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concebido y realizado por Carl G.Jung Ss cer Pe a as =. A Paid6és Titulo original: Man and his simbols Publicado en inglés por Anchor Books, Doubleday, Nueva York Traduccién de Luis Escolar Barefio (reproducida con autorizacién de Aguilar, S.A. de Ediciones) 12 edicion, 1995 ‘Quedan ngurosamente prohibidas, sin ja aulorzacién esenta de los ttulares del «Copyrights, bayo las sanciones establecidas en las leves, la reproducc:on total o parcial ce esta obra gor cualqurer método 0 procedimiento, ccomorencicis la reprogratia y el tratamiento informatco, y la disirbucién de ejemplares de ella mediante alquiler 0 prestamo publicos © 1964 by J. G. Ferguson Publishing © de todas las ediciones en castellano, Ediciones Paidés Ibénca, S. A., Mariano Cubi, 92 - 08021 Barcelona y Editonal Paidés, SAICF. Defensa, 599 - Buenos Aires ISBN; 84-493-0161-0 Deposito legal: TO-964/1995 Impreso en Espafia - Printed in Spain cl ray ee Introduccién por John Freeman Los origenes de este libro son lo bastante inusitados para que sean de interés y mantienen relacién directa con su contenido y con la Jabor que expone, Por lo cual, permitaseme contar cémo se empez6 a escribir. Cierto dfa de la primavera de 1959, la British Broadcasting Cor- poration me invité a que entrevistara, en la televisién inglesa, al doc- tor Carl Gustav Jung. La entrevista tenfa que hacerse “a fondo”. Por entonces, yo sabia muy poco acerca de Jung y su obra ¢ inmediata- mente fui a conocerle a su hermosa residencia a orillas del lago de Zurich. Eso fue el comienzo de una amistad que significé mucho para mi y, confio, fuera agradable para Jung en los dltimos afios de su vida. La entrevista para la televisién no tiene mds espacio en este relato salvo que se Ta considers de buen éxito y que este libro, por una casual combinacién de circunstancias, es el resultado final de aquel acontecimiento, Uno de los que vieron a Jung en la pantalla del televisor fue Wolfgang Foges, gerente de la editorial Aldus Books. Foges se habia interesado vivamente, desde su infancia, por el desarrollo de Ja psi- cologia moderna, cuando vivia cerca de los Freud en Viena, ¥ mien- tras observaba a Jung hablando de su vida, su obra y sus ideas, Foges reflexioné qué \istima era que, mientras el esquema general de la obra de Freud era conocido de sobra por los lectores cultos en todo el mundo occidental, Jung jamés habia conseguido abrirse paso hacia el piiblico general y siempre se le consider demasiado dificil para el lector popular. De hecho, Foges es el creador de El hombre y sus simbolos. Al saber por la TV que existia una cdlida amistad entre Jung y yo, me pregunté si queria unirme a sus intentos de persuadir a Jung para que expusiera sus ideas m4s importantes y bdsicas en un lenguaje y una amplitud que resultaran iateligibles e interesantes para los lec- tores adultos pero no especializados. Acepté inmediatamente Ja idea y parti de nuevo para Zurich seguro de que podrfa convencer a Jung del valor y la importancia de semejante labor. Jung me escuché en su jardin durante dos horas casi sin interrupcién y después dijo no. Lo dijo de la forma més amable posible, pero con gran firmezay mun ca habfa intentado popularizar su obra y no estaba seguro de que pudiera hacerlo ahora con buen éxito; en todo caso, ya eta viejo, se sentia un tanto cansado y poco inclinado a aceptar un compromiso tan largo acerca del cual tenfa tantas dudas. ‘Todos los amigos de Jung estarin de acuerdo conmigo en que era 9 un hombre de lo més absoluto en sus decisiones. Sopesaba un pro- blema con cuidado y sin prisa: pero cuando daba su respuesta, co- minmente era detinitiva. Regresé a Londres muy desilusionado pero convencido de que la negativa de Jung era el final de la cuestién. Asi hubiera sido a no ser por la intervencién de dos factores que yo no habia podido prever, Uno de ellos fue la pertinacia de Foges, el cual insistié en que volviera a dirigirme a Jung antes de aceptar la dereota. El otro fue un suceso que, cuando vuelvo a recordarlo, ajin me sigue asombrando. Como dije, el programa de televisidn se consideré de muy buen éxito, Hizo que le llegaran a Jung muchisimas cartas de toda clase de gente, muchas de ellas de personas comunes sin conocimientos mé- dicos ni psicolégicos que se habfan sentido cautivadas por la presencia autoritaria, el humor y ia encantadora modestia de este verdadero grande hombre, el cual habla entrevisto en su idea de la vida y de a persona humana algo que podria serles ati. Y Jung quedé muy complacido, no solo por cecibir las cartas (el volumen de su correo era siompre enorme) sino por recibirlas de gentes que, normalmen- te, no hubieran tenido contacto con él. Fue entonces cuando tuvo un suefio de Ia mayor importaneia para Al (y al leer este libro, se comprender4 lo importante que fue). Sofé que, en vez de estar sentado en su despacho y hablando a los grandes doctores y psiquiatras que solfan acudir de todo el mundo a verle, estaba sentado en una plaza piibtica y ditigiéndose a una mul- titud de gente que le escuchaba con embebida atencién y entendien- do lo que decia... Cuando, una o dos semanas después, Foges renovd su ruego de que Jung se deberia encargar de un nuevo libro proyectado, no para el estudio clinico 0 el filoséfico, sino para el publico general del mercado librero, Jung se dejé persuadir. Puso dos condiciones. Pri- mera, que el libra no fuera de uno solo, sino el esfuerza colective de 1 mismo y de un grupo de sus més intimos seguidores, por medio de Jos cuales habfa intentado perpetuar sus métodos y sus ensciianzas, Segunda, que se me encargara a mi la tarea de coordinar la obra y de resolver todos los problemas que pudieran surgir entre los auto- res y los editores. Para que no parezca que esta introduccién rebasa los limites de una modestia adecuada, me apresuraré a decir gue me halagé esa se- gunda condicién, aunque comedidamente, Porque muy pronto me ¢n- teré de que Ia razin por Ia cual me escogié Jung fue, esencialmente, 10 que me consideraba de inteligencia adecuada, pero no excepcional, y sin el menor conocimiento serio de psicologia. Asi es que, para Jung, yo eta el “lector medio” de este libro; lo que yo pudiera entender serfa inteligible para todo el que tuviera interés; donde yo me atas: cara, quizd fuera demasiado dificil u oscuro para algunos. Aunque no me sentfa indebidamente halagado con esta apreciacién de mi pa- pel, no por eso dejé de insistir escrupulosamente (temo que, a veces, para exasperacién de los autores) para que todos los parrafos estu- vieran esctitos y, si era necesario, vueltos a escribir con una claridad y wna brevedad que me permitieran decir con confianza que este libro, en su totalidad, -estd destinado y dirigido al lector general y que los temas complejos de que versa estén tratados con una sencillez poco frecuente y alentadora. Después de mucha discusién, se acordé que el tema general del libro seria el hombre y sus simbolos; y el propio Jung escogié a sus colaboradores en la obra: la doctora Marie-Louise von Franz, de Zu- rich, quiz su mis intima confidente profesional y amiga; el doctor Joseph L. Henderson, de San Francisco, uno de los més eminentes y leales seguidores norteamericanos de Jung; Ia sefiora Aniela Jaffé, de Zurich, quien, ademés de ser una expetimentada analista, era se- cretaria privada de Jung y su bidgrafa; y la doctora Jolande Jacobi que, después del propio jung, es la autoridad de mayor experiencia en el circulo de Jung en Zurich. Estas cuatro personas fueron elegi- das, en parte, por su destreza y experiencia en los temas particulares que se les asignaron y, en parte, porque todas ellas tenfan la plena confianza de Jung de que trabajarian desinteresadamente, bajo sus instrucciones, como miembros de un equipo. El cometido personal de Jung era planear la estructura total del libro, supervisar y dirigir la obra de sus colaboradores y escribir, por su parte, el capitulo clave “Acercamiento al Inconsciente”. El iiltimo afio de su vida lo dedicé casi totalmente a este libro; y cuando murié en junio de 1961, su seccién estaba completa (de he- cho, la terminé solo unos diez dfas antes de su enfermedad final) y habia aprobado todos los borradores de los capitulos de sus colegas. Después de su muerte, la doctora Von Franz asumié toda la respon- sabilidad para la conclusién del libro, de acuerdo con las instruecio- nes expresas de Jung. Por tanto, el tema de El hombre y sus simbolos y su bosquejo fueron determinados—hasta en sus detalles—por Jung, El capitulo que Heva su nombre es obra suya y (aparte algunas eves ampliaciones editoriales para mejorar la comprensién del lector nl general) de nadie més, Fortuitamente, fue escrito en inglés. Los de- mas capitulos fueron escritos por los otros autores segiin las instruc~ ciones de Jung y bajo su supervisin. La labor final de la edicidn de la obra completa, despuds de fa muerte de Jung, la realiz6 ta doctora Von Franz con una paciencia, comprensién y buen humor que nos dejaron a los editores y a mf mismo muy agradecidos, Por iiltimo, respecto al contenido del libro: EI pensamiento de Jung transform6 el mundo de la psicologia mo- derna més de lo que puedan comprender muchos de los que solo tie- nen conocimientos someros, Términos tan conocidos como, p. @jn, “ex- travertido”, “introvertido” y “arquetipo” son todos conceptos jun- guianos, tomados y, a veces, mal usados por otros. Pero sa abruma- dora contribucién a la comprensiOn psicolégica es su concepto del inconsciente; no (como el “subconsciente” de Freud), un mero tipo de desvin de los deseos reprimidos, sino un mundo que es precisa ‘mente una parte tan vital y tan real de la vida de un individuo como fa consciencia, el mundo “cogitativo” del ego, e infinitamente més rico, Bl lenguaje y la “gente” del inconsciente son simbolos, y los medios de comunicacisn son los sueiios Por lo cual, el examen del hombre y de sus simbolos es, de hecho, al examen de la relacién del hombre con su propio inconsciente. Y como, segin las ideas de Jung, el inconsciente es el gran gufa, amigo ¥ consejero de lo consciente, este libro se refiere en los términos mas directos al estudio de los seres humsnos y sus problemas espiritua- Jes. Conocemos el inconsciente y comunicamas con él (un servicio de doble camino) principalmente por medio de los suefios; y a lo largo de este libro (sobre todo en el capitulo del propio Jung) se encontraré una notable insistencia en la importancia del sofar en la vida de la persona. Seria una impertinencia por mi parte el intento de interpretar a Tos lectores la obra de Jung, pues muchos de ellos, con seguridad, tendrian mayor capacidad para comprenderla que yo mismo, Recuér- dese que mi papel era meramente el de servir de “filtro de inteligit lidad”, pero en modo alguna el de intérprete. No obstante, me atre- vo a ofrecer dos puntos generales que, como profano en Is materia, me parecen importantes y que pudieran ayudar a otras indoctos, El primero es acerca de los sueiios, Para los junguianos el sueiio no es tuna especie de criptograma tipico que puede descifrarse mediante un glosario de significados simbélicos. Es una expresién integral, impor- tante y personat del inconsciente individual. Y es, precisamente, tan 2 hy = ww wv wa “real” como cualquier otro fendmeno concerniente al individu, El inconscrente individual del sofiante est4 en comunicacién con el so- iante solo pata ese fin y esta seleccionando simbolos que tengan sig- nificado para el sonante y para nadie mds, Por tanto, la interpreta- cidn de los suefios, ya sea por el anatista o por el propio sofiante, es para los psieélogos junguianos un asunto totalmente personal e in- dividual (y, @ veces, también experimental y muy largo) que, en modo alguno, puede confiarse a normas empiricas. Lo contrario de esto cs que las comunicaciones del inconsciente son de la mayor importancia para e} sohante—es uatural que asi sea, ya que ef inconsciente es, por lo menos, la mitad de su ser—y con frecuencia Je ofrece consejo o gufa que no podria obtener de ningén otro origen. Asi es que, cuando describf el sueiio que tuvo Jung re ferente 2 que heblaba a una multitud, no estaba describiendo un euadro de magia o sugiriendo que Jung probaba a cchar la buena ventura. Lo que yo hacfa era volver a contar en los téminos senci- Wos de la experiencia daria eéma [ung fue “aconsejado” por su propio inconsciente que recapacitara sobre un juicio inadecuado he- cho por la parte consciente de su mente. Ahora bien: de aqui se deduce que el sofiar no es una cuestién ‘que los junguianos consecuentes puedan considerar tan sencilla como una cuestién casual. Contrariamente, la capacidad para establecer co- manicacidn con el inconsciente es una parte de la totalidad del hom- bre, y los junguianos “enseiian” (no se me ocurre un término me- jor) a ser receptivo para ios sueiios. Por tanto, cuando el propio Jung se hallé frente a la decisién critica de si escribir este libro 0 no escribirlo, pudo acudir al doble recurso de su consciente y su incons- ciente para decidirse. Y en todo este libro se encontrard que al sueito se le trata como una comunicacién directa, personal y significativa al sofiante, una comunicacién que utiliza los simbolos ‘comunes a toda Ja humanidad, pero que los utiliza en todas las ocasicnes de una for- ‘ma completamente individual que solo puede ser interpretada con una “clave” por entero individual. El segundo punto que deseo sefialar se refiere @ una caracterfstica particular del método argumentative que es comin a todos los escri- tores de este libro y, quizd, de todos Ios junguianos. Quienes se han Jimitado a vivir totalmente en el mundo de lo consciente y rechazan Ja comunicacin con el inconstiente, se atan por las leyes de Ia vida consciente y convencional, Con la Iégica infalible (pero frecuentemen- te sin sentido) de la ecuacién algébrica, razonan con premisas supues- 13 i tas para deducir conclusiones incontestables. Me parece que jung y sus colegas, se den 0 no cueata de ello, rechazan las limitaciones de ese método de argumentacién. No es que desdefen la légica sino que, en todo momento, parecen estar argumentanda para el inconsciente y el consciente. Su método dialéctica es simbolica y, con frecuencia, indirecto. Convencen no por medio de la luz minuciasamente enfoca- da del silogismo, sino hordeando, repitiendo, presentando una vision reiterada del mismo tema visto, cada vez, desde un angulo ligerae mente distinta, hasta que, de repente, el lector, que on ningin mo- mento se dio cuenta de que hublera ninguna demostracién conclusi- va, halla que se ha apoderado, e incarporado dentro de si, de alguna verdad mds amplia, Los argumentos de Jung (y tos de sus colegas) se elevan en espi- ral sobre su tema como un piijaro volando en torno a un arbol. Al principio, cerea del suelo, solo ve una confusién de hojas y ramas. Paulatinamente, segtin va ascendiendo mds y mds en sus vueltas, los reiterados aspecios del Arbol forman un todo y estén en relacién con Sus contornos, Algunos lectores pueden encontrar este método de argumentacidn “en espiral” un tanto oscuro y hasta confuso en unas pocas paginas pero no creo que més. Bs caracteristiea del métado de Jung, y el lector bien pronto se verd arrastrado por él a un viaje per- suasivo y absorbente, Las diferentes secciones de este libro hablan por sf mismas y apenas necesitan introduccién mia, El capitulo de Jung introduce al lector en el inconsciente, en los arquetipos y simbolos que forman su longuaje y en los suefios por las cuales se comunica, En el capitulo Siguiente, el doctor Henderson explica la aparicién de diversos ar- quetipos en la mitologia antigua, la leyenda popular y el ritual pris mitivo, En el capitulo titwlado “El proceso de individuacién”, Ja doctora Von Franz describe el praceso por el cual el consciemte y el inconsciente, dentro de un individuo, aprenden a conocerse, res potarse v acomodarse recfprocamente, En cierto sentido, este capitu- Jo no solo contiene el quid de todo el libro, sino, quizd, la filosotia de Jung acerca de la vida: el hombre se totaliza, integra, calma, se hace fértil y feliz cuando (y solo entonces) se completa el proceso de individuacién, cuando et consciente y el inconsciente ha aprendido a vivir en paz y a complementarse reciprocamente. La sefiora Jatfé, al igual que el doctor Henderson, se ocupa en demostrar el reitera- do interés del hombre—casi una obsesién—por los simbolos del in- consciente. Tienen para é] una {ntima atraccién profundamente sig- 14 nificativa, casi nutricia y fortalecedora, ya se produzcan en los mitos y cuentos de hadas que analiza el doctor Henderson o en las artes pla ticas que, como demuestra la sefiora Jaffé, nos satisfacen y deteitan con la incitacién continua al inconsciente, Finalmente, debo decir unas palabras acerca del capitulo de ta doctora Jacobi que, en cierto modo, se separa del resto del libro, En realidad, es e! resumen de la historia cltnica de un andlisis interesante ¥ positive, Es evidente el valor de un capftulo semejante en un libro como este; sin embargo, son necesarias dos palabras de advertencia, Primero, como sefiala 1a doctora Von Franz, no hay lo que podria Tla- marse andlisis tipico junguiano. No puede haberlo porque cada sueito es una comunicacién individual y privada y no hay dos suefios que utilicen los simbolos del inconsciente de fa misma manera. Por lo cual, cada anilisis junguiano es tinico; y es erréneo tomar este, saca- do del archivo clinic de 1a doctora Jacobi (0 cualquier otro de los que haya), como “representativo” o “tipico”. Todo lo que se puede decir del caso de Henry y sus suefios, a veces sombrios, es que for- man un ejemplo auténtico de la forma en que e método junguiano puede aplicarse a un caso particular, Segundo, la historia completa, aun de un caso relativamente sencillo, requeritia un libro entero para contarla, Inevitablemente, la historia det andlisis de Henry se per- judica un poco al resumirse. Las referencias, p. ej. al Ching, han quedado un tanto ascuras y le dan un sabor artificioso (y para mé in- satisfactorio) de ocultismo al ser presentadas fuera de su contexto. No obsiante, legamos a ta conclusi¢n—y estoy segure de que el lec- tor estard de acuerdo—de que, con las advertencias hechas, la cla- ridad, por no mencionar el interés humano, del andlisis de Henry en riquece mucho este libro. Comencé describiendo cémo Jung Megs a escribir El hombre y sus simbolos. Concluyo recordanda al lector la notabilidad—quiza Yinica—de esta publicacién, Carl Gustay Jung fue uno de los grandes doctores de todos los tiempos y uno de los grandes pensadores de este siglo. Su finalidad fue siempre ayudar a los hombres y a las mu- jeres a conocerse a si mismos, de tal modo que, conociéndose y uti= lizdndose sensatamente, pudieran Mevar una vida plena, fértil y fe- liz. En el mismo final de su vida, que fue tan plena, fértil y feliz como jamds he conocido otra, decidié utilizar la fuerza que le quedaba para dirigir su mensaje a un pablico més amplio que el intentado aleanzar hasta entonces. Terminé su tarea y su vida en el mismo mes, Este libro es un legado al amplio puiblico lector. 15 ‘Sumario Introduccién John Freeman 1. Acercamiento al inconsciente Carl G. Jung 2. Los mitos antiguos y el hombre moderno Joseph L. Henderson e El proceso de individuacién Marie-Louise von Franz = El simbolismo en las artes visuales Aniola Jaffe a . Simbolos en un andlisis individual Jolande Jacobi Conclusién. La ciencia y el inconsciente Marie-Louise von Franz Notas y referencias indice Procedencia de las ilustraciones 104 158 304 3n1 316 319 HL sprwey orodi6o upesey jap equim e| ap speriue © ACERCAMIENTO AL INCONSCIENTE Carl G. Jung. 1 La importancia de los suefios El hombre emplea Ia palabra hablada 0 ¢s- cerita para expresar el significado de Yo que desea transmitir. Su lenguae esté leno de simbolos pero también emplea con frecuencia signos 0 imégenes que no son estrictamente desctiptivos, Algunos son meras abreviaciones @ hilera de iniciales como ONU, UNICEF, 0 UNESCO; otros son conacidas marcas de fé- brica, nombres de medicamentos patentados, emblemas 0 insignias. Aunque estos carecen de significado en sf mismos, adquirieron un sig- nificado reconorible mediante el uso comin 0 una intencién detibetada. Tales cosas no son simbolos. Son signos y no hacen mas que de- notar los objetos @ Ios que estén vinculados. Lo que llamamos simbolo es un término, un nombre 0 aun una pintura que puede ser co- nocido en Ta vida diaria aunque posea conno- ies especificas ademas de su sigmticado corriente y obvic, Representa algo vago, des- conocido u cculto para nosotros, Muchos mo- numentas eretenses, por ejemplo, estén marca- dos con ef dibujo de la azuela doble. Este es un objeto que conocemos, pero desconocemos sus proyecciones simbélicas. Como otro ejem- plo, tenemos el caso del indio que, después de una visita a Inglaterra, conté a sus amigos, at regresar a la patria, que los ingleses adoraban animales porque habfa encontrado Aguilas, i2o- nes y toros en las iglesias antiguas. No se daba cuenta (ni se la dan muchos cristianos) de que esos animales son simbolos de los Evangelis- tas y se derivan de la visién de Ezequiel y que eso, a su vez, tiene cierta analogia con el dios egipcio Horus y sus cuatro hijos. Ademds, hay objetos, tales como la rueda y ta cruz, que son conocidos en todo el mundo y que tienen to significado simbélico bajo ciertas con- diciones, Precisamente lo que simbotizan sigue siendo asunto de especulaciones de contro- versia, Asf es que una palabra o una imagen es. simbélica cuando representa algo més que su significado inmediato y obvio. Tiene un aspec- to “inconsciente” més amplio que nunca esta definido con precisién 0 completamente ex- plicado. Ni se puede esperar definirlo 9 expli- carlo, Cuando la mente explora el simbolo, se ve Mevada a ideas que yacen més alli del al- cance de la raz6n, La rueda puede conducir muestros pensamientos hacia el concepto de un sol “divino”, pero en ese punto, la razon tiene que admitis su incompetencia; el hom- bre es incapaz de definir un ser “divino”. Cuan- do, con todas nuestras limitaciones intelectua- les, Hamamos “divino” a algo, le hemos dado meramente un nombre que puede basarse un credo pero jamds en una prueba real. Como hay innumerables cosas més alld del alcance del entendimiento humano, usamos constantemente términos simbdlicos para re- presentar conceptos que no podemos definir © comprender del todo, Esta es una de las ra- zones por las cuales todas las religiones em- plean lenguaje simbélico imagenes. Pero esta utilizacién consciente de los. simbolos es solo un aspecto de un hecho psicolégico de gran importancia: el hombre también produce simbo- los inconsciente y esponténeamente en forma de suciios. No es facil captar este punto. Pero hay que captarlo si queremos saber mds acerca de las formas en que trabaja la mente humana. El hombre, como nos damos cuenta si reflexio- amos un momento, jamés percibe cosa algu- na por entero o la comprende completamente. Puede ver, oft, tocar y gustar; pero hasta donde ve, cuanto oye, qué le dice el tacto ¥ qué saborea dependen del mimero y calidad de sus sentidos. Estos limitan su percepcién det mundo que le rodea, Utilizando instrumen- tos cientificos, puede compensar parcialmente las deficiencias de sus sentidos, Por ejempio, puede ampliar el alcance de su vista con pris» miticos 0 el de su ofdo mediante amplificacién eléctrica. Pero los més complicados aparatos no pueden hacer mas que poner af alcance de sus ojos los objetos distantes o pequefos o ha- cer audibles los sonidos débiles, No importa qué instrumentos use, en determin alcanza el limite de certeza mds al no puede pasar el conocimiento consciente, ‘Ademés, hay aspectos inconscientes de nues- tra percepcin de la realidad. El primero es el hecho de que, aun cuando nuestros sentides reaccionan ante fenémenos reales, visuales y sonoros, son trasladados en cierto modo desde el reino de la realidad al de la mente. Dentro de la mente, se convierten en sucesos psiqui= cos cuya naturaleza ultima no puede conocer- Inquietds: tres de las. cuatro. Evangeistas (en un relieve dela catecral de Chartres) sparecen como animales: ol len es Marcos, el toro 8 Lucas, #) aguila es Juan. Arriba: también son animales eres ce los hyos del dios agiecio Horus (hacia 1250 a.de J C ) ‘Anvmales y grupos de cuatro. son. simboloe religiosos. Un versie a ct PM seh | & fe) 4, eee se (porque la psique no puede conocer su pro- pia sustancia psiquica, Por tanto, cada expe- riencia contiene un niimeto ilimitado de factores desconocidos, por no mencionar el hecho de que cada objeto conereto es siempre desconocida en ciertos respectos, porque no podemos conocer la naturaleza tltima de la propia materi Después hay ciertos sucess de los que no nos hemos dado cuenta conscientemente; han permanecido, por asf decir, bajo el umbral de la consciencia. Han ocutrido pero han sido ab- sorbidos subliminalmente, sin nuestro cono- cimiento consciente. Podemos darnos cuenta de tales sucesos solo en un momento de intui- cién 0 mediante un proceso de pensamiento profunde que conduce a una posterior com- prensién de que tienen que haber ocurrido; y aunque, primeramente, podamos haber desde- fiado su importancia emotiva y vital, posterior- mente surgen del jnconsciente como una espe- cie de reflexién tardia, Podrfa aparecer, por ejemplo, en forma de suefio, Por regla general, el aspecto inconscien- te de cualquier suceso se nos revela en suefios, donde aparece no como un pensamiento rar ional sino como una imagen simbélica. Como cuestion histérica, fue el estudio de los suefios Jo que primeramente facilité a los psicdlogos investigar el aspecto inconsciente de los sue cesos de la psique consciente. Basdndose en esa prueba, Ios psicélogos su- Pusieron la existencia de una psique incons- ciente, aunque muchos cientificos y filésofos niegan su existencia. Razonan ingenuamente que tal suposicién implica la existencia de dos “sujetos” 0 (expresindolo en frase comtin) dos personalidades dentro del mismo individuo. Pero eso es precisamente lo que representa con toda exactitud, Y una de las maldiciones del hombre moderno es que mucha gente su- fre a causa de esa personalidad dividida, En modo alguno es un sintoma patolégico; es un hecho normal que puede ser observado en todo tiempo y en cualquier Jugac, No es simplemen- te el neurdtico cuya mano derecha ignora lo que hace In mano izquierda, Ese conflicto es un sintoma de una inconsciencia general que es la innegable herencia comin de toda Ja hue manidad. El hombre fue desarrollando la consciencia lenta y laboriosamente, en un proceso que ne- cesité incontables eras para alcanzar el estado civilizado (que, arbitrariamente, se fecha con la invencién de la escritura, hacia el 4,000 a. de J.C). ¥ esa evolucién esté muy lejos de hallarse completa, pues adn hay grandes zonas de la mente humana sumidas en las ti- nieblas. Lo que Hamamos la “psique” no es, en modo alguno, idéntica a nuestra consciencia y su contenido. Quienquiera que niegue ta existencia del ine consciente, supone, de hecho, que nuestro co- nocimiento actual de la psique es completo. Y esia creencia es, claramente, tan falsa como la suposicién de que sabemos todo lo que hay que saber acerca del universo, Nuestra psique es parte de la naturaleza y su enigma es ili mitado. Por tanto, no podemos definir ni la psique ni la naturaleza. Solo podemos afirmar ‘qué creemos que son y describir, to mejor que podamos, cémo funcionan. Por Jo cual, com- pletamente aparte de las pruebas acumuladas por Ia investigacién médica, hay firmes bases logicas para rechazar afitmaciones como No hay inconsciente”. Quienes dicen tales cosas no hacen mds que expresar un anticuado “mi- sonefsmo”: miedo a lo muevo y lo descono- cido, Hay razones histéricas para esa resistencia a Ia idea de una parte desconocida de la psique humana, La consciencia es una adquisicién muy reciente de la naturaleza y atin est4 en perodo “experimental”. Es fragil, amenazada por pe- ligcos especificos, y fécilmente daiiada, Como 23 han sefialado los antropélogos, uno de los desérdenes m4s comunes producidos entre los pueblos primitives es el que laman “la pérdida de un alma”, que significa, como la denomit cién indica, una rotura perceptible (0, técnicamente, una disociacién) de la conscien- cia, Entre tales pueblos, cuya consciencia esta en un nivel de desarrollo distinto al nuestro, el “alma” (0 psique) no se considera unitaria. ‘Muchos primitives suponen que el hombre tie- he un “alma selvética” ademds de la suya pro- pia, y que esa alma selvética esté encarnada en un animal salvaje o en un érbol, con el cual 1 individuo humano tiene cierta clase de iden- tidad psiquica, Esto es lo que el eminente et- ndlogo francés Lucien Lévy-Briihl Tamé una “participacién mistica”, Posteriormente, reti- 16 ese término por presiones de las criticas adversas, pero creo que sus criticos estaban equivocados. Es un hecho psicolégico muy co» nocido que un individuo puede tener tal iden- tidad inconsciente con alguna otra persona o con un objeto. Esta identidad toma diversidad de formas entre los primitives. Si el alma selvatica es Ja de un animal, al propio animal se le considera como una especie de hermano del hombre. Un. hombre cuyo hermano sea, por ejemplo, un cocodrilo, se supone que esté a selvo cuando nade ea un rio infestado de cocodrilos. Si et alma selvatica-es un Arbol, se supone que el Arbol tiene algo asi como una autoridad paternal sobre ¢l individuo concernido, En ambos casos, una ofensa contra el alma selvética se inter preta como una ofensa contra el hombre, En algunas tribus se supone que el hombre tiene varias almas; esta creencia expresa el sentimiento de algunos primitivos de que cada uno de ellos consta de varias unidades ligadas pero distintas. Esto significa que la psique in- dividual est4 muy lejos de estar debidamente sintetizada; por lo contratio, amenaza frag- mentarse muy fécilmente con solo los ataques de emociones desenfrenadas. Mientras esta situacién nos es conocida por Jos estudios de los antropSlogos, no es tan ajena, como pudiera parecer, a nuestra propia civilizacién avanzada. También nosotros pode- mos llegar a disociarnos y perder nuestra iden- tidad. Podemos estar poseidos y alterados por el mal humor 0 hacernos itrazonables ¢ inca- paces de recordar hechos importantes nuestros © de otros, de tal modo que la gente pregun- te: “Pero zqué demonios te pasa?” Hablamos acerca de ser capaces de “dominarnos", pero al autodominio es una virtud rara y notable. sDisodlacténs sigelfea una asclsién en Jn psique, Ie cval produce una neurosis. Un famaso ejemplo literarlo de ese estae do es El Dr, Jekyll y Mr. Hyde (1886), dl escocés RL. Stevenson, En volo, [a aescisléns de Jokyil toma la for- ‘ma de un cambio flsleo més qua {como la realided) un estads interior pel quico. lequierda: Mr. Hyde (do la pe lievia Ge 1992), la otre mited> de Jee. { Lor pueblos primitives amaban a la leoeiacisnpérdids de um alma>; cralan que el hombre tenfa un wala talviticy> ademés de la suya propia. Péglna epuests, tzqulerde: un hombre ola tribu Nyenga, del Congo, con una méscera ce ealao, ave con Ta que Tdertifca su alma salvaticn, { Pégina opuesta, derccha: telefonistar on tuna central muy active, mansjendo & Ia vez mmuchee lamadas. En tal ere, Is Opararias xescinden parte do. wu mente consciente para concentrarse. Pero ess eaciién es controlade y tem- poral, no una disclacién esponténes ‘orm, Podemos creer que nos dominamos; sin em- bargo, un amigo facitmente puede decirnos co- sas acerca de nosotros de las cuales no sabemos nada, Sin duda alguna, aun en lo que lamamos un elevado nivel de civilizacién, la consciencia humana todavia no ha conseguido un grado conyeniente de continuidad, Atin es vulnera- ble y susceptible la fragmentacién, Esta capa- cidad de aislar parte de nuestra mente es una caracter(stica valiosa. Nos permite concentrar~ nos sobre wna cosa en un momento determina- do, excluyendo todo Io demas que pueda re- clamar nuestra atencién. Pero hay un mundo de diferencia entre una decisién consciente de separar y suptimir temporalmente una parte de nuestra psique y una situacién en la que esto ccurra espontineamente sin nuestro co- nocimiento 0 consentimiento y aun contra nues- tra intencién. Lo primero es una hazafa ci- vilizada, Jo ultimo una primitiva “pérdida de un alma” o, aun, la causa patolégica de una neurosis. De este modo, incluso en nuestros dias, la unidad de consciencia es todavia un asunto dudoso: puede romperse con demasiada fa- cilidad, La capacidad de dominar nuestras emo- ciones, que pueden ser muy deseables desde nuestro punto de vista, seria una consecucién discutible desde otro punto de vista porque privarfa a las relaciones sociales de variedad, color y calor, Es ante este fondo donde tenemos que revi- sar la impottancia de los suefios, esas fanta- sias endebles, evasivas e inciertas, Para expli- car mi punto de vista, desearfa describir cémo se desarrollé durante un perfodo de afios y cémo fui Nevado a concluir que los suchios son la fuente mas frecuente y universalmente ac- cesible para la investigacién de la facuiltad sim- bolizadera del hombre Sigmund Freud fue el precursor que primero intenté explorar empiticamente et fondo in- consciente de la consciencia. Trabay con la presuposicién general de que los sueiios no son algo casual sino que estan asociades con pen- samientos y problemas conscientes. Esta pre- suposicién, por lo menos, no era arbitraria, Se basaba en la conclusién de cminentes neuré- Jogos (por ejemplo, Pierre Janet) de que los sintomas meurdticos se relacionan con cierta experiencia consciente, Hasta parecen ser zo- nas escindidas de la mente consciente que, en otra ocasién y bajo circunstaneias distintas, pueden ser conscientes. Antes del comienzo de este siglo, Freud y Josef Breuer habfan reconocido que los. sin- tomas neurdticos—histeria, ciertos tipos de do- lor, y 1a conducta anormal—tienen, de hecho, pleno significado simbélico. Son un medio por el cual se expresa et inconsciente, al igual que hace por medio de los suefios que, del mismo modo, son simbélicos. Un paciente, por ejem- plo, que se enfrenta con una situacisn intole- rable, puede provocar un espasmo siempre que trate de tragar: “No puede tragarlo”, En situaciones andlogas de tensién psiqnica, otro paciente tiene un ataque de asma: “No. pue- de respirar el aire de casa”, Un tercero sufre una peculiar pardlisis de las piernas: no puede andar, es decir, “ya no puede andar més”. Un 1 Sigmund Freud (Viens. 2 Oita Rank (Vera) 6 de 3 Lutwig Binswanger (Krevahingen). «8B Bell 26 5 Max Engen (Berlin) J Putnam (Boxten). 10 Emma Jung (Kusnache) 7 Ernest Jones (Toronto) Mi Sandor Ferene2\ (Budapest) 8 Wilelie Stoke (ions) 12 dung (Kusnacht) cuarto, que vomita cuando come, “no puede digerir’, cierto hecho desagradable, Podcia ci- tar muchos ejemplos de esta clase, pero tales Teacciones fisicas son solo una forma en la que los problemas que nos inquietan pueden expresarse inconscientemente. Con mayor fre- cuencia, encuentran expresién en nuestros sue~ merosas personas contat sus siefos, sabe que Jos simbolos del sueiio tienen mucha mayor variedad que los sintomas fisicos de la neuro- sis, Muchas veces consisten en fantasias ela boradas y pintorescas. Pero si el analista que se enfrenta con ese material onirico emplea la > Eugen Blouter (Zurich) técnica primitiva de Freud de “aseciacién li- bre”, encuentra que los suefios pueden redu- cirse, en definitiva, a ciertos tipos basicos. Esta técnica desempeé un papel importante en el desarrollo del psicoandlisis porque permitis a Freud utilizar los suefios como punto de par- tida desde el cual podfa explorarse el problema inconsciente del paciente. Freud hizo la sencilla pero penetrante ob- servacién de que si se alienta al sofiante a se- guir hablando acerca de las imdgenes de su suefio y Jos pensamientos que ellas suscitan ent su mente, se traicionard y revelara el fondo inconsciente de sus dolencias, tanto en lo que dice como en lo que omite deliberadamente, Sus ideas pueden parecer irracionales y dispa- tatadas pero poco después es relativamente facil ver qué es lo que estd tratando de evitar, qué pensamiento o experiencia desagradable est suprimiendo. No importa cémo trate de enmascararlo, cuanto dige apunta hacia el meo- lo de su malestar. Un médico ve tantas cosas desde el lado desagradable de 1a vida que, con frecuencia, se hala lejos de la verdad cuando interpreta las insinuaciones hechas por su pa- ciente como signos de una consciencia turba- da, Por desgracia, Io que casualmente descubre confirma sus suposiciones, Hasta aqui, nadie puede decir nada contra la teorfa de Freud de la represidin y satisfaccién de deseos como cau- sas aparentes del simbolismo de los suefios. Freud concedié particular importancia a los suefios, como punto de partida de un proceso Iquierde: muchos da los grandes pre- ccoryorer del psicoandlisis moserno, fOt0- ‘ofaindes en Un Congreso de Pstcoandlsic ‘elebrade en 191 en Weimar, Alera via. La clave puesta al ple identifica algunas de tas figuras mis imporientes, Derechas el test do elas manchas de tintas ideeda por al priquiatre sulza Hecmuon Rorschach. La forma. det jeién libre; de hecho, casi teda forma irregular bre puede provecar ot proceso avociativo Leonardo da Vi feribrd an aus Notas: eho os cosult : P itll cetoneros.aigunes. veces y rrirar 2 ‘ - las manchas de los paredec © Ins centzas dde_un furgo © nubes © harro 0 sitios anilogos en los que... sodéls encontrar utentcas Ideas maracas.» de “asociacién libre”. Pero algin tiempo des- pués, comencé a pensar que eso era una uti- lizacién errénea e inadecuada de las ricas fan- tasfas que el inconsciente produce durante el suejio. En realidad, mis dudas comenzaron ‘cuando un colega me hablé de una experiencia tenida durante un largo viaje en tren por Ru- sia, Aunque no sabfa el idioma y, por tanto, no podia descifrar la escritura cirilica, se encon- tré meditando acerca de las extraias letras en que estaban escritos los avisos de! ferroca- rril y se sumié en una divagacién en ta que imagin6 toda clase de significados para ellos. ‘Una idea le condujo a otra y en su vagar mental hallé que su “asociacién libre” habfa removido muchos viejos recuerdos. Entre ellos, le molest6 encontrar algunos desagradables y hacta mucho tiempo enterrados. cosas que ha- bia deseado olvidar y habia olvidado cons- cientemente. De hecho, habfa Hegado a lo que Jos psicétogos Hamarfan sus complejos, es de- cir, temas emotivos reprimidos que pueden producir constante perturbacién psiquica o ine cluso, en muchos casos, los sintomas de una neurosis. Este episodio me abrié los ojos al hecho de que no era necesario utilizar un suefio como punto de partida para el proceso de “asocia- cidn libre”, si se desea descubrir los compiejos de un paciente. Me mostraba que se puede aleanzar el centro directamente desde cual- quier punto de 12 brijula, Se puede comenzar desde las letras cirflicas, desde las meditacio- oraciones 0 aun desde una conversacion ca- sual acerca de algiin suceso trivial. El suefio no era ni mds ni menos til a este respecto que cualquier otro posible punto de partida. Sin embargo, los suefios tienen un significado particular aun cuando, a menudo, proceden de un trastorno emotivo en el que los complejos habituales también estén envueltos. (Los com- plejos habituales son tos puntos delicados de Ja psique que reaccionan rapidamente a un | estimulo externo 0 alteracién). Por eso la aso- ; ciacién libre puede conducir desde cualquier | suefio a criticos pensamientos secretos. | No obstante, en este punto se me ocurrié | ! i hes sobre una bola de cristal, un molino de i que (si hasta ahi estaba en lo cierto) podria deducirse legitimamente que tos suefios tienen por si mismos cierta funcién especial y més importante, Con mucha frecuencia, los sueiios tienen una estructura definida, de evidente propésito, que indica una idea o intencién sub- yacente, aunque, por regla general, lo altima no es inmediatamente comprensible. Por tan- to, comencé a considerar si se debe conceder més atencién a la forma efectiva y contenido de un suefio que a permitir a la asociacién “Jibre” que conduzea por medio de un encade- namiento de ideas a complejos que podrian aleanzarse con la misma facihdad por otros medios. Este nuevo pensamiento fue un cambio de ireccién en et desarrollo de mi psicologia. Significé que paulatinamente renuncié a Jas demas asociaciones que alejaban del texto de un suefio, Preferi concentrarme mds bien en las asociaciones del propio sueio, en la creen- cia de que fo tiltima expresaba algo especifi- co que el inconsciente trataba de decir. El cambio de mi actitud hacia los suefios os distintes estimulon poubles de Ia seociecion iore al meine (ce oraciones de un mend tbe taco (inquierda), 0 Ia bole de cratal de una ashvinedera (dere ‘cha, una adwinadors mederna en tne ferie inglese) acarreaba un cambio de método: la nueva té&- nica era tal que podria tener en cuenta los diversos y mas amplios aspectos de un sueiio. Una historia contada por Ix mente conscien- te tiene un principio, un desarrollo y un final pero no sucede lo mismo en un suctio. Sus di- mensiones de tiempo y espacio son totalmen- te distintas; para entenderlo hay que exami- narlo en todos Jos aspects, al igual que se puede coger en Tas manos un objeto descono- cido y darle vueltas y mas vueltas hasta que se conocen todos los detalles de su forma. Quizé ya haya dicho lo suficiente para mos- trar cémo se fue acrecentando mi desacuerdo con Ia asociacién “libre” tal como Ia empleé Freud al principio: yo deseaba mantenerme lo més cerca posible det sueio mismo y excluir todas las ideas que no hicieran al caso y las asociaciones que pudiera evocar. En verdad, eso podia conducir hacia los complejos de un paciente, pero yo tenfa en mi pensami‘ento una finalidad de mayor alcance que el descubri- miento de los complejos productores de alte- raciones neurdticas. Hay otros muchos me- dios con fos cuales pueden ser identifieadas: Tos psicslogos, por ejemplo, pueden captar to- @as Tas alusiones que necesiten utilizando los tests de asociacin de palabras (preguatando al paciente qué asocia a una serie dada de palabras y estudiando Iuego las respuesta) Pero para conacer y comprender ei proceso vital psiquice de toda la personalidad de un indsviduo es importante darse cuenta de que sus suefios y sus imégenes simbélieas tenen un papel mucho mas importante que des- empeiiar. Casi todo el mundo sabe, por ejemplo, que hay una mmensa variedad de imdgenes con las que se puede simbolyzar el acto sexual (0, podriamos deci, representarse en forma de alegoria) Cada una de esas imagenes puede conducir, por un proceso de asociacion, a la idea de relacién sexual y a complejos especi- ficos que cualquier mmdividuo pudiera tenet acerca de sus propios actos sexuales Pero tam- biéa pudicra desenterrar tales complejos con un soar desprerto ante un conjunto de indes- cafrales letras rusas. Por tanto, Hegué a la su: posicion de que un sueiio contiene cierto men- ssaje distinto de Ia alegoria sexual, y que eso es asi por razones defindas Para aclarar este punto: Un hombre puede sofia que introduce una lave en una cerradura, que empufia un pesado bastén, o que echa abajo wna puerta con un atsete Cada una de esas cosas puede consi- derarse una alegoria sexual Pero el hecho de que su inconsctente haya elegido, con ese fin, tuna de esas imagenes especificas—sea fa Have, al baston 0 el ariete—es también de la mayor importancia, La verdadera tarea es compren- der por qué se ha preferido 1a lave al baston acl baston al anete Y, a veces, esto pudicra conduci al descubrimiento de que no es, en definitiva, el acto sexual el que esta represen tado sino o6o punto psicolégico totalmente distanto ‘A partir de este razonamento, Negué a la Une ce fas iacontebles imagenes simbd Tieos © slegorieas op) acto sewal es Ia censn celcervo Dereche detalie de un feiadeo. del pintor alernan dels XVI Granech La implicacion sexval de Ta ‘coro det carve te subeaya con une ca ‘osm popular inglesa dela Edad Media, ‘eruleds wEl guordas Alla primara gama que dspard, ‘is Yon la segunda gama slags Y beso Y fa tercera buys en el coravin de un owen Elio exth entte las hoyos del verde 0 conclusion de que, para interpretar ua suefo, solo deberia uttlrzarse el material que forma parte clara y visible de él, El suego tiene su propia Limitacién, Su misma forma especfica nos dice qué le pertenece y qué nos aleya de él Mientras Ia asociacsn “iibre” nos engaiia alejindonos de ese material en una especie de Kinea en zigzag, e! método que desarrollé es mas semejante a una circunvalacién cuyo cen tro es la deseripetén del suciio, Trabajo en tor- no a la descripcion del sueiio y me desentien- do de todo intento que haga el sofiante para desprenderse de éI. Una y otra vez, en mi labor profestonal, he tenido que repetir las palabras: “Volvamos a su sueiio. {Qué dice el sueio?” Por ejemplo: un paciante mio sofié con una mujer vulgar, borracha y desgrefiada En el suefio, parecia que esa mujer era su esposa aunque, en la realidad, su esposa era totalmen- te distinta Por tanto, en Io externo, el suetio era asombrosamente incierto y el pacieate lo rechazé al pronto como una tonteria sofiada. Si yo, como médico suyo, le hubiera dejado miciar un proceso de ascctacion, inevitable. mente él habria intentado aleyarse lo més po- sible de la desagradable sugestién de su suefio. En tai caso, él hubiera desembocado en uno de sus compleyos princtpales—posiblemente, un complejo que nada tuviera que ver con su Una Hlave en une carraduea puede ser ton smbelo sexs) evnque no imearia- lemente quverds parte de_un rerable del oriste flomenco del: XV Comain yo. un abuipo ingles durante Ie. consa gracicn de una iglesia celebra la tradi ‘anal ceremonta golpeando an le puerta eo la iglesia con un bacule que ew Ccontemente no et un simiale Un simbclo de sutondad y de pastor Ningura imagen ‘mbolien in Simul puede docirse que tenga un sig tmficado general cograticamente tied el elements femnenino del “ masculine (ella y el ean mute an al_meonsciente femenina se fetudian en el cap 3) Esta dsicad Intena se sumboliea con freevencid. por Une figure hermafrodhts como el hertne fredita coronas. pagina opvesta arriba de un manuseret® de aiquinia eit padre y 010 de Is madve esposa—y yo no habria sabido nada acerca del significado especial de ese suefio peculiar, Entonces, cqué trataba de transmitir su in- consciente por medio de una afirmacién de falsedad tan obvia? Con toda claridad expre- saba de algén modo la idea de una mujer de- generada que estaba {ntimamente relacionada con la vida del sofiante; pero puesto que la proyeccién de esa imagen sabre su esposa era injustificada y falsa en la realidad, tuve que buscar en otra parte antes de encontrar lo que representaba esa imagen repulsiva. En la Edad Media, mucho antes de que los, fisiélogos demostraran que, a causa de nuestra estructura glandular hay, a la vez, elementos masculinos y femeninos en todos nasotros, s¢ decia que “cada hombre leva una mujer den- tro de si". Este elemento femenino de todo macho es lo que he llamado el ““énima”, Este aspecto “femenino” es esencialmente cierta clase inferior de relacionamiento con el con- torno y, particularmente con las mujeres, que se guarda cuidadosamente oculto a los demds asi como a uno mismo. Es decir, aunque 1a personalidad visible de un individuo pueda pa- recer completamente normal, también puede estar ocultando a los demas—o aun a sf mis- mo—ta situacién deplorable de “la mujer de dentro”. Ese era el caso de mi peculiar paciente: su lado femenino no era agradable, De hecho, su sueiio le decia: “En cierto modo, te estés portands como una mujer degenerada”, y eso Je produjo una conmocién conveniente. (Por supuesto, un ejemplo de esta clase no puede tomarse como prueba de que el inconsciente se ocupa de dar érdenes “morales”. El sueio no le decfa al paciente que se “portara me- jor”, sino que trataba, simplemente, de equi- ibrar fa naturaleza desnivelada de su mente consciente, la cual mantenéa la ficcién de que 41 era todo un perfecto caballero.) Es facil comprender por qué Tos sofantes tienden a ignorar, ¢ incluso negar, el mensaje de sus suefios. La conciencia se resiste a todo To inconsciente y desconocido. Ya seiialé fa existencia entre los pueblos primitives de Jo que los antropélogos Jaman “misoneismo”, un miedo profundo y supersticioso a la novedad. Los primitives manifiestan todas las reaccio- nes del animal salvaje contra los sucesos fu- nestos. Pero el hombre “‘civilizado” reacciona en una forma muy parecida ante las ideas nuevas, Ievantando barreras psicolégicas para protegerse de Ia conmocién que le produce enfrentarse con algo nuevo. Esto puede ob- servarse fécilmente en toda reaccién indivi- dual ante sus propios suefios cuando le obli= gan a admitir un pensamiento sorprendente. Muchos precursores en filosofia, ciencia, ¢ in- cluso en literatura, fueron victimas del inna to conservadurismo de sus contempordneas. La psicologia es una de las ciencias mas j6- venes; como intenta ocuparse de la labor del inconseiente, se ha encontrado inevitablemente con un misonefsmo extremado, 31 Pasado y futuro en el inconsciente Hasta ahora, he tratado de bosquejar algu- nos de los principios con los cuales afronté el problema de los suefios, pues cuando se de- sea investigar la facultad del hombre para crear simbolos, los suefios resultan el material mas bésico y accesible para ese fin. Los dos puntos fundamentales al tratar de los sueiios son: primero, el stefio ha de tratarse como un hecho acerca del cual no deben hacerse supo- siciones previas, salvo que, en cierto modo, el suefio tiene sentido; y segundo, el suefio es una expresién especifica del inconsciente. Dificilmente se podrian poner estos princi- plos en forma mas modesta. Por bajo que sca el concepto que se tenga acerca del incons- ciente, hay que conceder que merece inves- tigarse; el inconsciente, por lo menos, esté al nivel del piojo, que, después de todo, goza del honrado interés del entomélogo. Si alguien con poca experiencia y conocimiento de los suefios piensa que los suefios son solo sucedi- dos cadticos sin significado, esta en libertad de pensarlo asi. Pero st damos por admitido que son sucesos normales (como de hecho lo som), entonces hay que considerar que son 0 causados—es decir, que hay una causa racio- nal de su existencia—o, en cierto modo, inten- cionados, 0 ambas cosas. Examinemos algo mas de cerca las formas en que los contenidos conscientes e incons- cientes de la mente estén ligados. Pongamos ‘un ejemplo conocido por todos. De repente, nos encontramos que no podemos acordarnos de lo que ibamos a decir a continuacién, aun- que, un momento antes, el pensamiento era perfectamente claro, Q, quiza, fbamos a hacer la presentacién de un amigo y se nos escapa el nombre al ir a pronunciarlo. Decimos que no potiemos acordarnos; aunque, de hecho, el pensamiento se ha transformado en incons- ciente 0, al menos, ha quedado momentinea- mente separado de la consciencia, Encontra- mos los mismos fenémenos en nuestros sen- tidos. Si escuchamos una nota continuada en €l limite audible, el sonido parece interrum- pirse a intervalos regulares y comenzar de nuevo. Tales oscitaciones se deben a un de- crecimiento y crecimiento periédicas de nues- tra atencién, no a ningdn cambio de la nota. Pero cuando algo se evade de nuestra cons- ciencia no cesa de existir, como tampoco un coche que desaparece al volver una esquina se diluye en el aire, Simplemente, esté fuera de nuestra vista. Al igual que, después, pode- mos volver a ver el coche, nos encontramos con los pensamientos que hablamos perdido durante algin tiempo, Por tanto, parte del inconsciente consiste en una multitud de pensamientos oscurecidos temporalmente, impresiones e imagenes que, 2 pesar de haberse perdido, contintian influ- yendo en nuestra mente consciente. Un hombre que es distraida 0 abstraido cruza Ja habitacién para ir a coger algo. Se detiene aparentemente perplejo; se ha olvi- dado de Jo que iba a buscar. Sus manos tan- tean entre los objetos de la mesa coma si fuera un sondimbulo; se ha olvidado de su primitiva intenciém; sin embargo, inconscientemente va guiado por elta. Luego se da cuenta de lo que queria, Su inconsciente se 1o ha apuntado, Si se observa la conducta de una persona neurdtica, se la puede ver haciendo muchas cosas que parece realizar consciente e inten- cionadamente. Sin embargo, si se le pregun- ta acerca de ellas, se descubriré que 0 es in- consciente respecto a ellas o esté pensanda en otra cosa completamente distinta, Oye y RO oye; ve, pero esté como ciega; sabe y es ignorante. Tales ejemplos son tan corriemtes, que los especialistas pronto se dan cuenta de que los contenidos inconscientes de la mente se portan como si fueran conscientes y que, en tales casos, nunca se puede estar seguro de si el pensamiento, palabra o accidn es cons- ciente o no lo es, Es esta clase de conducta fo que hace que muchos médicos desechen como mentiras to- tales las afirmaciones de pacientes histéricos, Cierto es que tales personas dicen més false- dades que la mayorla de nosotros, pero “men- tira” no es precisamente la palabra adecuada, De hecho, su estado mental produce incert dumbre de conducta, porque su. consciencia es susceptible de eclipses impredecibles pro- ducidos por interferencia del inconsciente, In- luso sus sensaciones téctiles pueden tevelar similares fluctuaciones de conocimiento. En determinsdo momento, la persona histérica puede sentir en el brazo el pinchazo de una 8. antidervini El emisoneismos, un miede jeracional a les ideas nuevas, fue uno de los mayores obstéculos para ‘gue epublica aceplace la psicologia moderna, Tarbiéa se oparo a le teorit de la evolvelén de Daren, como cuerde un maestro da escucla horiesmerleano llamadn Scopes fe pron cesado en 1925 por engecar ol evalu ienismo Pégina puesta, laquierda: d- ante <} jucio, af abezado Clarence Dev row defendiends 3 Scopes. Pégina opues- te, derecha- el propio Scopes, Iqualmante in el clio de Ie te ‘uierds, publicada en 186i en Ia revista Ingese Punch, [Et ca lun hombre y wn hermano?s |. Derecha tuna Jocoea interpretacion del misoneisma cuya aguja; en ef momento siguiente, puede no ad- vertirlo, Si su atencién puede enfocarse sobre cierto punto, todo su cuerpo puede quedar como anestesiado hasta que Ja tensién causante de ese oscurecimiento de los sentidos se re- jaja. Entonces se reanuda inmediatamente la percepcién sensorial. Sin embargo, en todo momento ha estado inconscientemente atento a lo que estaba sucediendo, El médico puede ver este proceso con toda claridad cuando hipnotiza a un paciente de ese tipo. Es facil demostrar que et paciente se daba cuenta de todos los detalles. El pincha- zo en el brazo o la observacisn hecha durante un eclipse de consciencia se puede recordar tan exactamente como si no hubiera habido anestesia u “olvido”. Me acuerdo de una mu- jec que una vez fue admitida en la clinica en un estado de total estupor, Cuando a} dia si- guiente recobré la consciencia, recordé quién era, pero no sabia dénde estaba, cémo 0 por qué habia ido alli, ni cl dia. Sin embargo, des- pués de hipnotizarla, me conté por qué se habia puesto enferma, cémo habia Hegado a la clinica y quién la habia admitido, Todos es- tos detates se pudieron comprobar, Incluso pudo decir la hora en que fue admitida, por- que vio et reloj del zaguin. Bajo la hipnosis su memoria era tan clara como si hubiera estado consciente todo el tiempo, Cuando estudiamos tales materias, general mente tenemos que aportar pruebas propor- cionadas por la observacién clinica. Por tal motivo, muchos criticos suponen que el in- consciente y todas sus sutiles manifestaciones pertenecen solamente 2 la esfera de la psico- z 2 a 4 z I dice: egSoy (ecla 61) tamin que | alectricidee se ottuvirs filteendo por tess partess. 33 ee Fatologia, Consideran toda expresién del i conscieate como algo de indole neurética 0 psicopitica, que nada tiene ue ver con el estado de una mente normal. Pero los fenéme- nos neuréticos en modo alguno son exclusi« vamente producto de enfermedad. En realidad, no son mas que exageraciones patolégicas de sucesos normales; y solo porque son exagera- ciones resultan més patentes que su contra- partida normal. En todas las personas norma- es pueden observarse sintomas histéricos, pero son tan leves, que, por lo general, pasan inadvertidos, E] olvido, por ejemplo, es un proceso nor- mal en el que ciertas ideas conscientes pierden su energia espectfica, porque la atencién se desvid. Cuando el interés se vuelve hacia cual- quier parte, deja en sombra las cosas de las que se ocupaba anteriormente, al igual que un foco de juz ilumina una nueva zona, defando otra en oscuridad. Esto es inevitable, porque la conseieneia solo puede mantener en plena claridad al mismo tiempo unas pocas imdge- nes y aun esa claridad fluctia. Peto las ideas olvidadas no han dejado de existir. Aunque no pueden reproducirse a vo- Tuntad, estén presentes en un estado sublimi- nal—precisamente, més alld del umbral del recuerdo—, del cual pueden volver a surgir esponténeamente en cualquier momento, con frecuencia, después de muchos afios de apa- rente olvido total. Estoy hablando aquf de cosas ofdas 0 vis- tas conscientemente y luego olvidadas. Pero todos vemos, ofmos, olemos y gustamos mu- chas cosas sin notarlas en su momento, ya porque muestra atencién esta desviada o por- que el estimulo para nuestros sentidos es de- masiado leve para dejar una impresin cons- ciente. Sin embargo, el inconsciente se ha dado cuenta de 41, y esas subliminales percepciones sensibles desempefian un papel significative en nuestra vida diaria. Sin darnos cuenta de ello, influyen en la forma en que reaccionamos ante Jos hechos y Ta gente. ‘Un ejemplo de esto, que encontré particur Tarmente revelador, me Jo proporcioné un pro- fesor que habia estado paseando por ef campo con uno de sus disefpulos, absorbidos en pro- funda conversacién. De repente, se dio cuenta de que sus pensamientos eran interrumpidos por un inesperado torrente de recuerdos de su primera nifiez. No sabia a qué atribuir esa di traccién. Nada de lo que habia dicho parec’ tener relacisn alguna con sus recuerdos. Recons- truyendo la escena, vio que cuando surgié el primero de esos recucrdos de la nifiez acababa de pasar ante una granja. Propuso a su disci pulo que retrocedieran hasta el sitio donde habfan comenzado los recuerdos. Una ver alli, el profesor noté ef olor de los gansos, e iame- diatamente se dio cuenta de que era ese olor el que haba precipitado el torrente de re- cuerdos, En su niiiez habia vivido en una granja donde se criaban gansos, y su olor caracterfs- tico dejé una impresién duradera, aunque ol- vidada. Cuando pas6 ante la granja durante su En casos de extremads historia eolecta (aye en el paredo ae llamo uposesion=) lav canscuencia Is percepeien sensors] ezerientes parecer eclipse Iequierdin fl frenesi de una dance ce las espace Babnesa hace que for sanzantes caigan en trance ya veces © que welven com Ura si las armas Pagina epuesta, abajo el maderns rack and ell parece prove ‘ear en grees lo bain una especie de ‘ance do exenacion parecice por chor Ghece, quer, Invernblonerte, 2 marital crvzadas y cigarnilo en la boca, Iuquierda: un culte roligiose en Terres: sea (EE UU) en la actualided, cuyas ceremonies ‘reluyen el manojo de ser- Plentes venenosas La histera se pro: cinticos y palmedss; ‘ve pasando les ser- mano. (A veces los ordeduras fa: paseo, habia notado el olor subliminalmente ¥ esa percepcién inconsciente habia evocado experiencias de su nifiez por largo tiempo ol- vidadas. La pereepcién cra subliminal, porque Ja atencién estaba prendida en otras cosas y el estimulo no era Jo bastante fuerte para dese viarla y aleanzar la consciencia direetamente, Sin embargo, trajo Jos recuerdos “olvidados”. Tal “sugerencia” 0 efecto de “gatillo” puede explicar el brote de los sintomas. neuréticos, asi como los més benignos recuerdos cuando Jo que se ve, huele o suena recuerdan una cir- cunstancia del pasado, Una muchacha, por ejemplo, puede estar muy atareada en su ofi- cina, aparentemente con buena salud y de ‘buen humor, Un momento después se le levan- ta un dolor de cabeza entontecedor y mu chos otros sintomas de abatimiento, Sin no- tarlo conscientemente, ha ofdo la sirena de un barco Tejano, y eso le ha recordado incons- cientemente Ia desventurada separacién de un novio que ella hizo todo fo posible por olvidar. Aparte del olvido oormal, Freud deseribié varios casos que envolvian e) “olvido” de re- cuerdas desagradables, recuerdos que estamos muy predispuestos a perder. Como dijo Nietzs che, donde el orgullo es de sobra insistente, et recuerdo preficre ceder, Ast, entre Jos recuer~ dos perdidos, hallamos no pocos que deben su estado subliminal (y su incapacidad para ser reproducidos voluniariamente) a su naturaleza desagradable ¢ incompatible. Los psicélogos las Haman contenidos reprimidos. ‘Un caso también apropiado pudiera ser ef de una secretaria que tuviera envidia de uno de los sacios de su jefe, Ella habitualmente ol- vida invitarlo a fas reuniones, aunque el nom- bre esté claramente mareado en ta lista que ella utiliza. Pero si se le pide una explicacién sobre ello, dird simplemente que “‘se le olvi dé" y que ta “interrumpicron”. Jamis admite ni para si misma~la verdadera causa de su omisién, Mucha gente supervalora equivocadamente €l papel de ta fuerza de voluntad y piensa que nada puede ocurrir en su mente sin que lo haya decidido ¢ intentado. Pero debemos: aprender a diseriminar cuidadosamente entre Jos contenidos intencionados e inintencionados de lz mente, Los primeros derivan det ego de la personalidad; sin embargo, los tittimos pro- vienen de un origen que no es idéntica al ego, Los autos do juguete formardo la rarca de tries Votiswagen en este nuncio purde tener el elec de «ga file on lo mente Gel lactor versa. Wisndole cecverdas. inconseientes de Su ner Si esae recuerdos son ag debles, lo grato_ puede queer asc ‘redo {incanachontamenta) con el pro- ddocto y su marca sino que es su “otro lado”. Es este “otro lado” el que harla que Ia sectetaria olvidase las invi- taciones. Hay muchas causas por las cuales olvida- mos cosas que hemos sabido o vivido; y, del mismo modo, hay otras tantas formas por las, que pueden ser recordadas. Un ejemplo inte- resante es el de la criptomnesia, 0 “memoria ceulta”, Un autor puede estar eseribiendo con soltura sobre un plan preconcebido, trazando un argumento o desarrollando el esquema de un relato, cuando, de repente, se desvfa tan- gencialmente. Quiz4 se le ha ocurrido una nue- va idea o una imagen diferente o toda una trama distinta, Si se Je pregunta qué le sugi- rid la digresién, no sabré decirlo, Incluso pue- de no haberse dado cuenta del cambio, aun- que lo que ha escrito es completamente nue- vo y, en apariencia, le era desconocido antes. Sin embargo, a veces puede demostrarse de forma convincente que lo que escribié tiene un asombroso parecido con la obra de otro autor, ‘una obra que él cree no haber visto jamés. Encontré acerca de eso un ejemplo curio- sfsimo en el libro de Nietzsche Asf hablé Za. ratustra, en el que el autor reproduce, casi palabra por palabra, un suceso relatado en un diario de navegacién del aiio 1686, Por mera casualidad lei el relato del marino en un libro publicado hacia 1835 (medio siglo antes de que Nietzsche escribiera); y cuando encon- tré el pasaje andlogo en Ast hablé Zaratustra, me asombré su estilo peculiar, que era dife- rente al lenguaje usual de Nietzsche. Quedé convencido de que Nietzsche también tuvo que conocer el viejo libro, aunque no lo men- ciona. Escrib{ a su hermana, que ain vivia, y me confirmé que su hermano y ella habian leido el libro juntos cuando él tenia once aiios, Pienso, por lo dicho, que es inconcebible que Nietzsche tuviera idea alguna de estar plagian- do aquel relato. Creo que cincuenta afios des- pués se deslizé inesperadamente bajo el foco de su mente consciente, En este caso hay una reminiscencia autén- tica, aunque inadvertida. Mucho de eso mismo puede ocurrirle a un miisico que haya afdo en su infancia una tonada campesina o una can- cin popular y se la encuentra que surge como tema de un movimiento sinfénico que est& componiendo en su vida adulta. Una idea 0 una imagen ha regresado desde el inconscien- te hasta la mente consciente. Lo que, hasta ahora, he dicho acerca del inconsciente no es més que un r4pido bosquejo de la naturaleza y funcionamiento de esa com- pleja parte de la psique humana. Pero habria que indicar 1a clase de material subliminal del que pueden producirse espontdneamente los, simbolos de nuestros suefios. Este material sub- liminal puede constar de todos los deseos, impulsos e intenciones; todas las percepciones ¢ intuiciones; todos los pensamientos racio- nales e irracionales, conclusiones, inducciones, deducciones y premisas, y toda la variedad de sentimientos. Algunos o todos esos pueden tomar la forma de insconciente parcial, tem- poral o constante. Tal material, por lo comin se ha convertido en inconsciente porque—por asf decir—no hay sitio para 4 en la mente consciente. Algunos de nuestros pensamientos pierden su energia emotiva y se convierten en subliminales (es decir, ya no reciben tanta de nuestra atencién consciente) porque han venido a parecer sin interés o importancia, o porque hay alguna razn por la que descamos perderlos de vista De hecho, es normal y necesario que lo “ol- videmos” de ese modo, con el fin de dejar espacio en nuestra mente consciente para im- presiones ¢ ideas nuevas. Si no ocurriera 0, todas nuestras experiencias permanecerfan en el umbral de Ja consciencia y nuestra mente se convertirfa en una barahinda inservible. Este feémeno esté tan ampliamente recono- cido hoy dfa que la mayorfa de la gente que sabe algo sobre psicologia lo da por admitido, ‘Pero asf como los contenides conscientes pueden desvanccerse en el inconsciente, hay contenidos nuevos, los cuales jamds fueron conscientes, que pueden surgir de él. Podemos tener, por ejemplo, la vaga sospecha de que algo est4 a punto de romperse en la conscien- cia, de que “algo estd en el aire” 0 de que “nos olemos algo”. El descubrimiento de que el in- consciente no es mero depositario del pasado, sino que también esté leno de gérmenes de futuras situaciones ps{quicas e ideas, me con- dujo a mi nuevo enfoque de fa psicologia. Nu- merosas controversias se produjeron en torno a este punto, Pero es un hecho que, ademds de los recuerdos de un pasado consciente muy lejano, también pueden surgir por st mismos del inconsciente pensamientos nuevos ¢ ideas creativas, pensamientos e ideas que anterior mente jamds fueron conscientes. Se desarrolian 7 a desde las oscuras profundidades de Ta mente al igual que un loto y forman una parte impor tantisima de Ia psique subliminal Esto lo encontramos en la vida diatia, don- de los dilemas se resuelven a veces con las proposiciones més sorprendentemente nuevas; muchos artistas, filésofos y aun cientificos de- ben algunas de sus mejores ideas a las inspi- raciones que aparecen siibitamente proceden- tes del inconsciente, La capacidad de Wlegar a tun rico filén de tal material y convertirlo real- mente en filosoffa, literatura, musica 0 des- eubrimiento cientifico es uno de los contras- tes de garantia de lo que cominmente se lama’ genio. Podemos hallar una prueba palmaria de este hecho en la propia historia de Ta ciencia. Por ejemplo, el matemético francés Poincaré y el quimico Kekulé debieron importantes descu- Drimientos cientificos (como ellos mismos re- conocieron) a repentinas y pintorescas “reve- Iaciones” del insconsciente. La Wamada expe- 38 riengia “mistica” del filésofo francés Desear- tes implicaba una revelacidn repentina andloga en la que él vio, como en un reldmpago, el “orden de todas las ciencias”, El autor inglés Rovert Louis Stevenson habia pasado afios duscando un argumento que se adaptara a su “fuerte sensacién del doble set del hombre”, cuando la trama de Ef Dr. Jekyll y Mr. Hyde se le revelé repentinamente en un stiefio. Posteriormente describié con més detalles c6mo surge del inconsciente ese material y exeminaré la forma en que se expresa, Por ahora solo deseo sefialar que la capacidad de Ta psique humana para producir semejante material nuevo es particutarmente significa tiva al tratar el simbolismo de los suefios, pues encontré una y otra vez en mi trabajo profe- sional que las imagenes € ideas contenidas en los suefios posiblemente no puedan explicarse solo en funcién de la memoria. Expresan pen- samientos nuevos que, hasta entonces, jamas habfan alcanzado el umbral de la consciencia, EL quimico alerndn dal 3. XIX Keer Ie, Invesigando acerca de "1 euiror 2 tn molecular dl Bence, sand con oy uns serpiente que se mordia Ia cola, uy (Ene es im smeois aniquisinas te ‘auierda: uno. representacisn de la fon un manuscrio griego del sl 661.6.) Inlorprets a siena como que la estructura. del bencena era Gn enille cerrado da carton, come 2 fa iaqvierds de le pking, en cn iro de texto de quimica crgdnica (a1) icine oavesta: una carretera eo» fovea corrienia con una #0Adl con. ‘da que signifies «Atencia a cr ce chy aninslers, Paro lop autor Tistbs Cevya sombre so ve en primer erin) ven Un elefante, un rinoce. ronte y hasta un dincrauric, Esta pimura’ de un sonio {hacks por al fSrcsty golzaroederna) Exh Juco: by) deteribe con esactivel Ia mata ralora, aparestemente legice @ aherenes, do las imagenes. cniricas, La funcién de los suefios He llegado hasta ciertos detalles acerca de nuestra vida onirica porque es el suelo desde e cual se desarrollan originariamente la mayoria Ge los simbolos. Por desgracia, los suefios son dificiles de entender. Como ya sefialé, el suefio no es nada parecido a una historia contada por la mente consciente. En la vida diaria se pien- sa To que se desea decir, se escogen las formas mds eficaces para decirlo y se intenta que los comentarios tengan coherencia l6gica. Pot efem- plo, una persona culta tratara de evitar el em- pleo de una metéfora confusa porque daria una impresion equivoca de su punto de vista. Pero los suefios tienen una estructura diferen- te. Imégenes que parecen contradictorias y ri- diculas se apiiian sobre el sofiante, se pierde el normal sentido del tiempo y las cosas co- rrientes pueden asumir un aspecto fascinante © amenazador, Puede parecer extrafio que el inconsciente ordene su material de manera tan diferente a Ja forma, tan disciplinada en apariencia, que po- demos imponer a nuestros pensamientos en In vida despierta, Sin embargo, todo el que se detenga un momento a recordar un sueiio, se dard cuenta de ese comtraste que, de hecho, 5 una de las razones principales por las que la persona corriente encuentra tan dificil en- tender los suefios. No les encuentra sentido ateniéndose 2 su experiencia normal de cuan- do esté despierta, y, por tanto, se inclina a desentenderse de ellos 0 a confesar que se sien- te confusa, ‘Quizd resulte mas facil de comprender este punto si, en primer Jugar, nos percatamos del hecho de que las ideas maneyadas en nuestra aparentemente disciplniada vida despierta no son, en modo alguno, tan precisas como nos gusta reer. Por el contrario, su significado (y su significancia emotiva para nosotros) se hace més impreciso cuanto mds de cerca las exa- minamos. La causa de esto es que todo lo que hemos ofdo o experimentado puede con- vertirse en subliminal, es decir, puede pasar a al inconseiente. Y aun To que retenemas en nuestra mente conseiente y podemos repro- ducir a voluntad, ha adquirido un ton bajo inconsciente que matizard fa idea cada vez que Ja recordemos. Nuestras impresiones conscien- tes, en realidad, asumen répidamente un ele- mento de significado inconsciente que es de importancia psiquica para nosotros, aunque no nos damos cuenta consciente de la existencia de ose significado subliminal o de la forma en que, a la vez, extiende y confunde el signifi- ado corriente, Desde luego que, tales tonos bajos, varian de una persona a otra, Cada uno de nosotros recibe toda nocién abstracta o general en el ‘conjunto de su mente individual y, por tanto, Jo entendemos y aplicamos en nuestra forma individual. Cuando, al conversar, utiliza pa- Jabras tales como “estado”, “dinero”, “salud” © “sociedad”, supongo que mis oyentes entien- den, més 0 menos, Jo mismo que yo. Pero la frase “mas o menos" es el punto que me in- teresa. Cada palabra significa algo ligeramen- te distinto para cada persona, aun entre las que comparten 10s mismos antecedentes cul- turales. La causa de esa variacién es que una nocién general es recibida en un conjunto in- dividual y, por tanto, entendida y aplicada en forma ligeramente individual, Y ta diferencia Ge significado es naturalmente mayor cvando la gente difiere mucho en cxperiencias socia- Jes, politicas, religiosas 0 psicoidgicas. Mientras, como conceptos son idénticos a meras pa- labras, la variacién es casi imperceptible y no desempefia ningiin papel préctico. Pero cuando se necesita una definicién exacta o una explicacién minuciosa, se pueden descubrir, por cacuulidad, las més asombrosas variacio- nes no soto en la comprensién puramente inte- ectual del término sino en especial, en su tono emotvo y su aplicacién. Por regla general, es- tas variaciones son subliminales y, por tanto, jamés advertidas. Se puede tender a prescindir de tales dife- rencias como matices de significado superfluos ‘© desperdiciables que tienen poca importancia en las necesidades diaries. Pero el hecho de que existan demuestra que aun tos contenidos de consciencia mas realistas tienen en tomo una penumbra de incertidumbre, Hasta el con- cepto filoséfico 0 matematico mas cuidedosa- mente definido, del que estamos seguros que 40 no contiene mis de lo que hemos puesta en 41, es, no obstante, mas de lo que suponemos. Es un hecho psiquico y, como tal, incognoseible en parte. Los mismos nimeros que utilizamos al contar son més de To que pensamos que son. Son, al mismo tiempo, elementos mitolégicos (para los pitagbricos eran. incluso, divinos} pero no nos damos cuenta de eso cuando utili- zamos los némeros con un fin préctico, En resumen: todo concepto de nuestra men- te consciente tiene sus propias asociaciones psiquicas. Mientras tales asociaciones pue- den variar en intensidad (de acuerdo con la imporvancia relativa del concept para toda nuestra personalidad, 0 de acuerdo con otras Em estas paginas. ottos ejemplos de te ratorslesa irscional y fantastea.ée Ios tooo Pagina opuests arriba unos y rmorcieligos bullen sobre un hombre que ste sofardo on un grabado do Goya Drayones © monstruax analogos ton mse genes comunes de los sueios Pagina Spun, shape un dagen pertigye 3 un sorte’ &n un grabado on madera de FF surio de Polio, farcatia eccrite por fl monje malian eels XV Francesco Colona seroa pntura ula Et wep som in oillas, del artista raderno More svocracién dee 4l ideas y aun complejos a los que estin asociadas en nuestro inconsciente), son capaces de cam- biar el cardcter “normal” de ese concepto, In- cluso puede convertirse en algo totalmente dis- tinto mientras es arrastrado bajo el nivel de Ja consciencia. Estos aspectos subliminales de todo lo que nos ocurre puede parecer que desempefian es- aso papel en nuestra vida diaria, Pero en el anilisis de los sueios, donde el psicslogo ma- neja expresiones del inconsciente, son muy im- portantes porque son las rafces casi invisibles de nuestros pensamientos conscientes. De abi que los abjetos 0 ideas comunes puedan asu- mir tan poderosa significancia psfquicr en un suefio del que podemos despertar gravemente confusos, a pesar de haber soiiado con nada peor que una habitacién cerrada con Mave 0 un tren que hemos perdido. Las imagenes producidas en suefios son mu- cho mis pintorescas y vivaces que los concep- tos y experiencias que son su contrapartida cuando se esta despierto. Una de las causas de esto es que, en un sueio, tales conceptos pueden expresar su significado inconsciente, En nuestros pensamientos conscientes, nos constrefimos a los Iimites de las expresiones racionales, expresiones que son mucho menos coloreadas porque las hemos despojado de Ja mayorfa de sus asociaciones psfquicas. Recuerdo un suefic que tuve y que me fue Gificil de interpretar. En ese suefio, cierto in- dividuo trataba de ponerse tras de mf y saltar sobre mi espalda. Nada sabia yo de ese hom- No solo fos ndmeros, sino cosas tan ‘comynes coma lar piedras y los ar2oles, ppueden tener umportarcia simedlica para foucha gente Pagina opvesta, abo ple- rae puiestoe al Lorde del camino por ccamiranter do la Inia pare representa cl lingam, simbolo falleo vncio doe Procrencion erecha un arkol de Africa CSccidental que [oe tribuales Haman jue Juno espirtu del drool y al que stribu- {yon poder mig, re excepto que me data cuenta de que él, de algiin modo, habla eseogido cierta observacién hecha por mf y Ia tergivers6 alterando grotes- camente su significado, Pero yo no podia ver la relacidn entre este hecho y su intento, en el suefio, de saltar sobre mi. Sin embargo, en mi vida profesional ha ocurrido con frecuencia que alguien haya falseado Io que diye, tan fre- cuentemente que apenas me molesté en pregun- tarme si esa clase de falseamiento me icritaba, Ahora bien, hay cierto valor en mantener un dominio consciente de las reacciones emoti- vas; pronto me di cuenta de que ese era el pun to importante de mi suefio, Habla tomado un coloquialisme austrizeo y lo habla convertido en una imagen pictérica, Esa frase, muy co- triente en el habla comin es Du kannst mir auf den Buckel steigen (puedes saltar sobre mi espalda), que significa: “No me importa Jo que digas de mi.” Un equivalente norte- americano, que fécilmente podria aparecer en un suefio andlogo, serfa “Vete a saltar al lago”, (Go jump in the take.) Podria decirse que el cuadra de ese sueiio era simbélico porque no establecia directamen- te Ja situacién, sino que la expresaba indirec- tameate por medio de una metéfora que, al principio, no pnde comprender. Cuando ocu- re eso (como es frecuente) no est deliberada~ mente “disfrazada” por el sueio; simplemente fefleja las deficiencias de muestra compren- sién del lenguaje pintoresco cargado de emo- tividad. Porque en nuestra experiencia diaria necesitamos decir cosas con la mayor exacti tud_ posible, y hemos aprendido a prescindir de los adornos de 1a fantasia en el Ienguaje en los pensamientos, perdiendo asf una cuali- dad que es adn caracteristica de la mente pri- mitiva, La mayoria de nosotros hemos transfe- Fido al inconsciente todas fas asociaciones psi- quicas fantisticas que posee todo objeto o idea, Por otra parte, el primitivo sigue dindose cuenta de esas propiedades psiquicas; dota a animales, plantas 0 piedras con poderes que nosotros encontramos extrafios ¢ inaceptables. Un habitante de la selva africana, por ejem- plo, ve durante el dfa un animal nocturne y sabe que es un hechicero que, temporalmente, ha adoptado ese aspect. O puede considerar- lo como el alma selvética o espiritu ancestral de alguno de su tribu. Un drbol puede des- empefiar un papel vital en la vida de un primi- tivo, paseyendo, de forma evidente para él, su propia alma y voz, y ese hombre sentiré que comparte con el érbol su destino, Hay ciertos indios en Sudamérica que asegurarén que ellos son papagayos ara, aunque se dan cuenta de que carecen de plumas, alas y pico. Porque, en el mundo del hombre primitivo, las cosas no tieaen los mismos limites tajantes que tienen en nuestras sociedades “racionales”. Lo que los psicdloges llaman identidad pst- quica 0 “participacién mistica”, ha sido elimi- nado de nuestro mundo de cosas. Pero es precisamente ese halo de asociaciones incons- ientes el que da un aspecto cotoreado y fan- tastico al mundo del primitivo. Lo hemos per- ido hasta tal extremo que no lo reconocemos cuando nos Io volvemos a encontrar. Para nos atros, tales cosas quedan guardadas bajo el umbral; cuando reaparecen ocasionalmente, Péging epursta: un hechicero del Come: rim llevando una rdscere de loin, No fee qe pretends ser un leSn; asté ‘cone Yencido de que ¢# un leén. Al iguat que ce conledo.y 60 méseara de ove (pe ‘gra 25], comparte una aidentided ps- ‘quiens con e| animal, Idertieac que ex. 8 eno reine del mito y dol timbo. Iismo. 2 hombre sractonaly moderna ha Uateco. da ctligarie de talon ancelae clones plquices (que, no obstante, so- braviven en el inconsciente); para él, ure. azece es una azada y Un lesa es lo que dice «| diccionario’ (derechs), hasta nos empefiamos en que algo esta equi- vocado. ‘Mas de una vez me han consultado perso- nas cultas e inteligentes acerca de suefos ca- racteristicos, fantasias ¢, incluso, visiones que les habfan conmovido profundamente, Supo- fnian que nadie que tuviera buena salud men- tal podia padecer tales cosas y que todo el que, realmente, tenga visiones ha de tener una alteracién patolégica. Un tedlogo me dijo una vez que las visiones de Ezequiel no eran més que sintomas mérbidos y que, cuando Moisés y otras profetas ofan “voces” que les hablaban, estaban sufriendo alucinaciones, Se puede imaginar el pénico que sintié al expe- rimentar “esponténeamente” algo parecido es0. Estamos tan acostumbrados a la evidente naturaleza de nuestro mundo que apenas po- demos imaginar suceda algo que no se puede explicar por el sentido comtin. El hombre pri- mitivo enfrentado con una conmocién de ese tipo no dudaria de su salud mental; pensaria en fetiches, espfritus 0 dioses, Sin embargo, Ias emociones que nos afec- tan son las mismas. De hecho, los terrores que proceden de nuestra complicada civilizacién pueden ser mucho mas amenazadores que tos que el hombre primitivo atribuye a los demo- nios. La actitud del hombre moderno civiliza- do me recuerda, a veces, a un paviente psicé- pata de mi clinica que también era médico, Una manana le pregunté qué tal estaba, Me contest6 que habia pasado una noche maravi- losa desinfeetando todo el cielo con cloruro mercurioso, pero que durante toda esa tarea sanitaria no habfa encontrado rastro alguno de Dios. Aquf tenemos una neurosis o algo peor. 620 Hiquety wet ty tem fo St Nata na dente remy tat Ailine (a Santlitor or thei Leos ype SS COAT ioe ees eee at ep citar Enea ee sears Z anoet Beaied, ibeatbumery a tence ot Hors’ [Sting one who’ runs siter celebrities —v.t Henlse, te De Sys Ae Seas ewe ee bet aeicuien ie ns nae fh ie ae Go eee lial ceteris: sen) Sa RE Pégina opuesta. Sen Pablo caido en he Ariba grenjeroe javaneees secrficando ‘un gallo para protaper sie campos cone tra Tes espirites Tales ereencias . prdc> lucas ton fundementalee en Ta vida. pre tra por 30 viiée ce Crista {en una pine tra del artista Taliano dels XVI Ca ravagate) En vez de Dios 0 el “miedo a Dios” hay una ansiedad neurdtica o alguna clase de fobia. La emocién continué siendo la misma, pero su objeto cambié tanto de nombre como de na- turaleza para empeorar. Recuerdo a un profesor de filosoffa que una vex me consulté acerca de su fobia al cancer. Padecfa la convicein forzosa de que tenia un tumor maligno, aunque nada de eso se hallé en docenas de radiografias. “Sé que no hay nada—diria—, pero tiene que haber algo.” {Qué es lo que le producfa esa idea? Evidentemen- te procedia de un temor que no dimanaba por deliberacién conscieate, El pensamiento mér- bido se apoderd de él de repente y tenfa una fuerza propia que no pudo dominar. Era mucho més dificil para este hombre cul- to aceptar una cosa asi que lo hubiera sido para un hombre primitive decir que estaba atormentado por un espiritu, La influencia ma- ligna de los malos espiritus es, por lo menos, una hipétesis admusible en una cultura primi tiva, pero para una persona civilizada resulta una experiencia desoladora tener que admitit que sus dolencias no son més que una trave- sura insensata de su imaginacién, El primitivo fenémeno de la obsesién no ha desaparecido; AArnibar en une ercultura moderna del ingles Jneab Epstein te represents al hombre come un monstruo mecarizade, qoizd una imagen de los emalos espiri Nee de hoy cia es el mismo de siempre. Solo que s¢ interpreta de una forma distinta y mas desagradable, He hecho varias comparaciones de esa cla- se entre el hombre primitivo y el modemo. Ta- les comparaciones, como mostraré después, son esenciales pata comprender la propensién del hombre a crear simbolos y del papel que desempefian los suefios para expresarlos. Por- que nos encontramos que muchos suefios pre- sentan imdgenes y asociaciones que son andlo- gas a las ideas, mitos y ritos primitivos. Estas imagenes sofiadas fueron Iamadas por Freud “zemaneates arcaicos"; la frase sugiere que son elementos psiquicos supervivientes en la mente humana desde lejanas edades. Este pun- to de vista es caracteristico de quienes con- sideran el inconsciente como un mero apéns dice de la consciencia (0, mAs pintorescamente, un cubo de Ia basura que recoge todos los des- perdicios de la mente consciente). Investigaciones posteriares me sugirieron que esa idea es insostenible y debe ser desecha- da. Hallé que las asocraciones e imagenes de esa clase son parte integrante del inconsciente que pueden observarse en todas partes, tanto si el sofiante es culto, como analfabeto, inte- ligente @ estdpido. No hay, en, sentido alguno, 47 “remanentes” sin vida o sin significado. Si- guen funcionando y son especialmente valio- sos (como demuestra el Dr. Henderson en el capttulo siguiente de este libro) precisamente a causa de su naturaleza “historica”. Forman un puente entre las formas con que expresa- ‘mos conscientemente nuestros pensamientos y una forma de expresién més primitiva, més coloreada y pintoresca. Esta forma es tam- bign la que conmueve directamente al senti: miento y la emocién, Estas asociaciones “his- téricas” son el vinculo entre el mundo racional de la consciencia y el mundo del instinto. Ya he watado del interesante contraste en- tre los pensamientos “controlados” que tene- mos mientras estamos despiertos y ta riqueza de imagenes producida en los suefios. Ahora podemos ver otra razén para esa diferencia, Como en nuestra vida civilizada hemos des- posefdo a tantisimas ideas de su energia emo- tiva, en realidad, ya no respondemos mds a ellas, Utilizamos esas ideas al hablar y mos- tramos una reaccién usual cuando otros las emplean, pero no nos producen una impresién muy profunda, Algo més se necesita para que ciertas cosas nos convenzan lo bastante para hhacernos cambiar de actitud y de conducta. Eso es lo que hace el “lenguaje onirico”; su simbolismo tiene tanta energia psiquica que nos vemos obligados a prestarle atencidn. Por ejemplo, habia una sefiora que era muy conocida por sus prejuicios estiipidos y su ter- a resistencia a los razonamientos. Podria uno pasarse toda la noche tratando de convencerla sin resultado alguno; ella ni se habria dado Pigina oponsta: otras dos plarmnciones do espirtus: Ariba: damonios inferna Tet detcenslendo sobre Sin Antonia (eta dro del piotor slemén dol. XV) Gro nawald). Debajo, ev el parel central ce ten triptice aponés dels. XIX, of fan- auma'de un seesinado bere a6 320 tina, EI confliclo ideolbglco produce muchos de lor edemoniaes del Kombee moder. Derecha: un dibujo del_norteamer cane ‘Gahon Wilson pinta [a sombre de Krus chev come. una monsiruose miquine de Iuerte, Derecha, af extreme: 0% sibufe dde ly revista rura Krokedlil ints ol mune do occidental «imperiaiistes coma on Todo. demonisco expultado de Africa por Tas banderas de algunas de fas naciones alricanas recientemerte independientes. por enterada, Sin embargo, sus suefios toma: ron un camino distinto de acceso, Una noche sofé que asistia a una reunién social impor- tante, La anfitriona la saludé con estas pala bras: “Qué agradable que haya podido venir, Todos sus amigos estén aqui y la estén espe- rando.” Luego la anfitriona la condujo hasta la puerta, la abrid, y Ia sofante entré.... jen un establo de vacas! Este lenguaje onirico era Jo bastante sencillo para que lo comprendiera hasta un lerdo. La mujer no admitia al prin- cipio un detalle del suefio que afectaba tan directamente a su altivez; sin embargo, su mensaje la convencié y después de algun tiem- po Jo tuvo que aceptar porque no pude me- nos de ver la chana que ella misma se gasté. Tales mensajes del inconsciente son mAs im- portantes de lo que piensa la mayoria de ia gente, En nuestra vida consciente estamos ex- puestos toda clase de influencias, Hay perso» nas que nos estimulan 0 deprimen, Jos acae- cimientos en nuestro puesto de trabajo o en nuestra vida social nos perturban. Tales cosas ‘nos Hevan por caminos inadecuados a nuestra individualidad, Démonos cuenta 0 no del efec- to que tienen en muestra consciencia, se per- turba con ellas y a ellas est expuesta casi sin defensa. Especialmente, ese es el caso de la persona cuya actitud mental extravertida pone todo el énfasis en los objetos externos 0 que alberga sentimientos de inferioridad y duda respecto a su més intima personalidad. Cuanto més influida esté 1a consciencia por prejuicios, errores, fantasias y deseos infanti- les, més se ensanchard la brecha ya existente 49 haciéndose una disociacién neurética que con- duzea a una vida més o menos artifical, muy alefada de los instintos sanos, la naturaleza y la verdad. La funcién general de los suefios es intentar restablecer ituestro equilibrio psicolégico pro- duciendo material onfrico que restablezca, de forma sutil, el total equilibrio psiquico, Eso es Jo que amo ef papel complementario (0 com pensador) de los suefios en nuestra organiza- cién psiquica. Eso explica por qué gente que tiene ideas nada realistas o un concepto dema- siado elevado de sf misma o que hace planes grandiosos y desproporcionados con sus ver- daderas posibilidades, tiene suefios de volar 0 caer. El suefio compensa las deficiencias de su personalidad y, al mismo tiempo, le advierte tos peligros de su vida presente, Si se desdefian las advertencias de los suefios, pueden ocurrit verdaderos accidentes, La vietima puede caerse por las escaleras o tener un accidente automo- vilistico, Recuerdo el caso de un hombre que estaba inextricablemente envuelto en ciertos negocios oscuros, Se le desarrollé una pasién casi mér- bida por las ascensiones peligrosas de montafa, como una especie de compensacién. Buseaba “llegar més arriba de s{ mismo”. En un suefio, por la noche, se vio escalando la cumbre de tuna alta montafia en el vaclo, Cuando me cone 50 16 su suefio, vi inmediatamente e) peligro y traté de recalcar la advertencia y convencerle de que se contuviera. Incluso le dije que el suefio Te prevenfa su muerte en un accidente de montaiia. Fue en vano. Seis meses después “escalé en el vacio”. Un guia montaiiero le vio a él y aun amigo descender por una cuer- da en un sitio peligroso. El amigo habla en- contrado un saliente donde apoyar el pie y el sofiante le iba siguiendo, De repente, solté a cuerda, segin el guia, “como si fuera a sale tar en el aire”, Cay6 sobre su amigo y ambos se precipitaron y se mataron. Otro caso tipico era el de una seiora que Nevaba una vida superior a lo que le corres- pondia. Su posicién era elevada y poderosa en su vida diaria, pero tenfa suefios chocantes. que e recordaban toda clase de cosas desageads- bles. Cuando se las deseubri, se neg indig- nada a reconocerlas. Entonces Jos suefos se icieron amenazadores y lenos de alusiones a los paseos que solia dar por el bosque donde ella se permitia fantasias sentimentales. Vi el peligro que corrta, pero no escuché mis insis- ‘tentes advertencias, Muy poco tiempo después, fue salvajemente atacada en el bosque por un pervertido sexual; a no ser por ta intervencién de algunas personas que oyeron sus gritos, hhubiera sido asesinada, No hube magia en esto. Lo que sus suefios Péigina opuesta: dos influencias a Jas que fet sujeta hey dia la eonscienciaindi- Vidval: Ia publicidad (aruncio rorteame- eano. subreyando le csoziabilided») y Is propagands politica (cartel francés para el referendum de 1962 instando a Wotar ‘es, pero con cttor sebrapuestos con el ence de le oposicién). Estas y otras influencise puedon hacar cua viva mes en formes inadecuadas a nuestra rnaturaleza Indivisual; y et desequilibrio pslqvico que se puede deriver tiene que Ser compensaclo por el inconsciente, Derecha: ol torrero (tbujo del nortan americana Roland B, Wilson), al pares e206 figeramente porturbado ‘2 causa ds So alslemlenta, Su inconsciente, en #0 funeién compensadors, ha creado un competerg iluscrio ® quian el torrare onfigea (er ef ole del dibyjo): «Ne fe s2lo 610, Bil, sino que ayer me volv 1 sorprender hablande conmigo misma!» Abo: El oréelo ditico consultado por fet rey geo de Atenes (le un x00 pis tado} Los «mensajes» dol Incorsciente on con facuercia tan sicilinos yam bigues como eran lax palabras cel ‘oraeulo, me dijeron es que esta mujer tenfa el secreto anhelo de una aventura de ese tipo, al igual que el escalador de montafia buscaba incons- cientemente Ia satisfaccién de encontrar una salida definitiva a sus dificultades, Evidente- mente ninguno de los dos se esperaba el eleva- do precio que pagarian: ella la rotura de va- rios huesos y él la propia vida. Por tanto, los sueiios, a veces, pueden anun- ciar ciertos sucesos mucho antes de que ocu- fran en Ja realidad. Esto no es un milagro o une forma de precognicién, Muchas crisis de nuestra vida tienen una larga historia incons- ciente. Vamos hacia ellas paso a paso sin dar- nos cuenta de los peligros que se van acumu- lando. Pero lo que no conseguimos ver cons- cientemente, cot frecuencia lo ve nuestro inconsciente que nos transmite Ja informacion por medio de los suesos. Los suefios pueden, muchas veces, adverti nos de ese modo; pero igualmente, muchas ve~ ces, parece que no pueden, Per tanto, toda su- posicién acerca de una mano benévola que nos detiene a tiempo es dudosa. O, diciéndolo en forma mds concreta, parece que cierta inter- vencién benévola unas veces acta y otras no. La mano misteriosa puede, incluso, sefialar el camino de la perdicién; los suefios demuestran que son trampas o que parecen serlo. A veces se comportan como el ordculo délfico que dijo si al rey Creso que si cruzaba el rfo Halis, des- truirfa un gran reino. Solo después de haber sido derrotado completamente en una batalla, después de cruzar el rio, fue cuando se dio cuenta de que el reino aludido por el ordculo era su propio reino. No podemos permitirnos ser ingenuos al tra tar de Ios sueiios. Se originan en un espirita que no es totalmente humano sino mds bien una bocanada de naturaleza, un espfritu de diosas belias y generosas pero también crue- Jes. Si queremos caracterizar ese espiritu, ten- dremos que acercarnos més a él, ene] Smbito de las mitologfes antiguas 0 las fabulas de los bosques primitives, que en la consciencia del hombre moderno. No niego que se han obte- nido grandes ganancias con Ja evolucjén de la sociedad civilizada. Pero esas ganancias se han hecho al precio de enormes pérdidas cuyo al- cance apenas hemos comenzado a calcular. Parte del propésito de mis comparaciones en- tre los estados primitive y civilizado del hom- bre ha sido mostrar el balance de esas pérdi- das y ganancias. El hombre primitive estaba mucho mas go- bernado por sus instintos que sus modernos descendientes “racionales” los cuales han apren- dido a “dominarse”. En este proceso civili- zador hemos ido separando progresivamente nuestra consciencia de los profundos estratos instintivos de la psique humana y, en definiti- va, hasta de la base somética det fenémeno psiquico. Afortunadamente, no hemos perdido esos estratos instintivos bésicos; continiian siendo parte del inconsciente aun cuando solo pueden expresarse por medio de imagenes so- fiadas. Esos fenémenos instintivos—aunque, incidentalmente, no siempre podemos recono- cerlos por lo que son, porque su cardcter es simbélico—desempefian un papel vital en lo que tlamé la funcién compensadora de los suefios, En beneficio de la estabilidad mental y aun de la salud fisiolégica, el inconsciente y la cons- ciencia deben estar integralmente conectados Y, por tanto, moverse en Hneas paralelas. Si estn separados o “disociados”, se derivaré al- teracién psicoldgica. A este respecto, los sim- bolos ontricos son los mensajeros esenciales de la parte instintiva enviados a la parte racional de Ta mente humana, y su interpretacién en- riguece la pobreza de la consciencia de tal 52 modo que aprende a entender de nuevo el ol- vidado lenguaje de los instintos. Por supuesto, la gente puede poner en duda esa funcién ya que sus simbolos pasan, con tanta frecuencia, inadvertidos o sin compren- derse, En la vida normal, fa comprensién de los suefios con frecuencia se considera super- flua, Puedo poner un ejemplo de esto por mi experiencia con una tribu primitiva del Africa oriental, Para asombro mio, esos hombres iri- buales negaban que tuvieran ningin sueho. Pero con paciencia, en charlas indirectas con ellos pronto comprobé que tenfan suefios como todos los demés, pero que estaban convencidos de que sus suefios carecfan de significado, “Los suefios de los hombres corrientes no signifi- can nada”, me dijeron. Crefan que los ttnicos suefios que importaban eran los de los jefes y los hechiceros; de estos, los que concernfan al bienestar de ja tribu, eran muy apreciados. El tinico inconveniente era que el jefe y et hechicero decian que ellos habfan dejado de tener suefios significativos. Databan ese cam- bio en el tiempo en que los ingleses Megaron al pais. El comisario del distrito—el funciona- rio inglés encargado de ellos—habia ocupado la funcién de los “grandes suefios” que hasta entonces guiaban Ja conducta de ta tribu, ‘Cuando estos tribuales admitfan que ellos no tenfan suefios, salvo los que carecfan de sig- nificado, pensaban como el hombre moderno gue cree que un suefio no tiene significado para él simplemente porque no lo entiende. Pero aun un hombre civilizado puede obser- var, a veces, que un suelio (del cual, incluso, no se acuerda), puede alterar su humor mejo- randolo o empeordndolo. El sucfio ha sido “comprendido” pero solo en forma subliminal. Y esto es lo que ocurre por lo general. Solo cuando, en raras ocasiones, un suefio produce una impresién especial o se repite a interva- Jos regulares, la mayorfa de la gente conside- ra deseable una interpretacién, Deberia afadir una palabra de advertencia contra el andlisis torpe o incompetente de los suefios. Hay algunas personas cuyo estado men- tal est tan desequilibrado que la interpreta- cién de sus suefios tiene que ser extremada- mente arriesgada; en tal caso, una consciencia muy unilateral esté separada de su correspon- diente inconsciente irracional o “quebrantado”, y no deben juntarse los dos sin tomar precau- ciones especiales, Y, hablando més en general, es una simple bobada creer en gufas sistemdticas ya prepa- radas, para Ia interpretacién de suetios, como si Se pudiera comprar, sencillamente, un libro de consulta y buscar en él un simbolo deter- minado, Ningin simbolo onfrico puede sepa- rarse del individuo que lo suefa y no hay in- terpretacién definida o sencilla de todo suetio. Cada individuo varia tanto en la forma en que su inconsciente complementa o compensa su mente consciente que es imposible estar seguro. de hasta qué punto pueden clasificarse los suefios y sus simbolos. Pégina opuests: una fotografia de Jung (cuarto por la dorecha) en 1926 con los tribuales do Ia monta- fa Elgon, Konia El estucio directo hecho por Jurg sobre las sociedodas rimitias le eeneujo a muchos de fut més valiotos y profundas cone. mientos pricalégicor. Derecha: dos libros de suiot—une e le Inclaterra moderne y otro del Egypto antiguo {el cltime es uno de los" documentos. escrtos mét antl Ql0s existentes, h. 2000 a de J.C.), Tals riots de le son prefabricadas y hechas ample fe corecen de Walr, lor toeor 200 Individusles en grado sumay $0 lumpotismo no puede encasiirss. Es verdad que hay sueiios y simbolos aisla- dos (preferiria Hamarlos “motivos”) que son tipicos y se producen con frecuencia. Entre tales motivos estan las cafdas, los vuelos, ser perseguido por animales peligrosos u hombres. hostiles, estar poco o absurdamente vestido en lugares piblicos, tener © estar perdi- do entre las apreturas de una multitud, luchar con armas imitiles o estar completamente in- defenso, correr mucho sin Negar 2 ninguna parte, Un tipico motivo infantil es sofiar que se crece 0 se disminuye infinitamente © que se transforma en otro como, por ejemplo, se Tee en Alicia en el pais de las maravillas, de Lewis Carrol. Pero debo insistir en que 650s son. motivos que han de considerarse en el con- texto del propio sueiio, no como cifras que se explican por si mismas. EI suefio repetido es un fenémeno digno de nota, Hay casos en que la gente tiene el mismo suefio desde la infancia hasta los dltimos aitos de su vida adulta, Un suefio de esa clase sucle ser un intento para compensar un defecto par- ticular de la actitud del sofiante hacia la vidas © pucde datar de un momento traumitico que dejé tras de sf cierto perjuicio espectfico, A veces, también puede presagiar un futuro su- ceso importante. Yo soié cierto motivo durante varios afios, acerca de que yo “descubrfa” una parte de mi casa cuya existencia desconocia, Unas veces <0 trataba de las habitaciones donde vivieron mis padres, ya hacia tiempo fallecidos, y donde mi 2a AySAetln £ wt, syasen ax rules Ae a) sistecn J a Paip \ = Se tg ER seid $B AL IONS ces - Fak Sabo S emi PBSasEy ones 33 chasse uh ements ‘Raut tet Be teste | anim padre, para sorpresa mia, tenia un laborato- rio en el que estudiaba la anatomfa compa- rada de los peces, y mi madre tenia un hotel para visitantes fantasmales. Usualmente esa ala desconocida del edificio destinada a los hués- pedes era un edificio viejo e histérico, olvida- do hacia mucho tiempo, pero de mi propiedad heredada, Contenfa interesante mobiliario an- tiguo, y hacia el final de esa serie de sueiios, descubri una vieja biblioteca cayos libros me eran desconocides. Finalmente, en el timo suefio, abri uno de fos libros y hallé en él una profusién de ilustraciones del més maravilloso simbolismo. Cuando desperté, mi corazén pal- pitaba excitado Poco tiempo antes de tener ese iiltimo y par- ticular suefio de Ja serie, habia enviado un en- cargo a un librero de viejo acerca de una de las compilaciones clasicas de los alquimistas medievales, Habia hallado una cita literaria y pensé que podria tener cierta relacién con la primitiva alquimia bizantina y deseé compro- barla. Warias semanas después de tener el sue- fio del libro descontocido, recibi un paquete det librero. Dentra habfa un volumen en perga- mino que databa del siglo xvi. Estaba ilustrado con deliciosos dibujos simbélicos que inmedia- tamente me recordaron los que habia visto en el sueiio, Como el redescubrimiento de los principios de la alquimia Negé a ser parte im- pertante de mi trabajo como precursor de la psicologia, el motivo de mi reiterado suefio puede comprenderse fécilmente. La casa, des- de luego, era un simbolo de mi personalidad y su consciente campo de intereses; y el anexo desconocido representaba el presagio de un nuevo campo de interés ¢ investigacién del que mi mente consciente no se dio cuenta por entonces. Desde aquel momento, hace treinta afios, no volvi a tener ese sucfio. Arriba un ejemelo famosa dl suero fammun de ise heciends me Undbbuje de Alle on rmaravilas (1877) muestra a Alico Creciende haste tena la cata Con tro el suefe, igualmence comun. ce velar, e9 un dibuIo Cel artiste sles dele XIX Wham Blake}, ute edo «yA, come sofia con e068 im poner!» 34 El anilisis de los suefios Comencé este ensayo sefialando Ia diferen- cia entre signo y simbolo, E! signo es siem- pre menor que el concepto que representa, mientras que un sfmbolo siempre representa algo més que su significado evidente e inme- diato. Ademds, los simbolos son productos na- turales y esponténeos. Ningiin genio se senté jams con la pluma o el pincel en la mano, diciendo: “Ahora voy inventar un simbolo.” Nadie puede tomar un pensamiento més o me- fos racional, alcanzado como deduccién 16gi- ca o con deliberada intencién y luego darle forma “simbélica”. Nada importan cuantos adomos fantdsticos puedan ponerse a una idea de esa clase, pues continuard siendo un signo, ligado al pensamiento consciente que hay tras 4), pero no un simbolo que insinila algo no conocido atin. En los suefios, los simbolos se producen espontaneamente porque los sueios curren, pero no se inventan; por tanto, son la fuente principal de todo lo que sabemos acerca del simbolismo, Pero debo sefialar que los simbolos no solo se producen en los suefios. Aparecen en toda clase de manifestacién psiquica. Hay pensamientos y sentimientos simbdlicos, situaciones y actos sim- Bélicos. Frecuentemente parece que hasta los objetos inanimados cooperan con el inconscien- te en la aportacién de simbolismos. Hay nu- merosas historias de probada autenticidad acerca de relojes que se paran en el momento de morir su dueio; uno fue el reloy de péndu- lo en el palacio de Federico el Grande en Sans Souci, el cual se pars al morir el empe- rador. Otros ejemplos corrientes son los de es- ‘A. veces, los cbjer0s inanimados parecon ssectuar> eumbelicamente Paging opues- te, abao “ol relay de Federico el Gran ce, ef uel s¢ pard al morirse su duefio fen 1788. Lor simbolos son _producidos esponts fneamente por al inconsciente (aunque, iar terde, pueden ser eloborades cone cestemente) Derecha el enkh, simbolo de ia de, el universo y el hombre en fl Egipte soniguo Por contrat, lon em Biemas de compsias aéreas son 19908 sdeados conscientemente, no simbolos pejos que se rompen o cuadros que caen cuando ocurre un fallecimiento; 0 roturas menores, pero inexplicables, en una casa donde alguien esta sufriendo una crisis emotiva. Aun si los escépticos se niegan a dar crédito a tales relatos, las historias de esa clase siempre si- guen presentandose, y eso solo puede servir de amplia demostracién de su importancia psi- colégica. Sin embargo, hay muchos simbolos (entre ellos el m4s importante) que no son individua- les sino cofectives en su naturaleza y origen. Son, principalmente imigenes religiosas. El creyente admite que son de origen divino, que han sido revelados al hombre. El escéptico dice rotundamente que han sido inventados. Ambos estén equivocados. Es cierto, como dice el escéptico, que los simbolos religiosos y los concaptos fueron durante siglos objeto de ela- boracidn cuidadosa y plenamente consciente. Es por igual cierto, como to es para el cre- yente, que su origen est4 tan enterrado en el ‘mistetio del remoto pasado que no parecen tener origen humano. Pero, de hecho, son “re~ presentaciones colectivas” emanadas de los suefios de edades primutivas y de fantasias crea- doras. Como tales, esas imagenes son manifes- taciones involuntanamente esponténess y en modo alguno invenciones intencionadas. Este hecho, como explicaré después, tiene una conexida directa e importante con Ja inter- pretacién de los suefios, Es evidente que si admitimos que el sueio es simbélico, lo inter- pretaremos de distinta forma que una persona que crea que el pensamiento energético esen- 35 cial 0 emacién ya es conocido y esté meramen- te “disfrazado” por e! sueio. En el sltimo caso, la interpretacién del sueiio tiene poco sentido, Puesto que se encuentra [o que ya se conoce. Por esa razén, yo siempre decfa a mis alum- aos: “Aprendan cuanto puedan acerca del sim- bolismo; luego, olvidenlo todo cuando estén analizando un suefio.” Este consejo es de tal importancia préctica que hice de él una norma para recordarme que Jamds puedo entender to suficiente ef suefio de otra persona para inter- pretarlo correctamente, Hice eso con el fin de detener el torrente de mis propias asociacio- nes y reacciones, que, si no, podrfan prevalecer sobre las incertidumbres y titubeos de mi pa- ciente. Como es de la mayor importancia te- rapéutica para un analista captar el mensaje especial de un suefio (es decir, la contribucién que el inconsciente est haciendo a la mente consciente) Io mas exactamente posible, es para él esencial explorar el contenido de un suefio en su totalidad, ‘Cuando trabajaba con Freud, tuve un suefo que aclata este punto, Sofié que estaba en “mi casa”, al parecer en el primer piso, en una sa- lita abrigada, grata, amucblada al estilo del siglo xvi. Estaba asombrado de que jamés hhubiera visto esa habitacién y empecé a pre- guntarme cémo serfa ta planta baja, Bajé la escalera y me encontré que era mas bien oscu- ra, con patedes apaneladas y mobiliario pesa- do det siglo xvr 0 aun anterior. Mi sorpresa y mi curiosidad aumentaron, Necesitaba ver mds de Ia restante estructura de esa casa, Asi es que bajé a la bodega, donde encontré una puer- Drache let padres de Jung Enter rea de Jung por la réigién antique Yl mutolagin te slejo. del mundo Feligioto de sus padres (su pedre erm Pastor protestante), como muestra eb uefa, explicseo en esta pM, que tuvo cuando trabaiebe con Freud Pde fg siguente Jung en Burghelz, ‘onde traueys an (900 comme psiqula: ‘a en un hospital mental 36 ta que daba a un tramo de escalones de piedra que conducian a un gran espacio abovedado. EI suelo estaba formado por grandes losas de piedre_y las paredes parecian muy antiguas, Examiné la argamasa y vi que estaba mezcla- da con trozos de ladrillo. Evidentemente, las patedes eran de origen romano. Mi excitacién iba en aumento. En un rincéa, vi una argolla de hierra en una losa, Tiré de Ia argolla y vi ‘otro tramo estrecho de escalones que Hevaban @ una especie de cueva que parecia una tumba prehstérica, donde habia dos calaveras, algu- nos huesos y trozos rotos de vasijas. Enton- ‘ees me desperté, Si Freud, cuando analizé este suefio, hubie- ra seguido mi método de explorar sus asocia- clones especificas y contexto, habria escucha- do una historia de mayor alcance. Pero temo que la hubiera desdefiado por considerarla un mero esfuerzo para librarse de un problema que, en realidad, era el suyo. El suefio, de he- cho, es un breve resumen de mi vida, mas es- peefficamente, del desarrollo de mi mente. Cre- ‘of en una casa que databa de hacta doscientos afios, nuestro mobiliario constaba, en su ma yorfa, de muebles de hacia trescientos aiios y, hasta entonces, mi mayor aventura espiritual, en la esfera de la mente, habia sido el estudio de la filosoffa de Kant y Schopenhauer. La ‘gran aoticia de entonces era la obra de Char- Jes Darwin, Hasta muy poco antes de eso, yo habia vivido con los tranquilos conceptos me dievales de mis padres, para quienes el mun- do y los hombres atin estaban presididos por fa omnipotencia y la providencia divinas. Ese mundo se habfa convertido en anticuado y ca- duco. Mi fe cristiana se habia hecho muy re- lativa en su encuentro con las religiones orien- tales y la filosofia griega. Por eso la planta baja era tan silenciosa, oscura y, evidentemen- te, deshabitada. Mi interés histrico de entonces arrancaba de una primitiva preocupaci6n por la anatornfa comparada y la paleontologfa que tuve mien- tras trabajé como auxiliar en el Instituto Ana- témico. Me sentfa fascinado por los huesos del hombre {6sil, en especial por el tan discu- tido Neanderthalensis y el mas discutido aiin crineo del Pithecanthropus de Dubois. De he- cho, esas eran mis verdaderas asociaciones res- pecto al suefio; pero no me atrevi a mencionar el tema de las calaveras, los esquéletas 0 ca- dayeres a Freud porque sabfa que ese tema no era de su agrado. Mantuvo la curiosa idea de que yo presagiaba su muerte temprana, Y sa- caba tal conclusién de] hecho de que yo mos- traba mucho interés por los caddveres momi ficados del Namado Bleikeller de Bremen, que visitamos juntos en 1999 en auestro viaje para tomar el barco con direccién a América. Por tanto no me senti inclinado a exponer mis pensamientos ya que, por reciente expe- riencia, quedé profundamente impresionado por el casi insalvable abismo que separaba los puntos de vista y ef fondo mental de Freud y los mfos. Temfa perder su amistad si le expo- nia mi propio mundo interior que, supuse, le hubiera parecido muy extraito. Sintiéndome demasiado inseguro de mi propia psicologia, amente, le mentf respecto a mis EEE EE EE — — “asociaciones libres” con el fin de librarme de Ja tarea imposible de explicarle mi sistema per- sonal y completamente distinto, Debo excusarme por este relato, un tanto largo, de los apuros en que me vi al contar mi suefio a Freud. Pero es un buen ejemplo de las dificultades con que se tropieza durante el andlisis de un suefio auténtico, Gran parte de ellas depende de las diferencias entre el analista y el anatizado, Pronto me di cuenta de que Freud buscaba algiin deseo Incompatible mio, Asi es que pro- bé a sugetir que las calaveras con las que soné podrfan referirse a ciertos miembros de mi familia cuya muerte, por alguna razin, pudie- ra yo desear, Esta sugerencia encontr6 su apro- bacién, pero yo no quedé satisfecho con una solucién tan 2comodaticia, Mientras trataba de encontrar respuesta apropiada a las preguntas de Freud, me sentt confuso por una intuicién acerca del papel que el factor subjetivo desempeita en la compren- si6n psicolégica. Mi intuicién era tan abruma- dora que sélo pensé en como escapar de ese embrotlo y tomé el camino fécil de una men- tira, Fso no eta nj elegante ni moraimente de- fendible; pero, de otro modo, me hubiera arries gado a una fatal disputa con Freud, y yo n0 me sentia en condiciones para eso por muchas razones. Mi intuicién consistfa en la percepcién pro- funda y més repentina e inesperada del hecho de que mi suefio significaba yo mismo, mi vida y mi mundo, toda mi realidad frente a una estructura tedrica erigida por otro, por una mente extraiia con razones y propésitos suyos, El! suefio no era de Freud sino mfo; y vi de repente, como en un reldmpago, 1o que signi- ficaba mi suefio. Este conflicto aclara un punto vital acerca del andlisis de los suefios. No es tanto una técnica que puede aprenderse y aplicarse segiin sus nermas como un cambio dialéctico entre dos personalidades, Si se maneja como una técnica mecénica, la personalidad psiquica in- dividual del sofiante se pietde y el problema terapéutico se reduce a la simple pregunta: 1Cudl de las dos personas concernidas—el ana- lista o el sofiante—dominard a la otra? Desis- tf del tratamiento hipnético por esta razén, porque no querfa imponer a otros mi voluntad. Deseaba que el proceso curativo surgiese de la 7 propia personalidad del paciente, no de mis sugestiones que podrian tener solo un efecto pasajero, Mi finalidad era proteger y preservar Ia dignidad y Ia libertad del paciente de modo que pudiera vivir segiin sus deseos, En este intercambio con Freud, empecé a ver con cla- tidad que, antes de construir teories generales sobre el hombre y si psique, tenemos que aprender mucho més acerca del verdadero set humano del que nos vamos a ocupar. El individuo es la tinica realidad, Cuanto mas nos alejamos del individuo hacia ideas abstractas acerca del homo sapiens, mis ex- puestos estamos a caer en el error. En estos tiempos de conmociones y ripidos cambios so- Ciales, es deseable saber inucho més de lo que sabemos acerca del ser humano individual, por= que es mucho Io que depende de sus cualida- des mentales y morales. Pero si queremos ver las cosas en su verdadera perspectiva, necesi- tamos comprender el pasado del hombre ast como su presente. De ahi que sea de impor- tancia esencial comprender los mitos y los simbolos, PRESIATA 50 case sae s ERES UMA RAT, igneusTeee, ase toes ERB TETS elason Bie aid, NTS LW PRBIE. & peceeo ek a 58 way4 Panes Los estes atta haw El problema de los tipos En todas tas demés ramas de la ciencia, es legitimo aplicar una hipétesis a un tema im- personal. Sin embargo, la psicologia nos en- frenta inevitablemente con las relaciones vivas entre dos individuos, ninguno de los cuales puede ser despojado de personalidad subjetiva ni, por supuesto, despersonalizado de cualquier otra forma, El analista y su paciente pueden comenzar acordando tratar un problema ele- sido, de una forma impersonal y objetiva; pero una vez que hayan comenzado, su res pectiva ¥ total personalidad se vera envuelta en ef estudio del problema. En ese momento, solo seré posible avanzar si pueden Megat a un acuerdo mutuo. zPodemos hacer cualquier tipo de juicio ob- jetivo acerca del resultado final? Solo si ha- cemos una comparacién entre nuestras con- clusiones y las normas generales que son vé~ lidas en el medio social a que pertenecen los individuos. Aun entonces, hemos de tener en cuenta el equilibrio mental (0 “cordura”) del individuo en cuestin. Porque el resultado no puede ser un total nivelamicnto colective del DE Hécno we ther maacecn Un extravertide afirmative domina aun ‘ecoquinade inteovertide en una Bistorie- ta del nortearericano Jules Foiffer (*) Esce tarmines.junguienos para [es «ti: por humanos ne. son dogmiticor: por fiempla, Gandhi (eégice opvesta) ver, aseético (intravartico) y rie gente politico {extravertida), Un Indic uomcualquier rosico. de ia mnulitud (fen (a otra foto)—selo puede ser cla: ssfieado aproximademente. individuo para adaptarlo a las “normas” de su sociedad. Esto levaria a la situacién menos natural. Una sociedad sana y normal es aquella en que la gente esté habitualmente en des- acuerdo porque un acuerdo general es relati« vamente raro fuera de la esfera de las cuali- dades humanas instintivas, El desacuerdo funciona como an vehiculo de Ja vida mental en sociedad, pero no es una meta; el acuerdo es jgualmente importante, Como la psicologla depende basicamente de! equilibrio de opuestas, ningiin juicio puede con- siderarse definitive si no se ha tenido en cuenta su reversibilidad. La causa de esa peculiaridad reside en el hecho de que no hay punto de vista por encima o fuera de la psicologia que nos permita formar un juicio definitive acerca de To que es fa psique, A pesar del hecho de que los suefios requic- ten tratamiento individual, son necesarias cier- tas generalidades con el fin de clasificar y acla- rar el material que recoge el psicélogo al es- tudiar muchos individuos. Es evidente que seria imposible formular teoria psicolégica alguna, 9 ensefiarla, describiendo grandes can- tidades de casos aislados sin ningin esfuerzo Por ver lo que tuvieran en comin y en qué diferian. Puede elegirse como base toda carace teristica general. Se puede, por ejemplo, hacer una distincién relativamente sencilla entre in- ividuos que tienen personalidad “extraverti- da” y otras que son “introvertidos”, Esta es solo una de las muchas generalizaciones posi- bles, pero permite ver inmediatamente las difi- cultades que pueden surgir si el analista fuera de un tipo y su paciente del otro, Puesto que todo anilisis profundo de un suefio lleva a la confrontacién de dos indivi- duos, seri muy distinto si sus tipos de acti- tud son Tos mismos © no fo son. Si ambos pertenecen al mismo tipo, pueden seguir ade- Tante con toda felicidad por mucho tiempo. Pero si uno es extravertida y el otro introver- tido, sus puntos de vista distintos y contradice torios pueden chocar de plano, en especial cuando desconocen su propio tipo de persona- lidad 0 cuando estin convencidos de que el suyo es el nico tipo justo, El extravertido, por ee ir ejemplo, elegiré el punto de vista de la ma- Yoria; el introvertido Io rechazara simplemente por considerarlo de moda, Tal desavenencia es facil porque el valor def uno no es valor para el otro. El propio Freud, por ejemplo, inter- pretaba al tipo intravertido como un individuo mérbidamente concernido consigo mismo. Pero la introspeccién y el autoconocimiento tam- ign pueden ser de grandisimo valor e impor- tancia. Es de necesidad vital tener en cuenta tales diferencias de personatidad en la interpreta- cién de sueiios. No se puede suponer que et analista es un superhombre que esté por en- cima de tales diferencias, precisamente porque es un médico que adquirié una teoria psico- Jégica_y su correspondiente técnica. El solo puede imaginarse que es superior mientras su- pone que su teorfa y su técnica son por entero verdaderas, capaces de abarcar la totalidad de Ja psique humana, Puesto que tal suposicién es mds que dudosa, realmente no puede estar seguro de ella, En consecuencia, se verd asal- tado por dudas secretas si confronta la tota- Jidad humana de su paciente con una teoria © ténica (que es metamente una hipétesis 0 tun intento) en vez de confrontarla con su pro- pia totalidad viva. La total personalidad del analista es el tini- co equivalente adecuado de la personalidad de su paciente. La experiencia psicolégica y el saber no son m4s que meras ventajas por parte del analista. Pero no le mantienen al margen de Ia contienda en la que se verd puesto a etal Case punto de le 2rdjule Sites: “en un ipo cen. predomini de Sponsmionton, el Indo eeertimiento> estar ones desorcisgetesentiantossancn Sou) in facies de opener yesloae le STpwrienca ch Inform en que. poder hie sronto que esd bien acer som, in neceided de snoicr 0 razor col porate Serta nti). Desde Lege, oy superba tin en cata indviguo: on unt barra con fredominio dit epercepciins, a Indo el fovea © w cel swcinento puede fot Sci ten tonne (y 20, opuste, ei tine, sarin nds oil. o prueba tanto como st paciente, Por to cual interesa mucho si sus personalidades estén en armonia, en conflicto 0 se complementan. La extraversién y la introversién son solo dos particularidades entre las muchas de la conducta humana. Pero con frecuencia son fo bastante evidentes y faciles de reconocer. por ejemplo, se estudian los individuos extra- vertidos, pronto se descubre que difieren en muchas formas unos de otros y que el ser ex- travertido es, por tanto, un concepto superfi- cial y demasiado general para ser realmente ca- acteristics. Por eso, hace ya tiempo traté de encontrar otras particularidades bdsicas, par- ticularidades que pueden servir para poner clerto orden en las vatiaciones, aparentemente ilimitadas, de la individvalidad bumana, Siempre me impresioné et hecho de que hu- biera un numero sorprendente de individuos que jamés utifizaban la mente, si podian evi- tarlo, y un ndmero igual que la utilizaban, pero en una forma asombrosamente estdpida. También me sorprendié encontrar muchas per- sonas inteligentes y muy despiertas que vivian (en to que se podia apreciar) como si nunca hubieran aprendido a utilizar los sentidos: no vefan las cosas que tenfan ante los ojos, no ofan Tas palabras dichas ante sus oidos ni sentfan las cosas que tocaban o saboreaban, Algunas vivian sin enterarse det estado de su cuerpo. Hab(a otras que parecfan vivir en un estado de consciencia més curioso, como si el estado al que habjan llegado fuese definitivo, sin po- Pensar/Pensomionto en Pereibi/Pereepeién Intui7/inturain Senti/Sentiniento Percibi/Pereepcién — ‘Senti/ Sertimiento Pensar/Pensamierto Intui/ intuiosn sibilidad de cambio, 0 como si el mundo y Ja psique fueran estiticas y hubieran de per- manecer asf por siempre. Parecian vacias de toda imaginacién y que dependieran entera- mente de su percepcién sensorial. Las ocasi nes y las posibilidades no existian en su mundo y en su “hoy” no habla verdadero “mafiana”. Et futuro eta exactamente Ia repeticién del pa- sado, Estoy tratando de dar al lector una visham- bre de mis primeras impresiones cuando co- mencé a observar li muchisima gente que co- noci. Sin embargo, pronto vi con claridad que Jas personas que utilizaban la inteligencia eran’ as que pensaban, es decir, que aplicaban su facultad intelectual para tratar de adaptarse a Ja gente y las circunstancias. Y las personas igualmence inteligentes que no pensaban eran Jas que buscaban y encontraban su camino por medio del sentimiento, “Sentimiento” es una palabra que requiere cierta explicacién, Por ejemplo, “sentimiento” [feeling] corresponde a la palabra francesa sen- timent. Pero también se aplica 1a misma pas labta para definir una opini6n, por ejemplo, un comunicedo de fa Casa Blanca puede co- menzar: “El Presidente siente {feels o “El sen- tir (a opinién) del Presidente...]”. Ademds la palabra puede emplearse para expreser una in- tuicién: “Sentt como si...” Cuando empleo la palabra “sentimiento” Ueeting} en contraste con “pensamiento”, me refiera a un juicio de valor, por ejemplo, agra- dable y desagradable, bueno y malo, etc. El sentimiento, segin esta definicién, no es una emocién (que, como indica la palabra, es in- voluntaria). El sentimiento a que me refiero es (como ei pensamiento) una funcién racional (es decir, ordenante), mientras que la intuicién es una funcidn irracional (es decir, percibien- te). En tanto que la intuicién es una "sospe- cha”, no es el producto de un acto voluntario; es, mds bien, un acto, involuntario que depen- de de diversas circunstancias externas o in- ternas y no de un acto de juicio. La intuicién se parece mds a la percepcién sensorial, que también es un acto irracional en tanto que dependa esencialmente de estimulos objetivos que deben su existencia a causas fisicas, no a causas mentales. Estos cuatro tipos funcionales corresponden a los medios evidentes por los cuales obtiene Ja conciencia su orientacién hacia la experien- cia. La percepcién (es decir, la percepcién sen- sorial) nos dice que algo existe; el pensd- miento nos dice lo que es; el sentimiento nos dice st es agradable o no lo es; y la intuicién nos dice de dénde viene y adénde va. El lector ha de entender que estos cuatro criterios sobre los tipos de conducta humana son solo cuatro puntos de vista entre otros muchos, como fuerza de voluntad, tempera ‘mento, imaginacién, memoria y demds. No hay nada dogmatico en ello, pero su naturaleza basica fos abona como criterios adecuados de clasificacién. Los encuentro especialmente uti- Jes cuando tengo que dar explicaciones 2 los padres acerca de sus hijos y a los maridos acerca de sus esposas, y viceversa. También son uitiles pata comprender los prejuicios pro- ios. Por tanto, si se desea comprender el sueito de otra persona, hay que sacrificar las predi« lecciones propias y suprimir los prejuicios. Esto no es fécil ni cémodo porque representa un esfuerzo moral que no es del gusto de todos. Pero si el analista no hace el esfuerzo de eri- ticar su propio punto de vista y admitir su relatividad, no conseguiré ni la informacién ni el suficiente conocimiento profundo de la mente de su paciente, El analista espera, por Jo menos, cierta buena voluntad, por parte del paciente, para que escuche su opinién y fa tome en serio; y al paciente hay que conce- derle el miso derecho. Aunque tal relacién es indispensable para toda comprensién y, por tanto, es de necesidad evidente, debemos re- cordar una y otta vez que en la terapia es més importante para el paciente comprender que para el analista ver satisfecha su expec tacién te6rica, La resistencia del paciente a Ia interpretaciGn del analista no es necesariamen- te mala; es, més bien, un sintoma seguro de que algo encaja mal. O es que el paciente to- davia no atcanz6 el punto de comprensién para 41, 0 es que Ia interpretaciém no es adecuada, En nuestros esfuerzos para interpretar los stmbolos onfricos de otra persona, casi nos sen- timos invariablemente estorbades por nuestra tendencia a rellenar Tos inevitables huecos en nuestra comprensién mediante la proyeccién, es decir, con la suposicién de que lo que el analista percibe o piensa es percibido y pensa- do igualmente por el sofante. Para superar esa 61 fuente de error, siempre insist{ en la impor tancia de aferrarse al contexto del suefioc en cuestin y excluir todas las suposiciones ted- ricas acerca de los suefios en general, excepto de la hipétesis de que los suefios, en cierto modo, tienen sentido. Se desprenderd claramente de todo lo que she dicho que no se pueden dar normas gene- rales para la interpretacin de suefios. Cuando sugeri primeramente que la funcién primordial de los sueiios parece ser la de compensar las deficiencias 0 falseamientos de la mente cons- ciente, quise decir que esa suposicién abria el camino més prometedor hacia la naturaleza de los suefios particulares. En algunos casos, se puede ver esa funcién claramente demostrada. Uno de mis pacientes tenfa un concepto muy elevado de sf mismo y no se daba cuenta de que casi cuantos le conocian se sentian irtitados por sus aires de superioridad moral, ‘Me conté un suefio en el que vio un vagabun- do borracho caer en una zania, lo cual solo evocé en este paciente ef comentario conmi- serativo: “Es terrible ver qué bajo puede caer ‘un hombre.” Bra evidente que la naturaleza desagtadable del suefio era, en parte, un in- tento de contrapesar su inflada idea acerca de sus propios méritos, Pero habia algo mis que eso. Resulté que tenia un hermano que era un alcohélico degenerado. Lo que también revelaba el suefio era que su actitud superior estaba compensando al hermano, a la vez como figura’ exterior e interior, En otro caso que recuerdo, una mujer que estaba orgullosa de su inteligente comprensién de Ia psicologfa soié repetidamente con otra mujer. Cuando en su vida ordinaria se encon- traba con esa mujer, no Je agradaba porque la consideraba una intrigante vanidosa y des- Teal. Pero en los suefios, la mujer aparecia casi como una hermana, simpética y amable, paciente no podfa comprender por qué so- fiarfa tan favorablemente acerca de una perso- na que le desagradaba. Pero estos suefios es- taban tratando de transmitir la idea de que ella misma era “seguida” por un personaje inconsciente que se parecia a la otra mujer. Resultaba arduo para mi paciente, que tenia ideas muy claras acerca de su propia persona- lidad, comprender que ef sueiio le estaba ha- blando de un poderoso complejo suyo y de sus ccultas motivaciones: influencias inconsciente 62 que la habian Ievado més de una vez a rifias desagradables con sus amistades. Pero siem- pre habia culpado de ellas a los demés, no a sf misma. No es simplemente el lado «sombrios de nuestra personalidad el que descuidamos, des- defiamos y reprimimos, También podemos ha- cer lo mismo con nuestras cualidades positi- vas. Un ejemplo que me viene a la memoria es el de un hombre, en apariencia modesto, retraido y de modales agradables. Siempre pa- recfa conformarse con el dltimo sitio, pero insistia discretamente en que se notara su pre- sencia. Cuando se le pedia su opinién daba una bien informada, aunque jamds trataba de imponetla. Pero, a veces, insinuaba que ua tema determinado podrla tratarse de una for- ma superior desde un nivel més elevado (aun- que nunca explicaba cémo). Sin embargo, en sus suefios, constantemente se encontraba con grandes figuras histéricas tales como Napoleén y Alejandro Magno. Es- tos sucfios estaban clatamente compensando ‘un complejo de inferioridad. Pero tenian otras secuelas. {Qué clase de hombre debo de ser, Preguntaba el suefio, para tener tan ilustres visitantes? A este respecto, los suefios apun- taban a una secreta megalomania que contra- pesaba el sentimiento de inferioridad det so- fiante, Esa inconsciente idea de grandeza le aislaba de la realidad de su ambiente y Je pacitaba para permanecer alejado de obligacio- nes que resultarian imperativas para otras per- sonas, No sentia necesidad de demastrar—a sf mismo © a otros—que su juicio superior se basaba en méritos superiores. De hecho, estaba jugando inconscientemente a un juego insensato y Ios sueiios trataban de evarlo al plano de la consciencia de una forma particularmente ambigua. Departir con Napo- leén y charlar con Alejandro Magno son exac- tamente el tipo de fantusfas producidas por un complejo de inferioridad. Pero zpor qué —se me diré—no puede ser el suefio claro y directo acerca de eso y decir sin ambighedad Jo que tuviera que decir? Con frecuencia me han hecho esa pregunta y también me la he hecho yo mismo. A me- nudo me ha sorprendido la forma atormenta- dora con que los suefios parecen evadir una informacién concreta u omitir el punto deci- sivo. Freud supuso la existencia de una fun- Pagina puesta un aleahdico neo. rregible en ura chabela.neovorquina (ee lp pelicvia, de 1955, Ont Bowery}. Una figure as; puede 2p3- tecer en tos svefon de. Gn hembra que se stente superior @ los demis De ee modo, 50 inconsciente com> ponsarea To urilateralided Ge eu mene Ceracho La peseliia,pintura del ar- iste sues, dal CVI, Henry Puc sell Cast todos hemo stdo. despor- tadorsobressitacae 0. aleradoe por rnuesiros suofor, misniras dorm: mes, Po parece due estamos. protege ‘dos entra los contenido del incens ‘ronte ee, cién especial de la psique a la que Mamaba el “censor”, Este, segin suponia, retoreia las imégenes oniricas y las dejaba irreconocibles ‘© equivocas con el fin de engafiat a la cons- ciencia acerca del verdadero tema del suefio. Ocultando al sofiante el peasamiento critico, el “censor” le protegia, mientras estaba durmien- do, del sobresalto que le produciria un recuer- do desagradable. Pero yo veo con escepticismo la teorfa de que el suefo sea un guardian del dormir; lo m&s frecuente es que los suefios perturben el dormir. ‘Mis bien parece como si el aproximamiento a la consciencia tuviera el efecto de “tachar” Jos contenidos subliminales de la psique. Zi estado subliminal retiene ideas © imagenes con un nivel de tensién mucho més bajo que el que tienen en ta consciencia. En 1a situa- cién subliminal pierden claridad de lineas; las relaciones entre ellas son menos légicas y més vagamente andlogas, menos racionales y, por tanto, mas “incomprensibles”. Esto también se puede observar en todas las situaciones andlo- gas al suefio, ya se deban a Ja fatiga, a Ia fie~ bre o a las toxinas, Pero si ocurre algo que proporcione mayor tensién a cualquiera de esas imagenes, se transforman en menos sublimina- Tes y, segiin se acercan ms al umbral de la consciencia, en mds rotundamente definidas. Por ese hecho podemos comprender por qué Jos suefios se expresan frecuentemente en for- ma de analogias, por qué una isagen onirica se introduce en otra y por qué ni nuestra légi- ca ni muestra medida del tiempo de cuando estamos despiertos parecen tener aplicacién. La forma que toman los suefios es natural al in- consciente porque el material con el que estin construidos esta retenido en estado subliminal Precisamente de ese modo. Los suefios no de- fienden el acto de dormir de lo que Freud Tlamé “deseo incompatible”. Lo que él llamé “enmascaramiento” es, de hecho, la forma na- tural que adoptan todos los impulsos en el inconsciente. Por tanto, un suefio no puede Producir un pensamiento definido. $i comien- za a hacetlo, deja de ser un suefio porque traspasa el umbral de la consciencia. De ahf que los suefios parezcan omitic los puntos que, verdaderamente, son los més importantes para Ta mente consciente y parecen, mis bien, ma- nifestar el “borde de la consciencia”, como et Palido centelleo de las estrellas durante un eclipse total de sol. Hemos de comprender que los simbolos onf= ricos son, en su mayoria, manifestaciones de ma psique que estd més’alld del dominio de Ja mente consciente. Significado y propésito fo son precrogativas de la mente: actian en Ja totalidad de la naturaleza viva. En princi- pio, no hay diferencia entre desarrollo orgénico ¥ psiquico. A! igual que una planta produce us flores, la psique crea sus simbolos. Cada sueio es prucba de ese proceso. ‘Asi, por medio de los suefios (més toda cla- se de intuiciones, impulsos y otros hechos o3- ponténeos) las fuerzas instintivas influyen en la actividad de la consciencia. Que esa influen- cia sea para bien o para mal depende del con- tenido efectivo del inconsciente, Si contiene muchas cosas que, normalmente, deberfan ser conscientes, entonces su funcién se retuerce y se perjudica; los motivos parecen no basarse en verdaderos instintos, sino que deben su existencia e importancia psiquica al hecho de que han sido consignados al inconsciente por represién o desdén. Recargan la normal psique inconsciente y desvian su tendencia natural a exptesar simbolos y motivos bésicos, Por tan- 64 to, es razonable que un psicoanalista, ocupado en una alteracién mental, comience provocan- do en su paciente una confesién, mas 0 menos yoluntaria, y comprobando todo lo que des- agrade 0 infunda miedo al paciente. Esto es andlogo a la mucho més antigua confesién de la Iglesia que, de diversas ma- neras, se anticips a las modemas técnicas psi- col6gicas. Al menos esa es la regla general. Sin embargo, en la préctica, puede actuar en forma opucsta; los opresivos sentimientos de infe- rioridad 0 la debitidad grave pueden dificul- tar mucho, incluso imposibilitar, que el pa- ciente se enfrente con nuevas pruebas de su propia insuficiencia. Por eso, hallé con fre- ‘cuencia que era provechoso comenzar presen- tando al paciente un panorama positivo; esto Je proporcionaba una saludable sensacién de seguridad cuando se acercaba a las observa- ciones més penosas, Pongamos como ejemplo un suefio de “exal- tacién personal” en et que, digamos, uno toma ef té con la Reina de Inglaterra o chatle inti- ‘mamente con el Papa. Si el sofiante no es un esquizofrénico, la interpretacién prdctica del simbolo depende en gran medida de su es tado mental presente, es decir, la situacién de su ego. Si el sofiante sobreestima su propio valor, es facil demostrar (por el material extrai- do por asociacién de ideas) cudn inadecuadas infantiles son las intenciones del sofiante y cGmo proceden, en gran parte, de sus deseos infantiles de ser igual o superior a sus padres. Pero si se trata de un caso de inferioridad, en el que un invasor sentimiento de insigni cancia se ha sobrepuesto a todo aspecto posi- tivo de Ia personalidad del sofante, seria un completo error deprimirle aiin més mostrén- dole Jo infantil, ridiculo y hasta perverso que es. Eso aumentaria cruelmente su inferioridad, asi como producirfa mala acogida y resisten- cia innecesaria al tratamiento, ‘No hay técnica terapéutica 0 doctrina que sea de aplicacién genetal, ya que cada caso que se presenta para tratamiento es un indivi- Pésina opuasta: los suehos hercicoe con fog que Walter Mitty (an in palieuls de 1947 sobre al cuenta de Jemes Thurber} eompersabo su santimiento. ce inferio. iced. duo en unas condiciones especificas. Me acuer- do de un paciente al que tuve que tratar du- rante nueve afios, Le vi sélo durante algunas semanas cada afio, pues vivia en el extranjero, Desde el principio supe cudl era su verdadero padecimiento, pero también me di cuenta de que el menor intento para acercarse a la ver~ dad tropezarfa con una violenta reaccién de- fensiva que amenazaria con una total ruptura entre nosotros, Me gustata 0 no, tuve que ha- cer todo Jo posible para mantener nuestras re- laciones y seguir sus inclinaciones, que estaban sostenidas por sus stiefios y que alejaban nues- tro examen de la raiz de su neurosis, Nos apartamos tanto que muchas veces me acusé de estar desviando a mi paciente. Unicamente el hecho de que su estado mejoraba, despacio Pero francamente, me impidié enfrentarle, sin rodeos, con la verdad. Sin embargo, en el décimo afio, el paciente se consideré curado y libre de todos sus s{n- tomas. Me quedé sorprendido porque, ted camente, su estado era incurable. Notando mi asombro, sonrié y me dijo (en sustancia): “So- bre todo, quiero darle las gracias por su infa: tigable tacto y paciengia para ayudarme a ace- char ta triste causa de mi neurosis, Ahora cs- toy dispuesto a contarle todo sobre ella. Si hhubiera sido capaz de hablar libremente acerca de ella se lo hubiera contado el primer dia de consulta. Pero eso hubiera desbaratado mis rolaciones con usted. {Qué habria sido de mf entonces? Me habria quedado destrozado mo- ralmente. Durante estos diez afios aprend{ a confiar en usted; y segin aumentaba mi con- fianza, mejoraba mi estado. Mejoraba porque ese lento proceso restauré la confianza en mf mismo, Abora me encuentro lo bastante fuer- te para que examinemos el problema que me estaba destruyendo.” Luego me confesé con terrible franqueza su problema, el cual me demostré con cudnta ra- zén hubimos de seguir un tratamiento tan par ticular. La conmocién originaria habfa sido tal que se sintié incapaz de enfrentarse con ella 41 solo, Necesitaba la ayuda de otro, y la labor terapéutica fue el restablecimiento lento de la confianza mas que la demostracién de una teo- ria clinica, De casos como ese, aprendi a adaptar mis métodos a Tas necesidades de cada paciente en vez de confiarme a tedricas consideraciones generales que podrfan ser inaplicables en cual- quier caso particular. El conocimiento que, Le eas de fos locos, pintado por ‘Goya Ntense ab 2 le derecha, La sxquizoirenia ome, fon tracuencia, la forma de , atta grabado es una he sere celebrada.an verano por le juventud niveran, renvevee ‘160 do una antigua hestd pagane i ‘con encantamientos mégicos) y exalta al indi- viduo hacia una identificacién con el héroe. Si intentamos ver tal situacién con los ojos del creyente, cuizd podamos comprender cé:0 el hombre cortiente puede liberarse de su in- capacidad y desgracia personales y dotarse (al menos temporalmente) con una cualidad casi sobrehumana, Con mucha frecuencia, tal eon viccién le sostendré por largo tiempo e im- primir4 cierto estilo a su vida, Incluso puede establecer la t6nica de toda una sociedad. Un ejemplo notable de esto puede hallarse en los misterios eleusinos, que, finalmente, fueron su- primidos a principios det siglo vit de la era cristiana, Expresaban, junto con el ordculo del- fico, Ja esencia y espititu de la Grecia anti- gua. Eq medida mucko mayor, 1a propia era cristina debe su nombre y significancia al antiguo misterio del dios-hombre que tiene sus taices en et arquetipico mito Osiris-Horus del Egipto antiguo. ‘Comtinmente se supone que en alguna de~ terminada ocasién de los tiempos prehistéri- cos s¢ “inventaron” las ideas mitolégicas bisi- cas por algin inteligente filésofo anciane o profeta y que, en adelante, fueron “crefdas” Por el pueblo crédulo y carente de sentido ¢ri- tico. Se dice que fas historias contadas por un sacerdocio a la biisqueda del poder no son “verdad”, sino solo “pensamiento anhelante”. Pero la misma palabra “inventar” deriva del latin invenire y significa “encontrar”, y de abi, encontrar algo “buscandolo”. En el dltimo caso, Ja propia palabra insimtia cierto conocimiento anticipado de lo que se va a encontrar, Permitaseme volver a las extraiias ideas con- tenidas en los suefios de Ia nifia, Parece in- verosimil que las buseara, puesto que estaba sorprendida de haberias encontrado. Le ocu- rrieron més bien como cuentos singulares € inesperados que le parecieron lo bastante no- tables para ofrecérselos a su padre como rega- Jo de Navidad. Sin embargo, al hacerlo asi, 1os elev a la esfera de nuestro superviviente mis- terio cristiano: el nacimiento de nuestro Se- ior, mezclado con el secreto del arbol de ver- dor perenne que trae la luz recién nacida, (Esto se refiere al quinto sueito.) Aunque hay amplias pruebas histéricas de Ja relacién simbélica entre Cristo y el simbolo del arbol, los padres de la nia se habrian sentido muy desconcertados si se les hubiera pedido que explicaran exactamente qué signi- fieaban al adornar un 4rbol con velas encen- didas para celebrar el nacimiento de Cristo. “Ah, es solo una costumbre de Navidad!”, habrian contestado. Una respuesta seria ha- bria requerido una amplia disertacién acerca del antiguo simbolismo del dios mortal y su relacidn con el culto de ta Gran Madre y su simbolo, el rbol, por solo mencionar un as- pecto de este complicado problema, Cuanto mds profundicemas en los origenes de una “imagen colectiva” (0, dicho en iengua- je eclesiéstico, de wa dogma) mas descubrire- mos una matafia, al parecer interminable, de moxtelos arquetfpicos que, antes de los tiempos modemnos, no habian sido objeto de reflexion conseiente. As{ es que, por paradéjico que pa- rezca, sabemos més acerca de simbolismo tolégico que ninguna otra generacién anterior a la nuestra, El hecho es que, en tiempos an- teriores, los hombres no reflexionaban sobre sus simbolos; os vivian y estaban inconscien- temente animados por su significado, Mustraré esto con una experiencia que tuve una vez con los salvajes del Monte Elgcn, en Africa. Todas Jas mafianas, al amanecer, salfan de sus chozas y se echaban el aliento 0 se es- cupfan en las manos que juego extend‘an hacia Jos primeros rayos de sol como si estuvieran ofreciendo su aliento 0 su saliva al dios na- ciente, 0 mungu. (Esta palabra swahili, que empleaban af explicar el acto ritual, deriva de una ralz polingsica equivalente a mana o mu lungu, Estos términos, y otros similares, de- signan un “poder” de extraordinaria eficacia y penetracién que podriamos lamar divino, Por tanto, la palabra mungu es el equivalente de Alé 0 Dios.) Cuando les pregunté qué ex- presaban con ese acto 0 por qué Jo hacfan, se sintieron completamente desconcertados. Solo i pudieron decirme: “Siempre fo hemos hecho. Siempre se ha hecho cuando sale el sol.” Se rieron ante la deduccién obvia de que el sol cra mungu. Cierto es que el sol no es murgu cuando esté por encima del horizonte; mungu es el momento preciso en que sale, Lo que hacian era evidente para mi, pero no para ellos; se limitaban a hacerlo sin reflexio- nar jams en lo que hacian, En consecuencia, eran incapaces de explicarlo. Ltegué a la con- clusién de que ofrecfan su alma a mungu por- que el alicnto (de vida) y Ia saliva significan “sustancia del alma”, Echar el aliento 0 escu- pir sobre alguna cosa transmite un efecto “mi gic” como, por ejempo, cuando Cristo uvli= 26 saliva para carar al ci¢go, 0 cuando un hijo aspira el iiltimo aliento de sw padre agonizan- te con el fin de posesionarse de su alma. Es myy inverosimil que esos africanos, aun en tiempos remotos, hubieran sobide jamés algo més acerca del significado de su ceremonia, De hecho, sus antepasados probablemente sabian menos porque eran mas profundamente incous- cientes atin de sus motivas y pensaban menos acerca de sus acciones, EI Fausto de Goethe dice apropiadamente: “Im Anfang war die Tat”. (En el principio fue el hecho.) Los “hechos” jamds fueron inven- tados, fueron realizados; por otra parte, los pensamientos son un descubrimiento relativa- mente tardio del hombre. Primeramente fue impulsado hacia los hechos por factores in- conscientes; solo fue mucho tiempo después cuando comenzé a reflexionar sabre las causas que le habian impulsado; y le costé mucho tiempo Hegar a la idea absurda de que tenfa que haberse impulsado 41 mismo, ya que su mente era incapaz de identificar tinguna otra fuerza motivadora que no fuera la suya propia, Nos reirfamos ante la idea de uaa planta o un animal investigindose; sin embargo, hay mucha gente que cree que la psique o mente se invents a st misma y por tanto fue la crea- dora de su propia existencia. En realidad, 1a mente se ha desarrollado hasta su estado ac- tual de conseiencia, como una bellota se des- arrolla hasta ser una encina 0 como los sau- rios evolucionaron hasta set mamiferos. Se ha estado desarrollando durante muchisimo tiem- po y atin sigue su desarrollo, asi es que esta- mos impulsados por fuerzas internas y tam- bign por estimulos externos, 81 Estos motivos intenores surgen de su ori- gen profundo, que no esta hecho por Ja cons- ciencia mt esta bajo su domino, En la mtolo- gia de tos tempos primitivos, esas fuerzas se Hamaban mana o espiritus, demonios y dtoses. Hoy dia son tan activos como Io fueron siem- pre. Si se adaptan a nuestros deseas, los Ma mamos inspiraciones felices 9 impulses y nos congratulamos de ser tan ingemosos. Si van on contra duestra, entonces decmos que es solo mala suerte o que crertas personas estén en nuestra contra 0 que le causa de nuestras des- gracias debe de ser patologica, La unica cosa que no queremos admit es que dependemos de “poderes” que estin fuera de nuestro do- minio. Sin embargo, es cierto que en tempos re- cientes, el hombre civilizado adquirié crerta fuerza de voluntad que puede aplicar donde le plazea. Aprendis a realizar su trabajo efi- cazmente sin tener que recurrir a cdnticos y tambores que le hipnotizaran deyindole en trance de actuar Incluso puede prescindir de la oracion drama para pedir ayuda divina, Pue+ de realizar Io que se propone y puede llevar, sin dificultad, sus eas a la accién, mientras que el hombre prumitivo parece estar trabado 2 cada paso, en su accion, por miedos, suzers- tuciones y otros obstacules invisibles, El dicho “querer es poder” es Ja supersteién del hom- bre moderno, No obstante, para mantener su creencia, el hombre contemporaneo paga ¢! precio de una notable falta de mtrospeccidn. Esta ciego para el hecho de que, con todo su racionalismo y eficiencia, estd posefdo por “poderes” que es- tin fuera de su dominio, No han desaparecido del todo sus dioses y demontos; solamente han adoptado nuevos nombres Ellos le man- tienen en el curso de su vida sin descanso, con ‘vagas aprensiones, complicaciones pstcoligicas, insactable sed de pildoras, alcohol, tabaco, co- muda y, sobre todo, un amplio desphegue de neurosis. Dos ejemplos de Ie creencia en el po Ger den formular en términos intelectuales. Para ello, tendriamos que ser capaces de compren- der Ja yida misma, porque es la vida la que produce emociones ¢ ideas simbéticas, EI psicdlogo académico est4 en plena liber- tad de desechar el fenémeno de la emocién o el concept del inconsciente (0 ambos) de su consideraci6n. No obstante, siguen siendo unos hechos a los que e) médico psicdlogo, por lo menos, tiene que prestar la debida aten- cin; porque Ios conflictos emotivos y la in- tervencién del inconsciente son los rasgos cli- sicos de su ciencia, Si trata a un paciente, se enfrenta con esos irracionalismos coma con he- chos dificiles, independientemente de su ca- pacidad para formularlos en términos incefec- tuales. Por tanto, es muy natural que la gente que no ha tenido la experiencia médica del psi- eélogo encuentre diffcil entender lo que ocurre cuando Ja psicologla deja de ser un estudio tranquile de! cientifico en su laboratorio y se convierte en una parte activa de la aventura real de la vida. El tiro al blanco en un campo de tiro es muy distinto a un campo de bata- tas el doctor tiene que tratar con vfctimas de una guerra auténtica, Tiene que ocuparse de realidades psfquicas, aunque no pueda in- corporarlas en definiciones cientificas. Por cso no hay Sibro de texto que pueda enseliar psi cologia; se aprende solo con experiencia efec- tiva, Podemos ver claramente este punto cuando examinamos ciertos simbalos muy conocidos. La cruz en la religién cristiana, por ejem- plo, 2s un simbolo significative que expresa una multitud de aspectos, ideas y emociones; pero una cruz puesta tras un nombre en una lista indica, simplemente, que el individuo esté muerto. El falo es un sfmbolo amplisimo en la religién hindi, pero si un rapazuelo de le calle pinta uno en Ja pared, no hace més que reflejar interés por su pene, Como las fanta- sias infantiles y adolescentes con frecuencia se prolongan en la vida adulta, se tienen mu- chos suefios en los que hay inequfvocas alu- siones sexuales, Seria absurdo entenderlas como otra cosa, Pero cuando un electricista habla del macho y Ia hembra en un enchufe, 91 serfa ridfculo suponer que se recrea reavivan- do las fantasfas de la adotescencia. Simplemen- te atiliza pintorescos nombres descriptivos de los materiales que emplea. Cuando un hin- ii culto nos habla acerca del Lingam (el falo, que, en la mitologia hindi, representa al dios Siva), se pueden oft cosas que los occidenta- Jes jamds relacionariames con el pene. En rea- Tidad, ef Lingam no es una alusién obscena; ni es la cruz, meramente, un signo de muerte, Mucho de ello depende de la madurez. del so- fiante que produce tales imagenes. La interpretacin de los sueios y de los simbolos requiere inteligencia. No puede trans- formarse en un sistema mecinico y luego en- granarlo en cerebros sin imaginaciGn, Requie- re, a la vez, un creciente conocimiento de la individualidad del sofiante y una creciente au- tovigitancia por parte del intérprete, Los que no tienen experiencia en este campo negardn que haya normas sencillas que puedan ser ti- les, aunque han de aplicarse con prudencia e inteligencia. Se pueden seguir todas las buenas normas y, fo obdstante, empantanarse en el mas terrible disparate, solo por desdefiar un detalle, sin importancia en apariencia, que una intetigencia mejor no hubiera dejado escapar. Incluso un hombre de gran inteligencia puede desviarse por falta de intuicién 0 de sensibi- fidad. Cuando intentamos comprender los simbo- los, no solo nos enfrentamos con el propio sim- bolo, sino que nos vemos frente a la tota lidad de la produccién individual de simbolos, Esto incluye el estudio de sus antecedentes culturales y, en el proceso, rellena uno mu- chos huecos con Ja cultura propia. He adop- tado como norma considerar cada caso como una proposicién completamente nueva acerca de ta cual no debo saber ni siquiera el abece- dari. Las respuestas rutinaries pueden ser pricticas y tiles mientras se esté tratando la superficie, peto tan pronto como se esté en contacto con Jos problemas vitales, es Ia pro- pia vida Ta que manda y aun tas brillantes pre- misas teGricas se convierten en palabreria, Imaginacién e intuicién son vitales para nuestra comprensién, Y aunque la opiniéa po- pular cortiente es que son valiosas, principal- mente, para poetas y artistas (que en cues- tiones de “juicio” no serfan de fiar), de hecho, son igualmente vitales en los escalones més 92 elevados de Ja ciencia, Abt desempefian un papel cada vez mas importante que suplementa el del intelecto “racional” y su aplieacién a un problema especifico, Incluso en fisica, la mas estricta de todas las ciencias aplicadas, depende en un grado asombroso de 1a intu cién que actia a modo de inconsciente (aun- que es posible demostrar después el proceso Iégico que hubiera conducido al mismo resul- tado que la intuicién), La intuicién es casi indispensable en Ja ine terpretacién de los simbolos, y muchas veces puede asegurar que sean inmediatamente com- prendidos por el sofiante. Pero mientras esa sospecha casual puede scr subjetivamente con- vineente, también puede ser un tanto peligro- sa, Puede Hevar con mucha facilidad a una falsa sensacin de seguridad, Puede, por ejem- plo, inducir al intérprete y al sofiante a seguir unas relaciones cémodas y apatentemente #- ciles que puedan desembocar en una especie de suefio mutuo. La base segura del verdade- ro conocimiento intelectual y de la compren- sin moral se pierde si nos conformamos con la vaga satisfaccién de haber comprendido por “sospechas”. Solo podemos explicat y saber si reducimos las intuiciones a un conocimiento exacto de los hechos y de sus conexiones 16- cas, El inyestigador honrado tiene que admitit que no siempre puede hacer es0, pero no seria honrado no tenerlo siempre en cuenta, Inclue so un cientifico es un ser humano. Por tanto, para él es natural, como para otros, aborrecer Jas cosas que no puede explicar, Es una ilusion comin creer que lo que sabemos hoy dia es todo lo que se puede llegar a saber. Nada es més vulnerable que la teorie cientifiea, Ia cual es un intento effmero de explicar hechos y no una verdad eterna, Lot seres mitoldgicos antigvos son hoy dia curiosidaces derrouses (pag. siguente). Pero los arqvetipas cue expresan no han per ido sy poder para Impresionar fa mente humans. Quizs los monstruos de lee mo- dderaas peliculas de exe: Y EL HOMBRE MODERNO 2 LOS MITOS ANTIGUOS Joseph L. Henderson 104 Los simbolos eternos La historia antigua del hombre se esté sig- nificativamente redescubriendo hoy dfa en Jas, yagenes simbélicas y mitos que han sobrevi- vido al hombre antiguo. Cuando los arqued- Jogos excavan el pasado, no son los sucesos del tiempo histérico los que aprendemos a atesorar sino estatuas, dibujos, templos y len- guas que nos hablan de antiguas creencias. Los fildlogos y los historiadores de la religién nos revelan otros simbolos y nos pueden traducir esas creencias en inteligibles conceptos mo- dernos. Estos, a su vez, son revividos por Jos antropdlogos de Ta cultura, Nos pueden mostrar que los mismos modelos simbélicos es posible encontrarlos en los rituales 0 mitos de pequefias sociedades tribuales ain existen- tes, inmutables durante siglos, en los marge- nes de la civilizacién. Tales investigaciones han contribuido mucho para rectificar la actitud unilateral de esos hombres modernos que mantienen que esos simbolos pertenecen a los pueblos de la anti- giiedad o a las “atrasadas” tribus modernas, Y, por tanto, carecen de importancia para las complejidades de la vida moderna, En Londres © en Nueva York podemos prescindir de los ritos de fertilidad del hombre neolitico por ser supersticiones arcaicas. Si alguien proclama ha- ber tenido visiones u ofdo voces, no se le trata como a un santo 0 a un orécula, Se dice que es un perturbado mental, Lemos los mi- tos de los antiguos griegos o las narraciones populares de los indios americanos, pero no somos capaces de ver ninguna relacién entre ellos y nuestra actitud respecto a los “héroes” © los sucesos draméticos de hoy dfa. Sin embargo, hay relacién, Y los simbolos que la representan no han perdido su impor- tancia para la humanidad, Una de Jas principales contribuciones de nuestro tiempo para la comprensién y revalo- rizacién de tales simbolos eternos la hizo la Escuela de Psicologia Analitica del Dr. Jung. Ha ayudado a romper la arbitraria distincién entre el hombre primitive, a quien los simbo- los le parecfan parte natural de su vida dia tia, y el hombre moderno, para quien Jos sim- bolos, aparentemente, no tienen significado y earecen de importancia. Como ya ha sefialado el Dr. Jung en este libro, la mente humana tiene su propia his toria y la psique conserva muchos rastros de las anteriores etapas de su desarrollo. Es més, Jos contenidos del inconsciente ejetcen una influencia formativa sobre la psique. Cons- cientemente, podemos desdeiar esos conte dos, pero inconscientemente respondemos a ellos y a las formas simbélicas—incluidos los sueios—con que se expresan, Al individu puede parecerle que sus sue- fios son espontincos y sin conexién. Pero al cabo det tiempo, el analista puede observar una serie de imdgenes oniricas y notar que co- rresponden a un modelo significativo; y al entenderlo, su paciente puede adquirir, quiz, una nueva actitud respecto a la vida. Algunos de los simbolos en tales suefios derivan de lo que cl Dr, Jung lamé “el inconsciente colec~ tivo”, es decir, esa parte de la psique que con- serva y transmite la comin herencia psicolé- gica de 1 bumamdad. Esos simbolos son tan antiguos y desconocidos para el hombre mo- derno que no puede entenderlos o asimilarlos directamente. Abt es donde puede ayudar el analista. Es posible que el paciente deba librarse del es- torbo de los simbolos que se han hecho ailejos ¢ inadceuados. O ¢s posible que necesite aye da para descubrir el valor permanente de un viejo simbolo que, lejos de estar muerto, trata de renacer en forma modema. Antes que el analista pueda explorar efi- cazmente, con un paciente, el significado de los simbolos, tiene que adquirir un ampho co- nocimiento de sus otigenes y significancia. Por- que las analogias entre los mitos antiguas y las historias que aparecen en los sueiios de los pacientes modernos no son ni triviales ni ac- cidentales, Existen porque la mente inconscien- te del hombre moderno conserva la capacidad de crear simbolos que en otro tiempo encon- tré expresién en las creencias y rites del hom- bre primitivo. Y esa capacidad atin desempeia un papel de vital importancia psiquica. De mis formas de las que podamos percibir, depende- mos de los mensajes que tratsmiten tales sim- bolos y nuestras actitudes y nuestra conducta estén. profundamente influidas por ellos, En tiempo de guecra, por ejemplo, encon- tramos mayor interés en las obras de Homero, Shakespeare o Tolstoi y leemos con nueva com- prensién los pasajes que dan a l2 guerra su significado soportable (0 “arquetipico”). Sus- citan en nosotros una reaccién que es mucho més profunda que ta producida en alguien que jamds hubiera conocido la intensa experiencia emotiva de la guerra. Las batallas en las Tar nuras de Troya fueron totalmente distintas a los combates en Agincourt © Borodino, sin embargo, los grandes escritores pueden sobre- pasar diferencias de tiempo y lugar y expresar temas que son universales. Reaccionamos por que esos temas son fundamentaimente simbé- licos. Un ejemplo mas notable que resultaré més conocido para todo el que haya erecido en una sociedad cristiana: en Navidad podemos ex- presar nuestra emocién intima por el mitolé- Pagina anterior une aimbélica ceremonia ea srtiguedad en una form del si flo Xx, el setronavinnorteamericano flohn Glenn en un eae'ile. en Washington espute de au viye orsital en 1962, ‘como un heroe cle tiempos remotes, fe. ‘rece ¢ su patti en procesin.tevunfal esputs de une victor Iaquierda escultura en forme andloga 2 dna cuz, reprecentanc & una cies griega de la Ferutides! (hy 2500 @ de JC) Centro dos aspectos de una cruz fecocera de piedea (5 XI) que conserva cierta feminidad pagina. los entre swe y tte forma de ‘vel Pagina cpveste “le sergiente y af basioa sinbolor cel dios” gfeco romano de Io medicina Asclepios en une tarjeta ithzacle pare sdestficer ef coche le tun mesice en la Francia mederna que parecian una masa oseura, pero no podia. dis Cinguir a ninguno de elios claramente, Pensé que de- Deria Wevarme de alif un trozo de su madera. Luego contiaaé, como si vialara por mi cuenta, ré hacia abajo a un abismo enorme como un vol- cin apagado. Habia agua en parle do el y esperé ver al mAs hombres de Neanderthal, Pero en vez de eso vi cerdos marines negros que habian salido. def agua y estaban corriende por entre las negras roeas volcdnicas. En contraste con las amistades de Ia fami- lia de esta mujer y su estilo de vida de clevada cultura, el suefio la leva a un periodo prehis- t6rico mis primitive de lo que podemos ima- ginar, No puede encontrar ningtin grupo social entre esos hombres antiquisimos: los ve como una cocporacién del verdadero inconsciente, “masa oscura” colectiva a distancia. Sin em+ bargo, estaban vivos, y pudo levarse wn trozo de su madera, El suefio subraya que la madera es natural, no Iabrada; por tanto, procede de un nivel primordial del inconsciente, no de un nivel condicionado culturalmente. Ese tro- zo de madera, notable por su mucha edad, liga la experiencia contempordnca de esta mujer con Jos iejanos origenes de la vida humana Sabemos por muchos ejemplos que un ar- bol vicjo u otra planta representa simbélica- mente el crecimiento y desarrollo de la vida psiquiea (Como cosa distinta de la vida ins- tintiva, comtinmente simbolizada por anima- Jes), De aqui que, con ese trozo de madera, esta mujer adquitié un simbolo de su vincu- Io con los estratos més profundos del incons- ciente calectivo. Luego habla de continuar sola su viaje. Este tema, como ya he sefialado, simboliza la ne cesidad de liberarse, como experiencia inicia- toria. Asi es que tenemos aqui otro simbow de trascendencia, Después, en el suciio, ve el erdter enorme. de un valedn apagado que ha sido el canal de una violenta erupcién del fuego procedente de las capas mas profundas de la tierra. Podemos sospechar que esto se refiero a un significati- vo rastro en la memoria que conduce a una pasada experiencia traumétics. Ella asociaba eso a una experiencia personal en los prime- ros tiempos de su vida en que sintié ta fuerza desiructiva, pero creadora, de sus pasiones hasta tal extremo que creyé se iba a volver loca, Habia encontrado, al final de la adoles- cencia, wna necesidad totalmente inesperada de romper con el médulo social excesivamente convencional de su familia. Llevé a cabo ese rompimiento sin grave afliccién y pudo volver, con el tiempo, a hacer las paces con su fami- lia. Pero todavia siguié alentando un profundo deseo de hacer una diferenciacién atin mayor del pasado familiar y encontrar la libertad ex: trayéndola de su propia forma de existencia. Este suefio recuerda otro, Lo tuvo un jo- ‘ven que tenfa un problema totalmente distinto pero que parecia necesitar un tipo andlogo de conocimiento profundo. También sentia prisa por conseguir una diferenciacién. Seié con un voledn, y desde su créter vio dos pajaros que emprendieron el vuelo como si temieran que el volcén fuera a entrar en erupcién. Eso ocu- rrfa en un lugar extraiio y solitatio con un cur so de agua entre él y el volcdn. En este caso, el suefio representaba un viaje de iniciacién individual. Es andlogo a casos recogidos entre las sen- cillas tribus recolectoras de alimentos, que son los grupos con menor consciencia familiar que conocemos. En estas sociedades, el joven iniciado tiene que emprender un viaje solita- rio a un lugar sagrado (en las culturas indias de la costa del norte del Pacifico, en realidad puede ser un lago formado en un créter) don de en un estado visionario 9 semejante al tran- ce, encuentra su “espfritu guardidn” en forma de animal terrestre, ave u objeto natural, El 153 lentifica intimamente con esta “alma sel- vitica” y de ese modo se hace hombre, Sin una experiencia semejante se le considera, se- gin decia un médico achumaui, como “un in- dio cualquiera, nadie”. El sueio de} joven se produjo al principio de su vida y sefalaba hacia su futura inde- pendencia ¢ identidad como hombre. La mu- jer que he descrito sc estaba acercando al fin de su vida y también sod un viaje similar y parecia necesitar Ia adquisicién de una inde- pendencia andloge. Pudo vivir el resto de sus dias en armonfa con una ley humana eterna que, por su antigtiedad, transcendié los conaci- dos simbolos de cultura, Pero tal independencia no termina en un estado andlogo al apartamiento yogi que signi- ficarfa una renunciacién al mundo con todas sus impurezas. En el paisaje, muerto y desola- do, de su suefio, la mujer vio sefiales de vida animal. Eran “cerdos marinos” desconocidos para ella como especie. Por tanto, Nevarian el significado de un tipo especial de animal, uno que pudiera vivir en dos medios distintos, en el agua o en la tiecra, Esta es la cualidad universal de los animales como simbolos de trascendencia, Estas cria- turas, que figuradamente proceden de las pro- fundidades de ta antigua Madre Tierra, son ha- bitantes simbdlicos del inconsciente colectivo. Traen al campo de la consciencia un especial mensaje tecténico (mundo inferior) que es un 154 tanto diferente de Jas aspiraciones es les simbolizadas por los péyaros del suefio del joven. Otros simbolos trascendentes de las pro- fundidades son roedores, lagartos, serpientes y también peces. Hay criaturas intermediarias que combinan actividad subacudtica y el vuelo de! ave con una vida terrestre intermedia. El pato silvestre y el cisne, por ejemplo. Quiza €l simbola onitico de trascendencta més fre- cuente sea la serpiente, como la representada por et simbolo del dios romano de la Medici- na, Esculapio, que ha sobrevivido hasta tos tiempos modernos como signo de la profesiéa médica, Originariamente fue una serpiente at- boricola no yenenosa; tal como Ja vemos, en roscada en ef basién del dios sanador, parece incorporar un tipo de mediacién entre la tie tra y el cielo. Otro simbolo atin més importante y exten- dido de la trascendencia tecténica es el mo- tivo de las dos serpientes entrelazadas. Son tas famosas serpientes Naga de la antigua India: y también Tas encontramos en Grecia como las serpientes entrelazadas al extremo del cadu- ceo del dios Hermes. Un hermes de la primi~ tiva Grecia es un pilar de piedra con un busto del dios encima. En un lado estan las serpien- tes entrelazadas y en otro, un falo erecta, Como las serpientes estén representadas en el acto de unin sexual y el falo erecto es inequivo- camente sexual, podemos extraer ciertas con- : s Arribx e1 dot egipcio Thot con cabeza de eve (un iba), en un relive de 350 # des C Thot ex un dios dol ‘tmupda inferior» avocado a [a trascen deneraera.al quleh juagabs iat alas So los musrios El chos gringo Hermes, SI que ‘se llamaba spetcopomper (gula Gel alma), tana la mision de guar a loz muertes an el mundo infers, 2 quierde, on berraes de preda de les ‘que ee. colocaban en [ae enervetiadss auditor na se dn curnts de que Eur ice (centro del cusdro} ha sco mer- dia per ura sorpienie, heride feral que simboliza su escenso. al mundo. enfer clusiones acerca de la funcién del hermes como simbolo de fertilided, Pero nos equivocarfamos si pensésemos que solo se refiere a la fertilidad bioligica, Hermes es Trickster en e} diferente papel de mensaje- ro, dias de las encracijadas, y, finalmente, gula de las almas que van al mundo inferior 0 sax Jen de él. Por tanto, su fato penetra en el mundo desconocido buscando un mensaje es- piritual de tiberacién y curacién. Originariamente, Hermes era conocido en Egipto como el dios de cabeza de ibis Thot y, por tanto, se le concebla como la forma de ave del principio de trascendencia. También, en €l periodo olimpico de la mitologta griega, Her- mes recuperd atributos de Ja vida de las aves que agregé a su naturaleza tecténica de ser- piente. Su cayado adquirié alas por encima de as serpientes convirtiéndose en cdducea 0 bastén alado de Mercurio y et propio dios se convirlié en “hombre volado:” con sombrero y sandalias con alas. Aqui vemos su pleno po- der de trascendencia, de donde la trascen- dencia mds baja de Ia consciencia-serpiente fin Som ffeermscifc (reasoner che huevo commer Sumtane pete “itiewetmetieac amc Foe eReHee Hee Lor cragones eledos (arriba, de. unm ruscrto del x XV) camabinan ef simbe- Tema ascend Borak vuela a través de [as esleras co testes. 156 del mundo ingerior, pasando por el medium de realidad tetrena, slcanza finalmente trascen- dencia para la reahdad sobrehumana © trans- personal en su yuelo alado, Tal simbolo comptiesto se encuentra en otras representaciones como el caballo alado o el dragon alado u otras criaturas que abundan en las expresiones attisticas de la alquimia, tan ampliamente ilustradas en [a obra ya clé sica de] Dr. Jung sobre ese tema, Seguimos las innumerables vicisitudes de esos simbolos en nuestra Tabor con los pacientes. Ellos ex ponen lo que muestra terapia puede esperar conseguir cuanda Tibera los més profuados con- tenidos psiquicos de modo que puedan llegar a formar parte de nuestros medios conscientes para la comprensién de la vida mis eficaz- mente, No es fei! para el hombre moderno captar la significancia de los sfmbolos que nos Hlegan desde el pasado o que apacecen en nuestros suefios, Ni es facil ver cémo el antiguo conflic~ to entre los sfmbolos de contencién y los de liberacién se refieren a nuestra propia situa- cién peligrosa. Sin embargo, se hace facil cuan- do nos dames cuenta de que son solo las for- mas especificas de esos modelos areaicos tas que cambian, no su significado pstquico Hemos hablado de aves silvestres como si- nénimos de desatadura o liberacién. Peto hoy también podriamos hablar de aviones a reac- cin y cohetes espaciales, porque son la in- corporacién fisiea del mismo principio tras- cendente que, al menos, nos libera temporal- mente de Ia gravedad. Del mismo modo, los antiguos sfmbalos de contencién, que en otro tiempo proporcionaron estabilidad y protec: cidn, ahora aparecen en la biisqueda que leva el hombre moderno en pos de la seguridad eco- némica y el bienestar social. Desde luego, cualquiera de nosotros puede ver que hay un conflicto en nuestra vida en- tre la aventura y la disciplina o el mal y la virtud @ la libertad y la seguridad. Pero estas son solo frases que empleamos para describir una ambivalencia que nos preocupa y para la cual jamds vemos posibilidad de encontrar res- puesta, Hay una respuesta, Existe un punto de con- tacto entre la conteneién y la liberacién, y po- demas encontrarlo en tos ritos de inteiaesén que he descrito. Estos pueden hacer posible que los individuos, o grupos enteros de gente, tunan las fuerzas opuestas dentro de si mismos y aleancen un equilibrio en su vida. Pero los ritos no ofrecen de modo invaria- ble 0 automédtico esa oportunidad. Estin re- lacionados con fases particulares en la vida de un individuo, o de un grupo, y, a menos que se comprendan adecuadamente y se traduzcan en una nueva forma de vide, el momento pue- de pasar. La iniciacién es, esencialmente, un proceso que comienza con un rito de sumisién, continéa con un perfodo de contencidn y, lue- £0, con otro rito de liberacién, De esta forma, el individuo puede reconciliar los elementos en conflicto de su personalidad: puede con- seguir un equilibrio que hace de él un ser verdaderamente humano y verdaderamente duefio de si mismo, En los sustos y fantasies de mucha gen te moderna, los voice de tos grandes coketes de snvestigaciSn espacial apare- eon eon frecuencia. como simbOieae.1n- ccorporaciones, dels XX, de le acucte te necesided ce lberacién y desetadura que se llama trascendencia. 157 '}884 “oweg-aKoN 9p lespaie> 8] 9p upist0s 1eP B:9LIPIA EL PROCESO DE INDIVIDUACION M.-L. von Franz 3. 158 “Mae Re oe 2 ROS D Plat See ct eae ai RS ss a Sa ae El modelo de desarrollo psiquico Al comienzo de este libro, el Dr. C. G. Jung introdujo al lector en el concepto de incons- ciente, sus estructuras personal y colective y su modo simbdhice de expresién, Una vez que se ha visto la importancia vital (es decir, el efecto sanador 0 destructivo) de los simbolos producidos por el inconsctente, queda el difi- cil problema de la interpretacidn, El Dr. Jung hha demostrado que todo depende de st alguna interpretacién “encaja” y es significativa res- pecto al indrviduo. De ese modo, ha indicado al posible significado y Ia funcién del sumbo- lismo onirico. Pero, en el desarrollo de la teoria de Jung, esa posibilidad suscita otras preguntas: ;Cudl es el propésito de roda la vida onfrica del in- dividuo? 2Qué papel desempefian los suefios no solo en la inmediata economia psiquica del ser humano sino en su vida como un todo? Observande a gran cantidad de personas y estudiando sus suefios (calculaba que habla m- terpretado, por Io menos, 80.000 suefios), Jung descubrié no solo que todos los sueiios son significativos en diversos grados para Ia vida del sofiante sino que todos ellos son parte de un gran entramado de factores psicoldgicos. También hallé que, en total, parecen seguir cierta ordenacién 0 modelo, Jung Hama a ese modelo “proceso de individuacién”. Puesto que los suefios producen escenas e imdgenes dife- rentes cada noche, las personas que no son observadoras minuciosas, probablemente no se darin cuenta de modelo alguno. Pero st ob- servamos nuestros sueiios durante un period de aiios y estudiamos toda la serie, veremos que ciertos contenidos emeryen, desapatecen y vuelven otra vez. Mucha gente incluso suciia repetudamente con las mismas figuras, paisa- jes 0 situaciones; y si los seguimos a Jo largo de todas las series, veremos que cambian Ten ta pero perceptiblemente, Estos cambios pue- den acelerarse si la actitud conscrente del so- fiante estd influida por una interpretacién ade- cuada de fos sueios y sus contenidos simbs- licos. Asi es que nuestra vide onftiea crea un mo- delo en meandros en el que los elementos 0 160 ‘Abajo un _emmeendro> (decoracién de tun manuserito del $ VII). Loe suetios, indwiduales parecon extrafos y fragmen- tados como of detalla (arriba) de Ta do- coracion, pero 0 lo largo dol soar de toda uma vide epacece un modelo et rreancros que revele e! proceso del dae arralo psiqueo, tendencias individuales se hacen visibles, 1ue- go se esfuman, luego reaparacen. Si observa~ mos esos meandros durante un largo periodo de tiempo, se puede ver la actuacién de una especie de regulacién oculta o tendencia direc- ta que crea un proceso lento, imperceptible, de desarrollo psiquico: el proceso de indiyi- duacién. Paulatinamente va emergiendo una persona- lidad mas amplia y mas madura, y poco a poco se hace efectiva y hasta visible para Jos demés, El hecho de que, frecuentemente, ha- blemos de “desarrollo detenido” demuestra que Suponemos que es posible tal proceso de des- arrollo y maduracién en todos os individuas. Puesto quevel desarrollo psiquico no puede levarse a cabo por un esfucrzo conseiente de fuerza de voluntad, sino que se produce invo- luntariamente y en forma natural, en los sue fies se simboliza con frecuencia por medio del Arbol, cuyo desarrollo lento, poderoso e invow luntario representa un modelo definido, EI centro organizador desde el cual emana el efecto regulador parece ser una especie de “tomo nuclear” de nuestro sistema psfquica También podriamos Namarlo inventor, organi- zador y fuente de imagenes oniricas, Jung lam @ ese contro el “sf-mismo” y Jo describié como fa totalidad de la psique, para distinguirlo del £0, que constituye solo una pequefia parte de 1a totalidad de ta psique, A lo largo de Iss edades, los hombres se da- ban cuenta instintivamente de la existencia de tal centro interior. Los griegos 1o llamaron el daimon interior del hombre; en Egipto se ex- Presaba von el concepto de alma-ba; y los ro- Manos lo veneraban como genius innato de cada individuo. En sociedades mds primitivas, solfa ereerse que era un espiritu tutelar encar- nado en un animal o en un fetiche, Este centro interior se mantiene en forma excepeionaimente pura e intacta entre 10s in- dios naskapi, quienes atin yiven en los bosques de Ia peninsula de Labrador. Estas gentes sen- cillas se dedican a la caza y viven en grupos familiares aislados, tan alejados unos de otros que no han podido desarrollar costumbres tri- Ls pugque se puede cemperar a unm es: fore. con una zona brilente (A) on 30 Sipe oe eps oi ia Et ego ts el corrode fa zone (na ova of consiente 050 1 ejor [8 Go hrasco) Ef estomemon [Self os, aI Wezel nies y tade In esters (B)p Su proceso regulador interna proce 10s soahon. Buales 0 creencias y ceremonias religiosas cov lectivas. En su soledad vitalicia, el cazador naskapi tiene que confiar en sus propias vo- ces interlores y revelaciones inconsciestes; no tiene maestros religiosos que le enseften lo que ha de creer, ni rituales, fiestas 0 costumbres que le conforten. En su concepto bisico de la vida, ef alma humana es simplemente un “com- pafiero interior” al que ama “mi amigo” 0 mistdpeo que significa “gran hombre”. Mis- te’peo reside en el corazén y es inmortal; en el momento de la muerte © poco antes, deja al individuo y luego reencarna en otro ser. Tos naskapi, que ponen atencién a sus sues fios y que tratan de encontrar sw significado y comprobar su veracidad, pueden entrar en selucién profunda con el Gran Hombre, el cua favorece a tales personas y les envia mas y mejores suefios. Por tanto, la maxima ol cién de un naskapi es seguir las instrucciones dadas por sus suciios y Iuego dar a su conte- nido forma permanente por medio del arte, Las meatiras y Ia deslealtad alejan del reino interior del individuo al Gran Hombre, por lo que Ia generosidad y cl amor al prdjimo y a los animales le atrae y le da vida. Los suetios dan a los naskapi plena capacidad para encon- trar su camino en la vida, no solo en el mun- 161 1 do interior sino también en el mundo exterior de ta naturaleza, Le ayudan a predecir el tiem- po y le dan gufa invaluable en la caza de la que depende su vida. Menciono a este pueblo tan primitivo porque no esti contaminado por nuestras ideas civilizadas y atin conserva el profundo conocimiento interior natural en la esencia de lo que Jung amé el “si-mismo”. El “si-mismo” puede definirse como un fac- tor de guia interior que es distinto de la per~ sonalidad consciente y que puede captarse solo mediante ta investigaciin de nuestros propios sueios, Estos demuestran que el “s{-mismo” es el centro regulador que proporciona una ex- tensién y maduracién constantes de 1a perso- nalidad, Pero este aspecto mayor y més cer cano a la totalidad de la psique aparece prime- ro como una mera posibilidad innata, Puede emerger muy débilmente o puede desarrollar- se con una totalidad relativa a lo largo de toda la vida. Hasta dénde se.desarrolla depende de si el ego esta dispuesto o no Jo esta a escu char el mensaje det “si-mismo”. Asf como los naskapi han percibido que la persona que es receptiva a las insinuaciones del Gran Hom- bre consigue mas y mejores sueaos que la ayu- den, podemos agregar que el innato Gran Hom- bre se hace mds real en una persona receptiva gue en quienes 10 desdefian, Tal persona tam- ign se convierte en un ser humano més com Bleto, Hasta parece que el ego no ha sido produ- lo por Ta naturaleza para seguir ilimitada- mente sus propios impulsos arbitrarios sino para ayudar a que se realice la totalidad: toda Ta psique. Es el ego ct que proporciona Tuz a todo el sistema, permitiéndole convertirse en consciente y, por tanto, realizarse. Si, por ejem- plo, tenemos un talento artistico del cual no es consciente el ego, nada le ocurrird, Incluso el don puede no Hegar a existir. Solo si mues- tro ego se da cuenta de él, podemos Ilevarlo a la realidad. La innata pero occulta totalidad de Ja psique no es la misma cosa que una to- talidad que es plenamente conocida y vivida. Podtiamos deseribir esto de la forma siguien- te: la semilla de un pino contiene en forma latente todo el futuro Arbol; pero cada semi- la cae, en determinado tiempo, en un sitio particular en el que hay cierta cantidad de factores especiales como son la calidad del suelo y Tas piedras, la inclinacién del suelo y 162 su exposicién al sol y al viento. La totalidad latente del pino que hay en la semilla reaccio- na ante esas circunstanclas evitando las pie- dras ¢ inclinéndose hacia el sol, resultando que ast se detershina el crecimiento del arbol. De ese modo, cada pino va legando lentamen- te a la existencia, constituyendo Ja plenitud de su totalidad y emerge en el reino de la realidad, Sin el rbol vivo, la imagen del pino es solo una posibilidad o una idea abstracta. Insistimos: 1a realizacién de la unicidad del hombre individual es la meta del proceso de individuacién. Desde cierto punto de vista, este proceso se produce en el hombre (asi como en todo ser viviente) por s{ mismo y en el inconsciente; es un proceso por el cual el hombre vive su innata naturaleza humana, Sin embargo, es- trictamente hablando, el proceso de individua- cién es real solo si el individuo se da cuenta de él y lleva a cabo conscientemente una co- nexiéa viva con él. No sabemos si el pino percibe su propio crecimiento, si goza y sufre las diferentes vicisitudes que lo conforman. Pero el hombre sf es capaz de participar cons- cientemente en su desarrollo, Incluso siente que de cuando en cuando, al tomar decisiones libres, puede cooperar activamente con él, Esta cooperacién pertenece al proceso de individua- cién en el mAs estricto sentido de la palabra, Sin embargo, el hombre experimenta algo que no se contiene en nuestra metéfora del pino. Et proceso de individuacién es mas que un acuerdo entre el germen innato de totali: dad y los actos externos del destino. Su ex- periencia subjetiva transmite la sensacién de que cierta fuerza suprapersonal se interfiere activamente en forma creativa, A veces notar mos que ef inconsciente Hleva la direccién con un designio secreto. Es como si algo nos estur viese contemplanda, algo que no vemos pero que nos ve, quizé el Gran Hombre que reside en el corazén, que nos dice su opinin acerca de nosotros por medio de los suefios. Pero oste aspecto creativamente active del niicleo psiquico puede entrar en juego solo cuando el ego se desentiende de toda finalidad intencionada y voluntatia y trata de aleanzar una forma de existencia mas profunda y més bésica. El ego tiene que ser capaz de estudiar atentamente y entregarse, sin ningin otro de- signio © intencién, a esa incitacién intenor hacia el desarrollo, Muchos filisofos existen jistas intentan describir ese estado, pero solo Hegan a despojar de sus ilusiones a la consciencia: legan directamente hasta la puer~ ta del inconsciente, pero luego no consiguen abrirla, La gente que vive en culturas més firme- mente enraizadas que la nuestra, tienen menos dificultad on comprender que es necesario pres- cindir de la actitud utilitaria de los proyectos conscientes con el fin de dejar paso al desarto- Tio interno de la personalidad, Una vez. conoct a una sefiora anciana que no habla consequido mucho en su vida, en el sentido de cosas ex- ternas, Pero, de hecho, habla hecho un buen matrimonio con un marido dificil y, en cierto modo, habia desarrollado una personalidad ma- dura. Cuando se quejé de que no habia “he- cho” nada en su vida, le conté un cuento re- latado por un sabio chino, Chuang-Tzu, Ella comprendié inmediatamente y sintié gran ali- vio. Este es el cuentot ‘Un carpintere ambulette, Hamado Piedra, vio en sus viajes un gigantesco y afoso roble que se le- vattaba en un campo junto a un altar hecho de tie- tra. El carpincero dijo a su aprendiz, el cual admi- taba el roble: Ese es un arbol imitil St quieres hacer un barco, pronto se pudniria; si quieres hacer aperos se romperian, Na puedes hacer nada que sea tal con ese drbol y por eso ha llegado a sex tan vieio.n Pero en una posada, aquella misma noche, cuando Up alter de tierra bsjo on érbol (pintue ra china dei, XDX).. Estos estroct fas redondes 0 euncradss, gonsralmente Simbolizan el saimisoo> al que ol ego tebe cometerse para cumplir et proceso be individuecién. ‘el carpincero se fue a dormir, el roble uftoso se le aperecié en suetias y le dijo: «JPor qué me compa- ras con vuestros irboles cultivadas tales como el e5- ppino blanco, el peral, el naranje y el manzano y todos los demis que dan fruta? Aun antes de que se pueda recoger el fruto, la gente los ataca y los viola, Sus Tames grucsas estin desgajadas, sus ramillas, rotas. Su propic fruto les acarrea el dafio y ao pueden vivir fucta de su espacio natural, Esto es lo que ocurre fen todas partes y por eso hace tanto tiempo que intenté convertirme en completamente inutil. 1Td, pobre mortal! iTe imaginas que si yo hubiera side Uitil de alguna forma bubiera alcanzado tal tamafio? Ademis, td y yo somos dos criaturas y zedmo puede una criatuza clevarse tanto como para juzgar a otra criatura? Td, kombre mortal siti, ¢qué sabes acer- ea de Jos arboles imitiles?. El carpimtero se desperl6 y medité sobre su suefio y, después, cuando su aprendiz le pregunté por qué Precisamente ese Arbol servia para proteger el altar, le respondié: jCalla Ia bocal |No quiero oft hablar mids sobre eso! El rbol erece aqui a propésito por- que en cualquier otro sitio Ta gente Je hubiera mal- tratedo. Si no fuera el Arbol del altar, le hubieran convertido en lefts. Evidentemente, el carpintero comprendié su suefio. Vio que el simple hecho de cumplic nuestro destino es la mayor hazafia humana y que nuestras ideas utilitarias tienen que ce- der el paso ante las demandas de nuestra psi- que inconsciente. Si traducimos esta metéfo- ra al lenguaje psicolégico, el arbol simboliza el proceso de individuacién que da una leccién a nuestro miope ego. Bajo el drbol que cumplia su destino habla en e] cuento de Chuang-Tzu—un altar he- cho de tierra. Era una piedra tosca, sin pulic, sobre la cual Ia gente hacia sactificios at dios local al que “pertenecia” ese trozo de tierra. Et simbolo del altar de tierra sefiala el hecho de que con el fin de evar a cabo el proceso de individuacién, debemos rendirnos conscien- temente al poder del inconsciente, en vez de pensar lo que deberiamos hacer, o lo que ge- neralmente se piensa que es justo, o lo que co- rrientemente sucede. Solo hay que escuchar, para saber lo que desea la totalidad interior —el “‘simismo"—que hagamos aqui y ahora en una determinada situacién. Nuestra actitud debe ser como la del pino mencionado anteriormente: no se incomeda cuando su crecimiento lo estorba una piedra, ni hace planes sobre cémo vencer los obsticu- los. Trata meramente de tantear si tiene que crecer mas hacia la izquierda 9 hacia la de- recha, hacia el dective 0 debe alejarse de ét, 163 Al igual que el drbol debemos entregarnos a ese impulso casi imperceptible, aunque pode rosamente dominador; un impulso que proce- de de la incitacién hacia la realizacién tinica y creativa del “si-mismo”. Y este es un proce 30 en el que tenemos que buscar y encontrar repetidamente algo que ain no es conocido por nadie. Las insinuaciones orientadoras o impul- s0s proceden, no del ego, sino de 1a totalidad de In psique: el “st-mismo”, ‘Ademés, es intti] echar miradas furtivas a la forma en que otro cualquiera se desarrolla porque cada uno de nosotros tiene una tarea iinica de autocrealizacién, Aunque muchos pro- blemas humanos son andlogos, jamas son idén- tics. Todos los pinos son muy parecidos (de no ser asf no los reconccerfamos como pinas); sin embargo, ninguno es exactamente igual a otro, A causa de estos factores de similitudes y diferencias es diffcil resumir las infinitas va- iaciones del proceso de individuacién, El he cho es que cada persona tiene que hacer algo diferente, algo que es tinicamente suyo. Mucha gente ha criticado las teorias jungia- nas por no presentar sisteméticamente el ma- terial psiquico. Pero esos ctiticos olvidan que el propio material es una experiencia viva car- gada de emocién, por naturaleza irracional y siempre cambiante, que no conduce a la sis- tematizacién excepto en la modalidad més su- perficial, La moderna psicologla profunda ha alcanzado aqui los mismos Ifmites con los que se enfrentan los microffsicos, Esto es, cuando tratamos medias estad{sticas, es posible una descripcién racional y sistemdtica de los he- chos. Pero cuando intentamos describir un solo hecho psiquico, no hacemos més que pre- sentar una pintura honrada de 1 desde todos Jos 4ngulos posibles. Del mismo modo, los ciensificos tienen que admitir que no saben lo que es la luz, Solo pueden decir que, en ciertas condiciones experimentales, parece constar de particulas, mientras que en otras condiciones experimentales parece constar de ondas. Pero qué es en “sf misma”, no se sabe. La psico- logia del inconsciente y toda descripcién del proceso de individuacién encuentran compara- bles dificultades de definicidn. Pero aquf tra taré de dar un esquema de algunos de sus rasgos més tipicos. El primer acercamiento al inconsciente Para la mayoria de la gente, los aiios de ju- ventud se caracterizan por un estado de des- pertamiento gradual en el que el individuo se va dando cuenta paulatinamente del mundo y de si mismo, La nifiez es un perfodo de gran intensidad emotiva y los primeros sucfios del nifio con frecuencia manifiestan en forma sim- bolica fa estructura bésica de la psique, indi- cando cémo moldeard posteriocmente el des- tino del individuo. Por ejemplo, Jung hablé una vez a un grupo de estudiantes acerca de una joven que se sentia tan asediada por la ansiedad que se suicidé a los veintiséis afios de edad. Cuando era nifia, soi6 que “Jack Frost” (*) habla entrado en su habitacién y la habia chado en el estémago. Se desperts y descubrié que se habia pinchado ella misma con la mano, El suefio no le dio miedo; simplemente tecor- daba que habia tenido ese suefio, Pero el hecho de que no reaccionara emotivamente con su extrafio encuentro con e] demomo del frio—de (0), Literal: “Juanita Helada”, personaje fantés- ‘ico de los eventos infantiles que personifica a la he- Jada y al frfo. (N, del T.) Ja vida congelada—no auguraba nada bueno para el futuro y, en s{ mismo, era anormal. Fue con mano fria e insensible como, posterior mente, puso fin a su vida. De ese solo sueiio es posible deducir el trigico destino de! sofian- te, presagiado por su psique en Ja nifiez, ‘A veces no es un sueiio sino un suceso real muy impresionante e inolvidable el que, como tuna profecia, pronostica el futuro en forma simbdlica, Es bien sabido que los nifios olvi- dan muchas veces sucesos que parecen im- presionantes a los adultos pero, en cambio, conservan un vivo recuerdo de algiin incidente © relato del que nadie mas se ha dado cuen- ta, Cuando examinamos uno de esos recuer+ dos infantiles, generalmente encontramos que describe (si se interpreta como si fuera un sfm- bolo) un problema basico de la formacién de Ja psique del nifio. Cuando un nifio aleanza la edad escolar, co- muenza la fase de edificacion del ego y de adap= tacién al mundo exterior, Esa fase acarrea ge~ neralmente una cantidad de conmociones pe- nosas. Al mismo tiempo, algunos nifios co- i nifo, ol adaprerse al mundo. exterior, recibe muchas conmociores puicolégicat Pa. tune puesta, szquierda el terrible primer ia de escunie, continuacién, la sorprese y el deler resultantes de ser atacado per Biro aio, laqurerde ta gene y le torbacién elo. primers experiencia de Te muerte, Como protecerén elicaz contra tales conmo: cores, nif pl 165 muenzan a sentirse muy diferentes a los demas y ese sentimiento de ser tinicos acarrea cierta tristeza que es parte de la soledad de muchos jovencitos, Las imperfecciones del mundo y el mal que hay dentro de cada uno, asi como exteriormente, se convierten en problemas conscientes; el nifio tiene que tratar de domi- nar los impulsos interiores acuciantes (aunque atin no los comprende), as{ como las demandas del mundo exterior. * Si el desarrollo de la consciencia es estor- bado en su normal desenvolvimento, 10s ni- fios, frecuentemente, se retiran ante las di cultades interiores y exteriores hacia una “fortaleza” interior; y cuando ocurre eso, sus suefios y sus dibujos simbélicos de] material inconsciente revelan muchas veces hasta un punto inusitado un tipo de motivo “nuclear” circular o cuadrangular (que explicaré después). Esto se refiere al micleo psiquico anteriormente mencionado, el centro vital de la personalidad de] cual arranca todo ¢] desarrollo estructural de la consciencia, Es natural que a imagen del centro aparezca en una forma especialmente chocante cuando la vida psiquica del individuo esté amenazada, Desde ese miicleo central (en lo que sabemos hoy dia) se dirige toda la edi- ficacién de la consciencia del ego, y el ego co- mienza aparentemente un duplicado o réplica estructural del centro originario. En esta fase primitiva hay muchos nifios que buscan seriamente algin significado a la vida que Jes puede ayudar a desenvolverse en el caos interior y exterior, Hay otros, sin embargo, que atin son llevados inconscientemente por el di- namismo de modelos arquetfpicos heredados € instintivos. A esos nifios no les concierne el profundo significado de la vida, porque sus ex- periencias del amor, la naturaleza, el deporte y el trabajo contienen para ellos un significado inmediato y satisfactorio, No es que necesaria- mente sean mas superficiales; generalmente son arrastrados por el curso de la vida con menos friccién y molestia que sus compaiieros mas 1n- trospectivos. Si viajamos en un tren o un coche sin mirar al exterior, son solo las paradas, los arranques y las vueltas violentas las que nos hacen que notemos que estamos en movimiento, EL proceso de individuacién efectivo~-el acuerdo consciente con el propio centro inte- sior (micleo psiquico) o “si-mismo"—empieza generalmente con una herida de la personalidad y €l suftimiento que la acompaiia. Esta conmo- cién inicial Mega a una especie de “llamada”, aunque no siempre se fa reconace como tal. Por el contrario, el ego se siente estorbado a causa de su voluntad o su deseo, y generalmente pro- yeeta la obstruccién hacia algo externo, Esto es, el ego acusa a Dios, o a la situacién econémica, © al patrono, o al conyuge, de set responsable de aquello que le estorba. ‘© quizd todo parece extetiormente muy bien, pero, bajo la superficie, la persona padece un mortal aburrimiento que hace que todo te pa- sezca sin sigaificado y vacio, Muchos mitos y ‘euentos de hadas describen simbélicamente esta etapa inicial en el proceso de individuacién, eontando acerca de un rey que cayd enfermo (© envejecis. Otros modelos de cuentos conoci- dos son el de una pareja real que no tiene hi- jos; 0 que un mostruo roba todas las mujeres, nifios, caballos y riquezas de un reino; 0 que un demonio impide que los ejércitos 0 Ios bare cos de un rey puedan continuar su marcha: 0 que las tinieblas cubren las tierras, los pozos se secan, los rios se agotan y las heladas afligen al pais. Parece como si cl entcuentro inicial con el “si-mismo” proyectara una oscura sombra hacia el tiempo venidero, 0 como si el “amigo interior” viniera al principio como un cazador que tendicra una trampa para coger al ego que lucha desesperadamente, Hay mitos en Ios que encontramos que la magia o el talisman que cura la desgracia del rey 0 de su pais siempre resulta algo muy es- pecial, En un cuento es un “mirlo blanco” 0 “un pez que Teva un anillo de oro en las aga- Has” To que se necesita para restablecer la sax lud del rey, En otro, el rey desea “el agua de la vida” o “tres rizos dorades de la cabeza det demonio”, 0 “Ia trenza de oro de una mujer” (y después, naturalmente, 'a dueia de la tren- za). Sea lo que sea, la cosa que puede alejar Pégina opuesta, izqulerds: grabado en masera ce un manuscrito de alquirie, shel £. XVil, an ol que se ve Sun rey ‘que std enferma, imagen slimbstica eo rriente de le vacuidad y al sburrimlen: te (en lo consciencia) que puede mare ‘ar la exapa iniclal del proceso de ind. widuacién. lg) opvesis, derache: otra imagen de ese estado pslaligicn tle {a pelicula Haliona de 1960 Le Dolee Vita) los invtados axeloran el abando- redo feterior del enshillo de un wrist ‘erate arrvinado. Derecho’ pintura de) artizra sulzo. mo. erro Paul Rigo sitviada Cuenta de hee dap. lustra un evento aceren de un jo Yen" que busca y encvertre el apsiero set de Is felicidad y, asl, puede ee fares con una princesa. En muchos feuentor da hadas eb necesne'o un tallse min srologo pars curar 0 © desgracias, simiscles de timientos de vacuidad y futiided ee el mal es siempre tinica 0 dificil de encontrar, Es exactamente lo mismo en la crisis inicial en la vida de un individuo: busca algo que es imposible encontrar o acerca de lo cual nada se sabe. En tales momentos, todo conscjo, por bien intencionado y sensible que sea, es com- pletamente intitil: consejo que incita a que se intente ser responsable, que se tome un des- canso, que no trabaje tanto (0 que trabaje més), que tenga mayor (0 menor) contacto humano © que cultive alguna aficién. Nada de eso sirve de ayuda o, al menos, muy raramente. Solo hay uuna cosa que parece servir, y es dirigirse di- rectamente, sin prejuicio y con toda ingenui- dad, hacia la oscuridad que avanza y tratar de encontrar cual es la finalidad secreta y qué nos exige. El propésito oculto de la inminente oscuri- dad genevalmente es -algo tan inusitado, tan tinico ¢ inesperado que, por regla general, solo se puede encontrar lo que es por medio de sue- fos y fantasias surgidos del inconsciente. Si dirigimas la atencién al insconsciente, sin su~ posiciones temerarias 0 repulsas emotivas, con frecuencia se abre camino mediante un torrente de imagenes simbélicas que resultan tiles. Pero no siempre. A veces, ofrece primero una serie de comprobaciones de lo que esté wal en nosotros y en nuestros actos conscientes, Tuego hay que comenzar el proceso aceptando toda clase de verdades amargas. Percepcién de la sombra Si el inconsciente se presenta al principio en una forma util @ en una negativa, después de algiin tiempo suele surgir la necesidad de readaptar en mejor forma la actitud consciente a los factores inconscientes, es decir, aceptar Io que parece ser “eniticismo” por parte del ine consciente, Por medio de los suefios podemos entrar en conocimiento de los aspectos de nues- tra personalidad, que por diversas razones he- mos preferido no contemplar muy de cerca Fs0 es lo que Jung Namé “percepcién de ta sombra". (Empleé la palabra “sombra” para esa parte inconscfeate de Ta personalidad por- que, en realidad, con frecuencia aparece en los suefios en forma personificada.) La sombra no es et total de la personalidad inconsciente. Representa cualidades y atribu- tos desconocidos 0 poco conocidas del ega: aspectos que, en su mayorfa, pertenecen a la esfera personal y que también podrian ser cons- cientes. En algunos aspectos, la sombra tam- bién puede constar de factores colectivos que se entronean fuera de la vida personal del in- dividuo, Cuando un individuo hace un intento para ver su sombra, se da cuenta (y a veces se aver- guenza) de cuslidades e impulsos que niega en si mismo, pero que puede ver claramente en otras personas—cosas tales como egotismo, peteza mental y sensibleria; fantastas, planes c intrigas irreales; negligencia y cobard{a; ape- tito desordenado de dinero y posesiones—; en resumen, todos los pecados veniales sobre los cuales podria haberse dicho: “Eso no importa; nadie se dard cuenta y, en todo caso, otras personas también lo hacen.” ‘Si alguien siente un enojo insoportable cuan- do un amigo le reprocha una fatta, ese alguien puede estar completamente seguro de que en ese momento encontraré una parte de su som- ‘bra, de la cual no se da cuenta, Desde luego, es natural sentirse molesto cuando otros que “no son mejores” nos critican a causa de faltas de la sombra, Pero, gqué podemos decir si nuestros propios suefios—juez interior de nues- tro set—nos reprochan? Ese es el momento en que el ego es cogido, y el resultado, por Io ge- neral, es un silencio embarazoso. Después co- mienza la penosa y larga labor de autoeduca~ eién, tabor, podriamos decir, que es el equiva- Jente psicolégico de los trabajos de Hércules. El primer trabajo de este infortunado héroe, como se recordar, fue limpiar en un dia los establos de Augias, en Ios que cientos de reba- fios habian dejado, durante muchos decenios, su estiércol; un trabajo tan chorme que, a cual- quier mortal, le habria vencido el desdnimo con solo pensar en ello. Tres ejamplos de ecsntegee coleetivos ‘que puede une a ls gente a un trope! trracienal, y al cual [3 sombre {2 lado fescuro cel 90 de Ta personalidad) es vwolherable quierda "escena de_una Pelicula polaca de 1961 relerente 9 luna moniae franeesns del = XVIL que ‘sluvieron epozeidas por el demomos Pagina opuesta, vzquiersa dibujo de Bryegiolmostrardo. el padecimento en gre parte psiccsomaties) lamsad «Bae do San Vico», que esto muy fenizncids en te Edad Media Pagina ‘puesta, deracha fa tecrible cruz, em Blea del Ke Klux Klon, Ie eroctedso secratan de la supremaca Slane en la Rerigemancs moridional, cuya anton lorancia racial ha llevado con frecuen- 12 2 actos de violencia tomotuaria La sombra no consiste solo en omisiones, ‘También se muestra con frecuencia en un acto impulsivo 0 impensado. Antes de que se tenga tiempo de pensarlo, el comentario avieso esta~ a, surge el plan, se realiza la decisién erré- nea, y nos enfrentamos con resultados que jar més pretendimos 0 deseamos conscientemente. Ademés, la sombra esté expuesta a contagios colectivos en mucha mayor medida que lo esta Ta personalidad consciente. Cuando un hombre est solo, por ejemplo, se siente relatwamente bien; pero tan pronto como “Jos otros” hacen cosas oscuras, primitivas, comienza a temer que si no se une a ellos fe considerarin tonto, Asi es que deja paso 2 impulsos que, realmente, no le pertenecen, Es particularmente en contacto con gente del mismo sexo cuando una persona se tambalea entre su propia sombra y la de os demas. Aunque si vemos la sombra en una persona del sexo opuesto, generalmente nos mo- lesta mucho menos y estamos mas dispuestas a perdonar, Por tanto, en los suefios y en los mitos, la sombra aparece como una persona del mismo sexo que el sofante. El siguiente suefio puede servir de ejemplo, El sofiante era un hombre de cuarenta y ocho afios que traté de vivir pri- mordialmente por si y para st, trabajando du- ramente y dominando su cardcter, reprimiendo placeres y expansiones naturales hasta un ex- tremo que sobrepasaba lo que convenfa a su yerdadera naturaleza, Posefa y habitaba una casa muy grande en Ta cite dad, y alin no conocia todas sus distintas partes. Asf es que anduve por ella y descubri, principalmen- te en la bodega, varias habitaciones de las que nada sabia e incluso habia salidas que conducian a otras bodexas 0 a calles subterrincas, Me sent intranquilo ‘cuando hallé que varias de esas salidas no estaban cerradas y algunas 1m siquera tenian cefradura. Ade- mis, habia algunos obreros trabajando por allf cerca que podien haberse introducido, ‘Cuando volvi al piso bajo, pasé por un patio trae seco en ef que también descubri diferentes salidas a fa calle o a otras casas. Cuando traté de exami- narlas mas de cerca, se me acercd un hombre dando grandes risotadas y gritando que éramos viejos com- Pafieros de escuela, Yo también le recordé y, mien- fras me contaba su vida, fui con ét hacia ia salida Y paseamos juntos por las calles. Habfa un extrafo claroscuro en el aire cuando pasabames por una enorme calle circular y Tlegamos aun prado verde donde, de repente, nos sobrepa- saron tres caballos al galope, Eran anumales hermo- sos, fuertes, brioses pero bien domados y no Ile- vaban jmete. (Se habrian escapado del servicio smulitar?) Bl laberinto de pasadizos extraiios, cdmaras y salidas sin cerrar en la bodega, recuerda la antigua representacién egipcia del mundo in- fernal, que es un simbolo muy conocido de re- peesentacién del inconsciente con sus posibi- lidades desconocidas. También muestra cémo se est abierto a otras influencias en el lado de a sombra inconsciente, y cémo pueden irrum- pir en 4) elementos misteriasos y ajenos. Se podria decir que la bodega es el cimiento de la psique del sofiante. En el patio trasero del ex trafio edificio (que representa el panorama pst quico adn sin descubrir de la personalidad del soilante) aparece, de repente, un antiguo com- Pafiero de escuela, Esta persona encarna, evi- dentemente, otto aspecto del propio sotante, tun aspecto que formé parte de su vida cuando era nifo, pero que perdid y olvidé. Sucede con frecuencia que las cushdades de la maez de vuna persona (por ejemplo, alegrfa, irascxbilidad © quizé, confianza) desaparezcan repentinamen- te ¥ no sepamos dénde 0 cémo se fueron. Son esas catacteristicas perdidas para el sofante las que ahora vuelven (del patio trasero) y tratan de reanudar 1a amistad. Esta figura, probable- mente, representa la desdeitada capacidad del sofante para gozae de la vida y el lado extraver= tido de su sombra, “ero pronto comprendemos por qué el so- 170 ante se sintié “intranquilo” precisamente an- tes de encontrarse a ese viejo amigo aparente- mente inofensivo. Cuando pasea con él por la calle, los caballos se escapan, El sofiante pien- sa que pueden haberse escapado det servicio militar (es decir, de la disciplina consciente que hasta entonces haba caracterizado su vida). El hecho de que los caballos no Mevaran jine- te muestra que las directivas instintivas pue- den desligarse del control consciente. En ese viejo amigo y en los caballos reaparece toda la fuerza positiva que faltaba antes y que tanto necesitaba el sofiante, Este es un problema que surge con frecuencia cuando nos encontramos con nuestro “otro Jado”. La sombra contiene generaimente valo- res necesitados por la consciencia, pero que existen en una forma que hace diffcil integrar- las en nuestra vida. Los pasadizos y Ja casa grande en este suefio también muestran que cl sofianie atin no conoce las dimensiones de su propia psique y alin no le es posibie lenarlas. La sombra de este sueiio es tipica de un in- trovertido (un hombre que tende a retirarse demasiado de la vida exterior). En el caso de tor iteiana mederna De Chirico. El eu lo y lov tenctroror patadiace do fa pine ture exprassn Ta aturalezs dof primer contaste con el incensciante evans. co- imienza el proceso de Individvacion Con Frecuencia, el incorsciente ie simboira con pasilos, Iaborintes o encrvc[edas; fen un papiro (1400 9 de J.C) Ios fete puertar de) mundo Infernal esipcio parecen un Taberines Debojo: dibujoe etree Taberintos: de azquierdla a de. Techs, Iaberinto de piedra._finlandés {Edad del Bronce); laberinto del 5 XiX fen-un hipidromo. Inglis: y um labarine t {hecho con baldesas) en el suelo de la catedral ee Chartres de estar seguro de su interpretacién. En situa- ciones semejantes, todo lo que se puede hacer es aceptar 1a incomodidad de la duda ética, no tomando decisiones definitivas, ni comprome- terse y continuar observando los suefios, Esto se parece a la situacién de Cenicienta cuando su madrastra eché ante ella un montén de gui- santes buenos y malos y le dijo que los sepa- rase. Aunque parecfa una tarea desesperada, Cenicienta comenz$, pacienternente, a separar- los y, de repente, unas palomas (u hormigas, segsin otras versiones) vinieron a ayudarla, Esos animales simbolizan los profundos y tiles im- Pulsos inconscientes que solo pueden sentirse en nuestro cuerpo, por asf decir, y que sefalan ua camino, En algtin sitio, en el mismo fondo de nuestro ser, generalmente sabemos dénde hemos de ir ¥ qué hemos de hacer. Pero hay veces en que el payaso al que Hamamos “yo” se porta de un modo tan desconcertante que la voz inve- rior no consigue hacerse oft, ‘A veces, fracasa todo intento para entender las insinuaciones del inconsciente y ante tal di- ficultad solo se puede tener el valor de hacer lo que parece justo, mientras hay que estar dispuesto a rectificar si las sugerencias del in- consciente sefialaran, de repente, en otra di- receién, También puede ocurrit (aunque no es cortiente) que una persona encuentre mejor hacer resistencia a las incitaciones del incons- ciente, aun al precio de sentirse desviado al hacerlo, que separarse demasiado de su con- dicién de ser humano, (Esta seria la situacién de Ta gente que tiene que vivir en una situa- cién delictiva con el fin de ser ella misma.) La fuerza y 4a claridad interior que necesi- ta el ego para tomar una decisién ta! viene producida secretamente, por el Gran Hombre que, aparentemente, no desea revelarse con demasiada claridad. Puede ser que el “si-mis- mo” desee que el ego elija libremente o puede que el “si-mismo” dependa de Ta consciencia humana y de sus decisiones para ayudarle a ha- corse manifiesto, Cuando sobrevienen esos ficiles problemas éticos, nadie puede juzgar de buena fe las acciones de otra. Cada hombre tie- ‘ne que examinar su propio problema y tratar de El anvme (el slemento femenino de la pave mescolina). t0. personifies con. frecueriie Como une bruje 9 une socerdotis, muperes ‘gos mentienen vincslos con las xfuerz38 20 Tas inebias> y ef emundo dal expiry (es ‘el imconsciante). Derscha. una echt. cera. eon asgos ¥ demenies (grabedo del determinar lo que es justo para él. Como dijo tun antiguo maestro del budismo Zen, tenemos que seguir el ejemplo del vaquero que vigila sus vacas “con una vara para que no pasten ‘en los prados ajenos”. Estos nuevos descubrimientos de psicolog‘a profunda obligan a que se haga algin cambio en nuestras ideas de ética colectiva, porque nos Wevarén a juzgar todas las acciones hu- manas de un modo mucho mds individual y sutil. El descubrimiento del inconsciente es uno de los descubrimientos de mayor alcance de los ailtimos tiempos. Pera el hecho de que al reconocimiento de su realidad inconsciente represente autoexamen y reconocimento de nuestra propia vida hace que mucha gente continde porténdose como si nada hubiese ocu- trido, Se requiere mucho valor para tomar en serio el inconsciente y ocuparse de los proble- mas que plantea, La mayoria de las personas son demasiado indolentes para pensar con pro- fundidad aun en esos aspectos morales de st conducta de la cual son conscientes; son dema- siado perezosas para considerar como el incons- ciente las afecta, El anima: Ja mujer interior La apariciéa de la sombra no acatrea inva- riablemente problemas éticos dificiles y suti les, Con frecuencia emerge otra “figura inte> rior”. Si quien tiene el suefio es un hombre, descubrira una personificacién femenina de su inconsciente; y seré una figura masculina en el caso de una mujer, Muchas veres, esa segun= da figura simbdlica surge tras de la sombra produciendo nuevos problemas diferentes. Jung Tamé a esas figuras masculina y femenina “animus” y “anima” respectivamente, Fl anima es una personijicacién de todas las tendencias psicolégicas femeninas en la psi- que de un hombre, tales como vagos senti mientos y estados de humor, sospechas pro+ féticas, captacién de lo irracional, capacidad para el amor personal, sensibilidad para Ja na- turaleza y—por ultimo pero no en dltimo lu gar—su relacién con el inconsciente, No es una pura casualidad el que en los tiempos an- tiguos se emplearan sacerdotisas (como la si- bila griega) para interpretar la voluntad divi: pore pros expirius abajo chaman de una tribu stberione que e: un Sombre vestido ds mujer soe qua lat enujarae son mds rantener contacto con ot nay para establecer comunicacién con los dioses. Un ejemplo especialmente claro de cémo el Anima se experimenta como una figura interiot en la psique del hombre se halla en los sana- dotes y profetas (chamanes) entre los esquima- les y otras tribus drticas. Algunos de estos in- cluso Ilevan ropas de mujer o Tevan pintados en su vestimenta pechos femeninos con el fin de manifestar su lado interno femenino, el lado que Jes capacita para ponerse en relacién con la “tierra de los fantasmas” (es decir, lo que nosotros Hamarfamos el inconsciente). El informe sobre cierto caso, habla de un joven al que estaba iniciando un viejo chaman el cual le introdujo en un hoyo hecho en la nieve. Quedé en un estado de ensofiacién y agotamiento. En ese estado de coma, vio de repente una mujer que emitfa luz. Ella le ins- truyé en todo Jo que necesitaba saber y des- pués, como espfritu protector suyo, le ayudé a practicar su chficil profesién poniéndole en Arriba mujer espintiste @ médiurs (de lo pelicula de 1951. The Medium, basada en Ia Spern da Gian Carlo Menor) La mayeria, de lex medium prebablemente son rue yes, ayn esta muy extoncica le creencia de que las mujerse son mas raceptias que tes hombres para lo. eracional 177 relacién con las potencias de] més alld. Tal ex- periencia muestra el imma como la personi- ficacién del inconsciente de un hombre. En su manifestacion individual, el cardcter dei énima de un hombre, por regla general, adopta la forma de la madre. Si comprende que su madre tuvo una influencia negativa so- bre él, su anima se expresaré con frecuencia en formas irritables, deprimidas, con incerti- dumbre, inseguridad y susceptibilidad. (Sin embargo, si es capaz de vencer los asaltos ne- gativos, pueden servicle, incluso, para reforzar su masculinidad.) Dentro del alma de tal hom. bre Ja figura negativa del dnima-madre repe- tira interminablemente este tema: “No soy nada. Nada tiene sentido, Para otros es dife tente, pero para m{... No disfruto de nada. Estos “humores del énima” producen una es- pecie de embotamiento, miedo a la enferme- dad, a la impotencia, 0 a los accidentes, La totalidad de su vida toma un aspecto triste y opresivo, Tales estados de humor sombrio pue- den, incluso, inducir a un hombre al suicidio y, en tal caso, el dnima se convierte en un de- moni de la muerte. En tal papel aparece en la pelicula de Cocteau Orfeo, 178 El francés llama a esa figura del anima una femme fatale. (Una version mas moderada de esa 4nima sombria la personifica la Reina de la Noche en la Flauta mdgica de Mozart.) Las sirenas griegas 0 las Jorelei germanas tam- bién personifican este aspecto peligroso del éni- ma que, en esa forma, simboliza la ilusién destructiva. EI siguiente cuento siberiano es un ejemplo de la conducta de esa dnima des- tructiva: Un dia, un cazador solitario vio una hermosa mu- jer saliendo de un profundo bosque, al otro lado del fo, Ella le salud6 con la mano y canté: 10h, ven, cazador solitario en la calma del anochecer! IVen, vent Te echo de menos, te echo de menos. Ahora te besaré, te besaré, 1¥en, ven!, mi aido esté cerca, mi nido esté cerca, IVen, ven!, cazador solitario, ahora en la calma del [anochecer, El se quité la ropa y cruzé el rio 2 nado pero, de repente, ella volé en forma de bho riendo y mo- fandose de él. Cuando trat6 de cruzar otra ¥ex el Ho vara resuperar su ropa, se hundié on el agua fa, En este cuento, el dnima simbotiza un irreal suefio de amor, felicidad, y calor maternal (su EI anima (como la samben) tiene dos aspector benevato y maletico [ene ete} laqvierdy “eseene de Orfeo Carson cinerategeation dal mio. de Orfeo heche por Cocteav) ta mujer puede ser vista como un anima letal Poreue ha condveido 9 Orfeo {ll Se poe Kiguras tenabrosas. del es aba iniluada por fz adorecion a la Virgen Marie ‘las damas 9 quienes fog. cabalieros. prometian sy amor fran considerades tan puras como le Virgen {fs cual, una pice ime: cen mediaval os Ia excvlpide como. tune mrofers, hacia 1400, Angulo #0: perior) Angulo inferer escudo dal 5 XV con un cabaliero srrodilade ante una dams y la muerte tras él Este concepts Idealzado de lam: Jer prodvjo un concepto epuesto la creancin en laa. brujas —lequerda pintura del s_XIX representando un equelarre de Brupes ‘Cuando el anima es proyectada en ‘ne. partonificacdn eafevaly, Hende a dwidirwe en un aspeeto doble emo Maria y come bruja Iequier- {88 otra dualdad en oposicion (de fun manvasnto del 3 0/) persone freeones doa Ialesia (2 [a éere chs, identifeeds eon Maria) y de la Sinagege (ientiiceda aqut con le pe codore Eva) El animus: ef hombre interior La personificacién masculina en el incons- ciente de la mujer—el énimus—muestra aspee- tos buenos y aspectos malos, como le ocurre al dnima en e} hombre. Pezo el dnimus no apa- rece con tanta frecuencia en forma de fantasta 9 modalidad érética; es més apto para tomar la forma de convieclin “sagrada” oculta. Cuan- do tal conviecién es predicada con voz fuerte, insistente, masculina 0 impuesta a otros por medio de escenas de brutal emotividad, se reconoce fécilmente la masculinidad subyacen- te en una mujer. Sin embargo, aun en una mu- jer que exteriormente sea muy femenina, el 4nimus puede ser también una fuerza dura e inexorable. Podemos encontrarnos de repente en contra de algo en una mujer gue es obstina: da, fia y completamente inaccesible, Uno de los temas favoritos que ef énimus repite incesantemente en Jas meditaciones de ese tipo de mujeres viene a ser asf: “La tiniva cosa que yo deseo en el mundo es amor... ¥ é no me ama"; 0 “En esta situacién solo hay dos posibilidades... y las dos son igualmente malas.” (El énimus jamés cree en excepciones.) ‘Arriba: Juana de Arco (Incorporada por Ingrid Bergman en una_pelicuia de 1948) cuyo snimer—al Todo. masculine do la pique femenina—tame ls forma ‘de uns econviccidn sagrades Derecha ‘dos indgener del dnims segetive: une tmuper bailando con ia muncte {cvadro ddel's XVI), y Hades con Perselone, = Ia quel rapt lieve 21 interna (de ton manuserte, hacia 1900), Raramente se puede contradecit la opinién de un dnimus porque, por lo general, suele tener razén; sin embargo, pocas veces parece aj's- tarse a la situacién individual. Es apto para una opinién que parece razonable pero al mar- gen de Ia cuestion. Al igual que el cardcter det énima de un hombre esta moldeado por su madre, el ni- mus est bisicamente influido por el padre de la mujer. Et padre dota al animus de su hija con ef matiz especial de convieciones indiscu- tibles, irrecusablemente “verdaderas”, convic- ciones que jamés incluyen Ya realidad personal de la propia mujer tal como es realmente. Esa es la causa de que, algunas veces, el Animus sea, como el anima, un demonio de la muerte. Por ejemplo, en un cuento gitano, ua apuesto extranjero es recibido por una mi jer sotitaria a pesar de que ella tuvo un sueiio que le advertia que él era el rey de la muerte. Después de haber estado con ella algiin tiem- po, ella le inst6 a que le dijera quién era real. mente. El, al principio, rehusé diciendo que ella morirfa si se lo decia, Sin embargo, la mujer insiste y él le revela de repente que es Ja propia muerte. La mujer muere inmediata- mente de miedo, Considerado mitotégicamente, el apuesto ex+ tranjero es probablemente una imagen pagana del padre 0 de un dios que aparece aquf como rey de la muerte (como el rapto de Persefone realizado por Hades), Pero psicolégicamente representa una forma particular del dnimus que atrae a las mujeres alejéndolas de todas las relaciones humanas y, en especial, de todos los contactos con hombres auténticos. Personifica al capullo de seda de los pensamientos sofia- dores, llenos de deseos y de juicios acerca de c6mo “debieran ser” las cosas, y que separan a la mujer de Ta realidad de la vida. E] dnimus negativo no aparece sélo como un demonio de Ia muerte. En los mitos y en los cuentos de hadas desempefia el papel de la arén y asesino, Un ejemplo es Barba Azul, que mataba secretamente a todas sus mujeres en una cémara oculta. En esta forma, el Sni- mus personifica todas las reflexiones semicons- cientes, frias y destructivas que invaden a una mujer en las horas de la madrugada cuando no ha conseguido realizar cierta obfigacién sen- timeatal. Es entonces cuando comienza a pen- sar acerca de la herencia de la familia y asun- tos de esa indole, una especie de tejido de 1 ims a0 parson muchos. yeas fh un grape So ombre "Un ims Reming vot pean spate no ite pegrose bande de crema, como for enautagedoress, clare, despot de turer a lt baveg’ hay I Toros met lume foes, motaban los siparoven: tee y 0 apoderabar de le vontoe dal ‘tullaga Corea, cuno.tolane. dal oe. pensamientos calculadores, Menos de mahcia e intriga, que la llevan a un estado en que es ca- paz de desear la muerte a otros. ("Cuando uno de nosotros muera, me trasladaré a la Rivie- ta”, dice una mujer a su macido al contemplar Ja hermosa costa mediterrénea; un pensamien- to que resultaba inofensivo por el hecho de haberlo dicho.) ‘Alimentando secretas intenciones destructi- vas, una mujer puede conducir a su marido, y una madre a sus hijos, a enfermedades, acci- dentes 0, incluso, la mverte, O puede decidir que sus hijos no Teguen a casarse: una forma del mal, profundamente escondida, que tara- mente sube a la superficie de la mente cons- ciente de la madre. (Una anciana simple nos dijo una vez, mientras nos mostraba un re- trato de su hijo, ahogado a los veintisiete aiios: “Lo prefiero asf; es mejor que darselo a otra mujer”) A veces una extrafia pasividad y le paraliza- cién de todo sentimiento, 0 una profunda in- seyuridad que puede conducir casi a una sen- sacion de nuldad pueden ser el resultado de ta opinién de un animus inconsciente. En las pro- fundidades del ser de la mujer, el animus le susurra: “No tienes esperanza, De qué vale intentario? De mada sirve To que hagas. La vida jamds cambiaré para mejorar.” 191 Uns persontieacién frecvente dal Sims sarupal negate en los suefon femente on es [a de Bandoleroe roranticos, ooo elgrosos Arriby grupo siniertro de bandoleros de !a. pelicula bresilehs. ce 1953 © cangaseira, en el que une arewsgada masira de excutls em enamo- a del jefe de los bandoleroe Debajo ilustracién de Forel para ‘suelo de una noche de verano, le Sha- kespanre Le roira de las hades he sido ‘obligeda (por arte ce magia} a que se Desgraciadamente, siempre que una de esas personificaciones del inconsciente se apodera de nuestra mente, parece como si taviéramos tales pensamiontos y sentimientos, El ego se identifica con ellos hasta el extremo de que resulta imposible separarlos y verlos tal como son, Se esid realmente “poseido” por a figura desde ef inconsciente, Solo después que ha cesado la posesida, se comprueba con horror que hemos dicho y hecho cosas diametralmen- te opuestas a nuesteos verdaderos pensamien- tos y sentimientos, que hemos sido la presa de un factor psiquico ajeno. Al igual que ef Anima, ef dnimus no consta meramente de cualidades negativas tales como brutalidad, descuido, charla vacia, malas ideas silenciosas y obstinadas. También tree un lado muy positive y valioso; también puede construir un puente hacia el “si-mismo" me- jante su actividad creadora. El siguiente sue- fio de una mujer de 45 aitos puede ayudar en Ja aclaracién de este punto: Dos fAguras embozadas trepan hasta ef baledn y entran en Ta casa, Van envuellas en uti ropaie negro con capucha, y parece que quieten atormentarnos a mi hermana y a mt, Fila se esconde bajo la cama, pera ellos la sacan de alli cou una escoba y Ia tor Turan, Luego me toca a ms, BI jefe de ellos me em- Pula eontes la pared, haciendo gestos magicas ance mi cara. Mientras tanto, su ayudante hace un boceto en Ta pared y, cvando lo miro, digo (con el fin de congraciarme): «jPero si estd muy bien dibujad: Ahora, de repente, mi torterador tiene noble cabeza de artista y dice con orgullo: «Si, desde luegon, ¥ comienza a limpiarse las gatas. Pha, opueste, derecha: el cantante Franz Geese en #! pepel principal de Ia dpera ee Wegner EI bugus fantasma, basedo fen un cuento sobre un cepilin cay destino ere navegar en un barca fantas- ea hasta que el amar de una mujer desruyera la maldiciéa que pessba so- bre a En muchos mites, el emante de una mujer ef una figura misteriose que ella hhunea debe ver. lequigrda: ejemplo de fie mito en un grabado de finales del fale XVIIL la doncella Pique o7@ arn de por Eros, pero ‘erin. prohibido que inantara rirarlo. Corontmente [hire tuna vez y €l la abardond; lla pudo Tecuperar eo amor slo daspucs de lar ‘98 busqueda muchos sufrimortos. El aspecto sidico de esas dos figuras era muy conccido por la sofiante ya que, en rea. fidad, suftia con frecuencia de’ataques agudos de ansiedad durante los cuales te asediaba of pensumiento de que la geate a la que ella que- ria se encontraba en gran peligro 0, incluso, que habia muerto, Peco el hecho de que la figura del inimus sea doble en ei suefa su glere que los salteadores personitican un factor psiguieo que es dual en sus efectos y que po- dria ser algo completamente distinto a esos pensamientos atormentadores. La hermana de la sofante, Ia cual huys de los hombres, es cogida y torturade, En realidad, esa hermana habla muerto cuando era muy joven. Tenia dotes artisticas, pero habia utilizade muy poco sa talento, Despuds, el suefio revela que fos sale teadores embozadas estén, en realidad, disfra- yados de artistas y que si la sofante les reco- noce sus dates (que son las de clla) prescindi- rin de sus malas intenciones, {Cul es el significado profundo del suefio? Es que, tras los espasmos de ansiedad, hay un peligro auténtico y mortal; pero también hay una posibilidad creadora para la softante. Ella, al igual que su hermana, tenfa cierto talento como pintora, pero dudaba si la pintura seria para ella una actividad con significado. Ahora Dien: su suefio le dice del modo mas firme que debe reavivar ese talento. Si obedece, el ani: mus destructivo y atormentador se transfor- mara en uma actividad creadora y plena de significado. ‘Al igual que en este suefio, et Animus apare- ce con frecuencia como un grupo de hombres. De esa forma, al inconsciente simboliza et he- cho de que el animus representa una colecti« vidad mds que un elemento personal. A causa de esa inclinacién a lo colectivo, las mujeres habitualmente se refieren (cuando su animus habla por medio de ellas) a “uno” o “ellos” 0 “todo el mundo", y en tales circunstancias su conversacién, muchas veces contiene las palabras “siempre” y “debiera” y “tuviera”. Muchisimos mitos y cuentos de hadas ha- blan de un principe convertids por hechice- sfa en un animal salvaje o en un monstruo, que es redimido por el amor de una doncella: un proceso que simboliza Ia forma en que el 4nimus se hace consciente, (E1 Dr. Henderson ha comentado en el capitulo anterior el sig- nificado del motivo de La Bella y la Bestia.) 193 Muy frecuentemente, a la heroina no se le per- mite hacer preguntas acerca de su misterioso y desconocido enamorado y esposo; 0 se en- cuentra con él solo en la oscutidad y jamés debe mirarle. Esto implica que, por contian- za y amor ciegos hacia él, ella podré redimir a sit marido, Pero eso jamds sucede. Ella siem- pre rompe su promesa y, al final, encuentra a su amado otra vez después de una busqueda Jarga y diffcil y de muchos sufrimientos. El paralelo de eso en la vida es que la aten- cién consciente que una mujer tiene que con- ceder al problema de su 4nimus probablemente requicre mucho tiempo y acarrea infinidad de sufrimientos, Pero si ella se da cuenta de qui ¥ qué es su Snimus y qué hace con ella, y si ella se enfrenta con esas realidades en vez de dejarse poscer, su &nimus puede convertirse en un compaficro interior inapreciable que la dota con las cualidades masculinas de inicia- tiva, arrojo, objetividad y sabiduria espiritual. Bl dnimus, exactamente igual que el dnima, muestra cuatro etapas de desarrollo. La pri- mera aparece como wna personificacién de mero poder fisico, por ejemplo, como campedn atlético u “hombre musculoso”. En la segunda etapa, posee iniciativa y capacidad para pla- near la accién. En la tercera, el dnimus se transforma en la “palabra”, apareciendo con frecuencia como profesor o sacerdote. Final mente, en su cuarta manifestacién, ef énimus es la encarnacién del significado. En este ele- vado nivel, se convierte (como et énima) en mediador de la experiencia religiosa por la cuat Ja vida adquiere nuevo significado. Da a la mu- jer firmeza espiritual, un invisible apoyo inte- fior que Ja compensa de su blandura exterior, En su forma mds desarrolada, el animus co- necta, a veces, la mente de la mujer con la evo- lucida espiritual de su tiempo y puede, por tan- Pe Incorporsciones de Jas cuatro etapas del Pagina apvesta, Srumys primera, ef hombre de plenitud —representarde a une muchacha que mira fisies" Tarzén, ot lterario héroe de lg eon amor el retrato de un hombre, Una . selva {arriba, interperiads por Jonny mujer que se enamorado un retrato (0 Wetsmuller) “Segunde, el hombre ero. de un actor ce cine), claramente esti ménticos el pacta inglés dale, XIX proyectanda. ev énimut en un hombre. ‘Shwliey (arriba, eonico), © eb ahombre El actor Rodolfo Valentino (pig pues de accion’ fen une pelicula de 1922) contra Se proyaccién del riba: miniatura India dor, ete Tercere, el portedor de la ‘mientras Jabros: Lloyd Grorge, el gran orador vivid y aun después de rverio Angulo police. Cuarte, eh gua sabio hacia le inferior derecho! parte dal inmensa tee Verded espirivsl, muchas veeas proyacts. bute floral envado por mulerey de todo 83 en Gondhi (inquierse el mundo a ton superaie: de Valentine en 1928, 194 to, hacerla atin més receptiva que un hombre a Jas nuevas ideas creadoras, A causa de esto, en tiempos primitivos, muchos pueblos empleaban ‘a las mujeres como adivinadoras y profetisas. La intrepidez creadora de su énimus posinvo, a veces expresa pensamientas e ideas que estir mulan a los hombres a nuevas empresas. El “hombre interior” dentrp de Ia psique de una mujer puede conducir a disturbios matri- moniales andlogos a los mencionados en la secoin referente al dnima. Lo que complica especialmente las cosas es et hecho de que la posesién de uno de los cényuges por el dni- mus (o el anima) puede ejereer automética- mente tal efecto irritante en el otro que él (o ella) quede también posefdo. Animus y dnima tienden siempre a arrastrar la conversacién a un nivel més bajo y a producir una atmésfe- ta emotiva irascible y desagradable, Como dije antes, el lado positivo del énimus puede personificar un espfritu emprendedor, atrevido, veraz, y en su forma més elevada, de profundidad espiritual. Por medio de él, una mujer puede experimentar el proceso subya- cente de su situacién objetiva personal y cul- tural, y puede encontrar el camino de una in= tensa actitud espiritual ante la vida. Esto, na- turalmente, presupone que su énimus deje de representar opiniones que estén por encima del criticismo, La mujer tiene que encontrar el atrevimiento y la interior amplitud mental para dudar de la santidad de sus convicciones, Solo entonces serd capaz de aceptar las suge- rencias del inconsciente, en especial cuando contradicen las opiniones de su animus. Solo entonces Iegaran hasta ella las manifestacio- nes de su “si-misma” y podré entender cons- cientemente su significado, FE] «si-mismo»: simbolos de totalidad Si una persona ha forcejeado seriamente y el tiempo suficiente con el problema del éni- ma (0 del animus) hasta que ya no se sienta parcialmente identificada con é!, el inconscien- te cambia otta vez sa cardcter dominante y aparece en una nueva forma simbélica que re- presenta al “si-mismo”, el nicleo més {ntimo de la psique, En los suefios de una mujer este centro esta generalmente personificado como figura femenina superior: sacerdotisa, hechi cera, madre tierra o diosa de la naturaleza o del amot. En ef caso de! hombre, se mani como iniciador y guardian (un guru iidio), anciano sabio, espfritu de la naturaleza, ete. Dos cuentos populares ilustran el pape! que puede desempefiar tal figura, El primero es un cuento austrfaco: Un rey ordené a sus soldados que vigilaran de noche junto al cadaver de una princesa negra que abla sido hechizada, Cada medianoche, ella se le- vantaba y mataba al guardién. Hasta que uno de los soldados, al que le habia legado su tueno de guar- ia, desesperado, huy6 al bosque. Alli enconiré a un evlejo guitarrista que es el propio auestto Seflors. Este vielo milsico le dijo dénde podia esconderse fen Ia iglesia y le alectioné sobre lo que tenia que hhacer para que la princesa negra no le alcanzara. Con esa ayuda divina, consiguié redimir a la prin- esa y casarse con el Claramente, ef “viejo guitarrista que es el propio nuestro Sefior” es, en términos psico- i6gicos, una personificacién simbélica del “si mismo”. Con su ayuda, el ego evita la destruc- cién y es capaz de vencer—y hasta redimir— aun aspecto muy peligroso de su dnima, En la psique de una mujer, como he dicho, el “si-mismo" asume personificaciones femeni nas, Esto se ilustra con el segundo cuento, que es un relato esquimal: Una muchacha solitaria que se desilusions con el amor se encuentra a un hechicero que viaja en una barca de cobre, Es ef «Espiritu de la Luna, el cual dio todos los animales a los hombres y también con- eede suerte en la caza, Raptz a la muchacha hacia el reing celestial. Una vez, cuando el Espiritu de la ‘Luna Ta ha dejado, ella visita una casita junto a la mansién del Espiritu de In Luna. Alli encuentra a ‘una mujer muy pequefita, vestide com la «mem- 196 ran intestinal de Ia foca barbudar, la cual previes ne a fa heroina contra el Espirit de lz Luna, dicién- dote que el planea matarla, (Parece que es un asesino de mujeres, una especie de Barba Azul.) La mujee pequefita hace una cuerda muy large con la cual Ja muchacha puede descender a Iz tierra en tiempo de luna nueva, que es el momento en que la mujer pequediita puede debilitar al Espiritu de la Luna, La muchacha desciende, pero, al Megar a la tierra, no abre los ojos todo lo de prisa que le dijo la mujer Pequefita. A eausa de eso, queda convertida en una arafia y ya no vuelve mAs a convertirse en ser hu- ‘mano, ‘Como hemos sefialado, et misico divino del primer cuento es una representacién del “an- ciano sabia”, personificacién tipica del “si- mismo”. Es anilogo al hechicero Merlin de la leyenda medieval o al dios griego Hermes. La mujer pequefiita con su extrafio traje de mem- brana es una figura paralela que simboliza al “s(-mismo” tal como aparece en la psique fe- menina. El mtsico viejo salva al héroe del po- der del anima destructiva y la mujer pequefita protege a la muchacha contra el Barba Azul esquimal (que es, en forma de Espiritu de la Luna, su animus). Ef este caso, no obstante, Jas cosas van mal, un pumto que examinaré después. jin embargo, el “sf-mismo” no siempre toma la forma de un viejo sabio o una vieja sabia. Estas personificaciones paraddjicas son inten+ tos para expresar algo que no est compren- dido en el tiempo, alga que es, simulténeamen- te joven y viejo, El sueio de un hombre de edad intermedia muestra al “si-mismo” que aparece como un joven: jendo de la calle, un joven ented a caballo en nuestro jardin, (No habia seto ni veria como lo hay en realidad, y‘el jardin estaba abierto). No sebia si entrd intencionadamente o si el caballo le Mevé all contra su voluntad, Yo estaba en ¢l sendero que conduce a mi des- pacho ¥ contemplaba muy complacido la Hegada. El ver al muchacho sobre su hermoso cabalto me km- presiond profundamente, El caballo era un animal pequetio, salvaje y fuerte, un stmbolo de energia (Gemejaba un Jabal) y tenla tun pelaje espeso, cerdoso y gris plateado. Fl joven pas6 cabalgando ante ini entre el despacho y la casa, $0 baié del caballo y to evo con cuidado para que 198 Las personiieaciones del «ss mismox fen [ae suatos macculmos toman con frecuencia la forma de anciano 2 bio Extromo dela iaquierde el mage Merlin’ de faz leyerdae cel rey ‘Arturo (de an manusceits ingies. det siglo XIV) Centro un guru (hombre sab), de ung pintura indie del ie Glo XVIII Bereche pintora ache por #1 Dr Jung de ura personifescisn apatecida ea uno de 30s sustoe ane iano alodo que porta unas laves y ‘que, dice Jung. representabs el «aur preme conacimento profundos Generalmence of si mismox aparece ten los everoe on lor mromentes eruzie Tes de le vice del sonnnte crisis en que cambian eu scttud basica y toda su forma de vice El cambio mismo se simboliza muchas veces por la ae cron de crusne agua Centro cela pagina un autentico ervce de ro que Acampafio a une conmacion amportan fe George Washington cruzando el 0 Delaware durante la revalucion nor teamericens {cuadra de un pintor nor leamericano dels XIX) laquierda otro suceso importante que tambien implica ef cruce ds agua primer aro fue lanzado contra as costes de Nor mandia el cia D junio Ge 1944 hho pisoteara el cuadro de flores de hermosos tulipa- nes rojos y anaranjados. El cuadro de flores habia sido arteglado y plantado por mi mujer (segin el suedo). Ese joven significa el “si-mismo", y con ello renovacién de la vida, un élan vital creador, y una nueva orientacién espiritual por medio de la cual todo se transforma en leno de vida y Anime emprendedor. Si un hombre se consagra a las instrueciones de su propio inconsciente, este puede concer derle ese don, de tal modo que, de repente, la vida que resultaba afieja y triste, se transfor- ma en una aventura intetior, rica, intermina- ble, Hena de posibilidades creadoras. En la psi- cologla de una mujer, esa misma personifica- cin juvenit del “si-mismo” puede aparacer como una muchacha de dotes sobrenaturales. En este caso la sofiante es una mujer al borde de Ja cincuentena: Yo estaba frente a una iglesia y fregaba la acera ‘con agua, Luego corri calle abajo en ef preciso mo- mento en que salfan los estudiantes del instituto, Liegué a un rio estancado a través del cual habian tendido una tabla o tronco-de érbol; pero cuando estaba intentando pasar para eruzarlo, un estudiante malvado brincé en la tabla de tal modo que se res ‘quebrajé y yo estuve a punto de caer al agua. «Idi tats, le grité Al otro lado del ro estaban jugando tres nifias y usta de ellas extendid la mano para ayu- darme, Peasé que su manita no era lo bastante fuer- te para ayadarme, ero, cuando 1a coat, ella consiguis sin el menor esfuerzo turar de mi por el ribazo de 1a otta orilla 1 usumismos no slemore s¢ personifica ‘como una persona anclana superior. I2- ‘quierde: pintura (eegresentands Wa sue Fo) de Peter Girkhavser, en la que et ssstrmizmos aparece como Un muchacho aravilloso, ‘Mientras el art'ste pintebs este cvadro, otras. asociaciones @ ideas faeueieron de su inconsciente. Ei objeto fedende como ua sa! es un efmbelo de totalidad y les cuatro brazos del mur chacho recverdan otros simbolos ecus. Gropless que caracterzan la totaliad psicolégiea. Delante de les _mancs del fmuchacho flote une flor, come x 3010 fen levantar las manos pushers aparecer tuna fior migiea. El muchacho es negro a cause dew origen nocturma (08 de- ir, Inconseiente). La sofiante es una persona religiosa, pero, se gin su sueiio, ya no puede sequir pertenecien- do por més tiempo a la Iglesia (protestante); de hecho, parece haber perdido la posibilidad de entrar en ella aunque trate de mantener el acceso tan limpio como le sea posible. Segdn el suefio, tiene que cruzar un rio estaneado y esto indica que el rio de la vida esté detenido a causa del irresuelto problema religioso. (Cru- zar un rlo es una imagen simbélica frecuente de un cambio fundamental de actitud.) El es- tudiante era interpretado por la propia sofan- te como la personificacién de un pensamiento que habla teaido anteriormente: que ella po- drfa satisfacer su ansia espititual asistiendo at instituto, Evidentemente el suciio no hace pen- sar mucho en ese proyecto. Cuando ella se atre- ve a cruzar sola el rio, una personificacién del “sf-mismo” (la niffa), pequefia, pero de fuerza sobrenatural, la ayuda, Pero Ja forma de un ser humano, sea joven © viejo, es solo una de las muchas formas en que puede aparecer el “sf-mismo" en los sue- fios o visiones. Las diversas edades que asu- me muestran que no solo estd con nosotros du- rante toda la vida, sino también que existe més allé del curso de la vida del que nos damos cuenta conscientemente, que es Jo que crea nuestra experiencia del paso del tiempo. ‘Asi como el “si-mismo” no est4 totalmente contenido en nuestra experiencia consciente del tiempo (en nuestra dimension espacio-tiem- po), est4 también simulténeamente omnipre- sente, Ademas aparece con frecuencia en una 199 forma que sugiere una omnipresencia especial; esto es, sé manifiesta como un ser humano Bigantesco, simbélico que abarca y contiene todo el cosmos, Cuando esta imagen surge en Jos suefios de un individuo, podemos esperar una solucién creadora para su conflicto, por- que entonces se aviva el centro psiquico vital (es decir, todo el ser se condensa en unicidad) con el fin de vencer la dificultad, No es de admicar que esa figura de Hombre Césmico aparezea en muchos mitos y ensefian- zas religiosas, Generalmente se le describe como algo que es itil y positive. Aparece como Addn, como el persa Gayomart 0 como el Pu- rusha hindi, Esta figura puede, incluso, des- ertbirse como el principio bésico de todo el mundo, Los antiguos chinos, por ejemplo, en- sefiaban que antes de la creacidn de toda cosa, habia un colosal hombre divino Hamado P’an Ku que dio forma al cielo y a Ja tierra. Cuando Word, sus Kégrimas formaron los rios Amari- lo y Yangtze; cuando respiraba se levantaba el viento; cuanto habtaba, se desataba el true- no, y cuando miraba en derredor, relucia el rayo. Si estaba de buen humor, hacia buen tiempo; si estaba triste, se nublaba, Cuando murié, se dividié y de su cuerpo se formaron jas cinco montaiias sagradas de China. Su cuer- Po se convirtié en la montaia T’ai, en el Este, el tronco se convirtis en la montafia de Sung, en el centro, el brazo derecho, en 2 montaiia Heng, al Norte, el brazo izquierdo, en la mon- tafia Heng, al Sur, y los pies, en la montaiia Hua, al Oeste, Sus ojos se convirtieron en el sol y la luna, Ya hemos visto que las estructuras simbé- licas que parecen referirse al proceso de indi- viduacin tienden a basarse en el motive del numero cuatro, al igual que las cuatro fun- ciones de la consciencia o las cuatro etapas del dnima o del 4nimus. Aqui reaparece en la forma césmica de P'an Ku. Solo en circuns- 200 mucha gente da hoy ha personvhics al lesimismos en sus sueiios como figuras publieas promentes. Los psredlogoe ur fguanes hallaren que, en les susios Imatculmnes aparecian con Freeverera. al Dr Albert. Schweitzer (r2euterda) y Sir Winston Churchill Ceentro}, en los sue+ fot fenerinos, Eleanor Roosevelt (929 fa opvesta, izquierdla) y Ia rind Feabel (peaina opuasta, contro, cagn an re: ‘eto en una caso africana), tancias especificas aparecen otras combinacio- nes numéricas en el material psiquico, Las ma~ nifestaciones naturalmente sin estorbos del centro psiquico se caracterizan por su cuadru- plicidad, es decir, por tener cuatro divisiones © alguna otra estructura que deriva de series numéricas de 4, 8, 16 y ast sucesivamente, El niimero 16 desempefia un papel de particular importancia puesto que se compone de cuatro euatros, En nuestra civilizacién occidental, ideas se- mejantes a la del Hombre Césmico se unieron al simbolo de Adén, el primer hombre. Hay una leyenda judia segin la cual cuando Dios cre6 a Adan, recogié pnmero polvo rojo, ne- gro, blanco y amarillo de las cuatro esquinas del mundo y asi Adin “aleanz6 de un extre- mo al otro del mundo”. Cuando se inclinaba, su cabeza tocaba en el Este y los pies en el Oeste, Segin otra tradicién judfa, toda la Hu- manidad estaba contenida en Adén desde el principio, 1o que significa el alma de todos Ios que nacieran en adelante, Por tanto, el alma de Addn era “como el pabilo de una vela com- puesto de innumerables cabos”. En este sim- bolo, fa idea de unidad total de toda la exi tencia humana, més alld de todas las unidades individuales, est4 claramente expresada. En la antigua Persia, el mismo Primer Hom bre originario—llamado Gayomart—se dese bia como una inmensa figura emitiendo luz. Cuando murié, salieron de su cuerpo toda cla- se de metales y de su elma sald el oro. Su semen cayé en la tierra y de él procedié la primera pareja humana en forma de dos matas de tuibarbo, Es chocante que al chino P’an Ku también se Je representaba cubierto de hojas como una planta. Quiz eso sea porque al Pri- mer Hombre se le imaginé como unidad auto- desarrollada y viviente que meramente existia sin ningin impulso animal 0 voluntad propia. Entre un grupo de gente que vive en las ori- Pen ) AConme® fae fectese ere WA win MD Fiore one eae ee ae Bait ‘3a gee eee goth here tee eee B 3 ® & é 3 s i te g # ca £ # i ‘ é a eat FI Hombre Ceamicomta figura gaan tesca gue tedo Ip bares ¥ que per Sonica y contiene a todo el snsver somes und Feprasentacion cemun del Usmionon en miter y sueos iz Guierea portads de Leviatan dei flo- Safe ingles cal «XVII Thomas Hab bes. La figura g-gontesca do Levistan fea forma por tos le gonte da la Scommenwealths [estada 0 republi Ge] sociedad deal ce Hobbes en Ta ate fe gente clige 2 eu propre auto Fdad contra (9 wecbeeanon dean) la corona ls espade y el cetro ce Le watan] Arnie devecha Io. figura Coum ca de a antigua China Pan Ku Fepresentads cub arts ce boiae para Indicar que el Hombre Casmico (© Pomer Hombre} exitio trmpiemen te coma una planta daserrcliado al raturel Deda hoje de un manus Crito amined andi dels XVI fen In coamien dicsa [sone sostenien do. 6} soi (Io feona esta. formads per mucha gente y muchos an mates) las de] Tigris, Adan sigue siendo adorado, en la actualidad, como la “superalma” oculta o “espiritu protector” mistico de todo el género humano. Esta gente dice que Adin procedia de una palma datilera, otra repeticién del mo- tivo de la planta. En Oriente, y en algunos circulos gnésticos de Occidente, 1a gente reconocié bien pronto que el Hombre Césmico era mas una imagen psiquica interior que una realidad concreta ex- tera, Segin la tradicién hind, por ejemplo, es algo que vive dentro del ser humano indi- vidual y es Ja Gnica parte inmortal. Este Gran Hombre interior redime al individuo condu- cigndole, fuera de la creacidn y sus sufrimien- tos, otra vez a su esfera eterna originaria. Pero solo puede hacer esto si el hombre le reconoce ¥ se despierta de su sueiio para dejarse condu- ‘cir. En los mitos simbélicos de la antigua India, esta figura se conoce como Purusha, nombre que significa simplemente “hombre” 0 “perso- na”. Purusha vive dentro del corazén de todo individuo y, sin embargo, al mismo tempo Wenz todo el cosmos, 202 Segiin el testimonio de muchos mitos, el Hombre Césmico no es solo el principio sino la meta final de toda vida, de toda la creacién, ‘oda naturaleza cereal significa trigo, todo tesoro de Ja naturaleza significa oro, toda ge- neraci6n significa hombre”, dice el sabio me- dieval Maestro Eckhart. Y si consideramos esto desde el punto de vista psicol6gico, ast es ciertamente, Toda la reatidad pstquica interior de cada individuo est orientada, en definitiva, hacia ese simbolo arquetipico del “si-mismo”. En la prdctica, esto significa que la existen- cia de los seres humanos nunca se explicard satisfactoriamente en términos de instintos ais- Jados © mecanismos intencionadas como son hambre, poder, sexo, supervivencia, perpetua- cién de las especies y demas, Esto es, el prin- cipal propésito del hombre no es comer, be- ber, etc, sino ser humano. Por encima y més alld de esos impulsos, nuestra realidad psiqui- a interior sirve para manifesta un misterio vivo que solo puede expresarse con un simbo- lo y, para su expresidn, e! inconsciente esco- ge con frecuencia la poderosa imagen de] Hom- bre Césmico, En_nuestra civilizacion occidental, el Hom- bre Césmico se ha identificado en gran parte con Cristo, y en Oriente con Krishna o con Buda, En el Antiguo Testamento esta misma figura simbélica aparece como “Hijo del Hom- bre” y en el posterior misticismo judio se le Nama Addn Kadmon, Ciertos movimientos re- ligiosos de los iiltimos tiempos de la Antigiie- dad, le llamaron simplemente Anthrapos (hom- bre en griega), Como todos los simbolos, esta imagen sefiala un secreto inconocible: el des- conocido significado definitive de la existencia humana, Arnba puntura rupestre de Rodesia re- prosontanda el mito de Te ereacion et cl que Primer Hombre {la (ona) se tne’ [a ettralla maturna ya te estes lia de la roche para producir lax cra tures ce la terea Sl Heenbre Césmico aparece muchas veces come hombre ori. finarie analoge 2 Aden, y Cristo, tam Bidn, he. sido icentfcaso. con e2% per- somicacién del asienamos, Pagina puesta, arriba un cuadro dol pintor flemés de) XV, Grunewale, repree ent is figure de’ Cristo con toda la rmajettad del Hombre Césmico. Como hemos sefialado, ciertas tradiciones atirman que ol Hombre Césmico es la meta de la creacién, pero su aleanzamiento no debe entenderse como un posible acontecer externo. Desde el punto de vista del hindi, por ejem- plo, no es tanto que el mundo externa se di- solverd algtin dia en el Gran Hombre originario sino que ja orientacién extravertida del ego hacia el mundo exterior desaparecerd con el fin de dar paso al Hombre Césmico. Esto su- cede cuando el ego se sumerge en el “sf-mis- mo". El fluir de representaciones del ego (que va de un pensamiento a otro) y sus deseos (que corren de un objeto a otro) se calman cuando es encontrado el Gran Hombre interior. En verdad, nunca debemos olvidar que, para nos- otros, la realidad exterior solo existe en tanto que la percibimos conscientemente, y que no podemos demostrar que existe “en sf y por si”, Los numerosos ejemplos procedentes de versas civilizaciones y distintos periados, mues- tran Ja universalidad del simbolo del Gran Hombre, Su imagen ostd presente en el pen- samiento de las hombres como una especie de meta o expresién del misterio basico de nues- Ejemolor de _epareia seal» (imagen El Dr, Jung sefialé que la coberm griegs simbslice de la totalided psfqviea del (abajo, laquierds) erode sutll_dupli- in seshmismna>)) laquierds, excults el xi) d.de J.C. rapresentando 8 $i Parvati nidos hermafroditicamente; cided (er decir, hermatrodita). En una carts © 10 postedor, Jung agregabe ove Ta, cabeza eteate, como. sux andlogos Bebajo, derechia: Ine divinideces hindes Adonis, Tamms, y..- Beldor, toda le Keiahna y Redho en un bosquecle, gracia y encanta. de fos dor soxot» Dereche escultura prerromans de la dio- snoin celta Aro. trcontrads en Berna {que signifies 5 aquierds estudio de! cid una modelidad que’ duré. hasta lor foraxén humano, original de Leonardo, impresieristas Debajo: piture de Re- por Ia lr, fa natur iro de Tinleretto, 8, XVI) —establee air (1643-1999). Inquterda- cancepto stquimico simosica dela cundratura dal “cleculo: embotc ‘puesto (wiense las figuras masculine Y¥. femenina) Centra: -cuadratura dei leeujo moderna del artista inglés Ben Nicholson (nacido en 1894): #.extrc: tamente gscmétries, forme vacla que poses armonia estéticn y belleca pare in significado simbbico, isle opvsta, srriba: erveds_ alas, fone pnts. dl modern. atta Te foots Safe Tasigahara (nacido os Poco), gue sign fe tendon. do my thor pres darcy Candee San formar erelras, a haces Entre las numerosas sectas y los movimien- tos que surgieron hacia el afio 1000 d. de J.C, tos alquimistas desempenaron un papel muy importante, Exaltaron los misterios de la ma- teria y los equipararon a los del espiritu “ce- lestial” del cristianismo. Lo que buscaban era la totalidad del hombre abarcando la mente y el cuerpo e inventaron un millar de nombres y simbolos para ella, Uno de sus simbolos cen trales fue la quadratura circuli (cuadratura del clreulo), que no es més que el verdadero man- dala. Los alquimistas no solo recogieron su Tabor en sus escritos, erearon un tico acetvo de pin- turas de sus suefios y visiones+ pinturas sim- bélicas que son tan profundas como engaiio- sas. Estaban inspitadas por el lado oscuro de la naturaleza: el mal, los suefes, el espirita de la tierra. La forma de expresién era siem- pre fabulosa, onirica ¢ irreal, tanto en pala- bra como en pintura. El gran pintor flamenco del siglo xv Hieronymus Bosch puede consi- derarse como el representante de mayor im- portancia de esa clase de arte imaginativo. Pero al mismo tiempo, los pintores renacen- tistas més caracteristicos (trabajando a la plena juz del dia, por asi decir) estaban produ. ciendo las obras més espléndidas del arte sen- sorial. Su fascinacién con la tierra y la natura- leza Mlegé a tal profundidad que, practicamente, determiné el desarrollo del arte visual para los cinco siglos siguientes. Los uiltimos gran- des representantes del arte sensorial, del arte 246 ssimdericns, del momento fugaz, de 1a luz y del aire, fue- ton los impresionistas del siglo x0, Podemos distinguir aqui entre dos modali- dades de la representacién artistica radical- mente diferentes. Se han hecho muchos inten- ‘tos para definir sus caracterfsticas, Recientemen- te Herbert Kithn (cuya obra sobre las pinturas rupestres ya hemos mencionado) ha tratado de trazar la distincién entre lo que él llama estilos “imaginativo” y “sensorial”, El estilo “sensorial” generalmente pinta una reprodue- cién directa de la naturaleza o del tema pic~ t6rico, EI “imaginative”, por otra parte, pre- senta una fantasia o experiencia del artista de una manera “irrealista”, incluso onirica y, a veces, “abstracta”, Los dos conceptos de Kiihn parecen tan sencillos y claros que me es grato poder ntilizarlos. Los primitivos comienzos del arte imagina- tivo se remontan muy atrés en la historia. En la cuenca mediterranea, su florecimiento data del tercer milenio a. de J.C. Solo muy recien- temente se ha comprendido que esas obras de arte tan antiguas no son el resultado de inha- bilidad o de ignorancia; son modos de expre- sao espiritual perfec- inida, Y tienen hoy dia un atrac- tivo especial porque, durante la primera mitad del presente siglo, el arte pasé, una vez més, por una fase que puede describirse gon el tér- mino “‘imaginativa”, Hoy dia, el simbolo geométrico o “abstrac+ to del cfreulo ha vuelto a desempefiar un pa- pel importante en la pintura, Pero con pocas excepciones, la modalidad tradicional de repre- sentacién ha sufrido una transformacién carac- terfstiea que se corresponde con el dilema de la existencia del hombre moderno. El circulo ya no es una figura de un solo significado que abarca todo un mundo y domina la pintura, A veces el artista lo quita de su posicién domi- nante y lo reemplaza por un grupo de circulos negligentemente ordenados. A veces, el plano del cfrculo es asimétrico, ‘Un ejemplo de ese plano circular asimétsi- co puede verse en el famoso disco solar del pintor francés Robert Dalaunay. Una pintura del moderno pmtor inglés Cer Richards, hoy dia en la coleceién del Dr. Jung, contiene un plano circular enteramente asimétrico, micn- tras que muy a Ja izquierda aparece un efrculo mucho més pequefio y vacfo, En el cuadro del pintor francés Henri Ma- tisse, titulado Naturaleza muerta con florero de nasturcwos, el foco de vision es una esfera verde sobre una viga negra inclinada, que pa- rece reunir en sf los miltiples circulos de Tas hojas de los nasturcios. La esfera se sobrepone anna figura rectangular, cuyo éngulo superior izquterda est4 doblado, Dada la perfeccién ar- tstica de Ja pintura, es facif olvidar que, en el pasado, esas dos figuras abstractas (el efrculo y cl cuadrado) estarfan unidas y habrian ex- presado todo un mundo de pensamientos y sen- timientas. Pero quien recuerde y plantee la cuestién del significado, encontraré materia para penser: las dos figuras que desde el prin- cipio de los tiempos formaron un todo estén puestas aparte en esta pintura o relacionadas incoherentemente. Sin embargo, estén las dos y se tocan mutuamente, En un cuadro pintado por el artista de pro- cedencia rusa Wassily Kandinsky hay una re- unin descuudada de bolas 0 circulos de colores que parecen haber surgido como pompas de jabén, También estén tenuemente relaciona- das con el fondo de un gran recténgulo que contiene dos recténgulos pequeiios y casi cua trouerd: por Pau Ki (1879-1940)7 prntor dah 5.3K en ia que el sible del eteulo mantiene una “pos.” deminante, 247 Grados, En otro cuadro que titulé Algunos circulos, una nube oscura (go €s un ave coi nigndose?) también contiene un grupo desor- denado de bolas 0 circulos brillantes. Los circulos aparecen con frecuencia en re- laciones inesperadas en las misteriosas com- posiciones del artista inglés Paul Nash, En la soledad primitiva de su paisaje Suceso en los Downs, hay una bola en primer término a la derecha, Aunque, aparentemente, es una pe- ota de tents, el dibujo de su superficie forma el Tat-ge-tt, et simbolo chino de eternidad; de ese modo abre una nueva dimensién en Ia so- edad del paisaje. Algo anélogo ocurre en et Puisaye desde un suefio, de Nash, Las bolas ruedan fuera de Ja vista en un paisaje infini- tamente amplio reflejado en un espejo, con un gran sol visible en el horizonte, Otra bola estd en primer término, delante del espejo tos- camente cuadrado. En su dibujo Limites del entendimiento, al artista suizo Paul Klee coloca Ia simple figu- Arriba: lor circulos estén rotos dese fordonadamonte ospercidos on El aol y Te lume, por Robert Delauray (1885+ 1941}; en Algunor cirules, de Kandins- ky (1866-1944) (Iaquerd); yan Pale taje desde un swemo (pag opvesta, is quierda) do Paul Nash (1889-1946). De- bajo: Compesicién, por Piet Mondrian (1872-1944), dominada por reeténguion. ra de una esfera o un circulo encima de una compleja estructura de escaleras y Iineas. El doctor Jung ha sefialado que un verdadero simbolo aparece solamente cuando hay nece- sidad de expresar lo que el pensamiento no puede pensar 0 lo que solo se adivina o siene te; ese es el propésito de la sencilla figura de Klee en los “Himites del entendimiento”. Es importante observar que el cuadrado, o grupos de rectingulos y cuadrados, o rectingu- los y romboides han aparecido en el arte mo- demo con tanta frecuencia como el cireulo. El maestro de las composiciones armoniosas (it cluso “musicales") con recténgulos ¢s el artista de otigen holandés Piet Mondrian, Por regla general, no hay centro efectivo en ninguna de sus pinturas, sin embargo, forma un todo or- denado en colocacién estricta, casi ascética, Ain més comunes son las pinturas, de otros artistas, con composiciones cuaternarias itre- gulares, @ numerosos rectingulos combinados en-grupos mds 0 menos desordenados. El circulo es un simbolo de la psique (hasta Platén describe la psique como una esfera). El cuadrado (y con frecuencia el recténgulo) es un stmbolo de materia terrenal, del cuerpo y de la realidad, En fa mayoria del arte moderno, a conexién entre esas dos formas primarias es inexistente o libre y casual. Su superacién es otra expresién simbélica del estado psiquico del hombre del siglo xx: su alma ha perdido las raices y él esté amenazado por la disocia- cid, Aun en la situacién mundial de hoy dia (como sefialé el Dr. Jung en su capitulo preli- minar), esa divisién se he hecho evidente: las mitades occidental y oriental de la tierra es t4n separadas por ei telén de acero, Pero la frecuencia con que aparecen el cua- drado y el circulo no debe desdefarse, Parece haber una ininterrumpida incitacion psfat para traer a la consciencia los factores bésicos de la vida que ellos simbolizan. También, en ciertas pinturas abstractas de nuestros tiem- os (que meramente representan una estructu- ra coloreada 0 una especie de “materia pri- ma”), esas formas aparecen, a veces, como si fuesen gérmenes de un nuevo crecimiento. El simbolo del circulo ha desempefiado una parte curiosa en un fendmeno muy diferente de la vida contemporinea y, ocasionalmente, lo sigue desempefiando, En los iltimos aiios de la segunda guerra mundial, surgié el “ru- mor visionario” de cuerpos redondeados y yo adores conocides como “platillos volantes" 0 UFO (unidentified flying objects, objetos vo- adores inidentificados). Jung los ha explica- do como proyecciones de un contenido psi €o (0 completamiento) que en todo tiempo se simboliz6 con el cfreulo, En otras palabras, ese “cumor visionario”, como también puede ver- se en muchos suefios de nuestro tiempo, es un intento de la psique inconsciente colectiva de reparar la divisién en nuestra era apocalfpti- ca mediante et simbolo del circulo. ‘del 3. XVI con algunos extrefias objstos clreulares vistor en el fiemamento, and Jogos a los «platiion volantet> vistos en tos flor recientes. Jung ha tugerido que tales visiones son. proyecciones det arqueligo de completamiento. 249 [ | i La pintura moderne como simbolo Las denominaciones “arte moderno” y “pin- tura modetna” se emplean en este capitulo tal como las usa el profano. De lo que trataré, utilizando la calificacién de Kihn, es de la Pintura imaginativa moderna. Las pinturas de esta clase pueden ser “abstractas” (0, mas bien, ““no-figurativas"), pero no siempre necesitan serlo, No intentaremos distinguir entre las di- versas formas como fauvismo, cubismo, ex Presionismo, orfismo y demas. Toda alusién especlfica a alguno de esos grupos seré total- mente excepcional, ¥ no me preocupo de la diferenciacién es- tética de las pinturas madernas; ni, sobre todo, de valoraciones artisticas. La pintura imagina- tiva moderna se toma aqui, simptemente, como. un fenémeno de nuestra tiempo. Esta es la inica forma en que puede justificarse y res- ponderse a la cuestién de su contenido sim- bélico. En este breve capitulo salo es posible mencionar a algunos artistas y seleccionar al- gunas de sus obras un tanto al azar, Tengo que conformarme con estudiar la pintura mo- derna en funcién de un nimero reducido de sus representantes. Mi punto de partida es el hecho psicaligi- co de que el artista ha sido en todos los tiem- pos el instrument y portavoz del espiritu de su época. $u obra ‘solo puede ser entendida parcialmente en funcién de su psicologia per~ sonal, Consciente o inconscientemente, el ar- tista da forma a la naturaleza y los valores de su tiempo que, a su vez, le forman a él, El propio artista moderno reconoce con fre- cuencia la interrelacién de la obra de arte y su tiempo, Asi, el eritico y pintor francés Jean Bazaine esctibe sus Notas sobre la pintura contempordnec: “Nadie pinta como quiere. Todo lo que puede hacer un pintor es querer con toda su fuerza Ja pintura de que es capaz su tiempo.” El artista alemdn Franz Mare, que murié en [a guerra europea, dijo: “Los gran- des artistas no buscan sus formas en las bru- mas del pasado, sino que toman las resonan- cias m&s hondas que pueden del centro de sravedad auténtico y més profundo de su tiem- po.” Y, ya en 1911, Kandinsky eseribié en su 250 famoso ensayo Acerca de lo espiritual en et arte; “Cada época recibe su propia medida de libertad artfstica, y aun el genio més crea- dor no puede saltar los limites de la libertad.” Durante Jos wltimos cincuenta aflos, el “arte moderno” ha sido una general manzana de dis- cordia y la discusién no ha perdido nada de su acaloramiento. Los sonoros “sfes” son tan apa- sionados como los sonoros “noes”; sin embar- g6, la reiterada profecfa de que el arte “mo- derno” se ha terminado, jamés ha llegado a ser verdad. La nueva forma de expresion ha teiunfado hasta un grado inimaginable. Si, en definitiva, es amenazado serd porque ha dege- nerado en manierismo y en moda, (En la Unisa Sovitica, donde el arte no-figurativo con fre- cuencia ha sido desalentado. oficialmente y producido solo en privado, el arte figurative estd amenazado por una degeneracién and- loge.) E! piiblico en general, en Europa en todo caso, aiin esté en el ardor de la pelea. La vio- encia de la discusién muestra que los senti- mientos suben muy alto en ambos campos. Aun aquellos que son hostiles al arte moder no no pueden evitar que les impresionen las obras que rechazan; estan itritados o repeli- dos, pero (como demuestra Ia violencia de sus sentimientos) estén emocionados. Por regla ge neral, la fascinacién negativa no es menos fuer- te que la positiva, El torrente de visitantes a las exposiciones de arte modemo, dondequiera y cuando quiera que se celebren, atestigua algo més que curiosidad. La curiosidad bien pronto quedatia satisfecha. Y los precios fantdsticos que se pagan por obras de arte moderno son una medida de Ta categoria que se les concede por Ia sociedad. La fascinaciéa se produce cuando se ha con- movido el inconsciente. El efecto producido por las obras de arte moderno no puede expli- carse totalmente por su forma visible. Para los ojos educados en el arte “clisico” 0 “senso rial”, son nuevas y ajenas. Nada de las obras de arte no-figurativo recuerda al observador su propio mundo: ningtin objeto de su medio ambiente cotidiano, ningén ser humano o ani- mal que Je hablen un lenguaje conocido, No hay bienvenida ni acuerdo visible en el cos- mos creado por el artista, Y, sin embargo, in- cuestionablemente hay un vinculo bumano, In- cluso puede ser més intenso que en las obras de arte sensorial, que atraen directamente al sentimiento y la fantasta, La finalidad de! artista moderno es dar ex- presién a su visién interior del hombre, al fondo espiritual de la vida y del mundo. La moderna obra de arte ha abandonado no solo el reino del mundo conereto “natural”, sen- sorial, sino también el del mundo individual. Se ha hecho eminentemente colectivo y, por tanto (aun en la abreviacién del jeroglifico pic~ térico), conmueve no solo a pocos, sino a mu- chos, Lo que permanece individual es la mane ra de representacién, el estilo y calidad de la moderna obra de arte. Con frecuencia resulta dificil para el profano reconocer si la intencién del artista es auténtica y esponténea su expre- sién, ni imitada ni buscada para producir efec- to. En mitchos casos, tiene que acostumbrar- se a nuevas clases de lineas y de colores. Tiene que aprendérselas, como aprenderfa una len- gua extranjera, antes de poder juzgar su ex- presién y calidad. Los precursores del arte moderno compren- dieron aparentemente cudnto estaban pidien- do al pablico. Jamas habian publicado los ar- tistas tantos “manifiestos” y explicaciones de sus propésitos como en el siglo xx, Sin embar- 0, no va solo dirigido a los demas su esfuerzo por explicar y justificar lo que hacen; también va ditigids a ellos mismos, En su mayor parte, El arte sensorial (0 representative) con- tra el arte Imagiratve (0 «lrrealste>). Derecha: af cuadro del piotor Inglés del Frith, parte de una se fevencla que describe ‘ia. ruins de_un un extreiro dl arte he deganerado ef fierismo y_aentimentalismo —txquierda: jg Un extreme dsl arte Imaginative (y saot ‘e& eabstrecton), por Kasimir Malevich =. XIX Will Jugador. represent 8 York. 1985), Composicién suprematis- {a Blanco sobre Blanco. 1918 Coleccion del Muro de Arte Moderne, Rueva 50s manifiestos son confesiones de fe artis- tica; intentos, poéticos y muchas veces auto- contradictorios, de aclarar la extrafia_produc- cin de la actividad artistiea de hoy dia. Lo que realmente interesa, desde luego, es (y siempre lo ha sido) el encuentro directo con la obra de arte. Aunque, para el psicélogo in- teresado en el contenido simbélico del arte mo- deo, es més instructivo el estudio de esos esctitos. Por esta raz6n, permitiremos que los artistas, siempre que sea posible, hablen por sf mismos en el estudio que va a continuacién. Los comienzos del arte moderno aparecieron al iniciarse el presente siglo. Una de las per- sonalidades mas impresionantes de esa fase de iniciacin fue Kandinsky, cuya influencia atin se puede hallar claramente en las pinturas de la segunda mitad del siglo. Muchas de sus ideas han resultado proféticas. En su ensayo Con cerniente a la forma, esctibié: “El arte de hoy dfa incorpora la madurez espiritual hasta el extremo de la revelacién. Las formas de esta ineorporacién pueden situarse entre dos po- Jos: 1) gran abstraccién; 2) gran realismo. Es- tos dos polos abren dos caminos que condu- cen, ambos, a una meta final. Estos dos ele- mentos han estado siempre presentes en el arte; el primero estaba expresado en el segun- do, Hoy dfa parece como si fueran a Mevar existencias separadas. El arte parece haber ‘puesto fin al agradable completamiento de lo abstracto por lo conereto y viceversa.” Como ilustracién del punto de Kandinsky de que los dos elementos del arte, lo abstracto y to concreto, se han separado: en 1913, el pintor ruso Kasimit Malevich pint6 un cuadro que consistia solo en un cuadrado negro so- bre un fondo blanco, Fue quizé el primer cua- dro puramente “‘abstracto” jamds pintado. Es- eribid acerca de él: “En mi lucha desesperada para liberar at arte del lastre del mundo de los ‘objetos, me refugié en Ja forma del cuadrado,” ‘Un afo después, el pintor francés Marcel Duchamp colocé un objeto cogido al azar (un anaquel de botellas) en un pedestal y Io expu- so, Jean Bazaine escribié: “Este anaquel, arran- cado de su medio utilitario y lavado en la playa, ha sido investido con la dignidad soli- taria de lo abandonado. Sin valer para nada, ah{ esta para utilizarlo; dispuesto para nada, esté vivo. Vive en el borde de la existencia su propia vida absurda, obstructora. El objeto que estorba: ese es el primer paso del arte.” En su extraiia dignidad y en su abandono, el objeto quedaba inconmensurablemente exal- tado y recibfa una significacién que solo podia Hlamarse magica. De ahf su “vida absurda, obs- tructora”. Se convirtié en un idolo y, al mismo tiempo, en objeto de burla, Su realidad ine trinseca quedé aniquilada EI cuadrado de Malevich y el anaquel de Duchamp fueron actitudes simbélicas que nada tenfan que ver con el arte en el sentido estric- to de la palabra, Sin embargo, marcan los dos extremos (“gran abstraccidn” y “gran reali: mo") entre los cuales se puede alinear y com- prender el arte imaginative de los deceaios si- guientes, Desde el punto de vista psicoldgico, las dos actitudes hacia el objeto desnudo (material) y el no-objeto desnudo (espiritu) sefialan una colectiva fisura psfquica que cred su expresién simbéliea en los afios anteriores a la catéstrofe de la guerra europea. Esta fisura aparecié pri- mero en el Renacimiento, cuando se hizo mani- fiesta como conflicto entre el entendimiento y la fe, Mientras tanto, la civilizacién iba ale- jando mas y més al hombre de sus fundamen- ios instintivos de tal modo que se abrié una brecha entre la naturaleza y la mente, entre el inconsciente y la consciencia, Estos opues- tos caracterizan la situacién psiquica que bus- ca expresién en el arte moderno. “lo concreto” fue el famoso—o notorio—ana- quel de botellas de Duchamp. No se propuso que el anaquel fuese artfstico en sf mismo. Du- champ se calificaba de “antiartista”. Pero sacé a luz un elemento que significé mucho para los artistas durante mucho tiempo después, El nombre que le dieron fue objet trouvé o “pre- parado”. El pintor espafiol Joan Mird, por ejemplo, va todos los dfas a la playa, al amanecer, “para recoger cosas tra(das por la marea. Las cosas estan alli, esperando que alguien descubra su personalidad”, Guarda en el estudio sus ha- Miazgos, De cuando en cuando, junta algunos de ellos y resultan las composiciones més cu- riosas: “El artista se sorprende con frecuencia de las formas de su propia creacién.” ‘Ya en 1912, el pintor nacido en Espafia Pav ‘blo Picasso y el pintor francés Georges Bra- que hicieron lo que ellos lamaron collages con troz0s de desperdicios. Max Ernst recor- 16 pedazos de revistas ilustradas en la Hamada 6poca de los grandes negocios, los juntd segdn le parecié y asf transformé fa recargada pesa- dez de la época burguesa en una irrealidad de- moniaca y onfrica, El pintor alemdn Kurt Schwitters trabajé con ec! contenido del cubo de la basura: utilizé clavos, papel de estraza, trozos de papel de periédico, billetes de tren y trapos, Consiguié juntar esos desperdicios con tal seriedad y novedad que obtuvo efectos sor prendentes de extrafia belleza. Sin embargo, en Ja obsesion de Schwitters respecto a lag co- sas, esa manera de componer Ilegé a ser, oca- sionalmente, un mero absurdo. Hizo una cons- truccién con escombros a la que lamé “cate- dral construida para las cosas”. Trabajé en ella durante diez afios y hubo que demoler tres pi- sos de su casa para conseguir el espacio que necesitaba, La obra de Schwitters y 1a mégica exaltacién del objeto fueron ta primera insinuacién del lugar del arte moderno en la historia de la mente humana y de su significado simbético. Revelan la tradicién que se estaba perpetuan- do inconscientemente, Es la tradicién de las 253 hermandades cristianas herméticas de la Edad Media, y de Jos alquimistas que confirieron incluso a la materia, elemento de ta tierca, la dignidad de su contemplacién religiosa. La exaltacién que hace Schwitters de tos materiales rvs toseos hasta el rango de arte, de “catedral” (en 14 cual los escombros no de- jarfan espacio para um ser humano), seguia fiel- mente la vieja doctrina de los alquimistas se- gin la cual Ta busqueda de objetos preciosos se ha de hacer entre fa basura. Kandinsky ex- presé las mismas ideas cuando eseribié: “Todo Jo que esté muerto palpita. No solo las cosas de Ia poesia, estrellas, luna, bosque, flores sino aun un botéa de calzoncillo brillando en el lo- dazal de la calle... Todo tiene un alma secreta, que guarda silencio con mds frecuencia que habla.” Lo que Yos artistas, al igual que los atqui- mistas, probablemente no percibieron era el hecho psicoligico de que estaban proyectando parte de su psique en la materia y objetos ina- nimados. De ahi la “misteriosa animacién” que entraba en tales cosas y el gran valer atri- Duido incluso a los escombros, Proyectaton su propia oscuridad, su sombra terrenal, un con- tenido psiquico que ellos y su tiempo habfan perdido y abandonado, Sin embargo, a diferencia de Jos alquimistas, los hombres como Schwitters no estaban in- cluidas y protegidos por el orden cristiano, En cierto sentido, la obra de Schwitters se opo- ne a él: una especie de monomanfa le vincula a la materia, mientras que el cristianismo tra- ta de vencerla, Y no obstante, paraddjicamen- te, es la monomania de Schwitters la que roba al material de sus ereaciones su significado in- herente de realidad conereta. En sus pinvur Ta materia se transforma en composicin “abs- tracta”. Por tanto, comienza a desechar su sustancialidad y a disolverla, En este verdade- ro proceso, esas pinturas se convierten en ex- presiones simbélicas de nuestro tiempo, que ha visto el concepto de 1a “absoluta” concre~ cién de la materia indeterminada por Ia moder- na fisica atémica. Los pintores comenzaron a pensar acerca del “objeto magico” y del “alma secreta” de Jas cosas. El pintor italiano Carlo Carré es- cribi6: “Son las cosas corrientes las que re- velan aquellas formas de sencillez mediante tas cuales podemos percibir esa situacién su- 254 perior y mds significativa del ser donde reside todo el esplendor del arte.” Paul Klee dijo: “E] objeto se expande mis alld de los limites de su apariencia por nuestro conocimiento de que la cosa es mas que el exterior que nos pre- senta ante los ojos.” Y Jean Bazaine escribié: “Un objeto despierta nuestro amor slo porque parece ser el portador de poderes que son ma- yores que é Los pensamientos de ese tipo nos recuerdan el viejo concepto alquimista de un “espiritu en Ja materia’, que se crefa era el espiritu que habia en abjetos inanimados, y tras ellos, como el metal o Ja piedra. Interpretado psicoldgica- mente, este espiritu es el inconsciente, Siempre se manifiesta cuando el conocimiento cons- ciente 0 racional ha aleanzado sus limites y el misterio se instala en 4, porque el hombre tiende a Nenar Jo inexplicable y misterioso con os contenidos de su inconsciente. Suele pro- yectarlos, como si dijéramos, ea un recipiente oscuro y vacio. La sensacion de que el objeto era “mas que lo que encuentran los ojos”, compartida por mu- chos artistas, encontré una expresién notable en la obra del pintor italiano Giorgio de Chi- rico. Era mistico por temperamento y un bus- cador trégico que nunca encontrs lo que bus eaba. En su autorretrato (1908) escribid: “Fr quid amabo nisi quod aenigma est (“2¥ qué voy 2 amar si no es el enigma?”), Chirico fue el fundador de la Hamada piteura metajisica, “Todo objeto—escribié—tiene dos aspectos: el aspecto comin, que es el que ge- neralmente vemos y que todos ven, y el as+ pecto fantasmal y metafisico, que solo ven raras personas en momentos de clarividencia y meditacién metafisica, Una obra de arte tiene que contar algo que mo aparece en su forma visible.” Las obras de Chirico revelan ese “aspecto fantasmal” de las cosas. Son transposiciones de Ia realidad andlogas a sucios, que surgea como visiones procedentes del inconsciente. Pero su “abstraccién metafisica” se expresa en una rigidez sobrecogida por el pinico, y Ia at~ mésfera de sus pinturas es la de una pesadilla ¥ melancolfa insondable. Las plazas de las ciu- dades de Italia, las torres y objetos estan situa dos en una perspectiva agudisima como si es- tuviesen en el vacio, iluminados por una luz fria, inclemente, que procede de un origen in-

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