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b) Positivismo Ideológico. - Cualquiera que sea el contenido de las normas del derecho
positivo, éste tiene validez o fuerza obligatoria.
c) Formalismo Jurídico. - Normas generales dictadas por órganos del Estado; interpretadas en
su sentido autentico, y aplicadas por jueces sin necesidad de recurrir a juicios valorativos.
Estos seis posibles conceptos de derecho son de hecho, empleados en diversos contextos:
El cuarto concepto, el “normativo judicial restringido” se distingue del anterior por abarcar
solo aquellas normas prescriptas por autoridades legítimas que deben ser aplicadas por los
jueces. No abarca otros standards que los jueces deben aplicar independientemente de su
fuente.
Como toda norma jurídica, las reglas constitucionales pueden ser concebidas de dos formas
diferentes: la primera como una práctica social que es reducible a ciertos hechos; este
enfoque las reglas constitucionales no pueden, como hechos que son, servir de razones
para justificar acciones o decisiones, la segunda como juicios que derivan de principios
morales que asignan legitimidad a cierta fuente o autoridad; donde la superfluidad de las
normas jurídicas no se da cuando ellas tienen origen democrático, dado el valor presunto
que tiene el procedimiento democrático cuando satisface ciertas condiciones.
13. La Constitución y las Convenciones. - Cuando vimos que la Constitución puede verse como
el conjunto de prácticas de reconocimiento del derecho de una sociedad, en el sentido
estudiado sobre todo por Hart.
La concepción de la Constitución como una práctica social implica como una regularidad de
conductas y actitudes: las conductas de los jueces y de los ciudadanos en general de
identificar a las normas que cumplen con ciertas condiciones positivas y negativas,
procesales y sustantivas, como normas legitimas; las actitudes de criticar a quienes no
observan o aplican esas normas y de avalar a quienes lo hacen.
Uno de los aspectos inherentes a las convenciones es que ellas sirven para resolver
problemas de coordinación, o sea situaciones de interacción en las intenciones de las partes
que interactúan pueden resultar frustradas por no justificar cierto comportamiento sobre la
base de una expectativa de comportamiento coordinado por parte de las otras que
interactúan.
El hecho de aceptar una misma Constitución –o, las reglas de reconocimiento contenidas y
presupuestas por ella- permite concebir a diferentes órganos y ciudadanos como
destinatarios del mismo orden jurídico. En un Estado, comunidad estén sometidos al mismo
orden jurídico básico, determina la pertenencia y aceptación de una Constitución; según
Raz que no hay razones para obedecer el derecho que sean independientes de su
contenido y esa actitud, provee una razón para obedecer el derecho que determina una
obligación de hacerlo, su lealtad puede manifestarse, en respeto por el derecho de la
comunidad.
La crítica quizás injusta de Dworkin sirve para subrayar que quienes adoptan el punto de
vista interno hacia una práctica como la regla de reconocimiento no pueden, contentarse
con formular descripciones de la práctica social –que, como tales, son compatibles con
cualquier acción o decisión. Sino que necesitan formular juicios normativos para justificar
una decisión como la de aplicar o no una norma.
Hart reconoce este punto, pero que no es suficientemente claro acerca de la naturaleza de
estos juicios normativos que deben formularse desde el punto de vista interno hacia las
normas jurídicas (incluida la regla de reconocimiento): parece sostener que ellos no son
necesariamente de índole moral sino que pueden tener un carácter variado, mientras que
el autor de este texto sostiene, que todo juicio jurídica justificatorio es, en última instancia,
derivado de juicios morales que dan legitimidad a ciertas fuentes dotadas de autoridad.
16. Las convenciones y la actitud Interpretativa. – Según teoría de Dworkin sobre el derecho
como práctica social, el concepto de derecho tiene un carácter interpretativo, distingue en
dos componentes: primero, aceptar que las conductas y actitudes que constituyen la
práctica tienen un objetivo o valor que puede ser identificado independientemente. El
segundo, que las conductas que constituyen la práctica son sensibles a ese objetivo o valor
y pueden ser eventualmente modificadas para satisfacerlo mejor.
Los arquitectos en la valoración de la obra pueden tener criterios que debe continuar la
construcción, juzgar que lo construido no es recomendable en lo estético, que el estilo
románico de la parte ya construida del edificio es seriamente deficiente; lo razonable es
destruirlo y comenzar una nueva construcción en otro sitio, con un estilo más atractivo,
estos criterios ponen en peligro la estabilidad de la catedral; pero tiene que existir una
decisión como una contribución a la construcción de la catedral con algún estilo intermedio
que sirva para neutralizar las deficiencias estéticas.
Supongamos que nuestro arquitecto ni siquiera va concluir la catedral sino va a ser
concluida por otros, su elección de estilo debe tomar en cuenta no solo el pasado sino
también las futuras contribuciones a la construcción de la catedral. Esta necesidad de tener
en cuenta futuras contribuciones pueden, en parte, estar inmunes a toda influencia, todo
esto muestra que hay una racionalidad específica para la actuación en obras colectivas, sin
tener el control sobre la obra total.
Lo mismo que se podría decir en relación a algunos ejemplos, un poco más ficticios, como la
construcción de un artefacto cualquiera –un automóvil, por ejemplo- por parte de los
distintos individuos que solo pueden aportar unas pocas piezas en forma independiente de
los demás, o –lo que está de moda ahora y es citado por Dworkin- el caso de una narrativa
que se desarrolla sucesivamente a partir de agregados que van haciendo distintos autores
contribuye en forma independiente a la obra colectiva no puede adoptar la estrategia
simple de amoldar la realidad, aun con todas las limitaciones de recursos, a un modelo
ideal. El problema que se presenta es diferente obstáculos a la creación de ideales que
obligan a algún ajuste o acomodamiento, junto con otras acciones que no se controlan
totalmente.
18. Hacia un Modelo de Racionalidad para la Constitucional–el gótico puede seguir siendo
para nosotros el mejor estilo para una catedral, aunque nunca podamos hacer una catedral
gótica entera- sino la selección de los principios valorativos. Situaciones que requieren
diferentes criterios de racionalidad en la elección de tales principios o modelos valorativos,
puesto que cuando solo podemos hacer un aporte a una obra colectiva cuyo producto final
no controlamos, lo racional puede ser elegir no el modelo o principio más defendible sino
otros con méritos menores.
Sin embargo, creo que la solución está dada por la adopción de un tipo de razonamiento
escalonada en dos niveles:
a) En el nivel primero y más básico se deben articular las razones que legitiman o no la
práctica social constituida por la presente Constitución.
Es en este primer nivel donde corresponde determinar si se dan las condiciones de
“precompromiso” Stephen Holmes señala: para justificar las limitaciones constitucionales
al procedimiento democrático, las limitaciones no siempre incapacitan a la mayoría, sino
que muchas veces la habilitan a resolver problemas sacando ciertas cuestiones de su esfera
de decisión.
b) Si el resultado del razonamiento del primer nivel es favorable a la legitimidad, aun
imperfecta, de la presente constitución, es posible pasar al segundo nivel en que se trata de
aplicar esa Constitución para justificar acciones o decisiones. El que se desarrolla en este
segundo nivel excluyendo las razones que son incompatibles con la preservación de la
constitución legitima con alternativa realista y la convención o práctica social va
evolucionando sin quebrarse.
Dworkin muestra: que la práctica puede cambiar, también las conductas y actitudes que
constituyen a esta. Esa evolución que es compatible con la preservación de la práctica no
necesariamente implica, al contrario de lo que Dworkin sostiene, es que las decisiones
innovadoras deben ser realizadas de acuerdo con principios que permitan justificar
coherentemente las otras acciones o decisiones que constituyen la práctica.