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Tiempo de politica Perspectivas historiograficas sobre la Europa moderna Xavier Gil Pujol Publicacions i Edicions Unos aflos después, en 1993, John Morrill hacia un sfmil entre la bisqueda de las causas de la Revolucién Inglesa y la bisqueda del Santo Grial. Y hace poco el propio Morrill ha sefalado que el estudio del “problema briténico” se encuentra en sus primeros pasos y que su objetivo es hallar una explicacién a una historia que atin no hha concluido, mientras que Peter Lake, por su parte, ha manifestado hallaratractiva la singular indeterminacién y multiplicidad de voces propias del presente momento post-revisionista!"" A tenor de estos testimonios, todo parece indicar que esa batalla historiogrifica de Naseby, en los términos como se concebfa y se preparaba hace diez afios, no va a tener lugar. En tal caso, éte es un rno-hecho muy elocuente sobre estos veinticinco affos de debate. Las discusiones no van a cesar, naturalmente, pero todo parece indicar que vvan a desarrollarse sobre un terreno significativamente modifi: ", SOME, “Century of revolution”. p. 43; Moan, “The causes of Brian's civil ware, 272; dl mismo, “The Bish problem p, 38; LAKE, "Rewospectve™ a Del estado a los lenguajes politicos, del centro a Ia periferia: dos décadas de historia politica sobre la Espafia de los siglos XVI y XVII * A la memoria de Quisco de la Pefia (1944-1995), I En 1953 Jaume Vicens Vives, Joan Regla y Jordi Nadal trazaron en Revue Historique la situacién en que se hallaban los estudios his \oricos sobre la Espafia moderna y las perspectivas deseables de futuro. Mientras que en historia eoonémica y social constataban alentadores avances, en historia politica, por el contrario, los tintes aparecian muy sombrios: “El panorama de la historia de las instituciones politcas y administrativas es desconsolador”. Era. ut gente conocer, decfan, “la estructura del estado {moderno] espatiol + Publicado orignalmente en E!hispanisao anglonortamericana. Aportacones, problemas y-porsectnas wbre Historia, Arey Lierobre exponolas (ies EKVEXVII), ed ose Manvel de Bemardo Are. Publicaciones Obra Social y Calta Cojasr, Ciba, 200, v0 pp. 8918 yy “el papel que han desempetiado Ios reinos en la historia moderna ‘de Espana”, pues, sin tales conocimientos, no consideraban posible entender la situacién de 1640 ni la decadencia posterior. Los trabajos ide Mousnier sobre venalidad de oficios y burocracia eran mostrados como caminos a seguir, pero més esperanzas parecfan depositarse en la labor de algunos historiadores britinicos. En efecto, c} libro de HG. Koenigsberger sobre el gobierno de Sicilia bajo Felipe Il (1951) era califieado de “memorable monografia”, mientras que los rabajos de Ch, Boxer, G.C. Smith y de un joven J.H. Elliott, dectan, nos hacen lamentar que la ciencia histérica briténica no aborde mis ‘4 menudo temas que trata con tanta imparcialidad como com- petencia”.’ Felizmente, cuarenta aos mas tarde podemos trocar aquel lament fen una congratulacién por las fructferas investigaciones que un creciente nimero de historiadores britinicos y norteamericanos han prestado a los distinios campos de Ia historia moderna espatiola y, en particular, al estudio de su politica y su cultura politica. De hecho, de Tos temas que Vicens, Regla y Nadal mencionaron en este campo ‘como necesitados de atencién (organizacién militar, Inqusici6n, co- Tegios y universidades, lectura) no hay ninguno que no haya recibido sustanciosas aportaciones de historiadores anglonorteamericanos. Y estas aportaciones han sido uno de los factores que, junto a otros, hhan propiciado la gran renovacién y enriquecimiento experimen: tados en nuestros conocimientos de la Espana moderna. As{ ha sido teconocido en diversos balances historiogrificos de I labor realizada desde los afios 1950 y 1960 para acd. Si el enfoque | fue una influencia de aliento sobre todo francés en temas ceconémicos y sociales, la aportacién anglosajona se dejé sentir, tal como sefialé José MP Jover en un balance de 1976, en temas 5. VicENS VIVES, J. REGLA y J. NADAL, “Espa en fos sighs XWTy XVI La ép0ca defossoberanos dela casa de Avis. Teadencls, problems y perspectives de is invesigacion histvica en Espa’ en J. Viens Vives, Obra disper, Expat ‘America, Europa, Barcelona, 196. pp. 98-109, esp 101, 107-103 politicos y en la presentaci6n sintética de la historia modema y contemporinea espafiola. Més precisamente, al hablar de unos ceuantos y notables contemporaneisias espafioles, Jover dijo advertir cn ellos “cierta allure britanizante (..) en parte por su tendencia a situar en niveles de historia politica ef centro de gravedad del {quehacer historiogrfico, y en parte por el cutivo de un pragmatismo metodoligico que se aliene, en lima instancia, a los buenos principios de la historia académica’, juicio que es perfectamente extensible a la labor desarrollada para la Edad Moderna. En efecto, el propio Jover afirmé también que uno de los factores que contribuy6 a renovar el panorama de la época moderna espaitola fue “la superacién del ‘complejo imperial’ (..), en parte por ta estimulante induecién de algunos moderistas briténicos que han propuesto nuevamente al interés de los investigadores, limpios de hojarasca apologética © denigratoria, algunos de los grandes temas politicos y politicointernacionales de Ia Espaila de los Austrias Elliott, Lynch y Herr eran citados como los nombres seferos de estos enfoques.? Més atin, en el niimero monogrifico que poco antes la Revista de Occidente habia dedicado, bajo direccién de José Antonio Maravall, a una “Nueva visiga de Ta historia de Esparia” (n° 107, febrero 1972), figuraban articulos de H.G. Koenigsberger, 3H. Elliott y R. Herr sobre aspectos politicos, junto a sendos trabajos de H. Lapeyre y P. Vilar, [As{ pues, la repercusién de Ia labor de los historiadores anglonor- teamericanos en la historia politica, entendida en su sentido mas am- plio, fue notoria, Esta y otras infTuencias, especialmente francesas y. nds tardiamente,italianas y portaguesas, han sido asimiladas por la historiografia espafiola, desde la que han surgido también notables José JOVER,"Conisoteshistoriogrfeas en la Espa conemporines", ea 1.4. Carers Ares y os, Once ensayo sobre Ksoria Made 197, pp 228 233, 297, 239.240, Parcs rags han sido sefalads por Angel RODRIGUEZ ‘SANCHEZ, que se cena meen aor de os hstradoresespafoles: “Hace cuarent aos, Historia conteporines del trabajo modarista en spat, Studia isorica, § (1987), pp. 38 42-45, 5456, Deed as lenganes paticos ° 269, aportaciones y replanteamientos aut6ctonos. En conjunto, esta multi plicacién de trabajos y los crecientes comtactos académicos y perso- nales en el seno de lo que ya constituye una comunidad suprana- ional creciemte y saludablemente interrelacionada, han redundado cen un fecundo y variado empuje en los estudios de historia politica de la Espana modema. Mostrar tan amplio panorama mediante un repertorio bibliogréfico suficientemente pormenorizado rebasa con ‘mucho las posibilidades de esta ponencia, El propésito de la misma es, por el contrario, exponer algunos rasgos caracteristicos de 1a evolucién producida desde mediados de la década de 1970, acotando el periodo a los sigios XVI y XVI y dedicando, como corresponde a este encuentro, una atencién preferente a las aportaciones de os hispanistas anglonorteamericanos y a su relacién con las de los historiadores espaiioles.” Como es de sobras conocido, a inicios de Ia década de 1970, los studios de temas politicos estaban més bien eclipsados ante el triun- fo de la historia demogratica, econdmica y social. Con todo, no dejé de cosecharse una copiosa produccién sobre la génesis del estado moderno, génesis que entonces constituia el tema y el enfogue impe- antes en la historia politica e institucional, y que encuentra una de sus cumbres en la monumental obra de José Antonio Maravall, Es- tado modemo y mentalidad social (1972).' También por entonces, sin embargo, aparecfan dos libros que fueron exponentes, cada cual @ su modo, de nuevas perspectivas, las cuales, a su vez, abrieon ca: ino para aportaciones posteriores. El volumen National conscious: 2. Un repaso mis detalad se encuentra co Jean- Frere SCHAUP, “La Peniola Tberca ae seco XVI e XVIL ln question dello sat", Std Storch, 36 (1995). pp 949, Por ote pane, un buew auestacio de la lbor reciente de ls bispenistas francesesen historia politics ex el de Christian HERMANN, dir, Le premier de de dat en Espagne, 1450-1700, Pars, 1988, que inlay claboraciones espanol. Un minuciova pancana del roduccén de gues aos se encuentra en Pere MoLAS RIBALTA, “Wentcinco afos de histonograia bre el estado modem", Indice HistricoEspatol, 17 (1971 pp. ex. Pes ala fecha del pede impreta, sun uabao ealzadoen 1979 y recog trabajos publcas hasta es fecha. ness, history and political culture in Early Modern Europe, compi- Jado por Orest Ranum (1975), cuyo capitulo sobre Espafa corrié a cargo de H.G. Koenigsberger, fue, en cierto modo, pionero en plan- tear para la Edad Moderna la cuesti¢n de fa cultura politica, hoy en ‘fa tan en boga. ¥ 1a monografia de LA.A. Thompson, War and go- vernment in Habsburg Spain (1976, traduccién 1981), con su cél bre tesis sobre la “devolucin” de funciones por parte del estado a autoridades locales y asentistas privatos, enfatizaba los limites ope rativos de un estado que por entonces ain no habia mayor reparo en considerar absoluto. Por otra parte, estos volmenes de Maravall, Ranum y Thompson aparecieron més o menos por los mismos aiios que dos significados libros de Antonio Dominguez Ortiz: The Golden Age of Spain, 1516-1659 (1871), escrito para un piblico de habla inglesa (traduccién, 1974); y El Antiguo Régimen: Los Reves Catolicos y fos Austrias (1973), en lainfluyente “Historia de Espatia Alfaguara”, diigida por Miguel Ancla y elocuente testimonio de la clara renovacién entonces experimentada por la historiografia espa- ola. Estos varios y sefialados ttulos configuran un adecuado punto de partda para evaluar Ia evolucién producida de entonces para acd, Con cardcter general, puede decirse cue una serie de dicotomias que entonces servian para encuadrar y a menudo explicar las diversas situaciones producidas (estado-sociecad, corte-pais, centro-periferia, revuelta-obediencia, piblico-privado, incluso ideas-realidad) se han reyelado como altamente insatisfactoris para dar cuenta de una s0- ciedad de Antiguo Régimen que ahcra es reconocida como mucho mas compleja y viva Entre Tos grandes temas que han experi- mentado_ unos replanteamientos més acusados, y en los que ~junto a otros autores~ han intervenido directamente los hispanistas, se pue- den seleccionar los siguientes: la conceptualizacién del estado mo- demo y las formas de actuar de los grupos sociales; las relaciones centre centro y periferia; y el papel de la cultura y los lenguajes poll- ticos. La presente ponencia va a consistir en un repaso a estos tres temas. el eta area pots © 272 TIENEN a “Mucho ha cambiado lo que se entiende por “estado moderno” desde los tiempos en que José Antonio Maravall hablara de “revolucién estalal” para subrayar la rrupeién en escena, a partir de mediados del siglo XV, de esa figura hist6riea 0, por mejor decir, historio- agrifica’ Fuertemente enraizada en Weber y Burckhardt, a esa construccin histérica se la entendia detinida por su naturaleza innovadora y racional, por ser resultado de la aplicacién de unos proyectos definidos, por su papel estructurador de la sociedad, en Uefinitiva, por caracterizar toda una época y, a la vez, ser prole- smeno del futuro estado contempordneo, Este concepto ha sutrido criticas seras y frontales, En primer lugar, se empez6 sefalando los limites operativos con los que el tal estado tops. En Jo relativo a la Monarquta hispanica de los siglos XVI y XVII, la exposicién més temprana y clara de tos ‘mismos fue probablemente la ya mencionada obra de H.G. Koenigs- berger sobre el gobierno de Sicilia: lejos de consistir en un dominio ejecutivo por el rey a través de sus virreyes y sus consejos, el go. biemo sobre ese reino se ejerefa a través de una compleja red de intereses sectoriales y locales, una interacelén entre varios centros de poder, de la que resultaban un cierto equilibrio y la incapacidad del poder real para salir claramente reforzado.® ‘Atento a esta y otras aportaciones, y en su bisqueda de la préctica efectiva del poder monarquico, Jaume Vicens Vives pudo trazar en 1960 su tan conocido esquema en tres niveles operatives propio de ° José Antonio MARAVALL, Estado madera mentlidad social, Madi, 1972, app 587-592 "HG. KoeNtassenceR, The practice of empire, hae, 1965 (raluccin cspoa, Matsid, 1975; roc, 1989). parr de ahora, fguarin ene paren tess a ciudad y ao dela raducen al casellno de as obs publcadas primo en ingles que se vaya a ite, 272 Damp depts la estructura estatal de la época (las jurisdicciones seftoriales, las comporaciones y asambleas estamentales y los circulos cortesanos alrededor del rey) y advert de las dificultades que un monarca tenfa para alcanzar hasta la base de aquella estructura, Vieens incorpors también a su cuadro la heterogeneidad politica-juridica de las mo- narqufas modernas, de las que subray6 su cardcter de conglomerados tervitoriales, de tal manera que la presencia o la ausencia de un cuer- po burocritico efivaz y fiable, dispuesto a aplicar los dictados del rey, constitufa para 1 uno de los rasgos diferenciadores entre una ad- rministracién judiviaista, come ta de la Monarqufa espaftoa, basada en el sistema polisinodial, y una administraciGn ejecutiva, mas ope- rativa y avanzada, como a de la francesa, basada en los intenden- ‘es. Tan importante, pues, como la existencia de esta burocracia era que en su actuacisn no entorpeciera o deformara la voluntad del principe.” ‘Sin embargo, el propio hecho de que en la Europa de la época pudiera existir una burocracia profesional, leal ante todo al rey, es decir, una de las piedras angulares del edificio conceptual “estado moderno”, fue pronto puesto en entredicho. El mismo Koenigsberger ‘observ que una tal burocracia no existia entonces en ninguna parte, ¥y que no fue extrafio que, allf donde habia un cuerpo de oficiales reales, éstos actuaran mds bien como un grupo con intereses propios bajo el amparo de fa superior autoridad de la corona, de modo que el control de esos oficiales fue usa de las prioridades de los gobiernos, Y Jess Lalinde Abadia sefals la impropiedad de hablar de “buro- cracia” para aquella época, per el anacronismo de la expresién. En su lugar, proponia hablar de medios personales de gesti6n.* Estas tempranas reservas estabsn llamadas a tener amplia acogida aios Jaume VICENS VIVES, “Estactars minsraiva esata ens sls XVI y XVII en su Coyantra combi y formismo burgués, Barcelons, 1969. cp 3. HG. KoeMospERGeR. Eset and revoluions Essays tn Early Modern Burcpean history, Waca- Londres, 187, nodes, pp. 7-8: Jess LALINDE ABA- Dia, Las medias persenaes de gestion del poder piblico en la historia de Expaha Madi, 1970, Delete después. Como un buen ejemplo, el estudio de Marvin Lunenteld sobte los corregidores castellanos ha puesto de relieve que, lejos de actuar como inflexibles comisarios reales, a menudo hubieron de acomodar su actuacién s la realidad social de las ciudades a las que hhabfan sido destinados, mientras que Anténio Hespanha se plantea cexpresamente la medida en que los oficiales politico-administrativos supusieron un obstéculo para la centralizaciGn de poder en Portugal.’ Pero, ademis de estos limites operativos, se ha sefalado enérgica- mente que el mismo concepto de “estado moderao” no es apropiado, (© que, por lo menos, no Io es si se le entiende bajo el Hamado “paradigm estatalista”, propio de la época liberal. Por tanto, un en= tendimiento de 1a vida politica segin ese paradigma ha quedado barrido del panorama historiogrétfico actual. En consecuencia, al concebirse ahora de modo distinto lo que fueron la politica y et estado modernos, también la evaluacién de esos Kmites operativos se ha visto modificada. Solo a la luz de desarrollos posteriores, det siglo XVIII y ain del XIX, “carencias” 0 “contradiccions propios y definitorios de actuar. Un primer toque de atencién al respecto fue el de J.H. Elliott cuando en 1963 observé que las “nuevas monarquias” del Renacimiento no fran més que las antiguas monarquias medievales restauradas y do- tadas de un nuevo sentido de direcci6n. Elliot advirtis asimismo que las realizaciones de los Reyes Catélicos debian juzgarse a la luz de sus propios ideales ¢ intenciones, y no segdn las earacterfsticas te6- ricas del modelo entonces corriente de “estado moderno”, un modelo que, adem, no era perfecto." ueden calificarse como “limites”, To que, en realidad, eran modos ‘Marvin LINENEELD, Keapers of the city, The comegidores of Isabella 1 of Case, 1474-1504, Camidge. 1987 (Barcelona, 1989); Antéio M. HESPAN, espera del Levin. Instiuciones y poder police (Portal silo XVI, Madi, 19889132 LHL BLOT, La Espa imperial, 14601716, Bacelons, 1968, pp. 77, 87 (ed. 0&, 1953), 274 Diompo depot Posteriormente, ha sido Bartolomé Clavero quien més se he venido distinguiondo en seflalar Ia inadecucci6n del “paradigma estatalis ta’."" ¥, en esta linea, Pablo Fernindez Albaladejo ha mostrado ccémo incluso el lsc libro de Koenigsberger sobre el gobiemo de Sicilia, pese a su reconocida sensibilidad acerca de estas cuestione partia de un ideal de estado convenientemente centralizado como ra- sero con el que medir los logros y, mis a menudo, fracasos del Rey Prudente en levantar un tal estado en sus dominios. Agus, pues, no se trata ya de limites o fracasos operatives y hacendisticos, sino de la imposibilidad de plantearse unos objetivos de gobierno gue eran seneillamente ajenos a los horizontes mentales de la época. En esta tarea de redifinir conceptualmente el mundo politico moder no como no estatal, la influencia del hispanismo anglonorteameri- ‘cano no ha sido, ni con mucho, tan paderosa como ta de una serie de historiadores alemanes, italianos, portugueses y también espafoles. Cierto que Geofirey Parker, por ejemplo, advirtié que los privilegios 1 libertades locales, tan extrafios a nuestro mundo actual, constitufan tentonces la savia misma de Ta politica, y que en los Pafses Bajos, ademés, eran anteriores @ la existencia del propio estado." Pero los planteamientos decisivos en este tereno han sido los de Ernst-Wolf- ‘gang Bockenféirde, Oto Brunner, Ouo Gierke, Otto Hintze y Gerard estreich, que han permitido recuperar una visiéa de la politica mas concorde con el universo de aquella época."* Bajo esta luz, ahora , anolomé CLAVE, “lastiucidn polica y derecho: desvalimiento dl Estado Modern” (ed of 1981) en Si Tanta persona como estados. Por unaancopologia politica dela historia europea, Maca, 198, Ota opiniones a0 soa tan radials Salustiano Dé 0S, “EL estado mederno, jun eadéver historiogsfies”™. en A, Rucguo, coon, Revldad eimdgenes del peer. Espana a fines dela Bdad Media Valli, 1988, p. 389-08, "Pablo FERNANDEZ ALBALADEDO, “Eslogo: Repensir el Inge”, en HG. Kocnigsborer, La pric del Imperio, Mada, 1989, ‘DN Georey PARKER, The Dutch Revol, armondswonb, 1979, pp. 13, 34 (ed on, 1977; Mad, 1989), ". Esloe ares no han sido jgnorads en absoluto en mecios acamicos snglononeamsricanos, Felix Gilet y Bagita y H.C. Koeigsbergerpeparon se eta segues pains 275 priman la naturaleza corporativa de aquella sociedad y la multiphi- cidad de las sedes del poder. Tan es asi, que incluso el mismo rey es reconocido como plural: ademés de la dinastia y del individuo que la encamaba, en Castilla también la corte, las Chancilleras (en tanto que depositarias de la conciencia real) y las Audiencias se ide ficaban en su parte principal con el rey, constiuyendo To que Barto- omé Clavero Tlama “trinidad de cortes y un solo rey”. Los andlisis de Francisco Toms y Valiente, eriminalmente trunea- dos, se han venido haciendo cada vez més explicitos en este sentido desde su amplio y clarificador panorama institucional espaol del siglo XVI en el volumen sobre la Espafia de Felipe IV en la Historia de Espafta Menéndez Pidal (1982), al igual que ha sucedido con los del propio Clavero y los de Pablo Fernandez Albaladejo. De hecho, Tomas y Valiente ha postutado un nuevo género hist6rico, la “historia constitucional”, propia del Antiguo Régimen y distinta de la historia del constitucionalismo liberal posterior. En ella la constitucién de Antiguo Régimen es definida como material, hist rica y consuetudinaria, marcada por fa pluralidad de sujetos y derechos, un mundo de derechos y religiGn més que de leyes y gobierno, en el cual el estado no ostemtaba centralidad alguna. En quel mundo constitucional, el erdo iuris no radicaba tanto en el fas seleciones do ensayos de Hintze y de Osstuvch,respectivamene,ambar my inlayentes: The historical estos of Oto Hintze, Oxford, 975; Neco ad he early mere ste, Cambie, 1982 Poe sa pate, Gite ha sda taducdo a ings: Naural law andthe theory of aces 150001800, Cambridge, 1950, y Commaniy ln historical perspective. ed. A. Black, Canbeldge, 1980. Un buen panorama sobre ‘sta comientegermanica lo offecea Jao PaKDOS y Antonio SAEN2 ARANCE en inreduccicn y apéndice de su edcin de Otto BRUNNER, Enructura interna de Occidente. Madna, 1991. Agradezco al Profesor Jest. Manvel Pérez Penis informacién sobre "la inleacia de Bdckenfde en historiaores del derecho cx, * Banolomé CLAVERO. “La monargia, ef derecho yl justia em E. Marines Rulay M.deP,coons, stitches en la Exp moderna Las ersdccones Made, 196, pp 27-0 276 Tiempo ptr Jmbito de los hechos y los poderes, sino en el de las ideas y los valores." Lejos de metas gubernativas y ejecutivas, la actuacién de Ja corona en el Antiguo Régimen consistia en administraciGn de justicia distri butiva y en iurisdictio para construir y mantener un orden social ‘mediante la resoluci6n de conflictos entre una pluralidad de cuerpos, dotados todos ellos de sus derechos correspondientes.” Y es justa ‘mente conforme @ estos valores el modo como el término absolu: tismo (tan zarandeado tkimamente) cobra su auténtico sentido, es decir, Higado @ Ja facultad graciosa del monarea, detentada con caréec- ter absoluto, no sometida a leyes, sino s6lo al reat arbitrio."* Junto a la dispensa de la gracia, también la aplicaci6n del castigo ofrece otra buena perspectiva. Més alld de la lteralidad de les disposiciones punitivas, castigar consistia mis que nada en una hébil utilizacién del papel del rey como suprema fuente dispensadora de gracia, cuyo ‘objetivo no era tanto un affn de control y disciplinamiento social ‘como la consecucién de Ia equidad y del consenso mediante el uso de formas coercitivas no estatales. Y nada menos que el tribunal del Santo Oficio espafol lograba su méxima eficacia no tanto mediante la severidad de sus penas, que en realidad eta menor que las que aplicaba la mayorfa de tibunales seculares europeos, cuanto gracias ala enorme publicidad y teatralidad que desplegaba,”” "Francisco TOMAS ¥ VALENTE, “Dos ieos para in misna histori”. Anuario Hisiora de! Derecho Expat, 6864 (199394), pp. 1255-1266; del mismo. prologo @ Paolo Goss, El onden juritico medievl, Main, 1996, Barlome CLAVERD, “Tomis y Valine, nslio”, Clever de Rin Practica, 72 (naye 1997), Bp. AB, esp. 42) ss. En Ingles, I cnsiarional ory, sepin Ta patio ‘Wiliam Stubs, basi un campo my clad, peo sora sin embargo, se en ‘uct bastante elisa, Debo esta obseracgn al Profesor fn Elet. Peto COSTA, farisditio. Seman del potere politico nella publics mediate (1100-1533), Min, 1968: Joa ARRIETA ALBERDL. “Justicia gobierno y Tepid en la Corona de Arg d siglo NVI. xt. 2 (1996) pp 217-28. ™Salustiano DE D0, Gracia, meced proms real La Camara de Casta re 1474-1530, Mai, 1993, "nto M, HESPAS, “De ara distin” en su La gracia del derecho. sa os gues pone Asi pues, la historia politica moderna ya no concierne tan sélo a las insttuciones, sino también a los valores y dmbitos caracteristicas de aquella época: gracia, amistad, gestién doméstica, contrato, don, l= beralidad, corte. En semejante universo, el derecho no era el factor Sinico de la justicia, sino que pertenecfa a un conjunto jerdrquico de Virtudes en el que figuraban prominentemente la religidn y la amis- tad del rey. Esto obliga a reconceptualizar por entero determinados eomportamientos que solfan despacharse pura y simplemente como contupcién. ¥ también obliga a entender como razén vestida de reli- gidn lo que solfajuzgarse como desnuda razén de estado.”” En definitiva, lo que ha tenido lugar no es meramente un retorno de la historia politica, sino sobre todo una manera nueva y compleja de ‘entender la vida politica de la Edad Moderna, en la que el derecho, producido de una manera esencialmente no estatal, no se encerra- ba en émbitos estancos de soberania territorial -como sucederd en poca posterior-, sino que se articulaba en el seno de un espa: cio europeo bisicamente compartido, Consecuentemente, ahora son puesios de relieve el primado de Ia religién, el vasto mundo del ius commune y, en su interior, el de los iura propria, el peso de las ccorporaciones y de los discursos politicos.*! Economia dela eutura en a Edad Maderna, Mai, 1993, ap. 7; Wiliara MOSTER, Eromiers of heresy. The Spanish Inquisition from the Barque Lands 10 Sicily, Cand, 1990, px Barcelona, 1992); Francisco TOMAS Y VALIPSTE “El Santo Ofico de ls Inguscin, ene el sccreo el espeticulo” Anuaro de Historia del Derecho Espatal 68 (1998), pp. 107-1078, 2 propsito de lbeo de Conselo “Magu, Elan def, Made, 1992 *, CLavEnO. “Monargu, derecho, esta" pp. 3-37 (donde hace est juego de Palabras final): del mismo, Anidora Andrologia catia del economia madera Bi. 991; Hess “La soni ea pen Gracia dl derecho a. ". Goss, Onden juridico medieval: Angela de BENEDICT, “Intoduzioe Giusti, soeet¢ cori ia Eta Moderna: alcuni spun dl ifesions”. en A de Benaticis ¢ 1. Manoza, dis, Giumia, poere e corpo sociale nella prima Et Moderna. Argomentnelaeeraura gunio politica, Botonia, 1984, pp 1-22. La fevolucién en el sentido indicado se apecia bien en dos sicesivos balaoes Restitufda, pues, a la época preliberal su especificidad politica y cul- tural, se ha replanteado igualmente el studio de las motivaciones de Tos actores politicos, tanto individuales como corporativos. En los alos en que imperaba la aproximacién estructural a la historia po- litica, el factor individual quedaba desdibujado en el seno de las rela cones entre los grupos sociales y las insttuciones del estado mo- dderno, mientras que las conductas se vefan plegadas, de modo més 0 menos mecénico, a los dictados de la coyuntura o a la prosecucisn de los intereses colectivos de clase. En este sentido, es revelador que Fernand Braudel, tan sensible al medio fisico y a los factores eco némicos, no orillara a los grandes gobernantes del siglo XVI, cuyas semblanzas traz6 con pinceladas rankeanas, pero que, en cambio, apenas se ocupara del desarrollo politico ¢ institucional que promo- vieron. Y si bien aceptaba, moderadamente, que “la politica, las instituciones politica, se explican también con la propia politica, ‘con las instituciones polticas mismas", finalmente Braudel las hacta sucumbir bajo el peso de aquellos factores impersonales: “Alli donde los historiadores ven intrigas y eéleulos ~se preguntaba-, ;n0 hhubo mas bien falta de medios econdmicos?”*= En aplicaciGn concreta de estos supuestos, Pierre Chaunu explicé los vvaivenes de la ofensiva de los tercios espafioles contra los rebeldes holandeses en funcién de la disponibilidad de recursos econsmicos. Para él, la actividad bélica espaiiola en los Pafses Bajos quedaba ‘logréfcos de Pablo FERNANDEZ ALBALADHO: “Spagna. en Llamminisracione nella sora madera, Mil, 1985 IL esp. pp. 2312-2319; y "Les tations nti tales Ghistriograpic de a: YEspagne”.e0Vslns sue développement des és turopéens, Theories et hstoringraphie de Bt Moder, Rota, 1993, pp. 219-233, ‘eae también Sean: Frédéde SCHAUD, “Liste politique sans It: rations et representation”, en C, Bars, ed, Historia a deute.Actas del Congreso de Santiago {de Compostela, Santiago, 1995, Il, pp. 217238: y Cane GARCIA MONERRIS y Encarna Gatcla MONERRI, “Frogmentor de Monargia: La posibiat una stra polite sense ext”, Recerques, 32 (1998). p. 103-111 2 Aurctio MES, "Sino, pola e amminstazione net Medteraneo di Fernand Braue”. en su La toria deboe, Criton delle "Nuova Storia, Népoes, 194, esp p.97-98, 102, 107, que conienen as cis Det etd as ease polis 279 supeditada, sin més, a la Hegada a Sevilla de remesas de metales preciosos. Sin embargo, Geoffrey Parker mostré cémo esa expli= ‘cacién mecénica ignora la cuestiGn erucial del proceso de toma de dis el caso de que, casi cien afios después de la erecciGn del tribunal, grupos moriseos locales utlizaban los recursos del mismo paradirimir sus rivalidades. Por su parte Jaime Contreras ha mostrado que en Galicia el establecimiento del Santo Oficio en la década de 1560 reunié también parecidas ca- racteristicas coactivas y politicas, pero que pronto quedé englobado fn los intereses locales, con la consiguiente flexibilizacién de sus primeros objetivos. La sociedad local tenfa sus estilos de vida, con lidades y cohesiones, que no podian ser sistemsticamente ignorados 0 agredidos, ni siquiera por la Inquisicién, tal como el propio Contreras ha expuesto vivamerte en su estudio sobre los frentamientos habidos dentro de grupos sociales murvianos y lor- uinos: inmerso en ellos, el celo de un inquisidor acabs resultando contraproducente y Ia Suprema vié un serio peligro de ruptura social. Asf, lo que por regla general acabé sucediendo, segtin expone Francisco Bethencour, fue que el &xito de la Inquisicin en arraigar José F. BELA ERA. Oligargulay propiedad en Nueva Espa. 150-1624, [Mesico, 1943, es, cap. 6; Nancy FARRIS, Maa sriey under colonial rale- The callectveenerprise of survival, Princeton, 198 (Mai, 1992); Inda CLENOANES, ‘Anbivalent conquest. May and Spaniard n Yucatan, 1517-1570, Cambie, 1987 De stad sega otis en et tgjido social local fue al precio de perder parte de su autonomia inicial.” EI mundo local, sin duda, era ms resistente ante los agentes exte- riores de To que se ha acostumbrado a pensar. Buena parte de esa ccapacidad procedia de los fuertes lazos animicos y espirtuales que 10 ccohesionaban. Asf lo recogi6 William Christian con su feliz expre- sign “religion local", mejor que religién popular. Y Henry Kamen ha mostrado el hondo enraizamiento local y comunitario de la vida religiosa tradicional catalana, hecho que provoes que Ia penetra- cin de la accién de la Contrarreforma en el Principado fuera s6lo pavlatina.® Pero el rasgo quizé més destacado de este panorama es que la propia Castilla, tanto tiempo vista, y no sin razén, como el corazdn del im- perio, ha sido reconacida también como periferia. Y ello en cuanto que los intereses de sus grupos dirigentes no coincidieron siempre ccon los de la corona. Ademés, la sociedad castellana no qued6 iner- me ante el dominio Habsburgo. En argumento de Stephen Haliczer, la derrota de los Comuneros no acarre6 la ruina total de las inicia- tivas politicas del reino, sino que su programa fue recogido en buena parte por Carlos V para su aplicacién, aunque, eso sf, bajo la refor- zada autoridad real”? May claros son asimismo los fecundos replanteamientos, iniciados a primeros de la década de 1980 y ya completamente asentados, de la actividad desplegada por sus Cortes y, sobre todo, por las ciudades %. Moree. Froniers af heresy ( aso de Teruel, p. 10; Ime CONTRERAS, ET Santo Ofc dela Inguisitsm en alii, Madi, 1982, esp. ntrodvecién y ca. 2 Gel mist, Sots contra Riuelmes, Made, 1992; Francisco BETKENCOURT, Ln ‘uision 2 TEpoque Modeme. Espagne, Portugal, hale, XVe-XPte site, Pais 1995, p 449 Madrid. 197, SE Wiliam CaRISTIAN, Local lion in sxteenth-cennury Spain, Princeton, 1981 (Madris, 1991): Henry KAMEN, The Phoenie and the flame. Catalonia and the Counter-Reformaton. New Haver-Londres, 1993, "Stephen HALICZER, The Comuneros of Castile. The forging of a revolution 1475-1521, Madison, 1981, cap.9 (Valladolid, 1987. 2B Tempo doin con voto en ellas, ante las necesidades de la hacienda real, siempre recientes. En este terteno la contribucién de hispanistas como Char- Jes Jago e LA.A. Thompson ha sido capital, completada y matizada Por la obra de destacados autores espafioles.* Estas revisiones vinie ron a sumarse a las que se estaban produciendo acerca de los Par- lamentos ingleses y los Estados Generales franceses coeténeos, Todo ello ba dado pie a nuevas perspectivas generales sobre la vida parla- mentaria en la Europa moderna, cuyo gozne es el peso atribuido a las asambleas representativas en el entramado institucional y en la vida politica del Antiguo Régimen, un peso que, por lo general y sin ig- ‘norar las peculiaridades de cada monarquia, ahora tiende a ser menor {que la importancia clave que se les solfa conceder.** Estos replanteamienoseinperaron om wos tants stcuosdeisvos: Char les Jaco, "Habsburg absolutism and the Cons of Case”, American Hixtorcal Re ie 86 (1981, pp. 307-326; LAA, THOMPSON, “Cromm and Cons in Castle, 15% 1665" (eo. 1982): dl mismo, “The end ofthe Cones of Cale” (eer, 1988), !mbos en su Crown and Comes, caps. 6 y 7. waducdos en Revis de las Cortes Generates, (1986), Pablo FERNANDEZ A.BALADEIO, “Monarguia yeino en Casula: 1538-1623" (eserto en 1982); de mismo, "Monarula, Cones y euestin onsttucioal en Casa dante Ia Edad Modem” (ed, of, 1984), antes en st Fragmentos de monarqua, pp 241-283 y 284299. A paride entoces, fs estudios han sido numerosos. Agu basta ct Ia ats del Congreso Las Cotes de Casilla y Lain en la Edad Moderna, Slazana, 198, José Tensei FORTEA, Monarquia y Cones en ta Corona de Cail, Las ciudad ane lpia fiscal de Felipe I Salamanca, 190 (ayas ideas comraos estén ropida en "The Contes of Castile and Philp Is scl polis", Parliament, Etats and Representation, 11 (1991) pp. 17 138); y el juicioso comentario ibiogréico de Charles Jago, “Crown and Canes in early modem Spain", Parliaments, Estates and Representation, 12 (199), pp. 177 192 “Dos panoramas carstersicos de Ia siuacidnhistoiogriica so el de H.. KOENIGSBERGER, “Domini regale or domi poicum et regal: Monarchs and Pasiaments in Early Moder Europe” (of, 1973), en #0 Policans and ros Essays eary modern histor, Lone, 1986, cap. | queen boena medida sigue haciendo dels Pariamenos fa clave defnidora de un sien politico: ye de Pablo FERNANDEZ, ALBALADUO, "Cons y poder eel: una perspec compa” (ed, or 1989) en su Fragments de monarguts, pp 300324, qu, con ano apay0 bibliogafice,whaja su imparancin Véanse también el ensayo de RUSSEL.) et apne de PARDO ctados spa nota 32. alta alas guests» 295

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