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~ MARIO BELLATIN Lecciones para una liebre muerta ANAGRAMA Narrativas hispénicas Mario Ballatin es autor de las novelas cortas Mujeres {ie sal, Efecto invernadero, Canon porpetuo, Salon dd betieza, Damas orinas, Poota clogo, Eljardin de Ia seftora Murakamm, Shiki Nagaoks: una nanz de fe ‘ion, Ploras, La Esciela dal dolor humano de Se: ‘hun, Jacobo el mutante y Perros heroes. Se han tradueido al francés y al alaman Poeta ciego y Salén 49 aleza; esta iitma fue nominada al Premio Mi Gils @ la mejor novela exranjera edtada en Franc fn el afo 2000. Mario Bellatin gand el premio Xavier Villaurula 2007 con la novela Flores, y en 2002 ob lua la Deca Guggenheim, En 2000 funda la Escue la Dinamica de Esortores, que constiuye una forma fiovedosa de aproximarse al hecho creative, Con Flores hemos iniciado la publicacicn de las novelas {de Balatin en Anagrama eon una acogida ertea ex: {raorsinania: «Sus historias son maquines Insenst bles, fragmantes helados de eveosos insignieantes sSometidos al montaje de a pesadilan (van Becerra, Glarin, Buenos Aires); «Los libros de Bellin siem bre san cistntos y muy hermosasn (Javier Gofl, El Pais) «Una de las mas notaples novelas de Mario Boliatins (Alejandro Zamora, Hoja por Mola, México): ‘Un vale penturbador por el museo del mal. Fuerza Fipnética» (Pang Puigdevall, Presenoia) Un ritmo Unico que tanta norreriza como sorprende y trai ‘sar (Roaigo Pinta, El Mereurio, Chie); Una delica- ‘deze heladaw (Mathieu Lindon, Liberation). Mario Bellatin Lecciones para una liebre muerta EDITORIAL ANAGRAMA BARCELONA, SBD-FFLCH.USP sai Dist dee olen Julio Von Tae: The Morgee (Child Abuse, 1992, foro D Andes Seas (© Maso Balin, 2005 (© EDITORIAL ANAGRAMA, S.A, 2005, Pode dela Cre, 58 8034 Beresians ISBN: 84-39-6678 past Lea 8 1304-2005 singed in Spin ibealuples, $1, Conse, 19, 08014 Bureona mélia, adjindulillah DEDALUS - Acervo - FFLCH 20900026486 Aparecieron también wna serie de palabras dichas en ‘otra idioma, el quechua. 1 En uno de los escritos del cuaderillo de las cosas dift- ciles de explicar, el pocta ciego habla de cierto suceso ‘ocurtido en una institucién conocida como la ciuda- dela final. Ese edificio ubicado en las afueras, donde internan forzosamente a las personas afectadas por ‘enfermedades transmisibles, fue creado con el fin de evitar que cl contagio se difunda entre el resto de los habitantes. El escrito menciona una sociedad en la que los pobladores, por razones bastante complicadas que tienen que ver principalmente con cierto per- fil de cardctet politico, aceptan de buena gana la re- clusién y rechazan, a veces con manifestaciones algo violentas, el libre albedrio, Algunos ciudadanos, es- pecialmente los llamados universales, incluso piden set confinados de manera perpetua a pesar de no pa- cer enfermedad alguna. Lo hacen porque, en lineas sgenerales, las condiciones de vida dentro de la insti- tucién son menos duras que en el exterior, pues para 9 acallar las posibles protestas que un método de reclu- sién as suscitaria se doté a los internados de ventajas con las que no cuentan las personas sanas. Las peti- ciones de los no enfermos nunca son escuchadas. Muchos internos son jévenes adictos a las drogas, pese a que en la ciudadela final escé coralmente pro- hibido el consumo de estupefacientes 2 Casi todos han ofdo hablar de la puntualidad del servicio de ferrocarriles de los estados unidos. Todos menos el amigo de la infancia que se oftecié genero- samente a acompafiarme esa mafiana a penn station, donde supuestamente debia tomar un ren que ha- bia partido media hora antes. Yo debfa llegar a la re- sidencia de escritores de ledig house, ubicada en el valle de rfo hudson, a casi tes horas de la ciudad de nueva york. Meses atrés habia recibido una notifica- cién donde se me invitaba a disfrutar durante un tiempo de los servicios que oftecta la casa, En medio de una quietud casi toral, la insticucién aportaba todo lo necesario para que sus huéspedes trataran de hacer fteratura con la menor interferencia posible. Acepté de inmediato. Envié un correo electrdnico pidiendo el tiempo méximo de permanencia que tu viesen contemplado, Lo hice olvidando, por supues- to, las fallidas e innumerables oporcunidacles en que habia tratado de encontrar un lugar propicio para escribir sin ser molestado. Traté de no recordar, por 10 cjemplo, las esporédicas huidas de la casa paterna. Hastiado de los ruidos domésticos, en cierra ocasién me puse de acuerdo con una tla soltera que vivia sola para que me rentara en las tardes una especie de estudio que tenia desocupado. Por supuesto que no acepté el dinero que le ofteci, La primera ver que me hice presente, con mis manuscritos y una vieja maquina de escribir underwood portétil que habia pertenecido a mi abuelo, la tia me esperaba con la comida servida, Fue en vano tratar de explicarle que no tenia hambre, que lo tinico que necesitaba era sentarme a escribir, Tuve no sélo que comer nueva- mente sino que pasé la tarde escuchando una serie de historias que versaban, casi todas, sobre las sefio- ras que se reunfan en la parroquia de la zona para hacer obras de caridad. Si bien hubiese podido apro- vechar Ja situacién y recolectar algo de material para narraciones fururas, en ese momento lo nico que deseaba era un espacio de silencio donde poder con- 3 El traductor se sienta a su mesa de trabajo. Acaba de recibir una llamada de su pais de origen anunciando que Ia hermana lierata, que lo crié desde que era nifio, acaba de morit. Hubiera querido olvidar el trac bajo pendiente y salir al malecén a caminar el resto de la tarde, Pero debia mantencrse cerca de su mesa. quel era el aio en que franz kafka quedaba libre de ul los editores que habfan monopolizado su obra. Katka se convertia en patrimonio de la humanidad. Del mismo modo como beethoven y vivaldi servian para anuncios de publicidad, asi también kafka iba a estar al alcance de cualquiera. Bl traductor habia recibido el encargo de hacer la primera traduccién liberada del esctitor. Algo similar le habia sucedido algunos afios atrés con thomas mann, cuando los traductores oficiales de muerte en venecia perdicron sus derechos y la editorial para la que trabajaba le pidié una tra- duccién inédita de ese autor. 4 Los atardeceres en times square tienen una exaltacién particular, que no se sabe bien si proviene de los cientos de personas que cruzan la esquina de broad- way y la calle 42, 0 de los monstruosos avisos de pu blicidad que hacen de la gente real seres insignifican- tes y de los personajes que aparecen en los carteles el simbolo de la exacerbacién de lo humano, Casi nun- a las personas elegidas para que vean representadas sus imagenes, en una dimensién casi cien veces ma- yor que la real, son cotizados supermodelos. Sencilla- ‘mente se trata de gente que aparece tal como es en la vida diaria, quiz4 como una reafirmacién de que los paraisos ofrecidos estén al alcance de cualquiera, 5 CCierta maftana de verano me encontré de pie junto a mi abuelo, Estébamos en ef zooldgico. Delante de nosotros habfa una serie de camellos. Eran animales vigjos, Tristes. Aburtidos quiz4. Tenfan el tipico co- lor cenizo que suelen mostrar. Mi abuelo me sujeta- ba con fuerza la mano. Nunca més volv{ a verlo. Se- guramente murié al poco tiempo. Pero yo en ese entonces no me enteré de nada. Sélo dejé de tenerlo 2 mi lado y en algtin punto la ausencia se convirtié ‘en una costumbre. Mi historia con él reaparecié afios después. Durante una sesién en [a que estaba sumer- gido en otro plano de Ia realidad vi de nuevo a mi abuelo enfrente de aquellos camellos. No s6lo apre- i la escena sino que senti también, en toda su ru- deza, la carga emocional que su muerte quizi trajo consigo. Cai en una tristeza profurnda. Empecé a re- cordar las historias que contaba. Principalmente la de macaca: mujer a la que mi abuelo, lo adverti en ese momento, aludia con frecuencia. Junto a la ima- gen del abuelo y el relato de macaca apatecieron también una serie de palabras dichas en otto idioma, el quechua, lengua de mis antepasados. 6 En realidad el poeca ciego explica en el cwadernillo de las cosas dificiles de explicar cémo se produce el trifico de sangre infectada en la ciudadela final, Reciben cxa sangre, que los propios drogadictos internados depo- 13 sitan en jeringas, quienes desean tener un motivo real para ser ingresados en la insticucién. Deben dar a cambio remesas de anfetaminas que entregan a través de los rombos de las alambradas. Durante la noche de verano a la cual se refiere el poeta ciego en su fa- moso cuadernillo, un miembro de la banda de los universales se acerca a la ciudadela acompafiado de tuno de sus més viejos perros de pelea 7 Al decidirme a enviar el correo electrénico con mi aceptacién a ledig house, traté de no acordarme tam- poco de la vez en que para escribir decid apartarme definitivamente de fa ciudad, para To cual renté una cabafia al lado de la casa donde un amigo auserfaco vivia con su familia. La cabaia estaba ubicada en tuno de los lugares mas interesantes de las afueras Llegué con dos miquinas de escribir. Con la under- wood heredada del abuelo y con una olympia de fie- sro macizo. Salud al amigo que me rentaba la caba- fia, a su esposa y a los hijos del primer matrimonio de la mujer. También al pequefio nifio que tenfan juntos. Todo parecfa ideal. La vista desde la cabafia casi no tenia limites. A un extremo se extendia la te- rraza que daba a la casa del austriaco y a la piscina alimentada con agua de manantial. Llegué un do- mingo soleado. Luego de instalarme comt con mis anfitriones. Al atardecer comenz6 el primer drama. La esposa debia partir esa tarde pues al dia siguiente “4 trabajaba en la ciudad. Bl resto de la familia se que- daria en el campo. No volverian a ver a la madre sino hasta el prdximo fin de semana. La madre y los nifios comenzaron a llorar. No querian sepatarse. Culpa- ban al austrfaco, que obligaba a teabajar a la mujer ‘en lugar de permitisle quedarse con la familia. Los hijos fo acusaban ademés de golpearlos apenas la ma- dre los dejaba solos. En esos momentos el austriaco solla tomar una pequefia caja donde guardaba sus adminiculos para fumar la marihuana que él mismo cosechaba. Luego de prepararse unos cigarros carga- ba a su hijo menor y se iba rumbo a la colina que se levantaba detrés de la casa. La escena terminaba con los esposos alejéndose en direcciones opucstas. 8 Cuando el traductor se enfrenté al texto original de thomas mann, constatd que sus antecesores habfan ‘omitido picrafos enseros. Desde entonces se jactaba de que previamente nadie habfa leido munca la ver- dadera versién de muerte en venecia, Pero ahora, an- tes de pensar en la importancia de su propio trabajo, le deberia preocupar que la hermana literata estaba muerta. La misma hermana que lo sacé de la ime da ciudad en Ja que habfa nacido y lo subié a un bar- co. La que desde muy temprano supo de su capaci- dad particular para traducir textos de lenguas que no 9 De pie en la esquina de broadway y la calle 42, obs- truyendo con mi cuerpo un devenir de personas ran- tas veces calculado en distintas oficinas de publicidad, se me ocutrié pensar, no tengo idea de por qué, aun- que quizé se debié 2 que Hevabe conmigo un ejemplar de sripsico de carnaval, en los recursos que suele utili- zar el escritor sergio pitol para consteuir sus persona- jes, basindose casi siempre en prototipos cotidianos que en la vida diaria incluso rehuitiamos con sélo co- nocer un minimo porcentaje de sus caracterfstica. 10 Nunca he comentado el trance de percepcién tan particular que me produjo escuchar a mi abuclo ha- blar en quechua. Tampoco cuento con nadie a quien actualmente le pueda consultar la relacién que puede cxistir entre su figura en el 200légico y la historia de macaca. ;Se trata sélo de un mito que mi abuelo so- fa relatar y quedé escondido en algiin recodo de mi cerebro? Aunque, tal ver, la historia de macaca suce- dié en realidad y pertenecia, en la época en que mi abuelo me llevaba al zoolégico, a una suerte de ima- ginario social u El poeta ciego denomina banda de los universales a los grupos de jévenes que, principalmente en las ciu- 16 dades industrializadas, el sistema relega a los subur- bios. El universal que aparece en el cuadernlla de las «cosas dificiles de explicar wna vex que esté delante de los tombos de la alambrada se quita la camisa, as bo- tas militares y el estrechisimo pancalén amarillo que lleva puesto. El pilido cuerpo queda desnudo bajo la luz de una luna que ilumina el campo desierto. Lo {inico que conserva son unas mufiequeras de las que sobresalen afiladas puntas de acero. De pronto, el pe- sro que lo acompafia comienza a grufir levemente. Lo hace sefialando con el hocico el interior de la ciu- dadela final. Sélo tiene un ojo. En el lomo luce una setie de tajos ocasionados seguramente en alguno de los tantos enfrentamientos a los que ha sido someti- do, El animal esté inquieto, percibe la cercania de gente por el otro lado de la alambrada. Apatecen cfectivamente tres jévenes internos de edades pareci- das a las del universal. Como todos los recluidos, es- tin vestidos con un mameluco azul oscuro en el que csté cosida la insignia de la institucidn. Le preguntan al universal si ha levado las drogas. Dicen ademas ‘que no era necesario quitarse las ropas por completo. EL universal no contesta, Le da al perro la orden de calmarse y entrega luego una serie de frascos. Ofrece inmediatamente la vena del brazo derecho, para lo cual acerca ain més su cuerpo 2 la alambrada. Uno de los recluidos saca del bolsillo una jeringa con una sustancia oscura, Es entonces cuando, a través de los rombos, el universal recibe la sangre sin hacer nin grin gesto. Los recluidos desaparecen poco desputs 7 ‘Antes le aseguran al universal que no cabe posibili- dad de error. Han mezclado la sangre de los tres. El perro da un brinco. Quiere perseguirlos. Emite un par de gemidos antes de callar nuevamente. El uni- versal mira 1a huella que la aguja ha dejado en su brazo. Después de repasar los dedos sobre el punto escogido, espanta al perro y se viste con lentitud, Se demora al ponerse las botas. Recoge luego la jeringa abandonada en el suelo y, con un movimiento brus- co, la arroja al otro lado. 12 Dias después me despertaron unos ruidos en medio de la noche. Casi de inmediato alguien comenzé a llamar a mi puerta. Se trataba de la mujer del aus- triaco, a quien su marido acababa de golpear. Que- ria que intercediera por ella. Que en ese mismo mo- mento fuera donde mi amigo y le dijera que su esposa era una buena mujer. Aparte de ese inciden- te, durante la semana habia tenido que esconder més de una vez. los nifios debajo de mi cama para salvatlos de la ira del padrastro. Pese a todo, conti- nnué en mi empefo ¥ prosegui el texto que no habia podido conchuir por falta de un lugar adecuado don- de redactarlo. Sin embargo mi estado de dnimo em- pews a disminuir en forma notable. No creo que fueran los sucesos externos los que me Hevaron a tal condicién, Creo més bien que la cteciente depresién que me iba tomando se debia a la soledad y al ais- 18 lamiento, Durante algunos dias dorm{ casi toda la jornada, Otros los pasaba totalmente despierto. Ha- momentos en que comia s6lo productos del campo y otros en que deseaba alimentarme con algo enlatado, La decisién definitiva, fa de dejar para siempre ese lugar, no creo que haya sido del todo 13 Al traductor le sucedié con el escritor elias canetti un hecho curioso que le gustaba mucho repetit. El autor no sélo podia revisar por sf mismo el trabajo del tra~ ductor —hablaba su misma lengua ya que su familia cera judia sefardi-, sino que le pedia ayuda cuando queria cosregir algunos poemas dedicados al mar. Por alguna extrafta razén, para el traductor el mar de la infancia que elias canetti solfa afiorar comenzé a parecerse al mar de su propia infancia, 4 Existe una discateca ubicada cerca de los muelles del rio hudson que funciona al lado de uno de los depé- sitos de carne mas grandes de la ciudad, Se la conoce como she mother, aunque algunos asistentes la aman con otros nombres atin més simbélicos. En algunas cocasiones la diversién consiste en ver a unos tipos apalearse como demostracién del gozo maximo que cs posible alcanzar. Al final del espectéculo suelen 19 llevar a escena un gigantesco corazén de vaca que es ‘mordido futiosamente por los participantes. Pese a Jo que algunos pudieran suponer, la presentacién in- cita més a lo jocoso que a lo perverso. De alguna ma- nera esta escena puede guardar relacién con el traba- jo del artista aleman joseph beuys. 15 Seggin mi abuelo, macaca acostumbraba nombrar incansablemente a cierto amante asesinado algunos afios atris por accién de la policia. Mi abuelo me dijo en el zooldgico que ese hombre habla sido un luchador de asia que al final de su vida se vio obliga- do a dedicarse al oficio de zapatero. Después del cri- men, macaca Se convirtié en una mujer sola. Para so- brevivir comenz6 a vender casas para una compafiia inmobiliatia de cierto prestigio. En ese momento cuidaba de los jardines y del parque que rodeaban las propiedades que comercializé en su dia, Precisamen- te acababa de terminar de pintar un cartel para atraet nuevos jardineros. Queria que fuera lo suficiente- mente Hamativo como para conseguir aspirantes comprometidos de forma absoluta con su trabajo. Lo ds l6gico es que hubiera estado escrito en castella- no. En ese cas0 incluso mi abuelo lo podria leer sin dificultad. Fue bilingiic toda su vida. Pero desde rio tuvo casi totalmente reprimida su lengua ma- terna. El quechua sélo podia ser urilizado dentro del niicleo doméstico. Cierta vez que desobedecié cl 20 mandato fue objeto de burlas entre sus compaticros. Huyé de la escuela y caminé desconcertado algunos kilémetros, Finalmente se arrojé a la mitad de un campo sembrado de maiz y le pidié a dios que le concediera la muerte. 16 Existen muchas teorfas sobre los origenes del poeta ciogo. La que tuvo més arraigo era la que aficmaba ue habia sido recogido de nino por una familia de pescadores que lo crid como a un hijo mas. Cuando advirtié que sufria ceguera, [a familia parecié arre- pentirse por no haberio dejado morir tranquilamen- te, Sin embargo el nifio muy pronto se convirtié en el centro de la atencién de los habicantes del puer- to. La sabiduria que demostré desde la infancia hizo ue la gente se reunicra en las noches a escuchatlo ‘Alumbrados por dos lamparines colgados en la puer- ta de la choza que habitaba, los pobladores forma~ ban un clzculo y después del discurso dejaban algu- nas monedas en unas latas colocadas junto a la entrada, 7 En esos dias unos campesinos me obsequiaron un perro al que bauticé como jess, cosa que desagradé mucho a Ja esposa del austriaco. El caso fue que cier- to amanecer, después de haber pasado despierto toda ai la noche, me levanté de la cama y sali de aquella ca- bafta sin despedirme siquiera del perro. 18 Alios después le explicaron a la hermana literata que la habilidad especial del traductor de interpretar tex: tos de idiomas desconocidos, era practicada de ma- neta regular por los estudiantes de lingiistica. 19 En una sucesién interminable sobre el escenario de la Aisooteca she mosher se suele retraca la selacién entre el amo y el esclavo, el enmascarado sidico y la debit ctiacura, el nifio torturado en la infancia o la mucha- cha violentada en un solitario terraplén. 20 Mi abuclo sola decir ~y yo le crefa~ que las palabras en quechua Jo transportaban a dulces sensaciones de ta infancia 21 Uno de los recuerdos importantes que el poeta ciggo guardaba de st infancia era la exploracién, a wavés del tacto, de los extensos lunares que aparecian en los cuer- pos de todos los miembros de la familia de pescadores 2 gue lo recogié. Calificaba la aparicién de tal cantidad de hunares de excrafta casualidad. Cuando cumplié los rucve afios dicté su primer poema. Hizo que lo escti- bieran con letras grandes en la pared principal de la casa donde crecié, El poema se refrla alos relejos ya cémo se hacfan inciertos en los espejas y en el tiempo. Pero habia un punto, los lunares, donde era tal la purcza de la iluminacién que no podia quedar mas rasteo que el sello oscuro que los caracterizaba. 2 No creo tener duda de que el misterio que acompatia ‘mi vida se encuentra en el luger de origen de mi escri- tura, Sélo ahora, después de tantos afios de biisque- dic indagaciones, que el misterio seguird siempre inaccesible. Nunca sabré cudles han podido ser los mo- tivos pot los que, desde mi infancia, me he empefiado cen mantenerme varias horas seguidas frente a una ‘maquina de escribir. En un comienzo crei que el pla- cet podia estar en apreciar emo aparectan pot s i mas as palabras. Me bastaba con verlas materializa- das. Pensé entonces en la posibilidad de convertitme ‘en un dedicado mecandgrafo, deleitado con el sinsen- tido que surgfa del sonido de las teclas, el olor de la tinta, la fucha que debia emprender contra la cinca bicolor de la underwood portitil modelo 191 co legado de mi familia con la que escribi los prime- ros textos. 2B 2B Precisamente por esos dias aparecié en los periédicos «que habfan hallado 2 unos nifios abandonados den- ‘to de una cueva de los acantilados que separan la ciudad del mar. Estaban arropados en una canasta cubierta con una manta. La hermana literata le escri- bié una carta al craduetor informandole que un pes- cador los habia escuchado lorar y al destaparlos en- contré que no tenian brazos ni piernas. Los nifios pasaron unos dias en la estacién de polieia. Lucgo fueron remitidos al orfanato estatal. Desde el primer momento la prensa bautiz6 a aquellos hermanos como los mellizos kuhn. EI orfanato quedaba cerca del mar. Quiz por eso sus rejas mostraban sefiales de hertumbre, Estaba protegido por muros altos y en algunas esquinas se habian construido imagenes de santos en piedra, 2A Fado do meu Después de una noche en the mother y de un paseo por el muclle donde desemboca christopher street, quedan pocas ganas para ocuparse de los aspectos concretos de la vida. Pero tenia pensido atilizar ese dla, después de dormir unas horas, en tratar de des- cubrir, de una ver por todas, cudles son realmente los artificios que usa el escritor sergio pitol para transfor- mar la cragedia en carnaval y viceversa: en hacer que la bufoneria més construida acabe en la més terrible de las desgracias. 24 25 ‘A partir de la aparicién de mi abuelo, macaca conti- rida viviendo, para mi al menos, en la caseta desde donde logré vender las propiedades. Aunque no e cierto, pucs como se veré més adelante macaca afios después fuc obligada precisamente por mi abuelo a retirarse alas regiones quechua, En mi cabeza la case- ta de ventas es en realidad una casa rodante cuyas llantas estin careomidas por la humedad. Cuando la junta de vecinos ~al ver la relacién que macaca habla desarrollado oon las casas que habia tenido a su catgo vender tomé la decisién de que aquel remolque fue- ra su vivienda definitiva lo arrastraron hasta la zona oculta por los drboles. Se permitié ademés que la ‘misma macaca consteuyera al lado una cabata pata el jardinero que iba a tener la obligacién de contratar. Macaca cambié més de una vez el interior de su vi- vienda sin pediele permiso a nadic. Entre otras modi- ficaciones se deshizo del escritorio donde habia con- certado las ventas y en su lugar colocé un sofé. 26 Lacgo de su partida, el poeta ciego emprendié un largo peregrinaje por la costa del pais. 27 Hace tres afios tuve mi primer desvanecimiento. ‘ese entonces no me di cuenta realmente de lo sucedi- 25 do, Ni siquiera estaba seguro de haberme desmaya- do, Senti inmediatamente después una sensacién de nduscas, mareo y suefio, Fui a ver a algunos especia- listas. quienes no encontraron nada anormal en los eximenes que me practicaron. Ese aiio comenzé a hacerse evidente una sensacién como de extratia- miento, como sila realidad fuera algo ajeno, que me tomé durante varios meses. En muchas ocasiones esa sensacién iba acompafiada de una imposibilidad fisi- c@ de hacerme cargo de m{ mismo. Por primera vez en mi vida dejaba de hacer cosas, cancelaba planes, pues no me sentia con las condiciones necesarias pata llevarlos a cabo. En esa época se hizo presente tambign un creciente carécterirascible. 28 Aparte del personal médico y de las nifieras que alli trabajaban, el orfanato al que remitieron a los melli- zos kuhn contaba con un grupo de mujeres volunta- rias que colaboraban adoptando simbdlicamente a al- guno de los nifios recluidos. La hermana literata, una de esas mujeres, le informé al traductor que estaba prohibido sacar a los nifios a la calle. Sin embargo, dentro podian cumplir el papel de madres como me- jor les pareciera, La mayor parte de ellas eran solteras © casadas que no habjan podido concebir. Algunas éjercfan su papel de madre adoptiva con correccién, pero habia otras a las que ningin nie parecia colmar en sus expectativas. Esas madres cambiaban de hijos %6 cen forma constante. Al principio todas eran vigiladas de cerca por el personal. Sélo al cumplirse el afio de Ja adopcidn simbélica eran libres de tratar a los nitios como mejor les pareciera. Podian educatlos por me~ dio de goipes o reprimendas. Tenfan derecho a hacer- les comer, incluso a la fuerza, las comidas que les llevaban en cada una de las visitas. Casi ninguna ha- blaba en sus casas sobre su labor en ese lugar. En las casadas podia ser visto como un reproche a su vida conyugal y en las soleeras la consideracién de la sole~ dad como un castigo. La hermana literata, que logré adoptar a los mellizos kuhn después de una serie de trimites, no estaba en el grupo ni de las solreras ni de las casadas. Desde hacfa un tiempo compartia st: casa con un miisico que habia conocido en una cantina. 29 ‘Antes de sentarme en un café a analizar la obra de sergio pitol debia hacer una llamada a mi casa en méxico, por la cual me enteré de la absurda e invero- simil situacién de que un narcotraficante ciego ~n0 cl pocta ciego-, venido del extranjero durante mi au- sencia, estaba utilizando la mesa de mi comedor como centro de sus operaciones ilicitas. Puede pare- cer mentira, pero este amigo mio cuya ceguera no le impedia ser ademis forégrafo utilizaba mi linea rele- fénica para hacer sus contactos con la mafia y, al pa recer, mi direccién era el hugar convenido pata la en- trega de un importante envio de drogas. a En su dedo metigue bay ses pequerioslunares. 30 Mi abuelo me solia decir que la cabafia del jardinero era atin mds modesta que el remolque donde vivia ‘macaca. Sin embargo la incomodidad no parecia ser el motivo principal por cl que los jardineros renun- ciaban, uno tras otro, al trabajo. Esos hombres casi nunca pudieron expresar en palabras sus razones. Se limicaban a dejar desperdigados los instrumentos al- rededor del parque ¢ irse sin més. 31 En cada poblado al que Hlegaba el poeta ciego pedia conocer al habitante més anciano, con quien se ence- rraba durante varios dias seguidos. Antes de conti- znuar su viaje mandaba estampar en algiin lugar des- tacado un poema de su inspiracién. El recorrido duré cerca de diez aitos. Terminé cuando llegé a la lad capital. No se conace muicho del afio poste- 28 rior al arribo, Se presume que se hospedé en la casa de unos parientes de la familia de pescadores. Se dice que durante esa época no hablé con nadie, Que mu- chos de los vecinos fueron hasta la puerta de la vi- vienda para escucharlo, pero el poeta ciego no rom- pié nunca el empecinado silencio que se impuso. Ni siquiera le dirigié la palabra a los miembros de la fa- milia que lo hosped6, Con parte del dinero que ha- bia conseguido en las arengas realizadas tiempo atrés el cual habia guardado celosamente durante todo el viaje-, pidié por escrito que le compraran una bici- cleta. Escogis después al hijo mayor de fa casa ys hue- go de asignarle una paga, rompid su silencio para de- cirle que lo Hevara a pasear tres horas d 32 Estoy siempre atento, con una intensidad anormal, a lo que sucede a mi alrededor. Tengo reacciones muy ripidas y violentas que, felizmente, se apaciguan de inmediato. Siento ademas que no soporto muchos de los estimulos externos con los que convivo. Debo atender sélo una cosa a la ver. Me cause un enorme fastidio, por poner el caso, que dos personas se diti- jan a mi al mismo tiempo 0 que sene un teléfono cuando estoy hablando por otro, También me siento cextremadamente sensible a ciertas presencias visuales. Debo dormir con codas las luces apagadas y, sobre todo en la playa o en el campo, preferitia muchas ve- ces que el paisaje ante ef que me encuentro no se 29

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