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LECCIONES DE ADMINISTRACION* DISCURSO INAUGURAL El motivo que nos reune hoy en este sitio merece bien que le consagremos algunas refle- xiones, Tanta es la importancia de la instruc- * José Poseda de Herrera dicta sus Lecciones de administra: ci6n en te Escuela Especial de Madrid. Sus alumnos Juan Antonio de Batcén, Juan Pérez Calbo y Francisco de a Madrazo, las iascritieron y compilaran, epareciendo ublicados en tres tomos on ol afio de 1843. (Sea dicho de aso, de Paufe Mexrazo escribié después su Manual de ad- ‘ministracién, que fue publicedo en México en 1857, y ‘que la Revista de Administracin Pablica ha reproducido integramence en sus nimeros 61, 52 y 3). Tuvimos ac: eso a la moderna versidn de la obra de Posada de Herrera editads por el Instituto Nacional de Administracién Pi- blica de Espafia, tal como apareclé también en tres tomos en al afio de 1978; esta edicion es facsimilar de 1a de 1843. ‘Se han reproducido aqut el Discurso Inaugural y las Lec: clones 1 y iI, en las cuales se tratan los temas de Ia adm nistracién y el derecho administrative, EI titulo de nuestra, versién es of mismo que el de la obra de Posade de Herre- +a, Se conseryé formacién, redaccién y ortografia original N. dat D. José Posada de Herrera cion publica, tan grande su influencia en la dicha y prosperidad de la nacion, que al ver abiertas las puertas de esta nueva escuela sen- timos latir el corazon de gozo y de alegria. La instruccion publica es un bélsamo suave que cura las heridas de los pueblos y al respirar el aire puro de fa ciencia sienten aquella anima- cion saludable que dé al hombre, en medio de la desgracia, la esperanza de su felicidad. Los que la promueven, los que preparan 4 las na- ciones este manjar suave que és la causa de su prosperidad merecen siempre bien de la patria, y cuando vean crecer el drbo! que ellos han plantado, pueden sentados 4 su sombra, lle- narse del noble orgulto que es permitido tener al que sirve bien 4 su pais. Pero el establecimiento de estas cétedras no solo debe ser considerado como un progre- 80 en la instruccion piblica sino como uno de aquellos fenémenas que revelando el estado de la sociedad prueban que este ser moral se acerea ya 4 su completo desarrollo, y que ha 136 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA, Megado el tiempo de entregarle el cuidado de ‘sus propios intereses. Hubo un dia en que los pueblos arrastraban silenciosos la cadena del despotismo sin atre- verse 4 reclamar la parte que legitimamente Jes correspondia en su gobierno y ora victimas det fanatismo, ya gimiendo bajo ef poder de Jos grandes, ya en fin pretendiendo ser sibdi- tos humildes del trono para dejar la condicion de vasallos, no acertaron nunca 4 tomar al poder que andaba por el suelo destrozado por jos mismnos que le pretendian. De la sociedad y su derecho solo conocian el castillo del se- fior; su voluntad eran sus leyes y !a violencia su justicia, Servian los pueblos 4 su amo como un instrumento que unas veces despedazaba entre sus manos, otras arrojaba contra los pue- blos vecinos para aflijirlos y dominartos. éCuanta no hubiera sido su admiracion si tras- pasando la muralla impenetrable que los sepa- raba del porvenir, hubieran podido ver el dia en que habiamos de vivir bajo de un mismo gobierno, obedecer unas mismas leyes, tener unos mismos intereses y poder reclamar con frente altiva la proteccion de la justicia? Ya no hay esclavos ni vasallos, ni hombres de aba- dengo, de realengo 6 de behetria, ni nobles, ni hidalgos, ni plebeyos, ni pecheros, no hay mas que ciudadanos, Ya nadie lleva e! nombre del Rey de Aragon, ni de Navarra, ni de Castilla, sino el de la nacion espafiola. IQué variacion tan inmensa! iQué marcha tan progresiva y admirable! Reunir tantos intereses, igualar tantas clases, destruir tantas preocupaciones, desarraigar tantos abusos, llevar en fin la ley niveladora sobre aquel inmenso é informe cuimulo de prerogativas y privilejios. Que di- ferencia de aquel tiempo en que las leyes se escribian en latin y apenas nadie sab/a leerlas 4 este en que se escriben en lengua castellana y publicadas por la imprenta !legan por cien caminos no solo 4 los confines de nuestro te- rritorio, sino hasta los estremos del universo. Que diferencia entre las leyes discutidas mil veces en la imprenta y fa tribuna, impugnadas, defendidas, analizadas de todos los modos y aquellos actos de barbarie que se llamaban fazafias y usurpaban despues el nombre santo de leyes. Qué le importaban entonces al hombre sus derechos, si no fos podia hacer valer y respe- tar? El ciudadano nada podia reclamar de la nacion, porque la nacion no existia, no habia mas que fuerza por una parte y debilidad por otra y en tanta desigualdad de medios no hay sociedad posible. Si, sefiores, 1a nacion no existia; porque la nacion es ta unidad moral pronta’é darse leyes, 4 gobernarse, 4 defender- se; es la reunion de intereses comunes, la mul- titud de relaciones que ligan al ciudadano con sus iguales, y no una porcion de hombres 6 de pueblos agrupados por el acaso 6 por la fuerza militar. “Los conquistadores antiguos, dice un escritor oflebre, confundian desordenadamen- te en su imperio las reptiblicas y tos reinos, la civilizacion y batbarie. Amontonaban como en una batalla despojos, provincias sobre pro- vincias, pero no las reunian; y cuando el fére- tro salia por la gran puerta de su palacio la anarquia entraba por la puerta opuesta. Asi vernos en nuestra historia 4 muchos pueblos y castillos mudar con frecuencia de duefio, y 4 grandes estados reunidos por 1a fuerza de un solo brazo, deshacerse en e/ instante mismo en que la muerte llamaba 4 la puerta de susefior.” Entonces apenas podia imajinarse e! hombre que tenia que reclamar nada de la sociedad y ni pensaria siquiera que habia entre los dos relaciones de derecho y de deber. J.POSADA DE HERRERA LECCIONES DE ADMINISTRACION 137 Mas hoy que se aproximan los intereses de la nacion y del individuo y caminando en Ij- eas convergentes llegan 4 cruzarse, hoy que podemos reclamar nuestros derechos y hacer frente 4 la opresion, hoy que el grito de una vietima produce un sacudimiento eléctrico en todo et cuerpo social, cuando es uno el interés de todos y todos vivimos bajo de unas mismas leyes, éno es natural querer conocer: jas, estudiarlas, difundirlas por todas partes, para que no puedan ser desconocidas ni olvi- dadas? Teniendo una ley politica conquistada en siete afios de guerra civil chabriamos de permitir que se perdiesen desapercibidos los principios en que se funda, 6 que fuesen mal conocidos y peor interpretados? Tantos tra- tados hechos por la nacion espafiola, testigos unos de antiguas glorias, recuerdos otros de nuestras desgracias y de la ignorancia de los gobiernos éno merecerén ser conocidos, para que sirvan estos de benéfico escarmiento y aqueilos de estimulo y de ensefianza na solo 4 la nacion entera, sino 4 los que hayan de ser sus cOnsules, sus enviados, sus ministros, sus embajadores? Llamados hoy los espafioles al gobierno de su pais, ¢desconoceran {os prin- cipios que elevan las naciones 4 su prosperidad y arrastran los imperios 4 su caida? Era mengua, sefiores, desconocer estas cien- cias y el establecimiento de cétedras publicas donde pudieran aprenderse estaba reclamado: por las necesidades de la nacion y las luces del siglo. Teniamos escuelas, donde se ensefia la jurisprudencia civil, el arte de curar, las cien- cias eclesidsticas, las militares, la naturales y las exactas, y solo estaba olvidada la ciencia de! gobierno y de ta administracion como si el rejir bien 4 los pueblos fuese un arte facil y sencillo, que no necesitaré combinacion ni es- tudio. Natural era sin duda que cuando la nacion se consideraba como el patrimonio de una familia, no se cuidasen de tener instruc- cion los que habian de gobernarla; pero seria negligencia vergonzosa, si cuando ha Ilegado 4 recobrar sus derechos, no procurase estu- diar los medios de hacerlos eficaces y de que los que fa sirven en la ejecucion de las leyes fuesen conocedores de estas y capaces de comprender su espiritu y tendencia. Existen tales contradicciones en la organiza- cion de las sociedades, que si pudiésemas pres- cindir de la historia para examinarlas, nos Menariamos de admiracion y asombro, no pu- diendo comprender como en casos andlogos un mismo problema ha podido resolverse por métodos distintos. Mientras para ser juez, pro- motor fiscal 6 abogado se exijen once afios de estudios y asistir 4 multitud de catedras y su- frir otros tantos exdmenes, ninguna prueba de capacidad se cree necesaria al que ha de desempafiar un destino en la carrera adminis- trativa, y sin mas mérito que el favor se entran 4 governar algunos de nuestros empleados ha- ciendo ensayos costosos en el cuerpo de la nacion. El juez procede siempre segun leyes escritas de fas cuales no puede separarse, aun- que le parezcan duras en su aplicacion: el em- pleado en la carrera administrativa obra con mas latitud dentro del ancho circulo de fa equidad, cuyos limites son estendidos como los del espacio y sus reglas flexibles y acomo- dadas 4 los tiempos y circunstancias. En los procesos judiciales se deciden intereses priva- dos, las pruebas son estensas, se oye en pro y en contra 4 hombres inteligentes en fa ciencia del derecho y hay siempre tiempo para resol- ver sin precipitacion; pero en los expedientes administrativos las pruebas son més débiles, no hay discusion tan ilustrada y es preciso resolver muchas veces en breves instantes de

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