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Ce eee Mie ae ue ean Ro DU Re kn RU oc persona no deberia considerarse culta si no tiene un conocimien- ee ee eee nce see a See ue one eee eee «Conocerse a si mismo» y conocer nuestro lugar en el mundo Re ener ek Renee eR See an er Cee Re ee re ee ac Cee ec ea lec Cuca ed A ete kee na un ad ean ee oe ey Creek keen cacy Seen ae ee See eet Mae eee eee as PTT ferme Ernst Mayr ASi ES LA BIOLOGIA ys: Via ee DEBATE (arene Emst Mayr es profesor emérito de la catedra Alexander Agassiz de la Universidad de Harvard y autor de numerosos libros, entre ellos The Growth of Biological Thought y One Long Argument: Charles Dar- win and the Genesis of Modern Evolutionary Thought, ganador en 1992 del premio Phi Beta Kappa al mejor libro cientifico. Ha recibido, ademas, otros muchos premios y titulos honorificos, entre ellos la Medalla Nacional de la Ciencia, el premio Balzan y el premio Japon. Es miembro honorario de numero- sas asociaciones cientificas de todo el mundo. Version castellana de Juan Manuel Ibeas Libros, Revistas, Intereses: http:// thedoctorwho1 967. blogspot.com.ar/ Ernst Mayr ASIES LA BIOLOGIA Version castellana de JUAN MANUEL IBEAS Quedan rigurosamente prohibidas, sin a autorizacin escrita . Atin més en boga que «energia» estaba la palabra «movimiento para explicar los procesos vitals, incluidos los de desarrollo y adapta- cién, DuBois-Reymond (1872) eseribié que el conocimiento de a natu- raleza «consiste en explicar todos Jos cambios del mundo como conse cuencia del movimiento de stomos»; es decir, en «reducir los procesos naturales a 1a mecénica de los étomos... Cuando se demuestra que los cambios de todos los cuerpos naturales se pueden explicar como una suma constante... de energia potencial y cinética, no queda ya nada por explicar en dichos cambios». Sus contemporéneos no parecfan advertir que estas afirmaciones no eran més que palabras vacias, sin evidencia sustancial y con muy poco valor explicativo, La creencia en la importancia del movimiento de los étomos no era exclusiva de los fisicistas: también la compartfan algunos de sus opo- nentes, Para Rudolf Kélliker (1886) -un cit6logo suizo que se percaté de ue los eromosomas del icleo intervienen en la herencia y de que los espermatozoides son células-, el desarrollo era un fenémeno estricta- mente fisico, controlado por diferencias en los procesos de crecimiento: «Basta con postular la ocurrencia en el nticleo de movimientos regulares Y tipicos, controlados por Ia estructura del idioplasma», en Como queda de manifiesto en las declaraciones del boténico Kar! Wilhelm von Nageli (1884), otra de las explicaciones fayoritas de los mecanicistas consistia en invocar «movimientos de las partes més pe- queitas» para explicar «la mecénice de la vida orgénica»’. Para E. So burger, uno de los principales botaricos de la época, el efecto del nticleo sobre el resto de Ia célula -cl citoplasma~ consistia en «una propagaci6n de movimientos moleculares... de un modo que podrfa compararse a la transmision de un impulso nervioso»: no se trataba, pues, de un trans- porte de materiales. Por supuesto, esta idea es completamente errénea, Estos fisicistas nunca se dieron cuenta de que sus declaraciones sobre energia y movimiento no explicaban absolutamente nada. Los movi mientos, si no se dirigen, se producen al azar, como el movimiento brow. niano. Algo tiene que dar direccién a esos movimientos, y en eso preci- samente insistfan siempre sus adversarios vitalistas. 2 Donde mas quedaba en evidencia la debilidad de las interpretacio- nes puramente fisicistas era en las explicaciones de la fecundacién. Cuando F. Miescher (disefpulo de His y Ludwig) descubrié el écido nucleico en 1869, crefa que la funcién del espermatozoide era pura- mente mecdnica, consistente en iniciar la divisién celular. Como con- secuencia de esta ofuscacién fisicista, Miescher no se percat6 de la im- portancia de su propio descubrimiento, Jacques Loeb sostenfa que los agentes verdaderamente fundamentales de la fecundacién no eran las nucleinas del espermatozoide, sino los iones. Casi da vergilenza leer a Loeb cuando afirma que «el Branchipus es un erusticeo de agua dulce que, si se crfa en una solucién salina concentrada, se hace mis peque- fio y experimenta algunos otros cambios; en este caso, se le llama Ar- temia». Los conocimientos biolégicos de los fisicistas no estaban a la altura de su refinada formacién quimica y, sobre todo, fisico-quimica. Ni siquiera Sachs, que tan diligentemente estudid los efectos de diver- sos factores extrinsecos en el crecimiento y la diferenciacién, parece haberse planteado en algiin momento la cuestién de por qué las semi- las de diferentes especies de plantas, criadas en idénticas condiciones de luz, agua y nutrientes, daban lugar a plantas de especies completa- mente diferentes. Posiblemente, la escuela mecanicista més intransigente de la biolo- gia moderna fue la de la Entwicklungsmechanik, fundada hacia 1880 por Wilhelm Roux. Esta escuela de embriologia representé una rebeliGn contra la parcialidad de los embridlogos comparativos, que s6lo estaban interesados en cuestiones filogenéticas. Uno de los colaboradores de Roux, el embridlogo Hans Driesch, empez6 siendo mas mecanicista atin que él, si eabe, pero con el tiempo experimenté una conversién r dical, de mecanicista extremista a vitalista extremista, Esto sucedié cuando dividié un embrién de erizo de mar en la fase de dos células, ob teniendo dos embriones de una célula cada uno, y observé que estos embriones no daban lugar a medios organismos, como sus teorias me- canicistas postulaban, sino que eran capaces de compensar la pérdida y desarrollarse hasta formar larvas algo pequefias, pero por lo dems per- fectas Con el tiempo, la vaciedad c incluso el absurdo de estas explicacio- nes de la vida puramente fisicistas se hicieron evidentes para casi todos los bidlogos, que, sin embargo, solian conformarse con adoptar la pos- tura agnéstica y argumentar simplemente que los organismos y los pro- cesos Vitales no se pueden explicar por completo mediante el fisicismo reduccionista. 2 Los VITALISTAS. EL problema de explicar «la vida» interes6 a los vitalistas desde la re- voluci6n cientifica hasta bien avanzado el siglo XIX, pero no se convir- 6 en materia de andlisis cientifico hasta el auge de la biologia posterior a la década de 1820. Descartes y sus seguidores habfan sido ineapaces de convencer a los que estudiaban los animales y las plantas de que no existian diferencias trascendentales entre los organismos vivos y la ma- teria inanimada. Pero tras la oleads de fisicismo, estos naturalistas ta- vieron que plantearse de nuevo ta naturaleza de la vida e intentar pre- sentar argumentos cientificos (no metafisicos o teolégicos) contra la teorfa maquinista de Descartes acerca de los organismos. Esta necesidad hizo surgir la escuela vitalista de biologta’. Las reacciones de los vitalistas a las explicaciones fisicistas fueron muy diversas, ya que el mismo paradigma fisicista era muy amplio, no s6lo en lo que afirmaba (que los prozesos biolégicos son mecénicos y se pueden reducir a las leyes de la fisiva y la quimica), sino también en lo que no tenfa en cuenta (las diferencias entre los organismos y la materia inerte, la existencia de propiedades cdaptativas mucho més complejas en animales y plantas -la Ziveckmdissigkeit de Kant— y las explicaciones de Ja evolucin). Cada una de estas aficmaciones y omisiones fue criticada por uno u otro adversario del fisicismo. Algunos vitalistas se centraron en las propiedades vitales no explicedas, otros en el carter holistico de los seres vivos, y otros més, en la adaptacidn o la determinacién (como en el desarrollo del 6vulo fecundado). Tradicionalmente, todas estas argumentaciones contrarias a los di- versos aspectos del fisicismo se han agrupado bajo la etiqueta de vitalis- mo. En cierto sentido, esto no carecia de razén, ya que todos los antifi- sicistas defendian las propiedades espeeifieamente biol6gieas de los organismos vivos. Sin embargo, la etiqueta de vitalistas enmascara la he- terogeneidad de este grupo’. Por ejemplo, en Alemania, algunos biélo- 205 (a Jos que Lenoir llama teleomecanicistas) pretendfan explicar me- nicamente los procesos fisiolégicos, pero insistian en que esto no explicaba ni Ia adaptaci6n ni los procesos dirigidos, como el desarrollo ‘Casi todas ls historias del vitalismo que se han eserito son bastante pariales. ya que fueron escrtas 0 bien por vitalistas como Driesch (1905). bien por sus adversarios. que 0 vefan nada bueno en él, Posiblemente, la mejor historia esta de Hall (1969, caps. 28-38), La ‘de Blandino (1969) se concentra en Driesch: también la de Cassirer (1950) se eentra en Drieseh, sus seguidores y sus oponentes. El conciso ensayo de Jacob (1973) ests bien equi- librado y sigue la evolucin del vitalismo desde el animismo en adelante, Sin embargo, ain ho existe una historia completa y verdaderamente imparcil del vitalismo. Tal como ha sefalado scertadamente Lenoir (1982), 23 del Svulo fecundado. Estas cuestiones se plantearon una y otra vez des- de 1790 hasta finales del siglo XIX, pero ejercieron muy poco efecto en los escritos de los principales fisicistas, como Ludwig, Sachs 0 Loeb. El vitalismo, desde su aparicin en el siglo XVII, fue siempre un an- timovimiento. Fue una rebelidn contra la filosofia mecanicista de la re- volucién cientifica y contra el fisicismo de Galileo 0 Newton. Combatié apasionadamente la doctrina que afirma que un animal no es més que una maquina y que todas las manifestaciones de la vida se pueden ex- plicar perfectamente como materia en movimiento. Pero, a pesar de lo decididos y convincentes que se mostraron los vitalistas en su rechazo del modelo cartesiano, sus propias explicaciones resultaban indecisas y poco convincentes en la misma medida. Hubo una gran diversidad de ex- plicaciones, pero ninguna teorfa aglutinante. Segdin un grupo de vitalistas, la vida estaba relacionada con una sus- tancia especial (a la que llamaban protoplasma) que no se encontraba en la materia inanimada, o con un estado especial de la materia (como el es- tado coloidal) que, segtin se afirmaba, las ciencias fi incapaces de analizar. Otro conjunto de vitalistas sostenfa que existe una fuerza vital especial (llamada a veces Lebenskrafi, entelequia o élan vi- tal), diferente de las fuerzas que estudian los fisicos. Algunos de los que aceptaban la existencia de dicha fuerza eran también tedlogos, que crejan que la vida se habia creado con algtin propésito final. Otros auto- res invocaban fuerzas psicol6gicas o mentales (psicovitalismo, psicola- marckismo) para explicar aspectos de los organismos vivos que os fisi- cistas habjan sido incapaces de explicar. Los que defendian la existencia de una fuerza vital tenian opiniones muy diversas acerca de la naturaleza de dicha fuerza. Aproximadamen- te desde mediados del siglo XVII el agente vital se describié con mucha frecuencia como un fluido (no un liquido), en analogia con la gravedad de Newton, el fluido calérico, el flogisto y otros «fluidos impondera- bles». La gravedad era invisible, lo mismo que el calor que flufa desde un objeto caliente a uno frio; por lo tanto, no se consideraba disparatado © improbable que el fluido vital fuera también invisible, aunque no se lratara necesariamente de algo sobrenatural. Por ejemplo, el influyente aturalista aleman de finales del siglo XVIII J, F, Blumenbach (que es- eribié abundantemente sobre extincién, creaciGn, catéstrofes, mutabilidad Y generaciGn espontéinea) consideraba que dicho fluido vital, aunque in- Visible, era algo muy real y que se podia estudiar cientificamente, 1o mis. mo que la gravedad®. Con el tiempo, el concepto del fluido vital fue sus De hecho, varias formas de vitalismo representan ampliaciones legitimas del pro: _grama cartesiano de mecinica biolégica por medios newtonianos» (McLaughlin 1991), 24 tituido por el de la fuerza vital. Incluso un cientifico tan eminente como Johannes Miiller consideraba que una fuerza vital era indispensable para texplicar las de otro modo inexplicables manifestaciones de la vida. En Inglaterra, todos los fisislogos de los sighos XVI, XVII y XVIII tenian ideas vitalistas, y durante el perfodo de 1800-1840 el vitalismo atin segufa pujante en los escritos de J. Hunter, J.C. Prichard y otros. En Francia, donde el cartesianismo habia ejercido mayor influencia, no re- sulta sorprendente que el contramovimiento de los vitalistas fuera igual- mente vigoroso. Sus representantes mds destacados en Francia fueron los de la escuela de Montpellier (un grupo de médicos y fisidlogos vita- listas) y el histélogo F. X. Bichat. Incluso Claude Bernard, que estudié materias tan funcionales como los sistemas nervioso y digestivo y se consideraba contrario al vitalismo, defendié numerosas ideas vitalistas. Por afadidura, casi todos los lamarckistas eran bastante vitalistas en su manera de pensar. Pero fue en Alemania donde el vitalismo floreci6 con més intensidad y alcanz6 mayor diversidad. Georg Ernst Stahl, quimico y médico de fi- nales del siglo XVII conocido principalmente por su teorfa flogistica de Ja combustién, fue el primer gran adversario de los mecanicistas, Posi- blemente fue mas animista que vitalista, pero sus ideas ejercieron gran influencia en la escuela de Montpellier. El siguiente impulso del movimiento vitalista en Alemania coincidié con la controversia preformacién/epigénesis, que domin6 la biologia del desarrollo durante la segunda mitad del siglo XVIII. Los partidarios de la preformacién sostenfan que las partes del organismo adulto existen, aun- que muy pequefias, desde el comienzo mismo del desarrollo. Los epige- netistas sostenian que los rganos del adulto aparecen como consecuen- cia del desarrollo, pero no estan presentes desde un principio. En 1759, cuando el embridlogo Caspar Fricdtich Wolff refuté la teorfa de la pre formacién en favor de la epigénesis, tuvo que invocar algiin agente cau- sal que transformara la masa completamente informe del huevo fecun- dado en un adulto de la especie, y llamé a dicho agente vis essentialis. J. E Blumenbach rechaz6 por abstracta la vis essentialis y propuso en su lugar una fuerza formadora concreta, el nisus formativus, que de- sempefiaria una funcién decisiva no sélo en e] desarrollo del embrién, sino también en el crecimiento, la regeneracién y la reproduccién. Tam- bién aceptaba la existencia de otras fuerzas, como la irritabilidad y la sensibilidad, que contribuirian al mantenimiento de la vida. Blumenbach era bastante pragmético respecto a dichas fuerzas: las consideraba basi- ‘camente etiquetas para designar procesos observados, cuyas causas des- conocfa. Mas que principios metafisicos, para él eran «ajas negras», ‘mecanismos de funcionamiento misterioso. 25 La rama de la filosofia alemana denominada Naturphilosophie, fundada por F. W. J. Schelling y sus seguidores a principios del siglo XIX, era un vitalismo claramente metafisico, pero la filosofia préctica de bidlogos profesionales como Wolff, Blumenbach y. con el tiempo, Miller, era antfisicista pero no metafisica, Milller ha sido tildado de metafisico y anticientifico, pero ta acusacién es injusta. Era coleccio- nista de mariposas y plantas desde la infancia y habfa adquirido el hé- bito del naturalista de considerar los organismos holisticamente. Sus alumnos carecfan de esta percepcién y tendfan mas a apoyarse en las ma- tematicas y las ciencias fisicas. Milller se dio cuenta de que el lema «la vida es un movimiento de particulas» no significaba nada y no explica- ba nada, y defendi6 en su lugar el concepto de Lebenskraft (fuerza vi- tal), que era falso pero més cercano al concepto de programa genético que las superficiales explicaciones fisicistas de sus discipulos rebeldes”, Muchos de los argumentos propuestos por los vitalistas pretendian explicar caracteristicas coneretas de los organismos, que hoy se explican con el programa genético. Presentaron numerosas refutaciones, perfec- tamente validas, de la teorfa maquinista; pero, debido al estado incipien- te de los conocimientos biolégicos de la época, fueron incapaces de en- contrar las explicaciones correctas de muchos fenémenos vitales, que se descubrieron durante el siglo XX. En consecuencia, la mayor parte de la argumentacién de los vitalistas era negativa. A partir de la década de 1890, Driesch sostenfa, por ejemplo, que el fisicismo era ineapaz de ex- plicar la autorregulaci6n de las estructuras embrionarias, la regener: i6n, la reproduccién y los fenémenos psiquicos, como la memoria y la inteligencia. Y lo curioso es que si en los escritos de Driesch se sustitu- ye la palabra «entelequia» por «programa genético», surgen frases per- fectamente correctas. Aquellos vitalistas no s6lo sabian que en las expli- caciones mecanicistas faltaba algo; también deseribieron con detalle la ® Unas pocas cits demostraran lo similar que era el concepto de Lebenstraf al de pro- ‘arama genético: «El Lebenskraf [de Muller] acta en todos los érganos como causa y ot {gen primario de todos los fenémenos, siguiendo un plan (progeama} dfinido.» (DuBois. Reymond 1860:205), Partes del Lebenskraft, «que representan al todo, se transmiten en Ja ‘eproduceién sin que se pierda nada en cada germen, donde pueden permanccer latentes hts- 1a la germinaciGny (ibid). Los cuatro principales aributos del Lebenshraft citados por Mi- Her son también caracteristicos del programa genético: 1) no estélocalizado en un érgano conereto; 2) es divisible en un gran omero de pares, todas las cuales siguen manteniendo las propiedades del todo: 3) desaparece con la muerte, sin dejar ningén residvo (no hay alma {que abandone el cuerpo}; y 4) acta siguiendo un plan (tiene propiedades tleonmicas). He todos de investigacion y andlisis adecuados para cada nivel concreto» (ao eval atadirfamos ahora «adecuados para cada integrin conereto»). Un evolueionista modemo diria que la for macién de un sistema més complejo, que represente un nuevo nivel mis elevado, es esric- tamente cuestién de variacion genética y selecci6n. Tampoco existe contradiccién con los rincipios del darvinismo, 4 obstante, los darvinistas que aceptaban la evolucin emergente tenfan ciertas dudas al respecto, porque temfan que fuera antigradualista. De hecho, algunos de los primeros emergencistas eran también saltacionis- tas, sobre todo durante el perfodo del mendelismo: es decir, crefan que 1a evolucién procedfa a saltos grandes y discontinuos (saltaciones) ‘Aquellos recelos estén ya superados, porque ahora se acepta que la uni- dad de Ia evolucidn noes el gen ni el individuo, sino la poblacién (0 ta especie); dentro de las poblaciones pueden darse diferentes formas (dis- continuidades fenotfpicas) por recembinacién del ADN existente, pero el conjunto de la poblacién tiene recesariamente que evolucionar gra- dualmente. Un evolucionista modemo dirfa que la formacién de un sis- tema més complejo, que represente la emergencia de un nuevo nivel su- perior, es estrictamente cuestidn de variacién genética y seleccién. Los integrones evolucionan por seleccién natural, y en todos los niveles hay sistemas adaptados, porque contribayen al éxito reproductor del indivi- duo. Esto no se contradice en nada con los principios del darvinismo. En resumen, el organicismo se caracteriza sobre todo por la doble creencia en Ia importancia de considerar el organismo como un todo y en que dicho todo no debe considerarse como algo misteriosamente ce- rrado al anélisis, sino que debe estudiarse y analizarse eligiendo el nivel de andlisis adecuado. Los organicistas no rechazan el anilisis, pero in- sisten en que el andlisis debe continuar hacia abajo s6lo hasta el nivel mas bajo en que este enfoque proporcione nueva informacién y nuevos conocimientos. Todo sistema y todo integrén pierden algunas de sus ca- racteristicas cuando se descomponen, y muchas de las interacciones mds importantes de los componentes de un organismo no tienen lugar al ni- vel fisicoquimico, sino en un nivel de integracién superior. Y por titimo, es el programa genético el que controla el desarrollo y las actividades de los integrones orgdnicos que emergen en cada sueesivo nivel de inte- gracién, LAS CARACTERISTICAS QUE DISTINGUEN LA VIDA, En la actualidad, cuando uno consulta a biGlogos o a fitésofos de la Ciencia, parece existir un consenso sobre la naturaleza de los organismos vivos. A nivel molecular, todas sus funciones ~y a nivel celular, casi to- das— obedecen las leyes de la fisica y la quimica. No existe ningiin resi- duo que obligue a recurrir a principios vitalistas auténomos. Sin embar- £0, los organismos son fundamentalmente diferentes de la materia inerte, Son sistemas ordenados jeré-quicamente, con numerosas propic- dades emergentes que no se observan nunca en la materia inanimada; y 35 lo més importante es que sus actividades estén gobemadas por progra- ‘mas genéticos que contienen informacién adquirida a lo largo del tiem- po, algo que tampoco se da en la naturaleza no viva. En consecuencia, los organismos vivos representan una forma muy notable de dualismo, No se trata de la dualidad cuerpo y alma, 0 cuerpo Y mente, que es una dualidad en parte fisica y en parte metatfisica. El dualismo de la biologfa moderna es perfectamente compatible con la fi- sica-quimica, y surge del hecho de que los organismos poseen un geno- lipo y un fenotipo. Para entender el genotipo, consistente en acidos nu- cleicos, se precisan explicaciones evolutivas. El fenotipo, construido sobre la base de la informacién aportada por el genotipo -y consistente n proteinas, lipidos y otras macromoléculas-, exige para su compren- si6n explicaciones funcionales (préximas). No se conoce una dualidad Semejante en el mundo inanimado. Para explicar el genotipo y el fenot po se necesitan diferentes tipos de teorias. Permitaseme citar algunos de los fendmenos especificos de los seres vivos: Programas evolucionados. Los organismos son el producto de 3,800 millones de afios de evolucién. Todas sus caracteristicas reflejan esta historia, El desarrollo, el comportamiento y todas las demas actividades de los organismos vivos estén controlados en parte por programas gené- ticos (y somaticos) que son el resultado de la informacién genética acu- mulada a Jo largo de la historia de la vida, Histéricamente, ha habido una Corriente ininterrumpida desde el origen de la vida y los procariontes mds simples hasta los drboles gigantes, los elefantes, las ballenas y los seres humanos, Propiedades quimicas. Aunque, en tiltimo término, todos los orga- nismos estéin compuestos por Ios mismos étomos que la materia inani- mada, los tipos de moléculas responsables del desarrollo y funciona- miento de los organismos vivos ~Acidos nucleicos, péptidos, enzimas, hormonas, componentes de las membranas...- son macromoléculas que no existen en la naturaleza no viva. La quimica orgdnica y la bioquimi- ca han demostrado que todas las sustancias encontradas en los onganis- ‘mos vivos se pueden descomponer en moléculas inorgénicas mas sim- ples y, al menos en principio, se pueden sintetizar en laboratorio, Mecanismos reguladores. Los sistemas vivos se caracterizan por po- seer toda clase de mecanismos de control y regulacién, incluyendo miil- tiples mecanismos de retroalimentacién que mantienen el estado esta- cionario del sistema, de un tipo que jamés se ha hallado en la naturaleza inanimada, Organizacién. Los organismos vivos son sistemas complejos y or- denados. Esto explica su capacidad de regulacién y control de las inte- 36 racciones de! genotipo, asf como sus limitaciones de desarrollo y evolu- cién, | Sistemas teleondmicos, Los organismos vivos son sistemas adapta- dos, como resultado de la seleccién natural a que se vieron sometidas in- contables generaciones anteriores, Se trata de sistemas programados para actividades teleondmicas (ditigidas a un objetivo), desde el desa- rrollo embrionario hasta las actividades fisiol6gicas y de comportamien- to de los adultos. Orden de magnitud limitado. El tamaiio de los organismos vivos va- ria dentro de unos limites reducidos, desde los virus mas pequefios has- ta las ballenas y los drboles més grandes. Las unidades basicas de la or- ganizacién bioldgica —las células y los componentes celulares son muy pequefias, lo cual confiere a los organismos gran flexibilidad de desa- rrollo y evolucién. Ciclo vital. Los organismos -al menos los que se reproducen se- xualmente- recorren un ciclo vital muy concreto, que comienza con un zigoto (6vulo fecundado) y pasa por varias fases embrionarias 0 larva- rias hasta llegar al estado adulto. Las complejidades del ciclo vital va- rfan segiin las especies, y en algunas incluyen la alternancia de genera- ciones sexuales y asexuales. Sistemas abiertos. Los organismos vivos obtienen constantemente energfa y materiales del exterior, y eliminan los productos de desecho de su metabolismo. Al ser sistemas abiertos, no estén sometidos a las limi- taciones de la segunda ley de la termodinamica Estas propiedades de los organismos vivos les confieren una serie de capacidades que no existen en los sistemas inanimados: Capacidad de evolucién. Capacidad de autorreplicacién. Capacidad de crecimiento y diferenciacién, siguiendo un programa genético. Capacidad de metabolismo (captacién y liberacién de energéa), Capacidad de autorregulacién, para mantener el complejo sistema en estado estacionario (homeostasis, retroalimentacién). Capacidad (gracias a la percepcién y a los érganos de los sentidos) de responder a estimulos del ambiente Capacidad de cambio a dos niveles, el del fenotipo y el del genotipo. Todas estas caracterfsticas de los organismos vivos los distinguen ca- tegoricamente de los sistemas inanimados. La aceptacién gradual de este cardcter tinico que diferencia al mundo vivo dio origen a la rama de la ciencia llamada biologia, y ha conducido al reconocimiento de la auto- nomia de esta ciencia, como veremos en el Capitulo 2. 37 Capitulo 2 {Qué es la ciencia? La biologia abarca todas las disciplinas dedicadas al estudio de los organismos vivos. Dichas disciplinas se denominan en ocasiones «cien- cias de la vida», un témino muy itil que distingue la biologia de las ciencias fisicas, centradas en el mundo inanimado. Otros cuerpos de co- nocimiento sistematizados son las ciencias sociales, la ciencia politica y Ja ciencia militar; y ademas de estas especialidades académicas, nos en- contramos con frecuencia con Ja ciencia marxista, la ciencia occidental, Ja ciencia feminista y ciencias putativas como la ciencia cristiana y la ciencia creacionista. ;Por qué todas estas disciplinas tan diversas se Ha man a si mismas «ciencia»? ,Cudes son las caracterfsticas de una au- téntica ciencia, que la distinguen de otros sistemas de pensamiento? {Po- see la biologia dichas caracteristicas? Cualquiera pensaria que tendria que resultar fiicil responder a estas preguntas bdsicas. ;Acaso no sabe todo el mundo lo que es la ciencia? Pues no es éste el caso, como resulta evidente cuando se estudian no s6lo las columnas de la prensa popular sino también la abundante literatura profesional que trata de esta cuestidn', T. H. Huxley, amigo de Charles Darwin y divulgador de las teorias de éste, definié la ciencia como «nada més que sentido comtin entrenado y organizado». Por desgracia, esto no ¢s cierto. Muy a menudo, la ciencia tiene que corregir al sentido comin. Por ejemplo, el sentido comiin nos dice que la Tierra es plana y que el ‘Sol da vueltas en torno a ella. En todas las ramas de la ciencia ha habi- do que demostrar la falsedad de opiniones basadas en el sentido comin, Se podria incluso decir que la actividad cientffica consiste en confirmar o refutar el sentido comin. Numerosos factores explican les dificultades que han encontrado los filésofos para ponerse de acuerdo en una definicién de la ciencia. Uno de " Esta literatura comenz6 con Whevell (1840) y condujo alas explicaciones clisicas de Nagel (1961), Popper (1952) y Hempel (1965), asf eomo a las obras, mis recientes, de Lau: dan (1977), Giere (1988) y MeMullin (1988). en las cuales se cita mucha me iteratura so- bre el tema Todos estos autores, y muchos otros, han intentado aportar una respuesta defi nitiva a la euestién, Peatson (1982) consideraba que bo que caracteriza ata ciencia es la metedblogfa comin. Pero este criterio omite a importante consideracién de que todas las au- \aticas ciencias, como veremos mds adclame, tienen también en comin ciertos principios, ‘coma el dela objetividad, 39 te los es que la ciencia es al mismo tiempo una actividad (lo que hacen los ientificos) y un cuerpo de conocimientos (Io que saben los cientificos). Casi todos los filésofos actuales, cuando tienen que definir la ciencia, in- sisten en Ja continua actividad de los cientificos: exploracién, explicacién ¥y comprobacién. Pero otros fil6sofos tienden a definir la ciencia como un Cuerpo de conocimientos en constante crecimiento, «la organizacién y clasificacisn del conocimiento sobre la base de principios explicativos»” La insistencia en la recolecci6n de datos y en la acumulacién de co- nnocimientos ¢s un residuo de los primeros tiempos de la revolucién cien- fica, cuando la induccién era el método favorito de los cientificos. En- tre los induccionistas estaba muy extendido el error de creer que una acumulacién de datos no s6lo permitiria hacer generalizaciones, sino que producirfa autométicamente nuevas teorfas, como por combustin ¥ espontdnea, En la actualidad, casi todos los fildsofos estén de acuerdo en due los datos por sf solos no explican nada, e incluso hay muchos que ponen en duda que existan datos puros. «Todas las observaciones estén ) contaminadas por la teorfa>, argumentan, No se trata de una actitud nue- va, Ya en 1861, Charles Darwin escribié: «Qué extrafio es que nadie se haya dado cuenta de que todas las observaciones, para servir de algo, tie- 7 nen que estar a favor o en contra de alguna teo1 \___A decir verdad, casi todos los autores que utilizan la palabra «co- nocimiento» lo hacen con un significado que no sélo se refiere a un Conjunto de datos sino que incluye una interpretacién de los datos. No obstante, resultarfa menos confuso utilizar en este sentido la palabra «comprensién». Como en la definicién «El objetivo de la ciencia es hacer avanzar nuestra comprensién de la naturaleza». Algunos fil6so- fos afadirian «resolviendo problemas cientificos»’. Y otros han ido * Nagel (1981-4) Fvidememente, resulta més fil deccrbir lo que es laeienciay lo que ‘hacen is cientiticos que presentar una definicién concisay de aceptacn universal. Ejemplos de descripciones son: «La ciencia estudia cosas que Son desconcertantes y por lo tanto des- piertan fa curiosidad humana; 0 «Las funciones de a ciencia son la predigeién, el contro, la ‘Comprension el descubrimiento de causas» (Beckner 1959:39); 0 «La cieneia se propone au- ‘Mentar nuestros conocimientos del mundo sobre ls hase de rincipiosexplicaives y con com Probacién continua y critica de todos los descubrimientos» (Mayr ms); 0 «La cieneia emp Tica tiene dos objetivos principales: describ fendmenos concretos en el mundo de nuestra experiencia y establecer prncipios generaes, por medio de los cuales se puedan explicar y Dredecir dichos fendmenos» (Hempel). Orras definiciones: «La ciencia abarea todas las act- Vidades de la inteligencia humana que dependen por completo de datos objtivos y de la 1 ica: incluye tambign la comprobacisnilimitada de teorfas»; © «La ciencia consiste en sen tencias generates y Kigicas que estén directa o indirectamente sometidas a confimacién o refutacién mediante la observacién, y que se pueden utilizar en explicaciones y prediccioness » Para una discusién detallada de la naturaleza de los problemas cientiicos, véase Lav ddan (1997) 40 atin més lejos al declarar que «los objetivos de la ciencia son com- prender, predecir y controlar». Sin embargo, existen muchas ramas de la ciencia en las que la prediccién desempeita un papel muy secunda- rio, y en muchas de las ciencias no aplicadas jamés se plantea la cues- tidn del control. * tra raz6n de que los filésofos tengan tantas dificultades para po- nerse de acuerdo en una definicién de ciencia es que las actividades que Hlamamos ciencia han ido cambiando continuamente alo largo de los si- glos. Por ejemplo, la teologia natural -el estudiy de la naturaleza para Tiegar a comprender las intenciones de Dios- se consider una rama le- sgitima de la ciencia hasta hace ciento cincuenta aflos. En consecuencia, en 1859, algunos eriticos de Darwin le reprocharon que utilizara en su explicacién del origen de las especies un factor tan «anticientifico» ‘como el azar y no tuviera en cuenta lo que ellos vefan claramente como Ia mano de Dios en el disefio de todas las criaturas, grandes y pequefia En cambio, en el siglo XX hemos sido testigos de una inversién com- pleta de la opiniGn que tienen los cientificos del azar. Tanto en las cien- cias de la vida como en las ciencias fisicas, se ha pasado de un determi- nismo estricto en la interpretacidn del funcionamiento del mundo natural a una postura mucho més probabilistica “ ‘Veamos otro ejemplo de come va cambiando gradualmente la cien- cia: el pujante empirismo de la revolucién cientifica hizo que se insis- fa mucho en el descubrimiento de nuevos datos y, curiosamente, ape~ nas se hablaba del importante papel que desempefia el desarrollo de nuevos conceptos en el avance de [a ciencia. En la actualidad, conceptos como competencia, ascendencia comin, territorio y altruismo son tan significativos en biologia como lo son las leyes y descubrimientos en las ciencias fisicas, y sin embargo, aunque parezca extrafto, su importancia no se ha tenido en cuenta hasta tiempos muy recientes. Esta omisién se refleja, por ejemplo, en las normas para la concesién del premio Nobel. Aunque hubiera un premio Nobel de biologfa (que no lo hay), Darwin no habrfa podido ganarlo por desarrollar cl concepto de seleccién natu- ral -sin duda, el mayor avance cientifico del siglo XIX-, porque no se trataba de un descubrimiento, Esta actitud, que favorece a los descubi mientos por encima de los conceptos, continiia en nuestros tiempos, aun- que en menor medida que en tiempos de Darwin, Nadie sabe qué nuevos cambios de Ia imagen de la ciencia nos trae- 4 el futuro, Lo mejor que podemos hacer, dadas las circunstancias, es intentar presentar un esbozo del tigo de ciencia que predomina en nues- tra época, a finales del siglo XX. at LOS ORIGENES DE LA CIENCIA MODERNA La ciencia moderna comenz6 con la revolucién cientifica, aquel gran salto adelante del intelecto humano personificado en las figuras de Co- pérnico, Galileo, Kepler, Newton, Descartes y Leibniz. En aquella épo- «2 se desarrollaron mutchos de los principios bésicos del método cienti- fico, que todavia siguen caracterizando la ciencia actual. Desde luego, lo_ uzeadeecansiders cnc es custisadeopnionesEn algunos a pectos, lr bidlogia de Aristoieles era ciencia, aunque le faltaba el rigor ~» metodolégico y el cardcter general de la ciencia biolégica tal Como ésta se desarroll6 desde 1830 hasta la década de 1860. - Las disciplinas cientificas que dieron origen al concepto de ciencia que predomin6 durante la revolucién cientifica fueron las matematic Ja mecénieca y la astronomia. Todavia no se ha determinado con exacti- {ud el alcance de la contribucién de la 16gica escolistica a la estructura original de aquella ciencia fisicista; es indudable que desempené un pa pel fundamental en el pensamiento de Descartes. Los ideales de esta nueva eiencia racional eran la objetividad, el empirismo, el induetivismo y el empefio en climinar todo resto de metafisica, es decir, las explica- \ ‘ciones magicas o supersticiosas de los fenémenos, no basadas en el mun- do fisico. ' Sin embargo, pricticamente todos los arquitectos de la revolucién cientifica siguieron siendo devotos cristianos: por eso no debe sorpren demos que el tipo de ciencia que desarrollaron fuera, en muchos as- pectos, una ramificacién de la fe cristiana. Desde su punto de vista, el mundo habia sido creado por Dios y, por lo tanto, no podia ser eustico. Estaba gobernado por Sus leyes, que, puesto que eran leyes divinas, eran universales, Se consideraba que una explicacién de un fenémeno o un proceso era sdlida si se ajustaba a una de dichas leyes. De este modo se pretendia Hegar a un conocimiento claro y absoluto del funcionamiento del cosmos, y con el tiempo seria posible demostrar y predecir todo. Asi pues, la tarea de la ciencia de Dios consistia en descubrir aquellas leyes tuniversales para deseubrir Ia verdad universal definitiva encarnada en dlichas leyes, y en poner a prueba su veracidad mediante predicciones y experimentos - En el caso de Ia mecénica, los hechos se ajustaban bastante bien a este ideal. Los planetas orbitaban en tomo al Sol y las bolas rodaban por planos inclinados de un modo predecible. No debi6 ser un accidente de la historia que la mecéinica, siendo la mas simple de las ciencias, fue- ra la primera en desarrollar un conjunto de leyes y métodos coherentes. Pero en cuanto empezaron a progresar las otras ramas de la fisica, se fue- ron encontrando mas y mis excepciones a la universalidad y el determi- 42 nismo de la mecénica, que obligaron a introducir diversas moditicacio- nes. Lo cierto es que, en la vida cotidiana, las leyes de la mecénica se ven frustradas por procesos ocurridos alazat (estocsticos) con tanta fre- cucicia que el determinismo parece completamente inexistente. Por ejemplo, los movimientos de las masas de aire y de agua suelen ir acom- pafiados por tantas turbulencias que las leyes de la mecénica no permi- ten hacer predicciones a largo plazo ni en meteorologfa ni en oceano- gratia, \ ‘En el caso de las ciencias biolégicas, la receta mecanicista del mun- do natural funcionaba peor ain En el método cientifico de los mecani- istas no tenfan cabida ni Ja reconstruccién de secuencias hist6ricas, ‘como ocurria en la evolucién de la vida, ni el pluralismo de respuestas y ‘causas que hacen imposible la prediccién del futuro en las cieneias bio- légicas. Cuando se puso a prueba el «cardicter cientifico» de la biologia evolutiva segiin los criterios de la mecénica, no pas6 el examen. Esto resultaba especialmente cierto cuando se trataba del método de investigacién favorito de Ia mecéniea: el experimento, El experimento era tan valioso en este campo que se acabé considerdndolo como casi el ‘inico método cientitico valido. Cualquier otro método se considerabs ciencia de segunda clase, Pero como no era de buen gusto tachar de ma Jos cientificos a los colegas, se dio en llamar «ciencias descriptivas» a estas otras ciencias no experimertales. Durante siglos, este término se aplicé peyorativamente a las ciencias de la vida. En realidad, nuestros conocimientos basicos en todas las ciencias se basan en descripciones, Cuanto més joven es una ciencia, mas descripti- va tiene que ser para establecer una base fictica. Incluso en nuestros dias, casi todas las publicaciones de biologfa molecular son esencial- mente descriptivas. En realidad, «descriptiva» quiere decir «basada en obsvacionesm, pues toda descripcién se basa en observaciones, ya se rea- licen a simple vista 0 con otros Grganos de los sentidos, ya con micros~ copios o telescopios sencillos, ya con instrumentos de altisima teenolo- gia, Incluso durante la revolucidn cientifica, la observaciGn (mas que la experimentaci6n) desempeiié un papel decisivo en el progreso de la ciencia, Las generalizaciones cosmolégicas de Copérnico y Kepler, y {gran parte de las de Newton, se basaban en observaciones y no en expe Fimentos de laboratorio, En la actualidad, las teorfas bésicas de campos como la astronomia, la astrofisica, la cosmologia, la planetologfa y la geo- ¢ logia cambian con cierta frecuencia, como consecuencia de nuevas ob- servaciones que tienen poco 0 nada que ver con la experimentacién. Se podria expresar de otro modo, diciendo que los descubrimientos descritos por Galileo y sus seguidores se basaban en experimentos de la naturaleza, que ellos pudieron observar. Los eclipses y oclusiones de B ( ¥ planetas y estrellas serfan experimentos naturales, lo mismo que los te- Fremotos, las erupciones volccinicas, los eréteres abiertos por meteoritos, los cambios magnéticos y la crosién. En biologfa evolutiva, uno de es- tos experimentos habria sido la unin de’América del Norte y América del Sur durante el Plioceno, que permitié un considerable intercambio de fauna entre ambos continentes a través del istmo de Panamd, Otros ex- Perimentos naturales habrian sido la colonizacién de islas y archipiéla- {208 voleénicos, como Krakatoa, las Galfpagos y las islas Hawai, y es0 por no hablar de la defaunacién y posterior recolonizacién de gran par- te del hemisferio Norte, debido a las glaciaciones del Pleistoceno. Mu- chos de los avances de las ciencias observacionales se deben al genio de Jos que descubrieron, evaluaron criticamente y compararon estos expe- rimentos naturales, en campos en los que los experimentos de laborato- rio son sumamente dificiles, si no imposibles. Aungue la revolucién cientffica fue una revolucién del pensamiento por su rechiizo de la supersticién, la magia y los dogmas de los tedlo- gos medievales-, no llegé a incluir una rebelién contra el sometimiento a la religi6n cristina, y este condicionamiento ideolégico tuvo conse- cuencias adversas para la biologia. La respuesta a los problemas mds ba- icos de los organismos vivos depende de si uno invoca no la mano de Dios. Y esto se aplica de manera especial a todas las cuestiones de ori- gen (las cuestiones que interesaban a los creacionistas) y disefio (las que interesaban a los te6logos naturales). La aceptaci6n de un universo en el que no existian mas que Dios, almas humanas, materia y movimiento dio buenos resultados en las ciencias fisicas de la época, pero obstaculiz6 el avance de la biologia‘, En consecuencia, la biologfa permanecié pricticamente latente has- ta los siglos XIX y XX. Aunque durante los siglos XVII y XVIII se acu- maul un considerable volimen de conocimientos facticos sobre historia natural, anatomia y fisiologia, en aquella época se consideraba que el es- tudio de la vida correspondia al campo de la medicina; y, efectivamente, asi ocurria con la anatomfa y la fisiologia, e incluso con la botiinica, que ia en gran medida en la identificacién de plantas con propiedades iales. Hay que reconocer que también habia algo de historia na- tural, pero o se practicaba como hobby o se ponfa al servicio de la teo- Jogfa natural. Ahora resulta evidente que parte de aquella primitiva his- toria natural era muy buena ciencia, pero como en su época no se Teconocfa como tal, no contribuyé a la filosofia de la ciencia Por tiltimo, 1a aceptacién de la mecénica como ciencia modelo in- dujo a creer que los organismos no son diferentes en modo alguno de © Véase Hall (1954), la materia inerte. Y de af se Hleg6 a la conclusién Kégica de que el ob- | jetivo de la ciencia consistia en reducir toda la biologia a las leyes de | la fisica y la quimica. Con el tiempo, los adelantos de la biologia de- & mostraron que esta postura era insostenible (véase Capitulo 1). Final- meme, Ta derrota del mecanicismo, y de strrival el vitalismo, con la aceptacidn.en el siglo XX del paradigma del organicismo, ejercié pro- Fundo impacto en la posicién de la biologia entre las Ciencias. Un im- pacto que muchos fildsofos de la eiencia ain no han apreciado en toda su importancia. GES LA BIOLOGIA UNA CIENCIA AUTONOMA? Desde mediados del siglo XX, se pueden distinguir tres opiniones muy diferentes acerca de la posicién de la biologfa entre las ciencias. Se- gin uno de los extremos, la biologia deber quedar completamente ex- cluida de las ciencias, porque carece de universalidad, de la estructura- cidn sometida a leyes y del carécter estrictamente cuantitativo de la «verdadera ciencia» (tradiizcase por fisica). Segtin el otro extremo, la bio- Jogia no s6lo posee todos los atributos necesarios de una auténtica cien- cia, sino que ademds se diferencia de la fisica en aspectos importantes, por lo que debe considerarse una ciencia auténoma, equiparable a la fi- sica. Entre estos dos extremos estén los que sostienen que la biologfa de- beria tener la consideracién de ciencia «provincianay, ya que carece de universalidad y sus descubrimientos pueden reducirse, en thtimo térmi- no, a las leyes de la fisica y la quimica La pregunta «es Ia biologia una ciencia auténoma?» podria replan- tearse en dos partes: «(es la biologia una ciencia, como la fisica y Ia qui- mica% y «jes la biologia una ciencia, exactamente como la fisica y la quimica?». Para responder a la primera pregunta, podriamos consultar Jos ocho criterias de John Moore ara determinar si una cierta actividad puede considerarse como ciencia. Segiin Moore (1993): 1) Una ciencia # debe estar basada en datos recogidos en el campo 0 en el laboratorio por observacién o experimento, sin irvocar factores sobrenaturales. 2) Para responder preguntas hay que reunir datos, y para respaldar 0 refutar con- Jjeturas hay que realizar observaciones. 3) Se deben emplear métodos ob- jetivos, para reducir al minimo les posibles prejuicios. 4) Las hipétesis ‘deben ser consistentes con las observaciones y compatibles con el mar- co conceptual general. 5) Todas las hipétesis se deben poner a prueba y, sies posible, se deben elaborar hipétesis altemativas y comparar su gra- do de validez (capacidad de resolver problemas). 6) Las generalizacio- nes deben tener validez universal dentro del dominio de la ciencia en 45 cuestion. Los acontecimientos tinicos se deben poder explicar sin invo- fensor de la autonomfa de la biologia alegarfa To siguiente: muchos atri- car factores sobrenaturales, 7) Para eliminar la posibilidad de error, un bbutos de los organismos vivos que interesan a Ios bidlogos no se pueden dato 0 descubrimiento s6lo se debe aceptar plenamente si lo confirman reducir a leyes fisicoquimicas: y lo que es mas, muchos aspectos de! (repetidamente) otros investigadores. 8) La ciencia se caracteriza por el mundo fisico estudiados por los fisicos carecen de interés para el estu- continuo perfeccionamiento de las teorias cientificas, por la sustitucion dio de la vida (y para cualquier otra ciencia que no sea la fisica). En este de teorfas detectuosas o incompletas, y por la solucién de problemas an- A sentido, la fisica es tan provinciana como la biologia. No tiene sentido teriormente desconcertantes. considerar que la fisica es la ciencia ejemplar slo porque fue la prime- ‘Segiin estos criterios, casi todos estarian de acuerdo en que la biolo- ra ciencia bien organizada. Aquel hecho historico no la hace mas uni- gia debe considerarse una ciencia legitima, como la fisica y la quimica. i versal que su hermana pequefa, la biologia. La unidad cientifica no se minar los aspectos comunes que la biologia comparte con las otras ciencias, no s6lo en metodologfa sino también en principios y concep- tos. Y esos aspectos comunes definirén una ciencia unificada, rra existe materia inanimada, toda ciencia que trate de la materia inani mada debe ser aplicable a la materia extraterrestre para ser universal. La existencia de vida, hasta ahora, s6lo se ha demostrado en la Tierra; pero sus leyes y principios (como los de la materia inanimada) son universa- les porque son validos en 1a Tierra, que es todo el terreno conocido de su existencia, No sé por qué no se ha de poder llamar «universal» a.un prin-/ a Los INTERESES DE LA CIENCIA Pero jes la biologia una ciencia provinciana, no equiparable por lo tan- podrd lograr hasta que se acepte que la ciencia comprende varias pro- to a las ciencias fisicas? Cuando se introdujo por primera vez la expre- vincias diferentes, una de las cuales es la fisica; otra, la biologia. Seria sién «ciencia provinciana», se utilizé como anténimo de «universal», i absurdo tratar de «reducir» la biologia, una ciencia provinciana, a fisica, queriendo decir con ello que la biologia estudiaba objetos concretos y otra ciencia provinciana, 0 viceversa’. localizados, acerea de los cuales no se podian formular leyes universa- ‘Muchos de los promotores -si no todos del movimiento por la uni- les. Las leyes de la fisica, se decfa, no tienen limitaciones de tiempo ni dad de la ciencia de finales del siglo XIX y principios del XX eran fil6- de espacio; son tan vilidas en la galaxia de Andromeda como en la Tie- sofos, no cientificos, y eran poco conscientes de la heterogeneidad de las ra, La biologia, en cambio, era provineiana porque toda la vida que co- ciencias. Esto se aplica a las ciencias fisieas ~que incluyen fisica de par- nocemos ha existido tinicamente en la Tierra y slo durante 3.800 mi- ticulas elementales, fisica del estado sélido, mecénica cuantica, mecéini- ones de afios, de los 10.000 millones de afios (0 mAs) transcurridos ca clisica, teorfa de la relatividad, electromagnetismo... y ain podriamos desde el Big Bang. afadir la geofisica, la astrofisica, la oceanografia, la geologia y otras~ y Este argumento fue convincentemente refutado por Ronald Munson aumenta exponencialmente cuando pensamos en las numerosas ciencias (1975), que demostré que ninguna de las leyes, teorfas o principios fun- de la vida. Durante los titimos setenta aftos se ha demostrado una y otra damentales de la biologfa esté implicita o explicitamente restringido en vex la imposibilidad de reducir todos estos campos a un tinico denomi- sw alcance o gama de aplicacién a una cierta zona del espacio o del tiem- nador comin, _ po. Existen muchos aspectos tinicos en el mundo vivo, pero acerca de los Insistamos, pues: sf, la biologia es una ciencia, como la fisica y la fenémenos tinicos se puede hacer toda clase de generalizaciones. Tam- quimica, Pero Ia biologia no es una ciencia igual que la fisica 0 la qui- bién cada corriente ocesnica es tnica, pero podemos formular leyes y mica; se trata de una eiencia autdnoma, equiparable a las igualmente au- teorfas acerca de las corrientes ocednicas. En cuanto al argumento de que ténomas ciencias fisicas, Ahora bien, no podrfamos hablar de ciencia en Jos principios biolégicos carecen de universalidad porque toda la vida singular si no fuera porque todas las ciencias, a pesar de sus aspectos ca- conocida existe tinicamente en la Tierra, podemos responder preguntan- racteristicos y de un cierto grado de autonomifa, poseen aspectos comu- do «qué significa “universal"?». Dado que sabemos que fuera de la Tie- nes. Una de las tareas de los fil6vofos de la biologia consiste en deter- Cipio que es cierto en todo el dominio al que se puede aplicar. | Mas a menudo, cuando se describe la biologia como ciencia «pro- | Se ha dicho que el cientifico busca la verdad, pero lo mismo dicen vineiana», lo que se quiere decir es que es una rama de la fisica y la qui- muchas personas que no son cientificos. El mundo y todo lo que hay en mica y que, en tltimo término, todos los descubrimientos de la biologia se pueden reducir a teorfas quimicas y fisicas. En contra de esto, un de- ‘Vease Mayr (1996). 4% a él constituye la esfera de interés no sélo de os cientificos, sino también de los te6logos, 10s fil6sofos, los poetas y los politicos. ;Cémo se puede establecer una demarcacin entre lo que interesa a éstos y lo que intere- saa los cientificos? En qué se diferencia la ciencia de la teologia La demarcaci6n entre la ciencia y la teologfa es seguramente la mas facil, porque los cientificos no recurren a lo sobrenatural para explicar el funcionamiento del mundo natural, ni se basa en la revelacién divina para comprenderlo. Cuando los pueblos primitivos trataron de encontrar explicaciones para los fenémenos naturales. y en especial los desastres, recurricron invariablemente a seres y fuerzas sobrenaturales; y todavia cen nuestros dias, la revelacién divina es, para muchos devotos cristianos, una fuente de verdad tan legitima como la ciencia. Précticamente todos los cientificos que conozco personalmente son religiosos en el mejor sentido de la palabra, pero los cientificos no invocan causas sobrenatt- rales ni se basan en revelaciones divinas. Otro rasgo de la ciencia que ta distingue de la teologfa es su cardcter abierto, Las religiones se caracterizan por su relativa inviolabilidad; en las religiones reveladas, una diferencia en la interpretacién de una sola palabra del documento fundacional revelado puede dar origen a una nue- va religién. Esto contrasta de manera espectacular con la situacién en cualquier campo activo de la ciencia, donde existen versiones diferentes de casi todas las teorfas. Continuamente se hacen nuevas conjeturas, y la diversidad intelectual es considerable en todo momento, De hecho, la cien- (a avanza por un proceso darviniano de variacién y selecein en la ela- boracién y comprobacién de hipotesis (véase Eapitulo 5). Pero aunque la ciencia esté abierta a nuevos datos ¢ hipstesis, hay que decir que précticamente todos los cientifieos, como si fueran te6- logos, abordan el estudio del mundo natural equipados con un con- junto de lo que podrfamos Hamar «principios basicos». Una de estas suposiciones axiométicas es la de qué é¥ist un mundo real, indepen- diente de la percepcién humana. Podriamos Ilamarlo principio de ob- jetividad (lo opuesto a Ja subjetividad) 0 realismo de sentido cori ~ (véase Capitulo 3). Este principio no garantiza que los cientificos, a ti- tulo individual, sean siempre «objetivos»; ni siquiera significa que la objetividad absoluta sea posible entre los seres humanos. Significa tinicamente que existe un mundo objetivo, no influido por la percep- cién subjetiva humana, Casi todos los cientificos -aunque no todos— creen en este axioma, 48 A continuacién, los cientificos dan por supuesto que este mundo no es cadtico, sino que esté estructurado de alguna manera y que los mé fodos tte la investigacién cientifica pueden revelar todos o casi todos los aspectos de esta estructura. Un instrumento basico en toda activ dad cientffica es la comprabacién. Todo nuevo dato y toda nueva ex- plicacién deben ponerse a prueba una y otra vez, preferiblemente por diferentes investigadores y utilizando diferentes métodos (véanse ca- pitulos 3 y 4). Cada confirmacién refuerza la probabilidad de la wvera- cidad» de un dato o una explicacién, y cada falsacién o refutacién re- fuerza la probabilidad de que la tzozia contraria sea correcta. Uno de 5) los rasgos més caracteristicos de la ciencia es esta disposicidn abierta. Estar dispuesto a abandonar una creencia aceptada cuando se propone otra mejor constituye una importante demarcacién entre la ciencia y el dogma religioso, E1 método empleado por la ciencia para poner a prueba la «verdad» varia, segtin se esté comprobando un dato o una explicacién. La exis- tencia de un continente entre Europa y América, la Atléntida, se empez6 a poner en duda al no encontrarse dicho continente durante las primeras travesias trasatldnticas de finales del siglo XV e inicios del XVI. Cuan- do se hicieron exploraciones mas completas del océano Atléntico y, so- bre todo, cuando en este siglo se tomaron fotogratias desde los satélites, Ja nueva evidencia demostré concluyentemente que no existe dicho con- tinente. A menudo la ciencia es capaz de establecer la veracidad absolu- ta de un dato. Demostrar la veracidad absoluta de una explicacién 0 teo- rfa resulta mucho més dificil y, en general, se tarda mucho més tiempo en conseguir que se la acepte. Los cientificos tardaron més de cien afios en aceptar plenamente la validez de la «teorfa» de la evolucién por se- leccién natural, y todavia existen personas, pertenecientes a diversas sectas religiosas. que no creen en ella Por tltimo, casi todos los cientificos dan por supuesto que existe una continuidad histérica y causal entre todos los fenémenos det ives | material, ¢ incluyen dentro de los cominios legitimos del estudio cient fico todo lo que se sabe que existe 0 sucede en este universo. Pero no? van més allé del mundo material. A los teGlogos puede interesarles tam- bién el mundo fisico, pero ademas suelen creer en un reino metafisico 0 sobrenatural, habitado por almas, espfritus, angeles o dioses, y muchos creen que este cielo o parafso seré cl lugar de reposo de todos los cre- yentes después de la muerte, Estas elaboraciones sobrenaturales se salen \ del campo de la ciencia. 49 En qué se diferencia la ciencia de la filosofia La demareacién entre la ciencia y Ia filosofia es mas dificil de de- terminar que la que separa la ciencia de la teologia, y esto provocs ten- siones entre cientificos y filésofos durante gran parte del siglo XIX. En Ja Grecia clésica, filosofifa y ciencia eran una misma cosa, El comienzo de la separaci6n entre ambas tuvo lugar durante la revolucién cientifica: pero, como sucedié con Immanuel Kant, William Whewell y William Herschel. muchos de los que contribuyeron al avance de la ciencia fue- ron también fildsofos. Otros autores posteriores, como Emst Mach 0 Hans Driesch, empezaron como cientificos y después se pasaron a la fi losofia, Asf pues, ;acaso no existe demarcacidn entre la ciencia y ta Filoso- fia’? No cabe duda de que Ia biisqueda y descubrimiento de datos es ta- rea de la ciencia, pero en otros aspectos existe una considerable zona de solapamiento. Casi todos los cientificos consideran que parte de su tra- bajo consiste en teorizar, generalizar y establecer una estructura concep- tual para su campo de estudio: de hecho, eso es lo que los convierte en autGnticos cientificos. Sin embargo, muchos fildsofos de la ciencia con- sideran que teorizar y elaborar conceptos son tareas de la filosoffa. Para bien o para mal, en las tiltimas décadas estas tareas han sido asumidas por cientfficos, y algunos conceptos basicos desarrollados por bidlogos han sido adoptados posteriormente por los filésofos y ahora son también conceptos filosoficos En sustitucidn de su anterior tarea principal, los fil6sofos de ta cien- cia se han especializado en elucidar los principios empleados para ela- borar teorfas o conceptos. Investigan las reglas que gobiernan las opera- jones realizadas por los cientificos para responder a los «;qué?>, los «gc6mo?» ¥ los «:por qué?» que van encontrando. En la actualidad, la principal actividad de la filosoffa en relacién con la ciencia consiste en poner a prueba la «légica de la justificaciény y la metodologia de Ia ex- plicacién (véase Capitulo 3). En los peores casos, este tipo de filosofia tiende a degenerar en juegos l6gicos y sutilezas semanticas: en los me- {jores, ha impuesto a los cientificos mas responsabilidad y precisién. Aunque los filésofos de Ia ciencia afirman a menudo que sus reglas metodolégicas son puramente descriptivas y no prescriptivas, muchos de ellos parecen considerar que su tarea consiste en determinar lo que de- berian hacer los cientificos. En general, los cientéficos no hacen ningin so de estos consejos normativos, sino que eligen el método que ellos creen que rendird resultados mas répidamente: estos métodos pueden va- riar segdin los casos. Hasta hace pocos afios, el mayor error de la losofia de la cien 50 |. seguramente, tomar la fisica como ciencia modelo, En consecuen- cia, Ja Tamada filosofia de la ciencia no era mas que una filosofia de las ciencias fisicas. Esto ha cambiado bajo la influencia de fil6sofos jove- nies, muchos de ellos especializados en la tilosotfa de la biologfa, La re- laci6n intima que existe en la actualidad entre la filosofia y las ciencias de la vida queda de manifiesto en los numerosos articulos publicados en la revista Biology and Philosophy Gracias a los esfuerzos de estos j6- venes fildsofos, los conceptos y métodos empleados en las ciencias bio- 6gicas se han convertido en componentes importantes de la filosofia de Ja ciencia. Este es un proceso muy deseable, tanto para la filosofia como para 1a biologfa. Todo cientifico deberia fijarse como objetivo llegar a gene- ralizar sus conceptos de la naturaleza, para que éstos puedan hacer una contribucién a la filosofia de la ciencia, Mientras la filosofia de la cien- cia estuvo restringida a las leyes y métodos de Ia fisica, a los bidlogos les fue imposible aportar tal contribucién. Afortunadamente, las cosas han cambiado La incorporacién de la biologfe ha modificado muchos de los princi- pios de la filosofia de la ciencia. Como veremos en los capitulos 3 y 4, el rechazo del determinismo estricto y de la fe en leyes universales, la acep- tacién de predicciones meramente srobabilisticas y de narraciones hist6- ricas, el reconocimiento de la importancia de los conceptos en la elabo- raciGn de teorfas, 1a aceptaciGn del concepto de poblacién y del papel de Jos individuos tinicos, y muchos otros aspectos del pensamiento biolégi- co, han incidido en los fundamentos de la Filosofia de la ciencia, Ahora que domina el probabitismo, todos los aspectos del andlisis Kégico basa- dos en supuestos tipolégicos han resultado muy vulnerables. La cert dumbre completa que, a partir de Descartes, habia sido el ideal de los fi- ssofos de la ciencia, parece un objetivo cada vez menos importante. En qué se diferencia la ciencia de las humanidades En lo referente a la demarcacién entre la ciencia y 1as humanidades, la tendencia de los autores del pasado a pasar por alto la heterogeneidad de ambos campos ha dado lugar a muchos conceptos erréneos. Existen mas diferencias entre la fisica y Ie biologfa evolutiva ~que son dos ra- mas de la ciencia— que entre la bio'ogfa evolutiva (una de las ciencias) y la historia (una de las humanidades). La critica literaria no tiene practi- ‘camente nada en comtin con las otras disciplinas de las humanidades, y ‘menos atin con la ciencia, Cuando C. P. Snow escribi6 Dos eulturas en 1959, lo que en reali- 31 dad describya era la separacién que existe entre la fisica y las humanida- des. Como otros autores de la 6poca, tuve la ingenuidad de dar por st- puesto que la fisica podia representar ala totalidad de las ciencias. Como muy bien seftal6, 1a brecha que separa la fisica de las humanidades es practicamente infranqueable. Simplemente, no existe ningun camino que lleve de la fisica a la ética, la cultura, la mente, el libre albedrio y otros temas de interés para los humanistas. La ausencia en la fisica de es- tos importantes t6picos contribuyé a la incomunicacién de cientificos y humanistas, de la que tanto se lamentaba Snow. Sin embargo, todos esos conceptos tienen relaciones sustanciales con las ciencias de la vida. De manera similar, cuando el humanista E. M, Carr (1961) comparé la historia con «las ciencias», encontré cinco aspectos en los que difie- ren: 1) La historia, segiin él, se ocupa exclusivamente de lo tinico, y la ciencia de lo general. 2) La historia no ensefta lecciones. 3) La historia, a diferencia de la ciencia, es incapaz de predecir. 4) La historia es nece- sariamente subjetiva, mientras que 1a ciencia es objetiva. 5) La historia, a diferencia de la ciencia, estudia cuestiones de religion y moral. De lo que no se dio cuenta Carr fue de que estas diferencias sélo son vélidas para las ciencias fisicas y para gran parte de la biologia funcional. Sin embargo, los puntos 1, 3 y 5 se aplican por igual a la historia y a la bio- logfa evolutiva. Y, como reconoce el mismo Carr, algunos de estos pun- tos (el 2, por ejemplo) no son estrictamente ciertos ni siquiera para la historia. En otras palabras, la profunda diferencia entre «las ciencias» y las «no ciencias» deja de existir en cuanto se admite a la biologta en el reino de la ciencia* TE igsoto alemsén Windetband (1898) dsinguia dos tipos de ciencias las nomotti cas y las idiogiticas, y uilizaba el tino sciencia» con el significado aleman de Wis. senschaft (que incluye las humanidades). Con esta terminologta pretendia separa las cien ‘i naturales (nomotétess) cle as Iwimanidades (iingrfiens). Una ve mas, el intenta careta de validez porque la biologi queda completamente fuera de su elsiticacon. Su caretriacin de las ciencisidiogrdficas, que sein él se ocupabun de fenémeno {no recurente, pretend deserbir as humanidades, pro esta descripeidn se puede apicar también a muckes de las ciencias naturales, en especial a la bilogéa evolutiva, como bien indies Nagel (1961:548-539). Ahora aceptamos que el contrast entre «la ciencian y lash snanidades noes tan grande como pensaban Snow y Windelband, ni mucho menos. Esta nue va forma de ver las costs es consecuencia de varias consideaciones: 1) Lo que los fil6sofos sicistas de la cenciay Jos humanistas coasiderabantradicionalmente wciencia» era en rea lida sola fica, una sola de las ciencias. 2) La ersin del determinismo esticto y dela creencia en la importanci Suprema dels leyes uiversales ha reducido el eontrast ere la ciencia(incluyendo incl las ciencis sas) y as hamanidades, que no tn abso to, 3) Al admitir que la biologfa,y sobre todo la bilogia evoltva, es una parte de la cen cia, se establece un puente entre ls ciencias naturales y ls humanidades. 5) Los procesos histricos, an decididamente omitidos en cas todas as eiencias Hisicas, se pueden someter 4 ands eienifico y daben ieluise dentro de los limites de la ciencia. 32 Muy a menudo, la incomunicacién entre la ciencia y tas humanida- des se atribuye a la incapacidad de los cientificos para apreciar el «ele- mento humano» en el curso de sus investigaciones. Pero no se debe char toda la culpa a los cientificos. Para muchos trabajos de humanida- des es indispensable tun conocimiento rudimentario de ciertos descubri- mientos de la ciencia, sobre todo ¢e biologfa evolutiva, comportamien- to, desarrollo humano y antropologia fisica, Y sin embargo, demasiados humanistas carecen de dichos conocimientos y exhiben en sus escritos una vergonzosa ignorancia de dichas materias. Muchos de ellos se dis- culpan de su desconocimiento de la ciencia alegando que «se me dan mal las mateméticas». Pero lo cierto es que hay muy pocas mateméticas en las ramas de la biologia con las que mas familiarizados deberian es- tar Jos humanistas. Por ejemplo, no hay ni una sola férmula matemética en El origen de las especies de Darwin ni en mai Crecimiento del pensa- iento bioldgico (1982). El conoc'miento de Ia biologia humana debe- rfa formar parte imprescindible e irseparable de los estudios de humani- dades. La psicologfa, que antes se clasificaba entre las humanidades, se considera ahora una ciencia biol6gica. Sin embargo, ,cémo se puede es- cribir sobre historia o literatura, que son humanidades, sin tener consi- derables conocimientos sobre el comportamiento humano? Snow hizo bien en insistir en este aspecto, La mayor parte de la gen- te muestra una deplorable ignoranc’a en materia cientifica, incluso en los {q temas mis sencillos. Por ejemplo, un autor tras otro aseguran no poder- |) Se cteer que el ojo es el resultado de una serie de accidentes. Lo que te- velan estas declaraciones es que los autores no tienen ni idea del funcio- namiento de la selecci6n natural, que no es un proceso accidental sino _angicasual. El cambio evolutivo se produce porque ciertas caracteristicas ‘de los individuos se adaptan mejor que otras a las circunstancias am- bientales de la especie en un momento dado, y estos caracteres mas ‘adaptativos se van concentrando en las generaciones posteriores, gracias a las diferentes tasas de supervivencia y reproduccién; en otras palabras, por seleccién natural. Desde luego, el azar desempefia un cierto papel en la evolucién, como bien sabfa Darwin, pero la seleccién natural ~e1 me- canismo primario del cambio evolutivo- no es un proceso accidental. } _ Ignorar los descubrimientos de la biologia resulta especialmente gra- {ve cuando los humanistas se ven obligados a afrontar problemas po- Iiticos como 1a superpoblacién mundial, la difusién de enfermedades infecciosas, el agotamiento de recursos no renovables, los cambios cli- ‘maticos perjudiciales, el aumento de las necesidades agricolas en todo el mundo, la destruccién de los habitats naturales, Ia proliferacién de con- ductas delictivas o los fallos de nuestro sistema educ: estos problemas se puede abordar satisfactoriamente sin tener en cuenta \ [ /o. Ninguno de 33 | tos descubrimientos de la ciencia, sobre todo de la biologfa: y sin em- bargo, los politicos actian demasiado a menudo con total ignorancia. LOS OBIETIVOS DE LA INVESTIGACION CIENTIFICA, Muchas veces nos preguntan por qué nos dedicamos a la ciencia. 0 para qué sirve la ciencia. A estas preguntas se les han dado dos respues- tas muy diferentes. La insaciable curiosidad del ser humano y el deseo de conocer mejor ¢| mundo en el que viven son, para muchos cientificos, las razones primarias de su interés por la ciencia. Se basan en la convic- cidn de que ninguna de las teorfas filos6ficas © puramente ideolégicas puede competir a largo plazo con el conocimiento del mundo que pro- porciona la ciencia, Aportar una contribuci6n a este mejor conocimiento del mundo es una fuente de satisfaceién para un cientifico; de hecho, le vuelve loco de alegria. Se suele insistir mucho en los descubrimientos, en los que a ve- ces interviene la suerte, pero la alegria es atin mayor cuando uno tiene éxito en la dificil tarea intelectual de desarrollar un nuevo concepto, un concepto capaz de integrar una masa de datos anteriormente inconexos, 6 que pueda servir de base a teorfas cientificas. Por supuesto, los place- res de la investigacién se ven empaiiados por la incesante necesidad de reunir datos aburridos, la decepcidn (e incluso la vergtenza) de las teo- rias invalidadas, la resistencia que ofrecen algunas materias investigadas y otras muchas frustraciones’, Un objetivo completamente diferente es utilizar la ciencia como me- dio para controlar el mundo, sus fuerzas y sus recursos. Este segundo ob- jetivo es propio, sobre todo, de los cientificos aplicados (incluyendo los Que trabajan en medicina, sanidad publica y agricultura), Ios ingenieros, los politicos y el ciudadano medio. Pero lo que olvidan algunos el ¥ volantes es que, para resolver los problemas de contaminacién, urba- * nizacién, hambre o explosién demogrifica, no basta con combatir los | sintomas. Ni la malaria se cura con aspirina, ni se pueden resolver pro- blemas sociales y econémicos sin estudiar las causas. Nuestra manera de afrontar la discriminacién racial, el crimen, la adicciGn a las drogas, la Al investigador frustrado me gustarfa recondarle la sensata recomendacién de Stem (1965:773): «El investigador puede superar todos los peligros que sus debilidades persona les le planteen, Puede conservar el entusiasmo de la juventud. que le empujé a contemplar tos misterios del universo. Puede seguir dando gracias por el extrordinario privilegio de par- ticiparen su exploracion, Puede sentir un gozo constante por los deseubrimientos hechos por ‘otros, tanto en el pasado como en su propia épaca. ¥ puede aprender I dificil leceién de que €l viaje mismo, y no solo a gran conquista da pleitud «la vida humana. 54 carencia de hogar y problemas similares, asf como el grado de éxito que logremos en su eliminacién, dependeran en gran medida de que com- prendamos bien sus causas biolégicas. Estos dos objetivos de la ciencia -satisfacer la curiosidad y mejorar el mundo- no corresponden a dominios totalmente diferentes, porque hasta la ciencia aplicada, y sobre todo la ciencia en la que se basa una politica pablica, depende de la ciencia basica. En la mayorfa de los ca-y \ sos, lo que mas motiva a los cientificos es el simple deseo de compre der mejor los fenémenos enigmaticos de nuestro mundo. Tanto en ta ciencia basica como en la aplicada, toda discusién acer- ‘ea de los objetivos de la investigacién cientifica implica siempre cues- tiones de valores. gHasta qué punto puede permilirse nuestra sociedad ciertos proyectos cientificos de altos vuelos, como los superaceleradores de particulas o las estaciones espaciales. teniendo en cuenta que sélo se cobtendrdn resultados muy limitados? {Hasta qué punto se pueden consi- derar éticos ciertos experimentos, en especial los realizados con mami- feros (perros, monos, etc.)? ¢Existe el riesgo de que el trabajo con ma- terial embrionario humano dé lugar a practicas contrarias a la ética? {Qué experimentos de psicologia humana o de medicina clinica podrian resultar perjudiciales para los sujetos experimentales? Cuando las ciencias fisicas eran las dominantes, se solfa considerar que la ciencia carece de sistema ce valores. Durante 1a rebelién estu- diantil de Jos aftos 60, algunos grupos, ofendidos por esta arrogancia, di- fundieron el lema «Abajo la ciencia sin valores». Desde el auge de la biologia, y especialmente de la genética y la biologia evolutiva, ha que- dado claro que los descubrimientos y teorfas cientificas ejercen un im- pacto en los sistemas de valores, aunque no est tan claro hasta qué pun- to puede Ia ciencia generar valores (véase Capitulo 12). Algunos de los adversarios de Darwin, como Adam Sedgwick, acusaron al darvinismo de destruir los valores morales. Todavia en nuestros dias, los ereacionis- tas atacan a la biologfa evolutiva porque estan convencidos de que soca- va los valores de la teologia cristiana. EI movimiento eugenético del si glo XX defendia unos valores claramente derivados de la ciencia de la genética humana, Y si la sociobiologfa recibié tan virulentos ataques en Jos aitos 70 fue porque parecia fomentar ciertos valores politicos incom- patibles con los de sus oponentes. Casi todas las grandes religiones ¢ ideo- logfas politicas defienden ciertos valores asegurando que tienen base cientifica, y casi todas defienden ademés otros valores incompatibles con ciertos descubrimientos de la ciencia. Payl.Reverabend (1970) se ha atrevido a sugerir (como también han hecho otros autores contempordneos) que un mundo sin ciencia «seria més agradable que ¢l mundo en el que hoy vivimos», No estoy seguro 55 de que fuera asf. Habria menos contaminacién y menos cdncer provoca- do por la contaminacién, menos masificacién y menos subproductos no- vos de la sociedad de masas. Pero también serfa un mundo con mucha mortalidad infantil, una esperanza de vida de s6lo 35 0 40 afios, sin po- sibilidades de evitar el calor en verano y protegerse del frio en invierno. ‘Cuando uno se pone a quejarse de los efectos secundarios e indescables, se olvida con facilidad de los inmensos beneficios de la ciencia (inelu- yendo la ciencia agricola y la médica). Casi todos los Ilamados «efectos malignos» de la ciencia y la tecnologia se podrian eliminar; los cientifi- cos saben qué habrfa que hacer, pero su conocimiento tiene que tradu- cirse en leyes, y hasta ahora esto se ha topado con la oposicién de los po- Iiticos y gran parte de la poblacién votante. Mi opiniGn personal sobre las contribuciones de la ciencia se apro- xima més a la de KgsLPopper, que dijo lo siguiente: «Después de la mii- sica y el arte, la ciencia’és ef mayor, el més bello y el més iluminador lo- gro del espiritu humano. Detesto esa moda actual tan ruidosa que pretende denigrar a la ciencia, y admiro por encima de todo los maravi- Hlosos resultados conseguidos en nuestros tiempos por el trabajo de bid- logos y bioquimicos, y que la medicina ha hecho llegar a pacientes de todo nuestro bello planeta.» La ciencia y el cientifico ~ Con frecuencia se oye decir que la ciencia puede hacer tal cosa o que la ciencia no puede hacer tal otra, pero evidentemente son los cientificos los que pueden 0 no pueden hacer algo. El cientifico, en el mejor de los casos, es una persona trabajadora, muy motivada, escrupulosamente honrada, generosa y cooperacara. Pero los cientificas son seres humanos ¥ no siempre estén a la altura de estos ideales profesionales. Las consi- deraciones politicas, teolégicas o econdmicas, que son ajenas a la cien-, cia, no deberfan influir en los juicios cientificos, pero influyen a me~) nudo, Los cientificos tienen tradiciones y valores propios y especificos, que aprenden de un profesor, un colega de mds edad o algin otro mode- lo, El sistema de valores no s6lo proscribe los fraudes y mentiras, sino que obliga a dar el crédito adecuado a los competidores si éstos tienen prioridad en un descubrimiento, Un buen cientifico defender tenaz- mente sus propias reivindicaciones de prioridad, pero al mismo tiempo suele estar deseoso de agradar a las figuras principales de su campo y a veces acatard sui autoridad aunque deberia ser mas critico Toda trampa 0 manipulaciGn de datos se descubre tarde 0 temprano 56 y significa el final de una carrera: aunque s6lo fuera por esta raz6n, el fraude no es una opcién viable en la ciencia. La inconsistencia es un de- fecto més extendido; seguramente no existe un solo cientifico que esté completamente libre de él. Charles Lyell. cuyos Principios de geologia influyeron en el pensamiento de Darwin, predics el uniformismo, pero a muchos de sus contemporineos les sorprendié lo poco uniformista que ‘era su propia teorfa sobre el origen de nuevas especies. Ni el propio Dar- win se libré de incurrir en inconsistencias: aplicé el concepto de pobla- cin para explicar la adaptacién por seleccién natural, pero utiliz6 len- guaje tipoldgico en algunos de sus comentarios sobre especiacién. Lamarck proclam6 a los cuatro vientos que era mecanicista estricto y ‘que se proponia explicarlo todo en términos de causas y fuerzas me nicas; y sin embargo, el lector mederno no puede evitar interpretar su teorfa de que e} cambio evolutivo lleva inevitablemente a la perfeccin como una adhesin subconsciente al principio (no mecanicista) del per- feccionamiento. Algunos fallos en los descubrimientos ¢ hipétesis de los cientificos se deben claramemte a que han confundido los deseos con la realidad. Después de que uno de los primeres investigadores creyera descubrir 48 ‘cromosomas en la especie humana, su descubrimiento fue confirmado Por otros muchos investigadores, porque 48 era el niimero que espera- ban encontrar. El ntimero correcto (46) no qued6 confirmado hasta que se introdujeron tres técnicas nuevas y diferentes. Reconociendo que el error y la inconsistencia son frecuentes en la ciencia, Karl Popper propuso en 1981 un conjunto de normas éticas pro- fesionales para los cientificos. El primer principio dice que no existe la autoridad; las inferencias cientificas van mucho mis alld de lo que cual- quier individuo puede dominar, aunque se trate de un especialista, En se- ‘gundo lugar, todos los cientificos cometen errores algunas veces; parece algo inevitable. Hay que buscar los errores, analizarlos cuando se los en- ccuentra y aprender de ellos. Ocultar los errores es un pecado imperdo- nable, En tercer lugar, aunque esta auttocritica es importante, tiene que complementarse con criticas ajenas, que pueden ayudarnos a descubrir y corregir los errores propios, Para poder aprender de los errores, hay que reconocerlos cuando otros nos los sefialan. Y por tiltimo, siempre hay que ser consciente de los errores propios cuando se sefialan los ajenos. La mayor recompensa para un cientifico es el prestigio entre sus co- legas. Este prestigio depende de factores como el niimero de descubri- mientos importantes realizados, 0 su contribucién a la estructura con- ceptual de su disciplina. ,Por qué la prioridad y el reconocimiento de los colegas son tan importantes para casi todos los cientéficos? ,Por qué al- gunos cientificos intentan denigrar a sus colegas (o competidores)? 37 {Cémo se recompensa a un cientifico por sus logros? {Qué relacién existe entre unos cientificos y otros, y entre los cientificos y el resto de la sociedad? Todas estas preguntas han sido planteadas por investigado- res de la sociologia de la ciencia, entre los que destaca Robert Merton, que précticamente fund esta disciplina. Tal como ha demostrado Mer- ton, gran parte de la ciencia moderna la realizan equipos de investig: cidn, y con frecuencia se forman alianzas bajo la bandera de ciertos dog- mas", Pero a pesar de que existe un cierto grado de disensién, 1o que mas mpresiona a los de fuera es el notable consenso existente entre los cien icos en la segunda mitad del siglo XX. Este consenso se refleja especialmente bien en la internacionalidad de la ciencia. El inglés se va convirtiendo con rapidez en la lingua fran- ca de la ciencia, y en ciertos paises, como Escandinavia, Alemania y Francia, importantes publicaciones cientfficas tienen titulo en inglés y pu- blican principalmente articulos en inglés. Un cientifico que viaje a otro pais, aunque se trate de un estadounidense y vaya a Rusia o Japén, se siente perfectamente a gusto en compaiifa de sus colegas de ese pais. Ei los Gltimos tiempos se han publicado en revistas cientificas numerosos articulos cuyos coautores son de distintos pafses. Hace cien altos, los ar- ticulos y libros cientéficos solfan tener un claro sabor nacional, pero esto es cada vez més raro. Todos los cientificos que alcanzan objetivos de mérito suelen ser ambiciosos y muy trabajadores. No existen cientificos de 9 a 5. Muchos trabajan 15 0 17 horas al dia, al menos durante ciertos perfodos de su ca- rrera. Y sin embargo, la mayoria tiene intereses muy variados, como lo demuestran sus biograffas; muchos cientificos son misicos aficionados, por ejemplo. En otros aspectos, los cientificos forman un colectivo tan variable como cualquier grupo humano, No creo que exista un tempera: mento concreto 0 una personalidad que se pueda identificar como «el cientifico tipico». Tradicionalmente, uno se hacfa biGlogo después de estudiar medici- nna o por haber sido naturalista desde pequefo, En la actualidad, es mu- cho mis corriente que los j6venes se interesen por las ciencias de la vida gracias a los medios de comunicacién, sobre todo los documentales te- evisivos sobre la naturaleza, a las visitas a los museos (casi siempre em- pezando por la sala de dinosaurios) o a un profesor que les inspira. Mi les de j6venes se dedican a observar a los pajaros, y algunos se harin bidlogos profesionales (como hice yo). El ingrediente mas importante es la fascinaci6n ejercida por las maravillas de los seres vivos. A la mayo. ria de los bidlogos les dura toda Ia vida; jamais dejan de apasionarles los © Wease Hull (1988), 38 descubrimientos cientificos, sean empiricos o tedricos, ni pierden la afi- cidn a buscar nuevas ideas, nuevos puntos de vista. nuevos organismos. Y muchos aspectos de la biologia influyen directamente en nuestras cir- cunstancias personales y en nuestro sistema de valores, Ser bidlogo ) es un trabajo: es elegir un modo de vida’, * Percibir un hecho de la naturaeza que jams habia sido visto por un ojo 0 una men te humana, descubrie una nueva verdad en cvalguier campo, revelar un acontecimiento dela historia pasada o idemtficar una relacién oculta...el afortunado que haya vivido estas ex Deriencias se reerearé en ellas toda su vida> (Stem 1965:772), Muchos cienifcos, en sus utobiografias o en otras obras, han descrito con entusiasmo los gozos de la Investigacion {Shropshire 1981), 39 | l Capitulo 3 {Cémo explica la ciencia el mundo natural? Los primeros intentos de explicar e! mundo natural recurricron a lo sobrenatural. Desde el animismo mas primitivo hasta las grandes reli- ‘giones monotefstas, todo lo enigmitico y aparentemente inexplicable se atribuia a las actividades de espiritus 0 dioses. Los antiguos griegos fue~ ron los primeros en probar un enfoque diferente. Intentaron explicar los fenémenos del mundo mediante fuerzas naturales. La filosofia, que se desarrollé en el siglo VI a.C., se fue ocupando cada vez més de la tarea de explicar el mundo ¢ intentar determinar cudl debfa ser el ideal del «sa- ber». Los griegos basaban sus explicaciones en la observacién y la re- flexién, aunque la metafisica siempre desempefié un papel considerable, A partir de aquellos antiguos comienzos se fue desarrollando poco a poco lo que hoy llamamos filosofia de la ciencia. El tercer tipo de sistema explicativo fue la ciencia, que surgi6 con la revoluci6n cientifica. Tal vez no deberfamos considerat las explicacio- nes sobrenaturales, la filosofia y la ciencia como tres etapas consecut vvas, sino como tres enfoques complementarios del problema del conoci- miento. La historia del pensamiento humano nos ensefia que estos sistemas tan diferentes evolucionsron uno a partir de otro sin grandes rupturas. Por ejemplo, muchos de los grandes fil6sofos, incluso Kant, in- clufan a Dios en sus modelos explicativos. Antes de Darwin, Dios era | también aceptado como factor de explicacién por muchos bidlogos. Tras el auge de la ciencia, la filosofia continué existiendo y prosperando; lo ‘que cambi6 fue su objetivo, Poco a poco, la ciencia se fue emancipando de la filosofia y los filésofos empezaron a distanciarse, pensativos, del trabajo de los cientificos, para centrarse en el andlisis de las actividades _ de éstos, E] objetivo final de la ciencia es hacer avanzar nuestra comprensién del mundo; en esto estin de acuerdo los cientificos y los filésofos de la ciencia. El cientifico plantea preguntas acerca de lo desconocido o lo in- comprendido, ¢ intenta responderlas. La primera respuesta se Hama con- jetura o hip6tesis, y sirve como tertativa de explicacién. Pero {qué es en realidad una explicacién? Cuando encontramos un fenémeno enigma co en e] mundo cotidiano, se lo suele explicar sobre la base de lo que ya sabemos, 0 de lo que parece racional. Por ejemplo, un eclipse de Luna tiene que deberse a la sombra de la Tierra, que cae sobre la Luna; y la fau- 6 na y flora de lay Galépagoy tuvieron que Hegar hasta alli por dispersién sobre el agua, ya que es evidente que estas islas volcdnicas nunca estu- vieron conectadas con el continente suramericano, Pero no basta sim- plemente con disponer de una explicacién racional. Ademas, hay que asegurarse de que la respuesta e5 correcta 0, al menos, tan proxima a la verdad como permitan los conocimientos actuales. Este objetivo del ] ‘ientffico es también el objetivo del fildsofo de la ciencia. Lo que ha provocado controversias entre los fildsofos, desde los jempos de los antiguos griegos hasta nuestros dias, es la manera en que se debe elaborar y poner a prueba una explicacién del mundo natural. Docenas de fil6sofos se han propuesto formular principios que hicieran avanzar nuestra comprensién del mundo (0, como se solia decir, que nos permitieran descubrir la verdad). Entre los mds citados figuran Descar- tes, Leibniz, Locke, Hume, Kant, Herschel, Whewell, Mill, Jevons, Mach, Russell y Popper. Es curioso que el nombre de Darwin casi nun- ca se incluya en estas listas, aunque es evidente que fue uno de los mas ‘grandes fil6sofos de todos los tiempos!. De hecho, Darwin fue, en gran ~) medida, el fundador de la moderna filosofia de Ia biologia, J {Qué se proponian estos filésofos de la ciencia? ;Intentaban simple ‘mente describir con fidelidad los métodos de los cientificos, vistos a tra- ‘yés de los ojos de un filésofo, o pretendian indicar a los cientificos eémo debian elaborar sus explicaciones y experimentos, para que sus descu- brimientos pudieran considerarse ciencia auténticamente «buena»? Si se trataba de esto thimo, me temo que hasta ahora han tenido poco éxi- to. No conozco un solo bidlogo cuyas teorizaciones se hayan visto afe tadas por las normas propuestas por los filésofos de la ciencia. Por lo gé- J } neral, los cientificos se dedican a sus investigaciones sin prestar mucha | { atencién a los detalles mas finos de la metodologfa, La tinica excepcién es la insistencia de Karl Popper en la falsacién (véase mas adelante), que en principio fue aceptada por la generalidad de los bidlogos, aunque casi nunca daba resultados en la prictica. {Por qué a los fil6sofos de la ciencia les sigue preocupando tanto la manera en que los cientificos elaboran y ponen a prueba sus explicacio- nes? Al fin y al cabo, la ciencia ha obtenido una serie casi ininterrumpi- da de éxitos desde el principio de la revolucién cientifica. Es cierto que de vez en cuando se adopta durante algtin tiempo una teorfa errdnea, Mayr (1964a, 1991) y Ghiselin (1969. Sexi Kitcher (1993), la filosofia de la ciencia «se proponia analizar Wt calidad de la Ciencia, centrandose en cuestiones como la confirmacién de hipStesis mediante pruebas la naturaleza de las Leyes ciemtficas y de las teorias cientificus, y las caractersticas de la ex plicacién cientficnr 62 pero pronto es refutada en la pugna entre teorfas rivales. Se han dado muy pocos casos de refutacién de una teoria cientifica importante. En_ general, a fiabilidad de los grandes principios cientificos es incuestio~ jable. Giere (1988) Sty 7 icia del escepticismo cartesia- no durante la revolucién cientifica 2s la responsable de las continuas du- das de los filésofos. Los medios de comunicacién, con sus cotidianas noticias sensacio- nales sobre grandes descubrimientos nuevos y refutaciones de las teorias vigentes, tienden a hacer creer a fos no cientificos que la ciencia no ofre- ce ninguna certeza ni «verdad» acerca de nada, Por el contrario, las teo: ras basicas de la ciencia, muchas de las cuales tienen ya cincuenta 0 cien ios, se confirman una vez tras otra, Incluso en in campo tan con. trovertido como la biologfa evolutiva, la estructura conceptual basica es” tablecida por Darwin en 1859 ha demostrado ser notablemente sétida, fodos ToS Thientas TeaTiZados en los iltimos Crento treinta afios por inva- lidar el darvinismo (y ha habido cientos) han fracasado; y lo mismo ha sucedido en casi todos los demas campos de la biologfa. No obstante, hay que TeconOceT que MiESTTOS OrEanos de los sentidos son falibles, y nuestro raciocinio més atin, Por lo tanto, constituye tarea legitima de la filosoffa supervisar los métodos que usan los cientificos para adquirir conocimientos, ¢ incluso aconsejar a los cientfficos las ma- nneras més fiables de formular teorias y ponerlas a prueba, La rama de la Filosofia que se ocupa de! problema de lo que sabemos y cémo lo sabe- ‘mos se llama epistemologfa, y constituye actualmente el principal cam- po de interés de la filosofia de la ciencia’ BREVE HISTORIA DE LA FILOSOFIA DE LA CI CIA No tiene nada de extrafio que el auge del interés por la epistemolo- fa coincidiera con la revolueién cientifica, 0 fuera consecuencia de ella, Siendo la astronomia y la mecdnica las ciencias mas activas de la época, la observacidn y las matemdticas gozaban de mucho prestigio, y sus apéstoles fueron Francis Bacon (con su método de induceién) y Descar- tes (con su geometria). Gracias a Bacon, la induccién quedé consagrada como el método ciemtifico por excelencia durante dos siglos, Segtin esta filosofia, el cien- tifico elabora sus teorias registrando, midiendo y describiendo observa- No podemos ofrecer en este libro una historia de la filosoia de Ia ciencia, La litera tura existente es abundantisima y yo carezoo de formacion filosafica, Lo que pretendo es. mds bien, eeflejar el punto de vista de los cieniicos profesionales, 63 ciones, sin tener ninguna hipétesis previa ni expectativas preconcebidas A inicios del siglo XIX, cuando la induccién estaba de moda en Inglate- ra, Darwin se proclam6 fiel seguidor de Bacon, pero en realidad su en- foque era més o menos hipotético-deductivo (véanse parrafos siguien- tes)", Mas adelante, Darwin se burl6 de la induecién, diciendo que quien creyera en este método aserfa capaz de meterse en un foso de grava a contar las chinitas y describir los colores». Liebig (1863) fue uno de los primeros cientificos de prestigio que repudiaron la inducci6n baconiana, argumentando convincentemente que ningiin cientifico habfa seguido nunca, ni podrfa seguir, los méto- dos descritos por Bacon en Novwn Organum. La induecién por sf mis- ‘ma no puede generar nuevas teorias. La incisiva eritica de Liebig con- tribuy6 a poner fin al reinado del induccionismo’, y desde entonces se consider6 insultante lamar a alguien induccionista (o «coleccionista de sellos»). Sin embargo, muchos de los criticos de este enfoque empfrico pasaron por alto el hecho de que los datos segufan siendo tan indispen- } ables como siempre para sostener cualquier empresa cientifica. Lo que habia que criticar no era la recoleccién de datos en sf, sino la manera de ‘utilizar dichos datos para formular teor‘as. En algunas ciencias (sobre todo en biologfa), que se basan en la construccién de narraciones histé- ricas, el método cientifico esencial en la actualidad es basicamente in- ductive. av Mas avanzado el siglo XIX, y principalmente como consecuencia de la obra de Frege (1884) y de ottos Idgicos y matemdticos, la légica se convirti6 en una influencia dominante en la filosofia de las mateméticas y la fisica, Esto result6 particularmente titi en los casos en que las leyes universales con formulacién matematica desempefiaban un papel impor- tante, como sucede en las ciencias fisicas. Resultaba menos adecuado para la biologia, donde abundan el pluralismo, el probabilismo y los fe némenos puramente cualitativos 0 de tipo histérico, y donde prictica- mente no existen leyes estrictamente universales. En consecuencia, se desarroll6 una filosoffa de la ciencia hecha a medida para las ciencias fi sicas, pero que, en gran medida, resultaba inadecuada para la biologta. Verificacidn y refuiacton Eneste siglo, la filosofia que mas tiempo ha predominado en la cien- cia angloamericana ha sido el empirismo Iégico, desarrollado en los © ease Ghiselin (1969), * ease Laudan (1968) atios 20 y 30 por los positivistas ldgicos del Circulo de Viena (Reichen- bach, Schlick, Carnap, Feigl). El empirismo Tégico se construy6 sobre _ttes bases: 1) la obra de varios matematicos y logicos del siglo XX; 2) el ‘empirismo clasigo de David Hume, transmitido a través de Mill, Russell y Mach; y 3) las ciencias fisicas, en especial la fisica cldsica, a taf como” S€ las entendia antes de la relatividad y 1a mecénica cudntica. En lo referente a la confirmacién cientffica, el método defendido por Jos positivistas l6gicos era el hipotético-deductivo tradicional (H-D). y se ) consideraba que el mejor criterio de validez de una teoria era la verifica- cién mediante comprobaciones repejidas. Si los experimentos confirma ban una teorfa, los positivistas légiccs dirfan que la teorfa habia sido ve- rificada, Es cierto que la verificaciin refuerza considerablemente las teorias y permite introducir a veces mifcalopes ches pero no_ se debe dar por supuesto que verficacién Gemues > a Inga da ‘das que tna teoria és cierta. En ocasiones, estos métodos han dado Togar ala verificacién de teorias que después resultaron ser erréneas*. Popper estaba de acuerdo con los positivistas I6gicos en que una too- sa «se considera mis saisfatoria evant mayor sa el rigor de as Pr.) bas independientes que ha superados pero insistia en que Ja falsasién era. el tinico modo de eliminar una teorig invélida. Si la teorfa no pasa una ) prueba, queda refutada, Sin embargo, la falsaci6n no es asunto sencillo. Noes como demostrar que 2 y 2 no suman 5, Resulta particularmente ina- decuada para comprobar teor‘as probabilisticas, y asi son casi todas las | tears bligicas-Ta aparicn dr excepeiones a un Tori probabil, nO Ta Tefuta necesariamente. Y en campos como la biologia evolutiva, én el que hay que elaborar narraciones hist6ricas pata explicar ciertas ob- servaciones, suele resultar dificil, sino imposible, refutar sin lugar a du- das una teorfa errénea. La maxima categérica que afirma que un solo dato’ en contra basta para invalidar una teoria puede ser cierta para teorfas ba- sadas en las leyes universales de las ciencias fisicas, pero muchas veces no se la puede aplicar a teorfas de biologia evolutiva’ "Ene todos los métodos que supvestarente contribuian a la veriicacin, del que me nos mi fio es de Ig analogia Siempre sospecho de los que intentan ganar una discusion con la ayuda de une analoia, Casi invarablemente, ls analogtas ‘isomérficas con Ia situacion real. En ocasiones, las analogs pueden ser tiles como instru) ‘mento didstjeo, al permitimos explicar algo poco corriente, comparsndolo con una situacién' ‘comocida, Pero jams se las puede aceptar com evidencia decsiva en una argumentacin. Normalmente, una teora se mantiene vigente hasta ser desplazada por una teorfa me- {Jor. Existen, no obstante, unos cuantos casos excepcionales, en los que todas las feorias an teriores han sido refutadas sin lugar a dudas pero sin que se haya encontrado una teoria cet bile que las sustituya. El sentido de orientacién de las aves migratorias es un ejemplo de problema para el que no existe de momento eoria que To explique.. eufvocas nunca consiguen ser 6s Nuevos modelos de explicacién cientifica La moderna filosoffa de la ciencia nacié en 1948, en un articulo es- crito por Carl Hempel y Paul Oppenheim, y desarrollado por Hempel en 1965. En aquélios ensayos, Hempel proponia un nuevo modelo de ex- plicacién cientifica, que Hamé Y modelo deduetivo- nomoldgigo (D-N). Este modeloTav6 mucho éxito en los aos SUy 60, concediéndoselo asi- mismo como «la opinién recibida». > La idea basica de la explicacién deductivo-nomolégica es la si- guiente: una explicaciGn cientifica es un argumento deductivo en el que la declaracién que describe el fenémeno a explicar se deduce de_una 0 ids Teyes universales, en conjuncién con datos coneretos (reglas de co- rrespondencia). Segtin este enfoque, una teoria cientifica es Gin «sistema FEductivo axiomédtico» cuyas premisas se ba ~~ El modelo D-N original era muy tipolégico y determinista, y pronto se modifies para adecuarto a leyes probabilisticas 0 estadisticas. Cada afio aparecfan nuevos articulos o libros que sugerian maneras de corre- gir fallos reales o aparentes de la opinién recibida. Algunas se presenta- ban como teorfas completamente nuevas, aunque en realidad eran deri vados del modelo de Hempel. - Una de estas modificaciones fue la llamada concepciGn-seménti la estructura tedrica’. Para Beatty (1981, 1987), tino de los defensores de este nuevo modelo, ung’ teorfar€s la definicién de un sistema, y las ap! caciones de una teoria son instanténeas dé la ora. Estas explicaciones pueden estar 0 no limnitadas en el espacio y en el tiempo. Las teorias no son generales ni permanentes, y por lo tanto son compatibles con solu- ciones plurales y cambios evolutivos. Este tiltimo aspecto es importan- te, pues recordemos que existen muy pocas generalizaciones biolégicas que no tengan restricciones espacio-temporales. La capacidad del con cepto semdintico para representar con fidelidad las teorfas evolutivas ha inducido a Beatty, Thompson, Lloyd y otros filsofos a adoptar este en- Foque’. Aunque esta teoria esté libre de varios de los puntos flacos de la <> ovros semanicos inssten en que las teoris se Formalizan en teoras fs (sea Jo que seaLeso), y no por axiomatizacisn en ligica matemética, como hace la opininreibid Em plean «modelos» 0 vetidades no linguistcas que son sumamente absractas y muy aljadas {e fos fensimenos empiricos los que se apican» (Thompson 1989565) Las (grins definen una clase de modelos as Jeyesespeciican el fncionamiento dean sistema, El peoblema de «sta terminologia es que el concepto de teria fija de un modelo no les dice nad alos bi, logos. Por ejemplo, no recuerdo haber encontrado la palabra modelo ni una sola vez en toda) 1a fiteratraclisca sobre evolu, $ 66 ( ( opinién recibida, presenta dos dificultades en el caso de los bidlogos. La primera es que cuando uno solicia una definicién de este enfoque, diferentes semadnticos nos dan versiones muy diferentes. El segundo im- pedimento es el siguiente: ,c6mo puede un bidlogo profesional aplicar ) el criterio semantico? Lo que los fildsofos oftecen es una descripeién de teorfas desarrolladas por cientificos. Pero esta descripeién no es st ficientemente normativa como para indicar al bi6logo eémo desarrollar l nuevas teorias, Al menos, eso me parece a mi. ;Cuando se puede decir que una teoria no esta a la altura de las especificaciones de una teoria seméntica? La falta de respuesta a esta pregunta es, en mi opinién, la ra~ 76n de que el enfoque seméntico haya tenido tan poca aceptacién entre los bidlogos, a pesar de sus claras ventajas con respecto a la opinién re- cibida (que en la actualidad se considera mas 0 menos obsoleta). Lo que sf se acepta cada vez mas es que cl planteamiento de una teoria no es tuna simple cuestiGn de reglas I6gicas, y que la racionalidad se debe in- terpretar en términos mas amplios que los que ofrece la Igica deducti- va o inductiva. a Cada uno de los modelos expiicativos de este siglo ha estado de moda durante diez altos o més, habiendo sido sustituido después por una versién corregida o por un modelo completamente nuevo". En la déca- da de los 80 ha habido mucha actividad en la filosofia de la ciencia, pero dicha actividad no ha conducido z ningdn acuerdo entre los filésofos acerca del mejor modo de elaborar y poner a prueba una explicacién Cientifica, En un ensayo reciente, Salmon (1988) ha escrito que «Me pa- rece a mi que en la actualidad existen tres importantes escuclas de pen- samiento -los pragmiticos, los deductivistas y los mecanicistas~ y que no es probable que se alcance un acuerdo sustancial estre ellas en el fu- turo préximo». DESCUBRIMIENTO Y JUSTIFICACION asi todos los Cos y fildsofos de la ciencia parecen estar de acuerdo en que la ciencia es un proceso en dos etapas. El primer paso consiste en el descubrimiento de nuevos hechos, irregularidades, excep- ciones 0 aparentes contradicciones en la naturaleza, y en la elaboracién de conjeturas, hipétesis o teorias para explicarlos. El segundo paso con- siste en la justificacién: los procedimientos para poner a prueba y vali- dar dichas teorfas. Afortundamente para los no fl6sofes,existen algunas excelentes historias de estos cesfuerzos explicatives (por ejemplo, Suppe 1974; Kitcher y Salmon, eds, 1989) 67 Para casi todos los fildsofos, el camino que conduzca a una nueva teoria empieza por formular una conjetura o hipstesis para resolver un problema; a continuacién, se somete esta hip6tesis a rigurosas pruebas. Pero el cientifico profesional empieza mucho antes. Durante la fase de descubrimiento realiza numerosas observaciones y descripciones de los hechos. Cuando encuentra una irregularidad o anomalia no explicada en los datos disponibles, el descubrimiento de este enigma le induce a ha- cerse preguntas, y estas preguntas acaban dando lugar a una conjetura 0 hipétesis. Todo cientifico ha tenido alguna vez «corazonadas» acerca del sig- nificado o explicaci6n de una observacién. Pero s6lo cuando estas intui- cones se ponen a prueba y superan ésta se puede decir que el descubri- miento cientifico asciende al nivel de «verdad». La justificacién la manera de poner a prueba conjeturas, hipétesis 0 teorfas~ se ha conver- tido en una obsesin de los fildsofos de la ciencia, debido en gran parte ‘a que la justificacién se puede someter a andlisis Idgico. Los descubri- mientos casi nunca se producen «légicamente» a partir de la situacién anterior, y por ello casi todos los filésofos han considerado tradicional- mente que los aspectos del descubrimiento no son de su incumbencia. Por lo general, suelen atribuir los descubrimientos a la casualidad, a fac- tores psicoldgicos, al Zeitgeist 0, peor atin, a las condiciones socioeco- némicas imperantes. Popper (1968), por ejemplo, afirmaba que «la manera en que aun hombre se le ocurre una idea nueva... es irrelevante para el andlisis l6gi- o del conocimiento cientifico. A éste no le interesan las cuestiones fae- ticas... sino sélo las cuestiones de justificacién o validez». Sin embargo, desde el punto de vista de un cientéfico profesional, el método emplea- do para refutar una hipétesis errénea suele tener un interés ménimo, mientras que el descubrimiento de nuevos hechos o la formulacién de una teorfa nueva suelen tener una importancia trascendental” Factores internos y externos en la elaboracién de teorias { ” Ningiin cientifico vive en el vacfo. Todos viven en un entorno inte- (ectual, espiritual, econémico y social, ademds de cientifico. ;Qué im- pacto ejercen estas influencias en el tipo de teorfas que formulan? Los historiadores intelectuales tienden a considerar que los principales res- Esa estrechez de miras dela filosoffa, quo se Centra en la jusificacion y no da im: portancia al descubrimiento, ha sido criticada por Peirce (1972), Hanson (1958), Kun (1970), Feyerabend (1962, 1975), Kitcher (1993) y otros filgsotos 68 ponsables de las nuevas teorfas y conceptos son los factores internos: es decir, Jos adelantos de la propia ciencia. En cambio, los historiadores sociales busean factores externos: es decir, componentes del entorno so- cioecondmico. En general, los socislogos han tenido muy poco éxito en sus esfuerzos", Un buen ejemplo de la irrelevancia de los factores ex- temos es el hiécho de que Charles Darwin y Alfred Russel Wallace, que procedian de ambientes socioeconémicos totalmente diferentes, llegaran = de manera independienté a formular teorfas practicamente idénticas so- bre la evolucién, A decir verdad, no conozco ninguna prueba de la in- fluencia de factores socioeconémicos en el desarrollo de ninguna teoria biol6gica en concreto'. Lo contrario sf es cierto en ocasiones: 10s acti- vistas politicos utilizan con frecuencia teorias cientificas o seudocienti- icas para respaldar su programa particular Dentro de los factores externos, hay que distinguir entre factores so- cioecondmicos y el Zeitgeist 0 entomo intelectual. Este diltimo parece desempefiar un papel muy pequefio en la formulacién de nuevas teorfas, pero sf influye de manera muy importante en la resistencia a tendencias, intelectuales contrarias a las creencias establecidas. Esta fue la razén de que la teoria de Darwin sobre la seleceién natural encontrara una resis- tencia tan obstinada; en el mundo conceptual de Cuvier 0 Agassiz no te- nia cabida una teorfa de la evolucién', Comprobacin {Cémo determina un cientifico si su nueva hip6tesis es valida? So- metiéndola a ciertas pruebas. El fildsofo que quiere determinar la vali- dez de una teoria hace lo mismo, pero las pruebas utilizadas por los cien- tificus son a veces muy diferentes de las que realizan lus fildsofos, que © Laudan (1977:198-225) offece un excelente andliss de este conficto, Afiema con ra ‘26n que shasta que se escriba la historia racional de un episodio, el socidlogo cognitivo debe Timitarse a morderse la lengua. «La principal razén de que los socislogos no hayan conse- ‘uido encontrar una correlacion entre creencias cientificas y clases sociales es que la in- ™mensa mayoria de las ereencas cientifieas (aunque no todas, desde luego) parece carecer por ‘completo de trascendencia social.» * Véase Mayr (1982:4) * Véase Junker (1995). '° Ow ejemplo: a un igualitario extremista, Ia idea de diferencias genéticas entre los seres humanos le resulta totalmente insoporable. Laudan (1977) comentaba: «Se ha sugeri- {do que cualquier teoria ciemifica que acepte diferencias de capacidad ointligencia entre as

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