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‘Psicotoma, 1996. Vol. 8, Sup, pp. 167-228 (SSN 0214-9915 CODEN PSOTEG AMBIENTE, HERENCIA Y CONDUCTA’ Mariano Yela 1 Fl penhlema La conducta es la interaecién de un viganismo vivo, genettcamente dorado, y su ambiente, La psicologia se ocupa de la ‘conducta. No es extrafio que el influjo del ‘ambiente y la herencia en la conducta sea un tema capital y constante en la ciencia psico- légies. Ha reoultado oor, ademéo, un tema intrincado y polémico. Trataré de resumirlo, con ta méxima concisién y claridad, al hilo de su abundante bibliogratia, de ‘la que presento al final una amplia seleccién. Hay dos erandes perspectivas en Ia investigacién psicol6gica: la general y la diferencial. Debieran ser complementarias, pero suclen ser meramente distintas y, cou frecuencia, antagénicas. La general estudia Jos fenémenos y leyes de Ia conciencia, el inconsciente y el comportamiento, prescin- diendo de las diferencias individuales. Re~ presentantes: WUNDT, FREUD, WATSON. Tiende a considerar al individuo como una tabula rasa en la que la experiencia y el aprendizaje escriben el curso del desarrollo. Propende, con salvedades, matices y excep- cciones, a ser ambientalista. Eiemplo. el ‘conocido texto de WATSON (1930, p. 104): «Dade una docena de nifos.. y 0s garanti- 20 que puedo tomar ouslquior al onary formarlo para que sea el tipo de especiaista ‘que yo escoja —doctor, abogado, artista, ‘comerciante y, si, mcluso pordiosero 0 la. drén— al margen de sus talentos, inclina- ciones. tendencias. aptitudes. vacaciones. y raza de sus antecesores.» La herencia da, por 10 visto, lo mismo; s6lo importa el ambiente. La otra puspectiva co 1a difeseuvial ‘Su origen mas eminente es la obra de DAR- WIN. Se ocupa de los fenémenos psicol6gi- 160s en tanto vienen afectados por las dife- rencias individuales. Tiende a considerar al individna en un peacese flo y ontagenstice Propende a subrayar el influjo de Ia heren- cia, Ejemplo, GALTON (1822-1911), primo de DARWIN y uno de los fundadores de la psicologia diferencial y de las investigaci nes psicogenéticas. Ya en 1883 (p, 241) afirmaba: «La natura predomina enorme- mente sobre Ia cultura.» Conviene, pues, estudiar, controlar y mejorar esa , fundamentalmente genética. El ambiente es lo de menos; lo decisivo es Ja herencia: seleccionar @ los mejores, dificultar 0 impedir Ia propagacién de los. eores.. Desde entonces, los psicélogos no han abandonado el tema, Recordemos como "Bn Psicolonia v Medio Ambiente. Monografia del Contin de Renin de Ondanacn dal Taste y Masi “Ambiente. Ministerio de Obras Poblias y Urbanismo. Maid, 1981, pp. 69-108 wr MARIANO YELA hitws sobresalientes tos estudios de BURT y de TOLMAN; aquél, desarrollando la metodologia de la genética de la inteligen- cia a la que més adelante nos referimos; ste, iniciando la diferenciacién experimen- tal de cepas intracspecificas en el est del aprendizaje animal (1924, 1929: vid McCLEARN y DeFRIES, 1973, pp.211-217). En Jos tiltimos decenios ha nacido una ‘nueva disciplina psicobiolégica, la genética del camportamiento. Bx 1960 ce publica ob primer texto general, de FULLER y THOMPSON. Siguen numerosos trabajos y vubras de simtesis, como la dinigida por CANCRO (1971). Los libros de McCLEARN y DeFRIES (1973) y de EHRMAN y PARSONS (1976) exponen, puesto al dia, el estado de las investigacio- ‘nes. En espaiiol pueden consultarse LACA- DENA (1975-1976), PINILLOS (1975, capitulo 9) y YELA (1976, 1978, 1980). Por otra parte, el estudio del ambiente su control ¢ influjo en la conducta ha origina en Ine itlimoe decenios nuevos ‘enfoques de la psicologia general, diferen- cial, evolutiva y aplicada, como las llamadas psivologfis ecoldgicas y ambientales, as terapias de conducta y las psicologias de la intervencién'. Eltema es algo més que académico. De vez en cuando los trabajos de laboratcrio, supuestamente ccudnimes, se ven alletalus por violentas polémicas, casi siempre atiza- das por dogmatismos ideol6gicos, generaliza- ‘ones apresuradas e intereses politicos. Los excesos de los genetistas han terminado, en focasiones, en el mitn de la raza cuperior y on los homos crematorios. Los excesos de los ambientaistas han llevado a modificar el ambicute por decreto, tasladando, para cumplir cualquier plan quinquenal, a grandes ‘masis de poblacién, aungue havan perecido en el experimento’ millones de hombres, Hace algtin ticmpo «estall6» el affare Lisen- ko, Al final de los sesenta hizo erupci 188 como un volcén, la disputa entre el nuevo nativismo de JENSEN (1972, 1973; EY- SRNCK, 1971, 1073) y o1 nuovo ambienta lismo de sus contrincantes, como HUNT (1961, 1969, 1973; vid. los niimeros mono- sgrificos de la Harvard Educat, Rev., 39, 1969, y del American Psychologist, mayo, 1976). La lucha continia En qué consiste realmente el problema ¥ qué se puede decir con algtin rigor de é1? 1.1. El verdadero problema La mayor parte de las polémicas han sido estériles. Estén desenfocadas, Pretenden averiguar qué ee més importante, oi la he rencia o el ambiente. Es un falso problema. Los dos son igualmente importantes, porque Jos dos son imprescindibles, @Cudl es, entonces, el verdadero pro- bblema? Los especialistas en genética, one DOBZHANSKY (1964, p. 55), y los psicd- Jogos, como ANASTASI (1966), lo formulan sai: Los acres vivus sun diferemves; jen qUe cuantia se debe ese hecho a sus diferencias senéticas y en cusl asus diferencias ambien- tales? Por ejemplo, los hombres difieren en estatura, La estatura de cada cual depende, fen cada uno de ous milimetroo, de Ia herca cia que ha recibido y del ambiente en que se ha desarrollado. Pero ja qué se debe que ‘unos hombres sean mas altos que otros? Tal vez, en parte, a que tienen distinta herencia. Tal vez, en parte. a que han sida dietintas sus ambientes. En qué partes? Ese es el problema, ‘Cece stn emibaryy, Yue hay que prect- sar més, El verdadero problema consiste en averiguar cémo interviene cada factor en su interaccién con e! otro; cudl es el mecanismo ‘genético y c6mo actéa el influjo ambiental, Y. enhre todo, en la medida en que vayamos conociendo estos procesos, la cuestin estri- ba en qué hacer, en favor del hombre, con ese conocimiento, AMBIENTE, HERENGIA Y CONDUCTA 2. La herencia 2.1, El hecho genético Frente a todos 10s argumentos sanblen tales subsiste un hecho genético irrebatible. De la garza nacen garzas, y del hombre, hombres. Y no por casualidad. Lo que se sabe de Ia cuestién puede resumirse como sigue. E] material hereditario esté contenido ‘en las bandas de dcido desoxirribonucleico (ADN) que forman los cromosomas. Cada especie tiene un niimero de cromosomas, los tamads autoséimicos ¥ el par 2onasémico 0 sexual. Alo largo de cada molécula de ADN hhay una sucesién de nuclesticos, cada uno de Jus cuales wuticae una de cuatro basco nitrogenadas. Cada tres nucle6tidos sucesivos forman un «codén», que parece set Ia unidad de cédigo genético y esté programado para sintetizar un determinado aminoécido. Los clementos transmisores de la herencia son Jos genes. Un gen es un trozo de ADN con informacién para la sintesis de un polipépti- do 0 cadena de amiinvdcides, que forman las pproteinas, Las enzimas son protesnas catali- zadoras de procesos que s6lo asi son posi- bles en las condiciones del organismo, 0 s6lo asi son acelerados y regulados. La hipdtesis fsctual ec, cimplificanda, que = cada gen corresponde una proteina y que el mecanis- smo basico por el cual un gen actia es a través de la produccién de encimas y del control de esa produccién, Parece probable ‘que cada individuo tenga una peculiar orga- nizacién proteinico-enzimética y que esa peculiaridad sea la base de su individualidad 7 de la constitusisa y desarrollo de eustan- as celulares, células, tejidos y drganos y, a su través, del comportamicnto (HARRIS, 1967). ‘La dotacién genética de un individuo ‘mosomas, uno del padre y otro de 1a madre, Jos genes que ocupan el mismo lugar —locus— se aman homélogos. Si son iguales, el genotipo es homocigdtico respecto a ese gen; si son distintos, hay dos alelas Iouisiugus cu el anisnno locus y el gonotipo es heterocigético respecto a ese gen. La accién genética de los alelos puede ‘combinarse linealmente en forma de herencia aditiva, © uno de los alelos puede ser deter- Iminante y el otra revesiun, en varios grads. Los genes de diferentes loci pueden influirse entre si, produciendo un efecto genético por epitasia. Nuevos alclos pueden surgit_ por ‘mutacién y los cromosomas pueden, final- ‘mente, sufrir diversas alteraciones que modi- fican la informacién genética, La separacién aleatoria de los pares de ‘eromozomes de cada progenitor en dos series, cada una con un cromosoma de cada par, para formar los gametos —évulos y espermatozoides—, fa union de unas u omas series en la célula hija —cigote o huevo— y las diversas posibilidades de cambios © interacciénes que acabamos de mencionar, producen diferentes dotaciones genéticas y sgenotipos. Las propiedades observables del individuo constituyen su fenotipo. ues bien, las variedades posibles de ‘genotipos son, én principio, suticientes para diferenciar fenotipicamente a los organismos. Par ejemplo, en el caso del hombre —¥ segiin el més sencillo de los mecanismos ‘mendelianos, que no es el tinico—, si hay dos alclos en un locus, A, y Ay pueden resultar tres genotipos: A,A,, AA: ¥ AxAy Si hay n alelos referidos a un locus, los diferentes genotipos posibles serdn las com- binaciones con repeticién de orden dos que 1e pueden formar can n elementos. 8 saber: n(n+1)/2. Los mismo ocurre con otros alelos cn otros loci. En general, si hay 1 alelos en W oct, los diferentes ycuutipos posibles seri 189 MARIANO YELA [rep 2 Asi, si hubiera 4 alelos en cada uno de 10 loci, el mimero de genotipos diferentes podria ser 10", es decir, diez mil millones, més que habitantes on el planeta. Hoy se ‘conocen loci de hasta 200 alelos. No se sabe el ntimero exacto de genes. Las estimaciones ‘mas timidas varian entre 10.000 y 100,000 (STERN, 1973). Con que s6to hubiera cuatro alelos en 100 loci, tendriamos 10! genot ‘pos diferentes. Cierto que todos estos genoti- pos no son igualmente posibles, pues las frecuencias alélicas no son iguales en la Poblacién, ni los genes son independientes, sino que se agrupan en cromosomas: pero los diversos procesos de segmentacién y truce de cromosomas, las mutaciones y otros cambios, manticuen inimaginablememte clevado el nimero de combinaciones, tantas ‘como para poblar el universo de hombres ‘enotipicamente distintos. {No basta esto para explicar las dife- rencias entre los hombres? En principio, ‘como dije, parece que si. Advirtamos, sin embargo, que cada genotipo se ha formado y desarrollado en un cierto ambiente. ¢Cudl es, entonces, el peso relativo que en las diferencias fenotipicas tienen esas diferencias genéticas, tan sumamente variadas? Veémos- To en lo que concieme al comportamiento, que ¢s 10 que ditectamente importa a la psicologia, 2.2. El peso de la herencia abe distinguir dos tipos de caracteres: diseretos y continuos. Los discretos. como ver 0 no ver un color, o tener o no un deter- minado sfndrome, suelen estar ligados a un gn, que por coo 9¢ Maina muyor (herent 190 ‘monogénica). Los continuos 0 casi continuos, como Ia emotividad o Ia inteligencia, suelen ‘ectar on conexién oon varios © numcrosus genes (herencia poligénica). 2.3. La herencia animal Desde el paramecio al chimpancé se hhan comprobado muchos casos en que un solo gen afecta ai comportamiento, ya sea en un carécter 0 en varios (pleiotropismo). Tncluso en las bacterias se han localizado genes _mutantes que eliminan la atraccién normal hacia determinadas sustancias (ME- SIBOY y ADLER, 1972). En los Paramecia se han producido varias mutaciones simila- res; la més espectacular consiste en Ia reac- cién violenta al i6n s6dico de los llamados, Por eso, paramecios paranoicos por SATOW y KUNG (1974), Numerosos estudivs indi- can la relacin de un gen con fases y aspec- tos del comportamiento sexual en diferentes especies de insectos, peces y roedores (EH- RMAN y PARSONS, 1976, pp. 219-232). Un experimento especialmente claro es el de ROTHENBUHLER (1964), en el que se ‘muestra que cierta conducta higinica de las abejas se debe a dos genes recesivos, cada tuno de Jos cuales controta una fase del aseo de la colmena cuando Ias larvas se mueren: abrirlaceldilla y limpiarla, Algunos aspectos del canto del grllo estén ligados a genes en 1 erumosoma sexual (EHKMAN y PAR- SONS, 1976, pp. 232-238); la curiosa reac- cin «contemplativay de ciertas codemices que vuelven Ja cabeza hacia atrés y hacia arriba, se debe también a un gen recesivo, esta vex autonGuivy (GAVAGE y COLLINS, 1972). Pero son los ratones los que, con la Drosophila, han sufrido més estudios experi- mentales. A genes recesivos se deben modos yy fases del apareamiento, la. pérdida del ‘squilibrio por leoién de toa ototito, la sus- ceptibilidad a las convulsiones ot6genas o el Peicotema, 196 [AMBIENTE, HERENCIA Y CONDUCTA tipo de chillido cuando se les suspende por el rabo. También a genes autosémicos rece- sivos se deben muchas de las pecultures conductas de los «ratones danzarines», aun- {que algunas variedades convulsivas estén ligadas a un gen dominante y ciertas incoor- dinaciones motoras a la accién de varios eucs. Un goa autoaémico produce ol albi nismo en los ratones y explica, en buena parte, por efectos pleitrépicos, otros varios ccaracteres continuos, como el bajo nivel de actividad en campo libre (open field), la ‘mayor reactividad emotiva, In mayor dificul- tad en establecer el reflejo condicionado de evitacion y la més répida extincién del mismo, la menor preferencia por et alcotvo, etc. Digamos, finalmente, que hace poco se hha encontrado un chimpancé con la misma alteracién cromosémica que en el hombre produce el «mongolismo»: la chimpancé tuuutifestaba ol Lipico retrase mental, motor y sexual (McCURE, BELDEN y PIEPER, 1969). “Muchos otros rasgos de carscter conti- ‘uo se interpretan poligénicamente, como 1a actividad locomotara, diversas quimiotaxias, la geotaxia y la fototaxia, la rapidez de apareamiento, la duracién de la cépul, etc., fen Ia Drosophta; 0 ta rapisez de carrera, el nivel de actividad, el impulso sexual, el apareamiento temprano o tardio, 1a emotivi- dad, Ia lucha, 1a preferencia alcohélica y Ciertos tipos de aprendizaje en el laberinto, cu diversas vapecies de roedoreo, Algunes de estos rasgos, a pesar de su origen poligénico, deben la mayor parte de sus diferencias, como dije, a uno 0 pocos genes mayores (EHRMAN y PARSONS, 1976). 24, La herencia humana. Rasgos discretos ‘Se conocen muchos rasgos del compor- tamiento ligados a un solo gen. Entre los 1,545 sindromes descritos por MeKUSICK Peicotnoma, 1998 (1971), 135 ineluyen sintomas de insuficien- cia mental, de los cuales 112 se deben a ics auturcuiivs seccsives, siete « domi nantes autos6micos y 16 a genes ligados al sexo. El peso de la herencia, sobre todo en las anomalias, es, como se ve, muy conside- rable. Mencionaré, brevemente, los. casos mejor conocidos. ‘A genes autosémicos recesivos se debe la docena de aminoacidurias estudiadas. Son clismetadolias de aminodcidos. Entre ells, ka {fenilcetonuria o imbecillitas fenilpirivica, un trastomo del metabolismo de la fenilalanina {que deteriora el tejido nervioso y suele rebajar draméticamente el nivel mental. La tisiua Vause tienen las diometaboliao de loo hidratos de carbono, como la galactosemia, que impide a conversién de galatosa en lucosa y provoca grave defecto mental, y las de los lipidos, como las idiocias amauré- tieas, eof como ciertos tipor de epileptia ‘como la mioclénica progresiva de Lafora. ‘Otros trastomos ligados a genes autosémicos ‘dominantes, como las porpirias, con paralis desarreglos neuréticos y demencia progres va. o la corea de HUNTINGTON, una perturbacién motérica que lleva a la demen- cia y Ja muerte, Otros rasgos menos graves, (com las vatias Leguerus urvmidsions, extén ligados a un gen recesivo en el cromosoma sexual Varios otros caracteres provienen de irregularidades cromosémicas. Unas aconte- con en los cromoromae sex malmente son un par, XX, en la mujer, y XY, en el varén. La formula cromosémica se enomina carionpo. Ei cariotipo normal ae la mujer es 46, XX —46 cromosomas y sexo femenino—. y el normal del varén es 46, XY. Pues bien, los cariotipos masculinos con ‘més de un cromosoma X, provocan el sin- drome det Kiinefelier, wom vias trastomos de la personalidad y, frecuentemente, debili- dad mental. El cariotipo con XYY es actual- mente muy estudiado y discutido; aunque las Ins, que or 191 MARIANO YELA pruebas son insuficientes, parece abundandar és en varones delincuentes agresivos. Mas claro 69 cl sindrome de Turner, eon eariotipe 45, XO, es decir, mujeres a las que les falta tun cromosoma X: tienen un desarrollo sexual imperfecto y son deficientes en inteligencia perceptiva y espacial, pero no en nivel men- fal_general VANDENRERG (1971) ha revisado la bibliografla sobre cariotipos con més de una X 0 més de una Y. Parece que, ccuantos ms cromosumus X, tanty en vato- nes como en mujeres, més desciende la intelizencia media; lo mismo sucede, aunque fen grado menor, cuantos més cromosomas Y, en los varones. Otras anomalfas proceden 442 cromooomae autoaémioes. Aut, ol conoci do retraso sexual, motor y mental que lleva el nombre de mongolismo 0 sindrome de Down. Parecia, y asi sigue diciéndose en muchos textos, que era producido por un cramocoma avira en el par 21 y se 8 denominar, por eso, trisomia 21. Estudios recientes indican que el cromosoma adicional se sinia en el par 22, como se eomprobs también en la chimpancé citada (HUNGER- FORD y col., 1970, 1971). Otros casos conocidos son la trisomia 18, con defectos rmusculares y mentales profundos; la trisomta 13, con paladar y labio hendidos, deformidad dde manos y profunda insuficiencia mental, y el sindrome del «maullido» o «cri du chat», de llanto débil, microcefalia y grave deterio- ro mental, ligado a iregularidades en el ccromazamna § 2.5. Rasgos continuos Laherencia monogénica o cromosémi- cca, te6ricamente clara y précticamente deci siva, afecta relativamente a pocos sujetos. Los grandes rasgos de la personalidad, on ‘un amplio margen que incluye a la mayor parte de los hombres, son de carécter conti- ‘uo. Son més dificiles de estudiar. Plantean 192 intrincados problemas de medida, muestreo ¥ control, algunos no resueltos. Uno de los inde ectudiadoe y mejor comaridae ae la inteligencia. Voy a examinarlo con cierto ppormenor. Las consideraciones que siguen vvalen, mutatis mutandis, para ottos rasgos continuos que no podemos estudiar con tanto detalle. 2.6, La inteligencia y el modelo poligénico La inteligencia puede considerarse como una variable cuantitativa y continua, como la estatura, Se es més o menos inteli- gente, coma ce ee més a manne alta Ta estatura se mide con el metro; la inteligen- cia, con los tests. Las medidas de inteligen- cia, como el concrente intelectual (C1), nan Mevado a la formulacién de la hipétesis poligénica”. Sestin ella. 1a inteligencia se transmite por medio de un elevado némero de genes, cada uno de los cuales pueden cstar presente © no en cl genotipo y, cuando lo est ejerce un efecto similar alos otros, pequefio y aditivo. La combinacién aleatoria de los genes de la poblacién debe determi- nar en la descendencia una distribucién binomial, que, cuanda el niimern de genes sea elevado, se aproxime a la distribucién ‘gaussiana o normal. No se conoce el nime- To de genes igados a 1a imeligencia. Basta- ria una o dos docenas para producir, en los. supuestos anteriores. una distribucién bas- tante aproximada a la normal. De hecho hay indicios de que intervienen muchos més, tal ‘vex unos 100°, La distribucién debe ser, ‘entonces, normal. Y asf sucede. Més ain, si recordamos las anomalfas producidas por la accién de genes mayores, la distribucién normal debe tener un aumento de frecuencia fen el extremo inferior. Fto es lo que, en ‘efecto, ocurre, El modelo se ajusta, pues a los datos*. Peicethome, 1006 ‘AMBIENTE, HERENCIA Y CONDUCTA 2.7. La cuantia del efecto hereditario en la inteligencia Suele expresarse mediante la heredabi- lidad, b*, que indica la proporcién de 1a vvariabilidad de 1a intetigencia que se debe 4 las diferencias genéticas. Los valores de la heredabilidad estimados por los psicélo- gos suelen ser altos y varian entre 0,40 y 0,90, con cifras medias de 0,70 0,80°. Creo, por razoncs que luego dirs, quo sotoo valores son exagerados. Los biopsicélogos cespecializados en genética dan estimaciones fen tomo a 0,50 0 menores’. Kn resumen, los datos empiticos levan a la conclusién, incierta pero plausible. de aue la heredabili- dad de la inteligencia estd entre 0,40 y 0,70. Es decir, las diferencias en herencia expli- att la ititad tal vex mds, quizé lao doo terveras partes— de las diferencias indivi- duales en inteligencia’. El notable influjo de la herencia se ve confirmado por otros muchos resultados. ‘Ademds de los ya expuestos, citaré sumati mente los més importantes (vid. YELA, 1976, para més pormenores).. ‘La correlaciGn entre la inteligencia de los sujetos crece con el parentesco. Las correlaciones medias de decenas de miles de casos son: cero, entre personas sin pa~ rentesco; 0,20 entre primos hermanos; 0,50 entre padres e hijor entre gemelos dicigéticos, y 0,90 entre gemelos monocigéticos. La concordancia entre 1as correlaciones obtenidas y las pronosticadas por el modelo poligénico es, en el promedio, casi perfects" La correlacién entre padres ¢ hijos se mantiene, incluso si se separan desde el nacimiento, En oambio, o8 acerca a cero, ¥ en el mejor de los casos llega a 0,15 0 0,20, entre padres ¢ hijos adoptivos, incluso cuan- do conviven desde muy pronto”. Los Cl, en circunstancias normales, son estables. sobre todo desde los cuatro 0 ‘entre hermanae: 0.65, Picothema, 1996 ‘cinco afios, y, mas ain, a partir de los siete", Las fases en el desarrollo de Ia inteli- gencia, segtin, por ejemplo, la teoria de PIAGET, siguen el mismo orden en todos Jos ambientes, suctedades y culuras estu- diadas", Cuando los padres son parientes cere nos, aumenta la probabilidad de que alelos recesivos, generalmente perjudiciales, ocu- pen el miemo locus y nazean més hijor homocigéticos y deficientes. Asi se ha com- probado Los innumerables programas de ensefianza compensatoria», aplicados para recuperar intelectualmente a nifios de baja inteligencia procedentes de grupos social- mente desfavorecidos, han dado, en general, seoultados dosalontadoreo! Todo ello, unido a las diferencias sistematicas encontradas entre las clases socioeconémicas (20 puntos del CI entre las altas y las bajas)*, a la correlacién de aproximadamente 0.50 entre el nivel profe- sional de los padres y el CI medio de los hijos, a la superioridad de unos 15 puntos del Cl, como media, de los blancos sobre los negros en los Estados Unidos”, y al hecho comprobado de que, en general, ‘aunque con muchas excepciones, 10s hijos con CI mayor de 100 tienden a ascender en su nivel enltnral. profesional y socioeconé- ico y los de CI menor tienden a bajar", ha levado a algunos autores, como JEN- SEN, a suponer que las diferencias en inteligencia entre los individuos, los grupos y las etnias son, en su mayor parte, deter- ‘minadas por la herencia. 2.8. Onras variahlec Por investigaciones y datos similares, puede concluirse que ciertas variables 1ela- ccionadas con Ia percepcién sensori Ia magnitud de las ilusiones perceptivas, el 193 MARIANO YELA punto crtico de fusi6n, las propiedades de las imégenes eidéticas, el tamalio de las imagenes consccutivas, ete. parceen tener una dependencia poligénica, con una here- dabilidad en tomo a 0,50. La inteligencia suele interpretarse como tuna estructura de covariacién de miltiples aprinves Entre éctas figuran 1 por THURSTONE aptitudes mentales prima- rias. Han sido objeto de algunos estudios enéticos. Su heredabilidad es parecida, 0 algo menor, que la de la inteligencia general; ‘més alta en las verbales, espaciales y numé ricas, mds baja en las ldgicas y en la memo- rin (VANDENBERG, 1967). Ciertos datos, ‘como el sindrome de TURNER, antes men- cionado, concuerdan con Ia hipétesis de que puede haber una herencia diferente para las Aistintas aptitudes cognoscitivas. Los grandes rasgos del temperamento, coma la emotividad y la extraversién, arrajan datos. parecidos, que apoyan Ia hipétesis poligénica y una alta heredabilidad, mayor ‘et el control emotive y menor en la extra- EL complejo grupo petolésico de tas esquizofrenias, incluyendo las anomalias esquizoides, se explica por dos teorias dis- tintas, Una defiende la accién de un gon autosémico dominante, Otra, cada ver més extendida, defiende el carécter poligénico, con varios umbrales de predisposicién, cuya actualizacién depende, en parte, de condicio- nes ambientales!™ ‘Menos claros son los datos acerca de las psicosis manfaco-depresivas. La explica- ‘predomnimante las asocia a un gen domi- nante en el cromosoma sexual. Otros resul- tados se explican mejor admitiendo una heterogencidad genética, con varios genes en Mamadae En resumen, muchos caractores disere tos del comportamiento humano dependen claramente de un gen o peculiaridad cromo- somica, Los principales rasgos de Ia perso- 194 ‘alidad, como la inteligencia, las aptitudes, el control emotivo, la extraversién y, tal vez, las grandes psicosis estén ligados @ usa combinacién de genes. 3. El ambiente 21 Fl heche ambiental Los datos que acabamos de resumir ‘muestran la importancia del factor genético. Su interpretaci6n no es fécil, Prueban el peso notable de la herencia. No anulan ni amino- ran el del ambiente. Cuando parecen hacerlo Porque feat a todoe los arguments vistas subsiste un hecho ambiental inne- ‘gable. Los animales modifican su conducta por experiencia y aprendizaje. Tanto mas ‘cuanto ms se asciende en el phylum evoluti- vo, desde las taxiae y tropiemoe al condicio namiento, la solucién intetigente de proble- mas y la aparicién y uso del lengusje aticu- Jado, el trabajo, la técnica, la educacion y Ia cultura. Es claro que, en el caso del hombre, incluso si la herencia determinara por entero —aue no lo hace— las diferencias en inteli- gencia, aptitudes y temperamento, el papel del ambicnte seria todavia capital, Cada uno tendria sus dotes y peculiaridades emotivas heredadas. Pero su personalidad y su vida no estriban principalmente en ellas, sino en lo {que com ellas se hace. ¥ esto depende de la intoraccién del hombee con ot ambient. Lae ideas creencias, los conocimientos, los prejuicios y los mitos, la lengua, el arte y el Trabajo, 185 costumbres, Ios hibitos, tas actitudes, el sistema de valores, el contenido de las aspiraciones v provectos. de los afee- tos y los odios, las posbilidades y dificulta- des que la sociedad y la cultura ofrecen, todo eso depends del ambiente cn que se nace y vive, Probablemente el hombre de Cro-Mag- non tenia las mismas aptitudes que nosotros. Podia, en principio, hacer lo mismo. No Io scomama, 13s [AMBIENTE, HERENCIA Y CONDUCTA hacia. No podia realmente hacerlo. No podie, por ejemplo, ser cristiano 0 budista, hegelia- no de la derecha o de la iequicrda, Futbolista, ‘bioquimico o aviador. El ambiente, sin duda, tiene su peso. ;Cul? 3.2. El peso del ambiente Repasamos los argumentos anteriores en favor de la herencia. Veamos qué papel dejan al ambiente. Lo haremos solo respecto de la inteligencia, porque no hay espacio para més Tn que diga puede a ‘mutatis mutandis —como dije—, & 10s otros rasgos. Veremos que el modelo poligénico no es incuestionable; que la alta Heredabili- dad es discutible; que la heredabilidad es una propiedad. no de la inteligencia, sino de la poblacién en que se mide y de las circuns- tancias en que se hace; que un rasgo puede tower alla hstedabilidea cu ua vicsta publa- cién y ser al tiempo modificable por el ambiente; en el rigor, todo depende de la interaccin entre ambiente y herencia, y que, en fin, el hombre, como queda dicho, puede intervonir en ol proseso, altorando loa facto 3.3, Los modelos genéticos FI madaln managénien, relatives a los rasgos discretos, est abrumadoramente confirmado. El modelo poligénico, relativo a Jos rasgos continuos, es mas aiscunbie. Su prueba bésica es la siguiente: Si es correcto el modelo. la distribucién de 1a intelivencia debe ser normal. As{ sucede. Luego, el ‘modelo queda confirmado. EL racouaniieuw ny e> voucluycute, Ly seria si los tests midieran Ia inteligencia ‘como ef metro la estatura. No lo hacen. Que los tests miden la inteligencia no esté tan claro como que el metro mide 1a estatura. Coda teat de inteligencia ta mide a ou mane ra_y los resultados que ofrece estén, desde Pecottem, 1966 luego, influidos por muchas variables, sobre ‘todo por la experiencia previa de los sujetos. Los teats no dan medidas en escalas de intervalo, con unidad constante, lo que hace ‘que sea un tanto impropio realizar operacio- nes artiméticas con ellas, Los tests se con- ‘ruyen procurando que sus medidas se disti- ‘buyan normalmente; el que Iuego lo hagan, prueba que hemos logrado lo que pretendia mos, mo que la distribucién sea obyetivamenter normal. Hay comentes importantes en la psicologia actual (BRU- NER. HUIRIA. PIAGET) que interpretan Ia inteligencia no como una variable cuantitati- vva y continua, sino como el desarrollo pro- sgrestvo de uma serie de esurucwures cual vamente distintas a través de estadios que difieren cualitativamente entre sf. Todo ello hace algo dudoso que la distribucién normal de la inteligencia sirva como prueba estricta ning argumento. Es verdad, sin embargo, que hay datos, bioquimicos innegables sobre la transmisién de la herencia y sobre su influjo en la es- tructura y funcionamiento del organismo; que hhay anomalias claraments atribuiblec a gence Yy cromosomas; que la inteligencia medida ‘por los tests, en lo que tiene de cuantificable, ‘muestra algo comun y cuasi continuo, y que sus medidas, empiricamente ordinales, se Iwestan ser interpwetadas mediante nn modelo matemético de unidad constante, suficientemente aproximado para permitit ‘lagnosticos y pronosticos veriticables y, en ‘buena parte, verificados. Es verdad, final- ‘mente. ue el carécter normal de la distribu- cin de esas medidas, aunque sea considera- blemente antficioso, es fic de obtener y se switcia cimplsivamente cu mucstuas y yruibler ciones muy diversas, como si, en efecto, responidera a algo «objetivor, En conclusién, el modelo monogénico «std en muchos casos demostrado. El modelo poligSnico no coté cotriotaments democtradoy 195 MARIANO YELA pero es el mas plausible y coherente con los datos. 34, La heredabilidad ‘Su estimacion se apoya en lo siguien- te. Se supone que la medida de la inteligen- cia fenotipica. F. puede expresarse en fun- cin lineal de 1a inteligencia debida a facto- res genéticos, G, la debida al ambiente, E, la debida a la iuistausicu, GE, a sabes. F=G +E +(G x E). Supuesta mula la imeraccién: F = G + E. En este caso, la variabilidad de las medidas de inteligencia, es decir, la varianza fenotipica, V,, serfa igual a Ia varianza genotipica, V,, me la varianza ambiental, V,, mas el duplo de la covarianza entre genotipo y ambiente: V> = Vo + Ve + 2 Cov (GE). Supuesta mula 1a covarianza, y, consiguientemente, la corre- laci6n roe. resulta: V, = Vo + Ve. Donde Ve = V, + Vu + Vo + Vis 0s decir, la varianza ‘genotipica total seré igual a la varianza alitiva, V4y debida alos gones catictentnte heredados de cada progenitor, que puede estar incrementada por la varianza aditiva por isofenogamia, Vy, debida a que los cruces de los padres no son aleatorios, sino que los consortes se eligen de moda que son parecidos en inteligencia; més la va~ rianza debida a la dominancia, Vp, 0 inte- raccidn entre genes de un mismo locus; mas la varianza por epistasia, V, o interaccién centre genes de distintos loci Pues bien, la heredabilidad, A’, fue definida por LUSH (1940) como la fraccion de Ia varianza fenotipiea debida a diferen cias hereditarias. Conviene distinguir entre heredabilidad en sentido restringido, V,/Vp, que expresa la proporcién de la varianza estrictamente heredada de los genes de los pacires. y Ia heredahilidad en sentido lato, VelVp, proporcién debida a todos los facto- res genotipicos. 196 Se han propuesto muchas férmulas para estimar la heredabilidad, Dan resulta- dos distintos, a veces muy distintos ¢ inclu $0 no monoténicos, de modo que cuando ‘unos suben otros bajan, No podemos entrar aqui en el problema, Examinaré, como ‘muestra, una de las estimaciones més cla- ras, Me refiero a la correlacién intraclase entre la inteligencia de gemelos monocigéti- 608, Fy, criados y educados aparte Bi oupunemus que vada pas de seston tiene el mismo genotipo y que el influjo ambiental en cada par es puramente azaroso, sin que haya covarianza ni interaccién entre ‘genotipo y ambiente, podemos interpretar el fects amohiontal cama erme aleataria de la ‘medida de Ia inteligencia genotipica. Enton- es rz puede considerarse como Ia correla~ ton ‘de la inteligencta tenoupica consigo mismo y equivale al coeficiente de fibilidad de la intelizencia fenotipica, al cuadrado de la correlacién entre genotipo y fenotipo y a la razén entre la varianza genotipica y la Fonotipica, co docir, «la heredablidad: Veg Ve 2 Tag Foe Poe En efecto, en los supuestos antes men- cionados, y empleando valores diterenciales, ccuya esperanza o valor esperado vale cero —EVF) = E(G) = E(E) = 0— tendremos: Cov(FF) Tue = Tee UGE NG+E)) _ BG?) ve pues los términos E(GE,). E(GE,) v E(EsE). expresan las covarianzas entre genotipos y ambientes, supuestamente nulas. Como ia caperanea del cuadrado de la medida genott- pica es su varianza, resulta Pricthema. 196 AMBIENTE, HERENGIA Y CONDUCTA come queria demostrarse. Asimismo: Te Ba efecto: 2 _[CoVGhy _HGG+EF ve VoVe VoVe [EG)-EGBY _(EGy VoNe Ve Ve ¥ Vole Ve 2 Estos coericientes ry aunque muy atversos en distintos studios, arrojan un valor en toro a 0,75", Esa serfa la heredabilidad de la inteligencia humana. ,Qué significa? En primer lugar, esa serfa la MP en sentido lato. Indicaria la fraccién do la va rianza fenotipica debida a todos los factores genotipicos. No s6lo la parte directamente heredada, V sino la producida por domi- nancia y epistasia, Vp y V>, que en los mo- narightione ve coneiderahle Sohen toda, parte de la varianza genética se debe al cruce electivo o isofenogamia, V,, lo que quiere ‘secir que 1a varianza aaiava no es la que se cobtendrfa en una poblacién en Ia que los individuos se cruzasen aleatoriamente, sino la que se obtiene en nuestra poblacién donde Jos cOnyuges se eligen por ciertos parecidos. En muestra sociedad cote poreeido eo pogo fio en los rasgos fisicos, excepto en la ed es también pequefio en muchos rasgos de personalidad (correlaciones entre esposos de 0,10 a 0,20), pero es considerable, preci mente, en inteligencia (la eorvelacién medi ra est en tomo a 0,50)", Esto hace que la varianza aditiva se eleve aproximadamente, segiin distintas estimaciones, en 0,20, Por supuesto, este aumento es genético, pero controlado por factores ambientales: Ios usos ¥y costumbres matnmonuales de una sociedad, Debido a estos influjos mixtos de herencia y ambiente. habela que descontar de Ia 0,75 una cierta cantidad, no sabemos exacta- mente cul, pero, probablemente, en torno 2 020. Pero es que, ademés, los supuestos de correlaciGn e interaccién nulas entre el geno- tipo y el ambiente son discutibles. La corre- lacién positiva entre ambos significarfa que, en general, a mejor genotipo, mejor ambien- te, {No habré algo de e50? {No serén los, més dotados més capaces de buscar o formar un ambiente mejor? Cuesta creer que no, De hecho, cuando se ha estudiado empiricamen- te Ia cuestiGn. esta correlacién se aproxima 20,25 (pee. CATELL, 1965). De nuevo, esto aria bajar la J? estimada, Por su parte, la interacciGa signficasfa que la diferens fenotipica en inteligencia entre distintos genotipos seria distinta en distintos ambien- tes, 0, lo que es lo mismo, que los distintos ‘genotipos se aprovecharfan de manera distin- ta de los diferentes ambientes. :No parece también razonable? Es verdad que las esti- maciones de esta interaccién, en los casos hhumanos estuciados, dan valores muy peque- fios. Pero es que, en las muestras humanas, no se ha controlado estrictamente el ambien- te. Es posible hacerlo con animales. Se ‘encuentran, entonces, interacciones elevadas. Por ejemplo, cepas de ratas «listasy y «tor pes» en el laberinto, se diferencian ampli mente en un ambiente «normaly; en am- bientes «ricos» (con mayor variedad estimu- lant), las listas> apenas mejoran, pero las torpes» mejoran mucho y se acercan a las «listas»; en ambientes «pobres> (con extrema penuria estimulante), las empeoran mucho a [MARIANO YELA Yy se acercan a las «torpes»™, Varios tipos e interaccién intensa se han comprobado entre razas de perros y cepas de ratones. En este tltimo caso, cuando las madres embara- adas 9° cometioron a (imprinting) incluso intrante. tino (SALK, 1962), y, con més certeza, en Jos primeros meses (SLUCKIN, 1970, pp. 54 1 95). eof eouy perfodus extles de «octal zaciény —de «dependencia» durante el primer afto, de «autonomia» durante el se- ‘Bundo— en los que el contacto con el adulto parece imprescindible para el desarrollo normal”. Por otra parte, la pobreza 0 ea rencia afectiva y el ambiente desprovisto de variedad estimulante al principio de la vida, Puede producir el deterioro profundo del desarrollo en numerosos aspectos.fisiol6- ‘cos, afectivos ¢ intelectuales, comprobado, en algunos casos, hasta Ia adolescencia®, La mayor parte de las teorfas y mode- Jp autualcs Ue la poivolugte experliental Ue Ia inteligencia la conciben como constituida por un sistema de estrategias y principios activos de «procesamiento» de datos ordena~ dos jerérquicamente y en el que cada nivel se basa y origina on el anterior, uy com plejidad y desarrollo, hasta reorganizarse en forma superior, dependen de la experiencia Previa del sujeto, Asi, los modelos relacio- Peicotema, 1990 nados con la inteligencia artifical y la simu- lacién de conductas intelectuales mediante ordenadores clectrénicos", los thinios sno delos estrictamente conductistas, como el de BERLYNE (1965); los que proceden de Ia teorfa general de sistemas (YELA, 1974); la teorfa jerérquica de GAGNE (1961); los modelos ciheméticos, como el de MILLER, GALANTER y PRIBRAM (1960), y los neurosociales, como el de LURIA (1974); las teorias de modificacion de conducta median- te diversas clases de condicionamiento clési- 0 v operante. la imitacién activa. el condi- cionamiento vicario y la terapia cognitiva del comportamiento®, y en fin, las mltiples corrientco de la psivolugia wpuvavitiva del desarrollo mental”. Ninguna de estas teorfas niega le im- Portancia de la herencia, que impone ciertos limites potenciales, pero todas reconocen que es el ambiente el que especifica, en interac- ci6n con ella, el nivel funcional de la intel gencia. Las que ofrecen alguna precisién acerca de cuales Son 10S factores ambientales rms influyentes en el desarrollo mental y los, ‘efieren mas especfficamente ala experiencia activa del ser vivo en el contexto préximo de su medio familiar son, tal vez, las de HEBB y PIAGET, HEBB (1947, 1949, 1955, 1959) insiste sobre todo en el desarrollo de las estructuras neurol6gicas basicas. El nivel mental depen de de la complejidad y riqueza de las de relaciones pro- tectoras y seguras, se acrecen las posibi- lidadee do aprendizaje por condicionamiento, imitacién © identificacién anaclitica, que ‘enriquecen la conducta del nifio y promueven los sentimientos de simpatia y concordancia, afectiva con el ambiente y, sobre todo, con los modelos humanos”. Sobre este fondo de incipientes relaciones personales, bésica- mente seguras y concordantes, pueden ini- Liaise después lve provesos de caancipacién, Yy autonomia y desarrollarse modos de con- ducta responsable. Los efectos y carencias cstimulares y afectivos, desde el principio, ulteriormente, 1a ausencia, incoherencia, hostilidad o sobreprotecciéa de loe modelos. originan sentimientos negativos de inseguri- dad, dispatia y dependencia, provocan acttu- des cerradas y pueden retardar, detener 0 perturbar el desarrollo general y cognoscitivo de los suietos™, 5. La interaccién entre herencia y ambiente Hay datos que muestran el peso de la herencia. Los hay que muestran el peso del ambiente. Pero lo decisivo no es eso. Lo decisivo es su interaccién y el conocimiento y control de Ine maranicmae par Ine 4p actéan, El desarrollo, desde la concepeién, noes el despliegue automético de estructuras _gensticamente dadas, n! la modelacién que el AMBIENTE, HERENGIA Y CONDUCTA ambiente hace de un organismo indeferencia- do y pasivo, sino la uilizacién activa de las condiciones’ ambientales por un ser vivo genéticamente dotado. Incluso entre los genes los hay estructurales, programados para la sintesis de ciertas sustancias, y 1os hay reguladores, programados para, de acuer- 0 con lot influjos ambient inhibir y modificar los procesos”. El meca- nnismo general de Ia interaccién es poco conocido y ha sido interpretado de cversis ‘maneras. Una de las mas sugerentes os el ‘modelo del «paissie epizenético» de WAD- DINGTON (1962). El desarrollo puede ‘considerarse como la trayectoria de un punto ‘en un capacio enedimonaionel. El gonotipo ‘podria pensarse como un paisaje, con Ianu- ras, valle, colinas, ete. El fenotipo, como el punto desplazéndose. El mensaje genético sefalaria vias 0 «creodos». El influjo del ambiente podria desplazar la trayectoria del punto, que seguirfa otro creodo 0 volverfa al anterior, segsin la fuerza de la desviacién y 1a eonfiguraciou del peisaje, En wy vase, ol resultado dependeré de la interaccién. Si cambia la dotacién genética, no de cualquier manera, sino de una determinada, se produ- ce, en igualdad de condiciones ambientales, tuna determinada variacién en el comparta- rmiento. Por ejemplo, la presencia de un alelo recesivo determinado produce en los ratones la perdida del equilibrio, por estén de tos otolitos del ofdo intemo. Si cambia el am- biente, no de cualquier manera, sino de una determinada, se produce, en igualdad de condiciones genéticas, una determinada ‘variacién del comportamiento, tal vez la misma. Por ejemplo, el mismo desequilibrio se produce dando a los ratones normales una dicta desprovista de manganeso. Ei tenotipo puede deberse a una variacién genética fespecifea, en ambiente «normals. 0 una variacién ambiental espectfica, con genes «enormales» (fenocopia). La relacién genoti- po-cumnportaicuw wv 6 fatal. Si ve woneres Peicotnoma, 1008 puede tal vez controlarse, mediante modifi- caciones determinadas del genotipo (consejo _gcnético, ingenicria genética) 0, més féci ‘mente, por el momento, mediante modifica- ciones espectficas del ambiente, Si los rato- nes gestantes portadores del gen dafiino son alimentados con dietas abundantes en manga- reso, la descendencia mutante no padece Ia anomalia. Lo mismo acontece en el hombre. La llyonrenia feuipisévivs cout prude pou un gen recesivo que perturba el metabolismo de la fenilalanina. Si el recién nacido recibe tuna dieta con la dosis adecuada de fenilalani- na, su inteligencia tiende a desarrollarse con normalidad. La galactosemia es, tamhién, un defecto heredado que lleva a la debilidad ‘mental: basta dar al nifio una dieta sin galac~ tosa, para evitar el defecto. Asimismo, 1a heredabilidad de los rasgos continuos, inde- pendientemente de su cuantia, no es una propiedad intrinseca del rasgo; refleja las condiciones de una determinada poblacién ‘Si cans condiciones 96 alteran, la dictribuciéa del rasgo se modifica. La cuestiGn es saber qué hay que modificar y cémo, cudles son los mutantes genéticos y los mutantes am- bientales apropiados y cudles son sus meca- nismos de accién. La relacién entre la he- rencia y el medio no es tanto un hecho como un reto al trabajo, al ingenio y a la decisién del hombre. En realidad es lo que, si bien se mira, decfan GALTON y WATSON, cuando sus frases se interpretan como debe, pero no suele hacerse, en su. contexto. GALTON afirmaba que la herencia es mucho. mis importante que el ambiente «cuando las diferencias del ambiente no exceden de las que comunmente acontecen entre personas de la misma condicién social y ta misma re- ei6n». Ahi esté el auid: que las condiciones ambientales sean parecidas. Porque pueden ser muy variadas 0, més simplemente, pue- dua variar en cl factor epertuno, como con 209 MARIANO YELA sumir 0 no galactosa; entonces, el ambiente ¢s lo decisive. WATSON se comprometia a Jogar cualquier cosa de cualquier nifo, pero agregaba que, para eso, los nifios tenfan que ser «sanos y bien formados» y que él habria de disponer «del tipo de ambiente especifico que deseara para criarlos», De nuevo, ahi esti et quid. ; st tos ninos no son nereatta- riamente «sanos»? ,Y si estén, para empezar, muy diversamente «formados»? Y, sobre todo, jen qué consiste, en cada caso, el ambiente que justamente se necesita? Afiadia WATSON quc 0 afirmecién iba wméo alld de los hechos», pero alegaba que «también sus contrincantes lo hacian». Tena razén. Todos vamos més allé de los hechos. No hay més remedio. Los hechos no vienen por si rigmos claros, ardenados y suficientes. Hay ‘que buscarios y comprobarlos. Para eso, es preciso elegirlos, observarlose interpretarls: Ir siempre mas alla de ettos, Los hechos de nuestro tema son, en resumen, los siguientes: Muchos rasgos discretos del comportamiento dependen de un gen 0 un cromosoma; la mayor parte de los rasgos continuos dependen de muchos ‘genes y deben la mitad o més de su varianza fenotipica a diferencias hereditarias. Estas dependencias ocurren en determinadas cir- ccunstancias: si éstas se modifican, aquéllas varian, El hecho decisivo es la interaccién entre herencia y ambiente. El problema ccistvo es descubrir el mecanismo de esta interaccin, El hecho capital consiste en que el ambiente no es, sobre todo en el caso del hombre, un mero conjunto de estimulos que objetivamente interactéa con un mero con- junto de catructuras orgésicas. Tl hombre <2 un ser vivo, activo, consciente y personal, ‘que asimila el ambiente a su propio funcio- namiento y lo incorpora interpretativamente 4 sus proyectos. El ambiente es una realidad ida In del propia organiema y ot dotacién y mecanismos genéticos— con la que el hombre se encuentra, de la que se hnace probiema y que, segun’sus proyectos, conocimientos y técnicas, pueden modificar. La cuestiGn dltima va més allé de todos estos hechos, Consiste en decidir qué hacer con ellos. Referencias Ajuriaguer, J. (1977). Manual de Psiquitria Infantil. Barcelona: Toray Masson. ‘Abia Miran, C. (1966). The suucesflrear- date. Hato Rey, Puerto Rico: Division of Education, Commonwealth of Puerto Rico. ‘Alexander, H.B. (1922). 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