Capitulo 5
LAERA DE HAMMURABI
Para todos los tiempos venideros, que cualquier rey que
surjaen esta tera observe las palabras de
justia que yo inserbi en mi estela. Que no
cambie la ley en los casos de esta tierra que yo juzgué,
ni los vereictos de esta irra que yo apiqu€. Que
‘no revoque mis decrets,
Eutela de Hammurabi
Los amoRréos
‘Tras la caida de la Tercera Dinastia de Ur, los amorreos se habfan
extendido por todo Irak, desde las tierras altas al este del Tigris hasta
los principales centros urbanos de las lanuras aluviales. A pesar de
ue los sumerios los habfan despreciado con altanerfa por bérbaros que
vivian en tiendas de campaiia, y a pesar de que en su propio lenguaje
camorreo» significaba némada, ;quién era en realidad aquella gente?
‘Algunos amorreos eran, en efecto, ndmadas y pastores que vivian a lo
largo del Eufrates medio, pero otros eran pobladores urbanos en su
tierra natal, en el norte de Siria.' Todos ellos hablaban una lengua se-
mitica occidental generalmente entendida, aunque escribfan en acadio
Y sus eruditos se atrevian también con el sumerio.” Una vez estableci-
os en Irak, los amorreos se adaptaron a su nuevo entorno basicamen-
te de tres maneras.
LA ERA DE HAMMURABL 9
Una fue la imitaciGn servil. En 2017 a. C. una nueva dinastfa surgis
en Isin, un centro de conocimiento tradicional sumerio, cuyo princi-
pal santuario estaba dedicado a Gula, diosa de la sanacidn, El funda-
dor de la dinastia, Ishbi-Erra, habia servido como funcionario provin-
cial bajo Ibbi-Sin, y accedi6 al poder exigiendo concesiones a su
asediado soberano, Ishbi-Erra y los reyes de Isin que le sucedieron se
representaron a si mismos como legitimos sucesores de la Tercera
Dinastfa de Ur. Asf pues, escuchaban, por ejemplo, himnos sumerios
répidamente creados en su honor; proclamaban solemnemente los
vvejos titulos sumerios de la realeza; y affadieron la dinastfa de Isin a
Ja antigua lista de reyes sumerios y acadios.?
‘Una segunda adaptacién amorrea adquiri6 Ia forma de afirmacién
ppragmética de sus propias costumbres y actitud comercial. En Larsa,
sede de una dinastfa rival, vemos a una amplia comunidad amorrea,
donde, en su mayoria, s6lo los eruditos y los sacerdotes tenfan nom-
bres sumerios. Los notables de Larsa tenfan dinero para gastar y asi
lo hicieron, comprando y vendiendo lotes de viviendas urbanias y
jardines hasta que, en pocas generaciones, fueron propictarios de
casi todas Ias tierras del centro de Larsa, en cuyo mejor barrio esta-
‘ban ubicadas sus espaciosas mansiones. Los recién llegados invirtieron
también en trabajo y materias primas, hablando en el lenguaje de los,
negocios con un ligero barniz legal sumerio, aunque la familia real
cultiv6 en la corte un estilo literario sumerio pedante y barroco. Aquél
cera un mundo de emprendedores hombres de negocios que ostentaban
puestos de responsabilidad en la cfmara de comercio, cuyos hijos ¢s-
tudiaban literatura sumeria en academias privadas, aunque sus abue-
Jos hubieran cuidado rebafios de ovejas. Los reyes de Larsa confiaban
en ellos para gestionar la administracién urbana, igual que confiaban en
los jeques de las tribus némadas del campo para recaudar impuestos,
reclutar contingentes militares y destacamentos de trabajo, y para ad-
‘ministrarjusticia. A cambio, los notables de Larsa controlaban el co-
‘mercio local, el sistema tributario y la agricultura, creando ventajosas
‘oportunidades y una red de clientes, y se adjudicaron una especie de
legitimidad social urbana
La tervera manera fue la de hacer alarde de su pasado amorreo, de
suscribirse a un mito de orfgenes que nada tenfa que ver con los anti-
‘guos reyes sumerios, sino que se remontaba a legendarios ancestros
némadas, denominados con orgullo «reyes que moraban en tiendas» ?
Para estos amorreos, el medio oficial de expresidn era la nueva lengua80 [LAS CIVILIZACIONES ANTIGUAS DE MESOPOTAMIA
formal babilonia, en parte acadia, en parte amorrea, y también con
influencias sumerias, que se entendfa desde Siria hasta el Golfo. Com-
partian también una forma de ver el mundo, con namerosos preten-
dientes al poder, que desconfiaban profundamente unos de otros y con
razén. Un rey de Babilonia nos cuenta que derrot6 a veintiséis reyes
‘en menos de seis meses, y los archivos de Mari hablan de 160 reyes
distintos en su horizonte en un perfodo de treintaafios.* Era una cultu-
1a politica de aianzas constantemente cambiantes, tanto militares como
‘matrimoniales. Un rey escribié de otro:
Hace la paz con un rey y presta juramento, después hace la paz con
‘otro rey y presta juramento, luego repudia al anterior rey con quien hizo
la paz y también al nuevo rey con el que hizo la paz. {Su pacificacign y
surepudiacida cambiarén en pocos meses!”
Entre las muchas personalidades dinmicas de esta era, hemos de
destacar tres: Rim-Sin, Shamshi-Adad y Hammurabi
Riw-Sin, Rey De LARSA
En 1822 a, C., Rim-Sin accedié al trono de Larsa, que habia com-
petido con Isin durante todo el siglo anterior por el control de Babil
hia, asf como por el reconocimiento por parte de Nippur de su dinast
‘como los verdaderos «reyes de Sumer y Akad. A mediados de su
reinado de sesenta alos, tras establecer gradualmente su dominio so-
bre gran parte de las viejas ciudades sumerias, Rim-Sin finalmente
destruyé Isin. Sus conquistas siguieron la estrategia militar bésica del
perfodo: avanzar rfo arriba desde la ciudad enemiga, cortar 0 dismi-
nuir el suministro de agua y después atacar. Isin fue quizé la culmina-
cin de sus ambiciones, porque fech6 los afis restantes de su reinado
desde «Avo I, Isin conquistado» hasta «Avfo 30, Isin conquistado>.*
‘La abundante correspondencia y los documentos comerciales de
las principales familias del reino de Rim-Sin revelan una sociedad
atareada prestando dinero y comprando y vendiendo viviendas, cam-
pos y huertos. También florecié el comercio intemacional, del que te-
rnemos mejor conocimicnto a través de los archivos de negocios de
‘media docena de prOsperas familias de Ur, algunas de las cuales im-
portaban metales de Dilmun (Bahréin) en el Golfo. Esto implicaba
[LA ERA DE HAMMURABL al
equipar un barco, reunir el capital, y esperar ganar un abultado benefi-
cio de Ia aventura. Agradecidos por haber realizado viajes ventajosos,
2 menudo dedicaban maquetas de barcos de plata al templo de Nanna-
Sin en Ur? No obstante, por cartas de mercaderes a sus agentes y co-
legas comerciantes sabemos més acerca de sus enojos diarios que de
sus éxitos a largo plazo:
‘Cuando viniste [a Ur], 16 dijiste esto: «Le daré buenos lingotes a
Gimil-Sin [agente del que escribe)». Viniste y dijste esto, pero no lo
hiciste. Ofreciste a mi agente lingotes de mala calidad, y dijiste: «Si los
‘vas a coger, c6gelos, sino los vas a coger, mérchate». ;De verdad me
tratarias de esta manera y me despreciarfas asf, siendo ambos caballe-
108? ... {Qué otro de entre los comerciantes de Dilmun me ha tratado
nunca de este modo?!
‘SHAMSHI-ADAD, REY DE LA ALTA MESOPOTAMIA
Shamshi-Adad fue la figura dominante de finales del siglo x0x y
principios del xvm a. C. Crecié en una regiGn sometida a los reyes de
Eshnunna, que se consideraban continuadores de la gran tradicién de
los monarcas acadios, lo mismo que los reyes de Isin se habfan investi-
do del brio de la dinastia de Ur. Uno de los reyes de Eshnunna adopts
incluso el nombre de Naram-Sin, conquist6 Asur y penetr6 en Siri.
Poco sabemos de las primeras épocas de la vida de Shamshi-Adad ni de
sus origenes familiares. Desde Ekallatum en Asiria, Shamshi-Adad se
dirigi6 a Babilonia esperando, todo el tiempo, al parecer, la hora propi-
cia y acariciando sus propias ambiciones de seguir el ejemplo de los
{amosos reyes guerreros acadios, a los que honraba como sus ancestros.
Con la muerte de Naram-Sin de Eshnunna, se presenté la oportunidad
de Shamshi-Adad, y no tardé en aprovecharla, Regres6 a Ekallatum,
reclut6 un ejérito ¥ conquist6 répidamente un vasto terrtorio, desde el
‘gran recodo del Eufrates en Siria hasta el norte de Babilonia. Estaba
destinado a gobemar por lo menos sesenta afios, denomindndose a sf
mismo «rey de Akkad>, entre otros ttulos. Hacia el final de su vida,
realiz6 una visita sentimental a las ruinas de la capital de Sargén, seein
una carta en la que dice: «Ahora estoy en Agadé».!
En la ciudad de Shehna (la moderna Tell Leilan) en el este de Si
ria, Shamshi-Adad estableci6 su propia capital, dindole el nuevo nom-