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Eros : en unaisla desierta UN ENFOQUE CRISTIANO DE LA MASTURBACION David Burt PUBLICAGIONES ANDAMIO GBU INTRODUCCION Los afios aflos 1976-79 tuve que dar conferencias en - tres ocasiones diferentes sobre el tema de la masturbacién. Una de estas ovasiones correspondié a un ciclo de charlas y coloquios sobre la sexualidad dados por D. Pablo Wickham y un servidor en una iglesia de Madrid, para los cuales el Sr. Wickham me proporcioné unas hojas de apuntes suyos. Segura~ mente algunas de las ideas aqu{ plasmadas se las debo a 61, pero a estas alturas soy incapaz de identificarlas (con ex- cepcién de una cita sefialada en el texto). Después de la ter cera ocasién preparé unos apuntes que forman la base del pre. sente escrito y que fueron distribuidos en la iglesia de la eual actualmente soy pastor. E1 énfasis notable sobre la mas turbacién masculina en el texto actual no se debe a ningtin prejuicio mfo ni a que no reconozca 1a importancia del tema para las chicas, sino sencillamente a que no me considero ~ conpetente para abordar una perspectiva femenina de la cues- tidn. Creo que los principios sefialados son de igual aplica- eién para hombrés y mujeres, pero las ilustraciones, los én- fasis y las sensibilidades quizds no sean tan oportunas para mis lectoras femeninas. Por ello pido disculpas. E1 mismo dia que comencé la revisién de estos apuntes para su publicacién por los GRU, llegé a mis manos un eserito de D, Juan Camafort sobre el mismo tema que ha servido de est{mulo para afinar - algunos puntos. LA MASTURBACION EN LA BIBLIA De lo que yo he pod@ido descubrir, la Biblia no mencio na expl{citanente ia masturbacién, Creo que podemos descar-— tar el caso de Onén, utilizado por la Iglesia Catélica para sus ensefianzas contra la vasturbacién y los ariticonceptivos: en primer lugar, no se trata exactamente de un caso de mas~ turbacién sino de "coitus interruptus"; y en segundo lugar 0 ndn no es castigado por el acto sexual en sf sino por lo que a portamiento representa de egofsta y codicioso (Gén. 38: 710). Ante este silencio de la Riblia podemos aducir dos co sas: en primer lugar, es de suponer que si Dios en su revela eién no nos habla explicitamente de la masturbacién serd por que ella no es su mayor preocupacién en cuanto a nuestra san tificacién, Creo que es sano empezar nuestro estudio con esta ide a porque pone la "lucha contra la masturbacién" en su pers~ pectiva adecuada dentro de los propésitos de Dios para noso~ tros. Debemos "obsesionarnos" mayormente con aquellos peca: dos que m4s le preocupan a Dios, y paroce ser que la mastur~ bacién no es uno de ellos. En segundo lugar, debemos decir que cuando la Biblia calla, no necesariamente otorga. No encontramos desaprobacién de la masturbacién, pero tampoco aprobacién; y si la Biblia no dice nada al respecto quizds sea porque tenemos que ir més all4 del acto ffsico en sf para descubrir los principios éti cos que lo subyacen y que sf son tratados en el Biblia. Di~— cho de otra manera, podemos intuir a base del silencio b{bli co que el acto ffsico en sf ni es bueno ni malo. Bl que la ~ pasturbacién sea buena o mala depende mds bien: 1°, del por qué se hace, y 2% de las circunstancias en que se hace. LOS PELIGROS DE LA MASTURBACION Lo cierto es que no se suele masturbar "on un vacfo", sino como resultado de unos deseos sexuales y de unas fanta- sfas sexuales. Seamos realistas en cuanto a esto: una encues ta realizada hace poco en B&.UU. revelé que "estudiantes de ambos sexos reconocfan haber pasado hasta 1a cuarta parte de sus horas de trabajo entregados a estas fantasfas", Como con secuencia, no se puede considerar que 1a masturbacién sea u- na actividad meramente ffsica. Como los dem4s actos sexuales, es algo que involucra riuchas dimensiones del ser humano y le afecta en todas ellas. Mucho se decfa antisuamente acerca de los supuestos ¢ fectos ffsicos de la masturbecién; que si enfermedades, que si ceguera, ete, Ahora podemos decir que eran opiniones sin fundamento, inventadas para difundir miedo en el joven y asf impedir que se masturbara. Hay cierta evidencia para indicar que puede haber una relacién entre la masturbacién y ciertas formas de enfermedad psfquica. Pero no es que la masturbacién induzea a la enfermedad sino, al revés, la enfermedad repre- senta el derrumbamiento del dominio propio y una consecuente entrega al desenfreno sexual. Sin embargo, aunque los efectos f{sicos inmediatos de Ja masturbacién no'son nocivos, no por eso podemos decir que esta préctica no tenga efectos negativos en otros érdenes, No necesariamente son efectos inevitables en todos los casos, - pero s{ son peligros constantes. Partinos de la base de que la finalidad primordial de nuestra sexualidad se encuentra en la pareja y que la verda- dera felicidad de la pareja se encuentra cuando el acto se- xual es la expresién de un amor, compromiso y comunién prac- ticados en todos los érdenes de la relacién. En la sexuali- dad anterior al matrimonio, todo lo que no vaya a contribuir al bien sexual de le pareja y todo lo que podrfa inhibir su buen funoionamiento, lo honos de descartar como per judicial, como fuera de la voluntad perfecta de Dios para nosotros. Consideremos algunos de sus efectos negativos : _acondicionamiento. La excitacién sexual depende de los gustos de cada perso na. Hay jévenes que sienten repugnancia mds que exeita- cién ante una mujer gorda y otros ante una mujer flaca. (1Supongo que algo parecido puede ocurrir con las chicas respecto a los hombres!), Cuanto m&s se practioa la mwas~ turbacién, con las fantasfas sexuales correspondientes, m&s posibilidad hay de que se definan y establezcan es- tos gustos, hasta poder llegar al punto de cerrar la puer, ta a otros est{mulos sexuales que quizds anteriormente hubieran sido posibles, Si las chicas de 1a fantasfa se- xual de un joven siempre son rubias, o siempre tienen pe chos grandes, diffcilmente se enamorard de una chica mo- rena, de pechos pequefios. ,Qué pasa, pues, si ésta era ~ Se la clase de esposa que el Sefior tenfa para 19 Aunque no sea asf, al estereotipar sus preferencias - sexuales, el joven llega a ser esclavo de sus propias fan tasfas. Por supuesto, no todos los jévenes sufren esta — clase de "fetichismo". !Hay los que son muy promiscuos y pueden seguir creando fantasfas de las m&s variadas! Pa ra ellos, quizds, el problema sea al revés, que debido a la promiscuidad de sus fantasfas, luego no se podrdn sa- tisfacer con la uniformidad de la vida sexual dei matri- monio. La excitacién sexual tiene un tremendo potencial de a condicionamiento: puede unirse a un est{mlo cualquiera con el cual haya estado asociada en el pasado, y si con- tinuamente.se la une al mismo est{mulo, al fin lo requoe- vird para poder ser evocada. Esta es la forma en que se construyen las anomalfas sexuales mds raras. Por ejemplo, si un muchacho experiments las primeras emociones de la excitacién sexual en el contexto de ver ropa interior fe menina, puede ser que después piense en la imagen de la ropa interior femenina cuando quiera volver a evocar la “corriente sexual" original, a fin de ayudar a la mastur bacién. Finalmente, después de afios de asociaciones tan restringidas, no puede quedar "encendido" sin la presen~ eia de la ropa interior femenina, !No precisamente una situacién liberadora! El irrealismo. En las fantasfas se puede crear un mundo mucho nds "bo nito" que el de la realidad, !Hay que ver de qué manera nds maravillosa te seduce 1a mujer de tus ensuefios, qué desenfrenada y apasionada es, qué perfecto su cuerpo! En comparacién, el mundo real y la actividad sexual real no son tan ideales; se realizan en un d4mbito de circunstan- cias no siempre muy convenientes, en medio del contacto real con otra persona que tiene su pudor, sus caprichos y sus exigencias; es cuestién de ajustes y de sacrificios. En cambio, en las fantasfas no hace falta ningun sacrifi cio, no hay que pensar siquiera en la armonfa conyugal, por cuanto 1a mujer de tus suefios es una esclava obedien te y hace todo lo que deseas. Pero esta clase de fanta- sfa evidentemente es una mala preparacién para el matri- monio. La masturbacién es egocéntrica; el sexo en el ma~ trimonio, de funcionar bien, ha de tener una dimensién sacrificial. La mayorfa de la gente fomenta y cataliza esta conduc ta con fantasfas especfficas y predilectas cuyo conteni- do gradualmente llega a estar intimamente asociado con ~ el orgasmo. Bl resultado es que en el contacto sexual con otra persona, la meta puede llegar a ser el aproximarse en el mayor grado posible al contenido de estas fantasfas. En este sentido, 1a masturbacién es alienante, La_deshumanizacién, Bs evidente que la clase de fantasfas que estamos des eribiendo convierte a la mujer en un mero objeto sexual. En cierto modo, es peor que hacer el amor con Jas mufie- cas "tamafio natural" que ahora se venden en el extranje~ ro, porque al menos en ese caso tiene que ver con una re alidad ff{sica objetiva, mientras que en la masturbacién — s6lo tratas con ilusiones, Pero en ambos casos es una "re lacién" impersonal y deshumanizada. El que utilicemos como mero objeto a una mujer "encon trada" en una revista pornogr4fica o una que sea fabrica da por nuestra imaginacién, es suficientemente grave, ya que se trata de una persona creada a la imagen de Dios y que por lo tanto merece nuestro respeto, Pero m&s atin es asf{ cuando se trata de una persona conocida o incluso de una hermana en Cristo. La _degeneracién progresiva. El adolescente joven empieza a masturbarse con fanta- sfas muy “inocentes", 1a cara de una chica bonita, por e@ jemplo. Pero esta fantasfa no le satisface durante mucho tiempo: pronto empieza a interesarse por otras partes del cuerpo, lucgo por el "strip-tease" imaginario, luego por fantasfas de "voyeur", luego por imaginarse a sf mismo - haciendo el amor con ja chica en cuestién, etc, Es decir, se queda insatisfecho con las fantasfas de 1a etapa ante rior, porque efectivamente 1a masturbacién no es una ac— tividad que satisfaga, excepto a corto plazo. Liega a menudo ¢2 punto de necesitar un estimulo ox- terno: 1a pornografia, Lo que empezaba como una cosa re- lativamente "inocente", pues, termina con unas obsesio- nes morbosas que pueden ser peligrosas y aberrantes. La_lujuria. Lo que venimos diciendo es, dicho en otras palabras, que la masturbacién diffoilmente se desasocia de la lu- juria tal y como Cristo 1a define en Mateo 5:28. "Las fan tasfas que casi inevitablemente acompafian a la masturba- ei6n constituyen lujuria" (Stewart, op. cit. p. 70). "Todo depende del significado que das a la palabra de- sear. Si se trata del deseo de poseer sexualmente a una chica, tal como indica el Sefior en Mateo 5:28, aun la mi rada codiciosa es pecado, y quebrantas uno de sus manda— mientos. Ahora bien, si por esa palabra sélo significas que te gustarfa casarte con ella un dfa y sellar ese amor en el acto sexual cuando llegue el momento, esto es algo natural y no pecaminoso. Con todo, como 1a 1fnea divisoria entre las dos cla- ses de deseo es bien fina y a veces puede desaparecer del todo, aun cuando reconocemos que es natural que un chico quisiera que su amor llegara a esta forma total, habrfa que evitar el que se fomenten en demasfa estos deseos, que f4cilmente pueden pasar 1a raya de lo 1feito, para - lo cual habrd que tomar ciertas medidas precautorias. Lo que no puede ayudarte para nada es permitir una sobredo- sis do incitacién sexual mediante un juego erdético dema~ siado estimulante o frecuente, o por el est{mulo malsano de ciertas revistas, libros, pelfculas o conversaciones. El que no cuide de su imaginacién y pensamientos en es- tas cosas y, por otra parte, es negligente en ocuparse - en cosas sanas y positivas, va a encontrarse con grandes problemas para controlar sus deseos. Tanto las chicas co mo los chicos que son creyentes tienen una grande y mu- tua responsabilidad aquf, y pueden ser o ayuda o tropie- zo los unos para con los demds." (Pablo Wickham) . + Los desajustes psfquicos en el matrimonio. A base de lo que ya hemos dicho, queda claro que las fantasfas sexuales suscitadas para estimular la masturba cién pueden my fdcilmente causar complicaciones en la relacién matrimonial posterior. B1 novio puede buscar, no una relacién {ntima con su esposa, sin prejuicios y fun- dada en un progresivo conocimiento mutuo, sino una pro- yeccién de sus fantasfas pre-matrimoniales. Antes utili- zaba a la chica de sus fantasfas de la forma que 61 que~ rfa, pero ahora, si va a lograr una relacién sexual sa- tisfactoria con su esposa, tiene que contar con sus gus- tos y necesidades. El problema es que su comportamiento anterior, esencialmente egocéntrico, dificulta ahora el comportamiento necesarianente esposa-céntrico. Lo que ha bfa de malo en todos los casos anteriores os que tienden a estropear la sencillez y profundidad de la relacién se xual de la pareja en el matrimonio. La masturbacién es & gofsta; el sexo matrimonial es todo lo contrario. Esto puede llevar a una de dos reacciones de parte del novio: 1, o bien sigue adelante con sus fantasfa e in- tenta imponerlas en sus relaciones matrimoniales, espe- rando que la chica se ajuste a sus gustos o sencillamen~ te utilizdndola como objeto sexual sin contar en absolu- to con las necesidades sexuales que ella pueda tener. Es to ocurre quizds en el 75% de matrimonios, La chica pron to se da cuenta de por dénde van los tiros y se resigna a "aguantar" el acto sexual sin disfrutar de 61; incluso puede que le dé asco. Por supuesto, esto lleva inevita- blemente a tensiones en la relacién matrimonial. 2%, 0 bien el novio, si es un poco sensible, sacrifi- ca sus ‘gustos personales e intenta obrar para crear una relacién sexual auténtica con su esposa, Pero la verdad es que muchas veces sus fantasfas han llegado a ser tan obsesivas que el acto sexual, incluso si logra satisfa~ cer a su esposa, no es m4s que una especie de "masturba— ei6n en vagina", en la que el mayor est{mulo no os la esposa misma sino las fantasias que é1 est4 crean- do en la imaginacién a la vez que le dice: "te quiero". Estos, pues, son algunos de los peligros de la mastur bacién, Otros autores indicarfan otros: desajustes f{sicos ~ en el matrimonio; la masturbacién como proyeccién de soledad, frustracién, depresién, etc. A ellos debemos afiadir, en contra de 1a masturbacién, el factor de 1a gran culpabilidad que ella despierta en algu nos jévenes, La conciencia, desde luego, es una facultad com plicada, sujeta a ser alimentada y distorsionada por los pre juicios'de la educacién, capaz de no registrar apenas ningu- na reacci6n en algunas situaciones de peligro moral, y de a- brumarnos con sentimientos de suciedad en otras menores, Pe- ro finalmente creo que no podemos descartar su testimonio en contra de la masturbacién. Durante algunas décadas se decfa que los sentimientos de culpa registrados en jévenes que se masturbaban se debfan a una conciencia distorsionada por las represiones sociales de una ética sexual victoriana, Desde luego, supongo que es cierto que hay jévenes hoy en dfa que se masturban sin nin- gin remordimiento de conciencia, ya que dan por sentado que la masturbacién es normal y necesaria para el desarrollo se~ xual sano, S610 que podemos plantearles a estos jdvenes 1a misma duda que en el caso anterior, pero al revés: si su tran quilidad de conciencia no se debe m4s bien @ una conciencia distorsionada por el libertinaje oficial de una 6tica sexual pasota. Sospecho que tendrfan la misma tranquilidad de con- ciencia al hacer pequefios robos o al “copiar" en los exdme- nes, 0 al practicar cualquiera de los pecados que nuestra ge neracién acepta como normales, También es cierto que cuanto nds practicamos un pecado tanto menos sentimos remordimientos de concieneia, y que por lo tanto adn una = que se sen tfa muy sucia la primera vez que se masturbaba, pierde estos sentimientos con el tiempo, Pero lo que mds me llama la aten cién es que, a pesar de todo, algunos jévenes, formados en — medio de una cultura liberal, que supuestamente habrfan de - sentir que "la masturbacién no es mingdn pecado” siguen te= niendo reacciones de rechazo, suciedad y repugnancia después de masturbarse. Estey de acuerdo con D, Juan Camafort (pp. 23 y 24) de que en esto "la conciencia, en un grado elevado, si gue siendo un instrumento por el que Dios sefiala el grado de culpa. Asf{, la conciencia de eristianos adolescentes funcio-~ na de tal forma que, pese a haberles dicho que 1a masturba- cién no tiene culpa alguna, sienten esa culpa dentro de sf mismos," Volvamos ahora a considerar lo que dijimos al princi— pio: el acto ffsico de la masturbacién en sf no es pecado, — pero en la medida en la que nos abre a los peligros (y los - pecados) que acabamos de sefialar, evidentemente debemos evi- tarla. Claro estd que nosotros preferimos un criterio de "blan co o negro", pero en la cuestién de 1a masturbacién, como en tantas otras cuestiones Sticas, hay una pluralidad de facto res que debemos tener en cuenta, Sin embargo, a base de lo ~ que hemos visto hasta ahora, yo dirfa que normalmente hay di mensioncs pecaminosas en la masturbacién. Puedo pensar en cir eunstancias concretas en las que por razones médicas o en — ciertas situaciones matrimoniales, por ejemplo, la masturba— cién sea necesaria o legftima. Pero son raras las ocasiones en las que no esté en juego uno de los peligros que acabo de nombrar y por lo tanto hacemos una violencia, aunque sélo sea une "violencia pequefia", al "templo del Espfritu Santo” que es nuestro cuerpo. ARGUMENTOS A FAVOR DE LA MASTURBACION Sin embargo, reconozco que esta postura estA en con- flicto directo con la opinién que prevalece en nuestros dfas, ineluso entre algunos cristianos evangélicos. En nuestra so- ciedad ya se da por sentado que "la masturbacién, si no es - excesiva, es sana” y normalmento se emplean dos argumentos - para justificarla: 1¢, masturbd4ndose el joven se prepara y - adquiere experiencia para la vida matrimonial; es decir, le masturbacién es una etapa preparatoria perfectauente normal del desarrollo sexual; 2°, el que lucha para no masturbarse sufre una represién peligrosa que puede resultar en traumas y en transtornos sexuales. 2, En cuanto al primer argumento, ya hemos visto que la mas turbacién, lejos de preparar a un joven para el sexo ma~ trimonial, se le puede perjudicar enormemente, Ahora, si el acto sexual se concibe como un acto puramente fisico podrfamos admitir, quizés, este argumento, ya que en es~ te terreno, como en todos los dem4s trabajos fisicos, "la préctica perfecciona". Los que emplean este argumento de hecho estén pensando en la relacién matrimonial como una actividad ffsica : "Con cuantas m4s mujeres te hayas acos tado, con tante m4s fineza y ‘estilo' te comportards en la cama; cuanto m4s te has desenfrenado en tus fantasfas sexuales, tanto m4s estar&s dispuesto a probar experien- cias interesantes en la relacién sexual." Si el placer - sexual consistiera en la capacidad de experimentacién y de variedad, se podrfa entender este argumento. Pero si el placer sexual se consigue supremamente a base de una intimidad y unidad en todos los niveles de la relacién - matrimonial, entonces la masturbacién obra en contra de 61. De acuerdo, si dos jévenes llegan a la noche de bo- das virgenes y relativamente inocentes en cuanto a sus -— fantasfas sexuales, quiz4s sean algo torpes la primera ~ vex que hagan el amor. Pero no por esto van a ir peor sus relaciones sexuales, De modo que, por extrafio que parezca y contrario alos c4nones de la mayorfa de los sexélogos contempordneos, - yo sostendrfa que cuanto mayor sea tu "ingenuidad" sexual al acercarte al lecho matrimonial, tanto mayor ser& la - satisfaccién mutua consistente que oportunamente experi- mentarA4s en lo psiquico y lo ffsico. (Stewart, p. 72). 2. En cuanto al segundo argumento necesitamos decir dos co- sas: 4) En primer lugar, consideraciones de sanidad ps{- quica deben ser supeditadas , para el creyente, a cues- tiones éticas, per cuanto el Dios de 1a ética no la ha ~ inventado para causar traumas psicolégicos sino para evi tarlos. Vamos a imaginar que slgdn psicélogo propone la teorfs de que es mejor que el.marido pegue a su esposa ~ perque si se "reprime” y no descarga sus emociones, po- drfa luego estallar y matarla, En principio no podemos a ceptar tal argumento porque va en contra de la ética cris tiana. b) En segundo lugar, las teorfas psicolégicas de este ti po suelen cambiar con una rapidez sorprendente. 8i un psi e6logo propone una teorfa, pronto llega otro para darle la contraria y esto se debe a que muchas veces hay dos — enfoques igualmente aceptables de la misma realidad, Vol viendo al caso del marido que pega a su mujer por no "re primirse", podriamos postular un argumento casi contra- dictorio sin negar que hubiera un grano de verdad en el primero; podrfamos sostener que, en la medida en la que ¢1 marido se acostumbra a pegar a su esposa, m4s probabi lidad hay de que algiin dfa "se pase" y la mate. Lo mismo oourre con 1a masturbacién. Si hay algunos - que dicen que la “represién" de los instintos sexuales - puede llevar a problemas y trastornos, también los hay - que sostienen todo lo contrarto: que en la medida en la que te rindes ante tus instintos, mds debilitas tu cardéc ter y mds te abres a qu menos maduro, menos capaz de controlarte posteriormente, “Hay que desechar la teorfa simplista de que los valo res de la oastidad pertenecen al munde de la neurosis, — También puede oeurrir - y de hecho ocurre - lo contrario. Cuando Freud empezé sus investigaciones, la sociedad eu- ropea sufrfa de un exceso de represién; hoy es més bien lo contrario, Esta es una de las razones por las que el psicoandlisis clfaico ha quedado anticuado. fal. la visién del hombre como si su inclinacién natural fuese la satisfaccién de sus instintes. También es su vocacién natural decir !Nol a los instintos." (Dr. Sarré, en La Vanguardia 3.9.68, p. 15). "La evolucién psicolégica y espiritual del hombre de- pende del equilibrio y de una cierta tensién entre los - deseos y las realizaciones y de la medida en 1a que sabe dominar sus necesidades puramente instintivas. No es por casualidad que casi todas las grandes realizaciones de - la civilizacién se deben a hombres y a grupos que se im- pusieron una ascesis estricta. Asf que, si queremos esti mular el progreso de la inteligencia de 1a cultura y de 1a independencia de espfritu, es menester exigir de los individuos en vfas de crecimiento y antes de llegar a la madurez que pongan un freno a sus apetencias puramente biolégicas., Aunque sélo fuera por "amor al amor” valdrfa la pena imponerse la disciplina de los sentidos, para no arrojar este sentimiento amoroso a un nivel m4s primiti- vo y para que sea educado ya para el respeto del "otro" en el respeto del futuro cényuge, en la aceptacién de su personalidad y en la biisqueda de un previo enriquecimien to espiritual e intelectual." (Dr. U. Beer en 'Sexo y BL blia', p. 99). CONSEJOS AL JOVEN EN LUCHA CON LA MASTURBACION Una cosa es dar una explicacién teérica del por qué - puede ser ~ y normalmente es - contraproducente ceder a la ~ masturbacién; otra cosa es lograr la victoria cuando uno es- td en plena lucha con ella. Vamos a terminar este estudio, — pues, identificéndonos con la persona que se enfrenta con es te problema, 1, Date cuenta de que no eres 1a tinica persona que haya ~ practicado la masturbacién! Puesto que la masturbacién - suele ser practicada clandestinamente, a espaldas de los padres e incluso de los amigos y va acompafiada a menudo de grandes sentimientos de vergilenza y culpabilidad, pue des terminar pensando que eres el peor de los pecadores s6lo por este hecho, sin darte cuenta de que todos - o casi todos — estamos en las mismas. El pastor, los ancia nos o los didconos de tu iglesia seguramente han tenido - y quizd siguen teniendo - este problema. Yo afin no he conocido a ningdin hombre que me haya dicho que nunca se ha masturbado (1a incidencia seguramente es m4s baja en las mujeres). Afin después de haber hecho esta afirmacién en varias iglesias, ningtin hombre me ha venido luego pa- ra decirme que 61 sea una excepoién a esta regla, Ahora, esto lo digo no para que te justifiques en tu costumbre de masturbarte, sino para que enfoques e] pro- blema con algo mds de serenidad, También para que te des cuenta de que los responsables de tu iglesia quiz4s no - sean tan faltos de comprensién si les cuentas tu caso y les pides ayuda. Date cuenta de que éste no es el peor de los pecados. Por supuesto es un ejercioio vano hacer comparaciones entre distintos pecados: un pecado es un pecado y- qu: branta el eflo de la ley es culpable d haberla quebrantade toda, Nunca podemos minimizer la im portancia del equefio ya que por ese pecado ~ también murié Sin embargo, creo que es posible obsesionarnos con este pecado en concrete y - terminar con una visién distorsionada y exagerada de nues tra pecaminosidad. Incluso podemos acabar con unas acti- tudes de autodesprecic y rechaze que sen peores que 61 ~ acto que las originé. . 4 en ia mirada de mirada ne tiene con Aunque 1a semilla del adulterio 5128) tan graves como masturbacién te haces dafio a t{ mismo; peor fio a los demds, De nuevo insisto en que no digo esto para minimizar - Ja gravedad del pecado ni para hacer “ms féoil" la préc tica de la masturbacién, sino para que podamos examinar la ou Cuando has estado de mal humor, ¢p: entos de in tensa angustia en tu arrepentimiento? Si el Espfritu san to te esta redarguyende de una manera especial de este — peoade en tu vida, puede que sf, que te sientas angustia do, Pero normalmente no. Comprendes que debes arrepentir te, porque el malhumor es un peeado. Pero comprendes tam bién que el malhumor no es lo mismo que, por ejemplo, un asesinato. Aunque tanto el malhumor como el asesinato son manifestactones de tu pecaminosidad, y aunque las semi- llas del asesinato est4n en el malhtmor, comprendes que el nivel de arrepentimiento (o sea, la intensidad de tu angustia {ntima) no son iguales, 3. Y, por asf decirlo, la masturbacién es, en relacién - con la fornicacién, lo que el malhumor es’en relacién con el asesinato, 0 sea, si después de masturbarte pasas mo- mentos de gran angustia y culpabilidad, deberfas pregun— tarte si pasarfas lo mismo después de haberte enfadado ~ con alguien, Si la respuesta es negative, una de dos: 0 bien debes pedir al Seftor que te dé una sensibilidad 1- gual en cuanto al enfado; o bien necesitas ver la mastur bacién dentro de una perspectiva més total de tu pecami- nosidad y no permitir que el “acusador de los hermanos” (e1 diablo) te amargue de una manera exagerada, Recuerdo que cuando empecé a enfrentarme oon el pro- Dlema de la masturbacién en la adolescencia, sent{a gran des sentimientos de culpabilidad. Llegué a pensar que ten aria que ser una persona tremendamente pervertida, Segu- ramente mis sentimientos de culpabilidad eran exagerados, al menos en comparacién con la culpabilidad que no sentfa con respecto a otros pecados mds graves. Desde luego hay personas que dirfan hoy dfa que mis Amientos eran a- berrantes, ¢1 fruto de una "formacién mal enfocada", Sin embargo, no creo que a la larga me hayan hecho ningén da flo esos sentimientos que yo experimentaba, Ademds lo ou- Fioso es que yo no recibf ninguna formacién explicita so bre este tema, excepto 1a que nos dié un maestro de bio- 1égicas que era ateo y opinaba que la masturbacién era na cosa sana y positiva. Ahora, a base de una mayor exp, riencia, yo diria que el joven que no se-siente sucio y culpable después de haberse masturbado, serd probablemen te por un endurecimiento de la conciencia que nada tiene de sano y que quiz4s sea fruto de una "formacién mal en- focada". Pero seamos realistas y demos a cada cosa su lu gar debido, Date cuenta de que, si eres creyente, 1o que busca el Se fior en su trato contigo no es tu sufrimiento, ni mucho — menos tu condenacién, sino tu restauracién y salvacién. Es decir, enfoca positivamente esta cuestién. Intenta rom per con la masturbacién por amor a Dios no por temor a su castigo; comprende que si Dios te pide esto no es pa— va frustrarte ni para estropear tu vida, sino porque de sea lo mejor para ti, y ese mejor no lo'vas a encontrar con la masturbacién. Y dentro de este enfoque positivo, no te olvides de darle gracias a Dios por la sexualidad y tus sentimientos sexuales, No los rechaces de lleno, - porque son un don de Dios, M4s bien pide su ayud> para - poder controlarlos, Si has entendido bien estos primeros tres puntos, enton- ces querrds evitar las tentaciones, T& sabes lo que te - sirve de est{uulo y alimento a tus fantasfas: evftalo, - Huye de situaciones y lugares que luego te van a exacer- bar tus deseos de masturbacién, Si caes, arrepiéntete, reclama el perdén y la limpieza - que hay en Cristo y sigue adelante. No te obsesiones con este pecado, Es diffeil volverte a arrepentir, sobre to- do si la filtima vez que te arrepentiste fue sélo hace u- nas horas, pero no hay otra alternativa. Al exigir tu a- rrepentimiento Dios no desea hacerte sentir ridfculo a co humillarte arbitrariamente sino restaurar tu relacién con. 61; y el arrepentimiento es ¢1 camino de la reconcilia~ cidn con Dios. Por otra parte el diablo te dard toda cla se de argumentos para no permitir la reconciliacién. Re: cuerda que si dices: "No puedo arrepentirme otra vez, no me atrevo, esto es absurdo", etc., estds cayendo precisa mente en una trampa satdnica, Recuerda que un corazén en durecido y no arrepentido es una cosa mucho mMs seria que el acto de-la masturbacién. Busca estar ocupado, Desarrolla muchos intereses en la - sobre todo los que tienen que ver directamente con no de Dios. Digo esto no como una forma de escapis cuanto a tu sexualidad, sino porque la pereza lle- va al aburrimtento, y el aburrimiento es la condicién en la que Satands m4s'fdcilmente siembra cizafia, Como bien dice Camafort (p. 26), "cuanto menos egoista seas, menos necesitards la masturbacién”, Un ejemplo concreto : Muchas veces se oye decir a los j6venes que necesitan masturbarse para poder dormir. Si no, se desvelan, porque tienen 1a mente llena de fantas— mas sexuales que necesitan ser "exorcizados" mediante 1a masturbaoién antes de poder conseguir el suefio. Pero, upor qué tienen la mente llena de estas fanta- afas? Esta es una pregunta que nos remite a la totalidad de nuestra relacién con Dios. Bl control de la masturba- cidén tiene que ver con el control de los pensamientos a lo largo del dfa. Y este no es algo que se consigue en - dos dfas, ni en dos afios, ni quizds en veinte. Pero la - indiscipiina en el pensamiento es consecuencia de la in- disciplina en la vida, de no vivir para Dios, de no per- mitir que Dios mismo oriente las actividades de cada dfa, Si durante e1 dfa has llenado tu mente de la Palabra de Dios, por 1a noche no tendrés tanta dificultad para lo- grar dormirte, Y finalmente, recuerda que tanto la paciencia y la mi ricordia de Dios como los recursos uu gracia, son in- meneos, En la medida en que le buscas a 61 y a au justi- cia, 61 se mostraré poderoso en tu vida para guardarte - sin cafdas (Judas 24, 25). Dios es poderoso para librarte, pero no te desesperes si esta liberacién no viene en seguida, Puede que te 1i- bere hoy repentinamente; puede que sea después de una lu cha de muchos afios; puede que no conocerds una libera- cién adecuada en esta vida, Muchas veces la liberacién — no puede ser inmediata, porque de hecho 1a causa del pro blema no es 1a masturbacién en sf sinu algo mucho mas hon do (la soledad, e1 egocentrismo, la incapacidad de com~ nicarse), del cual la masturbacién no es més que un sfnto ma, Quizds hasta que el Espfritu Santo no te haya sanado en estos niveles m4s profundos, le resulte un ejercivcio indtil intentar corregirte la masturbacién. No te angusties exageradamente, pues, por este proble ma en sf. Comprende que es una parte de aquella pecamino sidad tuya que nunca, en esta vida, va a desaparecer del todo, Preoctipate por ello. Pero preocfpate en una medida apropiada, en consonancia con una preocupacién por todos tus pecados. BIBLIOGRAFIA CAMAFORT, Juan, Editor. Carp para joven del Departamen- to de Asistencia Teolégioa de 1a PIEIDE, nt- meros 27 y 28, 1984 (Escuela Evangélica de Teologia, Apartado 1, Caspe, Zaragoza). STEWART, Mary, Testimonio recogido en “Relaciones prematri moniales", Ed, José Grau. P. 59-76, KEE, 19 WHITE, John. "Eros y el pecado sexual”. Ed. Certeza, 1980. -— -

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