HL inconscienneasrénico,
esquema dramitico edipico bajo un doble
aspecto: como explicitacién de deseos infantiles
uuniversales y universalmente reprimides, pero
también como forma ejemplar de revelacién de
un seereto escondido. La revelacién progresiva y
conducida con arte de Edipo rey es comparable,
nos dice Freud, al trabajo de una cura psicoanali
tica. Freud engloba asi, en la misma afirmacién de
universalidad, tees cosas: una rendencia general del
psiquismo humano, un material ficcional determi-
nado y un esquema dramético planteado como
ejemplar. La pregunta que entonces surge es :qué es
To que le permite a Feend afirmar esa adcenncidn,
y hacer de ella el centro de su demostracisn? O,
de ovra forma: zes posible dar cuenta de la universal
eficacia dramatic de la historia edipia y del esque-
ma de revelacién inscrumentado por Séfocles?
Plantearé esta cuestién con la ayuda de un ejem-
plo que me seré proporcionade pot la dificil expe
riencia de un dramaturgo que se propuso explotar
ese material exitoso.
El defecto de un tema
1 1659 Comneille recibe el encargo
ide escribir una ragedia para las
fiestas de carnaval. Para cl drama:
rurgo, ausente de la escena después
del fiacaso estrepitoso de Pertharite
siete afios antes, es la ocasién de retor-
nat. No puede permitirse un nuevo
fracaso y sélo tiene dos meses para
escribir la tragedia. Para optimizar sus
posibilidades de éxito, busca el tema
trigico por excelencia, ya tratado por
‘modelos iustres, que no tenia més que
“qaducie” y adapear a la escena fran-
cesa, Hlige, por lo santo, hacer un
Edipo, Ahora bien, ese tema ideal nipi-
damente demuestra ser una trampa.AL INcONseiee8 asrénteo
Para obtener el éxito que ya daba por descontado,
Corneille deberi renunciar
de Séfacles y
revelacin de la culpabilidad de Edipo,
ir aquello que lo vuelve impracticab
dado cuenta de que lo que habia pasado py
gros0 en aquellos siglos lejanos podria parecer ho-
a toda transposicién
temodelar enteramente el esquema de
para supri-
le. “Me he
jor milae
rrible en el nuestro, y de que la elocuente y curiosa
descripcién de la manera en que ese desdichado
Principe se saca los ojos y el especticulo de esos
Fes reventados de los cuales destila sangre sobre
SU Fostro, que ocupa rodo el quinto acto en los
incomparables originales,
haria indignar a nues-
tras delicadas damas,
quienes componen la parte
ids bella de nuestro audivorio y cuyo disgusto
ocasionarfa ficilmente la censura de quienes las
tcompafian; y de que, por iltimo, como el amor no
tiene ningiin papel en este tema ni las mujeres nin-
iin lugts, estaba despojado de los_ principales
‘Ornamentos que atraen usualmente al piiblico”.
1. Traducido de Jean-Pierre Corneille,
Paris, Gallimard, 1987, tu, p. 18: “Pai
salt passé pour miraculeux dans ces ces eoign’s pouret
sembler horrible au nétre et que cette loquente et turene
description de la maniére don ee malher
rex prince se eréve
Hes yun le specie de ces més yeux eres dont le sag >
Care comps,
conn que equi
roblemas, como hemos visto, no provienen
tel da incertoto, rovienen da puesta en fic-
cin, del esquema de la revelacin y de la corpora-
lidad ceva del desenlace, En defini, ees pun
tos even imposible a ranaposici simple pre-
vista inicialmente, Al horror de los ojos ccs
le a la ausencia de interés amoroso se suma,
‘ ae el abuso de los oriculos: dan a entender
demasiado la clave del enigma y tornan poco vero-
sini equa dl dor de eigmas
En sintsis, el esquema sofocleano de a revels
cidn peca al mostrar demasiado lo que slo deberta
se dicho yal hacer saber demasiado prono lo que
deberia permanecer ignorado. Comeille _
entonces, corregir esos defectos. Saca de escena los
ojos reventados de Eaipo para preserva la sensi-
bilidad de las damas. Pero también pone en
escena a Tiresias, Suprime esa confrontacién ver-
sles le visage, qui accupe cout le cinguiéme ace
dhecsnempnl gael ade
de nos dames qui compose pls ble pai ds ote
adie ct don le doit ai aint Ia coms de
eur qui es aecompagnen et qenfin, Lamour saan
oid pare dans eset ies Frmes mp Ht ie
dénué des principaux ornements qui nous gagnent da
‘mare la voix publique”bal central en Séfoces,en la que aquel que sabe
ne quiere decir ~pero habla, a pesar de todo,
mientras que quien quiere saber se rei a ofr lg
Palabras que revelan la verdad que busca, Este
jucgo de escondive del investigador culpable con
's verdad, demasiado claro para el espeitadon ce
sustituido por una intriga moderna, una intriga
dues al ser portadora de pasiones e intereses en
contficto, provoca la indecisién acerca dela iden
fidad del culpable, Para eso sirve la historia de
amor ausente en Séfocles. Corneille da a Edipo
una hermana, Diree, a quien él ha usurpado el
frono que le correspondias y a Dirce, un enamo-
tado, Tesen. Como Dirce se vonsidera responsa-
ble del viaje que le costs la vida a su padre yTesoo
tiene dudas acerea de su nacimiento, ofinge
Para proceger ala mujer que ama,
taciones posibles del oréculo, tres
bles. La historia de amor no escat
al manejar la distribucién del
dumbre acerca del desenlace.
Sesenta afios més tarde, otro dramaturgo
encontrari el mismo problema y lo resolverd de
!a misma manera. Es en los ini
dramética cuando el joven Vol
afios de edad,
tenerlas
hay tes interpre
eventuaes culpa-
tima el suspenso.
saber y la incerti-
icios de su carrera
Iaire, a los veinte
clige el tema de Edipo. Pero lo
hace para shat an Ssfoces
mente que Comeille, denunciado las it
Heads" de la intign de Epo sien
¢ Edipo ignore las circunstancia
Cet aie imc es
cxcche lo que le dice Tien y que injure ee
tando de mentiroso a quien él convocs como Pro
fem reer. Lacondusén ques exe ret
cal: “Es un defecto del argumento, dicen, y nod
autor, Como si no fuera el autor quien debe
coreegir su argumento cuando es defecroso”
Volare comige enone el argument, con
trando otro candidato a asesino: de Layo: Fil —
antgu nif abandonad,perdidameneenamo-
rado de Yocasta, desaparecido de Tebas psn
mente en a poca det assinat y que wel muy
‘oportunamente cuando se busca un sale :
“Un tema defectuoso”, asf aparece en la época
clisica, en la era de la representacién, el icons
miento del “psicoanilisis’ sofocleano. Lo del =
tuoso, repitémoslo, no es la historia del incesto.
; ine”, en Eaves
2. Sadao de Voie, "es ur Eien Bares
‘empl, Pais, Garis, 187761 p20: "Cesc ne
sues dion, et aon de auteur Come sce nae pas
auteur & coriger son sujet loraquil est defeerueuxlas dificultades de Corneille y Voltaire para adap-
tar a S6focles, nada puede inferitse en contra de la
universaldad del complejo de Edipo. Lo que se
Pone en duda, por el contratio, es la universal.
dad del “psicoanilisis” edipico, del escenario
sofocleano de revelacién del secreto. Este esta.
blece para ellos una relacién defectuosa entre lo
que es visto y lo que es dicho, y entre lo que es
dicho y lo que es entendido. Es un escenario que
muestra demasiado al espectador. ¥ ese exceso no
atafie solamente al especticulo repulsive de los
sips reventados. Concierne, de manera mis gene
ral ala marca del pensamiento en los cuerpos, Y,
sobre rado, da a entender demasiado. Coneraria-
mente a la afirmacién de Freud, no hay un buen
suspenso, una buena progresién dramitica en la
revelacién de la verdad al héroe y al espectador,
@Pero qué es entonces lo que pone en juego esta
tacionalidad dramética? La respuesta no deja lugar
a dudas: es el “sujeto", ef personaje mismo de
Edipo. Es esa furla que lo empuja a querer saber a
cualquier precio, en contra de todos y en contra de
si mismo y, al mismo tiempo, a no escuchar la
Palabra apenas velada que le ofrece la verdad que
reclama, El micleo del problema esté ahi: ese loco
del saber que acaba con los ojos reventadlos no hiere
simplemente la “delicadera” de las datas. Sino pro-
piamente el orden del sistema representativo que
normaivia la creacién dramitica,
El orden de la representacién esencialmente
quiere decir dos cosas. En primer lugar, cierto
orden de las relaciones entre lo decible y lo visible.
En este orden, la esencia de la palabra es hacer
ver. Pero lo hace siguiendo un régimen de doble
moderacién. Por un lado, la funcién de manifes-
tacidn visible retiene el poder de la palabra. Esta
manifiesta sentimientos y voluncades en lugar de
hablar por s{ misma, como la palabra de Tiresias
=e ignalmente ln de Fsquilo 0 Séfocles-, al modo
del orfculo 0 del enigma, Por oto lado, retiene la
potencia de lo visible mismo. La palabra institaye
cierta vsibilidad, Manifieta lo que esté oculto en las
almas, relata y describe lo que est lejos de los ojos.
Pero, de ese modo, retiene eso visible que manifesta
bajo su mandato, La palabra prohibe al alma mos-
trar por ella misma, mostrar lo que prescinde de
palabras, el horror de los ojos reventados.
El orden de la representacién, en segundo
lugar, es cierto orden de las relaciones entre el saber
y la accién, El drama, dice Aristételes, es disposi-
cin de acciones. En la base del drama hay perso-
najes que persiguen ciertas metas en condicionesaL INGONSCIENTE ESFETICO.
de ignorancia parcial, que van a resolverse en el
rranscutso de la accidn. Lo que queda as! excluido
¢s lo que hace al fondo mismo de la havafia edi-
pica, el pathos del saber: el ensafiamiento manfaco
en saber lo que mas vale no saber, el furor que
impide escuchar, el rechazo a reconocer la verdad
cn la forma en que se presenta, la catésrofe del
saber insoportable, del saber que obliga a apar-
tarse del mundo de lo visible. De este pathos esti
hecha la tragedia de Séfocles. Pathos que Aristételes
yatno entiende més y que expulsa detrés de la te0-
rfa dela accién dramatica que hace advenir el saber
segiin la ingeniosa maquinaria de la peripecia y el
reconocimiento. Es éste,finalmente, lo que hace de
Edipo, en la era clisica, un héroe imposible, salvo
correcciones radicales. Imposible no porque mate
a su padre y se acueste con su madre, sino por la
‘manera en que se entera, por la identided que él
mismo encarna en ese aprendizaje, la identidad
trdgica del saber y del no-saber, de la accién
voluntaria y del pathos suftido.
La revolucion estética
5, pues, todo un régimen de pen-
samiento del poema lo que recusa
al guidn edipico. Podemos decitlo al
revés, Para que ef privilegio de ese
guidn sea enunciable, es preciso revo-
car ese régimen de pensamiento de
las artes, ese régimen representativo
que implica también cierta idea del
pensamicnto: el pensamiento como
accidn que se impone a una materia
pasiva, Y lo que llamé poco antes
‘én estética” es eso mismo: la
de un conjunto ordenado
de relaciones entre lo visible y lo deci-
ble, el saber y la accin, la actividad y
la pasividad. Podemos decirlo de otra