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Las raices de un gran avivamiento -'y la escuela en su casa Por Eulalia Cook Gonzalez Ilustraciones por Tim Bower y Lynd Ward A ae Alfalit International Miami, Florida, EE.UU. Reconocimiento Muchas personas han ayudado en la preparaciOn de este pequefio libro. Hace diez afios la Dra. Luelle Shaw reunié los primeros libros de referencia. Josie de Smith re-escribié el texto haciendo cambios valiosos en el estilo. Raquel Pérez copié numerosas revisiones. Mi esposo, Justo Gonzalez y sus hijos, Jorge y Justo Luis leyeron el manuscrito ¢ hicieron sugerencias que se han incorporado. La ilustraci6n de la portada por Lynd Ward es tomada del libro Linea de esplendor sin fin por Halford Luccock con permiso de La comisién de promocién y cultivo de la Iglesia Metodista. Las ilustraciones del interior son por Tim Bowers y tomadas con permiso del libro, Susana Wesley por Charles Ludwig, Mott Media, Milford, Michigan, EE. UU. Extendemos nuestra especial gratitud al Journal Foundation de Suecia y a su presidente, Ingvar Guldstrand por financiar la publicaci6n de esta primera edicién de Susana junto con las demds nuevas ediciones de libros de Alfalit. © Copyright, 1991, Alfalit International, Inc. 11721 S.W. 178 Terrace, Miami, Florida 33177, BE.UU. Impreso en Suecia Introduccién a Susana Wesley, 1670-1742 Esta es la historia de una madre quien ayud6 a traer un gran avivamiento al mundo. Lo hizo por medio de sus hijos. Aqui se comparte algo de su vida y su manera de educar a su familia. Susana Wesley sufrié mucho. Diez de sus diez y nueve hijos se murieron en la infancia. Su esposo siempre estaba endeudado, y frecuentemente en problemas. Vivia en lugares primitivos y remotos de las grandes ciudades. Susana amaba los libros y amaba a Dios. Tenfa una preparaci6n superior y la us6 para educar a sus hijos en mente, cuerpo y alma. Ofrecemos este libro a todas las madres cristianas, muy especialmente a las que viven en lugares rurales o bajo circunstancias dificiles. Sus hijos pueden ayudar a hacer un mundo mejor. Dedicatoria Dedico este libro a mi madre. Ella, como Susana Wesley, empleé todo su tiempo y talento en la educacién de sus siete hijos. Para nosotros, siendo pequeiios, el tiempo mds gozoso del dfa era la hora antes de ir a dormir. Después de guiamos en nuestras oraciones nos lefa maravillosas historias y poesfas. He conocido a muchas madres en nuestras Américas que también desean leer a sus hijos, pero 0 no saben leer, o no tienen libros. El programa Supéracién de la Mujer salié del deseo ferviente de proveerles a ellas con libros y motivar su lectura. También dedico este libro a Margarita Vega de Lorfa, Costa Rica, a Ruth Escobar de Padilla, Pera, Berta de Escobar, Guatemala, Mariana de Lépez, Ecuador, y Luz Dary Marin de Espinel, Colombia. Estas cinco mujeres durante mds de doce afios han compartido el suefio de una biblioteca en cada hogar y cada madre leyendo a sus hijos. Ellas han celebrado centenares de Jornadas de Educacién Popular y colocado miles de bibliotecas de pared en hogares humildes. También han motivado a un nimero, cada vez mayor, de padres para que lean a sus hijos cada dia. Cada una de estas mujeres representan a muchas otras madres dedicadas a la realizacién de este suefio y a ellas también dedico este libro, el cual han esperado muchos alos. oe “Haz que mi vida sea de valor” —Samuelito, Samuelito, gd6nde estés?— llamaba Susana alarmada. Mientras buscaba en todos los rincones de la casa, pensaba en éste, su hijo mayor. Casi cinco afios tenfa ya pero nunca habfa hablado. {Seria mudo toda la vida? —Samuelito, Samuelito, ¢d6nde estas? El nifio parecia inteligente. Al principio Susana tenfa la esperanza de que la llegada de hermanitos menores lo ayudarfan a hablar, pero no habia sido asf. —Samuelito, Samuelito, ,dénde estis?—-volvié a Hamar entrando en la cocina. Desde debajo de la mesa, una voz de nifio que no conocia, contesté: —Aquf estoy, mama. Susana corrié hacia la mesa, y al mirar debajo, lo vid. Alli estaba Samuelito, muy feliz con la cara cubierta de jalea y la gata en sus brazos. ;Y habfa dicho sus primeras palabras! Desde ese momento, era dificil hacer callar a Samuelito. Tenia mucho que decir y mucho que preguntar. Una semana después Susana le ensefié el Padrenuestro. El pequefio lo aprendié de memoria, y lo decfa sin problemas. El dia que cumplié cinco afios, Susana le dijo: —Maiiana aprenderas a leer, Al dia siguiente lo lamé a su cuarto. Hablando lentamente y con claridad repetfa el alfabeto y explicaba la pronunciacién de cada letra. La clase siguié toda la mafiana. Después de la comida del mediodfa repasaron lo aprendido durante la mafiana. Desde ese dfa, las clases eran diarias. Después que Samuelito habia aprendido a leer, Susana empezé a ensefiarle a deletrear, a escribir y a sumar y restar. Este fue el principio de la escuela de Susana que en su propia casa tenia para sus hijos. {Quién era esta mujer que se ocupaba de la educacién de sus hijos con tanta dedicacién? Susana Wesley siempre sera recordada como la madre de Juan y Charles Wesley. El impacto del avivamiento que ellos trajeron result6 en cambios muy notables en la sociedad de Inglaterra. No s6élo levanté el nivel moral, social y econémico de este pafs sino muchas otras naciones sentian los efectos. La Iglesia Metodista, Wesleyana, Nazarena, Iglesia Metodista Pentecostal de Chile, El Ejército de Salvacién y otras reconocen a Juan Wesley como padre espiritual y cantan los himnos de su hermano Carlos. La influencia de Susana en la formaci6én de estos hombres de Dios es reconocida en todo el mundo. En la Enciclopedia Briténica leemos: “La manera como Susana educaba a sus hijos, su eficiencia y su belleza, fueron grandes influencias en la carrera futura de sus hijos.” Susana naci6é en la gran ciudad de Londres, en Inglaterra, en 1669. Fue la menor de veinticinco hijos. Su padre era un pastor famoso de la iglesia protestante. Eran tiempos de muchas luchas religiosas y politicas. Ella, desde nifia, escuchaba lo que decfan sus mayores, estudiaba, pensaba y llegaba a sus propias conclusiones. No por eso dej6 de ser una hija respetuosa y carifiosa. Y oraba todos los dias una oracién: —Querido Dios, gufame, haz que mi vida sea de valor e importancia, Mas adelante, siendo ya sefiorita, dijo: —Espero que el fuego que yo encienda haga arder, no s6lo a Londres, sino a toda la nacién y a todo el mundo. ‘Veremos c6mo Dios contest6 su oracién de nifia y su suefio de sefiorita. Y lo hizo en medio de privaciones y grandes sufrimientos que nunca lograron vencerla. Llega el amor, llega la realidad Siendo joven se enamoré Susana de Samuel Wesley, estudiante de teologfa con dotes de poeta. El noviazgo culmin6 en casamiento cuando Susana tenfa veinte afios. El primer nombramiento de Samuel fue como ayudante aun pastor en Londres. Alli nacié su primer hijo, Samuel, en 1689. Ya esperaban el segundo nifio cuando fue nombrado pastor de una iglesia en la localidad de Ormsby, a unos 185 kilémetros de Londres. La distancia era corta y a la vez larga. El camino era tan malo que les Ilevé cinco dfas llegar a destino. Cansados, descendieron del carruaje frente a la casa pastoral. Al verla, 61 pens6:—“Es una pobre casucha de barro, incémoda y en mal estado. —Y que cerca de ese rfo tan frfo!” Por su parte, ella dijo: —Por lo menos tiene un patio amplio donde nuestros hijos podran jugar. Ya instalados, mientras Samuel preparaba sus sermones, escribfa articulos y poesias, Susana se dedicabaa transformar la casa en un hogar para su esposo e hijos. Con el correr de los afios tuvieron 18 hijos m4s, pero s6lo nueve vivieron hasta ser adultos. Susana supo del dolor de perder un hijo tras otro antes de que cumplieran su primer ajfio de vida. Muchas veces, ante la realidad de la vida, las personas mayores olvidan sus suefios de nifos y las aspiraciones de su juventud. Pero Susana mantuvo los suyos, aunque no le faltaron motivos de preocupacién, sufrimiento, tristeza y desencanto. Veamos algunos. ; my ( ! Un pastorade dificil Ya tenian cuatro hijos y otro en camino cuando el esposo de Susana fue nombrado pastor de una iglesia en la localidad de Epworth, a 80 kil6metros de Ormsby. Pero el viaje les llev6 varios dfas porque los caminos eran muy malos y peligrosos. Dejaban en el cementerio de Ormsby tres pequefias tumbas de los hijitos que ya habian perdido. La vida era dura. Eran dias de violencia en el pais debido a la situaci6n politica. Samuel Wesley defend{a una - posicién politica diferente de muchos miembros de su iglesia. Estos a veces organizaban manifestaciones y atacaban la casa del pastor. Uno de esos disturbios contribuy6 a la muerte de un hijo que Susana acababa de dar a luz. La casa pastoral tenfa una pequefia finca y un campo sembrado de lino. Estaba ya listo para ser cosechado cuando unos vecinos le prendieron fuego y quemaron todo. Al dia siguiente, el esposo de Susana tenfa que realizar un bautismo. Alli fue, fiel a su responsabilidad. Pero lo esperaba otro golpe. En aquel tiempo en Inglaterra, si una persona denunciaba que otro le debia dinero y no lo pagaba, era Nevado a la carcel hasta que pagara. Alguien le reclam6 una deuda, y como no podia pagarla en el momento, lo llevaron a la carcel. Mientras tanto, otros trataban de violentar su casa, No pudieron, pero mataron las vacas lecheras del pastor e hirieron al perro. Los amigos de los esposos Wesley corrieron en su ayuda para que la familia no pasara peor necesidad. Al poco tiempo esos amigos pudieron pagar la deuda de Samuel quien entonces fue puesto en Libertad. En ese tiempo de tensiones nacieron dos de sus hijos 11 cuya influencia sentimos atin hoy. Asif es, su décimo quinto hijo, Juan Benjamin, nacié el 17 de junio de 1703. La influencia de Juan Wesley transform6 muchas vidas en todas partes del mundo y nos llega a través del tiempo. También sentimos la influencia de Carlos, nacido prematuramente el 18 de diciembre de 1707. Al principio no Noraba ni abria los ojos. Era del tamafio del zapato de un obrero. —Envuélvelo en lana calientita por lo menos dos meses, — dijo la comadrona. Y asf lo hicieron. Susana sentia una necesidad especial de orar por este hijito. Era un invierno muy frio y la casa tenfa entradas de aire. Pero milagrosamente, el pequefiito vivid. Meses después abrié los ojos. Lleg6é a ser un gran compositor de himnos. Compuso Ia letra de “Ofd un son en alta esfera” y de 2.000 himnos mas. jFuego! E19 de febrero de 1709 sucedié algo que pudo haber sido una gran tragedia. El reloj marcaba la media noche cuando Hetty, la hija de doce afios, desperté6 por el olor a humo. —jFuego! jFuego!— empez6 a gritar con todas sus fuerzas. Susana estaba enferma, pero ella y Samuel pudieron sacar de la casa ardiendo a todos los hijos menos a Juan. Angustiosamente miraban la casa en llamas a punto de derrumbarse, cuando, de repente, el pequefio Juan aparecié en una ventana del segundo piso. Répidamente los vecinos y amigos que habian acudido para ayudar, formaron una 12 escalera humana, un hombre sobre los hombros de otro hasta llegar a la ventana. Sacaron a Juan en e] mismo momento en que se desplomaba el techo. Samuel abrazé a su hijo y fue en busca de Susana. Casi toda la biblioteca, el tesoro mas grande de la familia Wesley, habia sido quemada. Y totalmente quemado fue el manuscrito de la vida de Cristo en poesia que Samuel habia escrito y muchos otros papeles de gran valor. Pero Samuel Wesley no pens6 en eso. Agradecido a Dios porque el pequefio Juan estaba a salvo, junto asu familia llamé a sus vecinos diciendo: —vVengan, arrodillémonos y demos gracias a Dios. El me ha dado a todos mis hijos, si, a los ocho. No importa la casa. Ellos son mi riqueza! E] fuego habia sido encendido por algunos de los 13 miembros de su iglesia. Pero Dios salvé6 a toda la familia. Y comenzaron a llegar generosas contribuciones para ayudar a la familia a volver a construir su casa. Mientras se reconstruia, los hijos fueron recogidos por diferentes familias. Una vez terminada, tenian mds espacio que antes, aunque casi sin muebles. En cuanto se volvieron a instalar, comenz6é nuevamente la rutina escolar diaria, bajo la direcci6én de Susana. éY los suefios de Susana? Sf, la vida de Susana Wesley fue dura, llena de preocupaciones y sufrimientos, de tristeza y desencanto. Pero las pruebas de la vida no apagaron el suefio. Fue comprendiendo que el Sefior contestaria su oracién de nifia: “Haz que mi vida tenga valor e importancia” y su suefio de joven: “Espero que el fuego que yo encienda haga arder no sdélo a Londres, sino a toda ia nacién y a todo el mundo”. Sf, el Sefior contestarfa guidndola en la formacién de sus hijos. Ahora, de grande, su suefio tomé una forma mas concreta: ;Que el Sefior la ayudara de tal manera a inspirar a sus hijos, que pudiera El usarlos para cambiar al mundo! Cada noche hacfa una pausa junto a sus camitas y orabaa Dios que los guiara. Sus oraciones nacfan de su gran fe. Tenfa la convicci6n de que Dios sf guiarfa a cada uno de sus hijos. Pero para que un suefio se convierta en realidad, hay que acompaiiarlo con la accién. Eso es lo que hizo Susana. 14 De nifia, su padre le habfa ensefiado a aprovechar el tiempo, organizando metédicamente las tareas de cada dfa. Ya de grande, Susana dividfa su dfa en secciones, y en cada una trabajaba en una tarea especffica. Esas secciones inclufan la educaci6n de sus hijos, la oracién, meditacién y el estudio constante de la Palabra de Dios, ademas de las tareas propias del hogar. Cuando sus hijos ya eran grandes, Juan le pidi6 a Susana que le explicara las tacticas que habia usado para criar y educar a sus hijos. Susana lo hizo en una carta que nos permite visitar ese hogar tan especial con nuestra imaginacién. Formacion de buenos habitos: “Los nifios eran puestos en una rutina diaria, y desde su nacimiento se esperaba que hicieran lo que eran capaces de hacer. Cuando un nifio cumplfa un afio, y atin antes, le ensefiaba a llorar bajito. Asf se evitaban abundantes correcciones.” “La familia, por lo general, vivia en tanta quietud como sino hubiera nifios. Cuando ya podfan comer de todo, se limitaban a tres comidas diarias. En las comidas, sus mesitas y sillitas estaban al lado de las nuestras. Si querfan algo de la cocina, lo pedfan en voz bajita. No les permitia beber o comer entre comidas, salvo caso de enfermedad.” **A las seis de la noche, después del culto familiar, comian. A las siete, la servidora los bafiaba. Y empezando con el menor, los vestfa para dormir. A las ocho estaban en Ja cama.” Disciplina: “Para formar la mente de los nifios, lo primero que habia que hacer era conquistar su voluntad y ensefiarles a obedecer. Formar la comprensi6n es trabajo que lleva tiempo y progresa lentamente.” Cortesia: “Muy pronto les hicimos comprender que no recibirian nada por lo cual lloraron. Les instruimos sobre c6mo hablar claramente y explicar bien lo que querfan. Nunca les penmnitia pedir nada, atin a la persona mds humilde, sin primero decir por favor.” Formacion espiritual: “Les ensefidbamos el Padrenuestro en cuanto podfan hablar. Repetifan esta oraci6n cuando se levantaban y cuando se acostaban. Al crecer, iban agregando oraciones en favor de sus padres y otros. También les ensefiaba porciones de las Escrituras segtin su capacidad para memorizarlas. “Desde muy chicos aprendfan a distinguir el domingo de los demas dfas. Les ensefidbamos que debfan estar quietos en las oraciones de la familia y a pedir la bendicién inmediatamente después. Pedfan la bendicién por gestos antes de saber hablar o de saber arrodillarse.” “Tomar el nombre de Dios en vano, maldecir, usar palabras profanas o decir cosas groseras era desconocido 16, para ellos. Les ensefidbamos a tratarse de “hermano” y “hermana” los unos a los otros.” Ocho reglas de Susana: Estas son las ocho reglas que, por medio de su hijo Juan, Susana compartié con las familias de nuevos creyentes en la Inglaterra de aquel tiempo. 1. He observado que los nifios dicen mentiras por miedo . al castigo y por cobard{a. Para evitarlo determinamos que cuando se confrontaba a un nino con una maldad de la cual era culpable, si 61 lo confesaba y prometia no hacerlo mas, no lo castigd4bamos. 2. Ninguna accién pecaminosa, tales como: decir mentiras, portarse mal en la iglesia, desobedecer o refiir pasaba sin ser castigada. 3. Ningiin nifio debfa ser regafiado o castigado dos veces por la misma falta. Si habian corregido su comportamiento, nunca mds se les mencionaba lo que hicieron. 4, Cada acto destacado de obediencia, especialmente si era contrario a sus propias inclinaciones, debfa ser felicitado. La obediencia debfa ser premiada segiin los méritos del caso. 5., Si un nifio hacfa algo con la intenci6én de obedecer y agradar, aunque no lo hiciera bien, la obediencia y la intenci6n debian ser aceptadas con bondad. Con dulzura y paciencia se debfa ensefiar c6mo hacerlo mejor la pr6xima vez. 17 6. Los derechos de la propiedad de cada uno debian ser respetados por los otros, atin en las cosas mas pequefias. Aunque el valor no fuera mds que el de un alfiler, no se permitfa quitar nada del duejio sin, y mucho menos contra, su consentimiento. 7. Las promesas debfan ser estrictamente cumplidas. Un regalo, una vez dado, no podia ser recuperado. 8. Ninguna nifia debia ser ensefiada a trabajar (coser, tejer, etc.), hasta que supiera leer muy bien. (Nota: En aquellos tiempos muy pocas mujeres sabian leer bien. Se consideraba que sdélo necesitaban saber realizar tareas domésticas). La escuela en su casa En la casa de la familia Wesley todos se dedicaban al estudio durante seis horas diarias. En esas horas Susana no permitfa juegos ruidosos ni conversaciones triviales. Y su paciencia era notable. Un dia, mientras explicaba una regla de gramatica a su hija Kezzy, tuvo que repetirla una, otra, otra y otra vez. Levantando sus ojos vio que su esposo la observaba. Moviendo la cabeza dijo él: —WMe maravillo de tu paciencia, Susana. Le has repetido veinte veces lo mismo a esta nifia. Susana sonrié: —Si me hubiera conformado con decirlo s6lo 19 veces, hubiera sido tiempo perdido. Fue esta ultima vigésima vez la que coron6 mi esfuerzo. Susana vefa que cada nifio tenia diferentes talentos, y 18 oraba silenciosamente por cada uno. Pedfa a Dios que la capacitara para ayudar a cada uno a vivir una vida que valiera. Con el tiempo encontré una tactica que.puso en practica. Cada semana dedicaba una hora que ella fijaba, para conversar privadamente con uno de sus hijos. E] dia de la semana y la hora eran invariables. Cada nifio sabfa cuando le tocaba a el. Por ejemplo, el turno de Juan era el jueves por Ja tarde. Nunca lo olvid6 y ya de grande, lejos del hogar, usaba la hora que la madre antes le dedicaba sélo a él para escribirle a ella. Susana tenfa la conviccién de que cada uno de sus hijos era igualmente importante. Buscaba la manera de hacer que cada uno se sintiera especial. Por ejemplo, a Juan le recor- daba que era un “tizén sacado del fuego” y que, por eso, sentia una responsabilidad especial de cuidar el alma de él. 19 En una ocasi6n, por querer cuidar el alma de sus hijos se vié en un problema bastante delicado. Fue asf: La iglesia en su cocina a —— (ON, a WN ae cS Samuel Wesley, el esposo de Susana, tenfa su propia fama por sus escritos y su vida tan interesante. En tres ocasiones fue enviado a Londres para representar a su distrito. Su ausencia duraba meses. En 1710, cuando el pequefio Juan tenfa ya siete afios, su padre se ausenté a Londres por varios meses. Al frente de la iglesia quedé un reemplazante que dejaba mucho que desear en los cultos del domingo en la mafiana, y que suspendfa los de la noche. Sintiendo la necesidad espiritual de sus hijos, Susana 20 empez6 a dirigir cultos para ellos los domingos por la noche. Los que ayudaban con el trabajo-doméstico pidieron permiso para asistir. Luego se sumaron los parientes de ellos. Llegaron a congregarse hasta 200 personas. Con frecuencia muchos quedaban afuera por falta de espacio. Susana no predicaba ni pretendfa hacer el papel de pastor. Lefa un sermé6n seleccionado de la biblioteca de su esposo, dirigfa oraciones tomadas del Libro de Oraci6n Comin y guiaba el canto de los himnos. Al clérigo reemplazante no le gust6 esto porque eran . mis los que asistfan a las reuniones en la cocina que los que iban al templo en la mafiana para escuchar el serm6n de él. Escribié una fuerte carta de protesta al pastor Wesley. Al recibirla, éste escribid a su esposa diciéndole que é1 pensaba que, siendo ella mujer, serfa mejor suspender los cultos en Ja cocina. iQué sabia fue la respuesta de Susana! La vemos en estos parrafos tomados de tres cartas que escribié a su esposo sobre el asunto: “Lo mismo que soy mujer, soy también responsable de una familia numerosa. Es cierto que tu, como cabeza de la familia y como su pastor, tienes mayor responsabilidad. Sin embargo, en tu ausencia, yo no puedo dejar de ver a cada alma que has dejado bajo mi cuidado como un talento que me ha sido encomendado. ‘Tu propones que yo deje que otra persona lea. jAy! jTa no sabes la condicién de estas personas! Creo que no hay ni un solo hombre entre ellas que pueda leer un sermén sin tener que deletrear una buena parte y, 4c6mo podria esto edificar a los dem4s? Ademds no hay nadie en nuestra familia con una voz bastante fuerte como para ser ofdo por una cantidad tan grande de personas. 21 “Nuestra reunién ha acercado a la gente hacia nosotros. Asf que ahora vivimos en la amistad mas hermosa que puedas imaginar. Algunas familias que casi nunca asistfan a Ja iglesia, ahora asisten siempre...” Después de contarle otras bendiciones de los cultos, Susana termin6 esa carta diciendo: “Pero si tli piensas, después de todo, que se debe disolver esta asamblea, no me digas s6lo que piensas que debo hacerlo. Eso no bastarfa para satisfacer mi conciencia. Te ruego que me mandes hacerlo. Dimelo en términos tan claros que me absuelvan de toda culpa y castigo de negligencia ante esta oportunidad de hacer el bien cuando ti y yo comparezcamos ante el Santo Tribunal de nuestro Sefior Jesucristo.” Samuel no volvié a mencionar el asunto. Susana siguié reuniéndose con la congregacign que llamaba “nuestra sociedad”. Los hijos de Susana Al ir creciendo, los hijos de Susana fueron su motivo de satisfaccién. Los tres hijos varones eran pensadores y muy espirituales. Samuel era el que dijo sus primeras palabras cuando iba a cumplir cinco afios. Este hijo, el mayor, después de estudiar en las mejores universidades, fue ordenado pastor pero preferia la ensefianza y a eso dedicé su vida, como profesor en una universidad. Muri6é a los 49 afios, cuando ya comenzaba un avivamiento dirigido por sus dos hermanos menores. Como él, Juan, “el tiz6én sacado del fuego” y Carlos, el 22 que al nacer era del tamajio “del zapato de un obrero” terminaron sus estudios secundarios y luego hicieron los universitarios en la renombrada universidad de Oxford. Es allf donde los encontramos haciendo su primer impacto sobre el mundo que los rodeaba. En aqueHos tiempos la moral de los estudiantes era muy baja. Bebfan bebidas alcohélicas, desperdiciaban su dinero en el juego y perdfan el tiempo en una vida de lujuria. Juan y Carlos no se sumaron a este modo de vivir. Y fue Carlos el primero en entrar en accién. Carlos empez6 a persuadir a sus compajieros que lo acompanaran a la iglesia y a ocuparse seriamente en sus estudios usando el método prescrito por la universidad. Por eso sus compajieros empezaron a llamarlo “el metodista”’. Pronto, este pequefio grupo ya tenfa veinticinco miembros. Al poco tiempo se le conocfa como “El Club Santo.” De Susana, Carlos habia aprendido el valor de tener un método. Cada minuto del dia tenia un propésito. Organizaba su tiempo para orar, ayunar, estudiar la Biblia, repartir ayuda a los pobres, visitar a los presos, discutir en grupos, tomar la Santa Cena. Por sus vidas metédicas, o sea ordenadas, a los miembros también se los lamaban “‘metodistas”’. Mientras tanto, Susana mantenfa constante correspondencia con sus hijos. En sus cartas los animaba, les aclaraba delicados puntos de teologia y les daba consejos. Su alegria fue muy grande cuando los dos fueron ordenados como pastores. En esos afios, Marfa, una hermana siete afios mayor que Juan, se hab{a casado con el copastor que ayudaba al esposo de Susana en su campo de labor. Era un joven muy querido por el pastor Wesley, habiéndolo criado en su propio hogar. Todo parecia color de rosas cuando Maria esperaba su 23 primer hijo. Pero al dar a luz, Maria perdié la vida. Fue un gran golpe para toda la familia, y en especial para su madre. Pero Susana seguia teniendo el suefio de que por medio de sus hijos arderfa Londres, Inglaterra y todo el mundo. En Susana Wesley vemos cémo una madre puede seguir ayudando a sus hijos. Ya de grandes, los ayud6 en su vida espiritual con su est{mulo constante, sus oraciones y sus consejos. Susana tenfa un gran amor por la obra misionera. En una ocasi6n, siendo sus hijos Juan y Carlos ya pastores, fueron invitados a ir al Nuevo Mundo como misioneros. Pero su padre Samuel habia fallecido y pensaban que su madre necesitaria, mas que nunca, la compaiifa de sus hijos. No irfan si ella no estaba de acuerdo. Cuando le explicaron la oportunidad de servir como misioneros en una colonia inglesa en América del Norte, ella reaccion6é con gran entusiasmo: : —jSi tuviera veinte hijos me gozarfa que fueran usados de esta manera, aunque nunca los volviera a ver!—exclam6 Susana. Juan y Carlos fueron misioneros por un breve tiempo. El Sefior tenfa otros planes para ellos en Inglaterra. Alli era donde comenzaria el fuego espiritual con el cual Susana seguia sofiando. El gran avivamiento: Después de su regreso a Inglaterra, Juan, en 1738, tuvo una experiencia que cambi6é su vida. En un culto de barrio le sucedié algo extraordinario. Asi lo contaba él: —’ Sentf un calor extrafio en mi corazén. Supe, de pronto, que confiaba Lyles ty en Cristo y sdlo en Cristo, para ser salvo. Senti que todos mis pecados eran perdonados y que era salvo de la ley del pecado y de la muerte.” Kezzy, su hermana menor y Carlos tuvieron una experiencia similar. Carlos escribfa himnos con nueva energia. Uno de los primeros fue ;}Oh amor que excede a todos! y otro, ;Gloria demos al Salvador! Estos y muchos otros himnos escritos por él se cantan atin hoy y han sido traducidos a muchos idiomas. Después de su experiencia de salvaci6n personal, Juan y Carlos empezaron a predicar con renovado calor y conviccién. Al peco tiempo predicaban a centenares, luego amiles y por Gltimo a miles de miles. Juan predicaba y organizaba “‘sociedades’’, que hoy llamariamos “‘congregaciones”’. Carlos predicaba y escribia himnos. Toda Inglaterra cantaba sus reflexiones de la Gracia 25 Divina. En medio de todo esto, Susana seguia cumpliendo con sus deberes de madre cristiana. Seguifa escribiendo largas cartas a sus hijos ausentes. Con su paciencia de siempre los animaba a vivir siempre cerca del Sefior y a servirle. Eran cartas que reflejaban el alma de una madre celosa y arrodillada ante el Sefior, rogando siempre por bendiciones a favor de sus hijos. Vemos una muestra del espiritu que la impulsaba en el siguiente trozo de una carta que escribiera a su hija Susana: “Tu sabes muy bien cudnto te amo. Amo tu cuerpo y tuego con fervor al Dios Todopoderoso que te lo mantenga con salud, que te conceda todas las cosas necesarias a tu bienestar y sostén en este mundo. Sin embargo, mi mayor preocupacién es por tu alma inmortal y por tu felicidad espiritual. No puedo expresar mi interés en ese sentido mds que esforz4ndome por inculcarte, en todo momento, los principios de conocimiento y verdad que son esenciales en tu empefio por vivir una vida virtuosa, que es lo nico que puede asegurar tu felicidad eterna...” Porque era tan accesible, sus hijos con frecuencia la consultaban cuando tenian algo importante que resolver. Seguia con vivo interés el ministerio de cada uno de sus hijos. Dios bendecifa ricamente la obra de Juan y Carlos. Tanta era la gente que se congregaba para ofr el mensaje predicado por ellos, que Juan compré6 un edificio viejo en la ciudad de Londres. Lo convirtié en un centro del nuevo movimiento. A un costado arregl6 un sector como casa de familia. Mas tarde, Susana vivié también en esa casa. Asi estaba mds cerca de sus hijos. Y no sélo eso, sino que de esta manera el Sefior le dio la bendici6n de ver con sus propios ojos el comienzo de la realidad que tantos afios 26. habia sofiado. Toda Inglaterra era sacudida por el avivamiento. Dios usaba el ministerio de Juan y de Carlos para dar nueva vida en Cristo a miles y miles de personas. Borrachos dejaron de tomar licor. Los que pegaban a sus esposas se volvieron esposos buenos y carifiosos. Los que robaban devolvian las cosas hurtadas. La salvacién fue una realidad. Juan Wesley acompaiié la predicacién con la lectura. La gente recién convertida se educaba. El simplificé cincuenta « libros para el uso popular, y hasta escribi6 un libro sencillo sobre medicina. Compartié las reglas de Susana para ayudar a los recién convertidos en la crianza de sus hijos. Pero, como sucede en estos casos, Satands quiso detener la obra. Los dos hermanos fueron amenazados con la cdrcel si no detenfan el movimiento. La iglesia oficial se sentfa en peligro. Habfa frecuentes motines. Pero mientras mas perseguian a los nuevos creyentes, mds rapido se extendia el fuego del avivamiento, Empezé a extenderse a otros pafses. En todo esto Susana tuvo su parte. Una noche Juan apareci6 en su casa. Estaba en camino para ver a un laico que habia empezado a predicar. Juan estaba indignado y pens6 prohibir que personas no ordenadas por su iglesia predicaran. Su madre le dijo: —Antes de actuar, Juan, esctichale. Si Dios le esta usando, serfa un gran pecado pararle.”’ Juan tom6 los consejos de Susana y, como resultado, el uso de predicadores laicos lleg6 a ser un gran factor en la extensién del avivamiento. Alguien que conocié intimamente a Susana Wesley escribié: “La gracia se manifestaba en todos sus pasos, su celo se reflejaba en sus ojos y cada gesto suyo expresaba divinidad y amor.” 27 Acaba su carrera Era el 23 de julio de 1742. Susana Wesley tenfa 72 afios cuando sucedié lo que Juan describe en su diario: “A las tres de la tarde fui a ver a mam4, Me senté juntoa su cama. Ella no podfa hablar, pero estaba consciente. Su mirada era calmada y serena. Sus ojos miraban hacia el cielo mientras encomendamos su alma a Dios. Sin luchas ni suspiros su alma fue librada. Nosotros de pie, alrededor de su cama, cumplimos su iiltimo deseo”. Aquel tiltimo deseo, expresado poco antes de perder el habla, fue: —“‘Hijos, tan pronto como sea librada, jcanten _ un salmo de alabanza al Sefior!” De los siete que atin vivian, todos, menos Carlos, estuvieron junto a ella en la hora de su muerte. En cuanto estuvieron seguros de que su madre habfa partido, sus hijos cantaron juntos un salmo favorito de ella. . Su vida terrenal habfa terminado, pero no asf su influencia. Un fuego espiritual abrasaba ya a Inglaterra. Un fuego que cruzé los mares y en pocos afios se habia encendido en todo el mundo. Susana habfa podido ver el comienzo de la realizaci6n de su suefio. Este suefio sigue haciéndose realidad atin hoy. La influencia de la escuela en su casa sigue, a través del tiempo y la distancia. 28 Repasemos: - En qué afio y dénde‘naci6 Susaa Wesley? . ¢Cémo era su oracién a Dios todes los dfas cuando era nifia? 3. gCual era su suefio siendo ya sefiorita? 4. ~Cémo se llamaba el joven de quien se enamoré6 y con. quien se cas6?. gCémo era é1? . ¢£Cudles fueran algunos sufrimientos y pruebas que tuvo en la vida? . £Qué forma concreta tom6 su suefio de sefiorita cuando ya. era eeposa y madre? 5 iCudles eran algunas de las cosas que hacia Susana para educar a sus hijos? ~ 0 ¢Cudntas dé les 8 Teglas.de Susana puede mencionar? 9. ~Puedé contar una anécdota de fo quit hize para no 10. il. 12, 13. 14. descuidar la formaci6n espiritual de sus ‘hijos mientras Su esposo estaba ausente? 4C6mo se segufa relacionando con sus hijos cuando | éstos ya eran grandes? Por qué los estudiantes de la universidad lamaban a Carlos “el metodista’’? 4{Cual fue el ministerio de su hijo Carlos? £Cual fue el ministerio de su hijo Juan? 4Cémo empezé a cumplirse el suefio de Susana? 29 15. 16. 17. 18. 19. 20. QL. {Qué parte tuvo Susana en el avivamiento espiritual comenzado por su hijo Juan? iA qué edad murié Susana Wesley? {Puede decir algo de la influencia de Susana Wesley durante y después de su vida? {Hay cosas en la vida de Susana semejantes a la vida suya? {Hay cosas que ella hacia que seria bueno practicar en su hogar, con sus hijos? 4Cuél es la lecci6n de mas valor que ha recibido de esta historia? Lea en voz alta Proverbios 31:29. Si le parece que se aplica a Susana Wesley, al leer agregue su nombre al final del versfculo. Muchas mujeres hicieron el bien; Mas ti sobrepasas a todas, Susana Wesley. 30 Susana y la escuela en su casa Esta es la historia de una madre cristiana, de inteligencia y preparacién superior, que dedic6é todo su talento a educar-a sus hijos. Por medio de su hijo, Juan Wesley, la escuela en su casa'se extendia a toda Inglaterra'y por el mundo, purificando la sociedad en sus faices.. . Alfalit: publica esta obra como parte de su programa de-proveer libres de cultura ¢ inspiracién pata nuevos bectores. Miles de padres ya han leido los otros. libros dé su BIBLIOTECA PARA EL. HOGAR, y ham hecho un pacto de leer todos los dias a sus hijos y orar con ellos. EI libro Susana debiera tener lugar en toda iglesia local. Los pastores pueden recomendar este libro a los pastres con hijos pequefios. En la Socie- dad de Damas se debe estudiar este sencillo relato de un hogar que transforms la sociedad de su tiempo, Es la esperanza de Alfalit que este libro ayude a jas mujeres cristianas de la época actual a sofiar con un mundo mejor y trabajar, orar y estudiar para ser buenas maestras de sus hijos. Esperamos que esto da lugar a otro-avivamiento que purifique las bases de la sociedad. = ALFALIE

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