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NOTA ETNOGRAFICA SOBRE LOS INDIOS MATACO DEL GRAN CHACO ARGENTINO por A. METRAUX F etnografia del Gran Chaco argentino nos es todavia muy mal eono- cida y seguira siéndolo, para siempre, sino nos apresuramos a estu- diay, sistematicamente, las tiltimas tribus indigenas que viven todavia, pero que desaparecen répidamente o se asimilan a la poblacién criolla. Nuestras mejores fuentes para el estudio de la etnografia del Chaco son, todavia, los misioneros Jesuitas del siglo XVIII, Dobrizhoffer, Pau- eke, Sanchez Labrador, Lozano y Jolis. Los autores econtemporimeos han estudiado los aspectos mas directamente accesible de las civilizaciones in- digenas y, por ello, sus contribuciones no nos dan més que una imagen muy superficial de la vida indigena, tal como ella continiia sobre el Ber- mejo 0 el Pileomayo. Aun en el dominio de la cultura material, abierta a todos, se nos da catélogos de objetos en Iugar de datos que estariamos en el derecho de esperar sobre la vida econémica y las técnicas, en el sentido mas amplio de la palabra. A menndo se trata de los indios vi- yientes del Chaco como si se tratara de sitios arqueolégicos. Serd prefe- fia moderna en la arqueologia, més bien que SI rible transponer la etnogi librarse a la operacién inyersa. No tenemos mas, que una idea muy de esos indios, Descripciones de danzas 9 de especulaciones animis no son mis que um magro sustituto para un analisis de las ereencias y de los ritos. En cuanto a la sociologia del Chaco, es wn terreno easi virgen aga de las ereencias religiosas ee y los trabajos contemporaneos son, en este sentido, bien inferiores a los del siglo XVII. En 1939, en ocasién de mi diltimo viaje al Chaco argentino, habia esperado reunir el material necesario de los Mataco. Mi estado de salud me ha impedido realizar es to. Por ello me veo obligado a publi car los resultados de ese viaje bajo la forma de articulos separados. En cl estado actual de nuestros conocimientos, todo heeho nuevo, si ha sido concienzudamente observado, se convierte en importante. Esta conside- raeién, unida al alentamiento de mi amigo el doctor Fernando Marquez Miranda, es lo que me impulsa a publicar algunas notas extrafdas de mi libreta de viaje. Ellas no tienen otro mérito que el de ser inéditas y el de haber sido recogidas sobre el terreno, de boea de excelentes in- formantes. Han sido obtenidas en San Andrés y Yuto, sobre el Pileo- mayo, y en San Patricio, sobre el Bermej LL nacimiento y le infancia. Un hijo es producido por la simiente del padre, que germina, como una planta, en el seno de la madre. La esterilidad es siempre considerada por los Mataco como por la falta de la madre. La explican como un acci- dente proyoeado por algtin heehicero que usa de su magia para impedir que el esperma penetre en el cuerpo de la mujer. Algunas mujeres, se dice, se dirigen a un hechieero para que les impida coneebir. Los hechi- ceros pueden, ademas, disipar el encantamiento, aunque esta operacién €s considerado como particularmente dificil. Una mujer encinta come con moderacién, para evitar que la eriatura se haga demasiado grande y nazea diffcilmente. Los lazos misticos que wen un padre a su hijo encuentran su expresion en un gran mimero de “tabu’?. Asi, poco antes del nacimiento del nifio el padre debe abstenerse de todo trabajo que pueda hacer que el nifio nazea deforme. Le es par- tieularmente prohibido servi de instrumentos cortantes (hachas chillos, azadas), sin lo cual el nifio podria venir al mundo con heridas: un hocieco de liebre, por ejemplo. El padre tiene cuidado de no Hevar sandalias ni zapatos, para evitar que uno de los pies de la criatura sea mas grande que el otro. Si el padre se pone un sombrero, el nifio tendré cue =o la parte superior del craneo completamente chata, Los indios de las Mi- siones evitan hasta eseribir, de miedo de que el rostro de su retofio no resulte sureado de marcas. Si un futuro padre no mata en la caceria mas que animales machos, sera signo que el nifio por nacer es un varén. Diversas precauciones son tomadas, igualmente, por las mujeres an- tes de la paricién. Evitan cefiirse demasiado fuertemente con su cinturén Y acostarse en una posicién susceptible de complicar el nacimiento. Al- gunas mujeres usan drogas para asegurarse contra todo aceidente. Asi, toman un polvo hecho de un tubéreulo asado y molido en un mortero. El marido desata su cinturén y desanuda su corbata, para que el cordén umbilical no se enrosque alrededor del cuello del nifio. Es raro que los nacimientos ofrezean algunas complicaciones. Segin las observaciones de un médico misionero, el doctor Collins Smith, duran alrededor de dos horas para un primer hijo, y alrededor de cuatro o cinco horas para los siguientes. Un nacimiento atrae, a menudo, un pi- hlieo numeroso, y los veeinos se colocan cerca de la mujer que se debate, sin mostrar interés particular, pero prontos a intervenir si hay necesidad de alguna ayuda. Mujeres ancianas y llenas de experiencia vienen a asistir a la parturienta, sobre todo si ¢l parto presenta alguna dificultad. Esas maironas benévolas reciben generalmente un regalo —una cabra o una pieza de género— en pago de sus molestias. La parturienta se coloca sobre los muslos de una de esas ancianas, Ja cual esta sentada en tierra con las piernas eruzadas. Se toma, a dos manos, de un bastin plantado vertiealmente delante de ella y se agarra fuertemente a 61 a medida que los dolores se hacen mas fuertes. Otros informantes me han dicho que la mujer daba a Inz en enclillas divecta- mente sobre el suelo; pero me han confirmado el uso del bast6n. Si la paricién es laboriosa 0 més larga que lo habitual, una de las matronas aprieta con sus manos ¢l cuerpo del titero, como un médico que busea expulsar la placenta meednicamente. Si la parturienta no puede mante- ner la posicién sentada, se acuesta de tal manera que una de las asisten- tas pueda apoyar su rodilla contra el perineo, mientras que otra mujer Te da masajes en la regién uterina. Podo aceidente que scbreyenga en el curso de la operacién es atri- —10 — buido a la hechiceria o a la negligencia del marido que puede haber violado uno de los numerosos “tabu? que estaba obligado 0 obscrvar. 1 cord6n umbilical es cortado con un cuchillo. No es nunea cortado antes de que la placenta haya salido, pues, la existencia de un niiio no es completa hasta que su placenta no ha sido expulsada, Segiin uno de mis informantes, la herida del ombligo serfa cauterizada con un tallo de zapallo ineandescente, Si la placenta tarda en salir, las matronas jereen sobre el abdomen Jas mismas presiones que para acelerar el na- cimiento del bebé La placenta es enterrada sin ninguna coremonia. El cordén umbilical es secado y puesto en um saquito de cuero, en forma de rombo, que el nifio Neva, colgado a su cuello, hasta la edad de diez afios. Una criatura muerta al nacer es enterrada, inmediatamente, sin ningtin rito, Hs considerado como un deshecho, al mismo titulo que Ja placenta. Por el contrario, si el nifio muere después de haber vivido durante algunas horas, es enterrado segiin los ritos funerarios tradi- cionales. Después del nacimiento, el padre y la madre continian tomando diversas precaueiones de orden migico, para no perjudicar la salud de la eriatura. Se abstienen do diversos alimentos, entre otros de la carne del tata y de la iguana. Toda infraccién a los “fabri”? alimenticios sera causa de enfermedades de estémago en el nifio. Ciertos “tabi? duran de uno a dos afios, El marido se abstiene de toda relacin sexual con su mujer hasta que la eriatura comienza a tener dientes. Algumas prictieas tienen, a los ojos de los indios el poder de in- fluenciar magicamente el desarrollo de la criatura. Asi, los padres pne- den solicitar a una mujer que tiene hermosos cabellos que se corte un mech6n y frote con él 1a cabeza de su hijita, Un individuo, euyos miem- bros son bien proporcionados sera solicitado para que dé masajes en Jas piernas del niiio. En general, los padres gustan de que personas bien hechas tomen a su bebé en sus brazos para comunicarle su bella apariencia. Una mujer no alimenta mas que a su criatura y se rehusa a dar el pecho a cualquier otro bebé. Sin embargo, se puede ver, algunas yee: abuelas ancianas dando el seno a un bebé, pero es tmicamente para en- ee gafiar su hambre y no para nutrirlo como algunos lo pretenden. Cnando el nifio tiene alrededor de un afc, su madre masca granos de maiz her vido ¢ introduce esta pasta, con los dedos, en la boca del pequefio, Para tranquilizar a los bebés, que mi presencia asustaba, las madres no dejan munca de hacerlos comer. Lo mismo cuando un bebé gritaba en la iglesia: su madre comenzaba por palmearlo gentilmente y hacerle oir unos hush, hush, hush para ealmarlo, pero si esta medida no tenia efecto le ofrecta su seno. No recuerdo haber visto a un hombre ni a una mujer maltratar a una criatura. La eseena siguiente, que observé en wna aldea mataco, puede ser considerada como tipica. Un niftito, de alrededor de dos aos, gritaba rabiosamente, sin causa aparente. Su madre le hizo saltar sobre sus rodillas, en la esperanza de calmarlo, después le cerré la boca con la mano. Como el pequefio continuaba yooiferando y debatiéndose, su madre ensayé arrastrarlo lejos de la choza, pero él se debatia y rodaba. Ella termin6 por dominarlo, y sin ninguna brusquedad y sin cesar de reir, fué a depositarlo a algunos metros de la casa, en donde Ja criatura permaneci6 gritando sin osar regresar, Esta misma gentileza y ausencia de brutalidad pueden observarse en los nifios que juegan. Asi, en mamerosas ocasiones, he podido obser- ‘Yar nifiitos que se disputaban 1a posesién de una bolilla; se empujaban, se atropellaban, pero nunca con maldad o violencia. La edueacin Ma- taco pone el acento sobre la dulzura y la gentileza, y un hombre violento ‘© de mal carfcter (witsax) les inspira temor y disgusto. Desde su nifie Jas eriaturas aprenden a dividir entre ellas la comida. Cuando yo hacia distribueiones de caramelos, los nifios no dejaban nunea de ir a adver- tir a los ausentes para que ellos pudiesen participar del regalo. Aborto ¢ infanticidio. El aborto y el infanticidio eran practicados por los Mataco en gran eseala, como entre las otras tribus del Chaco. Segtin mis informantes, una mujer se hace abortar cuando ella est encinta sin estar casada, ‘evando ha sido abandonada por su marido o, después de wa querella eo éste, para yengarse. Muchas mujeres se hacen abortar cuando estén is encinta por la primera vez, en la esperanza de que con ello facilitaran las pariciones a venir. Es una opinién muy extendida en el Chaeo la de que las indigenas usan drogas potentes para provocar el aborto, pero se trata, sin duda, de leyendas. Los procedimientos que las mujeres Mataco usan son ente- ramente mecanicos. Al quinto mes de la concepcién, se hacen martillar el abdomen por alguna compafiera hasta que la sangre corra. Matrimonio, in las relaciones amorosas las jévenes muestran més iniciativa que los hombres. Facilmente se manifiestan provocantes y usan de toda clase de artificios y pequefias estratagemas para inflamar el deseo de los hombres. Es sobre todo en ocasién de las danzas nocturnas que se pueden observar los manejos de esas jovencitas, Los varones j6venes dan prue- bas de mucha mas cireunspeceién, y para hacer conocer su pasién recu- rren a intermediarios. Es asi que enviaraén a la joven que aman un men- sajero portador de una antorcha o de wna linterna. Si la joyen esté de acuerdo no tiene més que seguir al emisario. No es raro que los padres tomen sobre ellos el arreglo del matri- monio, Si més tarde la unién es desdichada y termina en un divorcio, uno u otro de los cényuges se consucla diciendo: ‘“‘yo no deseaba ese matrimonio, mis padres son los responsables’’. En general la residencia es matrilocal, es decir, que el marido va a establecerse en casa de los padres de su mujer. Sin embargo, puede ocurrir, sobre todo si Ja mujer es mayor que el marido, que ella vaya a instalarse en la familia de él. Pero, la residencia patrilocal es muy rara. Después del nacimiento de un hijo, la nueva pareja puede cons- iruirse wna casa separada, pero siempre en la aldea de la mujer. Los jévenes Mataco de la regién del Pileomayo, que se han casado con mu- chachas de] Bermejo, se han establecido, todos, en esta tiltima regién. La residencia matrilocal presenta algunos inconyenientes para el marido, He oido a jévenes quejarse de esta costumbre. Ellos decian que sus suegros se apoderaban de los productos de sus eampos y de su caza. No es raro que un hombre se divorcie de su mujer para escapar de la a 18 tirania de la familia de ella. Ademés, los padres de la mujer estan siem- pre dispuestos a volverse contra su yerno si su hija tiene alguna razén para quejarse de él. Una familia saca siempre producto del matrimonio de una de las hijas, que le procura el concurso de un hombre en la flor de la edad. La poligamia parece haber sido, sobre todo, el atributo de los jefes. En San Patricio habia un jefe provisto de tres esposas. El antiguo jefe de San Andrés tenia dos mujeres con las que habia tenido cinco hijos. En caso de adulterio, el marido no la emprende contra la mujer sino que descarga su célera contra su amante. Puede matarlo u obligarlo a pagarle una indemnizacién. Asi, conozco el caso de un mataco que se apoder6 de la carreta de otro hombre acusado de haber tenido relaciones intimas con su mujer. Las funciones de jefe « El antiguo jefe de la regién de San Andrés, sobre el Pileomayo, era el famoso cacique Cuchitoro, que recibié del gobierno argentino tres Jeguas de terreno a lo largo del rio. El jefe actual de esa zona es San- tiago, que fué designado por los colonos pobladores, que esperaban con- yertirlo en su servidor. Sin embargo, Santiago permaneeié leal a su pueblo. Las principales funciones del jefe, tal como me han sido deseriptas en San Andrés, consisten hoy en representar a la tribu ante los blancos ¥ en arreglar, amistosamente, los conflictos entre las diferentes bandas. Si una muerte ha sido cometida en su grupo, el jefe tiene el deber de _exigir a la familia del matador el pago del precio de la sangre. El monto ‘de esa compensacién varia segiin la condieién social de la victima. Si trata de un viejo caduco la pérdida es considerada sin gran impor- ia _y dos cabras y un viejo fusil son suficientes para restablecer las relaciones entre la banda de la victima y la del matador. En casos, Ia parte lesionada solicita un caballo, diez cabras, un fusil, Si el precio de la sangre es demasiado elevado, el eacique encargado asunto puede ir a buscar al jefe del cual depende la familia del ¥ pedirle rebaje sus pretenciones. ae Antiguamente la ley del Talién era rigurosamente aplicada. Los indios de San Andrés habian muerto a un hombre de una aldea vecina cuyos habitantes emigraron sobre el Bermejo. Quince afios mas tarde un sobrino del muerto hizo todo el camino del Bermejo al Pileomayo para arreglar sus cuentas con los asesinos y maté, a su vez, a uno de los indi- genas de la aldea. Luego se volvié al Bermejo sin ser perseguido. La filtima guerra indigena tuvo lugar en la regién de San Andrés, en 1928. Las gentes de la aldea de San Martin atacaron a los de San Andrés aprovechando la obscuridad de la noche. Se tirotearon hasta la mafiana, pero —como ocurre a menudo en estas batallas— nadie fué muerto ni herido, Mas tarde, las gentes de Yuto se unieron a las de San Andrés, para atacar a los indigenas de San Martin. Pasaron por la Misién en actitud y traje de guerra, pintados y adornados con plumas. Antes del ataque ejecutaron una danza de guerra en el lecho del Pileo- mayo, que entonces estaba en seco. Después, corriéndose por la ribera izquierda, tomaron, a las gentes de San Martin por retaguardia, cortén- doles la retirada. Un gran niimero de estos tiltimos, en su mayorfa mu- jeres y nifos, fueron muertos 0 heridos. Las gentes de Yuto se llevaron consigo a un nifio como prisionero. Creeneias religiosas diversas. temibles entre los espiritus son los wilax, que toman po- sesién de sus victimas y los hunden en un estado de locura furiosa. Asi, en la Misién de San Patricio una joven quedé stbitamente pélida, con los ojos que le salian de la cabeza. Huy6, corriendo al matorral en donde quedé euatro dias. Los que siguieron su pista me aseguraron que ésta desaparecié tan bruseamente como si la muchacha hubiese volado por los aires, Otra muchacha se levanté de un desvanecimiento, durante el cual cuatro hechiceros la habian euidado, para anunciar que un espiritu ha- bia penetrado en ella. He aqui un caso que se habia producido en San Andrés poco antes de mi Megada. Un mataco se habia trasladado a alguna distancia de la aldea a la btisqueda de un caballo. A su vuelta se imagin6 ver contra

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