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2. LA REVOLUCION INDUSTRIAL “Tales uabajos, a posur de sus operaciones, eases y conse: ccuencis, tienen an mito infinite 'y aoc los talento de ete hombre ingenioco y préctico, cuya Volunad tiene el mais, donde sqiera quo va, de hacer pensar 2 les hombres .. Liberadles do ess Indlferencia perezosa,sonolientay estipiaa, de esa ociovs negli za qu lov encaden alos sendero lads de te spas. jos, sin curfosidad, sin imaginacién y sim ambiciin, y toned la Segidad de hacer cf ben. 1006 sere de peneamientos que espe rity de lucha, qué masa de enersiay esfueran ha Brotadoen cada © ‘apecto de Ia vida, de las obras de hombres como Brindley, Watt = Priestley, Harrison Areweight...! En que campo de la sctividad podsfamos encontrar un hombre qbe no se sinters animedo en sus ‘Scupaciones contemplando la maquina de vapor de Watt? ‘Antiun YOUNG, Tours in England and Wiles! Desde esta suciaseagia fs mayor cotient de india h- Ian Slr ar fiir ol mundo nt, Dune ce ces errompide bora or poo. Al humuniedeleane ee completo desarll, Aga la cviizacion realiza sus eilagon Tombe ead so oamiene easien uraakge ne A. de Tocaunvte, sobre Manchester, en 1335? 1 ‘Vamos a empezar con la Revolucién industrial, es decir, con Gran Breta- fa. A primera vista es un-punto de partida caprichoso, pues las repercusiones de esta revolucién no se hicieron sentir de manera inequivoca—y menos atin fuera de Ingisterra— hasta muy avanzado ya el periodo que estudiamos: seguramente no antes de 1830, probablemente no antes de 1840, Sélo en 1830 ses, it Yoong, Tue in Began and We, ia de a Landon Soa of Bono 3 A ae weve, Journeys to England and Ireland, ee i ues f0 England nd, etisiéa do J.P. Mayes, 1958 [A REVOLUCION INDUSTRIAL, 35 ii lineracura y 10s artes empiezan a seotirse atraldas por la ascensién de ta 1 Jedd capitalista, por ese mundo en el que todos los laz0s sociales se aflo- septal los implacables nexos del oro y los pagarés (la frase es de Carly- 1B. Za comedia humana de Balzze, cl monumento mis extraordinario dedi- 46) Ya esa ascension, pertenece a esta década. Pero hasta cerca de 1840 no Fittieza a producirse Ia eran corriente de literature oficial y no oficial sobre seeefectos sociales de la Revolucin industrial: ls grandes Bluebooks (Libros ‘Resles) © investigaciones estadisticas en Inglatera, el Tableau de I'état Piosique et moral des owvriers de Villermé, La siacion de la clase obrera pe inglaterra de Engels, la obra de Ducpetiaux en Bélgica y los informes de Sheervadores inquictos U horrorizados viajeros de Alemanis a Espafiay a los Brute Unidos, Hasta 1840, el proistaiado —ese hijo de In Revolucion jndustrial— y el comunismo, unido ehora a sus movimientos sociales —l fantasma del Menifiesto comunista—, no se poren en marcha sobre el conti fone, El mismo nombre de Revolucion industrial refleja su impacto relat- ‘Vamente taafo sobre Earopa. La eosa exist en Inglaterra antes que el nom- the, Hacia 1820, los socialistasingleses y franceses —que formaban un gr po sin precedenies— lo inventaron probablemente por analogia con la revo- Icon politica de Francia. 'No obstante, conviene considerarla antes, por dos razones. Primero, por- que en realidad «estalld> antes de ln toma de la Bastille; y segundo, porque Sin ella no podriamos comprender el impersonal subsaclo de la histotia en el fue nacieron los hombres y se produjeron los sucesos mas singulares de fuesto periodo; la desigual complejidad de su ritmo. (ZOE significa Ia frase eestall6 Ia Revolucin industrial>? Significa que un dia entre 1780 y 1790, y por primera vez en Is historia humana, se liber6 de sus cadenas al poder productive de las sociedades humanas, que desde entoness se hicieron capaces de una constante, répida y hasta el presente ili- mitada multiplicacién de hombres, bienes y servicios. Esto es lo que ahora se denomina técnicamente por los economistas wel despegue (take-off hacia ¢l erecimiento autosostenides. Ninguna sociedad anterior habia sido capaz de romper los moros que una esiructira social preindustrial, una ciencia'y una t€onica defectuosas, el paro, el bambre y la muerte imponian periédicemente 4 la produceiGn. FI ake-of no fue, desde luego, uno de esos fenémenos que, como Jes terremotos y los cometss, sorprenden al mundo no técnico. Su pre historia en Europa puede remoncarse, sogin el gusto del historiador y su le 4c de interés al a6 1000, si no ante y sus primeros intentos para saltsr al aire —torpes, come los primeros pasos de un patito— ya hubieran podido recibir el nombre de «Revolucién industrial» en el siglo xm, en el xvt y en las timas déeadas det vn. Desde mediados del xt, el proceso de acele~ racign se hace tan patente que los antiguos historiadores tendian a atribuir a 3. Anns Resonson, The Faly Utes of the Term Indusal Revolution». Quarterly Jour- al of Boonamce, XXXL 921-192, p. 343-0. N Cat, The Mea ofthe Industrial Revol tion, Glasgow, 1953. 36 1A BRA DE LA REVOLUCION, 178.1845 1a Revoluci6n industrial la fecha inicial de 1760. Pero un estudio més dete- nnido ha hecho a los expertos preferir como decisiva la década de 1780 a la ‘de 1760, pot ser en ella cuando los indices estadisticos tomaron el sabito, intenso y casi vertical impulso ascendente que caracteriza al take-off. La eoo- ‘nomfa emprendié el vuelo. lamar Revolucién industrial a este proceso es algo légico y conforme a una tadiciGn s6lidamente establecida, aunque agin tiempo hubo una ten- dencia entre los historiadores conservadores —quiza debida a cierto temor en presencia de conceptos incendiarios— a negar sit existencia y a sustituir el ‘ésmino por olxo mis apacible, como, por ejemplo, «evolucién acelerads>, Si Ja sobita, cualitaiva y fundamental transformacion verificada hacia 1780 no fue una revoluciGn, 1a palabra carece de un significado sensato, Claro que la ‘Revolucién industrial no fue un episodio con principio y fin. Preguntar cuén- do se complets es absurdo, pues su esencia era que, en adelante, nuevos cam bios revolucionarios constituyeran su norma. Y asf sigue siendo; a lo sumo ppodemos preguntarnos si las transformaciones econémicas fueron lo bastante lejos como para establecer una economia industializeda, capaz de producir —hablando en términos generales— todo cuanto desea, dentro del aleance de las téenicas disponibles, una «madura economia industrial», por utilizar el término téenico. En Gran Bretaia y, por tanto, en todo el mundo, este perfodo inicial de industrializacion coincide probablemente y casi con exactitud con el perfodo que abarca este libro, pues si empez6 con el take-off en la década ‘de 1780, podemos sfirmar que concluy6 con Ia construccién del ferrocarril y la creacién de una fuerte industria pesada en Inglaterra en la década de 1840. Pero 1a revolucién en sf, ol periodo de take-off, puede datarse, con la precisién posible en tales matetias, en los lustros que corren entre 1780 ¥ 1800: es decir, simulténeamente, aunque con ligera prioridad, a Ia Revoli- ign francesa, ‘Sea To que fuere de estos cémputos fue probublemente el acontecimiento ‘mas importante de la historia del mundo y, en todo caso, desde la invencién do ta agricultura y las ciudades. Y lo inicié Gran Bretalis. Lo cusl, evidente- mente, no fue fortuto. Sien el siglo xvmt iba a celebrarse una carrera para injciar la Revolucién industrial, s6lo hubo en realidad un corredor que $2 adelantara. Habja un gran avance industrial y comercial, impulsado por los ‘ministros y fancionarios inteligentes y nada cindidos en el aspecto econémi- ‘co de cada monargufa ilustrada europea, desde Portugal hasta Rusia, todos los ‘cuales sentfan tanta preocupacién por el «desarrollo econémico» como la que pueden sentir los gobernantes de hoy. Algunos pequetios estados y regiones alcanzaban una industrializaci6n verdaderamente impresionante, come, por ejemplo, Sajonia y el obispado de Lieja, si bien sus complejos industriales eran demasiado pequefios y Tocalizados para ejereer la rovolucionaria influen- cia mundial de los ingleses. Pero parece claro que, incluso antes de la revo- lucién, Gran Bretaia iba ya.muy por delante de su principal comperidora ppotencial en cuanto a produccién per capita y comercio. ‘Como quiera que fuere, el adelanto britinico no se debfa a una superior 1A RBVOLUCIGN INDUSTRIAL 37 dad cientifica y ténica. En las cincias naturales, seguramente los franceses fapereban con mucho & los ingleses. La Revolucién francesa acentuaria de Heese notable esta venta, sobre todo en las matematicas y en la fisica. Mien- {ay el gobiemo revolucionario francés estimlaba las investigaciones eientifi- {as el reaccionario britinico las consideraba peligrosas. Hasta en las ciencias Seeiales los inglses estaban muy lejos de esa superioridad que hacia de las ‘sondmicas un campo fundamentalmente anglosajoa. La Revolucion industriat puso a estas ciencias en un primer lugar indiscuible. Los economssias de la ‘cada de 1780 let, sé, a Adam Smith, pero también —y quizs con mas pro- ‘echo a los fisiseratas y alos expertos hacendistas franceses Quesnay, Tur. got, Dupont de Nemours, Lavoisier, y tal vez a uno o dos italianos. Los fran {esesrealizaban inventos més originales, como el telar Jacquard (1804), con- junto mecénico muy superior a cualguicra de los Conocidos en Inglaterra, y Goastrufan mejores barcos. Los alemanes disponfan de instituciones para la ‘ensefanza técnica como la Bergikademie prasiana, sin igual en Inglaterra, y in Revolucion francesa cre6 ese organismo impresionante y tnico que era la Escuela Politgenica. La edacacién inglesa era una broma de dudoso gusto, ‘aunque sus deficiencias se compensaban en parte con las escaclas rurales y las austeras turbulentas y democréticas universidades calvinistas de Escocia, que taviaban un flujo de jévenes beilantes, laboriosos y ambiciosos al pats meri- ‘ional. Entre ellos figuraban James Watt, Thomas Telford, Loudon McAdam, James Mill y ots. Oxford y Cambridge, las dos tnicas universidades ingle S85, eran intelectuaimente malas igual que los sofolientos intemados privados © insttutos, con la excepei6n de las atademias fundadas por los disidentes, texcluidos de sistema educativo anglicano. Inchuso algunas familias aristocrs= ticas que deseaban que sus hijos adquiicsen una buena educacién, los con- fiaban a preceptores 0 Ios enviaban 2 las universidades escocesas. En realidad, no hubo un sistema de ensefianza primaria hasta que el cudquero Lancaster (y tras €l sus rivales englicanos) obtuvo abundantisima cosecha de graduados clementales a principios del siglo xrx,cargando incidentalmente para siempre de discusiones secatias la educacidn ingless. Los temores socials frasiraban Ja educacién de los pobres. Por fortuna, eran necesarios pocos refinamientos intelectuales para hacer 1 Revolucién industrial“ Sus inventos téenicos fueron surnamente modestos, 1 en ningiin sentido superaron a los experimentos de los astesanos inteligen- 4 ePor ana pare et entieactoo ver cm lo ingles adie un sca tse pa vida puta del esse de les autozes aupucs, aunque ee To reaicen pevanescarent. 3s: {ed punto de que on feeuecia los oradresparlamestrios cit ato pate a eso aos, pedsce sepia fevorablemunto or le Asamblen, nla que sas tus no dejan ds tr ees {5 Poros prt, no puede por menos de sorprenderne Queen pte ie prodomitan Is ‘endenclas manuficteres, por Jo que es evident a necesigad Ge femariar ol pueblo com fs ‘Soncasy lz ane quc ls fvorecn, se vier a suseocla Ge nes omar en os panes deer ‘iin joven Ee gualesenteasortowa lo mucho que se ha realleto po hombres carers de ns edvenion formal para r0peoestnm (W Wachamuth,Europactsche Siaengeschihte 5.2 (1839), Leip. p. 730). 38 {LA GRA De LA REVOLUCION, 179.1868 tee en sus tareas, 0 las capacidades constructivas de los carpinteros, cons- Imictores de molinos y cerrajeros: Ia lanzadera volante, la maquina para hilar, ‘el huso mecénico. Hasta su méquina més cientifica —la giratoria de vapor de James Watt (1784)— no requirié mis conocimientos fisicas de los asequibles fen lz mayor parte del siglo —ia verdadera teoria de las méquinas de vapor s6lo se desarrollaria ex post facto por el francés Carnot en 1820— y serian ‘ocesarias vatias generaciones para su utilizacién prictica, sobre toda er las minas. Dadas las condiciones legales, las innovaciones técnicas de Ia Re- volucién industrial se hicieron realmente a si mismas, excepto quiz en la industria qufmica. Lo cual no quiere decir que los primeros indastrales no se interesaran con frecuencia por Ia ciencia y Ia busqueda de los beneficios précticos que ella pudiera proporcionasles Pero las condiciones legales se dejaban sentir mucho en Gran Bretalia, ‘en donde habia pasado mas de un siglo desde que el primer rey fue proce sado en debida forma y ejecatado por su pueblo, y desde que el heneficio, privado y cl desarrollo econémico habfan sido aceptados como los objetivos supremos de la politica gubernamental, Para fines practices, la tnica solu. cin revolucionaria briténica para el problema agratio ya habia sido encon- trada. Un puttado de terratenientes de mentalidad comercial monopolizaba ‘casi la tier, que era cultivada por arrendatarios que a su vez empleaben & gentes cin tierras o propietarios de pequefisimas parcelas, Muchos residuos de la antigua economia aldeana subsistian todavia para ser barridos por las Enclosure Acts (1760-1830) y transacciones privadas, pero dificilmente se puede hablar de un , co nomi ittory Revi, XI. 2 (1959p. 267 1 gs surtnicos amare de lana, on sabi, fron de escasaimortncia duran- tet pct que studios, so conviiron on un face mayor en 1870 44 LA ERA DE LA REVOLUCION, 1789-1868 industria algodonera briténica encontré su suministro, al cual permanecié Higada su fortuna hasta 1860, en los recién abiertos estados del sur de los Estados Unidos. De nuevo, entonces, en un momento crucial de la manufac tura (singularmente en-el hilado) el algodsn padecié las consecuencias de luna merma de trabajo barato y eficiente, vigndose impulsado a la meeaniza- cién total. Una industria como la del lino, que en un principio tuvo muchas ‘as posibilidades de expansién colonial que el algodén, adolecié a la larga ela facilidad con que su barata y no mecanizada produccién pudo exten derse por las empobrecidas regiones campesinas (prineipalmente en Europa central, pero también en Irlanda) en fas que florecta sobre todo. Pues el cami no evidente de la expansién industrial en el siglo xvi, tanto en Sajonia y Nor. ‘mandia como en Inglaterra, era no constmuir flleres, sino extender el llamado sistema «doméstico>, 0 puiting-out system, en el que los tabajadores unas veces antiguos artesanos independientes, otras, campesinos con tiempo libre fn Ia estacidn muerta— elaboraban el material en bruto en sus casas, Con sus "tensilios propios o alquilados, recibiéndolo de y entregindoto de nucvo 2 los ‘mercaderes, que estaban a punto de convertirse en empresarios.® Claro std ‘que, tanto en Gran Bretafia como en el resto del mundo econémicamente pro- zgresivo, la principal expansidn en el period inicial de industrializacién con: Uunu6 siendo de esta clase. Incluso en Ia industria del algodén, esos procedi- ‘mientos se extendieron mediante Ia creacién de grupos de tejedores manuales domésticos que servian a los niicleos de los telares mecéaicos, por ser el tr. ‘bajo manual primitivo mis eficiente que el de las maquinas. En todas partes, al tejer se mecanizs al cabo de na generacién, y en todas partes los tejedo. es manuales mfurieron lentamente, a veces rebelndose contra su temible des- tino, cuando ya Ta industria no los necesitaba para nada. am Ast pues, la opin radicionl que ha vist ene algodn el primer paso de ia Revolicionindonrilinges ee acetad, Elgon fac Ie ies Jndusa revoloconada y no es fil ver gus otra habira podido impute 2 los patrons de empresas privadas a una revoluign. En 1830 in gods ert lana indus binica on la gue pedominabael taller o«htunderss (aombre ete time derivado dels diferentes estableimentospreindaster Jes que emplearon una poteme magquinara) Al principio (17801819) cots ‘guinas so dedicaban «ils, cardary realizar algunas eras opeacionee Sectndaris; despues de 1815 so ampliasontambign parse Weidos Lae fn cas as que las tuoi dspsiciones lgules “Paso Acts se tran, 15, sistema domésticos, que es una etapa univer! del desert indstal en el ‘amo desde la producign snesana le ener ind, pode fomar atemeabisfonese, slgunas de as cuales se acerean yaa ales itm ert de siglo sv habe conan ras. lo que quiere deci ee fvarble pars Sogo los pars ecidenan ' | ' {1A REVOLUCION INDUSTRIAL 4s ‘Bieron, hasta 1860-1870, casi exclusivamente talleres textiles, con absoluto wminio de los algodoneros. La produccién fabril en las otras ramas tex- {les se desarrollé lentamente antes de 1840, y en Jas demés manufacturas era ‘asi insignificante. Incluso las méquinas de vapor, ullizadas ya por numero Sas industrias en 1815, no se empleaban mucho fuera de la de la minerfa. ‘Puede asegurarse que las palabras «indnstria» y «fabrica> en su sentido mo- ‘demo se aplicaban casi exclusivamente a las manufacturas del algodén en el Reino Unido. Esto no es subestimar los esfieraos realizados para la renovacién indus- trial en otras ramas de Ia produccién, sobre todo en ias dems textiles," en las de la slimentacién y bebidas, en la construccién de utensilios domésticos, muy estimuladas por el répido crecimiento de las ciudades. Pero, en primer lugar, todas ellas empleaban a muy poca gente: nipguna de ellas se acercaba ni remotamente al millén y medio de personae directa o indirectamente cempleadas en la industria del algodén en 1833. En segundo lugar, su poder de tansformacién era mucho més pequefio, Ia industria cervecera, que en ‘muchos aspocios técnicos y cientificos estaba més avanzada y mecanizada, y hasta revolucionada antes que la del algodén, escasamente afects a la eco- rnomia general, como lo demuestra la gran cervecera Guinness de Dublin, qbe 6 al resto de la economfa dublinesa e irlandesa (aunque no los gustos locales) lo mismo que estaba antes de su ereacién."* La domanda derivada del algodén —en cuanto a la construccin y demés actividades en las nuevas zonas industriales, en cuanto a méquinas, adelantos quimicos, alumbrado industrial, buques, etc.— contribuy6 en cambio en gran parte al progreso econémico de Gran Bretaha hasta 1830, En tercer lugar, Ia expansi6n de la industria algodonera fue tan grande y su peso en el comercio exterior brité nico tan decisivo, que dominé los movimientos de la economia total del pais. [La cantidad de algodién en bruto importado en Gran Bretafia pasé de 11 mi- llones de libras en 1785 a 588 millones en 1850; la produccién total de telas, de 40 millones # 2.025 millones de yardas.” Las mannfactaras de algodén representaron entre el 40 y el 50 por 100 del valor de todas las exportacio- res britinicas entre 1816 y 1848. Si el algodén prosperaba, prosperaba la ‘economfa; si decafa, languidecta esa economfa, Sus oscilaciones de precios ‘determinaban el equilibrio del comereio nacional. Sélo la agriculura tenia una fuerza comparable, aunque declinaba visiblemente. 'No obstante, aunque la expansiGn de la industria algodonera y de la eco- nomfa industrial dominada por el algodén «superaba todo cusnto 1a ima- ‘ginacion més romantica hubiera podide cousiderar posible en cualquier ei 14, Bn todos oe nates que posetan cing clase de manufactaas comecil s t ‘ios tendfan a predoriar; en Sesla (1600 sigicaba ct 74 por 100 del valor ttl (Hom ‘na, op. ely p73). 13. Baines, History ofthe Cotton Manafacars in Great Brisa, Londres, 835, p43 16. P Matias, The Brewing iuusry bn England, Carbs, 1999. 17. Me Mutal, Dichonary of Statin, 1892-158. 46 {LA ERA DE LA REVOLUCION, 17801848 cunstancia»," ¢u progreso distaba mucho de ser uniforme y en Ta década 1830-1840 Suscitd los mayores problemas de crecimiento, sia menciorar cl desasosiogo revolucionario sin igval en ningsin perfodo dela historia moder- tna de Gran BrotaBa, Estos peimoros tropiez0s de la economia. industrial capitalista se reflejaron en una rarcada lentitud en al crecimiento y quizé fncluso en una disminocin dela renta nacional brtinica en dicho perfodo.” Pero esta primera crisis general capitalista no fue un fenémeno puramente inglés ‘Sus mas graves consecuencias fueron sociales: la wansicign a la mueva economla cred miseria y descontento, materiales primordiales de la reolu- cign social. ¥ en efecto. la revolucién social estallé on la forma de levanta- ‘icntos esponténeos de los pobres en las zonas Urbanas e indastiales, 7 dio ‘origen & las revoluciones de 1848 en el continente yal vasto movimients car. sta ea Inglaterra. El descontento no se limitaba a los teabsjadores pobres. Los pequetos ¢ inadaptables negociantes, los pequetios burgueses ¥ otras amas especiales de Ie economta, resuitaon tambien vietimas de la Revota- cin indastal y de sus ramificaciones. Los tabsjadores sencills ¢incultoe reaccionaron ffente al nuevo sistema destrozando las maquinas que comide- ruben responsables de sus dificultades; pero también una cantidad —sor- prendentemente grande—~ de pequefics patronos y granjeros simpatizaron Abiertamente con esas actitudes destructoras, por considerarse tambien vet sas de una diabélica minorfa de innovadores ego‘stas. La explotacioa del trabajo que mantenfa las rentas del obrero aun nivel de subsistencia,permi- tendo # Tos rics acum los benefiios que financiaban la indosalizacin {yaumenta sus comodidades,suscitaba el antagonismo del proltatiado, Pero tambien otro aspecto de esta desviacig de la renta nscional del pobre a ico, {el consume ala inversién, contraraba al pequetio empresario. Los grandes ‘Bnancieros, ia estrecha comunidad de los rentisias nacionales extranjsos, que percibian To que todos los dems pagaban de impusstos —alrededor Je Xn 8 por 100 de toda la renta nacional—,® eran quizé mis impopulares toda- ‘ia entre los pequeios negociantes, granjeros y demas que entre los braczros, pues aquéllossabian de sbra lo que eran el dinero y el erédito para no str ‘una rabia personal por sus pecuiios. Todo iba muy bien para los coos, que podtan encontar cuanto crédito necesitaran para superar Ia rfgida def Yy la vuelta a Ia ortodoxia monetaria de la economia despucs de las guorras hapoleGnicas; en cambio, el hombre medio era quien sufia y quien en todas partes y'en todas las épocas del siglo xix solcitaba, sia obieneros, un fil rédito yuna flexibilidad financiera.” Los abreroa y los pequelios burgveses 1B, Baines op. cit pe 112 1B, Ch Phyle Deane, Estas of the Brlsh NatonslInomes, Zeonomie story ‘evion (eb 301936 ye ds 1957. “0. O'Brien, op. et,» 267 Uni BS stato pial nga tas pro on os Es ids, tos los movindetbs de prota qos inelta aos granjoos J es ene ene ‘ot so cirsterasan por sor psones do floubied rancor prs oben dro acceasss | {Lx REVOLUCION INDUSTRIAL, 47 eet ca) ela ee Ce a iia a Fe ‘nein los mas formidables entre 1815 y 1848. ‘Sin embargo, desde el punto de vista de los capitalistas, esos problemas “osiales blo afectaban al progreso de 1a economia si, por algtin horrible acci- ‘SEne, derrocaran el orden social establecido, Por otra parte parecfa haber ‘eos fallos inherentes al proceso econémico que amenazaban a su princi {al razon do ser: la ganancia, Silos r6ditos del capital se reducfan cero, una Pepniomifa cn la que los hombres producfan s6lo por la ganancia volveria a ‘Sguel westado estacionariow temido por los eon : Los tres fallos mds evidentes fueron el ciclo comercial de alza y baja, la iendencia de la ganancia a dectinar y (lo que venfa a ser lo mismo) la dismi- fosign de las oportunidades de inversiones provechosas. El primero de ellos Toe consideraba grave, salvo por los criticos del capitalismo en sf, que fue on Tos primeros en investigario y considerarlo como parte integral del pro- ‘Eeso econémico del capitalismo’y un sintoma de sus inherentes contradic- ‘iones.” Las crisis periddicas de la economia que conduefan al paro, ala baja {de producci6n, a la bancarrota, ee., ean bien conocidas. En el siglo xvi te- flejaban, por 10 general, alguna catdstrofe agricola (pérdida de cosechas, e.), Jy, como se ha dicho, en el continente europe, las perturbaciones agrarias Fucron la causa principal de las més profundas depresiones hasta el final del fodo que estidiamos. También eran frecuentes en Inglaterra, al menos Gesde 1793, las crisis periédicas en los pequetios sectores fabriles y finan- teres. Después de las guerras napoleénicas el drama periédico de las gran- Ses elzas y caidas —en 1825-1826, en 1836-1837,"en 1839-1842, en 1845- 848 dominaba claramente Ia vida econémica de una nacién en paz. En la Aécada 1830-1840, la verdaderamente crucial en la época que estudiamos, ya se reconocfa vagamente que eran un fendmeno periédico y regular, al menos fen el comercio y en las finanzas.™ Sin embargo, se atribuian generalmente 22, Para ol etadoexacionario, of. Sshambte, History af Economie Anais, 195 pn 570-571 La formate poncpal es de John Stan Mi, Prncpias de economia pice, ov. sp. 1¥, suando un pats bu enido darane mucho tempo wna gran reduce y ube {ie (od ce imposroe par aproveckaria yeuundo or ell, ha conta con ls medio para un {Fan suena anal Se capil, ana de ioe carcteretens de tal pls es qu ia proporcion Ge ‘emetos esta por dei asa un pelmo de msi,» el pals pore, al bord del eta (Sociorio Ea mera prolongacion del preseate aumento ce expt, no so proventan ci ‘Sinstcin que sortrarien mar efectos, batara en posos aos pata reduc eos benefcios Iinirume, No obstnt,ceando so sx pubes (184), Ia Tore conrara — la de esr No prodiids pare feocsrl— ya habla aparecdo, BT sueo Simone de Semon ye conservdor Mattar, hombre de menalidad com si fason ne primero en at de ttre anor 1825, Low muses Sots icle= ‘om dr teofas Sobre In ee ma clave de srl dl capt. Sr Perel fadenl Jn Wade, Histor of he Afdale and Working Clases lbangce lend Ovens, Reflections Suggested bythe Pers of Me J. Horley Patmar's Pamphiet on 48 LA BRA DE LA REVOLUCION, 176.1848 por los hombres de negocios a errores particulares—como, por ejemplo, la superespeculacién en los depésitos americanos—o a interferencias extrahas en las plécidas operaciones de 1a economia capitalista sin creer que refleja- |} ran alguna difcuitad fundamental del sistema. 4 No asi la disminucién del margen de beneficios, como Jo ilustra clara- ‘mente la industria del algodén, Inicialmente, esta industria disfrutaba de | inmensas ventajas. La mecanizacién aumenté mucho la productividad (por ejemplo, al reducir el costo por unidad producida) de los trabajadores, muy | ‘mal pagados en todo caso, y en gran parte manjeres y nilios.® De los 12.000 4 ‘operarios de Ias fibricas de algodsn de Glasgow en 1833, s610 2.000 perci- ban un jornal de 11 chelines semanales. En 131 fibricas de Manchester los jomales eran inferiores a 12 chelines, y s6lo‘en 21 superiores.™ ¥ la cons- ‘el material en brto-— fue crsticamente rebajado por I rpids expansin del tlio del algodén en cl sar de los Estados Unidos despus de iventer Eli Whitney en 1795 cl alma. Si se afade que Tos empresrios gozaban de la ‘onifcacién de una provechosainflacin (es dec, fa tendenciagencral ce Los precios a ser ms altos cuando vendfan sis productos que cuando los hacia), 56 comprendera por qv los fabricants se sentfan boyantes. ‘espns de 1815 estas ventajes se viewon cada ver més neutralizadas por Ja reduccién dl margen de gunancias. En primer las, la Revolucign indus teal y ln competonia cavsaon tna constants y dramatica caida en el precio del arculo terminado, pero no cn los diferentes costs de la produccion.™ En Segundo lugar. despucs de 1815, el ambiente gencral de los precios era de detiacion no de inflaci6n o Sea, qu las genancls, lejos de gova de un az, peadecin ia lige baja. Asi, mientras en 1784 el precio de venta de ora [bra de hilza era de 10 chelines oon 11 peniques, y ef costo dela materia, brute de dos celines, dejando un margen de gaaancia de 8 chelies y 11 po- niques, en 1812 sn precio de venta ere de 2 chelines con 6 penigucs el cos- to del material Brito de I con 6 (margen de un chef) y en 1832 su precio de venta 11 poniques y cuarto, el de adguiscion de material en brito ce ‘he Causes ond Consequences ofthe Pressure onthe Money Market, 1897 e sterino detracs {oe do las Corn Laws I. Wisom, Futons of Crone. Commerce and Manafacure: Ref ‘be othe Cor Laws 140, 9 en Fran's pr A. Bana (uae del fos ewok fo), en 1837, y 6 Biaone en 1840. Y sin dod, por muchos rs. : 25. E, Baines esta ex 1855 e Jocal modo de los cbreros de fos wares mecca en doe chelzessemanalas oa dos smanae de vacaciones sin jersl sl aay le Tot ‘Shreot de elares a mano, en sete celine. 26._ Baines, op. ct p44: A. Urey PL, Simmonds, The Coton Manylactare of Great Brut, eicda de 1851, 9p. 390 5. 21. Goo, Whit, A Treatise on Weaving, Osage, 1845, p. 272: 28. Ma Blau, the Productty of Capital in ths Laneasire Coton Indurty during the [Nineteenth Gentry, Economic Hisiory Review (de 1961) . LA REVOLUCION PIDUSTEIAL 49 7 peniques y medio y el margen de beneficio no Hegaba a los 4 peniques.® Claro que la situacién, general en toda Ja industria brténica —también en Ia avanzada-—, no era del todo pesimista, «Las ganancias son todavia suficientes —escribfa el paladin ¢ historiador det algodsn en 1835 en un arranque de sin- ‘ceridad— para permitir una gran acumulaci6n de capital en la manufactura.»® ‘Como las ventas totalgs segufan ascendiendo, el total de ingresos ascend tam- Dio, sungue la unidad de ganancias fuera menos, Todo lo que se necesitaba era continuar adelante hasta llogar a una expansiGn astronGmica. Sin embargo, pareefa que el retoceso de las ganancias tenfa que detenerse 0 al menos ate~ uarse, Bsto s6lo podfa lograrse reduciendo los costos. ¥ de todos los costos, el de los jornalet —que MoCulloch ealculaba en tres veces el importe anual del material en brato—- era el que mas se podia comprimir. Podia comprimirse por una reduccién directa de jomales, por la sustitu- cign de los earos obreros expertos par mecsinicos més baratos, y por Ia com= petencia de la maquina. Esta dltima redujo el promedio semanal del jomal de los tejedores manuales en Bolton de 33 chelines en 1795 y 14 en 1815 a5 chelines y 6 peniques (0, mas pricticamente, un ingreso neto de 4 chelines y tua penique y medio), en 1829-1834." Y los jomales en dinero siguieron dis- sminuyendo en el periodo posnapoleSnico. Pero habia tn limite fsiol6gico @ tales reducciones, si no se queria quo los trabajadores murieran de hambre, ‘como les ecurrié a 500.000 tejedores manuales, Sélo si el costo de la vida descendia, podian descender més allé de ese punto Ios jomales. Los fabri- ceantes de algodén opinaban que ese costo se mantenia arificiaimente eleva- {do por el monopalio de los intereses de log hacendados, agravado por Ias te- ‘mendas tarifas protectoras con las que un Parlamento de terratenientes habia ‘envuelto a la agricultura britinica despuss de las guerras: las Com Laws, las leyes de cercales. Lo cual tena ademis Ia desventaja de amenazar el creci- miento esencial de las exportaciones inglesas. Pues si al resto del mando todavia no industrializado se le impedia vender sus productos agrasios, ze6mo iba a pagar los productos manufacturados que slo Gran Bretafia Boa y tena que proporcionarle? Manchester se conviris en el centro de tana desesperada y creciente oposicién militante al tecatenientismo en gene ral ya las Com Laws en particular y en la espina dorsal de la Liga Anti-Com [Law entre 1838-1846, fecha en que dichas leyes de cereales se aboliecon, anngve su abolicicn no Hev6 inmediatamente a una baja del coste de la vida, ¥ €8 dudoso que antes de la época de los ferrocarriles y vapores hubiera podi- {do bajarlo raucho incluso Ja libre importacién de materias limenticias ‘Asi pues, i industria se vein obligada a mecanizarse (lo que reduciria tos ccostos al reducir el nimero de obreros), & racionalizarse y a aumentar su pro- ‘duccién y sus ventas, sustituyendo por un yolumen de pequefios beneficios ‘por unidad la deseparicidn de los grandes mérgenes. Su éxito fue vasio. 29, ‘Thamar Elton, The Corton Trade of Great Brain, Lone, 1886, p. 30. Balues, op tp. 395. 2B, aloes, op i, p. 489. 50 1A BRA DE LA REVOLUCION, 179-1668 Como homes viet, el semento efectivo en produccisn y exportaciéa fue Sieantesco. ambige, después de 1815, lo fac a mecanizacion de los ofcios fasta enfonces mantales o pecialmente mecanirados, sobre todo el de teie~ dor, Esta mecenieacion tome prncipalmente més bien la forma de una aaap- tacién 0 lige modificacign de la magulnaria ya exisente que la de ura sbsolutarevolucin téeniea, Aunque la presion para esta innovacion tcnice aaumentara signficaivamente —en 1800-1820 hbo 39 patentes nuevas ce telares de algod6n, eto, 51 en 1820-1830, 86 en 1830-1840 y 156 en aden da siguiente la industria algodonera britnica se estabilizé tecnoldgicn- ments en 1850. Por eta part, aunque Ia prodiccién por operaio aumentara én el perfode posnapolednica, nolo hizo con una anplitud revolucionaria Bl verdadero J taseendental aumento de operaciones no ocuniia hasta ls Segunda mited del siglo. ‘Una pees pares habfa sobre el tipo de interés de capital, que la teo- rfa contemporinea asimilaba af heneficto. Pero sh examen nos leva a la Siguiente fase dot desarolo industria: fa constraccion de una industia bis ¢a de bienes de produccion, wv _Es evident que ninguna econo industria] puede desenvolverse mis allé de cierto punto hast gue poree tna aca capacidad de bienes d= Dreduccion. Par esto, todavts hay e indice tis seguro del podero indus de un pts Ta caida de su produccion de histo y acco, Pero ambica tS evidente que, en las condiciones de la erprecapivad, I iaversion 30, ‘namente costosa~ de capital accesero pra sxe destrello no pucte haces te ficlmente, por Tas mists razones gi lx ndostalizasia del lg 9 de owes mercanctas de mayor consumo. Para esis nas, sempre exe “cenque sea oh potocia~ un mercado iasiv,inslso los hombres mi ‘modestos evan camis, tian fopa de asa'y muebles comen, El problems &s,semilamente.cdmo encontrar con rapide tens vastos meena slcance de ios fabricanes. Peo semelontesfhercados ao exist, por comple parla nda psa del eno es slo empiran eco ene Eurso de una Revolociéa insta (no ising), po fo gue aquellos trmplean su dinero on lr grandes invecionesrequerdas incluso pare moma: fundiciones modest comparadas con as prae fabrics de alpen) ats 4e que ese dinero sea visbl, ms pareceneapeculadores, 2veturros sols ores que verdaderos hombres de negocios, En efecto, una seta de tales ae turers epeculadores ténicos fanoctes Ios sansimonianos<- actuaban omo principles propagates de in clase Ge indsnaioacion nevesada de inverslones fuentes y Ge largo alcance. 32. Urey Simmonds, op. cit, vo. pp. 397 1A REVOLUCION INDUSTRIAL st Estas desventajas concernian particularmente 2 Ia metalurgia, sobre todo 4a del hierro. Su capacidad aument6, gracias a unas pocas y sencillas inno- jraciones, como Ia pudelacién y ef laminado en Ja década de 1780-1799, pero ja demands no militar era elativamente modesta, y 1e militar, aungue abun- dante gracias a una sucesién de guerras entre 1756 y 1815, remitié mucho ‘despues de Waterloo. Desde luego no era lo bastante grande para convertic 2 ‘Gran Bretata en un pafs que descoflara en la produccién de hierro. En 1790 ‘seperaba 2 Francia sélo en un 40 por 100, sobre poco mas o menos, e inclu- go en 1800 su produccién total era menos de la mitad de toda la coatinental junta, y no pasaba del cuarto de milién de toneladas. La participacién ingle Seen la produccién mundial de hicrro tenderia a disminuir en las préximas decades. ‘Afortunadamente no ocursa lo mismo con la mineria, que era principal- mente la de earb6n, El carbén tenia la ventaja de ser no solo la mayor fuente de poderto industrial del siglo xIx, sino también el mis importante combusti- ble doméstico, gracias sobre todo a Ia relativa escasez de bosques en Gran Bretafa. El crecimiento de las eindades (y especialmente el de Londres) habta Ineeho que Ia explotacion de las minas de carbén se extendiera ripidamente desde al siglo XV1. A principios del siglo xvtl, era sustancialmente una pri mitiva industria moderna, empleando incluso las més antiguas maquinas de ‘vapor (inventadas para fines similares en Ia raineria de moteles no fecrosos, principalmente en Comnualies) para sondeos y extracciones. De aqut que la Industria carbonifera apenas necesitara o experimentara una gran revolucion téenica en el perfodo a que nos referimos. Sus innovaciones fueron mas bien Tmejoras que verdaderas transformaciones en la produccicn. Pero su capacidad ‘era ya inmensa y, 2 escala mundial, astronémica. En 1800, Gran Bretaila produje unos diez millones de toneladas de carbén, casi el 99 por 100 de la produccién mundial. Su mis préximo competidor —Francia— produjo menos e un millén, Esta inmensa industria, aunque probablemente no lo bastante desarrolla- dda para una verdadera industrializacién masiva a modema escala, era lo suit cientemente amplia para estimular la invencién bésica que iba a transformer ‘las principales industrias de mercancfes: el ferrocartl. Las minas no sdlo requerian miquinas de vapor en grandes cantidades y de gran potencia para su explotacion, sino también unos eficientes medios de transporte para trs- ladar las grandes cantidades de carbon desde las galerias 2 la bocamina y especialmente desde ésta a! punto de embarque. Ei «iranvia» 0 eferrocarril» por el que corrieran las vagonetas era une respuesta evidente. Impulsar esas ‘vagonetas por miguinas fijas era tentador; impalearlas por méquinas méviles ‘no parecfa demasiado impracticable, Por otra parte, el coste de los transpor- tes por lierra de mercancias voluminosas era tan alto, que resultaba facilisi- ‘mo convencer a los propietarios de minas carboniferas en el interior de que la utilizacion de esos répidos medios de transporte serfa enormemente Vents- {josa para ellos. La Iinea férrea desée la zona minera interior de Dutham has- tala costa (Stockton-Darlington, 1825) fue la primera de los modemos ferro- 32 A ERA DE LA REVOLUCISN, 17501048 camiles, Técnicamonte, el ferrocaril es cl hijo de la mina, y espectalmente Se las minas de casbén del nore de Inglaterra. George Stephenson empend a xganarse la vida como maquinista en Tyneside, y durante vatos aos todos los ‘conductores de locomotoras se reclutaban virtualmente en sus respoctives Ninguna de tae innovaciones de la Revolucin industrial encenderta las Jmaginaciones como el ferrocari, como lo derauesra el hecho de que es el tinico producto de la industralzacién de siglo vax plenamente absorbido por Ja fantasia de los poctas populares y Hteraios. Apenas se demosté et Inga: terra que era factble y stil (1825-1830), se hicieron proyectos para cons. trurlo en casi todo el mundo occidental, aunque su ejecuein se aplazara en muchos sitios. Las primeras Iineas eartas se abricron en los Estades Unidos en 1827, en Francia en 1828 y 1835, en Alemania y Bélgica en 1835 y en Rusia en 1837. La razén era indudablemente que ningtin otto inven revelaba tan éraméticamente al hombre profano Ia fuerza y la velocidad de la nueva poca: revelacin atin més sorprendente por Ia notable madureztécnice que demostraban incluso los primeros ferrocazils. (Velocidades de sesenta millas ‘la hora, por ejemplo, eran perfectamentealcanzabies en 1830-1840 y no fae: zon superadas por los ferrocarriles de vapor posterior.) La locomotors lan. zando al viento sus penachos de humo a través de paises y continents, los terraplenes y tinees, los puentes y estaciones, formaban un colosal conjunto, a lado del cual ls’ pirimides, los acuedactos romanos e incluso la: Gran Murele de la China resutaban palidos y provincianos. El ferrocatilconst- tufa ol gran triunfo del hombre por medio de la tecnica. Desde un punto de vista econémico, su gran cost era su principal ven- ‘aja. Sin duda su capacidad para abrir eaminos hacia paises antes separaos el comercio mundial por et alto precio de los transportes, ol gran sumento en la velocidad y el volumen de as eomunicaciones terestcs, tanto para pet. ‘sonas Como para mercancias,iban a sera la larga de le mayor importaicla ‘Antes de 1848 eran menos importantes econémicamene: fuera de Gran Bre: tafia porque ls ferocarriles eran escasos; en Gran Bretaia, porque por 220. nes seogrifieas los problemas de transporte eran menores que en los patsea on arandes extensiones de tierras interioes.® Pero desde el panto de vista el que estadia el desarollo econdmico, el inmenso apetto de los fertocer Jes, apetito de hierro y acero, de carbn y maquinatiapesada, de abajo ¢ inversiones do capital, fue més importante en esta etapa, Aquelia enorme demanda era necesatia para que las grandes industrias se transforinaran t=n profundamente como 10 habia hecho la del algodén, En las dos primeras ‘cadas del ferrocaril (1830-1850), la produccidn de hicrro en Gran Bret. fia ascendié de 680.000 a 2.250.000 toneladas, es decir, se iplics. También Se triplicé en aquellos veinteaflos —de 15 a 49 millones de toncladas— la 33. | Niaain puto de Gra Brea dst mas de 70 mila del may, y todas ls papas ‘onas indies dl siglo x, con unm aoa excepcga, estaba nto a taro el me er et, ‘ent leanza desde ela 1A REVOLUCION INDUSTRIAL 3 jaccidn de carbén. Este impresionante aumento se debfa principalmento ETtendido de las vias, pues cada milla de linea requerfa unas 300 toneladas de ‘pier s6lo para los rafles.* Los avances industriales que por primera vez ficieron posible esta masiva produccién de acero prosiguieron naturalmente cen fas sucesivas décadas. © {amazin de esta sdbita, inmensa y esencial expansin estiba en la pasién, rete irracional, con la que los hombres de negocios y los inversio- nistas se lanzaron a la consiruccién de ferrocarries. En 1830 habia escasa mente unas decenas de millas de vias férreas en todo el mundo, cati todas en la linea de Liverpool a Manchester. En 1840 pasaban de las 4.500 y en 1850 “ de las 23.500. La mayor parte de ells fueron proyectadas en unas cuentas a- ‘aradas do rene espectlativo,conocicas por las slocuras del ferocat> de 1835-1837, y especialmente de 1844-1847; casi tgs se consiruyeron en gran pate con capital britéico, hiro briténico y maquina ytéonicos bitnicos.> Iversiones fan descomnales paecen imazonabes, pore en sealidad pocos ferrocartles eran mucho mas provechoros pars el inversionista que OtOe negocios o empresa; Is mayor parte proporcionaban modestos bencficios tigunes absolstamente ningun: en 1855 el interés msdio del capital iveidO alos feocariles bténices era de un 37 por 100. Sin dud los promotores, especuladores, et, obtenan beneficios micho mayores, pero el inversionst, Conrente no pisaba de exe pequeto tanto por ciento.¥, sin embargo, en 1840, fe babfan invertido iusionadamente en ferrocarriles 28 millones de bras tsterlings, y 240 millones en 1850." Por qué? El hecho fundamental en Inglaterra en ls dos primeras gene- raciones de la Revolucion industrial fac que las clases ricas xeurnlaron ren- tas tan degrsa y en tan grandes cantdedes que excedfan a tod postbiidad de gasarase iverttla. (El siperavit inverible en 1840-1850 se calcula en 60 mrllones de Hbratesterinas)” Sin dda las sociedades fenal y aisocr- {ia se lanzaron a malgastr una gran part de eras rentas enna vida do ibe tinge Injosisimas construccionesy otras actividades antiecendmicas.” AX cl sexto duque de Devonshire, cuya refita normal cra principesca, Hlegé a dejar a Su beredero, a mediados del siglo xx, un milln de Hbras de deadas, que ese heredero pido pagar pidiendo prestado millon y medio y dedicindose a expio- tarsus faces.” Boro el conjunto de la clase media, que formaba el releo YA. 1.1. Clphaen, at Economie Histor of Mlderm Britain, 1926 pp. 427 ss Muda, op. cit, pp 21 y 33%. Robbin, The Racy Age, 1962, 9. 303 3S. Min 1840, ua tecio del capital de lor ferrocarilesfancees or inglés (Rondo (Cameron, France andthe Economie Development of Europe 1800-1914, 196. 17) 36, Mita, pe, pp 497 9 501 37. LH Tea, The Aligraion of Gri Capla o 1975, Noowa York y Londres, 1927, 18, TEA Clao et qe les pos tambien extn I econo pro de a mane n= ‘ca y cou seado completarenteconaro adel doarrolo incu. 4B. D. Spring, «The English Landed Bate nthe Ape of Cs) se ios, Jounal of Eo. omic itary. Xl 0851). 54 1A BRA DE LA REVOLUCION, 17691845, principal de inversionistas, era ahorrativo més bien que derrochador, aunque ‘en 1840 habia muchos sintomas de que se sentia lo suficientemente rico para ‘gestar tanto como invertia, Sus mujeres empezaron a convertirse en adarias> {nstruidas por los manuales de etiqueta que se multiplicaron en aquella épo- ‘ca; empezaron a construir sus capillas en pomposos y costosos estilo, e inch ‘$0 comenzaron a celebrar su gloria colectiva construyendo esos horribles ayuntamientos y otras monstruosidades civiles, imitaciones géticas o renacen- ‘stas, cuyo costo exacto ¥ napoleSnico eegistraban con orgullo los cronistas, municipales.* ‘Una sociedad modems préspera o socialista no habrfa dudado en emplear algunas de agquellas vastas sumaa on insttuciones sociales. Pero en muto perfodo nada era menos probable. Virtalmente libres de impuestos, las clases ‘medias continuaban acumulando riqueza en medio de una poblacicn bamn- ‘rionta, cuya bambre ora la contrapartida de aquella acumulacién. Y como no ran patanes que se conformaran con emplear sas ahorros en medias de lana 1 objetos dorados, tenfan que encontrar mejor destino para ellos. Pero 1d6a- ‘de? Existian industras, desde luego, pero insuficientes para absorber mis de tuna parte del superdvit disponible para inversiones: aun suponiendo que cl vvolumen de Ia industria algodonera se duplicase, el capital nevesario abso:be- ria g6lo una fraceién de ese superivit, Era precisa, paes, una esponja lo bas- tante eapaa para recogerlo todo. Las inversiones en el extranjero eran una magnifica posibilidad. El resto ei mundo —principalmente los viejos gobiernos, que trataban de recobrarse de las guerras napoleSnicas, y los nuevos, solicitando préstamos con su hsb twal prisa y abandone para propésitos indefinidos— seatia avidez de ilimita- dos empréstites. El capital britinico estaba dispuesto al préstamo. Pero, jey!, los empréstitos suramericanos que parecieron tan prometedores en la década {de 1820-1830, y Jos norteamericanos en 1a sigtiente, no tardaron en comer tirse en papeles mojados: de veinticinco empréstitos a gobiernos extranjeros concertados entre 1818 y 1831, dieciséis (que representaban mas de la mitad do los 42 millones de libras esterlinas invertidos en ellos) recultaron un fiaca- 50. En teorfa, dichos empréstitos deberian haber rentado a los inversionistas el 7 al 9 por 100, pero en 1831 sélo pereibieron un 3,1 por 100. ;Quige no se desanimaria con, expeciencias como la de Jos empréstites grieges al S por 100 de 1824 y 1825 que no empezaron a pagar intereses hasta 1870?® Par Io tanto, es natural que el capital invertido en el extranjero en los auges espect- lativos de 1825 y 1835-1837 huscara un empleo menos decepeionante 40, Algunas ciudades con tadsiones dieciocesgas anes cessron de exgi edcioe pbc; pero ie nuevas metcpotsipcanenteIndususies, cme Bolin, en Lancaslrs no ‘onstyeton dice utltarioe de mporancin antes de 1847-1848 (Clogs, 4 Chonalical History of oben, 1570. ih /5t captal eal —maquiaray abajo de lindas lgeoner a extimado por [McCelloch en 34 millones de ors xara en 1833, 9 en 47 sillnes en 1B ‘2. Alber M.Inish,sDriseh Balance of Paprants and Export of Capital 1816-113», Economie History Review, V2 (1952).p-24 LA REVOLUCION mNDUSTRUAL 35 John Frencis, reflexionando sobre el frenesf de 1815, hablaba del hombre rico aque vislambraba la acumulaci6n de riqueza —la cual, con una pobla ign industrial, siempre supera los modos ordinarios de inversién— emploa Gaiegitima y justamente ... Vefa el dinero que en su juventud habia sido ‘mpleado en empréstitos de guerra y en su madurez malgastado en las minas was, construyendo caminos, empleando trabajadores y aumentan- {Go los negocios. La absorcin de capital (por los ferrocarriles) fie una absor- ‘lon aunque infructoosa, al menos dentro del pais que lo producia. A dife- eacia de las minas y los emprésites extranjeros (los ferrocarriles), no podian ‘0 desvalorizarse absolutamente».© ‘Si ese capital hubiese podido encontrar otras formas de inversién dentro el pais —por ejemplo, en edificaciones—. es una pregunta puramente are ‘émica, cuya respuesta es dudosa. En realidad enconu6 los ferrocartiles, tcuya ereacidn rapidisima y en gran escala no hubiera sido posible sin ese forente de dinero invertido en ellos, especialmente 2 mediados de la década 1830-1840, Lo cual fue una feliz coywntura, ya que tos ferrocartiles lograron resolver virtualmente y de una vez todos Toe problemas del crecimiento eco- mice. v Investigar el impulso para la industriaizacion constituye s6lo una parte Ge Ia tarea del historiador. La otra es estudiar la movilizacion y el desplie- gue de los recursos econémicos, la adaptacién de la economia y Ia sociedad Exigida pare mantener In aueva y revolucionaria rata, El primer fact, y quizé el més crucial que hubo de movilizarse y des- plegarse, fue el rrabajo, pues una economia industrial signifies uns violenta ¥ proporcionada disminucién en la poblacién agricola (rural) y un aumento paralelo en 1a no agricola (urbana), y casi seguramente (como ocurti6 en la Epoea a que nos referimos) un répido aumento general de toda 1a poblacicn. {Lo cual implia también un bruseo aumento en el suministro de alimentos, principalmente agrarios; es decir, «una revoluci6n agricola» ‘gran crecimiento de las ciudades y pueblos no agricolas en Inglaterra bbia estimulado nataralmente mucho la agricultura, la cual es, por fortuna, tan ineficaz en sus formas preindustriales que algunos pequefios progresos na pequefia atencién racional a la crianza de animales, rotacién de cul ‘vos, abonos, instalacién de granjas 0 siembra de nuevas semillas— puede 43. ohn Francie, A lstory ofthe Engh Rolly, (851, Tp. 136. Véace rsmbien Tuck, The Ratnay Sharholeers Manual 4" ed, 1840, pretila, E Tooke, History of Pri ‘ell pp 275,335 33, par ln preion de fos excodenss ecutnulados Lancashire 2 fo ‘roe. wT Antes de is Soca del fomocesity los baques de vapor —o se antes det inal de esto pertoto—y la ponbidad de Import grandes canicads te alimentos del tanec [mada surge Tagine vais endo une neta inpertadora desde 1730 56 UA ERA DE LA REVOLUCION, 1789-1848 producir resultados insospechados. Ese cambio agricola habia precedido a: Revolucién industrial haciendo posibles los primeras pasos del rapido aument de poblacién, por lo que el impulso siguié adelante, aunque el campo brit nico padeciera mucho con la baja que se produjo en los precios anortna ‘mente elevados durante las guerras napolednicas, En términos de tecnolo ¢ inversién de capitales, 1os cambios del perfodo aqut estudiado fueron pro ‘bablemente de una razonable modestia hasta 1840-1850, década en la cual ciencia agronémica y la ingenierfa alcanzaron su miayorfa de edad. El gray aumento de produecion que permitié a la agricaltura britanica on 1830-184p/1 proporeionar el 98 por 100 de la alimentacién a una poblacién entre dos ¢ ‘ues veces mayor que la de mediados del siglo xvi," se alcanz6 gracias a adopciéa general de métodos descubiertos a principios del siglo anterior para Ja racionalizacién y expansi6n de las areas de cultivo Pero todo ello se logrs por una transformacion social més bien que td! nica: por Ia liquidacién de los cultivos comunales medievales con su campo: abierto y pastos comunes (el «movimiento de cercados»), de la petulancia def 4a agricultura campésina y de las cacucas actitudes anticomerciales respect | 2 Ja tera. Gracias a la evolucién preparatoria de los siglos xvt a xvm, esta | Unica solucién radical del problema agrario, que hizo de Inglaterra un pals de cescasos grandes terratenieates, de un moderado nimero de arrendatariog at les y de muchos labradores jornaleros, se consiguié con un minimum de pet ‘urbaciones, aunque intermitentemente se opusieran a ella no s6lo las desd ‘chadas clases pobres del campo, sino tambien la tradicionalista clase media rural. El «sistema Speenhamland» de modestos socorros, adoptado esponté neamente por los hacendados en varios condados durante y después del af de hambre de 1795, ha sido considerado como el sitimo intento sistemstico de salvaguardar a la vieja sociedad raral del desgaste de los pagos al contado." P Las Corn Laws con las que los intereses agrarios trataban de proteger la Iabranza contra la crisis que siguis a 1815, a despecho de toda ortodoxia eco- ‘n6mica, fueron tambign en parte un manifiesto contra la tendencia a tratar la agriculfura como una industria cualquiera y juzgarla slo con un critero de lucro. Pero no pesaron de ser acciones de tetaguardia contra la introdueciGa final del capitalismo en el campo y acabsron siendo derrotadas por el redical avance de la ola de Ia clase media a partic de 1830, por le nueva ley de pobres de 1834 y por la abolicién de las Cort Laws en 1846, En términos de produetividad econémica, esta transformuacién social fue ‘un éxito inmenso; en términos de sufrimiento humano, una tragedia, eumen- tada pot le depresiGn agricola que después de 1815 redujo al pobre rural a la ‘iseria ms desmoralizadora. A partir de 1800, incluso un paladin tan ente- siasta del movimiento de cercados y el progreso agricola camo Arthur Young, | 45. Mutha op ie. 14 46. Sogin exe sistre, al pobre dba garanizérsle, si era necesri, un jornal vital maine subidios propotconsdo. Aunque ben latasionsdo, cl sctema produ om ajar ‘epaueracion qi ames 1A REVOLUCION INDUSTRIAL 57 se'sorprendi6 por sus efectos sociales.” Pero desde el punto de vista de Ia - Bgiouializacion también tuvo consecuencias deseables, pues una economia {fpustial necesita trabajadores, y gde dénde podia obtenerios sino del sector ites no industrial? La poblacién rural en el pais 0, en forma de inmigracién _ fgobee todo iriandesa), en el extranjero, fueron las principales fuentes abier |B por los diversos pequetios productotes y trabajadores pobres.*Los hom- yes debieron de verse atrafdos hacia las nuevas ocupaciones, 0, si —como mds probable se mantvieroa en tn principe mies aca araccisn fico popicoss sbandona sus eadiionlce medion de vida® obligados + Bote EL afin de erare dela injusiciaecondmica y social era ele ‘blo ins efectiv, al que se dian for alts saris en dinero la mayor Tora de las ciudades: Por diferentes tazones, las fureas que tend ‘Moura les hombres desprendidos de su asiderohistrico-socia, eran tods- ‘Sieimivamente debles en nueszo perfodo comparadas con les de la se ‘inde mitad de siglo xix Sera neccoaia tna verdaderay sensacional catas- Ee ed teense pte ponies ta elpecoats wae trllén y medio de hebitantes de une pobacion total de ocho y medio en {35-1890) que se hizo coment despues do 1850. Sin embargo, dichat fueras eran ins potentes en Inglaterra que en ores partes, Delo conteaio, fdesarollo industial batinico hubiea sido tan sifell como lo fue en Francia por Ia estabilidady relative bienestar desu late campeioa y e la Desuota burguesia, que pavaban la industria del aumento de tabajacores peaueta by “Tina cosa era adquirir un nimero suficiente de trabajadores, y otra adqui- riruna mano de obra expera yeficar. La experiencia del siglo x ha demos- trado que esto problema estan crucial como difell do resolver. En primes Togar todo tabejador tiene que aprender a trabajar de unn manera eonve~ thente para la industria, por ejemplo, con arreglo aun ritmo diario Sinte- trumpigo, completamente diferente del de ls etaciones en e campo, 061 Seiler amt del anesano idepencnate,Tmbin soe gue sender Aaparse# los esinulos peconiaros, Los paronosinglses entonces, como thor los suratscanos, so quejeban Gonstantmente de ia eindoleucie> dol trabljador 0 desu tendenca trabajar hasta alcancer el tradicional saltio 47. Annals of Agric, HOV, : 48, ‘Aigunoe cosienen queef Sumento de bajo no procedia do ta waspato, sino dot sume de a pobacn fr Sue. tomo sabemos fee may rapido. Px es poe ota Ea une ‘Sono indus soso arr, so x propel de fren dono 0 agra debe Creer exrianerete. Esto sigifcn que hombres mujes. que de eo todo ban Pet Sco nna rd como st eter, iron cared gu fxm ne Feo voi pes ls cudadesprogresabar mdr depiza co oo tae Ge crime, bee loi caso ela nrtaimente se nero a ees ple. eo es sya sminaya real ‘men is poblcin agra annexure “>. Wilbor Moore indusriatuaion and Labour, Comet 1931 50. Aternacvrsentyinglters, coro toe Batdos Unidos, evo qb aad a una imi srscign masva Ba ee lo zo en pare con a migrsion Wades 38 {LA BRA DE LA REVOLUCION, 170.1848 semanal y luego detenerse. La solucién se enconts estableciendo una disc-” plina laboral draconiana (en un cédigo de patronos y obreros que inclinaba Ia ley del lado de los primeros, ct.) pero sobre todo en la préctica —donde era posible— de retibuir tan escasamente al trabajador que ésie necesitaba trabajar intensamente toda la semana para alcanzar unos salarios minimos {(xéanse pp. 203-204). En las faricas, en donde el problema de la diseiplina laboral era ms urgente, se considerd a veces mis conveniente el empleo de mujeres y nifios, mas diitiles y baratos que los hombres, hasta el pinto de ‘que en los telares algodoneros de Inglaterra, entre 1834 y 1847, una cuarta parte de los trabajadores eran varones adultes, mas de la mitad mujeres y chi- as y el resto muchachos menares de dieeiocho aos! Otte procedimiento para asegurar la diseiplina laboral, que refleja la pequetia escala y el lento proceso de la industrializaciéa en aquella primera fase, fue el subcontrato 0 Ja prictica de hacer de los trabajadores expertos los verdaueros patronos de sus inexpertos anxiliares. En la industria del algodén, por ejemplo, uros dos tescios de muchachos y un tercio de muchachas estaban «a ias 6rdenc: direc- tas de otros ebreros> Y, por tanto, més estrochamente vigilados, y, fuera de las fébricas propiamente dichas, esta modalidad estaba todavia mis extendi- a. El asubpatrono» tenfa desde luego un interés financiero directo en que sus operarios alquilados no flaqueasen. Era mis bien diffcil reclutar 0 entrenar a un miimero suficiente de obre- ros expertos o preparados técnicamente, pues pocos de los procedimientas ppreindustriales eran utilizados en le modema industria, aunque muchos ofi- ‘ios, como el de 1s construecisn, segufan en Ja préctica sin cambiar. Por for- tuna, ia lenta industralizacién de Gran Bretaia en los siglos anteriores & 1789 hhabfa conseguido un considerable progreso mecénico tanto en la técnica tex- til como en la metalirgica. Del mismo modo que en el continente el cetraje- 10, uno de los pocos artesanos que realizaban un trabajo de pretisin con los ietales, se convirté en el antepasado del constructor de méquinas al que algunas veces dio nombre, en Inglaterra, el constructor de molinos lo ‘ue del ‘ del Prlamento cadaver que an Fru de personas doveaba consiui ana sociedad o compa anna, La Ervohcidn francesa proporcioné alos franceea —y a wavés do su inlven- {ia al resto del continence una magoinari legal més racional y efectiva far lcs nalidades. Pero en la pc, los ngleses se las veplaban per- Fessamente bien ¥ con fresiencia mucho mejor que us rivals. ‘De esta mansra casa, improvicada rempica se formd i primera gran economia indasisal. Segin le parones mademos era pequefia acai, SCarcromo sigue imporando hoy en Gran Bretaia, Para los de 1848 era mo- Sumental, aungue sorprendente y desigradabl, puss sus auevas ciudades tran mis feas su prleaviado menos fliz que ol de otras parts,” y la mie- Sia’) ef bum que enviiaban la stndsfer respirada por aguells plicas tmichedubresdisgstaban os visitantesextatjeros. Pero suponia la fur- 22 de un millon de eabllos en sus maguinas de vapor, = conver en nds ai dos millones de yardas de tela de goon poral, en rads de decisite trillones de hososineeinicos,extafa cast eneenta millones de toreladas de Carbs, importaba y exporaba toda clase de productos por valor de ciento 52 Enmchos putes dl continent, les derechos xneros eran perogativa de Exo. $3, Sty count, la condictn de ln laer cbalodors parece evidenterente pec, et 190-146, eninglomrs que on rancan, firma an stonadar moder (H. Sea isaie oe romigue dela Prone, vol 189 8) 60 LA ERA DE LA REVOLUCION, 179-1848, setenta millones de lbras estetlinas anuales, Su comercio era el doble que el dde Francia, su més préxima competidora: ya en 1780 Ja habia superado. Su consumo de algodén era dos veces el de las Estados Unidos y cuatro ei de Francia. Producia mas de la mitad del total de lingotes de hierro del mundo dessrrollado econsmicamente, y utlizaba dos veces mas por habitante que el pais préximo més industralizado (Bélgica), res veces mas que los Bstados. ‘Unidos y sobre cuatro veces més que Francia. Entre los doscientos y tres-

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