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-ssivaie Facultad de Ciencias de la Administracion El siguiente material se reproduce con fines estrictamente académicos y es para uso exclusive de los estudiantes de la materia Ciencias Humanas y Gastién col programa académico Maestria en Administracién de la Facultad de Ciencias de la Administracién, delaUnivarsidad del Valle, bajo la responsabilidad del docente Fernando Cruz Kronfly de acuerdo con el Articul 92 dela Ley 23 de 1982. Y con el Articulo 22 de la Decisién 354 de la Comisién del Acuerda de Cartagena ARTICULO 32: “Es permitido utilizer obras literarias 0 ertisticas o parte de ellas, a titulo de ilustracién en obras destinadas a la ensefianea, por media de publicaciones, emisiones a radiodifusiones © grabeciones sonoras o visuales, dentra de las limites justticados por el fin propuesto 0 comunicar con propésita de ensefianza la obra radiodifundida para fines escolares educativos, universitarios y de formacién personal sin finesde lucra, con la obligecién de mencionar el nambre del autor y el titulo de lasa utilizadas”, Articulo 22 ce la Decisién 381 dela Comision del Acuerdo Cartagena, ARTICULO 22: Sin prejuicio de lo cispuesto en el Cagttulo Vy en el Artioula anterior, sera licito realizar, sin la autcrizacién dal autor y sin el pagn de remuneracién alguna, los siguientas actos: h) Reproducir por medio reprogréficos para la ensefianza o para la realizacién de exdmenes en instituciones educativas, en lam edida justificada por el fin qua se persiga articulos licitamente publicadas en periddicos a coleccionesperiddicas, o braves extractos de obras licitament= publicadas ¢ condicifn que tal utilizacién se haga conforme a los usas henrados y que la misma no sea objeto de venta o transaccién a titulo oneroso, ni tenga directa o indirectamente fines de lucro; DIGITALIZADO el 20 Abril 2012 CON FINES ACADEMICOS 303 4 Fr ‘TSMUNT BAUMAN VIDAS DESPERDICIADAS LA MODERNIDAD Y SUS PARIAS AEST PTET Py 122 Vides desperdiciads prueba debe posponerse indefinidamente. Los esfuerzos por crear ¥ mantener lazos se alinean en una sccuencia infinita de experi- ‘mentos, Siendo experimentales, aceptados «sobre la base de una Prueba» yen perpetuo estado de comprobacién, siempre del géne ‘0 provisional del «esperemos a ver cémo funcionan», es dificl que {as alianzas, los compromisos y los vinculos humanos se solidif uen lo suficiente como para que los consideremos total y verdade- rumente fables. Nacidos de la sospecha, engendran sospechas, Los compromisos (contratos de empleo, enlaces matrimonia les, acuerdos de convivencia) se contraen con una «cliusula de res es una obra de la imaginacién, Dicha obra parte de la experiencia del elargo plazar, de un tiempo ‘muy largo por delante, cuyo fin no se vislumbra por ninguna parte; cde que las cosas y las personas estan y permanecen ahi, poco pro- pensas a desintegrarse o a perderse de vista. Esa obra parte de semejante experiencia: de una experiencia monétona e intermina- blemente reiterada de que «eso (elli/él) siempre esti ahi», «es0 (clla/él) no desaparecerav. La idea de «eternidads se forma a par- tirde experiencias como ésta de rostros y lugares, rutinas y rituales, vistas y sonidos que resultan familiares, siguen siendo familiares y se espera que continiien siendo tan familiares como ahora. Pero ppocas de tales experiencias quedan en la actualidad, en las arenas ovedizas de vistas proteicas y caleidoscépicas. Poco perdura, den tro del Lebenswelt de cada uno, que pueda considerarse «fiable», y ‘menos atin «firme como una roca. ‘Una amiga mia que vive en uno de los paises de la Unién Euro- pea, una persona de gran inteligencia, extraordinaria educacién y ‘excepcional creatividad, con pleno dominio de varios idiomas, que superarfa con gran éxito la mayoria de las pruebas y entrevistas de empleo, se quejaba en una carta privada de que «el mercado labo. ral estan frégil como una telaraiiay tan quebradizo como la porce ana». Durante dos afos trabajé como traductora y asesora juridica por cuenta propia. con la justa medida de los altibajos habituales de los azares del mercado. Made soltera, ansiaba unos ingresos mds regulares, asi que opt6 por un empleo estable con un salario ‘mensual fijo. Durante ano y medio trabajé para una empresa que informaba a los empresarios en ciernes sobre las complejidades de las leyes estatales y de la Unién Europea, pero, como el nuevo ne- gocio iba lento, la empresa no tardé en quebrar. Durante otro aiio ¥y medio trabajé para el Ministerio de Agricultura, diigiendo una seccién dedicada al desarrollo de contactos con los paises balticos recién independizados. Llegaclas las siguientes elecciones, la nueva coalicién gubernamental opt6 por ceder ese problema a la inicat Cultura de cess 37 va privads, pot lo que disolvié el departamento. EI siguiente em- pleo duré sélo medio afo: el Consejo Estatal pars la [gualdad Ex nica siguié el patrén de los recortes gubernamentales v la despidis. La espectacular historia, de menos de veinte afios de duracién, del impresionante crecimiento y el sorprendente hundimiento Jel sigante empresarial Enron se ha documentado bien. Dirigida por sus nuevos gerentes (primero Kenneth Lay. mas tarde Jeffrey Ski- ling) paso, pricticamente de la noche a la maiana, de ser una en- presa gasolinera provinciana y mds bien discreta a experimentat un Exito galopante tras otto, y eecibié por doquier las alabanzas de in. signes economistas y expertos financieros, en virtud de su insacia- ble ansia de crecimiento econémico («a Lay y a Skilling se les adju- dicd el papel de héroes de fa desregulacién y apéstoles del libre mercado», y fueron objetos de admiracién por afercarse bien a una «losofia despiadada del silvese quien pueda», tal como resume Conal Walsh la opinién dominante del momento)." para ser cen- surados y tepudiados poco después con andloga unanimidad por las mismas autoridades. Mucho menos discutido (por set menos excepcional y sensacional, aunque mucho mds generslizado} fue el impacto de ia politica de desregulacién de Ronald Reagan (en la que «Enron vio su oportunidad y la aprovechén) sobre la critica si- tuacidn, la moral, la visién del mundo y las estrategia vitles de las cohortes de empleados de Enron sucesivamente contratados y les- pedidos. A los solictantes de empleo ase les hacia pasar por un uroso proceso de seleccién y tenfan que demostrar un fuerte sen- tido de perentoriedad en todo cuanto hacian». Efectivamente: en todo. No se trataba de una prueba extraordinata: la vida en Enron cera una prucba un dia si y otro también, sin que cediera jamés la presién. No siendo acumulable ningin crédito de confianza, el re cuerdo del éxito mis impresionante a duras penas sobrevivitia «la mafana siguiente, a menos que al «golpe» de ayer le siguiera oto, ris deslumbrante todavia. «Dos veces al afio, al 15"% de la fuerza de trabsjo se la despedia de manera ritual para sustituirla por re- cin llegados. Y a otro 30% se le advertia que mejorase.» La dedi- 10, Para exo v lo que sigue. véase Conal Walsh, «Fallen idols of the free marke», Observer, 26 de jlio le 2002, pigs. 89. 1B Vidas desperdicias cacién de los empleados, «viejos» y completamente nuevos, tenia {que ser absoluta, si bien estaba destinada a ser efimera, Enton no 4 un terreno en el cual construir planes para toda la vida: sola- ‘mente un cimping pura tiendas porcitiles, aciles de montar y ain ‘mas ficiles de recoger. La vida en la empresa suponia hallarse cons- tantemente al filo el despido y se percibia como un ensayo diario tle destruccisn de residuos. El turno de cada uno para ser desecha «lo nunca estaba lejos y, por consiguiente, en el momento en que Ulegaba podia saludarse, en la mayoria de los casos, como un bien: venid alivio de la tensién mas que como un golpe azaroso del des- tino, «La feroz cultura del trabajo de la empresa» «destruia la mo- ral y la cohesién interna» de sus empleados. Asimismo, etosionaba su cupacidad de resistir ante la perspectiva de su asignacidn a la ba sura y ante la situacién que hacia realidad tales perspectivas. La Sinica reliquia superviviente que se levarian a casa dichos emplea dos cuando legase el momento de despejar su escritorio, lo que ha- bria de suceder con seguridad mas pronto que tarde, es precisa- ‘mente el conocimiento, discreto aunque de indudable utilidad, de lo fina y frdgil que es la Linea que separa un puesto de poder de un vertedero, un momento de gloria del humillante fracaso, una me- alla de honor del estigma de la desgracia y un ciltdo abrazo del {rio rechazo, A decir verdad, es probable que también se leven consigo algo ‘mas: dos importantes lecciones aprendidas, Leccién primera: los dias cuentan tanto como la satisfaccién ‘que puedes exteuer de ellos, y ni una pizca mis que eso. La recom Pensa que, de una manera realista, puedes esperaryy por la que pue- des trabajar es un Boy diferente, no un mariana mejor. El futuro est mis alli de tu aleance fy del de cuelquier otro, para el caso) asi que deja de buscar la isla del resoro. Las preocupaciones «a largo pla- 20» son para crédulos e imprudentes. Como dicen los franceses: le temps passe vite, il faut profiter de la vee.. Por tam, trata de dis- frutar todo lo que puedas en los incervalos entre viajes alos verte- deros. Leccién segunda: hagas lo que hagas, deja abiertas tus opcio- nes. Los juramentos de tidelidad son para esos misrnos tipos desa- fortunados que se preocupan por el «largo plazo». No te compro: Culura de residos 139 ‘metas por mis tiempo del estrictamente necesario: Mantén tus com- promisos debiles y superficiales, de suerte que puedas romperlos sin que queden heridas ni cicatrices. La lealtad y los compromisos, como todos los demas bienes y servicios, rienen su fecha de eadu: Cidad. No los mantengas ni un minuto mas Laexperiencia de los hombres y mujeres de Enron no podia ser tan excepcional como sugeria la publicidad que siguid a su abrup- to final. Si asi fuese, los institutos de investigacién del mundo opu- lento no estarian can ocupados como estén (segiin un reciente re- portaje del Village Voice)" buscando un farmaco capaz de curar 0 Ue aliviar el «tastorno de esttés postraumaticow; debe de exist un amplio mercado ala espera de esta invencién. En la Escuela de Me dicina Ponce de Puerto Rico, los ciemtiticos estén intentando ayu- dar al cerebro a «desaprender el miedo y las inhibiciones: en la Universidad de Harvard, estin experimentando con pastillas de propanolol como un medio para ecortar de raiz los efectos del trauma». Los investigadores del campus de Irvine de la Universi- dad de California ya han logrado inbibis las reacciones hormonales de miedo en las ratas, «mitigando la formacién de recuerdos y ‘emociones que provocan. ¢Y luego qué? Una posibilidad es que tun soldado provoque «llamas y gritos, explosiones ensordecedoras yun aire inolvidablemente acte> y atraviese un terreno «sembrado de cuerpos destrozados de mujeres y niftos» y luego se apresure a «volver a tragarse pastillas capaces de inmunizarle, en el transcur- so de dos semanas, contra toda una vida de aplastantes remordi- miientos». De este modo, e! soldado estaria en condiciones de vol- ver a empezar una y otra vez, Mientras que los investigadores se ‘mantienen estrictamente ncutrales acerca de las eausas del trastor- no de estrés postraumético, defienden la moralidad de su invest- 4gaci6n y de los resultados que esperan alcanzar; los fitmacos sal- varan a aquellos que «llevaron a cabo la matanza» (ya sean los soldados, ya los negociantes de Enron) del trauma que: les conde- nasia al vertedero, Los objetores seialan que esto no hari sino cornar tanto mas sencillas y menos costosas y, por ende, tanto mas atracti- 11, Para exo ylo que sigue, vésse el reportaje de Erik Baard, Vilage Voice, 22,8 de enero dle 2003, citado en Gaurd, 8 de Feber ke 2008 140 Vides denperdciadae vas, las inmorales practicas consistentes en confinae 4 la basura a setes humanos, con la consiguiente eliminacin sitbita y radical de éstos. Alo cul es probable que se responda que el trabajo de los investigadores consiste en «prevenit la aparicién de una enferme- dad, no es cambiar las circunstancias que la provocan. Enicevistada por Oliver Burkman, del Guardian, una inglesa de 18 afios declaraba que su padte, un profesor, cra su antihéroe: «No quiero mirar hacia atrés en mi vida y ver que me meti en un trabajo porque eta seguro y que me quedé all para siempre»? Los padies que han mantenido su trabajo toda su vida (si es que toda via quedan padres de és0s) son vistos por su prole como una ad- vertencia y como algo disuasorio: ésta es la clase de vida que debe- ‘mos hacet todo lo posible por evitar. Mientras tanto, un panadero ide Nueva York se quejaba a Richard Sennett del conflicto de valo res vivido desde el lado de los padres: «No puede usted imaginar- seo estapido que me siento cuando les hablo « mis hijos de com- promiso. Para ellos es una virtud abstracta; no la ven en ninguna parten."” Ni que decir tiene que existen pocas evidencias convin- cemtes de las ventajas del compromiso que pudieran deducirse de las biografias de los padres. Puede que hayan intentado compro- meterse con algo mis sélido y duradero que ellos mismos —una vvocacién, una causa, un puesto de trabajo— sélo para descubrir «que habia pocos candidatos sdlidos y duraderos (si es que habia al- ‘Runo) dispuestos @ aceptar su ofrecimiento de un compromiso de por vida. Corer tras las cosas y cogerlas al vuclo mientras sigan estando frescas y fragantes: en eso consiste «estar dentro». dilacién, con- tentarse con lo que ya esta ahi: eso es «estar fucram. La distincion centre «estar dentro» y aestar fueru» también es aplicable a ls se ‘guidores de dichas esteategias opuestas. El profesor John Kotter, 12 Oliver Buskman, «My dad sa living deterrent.» Giardin, 21 de mar 20.de 2001 18, Richard Sennett. The Comrninn of Character, Notion. 1998. pig. 25 lerad. cast La eorostin del coricter- lus consecuenras personales del tron el ‘uevo cspitaleomo, Baeslona, Anagrams, 2000, pig: 241, ‘Culara de resducs ML de la Escuela de Negocios de Harvard, aconseja a sus lectores que eviten verse envucltos en empleos de larga duracién, del estilo del tenure track.* En efecto, resulta imprudente cultivar la lealtad ins titucional y llegar a estar demasiado absorto en un determinado trabajo por un largo tiempo, cuando «los conceptos comerciales, el diseio de los productos, el espionaje de los competidores. el equi- ppo de capital v tada clare de conocimsientos tienen unos petiodos de vida verosimiles mucho més breves» (cursiva mia)" El descubrimiento de Benjamin Franklin de que «el tiempo es coro» era un elogio para el tiempo: el tiempo es un valor, el tiempo ccs importante. algo que hay que cuidar y de lo que preocuparse, al igual que nuestro capital y nuestras inversiones. E] «sindrome de impaciencia» contempordneo transmite un mensaje contrario: el tiempo es un fastidio y una lata, un suftimiento, un desaire a la li- bertad humana y un desaffo a los derechos humanos, nada de lo cual tiene por que suftirse felizmente. El tiempo es un ladrén. Ac cede a esperar, a aplazar las recompensas por tu paciencia, v te 10- bardn las oportunidades de goros y placeres que acostumbran a venit una vez para desaparecer luego para siempre. El paso del tiempo ha de registrarse en el debe de los proyectos vitales huma nos; teporta pérdidas, no ganancias. El paso del tiempo presagia la pérdida de oportunidades que deberfan haberse agarrado y consu- mido segin venfan, Eaperar es una vergenz, yl vergienza de a espera se muelve en contra de aquel que espera. Esperar es algo de lo que avergon: zarse porque puede advertirse y tomarse como evidencia de indo- lencia o de bajo estatus, verse como un sintoma de rechazo y una sefal de exclusidn. La sospecha de no estar muy solictado, una i tuicién nunca demasiado lejana del nivel de conciencia. aflora aho- ra, la superficie y provoca numerosas ondas: -por qué tengo que espetar por lo que deseo/eodicio?, ;cuentan mis descos todo lo ‘que se merecen?, ¢son tan respetados como deberfan?. soy real- * Sistema tradicional de contratacin de personal en las universidades es radounidenses. consstente en la tenovacion de sucesivas contatos prueba hasta aleanaae por fin un contrac indefinid. (N de.) 14, John Korte, The New Roles, Dutton. 1995, pi. 159. 142 Vidas desperdicadas ‘mente necesario y bienvenido?, co me dessiran? En tal caso, ces este desaire un indicio de que ya estoy saliendo?, ¢soy al siguiente en Ia lista del desempleo secretamente tramada por quienes me manticnen a la esper? Un circulo vicioso donde los haya, El vertiginoso ritmo de los cambios devala todo cuanto pueda resultur deseable y deseado hoy en dia, marcandolo desde el comienzo como el residuo del ma. fana. en tanto que el temor al propio desgaste personal, que rezt- ima de la experiencia vital de la vertiginosa velocidad de los cam_ bios, toma mas avidos los deseos y mis ripidamente deseados los cambios. «La deuda se convierte en la norma para las clases medias», concluyen los aucores de un estudio iniciado y supervisado por Lucy Purdy, de Publicis.” Se esperaba que més de 1.700 millones de libras de gastos de tarjetas de crédito, correspondences a la Na Vidad de 2002, no se hubrian pagado para finales de enero de 2003 ¥» or consiguiente, aumentarfan més atin el peso de una deuda que carecia ya de precedentes. Segiin nos informa Frances Walker, del Servicio de Asesoramiento para el Crédito de los Consumidores, el . Y, lo que es més importante, esté ga- rantizada la seguridad: una garantia de que. a menos que lo desees, Jos tres minutos no se convertiran en tres dias 0 tres meses 10, Dios no lo quiera, afos). El intercambio de teléfonos esté prohibido. Después del café instantineo y del té helado instanténeo viene la cita instantinea. én donde radica el atractivo de la «cita veloz» que, de la no- che a la mafiana, la ha convertido en un asombroso éxito comer cial? Una respuesta podria ser la esupresidn de los preliminares», pero es poco probable que se trate de la tinica. Mucho mas impor- tante parece ser «la campana gigante» que suena cada tres minutos yes deja a usted y a su pareja-por-tres-minutos sin otra opcién que la de tirar por caminos distintos. Negociar el comienzo de la rela cidn resulta, sin duda, un complejo proceso que requiere un coraje y unas habilidades de los que muchos pueden carecer (uno de los conversadores de Asthana se jactaba de que, en lugar de una cita ‘mensual, su norma habitual, Jogré, en una sesin, «cuatro citas pro- sgramadas para las semanas siguientes»), pero negociar la via de sa- lida de la relacin tiende a set un test sumamente traumatico que ppone a prueba, en ilkima instancia, las capacidades espirituales: y, cuanto mas prolongada la relacién, mas profundo el teauma, Simon Procter, el cerebro que esté detrés de otra empresa de citas veloces, cs clarividente y da en el clavo: «Si no te gustan, estis fuera al mo- mento». Bl problema de la eliminacién de residuos se ha solucio- nado antes de empezar. Cabriaalegar que, por otto lado, acordar una cita tras un mero intercambio de miradas y frases lapidarias de tres minutos de dura- cidn no deja de ser un negocio arriesgado. Lo seria si ls relaciones que estén a punto de iniciarse estuviesen destinadas @ perdurar in definidamente. Dispongo s6lo de tres minutos «para llegar a covo- cer al amor de mi vidar, reza el titulo del reportae: 2y qué clase de conocimiento puedes lograr antes de que suene fa campana pigen- te? Por fortuna. el tipo de relacién de pareja que acordaran entablar la mayosia de los clientes de las citas veloces es un contraro renego- ciado del «devuelvalo ala tienda», de una ITV a otto tipo. y el res 40 implicado en semejance relacién resulta mucho menos angustio- 162. Vidas espendiiadas 0, Se hacen cuidadosus apuestas compensatorias, Con unidades de destruccién de residuos en buen estado de funcionamiento y dispo- niles al instante, uno puede permitrse la velocidad, La cita veloz no es sino una de las numerosas estratagemas que se ofrecen en el mercado de fécil marejo de las «celaciones huma- nas» (para ser mis precisos, de sus suceddneos fabricados en serie € inferiores, pero mas baratos). Por ejemplo, los anuncios personales en linea, calculados para eliminar incluso esos tres minutos de ex: posicidn al riesgo de consecuencias a largo plazo de una impru- dente eleccisn espontinea. En palabras de Emma Taylor y Lorelei Sharkey: «Si tu vida amorosa es una cuenta bancaria, entonces el anuncio personal es tu cajero automitico, que te proporciona el ac- ces0 ficile instantaneo a lo que quieras (sexo ocasional, verdadero amor, un compaiiero de bridge) y cuando quieras»: Podrian haber afadido que, al usar un cajero automético, introduces la cantidad exacta que estés dispuesto a gastar y preparado para artiesgarte a perder. Asi pues, la pérdida, aunque no resulta evitable por com- pleto, se calculsrd de antemano y sera, por tanto, menos dolorosa Los miembros de la pareja no se quejarn de los costes ni de los fas. tidiosos suerificios: al conocerse por medio de anuncios personales, los dos sabrn que son «ambos solteros, ambos estén buscando», de modo que —sciialan Taylor y Sharkey «deciden conocerse, iy ya stil», Barbara Ellen sopesa los pros y los contras de las emergentes «celaciones a distancia».” Sugiere que oftecen la oportunidad de «shacer novillos emocionales». Podemos decir que, si se mantiene debidamente la larga distancia, las emociones que surgen inevita- blemente en una relacién —que, con todo lo que puedan tener de deseables y gratas, amenazan sin embargo con echat raices y durar mas de lo conveniente— se liberan mucho antes de arraigar, en pe- ‘iédicos arrebatos breves ¢ intensos, anticipandose al desagradable momento de la destruccién de residuos a gran escala. De un acon- 29. Emms Taylor y Lorelei Sharkey, «Pecsonal as are for lonely hearts», Guardian Weekend, 19 de abci de 2003. pig. 30. 300, Barbara Ellen. «Being ina eelationship is ike being atthe ofie..», Ob Server Magazine, 20 de abril de 2003. pi 7. Caleta de cesiduos 163 tecimiento decisivo, tragico, traumético y perturbador, repleto de acritud, la climinacién de residuos se transforma en una larga serie de acciones pequefas y relativamente indoloras. Se rutiniza: los Viajes habituales al vertedero resultan ficiles y nada dramiticos, casi eutinarios, toda vez que se ensayan de manera sistematica, Por ‘consiguiente, «hacer novillos emocionales» en una «relaci6n a dis- tancia» supone una clara ventaja sobre la continua proximidad (apodada «presenteismo»): los miembros de la pareja pueden «fu- ‘marse las partes pesadas (la peleas; escucharse mutuamente) y de dicarsea io divertido (el sexo: charlae)» Las relaciones de pareja entabladas al instante, consumidas con tapidez y desechadas a voluntad pueden tener, sin embargo, sus efectos secundarios, no menos dolorosos que el efecto de timidez que prometen anular las empresas de citas veloces. El espectro del vertedero nunca esti lejos. Despues de todo, la velocidad y los ser- vicios de eliminacién de residuos se hallan disponibles para ambos lados. Uno puede desembocar en la apurada situacién descrita por Oliver James: emponzofiado por «la sensacién constante dela falta de otros en tu vida, con sentimientos de vacio y soledad semejantes al luto». Puedes sentirte «siempre temeroso de que te dejen tus amantes y tus amigos, La condicién diagnosticada aqui parece ser tuna consecuencia natural, légica y racional de una vida salpicada de relaciones de pareja instanténeamente entabladas ¢ instantinea- mente rotas, pero James remite su causa a la «depresin depen- iente», una dolencia médica y curable, orgénica o psiquica, y su- gicte que «los origenes de este problema residen con frecuencia en la infancia», «La insensibilidad» provocada por una «relacién no cempitica con los cuidadores» durante la infancia «llega a incorpo- arse al cerebro como un conjunto de patrones eléctricos y niveles quimicos».”! Una explicacién cientfica de este tenor puede librar de culpa al paciente y mitigar el grado de autocensura y autodesa- probacién. Su otto efecto, sin embargo, es la absolucién del modo de vida que convirtiera a condicién llamada «depresion depen: dientem en una aflicidn ean comin, 31, Véase Oliver James, «Constante 0 de 2003, pig. 7. ing», Observer Magazin, 19 Ue ene 16H Vidas desperdiciadss Enfrentarse a bocajarro a esa forma de vide, por no hablar de dlesafiarla y buscar y reunir fuerzas para reformarla, supondra una larga empresa, No seré una propuesta que muchos acepten con en- tusiasmo en nuestra cultura de la velocidad, la satsfaceién instan- tinea y la inmediata destruccién de residuos. Estamos adiestrados para buscar y esperar soluciones mis sencilla y respuestas mis piidas. Como en esa receta magica ofrecida por el autor de una co- uma semanal dedicade al «Bienestar», que escribja bajo el seuds. nimo de «Doctor Descalzo»: «Basta con un entrenamiento de seis ‘minutos para «convertite en el ange! més atractivo del edificion.* Seis minutos de qué? De una manera particular de estar, minu- ciosamente descrita por el Doctor Descalzo, de «tespirar con liber tad y fluidez», de imaginarte «que aspiras la fuerza vital desde el suelo y a través de las plantas de los pies hasta el bajo vientre»... «Cuatro citas propramadas para las semanas siguientes», sis, minutos de «aspirar la fuerza vical hasta el bajo vientres.., Dime ccudles son tus suetis y te diré lo que mis afioras y cuéles son tus temores. Lo que todos parecemos temer, padezcamos o no «depre sion dependiente», tanto a plena luz del dia como atormentados pot alucinaciones nocturnas, es el abandono, la exclusién, el que nos rechacen, nos den la bola negra, nos repudien, nos dejen, nos despojen de lo que somos, nos nieguen aquello que deseamos ser. “Tememos que nos dejen solos, indefensos y desgraciados. Privados de compafia, de corazones que aman y de manos que avudan. Te: memos que se deshagan de nosotros: nuestro tumo para la chata- rreria, Lo que més echamos en falta es la certeza de que nada de esto sucedera, no a nosotros. Echamos en falta la exencin de la amenaza de exencién universal y omnipresente. Sofiarnos con lain. munidad contra los efluvios téxicos de los basureros. El terror a la exclusién emana de dos fuentes, aunque rara vez tenemos clara su naturaleza, y menos aiin nos esmeramos en distin- Buir una de otra Existen los movimientos, cambios y derivas, aparentemente alea- torios, caprichosos y totalmente impredecibles, de lo que, 2 falta de un nombre mis preciso, se da en lamar «fuerzas de la globaliza 52, Vase «Taking a stands, Obeersr Magic, 19 de enero de 2008, pig. 73 Colura de residaos 165 ci6nm. ‘Transforman hasta lo irreconocible. ¥ sin previo aviso, los famiiaces paisajes curales v urbanos donde soliamos anclar nuestra seguridad duradera y fable. Reorganizan a las personas y hacen e3- tragos con sus Identidades sociales. Pueden transformarnos, de un dia para otto, en refugiados 0 en «emigrantes econdmicos». Puc: den conliscatnos nuestros certificados de identidad 0 invalidar las identidades ceriticadas. Y nos recuerdan adiario que pueden hacer- lo con impunidad: cuando vierten en al umbral de nuestras puertas a esas personas que ya han sido rechazadas. forzadas a salir ¢0- rriendo para salvar sus vidas, © que luchan por sobrevivit lejos de casi, despojadas de su identidad y de su autoestima, Odiamos a esa gente porque sentimos que lo que estin pasando delante de nues- ‘as nurices bien pudiera ser, y pronto. un ensayo general de nues- tro propio destino. Intentando apartarlos de nuestra vista, congre- {rindolos, encerriindolos en éampamentos, deportindolos, deseamos exorcizar ese espectto. Eso es todo lo lejos que podemos llegar paca ahuyentar esta clase de terror. Podemos qucmar las «fuerzas de la globalizacién» solo en efigie; diriase que el Gnico medio del que disponemos para hacer que se evapore Ia ansiedad acumulada pasa por encender piras. Sin embargo, en el humo no se desvanecerd toda la ansiedad: hay demasiada y las provisiones se reponen constantemente. Los ‘esiduos no quemados van pasando poco a poco a otto nivel: el de la politica vital, donde se mezclan con temores similares que apes- tan a disolucién de vinculos entre humancs y a desintegracién de solidaridades grupales. Siguiendo los célebres habitos del Biiho de ‘Minerva, no hay nada de fo que hablemos con mayor solemnidad 0 con més entusiasmo que de «redes» de «conexiér» 0 «relaciones», solamente porque casi se ha deshecho en pedazos la «materia real las redes tupidlas. las conexiones firmes y seguras, las relaciones he cchas y derechas. Como descubrié recientemente Richard Sennett, cen Silicon Valley, laboratotio de las tecnologias mis punteras ¥ avanzadilla de la version actual del mundo feliz, la duracién media del empleo en cualquier trabajo es de unos ocho meses:" y ésta es 33, Vease Richard Sennett «Flexiblté sur la villen, Manin de Via, m0. \vembve-dicembre de 2002, pies 52-63, 166 Vidas desperdiciadas Ja maravllosa vida envidiada y emulada con avidez por todo el pla- Es evidente que. en tales condiciones, resulta totalmente imposi- ble pensar a largo plazo. Y alli donde no hay pensamicnto a largo plazo ni expectativa de que «volvamos a vernos», es dificil que se dé tun sentimiento de destino compartido, una sensacién de herman- dad un deseo de adhesin, de estar hombro con bombro 0 de marchar acompasidos. La solidaridad tiene pocas posibilidades de brotar y echar raices. Las relaciones destacan sobre todo por su fragilidad yysuperfcialidad, Por volver a citar a Sennett: «La presencia puramen- te temporal en una empresa invita ala gente a mantener las distan- clas», a tesistitse a cualquier implicacién mas intima y a tener cuida- do con los compromisos duraderos. Muchos de nosotros, tal vez la mayoria, no podemos estar seguros de cuanto tiempo permanecere- mos donde ahora estamos ni de por cunto tiempo se quedarin las personas con quienes compartimas el lugar ¢ interactuamos. Si los vinculos actuales pueden disolverse en cualquier momento, parece «stpide invertir nuestro tiempo y nuestros recursos en reforzatlos, ¥ dedicar un esfuerzo suplementario a preservarlos del deteriro. Hablamos compulsivamente de redes e intentamos obsesiva- ‘mente invocarlas (0 al menos sus fantasmas) por medio de «citas veloces», anuncios personales y conjuros magicas de «mensaico», porque aioramos sobremanera las redes de seguridad que solian brindarnos en la practica, con o sin nuestros esfuerzos, las auténti cas redes de parientes, amigos y hermanos de destino. Los directo- tos del teléfono mévil representan la comunidad perdida y confia- ‘mos en que suplan la intimidad perdida; esperamos que carguen ‘con un montéa de expectativas que carecen de fuerzas para levan- tar, y menos ain sostener. Como observa Charles Handy: «Estas ‘comunidades virtuales pueden resultar divertidas, pero se limican a «rear una ilusién de intimidad y un simulaero de comunidad». Son un pobre susticuro de «meter las rodilla bajo la mesa, vera cara de la gente y mantener una auténtica conversaci6n».”' En un estudio 34. Chadles Hands, Ti Elephant nd the Flea, Hutchinson, 2001, pi. 204 lorad east: El elefante la pula: miando baci otras Baca ef ture, Made Apostrofe. 2002 Cultura decesdaos 167 de exquisita perspicacia sobre las consecuencias culturales de la «cera de la inseguridad», Andy Hargreaves escribe sobre las «series episddicas de pequefias interacciones» que sustituyen cada vez mis «cas conversaciones y relaciones familiares prolongadas».”” Cita la opinion de Ciifford Stoll, sein la cual, expuestos a «contactos que facility la tecnologia electrénica, perdemos la capacidad de inte- ractuar de manera espontanea con personas reales."” De hecho, crece nuestro miedo a los contactos cara a cara. Ten- demos a coger nuestro teléfono movil y a apretar botones frenéti ccamente y a componer mensajes con el fin de evitar «convertirnos en rehenes del destino» y de escapar de las interacciones comple- jas, desordenadas e impredecibles —difciles de interrumpir y de “apearse de ellas— con esas «personas reales» fisicamente presentes «a nuestro alrededor. Cuanto mas vastas (aunque mas superticiales) rnuestras comunidades ilusorias de citas de tres minutos y de men- sajes tlefonicos, mais amedrentadora se revela a tarea de mantener unidas y compactas las auténticas. ‘Como siempre, los mercados de consumo estin demasiado an- siosos como para ayudarnos a salir del apuro. Siguiendo e! conscio de Stiepan Mestrovit,” Hargreaves sugiere que «se extraen las ‘emociones de este mundo de relaciones en retroceso y privado de tiempo y se reinvierten en cosas consumibles. La publicidad asocia los auroméviles con la pasidn y el deseo, y los teléfonos méviles con la inspiracidn y el apetito sexual». Pero, por mucho que lo intenten los comerciantes, el ansia que prometen saciar no desaparecerd, Puede que los seres humanos se hayan reciclado en articulos de consumo, pero los bienes de consumo no pueden convertirse en hhumanos. No en las clases de seres humanos que inspiran nuestra desesperada biisqueda de raices, parentesco, amistad y amor. Hemos de admitir que los sustituros consumibles tienen una vventaja sobre la «materia real», Prometen liberarnos de las tediosas 39. Andy Hargreaves, Teaching in the Knosclde Society: Educarion nthe Age of Insecurity, Open Universi Press, 2003, pi, 23 lead, cas: Enseor en ba ‘ected de conceimiento, Barcelona, Octaedeo, 2003 36, Clifford Stoll, Silicon Smateeil, Doubleday, 1995, pip. 58 37. Stepan Mestrovi, Postemotional Sacer, Sage, 1997 168 Vidas desperdicndas tareas de la negociacién interminable y el compromiso incémodo; juran poner punto final ala fastidiosa necesidad de autosacrificio y de concesiones, de llegar a arreglos con los demés. que cualquier vinculo fntimo y amoroso requerica antes o después. Vienen con la oferta de que recuperaremos las pérdidas en caso de que nos resul- ten demasiado insoportables todas esas presiones. Sus vendedores garantizan asimismo la sustitucién facil y Frecuente de los produ tos en el momento en que ya no nos sirvan.o en que aparezcan ante /uestros ojos otras articulos nuevos, mejorados y atin mas seducto- tes. En resumidas cuentas, los bienes de consumo encaman una notinalidad y una revocabilidad méximes de las elecciones y una maxima disponibilidad de los objetos escogides. Y, lo que es més importante todavia, parecen otorgamos el mando. Somos noso- tos, los consumidores, quienes trazamos la linea entre lo itil y lo residual. Con los articulos de consumo como compafieros, pode- ‘mos dejar de preocuparnos por acabar en el cubo de basura, Los productos comerciales de consumo encarnan involuntaria- ‘mente la paradoja supreme de la cultura de los residuos: Primero, es el horroroso espectro de Ia desechabilidad —de la superfluidad, el abandono, el rechazo, la exclusion. el desperdi- cio— lo que nos mueve a buscar la seguridad en el abrazo humano, Segundo, de esa expedicién es de la que nos desviemos hacia los centros comerciales. Tercero. es la propia desechabilidad, magicamente reciclada de enfermedad terminal en terapia, lo que alli enconteamos y lo que sentimos el impulso de llevarnos a easa y de guardar en el botiquin de primeros auxilios. Consoledos por nuestro nuevo conocimiento, nos sentamos a ver —absortos, encantados, hechizados, v transportados—la préxi- ma entrega de Gran Hermano, El rival mds débil. Superviviente 0 ‘cualquiera que sea la dltima versién de «telerrealidad. Todas ellas nos cuentan la misma historia: que. salvo unos cuantos ganadores solitarios, nadie es realmente indispensable; que un ser humano les sirve a otros seres humanos Gnicamente en la medida en que pueda ser explotado en provecho de éstos: que el eubo de la basura, des tino final de los excluidos, es la expectativa natural para aquellos Calera de residuos 169 «que ya no encajan o que va no desean ser explotados de semejante forma; que supervivencia es el nombre del juego de fa convivencia hhumana y que la apuesta méxima de la supervivencia consiste en sobrevivir a los demés. Estamos fascinados por lo que vemos. del mismo modo que Dali o De Chirico deseuban fascinarnos con sus lienzos, cuando se afanaban por exhibir los contenidos mis intimos y recénditos de nuestras fantasias y temores subconscientes. E] primitivo Gran Hermano, aquel sobre el que escribiera Geor- ‘ge Orwell, presidia fabrices fordistas, cuarteles militares y una inf nidad de otros panépticos grandes y pequetios, de tipo de los de Bentham y Foucault. Su tinico deseo estribaba en no dejar salir a nuestros antepasados y en devolver al rebatio la oveja desearriada EI Gran Hermano de los reality shots televisivos se preocupa ex- clusivamente de dejar fuera —y, una vez fuera, fuera para sem: pre—alos hombres y las mujeres sobrantes: los no aptos 0 menos aptos, los menos inteligentes o los menos entusiastas. los menos do: tados y los meies ingeniosos. Al viejo Gran Hermano le preocupaba la fnclusion, la integra cién, disciplinar a las personas y mantenerlas ahi. La preocupacisn del nuevo Gran Hermano es la exclusiin: detectar a las personas {que «no encajan» en el lugar en el que estin, desterrarlas de ese lu- gary deportarlas «al sitio al que pertenecen» o, mejor ain, no per mmitir que se acerquen lo mis minimo. El nuevo Gran Hermano st ministra «los oficiales de inmigeacisn listas de personas a las que no deberian permitir entra y a los banqueros la lista de la gente a la que no deberian dejar ingresar en la categoria de los solventes. Instruye a los guardias acerca de a quiénes deberian detener en la puerta y no permitirles que entren en la comunidad encerrada. In- ita alos vigilantes vecinales a que identifiquen y pongan de patitas en la calle a merodeadores y holgazanes, forasteros fuera de lugar. Ofrece alos propietarios circuites cerrados de televisin, pura man- tener alejados de Ia puerta a los indeseables. Es el santo pattén de todos los gorilas, tanto al servicio de un club nocturne como de un Ministerio del interior. Por supuesto, la noticia de la defuncidn del Gran Hermano a la antigua usanza supone, como ya sefialara a las mil maravillas Mark Twain, una enorme exageraci6n. Ambos Grandes Hermanos, el 170 Vidas despericiads Viejo y€l nuevo, se sientan juntos en las casetas de control de pasa- portes de los aeropuerts, con la salvedad de que el nuevo exami ra escrupulosamente la documentacién del viaje la llegada, mien- tras que el viejo la examina, de manera més bien superficial, a la salida El viejo Gran Hermano sigue vivo y mejor equipado que nun- «a si bien hoy se le encuentra preferentemente fuera de los kimires prmitidos, en las rexiones marginadas del espacio social, rales como ‘guetos urbanos, campamentos de refugiados o carceles. Alli perdu- aa vicjatarea de no dejar salir ala genre y de volver a hacerles for- ‘mar cada vez que rompen filas. Como lo era hace cien afos, ese ‘Gran Hermano es e santo patrén de todas las variedades de carce- leros. Cabria decir que se trata de un importante papel, y un papel ‘que, dado que se mantiene en el candelero y anunciado a bombo y platillo, stele estimarse mas importante de lo que es en realidad. Sin embargo, hoy se trata de un papel secundatio, derivado, suple- mentatio con respecto al desempefado por la queva version del Gran Hermano; su auténtica mision consiste en faciltar un poco la tarea del nuevo Gran Hermano. Los dos hermanos controlan y ‘manticnen entre ellos la frontera entre el «dentro» y el «fuera». Sus respectivas campos de accisn se coordinan bien, en funcién de la sensibilidad, porosidad y vulnerabilidad de las fronteras Juntos, abarcan la totalidad del universo social. Solo cabe des- plazarse del reino soberano de un Gran Hermano a la jurisdiceiSn del otro; y una de {as funciones del Gran Hermano a la antigua usanza consiste en hacemos ver la fastidiosa y repulsiva atencién de su hermano menor como una salvacién, una operacién de socorris ‘mo y la garantia de una existencia segura y venturosa, La crueldad inhumana del primero sostiene la duplicided diabélica del segun- do, Es decir, en tanto en cuanto la jinica eleccién ofrecida por el mundo, que tejemos a diario con nuestras actividades vitales y en el cual se tejen nuestras vidas, es la eleccidn entre no salirse de la fila y el rechazo, entre la custodia del primero o del segundo de los dos Grandes Hermanos, que presiden conjuntamente el juego dela inclusion obligatoria y la exclusion forzosa Ao largo del siglo pasado, nuestros antepasados se resistieron 4tlos temibles poderes del Gran Hermano, luchando por derribar Cultura deresduoe 171 Jos muros. las alambradas y las atalayas,y sofiando con caminar por Jas sendas de su propia eleccidn a la hora elegida por ellos mismes. Parecen haber hecho realidad muchos de sus suefios, de suerte que ‘muchos de sus descendientes se las arreglan para mantener a ese Gran Hermano que les vigilaba a una distancia segura de ls sendas por las que caminan, pero s6lo para caer bajo la atenta mirada del Gran Hermano en su segunda versi6n, En el umbral de un nuevo siglo, la gran pregunta a la que nosotros, sus descendientes, en: dremos que encontrar respuesta es sila tinica eleccién al aleance de Jos seres humanos es a disyuntiva entre la primera versidn del Gran Hermano o la segunda: si cl jucgo de inclusiéa/exclusién es la tini- ca manera posible de conducir la vida humana en comin y, por consiguiente, la inica forma concebible que puede adoptar o de la ue podemos dotar a nuestro mundo compartido.

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