You are on page 1of 10
Una medicina contra otra Pre gg Mass alsin puede mbién oponérsele otra “figura de piedra”: el bajorrelieve de la Gru- diva. A juicio de Freud, la similivud centre el andar de la figura de piedra y el de la joven viva serfa —junto con el encuentro de Zoe en Pompeya el tinico elemento “inventado” y “arbiera- rio en la presentacién del caso Nor- bere Hanold’. De buena gana yo diria lo contrario. Esa joven virgen romana cuyo paso dgil esta hecho de vuelo suspendido y de firme apoyo 1. Sigmund Freud, “El dlitio..", ob. cie, vol ss pp. 35 y 36. HLanconscuuere Esténico en el suelo, esa expresién de vida activa y de tran- quilo reposo en sf, es todo menos una invencién arbitraria producto del cerebro de Vilhelm Jensen. Se reconoce en ella, por el contrario, la figura cien veces celebrada, desde Schiller o Byron, Halderlin o Hegel: el andar de la hor’, recuetdo del friso de las Panateneas 0 de la urna sgriega, alrededor del cual toda una €poca sofié tuna idea nueva de la comunidad sensible, una vida idéntica al arte, un arce idéntico a la vida, ‘Mas que un joven sabio excravagante, Norbert Hanold es una de las innumerables victimas, trigi- cas 0 cOmicas, de cierto fantasma reérico: esa vida trémula de la estarua, del pliegue de la winica o del libre andar en la que se vefa encarnado el mundo ideal de la comunidad viviente. E] “fantasioso” Jensen se divierte simplemente confrontando esa “vida” sofiada de la piedra anti- gua y de la comunidad por venir con la trivialidad. de la vida pequefioburguesa: los vecinos, os cana- rios en las ventanas y los transetintes en la calle. | enamorado de la vida encarnada en la piedra se encuentra confrontado con la vida de la vecina picara y prosaica y con la banalidad de los viajes de boda a Italia de los pequefioburgueses, Es esto Jo que rechaza Freud al oponer su propia incerpre- tacién de la cura de Zoe: sa liquidacién simple del _/ sucfio que se opone a la catarsis del afecto, Ell de- nuncia la complicidad entre la posicién del fanta- sioso y cierto fin prosaico del suefio. Esa denuncia no es nueva. Podemos evocar las paginas de Hegel, que denuncia en las Leccio- nes de estévica la arbitratiedad de la fantasia de Jean-Paul o de Tieck y su solidaridad tltima con el ilisteismo de ta vida burguesa. En ambos casos, se ve denunciado en el “fantasioso” cierto uso del espitita, del Wite romintico. Pero en esa proxi- ‘midad se opera un vuelco esencial. Hegel opone ala frivolidad subjetiva del Witz la realidad sus- tancial del espititu, Freud le reprocha al fancasioso desconocer la sustancialidad de los juegos del Wite, Hegel se dedica, en primer lugar, a recusar una figura vacfa de “libre” subjetividad, reducida a su autoafirmacion repetitiva. Freud, confrontado a los nuevos desarrollos del inconsciente estético, pone en tela de juicio, prioritariamente, ciera idea de objetividad, aquella que se resume en la idea de “sabiduria de la vide". En la risuefia Zoe Bertgang yen el “fantasioso” Vilhelm Jensen, esa sabiduria adopra una figura bastante anodina, Pero no ocurre lo mismo con otras “curas”, con otros “fines de suetio” ilustrados por la “medi cina’ literaria de finales del siglo x1X. Podemos pensar en dos ficciones ejemplares: una, inven- tada por el hijo de un médico, la otra, que toma aun médico como héroe. Primero, el final de La educaciin sentimental, ln evocacién de esa visita fallida al burdel de la Turca que, tanto en sus des- hechas esperanzas ideales como en sus malogra- das ambiciones positivas, es lo mejor que han conocido Frédéric y Deslauriers. Sin duda, més significativo es el final de El doctor Pascal de Zola, que es también la conclusién y la moraleja de todo el ciclo de los Rougon-Macquart. Esa mora- Ieja es, por lo menos, muy particular ya que El doe- ‘or Pascal rlata el amor incestuoso del viejo doctor, que tambign es el hiscoridgrafo de la familia, por su sobrina Clotilde. EI final de libro nos muestra a Clotilde, tras la muerte de Pascal, amamantande en el antiguo gabinete de trabajo transformado en nursery al hijo del incesto que, inconsciente de todo tabti cultural, levanta su pequefio puiio, no hacia algin porvenir radiante, sino simplemente at Ta fuerza ciega y bruta de la vida que asegura su perpetuidad. Ese triunfo de la vida, afirmado por un incesto banalizado ¢ incluso regencrador, ¢s, en suma, la versién “seria” y escandalosa de la fan- tasfa liviana de Jensen, Esta moraleja representa lo que Freud rechaza: el “mal” ineesto, malo no por ulteajar la moral, sino porque desconecta el hecho incestuoso de roda buena intriga de causalidad —y de culpabilidad-, de toda logica de saber liberador. No sé si Freud leys El doctor Pascal, Pero st sabemos, en cambio, que leyé atentamente a un contemporineo de Zola, autor de historias ejemplares de perturbaciones del alma y secretos de infancia, de curas, confesiones y curaciones. Me refiero a Ibsen y pienso aqui en el andlisis que hace Freud de su obra Rosmershotm en el articulo ‘itulado Algunostipos de candcter dilucidados por el wrabajo pricoanalttico. El rex analiza algunos ‘ipos paradgjicos que se oponen a la racionalidad de la cura psicoanalitica: unos porque se niegan a renunciar a una satisfaccién y a someter el prin pio de placer al principio de realidad; otros, a la inversa, porque se escabullen ante su propio éxito, porque rechazan una satisfaccién en el momento mismo en que pueden por fin obte- nerla, cuando ya no esti marcada con el sello de 'a imposibilidad 0 de la transgresién. Asi, por cjemplo, la muchacha que tramé largamente sit matrimonio 0 el profesor en visperas de obtener por fin la cftedra por la cual inerigé largamente se ‘scabullen ante el éxito de sus propésitos. Es que el Grito offecido, jurga Freud, provoea la invasién ¢& um incontrolablesentimiento de eulpabildad ¥ es aqut donde intervienen los ejemplos toma: ddos de dos obras modelo: Macbeth, por supuesto, pero también Rosmersholyn, forest, resguardada en el fondo de un fiordo. Fn esa fines ada por una pasaela que se aig ‘encima de aguas eurbulentas, vive Rosmer, un viejo Pastor heredero de una antigua familia de notables Ga spots, aquejada por trastornos mentales, se arrojé al agua un afo atrés. En la misma morada vive Rebeca, el ama de Ilaves, que se habia emple- ado alli tas la muerte de su padrastt, el dover West. Este, ibrepensador, habia educado a Rebeca después dela muerte desu madre la habia ca ertido a sus ideas liberaes. La cohabitacién de Rosmer y la joven mujer tiene una doble cone, cuencia. Por un lado, la conversién del antiguo Pastor alas ideas liberales, las que expone a an cufiado Kroll, director de escuela y jee local del Parsdo del orden, escandalizindolo en gran manera. Por orto lado, la transformacién de +a comunidad intelectual en sentimiento amoroso, Elle propone massimonio, pero Rebeca, luego de un primer momento de alegria, declara qute es imposible. En ese momento, el director Kroll le revela a su cufiado que su hermana fue empujada al suicidio y a Rebeca, que su nacimiento es lege timo: ella es en realidad la hija ilegitima de su “padrastro”. Rebeca se niega enérgicamente a cre- stle, Pero, en cambio, confiesa que fue ella quien insinué al espftitu de la difunea las ideas que la

You might also like