You are on page 1of 9
aie a ari ae Ce ee LENT as sonales bien reconocibles. En CA La eleva TT critica comienza a serlo cuando OL Ame aR een Taran UR Sco aaa Tee ORAL e ead EST Sia a ee el absurdo del yo. Arriesgamos LN LLL ERAT incluso definir que en las ma- Cede Tae variedad de estilos que en los Cea ene a ee ca. La critica se inicia con una disconformidad, con una Oe ern I Oa tee homenajeamos abora a Nicolis LAIN at Lea ae a OL LOLI Laan ECL aaa eC CLT ahed TAC re Daa ae trata de atacarlo, zaherirlo, combatirlo. De obtener Sra Te Ae espere su propia ruina. Esa espera es un logro del estilo sin el cual es dificil el arte OM cea NTE a eA eCL ean OTL Ae a CL LLL ORTON Lana TCL eM OL Mey eee er Ears imaginacién critica, coe ET Ee CLC OT escogido por David Vinas Bee Laat ed eer comparacion entre Borges Se aa Lea nea CeO Gaara a ated que actia por debajo de ellas y permite Seam Mea a ao ee Ceara Ee Aare ee e/a MIN era ORD ere een Ce eae y TEA yD OI ye ee ran Oe Seve eels Aare ee eR SO ee EAR al en OMe ET BMI ATM MINIT ee ET Der a La imaginacién critica Kant, Hegel, Freud, Marx y Ea TNC LC anh sencia del sujeto erttico en la historia. RAY aa Kean Fa dad de ser retomados a partir de las grietas que Lae sus nuevos enunciados, productores de nuevas cle En un didlogo intenso, A ae aes las derivas de su FE ROL pensindolas a partir Ya aL las formas de dominio contempordneas. Un recorrido que va del PRR et cco Cec CR Trea de produccién critica que Fee ean sistema” que conquistan y renuevan OT ea Ra IT RO a A Cl Oa DT tne te areca WU Ok aca nocidos. De hecho, la literatura menor se ara een TT a eer aa ee a al dacién convierte la literatura de los bajos DD TALC Pe a eR de componer la critica RN NC nN Aaa DE I aa publicado por Martin eM OR Panesi se interroga por el tipo Fn a todo Fe et ec de preocupaciones —literarias, criticas, pero también en eae ar a la capacidad de no ajustarse a ora deer a wee) RT A MLL OM ag GO aaa edo FLO aca ACR a permiten compensar TE gaa DRT ae cee oe ek Tea TN ast ofrecen posibilidades al de vida. La critica como una perspectiva ética que no se ea dea aaa modas banalizantes y que nos predispone FI Ea ee las certidumbres para quedar disponibles ante encuentros que con- muevan nuestra existencia y nos rehagan en esd sompresd. Juan Ritvo cuestiona las formas en que al periodismno cultuntl modela la LR IO cc Sa am Ree OL aL Pee ec Ree aL Feet nN Oe CR AC coal TO da OT a ean aaa Lae Ta sino como rasgo de excepcionalidad, secreto intimo de toda obra. 336 EI escritor como critico Par Mario Golobaff Elescritor es siempre un critico. Del mundo, de la realidad, de los sis- mas, de los gobiernos, de las socie- des que eligen y/o aceptan a éstos, los demés hombres y mujeres que conviven con él. Del mundo, porque, si no, no dedica- ria su actividad a crear otros mundos, 2 llevarlos durante mucho tiempo en su cabeza, a componerlos y a recom- ponerlos segiin sus deseos, segdin sus insatisfacciones frente al mundo real. De la realidad, porque, si no, no esta- rfa creando otras realidades, imaginan- do otras realidades, futuras, irreales (0 irreales para aquellos segin los cuales la realidad tiene una precisién y una limi- tacién acorde con los postulados del racionalismo y de la légica kantiana). De los sistemas imperantes y de los go- biernos, porque el escritor es un des- contento radical, para quien todo or- den, toda coercién, toda sujecién a la libertad individual cercena los poderes de la mente y, por ende, de la produc- cién estética, literaria. Esto no quiere decir que el escri- tor, para quien [a literatura es sdlo fuente de mas trabajo y de pasién Reflexiones sobre la condicién incelectsal En sustancia —apuntaba Cesare Pavese— spor qué deseamos ser grandes, ser genios creadores? ;Para la posteridad? No. ;Para circular entre la multitud, y que éta nos seriale con el dedo? No. Para sostenernos en la fatiga cotidiana, en la certeza de que vale la pena cuanto hacemos, de que ¢s algo tinico. Por el presente, no por la eternidad. Si: escribir supone una disconformidad profunda con el mundo en que se vives sin embargo, el pasaje del campo de ese desacuerdo a la mesa y la Kmpara esté sujeto a muy complejas mediaciones. Cuando Juan Carlos Onetti firmaba notas en Marcha bajo el seudénimo de “Periquito el aguador”, escribid estos todavia desoidos consej Que cada uno busque dentro de st mismo, que es el tinico lugar donde puede encontrarse la verdad y todo ese montén de cosas cuya persecucion, fri casada siempre, produce la obra de arte. Como en tantos otros casos semejan- tes, las posturas civiles de este escri- tor y sus textos (aquel que, naturalmente, se sitia demuestran hasta Siz escribir supone una dis fuera de los vaivenes del mercado y qué punto es conformidad profunda co de la publicidad), escriba porque sepa innecesario_ que el mundo en que se vive; si como ningin otro de dénde viene laliteratura tenga embargo, el pasaje del camp y hacia dénde va; escriba porque que estar, casi de ese desacuerdo ala mesa tenga, como se pretende, un mensaje constantemente, Ja lampara esta sujeto 2 mu claro, algo que ensefat, que “decir” a justificindose. __ complejas mediaciones. los demas. Por el contrario, lo hace, De ahi también justamente, porque su mensaje no que se transformen en dudosos, en termina en él, porque sus textos — contradictorios, en inconstantes, tanto son una apelacién hacia los otros el estatuto que nuestras sociedades para encontrar todo lo que le falta. _reconocen ala literatura como las fun- Y, fandamentalmente, porque siente _ ciones que, a veces, ella misma se asig: que tiene algo que hacer; que hay un impulso interior irresistible alojado en la delgada sombra que todavia lo separa de la muerte. na. Vilipendiada y temida, silenciad y usada, halagada, cortejada, destrui- da, manoseada, incendiada, ella v entre tanta ausencia y tanta presen El escritor es también, i Reflexiones sobre la condicién intelectual y no acaba por encontrar su verdade- ro sitio, mientras nuevos y refinados sistemas se combinan para mantenerla en una incémoda ambigiiedad. Las “jlusiones literarias” retroceden dia a dfa ante la indiferencia creciente de quienes necesitan y recompensan las cosas concretas, palpables, efica- ces, evaluables. Pero también avanzan bajo las catacumbas de los hospita- les psiquidtricos y de las antiguas y renovadas prisiones, descubriendo qué magnos rencores concita, qué altas potestades hiere. Lo cierto es que sélo poquisimas democracias actuales toleran (y el uso casi habitual de este verbo es de por si harto significative) el ¢jercicio irres- tricto de la libertad de escribir y de publicar. Pero, hasta en ellas, sectores muy importantes del poder social (y, en oportunidades, del oficial) inhi- ben, perturban, atacan o impiden el conocimien- to y la difusién y quiz los de un Boris Pasternak, un Heb= Padilla, un Breyten Breytenbach o == Salman Rushdie. (Seria motivo de otras conjecurss = hecho, histéricamente probade que el carécter barbaro de regimenes haya comenzado 2 = festarse, casi constantemente, velocidad y dureza en la repr manifestaciones estéticas, ra de tal modo interesantes hip: sobre los componentes tan p de esta actividad humana.) (¥, aun, de otras conjetur: hecho, en apariencia paradéjice que los regimenes llamados s hayan alentado durante su © un arte obediente, compues> » nado, temiendo toda prole de los desarreglos y utopiss = distas que, en sus origenes inspirado y acompafiado Iss revolucionarias.) Los dilemas estin entre (no los més graves, probs de_determinadas obras 0 textos. Hay también una (unas larvada, evidente, otras que, afortu- nadamente, que- sobre todo, un critico del len- poe. Porque estd sometido a extrafia Paradoja de tener que lens sin embargo, significa: época de las computador = trol de cuerpos y de combem uniformidad en cadena, minimo hombre. Pero siente que su trabajo. intrincado mundo, p: nada (y constituye, manejarse con la corrien- censura te, con la lengua de la comunica- cién, para expresar aquello que él imagina, que él est producien- do, y para lo que no alcanza con veces otras la lengua de la comunicacién. dan como inten- tos) en distintos canales de exposicién o de comun cacién, que evita o demora el conoci- miento de ciertas creaciones literarias, 6 que, desde el origen, es decir en la produccién, mediante la presién eco- némico-financiera, paraliza o coarta la libre expresion artistica. Pese a todo, en dichos regimenes demo- criticos nos encontramos, evidentemen- te, lejos de fendmenos del tipo de la cen- sura nazi o franquista, o de “casos” como base y el alimento una prictica social spec llegar a sentir que s movimientos ciertas ¥ irritar de ese magn’ alberguen en su prop propia conformacién, propio ejercicio, i ade las normas, las consig- syes, importan por lo que no 2, pueden por lo que no puede, tat” lo que no cuenta? jue, liberada de las com- de “lo real”, la ficcién pone = de juicio, desde el més alejado 2s condiciones de produecién y =produccién de todo “lo real”? . un critico del lenguaje. Porque = sometido a la extrafia paradoja ener que manejarse con la lengua , con la lengua de la comu- on, para expresar aquello que él na, que él estd produciendo, y 2 que no alcanza con la lengua 2 comunicacién, itor es el tinico artista que debe ren medio de esta contradictoria gliedad: servirse de un lenguaje aparentemente, ya existia antes, pendientemente de su arte (lo no sucede ni con la musica ni con 2 pintura ni con Ia escultura ni con quitectura), el lenguaje que todos congéneres usan para la comuni- n, y escribir, supuestamente, en + lengua corriente entre sus conciu- cadanos y contempordneos, cuando a realidad esté recreando esa lengua,

You might also like