LOS PARTIDOS POL{TICOS ANTE EL CONFLICTO MAPUCHE*
Sebastién Monsalve Egat’
El llamado “Conflicto Mapuche”, desarrollado en Chile desde inicios de la dé-
cada de los noventa, sin que se perciba una pronta soluci6n, tiene como carac-
terfstica esencial, que lo diferencia radicalmente de otros perfodos de manifes-
taci6n mapuche, la fuerza reivindicatoria con que representa la existencia de
una particularidad sociocultural respecto al resto de la sociedad chilena. Ade-
més de las histéricas exigencias econdmicas relacionadas a la obtencién de tie-
rras agricolas, subsidios, capacitacién, se han presentado exigencias de tipo
politico institucional, como la posibilidad de una autonomia institucional y te-
rritorial del pueblo mapuche o parlamentos paralelos o de discriminacién po-
sitiva para los mapuches.
Pero es especialmente en el Ambito cultural donde se presentan los aspec-
tos més interesantes del conflicto, que estan relacionados a los planteamientos
politicos, y que se refieren a ser reconocidos como un “Otro” vilido, distinto
del resto de la sociedad chilena, y con derechos que surgen de su particulari-
dad. Con respecto a esto tiltimo es necesario agregar que pese a las naturales
diferencias entre las diversas organizaciones mapuches esta concepci6n esta
cada vez mas extendida, en el sentido de hacer patente la particularidad de “lo
mapuche” y a partir de ella implementar un discurso que reclama por dere-
chos especificos.
De hecho, la misma palabra “conflicto” que se ha venido utilizando en la
década de los ’90 da buena cuenta de esta situacién, en la medida que repre-
senta un sintoma el que se use este término y no, por ejemplo, el de “proble-
ma”. En este sentido, “conflicto” remite a tener conciencia de la existencia de
in “otro” activo y de cuya actividad se genera una complicacién. En cambio, la
idea de “problema” alude més bien a que dicha complicacién surge de una
carencia o falencia propias, mAs que a la actividad o intrusién de un “otro”. El
concepto de “conflicto” implica entonces la interaccién de dos o més sujetos
que se enfrentan entre si, la idea de “problema” no involucra esto necesaria-
mente!. De ahf que sea clave el que se haya instaurado la idea de “conflicto”
para el tema mapuche, porque da cuenta de una lectura en la que surge un
*Elpresente articulo es una nueva reflexion que tiene su origen en “El conflicto mapuche y el
Fitado-Nacién chileno, un problema politica”. (Tesis del autor para optaral tile de antropslogo,
‘en la Universidad de Chile, ano 2001) y reconoce una deuda con la investigacién "Estado-Nacién
Y‘conflicto mapuche’: aproximacién al discurso de los partidos politicos”, cuyo autor es Rodrigo
Van Bebber.
* Deseo agradecer a Mario Monsalvey a Paola Salazar, ya que con sus correcciones y paciencia
se constituyeron en pilares fundamentales para ka elaboracién de este articulo. Igualmente, mis
agradecimientos para Carlos Ossandén quien dio valiosas orientaciones para la redacci6n final del
articulo.
"Ast por ejemplo, es interesante constatar que, por lo general, en términos comparativos,
siempre se ha hablado de un “problema campesino” y no asf de un conflicto. Lo que da buena
cuenta de que este tema ha sido lefdo comio una falencia de la sociedad en sf y no como producto de
Iaacci6n de un grupo social que se sitéa fuera de la sociedad.
115MAPOCHO.
cute activo que genera toda la siuacion. El mapuche se constituye entonces en
un sujeto activo y con capacidad de interacci6n propia, consiguientemente,
cuando desde la sociedad chilena se habla de “conflicto” se establece implicita-
mente esta mirada’.
Estos planteamientos politico-culturales surgidos desde los mapuches con-
levan un profundo cuestionamiento a la concepcién tradicional del Estado-
nacién chileno, a su construccién como fenémeno histérico-cultural a la cual se
remiten los miembros de la sociedad y que busca fundar una comunidad que
supone un “Nosotros” (chilenos) frente a un “otros” (argentinos, peruianos,
europeos, asidticos, etc.). Un “Nosotros” que se pretende idéntico de norte a
sur, un “Nosotros” que en definitiva permite hablar de lo “chileno” y concebir
a Chile no solo como un mero territorio, sino como una unidad y entidad viva,
con cualidades propias, que la hacen concebirse como “Una” sola comunidad
homogénea.
Este fenémeno es un claro desafio para el sistema politico chileno, por lo
que es importante investigar respecto a cudl es la capacidad politica de asumir
el tema de la alteridad de una otredad conflictiva-. En ese marco se plantea
una exigencia especial para los partidos politicos en espectfico, en la medida
que estos, tedricamente, en un sistema democratico, canalizan las expresiones
y ambiciones polfticas, econémicas y culturales de los miembros de la sociedad,
generando respuestas politicas a estas demandas. Por lo que es necesario dar
cuenta de los elementos a partir de los cuales los partidos elaboran su discurso
respecto al Conflicto Mapuche y que como hipétesis~ surgen en relacién al
cardcter con que cada uno de ellos asume el tema de la fragmentacién social, 0
sea, como un discurso que se adecua a la forma en que se concibe el vinculo
social de la sociedad chilena en general.
Asf, entonces, este articulo busca cruzar dos procesos sociales que compar-
ten un cardcter politico muy importante, cual es que ambos se plantean en
torno a la puesta en juego de la nocién de comunidad que se presenta en la
sociedad chilena.
El articulo consta de cuatro partes. La primera se centra en la nocién de
comunidad, su relacién con el concepto de nacién y el caracter politico que
supone su cuestionamiento. La segunda parte aborda el tema del sistema de
partidos y la cuesti6n social, planteando la idea de que el sistema de partidos
chileno se estructura en torno ala concepcién de una fragmentaci6n social, lo
que pone en juego distintas posturas respecto a cémo se concibe a la comuni-
dad, La tercera parte est referida a cémo el conflicto mapuche pone en cues-
tién la nocién de una homogeneidad nacional, resaltando la alteridad y
traduciéndose en una demanda politica. En la cuarta parte se analizan y com-
paran los discursos con quc los partidos se reficren al conflicto mapuchc.
2 Se percibe aqu{ la importancia que adquiere la forma en que se denominan los temas socia-
les. Un punto de comparacién interesante es la llamada "CuestiGn Social”, donde el término “cues-
ti6n" da cuenta de la forma ambigua de enfrentar un fendmeno social nuevo, de no poder denomi
nar lo que esté pasando en la sociedad.
116HUMANIDADES
La investigacion se centr6 en cuatro partidos, la uv1, KN, la Democracia
Gristiana y el Partido Socialista. La eleccién de estos responde tanto a criterios
de “peso politico” (parlamentarios, presencia ministerial, etc.) como a su capa-
cidad de representar una tradici6n hist6rica -de ser partidos con un pasado
que permitiera concebir su discurso respecto a la sociedad de forma diacrénica-,
ytambién a su significacién ideolégica, en el sentido de poder dar cuenta de un
mundo ideol6gico particular. Asi en el caso de la pr y RN se configura la dere-
cha, con la ne una perspectiva de centro y con el rs una vision de izquierda. En
el caso de los partidos de derecha, si bien son nuevos en el escenario del siste-
ma de partidos, responden en buena medida a las posiciones hist6ricas de la
derecha.
COMUNIDAD Y NACION
Lanocién de Comunidad vaa ser entendida aqui como una concepcién de
una convivencia de individuos que sobrepasa cualitativamente a la mera arti-
culacién o coordinacién de acciones (que supone la “sociedad” segiin Ténnies).
No remite por lo tanto solamente a la idea de personas que viven juntas bajo
ciertas reglas, sino que a la idea de que existe una comuni6n entre dichas per-
sonas, en el sentido de que ese vivir juntos tiene un significado en sf.
La Comunidad entonces da cuenta de una dimensi6n central al momento
de intentar comprender la convivencia social en el mundo moderno, en la
medida que permite concebir un tipo de relacién social que se sustenta en un
vinculo que no ¢s la raz6n instrumental‘, En este marco la nocién de Comuni-
dad remite a una identidad entre los miembros de un grupo social por sobre
las diferencias o desconfianzas internas que imperan en una “sociedad”
La idea de nacién es una reformulaci6n, en el marco de las sociedades
modernas, de la dimension de la Comunidad. Remite, mas all4 del elemento
vinculante que se postule -Estado o etnia-, a concebir un “Nosotros”, un senti-
miento colectivo que no se sustenta en una mera articulacion de individuos y
que se diferencia de un “Otro”*, Da cuenta asf de lo que Anderson denomina
“Comunidad Imaginada’’s, en la que los integrantes de una nacionalidad supo-
nen compartir ciertos elementos o caracteristicas que les dan una identidad
* Por ende, “comunidad” no esté entendida aquf en referencia a la ruralidad (ni a la aldea),
que a una dindmica de relacién social que est4 presente, en distinto grado y de forma cam-
biante, en toda agrupacién humana, Asf entonces todo conjunto social es a la vez~en términos de
Tonnies~ Comunidad y Sociedad. Ver Ferdinand Tonnies, Comunidad y Sociedad y Principios de
Sociologia. Como también Francisco Galv4n, 1986 “De Ténnies y la sociologfa alemana”, en Revista
Sociolégica, ato 1, N? 1 y Juan Carlos Po:tantiero, 1997 “Gramsci y la crisis cultural del 900: en.
busca de la comunidad”, en www-fsoc.ubs.ar/publicaciones/sociedad/socl I/portantiero. htm!
Para una referencia sobre el tema del vinculo social ver C. Cousifio y E. Valenzuela, en
“Politizacion y monetarizacién en América Latina’, Cuademas del Instituto de Sociologia de la Pontificia,
Universidad Catolica de Chile, 1994, Santiago.
* Respecto a las nociones de un “Nosotros” y de un “Otro” me remito ala forma en que las
Pierre Clastres, en Invevigaciones en Antropolagia Politica. Gedisa, 1996. Barcelona.
® Benedict Anderson, Comunidades imaginadas, Fondo de Cultura Econémica, 1993, México.
117