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su higado, sano 0 enfermo, no es usted tam- poco su memoria, feliz o deficiente, ni su vo- luntad recia o laxa, ni su inteligencia aguda o roma. El yo que usted es se ha encontrado con estas cosas corporales 0 psiquicas al encontrarse viviendo” (1). El alma, que afios atrés, constituyera para el autor el auténtico yo, al presente le parece tan, extrinseca al mismo, como el paisaje que rodea al que lo admira. Cansados de biisqueda tan ardua como initil, oteamos el horizonte psiquico, sin descubrir vestigio siquiera del enigmatico ente. Es una sugestién tradicional, replica el autor, bus- car al yo entre las cosas. El yo no es cosa algu- na, “es simplemente el que tiene que vivir con las, cosas, entre las cosas... Vida significa la inexo- rable forzosidad de realizar el proyecto de exis- tencia que cada cual es" (2). El yo no es algo estable y substancial, sino plan, idea, proyecto de existencia, En otras palabras, el yo, es la se- rie de sus actos, la corriente psfquica en accién. Ese proyecto en que consiste el yo, no es idea do y libremente elegido por el hombre. Antes es anterior a todas las ideas del intelecto, a todas las decisiones de la voluntad. Quizé ni siquiera tene- mos de él una idea exacta. No obstante, ese pro- yecto es nuestro auténtico sér, nuestro destino. La circunstancia puede sernos hostil o favorable, de alli que la vida sea un drama. “La lucha fre~ (1) Obras Completas, pie. 1335. (2) Obras Completas, pis. 1335 134 nética con las cosas y aun con nuestro caracter por conseguir ser de hecho el que somos en pro- yecto.” La vida humana se plantea a si misma como problema, consiste en algo que tiene que ha- cerse a si misma, que no es cosa, sino absoluta y problemitica tarea. De ahi la imperiosa necesidad de decidir en cada instante lo que se va a hacer en el préximo; para ello es menester descubrir el proyecto mismo del ser; el programa de que- haceres en que consiste el perfil de su conducta. “Ahora se comprende, afiade el autor, por qué el yo resulta inaccesible cuando lo buscamos” (3). La biisqueda es una operacién intelectual. Sélo se buscan las cosas, y el yo es pura actividad y programa de vida. EL YO PROGRAMA Esta cingular concepcién del yo como auto- creacién y programa, la encontramos esbozada en escritos anteriores. Asi en “Filosofia pura,” s¢ enuncian las premisas; mas no se deduce la con- clusién. Se nos dice alli, que el sujeto determi- na el ser y que ese mismo sujeto, no tiene tam- poco ser en si. De donde concluimos, que el sujeto se crea a si mismo, en cada acto, no sien- do sino actividad pura. Sélo afios més tarde en a “Rebelién de las masas,” encontramos una alu- sién al tema. La cita es interesante por su acen- to heideggeriano, No se olvide, que nos encon- (G) Obras Completas, pig. 1359. 135

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