi hermana. Asi que corri donde papa. —jPapa! —grité—. Despierta! jEs muy importante! —jQué pasa? ,Qué pasa ahora? — dijo papa. —Papa, ,cémo se llama nuestro bebe? —Susana. {No lo sabias? —me dijo. —No. Nadie me lo habia dicho. —Por supuesto. Lo que pasa es que te has olvidado. Hemos hablado mu- cho de este asunto. Habiamos pen- sado que si era nifa la lamarfamos Susana o Cristina, por eso, le hemos puesto Susana-Cristina. —jSin preguntarle nada? —pre- gunté, — {Se te ha aflojado una tuerca hoy? —Claro que no —le dije—. No te hagas el bromista. Me parece muy in- 54 justo que los padres puedan ponerle cualquier nombre a los hijos, sin pre- guntarles antes. ;Qué pasa con los nifios a quienes después no les gusta su nombre? —Bueno, pueden cambidrselo, si quieren. Pero s6lo cuando crecen y son mayores de edad —dijo papé—. Pero, gpor qué lo preguntas? {Acaso no te gusta tu nombre? —Claro que sf. ¥ también me gusta Susana-Cristina. Dicho esto, volvia salir y recorri de nuevo todas las puertas para contarle a todo el mundo el nombre del bebé. Sin embargo, me sigue pareciendo injusto que los padres les pongan nombre a los nifos sin preguntarles. CAPITULO 1 SUSANA NO TIENE PELOS EN LA CABEZA Tuve que esperar aque pasara toda la mafana para poder ver por primera vez a mi hermana. Me parecié una eternidad. De pura impaciencia, yo habia estado saltando en una pierna y luego en la otra. —iQuiero ver al bebé! |Partamos de una vez! —decia yo cada cierto tiempo, —Ya sabes que iremos en la tarde —me decia la abuelita, tratando de tranquilizarme. —Pero, gpapé por qué duerme tanto? —insistia yo, —Porque el pobre esté muy can- sado. Yo no sabia que el tiempo podia pasar tan despacio. El abuelo habia legado desde el mediodia. Finalmente, papa se levant6, Durante el viaje a la clinica traté de imaginar c6mo serfa mi hermanita Seguro que tenia los ojos azules, como pap. Y un bonito pelo rubio, como mami. Tendria ricitos? Al entrar en la clinica, salf ¢o- rriendo. Pera como yo no sabia en qué habitacién estaba mam4, tuve que es- perar a los demas. Una enfermera nos dijo que no po- diamos entrar sin que nos pusiéramos unos delantales blancos. Pareclamos médicos, y eso me gust6 mucho. Entonces, de pronto, tuve una gran sorpresa: me encontré frente a un bebé, muy, pero muy pequefio, jy sin 58 un pelo en la cabeza! Tenia la cara roja como un tomate, y muchas arrugas, como la abuela. Su boca parecia como pintada de un color azul, y le salia saliva. «jQué horror!», pensé, «;Esa es mi hermana?» Estaba tan desilusionado que no dije palabra. Justo en ese momento, escuché que la abuela y después el abuelo excla- maban: — Por Dios! ;Qué preciosura! Me di cuenta que decian eso porque no llevaban puestos los anteojos.;Gra- cias a Dios! El problema era que papé también encontraba maravilloso al bebé, y eso me molesté un poco, o més que un poco. ; Acaso no tenia ojos? zSe habian vuelto todos ciegos? Lo tinico que me gust6 de mi her- mana es que era muy pequefiita. Te- nia una voz delgadita y gemia suave- mente, como un gatito. Yo estaba un poco confundido al lado de la cama de mama. Por fin, me atrevi a preguntar: —Mami, ,estés segura de que es una nifita? —Si, ypor qué lo preguntas? —me dijo sonriendo. —Porque no tiene pelo... Hubiera sido mejor no decir nada porque todos estallaron en risas. La que més se ri6 fue la enfermera. EI pelo le va a crecer después —me contest6 mama. «Eso habré que verlo», pensé. «

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