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250 APROXIMACIONES A LA PSICOTERAPIA 2. Necesidad de prestar mayor atencién a los factores emociona- les y motivacionales. Las terapias cognitivas tradicionales de Beck y Ellis han asumido Ia primacia de la cognicién sobre el afecto y la conducta, siguiendo el lema de que «si ast piensas, asi te sientes». En la actualidad esta visin parece insuficiente para abordar las comple- jas inceracciones entre afecto, cognicién y conducra. 3. Necesidad de mejorar los procedimientos de evaluacién cog- nitiva, Los mas utilizados consisten en autoinformes del sujeto. Dado el cardcter limicado de los auroinformes, serfa deseable contar con medidas de observacién objetiva indicadoras de que e! cliente esta atravesando determinado proceso cognitivo-emocional, en el sentido del diagnéstico del proceso propuesto por Greenberg (1990). Pensa~ mos que ello facilicarfa el escudio del proceso terapéutico en la tera- pia cognitiva. 4, Necesidad de clarificar la diversidad de las terapias cognitivas. ‘Como ya hemos visto, resulta dificil fijar caracteristicas definitorias precisas de las terapias cognitivas frente a otro tipo de enfoques, aunque algunos autores, como Gongalves (1989) y Mahoney y Ga- briel (1987), consideran que Ja proliferacién de enfoques cognitivos ¢5 un signo de complejidad y desarrollo. Por ejemplo, Mahoney y Gabriel (1987) llegan a considerar unas 20 propuestas como tera~ pias cognitivas utilizando criterios muy laxos en sus clasificaciones. ‘Nosotros hemos optado por una visién mds restrictiva (véase 3.4.4). Esta propuesta permite reducir el ntimero de enfoques a partir de ciertas comunalidades y eliminar las terapias que no hayan tenido un impacto notable. 5. Necesidad de superar el énfasis restrictivo en lo individual. Varios autores (Feixas, 1990a; Goncalves, 1989; Thoresen, 1988; Tous, 19892) han indicado una cierta preocupacién por el cariz marcadamente individualista de las terapias cognitivas, que sugieren la imagen del ser humano como una «entidad altamente auténoma, centralizada, aucosuficiente y ‘siempre en control'» (Thoresen, 1988, pag. 254). Las cerapias cognitivas racionalistas han superado en ppocas ocasiones la conceptualizacién del problema y el tratamiento como algo meramente individual, olvidando los aspectos interperso~ rales en la génesis de los erastornos psicoldgicos. Aunque se han desarrollado eratamientos cognitivos para el tratamiento de pareja y familiares, mantienen la misma tesis que en el trabajo individual, a saber, que la rafz de los problemas relacionales radica en las malinter- | LA APROXIMACION TEORICA 251 pretaciones individuales de la conducta (0 intenciones) de los de~ mas, Al margen de estas limicaciones de las terapias cognitivas po~ drian sefialarse otras, tales como la necesidad de una mayor corrobo- racién empirica de la eficacia de las cécnicas cognitivas. Pero, para concluir, creemos que Ia mayor parte de las insuficiencias sefialadas pueden tetrocraerse a un aspecto bdsico: la necesidad de una clarifica cién del concepto de cognicién en el marco de una teorfa integradora del afecto, la cognicién y la conducta. En este sentido, la aportacién. del conseructivismo nos parece esencial y coincidimos con Ia visién positiva que Greenberg (1988) le otorga en el desarrollo fucuro de la tecapia cognitiva: La visién de la persona como un constructor activo de informa- cién que explora y se adapea al ambiente, organizando la infor- maciéa acerca de si mismo y del mundo en perspectivas cada vez ‘més complejas, nos proporciona un punto de vista del funciona~ miento humano y del proceso cerapéutico que se acerca al senti~ do de la realidad vivida. Esperamos que la cerapia cognitiva se wvea impelida a volverse mas conseructiva en su visin de la cognicin y a desarrollar mécodos terapéuticos consisrences con tal perspectivan (pdg. 235). 3.5. Modelos sistémicos De un modo u otro, Jos modelos que hemos revisado hasta ahora cenian en cuenta el ambiente intersubjetivo en el que el hom- bre vive; por ejemplo, el psicoanilisis clisico sinia el origen de la neurosis en las interacciones tempranas del nifio con sus padres, los modelos humanistico-existenciales tienen en cuenta las demandas, cexigencias y presiones de los otros significativos a a ahora de explicer Ia obstaculizacién de la tendencia hacia el crecimiento o la existencia auténtica, y los modelos cognitivos también recurren al ambiente psicosocial para dar cuenta de la carencia de habilidades o de sesges cognitivos. Sin embargo, ninguno de estos modelos centra sus objeti- vos terapéuticos especificamente en la modificacién de patrones de interaccién interpersonal. Sobre este punto se centra la principal 252 [APROXIMACIONES A LA PSICOTERAPLA aportacién de los modelos sistémicos que vamos a revisar en esta sec- ciéa, Histéricamente, el desarrollo de los modelos sistémicos ha esta do unido a Ia evolucién de Sa cerapia familiar. Sin embargo, en la actualidad, su dmbito de aplicacién es mucho mds amplio y abarca también el tratamiento individual y el de parejas. Las aporcaciones de los modelos sistémicos « la psicoterapia actual son numerocas y de diversa indole. Desde el punto de vista técnico, estos modelos han introducido modificaciones imporcantes, derivadas del trabajo sobre ppatrones de interaccién que, en muchos casos, ha supuesto introducit a los otros significativos en el Ambico terapéutico. Desde el punto de vista cedrico, el concepto basico que sirve para sunificar las aportaciones de los distintos enfoques es el concepto de sistema, Tanto la psicologia como otras ciencias han usado y abusado ampliamente de la nocin de sistema y, en ocasiones, el térmico ha egado a perder codo su sentido original. Aun asi, e independisnte- ‘mente del contexto, el aspecto distintivo mds caracteristico del con- ccepto de sistema es su oposicién al reduccionismo, 0, lo que viene a set igual, el énfasis en las propiedades supersumativas (el codo es mds que la suma de Jas partes) que resultan de la interaccién ce los elementos de un sistema, En nuestra opinién, los modelos siscémicos ‘representa el marco conceptualmente mds provocador y cecnclégi- ‘camente mds innovador de la psicorerapia actual. 3.5.1. Desarrollo histbrico ‘Como acabamos de indicar, el desarrollo histérico de los mode- los sistémicos en psicoterapia va unido al desarrollo de la terapia familiar, en la que hoy en dia se sigue encontrando su dmbito de aplicacién mds extendido. ‘Ya. principios de siglo existian varias formas de consejo matti- monial y orientaci6n infantil que inclufan a otros miembros de la familia en el cratamiento, Sin embargo, el nico propdsito Ue estas pprictcas era incrementar ia comprensién del problema del individuo y facilirar su tracamiento; el mismo Rogers, en 1939, habia becho ‘abservaciones interesantes en este sentido, En esta época, final de los afios trcinta y principio de los cuarenta, se ctean en los EE, UU. las primeras asociaciones familiares que en la actualidad siguen existien- LA APROXIMACION TEORICA 253 do coa el nombre de «AAMFT-American Association for Marriage and Family Therapy. Por otro lado, como hemos sefialado, la ien- portancia de las relaciones familiares en la génesis de los conflictos neuréticos se habfa puesto claramente de manifiesto mediance el enfoque psicoanalitico, que dominé el dmbito de la psicorerapia durante fa primera mitad del siglo. Sin embargo, el planteamiento terapéutico del psicoanilisis clisico es exclusivamente intraps y, por tanto, individual. Ademas, Freud habia desaconsejado explici- camente todo contacto entre el psicoanalisea y la familia del clience, que, dado el planteamiento terapéutico del psicoanilisis clasico, s610 podfa contribuir a vulnerar la regla de abstinencia. A pesar de estas limitaciones inherentes al planteamiento psicoa- nalitico, fue un psicoanalista el que publicé un articulo que obtuvo considerable repercusién y que suele citarse como precursor de la resis de que las acticudes actuales de los miembros de la familia pueden influir en los sintomas de uno de los miembros. Este articulo se titulaba «La familia como unidad social y emocional» (Ackerman, 1937). De este modo, durante la década de los afos cuarenta, se fueron produciendo aportaciones (de autores como E. Fromm, K. Horney y H.S. Sullivan) que, surgiendo del marco psicoanalftico, iban mds alli de la ortodoxia freudiana." Ademés, la psicologia social habfa popularizado durante esta época una de las aportaciones mis sobresalientes de su historia, a saber, la teoria del interaccionis- mo simbélico, que influyé notablemente en estos autores. Asi, los neopsicoanalistas ampliaron su marco conceptual al considerar el rol del ambiente psicosocial actual en la génesis de la neurosis y al incentar abarcar fenémenos que se escapaban de los planteamientos terapéuticos psicoanaliticos, principalmente las psicosis. En este sen- ‘ido, las aportaciones mis influyences para la terapia familiar fueron Jas de Fromm-Reichman (1948), con el concepto de «madre esqui- zoftendgena», y Rosen (1953), con el concepto de «madre perver~ sav, De igual modo, durante la década de los aftos cincuenta, Whita~ ker habia trabajado con esquizofténicos en el seno de la familia, al 50, _Fuera de esta ortedoxia, hay que valorageambign la aportacién de Adler, ‘quien enfaciaé el papel de las relaciones enere los hermanos en el desarrollo del individue. La noclén de conscelacion familiae hace ceferencia al peso que tiene el ‘orden de nacimiento de los hermanos en su desarrollo psicoligico. 254 [APROXIMACIONES A LA PSICOTERAPA igual que Bowen, Boszormenyi-Nagy y Eramo. Todos ellos compar- cen sus orfgenes psicoanaliticos. Otro predecesor imporrante de la cerapia familiar fue J. Bell, cuye aportacidn consticuye un caso curioso dentro de la historia de fa ciencia, Durante una breve estancia en Inglatecra parece ser que Bell ‘malinterpreté la nareacién que le hizo Sutherland al describiele los meétados terapéuticos de Bolwby, quien utilizaba entrevistas indivi- duales con divecsos miembros de uaa misma familia. Pero Bell en- tencid que realizaba entreviscas conjuntas, es decir, con todos los miembros de la familia a la vez, A su vuelta a los EE.UU., Bell empezé a utilizar las entrevistas conjuncas para el tratamiento de problemas infanciles y obruvo un éxito considerable, Pero los inicios mis serios de Ia terapia familiar vinieron de la mano del antropélogo Gregory Bateson y su equipo del Veterans ‘Administration Hospital de Palo Alco, que trabajaron juntos en una investigaci6n sobre la comunicacién entre el esquizoftenico y su fa~ mila, Ya en 1951, en su colaboracién con el psiquiatra Ruesch, habia mostrado su interés por los problemas de la comunicacién erapéutica (Ruesch y Bateson, 195 1), Para investigar los patrones de comunicacién en la esquizofrenia Bateson se unié a un grupo de psicocerapeutas y ceéricos de la comunicacién con objeto de estudiar Jos mecanismos de la comunicacién humana en una colaboracién que duré de 1952 a 1962. Sin duda, la publicacién de su teoria del doble vinculo (Bateson, Jackson, Haley y Weakland, 1956), fruto del andlisis comunicacional de las familias de esquizofrénicos, supuso ‘un hiro fundamental en el nacimiento del modelo siscémico de tera~ pia famili En sincesis, la teoria del doble vinculo propone una visién de la comunicacién esquizofrénica como un intento desesperado para. adaptarse a un sistema con estilos comunicativos incongruentes. Al concebir la esquizofrenia como comunicacién perturbada, es decir, como la Unica reaccidn posible a un contexto ¢e interaccién absurdo ¢ intolerable, se realiza el paso del sintoma individual al sistema, eludiendo toda formulacién intrapsiquica o biolégica. En la actuali- dad, el valor de esta ceorfa, dentco de la explicacién y tratamiento de la esquizoftenia, es mds anecdético que nuclear (véase Espina, 1991). Sin embargo, hay que destacar su valor histérico al facilicar la adopcién del enfoque de la Teoria General de Sistemas (TGS) como ‘marco conceptual adecuado para pensar sobre los problemas de fn- ial Hidnaacans LA APROXIMACION TEGRICA 255 dole clinico, y que sirvié de fundamento para el desarrollo de la teoria de la comunicacién humana, cuyos principios bisicos expon- deemos més adelante. La década de los sesenta supone un importante desarrollo para el modelo sistémico. En 1962 Jackson y Ackerman fundan la revista Family Process, que desde entonces ha sido un érgano de comunica- cién ciencifica fundamental para el movimiento sistémico. El mismo Jackson crea el MRI (Mental Research Instiute) de Palo Alto, con- juncamente con Satir y Riskin, en el mismo edificio donde trabajé el ‘grupo original liderado por Bateson. El MRI fue el primer centro que presents programas de formacién en terapia familiar. Al poco ‘empo se unieron a este proyecto autores como Watzlawick, Weak- land y Sluzki. Durance la década de los afios sesenta este centro mantuvo contactos regulares con M. Erickson, creador de Ia moder- nna hipnoterapia y cuyo enfoque popularizaron especialmente Haley (1973), Rossi (1980) y otros (p.ej., Rosen, 1982). También por esos afios Salvador Minuchin, impulsado por el propio Ackerman, inicia un proyecto de investigacién con familias de bajo nivel social, en su mayor parte emigrados puertorriquetios a los EE.UU. con problemas de delincuencia (Minuchin er a/., 1967). Ello permitié el desarrollo de un estilo particular de hacer la tecapia familiar, actualmente conocido como escuela estructural, perfecta- mente integrable en el marco sistémico propuesto por el grupo de Palo Alto, Sin duda, la publicacién del libro de Watzlawick, Beavin y Jackson (1967), marcé un hito imporcante para codo el campo, al sec la primera obra que articula conceprualmente la prictica clini de Ja terapia familiar con la TGS y Ia pragmética de la comur cién, Paralelamente, otros autores independientes (Lidz y su equipo de la Universidad de Yale, Wynne en el NIMH, Bowen, Whitaker) siguen teabajando en sus eseudios y prictica clinica desde la éptica de Ja familia en su conjunto. Se crara, pues, de una época de expansién de los modelos sistémicos en psicoterapia. En Europa, hacia finales de la década de los sesenta comienzan a cescablecerse diversas Iineas de invescigacién en cerapia familiar. En Inglaterra, Laing, que habia trabajado con familias con un miembro esquizofrénico, viaja con frecuencia a Palo Alto e instaura una nueva. linea de investigacién para consolidar el modelo sistémico en la Ta- vistock Clinic de Londres (Laing y Escerson, 1964; Laing, Phillipson 256 [APROXIMACIONES A LA PSICOTERAPIA y Lee, 1966). En Alemania, Stierlin, en el marco de la Universidad de Heidelberg, ctea un servicio clinico de medicina psicosomatica y terapia familiar (Stierlin y Weber, 1989). Pero la aportacién mas importante al modelo sistémico hecha desde el viejo continente corresponde a los italianos. En 1967, Mara Selvini-Palazzoli, Luigi Buscolo, Gianfranco Cecchin y Giulana Pra~ ta, conocidos come el grupo de Mildn, ponen en marcha un centro de investigaci6n en cerapia familiar de amplias repercusiones para el movimiento sistémico internacional, Su impacto ¢s tan poderoso que se constituyen en Ia terceta escuela de importancia, la escuela de Mikin, de la que hablaremos mds adelante. Un poco mas tarde, M. Andolfi, por un lado, y L. Canctini, por otto, desarrollan sendas escuelas de terapia familiar en Roma. En Ia década de los afios setenta el enfoque sistémico se ha consolidado plenamente en el dmbito de la terapia familiar. Comien- za Ia fase de divulgacin, proliferacin en escuelas, y también Ia recoleccién de anomalfas y limitaciones. A finales de esta década se inicia una fase de profundo cuestionamiento epistemolégico, de Ia cual hablaremos al presentar los desarrollos acruales (3.5.4). 3.5.2. Conceptos bésicos Como ya hemos dicho, el concepto bésico de los modelos siscé- micos es el concepto de sistema. La Teoria General de Sistemas surgié en la década de los afios cuarenta como tn intento de abarcar fendémenos que los planteamientos cientificos reduccionistas no po- ian explicar. El planteamiento sistémico cavo gran repercusién 90 slo sobre las ciencias naturales, sino también sobre las sociales: por ejemplo, Bertalanffy, uno de sus maximos exponentes, fue nombra- do en 1967 miembro de honor de la American Psychiatric Associa~ ion, ‘Un sistema es un conjunto de elementos dindmicamente estruc- svurados, cuya coralidad genera unas propiedades que, en parte, son independientes de aquellas que poseen sus elementos por separado. En consecuencia, para entender el comportamiento de un sistema es nnecesatio tener en cuenta no sélo sus elementos y propiedades, sino cambién las inceracciones enere ellos y las propiedades que resultan de Ia cotalidad. En la Teoria General de Sistemas resulta comin Makdercaecns LA APROXIMACION TEORICA 237 distinguit entre el suprasistema, que hace referencia al medio en el ‘que el sistema se desenvuelve, y los subsistemas, que son los compo- nentes del sistema, También hay que distinguir enere sistemas cerra~ dos, cuyos componentes no intercambian informacién, materia, enet- Bia, exc., con el medio externo —por ejemplo, una reaccién quimica que ocurre en un recipiente sellado— y sistemas abiertos, que son aquellos cuyos elementos intercambian informacién, materia 0 ener- gia con su medio excerno y muestran Ia capacidad de adaprarse al medio. En la actualidad son muty pocos los sistemas que se conside- ran cerrados. Los sistemas tienen la propiedad de aucorregularse a través de mecanismos de feedback (retfoalimentacién) y feedforward (antero-retroalimentacién), que mantienen sus pardmettos bisicos de funcionamiento, La concepeualizacién de Ia familia como un sistema abierto su- pone la atribucién a ésta de ciertas propiedades sistémicas que se encuentran recogidas en Ia tabla 18. De acuerdo con esta conceptualizacién, el miembro de Ia familia ‘que presenta el sintoma problema (paciente idencificado) se cons dera como una expresién de Ia disfuncién familiar sistémica, Por tanto, la resolucién de! problema se supedita al cambio de la estrus cura familiar. Cambios en elementos diversos del sistema pueden afectar favorablemente al problema, puesto que se concibe la familia como un todo interconectado, = Los concepios comunicacionales Junto a estos conceptos derivados de Ia TGS, los principios edticos basicos de los modelos sistémicos en psicoterapia se formula ron en el marco de lo que se presents como una teoria clinica de la comunicacién humana divulgada principalmente gracias alla obra de Warzlawick, Beavin y Jackson (1967), de la escuela de Palo Alto, Esta ceorfa ha resultado extraordinariamente fructifera tanto para la Psicoterapia como para otras disciplinas. En la obra mencionada se Presentaban cuatro principios basicos que son esenciales para enten- ‘det los modelos siscémicos en psicoterapia, Estos principios son los si- Buiences: 1. Esimposible no comunicar. Este principio establece que, en tun contexto dado de interaccién social, toda conducta es 258 -APROXIMACIONES A LA PSICOTERAPLA “Tabla 18. Propiedader rintmicas de la familia. Adaptado de Watzlawick ¢& al. (1967) y Feixas y Villegas (1990) ~ Le familia como sistema abierto Ta familia como conjunco de individvos dindmicamente estructursdos, ‘cuya coralidad genera notmas de funcionamiento, en parte independienses de las que rigen el comporeamiento individual. El sistema es abierto en. tanto intercambia informacién con el medio. —Tualidad EI cambio en un micmbeo afecta 2 los otros, puesto que sus acciones (y significados) estén interconectados con los de los demis mediante pauras de interacci6n (interdependencia). Las pautas de funcionamiento del sistema familiar no son reducibles a la suma de los individuos (no-sumatividad). = Linites El siscema se compone cle varios subsiseemas, entre los que existen limites ‘oa una permeabilidad de grado variable. dlaros tigidos = Jerarquia . ‘La familia esed eserucrurada jerérquicamente de acuerdo con vatias formas de organizacién. ~ Retroalimentacion La conducra de cada miembro influye en la de los demés en Ia forma de feedback positive (Favorecedor) 0 negativo (corrector). ~ Equifinalidad Se puede llegar a una misma pauca de interaccién a partir de orfgenes y caminos muy diverses (el estado final es independiente del escado ini- cial, = Tendencia a estados constantes La necesidad de econemizar favorece la apaticién de redundancias comuni- ‘acionales, que con el tempo dan lugar a reglasinceraccionales que pueden llegar a convertrse en pardmetras del sistema. Con cada movimiento interaccional disminuye el niimero de variedades comunicacionales posibles (proceso estocistico). Los mecanismos que preservan el mantenimiento de las reglas interacciona~ les se considern homeestices por su fncién de mancener un deteina io equilibrio. aacuicanncennnabelll LA APROXIMACION TEGRICA 259 comunicacién, es decir, tiene un valor potencial de mensaje, Igual que no puede haber una siruacién de no-conducra, porque para vivir siempre hay que estar haciendo algo, tampoco puede haber una situacién de no-comunicacién. Incluso el mis oscuto silencio es comunicacién, comunica tun «no quiero entrar en interaccién» 0 «no quiero compro- mecermen. Aunque, como consecuencia ce este hecho, sea inevirable que toda conducta implique un cierto nivel de ‘comunicacién, pueden existir sicuaciones en las que se i tenta evitar el compromiso inherente « roda comunicacién. ‘Estas situaciones" pueden dar origen a la utilizacién de un 51, Las sicuaciones a las que nos referimos aqui son situaciones cotidianas con, las que codes estamos mds o menos familisrizados. Por ejemplo, supongamos el caso: de dos desconocidos, A y B, que coinciden cn un avién; supongamos ademas que A. ‘quiere entabiar conversaciéa y que B no quiere. Se trara, por tanto, de una sicuacidn. ‘en la que niaguno de los dos puede evirar comunicarse. Veamos cules pueden ser fas reacciones posibles ante esta sieuacién: 3) B puede decit a A que no quiere conversa, con el probsble resultado de que: 2 produzea un silencio censo; : 'b) B puede ceder y enrablar conversacién, con el probable resulrado de que se ‘enconttacd hablando de cotas que ne le inceresan ademés de reprocharse a s{ mismo: 4 falea de babilidad para regular su propia intimidad; (© B purde utilizar un amplio rango de téenicas de descalificacién, que no son ims que recursos para «comunicar sin comunicars, es decie, comunicatse de forma tal que el propio mensaje 0 el del otro quede invalidado. Esto = puede conseguir de ‘muchos modos, por ejemplo, B puede aucoconeradecirs, ser incongruence, cambiar de vema continuamence, perderse en cuestiones angenciales, no acabar las frases ‘generar malencendides, hablar de un modo oscuro, utilizar manierismos idiométicos. ‘Sin especificar cSmo se aplican a la situacin, y un largo et. (por cierto, Warzlawick ef al, no deperdician Ia ocasién aqui para sefalar la similiud que tienen estas. ‘econcluctas incoherentes» con la sintomatologta psiquidtrca, iecidiendo en la visién de rales sincomas como problemas pragméticos de comunicecién); ‘d) B, por ultimo, puede utilizar también lo que los clinicos denominan el sintoma como compromizo, esto es, B puede defenderse de A fingiendo somnolen~ ‘a, sordera, desconocimiento del idioma, © cualquier orra defriencia que justfique dad de comunicarse. En este caso el mensaje es «a mf no me molesearia hablatle, pero hay algo mis Fuerte que yo y de lo cual no puede culparseme, que me To impiden, Esta cécnica es muy comin y rhuy ul, pero rodavia cuenta con un clefecto: B puede sentir culpable porque es consciente de que esta enganando s A. Pero si B corsigue convencersea2f mismo/a de que, en efecro, se encuentra a merced de Fuerzas que estin mis alld de su conerol, entonces el tuco resulta perfecto (Waralawick ef al,, 1967). 2600 APROXIMACIONES A LA PSICOTERAPIA amplio rango de récnicas de descalificacién y a la utilizacién de lo que los clinicos han denominado «el sintoma como comunicacién» (véase Haley, 1963, entre otros). En soda comunicacién cabe distinguir entre aspectos de conte~ ido (nivel digital) y aspectos relacionales (nivel analégico). ‘Los aspectos relacionales califican 0 roculan Ia informacién expresada en el contenido del mensaje. En general, los as- pectos de contenido de In comunicacién se expresan por medio de un cédigo lingitstico, alramente abstracto y capaz de transmitir informacién muy precisa, similar a los cédigos digitales de los ordenadores. En cambio, los aspectos rela- ionales obedecen a un cédigo mucho mas antiguo desde el punto de vista filogenético y mucho més impreciso, similar a los cédigos analégicos en el lenguaje compucacional. Cier- tamente, es con més frecuencia a través del lenguaje no ‘verbal (y para-verbal) como se define la relacién. Por otro lado, a veces es la propia siuacién en la que se da un mensaje (p.ej., médico/enfermo) la que ha definido ya de antemano la relacién. En ocasiones, la definicién de la relacién se hace tam- bign verbalmente (p. ¢)., cuando alguien dice «ce cuento un chiste...» para indicar que el mensaje siguiente no va en serio). Se considera que la capacidad para metacomunicarse de forma adecuada, es decir, la capacidad de hablar acerca, de la relaci6n, consticuye una condicién sine qua non de la ‘comunicaciGn eficaz y escé {ncimamente relacionada con el problema de la percepcién de sf mismo y del otro. Los participantes no comunican nada acerca de hechos externos su celacién, sino que proponen muruamente definiciones de esa relacién. Por implicacién, coda definicién de una relaci6n lleva consigo una definicién de sf mismo, porque es ‘como si la persona estuviera diciendo «asf es como me veo cen relacién con usted» (Watalawick et a/.,1967). Aqui tesi- de uno de los principios clave para encender Ia interaccién humana cal como la ven los sistémicos. La incongruencia entre los dos niveles de la comunicacion da lugar a mensajes paradéjicos, Bateson y su equipo aplicaron la teoria de los tipos Iégicos de Whitchead y Russell al anilisis de la comunicaci6n, sugiriendo que el nivel de rela- i LA APROXIMACION TEORICA 261 cién (clase) supone un orden Iégico superior al nivel de contenido (miembro). Sabido es que cuando un miembro de una clase asevera algo acerca de Ia clase se produce una paradoja de aucorreferencia. Por ejemplo, Ia afirmacién «to- dos los cretenses son mentirosos», attibuida al crecense Epi- ménides, es pacadéjica por aseverar algo acerca del propio mensaje de forma que el receptor del mensaje se halla en un dilema, Si se cree que esta afirmacién es correcta entonces no es verdadera puesto que Ja dicho un cretense, y si no, resulta verdadera. Esca situacién confusa generada por el mensaje se da por la incongruencia entre el nivel I6gico de la clase (sentencias) y el de los miembros (una sentencia con- crera), por aseverar algo acerca de la clase (wlas sentencias son mentiray). Estas paradojas se diferencian de las simples contradicciones, del tipo «A y no A» en que tepresentan incongruencias al mismo nivel Idgico. A diferencia de las paradojas. estas contradicciones simples son evidentes y fa- cilmente detectables, y no generan confusién ni conflictos de aucorreferencia, Si las paradojas se redujeran a meros rompecabezas con- ceptuales no tendrian mayor interés para la comunicacién humana y Ia psicorerapia, pero no es asf. Ademds de estas paradojas Idgicas, existen las pragmaticas. Se basan en la distincién anterior entre el nivel de contenido y el relacional, y consideran al segundo como un orden Iégico superior al primero. Asf, cualquier contenido digical incongruente con Ia definicign de la relacién que trasmite el nivel analégico/ contextual consticuye una paradoja pragmética. Por ejem- ‘plo, situna madre dice «te quiero» a un nifio, pero lo abraza ‘con rudeza y frialdad, el mensaje transmitido conriene un ingrediente paradojico por Ia incongruencia entre el conteni- do verbal (digical) y el no verbal (analégico).. Estas paadojas pragmaticas estan en la base de la teoria del doble vinculo (Bateson ef a/., 1956), puesto que la cconfusién que generan se hipotetiza como genetadora de ‘trastornos esquizofrénicos. En efecto, la comunicacién in- ccongruente de estos pacientes parece haberse adaptado a sce estilo comunicacional cambién incongruente que impe- ra en Ia familia, Pero a pesar del valor de esta hipdresis 262 APROXIMACIONES A LA BICOTERAPIA comunicacional de Ja esquizofrenia, en tanto que explica~ ‘cin alternativa del fenémeno en la época que se formulé, hoy en dia no se puede sostener como hipstesis (véase Espi- na, 1991, para una revisién). 4. Le definicion de una interaccién esté condicionada por las puntuaciones que introduce el participante. Dado que no ‘existe Ia situacién de no-conducta o de no-comunicacién, para un observador externo un intercambio de mensajes ‘entre dos comunicantes puede entenderse como una secuen- Ga ininterrumpida de intercambios. Sin embargo, para los articipantes en la interaccidn la secuencia tiene un prine!= pio y un final. Técnicamente se denomina «puntuacién» a Ja forma de organizar los hechos para que formen una secuencia ordenada, La falta de acuerdo respectoa la mane- ra de puntuar los hechos es la causa de numerosos conflictos en las celaciones.” Por ejemplo, supongamos que una pareja tiene un problema al que el marido contribuye con un fetraimiento pasivo, mientras la mujer aporta sus criticas constantes, El marido explica Ia situacién diciendo que su retraimiento ¢s una defensa contra los ataques de la mujer, mientras la mujer aficma que eso es mentira porque ella lo critica Unicamente a causa de su pasividad. En esencia, el problema reside aqui en la ausencia de una metacomunica- cién adecuada acerca de sus formas respectivas de puntuar la interaccién, Los casos mas frecuentes de puntuacién dis- ‘crepance suelen estar centrados en intentar decidir cual es la ‘causa y cudl es el efecto, cuando en realidad ninguno de 52, Desde el punco de vista clinic, los conflicres de puntuaciéa suelen cener ‘como premisas dos supuestos exrdneos 12) Suponer que el orto cuenta con Ia misma informacién que uno mismo y que, _ademés, debe sacar las mismas conchasiones, Ea contraposicin con estaidea, convie~ ze resalar que los experces en comunicacién han sefialado que una persona recibe unas diez mil impresiones sensoriales (extereoceptivas y propioceptivas) por segun= do, Poe ranto, es obvio que el siscema nervioso central opera realizando un drdstico [proceso de seleccién, para que los centros superiores no se vean inundados de infor ‘acide irelevan i) suponer que sélo hay una realidad: wel mundo eal y como yo Io veow; consecuencia, cualquier visién que difiera de la mia tiene que deberse aa ieracionali- dad (0 fala de inteligencia), a la mala voluncad o a la mala intencido. euiieid LA APROXIMAGION TEORICA 263 estos conceprtos resulta aplicable debido a la circularicad de Ja inceraccién, esto es, al hecho de que, en realidad, la secuencia no tiene un principio y un final, sino que consticu- ye un proceso recurrence (Watzlawick et al., 1967). Aqui reside el origen de una de Iss nociones cesricas mds impor- ‘ances que los planteamientos sistémicos han aportado a la psicocerapia, a saber, la nocidn de causalidad circular, que también se encuentra en el origen de la convergencia entre os planteamientos sistémicos y los constructivistas en tera- pia cognitiva (véase 3.5.4). ‘Junto a estos cuatro principias bsicos de Ia comunicacién hu- ‘mana, orra cistincién imporcance desde el punco de visea clinica es la realizada enw las dos formas basicas de relaci6n interpersonal didi cca: las relaciones simétricas y las relaciones complementarias. Les pri~ meras se caracretizan por la igualdad (y la existencia de diferencias minimas) en la conducta reciproca. Por tanto, es tipico de estas telaciones que cualquiera de los participantes pueda tomar la iniciaci- va, por ejemplo, adoprar una actitud critica o dar un consejo. Este tipo de relaciones, ademés, tienden a ser competitivas; por ejemplo, cuando uno manifiesta que ha tenido éxito en una empresa el otro cexpresa que ha tenido también éxico en tareas de dificultad similar. La relacién, en este caso, tiende a acrecentar la igualdad o la simecria, La relacién complementatia, en contraposici6n, es aquella en la que se da un maximo de diferencia en Ia conducta recfproca, por ejem- plo, la relacién entre padres ¢ hijos (cuando éstos son pequefios) 0 la telaci6n entre maestro y alumno. Estas relaciones complementarias, por su misrra naruraleza, suponen una posicién desigual entre sus miembros: por deciclo asf, uno siempre esté en una posicién superior especto del orro. Esta desigualdad resulea complementaria y mutua- mente definitoria de la relacién. Desde el punto de vista clinico, muchos conflicos relacionales tienen su origen en el hecho de que un ‘participante no acepta la propuesta de definiciGn de relacién que hace el otro. O incluso cuando la relacién se ha definido siempre de ‘una manera, en Ia vida real, las relaciones no son rfgidas sino cam- ‘biantes, en funcidn de los contextos y de la evolucién personal, por lo que estén sqmetidas a posibles redefiniciones. Por ejemplo, la rela ‘cin entre un jefe y su empleado puede ser simérrica mientras estén romando café y complementaria mientras estin en la oficina. Las 264 [APROXIMACIONES A LA PSICOTERAPIA relaciones padres-hijos son absolutamence complementarias cuando éstos nacen para pasar a ser progresivamente simétricas cuando cre~ cen, y tienden a invertirse cuando los padres envejecen y precisan de les cuidados de sus propios hijos. Los principios basicos que hemos expuesto hasta aqui se formu- laron originalmente durante las décadas de los cincuenta y sesenta. Pero ya hemos comencado cémo a partir de enconces se produjo una ‘gran expansién del modelo sistémico, que adopts también la forma de una diversidad de escuelas y enfoques de tratamiento. Hemos oprado por introducis en la seccidn de mécodo las particularidades de estas escuelas, 3.5.3. Método terapéntico Dentro del modelo sistémico los sintomas se consideran expre- siones disfuncionales del sistema familiar, de forma que se denomina paciente identificado a\ miembro de la familia que presenta el sinto- ‘ma o problema. La solucién del problema se encuentra supedicaca al cambio en los patrones disfuncionales de interaccién familiat. Y los procedimientos utilizados para modificarlos son muy diversos y va~ rian en funcién de las escuelas. Eneremos, pues, en su descrip- ciéa, — Las principales escuelas sistémicas ‘Gutiérfez, Escudero y Alvarez (1989), en un alarde ancoldgico, idencifican mis de sesenta etiquetas de sistemas que incluyen Ia palabra «terapia familiar», En nuestro caso no podemos pretender ser exhaustivos, ni campoco emprender la compleja tarea de elaborar una sintesis integtadora (como sugicren Gutiérrez ef al., 1989). ‘Nuestra sistematizacién es necesariamente limitada al incluir s6lo aquellos enfoques que consideramos mas representativos. Pero, pot ‘otro lado, coincide con la visién de Keeney y Ross (1985) y le de ‘Navarro (1992) de tres escuelas predominantes, que pasamos a des- cxibir. La escuela interaccional del MRI (Mental Research Insticute) se identifica con la segunda generacidn de investigadores de Palo Alco, ‘cuya orientadén principal queda recogida en la obra Cambic de LA AFROXIMAGION TEORICA 265 ‘Watzlawick, Weakland y Fisch (1974), y su propuesta sistematiza- da de terapia breve (Weakland ef a/., 1974), Estos autores paren de la concepcién de que el cambio terapéucico no es esencialmence dlistinto de las continuas transformaciones que sufren los sistemas en su evolucién, La maxima de esta escuela es que «la solucién es el problema». Con ello quieren indicar que fos problemas que legan a consulta psicolégica son el resultado de una dificultad (definida por alguien como problema) y la aplicacién de una supuesta solucién (0 serie de soluciones) que no ha(n) servido para resolverlo sino que han tenido el efecto pragmatico de obstaculizar el proceso normal de transformaciones de la persona, cristalizéndolo en un problema. Su ineervencién se dirige fundamencalmence a investigar la.funcionali- dad de la conducta problema para cortocircuitar el proceso cibernéti- co de feedback del que forma parte. En este proceso se intenta neutra- lizar la solucién aplicads al problema, por parte de uno 0 varios miembros de la familia, y que, en realidad, contribuye a perpe- cuatlo, Pero esta intervencién no precende ser sélo superficial sino afec- tar a las estructuras det sistema, Asf, los cambios que no suponen una modificacién de la estructura del siscema y de su funcionamiento ibernético se denominan «cambios-I», mientras que aquellos que afecran a los pardmerros del sistema, se consideran ucambios-2». De esta forma, las soluciones aplicadas por la familia (y a veces por los pprofesionales) son viscas como meros cambios-1 0 «mds de lo mis mo» que no hacen mds que agravar e! problema, mientras que los ‘cambios-2 suponen su resolucién. En efecto, los cambios-1 suelen ser fruro de la misma Idgica que ha generado el problema y, con fre- cuencia, adoptan 1a forma de intenear hacer lo contrario de aquello cen lo que consiste el sintoma; por ejemplo, Ia paciente bulfmica que, después de saciar un «ataque de hambren, se promete a s{ misma que seguicd una dieca estricta y no volverd a comer hasta el dia siguiente. En esce caso, el intento de cambio esté regulado por el mismo pardmerro de pensamiento dicorémico y extremo que tige el problema, ‘Vemos, pues, que las soluciones comiinmente aplicadas a las dificulrades humanas se rigen en muchas ocasiones por el sentido comtin (la légica de contraponer a una desviacién su opuesto para compensarla). Pero para lograr cambios-2 los terapeutas interaccio- nales emplean intervenciones paraddjicas (véase mds adelante) que 26 APROXIMACIONES A LA FSICOTERAPIA contradicen el sentido comiin. Aunque muy discutidas, se supone que estas intervenciones tienen el valor de producic cambios-2 en periodos relacivamente breves de tiempo. Por otro lado, hay que sefialar que el equipo interaccional del MRI ha resaltado |: necesidad de proponer este tipo de prescripciones con una racionalidad defini- da, de acuerdo con el marco referencial de la familia (premisas o pardmetros semdnticos del sistema): «La tdctica elegida ha de eradu- ‘irse al propio "lenguaje” de la persona, es decir, se le ha de presencar ‘en una forma que utilice su propio modo de concepeualizat la “reali- dad"» (Warzlawick et a/., 1974, pag. 139). Ello supone una rees- tructuracién cognitiva que a veces acompafia a la prescripcién para- déjica, pero que se puede utilizar por sf misma (véase mas adelante). Sin embargo, esta escuela tiene un fuerte acento pragmatico y Ia intervencién semadntica se incluye como acompafiamiento necesario, para el cumplimiento de una tarea, mas que como eje de interven- cidn en si mismo. 1La escuela del MRI se conoce también dentro del campo de las terapias breves por plantearse su trabajo en diez sesiones, con cierta independencia del tipo de trastorno (Weakland ef @/., 1974). Su cenfoque de la terapia ha influido también en otros grupos de terapia breve como el del Brief Family Therapy Center de Milwaukee (De Shazer, 1982; 1985) y el més reciente enfoque centrado en las soluciones de O'Hanlon y Weiner-Davis (1989). La escuela estructural |estratégica, calificada por Keeney y Ross (1985) como la eriada social, agrupa las aportaciones de dos desraca~ dos Iideres del movimiento sistémico: Jay Haley y Salvador Minu- chin. De hecho, ambos aurores trabajaron juntos por un tiempo en la Philadelphia Child Guidance Clinic (centro base del segundo) com- partiendo sus ideas, por lo que no ¢s de extrafiar esta agrupacién. En el niicleo de estas escuelas estd la consideracién de la dindmica ince- raccional que se da en los sistemas triddicos. Por supuesto, las famni- lias lo son, y las parejas a veces tienen su tercer (o cuarto) elemento en sus familias de origen (p.¢j., suegra). Sus nociones principales son sencillas pero potentes. Principal- mente, postulan que los sistemas se organizan en forma de alianzas y coaliciones, lo que requiere un minimo de tres miembros. La alianza supone la proxirnidad de dos (o més) miembros, en contraste con un tercet miembro, que se sitia mas distante. Cuando esta proximidad se consticuye en contra del cercero se considera coalicién. Haley LA APROXIMACION TEORICA 267 (1976) habla de cridngulos perversos cuando se refiere a coaliciones entre miembros de distinta generacién, por ejemplo, de un progeni- tor y su hijo en contra del otro progenitor. Este tipo de estructura dificulea el crecimiento del hijo que concentra sus energfas en la lucha de sus progenitores por el control del sistema, en lugar de aprove- charlas para su propio desarrolio personal. Las coaliciones, por ser negadas, son mucho més dificles de detecrar en la entrevista que las alianzas, que son abiercas y fruto de las similicudes y proximidades hhumanas. Para Minuchin (1974) los subsistemes familiares tienen limites interiores, y a su vez Ia familia tiene sus fronceras con el exterior. Estos limites o fronteras pueden ser difusos, rfgidos 0 claros. La familias aglutinadas tienen limites muy difusos entre los subsisternas y fronteras més bien rigidas, de forma que es dificil mantener la individualidad denero de Ia familia, a la vez que compromererse mucho con el exterior. Los problemas de uno lo son de todos. Meta- foricamente (y a veces literalmente), ¢s una familia de puercas abier~ tas, donde cerrarlas esci mal visto. Las familias desligadas tienen Iimites y fronteras rigidas de forma que es dificil compartir lo sufi- ciente, existe excesiva individualidad y a veces algunas necesidades afectivas quedan por satisfacer. Teniendo estas ideas en mente Mi- nuchin (1974) dibuja los lamados mapas estructurales de la fami- lia, que delinean los limites de los distintos miembros de la famili dibujdndose asi las alianzas y coaliciones. Entre las técnicas utilizadas, Minuchin (1974; Minuchin y Fish- man, 1981) sugiere que en una primera fase hay que conseguir «entrar» en el sistema mediance la unién y acomodacién (joining), que puede materializarse en los procedimientos de rastreo (recogida de informacién interaccional), mantenimiento (respeto de la reglas ‘actuales del sistema) y mimerismo (potenciacién de algunos elemen- t0s de similicud enere el rerapeuta y la familia por medio verbal o no verbal). Una vez el cerapeuta se ha ganado cierta confianza de Ia familia, y conoce sus canales de comunicacién y sus estructuras, ‘puede utilizar las eécnicas de reestructuracién, Una de las principales cs el desafio de las definiciones dadas en la familia, entre las que se incluye el rol del paciente identificado, cuestionando asf su visién de la realidad, Por ejemplo, pensemos en un nifio de unos tres afios que comienza a Ilorar en el eranscurso de la sesién. La familia puede interprecar esco como un fastidio y, en ultimo cérmino, como una 268 APROXIMACIONES A LA PSICOTERAPIA falta de compecencia de la madre, que no puede hacer callar al nino. Pero el cerapeuta puede utilizar exactamente los mismos heches (e! danco del nifio) otorgéndoles un valor positivo: «Bueno, cambin él tiene algo que decir aqui». Al incervenir de este modo, el terapeuta esta proponiendo una reformulacién positiva del llanco del nino y a Ja vez le esc otorgando el papel que merece, en el sentido de que un nifto de tres aflos requiere mucha atencién por parte de los padres. “Mediante la redefinicidn positiva del sintoma se intenta propordonar uana lecture telacional distinea de los hechos, que ponga en duds las estructuras del sistema. La preseripeién de tareas conjuntas para vatios miembros de la familia en ocasiones se pone al servicio de la promocién de alianzas aleernativas a las existences, en lo que se denomina reelaboracién de mites, La desequilibracién es una de las técnicas mis attiesgadas al requetir que el terapeuea forme una alianza intensa con un subsiste- ma de la familia para obligar a una reestructuracién de limites. Haley (1973, 1976) y su colega Madanes (1981) afiaden a este conjunco ce eéenicas el uso de las intervenciones paradgjicas. De especial interés es la aplicacién del enfoque estratégico de Haley (1980) con los crastornos de la adolescencia, con especial mencién a la delincuencia, esquizofrenia incipience y drogadiccién. A su vez, la escuela estructural ha mostrado su efectividad en el campo de los ‘trastornos infantiles en general, y en los psicosomiticos en particular (Minuchin, Rosman y Baker, 1978; Onnis, 1985). Ta escnela de Milén, a menudo conocida como escuela sistémica (denominacién que no adopramos por confundirse con e modelo mds general), aparecié mas tarde que las anteriores (finales de los aos sesenta) de la mano de Mara Selvini-Palazzoli y sus colegas, y ‘tavo gran repercusién con la publicacién de Paradoja y contrapara~ doja (1975) (especialmente con su traduccién al inglés en 1978). En. su primers época Selvini ef al. (1975) proponen un modelo de incervencién para familias de eransaccién rigida. Su punto de partida son los erabajos de Bateson (1972) y el geupo de Palo Alto, con su enfoque comunicacional y cibernético. As{ pues, se ve a la familia como un sistema cibernético autorregulado, en el que codos sus ‘elementos estén interconectados y donde el problema que se presenta a consulta cumple una deverminada fancién dentro de la légica incerna del sisterna, Este equipo vinculado al Centro per il Studio della Famiglia de jidudeddnernensdetedioccesececeaniaebeanneall ‘LA APROXIMACION TEORICA 269 Milin se ha definido mds como un centro de investigacién del proce- so terapéutico (centrado en el estudio exhaustivo del caso tinico) que ‘como un centro terapéutico. Asi, muchas de las formulaciones de sus cconceptos clinicos iniciales se han ido sustituyendo después del andli- sis de sus efectos terapéuticos en un ntimero suficiente de casos. Un lara ejemplo de ello es su iiltima obra, Los juegos psicéticor en la familia (Selvini-Palazzoli et al., 1988), 0 bien Ia cecopilacién de las base corpless de Mara Selvini-Plsaol (Selvin, 1986) que exe itan claramente su evolucién y muestran el proceso de revisién continua y contrastacién empirica a la que someten sus hipétesis, aunque sus estudios discen atin de la experimentaci6n controlada. La principal caracteristica de esta escuela es su adecuacién para el trata~ miento de familias con organizacién muy rigida (descritas como de «eransacci6n psicécica»). La aplicacién de sus mécodos terapéuticos se ha dado mayormente con dos trastornos: In anorexia y los trastor- nos psicéticos. De particular interés es el estudio, por parte de este equipo, de los derivantes y de su vinculacién con el sistema. Ya desde el mismo contacto para la peticién de consulea, el equipo de Milén comienza a recoger informacién mediante una ficha telefénica para elaborar una hipstesis circular, Esta hipdtesis contiene informacién felaciva a la funcidn espectfica que para cada miembro de la familia cumple el sincoma del paciente identificado. Ya en el contacto telefénico se pueden dar elementos orientativos acerca de las ‘expecrativas que tiene la familia del craramiento (a veces relaciona- das con el mensaje que ha dado el detivante) y, pot tanto, de sus parimettos otganizativos. Ast, Ia terapia comienza por parte del equipo con una hipétesis previa acerca de los motivos por los que la familia busca ayuda, lo que espera del equipo en funcién de su estructura actual. Esta hipécesis inicial se cevisa en el cranscurso de la sesién, de modo que gran parte de las preguntas del cerapeuta van dirigidas a confirmar o refurar la hip6tesis inicial (Selvini-Palazzoli et al., 1980). A menudo estas preguntas son circulares, es decir, basin dose en la nocién batesoniana de que «la informacién es una noticia de diferencia» (Bateson, 1972), el equipo de Milén formula pregun- tas con la finalidad de investigar las diferencias o las definiciones de relacién entre los miembros de la familia (véase mas adelante). El uso del espejo unidireccional permite asegurar en gran medi- da el logro de la condicién de neurralidad del terapeuta respecto de la familia, considerada como indispensable. Ello supone el manteni- 270 APROXIMACIONES A LA FSICOTERAPIA miento de una «meca-posicién» con respecto a Ja familia, que permi- te mantener al cerapeuta en una posicin de experto desde la que sus comentarios ¢ intervenciones adquieren especial relevancia. Una de las intervenciones mds caracteristicas que siguen a la pausa de Ia sesién (en la que el terapeuta consulta con el equipo) es la de | connotacién positiva del sincoma (a menudo en términos de generoso sactificio) y del contexco relacional donde adquiere su funcionalidad para cada uno de sus miembros. Esta intervencién sienta las bases ‘para la prescripcidn paradjica. En efecto, si lo que esta pasando en la actualidad tiene un valor positive, mejor no cambiar y persistir con los sintomas, Esta intervencién tiene a menudo un fuerte componen- te provocativo que cortocircuita los patrones interaccionales del siste~ ma e impide la funcionalidad previa del sintoma. Puesto que la familia se siente mal con el sintoma, se encuentra con el dilema de confirmar la visién del equipo terapéutico y no cambiar, o bien descalificarlo cambiando. Esta modalidad de terapia crabaja con un contrato de unas diez sesiones, pero con un intervalo mensual, para dar tiempo a Ja familia a digerit el input provocative del equipo. A partir del andlisis profundo de algunos de sus fracasos, este equipo en su evolucién posterior experimenré con la prescripcién invariable, un programa de tratamiento aplicado de forma estanda- riznda para todos Jos casos de transaccidn rfgida. Los resultados de aplicar este tratamiento de forma homogénea les permici6 un analisis pormenorizado de la reaccién caracteristica que provoca en cada uno de los miembros de la familia, y en las distintas familias, conoci- miencos que permicieron su formulacién de la teoria de los juegos psicdticos (véase Selvini-Palazzoli et a/., 1988). ‘Aunque estas tres escuelas han desarrollado modos de actuacién terapéutica diferentes, los trasvases de un modelo a otro han sido muy frecuentes. Por ejemplo, la escuela interaccional y la escuela estructural, en Ia practica, resultan complementarias, como la obra de Haley (terapeuta que indistincamente aparece catalogado en uno u otro enfoque) muestra claramente. En este sentido, la escuela de Milan parece haber funcionado como una especie de ucentro espiri~ cual» en el sentido de inspirar nuevas ideas y a la vez mirar desde lejos (desde Europa) los desarrollos americanos poniendo en juego sus derivaciones teéricas, mostrando sus insuficiencias y limicaciones. De hecho, Ia escuela de Mildn se ha definido a sf misma como un centro de investigacién mds que como un centro cerapéutico, aunque i LA APROXIMACION TEORICA an sus directrices han guiado la prictica de otros centros importantes en Europa, como el de la Universidad de Heilderberg en Aleraania, ‘cuyo director, Stierlin, reconoce sus deudas con los italianos. ‘Como se puede deducir de lo expuesto hasta ahora, las interven~ ciones siscémicas no pretenden modificar direcramente las conductas problemiticas. Por ejemplo, en el tratamiento de un caso de bulimia la terapia no escarfa centrada en incentar modificar Ia conducra ali- ‘mentaria (pot ejemplo, implantando un programa de control de estimulos), sino en los pardmerros de los cuales la conducte alimen- taria disfancional cs parte integrante. En consecuencia, la evaluacién. de éstos pardmetros que regulan la conducta adquiere una dimensién ‘crucial en este ipo de enfoques. Dicha evaluacién parce del supuesco de que la conducta disfuncional es una expresién de patrones de interaccién interpersonal disfuncionales, Para conocer estos parrones los terapeutas sistémicos han confiado ms en la formulacién de hipécesis inicales y Ja puesta a prucba de las mismas en el cranscurso de la interaccién terapéutica que en la utilizacién de instramentos tradicionales de evaluaci6n psicolégica. Varias son las razones que cexplican esta limicacién en la utilizacién de los instramentos diggnés- ticos tradicicnales. Una de ellas reside en que la propia busqueda de ‘un diagndstico formal puede ser una de las formas en las que la familia intenta conficmar el carécter desviado del paciente identifica do, legitimando oficialmence su desviacién. Tal diagndstico formal, si se comunica a la familia después de una fase de exploracién y pase de pruebas, podsfa ser utilizado por ésta para legitimar su posicién: «En efecto, Pepa es anoréxica, lo ha dicho el doctor». Por esta tazén, los rerapeucas sistémicos nunca preguntan ucudndo se convirtié Pepa en anoréxica», sino «cudndo decidié Pepa comenzar a hacer una huelga de hambre». Esta es una forma de intenrar no coneribuir a la reificacién de entidades, Muchas familias estin dispuestas a pagar al psicélogo para conseguir una legitimacién formal de su exculpacién ‘en la. génesis y mantenimiento del problema. Oera razén que concribuye a explicar el escaso eco que los plan- teamientos diagnésticos tradicionales han tenido sobre la terapia fa- mili reside en la suposicidn de que las relaciones se manifiescan en el aqui y ahora. Dicho de otro modo, sea cual fuere la relacién que hay entre A y B vamos a poder verla en la realidad, es decir, en:el rranscurso de la sesién. A este fin, los cerapeuras familiares han creado procedimientos de evaluacién in situ. En algunos casos, como m -APROXIMACIONES A LA PSICOTERAPIA cn Ia escuela de Mildn, la evaluacién comienza desde el momento del primer contacto telefnico, en el que se recoge informacién para comenzaf a elaborar una hipécesis circular. Stierlin y sus colegas de la Universidad de Heilderberg les piden a las familias que concesten a unos cuestionarios sobre la situacién familiar y los principales aconte~ cimientos familiares durante las tiltimas tres generaciones; esta infor- macidn, de igual modo, sirve para formular las primeras hipstesis circulares. En el contexto de esta evaluacién los cerapeucas familiares hdr inteaducido una de las innovaciones tecnolégicas mds inceresantes ccucridas en Ia psicoterapia actual: el uso de un espejo de visién unidireccional. Por lo general, uno o dos terapeutas entrevistan a la familia y, en la sala continua, tras el espejo de visién unidirecconal, se halla un equipo. El equipo puede hablar con el terapeuta por medio de un intercomunicador. Este formato permite que el equipo alcance una distancia suficiente respecto a la familia, pudiendo asi observar detenidamente lo que sucede en el eranscurso de la cerapia. ‘También facilica que el cerapeuta se mantenga en su rol de experto y, por iilcimo, posibilica la revisién in situ de las hipécesis ciccutares mientras se las pone a prueba, En consecuencia, esta sinuacién ¢s- timula una visién multiple del mismo proceso terapéutico, hecho que abre un nuevo abanico de posibilidades a la ineervencién tera~ péutica. En general, los tratamientos en terapia familiar suelen cener un muimero reducido y limitado de sesiones. En la mayotia de los casos las sesiones no suelen ser més de veinte y su frecuencia es variable, pero Ja duracién global del eraramienco no suele exceder de les dos afios, Como resulta evidence, este formato terapéutico supone una vvisién muy diferente de la relaci6n terapéutica y del proceso terapéu- tico. Los problemas clisicos de la relacién terapéutica (p.c., relacio- nes transferenciales), si se producen se plantean de una forma dife- rente al darse en el contexto de la familia, aunque ello depence del propio proceso de evolucién familiar y del formato terapéutico espe- cifico. — Recursos téenicos Los terapeutas sistémicos han empleado una gran cantidad de eécnicas terapéuticas y su revisiGn detenida queda mas alld de nuestro cea tee LA APROXIMACION TEORICA 7 alcance (véase p.ej., Navarro, 1992), Ademds, en este enfoque no se enfatizan las vécnicas per se, sino la estraregia a la cual sirven, y ésta resulta del estudio minucioso de la sieuacién de la familia. A conti- rnuacién iluseearemos algunos de los procedimientos mas caracteristi- cos de la psicocerapia sistémica. La reformulaciée puede adquicie muchas formas concreeas (rede- finicién, connotacién positiva, reestructuracién, ecc.), pero todas ellas tienen en comtin el que se trata de cambiar el marco conceptual 0 ‘emocional en el cual se produce una situaciGn, Se intenta introducie lun nuevo contexto en el que los hechos puedan explicarse de un modo alternativo. Para que la reestructuracién sea eficaz el terapeura debe tener en cuenta el punto de vista, las expectativas, los moti- ‘vos... de los actores que estin implicados en la sicuacién; en este sentido, puede ser conveniente que el psicorerapeura adopte el len- ‘guaje del pacience (Watlawick et al., 1974). Epistemolégicamence, ‘Bateson ha descrito la reescructuracién como el intento de cambiar Ia pperenencia de un objero a una clase. El sso de la resistencia al cambio con propésitas cerapéuticos es ‘otra de las grandes aportaciones de los tecapeutas sistémicos, Esta vvisién de la resistencia se debe, en gran medida, a Ia obra de M. Erickson, creador de la moderna hipnoterapia sin trance (muy escu- ddiada y difundida por los tetapeutas sistémicos). Para exponer el uso tipico de la resistencia utilizaremos un ejemplo comtin en psicotera- pia, Algunas personas acuden a un psicoterapeur2 no para solucionar ‘su problema, sino para mostrarse a s{ mismos que pueden «derrotar» al experto y que su problema es tan especial que no tiene solucién. Al mismo tiempo piden una solucién inmediara y definitiva. Estos casos ‘suelen conducir a callejones sin salida porque el cliente ceclama con- ‘sejos explicitos, ante los que replica con incontables excusas sobre por qué el consejo no se aplica a su caso. Asf, ademés de su problema ‘tiene que soportar el no recibir ayuda lo suficientemente «buena». Esta situaci6n puede prolongarse ad infinitum y el cliente puede adoptar, a modo de segundo oficio, el cambiar de psicoterapeuta comprobando una vez tras otra que todos son ineficaces por igual. Aunque esta descripcién pueda parecer exagerada, estos casos no son infrecuentes en la prictica, Desde el punto de vista terapéutico, este ‘efrculo vicioso puede empezar a ser puesto en tela de juicio en cl momento en que el terapeuta abandona el plano del sentido comin —atender a las peticiones de ayuda explicica del cliente— y plantea la m4 APROXIMACIONES A LA PSICOTERAPIA pregunta de «por qué tiene usted que cambist?». Una pregunta de este estilo se dirige al fundamento mismo del juego del cliente y, de entrada, cambia codo el sentido de la situacién. En efecto, st juego tiene como premisa fundamental que la labor del psicoterapeura es atender las demandas de sus clientes y solucionacles sus problemas si ‘quiere conservar su aucoestima profesional, Cuando el psicoterapeu- ta cuestiona esta premisa, bien con el tipo de pregunta que hemos planceado més arriba, bien con la expresidn de sus dudas acerca del beneficio que pudiera obtener de la psicoterapia después de todos los fracasos anteriores, estd comporcindose de un modo en que no entra en las reglas de juego del paciente y a la vez las pone en entredicho. Esta forma de utilizar la propia resistencia del paciente se ha compa- rado con las Haves de judo en las que se consigue una victoria ucili- zando la propia fuerza del enemigo. ‘Desde el punto de vista cedrico, el tema de [a resistencia apunta hacia el problema de conocer el (posible) valor funcional del sincoma en el contexto de Ia vida del paciente. Por ejemplo, en el caso que hemos utilizado més arriba, la satisfaccién de haber avencido» una vez mds a un experto (confirmacién de lo que posiblemence es la linica fuence que posee el paciente para detivar un sentido de unici- dad) puede set mas «vital» para el funcionamiento de su sistema que el cambio en unos pacrones de comportamiento. Estos patrones apa~ recen como desviados, absurdos, patolégices,itracionales, etc. desde ¢l punto de vista del sentido comuin ~esto es, el punto de visea de los ‘ocros—, pero tienen un valor funcional en la particular estructura del sistema del cliente. Técnicamente, este tipo de reflexiones ha dado lugar a lo que se conoce como intervencién paradéjica. Consiste en ‘que el «experton prescriba de un modo conttolado y especifico aque- to mismo que constituye el problema, Puede tomar las siguientes formas: 1. Peticidn de cambio lento. El terapeuta sugiere que son mas: coavenientes los cambios pequefics que los grandes, y ad vierce de Jos peligros de cambiar muy deprisa. 2. Prescripcién de no-cambio, El experto en salud mental afir- ma que no es deseable un cambio, y, por tanto, que Ja situacién es aceprable tal como esté y no precisa aplicar ninguna solucién especial. 3. Prescripcién del sintoma. Instruccién de que se desarrolle el. seccuaenkiee LA APROXIMACION TEGRICA 25 sintoma en unas coordenadas situacionales decerminadas. Con ello, se logra que el sintoma se juzgue desde pardme- ‘70s distintos (los de la prescripcién terapéutica) de los habi- cuales. Es una forma efectiva de corcocircuitar su funcionali- dad, mediante la accién de evitar Ias (pseudo)soluciones que el sistema normalmente aplica. ‘Aunque los origenes de esta técnica se remontan a Adler y la Jogoterapia de Frankl, su ucilizacién en el seno de la terapia sistémica se justifica en base a presupuestos comunicacionales: la paradoja terapéutica (el menssje «no cambie» dicho por un agente de cambio) como respuesta a la comunicaci6n paraddjica de la demanda teca- péutica («aytideme a cambiar, pero no cambie nada» o «aytideme, ‘pero mi problema no tiene solucién»). Después de algunos aftos de _préctica con este procedimiento, hoy sabemos que se trata de un ‘procedimiento poderoso que puede ser muy beneficioso, pero tam- bién muy perjudicial, y que en ningtin caso debe utilizarse sin haber realizado un minucioso andlisis del valor funcional de los procesos de resistencia y una consideracién de.sus posibles efectos perjudiciales (véase Selvini-Palazzoli et al., 1988). Otro procedimniento comtin en Ias terapias siseémicas es la pres- cripcién de tareas que la familia debe seguir. Estas pueden tener vatias finalidades cerapéuticas. Por ejemplo: pueden utilizarse para a) ineentar que los miembros de la familia se comporten de un modo diferente, b) intensificar la relaci6n entre el cefapeuta y la farnilia, y ©) obtener informacién. Las directrices que utilizan los terapeutas sistémicos pueden dividirse en dos tipos: a) aquellas que indican a los clientes lo que deben hacer con la expectativa de que Jo cumplan, y by aquellas que indican a los clientes lo que deben hacer con el propésito de que no Jo cumplan, esto es, de que se produzca un cambio por la via de la rebelidn, Ocra distincién importante que se ha introducido en este cema es aquella que distingue entre a) que el terapeuta pida al cliente que deje de hacer algo, y b) que el terapeuca pida al cliente que haga algo diferente. ‘Oxo recurso que también proviene de Ia moderna hipnocerapia, de M. Erickson es la ilusién de alternativas. Este procedimiento surge de la observacién de Ia interaccién entre los miembros de familias esquizoftéaicas. Consideremos, por ejemplo, el siguiente fragmento 26 APROXIMACIONES A LA PSICOTERAPIA descrito por el grupo de Palo Alto acerca de una interaccién entre una madre y una hija esquizofrénica: Madre: No estoy enfadada porque hables asf. Sé que realmente no piensas lo que dices. Hija: Pero sf que lo pienso. Madke: Pero querida, sé que no piensas tal cosa, No puedes valerte por ci misma, Hija: Puedo valerme por mf misma. Madre: No, querida, yo sé que no puedes, porque estés enferma. Si olvidara por un momento que estis enferma me enfadaria spucho contigo. En esta secuencia queda claro que, dado el comportamiento de la madre, a la hija sdlo le quedan dos alternativas: ser demente o ser insolente. Técnicamente, se produce una ilusién de alternativas cuan- do se dan a elegir dos posibilidades, sugiriendo que no son posibles otras alternativas. Erickson natra un caso de un nifio que tuvo que ayudar a su padre en los trabajos de una granja y cémo su padre le dejaba elegir libremence entre dos alcernativas: «dar de comer prime- 10 2 los cerdos 0 a las gallinasy. La ilusion de alternativas esta aqué ‘creada por la palabra «primero». De igual modo, en terapia se puede dat a elegir al paciente el momento en que va a contar un hecho traumftico; por ejemplo, se puede decir: «Usted puede elegi encre contérmelo ahora 0 contétmelo después». Esta es una cécnica comin en Ia induccién de un trance hipnético, en el que el hipnorecapeuta puede, por ejemplo, decirle al paciente: «Si est dispuesto a entrar en crance hoy, levante su mano derecha, si no, levance su mano iz~ quierda», El uso de analogias es otro procedimiento comin en Ia terapia sistémica, que igualmence tiene sus orfgenes en la obra de M. Erick- son, En este caso, el terapeura elige hablar de un problema que tiene tuna simititud metaf6rica con el problema presentado por los clientes, pero que en su secuenciacién es idéntico al problema que atraviesan log clientes. Esta es una forma indirecta de abordar la resistencia, Recientemente, a partir de la nocién de organizacién circular (o recursiva) de Ia interaccién humana, los terapeutas sistémicos han desarrollado la técnica del cuestionamiento circular, El punto de parti- da de esta técnica es la nocién de Bateson de que «la informacién es euenanaid LA APROXIMACION TEORICA a una diferencia que produce una diferencia». Si esto es asf, se sigue que la informacién s6lo puede generarse por medio de un proceso de diferenciacién. Para contribuir a dicho proceso, el terapeuta adopra una forma de preguncar en la que selecciona ciertos fenémenos, los pone en relacién unos con ottos, los compara y los distingue. Por ‘supuesto, para que esta técnica sea eficaz es necesario que las pregun- tas sean muy precisas, que estén basadas en la comprensién (hipoteti- zacién) de In dindmica familiar y que se realicen en el momento ‘oporeuno. A continuacién, en Ja tabla 19 se recogen algunos ejem- plos de preguntas circulares, ‘Tabla 19. Ejemplos de preguntas circulares (adaptado de Stierin y Weber, 1989) Preguneas sobre rasgos distintivos: ance la aparicin de in rasgo distin- ‘vo en la descripcidn de la conducea se puede preguntar por su opuestor por ejemplo: «Qué es lo que le hace notar que X 19 esti desafiéndole?>. = Sicuar los rasgos wen movimiencow: se trata de sieuar los rasgos indivi- ales, percibidos como estables y petmanentes, en movimiento; por ejem= Plo: w(Cémo tiene que comporarse X para que su padtepiense que es ron- = Concextualizacin: se trata de preguntas que pretenden mostrar que la conducta es dependience del contexto; por ejemplo: «En qué sieuaciones se observa la conducta ¥?». «¢Quién est presente?». Ere. Revelacién de condicionamientos muruos por medio de descripciones dobles: esras preguntas se utlizan para revelar los condicionamientos recursi- vos inherentes a la conducta, El objecivo es que todos los participantes se definan como contribuyentes a la sicuacién, de modo que la divisidn entre viccimas y opresores no pueda producirse; por ejemplo: «X imagina que quieres que ca hermano se preccupe mds por ti, équé harfas?». = Incroduccién de 1a dimensidn eemporal en caracteristicas percibidas como estables: aporrar una perspectiva temporal contribuye a relativizar los hhechos; por ejemplo: «Hasta cuando va X a posponer la realizacién de sus propias mecas? = Ineroductién de patrones diferenciales en Ia relacién: éstos pueden referirse a diferencias en la relacicn entre el pasado y el presente, diferencias en ‘eantidad (mds menos) 0 en calidad (mejor 0 peor); por ejemplo: «Quién puede hacer que X se lleve mejor (hable més) con su hermana?». = Escalamientos: éscas son areguntas sobre diferencias cuancitativas en actitudes 0 conductas; por ejemplo: «Quin es ef que est mds preocupado ppor Ia enfermedad de X?». 278 -APROXIMACIONES A LA PSICOTERAPIA ~~ Preguntas eriddicas: se traca de preguntar a una persona sobre la rela cin existence enere otras dos. Esras preguntas facilican la coma de perspecti~ vvas sobre los patrones y procesos relacionales; por ejemplo: «{Cémo ve la relacidn ence su marido y su madre’». ~ Periciones de acuerdo: se trata de preguntar a un miembro de Ia familia. si esof de acuerdo 0 no con lo que otro ha dicho; de este modo se obtiene cambién informacién acerca de la retacidn entre ambos; por eiemplo: «Crees que X eed més de acuerdo con Ia evaluacién hecha por cu padre 0 con Ia hecha por eu madre?» = Preguntas sobre cambios en las relaciones: con estas preguntas se incenea poner en relacién cambios en las relaciones con sucesos especificos, por ejemplo: «:Cémo afeces a las relaciones familiares el hecho de que X se marchara de casa?», = Preguiaras sobre las explicaciones familiares: se crara de preguntas sobre: los signifieados individuales y/o coleccivos que funcionan en la familia como explicacién de los sfncomas; por ejemplo: «{Qué explicacin encuentra para {que «u padre desarrollara sus problemas cardiacos exactamente cuando lo hizo®. — Preguneas sobre los valores individuales y familiares: aquf se hace referencia a las diferencias y similitudes en relacin con temas tales como la ‘moral, la politica, etc.; por ejemplo: «¢Quién estd mis cerca de compart la idea de que hay que sacrificarse siempre por los demas?» = Preguneas que enfacicen los recursos: son preguntas encaminadas a ‘mostrar que existen otros modos de conducta disponibles en la situacién; por cjemplo: «_Cémo reaccionaria su padre si en el fururo su madre dejara de ‘oculear su inceligencia?y — Preguncas hipocéticas: se utilizan para intentar oftecer realidades aleet- nacivas. Imaginar sicuaciones posibles, en el pasado o el fururo, contribuye a pone: las cosas en perspectiva; por ejemplo: «Qué pasaria si en cinco aftos odo permanece tal como estén El conjunto de procedimientos descritos hasta aqui, sin ser ex- haustivos, ilustran la riqueza técnica del modelo sistémico y su enor- me potencial cerapéutico. El enfoque sistémico de los problemas clinicos resulea a veces especialmente indicado para casos.a los que no se llega desde otros modelos, 0 en los que otros enfoques ya han fracasado. También hay que destacar el reducido niimero de sesiones ‘con que se trabaja (menos de 20 por lo general). Sin embargo, ello no garantiza un éxito en codos los casos. oo oan necua ddl LA APROXIMACION TEORICA 279 3.5.4. Desarvollos actuales Los conceptos y metodologia terapéutica que acabamos de des- cribir se centran, en grado distinco, en la comprensién del problema de acuerdo con los pardmecros de funcionamiento del sistema fami- lias. Se pretende comprender la conducea problema en el contexto de tuna secuencia de conductas de los otros miembros de la familia en la ‘cual el problems adquiere su funcionalidad, Sin embargo, a finales de los afios setenta empez6 a aparecer un interés peculiar y caracteris- tico en el campo de la terapia familiar por la episcemologia, propicia- do en parte por los siltimos escritos de Bateson (1972, 1979) y también por la influencia de los epistemélogos constructivistas Ma- turana, Varela, von Foerster y von Glasersfeld (véase Feixas y Ville- gas, 1990). Desde los inicios del pensamiento sistémico, lo que hoy se deno- minan indistintamente ciencias sistémicas 0 cognitivas (tales como la cibernética, Ja eorfa del aurémara, la teorfa de la comunicacién, la teorfa de la informacién y la teorfa de los juegos) se han desarrollado considerablemente. Aunque estas ciencias son conocidas principal- mente por sus derivaciones recnolégicas (en Jas que se sustenta «cevolucién tecnolégica» que ha cambiado el riemo de nuestras vi das), sus aportaciones en el plano conceptual han sido también consi- derables, Estos eutores han contribuido al desarrollo de una nueva ‘concepcién epistémica de la relacién entre lo observado y el observa- dor. En contraposicién a la concepcién de la realidad como un orden inequtvoco e independiente del observacor, las nuevas ciencias sisté- ‘micas (0 cognitivas) conciben la realidad como un conjunto de proce- sos incerconectacos y multidireccionales que simulténeamente se en- cquentran articulados en distintos niveles de interaccién y son mucuamente irreductibles entre sf. Paralelamente, en contraposicidn 2 Ia concepcién del observador como un mero receptor pasivo de un orden inequivoco, real y excerno, el observador es visto como un ente ‘que, con su misma observacién, introduce un orden por medio del cual las miiltiples y simuledneas interacciones adquieren, a sus ojos, tun cardcter inequivoco (Guidano, 1991). Esca «revolucién metodol6gican se encuentra en el origen de los planteamientos terapéuticos sistémicos y es retomada con una fuerza renovada con el auevo aire constructivista (Feixas y Villegas, 1990). Quizd su aspecto csencial reside en el esfuerzo por contrartesrar la 280 APROXIMACIONES A LA PSICOTERAPIA reificacién de entidades, implicada en la utilizacién comiin del verbo set». Por ejemplo, cuando se dice «Pepa es anoréxica» se esté ha- ciendo un planteamiento del problema de Pepa que presenta Ia anorexia como una propiedad individual, inerinseca al ser de Pepa, y ‘no como una consecuencia del comportamiento de Pepa. En otras palabras, para decir que Pepa es anoréxica hace falta que sucecan dos cosas: a) que Pepa se comporte de cierta forma, y b) que esa forma de comporrarse sea etiquetada como anorexia. Los terapeutas sisté- micos suelen distinguir escrupulosamence entre estos dos niveles de andlisis y, en consecuencia, intencan «disolvern las propiedades indi viduales en elementos de un proceso circular e interaccional en el que cexisten tanto expresiones conductuales como etiquetas de esas expre- siones vinculadas a un contexto de interaccidn.” Este poderoso efecto: de la etiqueta habia sido denunciado ya por Korzybski (véase Caro, 1990), e influyé también en Kelly (véase Feixas, 19900). Esta nueva éptica constructivista no se traduce en una nueva. escuela de cerapia sino en un cambio de orientacién del movimiento sistémico, en el que participan representantes de varias escuelas (véa~ se Feixas, 1991). En sintesis, el mayor cambio producido por In adopcién del conseructivismo ha sido el dejar el énfasis previc en las secuencias de conductas y centrarse en la atribucién de significados (y etiquetas) compartidos por Ja familia. En otras palabras, el atreverse a entrar en la «caja negra» (eéemino utilizado por los pragmdticos de Jos afos sesenta que se interesaban unicamence por los patrones observables de interacciéa) y considerar como tarea central la explo- 33. _ Este planteamiento de los cerapeutassistémicos, inspirado en el pensa- rmieneo de Bateson (1972, 1979), no resulea can excano para la psicolopa si lo comparimos con la erica al anlisis disposicional de Ia conducrs, realiada por aucores como Weimer (p.e,, 1982). Para ese autor, el andlisisdisposoral de la conducra es inherenremence ambiguo y, en el mejor de los casos, sélo puede ser fenomenoldgico y desciptivo, nunen cxplcativo. Bateson (1979), con su pecaliar audeaa, fat realizado ia misma crc, por medio de lo que grficamente denomina ‘principios dormiivoss. Las denomina asf a partir del ejemplo que usilza para ilustarlo: en un modemo didlogo platénico, una nifa pregunta a ss padre: «Pap, por qué la gence se dverme cvando roma opio’» y el pad respond: «Pues, porque tf opio dene un principio donmiavon. Poe supuesto que las eautologias no ansticur yen explicaciones de un fenémeno. Como Weimer (1982) lo ha expresico: «Las Genciat maduras ton explcatvas en logar de descriprivas. La explicacisn conse en hacer ineligible emo y por que os fenémenos denero de un Ambito exhiben las propledades que, descriptivamence, poscen» (pig, 336). aasosssntsueaudada LA APROXINACION TEORICA, 281 racién de premisas, mitos y creencias, como exponentes de estos significados compartidos. Bareson se interes6 particularmente por el estudio de las premni- sas implicitas que gufan la adquisicién del conocimiento y nuestra conducta. El vérmino premisa fue introducido por Bateson (1979) como valor de referencia, principio o idea abstracra, que supone una programacién a nivel profundo, fuera del alcance de la conciencia, que gufa la conducta de la familia 0 pareja. Estas ideas 0 programas «llegan a ser nucleares 0 nodales dentro de las constelaciones de otras ideas» (Bateson, 1979), y, por canto, dan cuenta de !as conductas problema y de las asociadas al mismo. Por ejemplo, Bateson (1972) describié la premisa del alcohdlico como «yo controlo la bebida» y la conducta de beber como una forma de ponerla a prueba. Cada nuevo intento de controlar la conducta adictiva deviene un prueba crucial en la que todo su ser se halla implicado. Sélo cuando el alcohdlico «toca fondo» estd dispuesco a cuestionar su programa o premisa bésica. ‘Cecchin (en Boscolo ef 2/., 1987) afirma que «los mayores:cam- bios en Ia cerapia familiar vienen cuando consigues operar al nivel de Jas premisas profuundas» (pég. 89). Penn (1985) también las considera centrales para generar un cambio en el sistema puesto que Ja premise es «una idea contextual inclusiva de un sistema que parece organizar 0 limitar las conductas vinculadas al problema» (pég. 302). Ast es que muchos de Jos procedimientos empleados por estos terapeuras, como por ejemplo el cuestionamiento circular, se plantean como formas de hacer explicitas y cuestionar las premisas familiares. Esta visi6n constructivisea sugiere que el cambio en Ia cerapia implica la modificacién del significado, de las premisas o de las estructuras de conocimiento del sistema. De esta forma, Sluzki (1985) sugiere que el rerapeuta deviene un «constructor de reali des» 0 alternativas mss viables para la familia. Minuchin concuerda cambién con esta visién del cambio cuando afirma que alos pacientes acuden a cerapia por ser inviable la realidad que ellos mismos han cconstruido. Por lo canto, todas las variedades de terapia se basan en Ja modificacién de esos constructos» (Minuchin y Fishman, 1981, pag. 84). Para Anderson y Goolishian (1988) cl cambio en Ia terapia implica una reconstruccién de la historia que el sistema ha creado alrededor del problema. Asf, la conversacién se mantiene hasta que se crea una nueva «narrativan. 282 [APROXIMACIONES A LA PSICOTERAPLA Esta aueva perspectiva se conecta a nuestro juicio con la tenden- cia conseructivista de algunos modelos cognitivos. En este sentido queremos incluir aquf las aportaciones de Procter (1978, 1981, 1985a) en su extensién de Ja teorfa de constructos personales de Kelly al ambito familiar. Cada familia debe construir una realidad comin, y Procter (1978, 1981) la designa Sistema de Constructos Familiaces (SCF). Este sistema tiene las mismas propiedades que el Sistema de Constructos Personales descrito por Kelly en sus corola- rios (véase Feixas, 1990a; Feixas y Villegas, 1990). En las propias palabras de Procter (1981): EI Sistema de Constructos Familiares gobierna las secuencias de las elecciones que constituyen los parrones de interaccidn de los miembros de la familia. En el eranscurso de los aftos los miem~ bros de la familia van haciéndose cada vez mas sensibles a las relaciones de los otros y se comportan conjuntamente como en tuna «danza» de anticipacién mutua. Cualquier cambio en las elecciones habitualmente anticipadas de los otros miembros se experiencia como provocador de ansiedad y amerazador. Puede considerarse que la formacién del SCF se inicia en la negociacién que permite a una pareja vivir juntos. El resultado de ‘esta negociacién depende de la compatibilidad de los sistemas de constiuccién de Jas familias de ocigen y de la implicacién que los miembros de la pareja tienen con dichos SCFs. Una de las ventajas del modelo de Procter es su capacidad para inregrar muchas aportaciones de los terapeutas sistémicos, como la nocién estructural de fronteras: En eérminos de constructos familiares, Ia claridad de una frontera depende de la existencia de un conjunto de constructos que distin ‘gan entre sisemas o subsistemas, situando individuos en cada uno de sus polos. Los conseructos familiares pueden clasificarse como: 1) diferenciadores externos que sicven para distinguit los miembros de la familia de los miembros externos, 0 2) diferenciadores intemnos, sicuados dentro de la frontera familiar principal. Estos uimos cons- ructos gobiernan las relaciones alternativas que realizan los micm- bros familiares © los distintos roles complementarios que cada uno tiende a desempefar (...). LA APROXIMACION TEGRICA 283 Desde esta perspectiva, los conflictos familiares se ven como trastornos de negociacién. El propésito de la terapia es ayudar a la familia a hacer una nueva construccién de los acontecimientos. La reconscruccién del SCF puede entenderse en el marco del funciona- ‘into de los sistemas de constructos a base de los ciclos de cambio descricos en la Teoria de Constructos Personales. Todos estos aspec- tos se han tratado en los textos citados de Procter donde este autor desarrolla mis ampliamente su concepcién de Ia terapia familiar (véase también Feixas, 1990a y c; 1991). ‘La aportacién de Procter no es sélo tedrica y verapéutica sino que incluye también un modelo de evaluacién familiar basedo en un diseno especifico de la técnica de rejilla (Procter, 1985b; Cunillera y Feixas, 1990). Asimismo, no ha sido Procter el tinico autor en reali- zat una aportacién a la terapia familiar o de pareja desde la éptica de los constructos personales (véase Feixas, 1992b, para una revisién cexhaustiva de estas aportaciones tedricas, metodolégicas y terapéuti- cas). Sin embargo, no todos los terapeutas familiares han seguido esta tendencia constructivista (Haley, por ejemplo, presenta una frontal oposicién), lo que leva a Anderson y Goolishian (1988) a percibic el movimiento sistémico en una encrucijada entre aquellos que entien- den la organizacién familiar en cérminos de alianzas de poder y conductas encadenadas funcionalmente, y los que consideran Ia fa~ milia como un sistema de creencias comparcido en el cual tiene sentido el s{ntoma. En eérminos generales, el modelo sistémico, sea en su vertiente ‘pragmatica 0 en la constructivista, ha tenido un desarrollo emenda- mente expansivo en los ultimos atios y ha-sido aceptado en muchos contextos canto privados como publicos por su eficiencia y flexibili- dad en trarar problemas de cardcter muy distinto. A meaudo se lo considera como alternativa cuando tratamientos individuales o de grupo han fracasado. ‘Un signo de esta wexplosién siseémica» es que mientras en 1973 sélo habia una revisea dedicaca al tema, en la actualidad existen unas dos docenas en varios paises y lenguas del mundo. Gurman et al. (1986) informasi que sélo en los Eseados Unidos exiscen mAs de 300 ‘cursos de formacién, de los euales mas de la mitad se imparten en programas universitarios de posgrado 0 doctorado. En la década de los ochenta la cifra de psicocerapeuras que recibfan formacién en 284 APROXIMACIONES A LA PSICOTERAPIA terapia familiar sistémica se acercaba a los 15.000 anuales. Existen varias asociaciones profesionales sobre el tema, de entre las cuales destaca Ja American Association for Marriage and Family Therapy (AAMFT), que en 1975 tenia unos 7.000 miembros y en 1986 egaba a los 13.000, Aceualmente la revista de esta asociacién, ef Journal of Marital and Family Therapy, es la més prestigiosa junto ‘con Family Process. En nuestro pais existe una revista ticulada Cua~ dernos de Terapia Familiar, y una hispano-argentina ticulada Tera pia Familiar, ademas de cierto predominio de articulos sistémicos en Ja Revista de la Asociacién Espanola de Neuropsiquiatria y en la Revista de Psicoterapia. Existen varias asociaciones de cardcter regio- ‘nal, que han funcionado de modo informal desde 1977, y reciente~ mente se ha constituido una confederacién de Ambico escaral: la Federaci6n Espafiola de Asociaciones de Terapia Familiar. ‘Otro signo de expansién, pero en un sentido distinto, es !a apli- cacién de los planteamientos sistémicos a Ia incervencién escolar (pe. Selvini-Palazzoli ef af., 1977), en las organizaciones (p.<}., Selvini-Palazzoli et a/., 1981) y en las redes sociales (véase Navarro, 1991, para una revisiGn). 3.5.5. Formacién del terapenta Existe en Ja actualidad una gran variedad de centros especificos para la formacién de cerapeutas sistémicos, por eemplo, en Milén, Roma, Palo Alto, Heildelberg, por citar sélo los ms famosos. En nuestro pais, existen centros de formacién sistémica en casi todas las ciudades imporcances. Aunque el grueso de la formacién en tecapia familiar ha recaido en centros privados, en la actualidad se observa una tendencia a la incorporacién de estos enfoques al dmbito universitario. Para citar slo algunos ejemplos en nuescro pats, mencionaremos los mdstec de la Universidad Auténoma de Barcelona, de la Universidad de Salamanca y de fa Universidad de Santiago de Compostela. En general, la formacién en terapia familiar se plantea en base al estudio de las teorias y de la practica supervisada que, en este caso, se beneficia del apoyo audiovisual y/o del espejo unidireccional. La posibilidad de que el terapeura en formacién observe los casos direc- ‘tamente, cal como se van desarrollando, y que posteriormente pueda ‘conducir un caso real con supervisién directa, supone una gran inno- A APROXIMACION TEORICA 285 vacién formativa con excelentes resultados. En este formato, el su- pervisor/formador observa al terapeuta en formacién detris de un espejo o cimara de video, con la posibilidad de Hamarlo a consular 0 simplemente de enviarle un breve mensaje por el intercomunicador. ‘Quid mds que ninguna otra escuela cerapéutica, los modelos sisté- micos han hecho del video y del espejo unidireccional un inserumen= to indispensable en la terapia y en la formacién. 3.5.6. Investigacin terapéutica Desde sus inicios la tecapia familiar esruvo muy estrechamente vinculada a la investigacién. Ya hemos comentado que durante los afios cincuenta se Llevaron a cabo varios proyectos de investigacién pioneros (el de Palo Alto, el de la Universidad de Yale y el det NIMH). Estos estudios acerca de las pautas de comunicacién de las, familias de los esquizofrénicos propulsaron un nuevo enfoque de la psicoterapia estrechamente ligado a Ia investigacién. Como comenta uno de sus precursores, «terapeuta e investigador eran sindnimos», y ello constituyé uno de los atractivos mds destacados de la propuesta sistémica inicial. En efecto, Ia forma en que se realizaba la psicoterapia (uso de espejo unidireccional, grabaciGn de las sesiones) permicfa la observa~ «ida y el estudio sistematizado del proceso terapéutico, antes restrin- gido a la sacrosanca sala de terapia, reacia a cualquier intromisién excerna 0 registro que pudiera desvelar sw intimidad, Se adapraron varios procedimiencos de observacién derivados de la investigacién de grupos en psicologia social, y se desarrollaron ademas varios sistemas de codificacin especificos para la pareja y Ia familia de acuerdo con Ia conceptualizacién sistémica (véase Eisler e¢ a/., 1988, para una revisi6n). El paso de formulaciones intrapsfquicas a interacciones famitia~ res permitié el anélisis del proceso cerapéutico, posibilidad ances vetada por los enfoques mis tradicionales. Esco permitia sali al paso de las principales objeciones de la psicoterapia, es decir, su funda- mentaciOn en conceptos no verificables, y por canto no cientificos (p.ej., Eysenck, 1952). Parecia ademds una oportunidad vinica para reconciliar la investigacién y la prictica, tan alejadas en muchos dmbitos de la psicologia. 286 [APROXIMACIONES A LA PSICOTERAPIA La década de los sesenta responds a esta promesa, pero sélo en parte. Si bien es verdad que las investigaciones progresaron y se aftontaron las dificuleades mecodolégicas que supone la investiga cién observacional de la interaccién familiar, también es ciereo que Jos practicances y Lideres de Ja terapia familiar no esperaron a cener ‘estas cuestiones resueleas para basar en ellas sus propuestas terapéuti- ‘eas. Cuanto mas grandes eran los esfuerzos de los investigndores por resolver los problemas mecodoldgicos para el desarrollo de medidas para la interaccién familiar bien definidas operacionalmente, mayor era la sensacién de irrelevancia que sentian los cerapeutas acerca de tales escudios."* Gutiérrez y Escudero (1987), al estudiar la funda- mentacin de la cerapia familiar sistémica, sostienen que Ja desvinculacién entre terapia ¢ investigacién se produjo debido 4 la escasez de resultados claros aportados por el movimiento de ia investigaci6n sobre la interaccién familiar. La acticud frente a. los resultados adversos no se matetializé en un cuestionamiento de Ia incipiente fundamencacién ce6rica de la terapia familiar, sino que lo que ocurris fue el progresivo desinterés por la investi~ sgacion (pags. 94-95). ‘Aunque se realizaron varios incencos para evitar el divorcio enere investigadores y terapeucas familiares (p.¢j., una conferencia encre ambos grupos en 1967), fue inevitable que siguieran caminos diver- sos y a menudo desconexos. A la vez que el movimiento de la terapia familiar crecia tanto en escuelas y aportaciones clinicas como en practicantes, sus reparos y desconfianza hacia la investigacién au- mentaban,” mientras disminufa dramdticamente el nimero de 54. Una cvestén que separé ain mds alos investigndoresy ls erapewas tumiiaces fue el hecho de que la invesgacién coneroladarequier una operacional= Zocén mictonnaiga, que contradic el presupurstosnémico de que todo es més fe Te sur de as pares. A los ojos del terapeva Friar fa investgaién ierac~ ‘Sonal redace el soremn familie & una una Ge condcras y actos verbles de varios individvos. 35. Ea la déada de los ochenca ent también en cris a noidn de objeivi- dad y 12 argument® In imposibildad de Ie observacion objciva de la farilia, independiente de lo jutcios del observadory del contexointeracconal en el que nin el Fenémeno obscrvado, As, el depo total en el que un miembe del familia reiene puede considerarse ona medida de dominio en wna familia y cular irelevante en ota, en I que las formas de consol son pncipalmence no verbales, Es ecanaisilel LA APROXIMACION TEORICA, 287 vestigadores familiares. En conferencia de 1985 del NIMH se inten- ra aglutinar los esfuerzos més recientes a la vez que analiza los principales problemas encontrados con el fin de revitalizar la investi- gacién. La investigacién en cuanto a la eficacia de los modelos sistémicos oftece unos resultados similares a los otros tratamientos disponibles en psicorerapia, es decir, que sus efectos son superiores al no- tratamiento y que aproximadamente dos tercios de los pacientes tratados mejoran. Pero ninguna escuela ha mostrado claramente ser superior a las demds. Gurman y Kniskern (1978), cn una revisién sobre la investigacién en cerapia familiar, concluyen que los resulta dos positivos tienden a darse en tratamientos limitados cuyo ntimeco cde sesiones no pasa de las veince, También ponen de manifiesto que la edad del paciente identificado no parece incidir en los resultados de forma significativa y que la posibilidad de obrener resultados ppositivos se incrementa si los dos miembros de la pareja participan en 1 tratamiento. En una revisién posterior, Gutman, Kniskern y Pin- sof (1986) se ratifican en sus conclusiones anteriores ¢ intentan rel cionar los resultados con el tipo de trastorno o problema tratado. Sin embargo, dada la cendencia de estos modelos a no reificar entidades (sean ésras diagndsticas 0 no), este enfoque resulta bastante limitado cen la préctica. Reciencemente, ha habido, ademds, intentos de clasifi- ‘car las disfunciones familiares (véase Stierlin y Weber, 1989; Pele- chano, 1991). Sin embargo, esta interesante aproximacién todavia ‘no se encuentra suficientemente desarrollada. Hay que reconocer que el enfoque sistémico, a pesar de la trans- parencia que aporta la posibilidad de su observacién directa, implica ids variables y complejidad que los traramientos individuales. Ello dificulea atin més la investigacién controlada. Por otro lado, el tradi asi que se cities a Ia investigacién por simplisea y exponente de una concepcidn lineal de la c1usalidad (busqueda de patrones de inceracciGn especificos 0 caractersti- ‘cas de personalidad de un progenitor que causasen una determinada patologia), visidn opuesta a la nocién de causalidad circular adoprada por el modelo sistémico. Incluso la nocién de doble vinculo como patrdn comunicacional generador de cras- ‘ornos esquizofrénicos, hico fundamental en el nacimiento del modelo sistémico, ha sido csitcada por au cardeter linesl. Como consecuencia de todo ello, Gutideres y Escudero (1987) legan al punto de hablar de clima de «aversiéa» al mécodo ientifco en el movimienco sistémico, aungue aforcunadamente esto no se pueda _generalizar si atendemos a los desarrollos empiticos actuals, 288 [APROXIMACIONES A LA PSICOTERAPIA ccional estudio sobre el tratamiento de un determinado trascorno Psicopatolégico © problema ~enfoque caracteristico de la investiga cién tradicional— se cencra en el paciente identificado. Ello hace que Ja mattiz «tratamiento x problema» presente una dificultad adicio- ‘nal en el modelo sistémico, puesto que uno de sus presupuestos fundamentales es que el problema que presenta el paciente identifi- ‘cado no ¢s indicador de Ia disfuncién del sistema familiar. Lo que idealmente se tendrfa que cstudiar es la matriz weracamienco x cipo de disfunci6n familiar». Pero aunque la idea de un sistema de diag- indstico para los sistemas familiares suena interesante, hoy por hoy no cdisponemos de tal sistema de forma bien establecida. : En la actualidad tenemos que admitir que la psicoterapia siseé- mica, tal como se practica en las consultas y centros, no se deriva mds ‘que indicectamente del cuerpo de investigacién. Sin embargo, la aspiracién inicial de conjuncar investigacién y préctica terapéutica no- ha desaparecido y sigue viva, y el cuerpo de investigacidn realizada ‘empieza ya a set muy notable, a pesar de no contar con textos que tealicen una tevisién exhaustiva de codos ellos. 3.5.7. Valoracién erttica ‘Como indicamos al principio de este capitulo, en nuestra opiniéa los modelos sistémicos representan quiz la aportacién mas innova~ dora y prometedora de la psicoterapia actual. La adopcisn de la TGS. ¥ Ia cibernécica como modelo de conceptualizacién nos parece ua de las mayores ventajas del modelo sistémico. Dado el alto nivel de abseraccién de la concepeualizacién cibernética, se evita en gran me~ cdida entrar en planteamientos reduccionistas. No obstante, esto no implica que sean modelos exentos de problemas. Para empezar, ‘existen problemas en torno a la definicién misma de sistema, porque no esta claro cules son los critetios que debemos seguir para desig~ nat un sistema. En ocasiones, la meeifora de la familia como sistema se ha tomade demasiado literalmente y se ha rendido a ver en ésta una unidad de funcionamiento completamente autSnoma, aunque en la realidad toda familia esed inserta dentro de sistemas mas am- plios, como la comunidad, Ia ciudad, etc. (Kriz, 1985). De hecho, cualquier cosa puede ser un sistema 0, como indican Stierlin y We ber, «un sistema es cualquier cosa definida por un observador como LA APROXIMACION TEGRICA 289 un todo ordenado» (1989, pag. 126). Esta definicién apunta en Ia direccién de la critica epistemolégica (véase 3.5.4) a la concepcién inicial, en Ia que el observador describia udesde fuera» el funciona- miento cibernético de la familia, La perspectiva consteuctivista re~ ciente ha concienciado a los sistémicos de la interconexién enere ‘observador y familia. Por otro lado, los desatrollos sistémicos recientes que han vuelto Jos ojos hacia el individuo reconocen que Ia actuaciéa sobre los ppatrones de comunicacién por s{ misma no es suficiente en muchos casos. Este es un hecho importante porque sirve para sentat las bases de una colaboracién entre perspectivas, como la sistémica y Ia cogni- tiva, que, al fin y al cabo, son complementarias y compatibles, especialmente si comparten un marco epistemoldgico comun (Fei- xas, 1991). ‘Ya hemos senialado repetidamente la congruencia epistemolégi- ca y conceptual entre el constructivismo cognitivo y el sistémico. Pero a diferencia de los episterndlogos cognitivos (p.cj., Weimer), Bateson mostré un camino: el andlisis de la relacién, Este camino, como el desarrollo de la ceoria clinica de fa comunicacién humana ‘muestra claramente, ha resultado ser un camino fructifero cuando ha sido cransitado por hombres que no han tenido miedo a ir contra la ortodoxia (psicoanalitica o conductista). En realidad, el anlisis de las relaciones humanas, de [a comunicacién humana, en la actualidad se considera como «el eslabén perdido entre el individualismo radical (y solipsista) y el colectivismo rambi€n radical y colectivisea (suefios reduccionistas que s6lo han existido en las mentes de los fildsofos, y que los psicélogos, en demasiadas ocasiones, han asumido). Se trata, en otras palabras, de la relacidn entre la biologia y la sociologia, que el positivismo de Comte y otros consiguieron presentar como el problema crucial de la psicologfa. En palabras de Bateson (1979): ««Sélo si uno se aferra de manera rigurosa a la primacia y prioridad de Ja relacién, puede evitar las explicaciones dotmitivas. El opio no contiene un principio dormitivo y el hombre no contiene un instineo agresivon (pag. 119, véase nota 53). Si en lugar de dormirnos con los principios dormitivos, intenta- mos averiguar «realmente» lo que pasa, la realidad se convierte en lo que acabamos de decit un poco mis arriba: un conjunco de procesos interconectados y multidireccionales que simulténeamente se en cuentran articulados en distintos niveles de intcraccién y son murua- 290 [APROXIMACIONES A LA FSICOTERAPIA mente irreductibles entre sf, Desde este punto de vista, la nocién tradicional de causa y efecto (causalidad lineal) resulta estrecha. En. ‘contraposicién, los terapeuras sistémicos, hablan de causalidad circu- Jar para intentar describir cémo distintos modos de conducta se condicionan reciprocamence entre sf. El nivel de complejidad que la nueva «revolucién metodolégi- ‘can ha introducido en Ja ciencia actual (porque en modo alguno se limia a la psicologia 0 a los modelos sistémicos en psicoterapia) no tiene precedentes en Ia historia del pensamiento occidental. Quizd s6lo resulta comparable con el nivel de complejidad que poseen rnuestras relaciones interpersonales en la actualidad, en las que expre~ samos nuestro ser, simulténeamente en multiples tiempos, y nuestras relaciones sociales, en las que como ciudadanos hemos aprendido a vivir con un poder excesivo que constantemente nos recuerda que vivimos en un universo plural, Los retos que la convivencia humana tiene que afrontar en el presente carecen de precedente en nuestra hiscoria por su nivel de complejidad. Los modelos sistémicos en Psicocerapia son, de los modelos revisados hasta ahora, los unicos ‘que, al menos, reconocen Ia existencia del nuevo marco creado por la ‘emergencia de la complejidad en nuestra historia. i casuanbaliialila CAPITULO IV LA APROXIMACION METODOLOGICA. La aplicacidn de la metodologia cientifica a la psicoverapia pre- senta una complejidad destacable. El control experimental es franca~ mente dificil de alcanzar en el campo de la psicoterapia por varios motives. El ntimero de variables que intervienen en el proceso tera~ péutico es considerable. Ademds de las propias de la persona del terapeura y las del cliente, existen las de la interaccién, y especial- mente las que se consideran derivadas del método terapéutico. Entre ellas intervienen multiplicidad de aspectos que a su vez pueden interactuar con el momento del proceso terapéutico (una técnica puede tener unos efectos en un momento del proceso y otros bien distintos en otro momento). En cuanto a la respuesta, 0 posibles variables dependientes, resulta también complejo poder dilucidar qué tipo de variables son las mds relevantes para evaluar el cambio terapéutico. Por supuesto, la respuesta a esta cuestién difiere seguin los modelos. Todo ello conlleva una dificultad para seleccionar las variables televantes que se esuelve también a partir de lo que cada modelo considera, a veces sin el adecuado control de las variables extrafias (que a su vez pueden resultar adecuadas en otro modelo). Incluso una vez definidas las variables independientes su manipula- cin resulta eambién dificulrosa, adoptindose 2 menudo procedi- mientos de asignacidn. A la vez, Ia operacionalizacién y cuancifica~ ‘in de las variables supone ua problema muchas veces mal resuelto En el apartado 4.1 tratamos algunas de las estrategias de investiga- cidn adoptadas para resolver estos problemas. ‘Ante tales dificultades, han surgido dos grandes lineas de inves- tigacidn, que persiguen fines distintos y utilizan, en consecuencia, procedimientos distintos. La primera linea es la investigacién de resul-

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