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AL INCONSciENTE Hsrérico de ignorancia parcial, que van a resolverse en el transcurso de la accién, Lo que queda asf excluido «5 lo que hace al fondo mismo de la hazaiia edi. pica, el pathos del saber: el ensaiamiento manfaco en saber lo que mds vale no saber, el furor que impide escuchar, el rechazo a teconocet la verdad en la forma en que se presenta, la catistrofe del saber insoporcable, del saber que obliga a apar= tarse del mundo de lo visible. De este pathos esti hhecha la tragedia de Séfocles. Pathos que Aristteles ya no entiende mas y que expulsa detrés de la teo- ta dela aecién dramatica que hace advenir el saber segiin la ingeniosa maquinaria de la peripecia y el ‘cuonocimiento. Es éste, finalmente, lo que hace de Edipo, en la era clisica, un hévoe imposible, salvo correcciones radicales. Imposible no porque mate atsu padre y se acueste con su madre, siao por la manera en que se entera, por la identidad que él mismo encarna en ese aprendizaje, la identidad tigica del saber y del no-saber, de ba accién voluntaria y del pathos suftido. La revolucin estética s, pues, todo un régimen de pen ssamiento del poema lo que recusa al guidn edipico, Podemos decirlo al revés, Para que el privilegio de ese guid sea enunciable, es preciso revo- car ese régimen de pensamiento de las artes, ese régimen representativo que implica también cierta idea del pensamiento: el pensamiento como accién que se impone a una materia pasiva. Y lo que lamé poco antes “pewoluciémeestética” es eso mismo: Jat lampasividadl. Podemos decirlo de otra forma: para que Edipo sea el héroe de h revolu- “isn psicoanlitica, es necesario un nueio Edipo Se evoque a los de Corneille y Volare y pre tenda renovar lazos con el pensamiento tuigico de Séfocles, mis alld de la tragedia ala frances también accién trig c st pero n la tacionalizacién aristotélica de la Ka. Son necesarios un nuevo Edipo y tina nueva idea de tragedia: los de Holderli, Hegel o Niewsche, ‘ Dos rasgos son los que van a caractetizar a este nuevo Edipo y a hacer de él el héroe de una idea nueva" del pensamiento, que pretende recon. liarse con aquel que testimoniaba la wagedia griega, Edipo, primero, restimonia cicro salvajisms exe tencial del pensamiento en el que el saber se define 0 como el acto subjetivo de captur i lidad objetiva, sin ec aecee d 19 como cierta afeccién, una Pasién, incluso una enfermedad del viviente. EI Saber mismo es un crimen contra la naturlenae tales, segtin El nacimiento dela trageia' ln signi- Ficacién dela historia edipica, Edipo y la tragedia fon ‘testimonio de que, en materia de_pensa, lento, siempre serrata de suftimiento y de medi. 1. edch Niewsche, fl AL macnn de ts ra Madrid, Edaf, 2002, PP. 114 y ss. rede a mivorveréx ssréica cina, de la unién paradgjica entre ambos. Esta vuelta a la escena filoséfica de la equivalencia trd- gica entre saber y suftimiento (el maths pathet de Esquilo o de Séfocles) supone la reunién de la gran trilogia de los enfermos del saber: Edipo y Hamlet, que se corresponden en La interpretacién de los suefios como lo hacian ya en las Lecciones de extética de Hegel, y Fausto, que tambien esta alli presente. El psicoanilisis se inventa en ese punto donde la filosofia y la medicina vuelven a cucs- tionarse una a la otra, para hacer del pensa- miento una cuestién de enfermedad y de la enfermedad una enestidn de pensamiento. Pero esa solidaridad de las cosas del pensa- miento y las cosas de la enfermedad es también solidaria del nuevo régimen de pensamiento de las producciones del arte. Si Edipo es un héroe cjemplar es porque su figura ficcional emblema- tiza las propiedades que les otorga a las produc- ciones del arte la revolucién estética. Edipo es el que sabe y no sabe, el que actia absoluramente y el que padece absolutamente. Ahora bien, precisa- mente mediante esa identidad de los contrarios es que la revolucién estética define lo propio del arte. A primera vista, parece slo oponer a las normas. del régimen representative un poder absoluto del hacer La obra deriva de su propia ley de produc: Cidn y eu propia prucba, Pero, al mismo tempo, esta produccién incondicionada se identifica con tuna absoluta pasividad. El genio kantiano resume st dualidad. Es el poder activo de la naturale el Que opone su propia fuerza a todo modelo, a toda norma 0, mds bien, se hace norma ella misina Pero, al mismo tiempo, es el que no sabe lo que hace, el incapaz cle dar cuenta de lo que hace. En el régimen estético, es el hecho mismo del arte esa identidad de un saber y de un no-saber, de tun obrar y de un padecer, lo que la “catidad con. fsa’ de Baumgarten radicaliea en identglid de contrarios. En ese sentido, la revoluciGn esttca ya habia comenzado en el siglo xvit cuando Vieo, en su Ciencia nueva, habia intentado establecer, conta Aristtcles y la tradicién representatva, la figura de lo que llamaba “el verdadero Homero", Vale la pena recordar el contexto para aciarar !a filiacién que nos interesa, Porque el blanco ori. ginal de Vico no es precisamente la “teorla el arte”, sino la vicja cuestién weol6gico-poxtica de la “sabiduria de los egipcios”, la de saber si el en. uae jeroglifco es un lenguaje encriptado, depo. sitario de un pensamiento religioso prohibide 41 Profi, y si asimismo, las antiguas Fabulas po ticas som la expres alegérica de un peteenienn ‘éfico. Esta vieja cuestién se remonta al menos, nts ‘Guando denunciaba la inmoralidad de las fibulas homéricas, refutaba, en efecto, a quienes veianalegorias cosmol6gicas en los adul- terios divinos que ellas narran. La cuestién reapa- rece en la época protocristiana cuando los autores paganos, para refirar la acusacién de idolatia, hacen valer otra vez la sabiduefa criptica presente en ls esrturas ideogramaticsy en as fibula de los poctas. Luego vuelve con fuerza en los siglos xvit y 20, sostenida ala ver por los dsazrollos de los métodos exegéticos y por la querella filoséfica sobre ance co cnet con an ble propésito, Su intencidn es liquidar la idea de sabiduria misteriosa oculta en las eserieuras grifi- cas y en las fbulas poéticas. Opone una herme- néutica nueva que relaciona la imagen no con un sentido oculto, sino con sus condiciones de pro- duccién, Pero, al mismo tiempo, Vico arrasa con la imagen tradicional del poeta. Su descubri- mienco del “verdadero Homero” refuuta en cua- tro puncos la imagen aristoxélica y representativa del poeta como inventor de fabulas, de persona jes, de imagenes y de ritmos. En primer lugar, segtin demuestra, Homero fo es un inventor de fibulas, pues no conocta la diferencia -que conocemos nosotros entre histo tia y Fccién, Sus pretendidas fabulas eran para el historia que trasmitia tal como la habia recibido, En segundo lugar, no es un inventor de pet- sonajes. Sus prerendidos personajes, Aquiles el valiente, Ulises el astuto, Néstor el prudente, no son personajes individualizados. Tampoco son alegorias inventadas con fines poéticos. Son abs. tracciones en imdgenes, la tinica manera en que cl pensamiento, igualmente incapas de abstract y de individualizar, puede figuear virmmdes ~coraje, inteligencia, sabiduria o justicia~ que no puede concebir ni nombrar como tales, En tercer lugar, no es el inventor de las bellas ‘metiforas y las imagenes brillantes que lo hicieron Celebre. Simplemente vivi6 en una época en la que ¢l pensamiento no se separaba de la imagen, ni lo abstracto de lo concreto, Sus “imégencs” no son otra cosa que la manera de hablar de los pueblos de su tiempo, Por sitimo, no es un inventor de sitmos y de ‘metros. Es, simplemente, el testigo de un estado del lenguaje en el cual el habla era idéntica al canta Los hombres han cantado antes de hablar antes de pasar ta nisouverdy sstiicn a1 ticulado. Los atractivos poéticos de i pales canta son, en realidad, los balbuceos dela infancia del lenguaje, de los que es testimo- nio todavia el lenguaje de los sordormudos. ; ‘Asi, los cuatro privilegios tradicionales de poctafinventor son transformados en propie a desde lengunje, de wn engine que es 70y ala ver no le pertenece, que no es un inserumen que esti a su disposicién, sino el testimonio de un estado de infancia del lenguaje, del pensamiento y de a humanidad. Homero et poeta po iden tidad de lo que quiere y de lo que no awier, de lo que sabe y de lo que ignora, de lo aie hae y de lo que no hace. El hecho podtico est ligido ex identiad delor coma aa distancia ene una palabra y lo que ella dice. Hay solidarida entre el carécter postco del lenguaje y su caricter cifrado. Pero ese cifrado no es la disimulacién 7 alguna ciencia secreta. En definitiva, no es nai , mis que la inscripcién del proceso mismo por cual esa palabra es producida. — La figura de Edipo como sujeto trigico ejem- plary universalmente vélido tiene por condlcién a esa figura hennendin ried Hite un régimen de pensamiento del arte e dae to ap clare else dena de una accion consciente y de una produccién inconse ciente, de una accién deseada y de un proceso ‘nvoluntatio; en sintesis, a identidad de te Lagos y de un pathos. Esa idemtidad es la que, en ade. lance, testimonia el hecho del arte. Pers deta puede pensarse de dos maneras opuestas: come inmanencia del logos en el. pathos, del pensae mmiento en el no-pensamiento, o, a la inversa, como inmanencia del parhas en el lagos, del no. Pensamiento en el pensamiento, {a primera manera es ilustrada por los gran- des textos fundadores del modo estético del penan. yniento y se resume de la mejor manera posible en las Lecciones de etécca de Hegel. El arte es, en ter ‘minos schellinianos, Ia odisea de un espittu sitaado fuera de si mismo. Este espitita, en ly sistematiza- cién hegeliana, busca manifestarse, es decir, anes todo, hacerse manifiesto a s{ mismo a través de inaterit que se le opone: en lo compacto de la pe. dra edifcada o esculpida, en el espesor del chlor © en la materialidad temporal y sonora del lene Suaje. Se busca asi mismo en la doble exterioritad sensible de la maceria y de la imagen, Se encuentes ally all se pierde. Pero en ese juego de escondite sc hace la luz interior de la materilidad sensible "a bella apariencia del dios de pier, el impulse a mavoLuersy steric ksaca el arborescente de la béveda y la flecha goticas, 0 splendor espiritual que anima la insige Ja naturaleza muerta. ue on Ne olleaee opone el mol inven a riencis ética y racional al Ive de ala aparencia stay rictona a Fido ascurs: Ea d movaniento queen Sehopen ao tora ds napa y dl elo den causal del mundo de eps a und osc ubeineo» dsprovis dese de cosa en sf el mundo del querer-vivir desnudo, insnst, de “luna” pardjimens lam , cisamente n lamada, ya que st esencia > prcisament Pancras sacra mado See dln de ec Bee y de bs wpecitn oe los matin» Ie le da a esta nocisn su significa vera. En en Niche la dence dl hecho mismo del arte con a polardad de la bela apaien cia apolinea y de esa pulsion dionistaca de goce y suftimiento iguales que se manifietan en las mis- mas formas que pretenden negarla.

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