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RAFAEL HUERTAS NEOLIBERALISMO Y POLITICAS DE SALUD Et Viejo Toro CAPITULO 1 SALUD Y MERCADO El comienzo de la década de los ochenta coincidié con la lle- {~ gada al poder de una serie de gobiernos conservadores que, tan- to en Europa como en América del Norte, marcaron el comien- 20 de una etapa politica y econémica en la que las exigencias del individualismo y del mercado libre han primado sobre consi- deraciones sociales o necesidades colectivas. La crisis del Estado | del Bienestas, con el fin de las propuestas keynesianas, ha trai- do consigo la puesta en marcha de reformas diversas, que se han denominado neoliberales y que no son sino la expresién inme- diata de la reaccién ideolégica que frente a las crisis sociales y |LLeconémicas de los afios setenta protagoniz6 la Nueva Derecha'. Lactisis de 1973 marca el fin del ciclo largo de desarrollo de Ja postguerra y el inicio de un ciclo largo depresivo que todavia no ha cerminado, Como es sabido, el materilismo hist6tico subyacentes. Las crisis petiddicas cada vez més agudas y deses- tabilizadoras que catacterizarfan, segtin Marx, el desarrollo del ta, serfan expresién de sus contradicciones internas, a saber: produccién social/apropiacién individual; acumulaci6n crecience del capital/proletarizacién progresiva de la poblacién; disminucién de la tasa de ganancia/aumento del “ejétcito de reserva", etc. La consecuencia de todo ello es que tanto una parte importante de capital como de mano de obra se queda sin empleo. Para el primer marxismo, la repeticién de 1. Sobre l concepto de "Nueva Derecha” puede verse GREEN, P.(1981) The ‘arsut of Inequalty, N. York; BARKER, M. (19B1) The New Racim, Londres crisis periédicas, de cada vez més rfa al modo de produccién capitalista, en un plazo hist6r previsible, a su cotal agotamiento; tal previsién, como es evi- dente, no se cumplié, siendo innegable la capacidad del siste- ma capitalista para mantener su estabilidad y, en definitive, para superar sus crisis’. Crisis que deben encenderse como una ruptura més 0 menos definitiva de los mecanismos de regula- ci6n y reproduccién del sistema que, a su vez, pueden evolu- cionar de dos mane: seauracién de un nuevo régi- men de acumulacién 0 hacia un mantenimiento remozado del ya exiscente. Es evidente que las crisis de 1847, 1873-95, 1929 0 1973, se han saldado con la sustitucién de unos mecanismos de acumulacién por otros diferentes, destruyéndose cada vez la relacién entre capital y trabajo y modificando de manera consi- derable el comportamiento del Estado, El régimen de acumulacién basado en la “produccién int siva con consumo de masas”, puesto en marcha en los afios treinta y consolidado en los cincuenta y sesenta, cenfa como base econémica el sistema fordista de produccién en cadena y la estimulacién del consumo de los asalariados a partir de un rio entre precios y sala smo, en momentos de formulaciones de K. Marx ~presente ya en otros autores como Rosa Laxem- burg u Otto Bauer-, véase BERNSTEIN, E. (1969) Die Voransetzumgen des 1s, Hamburgo, Rowoht. Puede consultarse también SOTELO, I. concepto sociol6gico de crisis", Sistema, 40: 25-37. Resulta de _gran interés obra colectiva coordinada por MONEREO, M. (1991) Las tran- ‘Sormacions ene nrtey evel ser del manda: exe a vss y la retstrctunaciéncapi- iografia sobre sistemas de produccién, destacaré la ia de GALCERAN, M. y DOMIN- GUEZ, M. (1997), Innovacién temolégica y sociedad de matas, Me sociales permitié completar las caracteristicas del llamado Es- | ee del Bienestar. Ahora bien, si en unas condiciones econé- ‘micas determinadas, el Estado del Bienestar pretendié la acu- mulacién rentable del capital, dentro de la misma I6gica capi- talista la nueva situacién obligaba a una reestructuracién del sistema para poder seguir manteniendo los mismos 0s. “El ciclo depresivo” -esctibe J. A. Moral Santin~ “implica simuleénea y combinadamente un proceso de crisis y desestruc- turacién del anterior modelo de acumulacién, ya agotado his- ‘6ricamente, y la definicién de un nuevo modelo que garantice Ja recuperaci6n de la rentabilidad del capital y su expansi6n sostenida a largo plazo”. Este mismo autor distingue dos fases en el mencionado ciclo depresivo. Una primera fase, con grandes desequilibrios macro- econémicos (déficit pablico y exterior, inflacién, etc.) en la que “el neoliberalismo emerge como respuesta del Capital ante la crisis, articulada y coordinada desde los centros de decisién in- telectual y politica del sistema y entre los que destaca especial- mente, por su papel ¢ importancia en todo este proceso, el FMI (Fondo Monetario Internacional)”. Esta primera fase est carac- Brizada, entre otras cosas, por el desmantelamiento relativo del Estado del Bienestar mediante una serie de reformas que, bési- camente, estén encaminadas a reducir la intervencién del Es- tado potenciando la libertad de mercado, recortando al méximo las prestaciones sociales y estableciendo unas relaciones de pro duccién en las que prima la flexibilizaci6n del salatio real, el despido libre y el trabajo precatio. Durante la segunda fase del proceso —desarrollada a lo largo de los afios 80-; sin abandonar las tendencias apuntadas, la 4, MORAL SANTIN, J. A. (1991) "Cris in tecnolégica y res- tructuracién capitaista", en MONEREO, M. (coord.) Las iranformaciones en el morte yom el sur del muda: entre la crss y la retructaracincapitalista, Ma- dtid, FIM, pp. 29-53., p. 35. 5. bid. p. 36. ofensiva neoliberal “se va a centrar fundamentalmente en la esfera de la produccién y en la recuperacién de la rentabilidad a través de la extraccién de plusvalia relativa. Una vez que las empresas supervivientes de la primera fase lograron cortegir y saneat relativamente sus desajustes financieros y de oferta mas apremiantes, y recrear unas condiciones socialmente adecuadas a través del debilitamiento de los sindicatos, y la flexibilizacién y precatizacién laboral, el Capital acometi6 un proceso de inno- vvaciones tecnolégicas radicales de tal dimensién y alcance que bien puede caracterizarse como una nueva revolucién tecnolé- ica, la cercera en el desarrollo del capicalismo”. En este proceso de desmantelamiento relativo del Estado del Bienestar, es claro que, junto al desempleo y la reorganizacién del mercado de trabajo, las politicas sociales y de calidad de vvida resulten duramente afectadas debido, fundamentalmente, al desarrollo de estrategias econémicas de privatizacién de se vicios y de recortes de todo tipo de programas de ayuda social (educaci6n, vivienda, sanidad, clases pasivas, etc.). Tras la crisis del petréleo, en 1973, comienza a desatrollarse, a nivel mundial, un discurso pesimista con respecto a los logros y posibilidades de la Seguridad Social; llegéndose a pensar, ¥ posibilidade incluso, en el fin de.la instieuciGn bajo.presupuestos casi exclu- sivamente econémicos. Asi, si cien afios antes el cay ivamente econémicos. As Lcap: europeo pretendié superar la crisis.a.través.de un.férreo inter~ 19. estatal...-controlando..el..mercado,..acumulando_ wirtiendo en industria pesada, exportando capical-y tutelares como la Seguridad 6 fbi, p. 38. 7. Véase. DOBB, M. (1972), "La gran depresién” en VILAR, Pe al: Etude sobre el nacimieato y desarrollo del capitalismo, Madtid. También PESET, J. 1. (1987), "Capicalismo y Medicina: ensayo sobre el nacimiento de le Segui dad Social", Eutudios de Historia Soil, 7: 185-216, p. 189 y s. Ae oe HS taal librecambismo ~aun cuando una liberalizacién del merca- do es ya imposible— cuyas consecuencias se dejan sentir en las politicas de empleo, en el mercado de trabajo en general, y en Ja aceptacién de un pato estructural inevitable con el estableci- ‘miento formal de la sociedad de los tres tercios. Igualmente, en el intento de aumentar la tasa de ganancia se restringe la inversién en aquellos servicios que se consideran menos nécesarios para la productividad, tiene consecuencias en el desarrollo, y en la propia viabilidad, de las politicas sociales y.de salud. Se producen asi recortes ‘importantes en capftulos como la atencién social y sanitaria a ametanos, enfermos crénicos o psiquidtricos, programas preven- ‘V6S 0 de promocién de la salud, , favoreciéndose no sélo la Amo que prioriza a curativa —la reproduccién de fa Fuerza de trabajo— y el liberal de las profesiones 3a » el descontento de la po- blacién, la insatisfaccién de los profesionales, son algunos de los problemas que surgen como consecuencia del recorte del gasto y que acaban traduciéndose en la gestién inadecuada de un sis- tema cuya complejidad es manifiesta, Dos consideraciones sur- ‘gen entonces, desde posiciones neoliberales, ala hora de buscar solliciones: por un lado, Ta que apunta, de manera global y con Babes consesuencias en el plano iaeologico-y Aectihal, que la Seguridad Social es, en sf misma, causa de Crisis econd- mica, Por orto, de manera més moderada, peto fSpondiendo en el fondo a las mismas premisas, la que hace referencia a las gra- ves dificultades de gestién y de financiacién del sistema, lo que obligaria « Timitar inversiones ya gestionat mds “adlecuaday mente”, jntroduciendo elementos “correctores” inspirados en el (gsc eee REPERCUSION DE LA SEGURIDAD SOCIAL EN LA ECONOMIA: FL RESURGIR DE LA ESCUELA CLASICA Esta es, en muy buena medida, la idea bésica que subyace en las ms agresivas propuestas neoliberales en materia de salud y de prestaciones sociales. Desde hace tiempo, viene argumentén- dad Social interviene de manera directa en la icaeffsin embargo, las criticas de divulgadot destinado a dar a conocer lo per que ps economfa podia ser la hasta entonces protectora institucién. El antikeynesianismo de Hayeck? y sus colaboradores de la escue- lade Chicago es el primero en poner de actualidad los plantea: mienvos def Estado liberal, iniciando todo un proceso que cul- ininant 8H puesta @ punto de todo un cuerpo de doctrina basada en Ja Escuela econémica clésica®. Milton y Rose Fried- than se convierten, ya en 108 afios 70, en sus més conocidos di- vulgadores", y Adam Smith, David Ricardo y Malthus en men- tores intelectuales e ideoldgicos de economistas, socidlogos y politicos partidarias del nuevo librecambismo. Claro esté que ita recuperacion de la escuela clasica esti'matizada y adaptada a otras necesidades, pero no deja de resultar esclarecedor valo- rar los paralelismos entre los discursos decimonénicos que se mani

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