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UNiversIDAD DE GUADALAJARA Lic, Raul Padilla Lopez Rector Lic. Guillermo Gomez Reyes Secretario General Dr. Victor Manuel Gonzélez Romero Director General Académico Dr. Javier Garcfa de Alba Director del Departamento de Investigacion Gientifica y ‘Superacién Académica FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS Lic. Carlos Fregoso Génnis Director Miro. Carlos E, Barba Solano Coordinador del Centro de Investigaci6n en Ciencias Sociales (ccs) (Cuademos: REVISTA DE CIENCIAS SO- CIALES. Publicactén cuatrimetral del Gontro do Investigacién en Ciencias Sociales de la Universidad do Guada- lajara, con el apoyo de la Direccién General Académica. Favor de dirigir toda la correspondencia a REVISTA Cuadernos, Licao 210, Cédigo Postal 44280, Apartado Postal 2-393, Guada- lajara, Jalisco, México. Tel. 658 48 30, Lada 36. Se aceptan canjes.con publi- caciones afines. Las opiniones expuestas eri los art{- culos no reflejan necesariamento la posicin de los editores. ISSN 0186-7396 ‘Tipografia y composicién: Margarita Marin Solis Impresién: Direccién de Publicaciones de la Uni- versidad de Guadalajara INDICE MANUEL ANTONIO GARRETON M “Espacio piblico, mundo politico y participacién de la mujer en Chile 7 Liu V. Ouiven SzNcHEZ ©) Pautas goncrales que condicionaron el surgimiento del hospital moderno } EBT Jonce ALonso © Convergancias libertarias versus neoliberalismo TBE" Tha presentacion de Michel Foucault ~~ | por Michel Foucault RESENAS Sobre Ricardo Pozas Horcacitas (coord.): Universidad Nacional y Sociedad (Lorenza Villa Lever) {Sobre Jorge Alonso (coord): Los movimientos sociales en el Valle de México (Rossana Reguillo) Nueva época @ septiembre-diciembre 1990 DIRECTOR FUNDADOR NUEVA POCA: Jaime Sénchez, Susarrey DIRECTOR: Fernando M. Gonzélez ‘ CONSEJO EDITORIAL: Salvador Acosta @ jorge Alonso @ Pablo Arredondo @ JJestis Arroyo Alejandro @ Ricardo Avila Palafox @ Carlos Barba Solano @ Marco Antonto Cortés Guardado @ Juan Manvel Durén Judroz @ Misael Gradilla Damy @ César Lépez Guadras @ Ignacio Medina Naiioz @ Cristina Padilla Dieste @ Guillermo de la Pesta Topete @ Manuel Rodriguez Lapuonto @ Enrique E, Sénchez Rulz, Daniel Vazquez, Aguilar @ Lorenza Villa Lever REDACCION Y CUIDADO DE LA EDICION: gaquuel Moreno Pérez, iO) na presentacién de Michel Foucault por Michel Foucault* (Michel Foucault, 1926-1988) Es sin duda demasiado pronto todavfa para aprociar la ruptura introducida por Michel Foucault, profesor del Collége de France (cétedra de Historia de los sistemas de ponsamionto), a partir de 1970, en un paisaje filos6fico hasta entonces dominado por Sartre y lo que este Gltimo designaba como la filosofia insuperable de nuestro tiem- po: el marxismo. De entrada, desde Historia de la Tocura (1961), Michel Foucault estd en otra parte. Yano se trata do fundar la filosoffa sobre un nuevo cogito, ni desarrollar ‘am sistema de cosas hasta entonces escondidas a los ojos del mundo, sino més bien de interrogar este gesto enig- mitico, quiza caracteristico de las sociedades occiden- tales por ol cual se hallan constituidos los discursos verdaderos (por tanto también el de la filosofia) con el poder que se les conoce, Si Foucault esté inscrito en la tradicién filoséfica, es on la tradici6n erftica de Kant, y podriamos lamar a su. empresa Historia crftica del pensamiento. Por ésta no hhabrfa que entender una historia de las ideas que seria al, mismo tiempo un anélisis de los errores que podrian después ser ponderados; o un desciframiento de los des conocimientos (méconaissances) a los cuales estén li- gados y de los que podria depender aquello que hoy pensamos. Si por pensamionto entendemos el acto quo pone en sus diversas relaciones posibles un sujeto y un, objeto, una historia critica del pensamiento serfa un ané- lisis de las condiciones en las cuales son formadas o modificadas ciertas relactones de sujeto a objeto, en la ‘modida en que éstas son constitutivas do un saber posible. No so trata de definir las condiciones formales de una relacién con el objeto: no se trata en adelante de poner de manifiesto las condiciones empfricas que han podido permitir en un momento dado al sujoto on goneral tonor conocimiento de un objeto ya dado en lo real. La cusstién es determinar aquello que debe ser el sujeto, a qué con- * Tomado de: Dictionaire des philosophes. PUR, Paris, 1984, pp. 041-044. 24 dicién esté somotido, qué status debe toner, qué posicién debe ocuparen lo real o lo imaginario, para devenir sujeto logftimo do tal o cual tipo de conocimiento; en suma, s¢ trata de dotorminar su modo de “subjotivacién.” pues éste no es el mismo segiin se trate de la exégesis de un texto sagrado, de una observacién de historia natural o de un, andlisis del comportamiento de un enfermo mental. Pero Ja cuestién es, también, al mismo tiempo, determinar en qué condiciones pued? devenir alguna cosa un objeto para un conocimiento posible, cémo ha sido ésta proble- matizada como objeto a conocer, a qué proceso de recorte ha podido estar somotida Ia parte de ella misma que os considerada como pertinente. Se trata entonces de deter- minar su modo de objetivacién, que noes el mismo sogtin el tipo de saber del que se trate. Esta objetivacién y esta subjetivacién no son indo- pondientes la una de la otra; es a partir de su desarrollo mutuo y de su relacién reciproca que nacen lo que po- drfamos Hamar “los juegos de verdad”: es decir, no el descubrimionto do cosas vordadoras, sino las roglas sogtin, las cuales a propésito de ciertas cosas, aquello que puede decir un sujeto depende de la cuestién de lo verdadero y lo falso. En breve, la historia critica del pensamiento no es ni una historia de las adquisiciones ni una historia de Jos ocultamientos dela verdad. Es la historia de los juegos do verdad: es a historia de las “veridicciones”, entendidas como las formas sogiin las cuales se articulan, sobre un dominio de cosas, discursos susceptibles de ser lamados vordaderos 0 falsos: cudles han sido las condiciones de esta emergencia; el precio que, de alguna manera, ha sido pagado, sus efectos sobre lo real y Ia manera en Ia cual vinculando un cierto tipo de objeto con ciertas modalida- dos dol sujeto, ha constituido, por un tiempo, un éroa y ‘unos individuos el a prior’ histérico de una experiencia posible. Ahora bien, esta cuestién, o esta serie de cuestiones, que son las de una “arqueologia del saber”, no han sido formuladas por Michel Foucault, y no las querria formu- larsin importarle a propésita de qué juego de verdad, sino solamente a propésito de aquellos en los que el sujeto mismo es postulado como objeto de saber posible: cules son los procesos de subjetivacién y de objetivacién que ‘hacen que el sujoto pueda devenir en cuanto que sujeto ‘objeto de conocimiento. Por supuesto, nose trata de saber cémo se ha constituido en el curso de la historia un “conocimiento psicol6gica”, sino do saber Smo se han formado unos juegos do vordad diversos a través de los cuales el sujcto ha devenido objeto de conocimiento. Michel Foucault ha intentado conducir este andlisis, des- de un inicio, de dos maneras. A propésito de Ia aparicién ye la inserci6n, en ciertos dominios y sogiin la forma de ‘un conocimionto con status cientifico, de la cuestiGn del sujeto quo habla, trabaja y vive; se trataba entonces de la, formacién de algunas de las “ciencias humanas”,estudia- das en referencia a la practica de las ciencias empiricas y do su discurso propio on los siglos XVity xvIt (Las pala- ‘bras y Jas cosas). Michel Foucault ha intentado analizar también la constitucién del sujeto tal y como puode aparecer del otro lado de un corte normative y dovenir objeto de conocimiento —a titulo de loco, enfermo 0 dolincuento— y a través de pricticas como las de la psiquiatrfa, la medicina clinica y la penalidad (Historia de Ja locura, Nacimiento de la clinica, Vigilar y castigar). Michel Foucault so ha propuesto ahora, siompro al interior dol mismo proyecto general, estudiar la constitu- cién del sujet como objeto para si mismo: la formacién de procedimientos por los cuales el sujeto es Hovado a observarse a s{ mismo, a analizarse, a descifrarse, a reen- contrarse como dominio de saber posible. Se trata en suma de la historia de la “subjetividad”, si entendemos por esta palabra la forma en que el sujeto realiza la ‘experiencia de sf en un juogo do verdad en ol cual tiene relacién consigo mismo. La cuestién del sexo y de la sexualidad ha parocido constituir para Michel Foucault, sin duda, no el Gnico ejemplo posible, pero al menos un caso bastante privilegiado. Es on efecto a oste propésito ue a través de todo el cristianismo, y quiza més allé, los individuos han sido llamados a reconocerse todos como sujetos de placer, de deseo, de concupiscencia, de tenta- cidn y alos que se ha pedido por modios diversos (examen do si, ojercicios ospiritualos, declaraci6n y confesién) mostrar a propésito de si mismos y de lo que constituye laparte més secreta, la més individual de su subjetividad, ol juego de lo verdadaro y de lo falso. En suma, se trata de constituir en esta historia de la soxualidad una tercera hoja:* viene a afadirse a los analisis de las relaciones entre sujeto y verdad o, para ser precisos, al estudio delos modos segtin los cuales el sujeto +N. T. Al parecer Foucault propone aqui la idea de un ‘niptico formado por esta nueva hoja (voled) asiadida por él. hha podido ser insertado como objeto en los juegos de verdad. ‘Tomar como hilo conductor de todos estos andlisis la cuestién do las relaciones entre sujeto y verdad implica Ciorlas elecciones de método y, de entrada, un esceplicis- ‘mo sistemtico con respecto a todos los universales an- tropoldgicos, lo que no quiere docir quo so les rechace desde el principio, en bloquo y de una vez. por todas, sino quo no es necesarlo admitir nada de este orden que no sea rigurosamente indispensable. ‘Todo aquello que nos es propuesto en nuestro saber como de validez universal en cuanto a la naturaleza humana y a las categorfas que se puoden aplicar al sujeto, oxigo ser probado y analizado: rochazar ol universal de la “locura’, de la “delincuencia” ode la “sexualidad” no quiere decir que aquello a lo que se refleren no sea nada 0 que no sean més que quimeras inventadas por la necsidad do una causa dudosa. Es, sin ‘mbargo, mucho més que la simple comprobacién de que su contenido varia con el tiempo y las circunstancias; os interrogarse por las condiciones que permiten reconocer, segtin las reglas de decir verdadoro o falso, un sujeto como enformo mental 0 de hacor que un sujeto reconozca la parte més esencial de s{ mismo en la modalidad de su ddoseo sexual. La primera rogla para este género de trabajo 8 por tanto la siguiente: evitar (contourner) en tanto soa posible, los universalos antropolégicos (y por supuesto también Tos do un humanismo quo harfa valer los dere- cchos, los privilegios y la naturaleza de un ser humano como verdad inmediata @ intemporal dol sujeto) para intorrogarlos on su constituciGn histérica. Es necesario también invertir (retourner) el movimiento filoséfico de ascenso hacia el sujeto constituyente al que se le pide dar cuenta de lo que puede ser cualquier objeto de conoci- miento en genoral; so trata por el contrario de descender 25 al estudio de las pricticas concretas por:las cuales ol sujeto es constituido en la inmanencta de un dominio de conocimiento. Incluso ahi se tiene que tener cuidado: rechazarel recurso filos6fico a un sujeto constituyente no fs equivalente a hacer como si el sujeto existieray a hacer abstraccicn de éste en provecho de una objetividad put este rechazo tiono como objetivo hacer aparocor los pro- esos propios a una experiencia en la que el objeto y ol sujeto “se forman y se transforman” el uno en relaciGn y funcién del otto. El discurso de la enfermedad mental, de la delincuencia o de la sexualidad no dicen lo que 63 ol sujeto mds que en un juego determinado y muy particular de verdad. Pero estos juegos no se imponen desde el oxtorior al sujoto sogiin una causalidad necesaria 0 de determinaciones estructurales; ollos abron un campo de experiencia donde el sujeto y ol objeto no son constituidos, el uno y el otro mas que bajo ciertas condiciones simul- ‘témeas, pero donde no cesan de modificarse el uno en. relaciGn al otto, y por tanto de modificar este campo de Ia experiencia misma. De abi un tercer principio de método: dirigitse como dominio de andlisis a las “practicas”, abordar el estudio por el sosgo (biais) do lo que “se hacfa”. Asfentonces, qué se hacfa con los locos, los delincuentes o los enfermos? Por supuesto, se puede intentar deducirlo de Ia repre- sentacién que se tenfa de ellos o de los conocimientos que se crofa tenor sobre ollos on las instituciones en las cuales se les colocaba y los tratamientos a los que s¢ les sometia. ‘También puede investigarse cudl era la forma de las “verdadoras" enfermedades mentales y las modalidades do la delincuoncia roal on una época dada para explicar lo que se pensaba entonces. Michel Foucault aborda a las cosas de una forma completamente distinta: 61 estudia en principio el conjunto de las formas de hacer mas 0 menos 26 reglamontadas, més o menos reflexionadas, més.o menos finalizadas a través de las cuales se perfilan a la vez. lo ‘queestaba constituido como real para aquellos que inten- taban ponsarlo y gobernarlo, y la manora on que éstos se consiifuian como sujetos capaces de conocer, analizat y, eventualmente, modificar lo real. Son las “précticas”, entendidas como modo de actuar y ala vez.de pensar, las quo proporcionan la clave do intoligibilidad para la cons- titucién corrolativa dol sujeto y el objeto. ‘Ahora bien, desde el momento en que a través de estas pricticas se trata de estudiar los diferentes modos de objetivacién del sujeto, se comprende la parte impor- tante que debe ocupar cl anélisis de las rolacionos de poder. Pero atin es necesario definirlo que puede y quiere ser un andlisis semejante, No se trata evidentemente de interrogar a “el poder” sobre su origen, sus principios 0 sus limitos logitimos, sino do ostudiar los procedimtontos y las técnicas que son utilizadas en diferentes contextos institucionales para actuar sobre los comportamientos de Jos individuos tomados individualmente o en grupo; para formar, dirigir o modificar su manera de conducirse, para, imponer fines a su inaccién o inscribirlos on unas ostre- tegias de conjunto, miltiples por consecuenci forma y en su lugar de ejercicio; diversas igualmente en sus procedimientos y técnicas que ponen en obra. Estas relaciones de poder caracterizan la manera en que los hombres son “gobernados” los unos por los otros, y su anélisis muestra cmo, por medio de cierlas formas de “gobornamiento” do los alionados, 1os enfermos, los cri- minales, etostera, son objetivados el sujeto loco, enfermo © delincuente. Un andlisis semejante no quiere decir entonces que el abuso de tal o cual poder ha producido locos, enfermos o criminales de dondeno habia nada, sino que las formas diversas y particulares de “gobernamiento de los individuos” han sido determinantes en los diferen- tes modos de objetivacién del sujeto. ‘Vemos asi cémo ol tema do una “historia do la soxua- lidad” puede inscribirse al interior del proyecto general de Michel Foucault: se trata de analizar la "sexualidad” ‘como un modo de experiencia hist6ricamente singular en, Ia cual ol sujeto es objetivado por sf mismo y por los otros mediante ciertos procodimiontos procisos de “goborne- mento”. Maurice Florence” ‘Traduccién dol francés do Javior Villa F. + Seudénimo de Michel Foucault

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