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Boor e- seme ze TARTUFO Y CELESTINA. ntura de caracteres es ¢l objeto propio de Moligre, el principio mismo de su realisma, que €5, ante todo, un realismo psicoldgico. La imterioridad del alma, sus motivos y sus resortes lo cautivan, pero tiene demasiado instinto de la vida para imaginar puras abstracciones, como habria de hacer el siglo XVIII. Por lo contrario, los personajes que Moligre crea se mueven den- tro de la sociedad contemporinea, y ofrecen la complejidad ordinaria de los. seres vivientes Pero, y en eso consiste el genio, es0s originales personajes del siglo XVI, tan vigorosamentee individualizados. son al mismo tiempo tipos eternos. Los personajes burgueses y nobles son vanidosos, orgullosos, necios, habiles, ‘malva- dos, , 0, por lo contrario, rectos y de valor pro bado; de tal modo que pueden considerarse las obras de Molitre como evocaciones de una so- ciedad desaparecida o como la descripcién de caracteres sin fecha ni existencia histérica Maligre no se contenta con estudiar los stragos del vicio en el hombre, sigue, fuera del hombre, las alteraciones 6 destrucciones de sen- timientos naturales que resultan de aquel; pero no se olvida de mantener iluminados sus cara {eres agradables. De ahi la amplitud y el aleance serio de sus comedias. Se ha criticado a Moligre porque for- zaba la naturaleza y exageraba los caracteres. Es cierto, tuvo que simplificar y acentuar el asgo dominante para ponerlo vigorosamente en evidencia. Pero esas simplificaciones y amplia: siones no legan a desarmar’ los: caracieres, ‘acentiian el relieve, son necesarios en el: teatro Para manifestar la verdad y para resaltar su fuerza cémica. La comicidad de Mollére Moliére queria pintar la verdad, pero queri también lograr el efecio comico. Tenia que mezelar a la observacién, cuando resultase de- masiado amarga, elementos cémicos que hicie- rran reir a pesar de todo, 0, si los defectos obser- vados contenian siquiera una particula de ridi- culo, ampliarla hasta que saltara @ Ia vista de todos. Esta doble intuicién se pereibe constan- temente en sus comedias. Los asuntos no siem- pre son divertidos. Los vicios y las pasiones que estudia martirizan a los individuos y arruinan a las familias; por ejemplo, ta hipocresia de Tartufo destraye la paz y la fortuna de una familia. Cuanto menos: risible es la realidad, ‘mAs se esfuerza Moliére para tratarla como una farsa, No hay que creer, tampoco, que Ia co- micidad de Moliére sea algo extemo, simple- ‘mente aplicado encima de un fondo de expe- amarga. Al contrario, el triunfo de Mo- ie en haber captado esponténea- mente lo que cada tipo o cada situa divertido, y haberlos puesto en relieve. Su ale- grin es franca, s6lida y sincera, Lo divertide de Moliére es, en su género, anélogo a lo sublime de Comeille. Es un vigoroso surgit de un eark ter que subitamente se revela hasta el fondo; por ejemplo, el pobre hombre! de Orgén. De la misma forma, las repeticiones, las interrupk nes y los desarrollos paralelos, que dan sin cesar una marcha irresistiblemente cémica al diélogo. no son més que Ia conversacién, en la que con demasiada frecuencia se preparan dos terqueda- des, cada uno monologando para st La bufonerla de Molidre no se pierde Jamas en lo burlesco, sino que guarda siempre algin vinculo con ta realidad, No hay verdad sin comicidad, pero tampoco hay comicidad sin verdad. Esta es la {6rmula de Molitre. La moral de Molitre De estas sitiras sociales 0 morales se des- Prende una moral coherente. Esa moral es re- sueltamente humana y enteramente indepen- diente del Cristianismo que Molitre no com- prende, como demuestra en Tartufo cuando in- tenta definir la verdadera devocién (acto I, es- cena V), Todavia lo demuestra mejor al excluir ‘de su obra la forma original de la moral cris- tiana: la resistencia a la Naturaleza, el abandono de si mismo y el esfuerzo doloroso hacia un ideal Moliére eree en Ia legitimidad det ins- tinto. Heredero de Rabelais y de Montaigne, considera que In Naturaleza es buena y, por otra parte, omnipotente. Hay que seguir cl instinto; esto es lo, legitimo, Ademés, seria una locura combatirlo, ya que siempre sale ganando; luchar contra él hace a tos hombres desdichados y ridi- culos. Este es el motivo por ¢l cual Moligre es Partidario de Jos jOvenes que siguen la ley natu- ral del amor contra los paderes y contra aque- Hos que les ponen trabas. Pero hay que limitar los instintos. Por definicidn, son egoistas y brutales; la hiposrecia es el instinto de Tartufo, Moligre pone a lara- zn como rectora del instinto. La razén aprueba el egoismo desinteresado de los amantes, pero condena. el egoismo interesado. de. Tartufo. Otorga a todos los individuos el derecho a des Frollar plenamente su naturaleza, con la. condi- cién de que cada uno respete el mismo derecho en el préjimo. Por lo tanto, no esta. permitido sojuzgar a una persona hasta suprimirla, De la misma forma, ¢s implacable contra los padres que quieren hacer servir a sus hijos para egoista satisfaccién de sus propias ideas y de sus pro- pias necesidades, aunque los hijos hayan alcan- zado la edad de vivir por y para sf mismos. La autoridad. de. los padres era extremadamente dura en el siglo XVII, Moligre se burla de ella y Ia quebranta, Suef con una autoridad paterna fundada Ginicamente en la ternura y la indulgen- cia. y que guiaria por medio de fa dulzura a los hijos hacia el completo desarrollo de su ser. Sin embargo, toda moral que proclame tinto, corre el. riesgo: de provosar irreparables conffictos entre los tos desenfrenados. Para prevenir 0 atenuar los choques, Molire exalta Ins virtudes que preco- niza: el individuo, en la medida en que sus actos no tienen consecuencias para la sociedad, es I bre de portarse como te plazca. Pero hay. una virtud individual, s6lo una, que Moliére reco- mienda practicar por si misma, independiente- mente de sus consecuiencias, es el respeto abso- Tuto a Ia verdad. A pesar de todo, su habitual Tucidez le hacia comprender que la frangueza absoluta era incompatible con la marcha del mundo, Un rasgo notable de esa moral ¢3 su ca- ricter profundamente burgués, Molire, ese comediante que anduvo tanto tiempo de un lado para olro, que permanecid toda su vida figado por distintos lazos a la familia de los Bejart, mal teasado y que no conocié del. matrimonio: mais que las desdichas, anduvo. siempre detras del ideal de la felicidad burguesa, de ta vida de familia regular y apacible. Por eso elige siempre asuntos relativos a: las condiciones de la fel dad doméstica y de la vida familiar. Y. siempre ‘vuelve a los dos temas fundamenteles para é!: ¢l matrimonio y la educacién de tas: hijas. En el ‘matrimonio exige cuatro condiciones, ante todo, las situaciones sociales deben ser proporciona- das, esto es socialmente necesario; debe haber ‘una proporcién de humor; la edad debe ser nro- porcionads y, finalmente, debe existir un muito ‘amor, esta ¢3 la condicién suprema.que puede ssuplir todas las demas, Sobre el segundo punto, Ia educacién de las muchachas, Moliére quiere .que eonozean la vida y sean razonables, equili- brads y précticas, con el alma limpia, ta volun- tad recta y el corazén fil. ‘Como puede verse, la moral de Moli¢re ¢s completamente prictica, Lo es dé un modo enérgico; no es ni sublime, ni dura, ni cristiana, nil estoica;. propone. un ideal muy accesible de felicidad individual y de bienestar social. Pre- tende hacer gente honrada, que procuren ser fe- lices ayudéndose mutuamente a serlo.. Tartuto Tartufo es la, comedia més célebre de Mo- ligre, quien profundiza aqut en el estudio de ca- Tacteres: frente a la ceguera absoluia de Org6n, se alza 1a maldad sérdida y compleja de Tar tufo. Orgén, un burgués rico y honesto, conoce al devoto y cristianisimo Tartufo, y queda ma- ravillado de su. fervor religioso, hasta,el punto {que lo acoge en su casa como a un hermano. La familia reacctona de manera variada. La madre de Orgén (la seitora Pemelle), una “devota”, lo aprueba, ¢ incita al resto-a que considere a Tar- {ufo como un director espiritual. Pero tos dems muestean irritacién e impaciencia. La segunda Q7 ‘esposa de Orgén, Elmira, todavia joven y bella, tiene que soportar las constantes -y dura erit e2s que le hace Tartufo sobre su gusto por lo mundano. Pero ef hijo, Damis, teme que su hermana Mariana no pueda casarse, ya que Tar- tufo std en contra de su matrinionio. Intervie- nen, también, la eriada Dorina y Cleanto, el hermano de Elmira. Todavia no ha aparecido Tartufo: s6lo se ha hablado, aunque largamente, de él. Orgén, que cada vez. esté mis encandilado por Tartufo, comunica a la familia que ha decidido casar con 1a su hija Mariana, Orgén no atiende protestas ni lgrimas; eree que, con este matrimonio, re- formaré completamente a su familia y la con- ducird a la religidn. Elmira, la mujer de Orgén, quiere entonces aprovechar cierta influencia que ejerce sobre Tartufo para convencerlo de que no acepte ese matrimonio, Aparece, entonees, Tar- ufo y mantiene un extraordinario didlogo con Elmira, quien descubre, estupefacta, que el per- sonaje-adorada por su marido no es mis que un impostor, que pretende, ademis, seducirla. Damis escucha, oculto. Se lo cuenta a su padre, pero Tartufo logra convencer a Oredn de que se (tata de una calumnia, Orgén sigue fiel a Tar- tufo, echa a sw hijo, le quita su herencia y se la ofrece a su idolo. Tartufo protesta, pero por dl- timo la avepta Elmira, entonces, ante la ceguera. irre- ‘mediable de su marido, opta por un recurso ra- dical; Ie pide'a Orgén que se esconda para escur char cuiles son las verdaderas palabras que sa- len de boca del “devoto”. Llama a Tartufo, y simula altemativamente rendirse y vacilar; l impostor, entonces, Hevado por su pasién, se quita completamente Ia mascara, burlindose cruelmente de la credulidad de Orgén. Pertur- bado y enfurrecido, Orgén sale de su escondite y echa a Tartufo, quien, sin embargo, no se muta; antes bien, amenaza con denunciarlo al rey por haber protegide a un desterrado pol tieo La familia, otra vez unida, analiza Ia situacién, y Valerio. el prometido de Mariana, propor ciona los medios para la fuga. Antes de que la familia pueda parti, llega Tartafo, acompafiado de un funcionario piblieo. Pero sorprendente- ‘mente el funcionario, en lugar de detener a Or- g6n, acusa'a Tartufo de ser un delincuente que hacia tiempo buscaban, El final es feliz, al menos en lo que res- pecta a la justi ués del oscuro perfil, de la sitira a los hipécritas disfrazados de devotos {¥.a los devotos verdaderos pero tontos, Moliére permite que la familia se reconeilie, y que la Jjusticia del rey se ocupe de castigar al impostor. Femando de Rojas y La Celestina Asi como Tartujo ha sido una de las obras rmaestras del siglo XVII en Francia, La Celes- tina \o ha sido del siglo XV en Espata, De no existir Ef Quijote, ha dicho més de un eritico, La Celestina seria la primera obra de Ia litera: tura espatola, y no cabe dud, para algunos his- Panistas, que este libro es uno de los més importantes de la literatura universal. Estas opiniones justifican, evidente- mente, que la fascinacién que despierta la Tra- gicomedia y la problemética sbundante que plantea la obra en diversos campos, ¢ un aci- ate para la critica contemporinea. Por eso, se suceden los estudios, los ensayos, las inve: gaciones, sobre los problemas que plantea y so- bre la vida del autor, Femando de Rojas. ‘Americo Castro’, afirma que de no ha- ber sido un converso, Rojas no hubjese podido escribir La Celestina, y agrega que la obra se desarroila en un momento que no es ni medieval ni renacentista, sino que corresponde al cata- cclismo de 1492: ta expulsién de Ios judios de Espafia. Otros resaltan, més que el problema ra- cial, la crisis de aquella sociedad de transicién donde los valores estables del medioevo se ha- ‘ian trastocado. En este sentido, Bataillon’, pro- fundiza su estudio en ta problemética del autor dentro de su contexto historico, destacando to que para él es evidente: Ia intencién morali de Rojas ante la época que te tocd vivir, lo a escribir una obra de ejemplo. Los prop morales que el autor declara al principio. de ta ‘obra, repetidas veces son ciertos. Para este his- " Casto, A “La Celestina” como contienda Girerariag Madrid, Revista de occidente, 1965, pp. 108-127. * Bataillon, M., “La Celestina’ cegrin Fernando de Rojas, Madrid, Taurus 1961, panista franeés, en La Celestina hay sin duda una moral de pecado y castigo manifiesta: no solo en Jos eseritos preliminares, sino también en el fin tragico-de los personajes. Para José A. Maravall?, Rojas se siente atraido fundamentalmente por el problema so- de su época, que a la vista del autor de La Celestina origina un mundo desordenado y con- tradictorio, “A través de un problema elegido con gran avierto —afirma Maravall-, La Celes- tina nos presenta el drama de la crisis y trasmu- tacién de los valores sociales y morales que se desarrolla en la face’ del crecimiento de la eco- nomia, de la cultura y de Ia vida entera, en la sociedad del siglo XW". Y Rodriguez Puérto- last, que estd‘en fa misma tesitura, asegura: “La tragedia de Rojas, que no es, a fin de cuentas, sino la tragedia de ta sparta moderna, informa | obra del prineipio hasta el fin. La Celestina es el resultado de una obsesién y de una exis- tencia y mente angustiadas. y, como tal, diffe, sinuosa, en claroscuros a veces deliberados, a veces inconseientes”, No se agotan aguf las in- terpretaciones que los eriticos modemos hacen de la obra a partir del intento de desentrafar el “seereto" del autor. ‘Aqui podemos hacer un paralelo en- tre Moligre y Femando de Rojas. Los dos auto= res tuvieron problemas en sus respectivos pal- ses; Moliére, a medida que va avanzando en su 1a sus comedias hacia una eritica > MaravallJ..A., El mundo social de “La Celestina’, Madrid, Gredos, 1968, pp. 20-24. * Rodriguez Puétolas, J:, “Nueva eprorimacién a La Celestina”, En Dela Bidad Media a ta edad canfletiva, Madrid, Gredos, 1972, pp. 217-242 cada ver mis aguda de los defectos We sus con- lempordneos que, aunque no sean més que las imanifestaciones de la eterna tonteria humana, revisten unos caracteres propios de la época, De ahi que todo su teatro sea la vanidad social, ct deseo de aparentar lo que no se es, algo ex- traordinariamente extendido en una sociedad donde el cédigo de costumbres impone un culto a las apariencias con todo su cortejo de hipocre- sigs y superficialidades. Contra todo ¢s0 tuvo que iuchar; todas las formas de vanidad social ¥ sus -mecanismos.psicolégicos, desde In moda pasajera y fiivola a In pasion arraigada, se hallan denunciadss de forma magistral en los comedias de costumbres de Molire Femando de Rojas eseribié nada mits ue La Celestina, pero pesaba sobre é! la sospe cha de ser un judio converso, cosa que fue con- fitmada en. documentes. hallados _posterior- mente, Stephen Gilman’, con los pocos datos cencontrados, hha reconsiruide ta vida de Fer- nando de Rojas, tratando de imaginirsela, en plena Inguisicién, y recreéndola a partir de lo que sugiere sw propia obra y los: escasos docu- ‘menos. Plantea le importancia fundamental de la historia ambiental, la insoportable atméstera en que se asfixiaba el cristianismo nuevo, ta an- ustiosa autovigilancia a la que ellos mismos se sometian y Ia agobiante situacién de acoso per- manente en la que vivian: reeelosos unos de otros, sospechando de todos los que los rox ‘ban, Jos conversos ~dice Gilman- vivian en un mundo en que no se podia confiar en ninguna relacidn humana, en aque una simple frase es- pontinea podia traer una indeeible humillacion y tortura insoportable. Era un mundo en el que cada uno debla observarse a sf mismo desde afuera, conun punto de vista ajeno; un mundo de disimuio y disfraz interrumpidos por explo- siones de ireprimible autenticidad. Gilman ha sopesado el estigma familiar indeleble de Rojas, hijo de Hernando de Rojas, condenade por ju- daizante en 1488, y ha evocado al autor de la Tragicomedia encuadrado en La Puebla de Montalbén, cuya poblacién es de origen judio, cn la Salamanca universitaria, burguesa y cleri- 5 Gilman, S., “La Espatta de Femando de Rojas” En El panorama ineletual y social de “La Celestina Madrid, Taurus, 1978, pp. 63-65. KCC) cal de finales del siglo XV, en la ciudad de Ta- tavera, donde. en una influyente comunidad de conversos, Hevé. una vida de pequefio burgués acomodade, ejereiendo su profesion de letrado ¥ empecinado en un enigmético: silencio, des» pués de haber contado esta trégica historia. de horror que es La Celestina: En cuanto al género de la obra, Maria Rosa Lis’, afirma que ta obra se halla asentada en la tradicion: dramética. constituida porta comedia romana, Ia comedia elegiaca medieval y la comedia humanistica que se desarroll6 en ta alia de finales de la Edad Media. Sobre’ los personajes; Lida deficnde la tesis individualist dice que estas) figuras son ereaciones personallisimas, cada una Con rasgos propios. ‘Otro grupo sostiene que en La Celestina no hay personajes. Gilman ’ y Bataillon’, desde puntos de vista muy diferentes, representan esa eva atitud que seta la ausencia de earsete- es en la obra de Rojas. Maria Rosa Lida’ se- ‘Sala unos rasgos. caracteristicos comunes para todos los personajes de la obra: individualismo, quizé cb més saliente de los rasgos comunes; cada uno ofrece en su conducta unidad interna por encima de sus aparentes contradieciones y in de alguna de elles. De las comedias ¢legiaca y humanistica tiene La Celestina otro rasgo: del que participan todos os ersonajes. de la obra: Ia obscenidad, si bien que el tinico amor que se dé en los personajes de burdel se da eb amor de las almas, La erudicién es también peculiaridad para unos y otros, ticos'y pobres: todos hacen gala de ella y ninguno la Posce en exclusividad; en realidad, se trata de tun convencionalismo, al mismo tiempo que es un aspecto estilistico, y cada personaje se ex- presard algunas veces de un modo sobrio y con tun Fengusje cotidiano, y otras veces, en prosa cultamente ornamentad Celestina sobresale entre todos, y lena: lla sola numerosas escenas de le obra con una personalidad arrolladors y poderosisima. Rojas © Lida. MR. La originalided artstica de “La Celestina”. Bs. As. Eudeba, 1970, pp. 21-24 * Gilman. op eit. pp. 76-77. " Batailon, op. cit, pp. 96-97 * Lida op. eit, pp: 42-46, ees este soberbio personaje fundiendo los caracteres tradicionales de las “viejas terceras” de la literatura anterior yuna serie de notes personales que la hacen destacar de entre todos los de su género. Celestina tiene cerea de setenta aos y ‘aparece como astuta, perverse y corruptora. Su historia personal 1a muestra conocedora de a infamia, ta deshonra y la miseria antes que de cualquier sentimiento positivo. Su postura vital basica, evidenciada a través de las numerosas sentencias que intercala en sus dislogos, es e escepticismo; sus caracteristicas esenciales son la codicia y Ia hipocresia. Bs una resentida so- cial; el influjo de su personalidad incide cons- tantemente en el destino de todos los persone- Jes, aun cuando no esté presente. Parte de su officio ¢s la brujeria, pero no come mera técnica, sino como algo consustan- ciado con ella misma. El incentivo de todos sus actos es et interés: su tmico deseo es el de obte- ner dinerp; le codicie la lleva la muerte, Toda Ia ciudad Ia conoce y vive entre todos, nobles y plebeyos; es famosa por los variados oficios que desempeiia con envidiable maestria. Nadie pone en duda Ia sabiduria de Ia vieja, de marcada intcligencia racionalista. 'No por (odo esto deja ta vieja de ser re- ligiosa a su manera, Es una religiosidad con ss y devociones que reflejan la, religiosidad mas vulgar de su €poca. Sus ritos, rosarios, misas, le sirven para visitar a sus clientes mas. frecuentes: abades, candnigos, frailes, Con esto no se agota la personalidad de Celestina, otros vicios y cualidades la caracterizan, Sus’ rasgos le deben al teatro elegiaca medieval y tam- realidad histérica de la époc donde eran frecuentes estas alcahuetas que, al final de su carrera de cortesanas, regenteaban los prostibulos de las ciudades. Tartufo y La Celesting Hemos encontrado semejanzas y diferencias en Tartufo y La Celestina. La diferencia se encuentra en la realidad histérica que les toca a vivir a cada uno, es decir, la realidad historica de los autores. ‘Tartufo es. un falso devoto, hipéerita-y mentiroso. -y. Celestina, ademés de todo eso, mangja el arte de la brujeria ‘Al comienzo de las obras de Moliere y de Rojas, se habla de Tartufoy Celestina es- tando ellos. ausentes;, son como. sombras que manejan.a las dos familias. De Tartufo no se sabe. nada, ni quign ¢s ni de donde viene; de ‘Celestina se sabe todo, es famosa por tos favor rres que hace. Para lograr sus fines, utilizan dis- timtas formas de presentarse, Orgén cuenta 0 ‘Cleanto como conocié a Tartufo (I acto, escena Vp: (hs, si supierais cémo fa conacit jEntonces también vos hubierats sentido por él la amistad que xo demuesiro! Todos los dias acudia a 1a iglesia y con expresién padosa se arrodillaba ‘cerca de mi, Llamaba la atencién de los feligre- ses por el ardor con que elevaba su plegaria al ‘cielo, Suspiraba desconsolado y,.a cada ins- tarue, besaba el suelo con humildad. Cuando yo salia, se adelaniaba solicito y me ofrecta agua bendita. Cuando su sirviente, que en todo to dmitaba, me informé sobre la indigencia de su ‘ano, le hice pequelos obsequios. Pero, con modestia, siempre me devolvia una parte. “Es demasiado”, protesiaba, quédese con la mi- tac, yo no’merezco su piedad”.. ¥, cwando me negaba. entonces ante mis propios ojos repartia ‘esa suma entre los pobres. Por fin el cielo me inspiré.a ofrecerle alojamiento y, desde enton- <¢e3, todo ¢n esta casa parece prosperar, Celestina necesita ir a la casa de Meli« bea, con el propésito de hablarle de Calisto; le dice a Sempronio (Auto Ill, escena I): (...E con esto, quue sé cierto, voy mds consolada a casa de Melibea, que si en la mano la toviese: porque sé que. aungue al principio me amenaza, al cabo me ha de halagar. Aqui llevo un poco de dhitado en esta mi faliriquera, con ofros apare- Fos que conmigo. siempre traygo, para tener ‘causa de entrar donde mucho no soy conocida Ja primera vez: assi como gargueras, garvines, granjas, radios, (enazuelas. alcohol, alvayalde 'y Soliman, hasta ogujas y alfileres; que tal hay, ‘que tal quiere. Porque donde me tomare ta boz, me halle apercibida para les echar cevo 0 re- ‘querir a primera vista Tartufo con su falsa religiosidad pone ‘en prictica su plan para poder entrar a la casa de Orgén; Celestina por su parte, eargada de bagatelas ¢ hilado entra a Ia casa de Melihea como una humilde y necesitada anciana. Una ver que lograron su propésito, rompen ta armonia de las familias y producen ivalidades entre quienes los aceptan y los re chazan, En la easa de Orgin se divide ta fai- lia, Este y su madre ercen ciegamente en Ltr tufoy en cambio Elmira, esposa de Orgén, st Dorina, saben que es un estafador, un voto y un mal amigo. Fin la easa de Cal mor entre sus dos eria- por ta misma causa: Parmenio rechaza a Celestina, Como hemos v como Tartufo, ejercen su poder manejando la vida de los demés, Tartufo atrapa a Orgén con su falsa religiosidad, y Celestina @ Calisto con su fama de experta en filtros de amor. Los dus son astutos para conseguir sus fines, que es el interés por el: dinero, y-¢esa astucia la utilizan para seducir. Tartufo seduce a Orgén y a su'ma- dre, prometiéndoles Ia vida etema si cumplen con lo que él prediea; y lo hace. ademas del be- neficio monetario, para lograr legar-a Elmira En el acto Ill, escena Ill, Tartufo te dice 8 Elmira: No por ser devoto dejo de ser homibre Cuando se observa vuesiros encanios celestia- les, el eorazén se deja llevar y no razona més Sé que esta declaracicn es sorprendente, pero seflora, yo no soy un dngel y si condendis la confesion que os hago, debéis reprochérselo a wuestros rasgos encantadores pues, desde que los divisé, brillando con ese resplandor sobre- Iuumamo; os convertisteis ela soberana cle tocla mi ser (..) Celestina seduce’ a Pérmeno. que se opone a los planes que esta tiene con Sempro- nio, prometiéndole @ Arciza, una de sus prote- gidas. En el acto I, escena IX, Celestina le dice a Sempronio: Calla, que para mi santiguada, do vino el asno vendré la albarda, Déxame ti a Pérmeno, que yo te le haré uno de nos, y'de lo que hoviéremos démosle una parte, que fos be+ nes, si no son comunicados, no son bienes. Ga- rnemos todos, partamos todos, holguemos todos Yo te te traeré manso y benigno a picar el pean enel puito, y seremos dos aidos, y. como dizen, tres.al mohino. tanto Celestina Gu En el mismo acto, escena X, Pérmeno le dice a Celestina: Made, no se deve ensaftar ef ‘maestro de ta ignorancia del discipulo; sino, rraras vezes por la sciencia, que es de su natural conumicable y en pocos Ingares, se podria in- Sundin. Por eso, perdéname, héblame, que no sdlo quiero oyrte ycreerte, mas en singular merced recibir.tw consejo, E no me lo agrades- cas, pues all recibiente se deven dar. Por esso, ‘manda, que at mandado mi consentimiento se upuilta Pero estos dos hipéeritas son @ su vez seducidos y engafados, Elmira engaa a Tartufo. para desenmascararlo de su falsa devoeién y de su falsa amistad; deseubre ante Orgén la hipo- eresia de Tartufo. Eseena V, IV acto, dice El- mira a Tartufo: 74h, si ese rechazo of irrita, cuuin poco sabéis lo que es un corazén de mu Jer! {No sabéis lo que pretende expresar al de- Senderse tan debilmente? En esas situaciones el pudor siempre. combate los verdaderos.senti= mientos. Reprime cualquier razén valedera para entregarnos al amor y experimentamos una cierta vergtienza en manifestarlo. Dejamos entrever que nuestro corazén se rinde y que ante nuestros. votes, por honor, ta boca se epone, pero de tal rechazo promete todo lo Contrario(..). Tartufo cae en la trampa que le tiende Elmira y es descubierto por Orgén, quien le pide que se retire de su casa, Tartufo: termina reso, pues se descubre luego que es un dclincuente. Celestina es seducida por Melibea; ha cigndole creer que esté hechizada, es el inico personaje que ticne cierto poder sabre. la La manda a llamar para usarla, para poder ver a Calisto. Melibea esta enamorada de ¢l desde el mismo momento en que lo vio. Por Celestina, Calisto y Melibea se encuentran en el huerto para tener su primera noche de amor. Este engunlo. de Melibea descubre ta falsa hechiceria de Celestina; a partir de ese en- cuentro se desata entre ella los criados de isto una pelea por el reparto de las ganancias; la codicia la lleva a la muerte, Tanto “Ia vieja tercera” como “el falso devoto” tienen amisted con la burguesta, la Corte y la Iglesin; la propia Celestina describe la sociedad hipécrita de su tiempo. Auto IX, es- cena Ill, dice Celestina a Lucrecia: (..)!Mio era el provecho, suyo el aféin. Pues servidores jno fenia por causa dellos! Cavalleros, viejos y mo- zo, abades de todas dignidades, desde obispos hasta sacristanes. Entrando por la Iglesia, via derrocar bonetes en mi honor, como si yo fuera una duqueza, (..) que muchos viejos devoros ‘havia con qulen yo poco medrava, y aun que no ‘me podian ver: pero creo que de embidia de los ‘otros que me hablavan. Como la clerezia era grande, havia de todos: unos muy castes, otros que tentan cargo de mantener a las de mi oft cio, Y aun todavia ereo que no faltan. Y me ‘embiavan sus escuderos y mozos a que me ‘acompahassen, y apenas era llegada a mi casa quando entravan ppor mi puerta muchos pollos ¥ gallinas, perdizes, «Sriolas, perniles de racino. tortas de trigo. lechones. Cada eval, como lo recibla de aquellos diezmos de Dios, assi lo venfan luego a registrar para que comiese yo y ‘aquellas sus devotas (..) 'Y Cleanto deseribe 1a soviedad en que vive cuando le reprocha « Orgén el poder que ejerce Tartufo sobre él. Escena V, acto I: Asi es como se expresan vuestros iguales. Quieren que todos seamos ciegos como ellos, para quie- nes ser libertino es simplemente ser amable y el que na vive en la iglesia es un ateo (..). Tanto como alabo al auéntico devoto desprecio at ‘odiose que, detras de una fachada sacritega de celo religiaso, abuse de la eredulidad de inge- muos bien intencionados y los usa como les place: Estos individuos, euyas almas son escla- vas del interés, hacen de la devoctén su oficia y negaocies. Quierent comprar prestigio y dignidad con miradas falsas » modales afectados. Son ersonas que con ardor songular corren por el ‘camino del cielo para ganar su fortuna y, como poseidas, predican retiros espirituales en plena ‘corte. Saben combinar su piedad eon sus vieios, son amargadas, desleales, arteras que, para de- sacreditar a quien les disgusta disimulan ese resentimiento con excusas religiosas. (..) Si sien exisren demasiados individuos como ells, Bracias @ Dios nuestro siglo también nos pro- porciona hombres sinceres, devotos de verdad que constituyen ejemplos glortos0s (.) Por iiltimo, podriamos decir que tanto cen las obras de Moliére como de Rojas, encon- ramos earacteristicas cémicas. En la escena IV del acto I de Tartufo, encontramos 1a comicidad a través de Ia exageracién. Orgén llega a su casa y pregunta si esté todo en orden, y man- tiene el siguiente diflogo con Dorina, la mu- cama: Orgén. ~(..) (Dorina, esté todo en orden? DorinaLa seRora, anteayer, tuvo fiebre hasta ed atardecer y lwego fue atacada por un dolor de cabeza de extrafio origen Orgén ~2¥ Tartufo? Dorina. ~No podria estar mejor. Robusto y sa- Iudable, de tez fresca y sonrosada Orgén, -;Pobre howbre! Dorina.-Para la cena la pobre seflora tenia néuseas y no pudo probar bocado debido al dolor que empeoraba Orgén. ~¢¥ Tartufo? Dorina. -Comié solo, frente @ la sefora. Con gran apetito dio mug devotamente cuenta de dos pollos y media pierna de cordero. Orgon—jPobre hombre! (..) Dorina, -Ahora ambos se encuentran bien, Iré @ anunciar a la seRora cudrio os preocups st eonvalecencia La Celestina, auto I, escena X, ante la Hegadla de Celestina, Calisto reaceiona de la nie forma conosiende la’ oscura historia vieja: (..) Abre. ;Oh Pérmeno, ya la veo! Sano soy, vivo soy! {Mira qué reverenda per~ sona, qué acatamiento! Por la mayor parte, por la fisonomia es conocida ia virtud interior. ;O vejez virtwosa? {Q virtud envejecida! ¢@ glo- riosa esperanza de mi eesseado fin! jO fin de mi deleviosa esperanza! jO salud de mi pas- sin, reparo de mi tormento, regeneractén mia, wivificacién de mi vida, resurreceién de mi muerte! Deseo llegar a ti, cobdicio besar essas ‘manos lenas de remedio. La indignidad de mi persona la embarga. Dende aqui adoro la tie- ra que Iuellas y en reverencia tuya la beso. Estos personajes son producto de una sociedad donde la ética tiene distintas formas de interpretacién, Femando de Rojas en su Tragi- comedia hace una critica a toda la sociedad de su tiempo, en cambio Moliere, en su comedia critica sélo a una parte de la suya. Pero la intenei6n de los autores es Ia misma: dejar una leceién moral. Molidre estaba fen contra de los falsos devotes; Fernando de Rojas, en contra del pecado y de aquellos que no tenian fe en Dios. Es por eso que Tartufo va preso y Ce: lestina termina muerta, Es la “Justicia poetic ‘que destruye todo aquello que desordena y resta armonia al mundo y sus criaturas.(*) (*) Para la cd tedra de Lite tura Francesa 1 BI de la Prof. Hay- deé Nicto Bibliografia, ADAM, Antoine, Hlstorfa ce la Witerarura francesa del siglo XVI T1HL, Paris, del Duca, 1962. BATAILLON, Marcel, "La Celestina” segin Fernando dle Rojas. Madrid, Taurus, 1961. Traduccién de M. 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