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LAS INDIAS OCCIDENTALES: PROCESOS DE INCORPORACION TERRITORIAL A LAS MONARQUIAS IBERICAS (IGLOS XVI A XVID Oscar Mazin y José Javier Ruiz Ibdhes Editores Buble Cost Villegas teteas Dota feico. S- EL COLEGIO DE MEXICO INDICE Oscar Mazin y Jost Javier Ruiz Ibiitez 1, Estudio inttoductorio LA MONARQUIA ESPANOLA, PROCESOS DE INCORPORACION DE LOS DOMINIOS EUROPEOS Adeline Rucquci 2, Tierra y gobierno en la Peninsula Ibética medieval 43 Xavier Gil Pujol 3. Integrar un mundo, Dinimicas de agregacién y de cohesién en Ja Monarquia de Espafia o José Javier Ruiz Thais 4, La integeacién de los Paises Bajos en la Monarquia hispénica 109 Gaetano Sabacint 5. El espacio italiano de la Monarquia: distintos caminos hacia una sola integracién 153 LA MONARQUIA PORTUGUESA, PROCESOS DE INCORPORACION PENINSULAR ¥ DE LOS DOMINIOS ULTRAMARINOS Pedro Cardim y Susana Minch Miranda 6. La expansién de la Corona portuguesa y dl estanuto politico de los teritorios 183, 5) 6 isoce LAMONARQU(A ESPAKOLA. PROCESOS DE INCORPORACION DE LASINDIAS OCCIDENTALES DE CASTILLA Bernardo Garcia Martinez: 7. Nueva Espasia er cl siglo xvi: territorio sin integracién, “reino” imaginatio Manfredi Merbuzzi 8, Los Andes fa constitucin del Perd virreinal Griselda Beatriz: Tarragh 9, Espacio, recursos y territorio: la gobernacién del Rilo de la Plata durante ef reinade de Felipe V LA MOVILIDAD YLA CIRCULACION COMG ARTICULADORAS DB LAS MONARQUIAS IBERICAS Marcello Carmagnani 10. La organizacién de los espacios americanos en Ja Monarquia espafiola (siglos xvt a xv) Bernd Hausberger 11. La conquista misionera del noroeste novohispano, 1599-1620 Nelly Sigant 12. La circulacién de imagenes en flestas y ceremonias y la pintusa de Nueva Espafia ERLOGO ‘Thomas Calvo 13, Pisando huellas. Bl devenir de la soberania: de conquistas, rupturas y revcluciones (siglos xv1-«1x) 243 255 281 331 357 47 ESTUDIO INTRODUCTORIO Oscan Mazin y José Javier Row Inez! El Colegio de Mexico! Universidad de Murcia L. Las Monarqutas, sus TERRITORIOS ¥ SUS MISTORIAS Cual fue el estatuto juridico y politico de tos dominios espafoles y porcugueses de América es una cuestidn que empieza a ser objeto de reuniones y de eoloquios académicos. Desde luego, no puede plantear- se prescindiendo del conjunto del cual las Indias occidentales formaton parte, es decis, ls Monarquias ibéricasyPor otro lado, ese interés corres- ponde a un momento de renovacidn historiogefica segtin el cual las his- torias nacionales dejaron ya de ser paradigma. Resulta dificil sostener, al menos en tézminos académicos, que la historia del periodo virrcinal haya de hacerse mediante la mera acwmulacién adisiya de las genealo~ agias nacionales. de las actuales entidades politicas.jNuestras preguntas han ido cambiando y no podemos ya eludir la analogia, yuxtaponer realidades geopoliticas, buscar diferencias y semejanczas para emprendet cunuiparaciones mis sistemsitieas. Qué nos dicen por lo pronee los pre cesos de incorporacidn de los diversos émbitos geopoliticos americanos a las Monarquias ibéricas durance los siglos xv a xvitt? Cualquier tipo de respuesta requiere de una mirada previa a los dominios ensopeos de esas monarquias, entender las dindmicas de la Peninsala ibérica, de los Paises Bajos y de Italia. :En qué difiere la incorporacién de estos Ambi- tos respecto de las Indias Occidentale? cuestidn, ésta, que tiene muy poco de ocioso, ya que fa afirmacisn de la singularidad y la especifici- " En fo que respocta a José Javier Ruiz Ibe, esce trabajo ha sido realizado en cl marco del prayecta de investigacién “Flispanofili, la proyeccidn politica dela Mo~ rarqula Hispiaica (Ds aiados externos y refugiados politicos (1580-1610), edigo HAR2008-01107/Hise. del Ministerin de Ciencia e Innovacisn de Espa, vr 8 oscaR MAzls Jose javteR Rutz MARE dad americanas silo se puede sostener y evaluat, sise quiere obviar un razonamiento puramente telealégico, desde la comprensién de la exis- tencia de un marco cultural ms 0 menos comin a dichas incorpora- ciones y desde el estudio de dindmicas parecidas y afines. Responder a la pregunta de cqué tuvieron de excepcional los meca- nismos de incorporaciin americanos? es, pues, imposible, si primeto no se analizan las otras formas de incorporacién en la Monarquia. Des- de esta perspectiva, 0 sea, desde el andlisis Frente a la definicién previa, «s desde donde se plantea la arquitectura de este libro,? Su construc- cién se apoya en la renovacién de los estudios sobre el pensamiento, la prdctica politica, le internacionalizactén #fectiva de la investigacién y sobre la formacién siempre compleja de una comunidad internacional y posnacional de bistoriadores.’ La superacién del exclusivismo nomi- La genealogiainelectual de este volumen se ubia eo te eoaflucnci de los suds particulates tbe los viteinatos americans ys reac coa la Monae ‘misma que sea ven desareollando en lo cocantea los dlvesosteritorios europeos de aquella lo arg dela década de 1990 yprimea de et siglo, mediante eunio~ ez de hssriadores de diversa procedencia gengrificay de formaciones plates. No feneinesaqu espacio merece de hecho un trabajo en i mismo~ para deullar dich cvolcib, Sin embargo, ses preciso manifesta gue una lecraraatenta de ls vli- snenescolcivor mas gic producios en ee content pert epear cm sha pasado dela mersenunciacn de easo aura pradacci historogefica ncaa cn cl intercambio de caperiencas, a mismo tiempo que se va amiplianno el campo de Ciscasin com la fracture, augue an no euprar, dela separaiénense los Abies de eseuio europeesyamercanos. Si part Is década de 1990 la izupeion de uo 1 ‘tuo artical ramalsnico en an vokamen sobre uno de los dos hemisfvios parcta amplicon la func del exedto neces, hoy da ls woldmenes gue enfoca a “Monerqui incorporansin complejr, sin decordn, wabajs de ambas procedencs. Podemos hacer wn rea de x trabajs ns significarivos caya eenura permite vere Ua peer, sn dein ehaustvo, ana verdader,aanguilay poe retriarevlucin bistariogrfixs pmo de partd se puede siuar en fa Secién monogrdfies dela tevista Relaciones, "La Monargua espaol: grupos politicos locales Fen aa corte de Made” (1998, 0 78, vo. XIX}: en Jos vakimenes resultado de lay Conmemo- tacos de los Centenirios Felipe Ty Carlos Vy en Gonuands Atvases y RUIZ Inter, Lo confor posteriontente x puede ideniicar esta elesin eo bees cctados por Ganela Caxcla y Awvanez-Ossonio, La Monavgaia,o en Rizzo, Roz Tine y Saparis, Le Percy oda Iegatse hasta las ediciones recente de YUN Casatreis, Lar Ress Cater, Lats Center verraes, Rv Lad 2, Las mii 9 Sanacont, Comprendere * Sobre la produarin recente aera de las Monarquis Toéricas,vése Mazin Goce, Une wencana,y Ros ince y Visca Kut, Mira de Epa, ca. 6 rsruplonTeepUCTORIG 9 ativo tan caro a Ja historia institucional mas rutinaria y plana, pero tan alejado de la historia institucional més ineeligente y dinamica, invi- ra desde hace un par de décadas a plantear como imperativo cientifico comprender las realidades politicas singulares en un concexto plusijuris- diccional, donde el conflicto era la nora de gobierno. La interaccién de la prictica politica, con sus mitiples realidades coytuncurales, surge asi como un espacio adecuado para aproximarse a entender qué {pero también cuando y cémo) tuvo de singular y de diferente fa incorpora- cién de cada uno de los territorios bajo la soberania de los Reyes Cats- ficos y Fidelisima; Reconocer [2 legitimidad de una historia de la Monarquia como tan ente en si mismo implica superas, y ya va siendo tiempo, los luga- res comunes establecidos por la historiogratia fundacional de la nacién cn cl siglo x1x En sus apuestas intelecruales, dicha histoviografia cium pli6, 0 quiso cumplis, con el deber histérico de justificar un modelo politico radicalmente nuevo, pero que necesitaba de un plus de legici- midad que sélo le podia aportar la construccién de un pasado gue se institufa en ese tiempo verbal inexistente que es el presente imperfecta, Por el contrario, entender la historia de las Monarquias ibéricas desde * Esta formulacién, central pars ls historiogratia actual sobte el per palin cn ls Edad Moderna, se sostiene tanto en los excudios de caso como en la reflexiin de lo que se hu dado en Hlasar el debate sobre el Estado, Hay que recordar que supers la tendencia a proycetar fa Kea estaralisa simple (que bien se puede resumir en a bnisqueda en la época moderaa de una adminiseracion butocrisicay en la ceparacién eta entss loo cafes de bo plblico y lo privade) reepecto al extadio de Too focmas paltias, ha peracid aproximarse a éstas desde su propia lesttmidad (muito menos definida) y su propia constraceién juidica, poiveay culrural. A-centar la eflexin enc cantlicto do jursdiccién come clemento central de eercicio del gobierao ondi= natie, muchos de fs a priors que se concebian come imprescindibies para entender ls eta vieweinal deben de se replanteadas, ya que la colaboraciin y el conflicto eran «spresiones de la mista realidad politica y la dominacién regia implicaba mucho mas 0 su produccin y seprodueeidn gue la actuacién de su asministraidn directa. A diferencia de logue se podia pensar en ls décaclas de 1970, 1980, la esabiliad de la Monarquia no dependia slo, y seguramente no sobre todo, de fos recursos siltares profesionales que podia moviira, sino dl grado de coaperacign y coopiacitn de fs ues locales, indepenientemente de ma se denominaran Stas. No hace falta aq volver a insisee sobre los trabajos de sobra conocides le Hespanha, Clavero, de Dios » Fernandes Albaladej pero se puede recordar lo efteaz gue resulta esta forma de nilisis cuando se emmplesen a prictca, convo suoede en el caso sjemplar de Sestaun, Le Portugal 10 Oseam MAziN ¥sosejavIER aUte ARE sus pricticas y desde sus) propia(s)legitimidad(es) carece de tan altas pretensiones, busca simplemente comprender un mundo que, ya sea ‘que tesulte evocader 0 que nos repugne, hace ya mucho que pericliss. El andlisis cientfico es mas modesto que la proyectiva politica y social, pero también es mis propio de los historiadores que, al menos desde Polibio de Megalopois, intemtan comprender la realidad y no definitla, El avance cientifico de las iltimas décadas nos coloca en una posi- cin privilegiada para superar las viejas barreras (politicas, geogtificas, cronolégicas y académicas) que habfan encerrado alas reaidades moder nas en mbitos de esencialidad. Hay que insistir en el florecimiento de los estudios sobre laprictica de gobierno y de la obediencia, la construc= cién social, la defin.cién identitaria, la circulacién de personas, objetos, ideas y cultura politicas que sostenian el entramado imperial’ Ellos permitéa'e ta generacién de historiadores comenzar a aproximmarse a las realidades modeenas desde el analisis de probleméticas globales; la mas importante y la mds obvia de las cuales es cémo se incorporaton los tertizorios excraeuropeos en un conglomerado cuyo centro estaba en el Viejo Continent Desde luego, hablar de incorporacién no se puede hacer sin consi- erat que ella se fineé en una tzadicién de incorporacién de reinos que provenia desde la plena Edad Media, cuando los en su origen residua- les principados cristianos del norte de la Peninsula fueron no sélo ocu- * La reflexién soe la cnclacisn en las Ambitosibéricos ha procedido de di- vets lineas de tbsjo avanzadas décadas antes: por un lado, la historia econémica Jj de ler comunidaden mereantiles y meresdor Anancioeos (an sujaea transnacional por defiaiisn) y por cl otro, lx propia historia politica y cultural con los anlisis Sobre fos mecanismos de crealacisn de personas, objetos y discurses politicos. En todo caso, éta ha sido una de las vias analitices mais fétles de la Uhima déca- fa, como muestian Ice sigalentes trabajos destacados, sin querer agorar el tema: Morts, Mercats Z6S%0%, E:pagnals Huzoe, Defining Nasions Gaozsnsxt, Les (quatre parties, Stgachsano, El poder: Sausnexo, Une ville, Paiovra y Savers, Le commerce: SrubntcKiCreneet, A Nation; Cxssro Sovat, Mercadenesailéntioos ¥ Comunidades sranmasionaless Guewea y Da Luca, 1 mercars; Yux Casati’, ‘as Reder, Dower y Ruiz lade, Las Monarguias ispdnioas La tneoeporacién con Fueraa de Ia bistorix d= las cepresentacione, los discursos y,en genera, la cultura ‘como medio de andlisis de las ceailades politcas compleja, fs abierto un espacio de rflexién comin en que se verifies, sin demasiada difieulcad, que ls consteuccidn Aiscursiva de los grupos de poder y de las institaciones en el mundo ibérica contaba ‘con uta mma base celtural sobre los avances et histori poli recieate véase Gut Pupor. "Culcura politica” y “Epiloge ESTEDIO METRODUCTORIO. 11 pando territotios, sino qui los dotaran (en Valencia, Mallorca, Toledo, Cérdoba, Sevilla, Jaén, Murcia y Granada) de un entidad jurfdiea pro- pia; que sien ocasiones se reinventaba wn pasado romano, godo o epis- copal, dificilmente se podia ocultar la herencia inmediata de las caifas musulmanas. Por ello no es sorprendente que, como la expansién ibé- rica de los tiempos modernos se gesté en la Edad Media, ésta presente continuidades insospechadas en lo que habria de ser Iberoamériea. Si la dignidad del tertitorio dependié de su estatus y antigiiedad y tradu- jo mundos juridicos politicos diferentes, el mismo razonamiento que se hacia para la transicién de capital de una taifivemirato a la capital de un reino pudo hacerse para el “imperio” de los “aztecas” o para el de Jos “incas"y! Parece superfluo, pero no es ocioso, vistas algunas opiniones asenta- das, recordar que el Antiguo Régimen fue un espacio de desigualdades sesenciales; ninguna persona, ningiin territorio, ninguna ciudad, nin- gin entidad politica y ninguna institucién tuvo, ni podfa tenes, exac- tamente la misma dignidad que otra, sino que ellas experimentaron un conflicto permanente por defini jerarqaia y precedencia; un conflicto consustancial 2 un orden social y politico definido por la singularidad privativa.” El privilegio y su acumolacién se construian y sostenian sobre uun marco complejisimo ¢ inestable de leyes positivas, costumbres, cons- trucciones histéricas, falsificaciones genealdgicas y pricticas sociales mas 6 menos legitimas. Que un terrtorio, fvera el que fuera, se Incorpora- 1a, no podia decir, ni nadic lo esperaba, que lo hiciera de manera igual que los que ya formaban parte de los dominios de fos Reyes Catdticos y Fidelisimos, Pero dentro de este marco sf existieron mecanismos mas ‘© menos universales para desarrollar y pensar esa operacién. Los “procesos de incorporacién” son diversos y complejos, guardan. proporcién con la inmensidad geogréfica de las monarquias. Come es sabido, cada cipo de incorporacién ~por unién dindstica o sucesién, Sobre e tema de as apropiaciones terrtorialesremitimos al eseudio de Car- clim y Munch de este mismo volumen, Para el estudio parallo de los aggumentos ‘movilizados acerca de la incorporacién del Nuevo Mundo y el case portugués, vase Ropricurx Cit, La éncarporaié; los elementos jusiicas de la propuesta de incor poraciSn indireota de Francia (va a suossién de Entique HI y de a cleccin de Isabel (Clsta Eugenia) en ISvearruct, “El letento! ‘Que ampli l conjunco insciraclonal la ogica desorollada en CLaveso, Tea (2 oscanscazn jose javieR nue WARE iado por dos categorias: la agregacién y la integracién, Ellas se hacian eco, respectivamente, de dos principios de la cradicién juridica: aegue prin- cipaliter, diferenciador respetuoso de leyes, fueros y privilegios de cada dominio como sie rey Fuese sefior sélo de éls y aquel otro que hizo de ciertos dominios entidades accesorias de la Corona de Castilla y, en con- secuentia, una especie de parte o pateela de fa misma,’ En la década de 1620 tanto el Conde-Duque de Olivares, vatido de Felipe IV, como et jurista Juan de Solérzano Pereyra, comprendieron los territories ameri- canos en el segundo de tales principio? Sabemos, sin embargo, que la puesta en efecto de fa agregacién (estauto diferenciador) y de la integracién (estatuto accesotio) encon- x6 dificukades y salvedades en aquel mundo de urgencias fiscales y militares de un estado de guerra permanente expuesto, ademas, a la rivalidad entre las monarqufas europeas. Por otra parte, las tenden- cias hacia el unitarismo y la centralizacién administeativa pusieron limites, 0 més bien definieron ef marco de la capacidad de negocia- cidn de los grupos rectores locales de los tertivorios americanos de la Monarguia. Con todo, estos titimos defendieron grados diversos de autonomia apoydndose en estructuras de gobierno y administracién semejantes para todas latitudes, La gama de expresiones y de respuestas de los “procesos de incorporacién” nos invita, en todo caso, a proce- der con cautela y ¢ evaluar con flexibitidad haste qué punto las rea- lidades americanas padecieron un ethos singular més alld de fa deriva de la historia nacional. 5 1a inscauracion o restauracién de la auvoridad regia se electus en cada territorio mediante procesos que guardan similituces importantes afirmacién de una sola confesién religiosa, hegemonia de la violencia y reconocimiento de la posiciOn de las lites locales.® Este elemento uni- ficador se reforzé por la apropiacién casi universal, antes o después, del discurso de la incorporacién voluntaria con un fundamento transcen- eleccidn, anexi6n © conquista~ admitié un estatuto diference mé ® Exnors, "A Euupe’, pp. 11-12. 9 El eexto del Gren Memorial, él aho 1624, se puede ver en Euusort y De ia esta, Mrmorialer, pp. 43-110; en particular la p. 93 para ef origen de fa soberania de los eerrtorins pertenecientes aby monarquia. Juan de Soléreano Pereyra se refiere 4 atnbos principios en su fidlarwn Juve (1629), libro 2, eapfeulos 23, nimewa 63 y capitulo 24, nimeto 16 siguientes y ene! ibro 3, capitulo 1, basta et nimero 13 Ruz Inez y Sanaruss, "Monarchy 25 Conquest Estupio merRopuCTORIO 13 dental por parte de cada sefiorio, dado que la relacién de afecto funda- da para con el rey implicaba una mayor dignidad en un mundo que, ya se ha indicado, resultaba enormemente competitive. Asi, pues, pese a su diferencia jurisdiccional, dentro o fuera de fa Corona principal del ‘entzamado de la Monarqufa compuest," las incorporaciones 0 reincor- poraciones siguieron vias politcas con resultados sociales ¢ institucio- ales parecidos, lo cual es Kégico dado que se desarrollaron mediante la construccién de un Ambito culturalmente conuigt; posteriormente ten- dicton a pensarse bajo los mismos pardmetros interesads. Pot si fue- sa poco, los diversos tetritorios ahondaron en sus similitudes, reales 0 ficticias. A ello contribuyé la activacién de una circulaciéa enorme y de una no menor competencia jurisdiccional ante el rey:! intervino, igualmente, el desarrollo de un modelo social que tenfa, pese a las cspecificidades locales, similirudes importantes. Una de éstas, la movi- lidad, permicié construir consensos, reforzar ls autoridad arbicral del soberano y dosificar el descontento de las elites locales." ° Por uiliae Ia conocida formulaciin clisica de Euxsorr, “A Europe”, que hha encontrado un importante eco, aunque no tantos anélisis sobre su operatividad, Resposto al eseudio de lis Monanyelasibéticas, on exe seaid resulta imeresacte Jeetura de Gr. Pujor, "Visidn Europes". " Remiimos alos estdios recientes sobre la cultura cortesana,claborados en gran parce en el entorno del equipo de José Martine Miln con los aports de his (oriadores como Bernardo Garcia Garcia y con el andlisis de fa proyeccién de dicha cultura politica a los ambitos de los reinos dela Monarquia (CANT, Las Cortes virei- ale), Flos se vienen eariqueciendo con una linea de investigaein todavia en pleno Aecarvollo, 2 saber, el seguimienta de la delegacionee corporativas en al entarna del saberano 0 de sis repreventantes: véase Bravo Lozano, Kipacis de poder: Mazi Gone, Gestore ° Esbien conocida la abundantehistoriografia, en la esa de ls trabajos de A. [M. Hespanha sobre la gracia come fundamento del poder regi en la Edad Moder No obstante, sec may inceresante un estudio ea profundlilad de su concrecién en ‘ada terrtario y de le implicaciones que las mercedes tuviton en la deivacign 0, al menos, ela tolerancia de ks cambios de definicion de la autoridad ral. Respecto de 1a movilidad socal, igada o no a fa movilided espacial, la investigacign de los sfios 1990 ha vuelto obsoleta la vieja imagen de una sociedad estable y coherence con el liscurso de onden que l sustentabas de aueso se pucde considerat la idea de rflexio- nar acerca de cémo exa movilidad constitutiva dela sociedad moderna se aplicd sobre terrtorios distances y con formas juridieas diferenciadas y que efecto euvo sobre Tos mecanismos de canstruccién politica y socal. Sobre la movilidad, aunque mas cen- twada en los grupos poderosos, véase Sonia Musa, El cambio iamavily La nobles Gomez Goszitez y Lorez-Guaoaiurs Mosoz, La Moviided. M4 oscate Maze se pve RUZ BAEZ La singularidad americana no podia obedecer s6lo a la conquista (que también se dic en Granada, Népoles, Navarra, Mikin o Portugal)’, al despliegue de wna violencia inusitada (de la que participaron también, aunque en grado diverso, los tetritorios castellanos, valencianos, arago- nneses, navattos, napolitanos y flamencos), la cristianizacién falgo que también se dio en Granada y, sui generis, en la reconguista de los Pafses Bajos por Alejandro Farnesio) o al desartollo de un gobierno indirecto yal pactismo con his elites (dado que los estudios sobre fa prictica poli tica muestran que igual de indieecto era el ejercicio del poder en Euro~ pa, salvo en aquellos casos, muy limitados, donde la guetta hizo que el soberano concentrara sus recursos milicares).” Asi, pues, Ja especifici- dad de los reinos ce las Indias no puede buscarse silo en la existencia de un modelo difesente y propio que pudiera ser identificado sin dema- siada dificultad como un modelo “colonial”. Como se acaba de indi- car, los principales rasgos que hasta fechas recientes se suponfan como definidores del litoral occidental atlintico de los Habsburgo, Avis 0 Braganza, no fueron sino la aplicacién local de una culeura politica en continua redefinic Sn, propia de la época; algo que, posiblemente, sea as cuestionable para el caso afticano. Por lo demds, también parece discutible aplicar ala relacién entre el soberano y sus terrtotios ammeri- canos en la Edad Moderna temprana una Idgica propia del siglo xvi en todo caso, una légica que s6lo se pudo formular después de fa revo- lucién fiscal de mediados del sigio xvu. $i para los contermporsineos de sca tiltima centuria, Castilla era las auténticas Indias de Europa pot los recursos que aportaba,'* es preciso preguntarse si las adaptaciones 2 * Rove tndtuz.y Sanarint, "Monacchy as Conquest’: para cl caso portugués, jnta a ta bibliograffacitada en el capitulo a él dedicado en este volamnen, hay que sear Ja aparicin dl libro de Vat.ananes Rassinx, La conpuisca, durante peo ceso de eds, "Las principale Sineas de discusin sobre el significado politico de los cam= bios acaccidos en Ia Castilla del siglo xvut se hallan desarolladas en Tuowrsos, “EL debate” on "La movileacion de recursos nacionales y en Ja wsis de Down. as como en los trabajos reunidos en fe bibligrafia de la nora 2 de este texto. Pars una ‘isién de las exmbios administraivos en la Castilla del siglo xvi, véase CARCHLES pe Gea, Frande "Una parte importante de ls historigrafia(aucores como, entte oteos, YUN Casaunuia, Mare, parce [V; Mascos Manis, “Fue la Ascalidad?™) viene Insis- tiendo de forma muy comvincente en lo decisive que results para fa economnia la sociedad castellanas la descapitalizacin que supuso el mantenivniento del Imperi, EsTUBIOANTRODUCIORIO 15 la gestidn més comisarial del poder regio caracteristica del siglo xvut, frente al eisico jurisdiccionalismo, fueron un proceso de conversién del espacio americano en “verdaderas colonias” o se traté simplemente de Ja exportacién a los tersitorios castellanos no peninsulares de unas for mas de gobierno que, de ser extraordinarias en el siglo xvi, pasaron a constituir la base misma de la administracién,) Por supuesto, es preciso aclaraclo?, comprender fa existencia de un, xécalo administrativo y de una cultura politica social compartidos no implica afirmar de maners teleolégica que todos los Fendraenos que se dieron en la Monarquia compartian un mismo sentido, una misma otientacién y uaa misma cronologta. Todo lo contrario: reconstruir Jos elementos comunes de la Monarqufa implica poder aislar aquellos que singulacizaron a cada sefiosio en cada momento. Esta empresa no se puede desarrollar ignorando los aportes decisivos que las historio- grafias de base definida (nacional, geografica 0 temética) han seali- zado en el diltimo siglo. La gran herencia de fa historia institucional, social, politica, econémica y cultural es determinante para reconseeuir tuna historia global de la Monarquia. Global, pues es algo mis que la comparacién o ja conexiGn de realidades del pasado, pero que cenfan una separacién radical, algo que la hermenéutica, el sentido comin y la investigacién reciente desmienten. Encze los diversos verticozios que se incorporaban en lx Monarquia, las Indias eran unos entre rantos, aunque posiblemente los mis importantes y los que més marcarfan si posteridad; pero en ellos y con ellos se dievon aquellos fendmenos (¢is- cursos de unidad, intercambios culeurales, articulaciéa por situados y Greulicida de persons)” que ligason a la entidad pollica enediante algo més que kx mera unién dingstica.® imporcancis que no afecté de igual manera nia los otros émbitos théricos ni a Ia eneralidad de los sinos de las Indi. Elementas que constituian Is articulacién de la Monarquia come an ente politico en s mismo, sobve el que se construlan rede de inceresesy preticas politicos {que sransformaban el reparto social del poder de manera decisiva; Roz Inde y VancanT, Historia de Expat, p. 327. Las divers formas de Incorparaciéa personal y corporativa a la sociedad politics poiterritrial pasaban por la eonstruceisn de un digcurso que inegrabsa de "manera compa e inestabic los diversos elemencos propios de las entidades carpe: rativary por la salvaguarda de los privilegios de su elite rector; por la definiciia de 1a celaciin matrimonial ence el sey y el principado y por la definiié de a fidelidad propia dl sito; odo ello en un mateo que, hay que insisct, imponia cor Io 16 SCAR MATIN ¥ Jost savUER KUTE RANE, Es significative que muchos de los postulados sobre fos que se fun- dda una aproximacién a la historia de la Monarquia se basen en el resul- «ado de estudios concretos sobre la practica del poder local o cortesano. La generacién de historiadores que estuvo activa en la década de 1990 desarvollé una reflexién sobre estudios de caso desde épticas mitkiples {que no contaron necesariamente con una misma genealogis historio- grifica o con los mismos referentes analiticos. Lo inceresante de estos estudios es que, dejando de lado aquellos més escolésticos, sus puntos de llegada se inscriben en un espacio amplio de discusién que cuestiona los lugares comunes que se habian consolidado sobre el funcionamicn- to de la Monarquia, la articulacién entre centro y periferia, la gestién local del poder a fr culvura politica,” Estas investigaciones de finales del siglo xx se reconacerian en trabajos que, al menos de principio, no se habjan desarrollade en ambitos “terniticos” semejantes; que dieron lugar a tna reflexion que hizo saltar en pedazos los bloqucos académi- os que separaban al debate historiografico entre especialistas de tema ticas parecidas aplicadas a teritorios diferentes. Desde amplios sectores se ha comenzado a reflexionar en comiin como resultado de inquiett- des proxitnas y del :rabajo del historiador y no, afortunadamente, como resultado dela aplicacién de una “gran agenda” o del seguimicnto décil de la estela de an “gran historiador”. Hoy dia, identificar los elementos especificos de la incorporacién de los reinos de las Indias en fo que fueron las Monarquias Ibéricas no se puede hacer sin considerar, en primer lugar, hasta qué punto dicho proceso se asemejaa se alejaba (por la diferencia geografica, la base idolitrica de la poblacién somerida, la lejania de la persona del rey, la existencia de diferencias castizas, etc) de lo que habfa pasado en Furo- pa. Dos elementos emergen a la hora de aproximarse a su realidad: el ‘modelo jusidico-cuitural occidental que matcaba su posicidn y el devenir politico-administtivo, Asi, si se quiere afirmar que los reinos ameriea- nos (y sus integrantes) tenlan una menor proyeccién en la Monarquia ¥y que contaban con mayores dificultades a la hora de toma fas deci- siones, es preciso considerar que sw estatuto juridico los hacfa corres- recuerdan bien ls confliios de precedencia) explicica la jerarquia propia en detsi- mento de las de los demise teritoris. Sabte ese sentido. la recepebilidad y lo abe lidad de ls dscursos,véase Gxt Pujot, "Un sey": Fersinvnez Ataatapeyo. "Uniéa dealmas’; Taompson, “Castilla” y "La Monarquis’, FLowistAn, “Universalisma”, » Gin Posor, “Del Bstado” ESTUDIO INTRODUEHORIO 17 ponder a una visi6n jerdquica de la dignidad de menor posicién que ‘ros, por set tertitorios conquistados y con conciencia de conquista; seforios incorporados inds tardiamente a la Corona de Castilla que los | reinos peninsulares y con menor tradicién historica. Esto no significa ba que carocieran de derechas.o de capacidad de representacién, sino ‘que debian circular por.el.mbito que les correspondia desde esa Posi- cidn de origen.® Se trataba de un orden social y de una administracién en que la jerarquia era elemento central del ordenamiento politico. Asi el caric- ter subalterno de las Indias no debe interpretarse sélo come subor- dinacién, sino como ubicacida administrativg. A ello se sama, come segundo factor, que el devenir politico (y, consecuentemente, los medios efectivos y simbélicos de incorporacién) dependié, s6io en par- te, del punto de origen. La evolucién de la relacién entre un territorio y la Corona estuvo condicionada por miltiples factores, pero transité esencialmente sobre Ja simbiosis fundada en los binomios gracia-jus- ticla y obediencia-fiscalidad, encendidos estos términos en el senti- do més amplio posible, Los estudios recientes sobre nobleza y corces (ya fveran las virreinales o la centsal)insisten en el peso de las redes clientelares, y sobre codo las de la nobleza ciculada, para vehicular las mercedes regias y estar presentes en la toma de decisiones del Impe- rio! Pero una auseacia de dichas mercedes y de dicha atencién limi- 16, al menos hasta la revoluci6n fiscal, Ja capacidad del rey para alterar en sit beneficio la contribucidn que sus sibditos debian entregarle de % De ahi la necesidad continua de construi edificios cecéricos que mostra ran la antigtedad, la dignidad, la incorporaeién por consenso y no par eonquista y la Aidelidad de cada terstovio, diseurso que para el siglo xvi fae eomtin en casi todos los territories de la Monarqufa (ARRIETA AlmeRot, “Las formas de vinculaci6n’) y que en las Indias occidentales ha sido identificado como el origen del erollismo, aunque so lecvura contextualizada muestra que mus bien se «rac cel traslado mis-0 menos mecinico de un género literatfe-bistricn que Fue cualquier ‘casa mens expecifico, Ents discursos sirvieron para desarrollar de forma compe Uitiva el modelo civico que se vina definiendo desde el siglo xv (MARcos Mazin, "Percepciones”) y que explics la proliferacin de historias urbanas yregnicolas que se dic en las diversas seforios del rey catdico (Kacax, Cito). Son de destacar Jos ttabajos sobre el easo aavarra, pero en comparacién eon ottas espacios de FLORIS wiv netzcon, "Ex Hostibus", “;Conguista?, "Las incorporaciones”, “Examen” y "Polémica® 3 Yun Casaustna, Marte, pp. 353-356, 8 Oscan Mazin O96 JAVIER RUIZ BARTZ forma legitima.® La lejania de la guerra y la incapacidad para contar con agentes sobre el retritorio a quienes premiar con gracias, impedia al soberano altera: de forma efectiva el reparto del poder. Paradéjica- mente, aunque 56.0 en apariencia, los seftarios cuyas elites recibieron mayores gracias del soberano (Milin, Castilla y tos Paises Bajos) fie ton los que suftieron el mayor incremento fiscal a lo largo del siglo xvit, Las lites americanas y de la Corona de Aragén, a quienes se podria aftadir Portugal hasta 1640, resistieron mucho mejor fos inten- tos de un incremento fiscal que debilitaban su autonomia politica, precisamente porque no se veian compensados por una acumulacién de mercedes que les permitiera travestir su identidad como servidores directos del rey.” En estas condiciones queda por explicar, sin recurrit a la ret6riea victimacia af uso, emo los mundios americanas pudieron Jset “colonia” en est centuria, mientras Castilla era "metrépoli”, Antes [ de poner calificativos Faciles es preciso, por lo tanto, reflexionar sobre las incorporaciones diversas a la Monarquia. Es precisamence esto lo que hace este libro desde una éptica poliédrica 2, BL ANMLISIS DE UNA REALIDAD POLITERRITORIAL, DESDE LA COMPLEIDAD HISTORIOGRARICA Por fo ranto, este volumen se ubiea en un espacio historiogréfico a la vez. nuevo y respetoso, aunque critico, respecto de las herencias reci- bidas, En él se presenta un conjunto de interpretaciones de las formas de incorporacién puntuales is la Mouargu, colada cn igaaldad de condiciones las que se efectuaron en los Ambitos europeos y en los ame~ ricanos, Desde ahise puede reflexionar sobre los elementos constitutivos de cada una de ellas. EL libro es el resultado de una reflexién comin (lo que no significa, ni busca significar, que sea coincidente en sus hips~ © Bn Aragé, sche wo despsdel facto de as pleas de inceata Asal no nepotad,sevolis a una aga enente con as cli qucha dado lug aa slscusin acre dl sei de aqua en dl context del ordenamien arcade Sus teatro eipectode ry, ee Gu Pou, "La Coton =" Pars una vita general de estos cbs se rmite tnt los eabajos reo- eilos en la nora 2 cone a aiuto liso de Thowsox, “La manila’. Una ‘hidn generat de lor lero tector, sobre tad eutopeos dela Monargula en Sront The reine, : i EsTuote neTRopUCTORIO. 19 tesis 0 conclusiones) por parte de la mayoria de los participantes en las Ill jornadas de historia de las Monarquias ibéricas: Las Indias Occiden- tales, processs de incorporacién territorial que tuvieron tugat los dias 25 4427 de septiembre de 2007 en El Colegio de México, organizadas por gu Centro de Estudios Histéricos y por Red Columnatias participa- on asimismo el Centro de Estudios de Historia de México Carso, la Universidad de Murcia, fa Fundacidn Séneca y le Agencia Espaitola de Cooperacién Internacional y Desarrollo (azctD)3El lector puede com- probar que la respuesta a esa problemética comiin no es uniforme, sino que federa, como debe hacer toda empresa historiogrifica que huye de las falsas escobisticas, las diversas perspectivas desde las que se ha reio- vvado la historia de las Monarquias ibéricas: especialidades sobre las que, como ya se ha indicado, se finca la riqueza de las nuevas aproximacio- nes a un objero ckisico que se convierce aqui en radicalmente neyo, Estas instituciones apostaron por la construccién de una aproxima- cin compleja al pasado global de Jos territorios que compusieron las Monarquias ibéricas, un andlisis que en sf mismo constituye una sidad cienuifica ineludible, por lo que los resultados de esta reflexién, actualizados en la forma de este libro, se integcan plenamente como un resultado concreto de la Accién Integrada “Vestigios de un mismo mun- do, Valoraciin e idemicacién de los elementos de patrimonio histérico conservado en de las fronteras de fa Monarquia Hispénica en los siglos xvi y xvi IT: Pueblos de Indios, festividades, Archivas y fortificacio- nes”, del Ministerio de Asuntos Exteriores, Agencia Espaiola de Coope- racién Internacional y Desarrollo, aecién del Programa Intetcampus de cooperacisn cientifica e investigacion interuniversitana entre Espana € Tberoamética, cédigo 4/030675/10. No se trata, y en ello hacemos énfasis especial, de wna lectura que se agote en la yuxtaposicién de los textos que integran el volumen. Es cierto que cada caso resulta importante en sf mismo, pero es mucho mas interesante ver las paginas que siguen como un todo poliédrice que proyecta la forma de fa Monarquia sobre ls historiograffas que la inten- tan comprender. EI lector tiene la posibilidad de imterpretar cada caso aqui propuesto desde la realidad que suponen los demés; pero también Ja de averiguar los ejes centrales sobre los que se funds el poder de los Reyes Catdlicos y Fidelisimos y fa incorporacién en sus dominios de sus sibditos americanos, sefiorfo éste que repercutis igualmente en el imaginario de las sociedades indianas. Se trata no sélo del aspecto que 20 OSCAR MaZte Wook Jaview ADIE IAS, articula entre s{ los diferentes dominios, sino que contribaye a expli- car la capacidad de resistencia y supervivencia, es decir, de duracién de las Monarquias esoafiola y portuguesa, desde luego superior a la de los imperios francés ¢ inglés, Esto no significa invitar a una lectura caética del volumen, sino toda lo contratio, Antes de comenzar se destacan las lineas maestras 0 articuladoras de esos procesos. Se puede haccr en tres momentos 0 tr2- ‘mos: ei primero es un balance de los espacios europeos de las Monar- quias: el segundo descaca peculiaridades de las Indias de Casilla y de Portugal; el dltimo aborda la cuestidn de la movilidad y del imagina- slo como aquella que da consistencia al conjunto. Por lo que hace a la Edad Media, Adeline Rucquoi subraya que la preservacion de leyes y privilegios de cada uno de los reinos ibericos supuso un vincule con el rey que no fue unipersonsl, sino que estuvo Fincado en la relacién del individuo y de los cuerpos sociales con la tierra dela que eran oriundos, a diferencia de lo ocurrido en Francia, donde el rey no pudo prescindir de los actos que le garantizaban el vasallajg; ni de la necesidad de unificar y aun de uniformizar en torno a su dinastia todas as regiones que se consideraron parte de la Francia carolingiay En Ja Peninsula ibérica se es, pues, “natural de tal tierra” y no simplemente stibdito. El pocler del monarea es ahi de carécter imperial, fo que equi- vale a ejercer un poder supremo de vida y muerte en razén de ser ef rey vicario de Dios en la tierra y de haber recibido el imperium, mismo que 10 presupone la unidad politica, lingifstica, fiscal o religiosa del espa- cio dentro del cual se ejerce. Ahora bien, para Rucquoi “ser natural de” se articula con el gercicio de aquel poder mediante cl hecho de haber escogiddo Dios al soberano para regir un territotio previamente pobla- do, "Obedézcase poro no se cumpla”, Ia famosa frase acufiada en el sigle x, atestigua de la supremacia de un concepto de poder abstracto y de su reconocimienta por tados, sobre su efectividad. Consecuentemen- te, los naturales podian llegar a oponerse al rey con tal de salvaguardar el bien de la res publica. Por eso fos nobles exiliados se “desnaturaliza- ban” de la obediencia debida a su "seitor nacural”. Bajo el imperium se dio una libertad de movimientos mucho mayor que en otras formacio~ nes mondrquicas, En fa Peninsula ibérica medieval la lealtad se debié primero a Dios y a fa tierra y, sélo después, a la Corona. Sobre fos dominios europeos, Javier Gil Pujol se centra en el prine cipio agregativo cardinal de la Monarquis espafiola. La incorporackén ESTUDIO MTRODECTORIO. 2t de reinos se elevaba asi por encima del azar dindstico para inscribir- se en un mecanismo moral, fa economia, que superaba la politica, Et poder del sey se identficé con el cimiento mismo de fa organizacién social: a la manera en que fa casa constituia un agregado de pater fami- Fias, grupo familiar y patrimonio, y en que del agregado de varias casas resultaba una pucblay Por orra parte, fz nocién de espacio vigente en la época no uc la de una mera extensién geografica, sino fa de una tierra munitwm iurisdictionis, es decit, pertrechada de jurisdicciones y por lo tanto territorializada. A esto se dehe afiadir la observancia comin de la religién catélica en todos los dominios, la cual letrados de la época como | misme Solérzano o Juan de Palafox, consideraron elemento de unidad compatible con la diversidad juridico-politica de la Monar- quia. Asi, el estatuto preservador de las leyes y privilegios de cada rei- no (aeque principaliter llegé a gozar cn todas latitudes de prestigio y de favor crecientes, aun en los ervitorios incorporados por conquisga, como Indias. Consecuentemente, todos los retnos de fa Monarquia ten- dieron a equiparatse entre si en cuanto a prerrogativas ¢ inmunidades. “Tanto en Nueva Espafia como en el Pert se llegaron a aducir argumen- tos segtin los cuales ambos reinos se hablan agregado voluntariamen tea la Corona en concinuidad con una supuesta “eesidn de soberania” por parte de los antiguos monarcas autdctonios de México ¥ del Cuzco, El favor que el principio agsegativo fue ganando implieé fe sancién de Ja aucarquia como salvaguarda constitucional. Se expresé mediante fa buena foreuna del principio de indigenato en la asignacién de cargos y oficios en fa Monarquias permicié igualmence la reafirmacién del lugar gue cada reino veupabs ov el wujunte y au Contralio aquellos proyec- tos de cardcter inzegrativo del conjunso de fa Monarguia que se pusie- ron por efecto, Javier Gil concluye que, al final, en esas monarquias compuestas de Flexibilidad insospechada y gean capacidad de sobrevi- vencia, lo que pesé mis fue el grado de integracién o incorporacién que las élites locales fueron capaces de producis, Desde escas bases podemos estudiar EI nexo entte el principio diferenciador de los reinos y la organizacién social local ha sido puesto de manifesto por Ruiz Tbatiez en su trabajo sobre os Paises Bajos. Mas allt de los relatos historiogrificos clisicos, la investigacién reciente ha mostrado que el reforzamiento del poder regio no fue consecuencia de una ocupacién despiadada de los castellanos y por Jo tanto destinada a socavar los usos y costumbres locales. La gue- 150s ejemplos especificos. scan main y rra civil en Flandes y el proceso de desagregacién-agregacién subsecuen- teal gobiemo de Alberto ¢ Isabel Clara Eugenia (1598-1621/1633), los Archiduques, puso de manifiesto ls solidez de una administracién his- pana que no dejaba de reivindicar el origen borgofén de los dominios ~y dela mistna dinastia reinante— en detrimento dela politica predat ria de Francia, Dicha estabilidad hallé cimiento en la fterza de las tes locales flamencas y en Ja disminucién de la presencia de la nobleza de credo calviniste, Ni el reforzamiento de las politicas centralizadoras desde Madrid, ni el cardcver permanentemente deficitario de los Paises Bajos en lo fiscal y militar, impidieron el desarrollo de una identidad en sus habitantes como vasallos del Rey Carélico, sobre todo durante el reinado de Carlos I (1665-1700). Gracias fos flujos financietos res- paldados por intereses locales, las posiilidades de retribucién por par= te del soberano fueron abi abundantes, Los tres tipos posibles de incoxporacion de terzitorios a las Monat- ‘quias, evocados por el Conde Duque de Olivares en su Gran Memorial de 1624, a saber, sucesitn, anexidn y conquista, fueron todos caracte- risticos de los dominios de Tealia: Sicilia y Cerdena (percenecientes a la Corona de Aragin desde al siglo x1it a consecuencia de gucrras contra el rey de Francia}; Népoles (incorporada mediante acantecimientos suce- sotios y de conquista); Milan (feudo del Imperio incorporade por devo- lucién bajo Catios V) y el pequefo estado de los Presidios de Toscana (cambién incorporado por conquista bajo Felipe 1), Gaetano Sabatini ‘muestra en su texto que en la peninsula itélica se dio lo que es posible encontear en el conjunto de la Monarquia. No obstance esta diversidad, le incorporacién se aleanzé grackas a un mismo sistema de gobierno espa- fiol superpuesto @ fs instituciones locales de cada entidad, aunque sin desmedro de un grado notable de autonomia canto en el caso del diica- do de Milan como del reino de Napoles y de Sicilia hasta la Guerra de Sucesién del trono de Espaia (1701-1713). La yuxtaposicién de instru- ‘mentos de control de instituciones locales prcexistentes y de la politi ca integradora de la Corona fue mds. manifiesta, segiin Sabatini, en el tetteno administratvo y financigro. Dependié de la creaciin del Con- sejo de Italia (1556-1560) coma vehicula integrador mediante la inter locucién con los poderes locales. Por intervencién suya se persiguia la consolidacién de las clases dirigenses en cada territrio mediante recur- sos tales como la emisién de deuda piiblica o la formacién de milicias no profesionales coincidentes con cl interés de sectores sociales amplios. ESTUDIO NITRODUCTORIO. 23. ‘Toda ello a pesar de fas revueltas puntuales de Napoles y Sicilia en los aitos de 1647 y 1648, o de la guerra de Mesina de 1674. Para enton- ces los territorios italianos se habjan constituide en un espacio capaz de organizarse y de actuar con un grado considerable de autonomfa,y Pocos casos de incorporscién son tan caracteristicos de “agnega- a, mas que de “integracién’, como cl de Portugal y sus dominios aulinticos segtin Pedro Cardim y Susana Mitnch Miranda.2* Prime- ro, en vista del alto grado de reivindicacién de la identidad poreuguesa caracteristica del “Estacuto de Portugal” o de Tomar, de 1581, el cual ‘estipulé las condiciones de unin del reino lusicano y de sus posesiones ultsamarinas a la Corona de Espafia tras ef triunfo de las pretensiones dinasticas de Felipe II. Por esta razén, los autores dedican la prime- ra parte de su trabajo a caracterizar las modalidades de incorporacién 1 las Monarquias ibéricas de acuerdo con su complejidad y dindmicas varias; La agregacién lusicana fue compleja, ya que incervinieron facto- res tales como honores, derechos, deberes y oportunidades inherentes ala insercién de los portugueses en una estructura de escala planetaria aque trascendia las fronteras lusas+ Aqui se hace recuento y caracteriza~ cién de los tipos de incorporacién de todos los terrivorios ultrarsarinos (de Africa, Asia y América) a Portugal desde principios del sigho xv. Su caracterizacién fos presenta coma distincos, flexiblesy plurales; eambién se estudian aqui las distincas formulas de gobierno ideadas, en especial la del vieey y los gobernadores. La participacién de aquel reino y de sus posesiones en Ja Monarquia espafiola durante sesena afos (1581-1640) estuvo caracterizada por la coexistencia de dos fuerzas en censin pet- rmanencé: Ia unin como triunfo de ka cause eaubliva y lus pauticukais- mos acendrados del reino. Las Cortes de Portugal vieron enfrencarse entre si dos imagenes disonantes: la que promovia Ia Corona mediante tuna asamblea que representaba al conjunto de la comunidad regaico- la, y aquella por la cual las ciudades insistieron en una representacién ‘mucho més particularista y phural. Esta tensién y ambigtedad se pusie- ron de manifiesto en ocasién de la visita de Felipe [IT a Lisboa en 1619. @Podia el monarca prescindir ahi de convocar a las Cortes apoyindo- sc en el simple consentimiento vicito de sus vasallos en virtud del esta~ tuto de Tomar? No convocarlas implicaba una ofensa para ellos, pues se habrian sentido tratados como una provincia y no como un reine. Vase canabigo, Candia, “Los portugueses’ pp. 395-384, 24 OSCAR AMAZIN YJOsEravieR RUIZ ARE Después de todo, 's presencia durante siglos de un sey en Lisboa debié desempesiar un papel importante, a diferencia de aquellos territories donde la figura de un visrey habia arraigado. El articulo concluye que la agregacién de Portugal ais Monarquia hispanica dio lugar a un “por tuguesamiento” sin precedentes de reino lusitano, expresion que tradu- ce el recelo ante ls eventualidad de perder sus prerrogativas seculares. Pero ahi no queds el andlisis y, sirviendo como puente con los textos que se centran en cl hemisferio americano, este arciculo incluye la pro- yecci6n de Portugal més alld de la Peninsula Ubérica, Mais que sefialar contrastes en términos cradicionales enere el poblamiento espafiol y el portugués en las Indias Occidentales, los autores abordan algunas ife- rencias entre ambas Monarquias ibéricas, como sucedia con el niimero de establecimientos urbanos, es decir de ciudades, muy superior en las Indias de Castilla que en el Brasil. La diferencia fae también de indole demogréfica. Con una poblacién educida (1.1 millones en 1580), Por- tugal dificilmence podia sostener tn gean imperu migratorio, No obs- tate, la afluencia de poblacién negra procedente de Africa, destinada a las plancaciones amucareras, no tuvo equivalente en Hlispanoamérica, Por otra parte la desconexién entre las capitanias costeras, que indaje- 1a una desarticulaci6n permanente, no encontré en cl Brasil rendencias en sentido contratio antes de 1609, cuando se establecid wna Audien- cia y poco después una junta de Real Hacienda, Por so es discutible hablar de una capral brasilefa en San Salvador. Los paulistas, autée- quicos e indomables, presentaron resistencia tenaz a la autoridad real, hhasta el punto de senrar precedente en el mismo reino de Portugal. En fin, 2 fa ausencia ce universidadies y de imprenta se sumé el predomi- nio de las érdenesteligiosas, con los jesuitasa la eabera, sobre la orga~ nizacién episcopal de raigambre citadina.” Para Bernardo Garcia Martinez las categorias historiogrsficas curo~ peas, y ent todo caso las ibéricas, resisten a toda explicacién del surgi Imiento de Nueva Espafia. Esta surgié de otro mundo. Mocteruima no podia offecer lo que no existia, es decis, un reino o estado autscrono preexistente, aun cuando a Hernén Cortés le fue precisa erect en él En el cencto de la ancigua Mesoamérica habia tun mosaico abigarrado de pequerios princioados, tan nuumerosos como diversos, que pasaba del millac. No habia, pues, un solo sefior natural, sino maichos. Ahora bien, % Cano *O governe” pp. 17.156, EsTOOW INTRODUETORIO 28 In organizacién de tales sefiorios presenta para el autor elementos decon- tinuidad hasta al menos 1620. Elios trasponen, por lo tanto, el momento de las conquistas y no ya el de “la Conquista”. La fundacion de Nueva Espaia debe asi enrenderse como el establecimiento de un xégimen de dominio indirecto ejercido por los conquistadores y encomenderas, los frailes y los sefores 6 principes indios. Sin ef concurso de estos tiltimos ¥y del pago de los triburos no se explica eémo varios cientos de espatio- les sujetaron a millones de habitantes adscribiende los nucvos territorios ala Corona de Castilla. Mantener ese estado de cosas result esencial para establecer an sistema de gobierno y administracién espaiol. Este iilkisno fundaria su legitimidad en el mio de la cesién de fa soberania de México“Tenochtitlin por Moctezuma a Cadas V. El régimen de dominio indirecto de Nueva Espafta, que segura ence permitié el establecimiento temprano de un virxeinaco en México mediante la instalacién de autoridades y del progeeso de un poblamiea- to hispano extensivo, dificre del “mundo andino’, érmino que Manfre- di Medluzzi prefiere al del Peri, dada la influencia determinante de la barreras geograficas. En ese otro mundo, pues, la consolidacién enfren- 16 dificultades sin par con Nueva Espaéa. Bllas presentan al historia- dor desafios que piden un enloque dinémico avento a la diactonfa, La fractura encte los encomenderos y la Corona, principal detonadar de largas guerras civiles, impidié consolidar al control pleno de kas auto- ridades reales antes de la déeada de 1570; pospuso igualmente toda cstabilidad, ya que parte de los sefiores indios resistié en pie de guerra. ‘Movidos por su resentimiento ante la falta de recribucién por parce del javuiaca, fos Conguiacalises y entomculerus anepusicroas kes “ace ta lealtad a su “sefior natural”, hasta et punto de inclinar la propia Audiencia real a su favor. Frailes, pobladores, autori- dacs y desde luego las élites indias protagonizaron asi, durante déca- das, una polaridad excrema que no encontré solucién sino a partir de la gestidn del virrey Francisco de Toledo (1569-1581), en coincidencia con fla consolidacién de la Monarquia en o2tos horizontes. Los procesos de incorporaciin de las Indias presentan una facha- da diferemte en el Rio de la Plata. Hay para esa latitud una agenda de preguncas no restelta, dado que los riempos anteriores al ihtime texcio del siglo xvii apenas interesan a los investigadores. Consecuencerente, Griselda Tarragé esboza un estado de la cuestién de indole geopoliti- ca. La ausencia de poblaciones autéctonas numerosas y de yacimientas

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