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SOBRE LAS REVOLUCIONES (de los orbes celestes) AL LECTOR SOBRE LAS HIPOTESIS DE ESTA OBRA Divalgada ya la fama acerca de la novedad de las hipotesis de esta obra, que considera que la tierra se mueve y que el Sol sti inmévil en et centro del univet3, no me extrafa que algu- 1nos enuditos se hayan ofendido vehementemente y consideren que no se deben modificar las disciplinas liberales constituidas cortectamente ya hace tiempo. Pero si quieren ponderat la cues- tin con exactitud, encontrarin que el autor de esta obra no ha cometido nada por lo que merezca ser reprendido. Pues es propio del astrdnomo calcular la historia de los movimicntos ce- lestes con una labor diligente y diestra. Y ademés concebit y 10 NICOLAS COPERNICO re0xo8 Sixny Emtorionérn, der Svopisy bi dvarrodds, negl 78 Tio brie xé7000. Algunos piensan que la tierra permanece quieta, en cambio Filolao fl Pitagsrico dice que se mueve en un circulo oblicuo alrededor del fuego, de la misma manera que el Sol y la Luna. Hericlides el del Ponto y Ecfanto el Pitagérico piensan que la tierra se mueve pero 120 con traslaciGn, sino como una rueda, alrededor de su propio centto, desde el ocaso al orto}. En consecuencia, aprovechando est ocasién empecé yo tam- ‘pensar sobre la movilidad de la tierra. Y aunque la opinion parecia abgurda, sin embargo, puesto que sabia que a otros se les ‘concedido tal libertad antes que 2 mi, de modo que represen- taban algunos circulos para demostrar los fenémenos de los atros, estimé que ficilmente se me permiciria experimentar, si, supuesto alain movimiento de la tierra, podrian encontrarse en la revolucion de las Orbitas celestes demostraciones mis firmes que lo eran las de aquéllos (10) Y yo, supuestos asi los movimientos que mis abajo en la obra atribuyo a larierra, encontré con una larga y abundante observacion ‘98e, 5 se relacionan los movimientos de los demis astros errantes on el movimiento circular de la terra, y si los movimientos se ‘alculan con respecto a la revolucién de cada astro, no sélo de ahi se siguen los movimientos aparentes de aquéllos, sino que también se fonectan el orden y magnitud de los astos y de todas las érbitas, € ineluso el cielo mismo; de tal modo que en ninguna parte puede cam- biatse nada, sin la pertarbacign de las otras partes y de codo el un ‘veri. De ahi tambien, que haya seguido en el transcuso de Ia obta tate orden: en el primer libro descibiré todas la posiciones de las 6¢bi- tas con los movimientos que le atibuyo ala tierra, de modo que es li bro contenga la constitucién general del univers. Después, en los tes: tants libros, rlaciono los movimientos de los dems atrosy de todas las Grbitas con la movilidad dela tieta, para que de ahi pueda dedcirse cn. qué medida los movimientos y apatiencias de los demés atos y6rbi fas pueden salvarse”, sie relacionan coa el movimiento de la tetra, No ‘ado que los ingenioses y doctos mateméticos concordarin conmigo, si, ‘ome [a filosofia exige en primer lugar. quisieran conocer y explicat, 90 Supetfiialmente sino con profundidad, aquello que para la demosra: dn de estas cosas he realizado en esta obra. Pero para que tanto los doc tos como los ignorantes por igual vieran que yo no evtaba el juicio de nadie, prefer! dedicar estas lucubraciones® a tw Santidad antes que 2 Cualquier otto, puesto que también en este remotsimo rinc6n de la te fta, donde yo vivo, eres considerado como eminentsimo por la dignidad SOBRE LAS REVOLUCIONES 11 de tu orden y también pot ty amor a todas as letras y las matemdticas, cde modo que ficilmente con tu autoridad y juicio puedes teprimit las ‘mordeduras de los calumniadores, aunque esté en el proverbio que no hay remedio contra la mordedura de un sicofante! 162) Si por casualidad hay yaratoh6yot [charlatanes) que, ava sendo ignotantes de todas las mateméticas, presumiendo de un juicio sobre ellas por algin pasaje de las Escrituras, malignamente distor- sionado de su sentido”, se atrevieran a rechazar y atacar esta estructuracién mia, 90 hago en absoluto caso de ellos, hasta el punto de que condenaré su juicio como temerario. Pues no es desconocido que Lactancio®, por otra parte eélebre escritor, aun- que matematico mediocre, hab} puerilmente de la forma de la sierta al reitse de los que transmitieron que la tierra tiene forma de slobo. Y asi, no debe parecernos sorprendente a los estudiosos, si ahora otros de esa clase se rien de nosotros. Las Matemiticas se escriben para los mateméticos, alos que estos trabajos nuestros, si mi opiniGn 90 me engafs, les pareceran que aportan algo 2 la republica eclesistca, cuyo principado tiene ahora tu Santidad. Pues , no hace mucho, bajo Leda X, en el Concilio de Letrin™, ‘cuando se trataba de cambiar el Calendario Eclessstico, rodo queds indeciso tnicamente a causa de que las magnitudes de los afios y de los meses y los movimientor del Sol y de la Luna ain no se consideraban suficientemente medidos. Desde ese momento, dedi {Qué mi énimo a observar estas cosas con mis cuidado, estimulado por el muy preclaro varén D. Pablo, obispo de Fossombrone », que centonces estaba presente en ls deliberaciones. Pero lo que he proporcio- ‘nado en esta materia. Jo dejo al juicio principalmente de tu Santidad y de todos los dems sabios matemiticos:y para que no patezca a tu San- tidad, que prometo més utilided en la obra de la que puedo presentar, paso yaa lo construido. LIBRO PRIMERO INTRODUCCION 9 Entre Jos muchos y variados estudios sobre las letras y las 7 artes, con los que se vivifican las inteligencias de los hombres, pienso que principalmente han de abarcarse y seguitse con el mayor afin las que versan sobre las cosas mis bellas y mis dignas del saber. Tales son las que tratan de lat maravillosas revoluciones del mundo ¥ del curso de los astros, de las magnitudes, de las distancias, del forto y del ocaso,y de las causes de todo lo que aparece en el cielo y ‘ue finalmence explican la forma total. Pues, Por medio de una dioptra o de un hhoroscopio 0 un corobate ”, colocado fen E, se ve el principio de Cancer naciente en el punto C, y en el mismo momento aparece el principio de Capricornio poniente en el punto ‘A. En consecuencis, extando AEC en lines recta segin la dioptra, consta que es un diametro de la ecliptica, porque los seis signos [del Zodiaco) visibles delimitan un semicirculo, y el centro E es el ‘mismo que el del horizonte. Pero terminadz la revolucién, cuando €l principio de Capricornio surja en B, enconces se vera también el ‘ocaso de Cancer en Dy la linea BED sera recta y un didmetro del mismo circulo:y es patente que su centro esti en la seccioa comin. En consecuencia el circulo del horizonte cortaré siempre en dos a la ecliptica, que es el circulo maximo de la esfera, Y como en la esfera, si un circulo corta por la mitad a alguno de los circulos ‘miximos, también el que corta es méximo. Por tanto, uno de los circulos miximo es el horizonte, y su centro, segin parece, es el mismo que el de la ecliptica, siendo, sin embargo, necesario que sea distinea la linea que parce de la superficie de la wierra y la que parte ‘del centro, Pero a causa de a inmensidad con respecto a la tierra se asemejan a paralelas, que parecen como una sola linea por la exce- siva distancia del limite final, evando el espacio muruo que com: SOBRE LAS REVOLUCIONES 23 prenden en relacién a su longitud resulta de este modo incompars- ble para la percepcién, como se demuestra en Optica (45) Por este argumento aparece suficientemente claro que el cielo ¢s inmenso * en comparacién con la tierra y que ofrece un aspecto de infiniea magnitud, pero ante todo, para la estimacién de los seatidos. En magaicud, la tierra es con respecto al cielo como un punto con respecto al cuerpo y como lo finito con respecto 2 lo ininito. ¥ no parece haberse demostrado otra cosa; pues de ahi no se sigue que Ia tierra deba estar quieta en el medio del mundo. ¥ sin nos admiramos mas de que tan vasto mundo dé la vuelta en un espacio de XXIII horas, en vez de hacerlo una minima parte del mismo aque es la tier (22)_Algunos dicen gu el ceo est nmi y ambign que as cosas Proximasl centro se iueven menos, pra clo ho prc quel era fat quiets en medio del mundo, y o edifeene' dec que elo ft, pet on polos et Hj, que ls cons pximas los pols se tiucren miy poe, De este mode miifewa que Cynota [acacia pola] se mueve con mucha mayor lentnd que Aquila o Canicla™ Borque debe un eulo menor por la proximidad dl poo, Como to ds els forman pare de una misma efe, cya movida, deap tecend junto ase, no adieu mova igual etre! de ods ths pres sin embargo, la evi oa ls conde enna iguldsd dk tempo, pero no en una guldad de espacio (00) En esa caxén se apoya el argument, sep el cul lasers onsiye una parte de la enera celeste, de la misma especie y del Iino movimiento, de modo que por etar pron a centro $e tmueve poco. Lugo, ella misma 4e movers, en cuanto cuerpo ex tence, no en cinnco cemso, en el mismo tempo con repecto. 4 dco semejantes del culo celeste, sinque menor. Que exo c fas, ex mis claro que las: per enronces seri nectaio que el mediodia permanccera sempre en un lugs, y en oto siempre fuera media noche, y n0 se podtian produc oi los orto aos ctor cotidanos, sind uno eincparble el movimiento del todo de la parte G97 Pero la relaién eure aquels conts que estén separads por una diferencia substances enteramente diver la que se me- ‘eo en una bia menor atanan mis dept gu las Guerre un Stele mayor. Ast el azo Suttno el mayor de lo anes, complet su gic en lao uct, yl Luna, que sin da ee mds prc a Wa ena vecone5u cit en un mes y Ia mim tes, alien, 14 24 NICOLAS COPERNICO parceeté completar su circuito en el espacio de tiempo de un dia y una ‘noche. Por consiguiente tesurge la duda sobre la revolucion dias. {@)_E incluso su posicign se cuestiona como menos segura por lo nteriormente dicho. Pues dicha demostracién no aporta oinguna ‘tra cosa que la inmensa magnitud del cielo con respecto a la deta ‘Yino consta en manera alguna hasta donde se extiende esta inmen sidad. Igual que, en el extremo opuesto, en los corpusculos mini imos € indivisibles, que llaman aromos, aunque 0 son sensibles ‘Tuplicados 0 tomados miliplemente no componen de inmediato tun cuerpo visible, pero pueden muldplicarse hasta tal punto que Sean suficientes part aparecer con una magnitud aparcate; asi ocw fre tambien con respecto a la posiciGn de la terra, aun no estando Gnel cencro del mundo, sin embargo, su distancia [al centro] 5 Sncomparable sobre todo en relacion a la esfera de las estrellas fijas Capieulo VII POR QUE LOS ANTIGUOS PENSARON QUE LA TIERRA ESTABAINMOVIL EN MEDIO DEL MUNDO. ‘COMO St FUERA SU CENTRO 16), os sofsaxiguos, com ots rane, ntentaron demos en 8 tion que lea estas ene medi del mundo, AS ale SRN poteron lade a pve y la igerer, Pos fers coalguer ota com pendente ene are sempre efan arasraae bacin'el caso focciventel Capieulo VIII SOLUCION DE DICHAS RAZONES ¥ SUI INSUFICIENCIA Por estas y semejantes razones dicen que la tierra esti inmévil en el medio del mundo y que no hay duda sobre ello. Pero si alguien opinara que la terra da vueltas™, diria que tal movimiento fs natural y no violento. Y lo que acontece de acuerdo con la ‘saturaleza produce resultados opuestos a lo que acontece de acuerdo con la violencia. Pues es necesario que se destruyan aque- 26 NICOLAS COPERNICO llas cosas sobre las que actia la fuerza y el imperu, y que no pue- dan subsistir mucho tiempo. Pero lo que surge de la naturaleza s¢ mantiene correctamente y se conserva en su composicidn prima. nego, en vano teme Ptolomeo que la tierra y todo lo terrestre se disperse a causa de una revolucin realizada por la eficacia de la fnaturaleza, que std bien lejos de ls del arte o de lo que puede conseguirse mediante el ingenio humano. (a7) Pero cpor qué no sospecha eso mismo, con mayor razén del mundo, cuyo movimiento debe ser tanto mis veloz cuinto es mayor el Cielo que la tierra? ¢O se ha hecho el cielo tan inmenso, porque un movimiento de inefable vehemencia lo aleja del centro, J de no ser asi caeria si estuviera quiero? Con segundad, si este Thuonamiento tuviera razén de ser, la magnitud del cielo también Se dirigiria hacia lo infinito, Pues un movimiento cuanto mas es Tlevado hacia lo alto por su fmpetu, tanto mis veloz sera a causa de la siempre creciente circunferencia, que necesariamente ha de re- correr en el espacio de XXIII] horas: y a la vez, al crecer el ‘movimiento, crece la inmensidad del cielo. Ast la velocidad har fvanzar hasta el infinito a la magnited y la magaitud a la velocidad Y sein aquel axioma fisco: lo que es infinito, no puede ser awravesado ni movido bajo razén alguna. Luego necesariamente el Cielo estar. quiero G7) Pero dicen que fuera del cielo no hay singin cuerpo, ai ugar, ni vacio, ai en absoluto nada, y no existe nada por donde pueda extenderse el cielo™. Entonces es realmente admirable, si tlgo puede ser contenide por nada, Pero si el cielo fuera infinito y Slo fuera finito en su concavidad incerior, quia con mas fuerza se Confitmaria que fuera del cielo no hay nada, puesto que cualquier Cosa estaria en él, sea cual sea la magnitud que ocupara, pero el Cielo mismo permaneceria inmévil. Pues el argumento mis fuerte para intentar demostrar que el mundo es fini, es el movimiento, G0. Pero dejemos ala discusién de os isidlogos ” [ilsofos de la raturalezal si el mundo es finieo 0 infinito, teniendo nosotros como Seguro ésto, que la tierre est limitada por sus polos y terminada por una superficie esférica, Luego, por qué dudamos aiin en con- Cederle una movilidad por naturaleza congruente con su forma, fn vez de deslizarse todo el mundo, cuyos limites se ignoran y n0 ‘se pueden conocer, y no confesamos sobre la revolucién diaria que 6 apariencia en el cielo y verdad en la terra, y que estas cosas son como lo que dijera el Eneas de Virglio™, cuando afirma: Salimos del puerto y las tierras y las ciudades retroceden. Puesto que al flotar una nave sobre la tanquilidad de las aguas, SOBRE LAS REVOLUCIONES 27 todo lo que esti fuera de ellos es considerade por los navegantes smoviéadose, de acuerdo con la imagen de su movimiento, y al ‘mismo tiempo juzgan que estan quietos, con todo lo que estd con ellos. Asi, en lo conceraiente al movimiento de la terra, puede cestimarse que todo el mundo da vuelas. ‘a Por consiguiente, ¢qué podriamos decir de las nubes y de todas las demis cosas que floran en el aire, bajan, se detienen, 0 suben de nuevo a as altueas, sino es que la terra, con el elemento scuoso unido a ella, se mueve de esta forma, y también que una parte no pequetia de aire y todo lo que tiene del mismo modo relacién con la terra, sea porque el aire proximo a la tierra, mezclado con materia acuosa o térrea, sigue la misma naturalera (ue la tierra, o sea porque el movimiento del aie es adquirido, que participa en la perpetua revolucion y sin resistencia a causa de la ‘contigidad de Ia tierra? Por el conteaio, con una admiracin igual, dicen que la regidn superior del aire sigue el movimiento celeste, lo que revelan aquellas estrellas repentinas, me refiero a los come- ‘as, también llamadas pogonias [barbadss) por los griegos, para cuya generacién designan tal lugar; las cuales también, como los ‘otros astros, nacen y se ponen. Nosotros podemos decir que, por su gran distancia desde la tierra, esa parte del aire esta privada de quel movimiento terrestre. Por eso apareceri tranquilo el aire que ‘std proximo ala tierra, y también lo que esta suspendido en él, a fo ser que, como puede suceder, sean apitados por el viento o cualquier otro impeeu. 2Pues es el vieato en el aire otra cosa distinea que las olas en el mar? {22} Pero tenemos que confesar que el movimiento de lo que cae ¥ de lo que se eleva es doble, en comparacién con el del mundo, y compuesto de un movimiento recto y uno circular“, Y en cuantoa las cosas que caen por su propio peso, siendo sobre todo de tierra, no ex dudoso que las partes conserven la misma naturaleza que el todo. Y no se presenta ninguna otra razén en las que por una fuerza ignea son lanzadas hacia las alturas, Pues también este fuego terrestre se alimenta sobre todo de una materia véree, y definen la llama no de otra manera que como humo ardiente. Pues, es pro- Piedad del fuego extenderse a todo lo que invade: y esto lo hace on tanta fuerza, que con ningin procedimiento, ni con ninguna ‘miquina puede impedirse que, rota la circel, complete su obra ‘Tambiga el movimiento se extiende desde el centro hasta la circun- ferencia. De ahi que, si alguna de las partes terrestres se encen- diet, seria evada del centro a lo alt. 82) Ep consecuencia, lo que dicen de que un movimiento simple 28 NICOLAS COPERNICO es propio de un cuerpo simple, se verifica en primer lugar del circular, siel cuerpo simple permanece en su lugar natural y en su propia unidad, En esa posicién el movimiento no es otro que el circular, que permance totalmente en si, semejante a lo que esti en reposo, Sin embargo, el movimiento rectilineo sobreviene a aque- lias cosas que son desplazadas de su lugar natural, o que son cempujadas 0 que de algin modo estan fuera de él. ¥ hada repugna tanto a la ordenacidn y forma de todo el mundo, cuinto que algo teste fuera de su sitio, Luego el movimiento recto no sucede sino a aquellas cosas que no se mantienen correctamente ¥ no son perfec- tas conforme a la naturaleza, cuando se separan de su todo y abandonan su tnidad. Sobre todo las que se agitan ariba y abajo, y fo tienen, excepto el circular, ningin movimiento simple, uni- forme y regular, pues no pueden estar en equilibrio a causa de su ligereza 0 por el impulso de su peso. ¥ todo lo que cae, teniendo al principio un movimiento lento, aumenta su velocidad al caer. Por el contrario, vemos que este fuego terreno (y no vemos ningtin ‘otro) impulsido hacia lo alto, inmediatamente languidece, recono- ‘iendo como causa la violencia de la materia terreste. El citcular siempre gira regularmente, pues tiene una causa constante, sin embargo aquél [el rectilineo} deja de acelarase; porque al conseguir su lugar dejan de Ser pesados oligeros y cesa aquel movimiento. Siendo, pues, el movie ‘miento ciculat el del todo, en cambio el rectilineo el de las partes, po: demos comparar el movimiento ciculat con el rectilineo, como un set ‘vo con uno enfermo". ¥ el hecho de que Aristételes divids el movie tniento simple en tres class: el que parte del centro, el que se ditge al Centro y el que gitaaleededor del centro, se juzgari como un nico acto de rzonamiento, del mismo modo que distinguimos la linea, el punto y la superficie, aunque no pueden subsistir el uno sin el ott, 0 sin et cuerpo. (i A-esto se afade también que Ia condicién de inmovilidad se considera mis noble y divina *? que la de mutacin 0 inestabilidad, ‘que convienen por ello mas a l tierra que al mundo. Afiado tam- Dién que pareceria bastante absurdo adjudicar un movimiento al continente 0 localizante y no mis bien al contenido 0 localizado, que es la tierra. Finalmente, siendo manifiesto que las estrellas frrantes se aproximan 0 se alejan de la tierra, entonces sera el movimiento de un s6lo cuerpo que se desarrolla alrededor del punto medio (ellos quieren que sea el centro de la terra), desde fl punto medio y también hacia el mismo. En consecuencia,.con- viene que el movimiento, que se fealiza alrededor del punto me- SOBRE LAS REVOLUCIONES 29 dio, sea tomado como el mis general y suficiente, de modo que el ‘movimiento de cada uno se apoye sobre su propio centro. (a0) A partie de codas estas cosas adviertes que es mis probable a ‘movilidad de la tierra que la quietud, sobre todo con respecto a revolucin diari, mucho mas propia de la tierra, ¥ pienso que esto €s suficiente para Ia primera parte de la cuestin. Capiculo 1X, ‘SI PUEDEN ATRIBUIRSE A LA TIERRA VARIOS MOVIMIENTOS Y ACERCA DEL CENTRO DEL. MUNDO (25) En consecuencia, como nada impide la moviidad de la tierra, pienso que ahora hay que ver si le convienen varios movimientos, de modo que pueda considerarse uno de los astros errantes* Pues, que no es el centro de todas las revoluciones lo manifiestan el aparente movimiento ietegular de las errantes y sus distancias variables la terra, que no pueden entenderse mediante un ciculo hhomocéntrico sobre Ia tierra. Luego, si existen varios centros, ‘cualquiera podra dudar, no temerariamente, del centro del mundo, sobre si realmente lo es el centro de gravedad rerrestre u otro“. Yo creo que la gravedad no es sino una cierta cendencia natural, insica en las partes por la divina providencia del hacedor del u verso, para conferirles la unidad ¢ integridad,juntindose en forms de globo. Este modo de ser es también atribuible al Sol, la Luna las demis fulgurantes entre las errantes, para que, por su eficacia, permanezcan en la redondez con la que st presentan, las cuales, sin ‘embargo, relizan sus circuitos de muchos modos diferentes G7 En consecuencia, si la tierra realiza otros movimientos, por ejemplo alrededor del centro, seri necesario que éstos sean Semejantes a los que aparecen exteriormente en muchos [as- tos), entre ellos encontramos el circuito anual. Puesto que si se ‘ambiara {el movimiento} de solar en cerrestre, concedida la inmo- vilidad del So, os ortos y los ocasos de los signos y de las estrellas fijas, por los cuales se convierten en estrellas matutinas y vesperti- 18 fas, aparecerian del mismo modo, y también las detenciones, los retrocesos y avances de las errantes, no pareceria como propio de cllss, sino como un movimiento de la tiers, el cambiar en vittud 30 NICOLAS COPERNICO cde sus apariencias. Finalmente, se pensari que el Sol ocupa el ‘centro del mundo. Todo esto nos lo ensefa la razén del orden, segin la cual se suceden unas cosas a otras, y la armonia de rodo el mundo, si, como dicen, con los dos ojos contemplamos esta cues- Capiculo X, SOBRE EL ORDEN DE LAS ORBITAS CELESTES (8) Observo que nadie duda que el cielo de las estrellas fijas es lo mis alto de todo lo visible. Pero vemos que los antiguos fildsofos ‘querian tomar el orden de las estrellas errantes segiin la magnitud de sus revoluciones,aceprando como raz6n el que, a igual velocidad de los méviles, estin mis lejos los que parecen moverse mas espacio, segiin se demuestra en la Optica de Euclides. Por ello piensan, que 1a Luna da Ia vuelta en un espacio brevisimo de tiempo, puesto que se mueve proxima ala tierra en un circulo muy pequefio. En cambio, consideran a Sarurno el mis alto, porque recorre el circuito mis grande en el tempo mayor. Por debajo de Gl esta Jupiter, después de éste, Marte. Sobre Venus y Mercurio se ‘encuentran vatias opiniones, porque 0 se alejan del Sol de la {misma manera que los otros. Por ello, unos ls colocan por encima del Sol, como Timeo el de Platén*, otros por debsjo de él, como Prolomeo® y gran parte de los mis modernos. Alpetragius ® co- loca. a Venus superior al Sol y a Mercurio inferior. 9) En consecuencia, los que siguen a Platén, consideran que todas las estrellas, cuerpor obscuros por otra parte, brillan con la Tz recibida del Sol; si estuviesen por debajo del Sol, por la poce distancia desde éste, serfan visto faltindoles la mitad o parte de su redondez. Pues la luz recibida la reeavian hacia arriba, esto es hacia € Sol, tal como vemos en la Luna nueva o menguante. También dicen que a veces el Sol es interceptado por el paso de ellos y le falta la Iuz a tenor de su magnitud; como esto no sucede nunca, piiensan que de ningiin modo estin por debajo del Sol*. {26 Por el contrario, quienes colocan por debajo del Sol a Venus Y Mercurio, reivindican como razén la amplitud de espacio que SOBRE LAS REVOLUCIONES 31 aprecian entre el Sol y la Luna Pues encontraron que la distanda ‘maxima de la Gera « la Luna es de sesenta y cuatro y un sexto tunidades, siendo una unidad la distancia desde el centro de [el radio] la tierra, tal medida esti comtenida dieciocho veces en el intervalo minimo del Sol [y la terra], que son MCLX unidades, y entre el mismo y la Luna MIIIIC. ¥ para que no permanezca vac tan gran extensin™, a partir de los intervalos entre los épsides, por medio de los cuales se calcula el espesor de aquellos orbes, ‘encuentran que estos aimeros {distancas) son completados, de tal ‘manera que al 4psde superior de la Luna sucede el fafimo de Mercutio, 2 euyo punto mas alto sigue la proxima Venus, la que desde su Spside mis elevado casi toca al Infimo del Sol. ¥ en efecto, entre los Spsides de Mereuriocaleulan unas CLXXVIIy media de las unidades antedichas, Yel retanteexpacio se llena con el itervalo de Venus de aproximada ‘mente CMX nidades. Po tanto, no teconacen que en estas estrellas ha ‘ya una ciera opacidad similar lade la Luna, sino que brilan con luz propia o impregnados todos sus cuerpes por el Sol y por ello no ponen. impedimento al So, lo cual en la realidad es una idea rarisima el que cellos se itexpongan 2 nuestra visin del Sol, pues ordinariamente se reti- ran por la laticud. Ademés, porque son Cuerpos pequefios en com- paracign con el Sol, ya que Venus, aun siendo mayor que Mercu- Flo, apenas puede cubrir la centésima parte del Sol, como quiere Machomerus Aratensis® [Albategaius, al-Battani el Harranite), ‘que estima el didmetro del Sol en diez veces mayor, y por ello n0 facil ver una mancha tan pequefa bajo una luz tan potentisima. ‘Aunque Avertos, ea su Parifasis 2 Prolomeo , recuerda que habia visto algo negrunco, cuando observ la conjuncién del Sol y Mercurio que habia clculado, Y por ello opinan que estas dos estelas se mueven por debajo del circulo solar. ©) Peto, cuin poco firme y cierto es este razonamiento, se mani fiesta en que siendo la distancia hasta el perigeo lunar, segin Prolomeo de XXXVIII unidades, de las que una unidad es det ‘centro de la Tierra a su superficie [el radio, pero sestin una estima- ‘in mis veraz son més de IL (como se mostrari mas tarde), sin tembargo sabemos que en tan gran espacio 90 hay contenida tinguna otra cosa nada més que site y, si se quiere, incluso lo que Ilaman elemento igneo. Ademas, el didmetro del circulo (del epici- clo} de Venus, por el que se separa [digresiGn angular] del Sol XLV gradot mis 0 menos a cada lado, debe ser seis veces mayor ‘que Ia distancia desde el centro de la'cerra al épside inferior de aquél, como se demostraré en su lugar. (Qué diréo, pues, que hay » 32 NICOLAS COPERNICO contenido en un espacio tan grande como para que contuvira la tierra, el aire el éter, la Luna y Mercurio? ZY, ademas, qué alber~ aria aquel ingente epiciclo de Venus, si girase alrededor de la tierra inmévil? (18) También se manifiesta como poco convincente la argumentaci6n cde Prolomeo”, segin la cual deberia ocupar el Sol una posicién media ‘entre los [planets] que se separan[clongacién angular] en todos los sen- tidos y lo que no se separan, pucsto que la Luna al separase ella misma fen todos los sentidos, muestra su falsedad. ;Pero, qué causa alegarin los {que ponen bajo el Sol a Venus y después 2 Mercurio, o los separan en otto orden, puesto que no tealizan cireuitos separados y diferentes del Sol como las demés estrellas errntes, ano ser que la telacin entre velo dad y lentitud no falsee el orden?™ (2s) En consecuencia, seri necesario o que la tierra no sea el ‘centro, al que se refiere el orden de los astros y de los orbes, o no habri, ni apareceri, una razén segura de orden, por la que la posicibn superior es debida mis a Sarumo que a Jupiter 0a Cualquier otra, Por elo, cre0 que no debe despreciarse en absoluto lo que opiné Martians Capella, que escribio una enciclopedia, y algunos otros latinos". Pues pensaron que Venus y Mercurio gran alrededor del Sol que esti en el centro, y juzgan que por esta causa ‘no se apartan de él mas de lo que les permite la convexidad de sus Drbes: por lo que no rodean a la tierra, como los demas, sino que sus apsides giran en otros sentidos. Pues, cqué otra cosa quieren decir, si no que el centro de aquellos orbes esti alrededor del Sol? Asi, la rita de Mercurio conviene que esté encerrada dentro de la drbita de Venus, que es mayor en més del doble, y tendra por ‘esa misma amplitud un lugar suficiente para ella®. {G6 Sialguien, aprovechando esto como ocasin, relacionara tam- biga Saturna, Jupiter y Marte con aquél mismo centro, enten- ddiendo su magaitad tan grande que puede contener lo que en ellos hay y rodear a la tierra, n0 se equivocaré, Esto lo demuestra la relacin existente en la tabla de sus movimientos. Pues consta, que stin siempre mas cerca de la tierra alrededor de su salida vesper- 20 tina, esto es, cuando estin en oposicién al Sol, mediando la tierra centre ellos y el Sol; en cambio, estin mis lejos de la tierra en el ‘0cas0 vespertino, cuando se ocultan cerca del Sol, mientras tene- ‘mos al Sol entre ellos y Ia tierra. Lo que indica suficientemente que su centro remite mas al Sol y alrededor del cual realizan sus gitos Venus y Mercurio. (Pero al sustentarse todos en un s6lo centro, es aecesario que SOBRE LAS REVOLUCIONES 33 el espacio que queda entre el orbe convexo de Venus y el céncavo de Marte, sea considerado también como un otbe o una esfera, homocéntrica con aquellos, con respecto a las dos superficies, y ue contenga a la tierra, a su acompafance la Luna, y todo lo que ‘esti contenido bajo el globo lunar. De ningin mado podemos se- parar de la tierra a la Luna, que esti, fuera de toda discusion, muy préxima a ella, sobre todo habiendo hallado en este espacio un lugar adecuado y suficientemente amplio para ella Por ello, no nos avergienza confesar que este todo que abarea la Luna, incluido el centro de la tierra, se waslads a través de aquella gran érbita” centre las otras estrellas errantes, en una revolucién anual alrededor del Sol, y alrededor del mismo esti el centro del mundo: por lo ‘que permaneciendo el Sol inmévil, cualquier cosa que aparezca telacionada con el movimiento del Sol puede verficarse ain mejor ‘con Ia movilidad de la cierra; pero la magaitud del mundo es tan serande que, aunque la distancia de la cierra al Sol renga una sdimensiGn bastante evidente con respecto a cualquier ota drbita de las estrellas errantes en razén de sus magnitudes, no aparece ‘como perceptible con respecto ala esfera de las estrellas fijas. Creo ‘que ést0 es mis ficil de conceder, que distraer Ia inteligencia con aquélla casi infinica multitud de Srbitas, como estin obligados a realizar, quienes decuvieron ala tierra en el centro del mundo, Mis bien hay que seguir la sagacidad de Ia naturaleza, que asl como eit6 al maximo que se produjera algo superfluo e indtl™, del ‘mismo modo adorné a veces una misma cosa con muchos efectos, 26 Siendo todo esto muy dificil y casi inconcebible, y por su- uesto contra la opinién de la mayoria, sin embargo, al avanz on la ayuda de dios, lo haremos mis claro que el mismo Sol, sobre todo para los que no ignoran el arte de ls matemiticas. Por lo que permaneciendo a salvo la primera razén (pues nadie alegara una mis conveniente que la de medir la magnitud de las 6rbitas por la cantidad de tiempo), el orden de las esferas se sigue de esta manera, empezando por la més alta (G0 La primera y mis alta de codas es la esfera de las estrellas fijas, que se contene a si misma y a todas las cosas, y por ello es inmévil: es, pues, el lugar® del universo, con respecto a la cual se felaciona ei movimiento y la posicién de todos los demis astros. Pues, si algunos consideran que ella también se mueve de algin modo", nosotros atribuiremos {exe movimiento}, aunque asi lo parezca, a otra causa, en la deduccién del movimiento cerrestre Sigue Saturno, el primero de los astros errantes, que completa su ‘ircuito en XXX afos. Después de éste Jupiter, que se mueve en M_ NICOLAS COPERNICO tuna revolucién de doce afos, Después Marte, que gira en dos afos. En este orden, la revolucidn anual ocupa la cuarta posicién, en dicha revolucién dijimos que esti contenida la tierca junto con la Srbia dee Lina como epicico, En gun lga ets Ven, que ‘vuelve al punto de partida en el noveno mes. Finalmente, el sexto ugar lo tiene Mercurio, que se mueve en un espacio de ochenta das. {do Y en medio de todo permanece el Sol. Pues, {quién en este bellisimo templo pondria esta limpara en otro lugar mejor, desde cl que pudiera iluminar todo? Y no sin razén_ unos le aman Timpara del mundo, otfos mente, otros rector. Trimegisto le llamé SOBRE LAS REVOLUCIONES 35 dios visible, Sofocles, en Electra, el que todo lo ve. Asi, en efecto, como sentado en un solio rea, gobierna la familia de los astros que lo rodean. Tampoco la tierra'es privada en manera alguna de los servicios de la Luna, pero, como dice Aristoreles en De Animal- bus, la Luna tiene con la tierra un gran parentesco. A su ver la tierra concibe del Sol y se embaraza en un parto anual @) En consecuencia, encontramos bajo esta ordenacién una ad imirable simetrfa del mundo y un nexo seguro de armonia entre el movimiento y la longitud de las Srbitas, como no puede encon- trarse de otro modo. Aqui es posible advertir al observador arento or qué aparece mayor la progresioa y la retrogradacin en Jupiter ‘que en Sarumo y menor que en Marce, ya la vez mayor en Venus ue en Mercurio; y por qué tal flujo y eflujo aparece mis frecuen- remente en Saturno que en Japiter y mis raramente en Marte y en Venus que en Mercutio; ademés, por qué Saturno, Japiter y Marte acrOnicos estin mis cerca de la tierra que en las proximidades de su ocultacién y aparicién. Pero sobre todo Marte, cuando dura toda Ia noche [en oposicién al Sol), parece igualar en magaiud a Jpiter istinguible sélo por su color rojiz), sin embargo, en otto sitio se Te encuentra con dificultad encre las estrellas de segunda magnitud, buscindole con una observacin cuidadosa por medio de sextant. ‘Todo ello procede de Ia misma causa: el movimiento del terra, (05) Puesto que ninguna de estas cosas aparece en las ja, de- _muestra su inmensa altcud, lo que también hace que se desvanezca fante nuestros ojos la érbita del movimienco anval y su imagen; porque todo lo visible tiene alguna longitud dentro de una distan ia, mas alli de Ia cual no se ve, como se demuestra en Optica Pues, que desde el mas alto de los astro errantes, Saturno, hasta la esfera de las estrellas fijas hay una gran distancia, lo demuestran sus destellantes luces. Por este indicio se distinguen sobre todo de los planetas, pues entre los que se mueven y los que no se mueven convenia que hubiera la maxima diferencia. Tan admirable es esta divina obta del Optimo y Méximo (Hacedorl Capiculo X1 DEMOSTRACION DEL TRIPLE MOVIMIENTO DE LA TIERRA (©) En consecuencia, como tantos y an grandes cestimonios de las

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