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i de la nova oralitat i musicalitat perio- temps és, al meu parer, potser massa opti-
dística, la ràdio. mista; en conseqüència, és molt més crí-
L’obra finalitza amb dos articles dels tica amb els seus crítics que no pas amb
editors, que abasten temporalment la la realitat i la virtualitat: «no se la ha valo-
segona meitat del segle XX, i temàticament rado por lo que és o podría llegar a ser,
un seguit de matèries que explicitaré més sino por lo que representa o parece repre-
avall. El tot, emmarcat amb una rigoro- sentar», diran de la televisió, però la seva
sa reflexió teòrica sobre el paper de la afirmació sembla igualment vàlida per a
informació i de la comunicació en els nos- tot el sistema informativocomunicatiu.
tres dies, reflexió que vira des de l’empresa L’obra, doncs, ens presenta un pano-
fins a l’informador, des de l’Estat fins als rama múltiple de l’evolució del periodis-
intel·lectuals, des de la tècnica fins als llen- me occidental en aquests dos darrers segles
guatges, des de la tematització i l’agenda —i els seus antecedents—, amb perspec-
fins a la globalització, per acabar amb la tives dissímils i creuades, en què indubta-
digitalització i la intercomunicació electrò- blement predomina l’empresa periodística
nica. Les matèries tractades, tot i centrar- i el periodista sobre el seu receptor, i que
se en la televisió —amb una especial planteja prou preguntes i dóna prou res-
atenció a la imatge i a les emissores «tot postes com per enriquir el lector i fer-lo
notícies»—, són variades: des dels grans reflexionar. Cosa que fins ara era impos-
diaris «llatins» fins a les revistes alema- sible de trobar en una obra de síntesi, i
nyes, des del periodisme d’investigació més encara si tenim en compte la preca-
nord-americà fins al nou new journalism rietat de la bibliografia a l’abast en els idio-
o el periodisme contracultural, passant mes ibèrics.
per les versions informativopropagandís-
tiques de les guerres, des del Vietnam fins Francesc Espinet i Burunat
al Golf. S’hi troba a faltar, però, la ràdio. Universitat Autònoma de Barcelona
La visió global dels autors sobre el com- Departament d’Història Moderna
plex món de la comunicació en el nostre i Contemporània

DUCH, Lluís
Mito, interpretación y cultura
Barcelona: Herder, 1998

He aquí, por fin, vertido al castellano fecundo, Duch ha descrito con meneste-
desde su catalán original, un libro mayor, rosa discreción una trayectoria intelectual
de ésos que sólo surgen de vez en vez por de coherencia y vuelo poco comunes en
nuestros pagos. Hace ya muchos años que este país, donde las carreras fulgurantes y
el antropólogo y teólogo Lluís Duch el chisporroteo del publish or perish
empezó a encaminar sus investigaciones («publica o perece») medran a sus anchas.
hacia el estudio del mito, estimulado por Durante tres décadas, apartado de la
algunos de los profesores que conoció algarabía mediática y del noble pero arduo
durante su doctorado en Alemania trasiego de las aulas, Duch ha querido y
—Ernst Bloch y Hans Blumemberg, entre podido urdir morosamente una obra de
otros— e inspirado, ante todo, por sus perfil y ambición singulares, cuyas fuen-
propias preocupaciones antropológicas. tes primeras proceden de su formación
Desde aquel entonces fértil pero aún titu- teológica en el monasterio de Montserrat
beante hasta este hoy decididamente y de sus estudios de doctorado en
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Alemania. Andados los bastantes años y cualquier tratamiento del mythos y/o del
empeños, el vasto caudal acumulado logos es la cuestión capital de la antropolo-
irrumpió sin alharacas pero con gran con- gía: ¿qué (quién) es el hombre? La com-
tundencia en 1995 y 1996, cuando —se plementariedad por la que abogamos como
diría que de puntillas— llegaron a las óptima introducción en la logomítica con-
librerías catalanas Mite i cultura y Mite i siste en primer término en el firme polifa-
interpretació, los dos volúmenes consecu- cetismo. Es decir, se deben desterrar, desde
tivos que conforman la versión original el mythos y desde el logos, los discursos glo-
de la obra que ahora comentamos: Mito, balizadores, porque el hombre es una uni-
interpretación y cultura. Aproximación a la dad de contrarios (coincidentia oppositorum):
logomítica. ahí radica su grandeza.
Fruto, pues, de una lenta maduración
intelectual —y vital, como se adivina tam- Para poner en pie su muy erudita intro-
bién—, Mito, interpretación y cultura se ducción a la logomítica —esto es, a una
propone elucidar, desde la perspectiva perspectiva antropológica que integre esa
antropológico-filosófica por la que ha dis- doble condición, inalienable de lo huma-
currido la formación intelectual de Duch, no y de su historia—, Duch se vale de un
el papel crucial que el mito y lo mítico método argumentativo y expositivo que,
ejercen en la constitución humana. La en el mejor sentido de la palabra, cabe
que puede considerarse como tesis cen- denominar germánico. En vez de buscar
tral del razonamiento del autor reza como la seducción rápida del lector mediante
sigue: contra lo que suele creerse, el mythos el retruécano relampagueante y los ful-
nunca fue arrinconado y superado por el gores de estilo —característica de cierto
logos —en un illo tempore legendario que ensayismo afracesado, aún en boga— o
el sentido común propende a alimen- de conformarse con soslayar los muchos
tar—, sino que el mythos (imagen, fábu- escollos que encuentra en su camino
la, símbolo, relato) forma parte de la echando mano del argumento lapidario,
entraña misma de la humana condición, el regateo de la dificultad o el cómodo
en todo tiempo y lugar, y en todo tiem- reduccionismo —rasgo de la abundante
po y lugar entabla una intensa dialéctica producción intelectual midcult de la hora
con el logos (concepto, razonamiento, aná- presente—, Duch decide transitar el vas-
lisis). El ser humano es, como escribe el tísimo territorio propuesto a cara descu-
autor en la conclusión de su vasta obra, bierta, sin ahorrarse los esperables
coincidentia oppositorum (p. 507): atolladeros que ese camino depara sin
remedio.
Una introducción a la logomítica, tal como Para empezar, el vehículo que escoge
la entendemos, debe edificarse a partir de la para cubrir su periplo no es el ensayo sino
premisa de que mythos y logos se compor- el tratado, un género poco cultivado dadas
tan entre sí complementariamente, porque las muchas dificultades que ofrece y el dis-
instituyen praxis pedagógicas que también ciplinado esfuerzo que requiere. Y luego
son complementarias. En nuestra exposi- pone en práctica un método de indaga-
ción, para llegar a este punto hemos tenido ción poco apto para afanosos construc-
que dar grandes rodeos, ya que, en último tores de currículos: un ordenado diálogo
término, desde la perspectiva del mythos, con los autores que, desde perspectivas
debíamos plantear todas las cuestiones que muy diversas, han abordado el estudio del
tradicionalmente han sido el ámbito privi- mito. Así, después de dedicar el primer y
legiado del logos, es decir, de los plantea- segundo capítulos de la obra a establecer
mientos filosóficos. Sin embargo, somos unas «acotaciones previas a la problemá-
del parecer que la cuestión implícita en tica del mito» y a tratar del mito y de su
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definición, el autor propone una «breve plexio oppositorum, de una armónica y cre-
panorámica histórica» por la que transi- adora disposición de los diversos elemen-
tan las interpretaciones del cristianismo, tos que constituyen la humanidad del
las culturas no europeas, la Ilustración, el hombre, por muy opuestos y excluyentes
Romanticismo, la arqueología y, ante que puedan parecer a primera vista. En este
todo, la antropología, disciplina que cono- sentido, la coordinación humanizadora
ce íntimamente. Tal conocimiento le per- entre la narratividad del mythos y la «logi-
mite exponer de manera articulada las cidad» del logos debería constituir el mode-
interpretacions que del mito han hecho lo por excelencia de la armonia interna de
las más relevantes escuelas antropológi- la humanidad del hombre; armonía que
cas: la inglesa, la francesa, la alemana y la siempre se consigue cuando sus distintas
estadounidense. capacidades expresivas, lógicas y míticas se
A continuación, semejante trabajo de coordinan en un todo armónico y, al
cimentación pone las bases necesarias para mismo tiempo, inestable, porque, como
el abordaje, ahora ya no histórico sino una especie de creación continua, hay que
teórico, de los «grandes temas en torno al corregirlo ininterrumpidamente por medio
mito», sección a mi juicio crucial de la de una experiencia, de una praxis interco-
magna obra que comentamos. Duch municativa siempre iniciada de nuevo.
reflexiona aquí sobre la relación entre mito
y narración, mito y cultura y mito e his- Completada así la primera sección de la
toria, cuestiones todas ellas, nótese bien, obra, Mito y cultura, Duch prosigue en
no sólo relevantes para la puesta en pie la segunda y última, Mito e interpretación,
de la antropología general que el autor su cuidadoso, pormenorizado diálogo con
propone, sino para la construcción de una los diferentes modelos, autores y escuelas
muy necesaria —y, hasta el momento, de interpretación del mito. El autor
apenas cultivada en nuestro país— antro- empieza su exposición aludiendo a los
pología de la comunicación mediática. modelos interpretativos clásicos, que in-
Una disciplina ésta que, por cierto, debería cluyen los de signo racionalista, los que
tener bien presente el papel capital que la proponen una explicación alegórica del
palabra humana ejerce en todas las for- mito (de Filón de Alejandría al
mas de conocimiento, comunicación y Romanticismo alemán), las interpreta-
expresión existentes y posibles. Valga el ciones evemeristas y, en fin, los que con-
siguiente razonamiento de Duch para ilus- ciben el mito como «enfermedad del
trar este aserto (p. 172 y 173): lenguaje».
La segunda parada de su excursión la
Sea como sea, se puede afirmar que la varie- dedica a cuatro perspectivas interpretati-
dad y las modalidades de la palabra huma- vas que han ejercido honda influencia en el
na constituyen, en el fondo, los síntomas pensamiento del siglo XX: la «ritualístico-
más elocuentes del polifacetismo radical sociológica», representada, entre otros, por
del ser humano, que se muestra mediante James Frazer, Edward B. Tylor, Emile
la variedad de las formas expresivas, en el Durkheim y Marcel Mauss; la funciona-
ámbito del pensamiento, de la acción y de lista, representada ante todo por Bronislaw
los sentimientos. Hay que advertir que no Malinowski; la psicológica, que encuentra
se trata (que no debería tratarse) ni de una en Friedrich Nietzsche, Sigmund Freud,
complejidad amorfa, desestructurada, caó- Carl Gustav Jung y Eugen Drewermann a
tica, ni tampoco de una complejidad regu- sus principales cultores; y la estructuralis-
larizada con una disciplina cuartelaria, ta, capitaneada por Claude Lévi-Strauss.
«vertical y piramidal», sino, en el sentido En la tercera y cuarta estaciones de su
más amplio de la expresión, de una com- recorrido a través de las interpretaciones
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del mito, Duch glosa las interpretaciones periplo descrito desemboca felizmente
filológicas de Karl Philip Moritz, Johann en el último capítulo, «El alcance de la
Gottfried Herder y Friedrich Schlegel y, logomítica», que es, a la vez, una reca-
en seguida, las que él denomina «explica- pitulación de lo ya dicho y una puerta
ciones trascendentales», de signo abierta- abierta a meditaciones futuras, propias
mente filosófico, entre ellas las de Georg o ajenas. En efecto, Duch plantea en este
W. Hegel, Georg F. Creuzer, Friedrich apartado final una ponderada reflexión
von Schelling, Ernst Cassirer, Mircea acerca de «la centralidad de la palabra en
Eliade, Hans Blumemberg y Kurt la existencia humana»; reflexión que,
Hübner, por citar las principales. desde una sensibilidad marcadamente
Aunque se trata, como es notorio, de antropológica, entronca con el papel cru-
una muy erudita exposición de ideas acer- cial que la filosofía contemporánea atri-
ca del mito y de su presencia en la histo- buye al lenguaje y, en fin, con el llamado
ria, de la que cualquier lector —lego o «giro lingüístico». Como escribe el autor
experto en la materia— sacará sin duda (p. 456):
gran y duradero provecho, me parece
necesario destacar que Lluís Duch esta- El largo recorrido que hemos realizado en
blece su coloquio a muchas bandas no la primera y en la segunda parte de este
apañando un mero escaparate de ideas estudio nos ha permitido captar, a través
ajenas, carente de actitud y vertebración de las numerosas interpretaciones que se
interpretativa propias, sino, muy al con- han hecho del mito en la historia de la cul-
trario, tomando éstas como eje de su tura occidental, la centralidad de la pala-
exposición. bra en la existencia humana. Una palabra,
El lector es llevado a conocer la tradi- sin embargo, que es realmente aquello que
ción interpretativa acerca del mito por ha de ser si irrumpe diferenciadamente y
experta y delicada mano. Duch urde su complementariamente en la vida de los indi-
tapiz expositivo tejiendo los muy distin- viduos y de los grupos humanos; si se com-
tos hilos que convoca, acierta a traerlos a porta, al mismo tiempo, como mythos y
colación con criterio y sentido de la opor- como logos. Eso significa que las cuestio-
tunidad y logra que tal polifonía no resul- nes fundamentales, fundacionales que
te enumerativa ni abrumadora. Pero hace nunca deja de plantearse el hombre serán
todo eso apoyado en una urdimbre inter- bien planteadas o, al contrario, propicia-
pretativa de su cosecha, en la que tales rán el hundimiento de su humanidad a tra-
cabos sueltos se engarzan y encuentran vés del «buen uso» o del «mal uso de la
precisa articulación. Mito, interpretación palabra». Brevemente: no existe vida huma-
y cultura no es, en fin, simple manual na al margen de la realidad polifónica del
trenzado con mimbres ajenos, sino un tra- homo loquens.
tado sumamente articulado, concebido
por un autor informado y singular, que En esta postrera reflexión acerca del
al cabo de muchos trabajos y días ha alcance de la logomítica desde lo que José
logrado destilar un pensamiento propio María Valverde llamó «toma de cons-
acerca de un asunto crucial y enmaraña- ciencia lingüística», Lluís Duch, corona-
do en extremo. da ya su intrincada edificación, se permite
Si el viaje que el autor propone al lec- abordar la parte más tentativa, más ensa-
tor comienza con un ineludible pórtico yística de su obra. La reflexión acerca de
introductorio a la complejidad del tema las relaciones que la palabra guarda con
propuesto, si después se adentra en el el pensamiento, la alienación, la traduc-
proceloso mar que sumariamente he ción, las mediaciones y la racionalidad
intentado glosar, podemos decir que el culmina con una arriesgada pero suge-
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rente tesis: la de que en las últimas déca- las íntimas relaciones que éste establece,
das del siglo XX ha ido afirmándose una en todo tiempo y lugar, con la razón y la
creciente crisis expresiva o crisis gramati- ciencia, aparece en una época harto nece-
cal, una paulatina dificultad de los indi- sitada de este género de meditaciones. El
viduos para empalabrar la realidad, esto desconcierto característico de la llamada
es, para dar articulación significativa, sen- postmodernidad, puesto de manifiesto en
tido a su experiencia. En apoyo de esta el eclipse del pensamiento crítico y en la
idea turbadora —que a buen seguro algu- apoteosis de la racionalidad tecnológica,
nos no compartirán, pero que todos, sin suscita una nutrida retahíla de inquie-
excepción, deberíamos incorporar a nues- tantes preguntas que sólo es posible empe-
tras meditaciones—, Duch cita abun- zar a contestar recurriendo decididamente
dantemente a George Steiner, el influyente a estudios como el que reseñamos.
autor de Lenguaje y silencio, Extra- Singularmente afectado por esa insidiosa
territorial, Antígonas o Presencias reales. pandemia, el ancho campo de la comu-
Las preguntas que Duch lanza al aire son, nicación mediática precisa urgentemen-
cuando menos, muy inquietantes para te este tipo de abordajes.
aquéllos que nos dedicamos al estudio de Aunque Lluís Duch ha dado a la
la comunicación (p. 461): imprenta en los últimos años obras tan
valiosas como Religión y mundo moderno
En esta situación crepuscular, la pregunta (1995), Antropologia de la religió (1997),
fundamental y, además, ineludible es: ¿qué La educación y la crisis de la modernidad
clase de comunicación será posible en la (1997) y Simbolisme i salut (1999) —pri-
época del epílogo, del tiempo posterior a mera entrega de una vasta Antropologia de
la palabra? Dicho de otro modo: en la la vida quotidiana en ciernes—, Mito,
época de la información de alcance gigan- interpretación y cultura es, tal vez, su obra
tesco, ¿cómo se deberán emplear las expre- más importante, y, a no dudarlo, una de
sividades humanas para poder evitar las las más relevantes que ha dado el pensa-
trampas de la incomunicación, es decir, de miento español durante los últimos años.
las palabras sin contenido ideológico, emo- Insólita por su ambición y por sus logros,
cional y experiencial? Porque el peligro que pero también por su laboriosa, paciente
ahora mismo asedia al lenguaje humano se construcción. Y, ante todo, valiosa por las
puede resumir con una expresión: ausen- muchas puertas que abre a la reflexión
cia real. En lugar de ser el vehículo de la sobre éste y otros campos conexos
presencia, las expresividades humanas, con —como el comunicativo, sin ir más lejos.
frecuencia, se han transformado en señales Si los estudiosos de la comunicación
de vacío; el vacío en forma de opresión, de mediática, a menudo enzarzados en el
vulgaridad, de desmantelamiento de las cre- minucioso recuento de árboles, le dis-
encias, de perversión de las palabras más pensamos la atención que merece, tal vez
sublimes. Volver a encontrar el «lugar pro- acertemos a barruntar la entera presencia
pio de la palabra» debería ser la labor prio- del bosque.
ritaria de la logomítica como genuina praxis
antropológica. Albert Chillón
Universitat Autònoma de Barcelona
Me parece necesario señalar que la Departament de Periodisme
reflexión de Duch en torno al mito y a i de Ciències de la Comunicació

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