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ABERRACIONES PSIQUICAS DEL SEXO ° EL CONDE DE GABALIS Obras del Doctor Roso de Luna. Preparacién al estudio de ia Fantasia humana, bajo ef doble aspecto de ta rea tidad y det ensuefto. (Agotada.) Kinethorizon: insirumento de Astronomia popular para conocer, sin profesor, las constelaciones, Precio, 3 pesetas. Hacia ta Gnosis: Ciencia y teosofta. Un tomo en 4.° Precio, 12 pesetas. Enel umbrat det Misterio {continuacién de Hacia la Gnosis). Un tomo en 4° Precio, 12 pesctas. Conferencias teosdfieas en América de! Sur. Dos tomos en 4.° menor. Precio, 10 pesetas. . La ciencia hierdtica de ios Mayas {contribucién al estudio de los Cédices mexi- canos del Analmac). Precio, 3 pesetas. Evolution solaire et séries astro-chimiques (no hay edicién en castellano). Pre- cio, 5 pesetas. La Humanidad y tos Césares (sobre ta Guerra). Un tomo en 8° Precio, 4 pesetas. La dama del ensuefio (paginas de psicologia masculina, tomadas del natural). Un tomo en 8.° Precio, 4 pesetas. 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Los tedsofos modernos citan fos androginos platénicos como reflejo de la antigua tradicién esotérica de una lejana raza bisexuada, asi como invocan un vetsiculo del Génesis: «Macho y hembra le cred», que tiene, sin duda, una explicacién mas sencilla dentro de la exégesis biblica, como expresiOn abreviada de la creacion de Ia pa- Teja primitiva, en un relato en que se han acoplado fas dos versio- nes del elohista y el jehovista.» No consumada todavia la emancipacién del crecimiento, desde la vida intrauterina hasta 1a pubertad, el sexo cobra plenamente con ésta con sus tirdnicos fueros, si es que, como, siguiendo a Freup, indica ef doctor MARANON en sus recientes obras (1), no empieza a cobrartos ya muchos afios antes, al apuntar hacia los cinco aftos los prodromos de la sexualidad. Y¥ una vez que empieza a imponer ef sexo su imperative cate- gérico, orgdnico y aun psiquico, ya no Je pierde jamds. A lo sumo, en edades avanzadas del hombre y después del fenémeno de la me- nopausia en la mujer, ef sexo deriva extrafiamente hacia misticismos muy varios, que la Ciencia dista mucho de haber estudiado todavia. jEs «la herida de Amfortas», en ei Parsifai, de WaGnen; la llaga te- rrible, que nunca querrd sanar; la propulsora eterna de grandezas y locuras, de heroismos y de crimenes, de ensuefios, esperanzas y desilusiones proteicas; de! Arte, en suma, y de la Historia y de la Vidat La crucifixién aquella en el sexo y por el sexo, no es tampoco exclusiva del hombre. Compartela éste, en efecto, con Jos animates todos, si es que ella no es en si fa caracteristica animal de su com- (1) Tales como fa de Amor, Conveniencia'y Eugenesia, Los estados interse- xuates en la especie humana, (Madrid, Morata, 1929) y otras, a cuyas doctrinas aludiremos en otro lugar. Adelantemos, sin embargo, que la manera puramente fistotdgica de abordar el magno problema humano, como si el hombre fuese un ‘simple irracional sujeto a la mera selecci6n fisica o darwiniana, no es de nuestro agrado, como tampoco lo es de otros pensadores. Aberraciones psiquicas det Sexo 9 plejisima contextura que le hace ser al modo de la simbdlica flor del Loto, con sus raices en el cieno det pantano; sus tailos, emergiendo de las aguas tranquilas; sus hojas, extendiéndose verdes y lozanas en elaire, y sus flores, alegria de la vista, saturando de fragancias su derredor. La Edad Media, en Ja noche de su ignorancia, no fué més alld en el problema del sexo, pero hubo de sobrevenir el sabio Linneo, sorprendiendo al mundo con la revelacion dei sexo en las planias y viendo en las flores — e] encanto mayor de la naturaleza animada, después de Ja mujer —, un tdlame de amor, jel ciego amor vegetall, télamo en el que, sobre el cAliz floral - jefliz habia de ser en dichas y amarguras! —, masculinos estambres y pistilos femeninos se conjugaban sublimemente en el policromado seno de la corola circunvaladora, para dar nacimiento a la semilla, futuro germen de otras plantas andlogas, que oponer, con su continuaci6n indefinida sobre la Tierra, ala destructora accion de 1a Naturaleza, haciendo verdadero una vez ms el aforismo de que el Amor es més grande que la Muerte, y que Mors-amar — Muerte y Amor —, el titulo genial de la mas grande de las obras de D. Juan VALERA, Son Jos dos platillos de la balanza de la Vida, con cuya oscilacién eter- na, que tiene mucho de flujo y teflujo del.mar, se mantiene ta eco- nomfa de! Universo, haciendo que la Muerte venza al Individuo, y sea, a su vez, veneida por la Especie, que es to que los viejos fi dies quisieron simbolizar con la eferna lucha del Brahma creador — Brahmi no es un dios como vuigarmente se cree, sino el Ger- men, de Ja raiz sanscrita brig, erecer, extenderse, propagarse —, ¥ el Shiva destructor, o mds bien, reformador para nuevas crea” clones. Y fa botinica postlinneana hubo de comprobar bien pronto que la separacién sexual del estambre y el pistilo era infima en las flores amadas monoicas, haciendo de éstas verdaderas entidades andréginas, pero era completa en las plantas ilamadas dioicas, en fas cuales el 6rgano masculino floral estaba en un tallo o individuo diferente que el érgano femenino, observandose casos admirables 10 Doctor Roso de Luna como el de aquella palmera hembra del Jardin Botdnico de Madrid que, a pesar de no tener palmera macho en el resto def recinto, era fecundada anua!mente por el polen de una de estas tiltimas, situada enel patio de las Salesas Reales, a dos kilémetros de distancia de aquélla. También se comprobé, en corroboracion de que el instinto sexual, aun en fas plantas,.es mas fuerte que el mismo instinto de conservacién, el caso de la Vallisnetia, del que MAETERLINK, uno de los més dticos escritores botdnicos, nos ha dejado una descripcién hecha de mano maestra (1). Pero todavia le queda mucho que avanzar a !a Ciencia en el sentido del estudio del sexo en 1a Naturaleza, no limitandole, como hasta aqui a animales y vegetales, sino extendiéndole a todo cuanto nos rodea: minerales, 4tomos, moléculas, células y astros y haciendo del estudio del Sexo Universal la lave maestra de los secretos det Cosmos, porque si el Sexo es en si limitacion, la unién de fos sexos contrarios es propagacién indefinid jla finitud de la Dualidad, venciendo con su reciproca compenetracion al Infinitot Porque, orgdnica y filosdficamente ef fendmeno de la copula- cién sexual, no es mds que ia cesion que el elemento llamado mas- (1) «Entre las plantas acudticas, dice MAETERLINK, figura como fa mds ro- méntica Ie Vatuisnerta, esa hidrocaridea, cuyos desposorios forman el episodio més tragic de iz historia amorosa de las flores. La Vallisneria es una hierba har- to insigniticante, desprovista de ia gracia encentadora del nendfar, especie de loto europeo, 0 de otras flores subacudtices, de airosa cabellera; pero ta Natura- Jeza se ha complacido en expresar en ella una hermosa idea. Toda la existen- cia de la infima planta se desarroila en ¢l fondo de tas aguas, en una especie de somnolencia, hasta el momento nupcial, en que vive una vida nueva. Entonces fa for femenina desenrolla lentamente Ja larga espiral de su pediineuto, sube, emer- ge de las aguas y se abre y extiende por ia superficie del estangue. De una zona vecina, al verla apenas a través del agua soleada, se cleva a su vez la flor masculi- na, Hlena de esperanza, atrafda hacia un nuevo mundo de ensueio por la magica sugesti6n de su compaiiera. Llegade, sin embargo, a la mitad de su camino, la flor masculina se siente bruscamente retenida, porque ci tallo que Ie sustenta y ef que le da fa vida, es demasiado corto, no permitiéndote, por tanto, llegar hasta la luz de fa saperticie, y allt consumar ta unién nupcial del estambre con el pistilo. 2e trata de un defecto, o de ta més cruel de Jas pruebas de la Naturateza...? Imaginaos, en efecto, la tragedia horrible de este deseo, de esta fatatidad transpa~ Aberraciones psiquicas del Sexo W culino hace aj elemento femenino de algo que aquél tiene y del que éste carece, razon por la cual Ja sabiduria del Lenguaje — otra de fas claves dei Misterio que nos cerca —, ha Hamado a dicho fend- meno «comercio sexual», en recuerdo de la esencia misma del «fe- némeno Comercio, nacido con ta Humanidad en forma de permur ta, 0 sea de cesion de algo que se tiene y fro se necesita 0 acaso es- torba por su misma abundancia, a cambio de algo de que se carece, y en tal sentido ese «cambio de lo que se tiene por lo que no se ties ne y s¢ desea», es comin a todo cuanto existe en el Universo, cons- tituyendo por ello Ia esencia misma de ia Vida, que es precisamente Vida por el Sexo. En tal sentido ta Quimica no viene a ser sino el estudio det sexo en moléculas y atomos. Si la Filogenia y la Ontogenia nos ef- sefian que la vida tersestre ha nacido det mar, &s decir, del Agua, fa Quimica moderna ha comprobado esie principio, que en la presen- te obra nos es imposible, cientificamente, desarrollar, de que: todas las reacciones de la Quimica, producen agua 0 descomponen agua, ©, finalmente, y cuando esta ultima aun no aparece por falta de al- guno de sus dos componentes, colocan Jos elementos de reaccién en rente, de este suplicio a 10 Tantalo, de estar viendo y tocando to que es inaccesi- tie Semelante drama seria tan insoluble como nuestro propio drame sobre 1a Tierra; mas, he aqui que, de repente, surge un nuevo € ‘inesperado elemento, sTendra In flor mascutina e} presentimiento de tamaita decepeion? No lo sabe- mos, pero €5 fo cierto que ella ha sabido conservar en st corazon una burbuja de aire, como nosotros guardamos en nuestra alma un dulce pensamiento de inespe- arts salvaciOn. .. Diriase que vaeila un instante, mas, en seguida, con wm esfuer- yo gallardo — el mas asombroso de cuantos conozco oh | vida de Flores y de in- cess, rompe heroicamente ef Jazo que le liga ala existencla para volar a la ‘altura de su amoroso ideal: corta, por si misma, $U pedincuto, ¥en un incompa- able linpulbo, entre perlas de alegris, sus pétatos afloran yaa 18 superficie de as agus... Heridos de muerte ellos, pera fibres y rutifantes ya flotan un instante al rele de su amorosa desposada; la uni6n de los dos seres, 3 realizas después de egal le flor masculina, sacrficada on aras de su anhelo, ¢5 él juguete de tas aguas, que llevan su caddver hacia ta oritla, mientras que ia esposa, ye madre, caeee, si corola, donde atin palpitan los amantes efluvios, enrolla st pistilo y cee descender a las profundidades acuaticas para madurar ef Fruto de un amor heroico y sin limites. .» 12 Doctor Raso de Luna condiciones de producir agua o descomponer el agua en una reac- cién ulterior (1). Asi, si et agua es la Madre, y «aguas madres se flaman, por certo, a los residuos de la cristatizacién por ta via htimeda, et Agua 8, a su vez, ef hijo en toda reaccién de dcidos y bases para formar fa sal (unién de los residuos, figaduras post copula, gue podriamos decir, y que no es extraiia alguna vez en el mundo animal), siendo, ademés, el agua el prototipo det androginismo quimico, porque, si bien el voltémetro descompone su molécula en un dtomo de oxige- no y dos de hidrogeno, la verdadera rotura del agua en las reaccio- nes hace de ella dos partes: una de un dtomo de hidrégeno (H), que acta en las reacciones a guisa de elemento Acido, y otra de un oxi- hidrilo (GH), que, por su parte, obra como elemento basico, hacién- dose asi del agua, por su H hidrogénico, el ditimo, el menos Acido de los Acidos, y por su (OH) oxihidrilico, la primera o ta menos alcalina de Jas bases, cosa que, con su mayor calor especifico, es la causa de ta decisiva importancia del agua en la Naiuraleza. Queda con elo sentado — més lejos nos es imposible ir aqui— que bajo el nuevo «sentido sexual» de nuestro presente Ensayo, todo 4cido es «masculino» y apto, como ial, para ceder un hidrogeno al copularse con ef oxidrilo de fa base, la cual base es, por tanto, «femenina> a su vez. La molécula H-(OH), pues, es ef hijo de semejante de aquella molécula del agua, quedan en con- diciones de latencia quimica para reconstituir su reciproco y perdido «sexo», desiruyendo en piteriores reacciones la molécula de agua, es decir, «devorindola> como, en el simbolismo del mito, se dice que Saturno devoraba a sus hijos, porque éstos, cual mds tarde hizo con él su propio hijo fipiter, amenazaban privarle de aquella su vir- {1) Caso tipico de esto titimo es, por ejemplo, el del tricloruro y el penta- dloruro de fésforo, que se combinan con enorme energla, en espera, asi que se presente ef agua, de descomponer ésta, formando los acids fosférico y clor- hidrico. Aberraciones psiquicas def Sexo 13 tualidad creadora como tal dios... Es frecuente, desde luego, en la Filosofia antigua encerrar en anagramas, mitos y simbolos, las ver dades cientificas trascendentes, para preservarlas de tas ignaras multitudes, como aun el mismo Huycins hiciese en Jos tiempos mo- dernos, encerrando en un anagrama en el que la propia astucia de KEPLER no pudo descubrir nada, el descubrimiento astronémico del Anillo de Saturno. Y si éste es el «fendmeno de la sexualidad quimica>, también existe Jo que, glosando a MaRANOn, podriamos calificar, pintoresca- mente, de «quimica homosexualidad>, que es ¢! operado, al modo del ya dicho de los 4cidos con las sales, entre moléculas homogé- neas o del mismo sexo quimico. Tal es el caso de dos moléculas «femeninas» de cualquiera de ios infinitos alcoholes, de oxhidrilos basicos copulables con el hidrégeno de los acidos. ¥ quienes, cuan- do acitia sobre ellas el calor, eterno activador de las reacciones, si no tienen 4cido con ¢! que unirse, se unen entre si, generando «agua» y transformdndose las dos moléculas de alcohol en una de éter. Hay, en fin, a y los «pistilos oxihi- drilicos» yacen sustentados por el mismo «pie arbéreo-molectlar>. .. De fa sexualidad {1}. (1) Véase la sabia obra de este titulo, debida al genial D. ARTURO SORIA ¥ Mata, a cuyo profundo alcance pitagérico-filoséfico nuestea generacion aun no ha hecho justicia, quiza por ser espajio! y no ser «técnico», en el cretino sentido que dames a la palabra, su autor. Ty Doctor Roso de Luna En cuanto a la sexualidad de los astros, ella es evidente ya para muchos filésofos astronomos, y, habiendo tratado de este en muchas obras (1), no habremos de hacerlo aqui. Baste apuntar tan solo que los diitimos estudios sobre los cometas empiezan a considerar a éstos como verdaderos recorridos. «juveniles» por el espacio sin fin, aca- ban siendo aprisionados por unos verdaderos <évulos femeninos>, constituidos por el Sol y los 0 resferas» en los que se mueven los planetas, y aun por estos planetas mismos. Operada tamafia fecundacién>, el nticleo cometario, como pasé con el comeia Biela en 1866-72, se descompone en mil fragmentos pro- ductores de sendas «liuvias de estrellas», con las que aquel «esper- matozoide celeste» es absorbido, como por la fecundaciéa es absor- bido el espermatozoide organico por el vulo asi fecundado, para determinar seguidamente la primera cariocinesis del organismo del shijo>. Miles, millones de tales ineries fragmenlos acaso, como sospecha la teoria meteoritica de Lockier, caen sobre e] Sol, cali- mentandole» (nuevo brote del mito de Saturno), ¢ igualmente sobre la Tierra y los demas planetas. Cada uno de estos ultimos, en efecto, tiene atin ligados a 1 varios cometas «de su familias, «espermato- zoides> aun no desiruidos, pero que habrdn, temprano o tarde, de ser absorbidos «genésicamente> por ellos, como va dicho, Esto sin contar con que la propia Luna gita en torno de la Tierra, como el s en torno del de la , es cosa descontada para época feliz- mente muy distante, por muchos de aquellos astrénomos fildsofos, Y no sélo astros y 4tomos obedecen asi al imperativo dei Sexo, sino que, con el simbolismo sexual, podemos sintetizar brillante- mente el metabolismo de cuanto nos rodea, pues todo es segiin el ctiterio dual de lo masculino-femenino, positivo-negativo, latente- (1) Léase «Obras del autors, al principio det presente libro. Aberraciones psiquicas del Sexo 15 radiante, activo-pasivo, cdlido-frigido, fuminoso-tenebroso, y demas econtrarios filoséfices», contrarios por su misma sexualidad tras- cendente, sin la cual nada nos es dable hacer en el mundo, pues, como muy al por menor detalla, D. RAFAEL Sauiias, en su Teoria bdsica o sexual, todo es segtin la ley del Lingham y ei yoni: ta lave y la cerradura, el pernio y su hembra, la ensambladura entrante- saliente, el arado y Ja tierra, Jo cortante y lo cortado, lo vencedor y lo vencido, e! operador y lo operado, ta pérdida y la ganancia, el abandono y la posesién, la accién y la reaceién, el impulso y la caida, el empuje y 1a brecha y mil conceptos mas reciprocamente «sexuales>, de Jos que tan superabundantemente abunda la literate- ra picaresca de todos los tiempos y paises, literatura cuyo pecado estriba sélo en haber tratado de dar como No puede consolarnos de nuesiras penas el engafo, ni logra vivir en paz mucho fiempo quien de mentiras vive, porque la verdad Je sale al paso con el frio de su realidad y de su justicia. Los que amasan su historia con perfidias, mintiendo cinicamente un crédito 16 Doctor Roso de Luna que mermo su propia insinceridad, viven Siempre en precario; su vida es una fetra cuyo vencimiento ha de Hegar antes de que se cumpla el plazo. La verdad, cualquiera que sea. Combatir con ella, es librarse de todas tas asechanzas y prevenirse contra todos los peligros posibles; es limpiar el aire de miasmas y el espacio de som- bras, y el corazon de rencores y de dudas. Morir es ahogarse en mentiras; caer en la sima en que cayé Hamlet y debatirse como Segismundo en una lucha agotadora y estéril, Hay quien teme a ta verdad, porque en ella se ejecuta sin querer, Porque es la horca de los que van viviendo dei miedo de fos demas y de su propio mie- do. Pero Jos que hicieron de su vida un culto y viven con Jos ojos abiertos a las verdades eternas, se asfixian cuando sus pulmones tienen que respirar et aire del engafio, que es siempre aire de esclavitud. .. > Pero verdad alguna de las que el mundo busca, 0 acaso mas bien de fas que el mundo rehuye a tenor del mito de Lady Godiva, est4 mds rechazada que la verdad sexual, la fey que, Por via fisio!é- gica, impulsa a! amor de ta pareja humana, forma el hogar, alimenta, educa, instruye y hace hombres a los hijos, venciendo asi Por magi- co Poder def Amor, que crea, al también magico Poder de fa Muerte, que destruye. V je vence en epopeya creadora con la que nuestra finitud en Espacio, Tiempo, Cantidad, Forma y Materia, aleanza a Jo Infinito, asegurando, tras Ja fugaz Personalidad de los dos consor- tes, la perpetuidad del Hombre sobre ja Tierra, Pero microbio alguno moral hay que ataque tan directamente a la Santidad det Sexo como Ja mala literatura tan en boga siempre en ef mundo, desde las crudezas de Las mil y una noches drabes —No Las mii y una noches primitivas ariohindtes, hoy perdidas, y de las que s6io podemos colegir cémo fueran en su grandeza, a través de estas dltimas; crudamente traducidas al francés Por e] doc- tor Marorus y al castellano POF nuestro Biasco. IBANEZ—~, desde Las mil y una aeches, repetimos, hasta la obra de! abate ViLLaRs, que vamos a comentar, a través de toda esa literatura del medievo cono- Aberraciones psiquicas det Sexo a cida bajo el nombre genérico de «literatura picaresca>, y hoy conti- nuada con tan lamentabilisimo éxito por escritores de primera fila, que en vano quieren sembrar de rosas de estilo, fos estiércoles de unas iristes realidades que debieran ser silenciadas en honor mismo de la verdad, ya que si ellas son «una verdad animal>, no son «una verdad humana en el sentido de un sublime Ideal literario que, vo- lando a inmensa altura sobre ellas, no debiera alcanzarlas a ver, pre- cisamente por sit misma elevacién, ya que el verdadero Arte debe estar siempre tan por encima de la Realidad — mejor dicho de los crudos realismos> que no son sino una parte, minima e inferior, de la Realidad aquelia —, como Jo estén de la Tierra fos soles del Firmamento. .. En esto, El Conde de Gabalis tiene tantos precursores como continuadores. D. Joaquin Lopez BaRBADILLO, al dar por vez primera en caste- ano y comentar Los caprichosos Didlogos del divino Pedro de Are- tino (1), 0 sea los célebres Ragionamenti que se comunican, con sin igual licencia de lenguaje y de fondo, las dos prostitutas romanas /a Enana y la Antonia, nos dice de aquel continuador de ta Priapeya, de Viraitto, y las tan lascivas composiciones de los clésicos Ovip10, JovenaL y Marciat, y el precursor iambien del Decamerdn, de Boccaccio, de /a Celestina, de Francisco pé Rojas y dems obras célebres en estas peligrosas materias, nos dice al comienzo de su obra: «Nacié Peoro Aretino en un hospital y murié en un palacio. $Su vida fué una tempestad y fué una Hama. Su vida fué una vida Hena de misterios y de luz, lena de odios y de amores: existencia de hampon y de rey. Fué ARETINO un canalla magnifico, que convertia en rayos de gloria los pufados de fango. Pisoted los altares, tos tro- nos, el solio del Papa. Su risa hacia temblar: la risa fué el resorte de (i) Edicién dinica de 25 ejemplares en papel de hilo y 300 en papel fuerte, hecha, bajo el sello de D. Peirus Aretinus flagelam Principam, en 1914, y de la que poseemos un ejemplar. No creemes que el autor publicase més que este pri- mer volumen bajo el titulo de Narracién de fa licenciosa vida de tas monjas. Aberractoncs. 2 18 Doctor Roso de Luna su grandeza y de su triunfo. Cuando escribja sus libros de devocién hipécrita, ponia a Ja carcajada un disfraz de oracién; cuando enalzaba en una carta Ja virtud de un magnate, iba el burlén desprecio a ese poder como postdata que no se veia en ella; y hasta cuando e] Amor le hizo Morar, mofése del Amor con més sangrienta mofa, y hasta cuando enfermé y se murid, nacid una fabula diciendo que habia muerto de risa. V la leyenda fué ereida, porque el ARETINO habia he- cho escarnio de Dios y de los hombres, y del Amor y de la Muerte; porque al abrirse los ahondadores ojos de su genio, se vid puesto en ei mundo para ir por él vilipendiado y dolorido, pasando ham- bres y penas, sin llevar un nombre, ni una esperanza, ni un cacho de pan, y €l no quiso ir asi; y él debe ser bendilo, porque, aunque fué ladrén y falso y cinico y cobarde, se revelé contra !a Suerte, y la vencié. ;Mucho llevaria dentro de su cabeza de lobo, y amargu- ra bastante tendria su alma, mds grande que sus vicios, cuando det miedo ajeno y entre el odio comin, se pudo hacer Pepro Are- TINO un l4tigo de oro, una mesa de hartura, ei florido lecho de sus cien hermosas y una eterna aureola para ese nombre que le did su pueblo, ya que en Arezzo no habia tal vez un nombre bastanie cierto de poder darle el suyo!» «Nacié en 20 de Abril de 1492. Fué hijo de carne de placer. Su madre era modelo de pintores y cortesana de baja ralea. Se ilamaba Tita. Durante mucho tiempo se vid su efi- gie sobre la portada de San Pedro de Arezzo, representando a la Virgen Maria, que recibia del arcangel Gabriei fa Amunciacién. Y varias veces Pedro, en sus escritos, se envanecié de que su pto- pia madre, pobre y bella hembra de mil machos, hubiera sido al par madre de Dios, merced a los pinceles que hicieron de ella aquella santa copia». De nadie, pues, como de Pepro Aretino, verdadero Solimda moderne cuat el que en nuestro Romancero lleva este titulo, y de su pobre madre, que asi rod6é por la fatal pendiente, se podria cantar: Aberraciones psiquicas del Sexo 9 «Las duefas y las doncellas estén cansadas de hilar: la condesa es la mds triste de Jas que tuercen torzal. — «jCanteisme, mis doncellicas, canteisme un lindo cantar!» — Las que tienen voz delgada canian todas a compas; Ta condesa para el huso, no la pueden alegrar. Ya canta la cautivada Ja historia de Soliman: >En la silla del caballo brama como un vendaval, no deja cosa con cosa de Gecira a Gibraltar; roba a todos los que tienen buen caballo o buen caudal; da oro a la gente pobre y ahorca a la principal; pone los pies en las cruces por ser pecado mortal; va forzando a las doncellas que tropieza al montear; porque no sean malas madres en su pecho hunde el pufial. — eLuego que estés enterrada, hijos no me parirds, que a mi me perié una perra que me eché al monte a criar!» — La condesa que esto oyera de golpe rompié a llorar. = «{Callese Ia cautivada que esa historia es la verdad! Soliman, el renegado, es mi hijo natural; por parirlo con recato, al monte lo eché @ criar; me lo criaron villanos con leche de caridad... sDoncella que tenga un hijo a pechos lo ha de criar!» — 20 Doctor Roso de Luna Porque nuestro tiempo tiene mucho de aquel famoso siglo xv, © de! Renacimiento llamado por Castecar y recuerda, por tanto, la Italia del ArETINO: «Aque- Ila Italia, artistica y sensual; corrompida y magnifica; enamorada de la carne y rebosando de espfritu; mezcladora det culto de Dios con los ardientes ritos demoniacos en que latian belleza y fuerza. Halia Ilena de cardenaies asesinos; de princesas livianas; de hampones genia- les... y en la que, en torno a Ia silla pontificia de Julio H, pulula- ban, con ambicion igual, cuantos aventureros de talento tenia enton- ces fa Peninsula latina; Italia, en fa que hubo un Leén X, el noble hijo de Lorenzo de Médicis, el Papa que sirvié al Arte més que a Dios y gusté de Boccaccio, mas que del Evangelio. ..» La Italia, en fin, de Julio Romano, el picaro dibujante de aquetias dieciséis figu- tas licenciosas denominadas Las Posiuras y a quien el ARETINO no sdlo salvé de las garras inquisitoriales por su amistad con los papas, sino que escribid al dorso de ellas sus dieciséis sendos Sonetos luje- Hosos, teniendo que escapar a su vez refugidndose en la tienda de Juan de Médicis — otro perdido como él, Namado el Gran Diablo, por antonomasia, merced a las fechorias sin cuento realizadas at frente de sus famosas Bandas Negras. A la publicacién de ja primera parte de jos cétebres Didlogos del ARETINO y como florescencia europea de la sensual literatura de los drabes y demas pueblos semiticos, hubo de preceder en algunos afios en las prensas italianas La fozana andaluza, compuesta en len- gua espaiola muy ciarisima, del sensualista vicario Francisco DE- uicabo, y la hubieron de seguir el Porno-didascalius de FERNAN SuAREz; los comentarios o traducciones del francés ALcIDES Bou- NEAU; mil glosas picarescas del pasaje de Piramo y Tisbe en el libro IV de las Metamorfosis, de Ovini0, «que !lenaron el mundo de Anticristos>, o de las abnegadas vidas mistico-sensuales de Santa Nefisa, Santa Isabel de Ceres o Sania Maria Egipciaca, los equivocos. comentarios de mds de un erotomaniaco fraile camaldulense acerca de San Romualdo y sus flagelaciones contra el fuego de la carne cla- : Aberraciones psiquicas det Sexo at mando por su fuero; jas desenfadadas ilusiraciones de esos otros frailes que iluminaron escandalesamente las Biblias de ios sigios xiv y XV, y que reproduce L6rez Barsavitto en su citada obra, Hevan- do en la Biblioteca Nacional de Paris los niimeros 167 y 166 de tos Manuscritos franceses antiguos; y, en fin, aquel precursor de Gui- LLERMO APOLLINAIRE, Mr. RIBEAUCOURT, que, para solaz espitituat © por miedo a algo y a alguien, se constituyé en tipégrafo de su propia obra aretinesca o . Todo esto no es sino enfermedad dei alma, aberracién sensual © psiquismo — los griegos dividian las almas de tos hombres en so- miticas, psiquicas y pneumdticas, con arreglo al tamas (ignorancia), 22 Doctor Roso de Luna rajas (pasién) y satua (espiritualidad) de los hinddes—. Un terremoto moral, como el que acaeceria si el polo norte de la Tierra se juntase con el polo sur, porque, a bien decir, el hombre, como el planeta que habita, tiene un polo positive: la Mente espiritual; un polo negativo: el Sexo, y un ecuador o «fiel de la balanza> entre ambos: la Vida. Los antiguos, en esto y en todo—no hablo de jos clasicos gre- colatinos de las decadencias —, tenian de estas cosas conceptos mas puros. Describiendo el culto de fos egipcios, la sefiora Lypia Maria Cup dice en su obra El progreso de las ideas religiosas: «La vene- racién hacia los poderes productores de la vida, introdujo en el culto de Osiris los emblemas sexuales tan comunes entre los brahmanes del Indostdn. Una colosal imagen de esta especie fué regalada y des- tinada al templo de Afejandria por el rey Ptolomeo Filadelfo... La yeneracion hacia los misterios de la vida organizada, condujo al co- nocimiento de un principio masculino y otro femenino, en todas las cosas, asi espirituales como materiales. Los emblemas de entrambos sexos, claramente visibles por doquier en las esculturas de sus tem- plos, parecerian obscenos si se describiesen, pero niagdn espiritu casto y pensador podria considerarios asi al contemplar la evidente senci- llez y la setiedad, con las cuales el asunto esté tratado en ellos>. Ademis, el pecado esi siempre en el que mira para pecar, y el Onni soit qui mal y pense, divisa de ta Orden caballeresca de la Ja- rretiera, escrito est4 para tales pecadores, mientras que las gentes inocentes y puras pueden ver tras cualquiera de estas obras, tales como Ei Baladro de Merlin o El Conde de Gabalis, simbolos tras- cendentes 0 césmico-sexuales de indiscutible grandeza. Tal es el caso, a nuestro juicio, de la misma revista filoséfica francesa Le Lotits Bleu, cuando, al publicar la famosa obra, dice: El Conde de Gabalis, que fué escrito en 1670, trata de una manera fes- tiva y satirica algunos de los misterios de !os Rosacruces, y el objeto dela obra fué probablemente llamar Ja atencién del puiblico hacia tales estudios, cosa que logr6, sin duda, a juzgar por sus numerosas Aberraciones psiquicas del Sexo 23 fraducciones. El tema fundamental del libro es el comercio carnal de los clementales, o «invisibles espiritus de tos elementos» con jos seres humanos... Semejante idea viene Hlustrada en él con numerosos ejemplos de obsesiones de hombres y mujeres, que se eniregaran, respectivamente, a los y a los «incubos», (De ello hablé también SANTO TomAS DE AQUINO ert su Summa Theologica.) Tales ejemplos, sin embargo, no son del tode acertados, sino mas bien un peligro horrible, induciéndonos a pensar por ello si el abate VILLARS no tuvo el propésito de burlarse de Jas viejas alegorias, como Jo hi- cjeron ciertas sectas a propésito de Ia leyenda de Krishna y las Go- pis tentadoras (base de la hermosisima escena del Jardin encantado de Kiingsor en el Parsifal, de WAGNER). Los amantes de libros raros sobre misticismo quedaran encan- tados con poseer semejante libro, pero ha de tenerse gran cuidado de no darle una falsa interpretaci6n literal. El simbolismo del sexo, en efecto, que con tanta frecuencia se encuentra efi todas las obras de dicha indole, representa una fuerza, una clave, un poder bien defi- nido de la Naturaleza, poder mencionado en Jos Vedas, bajo imagen semejante y que decian jugar un papel importantisimo en ja misma Alquimia (con sus «retortas» masculinas, y femeninos, 0 matrices >). La edicién que reimprimimos al presente es la de Amsterdam de 1671. Se dice que VILLARS sacé st Conde de Gabalis de las primeras cartas de La Chiave del Gabinetto (la o «matriz», que es el sentido ocullo en que aque! picaronazo la empleara al frente de su aberrado libro, hoy, at Doctor Roso de Lana por fortuna, imposible casi de encontrar, privandonos asi de escenas que dejarian atras a las mds crudas de las Jupercales fiestas de fos Fromanos 0 de la literatura a que antes aludimos. Sobre la santa cosa del sexo no se puede hacer buena literatura en el hondo concepto moral de la palabra Suena, sino obra nefasta contra el sexo mismo, pese a las galas con que, para disfrazarla y hacerla tolerable a paladares frivolos 0 estragados, se la llegue a re- vestir, ya que el fin jamAs justifico por si a los medios empleados. para su logro, sino que estos medios han de ser justificados previa mente por si mismos. Porque es «invertir los polos» y ilevar ja in- teligencia, al sexo, es decir, o divino a io animal. FI sexo, como ej Estado, y come tantas otras cosas, es un mal necesatio, cual la mis- * ma Vida que depende de él. Es, en fin, «dorar la pildora» buscando estimulos imaginatives en lugar de frenos para la funcién naturat aquella. Pero es algo peor que todo esto, el tartufismo y la gazmofieria, que en los problemas esencialisimos del sexo nos quieren imponer, por su parte, gentes que, bajo pretexto religioso, le pervierten, que- tiendo trascenderle. Harto conocidas son tales gentes, para que nos- otros vayamos a sefialarlas con el dedo. Su labor, que secretamente tiene mucho més que ver con las . «Dime de lo que hablas, y te diré fo que eres». Estas ultimas consideraciones nos son deblemente obligatorias, no por ja propia dignidad tan sélo, sino porque, al irnos a ocupar del espinosisimo asunto de las «aberraciones psiquicas del sexo», tene- mos que tomar por base el comentario de una de las obras mas fa- mosas y del mas puro aticismo clisico que posee la admirable, y lambién en esto del sexo, la casi siempre Teprensible literatura fran- Aberraciones psiqguicas det Sexo B cesa, es, a saber, Ja célebre obra del abate VitLars, que eva por titulo Le Comte de Gabalis, ou entretiens sur les sciences secrétes, obra que tanto ruido Heva hecho en el mundo desde su aparici6n a fines del siglo xvi, que cuenta con mds partidarios que PeTRoto, el Arerixo 0 Boccaccio, y que el propio estilista y académico francés ANATOLE FRANCE no ha tenido inconveniente en copiar (en fondo como en estilo) en su gran novela La’ rotisserie de la reigne Pédau- gue, © sea, El figon de la Reina «Pie de Oca>, novela de la que ya yan tirados hasta la fecha mas de 300.000 ejemplares en su jengua sélo, sin contar las traducciones, hasta la reciente pubdlicacion, en el afio 1922, que tenemos a la vista. Lieva dicha obra una nota de su editor en la que se dice: «Esta opinion — la sostenida acerca de las Salamandras, silfides, etc., por Monsieur d’Astarac, uno de tos principales personajes de !a obra de ANATOLE FRANCE, equivalente a la personalidad del Conde de Gaba- fis en Ja obra del abate Viiiars — fué sostenida en un librito del abad de Montfaucon de Villars, Ei Conde de Gabatis o disquisiciones ‘acerca de las cienelas secretas de los antiguos magos y de los sabios y imodernos cabalistas, y de \a que existen diversas ediciones. Nosotros nos limitamos a sefialar la de Amsterdam (Jacques le Jeune, de 1700, con 18 laminas en el texto). Ella contiene una segunda parte que no existe en la edicién original». Tampoco existe dicha segunda parte en el texto que nosotros hemos tenido a Ja vista para nuestra tra- duccidn y que es el publicado por Georges Carré, editor, Paris, rue de S'André des Arts, con portada alegérico-fantastica de J. te Rive- rend, sin marcar afio de publicacion, pero hecha, sin duda, bajo los auspicios de Le Lotus Bleu, la revista teaséfica francesa de los tilti- mos afios del pasado siglo, a la que antes heros aludido. Enel espiritu y letra de ia obra de VILLARS estén inspiradas tam- bién, ademds de La Rotisserie de la Reine Pédauque, otras dos obras de ANatove France: Les opinions de Mr. Jéréme Coignard y Les comptes de Jacques Tournebroche, que, sin dda la picaresca musa del autor de La isla de los pingitinos, hubo de prendarse ciegamen- te, tanto del purisimo estilo francés del siglo xvii, en e] que su pro- pio y genial estilo est4 calcado, cuanto del amplio margen ad usum delphinis de \a vulgaridad erotomantaca, que el fondo sensualisimo de la obra del abate ViLLars proporcionaba a su musa realista. Para Jos que no bayan sentido la tentaci6n de leer La rotisserie, séanos 26 Doctor Roso de Luna pérmitido, pues, hacer somera cila de ella, como demostracién ade- més de la trascendencia que para cualquier obra ulterior tiene todo libro de Ocultismo bueno o malo, cual acaece con El Quijote res- pecto de los Libros de caballeria, y a éstos, a su vez, tespecto de Las mil y una noches. La «reina Pie-de-Oca>, del tiiulo de la novela de France, no es. sino el rétulo del figén o «rdtisserie> parisiense, donde ha nacido el narrador de la obra: el joven Jacques Tournebroche; pero es también una sdtira hacia !os cuentos mifnocharniegos de aquella reina, eco francés de la leyenda de la princesa /somberta o Isis-Bertha, del Bra- vante, madre de Helias, Osiris o «E! Caballero del Cisne»; simbolis- ‘mos augustos los de todos estos nombres, sobre fos que aqui no va- mos a hablar por haberlos tratado ampliamente en otros estudios (1). E] joven Jacques tiene la suerte de ser instrufdo en griego y latin por el abate Coignard, hombre tan genial como vicioso, que por causa de su excesivo amor a las mujeres y al buen vino perdiese su alia posicin cerca de uho de los dignatarios de su época. Cierta noche de invierno en que la familia Tournebroche cena- ba con el preceptor al amor del alegre fuego del figdn, presentése inopinadamente Mr. d’Astarac, rico-home gascén, completamente chiflado por las mismas doctrinas cabalisticas, que son el alma de fa obra de! abate ViLLARS que comentamos, respecto de la necesidad moral en que se halla todo el que aspire a salir de la vulgaridad y pertenecer a la Fraternidad de los Sabios, de enlazarse maritalmente con Salamandras, silfides, ondinas o gnémidas. El noble précer de la Gascuiia ha creido ver en la viva Hama del hogar, a través de Ja puerta entreabierta dei fig6n, nada menos que a una Salamandra hermosisima, prueba clara de que alli se albergaba un Sabio o un aspirante a ta Sabiduria. El visitante traba asi amistad con maestro y discipulo y acaba llevandose contratados a entrambos a su palacio, vecino alos despoblados del Sena de entonces, para que le traduz- can la dificii obra, precursora del cabalismo medieval, que Z6simo. ef Panopotitano tedsofo alejandrino, discipulo de Ammonto Sacas, el fildsofo autodidacto, escribiera para su. sobrina Eusebia bajo ef titulo de Jmouth. (1) Principalmente en Confereneias teosdficas, epigrafe de «El Caballero de] Cisnes, y en el capitulo «Lohengrin», del Wagner mit6togo y ocuttista. Aberraciones psiquicas del Sexo 2 En el palacio sefiorial del d'Astarac todo esté consagrado a la magia del comercio con «los invisibles pueblos de los Elementos>, en especial fa riquisima biblioteca, y allt son instalados para evocar a la Salamandra, con la que habia de desposarse cabalisticamente, he aqui que, por casualidad, se presenta, en busca de d’Astarac, aquella her- mosa joven, la cual, por fatalidad harto humana y mas ede jos que han pisado mandrdgoras, las plantas del inevitable amore, viene asi a tnirse con el joven, cual efectiva salamandra de carne y hueso, en una de esas escenas en las que nuestro Feuire Trico fué tan redo- mado maestro. Mil peripecias que no son de este lugar, enredan la novelesca madeja al estilo de las mejores de nuestra literatura picaresca, y al cabo de ello, Jahel, que ya es ia amante del calaveril caballero mon- sieur d’Anquetil sin dejar por eso de amar a Jacques, éste, y el abate Coignard, tienen que huir en coche por Ja carretera de Lyon, para escapar a la venganza, por un lado, del d’Astarac, y por otro, del ofendido hebreo Mosaide, el tio de la hermosa. .. En dicha carrete- ra, al igual de lo que antafio acaeciese al abate Vintars , en dafio de ja verdadera fisiologia salvadora del sexo y del hogar, no puede tenerse, por bien que se Jo disfrace, por excesivamente buena literatura, el raro original francés que poseemos habria dormido. tranquilamente en un estante reservado de nuestra biblioteca, sin et menor prurito, por nuestra parte, de traducirle. Pero el peligro de que otros Jo tradujesen sin comentario, el haber hablado de ello, acaso con exceso, nuestra maestra H. P. Bia- vaTsKy, no sdlo en Isis sin Velo, sino en otros notables articulos que corren por las revistas teoséficas; el haber sido también publicado imprudentemente, a nuestro juicio, por Le Lotus Bleu, ei texio ori- ginal, como hemos dicho, y, sobre todo, el haber lanzado ANATOLE FRANCE a todos los cuatro vientos de una envidiable publicidad en las principales lenguas europeas cerca de un milién de ejemplares de su Rotisserie, nos obliga también a romper el silencio, en lengua espaiiola, haciendo, a! par, cuanto nos es dable hacer en la pobreza de nuestros medios, por poner los puntos sobre las fes en los principales asertos peligrosos de la genial obra traducida, rechazando de plano, por un lado, las ironias erueles del texto en cosas que santa y seriamente debié tratar, y por otro, elevandolas desde «su imuerto aspecto de unidn sexual>, gue es magia negra, a Su aspecto simbélico y representativo de cosas infinitamenie mas excelsas, o de magia blanca; cosas tan puras en su significado, como puro fuese el amor a Duleinea del pobre e incomprendido Don Quijote de la Mancha, que harto quijotesco resulta el escribir asi en medio de una generacion sensualista, egoisla y materialista, dispuesta a no tomar nada en serio mds que aquello que efectivamente ja perjudique. M. ROSO DE LUNA CHARLA PRIMERA 10S haya recibido en su Seno al alma del sefior conde de D Gabalis, quien, segiin me acaban de noticiar, ha muerto de apoplejia. Los picaros curiosos no dejaran de decirme que esta clase de muerte es la ordinaria de cuantos administran mal los secretos de jos sabios, y que desde que el bienaventurado RaiMuUN- po Luuio pronuncié esta fatal condena en su testamento filosdfico, un Angel vengador se ha encargado siempre de retorcer pronta- mente el cuelio a todos cuantos han revelado indiscretamente a los profanos los Misterios Filoséficos [1]. {1) Et primer problema que nos plantea la obra que comenza- ‘mos a comentar, es el de la razén de las muertcs violentas, especial- mente cuando ellas vienen a ser una especie de castigo? impuesto al hombre por las leyes naturales, cuando se extravia por completo en el camino de la misién que a todos nosotros, grandes o pequefios, nos corresponde en la vida, misién que es, acaso, la misma razon de ser de nuestra presencia en la Tierra. ‘ No cabe duda que en los llamados malogrados, «la dicha ley se cumple>. Ya lo expusimos extensamente en el epigrafe <;Cudndo se muere?», de nuestro libro Hacia la Gnosis, y no habremos de repe- tirlo aqui, Lara, EsProncepa, BALMES, GaBRIEL Y GaLAN, para no hablar sino de nuestro pais y nuestra época, equivocaron su mision, y se malograron en edad temprana. Igual aconteciera a Mozart, a AséL, etc. Pero aqui no se trata de jévenes malogrados, sino de hombres muertos violentamente «por haber manejado mal los secretos filosé- i | 32 Doctor Roso de Luna ficos». En este caso se hallan, por ejemplo, SteaD, el gran espiritista; Gerarp Encausse 0 Papds, el ocultista célebre; ALFREDO RopRiauEz ALDao (o AyMeRicH}, discipulo de éste, y, en cuanto a «la apoplejia>, ei propio Ricardo Waoner, después de la sublime mezcolanza de to pagano con lo cristiano, que ésie hiciera en su Parsifal, contra su propio propdsito originario de darnos en esta Opera wna tesis com- pletamente oriental, algo asi como «las tribulaciones del Buddha antes de lograr su liberacién», propésito del que ios monarcas ale- manes le hicieron desistir, como referimos en nuestra obra Wagner, mitélogo y ocultista, capitulo sobre Parsifal. Se nos dird que tal muerte por apoplejia acaeciéle, como pudo sobrevenirle cualquiera otra, a la edad avanzadisima que ya contaba; pero sobre ello no va- ‘mos a discutir, sino, meramente, a apuntar la coincidencia de aquella «mala administracién del Parsifals, con la de ta enfermedad que atrebatara de alli a poco al mds grande de los genios musicales. Nuestra ciencia positiva del «hecho», y nada mas que del hecho, no puede Ilevarnos a mal el que apuniemos estos hechos concretos, dejéndole a ella, por no ser del presente lugar, la tarea de desentra- fiarlos, ya que «la castalidad> no existe y todo proviene de un juego de causas o «ley de causalidad>, sin la cual nos es imposible expli- carnos la Naturaleza. «Es bien curioso, dice, por otra parte, la nota del texto puesia al pérrafo que comentamos, que el abate de Vittars, autor de estos diaiogos sobre Jas ciencias secretas, experimenté una muerte violen- ta, andloga a la que é! dice acontecié al conde de Cabalis, ya que, publicada su obra en 1670, hubo de ser encontrado asesinado, poco después, sobre la carretera de Lyon, en 1673.+ También ANATOLE FRANCE, en su Rotisserie de la Reigne Pédaugue, glosa novelesca de la obra de Gabalis, hace morir asesinado a su héroe et abate Coignard (nombre que es simple cambio del de Vitiars), en Ja misma carretera, cuando huia de Paris por causa de sus , dependien- do de nosotros y no de ellos nuestro porvenir— mejor dicho, nuestro devenir —, como creadores que somos de nuestros propios Destinos, Aberraciones psiguicas del Sexo 35 En cuanto a la designacion que hace de los «poderes» por fa ca- balistica iniciacién conseguidos, campea en aquélia el altisonante y declamatorio estilo de toda la Cabala occidenial, y que tan aparatosa- mente aparece en la obra de Etiptas Levy, 0 sea del abate Benjamin Consranp, secreto discipulo de Roma, titulada Dogma y Ritual de ta Alia Magia, y en otras. Buddha y Jestis, que para nosotros, como seres efectivamente Divinos en toda ja acepcién de la palabra, nos significan harto mas, no apelaron a tales teatrales declamaciones, para darnos en forma dulce, Ilana y sencilla su salvadora Doctring; y no hay que olvidar tampoco, segén sentencia de nuestra Maestra, H. P. Buavatsxy, que el verdadero Ocultismo o retorma interior de uno mismo, por la Voluntad y el Conocimiento, es, a las amadas «cien- ias secretas, ocultas 0 malditas», lo que la luz del Sol esplendoroso esa la tenue fosforescencia de ia fuciérnaga, Quien se domina a si propio, ha dicho Votraire, «domina al mundo», sin necesidad de recurtir a tales teatratidades charlatanescas de los mai ilamados «magos> que nos forjamos en Occidente, no de los magos auténticos de aquella energética superacién que nos da, efectivamente, sin bus- carlo, todo ese dominio taumaturgico sobre la Naturaleza entera, 0 sea el poder de hacer «milagros>. Pero no el sentido de ser estos milagros efectivas transgresiones de la eterna Ley que preside a aquélla, sino en el etimoidgico del mirabilia latino, 0 sea de «cosa admirable, maravillosa, prodigiosa», como Jo son Jas infinitas mara- villas de la ciencia moderna, verdaderas «magias» para las edades anteriores, o «ciencias mayores» de lo que constituyera la ciencia, Jos conocimientos, de las edades precedentes. Las que por «magias» hoy se tienen, al tenor de las declamaciones aquéllas, no son sino otras tantas «monedas faisas> de la unica y falsificada moneda legal de ia verdadera Magia, Ciencia eterna, cuya previa existencia, a través de las edades, ellas presuponen indefectiblemente con su falsi- ficacin. Iniciase, finalmente, en estos parrafos, e! lamentable estilo bur- J6n y satirico que campea en todo el resto de la obra, y contra el que, ‘i su oportuno lugar, haremos fas debidas observaciones. Ei simple buen sentido me ha hecho siempre sospechar que hay mucho de hueco y de falso en eso que se ha dado en Ilamar +Ciencias secretas>, y jamas he sentido Ia tenlacién de perder mi . % Doctor Roso de Luna tiempo en hojear los libros que tratan de ellas. Pero, encontrando poco sensato, por otro lado, el condenar sin saber por qué a cuan- tos a ellas se consagran, gentes prudentes casi todos, sabios en su mayor parte, y de gran renombre, no pocos, en las letras y en ef mundo. me propuse, para no ser injusto y no fatigarme tampoco con lecturas enojosas, irabar relaciones con cuantos conocedores de dichas ciencias logré tropezar en mi camino. Un éxito mayor que el que pude soffar, coroné mis esfuerzos. Como todos estos sefiores, por misteriosos y reservados que pretendan ser, no desean otra cosa que entablar conversacién acerca de los descubrimientos que pre- tenden haber hecho y dar tienda suelta a sus imaginaciones, legué a ser, en poco tiempo, confidente de las mds notables de entre ellos, y siempre albergaba a alguno en mi despacho, cuya libreria habia teni- do antes buen cuidado de nutrir con los mas fantdsticos autores. Asi, no llegaba a Paris Sabio extranjero alguno del que no tuviese noti- cia al punto. En una palabra, respecto de aquella secreta Ciencia, encontréme bien pronto hecho un gran personaje. Tenia asi por ca- maradas a ptincipes, grandes sefiores, hombres de traje talar, belias damas — y feas, también —, doctores, prelados, monjes, indocu- meniados, gentes, en fin, de todas las calafias. Los unos se consa- graban a los Angeles; los otros, al diablo; los de acd, a su genio tute- far; fos de alld, a los incubos; los de acull4, a la curacién de todas las enfermedades; a los astros; a los secretos de fa Divinidad, y casi todos, al Elixir de Vida y a la Piedra Filosofat. Todos ellos estaban contestes en afirmar que estos magnos se- cretos, especialmente el de Ia Piedra Filosofal, son de busca dificili- sima, habiendo muy pocos que la Ileguen a poseer, pero todos, sin excepcién, tenfan harta buena opinion de si mismos para no consi- derarse del mimero de los Elegidos. Felizmente, los m4s importan- tes de ellos esperaban con impaciencia la llegada de cierto aleman, gran sefior y consumado cabalista, cuyas tierras se hallan hacia tas fronteras de Polonia. Et habia prometido, en efecto, a sus hijos espirituales, los Fild- Aberraciones psiquicas del Sexo 3 sofos residentes en Paris, venir a visitarlos a su paso por Francia, camino de Inglaterra. Se me comision6 contestar a la carta de hom- bre tan excelso, a quien me apresuré a enviar, ademas, mi hordés- copo completo, a fin de que juzgase si podia yo aspirar o no ala suprema Sabiduria. Mi horéscopo y mi carta fueron Jo bastante afortunados para obligarle a hacerme el honor de responderme, di- ciéndome que seria yo uno de los primeros a quienes verfa pronto en Paris, y que sic! Cielo nada oponia a ello, no consentiria él en ser un obst4culo para mi entrada en la sociedad de los Excelsos. Para prepararme semejante dicha, mantuve con el inclito ale- mén una correspondencia activa. Proponiale en mis cartas grandes dudas, de vez en cuando, todo lo més razonadas que me era dable, acerca de la Armonia del Mundo, los Nuimeros de Prrdcoras, las vi- dencias de SAN Juan y el primer capitulo del Génesis. La magnitud de los asuntos tratados le encantaba; escribiame sobre ellos inaudi- tas maravillas, y me convenci bien pronto de que me las habia con un hombre de gran vigor mental y potente imaginacién. Asi, poseo de é1 sesenta u ochenta cartas de estilo tan exiraordinario, que no podia ya leer otra cosa en el momento en que lograba verme solo en mi gabinele (3). [3] En el sentido de «falsificacién> 0 «mala imitacién> que aca- bamos de dar a las Ilamadas «ciencias secretas», estamos de acuerdo con el concepto que de ellas se forja el buen abate VILLARS; pero no si sus frases se hacen extensivas a aquel divino Ocultismo que puede hacer y hace del vulgar un talento; del talento, un genio, y del genio, un héroe, un superhombre, un hombre representativo, o sea, hacer, como decian fos griegos, un , un semi-dios y un «dios» (de la palabra sdnscrita div, brillar, segdin stt etimologta}, de estas dos ultimas clases de . BEETHOVEN, el mértir, por ejemplo, que en su Arte jams alcanz6 el chonor» ni de ser siquiera en las mismas «ciencias secretas», de las que se rie in pectore. Penctra en el santuario de éstas — si santuario fuere —no como el sacerdote respetable, sino como el Aberractones psiquicas dei Sexo cy sespfa traidor>, achaque muy frecuente también en muchos doctos occidentales que, para informarse, dicen, en las «supersticiones> de los pueblos de Oriente, han Ilegado a vestir, arteros, ? A bien que tales iniciados, adivinando su tor- cido pensamiento, les han hecho a éstos objeto de burlas cruentas, como aquellas de que fueran merecidas victimas el coronel Wilford y Sir William Jones, por los brahmanes de Caleuta, mientras que estos ditimos han tratado, con paternal consideracion, en cambio, a nobilisi- ‘mos investigadores, cual aquel Alejandro Csoma de Kirés, a quien ellos entregaron las claves de mas de un misterio filolégico e histérico de su remota e increible cultura. «Hay algo, dice BLavatsxy eh un articulo sobre Los elementos de Ja Cabala, que suena de una manera siniestra en los joviales sarcas- mos de ViLLARs, quien, a la vez gue sefialaba con el dedo del ridiculo lo que era intima y propia creencia suya — el comercio carnal 0 «so- litario» con los pueblos de los Flementas —, tenia probablemente el presentimiento de su propio y acelerado karma, bajo la forma del ase- sinato del que en efecto fué victima a poco en fa carretera de Lyon. .. Por eso no hay mas que una contestaci6n que dar a aque- Hlos que, haciendo hincapié en cosas semejantes, se rien de! Ocultis- mo. Servitissimus la da con enojada frase en su introduccién de la obra citada, con sus Cartas a Monsefior. . : «Yo hubiera persuadido a VILLARS que cambiase por compleio la forma de su obra, escribe, pues esta forma irénica de desarrollarla no me parece propia para el asunto. Los misterios de la Cdbala son cosas serias que estudian muy seriamente muchos de mis amigos... Los brujos son cierta- mente peligrosos para ser tratados en burla». Verbum sat sapienti. Son, en efecto, peligrosos los brujos, pero desde que Ja historia em- pez6 a registrar pensamientos y hechos tales, media humanidad se ha burlado de la otra media, ridiculizando sus mas caras creencias, Obras como la dei Conde de Gabalis, tienen que ser analizadas des- pacio, mostrando su verdadero cardcter, pues de io contrario se les haria servir de ariete para derribat a aquellas otras que no toman el estilo humoristico para hablar de cosas misteriosas, ya que no sagra- das del todo. Mas verdades se dicen en aquella sétira, Hena de he- chos eminentemenite ocultistas y reales, de las que la mayoria de las gentes, y especialmente los espiritisias, pueden figurarse.» 40 Doctor Roso de Luna La Carta de Servitissimus, a que antes se alude, es la que en la edicién que seguimos, y a su final, dice asf: CARTA A MONSENOR... «Mofisefior: >Os he tenido siempre por tan bondadoso para nuestros ami- gS, que estoy seguro me perdonaréis de buen grado fa libertad que me tomo por la presente en favor del mejor de los mios, suplicén- doos guardéis hacia é1 la deferencia de leer su libro. >Con ello no pretendo, en modo alguno, comprometeres res- pecto a las ideas que un dicho amigo deja trastucir en su obra, ya que Jos autores sueien hacerse, en general, ilusiones excesivas respecto de ella, Yo mismo le he hecho entender a éste que vues- tra Reverencia hace cuestién de honor el no revelar jamés vuestra propia manera de pensar, prdctica que no habéis de cambiar para darle el gusto de decirle que es bueno sirealmente lo encontrais malo su libro, Peto lo que si desearia de vos, Monsefior, y ello os lo ruego encarecidamente, es que tengdis la bondad de pronunciaros acerca de una discrepancia que hemos tenido mi amigo y yo. No en vano sois un prodigio de ciencia, Monsefior, para ser consultado con pre- ferencia sobre todos los doctos. He aqui, pues, la duda. »Quise siempre obligar al autor a cambiar por completo el esti- Jo que campea en su libro, Por muy agradable de leer que le haya hecho en efecto, no me parece que el estilo adoptado cuadre bien con Ja elevacién del asunto. La Cabala, le he dicho cien veces, es una alta ciencia, que muchos de mis amigos mds cultos estudian se- riamente. Seriamente, por tanto, habia que estudiarla y refutarla tam- bién. Como todos cuantos errores pueda contener la Cabala atafien a las cosas Divinas, aparte de la dificultad que siempre hay para hacer refr a las buenas gentes sobre cualquier asunto, es, ademds, harto peligroso ef bromear sobre estas cuestiones, siendo muy de temer que la verdadera devocion no se sienta, asimismo, con ello fastimada. Es necesario hacer hablar a un cabalista como un santo, si ét ha de desempefiar su papel cual es debido, y si él habla como ial santo, puede Hegar a imponerse sobre el 4nimo de los débiles de espiritu, con esta santidad aparente, y persuadirles, con sus propias Aberraciones psiquicas det Sexo 41 visiones, que todo el gracejo que se pueda emplear dejar4 sin refu- tar, sin duda, >Mi amigo opone a esto, con la natural vanidad que todos los autores cifran en sus libros, que si la Cabala es una ciencia seria, no hay sino melancélicos y displicentes entre cuantos a ella se dedican, y que si en el libro hubiese empleado un estilo docioral y serio, su autor se habria considerado ridicuto anie sus propios ojos, al de este modo lanzarse a fratar en serio las mil tonterias que éf ha hallado tan a propésito para tomarlas en contra del sefior Conde de Gabalis. La Cébala, agrega mi autor amigo, es del ntimero de tantas otras ab- surdas quimeras a quienes se les viene a conceder autoridad en et instante mismo en gue se las quiere combatir en serio y no hay modo mejor,de destruiria que el emplear Ia ironiay el ridicule. Como él conoce bastante bien los textos de ios Santos Padres de la iglesia, ha citado en el Hbro varias veces a TERTULIANO, y vuestra Reve- rencia, que sabe bastante mas que el autor y que yo, resolverd con yuestro fallo si él ha citado en falso. Mulia sunt risu digna revinci, ne gravitate adorentur. El afiade que TERTULIANO lanzo tan hermo- $a sentencia contra los valentinianos, que eran una especie de anti- guos y visionarios cabalistas, »En cuanto a fa Devocién que juega en toda la obra, casi es una necesidad imprescindible el que un cabalista se exprese asi de Dios, y Jo que hay de mis feliz acierto en el astinto es que sea com- pletamente indispensable para conservar el estilo cabalistico el no hablar de Dios, sino con ef mds extremado respeto. Con tal proce- der, ta Religion no podrd recibir e! menor dafio y los débiles de es- piritu habran de serlo en grado muy superior al del propio Conde de Gabalis si se dejasen seducir por devocionalismos tan extravagan- tes y por los gracejos que en ello se emplean para producir encanto en fa jectura. »Por esta raz6n y por muchas otras que no habré de enumerar, Monsefior, espero sedis de mi opinién y no de la de mi amigo cuan- do pretende que no tenia més camino al hablar de Ia Cabala que el de emplear un too zumbén respecto de ella. Dignaos Ponednos, pues, de acuerdo, si os place y es posible. Yo sostengo que seria procedente tirar conta los Cabalistas y toda su secreta u oculta Cien- cia en estilo 6gico, contundente y serio. E] me opone que 1a Verdad es placentera y risuefia por su propia naturaleza y que solo adquie- 42 Doctor Roso de Luna re ella todo su soberano vigor, cuando rie, porque un clasico, que vos conoctis, sin duda, ha dicho en algtin pasaje, que asimismo re- cordaréis, con la prodigiosa retentiva que el Sefior se ha servido otorgaros: Convenit veritati ridere, quia laetans. +Mi amigo sostiene, convencido, que fas Ciencias Secretas son peligrosisimas si no se les trata con el arte festivo que ¢s preciso para inspirar el desprecio hacia elias, desvaneciendo con Ja sdtira su mistetio ridiculo, estimuiando con ello al mundo para que no pier- da el tiempo en sus pretendidas investigaciones y haciéndoles ver del modo mas fino y sutil toda cuanta extravagancia se halla ence- rrada en jas mismas. >He aqui formuladas, Monsefior, nuestras respectivas y opues- tas opiniones: dignaos failar sobre ellas, Monsefor, en la firmisima seguridad de que entrambos recibiremos vuestra Decision con aquel respeto que sabéis acompafia siempre respecto a vuestra Reverencia este vuestro humilde y devotisimo servidor.> Por supuesto, que Monsejtor, el Inquisidor o el Prelado a quien Ja carta anterior fué dirigida, did censura favorable a la obra para su publicacion, es decir, encontré muy de su agrado el estilo iréni- co que en elfa campea, siquiera fuese porque asi quedaban en peor lugar tos pretendidos de las demés religiones en provecho del eclesidstico y exclusivista Dogma. . . (Quien tenga ofdos para oir, que eiga! Nosotros nunca nos dirigimos en trabajos como el presente, sino a los buenos entendedores, por raros que ellos sean, y con el respeto absoluto que merecen, ademés, todas las ‘creencias rectamente sentidas por los hombres. Nada hay mas dajioso para la Humanidad que esto que se ha dado en amar . La jronia es un veneno sutil que, al modo de la nuez vémica, sdlo en dosis minimas puede ser empieado como . De los ironistas o satiricos greco-latinos ac4, pasando por Erasmo, MonraiGNe y DiDeROT y mil otros, la vida en sf hay que tomarla en serio. Nuestra pretendida «guasa» groserota, hija bastar- da del «esprit» francés, ha sembrado entre nosotros un espiritu tal de desconfianza, que a trueque de no ser tomados por Quijotes, nos hace ser unos desdichadisimos Sanchos, con lo que ei idealismo en- tre nosotros es criatura muerta casi en el mismo momento de nacer, Aberraciones psiquicas det Sexo 8 y por un camino tal de perdicién vano es pretender que nuestra querida Patria se regenere y progrese. Si el fanatismo Ja dafia, en efecto, no pocas veces, mucho més a dafia quiz el tomar Ia vida a broma no pocos de sus hijos, cayéndose asi en aquel «descreimiento» o escepticismo integral y apasionado al que alude CamPoaMmor en su Dolora: «Mas que Ja luz de Ja razén humana, amo la obscuridad de mi deseo, y més que la verdad de cuanto veo, quiero el error de mi esperanza vana>. La Vida ni es tragedia, ni es sainete tampoco, sino un Drama sublime de lucha, esfuerzo y superacién tal y como simbélica o eso- téricamente la han cantado las grandes Epopeyas de la Historia bajo el manto literario de sendas luchas guerreras, Si la tomamos como sainete, la disipamos, necios; si por tragedia, nos asignamos a nos- otros mismos la mds desastrosa patente de cobardia. En el fiel de esta Balanze est4 el ideal de Redencién y de Justicia al que tan sabia- mente Jlaman «la salvacion de nuestra alma», todas las viejas filoso- flas y religiones, Ja peor de ellas mil veces preferible al escepticismo frivolo, vano y neantista, que es en el fondo fa més funesta de las tragedias de perdicion... En cien lugares hemos demostrado, por otra parte, que la Tragedia, género literario bastardo, con periniso de Esqui.o, CERVANTES y SHAKESPEARE, es Un género literario im- perfecto — un drama cortado en su nudo, y que no debié'ser plan- teado sino se alcanzé a resolverlo —. No podia ser otra cosa un género nacido al calor de los sacrificios necromantes griegos del macho cabrio (, es otro seuddnimo también, alusivo a las palabras Gad, célebre oasis del desierto libico, cuyas treinta tribus pastoriles de Kaba-bich, de origen asiatico, son muy poco conocidas; a Gaba, rio abisinio sin estudiar; a Gabba o Gueba, que quiere decir , «colina», y es el nombre de va- rias localidades histéricas «samaritanas>, al Norte de Jerusalén, una de ellas residencia de Sadi cuando fué contra los filisteos (Jue- 4a Doctor Roso de Luna ces, XIX); a Gabaon, hoy Djib o Dijin, locatidad patestina de Precio- sas leyendas al modo de Las mil y una nockes y con un santuario inictético donde el rey Salomén realizé solemnes sacrilicios, reci- biendo en él el don de Sabiduria {i Reyes, Ill}. Los Gabalis, ade- mds, eran uno de los catorce pueblos célticos primitivos, agregados por Augusto a los iberoaquitanios, para formar la Aquitania y que, segtin Strapon, tenia minas de plata; jas Civitas Gabalum o Ande- titum, arruinada por los barbaros, junto al actual Javolo (Lozére). Cierto dia en que admiraba una de las cartas més sublimes del inclito aleman, vi penetrar en mi estancia a un sefior de excelente aspecto, que me saludé gravemente, diciéndome en lengua francesa, aunque con acento extranjero: Adorad, #ijo mio, adorad siempre al Santo, al excelso Dios de los Sabios y no sintdis jamds ta tentacién del orgulio viendo que El os envia hoy a uno de los Hijos de Su Sa- biduria, para agregaros a su Compaitta y haceros participante de tas maravillas del Todopoderaso. La novedad de la salutacién me dejé admirado. Por primera vez en mi vida flegué casi a creer en la posibilidad de las aparicio- nes; pero, reeobrando el dominio de mi mismo, miré a mi visitante lo mas educadamente que me Jo permitiera el pequefio miedo em- pezado a sentir. — Sefior: Quien quiera que sedis, vos, cuyo saludo no es de este mundo, me hacéis extraordinario honor en venir a visitarme. Pero, permitidme que, antes de adorar al Dios de los Sabios y de tos Prudenies, desee saber de qué Sabios y de qué Dios me habidis. Si, pues, elio os es agradable, tened la bondad de ocupar esa pol- ‘trona y de decirme quiénes son este Dios, estos Sabios, esta Com- paiiia, estas matavillas todopoderosas y, ante todo, a qué especie de criatura tengo e! honor de hablar. — Me recibis muy sensatamente, Sefior — replicé mi visitante sonriendo y ocupando a butaca que le brindaba. Me exigis, de manos a boca, que os explique cosas que, si lo permitis, no os diré hoy. El saludo que os he hecho son las palabras consagradas que los Aberraciones psiquicas del Sexo 45 Prudentes dirigen desde et primer momento 2 cuantos han resuelto abrirles su corazén y descubrirles sus Misterios, pues he creido que, siendo vos tan sensato como me habéis parecido por vuestras car- tas, semejante salutacién no os seria desconacida. Ella es, por otra parte, e] més agradable cumplido que puede haceros hoy el Conde de Gabalis. . — jAh, sefior! — exclamé, pensando que tenia que representar un gran papel —. ¢Como me haria yo digno de bondad tamafia? gFs posible que ef mas grande de los hombres se halle en mi despacho y que ef inclito Gabalis venga a honrarme en é1 con su visita? — Soy el més infimo de los Sabios -—- replicé Gabalis con aire solemne —, y Dios, que dispensa las luces de su Sabiduria con el peso y medida que place a su Soberana Majestad, no me ha adjudi- cado sino una pequefisima parte, en comparacién de la que yo ad- miro con asombro en mis Compafieros. Espero, sin embargo, con- fiado en que vos alcanzaréis a igualarlos agin dia, a juzgar por los rasgos de vuestro horéscopo que habéis tenido la delicadeza de en- viarme. Mas, permitirme, ante todo, que me queje — afladis son- riendo — de que en los primeros instantes me haydis tomado por un fantasma. —jNo por un fantasma! —- opuse —. Pero os aseguro, seffor, que me acordé de repente de lo que CarDAN cuenta, de que su pa- dre fué visitado un dia en su estudio por siete desconocidos, vesti- dos con trajes de diversos colores, que le propusieron problemas bizarros acerca de él y de su labor... — Os comprendo perfectamente — interrumpié e! Conde —. Esos eran siete Silfos, de los que ya os hablaré algun dia, y que son una especie de entidades aéreas que vienen algunas veces a consul- tar a los Sabios acerca de los libros de Averrozs que ellos no com- prenden muy bien. Carodn fué un atolondrado, publicando seme- jante hecho en sus Sufilités o Sutilezas. £1 habia encontrado esas Memorias entre los papeles de su padre, que era uno de los nues- tros, y que viendo que su hijo era naturaimente frivolo, no le quiso 46 Doctor Roso de Luna comunicar las grandes ensefianzas, dejindole se entretuviese como un chicuelo con la astrologia ordinaria por Ja cual aquél no acer- t6 a prever que st hijo seria ahorcado. Semejante bribonzuelo es el solo culpable de que en los primeros momentos me haydis tomado por un Silfo. — dInjuriaros asi? — dije, pretendiendo justificarme — como iba yo a ser tan desventurado que... — No, si no me incomodo Io més minimo — interrumpié el Conde —. Vos no estais obligado a saber que todos estos Espiritus de los Elementos son discfpulos nuestros; que ellos se consideran felicisimos cuando nosotros nos dignamos descender a instruirlos y que e! menor de nuesiros Prudentes es més sabio y mas poderoso que todos estos «sefioritoss. Mas hablaremos de esto en otra oca- sién mejor. Por hoy me basta la satisfaccion de haberos visto. Pro- curad, hijo mio, haceros dignos de recibir las Iuces Cabalisticas: la hora de vuestra regeneracién Megé ya; sélo en vos mismo estriba el transformaros en una nueva criaiura, Rogad ardientemente a Aquéi, al que s6lo le es dable formar corazones nuevos, que os forme uno capaz de las grandes cosas que os voy a ensefiar y que El me inspi- Fe para no ocultaros lo mas minimo de nuestros Misterios. Diciendo esto, Gabalis se levanté, y abrazindome sin darme tiempo a contestarle, afiadi6: — Adi6s, hijo mio, vey a visitar a nuestros Compaferos de Paris, después de lo cual ya os avisaré, Entre tanto, vigilad, orad, esperad y nada habiéis. ¥ salié. Al acompafiarle hasta la puerta, me lamenté de le corto de su visita, de su crueldad, abandondndome tan pronto, dejandome con la miel en los labios, y en mi mente un fugaz destello de sus luces. Pero habiéndome prometido de buen grado que nada perderia con esperar, monié en su carroza y me dejé en un estado de sorpresa y de extrafieza que no alcanzarfa a ponderar. No daba crédito a lo que habfa visto por mis propios ojos y oido por mis propios oidos. — No me cabe duda alguna — me dije a mi mismo — que este Aberraciones pstquicas det Sexo 7 hombre es un sefior de categoria, que goza de cincuenta mi) libras de renia por sus bienes, y ¢s educadisimo, gComo se le habrén enca- jado en ef magin semejantes locuras? Sin embargo, él me ha habla- do de estos Silfos muy mesuradamente. 2Ser4 un hechicero, en efec- to, y yo habré estado equivocado hasta hoy pensando que semejan- tes gentes no existen? Porque hay que convenir en que si é/ es tal brujo, parece més devoto de lo que habia lugar a esperar tratandose de un hechicero. Desde luego, nada comprometia yo en la aventura y resolvi, por tanto, esperar hasta ver en lo que ella pararia, aunque no dejaba de sospechar que acabaria en algiin sermén, ya que e! Demonio, que ta iniciara, parecia muy moral y harto buen predicador (4). [4] Gabalis se presenta ante e] abate VILLARS como una apari- cion que despierta en éste ciertos asomos de miedo, pero que no le impiden persistir en su actitud mental de escepticismo, por un lado hacia todas las cosas trascendentes de lo «invisible» y por otro hacia ja supetsticion que le hace ver en el Conde a un sér hechiceril y diabélico, faiso dilema ya apuntado por BLavaTsKy al comenzar su Isis sin Yelo, cuando dice . Nadie que conozca la Historia, puede desconocer que en la ‘especie humana han aparecido de vez en cuando seres que se salen de jo vulgar como ‘efectivos superhombres, Maesiros o Adeptos, verdaderos Reformadores de los que e! mundo ignaro ha huido siempre, como siempre huye de la Verdad sin velos, buscando en su huida la finea de menor resistencia, es decir, llam4ndolos locos, © diciendo que tienen pacto con el Demonio. Tal fué entre mil el caso de Juan Fust, asociado de GUTENBERG, para la «diabélica> invencién y explotacion de la imprenta. Francisco BELTRAN, en reciente informacion periodistica, nos habla del «supuesto pacto del doctor Fausto — 0 sea de este Juan Fust — con el Diablo». . Como todos lds leguleyos enredadores, en lugar de buscar «la cues- tidn de fondo», o sea la alla ensefianza que el visitante va a propor- cionarle, propone dicha «excepcion dilatoria> o «cuestion previa», como contrafuego de fa revelacién. Ello es achaque de todos los espiritus traviesos que olvidan de intento en su perfidia aquellas sabias frases de nuestro hebreo Mosén Tob de Carridn que dice»: «Non es el azor menos por nascer en vil nido, ni los exiemplos buenos por los decir judio.» Fueran los que fuesen, en efecto, «el Dios de los Fildsofos> y «los Sabios>, sus hijos preditectos, en nombre de los que iba a hablar el Conde, lo importante debio ser para Vitars Ja doctrina misma en si. Obré, pues, éste con aquella ruin manera que en el Sigfredo, de Wacner, empleara Mimo, el perverso e hipdcrita enano © nibelungo, al preguntarle al dios Wotan las cosas que me- nos ‘podian interesarle, para soslayar ta importancia de las que le interesaban mas, que es ley de Ja desgraciada humanidad el ir apu- rando, una a una, todas las oblicuas antes de aceptar como la diltima fa recta y justa «perpendicular». Trae a colacién también el texio la célebre visita que se cuenta recibiese el padre de CaRDAN, visita que es como tantas otras raras. Aberraciones, ‘4 so Doctor Roso de Luna que se cuentan de diversos genios de 1a Historia, ya sea la det sespectro> que aparece ante CHOPIN y sus compafieros de franca- chela en Niza, para inspirarle su maravillosa Marcha funebre, nuncio al par de su préxima muerte, ya los tres «dngeles> o visi- tadores de Mozart que aparecen y desaparecen inopinadamente después de encargarle y de pagarle un Reguiem que pocos dias des- pués, al tenor de la premonicién del Maestro, habia de ser cantado en sus funerales... Fs la eterna visita de La dama blanca de los Hohenzollern; La Dama anunciadora de funestos presagios, dei cas- tillo de Windsor, el espectro, cuya aparicién determina las primeras escenas de la tragedia de Hamlet; tos , que aguardan por sigios en las moniafas de Irlanda el feliz momento de volver a intervenir con fruto en Ja historia de fos hombres; los «Caballeros del Graal © Grials del Baladro de Merlin y de| Parsifat;y el Lohengrin, de Wacner, custodios del Tesoro Santo de las edades, ora este Tesoro sea el Céliz de la tiltima Cena, como pretenden versiones que nos- otros creemos ulteriores y desnaturalizadas, bien sea el del Misterio Astronémico de los conos de eterna Sombra que demarcan tras si con sus opacas masas todos jos planetas al ser heridos por el torrente vital dimanante de fa Luz del Sol; o los misteriosos «todas» de las Montafias Azules o Nilghiri, indostanicas; !os sacerdotales «Melchisedech> de ios arcadianos dias de los Patriarcas hebreos; los. dlamas de Sikkin» con sus meipos 0 poderes magicos; los «Shama- nos del Tibet, Japén y China, consejeros retirados en sus montafias y a los que los emperadores van en ellas a consultarles sobre los mas graves asuntos de Gobierno»; los y en «barquella tirada por un Cisne», traen y se Mevan al Lokengrin bavaro, 0 en «carro de tempestad> se Hlevan antafio a Héspero, y hogafio al alma de Brer- HOvEN el méartir, los excelsos Moisés y Helias o Elias, que reciben a Jestis durante la «Transfiguracién> del monte Tabor; Jos que se muestran més blancos que el ampo de Ia nieve a las tres mujeres que van a visitar el sepulcro de Jestis y les anuncian Ia resurreccién del alli ires dias antes sepultado; los Haruts y Maruts coranicos que Mahoma no supo comprender bien, o que, de intento, los tergiver- 86 en su verdadera significacién inicidtica; los «siete durmientes de la cavernay que, segtin ef Cor4n, se presentaron al emperador Decio para testimoniarie la verdad del inicidtico secreto; et «Desco- nocido> que, segin el misrno texto, inicia a Moisés acerca de] mar de Dhut Karnein, 0 sea de Jo que hay detras del mundo visible nuestro; los tres ancianos jeiques, que aparecen en e] primer cuento de Las mil y una noches, salvando de una muerte injusta al pobre comerciante, simbolo de Ja Humanidad; el céngel> o «jina> que en esotro cuento milnocharniego de El Pescador induce 2 otro cuitado a echar sus redes en el mar y pescar en él el , © esotros que segiin el libro de Enoch, el etiope, ensefiaron antafio a las hijas de los hombres las propiedades de las plantas y raices, los encantamientos y el arte de observar las estrellas, y estan reunidos, seguin los Puranas, en la Badari Vana, o Santa Asamblea de Sabios de Shambala, Kalapani, Pamalén, Mord, Ikvasii, etc., tas dei mismo texto, y cuantas otras entidades guian a sus héroes, ora en formas de tales «aves» o , no venian sino a guiarlos, adiestzarlos, iam - nar, en fin, el dificil sendero de su vida de discipulos, En casi todas tas obras literarias de algin valor suele aparecer ‘ algiin personaje de éstos, y el propio D. JUAN VALERA, pese a sus escep- ticismos, tiene a bien recurrir a ellos, por ejemplo, en fa figura m4- gica del padre Miguel de Zuberos, en su teosdlica obra de Morsamor, 52 Doctor Roso de Luna «Todo el argumenio de Morsamor, de D. JUAN VALERA, RO es otra cosa, en mi modesta opinion, que fos +fenémenos magicos> producidos, ora por vulgares y reprensibles hipnotizadores, ora por verdaderos y elevados adeptos — me dice D. César CaMarao, en una de sus notables cartas —. Como sabe, el protagonista, fray Mi- guel de Zubero, es un hombre que, nacido en la época de los gran- des descubrimientos y conquistas de nuestras armas, ha llegado a los setenta y cinco afios sin haberse distinguido en nada, no obstante su gran ambicién. Zuberos es sometido por el P. Ambrosio, ver- dadero Adepto en relacién con los grandes maestros de la India, a - uma especie de «maya hipnotica>, durante la que, sintiéndose remo- zado, cree flevar a cabo o realiza, quiza en Jo astral, las mas: sor- prendenies aventuras, hasta que vuelve a verse de nuevo en el con- vento tan viejo y decrépito como antes de la experiencia, Le con- fieso a usted que soy el mayor entusiasta de esa obra, que considero superior al Zanoni de BuLweR LyTTon, y aun al Fausto, de GOETHE Esto tiltimo no me atrevo a decirselo mas que a usted. »¥ ya que hemos hablado de Morsamor, vea usted ahi a nueva existencia de éste, en Ja que recuerda perfeclamente su vida ante- tior como tal «Miguel de Zuberos>, y la plena conciencta que tiene de su identidad, recordando a la vez todas sus aventuras que juzga sofiadas, cuando a magia del P, Ambrosio le restituye a su antiguo estado. En cambio, el Adan de El Diablo mundo, de EsprONcEDA, parece no tener relacién alguna con aquel Aombre ya caduco que se duerme pensando en la muerte y en la inmortalidad. ¢Cabe hacer alguna distincién teoséfica entre una y otra creacion o enire uno y otro caso, como diria un frendlogo. ..? Yo creo que si, y, Segura- mente, para el modo de ver de Harrsen, ia nueva existencia de «Adan> seria nula para el viejo en el segundo caso, mientras que el primero seria un ejemplo tipico de variedad consciente de exis- tencia. Yo 1a distincion la encuentro en otra cosa; en EspRONCEDA, como buen poeta, todo es intuicion, y por eso, de haber terminado su Diablo mundo, éste hubiera sido, quiz4, el poema mas poten- te que crease el ingenio humano, y Morsamor, en cambio, es una obra consciente y geauinamente teosdfica, y creo que de la més pura Teosofia, puesto que se funda en las ensefanzas de H. P. Bia- VATSKY, a la que cita, en esta ocasién; con profundo respeto, anun- ciando Sankaracharia, a quien presenta como el superior de todos Aberraciones psiquicas del Sexo 53 jos Mahatmas que encuentra Morsamor en la India, ia aparicion de aquélia en Ja tierra: «una mujer privilegiada, semitudesca, semi= moscovita, que el cielo no suscitara en Europa hasta dentro de unos tres siglos», que es la época justa, puesto que Ja accién de Morsamor ocurre en el primer tercio del siglo Xvi. Esto, aparie de que, después, en la pagina 300, la cita por su nombre, Es verdad que Juego Vacera se burld de ja Teosofia y hablé despectivamente de aquélla y de Oucort; pero creo que esio fué antes de escribir Morsamor, pues que parece que Morsamor y Genio y figura fueron sus tiltimas obras. Ademés, el gran novelista era un humorista con ribetes de escéptico, al estilo de CAMPOAMOR, Y més ain que éste; pero, sin duda, fué el mejor literato de su época. Es inimitable su prose.» El Conde de Gabalis, 0, mejor dicho, el abate ViLLaRs, hipdcri- jamente escondido detrés de fa fraseologia de aquél, comienza ‘su revelacién cabalistica en el pasaje que comentamos, expresando fa falsa idea de que los verdaderos Sabios buscan Jos poderes tauma- tuirgicos de dominar a la Naturaleza; hacerse obedecer por todas las entidades visibles e invisibles; hablar a Dios cara a cara y demds declamaciones de fa necromancia del medievo, a las que tan acos- tumbrados nos tienen los émulos de Euprias Levy. No. Los tales poderes taumaturgicos por encima de la ciencia ordinaria, operados por los «magos 0 0 edobies velos>, tendidos sobre ellas por las religiones positivas. Todos estos poderes liegan a su tiempo, sin ser por él buscados, para el verdadero Ocultista, que sdlo persigue la superacion, la exaltacién evolutiva de sus dortnidas facultades progresivas mediante la Virtud y el Conocimiento, o sea mediante el gnoscete ipsum socratico, ¥ el Dios como «Maestro anico>, que dice Gabalis, no es tampoco ningin Dios personal y antropomérfica, cual el de las religiones positivas, sino la encarnacién de la Divinidad Abstracta e Incognos- cible, que late en el fondo sin fondo de cuanto vive y alienta: el Logos platénico, el Dios Interior, e! «Cristo en el Hombre> que diria San PaBLo, o sea el Espiritu informador del Cosmos, el gran Pan o Todo, que también late en el interior de nuestra conciencia 54 Doctor Roso de Luna como efectivos , estas hermosas ensefianzas: «Todos habrn oido hablar seguramente de ese demonio de SO- CRATES, genio que le asistia de continuo, que le aconsejaba, y cuya voz le retenia siempre que iba a hacer algo contrario a la rectitud. PLurarco escribié un fibro que intitulé De Genio Socratis, y Apu- Levo fe consagré también otro trabajo rotulado De Deo Socratis, donde ventila qué género de numen era el que tenfa consigo el filo- sofo ateniense. Ambos autores mencionan la opinién de que por el demonio de SOcrates habia que entender su facultad adivinatoria, gracias a la cual clertos presagios y hasta meros signos naturales le permitian conjeturar el porvenir. Consuena con semejante opinién Ja de Didcenes Laeacio (i), pata quien Si a esto se afiade que SOCRATES aconsejaba la adoracién de los genios, como depone PLATON en él libro XI del De legibus, y que, segtin este tiltimo y XENOFONTE, el demonio no se apartaba de su lado, le encaminaba a tedo bien y le preservaba de todo mal, quizd no parezca temeraria presuncién la que identifique tal demonio con uno de los genios que MENANDRO lamaba ayos secretos de ta vida {pvioyozai id Busi), Hestopo nos dice lo que eran estos demonios de los griegos: principios inteligen- tes que gobiernan el mundo y distribuyen los bienes en el universo. La revelacién interior de unio de esos demonios venia a ser en $6- crates una esperanza de adivinacion semejante a Ja sacada de los sa- crificios, del vueio de las aves, etc., y que, como toda adivinacién, versa inicamente sobre las cosas que ei hombre no puede Hegara ‘conocer por su propia reflexion, pues ya hemos visto que el filésofo ateniense declara que es verdaderamente insensato creer que pueda el hombre pasarse sin la adivinacién y conseguirlo todo con la ayu- da de sélo su entendimiento (1), SOCRATES, cn el Timeo y en el Symposio, admite la existencia de seres intermedios entre Dios y el hombre, que ejercen un ministerio andlogo al de Jos angeles en la teologia cristiana. Era logico, por ende, que supusiera en aquella voz tan clara ¢ infalible, que ie aconsejaba en los menores deialles de la vida, una advertencia de alguno de esos principios inteligentes de la naturaleza (2). Se ha discutido mucho, sin embargo, sobre 1a indole del demonic familiar que SOcrares invoca tantas veces. XENOFON- Te emplea ta palabra Bapovtey substantivamente, como equivalenie de 35 slow Geie, mientras que PLATON, por lo contrario, hace de ella un adjetivo, cuando ta explica por Rarpiveey cypeiav. CICERON (3), que tra- duce Ja palabra tapovor, nO por genius, sino por divinum quoddam, no anda lejos de pensar que el demonio de SOcraTES era el alma del mundo desparramada por doquier y entronizada por privilegio especial en el interior de! fildsofo ateniense. Los apologistas cristia~ nos echaban a cosa de magia diabélica el genio de SOcRaTES: asi San Cipriano, en el De idolarum vanitate; Munucto FELIX, en el Octavius; LaeTaNcio, en el De divina institufione; CLEMENTE ALE- (1) XENOFONTE: Memorabilia, J, t, 3; PLATON: Apologia, 40, A. (@) Shnchez Carvo: Fitosofta de to maravitloso positive, 130. @G) De divinatione, i, 54, 103, 122. 56 Doctor Reso de Luna JANDRINO, €n las Siromata; TeRtULIANO, en el Apologeticum; San Aoustin, en el De civifate Dei. Ya, antes del Cristianismo, hubo gran rifa entre los comentadores tocante a la cuestién de saber si el ge~ nio protector de SGcraTEs era un genio bueno o malo (1). Pero, después del Cristianismo, aquel ente divino pasé a ser, con el cam- bio de religion, un ente maléfico, a causa del odio o de Ia aversion que inspiraba todo lo pagano. >Primero, sin embargo, que una interpretacién tan descabellada seria preferible 1a de gran nimero de escritores mds antiguos, para quienes el genio de SGcrates designaba simplemente su pro- Pia raz6n (2). Bajo el Renacimiento, Marsitio Ficino (3) admitia en Socrates una particular disposicion fisica, propia de los tempe- ramentos melancélicos, para recibir revelaciones demoniacas. En 1756 auestro ViLaNueva CHavaRRia (4) declaré no ser el demonio de ‘SOcraTes «otra cosa que aquelia puntualidad y fuerza de su juicio, que, por regias de prudencia y ayudado de una larga experiencia y de serias reflexiones, le hacia prevenir lo que habia de suceder en las cosas que se le consultaba, o debia determinar por si propio». Segiin Hees (5), «el genio de Socrates no es SOcRATES mismo, sino un oraculo, pero al mismo tiempo es un ordculo que nada tiene de exterior, y que es completamente subjetivo: es su ordculo, el cual se presenta en forma de un conocimiento aliado a una cierta incons- ciencia». En otra, HEGEL (6) ve en el demonio de SOcRaTEs el indi- cio de un hecho notable, conviene a saber: que los motivos de accion que el sistema de los ordculos de Grecia hacia depender de fendme- nos putamente exteriores se encuentran en adelante en el propio fuero interno, SCHLEIRMACHER (7} afirma que, en el espiritu de S6- CRATES, el demonio no era en modo alguno un genio, una persona- lidad particular y distinta, sino solamente, y sin més precisién, una voz demonica, una manifestacién divina. Ast (8), sin perjuicio de (1) Véase a STANLEL: Historia Philosophiae, 146. (2) Véase a Brucker: Historia philosophiae, J, 543, (3) Theologia Platonis, Xitl, 1, 287. (A) Historia antigua, i, 412. (©) Geschichte der Phitosophie, U, 77. (6) Philosophie des Rechts, 69. @) Platon's Werke, i, 1, 432. (8) Platon's Leben und Schriften, 432, Aberraciones psiquicas del Sexo ST pretender que cl depdnav de la Apologia de Paton, debe tomarse substantivamente en el sentido de divinidad, no entiende, sin embar- go, por él un genio, y si Gnicamente, de una manera general, el feiov. Fracuier (1) expone Ja opinion de que SOcraTes designaba por su demonio su propia perspicacia y el poder: de sintesis que te hacia capaz de formular sobre el porvenir exactas conjeturas. BarTHELE- my (2} considera el tal demonio como im resuliado de Ia ironia so- cratica, y sin duda que el fildsofo ateniense se produjera de buena fe cuando de él habiaba y a ¢I se referia. Pero los testimonios de Xenoronre y de PLaTOn son irreprochables; tienen todos los requi- sitos necesarios de verdad, y los fendmenos observados en SOcRaATES. y consignados por sus dos discipulos, no los niega nadie; los pa- receres se dividen en Ja interpretracién Gnicamente. sEra un genio propio, que tuviese una existencia personal independiente? Asi lo creyeron TIEDEMANN (3), Meters (4), Bune (5), VruG (6) y otros. Lasauex (7) reconace una verdadera revelacién divina y hasta un genio real. VoLQuaRDSEN (8) concede que . HERMANN (7) habla también dei demonio de SdcRaTES ‘como de En XENOFonTE (3), SOcRaTes comienza por declarar que el de- monio le ha prohibido pensar en preparar su defensa, y luego de- termina las razones por las que €1 dios ha podido considerar una muerte inocenle preferible para é! a una vida mds larga. En Pia- (1) Filosofia de to maravitloso positive, 110, 2) De vera retigione, 12. (3) Memorabilia, IV, vin, 5, Aberractones psiquicas del Sexo a TON (i), concluye, del silencio del demonio, durante su defensa, que la condena que iba a imponérsele era un bien para él. »La voz divina de mi demonio familiar, que me hacia adverten- cias tantas veces, y que en las menores ocasiones no dejaba de se- pararme nunca de todo lo malo, hoy, que me sucede fo que veis, ¥ Jo que casi todos los hombres tienen como el mayor de los males, ‘no me ha dicho nada, ni esta mafiana cuando sali de casa, ni cuan- do he venido al tribunal, ni cuando he comenzado a hablaros. Sin embargo, me ha sucedido muchas veces que me ha interrumpido ‘en medio de mis discursos, y hoy @ nada se ha opuesto, haya dicho ‘o hecho to que quisiera. ¢Qué puede significar esto? Voy a deciros- to: es que hay sefiales de que lo que me sucede es un gran bien, ¥ nos engafamos todos, sin duda, si creemos que la muerte es un imal, Una prueba de ello es que, si yo no hubiese de realizar hoy algin bien, el dios no hubiese dejado de advertirmelo, como acos- dumbra.> vCravememente arguye SANCHEZ CALVO {2}, tratando de aquel fildsofo, tenido en tanta veneracion, que «no cabé achacar a una conciencia, por ijustrada que quiera suponérsela, no s6lo semejante despego de la vida, sino tal oportunidad, y fa infalibilidad adivina- toria de tas advertencias>. Es ‘éste precisamente ef mas importante caracter de lo maravilloso en el presente caso: la exacta conformi- dad entre Ja prediccién revelada por la voz yel posterior suceso. Fs lo que se nota en los episodios de CaRMIDES y de Timareo, en e! Teages (3), en los casos de Carico y de CriTon, lo mismo que en los referidos por PLUTARCO también. La alucinacién actsa siempre un estado enfermo de los nervios correspondientes a al- gunos de los sentidos, estado que transmite errores a la inteli- gencia. >A SOCRATES, sin embargo, no Je comunica mds que buenos consejos y verdades futuras. Expuesto desde la nifiez a esta clase de error, no le debio jamas sino tiernos cuidados y finas atenciones. eQué es esto? La adivinacién viene cuando debe venir, y Ja vibra- ‘Gién cerebral tiene lugar en el momento critico, y deja ofr palabras (1) Apologia, 40, 8. {2) Filosofia de lo maravitioso positive, 117. @) Azchrate: Obras de Platén, Xl, 80. 62 Doctor Roso de Luna de consuelo: la enfermedad nerviosa es por cierto oportana. ¢Quién NO quisiera ser alucinado como SOcrates?> >En una época ian limitada y tan vulgar como la nuestra, quizd Sean pocos ios que sientan deseo semejante; pero gdcjara de ser ver- dad por ello que existe un universo invisible en Perpetua comuni- cacion con el visible? V, esto asentado, chabra quien niegue la posi- bilidad, por lo menos del transporte del temperamento de un alma a otra, de la accién de un espiritu divino sobre el espiritu. humano, accion y transporte reatizados como se realiza el de un fiiido sutil o de un extrafio perfume? ¢Por ventura es ésta la primera vez que se compara Ja sustancia de! alma con la de! éter Juminico, o con el liquido invisible e imponderable que surge al contacto de ios me- tales heterogéneos, cuando se iniercala otro liquido? »Pensar de otra manera, equivaldria a atenerse a esa psicologia superficial, que consiste en concebir el espirita como una cosa sim- ple y de esencia inmutable. Pero el espiritu (y con esta afirmacién concluyo) es un sér compuesto de miriadas de vidas y sensaciones, una existencia compleja y multiforme que ileva en si infinidad de ideas cosmicas y divinas, y cuya misma voluntad est{ movida por impulsos que transcienden de las relaciones ordinarias del espacio y del tiempo.» Hasta aqui el sabio fildsofo espafiol. Nos hemos extendida tanto en la copia, porque el asunto de los «daimones> es muy complicado y se relaciona muy de cerca con «los Pueblos de los Flementios>, de que nos habla Gabalis, siendo unos u otros un efectivo peligro para la evolucion espiritual del hombre, porque, como dice BLAVATSKY, «todo reflejo de poderes superiores en el hombre tiene que ser tem- poral, y las mas veces resulta dafioso a la postre, porque de seguir, nos dejaria irresponsables y sin progreso», que es la légica conse- cuencia de los consejos de magia negra que el texto comentado nos va muy pronto a dar. ¢Qué aprenderia el discipulo, si el maestro estudiase por él o se fo diese todo resuelto. Toda tutela acaba siendo en dafo del tutelado y en responsabitidad durisima para el tutor, Ademdés, que el terrible dilema de la vida, ef duclo a muerte que con los Poderes invisibles o Potestades de! Aire, que diria San Pasro en su Epistola a los Colosenses, es el de dominar 0 el de ser dominado por aquellos Daimones. Esta es a diferencia esencial entre ¢] Adepto de la Magia, que Mega 2 dominarios, y el Médium Aberraciones psiguicas del Sexo cd espiritisia, y, en general, todos los emocionalistas pasivos, que sor dominados, como meros juguetes, por aquélios. Por eso ensefia de uno y ofro nuestra Maestra: El adepto puede estimular en animales y plantas fa accién de las fuerzas bioldgicas, hasta mas alla de los limites que, ordinariamente, Hamamos naturales, sin por ello contrariar a la Naturaleza, sino favo- recerla con Ja intensificacin del principio vital. El adepto es capaz de alterar la condicionalidad sensoria y emo- tiva del cuerpo astral de quien no sea adepto; puede valerse, a su albedrfo, de las entidades elementales o espiritus de la Naturaleza,. pero de ningén modo le cabe dominar al espiritu de hombre alguno, ni encarnado ni desencarnado, porque todo espiritu es chispa divina,. no stijeta a externas influencias. Hay dos modalidades de clarividencia: psiquica y espiritual. La clarividencia de los modernos sujetos hipnotizados difiere de las an- tiguas pitonisas, tan sdio en fos medios de producir el estado licido y de la mayor o menor agudeza de los sentidos astrales; pero ni ynas ni otros Hegan de mucho a la perfecta y omnisciente clarividen- cia espiritual, sino que séio pueden vislumbrar la verdad a través del velo de la naturaleza fisica. El principio mental, Hamado favdtma por los yogis indos, es el miedianero entre los elementos espirituales y materiales del hombre, pues por una parte domina, y por otra esta sujeta al cerebro fisico. La claridad y exactitud de las pereepciones espirituales de ja mente dependen, mientras esta ligada al cuerpo material, de su grado de relacién con el principio superior, y cuando esta relacion ie permite actuar independientemente de los principios inferiores y unida al superior, entonces percibe la verdad, sin mezcla de error alguno. Este es el estado que los indos llaman samadhi, 0 sea, la mas eleva- da condicién espititual asequible para el hombre en la tierra. Los vocablos sAnscritos pranayama, pratydhara y dhdrdnd ex- presan oiros tantos estados psiquicos. En el de dhdrdnd queda el cuerpo fisico completamente cata- léptico, y es subjetiva y clarividente la percepcién del alma libre; pero como no deja de funcionar el principio senciente del cerebro fisico, las percepciones mentales estaran entremezciadas con las per- cepciones objetivas del mecanismo cerebral, y por ello se le repre- sentarin !a memoria y 1a fantasia, en vez de la vision perfecta. Pero 0 Doctor Roso de Luna el adepto sabe cémo suspender el funcionalismo mecénico det cere- bro, y asi son sus visiones claras, puras, verdaderas ¢ inalterables. Al paso que el vidente, incapaz de anular las vibraciones astrales, solo percibe imagenes, mas o menos incompletas, por medio det cerebro, el clarividente sujeta a su voluntad todas sus potencias psiquicas y facultades fisicas, y 10 puede tomar las sombras por rea- fidades, porque su percepcién ¢s directamente espiritual, sin que ef Yo superior o subjetivo esté eclipsado por el yo inferior u objetivo. Tal es la genuina clarivideneia espiritual que, segin dice Paton, ‘eleva el alma més alld de los dioses menores, hasta identificarla con el simple, puro, inmutable e inmaterial Nous. Tal es el estado que PLoTINo y ApoLomio Hamaron de unidn con Dios, los antiguos yo- guis /svara y los modernos Samédhi. Sin embargo, la elarividencia espiritual es tan distinta de la videncia psiquica, como una estrella de una luciérnaga. Amonio Sacas, el Teopipactos (ensefiado por su Dios}, dice que la memoria es Ja anica potencia que direciamente se opone al don de profecia y prevision. El médium no puede subyugar voluntariamente sus cuerpos mental y fisico, sino que necesiia para ello la ajena iniervencion de una entidad desencarnada, de un hipnotizador terreno, 0 bien de algdn medio que, attificiosamente, le ponga en tance, mientras que a ios adeptos y fakires les basta para ello un breve rato de recon- centracion y ensimismamiento. Entre los medios artificiales de que se valian los antiguos para determinar ei estado de trance, citaremos las columnas de bronce del templo de Salomon; las campanillas y granadas de oro de Aarén y sumos pontilices hebreos; las sonoras campanas que pendian alre- Gedor de la estatua de Jupiter Capitolino; las tazas de bronce que se empleaban en Jos Misterios durante el Kora, y las copas de bronce, pendientes en cfirculo de un doble aro de 200 granadas, que servian de chapetas en el hueco de las columnas. Las sacerdotisas, que en el Norte de Ja antigua Germania actuaban bajo la direccion de los hierofantes, s6lo podian profetizar entre el tumulto de las olas del mar, o mirando de hito en hito la rapida corriente de un rio. Las sacerdotisas de Dodona se situaban, al mismo efecto, bajo ¢l roble de Zeus, y quedaban hipnotizadas al murmallo de las hojas det arbol © del arroyuelo que regaba sus raices. Aberraciones psiquicas det Sexo 5 Pero el adepto no necesita valerse de esius artificiosos medios, pues le basta con la simple atclén de su potencia volitiva. Seguin el Atharva-Veda, 1a actualizacién de ta potencia volitiva es la forma superior de la oracién que entonces obtiene inmediata respuesta. De! grado de intensidad del anhelo depende su realizacion, y ésta, a su vez, de la pureza interior. Las entidades que se valen de la materia astral del cuerpo del médium o de fas auras de los circunstantes, son, por lo general, los elemeniarios o las entidades no purificadas todavia, porque los espi- ritus puros no guieren ni pueden manifesiarse objetivamente. jDes- graciado del médium que cae en poder de las entidades astrales! De Ia propia suerte que el médium en estado cataléptico pro- yecta espectralmente un brazo, una mano o una cabeza, es posible que proyecte iodo su vehiculo astral y aparezca el espectro de cuer- po entero. A veces esta proyeccién es efecto de la voluntad del Yo superior del médium, sin que de ello tenga conciencia el yo infe- tior; pero, generalmente, la voluntad del médium queda paralizada por la influencia de jas entidades elementarias y elementales que se apoderan del cuerpo astral del médium y to proyectan por efecto de una accién andloga a la del hipnotizador respecto del sujeto. Tiene razon Fairrieip al afirmar que casi todos los médiums estén aquejados de alguna enfermedad organica o desequilibrio psi- quico, y en algunos casos transmiten estas dolencias a sus hijos. En cambio, se equivoca completamente a) atribuir todos los fendmenos psiquicos a las morbosas condiciones fisiolgicas del médium, pues jos adeptos de la magia superior gozan constantemente de robusta salud mental y fisica, y precisamente sdlo ellos son capaces de pro- ducir a su libre voluntad fenémenos psiquicos. El adepto tiene perfecta conciencia de su actuacién y no estd sujeto como los mé- diums a los cambios de temperatura de Ja sangre ni los sintomas morbosos ni exige condiciones previamente establecidas, sino que opera los fenémenos en todo tiempo y ugar, y en vez de sujetarse a influencias ajenas, rige y domina las fuerzas psiquicas con su férrea voluntad. En el adepto actian arménicamente cuerpo, alma y espiritu, al paso que en ¢] médium el cuerpo es una masa de materia catalépti- ca y el alma y ef espiritu se ausentan casi siempre mientras dura aquel estado para prestar sus vehiculos inferiores a las entidades Aberraciones. 5 6 Doctor Roso de Luna psiquicas. Los adeptos, no sélo pueden proyeciar espectralmente a yoluntad una parte, sino todo su cuerpo astral. En cambio, el médium no actualiza fuerza de voluntad alguna, pues basta para la produccién del fenémeno que antes de caer en trance sepa lo que de él esperan los investigadores. Cuando el Ego del médium no esté entorpecido por influencias ajenas, actuaré fue- ra de la conciencia fisica con tanta seguridad como en los casos de sonambulismo, y sus percepciones objetivas y subjetivas serdn de agudeza igual a las del sondmbule, porque cuanto mds sutil es el vehiculo en que acita ef Ego, tanto mds delicadas y agudas son sus percepciones. Es fama que el érfico Epiménipes estuvo dotado de santas y maravillosas facultades, entre ellas la de desprenderse de su cuerpo fisico siempre y durante el tiempo que queria. Muchos otros filéso- fos antiguos tuvieron la misma facultad. APOLONIO DE TyANA podia dejar conscientemente su cuerpo fisico en: cualquier instante, y ope- taba fenémenos prodigiosos a la luz del dia, como por ejemplo, cuando en presencia del emperador Domiciano y de multitud de circunstantes se desvanecid de repente, pata aparecer, al cabo de una hora, en la gruta de Pureoui. Tampoco necesité de nadie ef tauma- turgo pitagérico EMPEDOCLES DE AGRIGENTO, para resucitar a una mujer, ni exigid condiciones preestablecidas para desviar una trom- ba de agua que amenazaba caer sobre la ciudad. Estos teurgos eran magos, y por esto podian obrar a voluntad semejanies prodigios a que no hubieran alcanzado si tan sdle fuesen médiums. De la propia suerte, no le era necesario a SIMON FL Maco ponerse en trance para elevarse por los aires en presencia de mulli- tud de testigos, entre los que se hallaban los apéstoles. Como dice: PaRaceiso: «No requieren estas obras conjuros, ni ceremonias, ni forma- cin de circulos, ni quemas de incienso. Es tal fa alteza del espiritu humano, que no acierta a expresarse con palabras. Si comprendiéra- mos debidamente hasta dénde alcanza su poder, nada nos seria im- posible en la tierra. Inmutable y eterno es, como Dios, el espiritu del hombre. La imaginacién se educa y robustece por la confianza en nuestra voluntad. La confianza debe confirmar la imaginacién, porque establece Ja voluntad>. Este poder sobre fos «daimones> 0 selementales> constituye fa Aberraciones psiquicas de! Sexo 07 Dhakshini-Vidhya oriental propia del verdadero Adepto que antes ha hecho «ef Gran Sacrificios de su personalidad 0 Dhakshini- Mukka. Fl gran filésofo SCHOPENHAUER jamds dudé de estas cosas en su Parerga y Paralipémenos y relacionados intimamente con todas estas cosas, estdn los absurdos cuentos de Curistopner, SCHE- zeR y Kirncuer (Oedipus Aegyptiacus), los Dragones, de PETRARCA, del cuadro de SIMON DE SieNNE en Nuestra Sefiora de Avignon, y cuantos «dragones» miticos examinamos en nuestra obra El simbo- lismo de las religiones del Mundo. Semejantes misterios son abiertos por Ia Have maestra de a Iniciacién; pero también pueden ser mo- mentaneamente entreabiertos por la ganztia de los estupefaccientes, tantos los de antiguo conocidos, como el peyolf, acerca del cual dice hoy una revista médica: «La planta que maravilla los ojos y encanta los oidos ia ha des- cubierto un farmacéutico francés. Es un pequefio cactus sin espinas, cuyas entrafias alcaloides provocan una vivisima excitacién de la imaginacién subconsciente, exteriorizada por una especie de embria- ‘guez visual, que produce algo semejante al sofiar despierto y trans- forma los sonidos en imagenes coloridas o iluminadas. Los indies fuichols, de Méjico, consideran el peyolf — que asi sé fama esta planta—como cosa sagrada; mastican ta vulva durante las fiestas rituales y se procuran asi un éxtasis maravilloso. >No se trata de una fantasia; la planta, con todas sus sorpren- dentes propiedades, existe; el sabio Dr. RUHIER ha extraido de elia Ja sustancia maravillosa solamente con fines cientificos; el profesor Enute Perrot teme que venga a aumentar los estragos de la cocaf- na, la morfina y la feronia, y, a demanda del primero, al abogado Epovarb TeRcINET pide al Tribunal de Comercio Ja prohibicién de industrializar y comerciar con e) fruto de los estudios del Dr, Rutier. »No se sabe aiin si los efecios de ja planta son muy téxicos y pudieran ser parecidos a los del tabaco, aunque no beneficiosos para la salud. No siendo de la Tabacalera no matan de pronto, 2Si, por fortuna pata’ la Humanidad, fuese el peyolt inofensivo 0, por Jo menos, poco idxico, ¢qué descubrimiento podria compa- tarse con el de su magia? ;Convertir fos sonidos en imagenes bri-- llantes, ahora que caminamos por las calles aturdidos por las inven- cibles bocinas de los aufomdviles! jTrocar en coloridos museos las reconvenciones de los jefes, la voz de ia suegra, el flanto nocturno 68 Doctor Roso de Lune del bebé, la reclamacién de una deuda, los discursos de Pradera y las felicitaciones de Pascua! >Entre a poesia (la poesia antigua, no la desprovista de metro y cadencia), que convierte en imagenes ios sonidos, nuestra vida podré deslizarse completamente feliz, Caminar en éxtasis, rodeados de un silencio profundo, envueltos en oleadas de colores — como el nitmbo de los santos y el halo de los luceros que brillan en la noche sin luna —; llevar en Jas pupilas toda la gama del arco itis y tefiir con ella fos estipidos ¢ insultantes bocinazos que nos acosan y persiguen; ver con ios matices de RUBENS o de Tictano fas palabras de las mujeres, y soar, como sofatia Muriito, en vez de soportar el aguardentoso altavoz del vecino de al lado y e! carraspeo antipa- tico de Ja gramola del de arriba. +»Muchos progresos debe el siglo a la quimica, y no nos dejaran mentir jos caballeros maduros sin una cana y Jas damas provectas de mejillas de rosas y labios de coral, pero como este del peyoli nin- guno; con sélo naturalizar los glaxones, el graméfono y la radio, ese farmacéutico ha conquistado la inmortatidad. »jPoetas, escultores, pintores: dedicadle una estatual» Suena, en fin, en labios del buen Conde, una terrible revelacion: «jHay que hacer una gran Renunciacién antes de recibir el don de Sabiduria; hay que renanciar al sexo, al reciproco e indeclinable lazo que liga a una mitad det género humano con la otra mitad, y gue es Ia sacrosanta ley que nos ha traido a este mundo de miseriasts Sobre esta durisima renuncia por los «Prudentes> 0 Sabios hermanos ca- balistas del Conde, dice, por su parte, nuestra Maestra, en parrafo antes citado y que ahora completamos: «Obras como fa del Conde de Gabalis tienen que ser amalizadas esmeradamente, mostrando el verdadero cardcter trascendente de sus veladas ensefianzas, pues de Jo contrario, se les haria servir como ariete para derribar a aquellas otras que no toman el estilo humoristico para hablar de cosas miste- riosas, sino sagradas del todo. Mas verdades se dicen en la tal satira, Hlena de hechos eminentemente ocultistas y reales de lo que la mayo- ria de las gentes, y especialmente los espiritistas, pueden figurarse. Se ha dicho que la Magia blanca salvadora dificre muy poco de las necromantes practicas de la Hechiceria, excepto en Jos efectos, con- sistiendo todo en si es buena o mala la intencién. Muchas de las re- glas y condiciones preliminares para entrar en las sociedades de Aberraciones psiquicas det Sexo 6 Adeptos, ya de la Derecha ya de ta izquierda, son idénticas también en muchas cosas. Por eso dice Gabalis al autor: «Los Sabios jamds os admitiran en su sociedad si no renuncidis antes a una cosa que no puede permanecer en competencia con la Sabiduria: o sea, a tener relacién carnal con las mujeres». Esto es condicion sine qua non para Jos ocultistas practicos, ya sean rosacruces 0 yoguis, pero también to es para los dugpas y tadds del Butan; para los wodis y nagales de Nueva Orleans y de Méjico, pero con la clausula adici nal para estos ultimos de mantener relaciones carnales con dijins perversos, elementales 0 demonios, \lamense como se quiera, sticu- bos e incubos, en pricticas de ta mds perfecta Magia Negra. Esto nos Neva de la mano a lo que ¢s objeto de Ja nota siguien- te, o sea, al comercio carnal con las entidades invisibles que en mala hora preconiza Gabalis, e hipécritamente cree el abate VILLARS, tras el disfraz de sus pretendidas ironias de . 70 Doctor Roso de Luna CHARLA SEGUNDA consagrarla a fa oracion, y al dia siguiente, ai amanecer, me comunicé por un volante que vendria 2 buscarme hacia las ocho de la mafana, para, si bien me parecia, dar un paseo juntos. Esperé y lieg6, en efecto. Después de reciprocos cumplimientos, él me dijo: — Vamos a cualquier sitio donde podamos estar completamen- fe libres, sin que nadie interrumpa nuestra conversacién. -— En tal caso, a Ruel, que me parece sitio bastante agrada- ble y solitario — le dije. — Vamos all4, pues — respondis. Moniamos en carroza. Durante et camino fui observando a mi nuevo maestro. Jamds he visto en persona alguna un aire tal de sa- tislaccién como el que brotaba de todos sus modales. Parecia tener el espiritu mas tranquilo y més libre de lo que yo presumia debia tener un hechicero. Todo su aspecto era ei de un hombre a quien st conciencia nada negro podria reprocharle, y, por mi parte, sentia la mayor impaciencia de verle entrar en materia, no alcanzando a com- prender cémo un hombre que me parecia tan sensato y petfecto en todo, tuviese el espiritu tan plagado de visiones, segiin ya el dia anterior habia podido juzgar. El me hablé, magistralmente, de poli- tica, y qued6 encantado al oirme que habia yo leido a PLATON. —Tendréis necesidad de todo eso algiin dia — me dijo ~. Mu- cho més de lo que buenamente os figurdis, y, si hoy logramos po- ‘ buen Conde quiso darme toda la noche para que pudiera Aberraciones psiquicas del Sexo a nernos de acuerdo, no es imposible que algin dia pongdis en practica las maximas de tan sublime sabio. Llegamos a Ruel y nos encaminamos hacia su jardin, cuyas bellezas no se dignd siquiera admirar el Conde, encaminandose en derechura hacia el laberinio y, viendo que nos encontrébamos tan solos como podia desear, me dijo, levantando los ojes al cielo: — Yo ruego a la eterna Sabiduria que me inspira, que me per- imita no ocultaros nada de sus verdades inefables. Cudn feliz os podréis considerar, hijo mio, si Ella se digna despertar en vuestra alma las disposiciones que estos altos misterios exigen en vos. Vaisa aprender, en efecto, a dominar a la Naturaleza entera. Dios slo ser vuestro Maestro, y unicamente los Sabios serén vuestros igua- les. Las Inteligencias supremas tendrén a gala obedeceros en vues- tros menores deseos. Los Demonios no se atreveran a presen- tarse alli donde vos estéis, y vuestra voz los haré temblar en las simas del abismo. Todos !os habitantes, en fin, del Mundo invisible, que moran en los cuatro elementos naturales, se sentiran dichosos siendo !os Ministros de vuestros caprichos. Yo os adoro, joh, gran Diost, viendo gue habéis coronado al hombre con una tal gloria, estableciéndole como Soberano de todas las obras de st Mano crea- dora. gSentis despertar en vos, hijo mio — agregé, velviéndose ha- cia mi—, esa ambicién heroica que es la prenda segura de fos Hijos de ia Sabiduria? ¢Os atrevéis a desear ardientemente no servir sino a Dios sdlo y de rechazar, sobre todo, aquello que no es Dios? gHlabéis alcanzado a comprender, por ventura, la cosa tan excelsa que es el Hombre? gNo sentis ya el enojo de veros esclavo, pudien- do y debiendo ser el Sefior...? Si, pues, sentis despertar en vos tan nobles pensamienios, segiin no permite ef dudarlo vuestro hordscopo, reflexionad maduramente acerca de si iendréis el valor y Ja fuerza suficientes para renunciar por siempre a cuantas cosas pue- dan constituir un obstculo al fogro de Ja elevacién para a cual es- tiis destinado de nacimiento. E! Conde, una vez dicho esto, se detuvo; miréme fijamente R Doctor Roso de Luna cual si esperase una respuesta, o, més bien, cual si quisiera leer en mi corazdn. Por mi parte, si ansioso esperaba el comienzo de su discurso, mucho mds ansiosamente desesperaba por sus wltimnas palabras. La palabra renunciar me aterraba, pues empezaba a temer que fuese a proponerme renunciar al Bautismo o al Paraiso. Asi, me sentia perplejo, no sabiendo cémo salir de semejante atolladero, — éRenunciar, decis, sefior? Pero, ga qué cosa es a la que hay que renunciar previamente? — le contesté al fin. —— Ciertamente que hay que hacer una gran renunciacién. Es preciso de tode punto comenzar por ello, cosa a la que no sé si os atreveréis, porque yo sé bien que la Sabiduria no mora en un cuer- Po sujeto al pecado, como no penetra tampoco en un alma domina- da por Ja malicia o el error. Los sabios, entendedlo bien, jam4s os admitiran en su excelsa compafiia, si no renuncidis de buenas a primeras a una cosa que es absolutamente incompatible con la Sabi- duria, Es necesario — agregé, bajando la voz y hablandome at vide —, es de todo punto preciso renunciar a todo comercio carnal con las mujeres... Ante tan peregrina proposicién, solté la carcajada. — Os habéis preocupado, sefior — exclamé —, por bien poca cosa. Vo osperaba de vos mds bien que me propusiestis alguna otra inaudita renunciacién. Pero, puesto que es sdlo a las mujeres a las que hay que renunciar, ja cosa ya est4 hecha muy de tiempo ha. Soy suficientemente casto, a Dios gracias. Sin embargo, sefior, como SALOMON fué bastante més sabio de lo que nunca yo pudiera sofiar con ser, a pesar de lo cual su sabidurla no le impidid dejarse corromper por las mujeres, dignaos decirme, si os place, qué vexpediente o procedimiento empledis vosotros, los Prudentes, para prescindir del sexo opuesto, y qué inconveniente puede haber para que en e! Paraiso de los Filésofos tenga una Eva cada Adan. — Me exigis harto grandes cosas — replicé, como consultando consigo mismo fa respuesta —, y pues que vos os desprendéis de Ia mujer sin esfuerzo, os diré una de las razones que han obligado a los Aberraciones psiquicas det Sexo 1 Sabios para exigir tamafia condicién a sus Discipulos, y conoceréis, Por consecuencia, en qué supina ignorancia viven todos cuantos no- son de nuestro nimero [5]. {5} Henos Negados en esta nota al punto fundamental, al mo-- mento critico de la obra de Vittars, y también de nuestra confor- midad como tedsofos con alganos puritos de ella, y nuestra comple- ta disconformidad y oposicidn con ella, en otros. El estado de esclavitud sexual en que el hombre, como la mu- jes, se encuentran durante su vida en la Tierra, es cosa que no pue- de menos de maravillar al fildsoto. Sacudir semejante esclavitud, por otra parte bendita, pues que al sexo debemos ia salud y la vida, es, seguramente, el problema de tos problemas, y por desentenderse de ello 0 entenderio mat los legisladores, se producen los infinitos ma- les que gravitan sobre el mundo, guerras quizd, inclusive. El trilema del sexo es claro: al sexo, 0 se le obedece, 0 se le tras- ciende, o se le pervierte, segiin hemos dicho en nuestra obra Le Dama det Ensuefio; pero casi todos los que pretefiden trascender su imperativo categorico, en lugar de trascenderle, suelen pervertirie, En este tiltimo caso se encuentran cuantos, tomando at pie de ia letra ef simbolismo de la llamada con entidades «as- frales» o de los Elementos, como pretende y cree VILLARS, aunque poniéndoto hipécritamente en labios del buen Conde de Gabalis. Venimos a este mundo por causa del sexo, y nuestra titanica Prueba en aqué! gira toda en torno de éste, Si seguimos Ia via fisiolégica trazada por la Naturaleza e interpretada mejor que por legislacién alguna por Ia aria primitiva del Cédigo del Mand, del amor pasamos al matrimonio, y de éste a los hijos y a todos los cui- dados y luchas del Drama de la Vida, que el vulgo encierra en ja poética frase de «criar Jos hijos». Si seguimos en ello, en cambio, la via patologica, o hemos de buscar «la duice y amarga fruta del cerca- do ajeno>, con grandisimos peligros morales y sociales, o dar triste 6bolo a la lacra social de la prostitucién, que iuego, hipécritamente, queremos con ¢! que aqueilas magias, negra y blanca, procuran. Harto més racional y sabia, segiin Natura, es la docirina brah- ménica, que sto considera completo al hombre trino, constituido por si, por su mujer y por su hijo, y que exige, como condicién precisa para no considerarnos fracasados en esta existencia terres- tre, el haber plantado un Arbo! (simbole de la produccién que themos de dar a la sociedad); engendrado un hijo (simbolo de la re- produccién con la que hemos de contribuir también a ia social con- tinuidad de la especie sobre la Tierra), y escribir un libro (es decir, tener y luchar por defender una doctrina trascendente, por encima de la vulgaridad animal de nuestros terrestres vivires). La renuncia, pues, que plantea como algo indispensable ei Conde de Gabalis antes de continuar en sus revelaciones, no es sino la supresion de ese nudo de [a vida humana, constituido por el sexo en nuestras edades centrales, anticipando anormalmente la edad senil en que un hombre virtuoso, pot fwerza ha de verse libre ya de la cadena del sexo, para poder preparar filosdficamente «su transito>, con aquel ascetismo moral y fisico que 1a retirada del brahmén al bosque después de cumplides aquellos deberes sociales 0 fisicos, supone. Qué prisa hay por anticipar unos afios la recogida de un fruto de ascetismo que habremos de saborear en edad avanzada, si a ella ilegamos como premio a nuestras virtudes? Pero no el fruto de la aberraci6n psiquica, el verdadero «placer solitarios que entrafia el «comercio> con los habitantes de los Ele- menios que preconiza Gabalis, como pronto veremos. Vayan por delante, pues, estos nuestros aforismos sobre el sexo, que di¢ramos en otro trabajo: L. — La primera concepcidn trascendente que podemos adqui- tir del Cosmos como un todo orgénico, se cifra en el problema filos6fico del Sexo. Todo en el Universo es luminoso o tenebroso, activo o pasivo, es decir, «mascufino» y «femenino», y de aqui estos das sendos géneros de Jos seres y cosas en todas las lenguas sabias. Las tiniebtas de Ja «luz sexual» o daz astral que ParaceLso diria, son el género neutro. Aberraciones psiguicas dei Sexo 1 Il. —La simbotica «Caida de los Angeles» de las teogonias, fué ta caida de la Humanidad en el sexo. Primitivamente, fos fom- bres eran asexuados, segtin las viejas Teogonias, como asexuadas ‘son las plantas Iamadas cripiégamas, y bisexuados o andréginos ‘como los dioses y ia mayoria de las plantas iuego. Llegaron enton- ces los hombres, dice PLaTON, en el Banguete, a tal grado de saber y poderio, que los dioses, envidiosos, Ios dividieron en sexos, cuyas reciprocas mitades se buscan siempre, sin unificarse nunca. Desde -entonces, la Naturaleza parece burlarse de nosotros, impia, pues que de la unién de los sexos opuestos no nace Ia identificacion o mixti- ficacién anhelada, sino ef Ternario, el hijo, con atreglo a la picares- ca poesia de Victor Hyco, que en el Hed de Rosamunda, instru- amentado por RENt CHANSAREL, Caria: Ii était une fois Un jardin, et j’y vis madame Rosemonde; Lair était plein d’oiseax les plus charmants du monde. Quelle ombre dans les bois! il était une fois Un source, et j'y ving boire avec Rosemonde; Des naiades passaient, et je voyais dans Yombre Des perles a leurs doigts. TI était une fois Un baiser qu'en iremblant je pris a Rosemonde, ~~ Tiens, regarde, ils sont deux — dit une nymphe blonde. —Non — dit autre —, ls sont trois! Natural es, pues, si el sexo es caida, que la superacidn filosofi- ca, después de obedecido, sea ia liberacion, aunque no en el sentido necromante que apunta Gabalis. IIL — Pero en esta misma cafda en ‘el sexo, que es nuestra cru- cifixién en la vida, se cifra también nuestra redencién y glorificacién iutura al abandonar nuestra carne con la muerte, por aquello de que el punto de la rueda que mas bajo cae, es Juego el que mas alto se levanta cuando, al marchar, describe su epicicloide evolutiva. Tal vez por ello dijo Jestis que en el Reino de} Padre, los tiltimos seran los primeros, y que alli no viviriamos como tales hombres o mujeres, sino como Angeles del Cielo, o sea por encima 7 Doctor Roso de Luna del sexo, y SAN PaBLo afiadié que estos mismos seres humanos, hoy asi caidos, llegarian a ser los jueces y seftores hasta de los angeles. del cielo, al tenor de aquel «imperio universal de los Sabios sobre todas las cosas y seres de ta Naturaleza> a que atude Gabalis. IV. — No conocemos hoy los vulgares 0 no iniciados medios. legitimos de escapar al sexo, dentro de la Humanidad. Los que le obedecen fisiolégicamente, sin impurificarle poniendo al servicio dei sexo animal los divinos dones de la imaginacién creadora, son los hombres propiamente dichos. Los que, mediante leyes de buena magia — no los execrables y hechiceriles medios propuestos en El Conde de Gabaiis —, leyes hoy desconocidas, o conocidas por muy pocos, lograron trascenderle victoriosos, son los superhom- bres, héroes, jinas o « de las viejas teogonias, y ex hombres o infrarracionales, cuantos le pervierten o prostituyen. Proverbial es, por eso, fa maldad del eunuco; del que tiene hiper~ trofiada la glandula del timo como los criminales natos, y, en gene- ral, todos los de sexo aberrado de los que extensamente se ocupa hoy Ia ciencia de fas secreciones internas o endocrinas (1). . VY, —éMagia buena en el sexo? Ello equivaldria a pretender conservar, por un lado, todos los rasgos de animalidad que el sexo entraha; por otro, todas nuestras humanas gallardias simbolizadas en el divino mito de Prometeo, y querer, ademés, alzarnos hasta los. (1) Véase G. Maran: Los Estados Intersexuates en ia Especte Humana. ‘Morata; Madrid, 1929, A, LurscuOrz: Las Secreciones Internas de tas Gldndulas Sexuates. Morata; Madrid, 1928. J. Bauer: Fistologta, Patologia y Clinica de tas Secreciones Internas. ‘Morata; Madrid, 1929. J. J. Barcia Qovanes: La Vida, ef Sexo y La Herencia. Morata; Ma- arid, 1928. F. LOPEZ Unefia: El Misterio de la Vida. Mosata; Madrid, 1929. J. Noguera: Moral, Bugenesia y Derecho. Morata; Madrid, 1929. V. Aza: Feminismo y Sexo. Morata, Madrid, 1928. M. Ruiz-Funes: Endocrinologia y Criminalidad. Morata; Madrid, 1929. W.E. Courrs: Et Deseo de Matar y el Instinto Sexual. Morata; Ma- arid, 1929. E, Fevj6o: Los Hombres de Vidrio. Morata; Madrid, 1929. LP. Paviov: Los Reflejos Condicionados. Morata; Madrid, 1929. R. Novoa Santos: El Instinto de ta Muerte. Morata; Madrid, 1927. J. Torruaiano RiroLt: Teologia y Eugenesia. Morata; Madrid, 1929. © Aberraciones psiguicas det Sexo a mismos dioses. Cabe, si, en Ja ley de la Evolucién, aquel dualismo ‘thumano-animal, causa de todas nuestras toriuras de caidos: el dua- dismo cruel de ia animalidad, que vamos abandonando, y la verda- dera o pura Humanidad que al par vamos conquistando poco a poco, 2Cémo intentar el agregar a semejante dualismo una tercera evolu- cién superhumana sin que el primitivo animal, la Bestia Ladradora de Ja leyenda del Baladro, de Merlin, haya muerto previamente en nosotros? Pretenderlo, como se pretende por las «ciencias secretas» y las uniones con los entes de los Ellementos, del Conde de ‘Gabalis, es querer abrir Ia celeste Puerta del Misterio con traidora ganziia, Tales , nazca en el pesebre de nuestra animal miseria. VL — El elemento propulsor de nuestros dichos tres estados evolutivos, es la imaginacion creadora. Ella, por necesidad organica, nos inicia fisiologicamente en el anhelo sexual mediante hermosisi- ‘mos ensuefios premonitorios; ella, cuando es debilitada y corrompi- da por malos ejemplos, pésimas lecturas erdticas y otras muiltiples patologias psiquicas, precipita a muchos hacia las més horribles abe- araciones sexuales, enire éstas a , 0 aque! otro del Evangelio: quien mira con ojos de delectacién a la mujer de otro, ya cometié adulterio con ella en su corazdn>. De aqui también la eterna castidad del desnudo estatuario en la Venus de Mio, de Guino, de FaLero 0 de Mepicis en e! Apolo de Betve- ere, etc. La imaginacién, anormalizada por los afeites y atavios y demas medios con que se la excita, engafia siempre con lo que deja adivinar, y no muestra, por aquello que se ha dicho de que la priva- cién es causa del apetito. El famoso suplicio de Tantalo no nacié de fo que se cree, sino del lujo, y un ilustre escritor decia, a propésito de ello: «Sila mujer mantiene el culto presuniuoso y egoista de su 80 Doetor Rosa de Luna propia belleza, no puede ocuparse sino de esto. Madame de Casti- glioni, que se adoraba a si propia como Narciso, pasé la mayor par- te de su vida meditando en cémo perfeccionarfa més ain las faccio- ‘nes de su rostro y las lineas de su cuerpo». «La historia de las mu- jeres que se hicieron célebres por su hermosura demuestra harto claro que esta misma hermosura las sometié a una verdadera y mo- destisima esclavitud, que ni por asomo puede compararse con las mAs cémodas, no menos atractivas y actuales exigencias para conse- guir agradar — afiade, al comeniarlo, SaLomé NiNez Torere —, y a toda belleza femenina, belieza proclamada, ie corresponde la li mitada misién de considerarse aigo asi como un espectaculo. Mien- tras que una elegante es doblemente facil que sea, al mismo tiempo, una intelectual, una activa, una incansable, una desinteresada, una gtan mujer, en fin, que no se acomodaria nunca a que se la dijese: +tu cabeza es hermosa, pero sin seso». .. Resignense, pues, las «. XILL. — El sexo, en Matemiaticas, est4 representado por las can- tidades positivas y negativas — las imaginarias son ef fujo —; en ‘Mecanica, por ia materia y la fuerza inteligente que la informa y fe- ‘ un conspicuo precursor del comu- nismo contempordneo — , y sabio aleman ha habido que ha escrito ocho gruesos vokimenes para Hegar a esta misma conclusion, por- que, de todos los males del sexo, no brota més planta de redencidn que ese hogar fecundo, enaltecido por todas las religiones por lo mismo que es ara de todos los redentores sacrificios, no obstante lo cual estas misinas han producido desgraciadamente en su seno, mas de una vez, lo que gréficamente podriamos llamar «el microbio des- iructor del hogar mismo». XXI. — Como la clave sexual es, se dice, la mds inferior det Misterio que nos rodea, todo lo del sexo tiene algo siempre de ini- ciacién. Pero la Naturaleza no conoce sino des modos de obrar para iniciarnes a los seres humanos: Ia evolutiva y la revolucionaria; fa fisiologica y la patolégica. Por eso las victimas mds aparatosamente fracasadas en el proceloso mar del sexo suelen ser las que, antes y después de la pubertad, han recibido Ia influencia Jetal de esas doc- trinas que creen resolver el problema del sexo extendiendo, como dice Frevp, un velo de misterio que le hace precisamente mas se- ductor y apetitoso. No. Al nifio y nifia, desde la mas tierna edad, no se les debe mentir en ello ni en nada. El educador cumple su mision con darles siempre la verdad seca, suave, sin galas ni incentivos, en fa certidumbre de que las verdades sexuales, dadas con levantada decencia, resbalarin sobre las mentes infantiles aun no preparadas, como resbala el agua por la reca. Mas de una vez se ha crificado con este motivo al confesonario porque suele invertir los términes del problema al preguntar sobre ei sexo precisamente cuando, como educador que es, al decir de sus partidarios, deberia limitarse a con- testar tan s6lo en la sabia forma de amorosa lealtad que el nifto y ef Aberraciones psiquicas del Sexo 83 adoiescente tienen derecho, el mds perfecio, a exigirnos... , que el Evangelio ha dicho. XXIL — Et Amor es lo desconocido. Por eso la Divinidad, que €s supremo Amor, es también lo supremo Incognoscible. . . ;Bendito Sea, pues, todo cuanto restituya al sexo sus legitimos fueros, y mal- dito cuanto te aparte, bajo cualquier engafio, de la senda natural, hoy para él trazada, y que es tan opuesta a la apuntada por Gabalis, como el Amor lo pueda ser del Odio! Los aforismos precedentes es 10 que nuestro escaso saber nos ensefia respecto det Gran Problema, en contra de cuantas «aberra- ciches» o «desviaciones opone Ja desdichada Humanidad siguiendo © no siguiendo al bueno de Gabalis, y que creemos de perfecta actualidad en nuestros dias, que parecen los negros dias del Kali- Yaga ario, al que alude KrisHMa en su célebre didlogo con Maitreya en e] Vishnt Purana, diciendo: «Habré entonces en la Tierra monareas de ruin espiritu, genio violento, perversos y mendaces, que haran dar muerte — jrecuérde- se el reciente espectéculo de la Gran Guerra! — a las mujeres, a los nifios y a todos ios animales domésticos. Ellos arrebataran la pro- piedad a sus stibditos y a todos; se dirigirdn a las esposas de otros... pero su poder se verd limitado; sus vidas seran corias y sus deseos insaciables. .. Gentes de varios paises, mezclandose con ellos, segui- ran su funesto ejemplo, y el pueblo perecerd, pues que ios mlech- chhas o «barbaros» seran los sefiores y los arios 0 «puros» los ava- sallados... La riqueza y la verdadera piedad disminuirdn de dia on dia, hasta que el mundo ftegue a depravarse por completo, porque entonces, tan s6lo la propiedad conferira el rango; ia riqueza resul- tard ser la dnica fuente de devocion y mérito; Ja pasion, el unico y fransitorio lazo entre los sexos; la falsedad y falta de honradez, el tnico medio de éxito en fas fuchas de la vida y por la subsistencia; la debilidad, causa de supeditacién en lugar de merecer_ proteccio- nes... Entonces la amenaza y Ja presuncion sustituiran a la verdadera sabiduria, solo quien derroche se verd estimado; Ja riqueza dara reputacion de virtud; jas vestiduras y demds exterioridades, ta unica consideracion de dignidad... Los elegidos, no pudiendo soportar mds corveas y humillaciones, se refugiardn en los valles. .. y de este modo, en la triste edad de! negro Kali- Yaga, ta decadencia conti- a Doctos Roso de Luna nuard m4s y mds en el mundo, hasta que la raza humana entera se aproxime a su destruccién... Cuando el fin de la edad Kali esté préximo, descendera sobre la Tierra una parte de aque! Sér divino que existe de su propia naturaleza espiritual, un Kalki-Avatara dota- do de las ocho facultades supremas, y las mentes de Jos hombres por é desperiados serdn tan didfanas como el cristal, constituyendo Ja semilla de otra raza que seguiré las leyes de ja edad Krita o de la Pureza — la perdida Edad de Oro — que asi volverd a reinar.. .> Cuando estéis ya incorporado a las filas de los Hijos de los Filésofos y vuestros ojos se hayan fortalecide con el uso de la santi- sima Medicina o Elixir de Vida, descubriréis desde el primer instan- te que tos elementos de la Naturaleza estén habitados todos por criaturas muy perfectas y cuyo conocimiento y comercio con ellas ha sido, desgraciadamente, impedido por el pecado de Adan a esta su desdichadisima posteridad. El inmenso espacio que media entre la Tierra y los Cielos, tiene habitantes harto mas nobles que las aves y los moscardones; esos tan vastos mares, cuentan con morado- res bien superiores a las ballenas o los delfines; las profundidades de ja Tierra, no estén creadas para los topos solamente, y el elemen- to del fuego, mas nobie que los otros tres, no ha sido hecho para permanecer inutit y vacio. E) aire est4 poblado de una innumerable multitud de gentes de figura humana, un poco terribles en apariencia; pero docitisimos, grandes aficionados a las ciencias, sutiles, solicites en extremo para con los Sabios y enemigos de los ignorantes cuanto de los fanfarro- nes, Sus esposas y sus hijas son de una belleza extremada, tal y como se pinta a las amazonas, — gComo, sefior? — exclamé —. ¢Es que quiere convencerme de que esos trasgos y duendes del mas alla estén casados? — No 0s escandalicéis, hijo mio, por tan poca cosa. Creedme. Todo cuanto os digo es positivamente verdadero. Ello constituye la ‘base de la antigua Cabala, y vos lo comprobaréis bien pronto con vuestros propios ojos. Pero recibid con docilidad de espiritu Ja luz Aberraciones psigaicas det Sexo 8 que Dios os envia por mi mediacién, Olvidad cuanto poddis haber vido hasta aqui sobre estas materias en las escuelas de los ignoran- tes hacia los cuales sentiréis un dia el mayor desdén, cuando os haydis convencido por propia experiencia y os vedis obligado a reconocer que estabdis flenos de prejuicios sobre tan sublimes asuntos, Escuchad, pues, hasta el fin, y sabed que los mares y los tios estin habitados, lo mismo que la atmésfera. Los antiguos Sabios han denominado Ondinas o Ninfas a esta especie de pueblos, Ellos engendran pocos varones, pero las hembras son muy numerosas entre ellos, y su belleza es tan excelsa, que las hijas mas hermosas de los hombres resultan feas a su lado. La tierra esta Mena casi hasta su centro de Gaomos, gentes de pequefia estatura, fieles guardianes de los tesoros, de las venas de metales preciosos y de la pedreria. Elfics son ingeniosos, amigos del hombre y faciles de manejar. Ellos suministran a los Hijos de la Sabiduria cuanto dinero les es necesario, y no piden mds premio por sus servicios que la gloria de ser mandados por aquélics. Las gnémidas, sus mujeres, son peque- fiitas, pero harto agradables de ver, y sus vestidos curiosisimos. En cuanto a las Salamandras, habitantes inflamados de la regién del fuego, son serviciales con los Filésofos; pero ellos no buscan con excesivo interés su compafila, y sus hijas y esposas se dejan ver muy raramente, —Tienen para ello sobrada razén — interrumpi —, y yo les dispenso de que se me aparezcan. — ¢Por qué? — pregunté ef Conde. — Porque, cqué sacarla, sefior, de conversar con unas tan feas bestias como las Salamandras, machos o hembras? — Estéis equivocadisimo — replicé el Conde —. Esta es una falsa idea de pintores y escultores ignorantes. Las Salamandras hembras son bellas, fas mas bellas de todas, pues que estan forma- das de un elemento purisimo. De ello no os voy ahora a hablar nia 86 Doctor Roso de Luna hacer sucinta relacién de tal pueblo, porque le habréis de contem- plar vos mismo, muy a vuestro sabor. Veréis sus vestidos, viviendas y costumbres; su policia y sus leyes admirables. Quedaréis encantado de la belleza de su espiritu, mas atin que de la de sus cuerpos. Pero al mismo tiempo no podréis menos de lamentaros al verlos, cuando se os diga que todos ellos se sienten desdichadisimos, porque su alma es mortal, no inmorial como Ja nuestra, y que carecen, por tanto, de fa esperanza de gozar cternamente de la presencia del Sér Supremo, a quien, sin embargo, conccen y adoran religiosamente. Ellos mismos os informarén de que, estando compuestos por las Pporciones mas puras del elemento que habitan, y no teniendo en sus cuerpos cualidades contrarias, pues que estan hechos de solo Fuego, no mueren, sino al cabo de muchos sigios. Pero, qué son los sigios imismos comparados con la eternidad? Al fin les es forzoso retornar a la nada, de donde salieron, y semejante pensamiento les aflige tan- to, que debemos hacer todo Io posible por st consolacion [6]. [6} En el pasaje de referencia se da la ensefianza de la Cabala medieval respecto a estar poblados los Elementos por bellisimas en- tidades, que nuesira actual ceguera psiquica — «pérdida del tercer ojo de la Intuicién u ojo det Ciclopes, hoy atrofiado en Ja glandula pineal — nos impide percibir, aunque no por ello estemos libres de sus psiquicas influencias. En términos de la ciencia positiva mas escrupulosa, nada pode- mos oponer a tales posibilidades. Nuestra ciencia sélo conoce hoy un cierto nitmero de vibraciones del éter, por encima, y por bajo de jas cuales, nada puede hoy apreciar con los sentidos ni los aparatos. Una entidad que tenga en su «cuerpos un indice de refraccién, idén- tico al det medio sélido, liquide, gaseoso o radianie en que viva, es, cientificamente, invisible, aunque sea real; un sér que pase por el campo de nuestra yisién, con velocidad de mas de una décima de segundo, es también invisible, un sér, cuyo Angulo de vision marque menos de un segundo de arco, resulta invisible asimismo, Los pro- Pios nifios, en sus primeras edades, ven menos de Io que sz cree, sobre todo a distancia, cual si fuesea miopes. Ademés, équé cosa mas légica la de que Ja Evolucién que ha creado «cuerpos» como los organicos, con los cuatro «elementos» © estados fisicos, haya sido precedida por otras «de un solo ele- mento?» . «Los seres més inferiores en la escala evolutiva, dice BLAVAT- Sky, Son aquellas criaturas invisibles Ilamadas «Elementarios» o «pueblos de los Elementos>, por los cabalistas. Hay tres clases dis- fintas de estos seres. Los ms elevados en inteligencia y sutileza, son los denominados de cuantos, habiendo vivido en la Tierra, rechazaron toda luz espiritual; permanecieron y murieron profundamente sumergidos en ef cieno de la materia, y de cuyas almas, el Espiritu inmorial se ha ido separando gradualmente. La segunda clase se compone de los antetipos invisibles de los hombres, que estén todavia por racer. . . La tercera clase es la de los , propiamente dichos, que jamés liegan a convertirse en seres humnanos, pero que ccupan, por decirlo asi, un peldafio especial en la escala de los seres, y, compa- rados con fos demas, pueden ser Hamados propiamente o agentes césmicos de la misma, estando cada uno de ellos confinado en su elemento propio, sin traspasar jamds el limite con los otros elementos. Estas son los que Trrrutiano liamé Principes de los poderes del aire.» «Con el auxilio directo de aquellos maivados demonios, dice Porriato en su tratado Sobre fos demonios buenos y los malos, es como se ilevan a cabo las hechicerias. .. Estas tiltimas son el resul- tado de las operaciones de aquéllos, y Jos hombres que causan dafio a sus semejantes, por medio de hechizos, rinden, en general, gran- des honores a dichos demonios malvados y, especialmente, a su jefe. Estos espiritus pasan el tiempo engafiandonos con muttitud de pro- digios estupidos y falaces ilusiones. Su ambicidn es ser considerados como dioses, y su caudillo pretende que se Je reconozca como el supremo dios>. Estos son, afiade H. P, Biavatsky, los diakka a quienes «descubrieras en un rincén oscuro del Summer land o «Tierra de verano», et vidente espiritista norteamericano A. J. Da- vis, y de quienes dice: «Un diakka es un ser que experimenta loco placer en representar altisonantes papeles de toda especie; en hacer trampas; en persenificar los mas opuestos caracteres; un sér para quien las oraciones y las expresiones groseras tienen idéntico valor; apasionadisimo por las natraciones liricas y las patétieas descripcio- nes...; moralmente, es un sér imperfecto, carente de todo senti- tiento de justicia, de filantropfa y de tiernos afecios, No tiene ni la menor idea de lo que los hombres llaman sentimientos de gratitud, lo mismo es para él el amor que e! odio; su divisa, espantosa y te- trible, se reduce a Uno Mismo, y et fin de toda su vida es una subli- me anhelacion.+ En vista de esta iitima descripcion de los demonios obsesores del hombre, y que son los agentes de los Ilamados procede del «indefinido Fuego Oculto», dice un axioma ocultista... , cayos fendmenos lievan ellos a cabo con el auxilio de Jas més inteligentes entre aquellas otras «cria- turas elementales» genuinas, las cuales vagan en torno de ellos, sin- tiendo un vivo placer en darles buena acogida en sus propias esfe- ras. Henry Kunrati, el gran cabalista alem4n, en una lamina de su Amphitheatri Sapientiae Aeternae, dej6 representadas las cuatro clases de tales , la misteriosa y celosa divinidad femenina, nada tiene que temer, pero hasta entonces son para él un consiante e iminente peligro. Se cree que las dichas cla- ses de — literalmente «la de los cuerpos de fuego y agua» —, entidades, informes unas, como el ele- mento en que se agitan; otras con forma propia, y otras, en fin, las més inferiores, también sin forma propia, pero pudiendo asumir proteicamente Jas que les presten las condiciones que les rodean, sobre todo la «moldeadora> imaginacién del hombre, aserto este Ultimo que no podrén rechazar los positivistas si reflexionan en que toda obra artistica nuestra ha sido moldeada previamente en la ima- ginacion creadora de su autor — mundo «astral» o , mun- do del Arte — quien luego ia hace encarnar o plasmarse en ei tien- zo, en el marmol, etc. El Libro de los Muertos, egipcio; la Tabla Cutha, caldea, y la misma Cosmogonia de Beroso, desnaturalizada por Eusepio be Cesare, se refieren ampliamente a los dichos seres que han precedido con su evolucién, hace miles de sigios, a la de los hombres sobre la Tierra. Son elios también fos 330 millones de especies «devas» unas buenas y otras malas, cantadas en los Vedas hindes y luego desnaturalizadas en Puranas y Brahmanas, que son también, entre los gndsticos y ofitas, las fracasadas creaciones de PiaMation (Addn-Galatea) y de Ban ak-Zivo, que no logran dar espi- rita humano a st criatura y hasta, en cierto modo, tos imperfectos «reyes de Edom» biblicos, que fueron sustituidos por la humanidad Aberraciones psiquicas det Sexo 93 sexuada, a la que nosotros pertenecemos, por habernos formado los angélicos Elohim o Helio-jinas. Son, a su vez, estas Entidades solares colectivamente resumidas en el Jehovah o fod-he-van-he macho y hembra y quienes unas, las mas inferiores, hicieron del limo terrestre el cuerpo def hombre; otras infundieron en él Aliento o Espiritu de Vida, y los terceros, excelsos renunciadores, le diercn su Espirita Inmortal y una Chispa de su mente, encarnando en ellos, que es por lo que San Pasto (Corintios, XV, 17) dijo que el primer hombre o inferior es de fa Tierra, y el segundo 0 superior, el Sefior del Cielo. La misma «Guerra de Troyas, aparte de su sentido histo- rico, es el simbolismo astronémico y fisico al par de la eterna lucha que el mundo inferior 0 Submundo de aquellas criaturas invisibles que evolutivamente nos precedieron en la Tierra y hoy nos rodean en los cuatro Elementos, mantienen con nosotros, sus naturales se- fores, mientras bajo sus «tentaciones>, «obsesiones> y no sucumbimos a su imperio como arriba indicé ya nuestra Maes+ tra. En esta iucha nos ayudan, protectores, aquellos otros elevades Seres del Supramundo. Los misticos e iluminados de todos fos tiempos han «visto», de tun modo u otro, a tales entidades, cuyo «contacto psiquico» indefi- nible experimentamos también los hombres menos sensitivos, aun- que no lo seamos, ora en el ambiente repulsivo del lupanar, ef hos- pital, la cércel o la taberna, ora en el plécido ambiente del campo ‘en los duces dias de! invierno, en las deliciosas mafianas y tardes de la primavera, en las serenas noches de luna de! verano, cuando, lejos del bullicio y la astralidad de la urbe, nos ponemos en mds in- timo contacto con 1a Naturaleza. La que de ello hace- mos luego a nuestro lenguaje € idiosincrasias, resulta mas o menos desnaturalizada, segin 1a pobreza de nuestras apreciaciones y el peso de nuestras preocupaciones mismas. SweEDENBORG, por ejemplo, como singular iluminado o videnie, vid, dice, en la «primera tierra de tos mundos invisibles> habitantes vestidos como fos campesinos de Europa, y en fa cuarta, mujeres aderezadas como pastoras en un baile de mdscaras. Hasta cl famoso astrénomo Huyaens se hallaba influido por la idea de seres andlo- gos en otros mundos del espacio, «con /as mismas figuras, vestidos, inteligencia, artes, ciencias, viviendas y costumbres». Y el Sefior C.W, Leapseater, célebre tedsofo, cuyos puntos de visia no siempre 94 Doctor Roso de Luna hemos compartido, nos describe los seres que dice haber visto en Slievenami, montafia sagrada de Irlanda, en estos iérminos: «En la ciispide del monte sagrado estén los «Angeles Verdes», que hace diez mil afios constituyen la guardia de uno de los centros de fuerza viva que liga el pasado de la tierra mistica de Erin con el porvenir. Sobrepasan bastante la talla del hombre; estas formas gi- gantes, coloreadas como Jas nacientes hojas de los Arboles en prima- vera, lucientes con una indescriptible suavidad de luz, pasean sobre ei mundo su maravillosa mirada, luminosos como los astros, Ilenos de la paz que irradian los que viven en el Eterno, y esperan, con la calma segura del conocimiento, los momentos o los tiempos que se- rén cumplidos, »Al contemplar tal espectaculo, se da uno cuenta plenamente det poder e importancia de fas cosas ocultas.» Estos angeles, aftade el autor de fa cila, no usan lenguaje habla- do; se expresan por medio de sonidos y por la musica. Algunas ve- ces se comunican entre ellos por medio de colores, proyeclando sus pensamientos en sinfonias coloreadas y en formas que hacen que los mundos superiores sean maravillosamente embellecidos por su pre- sencia. Hacese mencién iambién de las hadas, esta clase de seres invi- sibles «que aigtin dia entrarén en et orden de evolucién angélica, y que representan, de momento, con relacién a los Angeles, una situa- cién parecida a la del reino animal, con respecio a los hombres. > «Muchas descripciones de Espiritus de la Naturaleza fueron expuestas por M. SERGENT en el The Herald of the Star, y han sido Teproducidas. Citaremos una de ellas, donde la visién ha tenido efecto en un campo de Lancashire, dice el Sr. BELTRAN en Le Lotus Bleu; »Han podido ellos ser vistos en torno de una gigantesea haya, y por entre sus ramas y hojas, uh cierto mimero de hombres enanos; con frecuencia saitaban dei arbol at suelo, y volvian a encaramarse muy luego, como si fuesen a buscar alguna sustancia o a introducir algo en el interior de tos pequefios relofios. Tienen de 10 a 15 cen- timetros de esiatura, aunque esta taila puede variar mucho, pues son eldsticos y expansibles. Se parecen en un todo a pequefios hombres; usan un sombrerito puntiagudo, un abrigo de cueilo tan alto, que Parece una capa que cae sobre sus espalilas, y debajo una Targa cha- Aberraciones psiguicas del Sexo % quetilla, que les llega a las rodillas; su cara es roja, y sus ojos obli- cuos, sin expresion humana. Uno de ellos intentaba conversar con- migo, mostrandome con orgulio ei haya proxima, como queriendo decirme: «He aqui mi obras, y andaba a pequefios pasos, conto- nedndose con aire de perdonavidas. Resultaba muy gracioso verle. gesticulaba, haciendo esfuerzos, para comunicarme, de un modo evi- dente, la explicacién de que fa parte exterior del arbol era tal, por la influencia y cuidados suyos, en colaboracién con sus congéneres.. . La variedad de vestiduras, a las que son muy aficionados, parece te- ner gran importancia entre ellos, y la mayor parte de jas acciones que ejecutan, parecen ser instintivas y como alocadas>. En la Theosophical Review, bajo el tituio de «Cosas que he visto», Marfa BLioi BLOND relata hechos muy curiosos, sigue dicien- do BerTRAN. «Cuando era nifta, cuenta aquélla, vela a menudo a las hadas que, como moscardones luminosos, revoloteaban en torno suyo en su aposento, consolindole en sus tristezas y saliando de aqui allé como ligeras mariposas. Otra noche creyé ver como un centauro frente a su cama: «Cuando me incorposé, mi cabeza, dice, penetré en su gigantesca forma, la cual se alejé un poco, pudiendo coniemplarle a mi sabor. Era una creacién poderosa, cuya parte animal refulgia, mostrando un dorso titnico, blanquisimo y alado. .. tenia un perfil soberbio, y Ia calma e intensidad de su vida, que fo tenia nada de terrestre, eran estupendas; la mirada pare- cfa atravesar todos Jos objetos y sumergirse a lo lejos en los espa- cios cuajados de estrellas. Parecia no poner Ja mds leve atercion en mi persona; no obstante, mas tarde supe que aquella entidad que penetré y acostése en mi cuarto con gesto de no percibirme, no estaba alli para su propia satisfaccién. Si bien no vino con intento de guardarme, resulté que me habia evitado un horrible peligro que me amenazaba sin que yo pudiese darme cuenta, pues mi vista estaba absoria mirfndole a él. Orientado cara al Norte quedé asi hasta que pasé el peligro, y desaparecié veloz como el rayo tan pronto estuve salvadas. Véase, pues, por lo trascripto, que podria ser ampliado hasta lo infinito, cémo no necesitamos recutrir a los estaticos y los visiona- rios de entrambos sexos tan crudamente perseguidos antafio por la Inguisicién, ni siquiera a nuestro buen Conde de Gabalis, para tener amplias informaciones modernas acerca de aquellos tan variados 96 Doctor Roso de Luna «pueblos de los elementos», con los que, felizmente, el sincere saprendiz> que este comentario escribe forzado pot las circunstan- cias, no quiere cuenta alguna jamés, los haya visto o no en algu- na extrafia circunstancia de su vida, y decimos , porque tenemos por una gran desgracia, la facultad, no rara, de poderios ver, merced siempre a una imaginacién mds @ menos anormali- zada que, bien desarrolia to gue Namarse suele del aire interpuestos jay! entre nosotros y los dioses, padres, pitris o rishis. Su perfidia no tiene limites: nos odian a muer- te, nos engafian a diario, como en el conocido caso de aquella hipo- ctita Katie King, obsesora de Miss Florencia, la de Witlian Crookes, nos seducen con las mas encantadoras ilusiones (o perturbados en el normal funcionamiento de nuestro raciocinio). ¢Veis cémo el viento y fa Huvia acaban por derribar, con los siglos, el edificio més s6lido’ Pues asi ellos obran siempre con nosotros, hasta derri- barnos si pueden. Ademés, esté en la Ley natural o Karma el que, hallandose fa tierra, dicen en Oriente, en la cuarta Cadena, cuarto globo y cuarta Ronda de su evolucién como astro, y apenas salida también de la cuarta Raza, o sea en tristisima materialidad Atlante que en el fondo ain nos caracteriza, ellos son hoy los sefiores natu- tales de este misero planeta, que no es alin nuestro mundo, sino el suyo, y enel que, como dicen todos los grandes libros de las reli- giones, somos meros peregrinos en tierra exirafia y hostil. Aigo de Jo que acaeciera a Sotis al poner el pie en tierras americanas: los charréas, naturales poseedores de elias, se le opusieron y dieron en tierra con él, aunque éJ, por su parte, cumpliese asi su misién, Hevan- do la civilizacién espafola a aquellos virgenes paises, a costa de su vida. Tratdndose de esto no sabemos cémo admirar la piadosa tutela de la Ley 6 del Karma al hacernos normalmente ciegos frente a sus perfidias. {Tantas veces retrocederiamos espantados ante sus ataques, si los viésemost No Io olvidemos: Ulises y mil otros héroes triunfa- ron de sus Scilas y Caribdis, cerrando los ojos y tapandose los oidos, cual la heroina también de aquel cuento de Las mil y ana naches que conquisté sel pajaro que habla, el Arbol que canta y la fuente pe- renne del agua de oro», no haciendo caso de sus amenazas ni de sus halagos, Repésese el capitulo Vil, volumen | de Isis sin velo; hojéese el célebre tratado de D. CaiMet (por no citar cien textos Jatinos més), y alli se verA mucho de lo que aqui, en obsequio de Ja brevedad, se omite. Si después se insiste en quererlos ver con ojos de juvenil in- experiencia, antes de poder dominarlos, no les alabaremos el gusto a Abervaciones 1 98 Doctor Roso de Luna los tales imprudentes. Véanse si no las Hagiologias antiguas — de las modernas, espurgadas por el materialismo jesuitico, no hay que ha- cer caso —, y alll, en la vida de fos ascetas cristianos, muchos de ellos magos negros como los de la Tebaida, verdnse, «a cargas>, los elementales y elementarios tentadores; porque en punto a !a pre- tmisa de dominarlos, coinciden jas dos Magias, la blanca y la negra. Véanse también en la vida de los grandes hombres, empezando por la de Moisés y Jestis, a esos «4ngeles-silfidos> tentadores, que se les atravesaron en e! sendero precisamente al comenzar su gran mision. Et maestro WaGNeR estuvo a punto de ser victima de uno de ellos frente a jas iagunas de Venecia, y entonces esos libros — poe- mas musicales iniciaticos —- de E/ anillo del Nibelungo, Tristén y aun el deshilvanado, pero sublime, Parsifal, no se habian tlegado a escri- bir, que era de lo que se trataba... Qué otra cosa significa fa iucha de Moisés con el «Angel» antes de comenzar su misién? jClarividen- tel... Todo buen artista lo es. Por eso a los grandes poetas se les ha llamado «vates> o «adivinos>. Todo cientifico «verdad> fo es més 0 menos también; pero cllos tienen menos que temer que el resto de los mortales, porque ya atacan al «plano astral» y sus fala- cias peligrosas, de arriba a abajo por el Arie, por Ja Ciencia, por ei conocimiento de la Historia, y, sobre todo, por su desarrollada In- tuicién y su poderosisima Imaginacién Creadota claves, en union de la fuerza de la Voluntad, de la verdadera magia, segdin H. P. Bua- VATSKY, y, aun asi y iodo, jqué de aberraciones, de locuras y hasta de suicidios no han avasallado a algunos de aquellos, precisamente por haberse atrevido a levantar a destiempo una punta del piadoso velo! Por supuesto, que renunciamos a hablar de esas clarividen- clas esporadicas o con ganztia — pero no menos ciertas — del mor- finémano, el pervertido sexual, el alcohdlico, etc... de que la historia de Espafta se muestra tan prodiga. gMés bibliografia? No me atrevo a darla. El lector, si quiere, debe buscarla bajo su responsabilidad, que la hay a cargas en los textos griegos y latinos, como la hay tam- bién en las minucias de la vida diaria, si bien se mira. ¢No te han tirado ellos, lector, los libros o el fintero 0 realizado algtin otro estipido estropicio, no obstante ei celo dei domo-boy casero, ése que «sdlo se irrita un dia al comencar Ia primavera», y esto quizd tam- bién por un como asomo de sexo? éQue todo esto es una religion fantastica ¢ indemostrable? No, en modo alguno; es, si queréis, una hipétesis mas o menos bella, apoyada por todas las teligiones de la Historia, y sin Ja cual la misma historia del Arte quedara incomprendida. Y aunque por religiéa fuese ello injustamente tomado, tendriamos derecho a decir con el gran fisico TYNDALL: «El mundo tendrd siempre una religion de una u otra especie, aunque para ello tenga que recurrir al lupanar intelec- tual del Espiritismo, Fl clérigo no va mas que a donde ia fe le per- mite ir, no le falia el elemento positivo, esto es, e! amor a la verdad, pero en é] predomina el elemento negativo: el miedo ai error». y los «castos Kumaras» en los Vedas, cayeron, al fin, prenda- dos de seres asi superiores al hombre ordinario, cuan- do ya hemos visto en la nota anterior que constituyen ellos una ¢vo- lucién en todos conceptos inferior a la evolucion humana, es volver del revés la cosa, simplemente. Y las consecuencias de] necromante error son tan claras como funestas. Por de pronto — como dice BLavatsky — ciertos mediums de su tiempo, especialmente en Francia y Norteamérica, se preciaban de tener por maridos o esposas, respectivamente, a los que les suminisiraban las mejores comunicaciones. «Conocemos per- sonalmente, dice, a tales mediums, hombres y mujeres, y no sera 102, Doctor Roso de Luna jos de Holanda los que negardn el hecho, dado cierto caso reciente entre sus colegas y correligionarios que escaparon de la locura y de la muerte haciéndose tedsofos. Siguiendo nuestros consejos, fué como pudieron librarse finalmente de sus . jOtorgar la inmortatidad mediante e] Sexo!, gcabe mayor delirio, y absurdo mds dafioso?... El Sexo determina la continuidad de la vida fisica; pero al ser el polo opuesto de Ja Espiritualidad trascen- dente, lo que determina no es la Inmortalidad, sino la Muerte del Individuo en aras de la Especie. Asi como TerTuciano decia que el Diablo era el despreciable «mono» imitador de Dios, el desgraciado Abate Villars ha preten- dido operar con las supuesias de seres Elementales con seres Humanos, una verdadera y peligrosisima mixtificacion psiqui- ca del Sexo... Villars s6lo? No, sino cuantos buscan el camino oblicuo en cosa tan santa, cuya tinica «perpendicular> o «fiel de Jus- ticias es el matrimonio, el matrimonio santificado por Ja ley, o si se quiere conceder algo a la miseria humana..., el matrimonio sin san- tificar; el vicio erigido en mds o menos esporddico matrimonio! No hay mejor camino para la monstruosidad sexual que el asi abierto por las prédicas malditas del Conde de Gabalis, puesto que, idigamosio de una vez con sinceridad cientifica, previo perdén de los castos oldos de nuestros lectores!, ello abre de par en par la puerta de los vicios solitarios; esos vicios, lacra maxima de la Humanidad, tan frecuentes en todos aquellos lugares donde ta nativa divinidad humana se ve mas capitidiminuida o humiliada: la carcel, ef hospital, el aislamiento maritimo u otros , que no nos airevemos a sefialar con el dedo para no caer bajo sanciones de nuestra, en este punto, equivecada legistacién penal. Las jnevitables timideces de la primera pubertad, cuanto las impoiencias seniles en viejos de imaginacién sensualizada, también proporcionan un buen contingente a los «inmortalizadores> de silfides, ondinas y salamandras..., mediante los erotismos imaginativos. Otro contin- gente, no pequefio jay! en nuestros dias, le suministran aquellos operadores mediumnisticos a que se refiere BLavaTsiy, y de los que también nosotros hemos conocido algo muy larmentabie en per- sonas dignisimas, al borde as/ de su perdicién. Gentes hemos tratado de estas dltimas que, ante la pérdida Aberraciones psiguicas del Sexo 103 intempestiva de un consorte amado, se han vuelto absolutamente lo- cas, creyendo, en sus delirios erdticos, que ain continuaban, a través de la barrera entre ellos interpuesta por fa Muerte, la vida sexual. Uno de éstos, a quien conocimos en América, no nos dejaba vivir preguntindonos acerca de tan absurdas posibilidades y hasta Negé a escribir y publicar en italiano y en castellano, en grueso tomo en 4°, de 700 paginas, jel mas delirante de los libros de impotente jocura sexual! Otro, médico muy notable, vivid bajo el peso de la obsesion elementaria, a titulo conyugal, durante mas de un aho, al cabo del cual salvé fa raz6n y ia vida, volviéndose a casar, more he- braica, con la hermana de la esposa muerta. Un tercero caminaba ya hacia e) homosexualismo a pasos agigantados, con las ridiculas «practicas imitativas> a las que tan aficionados son en sus conviven- cias con sus congéneres estos desgraciados enfermos, que es sabido se entretienen locamente en celebrar entre si simulacros de bautizos, bodas, etc. De todas estas cosas, cuanto mds podrian decir médicos y confesores, saltando, en honor de la Verdad, de la Ciencia y de la salud humana, por encima de los secretos de confesién o profesio- nales! No pagaremos nunca a Freup y a sus continuadores ef haber traido al terreno de Ja investigacién semejantes problemas, despre- ciando ridiculas mogigaterias ancestrales, hijas, quizd, de esto mis- mo que se condena y esparciendo sobre eltas la Juz meridiana de la investigacion sociolégicocientifica. Si. Los «pueblos de los Elementos> existen, desgraciadamente, aunque no los veamos... por que no queremos. Ellos se comunican constantemente con nosotros por medio de la Imaginacién, que es, pese a nuestros actuales prejuicios cientificomaterialistas, la Realidad superior, de la cual, la que llamamos realidad tangible, es mera maya, ilusién, sombra, plano-secci6n 0 proyectiva — una manzana pintada por TENIERS en cualquiera de sus panneaux, es mas real que la man- zana que tomase por modelo, y que luego destruyese al comérsela—, Ellos, a guisa de tinicos y efectivos «demonios>, pretenden hacernos caer a su inferior Esfera, por los mil medios lfamados «tentaciones*. tentaciones que, segéin sabia docirina de Riratpa, nos son dadas «para nuestro ejercicin y mayor corona», y, especialmente, mediante aquella segunda caida sexual del vicio solitario, operador de sus sinmortalizaciones», unos grados més atin hacia abajo del constitui- do en si por ja caida corriente en el sexo. Unos grados més en la 104 Doctor Reso de Luna fatal pendiente hacia !a dantesea «Ciudad del Dite> o — jnfierno sdlo quiere decir «iugar inferior» en la recta etimologia latina de infera —. Aquelia pendiente de perdicién fatal en la que peligra la misma individuatidad del alma humanay contra la que ya nos previniera el clasico Pseius, diciéndonos: no existiesen, siempre quedaré en pie el problema de Jos vicios solita- rios as{ planteados y de la morbosidad eréticoimaginativa que su- ponen ellos en su autor y en cuantos le sigan. —jOh, Dios mio! — grit — Qué es lo que escucho? Hasta donde se despefta la Fil... ? — i6i, hijo miot — interrumpid ef Conde vivamente —.jAdmi- raos de hasta donde llega la felicidad filosdfica! A cambio de las mu- jeres, cuyos pobres atractivos se marchitan en pocos dias, siendo se- guidos de fealdades horribles, los Sabios poseen asi bellezas que jamds envejecen, y a quienes tienen ademés Ia gloria de tornar in- mortales. Juzgad cual sera el amor y la gratitud de estas esposas invisibles, y con cudnto ardor se consagraran constantemente ellas a tratar de ser agradables al caritativo Fildsofo que se consagre a in- mortalizarlas. . — jAh, sefior! — exclamé —; yo renuncio por segunda vez... — Si, hijo mio — prosiguié el Conde, sin darme tiempo para acabar la frase —;renunciad a los indtiles y despreciables placeres que pueden encontrarse con las mujeres. La mds hermosa de eilas resuita horrible al lado de la peor Silfide. Ademds, el hastfo jam4s sigue a nuestros prudentes abrazos. ;Cudn miserables son los igno- Aberraciones psiguicas del Sexo 105, rantes que asi se incapacitan por su ceguera pata gustar de jas su- premas voluptuosidades de los Fildsofos! (8] [g] La felicidad prometida por Gabalis a «los hijos de ta Sabi- duria» en sus astrates desposorios, no es nueva, sino «terrestres va- riante de las que las religiones positivas de todos fos tiempos han prometido, mds o menos, a sus adeptos. En nuestro Wdgner, mifé- logo y ocuttista, hemos tratado extensamenie de las walkyrias norti- cas aguardando, en el Walhala, o cielo escandinavo andlogo ai Hedo- ne de los griegos ya que no al Paraiso de la Voluptuosidad de los caldeos, e] momento de recibir en sus brazos amanies al guerrero muerto en el combate, y a cuya alma daban asi la inmortalidad. Si el mito walkyrico no tiene su gemeto en el de «las once mil virgenes>, cristiano, tiénele, al menos, en la promesa del Coran, a sus fieles, de que, tras la heroica Jucha por su ideal religioso, el guerrero muerto habra de gozar las caricias iamor- tales de mujeres siempre virgenes, de inmarcesible belleza ninfea, estilo Gabalis, belleza harto superior a la transitoria, a la efimera de Jas mujeres de la carne aqui, que a todo esto, y mds, conduce el to- mar groseramente el augusto simbolo de Ja unidn que se Hama Hbro —, acabando luego, en imitacién al mundo ani- mal inferior, por engendrar como ai presente. . . En el antiguo Egip- to, la mujer debia ser «la sefiora del sefior, y su verdadera domina- dora — matriarcalismo primitive —, y el marido se comprometia para la produccién de resultados alquimicos, pues que los alquimistas — la «Alquimia espiritual y originariay que noes sino aquella Yoga hindd — necesitaban, al efecto, de la ayuda esplritual de la mujer. Pero, jay del alquimista que tomara este auxi- lio en su muerto sentido de unién sexual — que es lo pretendido por Gabalis --, pues semejante sacrilegio Je arrastraria a la Magia negra, y seria inevitable su fracaso! Los verdaderos alquimistas de la anti- 106 Doctor Roso de Luna gitedad se ayudaban con mujeres wie/as, y si, por ventura, alguno de ellos fuese casado, trataba a su esposa como hermana algunos meses antes de proceder a la operacién alquimica y mientras la realizaba>. Y més adelante, hablando de jas Helenas de todos Ios Iniciados _ lade Troya, lade Apolonio de Tyana, la Evangélica, la de Fausto, eicétera, afiadio: «La fuente de la verdadera Magia esta en el Fspiritu y en el Pensamiento, y no en ta Pasién ni en la Materia, tanto en el plano puramente divino cuanto en el terrestre. Los que conocen la verda- dera historia de Simon Mago, pueden escoger entre las dos versio- nes de Magia blanca y Magia negra que se dan respecto de la union de Simén con su Heiena, por ¢] Hamada su Epinofa o Pensamiento. Los que, come los cristianos, tenfan interés en desacreditar a su pe~ ligroso émulo, dijeron que Helena era una hermosa mujer de carne y hueso, a quien Simon habia enconirado en un lupanar de Tiro, y que, segitn opinan sus bidgrafos, era la reencarnacién de Ia Helena griega, causante de la Guerra de Troya. ¢Cémo podia, pues, ser el Pensamiento divino nada menos? En el Filosofumena se atribuye a Simon Mago la afirmacién de que en los angeles inferiores o ferce- ros aeones ofitas y gnésticos habia todavia elementos de mal, a causa de su materialidad, y que el hombre, como procedente de ellos, adolecia del mismo vicio de origen... Los principales ritos de la Magia negra se basan sobre la repugnante interpretacién literal de mitos, tan nobles como el ideado por Simén para simbolizar sus ensefianzas secretas. Quienes lo comprendieron rectamente, supieron que Helena significaba el enlace de Nous o el Espiritu (el Atma- Buddhi, de los orientale), con Manas, la Mente o Pensamiento, es decir, ia union mediante la cual la Voluntad y el Pensamiento se identificaban, surgiendo de su consorcio todo género de divinos poderes magicos por ser éste el tinico y eterno Masculino-Femenino gue sostiene al Cosmos... De aqui que jas Helenas dichas no sim- bolicen jamés sino la unién o potehcia masculino-femenina del hombre interno, y de ia cual la otra orgdnica no es sino lejano eco © reflejo. ..> En los misterios de la Hebdémada, en fin, aquellas entidades de Gabalis son jas encargadas de despertar las dormidas pasiones en el pecho de! candidato, cuando se prepara para la iniciacién; fas ocultas potencias también dei Akasha, o Eter hind’, cuyo mundo es la pro- Aberraciones psiquicas del Sexo 107 pia atmdsfera que nos rodea. El verdadero nombre védico de elias es el de Maruts, fos hijos de Diti y de Rudra — y de aqui el nombre de Dite, asignado a la ultima mansin infernal dantesca —. Elfas son legiones, y aparecen en su papel de teniadoras, doquiera hay un ini- ciado a quien tentar. Tales fueron, entre otras mil de las leyendas teligiosas, as Asparas, tentadoras persas; las Gopis, que tratan de seducir al joven Krishna; las Nyoumbas, que asaltan al Buddha, etc., etcétera, Otra forma, en fin, de {a terrible aberracion psiquico-sexual es la de las Namadas «almas gemelas>, que en hombres de alta y de baja menialidad ha producido tantos estragos, y de la que viene a cons- tituir otro libro necromante, peor acaso que el de Gabalis, Ja céle- bre obra espafiolamejicana largarnente titulada asi: E/ Dosamantismo, como religién cientifiea que es, en oposicién al ocultismo semita, que es una Liga de internacional anarguismo, o sea la sintesis religioso- cientifica del Maestro Jestis Ceballos Dosamantes, y sobre la cual he- mos trazado el argumento de una épera: La Xaza, sin estrenar atin, amén de varios capitulos del libro El tesora de los lagos de Somiedo (final de ta parte 3.° y principio de la 4.*) — Miserable Conde de Gabalis —- interrumpi, con vivo acento mezclado de compasién y de cleta —. ¢Me dejaréis acabar de decir de una vez, que renuncio solemnemente a semejante insensata Sabi- duria; que encuentro ridicula, en el grado més alto, a esa visionaria Filosofia; que detesto y abomino de esos absurdos abrazos con fan- tasmas, y que temo por vos, no se apresure alguna de vuestras pre- tendidas Silfides a sumergiros en los profundos infiernos, en medio de vuestros amorosos transportes, y tiemblo que un tan sensato y honesto hombre, como sois vos, no se aperciba al fin de la tocura que supone aquel quimérico celo de inmortalizacién, y no haga pe- nitencia por crimen tan gravisimo? —jOh, oh! — respondié el Conde retrocediendo tres pasos y mirandome colérico —. Maldito sedis, inddcil espiritu! Os aseguro que me espanté su actitud, y més atin cuando, alején- dose de mi, sacé de su bolsilio un papel, en ef que entrevi de lejos multitud de caracteres simbdlicojeroglificos, que, a distancia, no al- 108 Doetor Roso de Luna canzaha a discernir. E] Conde examinaba atentamente aquellas m4- gicas figuras, apesadumbrandose y hablando consigo mismo. Hasta crei adivinar que él evocaba algunos espiritus invisibles para mi cas- tigo, por lo que Hegué a arrepentirme un momento de mi celo des- considerado. — $i escapo con bien de esta aventura ~- me decia yo entre dientes —, jams cabalista alguno atcanzard a daharme —. Y, al par, no apartaba fa vista del indignado Conde, que me parecia algo asi como un juez que de un instante a otro iba a condenarme a muerte. Pero me tranquilicé al ver que el semblante dei Conde se iba serenando, y que éste sonriente, terminaba, por volver hacia mi, diciéndome: — Es imitil dar golpes contra el aguijén. Sois, mal que os pese, un «vaso de Eleccién>, y el Cielo os ha destinado a ser el Cabalista mayor de vuestro sigto. He aqui vuestro hordscopo, que no puede fallar. Si ello no resulta ahora y por mi mediaci6n, resultard mas tarde, cuando le plazea a vuestro Saturno retrégrado [9]. [0] La frase de «Saturno retrogrado» equivale, en lenguaje as- troldgico, a la de , pues que, semanas antes y después de hallarse aqué! en oposicién con éste (cual la Luna en el plenilunio), es cuando Marte, Jupiter y Saturno retrogradan; es decir, caminan en sentido contrario a su marcha ordinaria de Occidente a Oriente en el cielo. Gasatis, como bduen astrélogo, reconoce que, en tal sazon, Saturno es «mas pode- Toso», «mas opuesto al Sol y a la vitalidad fisica vulgar del Sol ema- nada», por lo que aquél se aplaca en sus iras, convencido de que tal «signo de natividads no puede fallar, tarde 0 temprano. Nosotros tenemos por un error grosero el pensar que fa posi- cién de un planeta afecte directamente a la vida de un hombre, sino mas bien que astros y hombres se rigen por una ley comin que fos jiga entre si, en forma apuntada en otro lugar con ideas que aqui nos es imposible desenvolver. Concédese de nuevo en el texto al hordscopo o «natividad> de las personas un pape! preponderante y fatalista contra el mismo Aberraciones psiquicas del Sexo 109 principio fundamental astrolégico de que «los astros inclinan, pero no obligans. El hombre, en verdad, es el artifice de su propio desti- no, y los fatalismos, mas o menos jnexorables que gravitan sobre él, pueden y deben ser vencidos todos con nuestro heroico esfuerzo. El Karma es el peso del pasado, pero también es la Ley, y pues SAN Pasto dijo «cuando conoci el Pecado, conoci la Ley», k Virtud ea el hombre es eminentemente creadora de ulteriores y felicisimos des- tinos. La Naturaleza, si, est4 constantemente influenciada por los as- tros; mejor dicho, es «los astros mismos»; pero et hombre es ei Rey de la Naturaleza precisamente cuando conoce y cumple sus leyes, y un Obrero o Cosmocrator de la Naturateza también cuando, con su esfuerzo progresivo, ayuda a la Evolucion de la misma. Tal es, y no otra, ta verdadera Astrologia. Desde luego astros y hombres estan ligados por el Numero que a unos y otros preside: asi el ciclo de traslacion 0 «afta» de Mercurio, equivale a una estacion para la Tierra y, de consiguiente, para el Hombre. E} afio de Venus, dura lo que dura préximamente el periodo de la humana gestacidn, o sean nueve meses, el afio de Marte es, poco mas o menos, el bienio de esos Arboles Hamados en Extremadura «veceross, como el olive, porque dan fruto abundan- ie 0 escaso alternativamente. El afio de Japiter, equivalente a doce de los nuestros, marca, en lineas generales, que luego se encargan de alterar los climas, el periodo de la pubertad, por manera qué la nifia que pasa a mujer lo hace precisamente cuando Jupiter torna al mismo sitio de su drbita en que se hallara cuando aquélla nacié. El afio de Saturno, que es 29 veces mayor que el terrestre, marca, con su dicho periodo, la apoteosis vital del hombre, que asi llega a sus plenos vigores cuando Saturno retorna a su punto de nacimiento, y, al segundo retorno del astro al sitio o signo del nacimiento del hombre, el que antafio nacié «bajo su influencia>, es ya un perfecto sexagenario, que, probablemente, no sobrevivird a la tercera vuelta del astro al sitio de la nafividad, como es taro el que, antes de su muerte, puede llegar a volver a ver a Urano, cuyo afio equivale a 84 de los nuestros, en el punto, constelacién © signo de su natalicio. La vida de Jos famosos y longeves patriarcas biblicos, rara vez Ne- gaba a medir dos ciclos 0 afios de Neptuno, equivalentes cada uno a 164 aiios terrestres, Qué més influencia, en fin, que fa del Sol y fa de la Luna sobre ef mar, produciendo con «su secreta y amorosa nO Doctor Roso de Luna atracciéns el fendmeno de las mareas, que tanto juega en las labo- res maritimas, y la de la misma Luna sobre la mujer, tegulando ef flujo catamenial de esta dltima, base, no s6lo de su sexo, sino de su psiquis toda? ¢Qué mayor influencia astrologica que la del Sol, de- terminando con su altura mayor o menor sobre el horizonte, los cli- mas y, por ellos, los caracteres respectivos de los hombres que en ellos nacen; determinando también con sus periodos inmensos, tales como la precesion de los equinoccios (25.920 aiios), el cambio del perihelio (104.000 afios) y el de excentricidad, los trastornos geol6- gicos que constituyen Ja historia de la Tierra, y en fin, determinan- do con Jos maximos y minimos de sus manchas (periodo de unos once o veintidds afios), fas crisis de Huvias o de sequias aqui abajo, y tambien tas revoluciones y las guerras. ..? Aunque ello constituya un abuso, del que su admirable autor, generoso, nos dispensard, séa- nos permitido aqui transcribir como demostracién astrolégica efecti- va bien distante de las charlatanerias que por Astrologia pasaran en la ignorancia del medievo, el notabilisimo articulo de Juiso Sena- Dor Gdémez, titulado Los rios del mar. En él, en efecto, se nos ense- fia lo que sigue: «La produccién del mundo entero trabaja siempre intimidada por ta amenaza de la crisis econémica, euyos estragos han venido a reemplazar modernamente a dos de las antiguas pestes y hambres, »Para precaverse contra ellos se ctearon en vatias naciones en- tidades técnicas, como e! Comité de estudios econémicos de la Uni- versidad de Harvard, que predijo, en efecto, con bastante exactitud, los panicos de 1920 y 1923, y la Comisién francesa de las crisis, que inicié los estudios de Meteorologia econdmica, por la evidente in- fluencia de los fenémenos naturales sobre los fenémenes sociales. >» ANDRE SHEGFRIED, en su libro La Inglaterra de hoy, hacia ya notar la singularidad de que bastantes negociantes de la City con- sultan diariamente Jas indicaciones del pluvidmetro en fa India con més afin que fas oscilaciones de la Bolsa de Londres. >Es porque un monzén pobre en Iluvias atruina millones de cultivadores indios; pero, por contragolpe, inmoviliza muchas fabri- cas de! Lancashire y lanza al paro mites de trabajadores, que plan- tean al Gobierno un dificil problema de orden piblico. »A razones andlogas se debe que Ia A fines de Junio cayeron nevadas copiosas en Viena, en Lu- bliana y en algunos valles yugoeslavos, segiin comunicaba ei dia I del corriente aja Prensa de Madrid la Agencia Radio, cuyas referen- cias atribuian el descenso general de la temperatura . >Me parece que aqui habia un error. EI hielo duraria poco so- bre aguas a 27 del centigrado. >Los témpanos, arrastrados por la corriente fria que costea ¢] Labrador, no suelen rebasar el paralelo 45, y como caso raro se menciona ia presencia del bloque contra el que en 1912 fué a estre- llarse ef Titanic a los 42 de Jatitud. >»En el hemisferio austral fa corriente de Falkland los empuja hasta el grado 38, aunque han Ilegado a veces hasta el cabo de Bue- na Esperanza. Mads alld se funden; de manera que hace falta buscar por otro lado. >E] afio 1927 se observe la pasticularidad de que el invierno fué tan largo y duro en las costas europeas como corto y benigno en las del Canada, cuando ordinariamenie ocurre lo contrario. »La corriente glacial procedente de las costas groenlandesas produce inviernos terribles en el territorio canadiense y hiela sus puertos orientales, paralizando ei trafico durante largas temporadas. >E] Gobierno proyectaba nada menos que desviarla de sus cos- tas y lanzarla mar adentro para librarse del bloqueo intermitente. Inglaterra interpuso su veto por temor a que tal desviacién acarrea- se otra complementaria en la corriente del golio, cuyo apartamiento de nuestro litoral equivaldria para Europa a la mayor catastrofe ocu- Frida en et transcurso de los siglos. Un ejemplo lo demostraré mejor. »Ei pueblo mds septentrional de nuestro Continente es Ham- mersfest, situado en el grado 70. Mantiene 3.000 habitantes en una n2 Doctor Roso de Luna estrecha faja bafiada por el mar. A 500 metros de la linea de con- taclo con fas aguas el suelo se alza bruscamente unos 50 metros, y a partir de aquel mismo paraje, en que el terreno queda sustraido a ia inmediata accién de la corriente, comienza el desierto polar, abso- lutamente inhabitable. »También se conocen ejemplos de cambios espontaneos en la direccién de las corrientes. >A principios de Enero de 1896 existia entre Islandia y las tie- tras de Jan Mayen un banco de hielo de 300 kitémetros de anchura. En Jutio se habfa fundido por completo. La energia de fusién, que ei Dr. Perrersen calculaba en 400.000 caballos de vapor, se empleo en desviar de su direccién usual ja marcha del agua fria. Asi la co- rriente de Islandia, que debia inclinarse a! Sudoeste por la rotacion diurna, comenzé a caminar hacia el Sudeste, en direccién a las is- las Feroe. >La costa orientat de Groeniandia, hoy dia impenetrable, con- serva restos de cludades populosas en la época de Eric ef Rojo, mientras la actual Escandinavia yacia bajo un manio de hielo, que s6lo ha podido desaparecer por cambio en el itinerario de las aguas tibias. +Doy por supuesto que todos mis fectores conocen el inmenso rio Azul, que partiendo del golfo de Méjico flega a las costas de Eu- ropa, y sostiene el vigor de ias naciones occidentales, difundiendo en ellas la fertilidad y la riqueza, como si en sus aguas caldeadas arrastrase disueltas todas las energias creadoras del soi ecuatorial. >A cada latido de esa enorme arteria corresponde en e] seno de las agrupaciones humanas algtin reflejo de indole social, econé- mica 0 politica, >Ya veremos otro dia que, por causa de nuestra sujecién, in- evitable a esas oscuras influencias, la mayor parte de lo realmente esencial en nuestras sociedades no depende de leyes ni gobiernos y que la civilizacién de que nos envanecemos se encuentra siempre en equilibrio inestable, porque las creaciones més grandiosas def es- fuerzo colectivo apenas representan lo que un grano de arena frente ala omnipotencia de as fuerzas naturales, para las que ian facit es crear emporios de prosperidad como arrasar imperios formidables, con sélo elevar o rebajar algunos grados el promedio de su tem- peratura. Aberraciones psiquicas det Sexo M3 »Los rios son caminos; pero «caminos que andans. >»Funcionan como instrumentos de progreso, porque es impo- sible el aumento de civilizacin sin aumento de consumo, y el rio no s6to iransporia productos, sino que aporta elementos esenciales para la produccién. »Vale més cuando es maritimo que cuando es terrestre, porque «la civilizacién no Wega més que hasta donde ilega la marea>. >La corriente del golfo que atraviesa el Atlintico a razén de unos 50 kilémetros diarios, es un rio dos mil veces mayor que el colosal Mississipi, y es, ademas, el principal mecanismo de distribu- cién del calor sobre el planeta. »De sus efluvios ha nacido la cultura europea, y la menor alie- racién en su volumen, en su rumbo, en su espesor, en su velocidad © en su temperatura, significa ua acontecimiento trascendental para nosotros, porque todo problema econémico, politico social tiene por causa remota algdn hecho geogréfico. >E17 de Agosto del afio pasedo publicaba ei Evening Stan- dard, de Londres, la noticia de un cambio en Ja trayectoria de la corriente, observado sucesivamente por los capitanes de dos buques trasatlanticos. En seguida los centros cientificos reanudaron sus es- tudios sobre esta cuestidn, para, en su caso, prevenirse contra las repercusiones de] fendmeno. >El calor almacenado en la corriente es el obstdculo que impi- de el avance de las masas de hielo polar. Si acaso el agua viene algo mas fria o se aleja de su limite ordinario, gana terreno la banguise en direccion al Ecuador y sobrevienen jos inviernos rigurosos, lar- gos y escasos en precipitaciones atmosféricas. Estos inviernos dan lugar a las crisis econédmicas, porque la construccién se interrumpe en todas partes; Jas industrias concu- trentes a ella, que son la mayoria, se paralizan; las cosechas dismi- nuyen o se pierden; falta el trabajo, falta el pan, y como los pueblos son tan imbéciles, achacan el desastre a los Gobiernos, y caen Go- biernos como moscas, porque ni en e! régimen de democracias, ni en el de oligarquias es posible gobernar contra la hostilidad unani- me de la opinién publica. »Por el conirario, cuando un desplazamiento de la corriente hacia el Norte hace retroceder ala banguise, retroceden sincrénica- mente hacia las cumbres los heleros de los Alpes, y entonces hay Aberraciones. 8 na Doctor Roso de Luna inviernos cortos, himedos y suaves; buenas cosechas, actividad in- dustrial, trabajo, pan y satisfaccién en la gente. >Los més absurdos Gobiernos afraigan y se consolidan sin esfuerzo alguno en tales circunstancias; de io que parece dedu- cirse que bien podrian subsistir las sociedades humanas sin ningu- na clase de Gobierno, ni bueno ni malo, y he pasaria mds de lo que pasa. >La base principal del cdiculo meteorolégico es la medida dei espesor y fa temperatura de la capa de agua tibia que flota sobre et agua frla de los mares libres cercanos a los Potos. »En el hemisferio Sur la influencia de Ja rapidez con que se funden fos bordes de la banguise es mucho mayor, porque hay mas cantidad de hielos, Las grandes hambres indias de 1892 y 1808 coincidieron con grandes fusiones del casquete austral, y no seria ilégico atreverse a predecir con casi un afio de anticipacién tas pro- bables hambres indias y las probables crisis de Inglaterra, midiendo en los mares antarticos la extension y el espesor del agua tibia flo- tante, porque de su total volumen depende Ia cantidad de Iluvia que pueden Hevar los vientos monzones al Asia meridional. »En el hemisferio Norte daria andlogas indicaciones el agua su- perficial de las costas de Noruega. >Refiere MICHELET que los heleros de Jos Alpes avanzaron en las tristes €pocas de 1815 y 1816, ayudando a desbaratar el Imperio, y que asimismo en 1849, promovicron Ja caida de la Repiiblica en Francia por el encarecimiento enorme de fos viveres. >En cambio, reirocedieron desde 1853 a 1865, favoreciendo !a consolidacién del golpe de Estado del tercer Napoleén, que por eso pudo sosienerse sobre el trono cerca de veinte afios. >Los gobernantes, sin embargo, no suelen calcular sus proba- bilidades de permanencia en el Poder por las oscilaciones de la tem- peratura alpina, sino por las oscilaciones de la Bolsa. »Termémetro temible — afiadia Michetet, refiriéndose al Mont Blanc —, sobre el que el mundo moral y el politico deberian siem- pre tener fijos los ojos. Las alteraciones atmosféricas causadas por esos fendmenos de inmensa y profunda trascendencia cambian, ai propio tiempo que la vida alimenticia, el pensamiento, el humor y fa vida nerviosa. En la excelsa frente del Mont Blanc, mds 0 menos cargada de hielos, estén escritos Ja suerte futura de Europa, os Aberraciones psiguicas det Sexo 5 tiempos de lucha y de paz y hasta los grandes cataclismos que arra- san imperios y derriban dinastias. La altura de} Mont Blanc crece por acumulacién o mengua por fusion de nieves perpetuas en relacion con las alteraciones de la gran corriente. »En ésta se registran variaciones. diurnas, estacionales y anua- les; pero aun no se han podido recoger datos bastantes para formu- Jar una ley de periodicidad. En cambio, se sabe hace mucho que con un descenso de sélo cuatro grados en la temperatura media volveria la Europa central a cubrirse de hielos, como en la época giaciar, y el helero dei Rédano avanzaria hasta Lyon, sepultando media Francia. -Ahora que entre Europa y América parece iniciarse una gue- rra de tarifas, que bien pudiera ser aniecedente de otra a mano ar- mada, conviene mencionar, siquiera como patticularidad curiosa, ta existencia de un terrible instrumento de combate que el azar ha de- jado ai arbitrio de los norteamericanos. »La corriente del golfo desemboca en el Atlantico por el canal ie la Florida, cuya maxima anchura es de 80 kilémetros. >No una opinion vulgar, sino la del sabio A. Bercet, profesor dei Instituto Oceanografieo de Paris, ha previsto en la pagina 213 de su libro Les problémes de Océan, Ya posibilidad material de una su- presin de la gran corriente por obstruccién voluntaria del canal de la Florida; empresa inmensa — dice —; pero no irrealizable en la hipdtesis de una larga guerra entre el viejo y el nuevo continente. »La civitizacion europea dejarfa entonces de existir, como ba- trida por una catdstrofe cosmica semejante a las de la época tercia- ria. Los puertos se congelarian casi instanténeamente, aprisionando hasta fas barcas pescadoras. Los rios dejarian de correr. El agua ma- nantial se convertitia en piedra. Toda vegetacién desapareceria en las vertientes. El hielo penetraria en oleadas sdlidas a través de las Uanuras, triturando cuanto hallase al paso. La poblacion pereceria de hambre en masa, y sobre el clésico emporio de prosperidad, de in- teligencia, de vigor, de actividad, de grandiosidad y de belleza artis- fica surgirian planicies andlogas a las del Spitzberg o la Laponia al mortifero soplo del invierno polar, que inexorablemente avanzaria on su cortejo de horrores.» éQué mds astrologia? Y eso que, en punio a las relaciones en- 115 Doctor Roso de Luna tre astros y hombres, nuestra Ciencia esti en mantillas y aun dista mucho en lo futuro ese sublime dia en que la Ciencia se convenza con las religiones (profanadoras éstas, jay!, de tan divinas verdades) de que todo baja del Cielo, pues que la Tierra no es sino el mas mi- sero de los astros, y que si Ja Astronomia antigua y moderna nos ha dado los relojes, la medida de los tiempos, los medios para guiar- nos en las navegaciones maritimas y aéreas por donde ninguna te- rrestre cosa nos puede guiar, el andlisis espectral, etc., etc., la Astro- logia futura, que no es sino Ja Biologia de los astros, nos dara ma- fiana los medios para mejor orientarnos también en los Océanos det Espiritu, como antafio ensefaran los Sabios caldeos, al darnos la Religion de la Naturaleza, que dice BLavaTSKy, religién tnica de la que todas las dem4s conocidas han derivado sus dogmas (mitos o envolventes de verdades cientificas perdidas), para acabar materiali- zindola. .. jEntonces Negara ese feliz dia, presentido por CLAUDE BERNARD, en e! que el cientifico, el fildsofo y et poeta hablen e! mis- mo lenguaje y se entiendan todos con él, no como ahora, en que discrepan por no comprenderse recfprocamente! ~~ jAht Si algin dia — repuse — he de Slegar a ser uno de los Sabios, no serd sino por el intermediario del sefior Conde de Gaba- lis; mas, hablando francamente, ello nunca me empujard hacia la ga- lanteria Filoséfica que me exigis. — Acaso — respondié el Conde — gvais a ser tan pésimo Fisico, que no os persuaddis de fa existencia de aquellos pueblos de los ele~ mentos? — No fo sé — opuse —. Pero me parece que ellos no seraa sino unos trasgos despreciables y odiosos. — e¥ daréis més crédito a vuestra nodriza, que tal absurdo os ensefiara, que a la raz6n natural del brazo con Piatoén, PitAGoras, Crtso, PsELLUS, ProcLo, Porfirio, YAMBLICO, PLOTINO, TRIMEGIS- To, NoLtius, Dornee, FLUpD; que al inconmensurable Fetire AuREO- LA THEOPHRASTO BOMBAST DE Honennein, por otro nombre Para- CELSO y que a todos nuestros Compafieros? — Os creeria, sefior, a vos mds que a todos esos grandes hom- Aberractones psiquicas det Sexo 7 bres, pero, querido sefior Conde, gno podriais hacer un atreglo con vuesiros compafieros para dispensarme de verme obligado a derre- tirme en fernuras con esas Sefioritas elementarias? — jAy! — replicé Gabalis —. Sois libre, sin duda, para no ha- cerlo sino os place. Sabed, no obstante, que han sido muy pocos los Sabios que han podide acorazarse contra los encantos de aque- llas irresistibies amantes. A pesar de ello, también ha habido alguno que, reservandose en absoluto para mayores designios, como alcan- zaréis también a saber con el tiempo, no ha querido dar su dbolo de amor a las Ninfas. — Yo seré, pues, del nuimero de estos uitimos, y asi no tendré que poner en practica las nefandas ceremonias que, segiin oi decir aun Prelado, es preciso realizar antes de entablar fisico comercio con tales Genios de los elementos. — Ese infeliz Prelado no sabia lo que se decia — replicd el Conde —, pues ya veréis a su tiempo y sazon que los iales no son Genios. Ademds que nunca Sabio alguno usd de ceremonias ni de otra supersticion alguna para fatniliarizarse con aquéilos ni con Jos demas invisibles. Los Cabalistas jamds actuaron sino mediante el empleo de los medios que proporciona Naturaleza, y si alguna vez os tropezdis en sus libros con palabras misteriosas, caracteres raros, inciensos y evo- caciones, ello no es sino para ocultar a los ignorantes Ios altos prin- cipios de Ja Fisica. ;Admirad en ello una vez mas la maravillosa sen- ciliez de ella en todas sus operaciones! A poce que miréis advertiréis en tamaio simplicismo una armonia, un concierto tan pasmoso, jus- to y perfecto, que habréis de reconocer, mal que os pese, la mise- tia de vuestras desdichadas concepciones. Todo cuanto os digo lo enseflamos los Filésofos a nuestros discipulos -queridos a quienes asi adentramos en el camino que conduce al Santuario de santuarios de fa Madre Naturaleza, al par que nos desvivimos por las gentes del mundo elementario, merced a Ja santa compasion que, por su desgracia de ser inmortales, sentimos hacia ellos. 18 Doctor Rose de Luna Las Salamandras, como ya habréis podido colegir, estin forma- das por las partes més sutiles de la esfera def Fuego y condensadas y organizadas por la accin fecunda de este elemento supremo del que habré de hablaros algdn dia y que es el primer principio de to- das las actividades de Ja Naturaleza. Las Silfides, por su parte, estan integradas por los més puros atomos del Aire; Jas Ninfas u Ondinas Por fas partes més delicadas del elemento Agua, y por las mas se- lectas del eleniento Tierra, los Gnomos. En el principio de las cosas existia bastante equiparidad entre Adan y aquellas tan perfectas criaiuras, porque Addn estaba asu vez formado por todo cuanto habla de mas escogido y puro en los cua- tro Elementos, abarcando, por tanto, el conjunto de las periecciones caracteristicas a cada uno de aquellos Pueblos, de los que asi era el Rey y el natural Sefior. Pero tan luego como su lamentable pecado hubo de precipitarle en las escorias de esos mismos Elementos, como ya os explicaré, la armonia aqueila, tan hermosa, fué destrui- da, y desde entonces, siendo ya impuro y grosero, no puede poner- se en parangén con aquellas Substancias tan puras y sutiles. Qué remedio podia haliarse contra tamafio mal? ¢Como tornar a remontar la fatal pendiente de {a caida y recobrar la soberania perdida?.. . iOh, sabia Naturaleza, y cudn poco estudiada estds atin por los mor- tales! Después de lo que os Hevo dicho, gno alcanzdis vos a com- prender por qué modo tan sencillo puede reconquistar el hombre aquel supremo bien que antafio perdiera? — Perdon, seiior. Me reconozco demasiado ignorante para re- solver acerca de simplicidades semejantes. . . — Una razon mds para que os debdis esforzar en Hlegar a ser del numero de los Sabios. — Si queremos -- afiadié — recuperar el antiguo imperio sobre las Salamandas nos es preciso purificar y exaltar ef elemento Fuego y tonificar fa tension de esta cuerda relajada de nuestra alma. Para lograrlo no hay sino concentrar el fuego del mundo mediante espe- jos céncavos en un globo de vidrio y tal fué siempre el artificio que Aberraciones psiquicas del Sexo 19 \tos Maestros antiguos guardaron en religioso secreto y que THEO- \prasto redescubrio. Férmase asi dentro del globo de vidrio una ekpecie de polvo solar, el cual, purificindose por si mismo de la miezefa con los otros Elementos y estando preparado segiin el Arte espargirico, alcanza en poco tiempo una vigorosa virtualidad, apta park exaltar el fuego que late dormido en nosotros, constituyéndo- nos una adecuada naturaleza fgnea. Desde este instante los habitan- tes de la esfera del Fuego quedan transformados en nuesiros fieles servitores, encantados al ver asi restablecida la mutua armonia an- cestri!, alzandonos hasta ellos, y nos yuelven a guardar toda la amis- tad due tienen para con sus hermanos; todo el religioso respeto que es debido, segiin Natura, a la Imagen y al Lugarteniente det Crea- dor, y todos sus euidados palidecen ante el ardiente anhelo de verse al fin inmortalizados por nosotros. Verdad es, sin embargo, que como ellas, la Salamandras de uno u otro sexo, son més sutites y excelsas que los seres de los otros Elementos, viven mucho mis tiempo que éstos y no sienten tanta premura como ellos de ser inmortalizadas pot tos Filésofos. Vos mismo, hijo mio, o8 podriais agenciar alguna de aquellas igneas Salamandras femeninas, sila aversion injustifica- da que decis sentir hasta hoy hacia ellas llegara un dia a cesar y no volveriais a abrigar los pueriles temores que actualmente os asaltan sin motivo. No acontece lo mismo con las Silfides, Gnomos y Ninfas. Como ellos viven menos tiempo, anhelan mds que aquéllas la union con los humanos, asi que fa familiaridad con ellos es mas facil de conseguir. No hay sino cerrar una vasija lena de aire, de agua o de iierra, respectivamente, exponiéndola a los rayos del Sol durante un mes o més, para separar segiin arte el correspondiente Elemen- to, cosa harto facil tratandose del agua 0 de la tierra. ¥ es asombro- so el ver qué im4a de simpatica atraccién es cada uno de los ele- mentos as{ obtenidos para atraer a las Ninfas, Silfides 0 Gnomes. No hay sino tomar una parva porcién de aquellas substancias todos los dias durante algunos meses, para alcanzar a ver en los aires ia 120 Doctor Roso de Luna alada repiiblica de Silfos y Silfides; en las aguas a las Ninfas y sus: compafieros; en Ia tierra a los Gnomos y las Gnomidas, guardado, res de sus riquezas fabulosas. Asi, sin caracteres magicos, sin cer¢g- monias rituales, sin palabras de barbaras resonancias, etc., Hega ufo a constituirse en sefior absoluto de aquellos innumerables Puebibs, los cuales estin bien lejos de exigir culio alguno hacia ellos f parte de los Sabios, en quienes no pueden ver sino a sus legitigios soberanos. De este admirable modo la Naturaleza ensefia a sus frias turas a reparar los Elementos por fos Elementos. Asi se restailece la antafio perturbada armonia y el hombre recobra sut natural itnpe- rio, perdido por el pecado, sin Demonio, ni arte ilicita alguna. Ved, pues, mi amable hijo, que los Sabios Filésofos son mds inocentes y buenos de lo que os creeis. Nada me decis!, . . — Simplemente os admiro, sefior — respondile —, y empiezo a creer que acabaréis haciéndome alquimista destilador. .. —iAh, de ningtin modo! — exclamé —. No es a esa faena fri- vola a la que vuestro hordscopo os destina. Es mas, os prohibo ter- minantemente que perddis el tiempo en semejante entretenimiento. Ya os he dicho que los Sabios no muestran estas cosas de fa Algui- mia mas que a aquellos a quienes no quieren admitir en su hueste filoséfica. Vos podréis gozar de estas y olras ventajas, todas infini- iamente mas privilegiadas, gloriosas y agradables, por procedimien- tos més directamente filosdficos. Yo no os he descrito ias miltiples cosas dichas, sino pata haceros ver la inocencia de semejante Filosofia [10]. or [10] Citase en el texto al gran Paracetso, del que France dice fué victima de la veriganza de una salamandra. De este sabio, descu- bridor de elementos quimicos, médico, filésofo y naturalista, consig- Wa un autor: Algunos, con crilerio simplisia y ligero, lo juzgan como a un osado charlatén que engafié a sus contemporaneos con pretendidas curaciones sin ninguna base cientifiea. Pero no es extrafio que un hombre como ParaceLso, cuya figura se alzaba muchos codes por sobre la mediocridad de su época, haya sido el blanco del dicterio y de la torpe calumnia. Muchos ejemplos andlogos registra la Historia de todos los tiempos, >A los dieciséis afios ingresé en la Universidad de Bale, donde enriquece sus conocimientos humanistas. El célebre abate TRITHENIUS SPENHEMm, considerado como uno de los mas grandes adeptos en magia, alquimia y astrologia, fué su protector, y bajo su direccién se inicié en los estudios ocultistas. En este medio Parace1so desarrollo Jos extrafios poderes latentes que dormian en él y que sdlo espera- ban un leve impulso para surgir de su interior. »Trabajé después en el jaboratorio del alquimista SiasmonD, reputado como maestro en las artes espargiricas, quien, al darse cuen- ta de las altas facultades de su discipulo, no vacilé en revelarle sus més preciosos secretos. >Viene luego un periodo de viajes y arriesgadas correrias. »Paracetso visita algunos paises del Oriente, donde recoge muchas verdades perdidas que vienen aumentar el ya ingente caudal de sus conocimientos. Segin H. P. BLavaTsxy, él fué uno de los primeros occidentales en recibir la verdadera iniciacién, donde le fué confiada Ia famosa palabra perdida de que nos hablan las tradiciones arcaicas. »Haciendo referencia a sus vastos conocimientos de las leyes naturales, dice nuestra ocultisia: «Es en el libro amplio y luminoso de la madre Naturaleza, escrito por fa mano de Dios mismo, donde yo esiudié. Mis gratuitos impugnadores arguyen que no he entrado en el Templo del Saber por la verdadera puerta. Pero, gcual es en- tonces la verdadera puerta? ¢Es por acaso la de las Universidades, 0 es Ja de fa Naturaleza misma? He entrado pot ja puerta de la Natu- raleza, que es Juz fulgurante, no lampara de alquimista>. »Eseribié gran ntimero de obras valiosas sobre Medicina, Al- quimia, Historia Natural y Magia. H. P. Buavatsky lo ilama el padre de la ciencia moderna, y no vacila en atribuirle ei descubrimiento del hidrégeno y de las propiedades magnéticas. Poseia conocimien- tos extraordinarios de los planos sutiles de fa Naturaleza. Conocié, 122 Doctor Roso de Luna come ninguno de su época, los misteriosos arcanos de los reinos elementales>, En cuanto a sus métodos curativos, TEOFRASTO PARACELSO los empleé en todas las formas que hoy conocemos; usé los minerales, los vegetales; recomendo los sistemas naturales, el aire, el sol, el agua, hoy tan favorecidos por los médicos de avanzada, y mas adn, hizo maravillosas curaciones, empleando fa terapéutica telepatica y el magnetismo como agentes de eficacia suprema. En fin, este discu- tido fildsofo abarcé un campo inmenso de conocimientos fisicos y supraffsicos, revolucionando a ia ciencia empirica y estrecha de su tiempo. Logicamente se comprende que tal innovador atrevido fuera ef blanco de Jas mds virulentas diatribas de parte de sabios e ig- norantes, entre ellos su traidor discipulo Oppoxino, de quien acaso nacié la fabula de que el alma de su poder magico era un espadén, regalo de un verdugo, y que siempre Ilevara consigo. Los médicos de su tiempo le hicieron objeto de sus persecuciones por sus méto- dos naturistas. +Tan firme es, en fin, la creencia popular en tos poderes magi- cos de ParaceLso, que aun hoy dia, entre los sencillos campesinos de fa Alsacia, se conserva la tradicion de que no esta muerto, sino que dormita en su tumba de Estrasburgo. Hasta se susurra en la intimi- dad de ellos que e! césped que su tumba cubre se ievanta a cada respiracion de su dolorido pecho, y que se oyen los profundos ge- midos de aquel gran filésofo dei fuego cuando despierta el recuerdo de las crueles injurias que sufrié por la causa de la verdad de manos de sus despiadados calumniadores> (SCHOPHEIM: Tradiciones). La verdadera docirina de Paraceiso, pues, contra lo que dice Gabalis, era la misma de Oriente. Los arios no tienen Diablo — fan- tasia semitica nacida de la corrupcin del mito egipcio de Thiphon 0 del parsi de Arimanes —; pero admiten una evolucién anterior, ¢ inferior, no superior, a la actual, constituida por esas criaturas ele- mentales que tan bellas y superiores son para los delirios erticos del buen Conde: criaturas en realidad monstruosas en lo fisico, algunas, y en lo moral, todas, y que vienen siendo perpetuadas en el Arte desde los tiempos egipcios, hasta las crudezas de la arquitectura romdnica. No hay para la doctrina oriental, pues, sino un submundo constitui- do por aquéllas, y un supramundo, al que hombre, mediante la rec- titud de su vida, debe aspirar para después de su muerte. En las reli- Aberraciones psiquicas del Sexo 123 giones, en cambio, como ¢! cristianismo 0 el mahometismo, no hay sino el submundo de los demonios y el supramundo de los angeles y los justos, y las «criaturas elementales» entran a formar parte de aque! submundo demoniaco, doctrina que no se diferencia de la oriental més que en rebajar ain més, si cabe, la condicién de elias, pero con la paradoja de considerar a los demonios, especialmente a su jefe, como un Rival y un Colaborador de Dios, al tenor de aquel famoso Credo que un ironista pone en labios del creyente mas sin- cero, al que hace decir: «Creo en el Diablo, Padre todopoderoso del Mal: destructor de todas las cosas; perlurbador de los Cielos y la Tierra; >Creo en el Anticristo, su tinico Hijo, y auestro perseguidor, »Que fué concebido por el Espiritu Maligno; s¥ nacié de una Virgen sactilega y loca; »Fué glorificado por la Humanidad, reino sobre la misma; »¥ subié al trono del Omnipotente; »Haciéndose sitio a un lado y desde donde insulta a los vives y a los muertos. »Creo en e! Espiritu del Mal, >En la Sinagoga de Satan; >En la coalicién de los malvados; En la perdicion del cuerpo, »Y en fa Muerte o Infierno perdurable. Améns. No obstante, ilustres padres de la Iglesia han visto el proble- ma mds fitosdficamente. . Las 0 microbios que constituyen los datomos, moléculas y céiulas de nuestro organismo fodas tienen alma, como dice PARACELSO, y 10 hay sino ingerir en nuestra economfa corporea unas molécutas, por ejemplo, de alcohol, para que nuesira psiquis «arda cual bajo el soplo de una ignea Salamandra» y... ésta nos conduzca al crimen o a la Jocura. Qué més , la cual habrd de darle e! abrazo mortal que acarrea Ia locura o Hleva al suicidio o al crimen. Deror. dijo que, no queriendo ser culpados los hombres, atribuyen al Dia- blo sus propios crimenes, mas, nosotros pensamos que el nico delito del hombye delincuente es el de debilitar por sus errores sus nativas resistencias orgdnicas conira aquellos venenos y sus calmas envenenadoras», que, introducidas en su cuerpo, asi Je anormali- zan... «Celut-id, V'a tué; celut-Id, 1a plume; celui-ta, a fricassé; celui-[d, l’a mange: et te petit Riquiqui qui n'a rien du tout-~o sea el hombre-victima — sufre las consecuencias Iuego de la abdicacion que hizo de su Voluntad soberana, ante la seduccién de los cartifi- ciales paraisos> del vicio. «;Sauce, sauce, sauce!», puede exclamar triunfal, terminando aquel simpatico canto infantil francés alos dedos de la mano, o sea al Hombre, por su mano caracterizado, cuando, conocedor del «peligro elementario», «le opone el dique de ta Virtud y del Deber, en medio de una heroica Paciencia, al estilo de Job, desde que tiene uso de razén hasta que muere, porque no olvide- mos que la iniciacién en los Misterios eleusinos, etc., no era sino una dramatica representacién de tales escenas del mundo inferior en su jucha conita el hombre, jucha simbolizada en todos los héroes (Krishna, Heércules, Laocoate, Sigfredo, etc.), contra aquellas Ser- pientes. Estas son las «dulces esposas» que Gabalis deparaba a su disci- pulo, porque debemos decir sin ambajes, que las erdticas imagina- ciones de ciertos frailes y laicos medievales hicieron una donosa invencion en contra de la severa doctrina evangélica o cordnica, y de los nativos , unos «daimones buenos y amorosos+... jtan amorosos, que su abrazo ¢s, como vimos, mortal para sus victimas! De aqui la peregrina teoria de que los demonios son opuestos a «la inmortalizacién por matrimonio» de los , siendo asi, que estos iltimos son los demonios mismos de las literaturas Aberraciones psiqaicas del Sexo 125 religiosas, es decir, los fomentadores de tan aquella. ¥ es tan logico en si este error, que un conspicuo escritor espiritista ha Hegado a decir: «Conviénese en que el hombre es el rey de la creacion, preci- samente por haber culminado 12s fases evolutivas: por reunir ya ent sila sensciencia de todo sér viviente, la inteligencia de los animales y la voluntad deliberativa, que es patrimonio exclusivamente suyo. ‘Al formularse este juicio, no debian conocerse los Elementales, y $i se conocian, se hizo de ellos una excepcion a todas luces injustifi- cada. Son seres que tienen razén y lenguaje como el hombre; sien- ten, sufren, gozan, enferman y mueren como Jos animales; trabajan, duermen, comen, beben, construyen sus casas y vestidos y tienen ciencias y artes como los humanos, y hasta los hay de todos los grados del sentimiento: unos de indole benéfica y otros de indole maléfi- ca. H. P. BLaVATSRY tenia uno a si servicio a quien te hizo dobiadillar servilietas, y PARACELSO aconseja que «si alguno tiene un Gnomo por criado, séale fiel, porque cada uno tiene que ser obediente para con el otro»; de modo, que siendo tal la naturaleza de estos seres, bien vale ja pena de tenerla en cuenta al hacer la distincién jerarquica al principio aludida. Y no se alegue que el que carezcan de alma espi- ritual es motivo suficiente para que se prescinda de ellos en la dis- tincién, porque, aparte det significative hecho de que pueden adqui- rirla a poca costa — cohabitando con los hombres —, en el mismo rango se hallan los animales y vegetales, y ello no es ébice pata que se les cite, Proponemios, por tanto, que se diga, que el hombre es el rey de la creaci6n, por teunir en sf Ja sensciencia de todo sér vivien- te, el instinto de fos animafes, la inteligencla y determinismo de fos Elementales, y Ja espititualidad, que es patrimonio exclusivo suyo. Asi, pues, pasemos 2 Jo que nos importa. Opinamos como PaRa- CELSO. Puesto que, segin s¢ afirma, los Elementales son espiritus con los cuales nos comunicamos, debemos poner empefio en tener- los propicios. . >Viviendo los Elementales en torno nuestro, pero en otro medio, en otro modo de ser; siendo ellos tos pobladores de! «mundo inter- no», mientras nosotros jo somos del «mundo externo», est4 claro que, para ponernos en relacion, para establecer ese comercio a que antes nos hemos referido, una de dos: o ellos han de tomar transi- toria o permanentemente nuestra forma de existencia, 0 nosotros 126 Doctor Roso de Luna hemos de tomar ta suya. Si es cierto que «cada especie se mueve Gnicamente en el elemento a que pertenece, y ninguno de ellos puede salir de su elemento propio, que es para ellos como el aire es. para nosotros, 0 el agua para los peces, y ninguno de ellos puede vivir en el elemento que pertenece a otra clase», necesariamente hemos de ser nosotros los que invadamos su elemento y nos aco- modemos a su manera de ser. 2Cémo? Esta es la incégnita; pero no es una incégnita tan inexcrutable que no podamos despejarla, cuando menos por inferencia, ¢Quién de nuestros lectores no ha sofiado al- guna vez estando compietamente despierto, y en ese ensuefio no ha visitado una encantadora ciudad de suntuosos edificios, de anchas y pulcras vias, con jardines, con bosques, con lagos, con cascadas..., siendo sus moradores, aunque opulentos, gentes buenas y sencillas, carifiosas, obsequiosas, complacientes... y enamoradizas inclusive, hasta ef extremo de que alguna dama principal o algun encopetado caballero —segtin quién es el sofiador—, le ha Ilevado al ara santa para unirse a é! con los lazos de Himeneo? Pues si todos hemos so- fiado eso, o cosa parecida a eso, todos hemos estado en el mundo de ios Elementates, todos nos hemos acomodado a su manera de existir, y todos hemos convivido con ellos. ¢Que el suefio no es otra cosa que producto de la fantasta? Convenido; y precisamente por convenit en ello, convenimos en que es una escapada al mundo de sos Gnomos, de las Silfides, de las Ninfas 0 de las Saiamandras... + i¥ tan escapada!, pero es muy diferente fa vida fisiolégica en el mundo «astral» que el suefio y los ensuefos suponen, que esoira escapada patolégicosexual, tan propia por ello de tos estados sexua- Jes criticos, tales come los albores o las postrimerias de la facuitad genésica, y en los que, remedando la picaresca fabula griega de Dafnis y Cloe, aquellas «entidades> nos inician, por medio de suefios, en el secreto sexual, o bien pretenden La terminacién pa significa simplemente gente. ¥ asi, los secua- ces del Maestro KGtihmi se laman en el Tibet Kut-Hum-pa. Los Bhor-pa son los secuaces de la religion aborigen. Los descendientes de los convertides por la primera misién se flaman Nimma-pa. Esta primera incursion det buddhismo se corrompié rapidamente por la antigua fe. La secta de los kargya representa a los convertidos por fa segunda misién, que se envid al Tibet algunos siglos después de Ja primera. Los Dug-pa o Red-caps pertenecen a esta secta; y, por tanto, estn a dos pasos de los Bhon-pa. También ésta se adultero y dejo infiltrarse en ella a tas antiguas creencias. »Despttés vino la tercera y tillima reforma de Tsong-ka-pa. Los secuaces de ésta son los Gelug-pa o Yellow-caps {casquetes amari- Hos). A esta secta pertenece el Dalaj Lama y el Teshu Lama y el actual Gobierno del pais. A ella pertenecen iambién exteriormente nuestros dos Maestros. La gente de esia secta lleva en grandes oca- siones ropa amarilla, y, !o que es harto curioso, casquetes puntiagu- dos, parecidos a celadas. »Aryasanga pertenecia alos Casquetes-Amarillos, y, por de con- tado, Alcione en su tltima encarnacién, como discipulo de aquél. Quiza Aldione reforz6 un tanto las expresiones de su maestro al ha- blar de los Red-caps. Llamarlos asesinos de sus almas es cosa que no se aviene facifmente con el espiritu de la religion buddhista. »La secta Dug-pa no es tan mala como se la ha pintado, Son buddhistas con el culto natural superpuesto. Sus enemigos dicen que este culto antiguo incluia sacrificios animales, y aun humanos en un tiempo. .. (Nosotros opinamos que son pésimos). >Los casquetes amarillos son adversarios de éstos, porque juchan por purificar ef buddhismo. Sus reglas son més rigidas y admiten mu- cho menos del culto natural, aunque ni ellos han sido capaces de Aberraciones. 9 130 Doctor Roso de Luna desembarazarse de é1 enteramente, y es fécil que algtin dia se intente nueva reforma. De la secta Dug-pa se han unido algunos a los Ye- llow-caps, y aun han atraido fa atencién de nuestros Maesiros, y, por tanto, no pueden ser del todo malos. Los Bhon-pa no son una clase muy avanzada o dignificada de magos negros, y lamarlos hermanos de ia sombra es darles mds mérito del que merecen aun desde su punto de vista. La verdadera doctrina del Buddha distingue entre jos humanos caidos como va dicho, y asf constituidos en demonios ten- tadores, de Jos simples elementales o «demonios que nacen y mue- ren», quienes, no pecando, pueden salvarse al fin, y en cuanto al Cris- tianismo en la Historia de ia Sagrada Pasion, sacada de los cuatro Evangelios por e| Padre Luis De La Pama, S. J. Se cita el salmo 108, versiculo 6 y se afiade: «{Oh judas..., escogiste el aire por morada, donde habitan los demonios...» Nos hemos extendido tanto en esias citas orientales (que podrian ser centuplicadas), porque, a bien decir, nada hay nuevo, ni «bajo el Sob, ni, menos, en Occidente, y los pocos jesuitas ilustrados que hay en estas cosas saben bien que no nos engafiamos y que, como ellos, aunque desde campos diametralmente opuestos, sabemos res- pecic del culto necromante de Shiva unos y otros a qué atenernos. — Gracias a Dios, Conde — repliqué —, ya no tengo tanto te- mor como antes, y, aunque no me determino todavia al acoplamien- to que me proponéis con fas hermosisimas Salamandras, no dejo de sentir cierta curiosidad por saber como habéis descubierto que mue- ren més pronto que éstas las Ninfas y las Silfides. — Ellas tal nos aseveran y ademds las vemos morir nosotros mismos. — Como es que podeis verlas morir, si vuestro comercio car- nal con ellas fas hace inmortales? — Filo seria asi si el niimere de Sabios igualase al ntimero de aquellas genies, ademas que existen no pocas de entre ellas que pre- fieren motir a arriesgarse, haciéndose inmortales, a ser tan desdi- chadas como los Demonios lo son. El propio Diablo es quien les inspira tales sentimientos, porque no hay cosa que 41 no intente para impedir que aquellas infelices criaturas alcancen fa inmortali- Aberraciones psiquicas del Sexo ia dad por su afianza con nosotros. De suerte que yo considero, y vos consideraréis 1o mismo, como una mala tentacién y como una ac- cidn poco caritativa esta aversion que vos experimentais. Fn corroboracion de todo esto que se refiere a la muerte de que me habidis, ¢qué es lo que obligé a decir al Ordculo de Apolo que todos cuantos hablaban por ios Ordculos eran ian mortales como ét, segiin nos testimonia Porririo? , lo es el hoy rarisimo, que Meva el largo titulo de Magia Philosophica, hoc est Francisei patricl summi philosophia Zoroaster ef eius, Oracula Chaldaica Asclepii Dialogus et Philoso- phia magna Hermetis Trimegisti, Poemander, Sermo Sacer, Clavis, ‘Sermo ad filium, Sermo ad Asclepium Minerva mundi et alis Miscel- Aberraciones psiquicus det Sexo 141 fanea, Jam nune primum ex Bibliotheca Ranzoviana e tenebris eruta et latine reddita (Hamevzgi, anno 1593), con la , con sus emblemas de «Dies mortis alternae vitae natalis est» y «Sementis est mors nude vita pullulat> (El dia de la muerte es nacimiento para la vida eterna. La muerte es Ja semilla de donde brota la vida universal). En cuanto a la época moderna, équé otra cosa son los «velado- Tes espiritistas>, las «agujas-abecedario» y demas medios de preten- didas comunicaciones con el mas ald, sino verdaderos terafines oraculares de los que nos habla Gabalis? Hasta se ha ganado en de- cencia, en cuanto al érgano o medio de expresion, y que ellos son tan Ordculos, lo demuestran ef que como Ordculos son tenidas sus comunicaciones por gentes dignisimas en su mayor parte. Cabailero he conocido que no daba un paso sin la previa consulta espiritista- oracular; magistrado hubo en el mismo Madrid —- jpobres litigan- tes! — que no daba un paso sin consullar con su doméstica pitonisa el texto de las sentencias en que habia de ser ponente; y ministro liberal nuesiro hubo, que provocé a Sagasta una crisis fulminante y cémica por causa de un «ordculo tabular>. Mas de un convento conocemos, en que los veladores, los mediums y demds elementos oraculares modernos se emplean sin cesar, como hubo de emplearse algo andlogo en cierta Embajada alemana durante lg Gran Guerra, para informes a los submarinos en su campaia cruel. Desde Sambete, la primera sibila, que se dice , pasando, por supuesto, por Ja sibila cumeana, la de los libros de Numa, destruidos por Sila; la pitonisa de Endor, y demas sibilas que en el mundo han sido, el procedimiento ha sido siempre el mismo: entrega inerte y pasiva de 1a medium o pitonisa, a las te- rribles cuanto desconocidas «fuerzas de lo astral», o del desarreglo nervioso, si se quiere, y produccién subsiguiente de notabilisimos fenémenos que la ciencia positiva, no pudiendo explicarlos, se redu- ce a negarlos del mds lamentable modo. Y muchas veces, del modo més inopinado, las oraculares sesiones aquellas, al tenor de la frase del texto, «cambian el comercio de culfo en comercio de amor», so- bre todo si, previamente, ha mediado alguna libacién, y no precisa- mente de pippala hindu, fuisto cabalista, ambrosia griega, soma 142 Doctor Roso de Luna bradmanica, néctar latino o hebreo jugo del mand, sino de algun «excitante> 0 que facilite la tarea oracular, poniendo los nervios al requerido y patolégico tono vibratorio. . . La cuestion «oracular» moderna esta cada dia mas sobre ef ta- pete. Hoy mismo, nuestro penalista JIMENEZ DE Asua, se ocupa, en extenso articulo, de los procesos de los Tribunales aleranes contra videntes que consagraban su actividad al descubrimiento de crime- nes, procesos en los cuales se han practicado «pruebas de telepatia criminal>; se han depurado las responsabilidades criminales de hip- notizadores e hipnotizados; Hormine, HELvina y Piioz han escrito monografias, y el criminalista cubano, FERNANDO Ortiz, ha publi- cado su Filasafia penal de los espiritistas, En el] proceso de Riedel- Guala, la sefiora Guenther Geffers, adivinadora de Insterburg, hubo de comprobar, con su aciuacion, la «videncia telepatica oracu- lar>, y el procesado fué absuelto. Tras de ello, Asua concluye, que «los casos relatados por Ja bibjiografia ocultista, menos, sospechosa, son casos aislados, ocasionales y espontaneos. Los ocultistas més serios estén contestes en que no existe una «videncia a la orden», y que los adivinadores que afirman ser clarividentes en todo momento. o con mucha frecuencia, se hacen sospechosos de mendacidad, mu- cho mas cuando, como en el caso de la sefiora Guenther Geffers, exptotan profesionalmente sus sedicentes dotes adivinadoras. Fn suma: la «telepatia criminal» no ofrece atin la fe bastante para ser invocada ante los Tribunales de justicias. Aberraciones psiquicas del Sexo 443 CHARLA TERCERA biamos convenido al separarnos. El tlegé a la hora fijada, y, sonriente, me abordé en el acto: — En resumidas cuentas, hijo mio — me dijo —, gpor qué cla- se de pueblo invisible os ha inclinado el Sefior y qué enlace prefe- ris? gEl de las Salamanndras o el de las Ginémidas? gE! de tas Nin- fas o el de las Silfides? — Todavia no me he resuelto acerca de semejante matrimonio, sefior — le respondi, — ePor qué causa? — replicé. — Habiando francamente, no puedo curarme de mi preocupa- cidn, que me representa constantemente a esos pretendidos habitan- tes de los Elementos como meros maniquies y lugartenientes de los demonios, — Oh, sefior! — grité ef Conde —. jDisipad, Dios de fa Luz, las tiniebtas que fa ignorancia y la perversa educacién han esparcido en el alma de este gran Elegido que me habéis permitido conocer, y al que destinais para cosas tan excelsas! Y vos, hijo querido, no cerréis asi ei libre paso ala Verdad que se os entra por las puertas. Sed décil, 08 to suplico. Pero no, os dispenso también de serlo, que también es hacer ofensa a la Verdad ef prepararle las vias. Ella sabe como nadie forzar las férreas puertas y penetrar donde Je place, 10 obstante cuantas resistencias la Mentira le presente. gQué podéis oponer a ello? g£s que Dios no ha podido crear aquellas puras E== esperando en casa al Conde de Cabalis, segiin ha- 44 Doctor Roso de Luna subsiancias de fos Elementos tal y como incompletamente os las Hevo disehadas? -~ Atlin no me he parado a examinar — respondile — acerca de semejante imposibilidad en si misma y si un Elemento solo ha podido sutninistrar la sangre, la carne y los hitesos; si ha podido asi existir uh temperamento sin mezcla y de acciones sin contradiccién; pero, aun suponiendo que Dios haya querido asi hacerlo, gqué prueba sdlida existe de que, en efecto, lo haya hecho? — Vais a convenceros en ef acto — replicé —, sin dar al asunto tantas vueltas. Voy ahora mismo a evocar y a hacer venir a los Silfos de Carpan, y de su propia boca vais a oir lo que ellos son y lo que yo acabo de enseflaros. — jNo. En modo alguno, sefior! — exclamé bruscamente —. Di- ferid, por ahora, os lo ruego, semejante prueba hasta que yo esté bien persuadido de que tales gentes no son enemigas de Dios; por- que hasta aqui, preferiria morir a hacer traici6n a mi concien- cia de... — He aqui la ignorancia y Ia falsa piedad de estos desdichadi- simos tiempos — interrumpié el Conde, encolerizado —. ¢Por qué, en tal caso, ne se borra del santoral al mayor de los anacoretas? éPor qué no son quemadas sus imagenes? Es gran desastre que asi se insulten y se echen al viento sus cenizas venerables, como se hacia también con los desgraciados acusados de haber mantenido comercio con los demonios. gSe ha tratado alguna vez de exorcizar a las Silfides, o se las ha considerado como entes humanos? ¢Qué es lo que tenéis que oponer a esto, sefior escrupuloso? o predilectos de la fortuna. De ello tenemos las historias para desorientarnos en el Libra de las guerras del Sefior, citado en el capitulo vigésimotercero del Libze de los Nimeros. Per este tenor podréis juzgar lo que el mundo resulfaria si todos sus habitantes fueran, por ejemplo, como ZoRoasTRo. — ¢ZoroastRo? JEI inventor de la Necromancia? — Ei mismo, det que los ignorantes han escrito esta calumnia. ZoroastRo tenia el altismo honor de ser hijo del Salamandre Oro- masis y de Vesta, la mujer de Noé. El goberné sapientisimamente durante mi! doscientos afios, como el monarca mds grande del mun- do, después de lo cual fué arrebatado por su padre Oromasis 2 la region de las Salamandras, — Yo no me permitiré dudar—repliqué—, de que ZoroastRo no esté con ej Salamandro Oromasis en la region del Fuego, pero me libraria muy mucho de hacer a Noé el uliraje que vos Je hacéis, —El uliraje no es ial como os figur4is vos — contesté el Conde. Todos estos Patriarcas de entonces tenfan a gran honor ser los padres putativos de fos hijos que los Hijos de Dios querian tener de sus respectivas esposas, pero ello acaso resulta todavia excesivamente Aberraciones psiquicas dei Sexo 49 fuerte para vos. Volviendo a Oromasis, é! fué amado por Vesta, es- posa de Noé, como ya os dije. Una vez muerta ésta, ella fué el genio tutelar de Roma, y el Fuego Sagrado que ordené conservasen con tanto cuidado las virgenes Vestales no era sino el encendido en honor del Salamandro, su amante, Ademas de ZoROASTRO, nacido tam- bién de estos amores una hija de suprema sabiduria y sara belleza, que fué Ja divina Egeria, de quien Numa Pompilio, el segundo rey de Roma, recibid todas sus leyes. Ella obligé a Numa, a quien ama- ba, a que construyera un Templo en honor de Vesia, su madre, en el que se mantenia perpeiuamente el Fuego Sagrado en honor de su padre Oromasis. He aqui toda la verdad de ta Fabula que los Poetas y ios Historiadores romanos han contado respecto de dicha ninfa Egeria. Guitiermo Postel, el menos ignorante de cuantos han estudiado Ja Cabala en Jos libros ordinarios, ha sabido que Vesta era la mujer de Noé; pero ignoré que Egeria fuese la hija de esta Vesta, por no haber leido los Libros secretos de la antigua Cabala, que el principe de ia Mirandola adquirié tan caramente un ejemplar. PosteL, pues, ha confundide las cosas, creyendo que Egeria era so- lamente el buen Genio de ta esposa de Noé. También nosotros los Filésofos hemos aprendido en este ullimo libro que Egeria fué con- cebida sobre fas aguas cuando Noé vagaba sobre las olas vengadoras que inundaban al Universo. E] némere de las mujeres estaba enton- ces reducido a aquel pequefo grupo de las que se salvaron en el Arca Cabalistica, que este segundo padre del mundo habia constriti- do. Dicho excelso hombre, gimiendo amargamente al ver el espanto- so castigo con que el Sefior sancionaba los erimenes causados por el amor que Adan tenia por su Eva, viendo que Adan habia perdido a toda su posteridad prefiriendo a Eva sobre las hijas de 1os Elementos ¥ quitandosela a ios Salamandros y Siffos, que hubieran sido amados por ella; Noé, repito, transformado en verdadero Sabio por el funesto ejemplo de Adan, consintid gustoso en que Vesta, su esposa, s€ ef- tregase al Salamandro Oromasis, principe de las Potestades Igneas, y al par persuadi6 a sus tres hijos de que cediesen igualmente sus 150 Doctor Roso de Luna respectivas esposas a Jos Principes de los otros tres Elementos. El Universo fué asi repoblade en muy poco tiempo por hombres he- roicos, ian sabios, tan buenos, tan admirablemente prodigiosos, que la posteridad, deslumbrada por sus virtudes, les tomé como Divini- dades. Sélo uno de los hijos de Noé, rebelde al consejo de su padre, no pudo resistir a los atractivos de su mujer, al modo de como Adan iampoco resistié a los encantos de Eva, pero como el pecado de Adan habia ennegrecido todas las alas de sus descendienies, Ia poca camplacencia que aquél tuvo con las Silfides mareé indeleble- mente a su negra posteridad, De aqui proviene, dicen nuestros Ca- balistas, el horrible tinte de 1a piel de los etiopes y de todos esos pueblos asquerosos a quienes se les ha condenado a habitar la zona térrida en castigo del ardor profano de su padre. — He aqui unos datos bien originales — fe dije at Conde, pas- mado ante la rara chifladura de aquel hombre singular—. Veo bien que yuestra Cabala es una maravillosa panacea para esclarecer la an- tigiiedad entera. — Maravillosa, si — contesté gravemente el Conde — , porque sin ella las Escrituras Santas, la Historia, la Fabula y la Naturateza son otros tantos misterios indescifrables. ¢Creéis, por ejemplo, que el escarnio que hizo Cam a su padre fuese ef que se deduce de to- mar al pie de fa letra el bfblico relato? No. Fué otra cosa bien dife- rente. Al salir, en efecto, Noé del Arca y viendo que Vesta, su es- posa, no hacia sino embellecerse por el comercio con su amante Oromasis, se torné cada vez mds apasionado por ella, y Cam, te- miendo que su padre fuese a poblar Ja Tierra con hijos tan negros como sus efiopes, aprovechd ta ocasién en que el buen viejo estaba ebrio y le castré sin misericordia. (Reis? — Si, me rio del indiscreto celo de Cam — le dije. [12]. [12] He aqui una notable pagina de , que deja muy atras a las mejores de Freup y de MaRaNién, y a Ja que, sin embargo, no se ie puede negar un alto valor cientifico en la His- toria de las religiones. Aberraciones pstquicas del Sexo 151 Dentro del anhelo de superacién, que es la voz secreta de las Especies, por Darwin, Lamark y RUSELL-VALLACE, Hamado , la Naturaleza, eminentemente progre- siva o evolutiva, hace que cada sér trate de superarse por la unién sexual con un contrario sexuado que te supere, y ésta es la base de las modernas teorias que, iomando pretexto en fas teorias expuestas por aquellos médicos, so- fiaran quiz4, erradamente, con convertirla en coactiva, por parte del Poder ptiblico, a la manera de aquellos fornidos «guardias de Corps» que un monarca neurético quiso cruzar con las mds garridas aldea- nas, para obtener tipos giganteos de los ensofiados por Gabalis, tipos que lanzar luego, como irresistibles fieras, sobre enemigas naciones. Semejante absurdo ideal? puede crear «humanos enjambres>; verdaderos pueblos humanos, jamas, como en uno de sus selectos Jdeogramas, ha dicho el gran ANTONIO Zozaya, citando a Perrin, que en su obra El Mundo y el Hombre, dice: «Las abejas, modifican- do la papilla, transforman a una obrera en’ reina; pero solamente el hombre, con su inteligencia, convierte en finalidad Ja obra de la Na- turaleza. Y, después de sefialar el afan de los educadores de muche- dumbres, de compararlas con las sociedades de animales (Esoro, ViraiLio, Rousseau. Francisco DE As{s, BLANCHARD, Huse, Lus- Bock y Latre) en demanda de un estatisme que acabe por anulario 152 Doctor Rosa de Luna Poco que ya va quedando de santa autonomia individual, dice ins- pitado: «Lo que no vieron ni BLANCHaRD, ni SPENCER, ni Lusgock, fué que las sociedades animales son todo Io admirabies que se quiera; vidades humanas se han transformado, Porque en las sociedades animales los individuos pueden, como dice Perini, transformar el polen en miel, pero no la inteligencia en finalidad. Entre ellos no puede haber un Herscue.s que trace la constitucion de los cielos, ni un LaPLACE que funde ja Mecénica sideral, ni un Lavoisster gue es- tatuya la Quimica, ni un HeGeL que prepare la Légica, ni un Wat que aplique ja fuerza del vapor, etc., etc. Las sociedades humanas Podrén tomar ejemplo de las de las hormigas, cuando los hombres sean hormigas; se someterdn a las inflexibtes constituciones de jas abe- Jas, cuando los stibditos sean abejas. Mientras esto no ocurra y haya tructura con arregio a los trabajos que ellos particularmente realicen, 110 Como insectos, sino como Pensamicatos alados. Hay mucha dis- fancia de un zingano a NEWTON. »Dejemos ya de hablar de rebafios y enjambres, Ni somos hermanos de! lobo ni Parientes jejanos dei borrego. Somos seres Capaces de progreso, en quienes no 5 posible anular Ja facultad de discurrir, de analizar, de construir mundos ideales, de determinarse a la accion para cumplir sus fines Propios. Nuestros organismos han Bien esta que imiten a los hormigueros y enjambres, en fo que se re- fiere al instinto y ala cooperacién y auxilio mutuos; Pero nunca se pue- de Regar a pretender anular to que distingue ai hombre de la obrera melificadora: la conciencia de su Jabor y de su destino sobre ja Tierra y también el ansia insaciable de Perfeccionamiento y de libertad,» Y Enrique GonzAiez Fiot, en preciosisimo articulo en La Es- Sera, titulado Ef Derecho al Amor: Beethoven y otros Benios e ingenios contra la Eugenesia, emite estos luminosos conceptos: Aberractones pstquicas det Sexo 153 +No obstante la brevedad de Amor, Conveniencia y Fugenesia, del Dr. MaraXon, se podria hablar muchos dias rebatiéndole afir- maciones, no sdlo en nombre de la moral, que, por parecerles ente- Jequia, a bastantes espiritus tiene sin cuidado, ni de la poesia de la vida, esencia imprescindible, sin la cual la realidad seria una desola- cién infernal, sino hasta en nombre de Ja sociedad, y desde Inego y sobre todo—pues desde luego y sobre todo debe estar-—en nombre de la sagrada integridad de Ia individualidad humana, para mermar y menoscabar fa cual no pasa dia sin inventar algo. Con achaque de conveniencia colectiva van surgiendo dictaduras, no sdélo en distintos paises; pero en distintos sectores de la sociedad ese idole que todo se lo exige al individuo a cambio de problematicas ventajas y de se- guras incomodidades y vejaciones. >La Eugenesia, con toda su buena intencida, es la mas grave € insoportable tentativa contra lo intangible, contra lo mas sagrado de Ja libertad del espiritu humano; contra el amor, contra el unico de- recho que debe ser indiscutible, puesto que para otra cosa no se nace. >Desde luego, yo no me alarmo, como el insigne Cristopai DE Castro — cuya finura sentimenial y espiritual se ha rebelado contra Ja induecién — de que haya aconsejado a las jovenes elegir para re- productor y mejorante de su propia casta, al varon mas fuerte, al de mejor traza de apto para vencer en fa lucha por la vida. Si no se lo aconsejasen sus progenitores, no lo pensarian como lo piensan igual- mente todos, Escudrifiese sino en el tesoro de ilusiones de cualquier nifia y se hallard que suefia un vencedor cuajado o en canuto. No haya cuidado por eso. Mas tarde, el amor, esa fuerza cosmica, ele- mental, fatal, a fa cual ningtin mortal puede resistir, segtin la demos- tracién de un gran dramaturgo contempordneo, STANistas Przpys- zewski, llama a las puertas del alma femenina, y le impone el apa- reamiento—término de expresién obligado trafandose de Eugenesia, aunque parezca més propio de zootecnia—, y la que creyé Hlevar den- tro palacios para albergar principes, se da con un canto en Jos dien- fes a! hallarse en su interior un zaquizami para alojar un desdichado, y sino lo logra, se desespera y sufre, a pesar de todos los defectos y deformidades fisicos y morales del varén apetecido. Y la infeliz, que no sintié abrasarsele e] alma en la [lama divina del amor, como Jos vencedores son menos que los vencidos, cuando ne puede atra- par un hombre del sfandard de los primeros, apenca con uno tarado, 154 Doctor Roso de Luna con todos los estigmas de los segundos, antes que quedarse para vestir imagenes, pese a inducciones ajenas y a deseos propios. Y otro tanto puede decirse de nosotros, varones: gquién no sofié una prin- cesa para regir el hogar de su ilusién? Pues Iuego e! amor —o sut espejismo, a quien le fué negado aquel don—no te llevé a conquis- tar una, y menos mal cual no haya que avergonzarse de la condicién de la fémina conseguida. »GOETHE, de quien, pese a su fama de genio sano por excelen- cia, tos estudios de Morsius, Max Semin y Han, nos descubren una psicopatologia inesperada, wna neurosis que, complicada con los abusos de Venus y de Baco, y el exceso de labor, ie Ilevaron al ex- tremo de sufrir el fenémeno de la autoscopia externa, consistente en ver ante si su propia imagen; ALFREDO De Musser, alcohélico, como Horrman y Epcar Por, y que también padecié aquel fenédmeno, gracias al cual pudo darnos Inego su bella obra La Nuit de Décem- bre; Guy DE Maupassant, alcohdlico, cocainémano, morfinomano. y, finalmente, victima del hachisch, que también padecio ta autoscopia y enloquecié al fin de su dias, pero que, gracias a sus alucinaciones, dié obras maestras, como El Horta, El Hambre, Magnetismo, ¢Quien sabe?, El miedo, el Sobre ef agua; Avausto Come, SCHUMANN, Swirt, Huco Warr, G. pe Nervai, que murieron locos los cinco. Fiausert y Dostotewsky, epilépticos. Mme. nr Stari, Wituiam WiL- BERFOCE, COLERIDGE, BAUDELAIRE, JEAN LORRAIN, TOMAS DE QuiNceY, eterémanos, sobre todo ef dltimo, que, merced a su vicio, pudo crear su admirable obra la Confesidn de un inglés aficionado al opio; GLATIONY y VERLAINE, neurdticos impulsivos; neurdéticos, en mayor © menor grado, como Victor Huao, de enfermizo orgulio; SCHILLER, tisico, ademdés que no podia componer sus versos sin aspirar el olor de unas manzanas podridas que guardaba en un cajén; Bossuer, que para laborar se encerraba en una cdmara fria y se envolvia la cabeza con lienzos calientes; MONTESQUIEU, que trabajando pataleaba como un caballo; Ampere, que meditando se paseaba agitindose convulsivamente; To-sTov, que de joven, en presencia de jas tres hi- jas del doctor Berce, se prenda subitamente de ia mayor, se ena- mora en seguida de la segunda y acaba por guillarse por la menor, cosa nada extrafia en quien a los ocho afios, sintiendo deseos de vo- lar, abrié una ventana y, sin vacilar, se arrojé de cabeza ai espacio. desde una altura de cinco metros; tubercutosos como Mozart, Mi- Aberraciones psiguicas det Sexo 155 LLEVOYE, el ya mentado SCHILLER, SCHUBERT, CHOPIN, MERiMEE, RACHEL, TcHEcov, Watreau, Van-Dyck, RAFAEL, ROSALES... >A anormiales asi, que tal vez—y en muchos, segurameate—por su anormalidad han creado obras admirables que son deleite, ense- fianza y orgullo de la Humanidad, ja Esos! genios e ingenios que son la sal de la vida, gpodria negarseles tas dulzuras del amor y de la paternidad por temor a una descendencia patolégica? >Pero, ges que de una descendencia patolégica solamente puede esperarse males y desdichas para la sociedad? >No es que yo crea que solamente los anormales pueden produ- cir obras maestras. Son numerosos los hombres célebres que al ge- nio 0 al ingenio unieron una envidiable sanidad corporal, Leonarpo bE VINCI, por ejemplo... mientras no salga algin espiritu perspicaz estudindote como a Goethe. >Pero se da la castialidad de que el mds grande miisico que ha exisiido — por su obra y por su influencia en la ajena — ha sido BEETHOVEN. >{¥ BretHoven fué hijo de un alcohdlico y una tisical... »Si la Eugenesia hubiese prohibido ef matrimonio de estos dos enfermos, habria impedido el nacimiento del mas glorioso de la musica... »¥ ante ei pensamiento de que pudiera acurrir eso, se pronuncia uno con toda el alma contra la Eugenesia. >Por muchas desdichas que acarrean a la Humanidad todos los hijos de individuos patolégicos, no valen nada ni pueden pesar nada ante la Novena Sinfonia solamente, creacién de un individuo pato- légico, de un anormal por herencia precisamenie; es decir, por todo Jo que quiere evitar Ia Fugenesia.» Nos hemos extendido tanto en las anteriores citas acerca de la «eugenesia humana» para hacer resaltar més atin la enormidad de la otra «eugenesia elementaria>, tan horrible como suavemente desli- zada por el loco Conde de Gabatis, y, sin embargo, hay que conve- nir en desagravio a este tiltimo, que, pese a la sublimidad interna de las Hamadas . 156 Doctor Roso de Luna Asi en el Paganismo — tal como groseramente le sorprende- mos en nuestro positivismo que nos hace no saber apreciar ¢] alto sim- bolismo asexual de sus mitos —, vemos a Jupiter, Sefior de Cietos y Tierra, unirse con todas las diosas, mujeres, ninfas, etc.; meta- morfosedndose, como lo hace la Fuerza inteligente Cosmica en sus Manifestaciones al actuar sobre la femenina Materia, para lograr tal union, obscenamente comprendida por nuestra mala fe antipagana o mas bien por nuestra ignorancia. Dicesenos asi que Jupiter se unié sexualmenie con Flora, para tener a Marte; con Semele, para que Baco naciese; con Egesta, para Eolo, dios de ios vientos, con Temis, para Astrea; con Latona, para Diana; con Ceres, para Pro- serpina; con Alcmena, para Hércules; con Coronis, para Esculapio; con Climene, para Atlante; con Antiope, para Anfidén; con Niobe, para Osiris; transiormandose, respectivamente, en 4guila para seducir a Ganimedes; en tore para engafiar a Europa; en luvia de Oro con Danae, naciendo asi Perseo; en satiro con Antiope; en fecundo soplo con Mnemésine, engendrando asi las nieve Musas, y en cisne con Leda, produciendo asi a CAstor y a Polux, y hasta en Diana femeni- na por Calixto... Pero la menos ilusirada inteligencia o la més Ilena de prejuicios no podra menos de comprender, como arriba apun- tamos, que detrés de tales groseras concepciones no hay sino los més augustos simbolismos de los fendmenos naturales, surgiendo como otros tantos de salvajis- mo digno de un sajén o de un welche. El mismo Jehovah hebreo — dod-he-vau-he, 0 Macho-Hembra — no era sino un dios inferior o Demiurgo». Dejando a un lado al Cristianismo por acatamiento a ciertas prohibiciones, aunque, naturalmente, las deputemos como injustas, vemos en el Brahmanismo que Vishnd, la segunda Persona de la Trinidad brahmanica antropomortizada, le dice a Devanagary, hija del tirano de Madura, que su hija, fa reina Maya, pariria sin contacto de varén, por lo que hubo de encerrarla en una torre inaccesible, Aberraciones psiquicas dei Sexo 157 torre que, al tiempo del alumbramiento, fué derribada bajo el pode- roso sopto de los Maruts o , diremos con CriSTOBAL DE CasTRO, en su genial articulo El horéscopo de los hijos, que la Ideogenesia o génesis de las ideas, cuyos prece- denies se encuentran en los fibros de HAVELLOCK Extis, de JEAN VIN- GHoN, DE RinaLpo Giusti, etc., toma un nuevo aspecto después de las recientes estadisticas de REDDFIELD, de las que se deduce que los hijos de padres muy jovenes, suelen ser cretinos, como si ef amor, en la especie, estuviese en razdn inversa con el amor indivi- dual; que el 90 por 100 de los criminales son hijos de padres muy jovenes; y asimismo les devotos de la Fuerza, como Alejandro, Federico de Prusia, Napoleén, Grant y Roosevel, los hijos de padres de entre los treinta y los cuarenta afios son preponderaniemente literatos y misicos, como Molsés, RAFAEL, SHAKESPEARE, Bach, GoetHe, SCHILLER, REMBRANDT, BEETHOVEN, MENDELSHON, CARLYLE y Macauay; mientras que Caron, CRONWELL, BISMARK, GiasTon, y otros grandes politicos, tuvieron a cincuentones por padres, sien- do relativamente raro que e! mérito sobresaliente recaiga en Jos pri- 158, Doctor Roso de Luna mogénitos, tan favorecidos por la legislacién del medievo, «El azar de que el hijo nazca adventiciamente — termina diciendo el exce- lente escritor — se remedia hasta cierto punto, conociendo que tos matrimonios jévenes son funestos para los hijos, Dirlase que la Natu- raleza, al poner en razén inversa al amor individual y al de la espe- cie, pretende sustraer a la casualidad y someter a un régimen cienti- fico lo mds importante de la Creacién: la continuidad. De esta suer~ te, la juventud cede a la madurez el cetro genesiaco. Los hombres de veinte afios, incompietos de ciencia y de experiencia en fa vida, son también incompletos en el amor. El amor, como flor, exige pri- mavera: como fruto, madurez, otofio. . .» Pero hay en la Especie otro gran instinto: el de la Supetacion, origen de todas aquellas degradadas interpretaciones acerca de «los Hijos Divinos>. Dicho instinto de Superacién o Seleccién hace en los corzos, por ejemplo, agruparse y formar circulo las hembras en celo en tor- no de los machos, quienes, en honor de elas, emprenden la lucha mas brutal entre si, siendo el macho triunfante el elegido. De igual modo ja hembra humana selecciona inconscientemente al varn mas distinguido por cualidades mejoradoras con vistas a la seleccién de la Especie, y ésta es fa causa histérica — un ejemplo por todos el de D,* Marina con Cortés, alma de la conquista de Nueva Espafia — de que las mujeres del pueblo inferior o vencido — las sabinas del La- cio, verbigracia — se vayan con el triunfador. Qué de extrafio tiene, pues, el que hombres y mujeres hayan sofiado siempre el unirse, respectivamente, con «diosas> y «dioses> en la época en que en ellos se creia para obtener , o que sean como los dioses? En buena filosoffa no puede sorprender- nos, por tanto, aquella aberracién religiosa, aunque, naturalmente, la rechacemos fundados en que /a superacién intelectual y moral hu- mana no puede ser lograda por la via animal del sexo, sina por la contraria y superior de la ciencia y de la virtud; es decir, por lo que, més o menos, se denomina en Oriente la Yoga. Pretender lo contrario es magia negra... Aunque, como dice France, al ser Jehovah «un creador alfarero>, su obra, el hombre, se complazca en el fango, hay algo mas en él que el fango de su cuerpo perecedero, crucificado durante su vida en la cruz redentora del sexo. Aberractones psiquicas de! Sexo 159 CHARLA CUARTA rimentaba una piedad sin Hmites hacia la rara exlravagancia del Conde, que juzgaba muy dificil de curar, cosa que me impedia divertirme con ella como lo habria hecho si hubiese tenido alguna esperanza de retornarle a la sensatez. En vano buscaba por mi parte en la Antigiiedad algo que oponer a sus quimeras, algo in- contestable, porque en cuanto a redargijirle con las ensefianzas de la Iglesia, eta tiempo perdido, ya que él me habia dicho que no Ilevaba cuentas sino con fa antigua religion de sus Padres, los Fildsofos, y respecto-a convencer por razonamienio a un cabalista, lo juzgué su- perior a mis fuerzas. Ademas era prematuro discutir con un hombre cuyas opiniones atin no conocia yo por completo. Vinome, sin embargo, a las mientes aquello que Gabalis me di- jera respecto de los faisos Dioses, fos que él habia sustituldo por las Silfides y demas pueblos de los Elementos, cosa que juzgué podria ser refutada por los Oraculos de los paganos a quienes la Biblia trata siempre de Demonios y no de Silfos. Pero como todavia yo ignoraba si estaba entre los principios de la Cabala el atribuir las respuestas de jos Ordculos a cualquier causa natural, juzgué conveniente esti- mularle a que se explicase a fondo sobre el particular. Para ello me did ocasion de entrar en materia cuando, antes de que penetrasemos en ¢l Laberinto, se volvié hacia el jardin, diciéndome: — Esto es hermosisimo, y estas estatuas resultan de muy buen efecto. — Fl Cardenal que tas erigiera—observé—, tenia poco digna D ESPUES de comer, tornamos al laberinto de Ruel. Yo expe- 160 Doctor Roso de Luna idea de la gran genialidad simbdlica de aquellas. Ef creia que Ja mayor parte de estas figuras suministraban antafio los Ordculos, y con tal prejuicio, las hizo pagar harto caras. . — Es el mal de no pocas gentes — contesté el Conde —. La ignorancia perpetra a diario un modo de idolatria muy punible, pues que conserva con tanto cuidado y ticne por precioso tesoro a los idolos, de los que se cree que el Diablo se aduefaba antafio, sir- viéndose de ellos para hacerse adorar. jOh, Dios mio, jamds se re- conocerd por el ignaro mundo que Vos habéis precipitado a vues- tros enemigos bajo el escabel de vuestros pies y que mantenéis ahe- rrojados desde entonces a los Demonios bajo el antro de la Tierray en el torbellino de las tinieblas mds densas. Esta tan poco loable curiosidad de congregar asi a tales pretendidos instrumentos de los Demonios, podria transformarse en cosa inocente y buena, hijo mio, si quisiesen las gentes dejarse persuadir de que jamés les ha sido permitido a dichos Angeles de las Tinieblas hablar por mediacién de los Ordculos. —No creo — interrumpi—, que tal cosa pueda ser lograda entre el mundo de los simples curiosos, pero acaso si pueda serlo entre los fuertes de espiritu, pues no hace atin mucho tiempo que un Congreso celebrado expresamente para estos asuntos por espiri- tus de primer orden, declaré que todos estos pretendidos Ordculos no eran sino una gran supercheria, hija de la avaricia de tos Sacer- dotes gentiics o bien una artimafia politica de los Soberanos. — Los Mahometanos — dijo ef Conde — , genviaron embajada a vuestro Rey para este Congreso? Qué pensaron ellos del problema? — No, sefior, ellos no vinieron. ~~ eDe qué religién son, pues, esos buenos sefiores cristianos que no tienen en cuenta para nada a Jas Divinas Escrituras cuando ellas mencionan tantos Ordculos famosos en lugares diferentes, y principalmente de los Pythones y sus Pitonisas que moraban y da- ban sus respuestas en e1 4mbito mismo de los Templos destinados a la multiplicaci6n de la Imagen de Dios? Aberraciones psiguicas det Sexo It — Yo me refiero, mds bien, a esos vientres peroradores, ¢ hice notar a la asamblea que el propio rey Sati! habia proscrito de su rei- no a las Pitonisas, y, no obstante de ello, ja vispera de su muerte, Saul pudo encontrar todavia a una de éstas, a la que visité y la cual tuvo el mégico poder bastante para evocar y hacer aparecerse al profeta Samuel, quien le predijo, fatidico, la ruina que le esperaba. No obstante todo ello, aquetios sabios asambieistas decidieron und- nimes que jamés existieran los Ordculos. — Si, pues, la Biblia no convence a tales gentes — continud Gabalis —, es necesario convencerles con el undnime testimonio de toda la Antigitedad, donde es facil enconirar a montones fas prue- bas mas maravitlosas. Tantas virgenes conocedoras de! futuro de Jos mortales, las cuales adivinaban los buenos o malos Destinos de aquetlos que las consuliaban. gQué me decis, por oiro lado, de CRISOSTOMO, ORIGENES, ECUMENIO, quienes mencionan a esos hom- bres divinos a los que los griegos denominaban Engastrimandros 0 ventriculos, cuyo profético vientre articulaba con claras palabras los Oraeulos més famosos? Y si esos caballeros vuestros no aman a la Biblia y a los Santos Padres, hay que darles en el rostro con aquellas milagrosas jévenes de las que nos habla el griego Pausanias, las cuales se transformaban en palomas y bajo esta metamérfosis pro- nunciaban los Ordculos célebres iiamados de las Palomas de Dado- na. O también les podéis decir, en honra y prez de vuestra nacisn, que hubo también en las Gatias de antafio, hijas insignes que a vo- juntad podian metamoriosearse segin el deseo del consultante y que, aparte de los Ordculos que sabiamente aportaban, tenian la fa- cultad de aplacar al mar tempestuoso y curar las mds rebeldes y graves enfermedades. — Todos esos bellos relatos estén reputados como apécrifos. . . — dEs acaso porque su venerable antigiedad les hace sospe- chosos? Ademds, los Oraculos contintian dandose en nuestros pro- Pios dias. — éEn qué sitio dei mundo? Aberraciones. n 162 Docfor Roso de Luna — En el mismisimo Paris! — Fn Paris? — opuse éscéptico. — Si, en Paris — continuéd aquél —. «gSois maestro de {srael y no sabéis esto?» gAcaso no son consultados a diario en Ia capital de Francia los Ordculos acudticos en peceras o en estanques; 0 los Oraculos aéreos en espejos m4gicos manejados por virgenes? zNo son vueltos a encontrar asi por sus duefos joyas perdidas y relojes robados y se tienen también noticias de los paises mas lejanos y de los seres queridos ausentes? — eCdmo?, sefior, equé es Jo que me decis? — Pues sencillamente lo que esta aconteciendo a diario, y de lo que no es nada dificil encontrar miles de testigos oculares. —No fo creo, senor. Los Tribunales harian un buen escar- miento de quienes practicasen acciones tan reprensibles, rayanas en la idolatria. — jAh, y cémo os precipitéis! — replico Gabalis —. No hay en toda ella nada del mal que os figurdis y la Providencia no permitiré que se extirpe semejante resto de la Filosofia que se ha salvado del lamentable naufragio experimentado por la Verdad. Si ain guedan algunos vestigios entre las gentes de! pueblo de la temible potencia de los nombres divinos, gseriais vos del parecer de que fuesen ellos borrados y se perdiese asi el respeto y la gratitud que son debidos a la gran Palabra sagrada de Agia, la cual opera mdgicamente tales prodigios, lo mismo cuando es invocada por jos ignorantes que por los pecadores, y que adquiere, naturalmente, extraordinario poder en labios de un Cabalista? Si vos hubieseis querido aplastar a tales se- fores vanidosos, demostrandoles la verdad de los Ordculos, no te- niais sino exaltar vuestra imaginacién y vuestra fe, poniéndoos cara a Oriente y pronunciando con voz firme: Ag. .-! — Sefior — interrumpite —. Jamas se me habia antojado em- plear semejantes argumentos ad homine a gentes ian honorables como fo son aquellos asambleistas, quienes al punto me habrian to- mado por un fandtico, dado que seguramente no tienen fe alguna Aberraciones psiquicas det Sexo 163 en nada de esto, y aunque yo hubiese puesto en practica semejante invocacién cabalistica, ella no hubiese tenido resultado alguno tam- poco en mi boca, pues que soy todavia mds incrédulo que todos ellos. — Bien, bien — continud e} Conde —. Si aun no tenéis tal fe, ya la haremos venir. Sia embargo, si no tenéis confianza de que di- chos sefiores hubiesen dado crédito a lo que todos los dias se les pue- de hacer ver en Paris, podriais haberles citado una historia de bien remota fecha: el Ordculo que CeLivs RHopicinus aseveré haber presenciado por si mismo, y pronunciado hacia fines del pasado si- glo, por este hombre extraordinario que predecia el porvenir valién- dose del propio érgano que el Zurycles de PLuTARCO. —No habia querido, en modo alguno, citar a RHOpiGiINUS, porque habria sido calificado de pedante y no hubiera faltado tam- poco quien afiadiese que este sefior era un demoniaco mas. — Esto habria sido un insulto perfectamente monacal — re- plicé el Conde. — Sefior — agregué —. A pesar de Ia cabalfstica aversién que veo sentis hacia los frailes, me permitiréis que no la comparta. Ni veo que-haya tanto mai tampoco en negat que hayan existido los Ordculos ni en agregar que era ei Demonio el que hablaba por ellos, ya que, en suma, los Santos Padres y tos tedlogos. .. — gAcaso los tedlogos — interrumpiéme el Conde — no estan todos de acuerdo en que la sapientisima Sambethe, ja mas antigua de las Sibilas, era hija de Noé? —¥ eso, qué importa? PLurarco — continué Gabalis — gno cuida bien de decir que ésta, la mas antigua Sibila, fué la primera que promuncié Oréculos en Delfos? Et Espiritu a quien Sambethe albergaba en su seno no era, pues, ningun Diablo, ni su Apolo protector, un falso Dios, pues que fa idolatria no comenzé sino mucho tiempo después de la con- fusion de lenguas, por lo que seria poco verosimi) atribuir al Padre de la Mentira los libros sagrados de Jas Sibilas y cuantas pruebas en 164 Doetor Roso de Luna favor de la verdadera Religién los Santos Padres han sacado de ellos. Por tanto, hijo mio — agregé riendo —, no os es permitido romper el maridaje que un gran Cardenal, principe de la Iglesia, ha hecho de David y de la Sibila en su canto det Dies irae, ni de acu- sar a tan sabio personaje de haber puesto en parangén a un gran Profeta con una desventurada Energimena, puesto que o David for- tifica el testimonio de 1a Sibila, o la Sibila debilita la autoridad de David. — Os rnego, sefior, que tornéis a vuestra habitual seriedad. — No tengo en ello inconveniente, a condicién de que no me acuséis jamds de serlo demasiado. El Demonio, en opinién vuestra, gse ha contradicho nunca o ha ido alguna vez contra sus propios intereses? — éPor qué no? — Porque lo que TerTuriano ha flamado tan feliz y sublime- mente la Raz6n de Dios no fo encuentra muy légico. Satan, en ningu- na ocasién, ha tirado contra sus propios intereses. De aqui se deduce que, ol Demonio jainds ha hablado por medio de los Ordeulos 0 que él no ha hablado en ellos nunca contra sus conveniencias persona- les, y si fos dichos Ordculos han habiado contra los intereses de este Enemigo, no es é1 quien empleé los Ordculos para con los mortales, — Pero gno ha podido Dios forzar al Demonio a dar piblico testimonio de la Verdad, aun hablando contra si mismo? -— objeté. — é¥ si Dios no hubiese hecho tal cosa? — jAh! En ese caso vos ten¢is més razén que Jos frailes. — Ved, pues, que es asi, y para proceder irrecusablemente y de buena fe, no voy a acumular aqui los testimonios que refieren los Padres de la Iglesia, no obstante estar persuadido de la venera- cin que guarddis para con estos grandes hombres. Su religion, como asimismo el interés que en el asunto tenian éstos, podian ha- berles prevenido contra elle y su amor hacia la verdad podria haber- les inducido a introducir en ella algo de velo y como de mentira, al Aberraciones psiguicas del Sexo 165 ver a aquélia tan pobre y desgraciada en nuestro sigio. Eran ¢lios hombres, en efecto, y como tales, siguiendo fa maxima del gran Poeta de la Sinagoga, testigos infieles en parte. Quiero, pues, citaros a un hombre que no pueda en esto ser sospechoso: un pagano y pagano de indole bien diferente que Lucrecio, Luciano y los epictireos; un pagano, en fin, creyente en innumerables Dioses y Demonios; su- persticioso en el mas alto grado, poderoso Mago, 0 que tal se creia, y, por consecuencia, gran partidario de los Diablos. Me refiero a Porririo. He aqui palabra por palabra algunos de los Oraculos que refiere: ORACULO «Hay por encima del Fuego celeste una Llama incorruptible, vibrante y resplandeciente siempre; manantial eterno de la Vida; fuente de todos los seres y origen de las cosas todas. Semejante Llama lo produce todo y nada perece si ella no lo consume. Ella se hace conocer por ella misma. Su fuego no puede ser encerrado en parte alguna; ella estd desprovista de cuerpo y de toda clase de ma- teria; rodea y abarca a los Cielos. De una de sus infinitas chispas proviene todo el fuego vital del Sol, 1a Luna y las Estrellas. He aqui todo to que 86 de Dios y no intento saber més, pues que ello sobre- puja al aleance del Sabio m4s excelso. Asimismo tened entendido que el hombre injusto y perverso no puede ocultarse ala mirada de Dios, ni excusa o pretexto aiguno valen ante sus ojos escrutadores. Todo esté leno de Dios. Dios est4 en todas partes.» — Ved, pues, hijo mio, que este Ordculo no tiene el menor sa- bor demoniaco. — Al menos en i, el Demonio se sale bastante de su natural caracter. —~ He aqui otra muestra més elocuente atin, 166 Doctor Reso de Luna ORACULO «Existe en la Divinidad una insondable profundidad ardiente. Ei corazén humano no debe jamds temer tocar a ese Fuego adora- bie, ni ser tocado por él. No por ello se verd consumido por fuego fan duice, cuyo apacible y tranquilo calor determina fa contextura, la armonia y la vitai continuidad det mundo. Nada subsiste que no esté alimentado por tal Fuego, que es Ja Esencia divina, Nadie je ha ge- nerado; es sin Padre, sin Madre y sin Nada. Ello sabe todo, y nada le puede ser enseflado. Es inconmovible en sus designios, ysut Nom- bre es inefable. He aqui lo que es Dios. Nosotros, meros Mensajeros suyos, no somos sino una particula de la Divinidad.» — eQué decis a esto? — Digo de entrambos Ordculos — repliqué —, que Dios puede obligar al padre de la Mentira a rendir alguna vez su homenaje a la Verdad. — Vaya un tercero, que os disipard todo escriipulo. ORACULO «{Oh, Tripode revelador! Llorad y haced Ja Oracion finebre de vuesiro Apolo; é/ es mortal, y va @ morir. ;El muere ya!, porque ia - luz de la celeste Llama se extingue en EL> — Veis, pues, hijo mio, que quien quiera que fuese el que ha- blase en los Ordculos, y que explicase tan admirablemente a los pa- ganos la Esencia, la Unidad, la Inmensidad y la Eternidad de Dios, habla como un mortal, y afirma que no és sino una chispa de la Di- vinidad. No es, por tanto, el Diablo quien en el Ordculo habla, dado que él es también inmortal, y que Dios no habla tampoco de fot- Aberraciones psiquicas del Sexo 16T zarle para que dijese lo que no existe. Comprobado queda, que Sa- tén no se produce contra si propio. éEs un medio para él hacerse adorar, el decir que no hay mds que un solo Dios? El dice que es mortal; pero, gcvdndo ha sido tan humilde el Diablo, para asi des- poseerse de su efectiva cuwalidad de inmortal? En suma: que si €l concepto del que es llamado por antonomasia el Dios de la Sabidu- ria subsiste, no puede ser munca el Demonio el que hablara en los Ordcuios. — Pero si no es el Demonio — observé —, éste, mintiendo de buen grado en cuanto a calificarse de mortal, decia, forzado, la ver- dad cuando tenfa que hablar de Dios; y, ca quién atribuye vuestra Cébala todos esos Ordculos? gSerd, sin duda, a una emanacién te- rrestre, como sostienen ARISTOTELES, CiceRON Y PLuTARCO? — jAh! No — replicé el Conde —. Gracias a la sagrada Cabala, no tengo la cabeza tan perdida como todo eso. — Entonces, gcémo sustent4is opinion tan absurda? Aquélios son gentes de recto criterio. — No tanto como os figurdis. Imposible resulta el atribuir a se- mejante exhalacién todo cuanto acontecta en fos Ordculos, Por ejemplo: un hombre, que se aparecié en suefios, como TACITO cuenta, a los sacerdotes de un Templo de Hércules, en Armenia, y les ordend que tuviesen preparados varios cazadores, y cuando éstos regresaron de su caceria aquella noche, rendides de cansancio y con tos careajes vacios de flechas, y al otro dia se vid que habia tantas piezas muertas en la selva como flechas en Jos carcajes, veis bien que -yuestra pretendida no podia operar semejante prodigio. La causa, menos podia ser el Diablo, porque seria tener un criterio muy poco sensato y cabalista, el creer que ie fuese permitido corer tras las liebres 0 los jabalies. — gA qué airibuye entonces tal hecho vuestra Cabala? — Reparad en lo que os voy a decir antes de que os revele se- mejante misterio. Es preciso, ante todo, que os cure vuestro espiritu del prejuicio que tenéis respecto a dicha cexhalaci6n ferrestre>, de 168 Doctor Roso de Luna esos ARISTOTELES, CICERON y PLUTARCO que citdis tan enfdticamente. Podéis citar también a YAMBLICO, el que, no obstante su gran espi- ritu, vivid aigan tiempo en el mismo error, el cual hubo de abando- nar luego, cuando él examiné mejor el probieta en su libro sobre los Misterios. PEDRO DE APoNa, PoMPONACIO, Levinus, Cirenius y Lucio VaNINO, estin encantados de haber encontrado este defecto en algu- nos de los antiguos. Todos estos pretendidos esprits forts, que cuando hablan de las cosas divinas dicen mas de lo que conocen y de lo que quieren, no consienten en ver nada de superhuman en los Oréculos, por miedo de tener que reconocer alge por encima del hombre. Tienen miedo de encontrar una escala con la que poder re- montar hasta Dios, al que temen conocer, por los multiples grados de las criaturas espirituaies, y prefieren fabricarse una para descender hasta la nada y el vacio. En lugar de remontarse a los Cielos, elios ahondan en la Tierra, camino del Abismo; y en vez de buscar en los seres superiores al hombre, la causa de estos transportes, que le ele- van por cima de si mismo, y le hacen un a modo de divinidad, atribuyen, débilmente, a exhalaciones impotentes esas facultades de Penetrar en io futuro, de descubrir las cosas ocultas y de elevarse hacia tos més altos secretos de la Esencia divina. Tal es la miseria dei hombre, cuando su espiritu de oposicién y su capricho de pensar de diferente manera que los demés, se apode- ta de ellos. {Lejos de alcanzar asi la feta, no hacen sino confundirse y crearse trabas! Semejantes libertinos no quieren someter al hombre a sustancias menos materiales que él; ellos se esclavizan al criterio expuesto por vos también, y sin considerar que no hay relacién al- Guna entre este quimérico valor y el alma del hombre; enire el vapor productor del frenes! mantico y las cosas futuras; enire esta causa frivola y sus efectos milagrosos, se figuran que son geniales, porque son simplemente extravagantes. Para darselas de fuertes de espiritu, niegan los espiritus, — ¢Tanto os desagrada su singularidad? Aberraciones psiquicas del Sexo 169 —iAh, hijo mio! Ella es la peste del buen sentido y el eterno tropiezo de los més geniales espiritus, ARISTOTELES mismo, por muy gran ldgico que fuese, no se salvé de caer en la trampa de la fanta- sia de singularizarse, la cual ttabajé en sus obras tanto como él. — En efecto — dije —. Fl no hizo sino confundirse y extraviar- se, cuando consigna en el Libro de ia generacién de los animales y en sus Morales, que ei espiritu y ta inteligencia del hombre le vienen de fuera, y que no pueden provenir de nuestros padres. Y a la vista de Ia espiritualidad de las operaciones de nuestra alma, concluye de- duciendo que efla es de distinta naturaleza que ef compuesto mate- tial al que ella anima, y cuya groserfa no hace mds que ofuscarle en sus especulaciones, en lugar de prestarle ayuda. Ciego AriSTOTELES, sin embargo, pues que, segiin vos, nuestro organismo material no Puede ser la fuente de nuestros pensamientos espirituales, ¢edmo os explicdis vos que un débil vaho pueda ser la causa de los sublimes pensamienios y demés tesoros espirituales que provienen de las Pi- tonisas que pronuncian Jos Ordculos sagrados? — Bien veis que el superior espfritu de ARISTOTELES se contra- dice a si propio, extraviado por su prurito de singularidad. — Mas bien fo que hay que admirar — contesté el Conde —, es la honestidad del Salamandro Oromasis, al que los celos no Je im- pidieron compadecerse de su desdichado rival. El ensefié a su hijo ZoxoasTRO, llamado por otro nombre Jaret, el nombre del Dios to- dopoderoso, que simboliza y expresa su eterna fecundidad. Jafet pro- nuncid seis veces, alternativamente, con su hermano Sem, marchando de espaldas hacia el Patriarca, el nombre temible de Jabamiah, y le restituyeron al buen viejo a la integridad de su mutilado sér. Seme- Jante historia, equivocadamente interpretada por fos griegos, les ha hecho decir a éstos que Saturno, el mds antiguo de los Dioses, habia sido castrade por su propio hijo. Mas, he aqui la verdad de Ia cosa. A la vista de todo esto, podéis comprender hasta qué punto la moral de fos pueblos dei Fuego y demds Elementos es infinitamente mds humana que fa vuestra, porque los celos de aquélios son tan terribles 170 Doctor Roso de Luna como nos cuenta ParaceLso, al relatarnos Ja aventura que dice fué testimoniada por todos jos habitantes de Stanffemberg; un Fildsofo, con quien una Ninfa habla entrado en comercio de Inmortalidad, se hizo iuego fo suficientemente deshonesto pata amar a una mujer. Cierto dia en que él cenaba con su queria y algunos de sus amigos, vidse stibitamente en los aires la més hermosa cadera del mundo, exhibicién con la cual la invisible amante elementaria quiso patenti- zar a los amigos la infidelidad por aquél cometida, y su pésimo gusto al cambiar, por fos pobres encantos de ja Mujer, las supremas bellezas de la Silfide. Hecho Io cual, la Silfide vengativa maté al amante infiel en ef mismo momenio. — iAh, sefior — exclamé, alarmado —}) es cosa de pararse un Poco, antes de decidirse a tomar tan delicadas esposas invisiblest — Confieso que el amor de dicha Silfide fué excesivamente vio- lento — continud el Conde —. Mas, habiendo visto nosotros a tantas mujeres exasperadas, matar por celos a sus amantes perjuros, no hay Para qué extrafiarse de que estas tan bellisimas como fieles amaniies, se dejen arrebaiar asi de su amor cuando son traicionadas, tanto mas, cuanto que ellas sdlo exigen del hombre, que se abstenga de las mu- jeres, cuyos defectos les resultan insufribles; Pero Ro se oponen a que de entre sus congéneres tomen asimismo como esposas a cuantas les plazean. Ellas, asi, preficren el alto interés de la inmortalizacién de Sus compajieras, a su satisfaceién particular egoisia, y se consideran dichosas al ver que sus Sabios dan a la Repiblica elementaria el ma- yor ntimero posible de hijos inmortales. — En resumen, sefior — repliqué —: 2Cudl es la causa de que se veaa ian raros ejemplos de todo eso que decis? — Al contrario; ellos son en muy crecido numero, hijo mio. Pero, 0 no se repara bien en ellos, o no se les concede ningin cré- dito, 0, en fin, se les explica mal, Por el desconocimiento en que se estd de nuestros filos6ficos principios. Atribtyese a tos Demonios, cuanto deberia ser atribuido a ios pueblos de los Elementos. Un pe- quefio Gnomo se hizo amar de fa célebre Magdalena de la Cruz, | Aberraciones psiquicas del Sexo im abadesa de un monasterio de Cordoba, en Espafia. Ella te hizo feliz desde la edad de doce afios, continuando asi su amoroso idilio por espacio de mds de treinta. Un director espiritual, ignorante, acabé persuadiendo a la Madre Magdalena, que su amante invisible era un demonio o un trasgo, y la obligé a pedir su absolucién, nada menos que al pontifice Paulo Ill Sin embargo, no hay posibilidad de que aquel solicito amante fuese un Demonio, porque toda Europa supo, y Casioporo Rematus lo consigné para la posteridad, el milagro que a diario se hacia en favor de aquella santa Hija, lo cual no hu- biese aparentemente acaecido, si el comercio de la Abadesa con el Gnomo hubiese sido tan diabélico como el venerable Director espi- ritual imaginase. Este doctor la ditia, sin duda, astatamente, que también e Silfo que se inmortalizaba con la joven Gertrudis, religio- sa del convento de Nazareth, en Ja didcesis de Colonia, era un dia- blejo asimismo, — Yo lo tengo esto tliimo por completamente seguro — insisti una vez mas. —jAh, hijo miot— prosiguié el Conde, sonriente —; si ello fuere asi, el Diablo es harto afortunado al mantener semejante ga- lante comercio con una jovencita de trece afios, y escribirla los dul- ces billeles amorosos, que luego se encontraron en su arquilla... Creedme, hijo, que el Demonio tiene en ta mansién de la Muerte ocupaciones harto mis tristes y m4s conformes, con el odio que tiene hacia él el Dios de la Pureza. Pero asi es como se cierran los ojos a Ja verdad, ignorantemente. En Trro Livio, por ejemplo, encontra- mos que Rémulo era hijo del dios Marie. Los fuertes de espiritu «dicen que esto es una fabulas; los tediogos, que se traté de un Dia- blo incubo, y fos burlones afiaden: «La buena sefiorita Silvia, ha- biendo perdido sus guantes en la selva, quiso sincerarse, diciendo que un dios se ios habia robado>. Pero nosotros, que conocemos mejor que todos éstos a la Naturaleza, gracias a habernos atraido Dios hacia la verdadera luz, sabemos bien que el pretendido dios Marte era un Salamandro, que, uniéndose a la joven Silvia, Ja hizo 172, Doctor Roso de Luna madre del gran Romulo, el héroe que, luego de haber fundado a la opulenta Roma, fué arrebatado por su padre Marte, como ZOROASTRO fo fuese también por su padre Oromasis. Otro Salamandro asi fué, de igual modo, el padre de Servio Tuiio. Tro Livio, engafiado por Ja semejanza, dice, por su parte, que no fué sino el Dios del Fuego, y los ignorantes han hecho de ello igual erroneo juicio que lo hicie- ron también respecto del padre de Rémulo. El famoso Heércules, el invencible Alejandro, eran, a su vez, hijos del mas grande de los Sil- fos. Los historiadores, no conociendo bien esto, dicen que era sit padre Jupiter, y dicen bien, porque, como ya sabéis, aquellas Silfides, Ninfas y Salamandras, habiendo sido erigidas en otras tantas divini- dades, por las ignaras multitudes, Jos historiadores que las creian tales, Hamaban Hijos de Dios a todos cuantos nifios asi nacian. Tales fueron también ei divino PLaton, el mas que divino Apo- LONIO DE TIANA, HERCULES, AQUILES, SARPEDON, el piadoso ENEAS y el famoso MELCHISEDECH, porque... gsabéis vos quién fué ei padre de este tiltimo glorioso Patriarca? — No, ciertamente, puesto que San Pasto tampoco lo sabia. — Decid, més bien, que no quise revelarlo — replied et Con- de —, pues que no le estaba permitido el divulgar los secretos caba- listicos. El, en efecto, no ignoraba que el padre de Meichisedech era un Silfo, y que este rey de Salem fué concebido en el Arca de Noé por la hija de Sem. La manera que tenia este Pontifice de ofrendar los sacrificios, era {a misma que su prima Egeria ensefié al rey Numa Pompilio, al par que la adoracién de una Divinidad Suprema, sin imagenes ni representaciones, por cuya causa, los romanos, hechos iddlatras algin tiempo después, quemaron los Libros santos de Numa que Egeria les dictase. Et Dios primitivo de los romanos era el ver- dadero Dios, y su sacrificio, ei unico verdadero también del Pan y del Vino. Pero todo esto se degrad6 después, y Dios, en recuerdo de dicho cuito primitive, no dej6 de adjudicar a la ciudad, que asi habfa reconocido su soberania antafio, el imperio del Universo. El propio sacrificio de Melchisedech. . . Aberraciones pstquicas det Sexo 173 — Sefior — interrumpite —, os ruego que dejemos ya lo de Melchisedech, al Silfo que le engendro, a Egeria, su prima, y al sa- crificio de] Pan y del Vino. Semejantes pruebas me parecen dema- siado remotas y me atreverfa a rogaros que me suministraseis otras més recientes. Tengo ofdo de labios de un doctor, al que interrogué, qué habré sido de fos compafieros de esa especie de Sdtiro que se aparecié a San Antonio y al que vos habéis denominado un Sitfo, que, en Ia actualidad, todas esas gentes han muerto ya. Asi, de ser cierto esto iiltimo, cabe pensar que, en efecto, al ser ellos mortales como decis y ho tener ya nuevas de ellos, realmente han dejado ya de existir. — Ruego a Dios — exciamé emocionado el Conde —. Ruego a Dios tenga a bien ignorar a este ignorante, que tan neciamente re- suelve lo mismo que ignora. Dios ie confunda, como igualmente a cuantos piensen asi. {De dénde ha aprendido el tal doctorzuelo que estan desiertos los Elementos y que todos sus pobladores han sido ya extinguidos? Si él se hubjese querido molestar en jeer la Historia y no atribuir al Diablo, como hacen las buenas mujeres, todo cuanto se Je antoja a su quimérica teoria, ét hallarfa en todos los tiempos y lugares fas pruebas de lo que os Ilevo dicho. ¢Qué diria, si no, vues- tro dector de matras acerca de este auténtico caso acaecido no ha mucho en Espafia? Una hermosisima Silfide se hizo amar de cierto espafiol, viviendo tres afios con éf y teniendo de €i tres Preciosos nifios, muriendo después. cDiréis que ella era también el Diablo? iSapientisima respuesta! Segdn qué ley fisica puede el] Diablo orga- nizar un cuerpo femenino que conciba, dé a luz y amamante a sus criaturas? ¢Qué pruebas hay en la Santa Escritura acerca de seme- jante poder que nuestros tedlogos tendran asi que adjudicar al Dia- blo? ¢V qué razon verdaderamente admirable les puede suministrar su enclenque Fisica? El jesuita Det. Rio, cudn inocentemente relata de buena fe multitud de estas aventuras y, sin aceptar las razones de los fisicos, sale del atolladero diciendo que tales Silfides no eran sino Demonios fncubos. jCudn verdad es que vuesiros més pompo- sos doctores saben menos, con frecuencia, que las mas simples mu- 174 Doctor Roso de Luna jerucas! Dios gusta de envolverse en su trono nebuloso y densifi- cando las tinieblas que rodean a su temible Majestad, habita en una inaceesibie luz y sdlo deja ver las verdades excelsas a los humildes y sencillos de corazén. Aprended, pues, a ser humilde, hijo mio, si anhelais penetrar las tinieblas sacrosantas que ocultan a Ja Verdad. Aprended de tos Sabios a no dar a los Demonios ningiin poder so- bre la Naturaleza, desde el dia en que la piedra fatal les tapé la sali- da de los pozos de! abismo. Aprended de jos filésofos a buscar siempre en todo fas causas naturales, hasta en los acontecimientos mis extraordinarios y cuando estas causas naturales lleguen a faltar, recurrid a Dios y a sus santos Angeles, pero jamas a los Demonios, que no pueden hacer otra cosa que sufrir eternamente. De otro modo blasfemaréis sin daros de ello cuenta y atribuiréis al Diabio el mérito de las obras mds maravillosas de la Naturaleza. Y cuando os digan que el divino APOLONIO DE TIANA fué concebido sin fa ac- tuacién del hombre, y que uno de los més excelsos Salamandros descendié para inmortalizarse con su madre, diréis que este Sala- mandro era un Demonio y daréis, por consiguienie, al Diablo la gran gloria de la generacién de uno de los hombres més grandes que han salido de nuestros maridajes filosdficos. —~ Pero, senor —interrumpile —, si este APOLoNIo esta repula- do por nosotros como un brujo, gqué importa ello para el caso? — He aqui — prosiguié el Conde — uno de los peores efectos de Ja ignorancia y de la torcida educacién. Como nuestras nodrizas nos contaron de nifios consejas sobre los hechiceros, todo cuanto extraordinario acontece tiene al Diablo por autor. Los mas sabios doctores tienen el castigo de no ser creidos sino cuando hablan como las nifieras. APOLONIO no fué nacido de hombre, como 05 Ile- vo dicho. Fl entendia el lenguaje de fas aves; él se hizo ver simulté- neamente en dos lugares distintos; 1 se torné invisible delante del emperador Domiciano, que pretendié hacerie martirizar; él resucité a una joven por el poder de Ja Onomancia, y 1 dijo en Efeso, en una asamblea de todos los pueblos del Asia,que en aquella misma hora Aberraciones psiquicas det Sexo 175 era asesinado el tirano de Roma. Ante el problema de juzgar con exactitud a este gran hombre, las nodrizas dicen que era un hechicero, mientras que SAN JeROniMo y San JusTINo, Martir, abogan porque fué un gran Fildsofo. JERONIMO, JUSTINO y nuestros cabalistas serdn, pues unos visionarios y la chiquilleria les arrollara. jAh! 1Que la ig- norancia perezca en su propia ignorancia, pero vos, hijo mio, salva- ros, al menos, del naufragio! Cuando ledis que el célebre Merlin nacié sin Ja mediacién de varon alguno, de una religiosa, hija det rey de la Gran Bretafia, y que é1 predecia el porvenir con més seguridad que el propio Tire- sias, no diréis con e! vulgo que era el hijo de un Demonio incubo, pues que éstos jamds han existido ni que profetizaba por arte demo- niaco por cuanto el Demonio es la més ignorante de todas las cria- turas, segiin la santa Cébala, Diréis, en cambio, con los Sabios, que la princesa inglesa fué consolada en su soledad por un Silfo que, compadecido de ella, se did trazas a divertirla, lograndolo eumpli- damente, y que Merlin, el fruto de tal unién, fué instruldo por las Silfides en todas las ciencias, aprendiendo de aquéllas todas cuantas maravillas aparecen consignadas en la Historia de Inglaterra. No wltrajaréis tampoco a los condes de Cléves diciendo que es su padre el Diablo y tened, os ruego, mejor opinién del Silfo que la Historia cuenta hubo de Hegar a Cléves sobre un maravilloso esquife tirado por un Cisne mediante cadena de plata. Este Silfo, después de ha- ber tenido muchos hijos de la heredera de! Condado, partié para siempre cierto dia, tripulando su nave aérea. ¢Por qué vuestros doc- tores le erigen también en un Demonio? ¢Concederéis tan triste honor asimismo a la Casa de los Lusignan y os atreveréis a dar a yuestros Condes de Poitiers una genealogia diabélica? 2Qué tenéis que decir contra sus célebres madres? — Creo, sefior, que me estais contando los cuentos de Me- Jusina... — jAh! Si, pues, no negiis la historia de Melusina, os he ganado la partida, y si la negéis, seré preciso quemar antes los fibros del 176 Doctor Roso de Luna gran Paraceiso, donde se consigna en cinco o seis pasajes diferen- tes que nada hay mis cierto que el que la tal Metusina era una Ninfa y sera preciso también desmentir a nuestros historiadores, cuando dicen que después de la muerte de ésia, 0, mejor dicho, después que ella hubo desaparecido de la vista de su buen marido, jamés ha dejado de aparecerse, vestida de Into, sobre la torre del castillo de Lusignan, que ella habia construido, cada vez que alguno de sus descendientes esté amenazado de alguna desgracia, o siempre que algiin rey de Francia va a morir violentamenie. Si lo negdis, podéis tener disgusios con cuantos se honran con descender de aqueiia Ninfa o que estan emparentados con su casa nobiliaria. — ¢Os figurdis, sefior, que tales caballeros preferiran conside- derarse descendientes de !as Silfides? — Mas las amarian, sin duda, si supiesen lo que yo os ensefio, y tendrian por muy alto honor esos nacimientos extraordinarios. Si ellos, en efecto, recibieran alguna luz de la Cabala, comprenderian que con tal forma de generacion, por ser mds conforme a la manera de ver de Dios al comenzar la poblacién del mundo, los nifios que asi naciesen serian més felices, mas gallardos, sabios, famosos y bendi- tos de Dios. gNo es gloriosisimo para aquelios hombres ilustres el descender de esas criaturas tan perfectas, admirables y potentes, que no de cualquier sucio Trasgo o de algun infame Asmodeo? — Sefior — insisti —, nuestros tedlogos no Hegan a decir que el Diablo es el padre de cuantos nacen, sin que hombre alguno les iraiga al mundo. Ellos reconocen que el Diablo es mero espiritu y que, como tal, no puede engendrar. San Grecorio NACIANCENO no lo cree asi, puesto que afirma que los demonios se multiptican tam- bién al modo de fos mortales. — No somos de Ja misma opinion, pero acontece, segiin nues- tros doctores, que. .. — jAh! No digdis eso — replicé con vivacidad el Conde —. No to digdis 0 diréis con ello una necedad muy sucia y muy indecoro- sa. ¢Qué abominable defecto han encontrado en ello? Es harto ex- Aberraciones psiguicas de! Sexo 7 irafio el cémo ellos han adoptado tan undnimemente tal porque- ria y qué placer haya podido obtener de forjar estos tejidos de em- bustes para recreo de Ia ociosa brutalidad de los Solitarios, ensal- zando ante el mundo a dichos hombres maravillosos, cuyo origen, sin embargo, ennegrecen de tal modo. 2A esto es a lo que se Ilama filosofar? ¢Y es digno de la Divinidad e! decir que existe cierta com- placencia en Ella hacia el Demenio, a quien asi favorece en sus maquinaciones al otorgarles una gracia como la de la fecundidad, que ha rehusado a los Santos, y recompensar semejantes suciedades creando para estos embriones de iniquidad almas mds heroicas que las adjudicadas a los nacidos bajo la castidad de fos matrimonios le- gitimos? Es indigno de la Religién el decir, como Jo hacen vuestros doctores, que el Demonio puede, mediante ese detestable artificio, fecundar a una Virgen durante su suefio, sin perjuicio de su virgini- dad, cosa tan absurda como fa historia en que Santo TomAs pe AQUINO, prestigioso autor que sabia un poco de Cabala, se olvida grandemente de si mismo, al contar en su sexta «Cuestién» 0 Quod- Hibet, el caso de aquella hija que yacié con su propio padre y a la que él hace correr Ja misma aventura que ciertos rabinos heréticos dicen acaecié también a la hija de Jeremias, a la que hizo concebir el gran cabalista BENryRail, haciéndola entrar en el bafio mismo del que acababa de salir aquel Profeta. Jurarfa que semejante imperti- nencia faé imaginada por alguno que... — Si osase, seficr, interrumpir vuestra diseriacion — le dije —, os suplicarfa, para aplacaros, que seria de desear en nuestros docto- res el imaginar alguna otra solucién menos ofensiva para los castos vidos, como los vuesiros, o bien deberian negar de plano los hechos en que tales cosas se apoyan. ~— Excelente expediente — replicé ef Conde —. He aqui el me- dio mejor para negar cosas que acontecen a la continua. Poncos vos en el lugar de un tedlogo de ios de bianco ropén de armifio, y su- poned que el feliz Dannuzerus viniese a vos como el Ordculo de su propia religion. Aberraciones. ry 178 Doctor Roso de Luna En este momento, un lacaye entro a decirme que un joven de- seaba verme. — No quiero que pueda é! encontrarme aqui — dijo el Conde. — Os pido mil perdones, sefior — fe contesté —; pero es un visitante al que en modo alguno puedo hoy negarme. Tomaos, entre tanto Ie recibo, la molestia de entrar en esiotro gabinete. ~— No vale la pena; jme haré invisible simplemente! —iAh, sefior!; jpor favor, no Jo hagdis, que yo entiendo poco de estas estratagemas brujescas! — iCuan gran ignorancia — dijo sonriente Gabatis, golpeando- me familiarmente en el hombro — el no saber todavia, que para ha- cerse invisible, basta con poner delante de si tan sélo al elemento contrario de Ja luzi El Conde accedié, pasando al gabinete inmediato. El joven vi- sitante penetré casi al mismo tiempo en donde me hallaba, y pidole perdon en estas fineas, de no haberle hablado de mi aventura caba- listica [13]. 13} Gabalis, en su charla cuarta, sigue apoyandose en los anti= guos Ordculos para demostrar a su discipulo que, mediante ellos y sus Pythones y Pytonisas no hablaba el Diablo, pues con ellos se hacia e} bien a las gentes y se les eran dadas revelaciones morales y sabias, y quienes por ef Ordculo hablaban eran fos pueblos de fos Elementos. La cosa es complicada de suyo; pero el hecho histdrico indiscu- tible es éste: en diferentes lugares sagrados del mundo antiguo ha- bia recintos solitarios, en ios que una virgen, generalmente, sentada sobre un tripode — el tripode o velador como instrumento de co- municacién hipertisica del moderno Espiritismo — y sometida a la ac- cién hipnética de embriagadores vapores sulftireos terrestres, ya que no a la de sacerdotes, «ocultos entre cortinas>, «caia en trance> y¥ CO- menzaba a articular el anhelado mensaje trascendente mediante el - heteréclito drgano de su ombligo. Las tales revelaciones oraculares unas veces eran sabias, grandiosas; otras, triviales y siempre ambi- guas, como sucede hoy, mds 0 menos, con las , Aberraciones psiquicas det Sexo 179 Hay, pues, por de pronto, entre el «trance oracular> aquel y el moderno de la «medium» espiritista, puntos comunes: a) El de la medium 0 pitonisa. 6) El de su tripode. ¢) El de un agente provo- cador de aquel extrafo estado anormal, bueno o malo en si, segitn se opine. d) El de una revelacion subsiguiente, fuese la que fuese. ¢) El del empleo, en fin, de un instrumenio de revelacién no corrien- te, bien el «ombligo> en la pitonisa, bien el cuerpo astral desdobla- do de la medium, o simplemente sus 6rganos bucales; pero sin que esta ultima se dé conscientemente de lo que articulan sus labios, a veces en lenguas clasicas o sobre ciencias por completo ajenas a su habitual cultura. Et pleito, por tanto, de los Oraculos es, en el fondo, el de nues- tro moderno Espiritismo. Fallar semejante pleito en una breve nota ¢s casi imposible. Diremos, no obstante, que Ja opinion actual esid dividida en los siguientes criterios: a) El de la rotunda y escéptica negacién del fenémeno. 6) Et de admitirle a éste como real, aparte de posibles y aun frecuentes supercherias o falsificaciones que no harian sino demostrar la realidad de lo asf falsificado, y buscarle una explicacion natural o cientifica. ¢) El de admitirle también, pero atri- buyéndole a los muertos que asi contintian sus relaciones con los vi- vos, salvando las barreras de fa muerie fisica, criterio genuina- mente espiritista. d) El de admitirle asimismo, pero atribuyéndole al Diabio y tos suyos, criterio catélico, ¢) El de atribuirle a «los pueblos de los Elementos» alabados por Gabalis, considerando a estos pueblos como seres en cierto modo superiores al hombre, aunque no sean inmortales como él, y en otro aspecto sean a él inferiores por cuanto el hombre puede otorgarles la inmortalidad, no por los naturales medios de proteccién, ensefianza, sacrificio moral, etc., mas adecuados a] caso, o sea por «via superior», sino por la «via re- conocidamente inferior y animal» del sexo, criterio de la que nos- otros denominamos «Magia negra occidental cabalistica>. f) El de admitir, en fin, con criterio orientalista 0 teoséfico la existencia en forno nuestro de aquellos invisibles pueblos, al par que la de los scascarones» © almas depravadas de los que durante su vida terres- tre fueron maivados e injustos, constituyendo aquellos «pueblos de los Elementos» los restos astrales o etéreos de una evolucién terres- tre anterior a la nuestra 0 humana, y estos , o, etimolégicamente, la Metafisica, 1a Metafisica, por supues- to, tal como Jos orientalistas Ja entendemos, no como la escolastica catélica quisiera que fuese, y fué, en efecio, en ja Edad Media, sin base cientificohistérica alguna —. Mas el criterio teosdficoorientalista, en vez de hacer de ello articulo de fe, sobre ef que no se debe in- vestigar, o dejéndolo a los tedlogos, opina debe ello ser objeto de investigaci6n, como opina tambitn el espiritista; pero no mediante mediums y veladores oraculares, tripodes y virgenes o no virgenes, hablando ora por sus labios, ora por su , sino por los me- dios de la Ciencia, bajo la condicién previa de no cefiir esta Cien- cia af lecho de Procusto de la mera observacién y la mera ex- periencia, como hacen ahora la Ciencia oficial, el Espiritismo y la moderna Metapsiquica, que no es sino un espiritismo sin , méiodo, en fin, en que se reconocen los fueros de la Jntuicién sobre la mera Razén, y al que nosotros, en una palabra, no vacilamos en llamar «METODO ARTISTICO>; det método, en fin, del que la misma ciencia contem- Aberraciones psigquicas del Sexo 181 pordénea nos ofrece, aunque inconscientemente, mil ejemplos, tales como la invencién de los logaritmos, las de las otras «series mate- miaticas analégicas>, el de los descubrimientos de Neptune y de la estrella compafiera de Sirio, el del Galio y el Escandio en fas series periddicoquimicas de MENDELEJEFF; en los millares de alcoholes, por Dumas y BERTHELLOT, descubierios en sus formulas antes que en ¢] iaboratorio, etc., ete. Todo esto que parece digresién respecto de! doble tema oracu- jar y espiritista, no lo es, puesto que nos permite poner frente a frente nuestra teoria y ta nefasta del abate ViLLARS en Ja obra co- mentada. RoBerto Fiupo, y también ScHOpeNHAUER, en Parerga ¥ Paralipomenos, tienen razon: +asi como exisie una infinidad de ctiaturas visibles, asi también hay en la maquina universal criaturas invisibles distintas en su naturaleza>; unas, inocentes y hermosisimas o ; otras, completamente demoniacas, tan demoniacas, que no tenemos inconveniente en aceptarlas, con los catélicos, como tinicos y efectivos demonios, a saber, «los efemen- tarios 0 necromanites cascarones humanos> de los hombres depra- vados ya muertos; otras, como seres procedentes de una evolucién anterior y mas bien maios que buenos también, y cuyo contacto hay que evitar, antes de poderlos someter con esa Magia blanca, Magia activa que significa to contrario del mediumnismo, y que cs légica consecuencia, no de ciencias ocultas o malditas, more cabalistica, sino de] Ocultismo propiamente dicho, que no busca otros «pode- Fes» qute el de fa propia superacién por la nica via fisiolégica del estudio aunado con Ja virtd y con ef sacrificio en aras de la desgra- ciada Humanidad, como hicieran en md4ximo grado jos grandes Re- nunciadores, en torno de fos cuales y de cuyas doctrinas siempre iguales hanse formado después Jas religiones positivas a guisa de nubes atenuadoras, a veces, del vigor de aquellos Soles refulgentes, y nubladoras por completo de sus destellos de Vida, otras. . . La decadente y envilecida religion de tos ultimos dias del Pa- ganismo, cuando, de puro desacreditados ya los Ordculos, se habian transformado en un instrumento politicorreligioso més de tirania sobre unos pueblos degradados y oprimidos, acabé por suprimirlos, y el naciente Cristianismo oficial de ios tiempos de Constantino ya no necesité de ellos en absoluto; de aqui su muerte, en evolucién Parecida a ta que muy bien se podria producir en jos futuros si, 182 Doctor Raso de Luana triunfando el fenémeno espiritista-mediumnistico sobre la escéptica ciencia oficial, la politica y la religion se apoderasen de éi para sus fines, cosa que, aunque no se crea, entrambas fo tienen ya previste, y el revuelo producido hoy en torno del «caso Asuero», asi parece denunciarlo, sin que nosotros, faitos aqui de espacio, de ello nos po- damos ocupar. «Oh tripode revelador~, podemos decir lo mismo refiriéndonos alos ordculos y sus egestrimandros antiguos, que a los modernos de los veladores espiritistas y a sus mediums. Pero «revelador> no de relaciones con los dioses ni tampoco con el alma espiritual de los muertos, sino de comercio psiquico con cuanto de més bajo y peli- groso hay en el] plano astra! o mundo invisible que rodea a nuestro mundo visible. Los que en ello buscan «causas naturales» tendrian razon y pedrian encontrar a éstas bajo todos aquellos fenédmenos, si, considerando que «nada hay sobrenatural en la Naturaleza- y todo en ella estd sujeto a leyes inmutables, las peligrosas relaciones con el «mundo de los Elementos» es un hecho natural cientificamente ex- plicable asi que ta Ciencia levante un poco el vuelo sobre sus actua~ les posilivismos y escepticismos. Las a los que e] texto comentado se refiere, ellos no son sino un infimo capitulo de «la adivinacién por las ciencias ocuitas o mal- ditas», Ildmense ellas astrologia, onirologia, quiromancia, geomancia, ovomancia, grafologia, cartomancia, etc., y detras de las cuales hay multitud de verdades desnaturalizadas, que algiin dia la Ciencia aca- démica descubrira cuando mejore sus méiodos, como ha deseubier- to e] magnetismo, fa electricidad, los rayos X, la radioactividad, etc., entre ellas el poder que, por su mente espirituatizada que no por Aberraciones psiguicas del Sexo 183 comercio carnal, tiene el hombre sobre aquellas criaturas inferiores de Jos elementos: la Yakshini Vidhya, como en Oriente se denomi- na ala Ciencia que otorga semejantes poderes taumatirgicos, cuan- do su poseedor ha logrado previamente regirse, no pot los planetas externos que rodean al Sol, sino por los asiros interiores de su alma y cuyo Sol es su Divino Espiritu. 184 Doctor Rose de Luna CHARLA QUINTA L regresar de despedir a mi joven visitante hasta la puerta, A enconiréme con que el Conde se hallaba ya de nuevo en mi camara. — Es un gran dafio — me dijo — el que este senor que acaba de salir, haya de ser un dia uno de los setenta y dos del Sanhedrin de Ia Nueva Ley, porque si no fuera Por esto, resultaria excelente Sujeto para la santa Cabala, pues que tiene un espiritu profundo, lim- Pio, vasto, sublime y atrevido. He aqui su figura geomarite, que me he entretenido en trazar mientras con éf hablabéis. Jamas he trope- zado con puntos astrolégicos mas felices Y que sefiaien alma mas bella. Ved esta posicién Madre, que magnanimidad ie otorga, y esta posicién Hija, que habra de Proporcionarle ja purpura. Véole, sin embargo, en mal camino, como el seguido por tantos otros de esos que repugnan nuestra Filosofia, ctando a todos nosotros nos podria Hegar a sobrepujar. Pero, gpor dénde fbamos cuando é] nos in- ierrumpiera? — Yo os hablaba, sefior, de un Bienaventurado que jamas he visto entre los det Santoral, Quiero recordar que le WlamAbais Dauhuzerus, Si, recuerdo, y que os afiadia que Os pusieseis en lugar de yues- tros doctores, y os figuraseis que el bendito Danhuzerus os descu- briese su intimo pensar, diciéndoos: , se dan trazas a disfrazarse de animales favoritos con este uitimo fin; y privados también de aquel comercio por fas equivocadas predicaciones de religiosos y docto- Aberractones psiguicas del Sexo 195 res, aprovechan asimismo ef inocente suefio de ios humanos para jugarles la ; un brazo paralizado y como querido expulsar por el resto bovino del organismo, para ocultar la vergiienza de su ori- gen paterno, aquel testimonio humano, envilecido trofeo del pecado contra natura, Otro caso andlogo y por relato de personas. veridicas conocemos también, y es el de cierta gitana de Cédiz, que, a me- diados del sigio pasado, hubo de quedar viuda en juvenil edad. No Pudiendo casarse, ni queriendo recurrir a otros oblicuos medios, Parece que cay en debilidad con cierto orangutan «casi humano>, con cuya exhibicién aquélla se ganaba ia vida, y hubo de tal union un hijo absolutamente cretino, incapaz, a los doce afos, de articular més palabra que la de «plimo- (primo), con la que pedia limosna ©... robaba. Sus hébitos eran todos los de los monos; su deforma- da cabeza simiesca, era incapaz de ideas, al par que su agilidad para trepar, recordaban también a las de aquéllos. La madre, apremiada Por los suyos, acabé por confesar su falta, negando en absoluto que hubiese mantenido relacion carnal con ningin hombre después de 196 Doctor Roso de Luna fa muerte de su esposo. No se nos ocultan las objeciones que a esie ultimo caso la ciencia médica nos puede oponer; pero como nuestro anime es simplemente el de apuntar el hecho, fo dejaremos aqui para tratar una vez mas de Ios pretendidos pue- de resumirse asi, segin Ei Baladro de Merlin, primera parte de La Demanda del Santo Grial, texto de Boron y de Vivas, publicado en el tomo VI de la Nueva «Biblioteca de Autores Espafioles», por Bo- NILLA SAN Martin, con cargo al ejemplar de 1535 que existe en nues- tra Biblioteca Nacional y sobre ef que hemos hecho mas extenso estudio en nuestra obra El simbolisma de las Religiones del Mundo: «Presintiendo los demonios el triunfo de la Verdad por el in- minente hallazgo del Santo Graal o Grial, se reanen en consejo, cual més tarde en el poema E/ paraiso perdido, de MiLton, y asi como luego en este poema, deciden, tras madura deliberacion, engendrar hombres perversos que impidan aquel hallazgo, cosa fisiolégica- mente imposible para ellos, no obstanie la contraria opinion de San Greaorto NACIANCENO, salvo para uno flamado Enkibedos que, mas que efectivo Demonia, es un Silfo o elemental del aire. El tal enga- fio se prepara de este modo: Un diablo inculca. perversas sugestio- nes a la que ha de ser abuela de Merlin, esposa de un rico hombre de Londres, el cual, como Job, experimenta toda clase de calamida- des en sus bienes, pero, lejos de tener Ja paciencia de ésie, al perder también a su hijo primogénito, se suicida, y la mujer le imiia poco después, dejando tres hijas, Ja segunda de las cuales cede ala suges- tién demoniaca, se entrega a un hombre, a un incubo quiz, y es ajusticiada como aduttera. La hija tercera, por consejo de una celes- tina, cuai en la célebre obra espaiiola de este titulo, se prostituye, mientras que la primera hija resiste a toda sugestiéu, no obstanie lo cual, Eukibedos, el Silfo, se ine con ella en suefios cierta vez que ella habia descuidado tener encendida su lampara nocturna (ensueho erético), De tai unién nace Merlin, mal Samado asi en las erénicas Aberraciones pstquicas del Sexo 197 «el hijo del Diablo», porque en la verdadera literatura necromante, en la que hay que clasificar al Baladro, se cuida, al modo de Gaba- lis, de hacer distincién entre los demonios, enemigos de Dios y de su hijo Jesucristo, y fas repetidas criaturas de los cuatro Elementos>. Tenemos, pues, siempre por medio el sexo en el problema an- tropolégico del nacimiento de esos Seres Superiores, verdaderos «hombres divinos», tutela y guia de la Humanidad con sus ejemplos y sus ensefianzas, a los que ésta designa con los mil nombres de «dioses>, «semidioses>, «héroes>, «jinas> 0 «genios*, «hombres re- presentativos», , etc., etc. Frutos de ellos, sin duda, de la humana selecci6n, la grosera ignorancia del mundo, cuando no la perfidia de jos que han de explotar su nombre corrompiendo su doctrina, anhela verlos como de él. No cabe duda; Si hemos de’ evitar el caer en aquel criterio ato Gabalis, tenemos que buscar otras explicaciones para el hecho indis- cutible de la superioridad «a nativitate> de aquellos Excelsos y de- cir que, aunque tos Elementos es imposible que estén desiertos, sino que cuentan con las miriadas de criaturas elementales tantas veces citadas, ni Rémulo fue hijo de Marte y de la doncelia Silvia, ni a 198 Doctor Roso de Luna Servio Tulio te consolé una Saiamandra, ni Pitagoras ni Alejandro fueron hijos de un Serpentén aéreo 0 igneo, et sie de coeteris, ni Ju- das cohabité con una diablesa, ni es verdad el cuento de Flavio Jo- SEFO sobre la Columna de Tella, ni tampoco el haber comido et Pp mer hombre «sensuales manzanas simbdlicas» y la primera mujer nO menos «sensuales datiles y plétanos» determinaron «la maldicién del Sexo y de las consecuencias det Sexo», como terminatemente dicen todas «las Iniciaciones Magicas», sino que la evidente superio- tidad de aquellos seres no viene de sus padres, sino de ellos mis- mos, por ser dicha superioridad un fruto, un premio, una ldgica consecuencia de sus respectivas vidas anteriores. Henos, pues, frente afrente de otro magno problema, imposible de ser tratado aqui cumplidamente, pero sobre el que nos es preciso decir unas pala- bras, tanto més, cuanto que hasta en el erréneo modo con que se va hoy admitiendo fa verdad, antafio esotérica u oculta de «las vidas. anteriores de! humbre>, ya se empieza a mezclar necromante o in- advertidamente ia eterna profanacién sexual en tos problemas de la Psiquis y del Espiritu. . <¢Ha vivido usted antes de ahora?» Tal es, dice el Dail Mail, de Londres, el titulo de un notable articulo de iady Aurion HORNE, con el cual abre concurso el conocido semanario Weckiy Dispatch, ofreciendo hasta 1.000 guineas {unas 29.600 pesetas) al mejor irabajo sobre el cterno tema de «La vida después de la muerte», 0 sea sobre fa reencarnacién, docirina universal en las religiones, incluso en la cristiana, si se saben Jeer entre lineas ios textos evangélicos, porque nada hay ids légico que el que exista una eternidad pasada, si hay, como dicen, una eternidad fuiura. Por encima de todo espiritu dogmitico, fuerza es convenir, efectivamente, en que la hipotesis de tas vidas anteriores responde al ferviente anhelo de justicia, innato en el corazén det hombre. Quien nace en familia de desheredados 0 de criminales, ciego, tonto o con otras taras hereditarias, emo no quejatse a Dios 0 a ia Fatalidad, de fa injusticia de su nacimiento, injusticia que, con periecta salud colocara a otros en lugares superiores, en un medio ambiente més apto para todo progreso y felicidad? El rugido de fiera de la siempre pavorosa cuestién social, no tiene, sin duda, otra causa que esas na- tivas desigualdades, que aluden, mds que aun «pecado original> comin a todos, a un «pecado de origen» o de vida anterior de cada Aberraciones psiguicas dei Sexo 199 cual, y con el que venimos a un mundo que ha de hablarnos pom- posamente luego de igualdad ante la Ley: juna igualdad de desigua- les, desde que aqui venimos! Si Dios ¢s ei Padre amante, del que nos habla SAN MaTeo, equé padre es éste que tan desigualmente ha repartido entre sus inocentes hijos la herencia de la vida? Ek ca~ mino recto hacia la blasfemia queda abierto asi... Tal vez por ello, Oricenes, TERTULIANO y otros dociores cristianos primitivos, fue- Ton partidarios de unas «vidas anteriores», de las que ta presente, con sus cualidades o sus taras, fuese el premio o el castigo. Asi, en la vida evolutiva de la gran «selva> humana, todos ios humanos 4rboles serian de la misma especie; pero los unos, las al- mas jévenes 0 con pocas existencias previas, no pueden dar frutos de bien por falta de las experiencias que otras almas «més viejas> vienen atesorando en gran mimero, a fuerza de cafdas y dolores. Aquéllas, como los nifios abandonados a si mismos, no pueden ha- cer sino el mal, que es un bien imperfect. Estas, en cambio, cono- cedoras ya de que todo mal tiene su sancién en una u otra vida (Karma, Retribucién de ta Ley natural), no pueden sino hacer el bien, que experimentalmente es ya consustancial con su naturaleza. Quien antafio se suicidé, hoy soportard, heroico, contrariedades que en vida anterior le arrastrasen a la fatal locura, pues alguien definio, harto bien, a la experiencia como «una panoplia formada por todas las ar- mas que nos han herido>. El vicioso de otra vida, sera el santo de la actuals cosa muy légica, cuando, aun en el lapso de una misma vida, grandes pecadores, como la Magdalena o San Agustin, llegaron a ser santos. ¢Como pedir a la encinita de tres afios ef fruto que a Ja cor- pulenta de tres siglos? Dios es justo; no da nada a nadie, sino que lo deja conquistar, como sucedié con aquel gitano que oraba, no por- que Dios le diese nada, sino porque le pusiera donde lo hubiese, para que «lo afanase> él. Hay que convenir en la légica abrumadora de todo esto. Pero el sentido comin, que de momento no presenta repugnancia, y si asentimiento, hacia la teorfa de la reencarnacién, ian elementatmente expuesta, llega a un momento luego en que se alza severo contra tal idea. Por qué, si hemos vivido otras veces, no lo recordamos?, dice. éPor qué, entonces, nacemos unas veces con tn sexo y otras con otto? La maficia farisea también propuso a Jestis el caso del marido sucesivo de siete mujeres, preguntandole de cud] de jas siete seria el 200 Doctor Roso de Luna verdadero esposo en el Cielo, 0 sea en una vida ulterior, a ios que el Maestro divino contesté, haciendo Ja misma alusion a «los miste- trios del Reino de Dios», misterios esotéricos o para los pocos, de que, en ocasién andioga, habla ei capitulo Xill, versfcutos 11 y 13, del Evangelio de San Mateo. La reencarnacién era el primero de aquellos misterios, porque, en efecto, seguin ella sea interpretada, puede conducir fo mismo, a una sublime verdad que a un tidiculo peligraso. Peligroso, si, porque con el elerno problema del sexo por medio, puede Ievarnos la doc- trina a Io de las «damas y caballeros> de antafio, en la que una, era Ja mujer propia, y otra, «la dama de los pensamientos», mujer pro- pia quizd en una vida anterior... De ello sé varios lamentables casos entre inocentes espiritualistas. La funesta doctrina de las {«persona>, «personae+), y ésia equivale a «apoteosis de los dos en uno», o sea, fo que en la doctrina oriental arcaica se denomina «la Divina Triada», que preside a cada «Cuaternario inferior» u hombre de barro, de pasién, de ideas y sentimientos, concretos 0 egoistas. Ese o personalidad», nace y muere aqui, con un sexo u otro, sin reencarnar jamds, por lo que fa persona de don Fulano Aberraciones pstquicas det Sexo 201 de Tal, como tal «mascara o envolturas de Jo Superior», ni ha sido nada antes de ahora, ni nada ser después. No hay para ella «Alci- biades», ni «Cervantes», ni chetairas», ni , las cuales personalidades son, por supuesto, siempre diferentes unas de otras, como los numeros de una misma decena, los dias de un mismo afio y los Jatidos de un mismo corazon. Por eso, a cerebros distintos cada vez, no cabe recordacién; pero si cabe fa reminiscencia de aguellas abstracciones o cualidades libadas por fa gran Abeja de la divina Triada, em las efimeras flores de las sucesivas personalidades en que reencarné, y que laten dormidas en nuestro subconsciente, en forma de aptitudes y repugnancias, de virtudes y de vicios. eEjemplos? Et jinete que iba reventando sucesivos cabailos en las antiguas era siempre el mismo y recorria ast largas distancias; pero los cabatlos en que sucesivamente iba mon- tando eran distintos y no «reencarnacién> o continuacién unos de otros. Las cuentas de uf collar son todas distintas entre si y consti- tuyen, sin embargo, todas ellas, gracias al «hilo conector», el collar mismo, imagen ficl, por cierto, cada cuenta de una roiacidn o dia de la Tierra, y el collar entero de su traslacién o afio. {Un eterno anillo cambiando de piedra cada vez! Et Hombre, la triple maravilla, de Hermes Trimegisto, es «Angels, «Pensador> y «Bestia» en una pieza. Por el «Angel» e3 un divino Rayo del Logos Demiiirgico o Anima-Mundi, de Puaton, y ian eterno y perdurable como el sistema planetario animado por el Sol, de donde proviene. Por Ia centella det Pensamiento que le re- viste, ¢s algo amoroso, volitivo e ideico, que reencarna, que enhebra con st hilo de oro y sin sexo, vidas sucesivas o seriadas, diversas bestias corpéreas y terrestres, sobre las que toma carne o «reencar- fas, para «desencarnar» después una y mil veces, en evones incalcu- jables... Alejandro, César, Napoleén, fueron, a no dudarlo, seres humanos distintos y de distintas épocas; pero su. «Triada> superior, su Ténica en el concierto humana, acaso pudo ser Ja misma a tra- vés de sus correspondientes personalidades y presidir asi las tremen- das obras destructoras y reformadoras del Karma o misi6n de ella 202 Doctor Roso de Luna alo largo de los tiempos. Los diferentes personajes de fa Historia nacen, viven y mueren como flores de un dia. Sus personas o «mas- caras> son distintas; pero estén presididas sucesivamente a lo largo de sus respectivas vidas de aqui abajo por una entidad reencarnan- te: un Pensamienio coordenador. Piurarco, en sus célebres Vidas paraletas, acoplé por parejas diversos personajes griegos y latinos, dotados de caracteristicas ana- logas, cosa que podria hacerse con muchos mds sélo recordando ios discuitdos ciclos de Vico, con tos que la Historia parece repetirse, sino en ciclo cerrado © en vueltas de espiral. Pero el noble discipulo de PLatOn, a distancia de sigios, se cuidd muy bien de no decir que Jos tnes fuesen la reencarnacién de los otros, como cada escala del piano no es la reencarnacién o repeticién, sino la continua- cién serial de cuantas le anteceden o le siguen. V si grandes seres dicen recordar sus vidas anteriores, ha de entenderse que nun- ca operaron tales recordaciones con el fisico cerebro, sino con la su- blime intuicién, que es una de las caracteristicas de la «Triada> {ein tueres, leer interiormente). Cosa notable, por cierto, es ef que San- choniaton y Moisés, Budha, Jesus, Mahoma, San Francisco de Asis y Beethoven, el mértir, aparecen cronclogicamente seriados a dis- tancias respectivas de unos seis siglos. . . Por eso siempre he mirado como algo sacto un teloj. Hay en él siempre un volante o péndulo, vital corazon del artefacto, que marca con su latido los segundos. Cada latido es como un acto o un pensamiento nuestro, que hace avanzar en el reloj un diente ala rue- da de ios segundos. El giro entero de esta rueda es un minuto, es decir, un avance o diente de los sesenta de esta ditima rueda, con lo que la correspondiente de las horas avanza un lugar, Inego otro y otro, hasta las veinticuatro del dia. Relojes complicadisimos hemos conocido, que marcan los dias, los meses, los afios y podian marcar simbolicamente los sigtos, los milenios, tos yugas, los evones, las eternidades... porque no significa «siempre», en he- breo, sino un largo tiempo, cuya indefinida duracién escapa a la comprensién nuestra, Ahora bien; a través de los diferentes segun- dos, el minuto «reencarna> o se manifiesta, y asi sucesivamente. Es decir, que as{ como en la numeracién, a fuetza de unidades se compone Ja decena, a fuerza de decenas las centenas, millares et- cétera, etc., y cada unidad superior se va manifestando a través de Aberraciones psiguicas det Sexo 203 Jas inferiores, nada, en realidad, , sino que la Fuerza In- teligente dei Cosmos o Armonia se va manifestando en cada caso concreto y adquiriendo en él . Nuestra vida sobre la Tierra no es, pues, sino uno de los infinitos estados de con- ciencia fisica, de un algo superior; celeste, angélico, trascendente, MISTICO, raz6n por fa cual se ha repetido en Oriente que la doc- trina de los que creen que mieniras’ el hombre se desarrolla aqui abajo, su alma estd en las estrellas o , es una doctrina emi- nentemente ocultista. La Bestia vive en su carne; el Pensador, en su Pensamiento y el angélico Augocides, de su Triada, en supremas esferas donde todo es amor, armonia, verdad y orden... {Tedo cuanto por divin reputamos aqui abajo, ya que el Hombre, con maydscula, es de divi: na estirpe, segiin PrrAcoras, Davip, y demas iniciados en jos misti- cos secretos de los Cielos y de ta Tierra! Profanacin insigne es la perpetrada por obras come la de El Conde de Gabalis al pretender mezclar fas leyes de la Carne con las leyes det Espiritu, y por etlo nosotros jamds admitiriamos la locura de depular a Genios cual Micuet ANGEL y Leonarbo De VINCI, 0 como Bach, BEETHOVEN y WAGNER, «hijos divinos de Elementales y de Humanos-, sino como honrados hijos de sus padres, en ciranto a sus cuerpos fisicos, y su- blimes hijos de si mismas por las vidas anteriores de su Triada Superior que asi tes preparasen para su Obra Redentora en este mi- sero mundo, en el que no siempre han sido comprendidos. . . — Vos evangelizais, pues, a los pueblos subterrineos — te dije al Conde. — é¥ por qué no — respondigme —. Somos sus preceptores para ellos igualmente que para los pueblos del Fuego, del Aire y def Agua. La caridad filoséfica nuestra se extiende indistintamente sobre todos esos hijos de Dios y como ellos son més sutiles, mas esclarecidos que ja genetalidad de fos hombres y mas capaces de disciplina, ellos reciben las divinas verdades con un respeto y una gratitud que nos encantan. — Debe ser, en efecto, deli aun Cabalista aleccionando a tales gentes. joso — Je dije irénicamente — ver 208 Doctor Roso de Luna — Podéis proporcionaros tamaiio placer, hijo mio, asf que os plazca — respondié el Conde —, y si por ventura io desedis, puedo congregarlos ante vuesira presencia esta misma noche y predicarles ent filo de las doce. —iA media noche!... Yo he ofdo decir que esta es precisa- mente la hora sabdtica. Ridse el Conde de mi salida, afiadiendo: — \Cémo me recordais con ello todas jas necedades que cuen- tan los Demondgrafos sobre ese largo capitulo de sus imaginarios ‘Sabados satanicos. Gustaria mucho, por to original del caso, que vos mismo pudieseis aplastar absurdos tales! — iAh! Por lo que respecta a tales cuentos, os aseguro que en ninguno creo. — En ello hacéis muy bien, hijo mio, pues que, digémoslo otra vez, e] Diablo carece del poder necesario para asi burlarse del géne- To humano, ni para pactar con los hombres y menos atin para ha- cerse de ellos adorar, como pretenden los inquisidores. Lo que die- ra origen, en efecto, a semejante supersticién popular fué que los Sabios, como ya os tengo dicho, convocan a los habitantes de los elementos, a fin de predicarles su Moral y sus Misterios. Sucede fre- cuentemente entonces que algiin Gnomo vuelve sobre su grosero, error; comprende los horrores de 1a aniquilacion; consiente, arre- pentido, que se Je inmortalice; dasele por mujer a una de nuestras hijas y la boda es celebrada con todo el regocijo que merece fa con- quista realizada, De aqui las danzas, gritos y jolgorio que ARIsTOTE- LES cuenta se eseuchaban a veces en cierlas solitarias islas, donde no s¢ veia persona alguna, sin embargo. El sublime Orfeo fué el prime- Fo que asi convocd a estos pueblos subferraneos. A su primera pré- dica, Sabatius, el Gnomo més anciano y venerable, fué inmortaliza- do, y de éste su nombre «Sabatius» fué de donde provino el Hamar sabaciales 0 sabdticas a estas asambleas, en las que los Sabios les han dirigido la palabra cuantas veces ha sido preciso, segiin se despren- de de los propios libros del divino Orfeo. Los ignorantes, luego, * Aberraciones psiquicas del Sexo 205 han confundide las cosas, tomando pretexto para forjar con ello los mil cuentos impertinentes que corren por el mundo, describiendo absurdamente unas Asambleas que nosotros mismos convocamos en honra y prez dei Supremo Sér. — Jamés hubiera imaginado que las tales asambleas fuesen un sabat de devocion. —No son, en efecto, sino santisimas asambleas Cabalisticas, cosa de la que no es facil persuadir al ignaro mundo. Mas todo ello no es sino la consecuencia de ia ceguedad de este tan injusio si- glo. Se obstinan Jas gentes en seguir la supersticion popular y no hay fuerzas para disuadirlas de su error. Los sabios son rechaza- dos y los necios, creidos. Puede un Fildsofo pateniizar clarisima- mente la falsedad de las quimeras asi forjadas y aportar las prue- bas evidentes de todo lo contrario, que, sean las que fueren las razones empleadas y las pruebas suministradas, el vulgo las rechaza si lega un hombre de ropaje doctorat a decirles que todo ello es falso. Tamafias experiencias y'demostraciones no tienen entonces valor alguno y no esté en las fuerzas de la Verdad el poder restable- cer si imperio sacrosanto. Se da mas crédito al de Jas hopalandas que a los propios ojos que han visio a aquélla. De esto os puedo referir un hecho memorable que demuestra de lo que es capaz semne- jante testarudez popular [15]. [15} Pasando por alto las demds menudencias cabalisticas de Gabalis, deteng4monos un momento en los famosos epactos con el Diablo», medievales, pactos jay! que, contra lo que se cree por nues- tro orgullo de «civilizados>, continian igual o peor en Jos tiempos modernos. éQué oira cosa, en efecto, significan las claudicaciones continuas iuestras frente ala Mujer, a la Vanidad, o al Oro, sobre todo al Oro, cada vez mas necesario, se dice, en Ja vida actual, aplas- tada como ella esté por el Pefiasco de Sisifo, que se ha dado en lamar «cuestion econdmica>? La inmensa mayoria de los hombres y mujeres que vernos en febril actividad por esas cailes, han hecho «pacto con el Diablo>, y 206 Doctor Roso de Luna no lo saben. En su egoismo; en su ansia insaciable de goces; en su perfecta desaprensién hacia sus semejantes contra el , ellos jay! adoraron al Becerro, y son, desde entonces, y a costa de fa salvacion de sus almas, los mds desprecia- bles e infelices esclavos. ¥ es lo peor del caso, que ei ma Karma asi creado, tenga aun en esta vida fisiea de los que actualmente «pactan con el Diablo>, su légica sancién, y ellos, o a veces jay! sus inocentes hijos, paguen las culpas de su «pecado contra el Santo Espiritu+, ya que, como dice en La vida es suefio CaLperdon, e , hijos divinos sin hombre o sin mujer en lugar de los hijos de! pecado que nosotros somos; en «restituciones alo Zabamiah» cuando el sexo nos va con la edad, felizmente abandonando; en pactos, mds o menos salvadores, con Gnomos y «con Gnomidas>, aunque ello prive a nuestras mujeres de poder cantar con la Margarita del Fausto, el Aria de tas foyas, y a nosotros de poder meter las manos codiciosas en dinero que no es sino fragil «casearén de huevo», segtin infanti] cantar; en pronun- ciar palabras mds o menos abracadabrantes de Agia o de Eliael y Nehmahmihak, que son metas palabras que el viento se tleva, sino més bien en no hablar palabras vanas, de aquellas de que se nos 212 Doctor Roso de Luna ha de pedir estrecha cuenta algiin dia, segin el Evangelio; en pre- tender paraisos mas 0 menos inmerecidos y artificiales, con o sin drogas estupefaccientes, sino sélo aquél incomparable que, tras una vida honrada ya que no de justos evangélicos, nos prometen — jy no nos prometen por cierto en vano! — todas las religiones positivas con su Wathaila, Amenti, Campos Eliseos, Cielo, Devackdn, etc; en no dar lugar, en fin, con nuestras locuras al estilo de la peligro: sisima de! Conde, a que otras inevitables Capituiares de Carlo Mag- no, otra /nquisicida, u otras persecuciones andlogas a las desplega- das en diversos tiempos contra iluminados, trovadores, albigenses, cayendo indistintamente sobre buenos y malos pecadores e ino- centes como el Martillo eclesiastico de Simén de Monfort cayese sobre estos tiltimos ... Pero ai mismo tiempo depositemos una flor en la tumba del infortuntado abate VitLars; rindamos pileito-homenaje al delicioso preciosismo francés en que escribiera su. Conde, modelo de ulterio- res Cyranos y Rotisseries; inquiramos ulteriormente cual fuera y dénde puede hoy andar, si por fim se escribié, su Discurso a los gno- mos, prometido en la «Charla sexta> dei Conde a la Vizcondesa con qite desgraciadamente no ha ilegado hasta nosotros, pero que, sin duda alguna, tendria no poco que leer y que comentar. A GUISA DE EPILOGO OJEADA GENERAL SOBRE EL SEXO Y SUS ABERRACIONES impénese sobre etla una ojeada de conjunto. Ante todo, gquién fué ej abaie ViLLaRs? Desde luego uno de los mi! abates precursores del siglo de oro francés, uno de aquellos exquisitos que hicieron posibles, con sus talentos literarics, el florecimiento de la literatura francesa que culminé en ef reinado del Rey-Sol. Uno de tantos valientes pensa- dores, que, sabiendo equilibrar el cuerpo con el espiritu, epictirea- mente no desdefiaban el darse buena vida, por encima de todo as- cetismo medieval. BRiLLAT-SavariN, en su clisica obra La Fisiolo- gia del Gusto, nos ha dejado una acabada pintura de ellos, ponien- do su Mesa, por encima de fa de diplomiticos y caballeros, al tenor de aquel aforismo suyo de que de su tiempo, a quienes cl criterio canénico de Bonifacios y Urbanos, habia quitado ei derecho nataral de la barraganfa, o sea del «matri- monio natural» — no hay que decir también que el derecho al «ma- trimonio legitimo» —, tal vez fué en sus juventudes el mismo abate: pasional, galante, enamorado, que en su homdlogo el abate Coi- A NALIZADA en detalie Ja notable obra del abate VILiARs, 214 Doctor Reso de Luna gnard de la Rotisserie, nos pinta el gran ANATOLE France, siguien- do a BRiLLAT-SAvaRIN. Mas fa galanteria amatoria de las edades juveniles va siempre hallando obstaculos crecientes a medida que avanza la edad, ysi aun los don Juanes mas frescos y gallardos tienen que auxiliarse de! dinero y dei engafio pérfido en sus empresas conquistadoras, no hay que ponderar las dificultades que un abate senescente puede llegar a encontrar en caso andlogo. Por otra parte, no hay hombre alguno de mediana inteligencia, y ids si es sofiador — lo son fodos fos buenos fiteratos —, que no haya protestado en el fondo de su corazén contra esa tirania natural del Sexo, que nos obliga, amén de a un forzado y periddico tributo orgénico, 2 todas las claudicaciones, esfuerzos, sactificios, pérdida de tiempo y aun arterias y malas acciones que , y peor atin quizd, en el que tuvo conteni- da juventud. Y si el pasional estallido no encuentra la via normal, se abre Paso por ia via patolégica, come, de fijo, aconteciera a Vincars, ef cual, en su protesta noble contra tamafia tirania, acaso se hubo de preguniar al madurar en edad: . Re- cordé asimismo Viitars que en la fabula griega de Dainis y Cloe, ja enamorada e inexperta pareja de adolescentes amadores, necesit6 la previa leccion de alguien de edad, y no podia ignorar, en fin, que persona aiguna en el mundo regibe la iniciacién directa en el acto fistolégico, sino que esta altima sobreviene previa y astralmente, imaginativamente, con e| primer ensueiio de pubertad. Es decir, que el Sexo comienza en todos por un ensitefio, se- guido luego de algo mds, y en mero ensuefio © «anhelo ya sin fuer- zas organicas que respondane, o sea, también, astral e imaginativa- mente, sucle aque! terminar. La interrogacién filoséfica es, pues: Si af comenzar y al extinguirse la pubertad, el ensuefio erdtico tremo- fa; si al comenzar el sér humano a dormirse o despertar, por mas. casto y contenido que sea su organismo, experimenta un conato de excitacién sexual; si esta excitacion sobreviene siempre también con terrible energia, tras el periodo de descanso y de dicha que sigue a toda lucha, esfuerzo y triunfo — Marte, vencedor, buscando a Ve- nus pata en sus brazos amantes caer vencido a su vez —; si, final- mente, religiones tan respetables como {a Nortica y la Mahometana, tiene amorosisimas walkyrias, tiernisimas hurfes siempre virgenes, para dar el astral y reeompensador abrazo al guerrero que pasa a aquel mundo después de morir en la lucha, cqué es esto, fodo esto, sino fa evidencia de que hay criaturas de un mundo superiiminal — salamandras, silfides, ondinas, gnémidas — que no envejecen, que no exigen, que no obstaculizan, que no engaftan con aquellos «engafios ¢ asayamientos de fas mujeres», que Hlord nuestro gran don Atvaro DE Luna, el condestable del rey trovador D, Juan Il —, primeras y ditimas «mujeres del ensuefio», en Ja muerte como en 216 Doctor Roso de Luna la vida; entes, en fin, de un mundo de idealidad y de poesia, desde luego superior 2 aqueste miserable mundo fisico? Vitiars adivind todo esto en sus delirios sexuales de emanci- pacién de las cadenas con que, en vida, nos tiene aherrojados, cruci- ficados, la sexualidad fisica. De semejante pecado, en efecto, nadie se ha visto libre alguna vez: jnadie podré tirarle a él ya su Conde de Gabalis la primera piedra! El encadenamiento, ademas de todas las ideas de aquél, resulta arto logico. jLo que no es, ciertamente, iégico, por desgracia, es el punto de partida, y en él Vivars fué Et encadenamiento de fas ideas en ViLLaRs era ldgico, repeti- mos. Si fa Naturaleza ha obsiacutizado organicamente Ja unién car- nal de hombre y mujer con las virginidades respectivas, si por apa- sionada que ser pueda tal unidn, va inevitablemente seguida del hastio; si Ja edad quita una a una todas las galas de seduccion que constituyen su atractivo, con arregio a la Dolora campoamorina de «Las hijas de las belias que amé tanto, hoy me miman y besan como a un santo»; Si la resultante final de aquelia unién no es sino una serie de cade- nas con los hijos, la educacién de los hijos, los problemas consi- guientes del hogar, eic., etc., el respectivo amor hacia , no tiene, al parecer, ninguno de aquellos iatales inconvenientes; é1 es ideal, poético; no liga, no exige, no escla- viza, y el hombre o mujer dado asi a inmortalizar a dichos , parece tornar a la remotisima edad de los «hombres ala- dos» del Banguete de PLatén, en que ellos, como divinos androgi- Nos, no tenian que mendigar tras el sexo opuesto ni que sufrir las limitaciones e inconvenientes de Ja esclavitud sexual fisica. ;Eman- cipados de tamafia cadena por el «sistema Gabalis>, jos seres humanos dejaban de ser esclavos, tornandose libres y duefios de sf tismos! jPodian dedicarse, con toda independericia de la Carne, a los sublimes problemas del Espiritu! jDe tales consorcios, ademAs, HO podian resultar sino Hijos Divinos! Y como todas Jas religiones positivas, en su vuelo a ras de tie- 14a, es decir, vulgar o exotérico, parten también del mismo hecho de uno 0 varios de esios Hijos Divinos, la idea de VitLars, mal encu- | | oe Aberraciones psiquicas dei Sexo 27 bierta, pata ét curarse en salud con el velo de Ia sdtira, no podia menos de ser religiosisima en el fondo. De aqui las continuas invo- caciones religiosas de] Conde de Gabalis y el que ta Iglesia de su tiempo — y de todos los tiempos — no excomulgase, antes bien, dejase pasar, complacida, la obra del buen abate «inmortalizador de Silfides», como dej6é pasar jas del ARETINO, y como mucho antes sublimé el erotismo semitico de E! Cantar de los Cantares, obra que admite, en efecto, las dos interpretaciones.respectivas de la Magia Blanca y de fa Negra, a las que antes nos refiriéramos. Ademds, como decir Religiones positivas es decit Historia del ignorante Mundo, los ejemplos que la enorme erudicién del abate — como después Ja de ANATOLE FRANCE, su encubierto glosador —, encontraba en la antigiiedad cldsica, fueron numerosisimos, inagota- bles: Zoroastro, Alejandro, Remo y Rémulo y demas héroes preté- titos, no eran, ni con mucho, los tnicos «Hijos Divinos»; porque, a bien decir, como la genialidad no es cosa de este mundo, sino def otro, todes los genios pasados, presentes y futuros, pueden ser clasi- ficados entre éstos por lo mucho que ellos tienen de divinos, sea en un sentido religioso, sea en el rigurosamenie etimoldgico del sdns- crito div, divino, briliante, refulgente, superhumano, sublime. .. Hasta aqui, pues, ta légica concatenacion de la ideologia de VILLARS; ahora, la falsedad espantosa y antinatural de su punto de partida. Fl verdadero , sino augustos ¢ inefables simbolos filoséficos, inasequibles para fas mul- titudes —, hace que Minerva o Palas, la diosa de la Sabiduria, no nazca de consorcio alguno carnal, sino de la propia Mente de Jupi- ter: de la conjuncién o chispa, que diriamos médicamente, de Ja hipofisis con la epifisis del Dios, que es como nace fisiolgicamente €] Pensamiento en el Hombre. El Pensamiento y el Amor en el sen- tido ideal, tienen, respectivamente, en el cerebro y en el corazén su érgano 0 punto de origen, no en los otros sitios, en los sitios del otro polo inferior. Por eso, no van ellos seguidos de ébolo organico aiguno, ni necesitan de ja otra mitad humana para producirse; por- que, en el acto de pensar y de amar, hombre y mujer son, perfecta 218 Doctor Reso de Luna y respectivamente, andréginos, y, como tales andrdginos sentimen- tales y pensantes, son divinos, pues se bastan a si propies. Ya Jo dijo Jestis, cuando fué consultado por los fariseos acerca del hombre que tuvo aqui abajo varias esposas, interrogdndole éstos sobre cual seria Ja esposa verdadera en el otro mundo, a fo que el Sublime Maestro respondié: «No vivirén como hombre y mujer, sino como angeles en el cielo», es decir, sin sexo, y por sobre el sexo, en el mundo det Pensamiento y del Amor ideal; del sexo, por Ja muerte, trascendido. Prescindiendo, pues, de otras razones, ya apuntadas en nuestros comentarios, el error de ViLLars es capital, y de consecuencias fu- nestisimas; las untones, en efecto, de los humanos con los pueblos de los elementos», 0 no tienen con organismo humano contrapuesto, Aumanamente no era, gcémo de- cirlo?, sino «un despilfatro contra natura>; el pecado de Ondn, en suma, tan sabia como fieramente condenado por la Biblia; ¢! ataque mds directo, mas refinado, mds maldito, contra las leyes santas que hoy mantienen a la Humanidad sobre el Planeta. [Pobre mundo el que siguiese tos consejos absurdos de! Conde de Gabalis, y maldita idea toda idea que aparte al hombre de la mujer y reciprocamente! Pero — se nos dird —, «los celibatos, gno son también legiti- mos?» A lo que replicaremos que Jo son, aunque exijan desde luego un sobrehumano esfuerzo; son legitimos, si ellos son verdaderos, es decir, absolutos, sin esposos © esposas , optamos, salvo prue- ba en contrario, por pensar esto witimo. Sin embargo, pese al homenaje de esta nuestra feal manera de pensar, el problema queda en pie, porque excesivamente constrefiidas, viene la revolucién, la rotura de diques y la catdstrofe, ni mds ni menos que cuando se desatan Ja ira y las deinds pasiones de la tranquila apariencia feme- nina... Y ef mar o ta mar es, a su vez, neutro en la iengua latina; me- jor dicho, ambiguo, de una ambigiedad andrégina, o que participa al par de los dos sexos, porque, si bien por las curvadas linezs gene- rales de sus costas, por ei nivel constante y, como lacustre de sus aguas, tenuamente afectado por las mareas, y por recibir, finalmen- te, en su seno las aguas de todos los rios del Planeta y haberlo criado todo desde las primeras edades terrestres, parece fementno, en cambio, por la eterna agitacion de sus olas y su potente empuje; por sus pasionales tempestades y, en especial, por {as corrientes 0 verdaderos rios que discurren continuamenie en su propio seno, trasladando de unos a otros mares sus aguas sin dejar de afectar con aquéllas region maritima alguna, es, perfecta y acabadamente, masculino. Nuestra ignorancia nos llevé, como siempre, a burlarnos de los griegos; que Hamaban «Rio Atldntico» a esa inmensa superfi- Aberraciones psiquicas del Sexo 221 cie maritima que separa ef continente americano del euroafricano, hasta que el Gulf-Stream o corriente del Golfo de Méjico, no nos hizo verle en su aspecto de ial rio: jun rio por el que, no sdélo no corren hacia Europa las aguas catientes de la zona subtropical antillana, para con elias templar ja friaidad de nuestras costas, sino que con él corren, al par también, segin lo demuestra el notable articulo de Jutio SeNapoR, en otro lugar transcripto, las bajas pre- siones de sus perturbaciones aimosféricas, las cuales, al Iegar a dichas costas, determinan los regimenes de vientos y tluvias, alma de nuestra Economiaf, jun rio del que ja novisima navegacién aérea estd siempre pendiente para sus vuelos hercicos! . .. Y si el lenguaje da asi sexo a las masas acuaticas de nuestro Globo, de igual modo le asigna hasta a Jos astros del cielo. Sobre ef sexo del Sol y de la Luna, en efecto, hay una notable oposicion entre las lenguas del tronco germanico y las del tronco latino. Asi, en estas ditimas, Luna es femenino, acaso porque se dice en antiguos mitos que la Humanidad primera bajara a fa Tierra desde su satélite, satélite al que, como tal madre entonces, Ie corresponde el femenino articulo, mientras que al Sol, al potente Sol, engendrador de todo aqui abajo con sus rayos fecundadores, no le corresponde otro articulo a su vez, que ef masculino. Pero los germanos primeros, directos herederos de los arios y de su sapientisima y perdida cultu- ra, hicieron, como hoy el alemdn, femenino al Sol y masculina a fa Luna, fundados, sin duda, en que esta ultima, como asiro, gira en torno de la Tierra, al modo del espermatozoide en torno de! évulo antes de la fecundacion, mientras que ef Sol, en el centro de sti sis- tema, rodeado cual el pistilo floral de la serie de coronas-estambres de sendos planetas, y recibiendo, acaso, el bombardeo continuo de infinitos asteroides cometarios que sobre é| caen masculinamente, manteniendo con elfo sus energias fecundas, ha de ser considerado como femenino. Y que este criterio es el mas primitive en la vieja filosofia, 1o demuestra el hecho de que las Dianas o Lumas arcaicas fueron barbadas (Dews-Lunus) y !os primeros Apotos o Soles, im- berhes y femeninos, o andréginos, 2 lo sumo. Resumiendo estas cosas, afiadiremos que la caracteristica de todo fo manifestado en el Cosmos, es la Dualidad ~ la Duada, que decian tos pitagéricos —, Dualidad que es, en si, Finitud. Pero en el interior de la Dualidad Nate la Unidad — 1a Ménada esencial — 222 Docior Roso de Luna come aspiracion, anhelo o Espiritu, y ta Finitud de todo lo material © visible aspira, y aun logra, por el Sexo fo Infinito, porque todos Jos seres, en sentido trascendente, son andréginos, ya que actian, alternativamente, primero, como neutros; después, como femeninos; mas tarde, como masculinos, y, finalmente, como neutros otra vez, cerrando un ciclo. Un ejemplo material podrd aclarar esta idea abstrusa. La Tierra, Madre de todo, nos da, masculinamente, todos sus productos, verbigracia: el de sus minas, Un tren carbonero recibe Jemeninamente en tas celdillas de sus sendos vagones, el dbolo mineral, que unos «microbios humanos» arrancaran, y que él trans- porta luego hasta el puerto, donde descarga 10 que recibiera y trans- portara masculinamente, en ia bodega del barco, barco que, a su vez, recibe asi el minero ébolo femeninamente, para luego, masculi- aamente, descargarlo en otro puerto, y asi sucesivamente. Al princi- pio y al fin de todos estos «cambios more sexual>, hay dos sendos esiados neutros; dos Et libro de Marafion es una obra cientifica basada en las observaciones de la biologia y la medicina, que no nos habla, natural- mente, de una humahidad como la que descubrid AristOrANES en el didlogo platonico o la que los tedsofos colocan entre las primilti- vas tazas que precedicron a la actual progenie humana; mas, en la época actual, os cultivadores de! misterio, de las mitologias y tas (1) Editado por Morata, Madrid, 1929. Aberraciones psiquicas det Sexo 23 metafisicas andan a caza de concordancias y comprobaciones cienti- ficas, a pesar de la supuesta bancarrota de la ciencia. »Aunque el libro del Dr. MaraNon es estrictamente cientifico, y los que mejor apreciarén su mérito, su copiosa literatura y la sagacidad de sus conclusiones y de sus hipotesis seran los com- petentes en estos estudios, los bidlogos y los médicos, por aquel arte de fa forma a que antes aludo y por la relacién que ofrece el asunto con cuestiones del dominio comin muy actuales, como el feminismo, tendra también lectores legos, entre cuyo nimero me cuento, que podran comprenderlo y hallar en él una ilustracion de cuestiones juridicas y sociales de notoria importancia. >Define MarafiOn los estados intersexuales como aquellos casos ef que coinciden en un mismo individuo — sea hombre, sea mujer los estigmas fisicos © funcionales de los dos sexos, ya mezclados en proporciones equivalentes, o casi equivalentes, ya — y esto es mucho mds frecuente — con indiscutible predominio del sexo legitimo sobre el espireo. »La intersexualidad no es un estado excepcional mas que en los casos extremos. Hay una especie de bisexualidad difusa primitiva, que despues se diferencia. Asi, los sexos no aparecen en posicion antagénica, sino sucesiva. La feminidad es una etapa intermedia entre la adolescencia y la virilidad. La virilidad aparece como Ia eta- pa terminal en la evolucion sexual. La mujer es una hermana menor dei hombre que ofrece caracteres andlogos a los del adolescente. Uno y otro sexo estén integrados por los mismos componentes. La diferencia estriba en la intensidad y en la cronologia de uno y de otro. En el hombre, la fase inicial feminoide es breve y poco intensa, y la viril, diferenciada y larga. En la mujer, ja fase femenina es larga y diferenciada, y la fase viriloide, terminal (después del climaterio), es breve y poco enérgica. »Ahora vemos con claridad — dice el Dr. MaRAfiON — Ja sin- taz6n de las disputas con que Jos hombres de ciencia, los socidlo- gOS y, sobre todo, los que no tenian otra cosa que hacer, han anega- do la bibliografia de los Gitimos cincuenta afos acerca de la superio- tidad, la inferioridad 0 a igualdad de los sexos. Ni son iguates ni diferentes. Son, a Ja vez, diferentes e iguales: iguales, porque no son valores antagénicos, sino fases de una misma evolucién; diferentes, por su inmodificable colocacién en el orden sucesivo. \ | ! 224 Doctor Roso de Luna »En esta situacién respectiva de cada sexo, dentro de la misma escala evolutiva, esta la grandeza del destino de ambos y, a fa vez, su inevitable miseria, La feminidad, por ser una fase intermedia, leva en si incluida una esencia de perenne juventud, un arcano inagotable de posibilidades; pero, por ello mismo, hay un momento en que su progreso encuentra un tope invencible y se convierte, a Jo sums, en una aspiracion. »La masculinidad, en cambio, por representar una fase termi- nal, equivale a una forma diferenciada y casi perfecta; pero por ello encierra en su sentido viril mismo sa propia limitacién infran- queable. >El progreso de la mujer, si no se desvia por la rama colateral de la maternidad — fin bioldgico y socialmente excelso, pero inhibi- dor de fa evolucién morfologica —, no es, ni sera nunca, otra cosa que una aspiracién a la virilidad, su: etapa sucesiva. Este es ei senti- do del desarrollo de Ja forma femenina, de su progreso psicolégico e instintivo y de sus conquistas en la lucha social. +E progreso del hombre no puede, en cambio, dirigirse a la conquista de ninguna forma ulterior. Detrds de él no hay nada mis. O se limita, por Jo tanto, a la perfeccién concéntrica de su propia virilidad, o tal vez coloca el fin de su progreso, fuera ya de los limites biolégicos, en una aspiracion a !a inmortalidad. >MaraNn pierisa que los estados intersexuales representan un momento transitorio en la evoluci6n humana, que camina hacia una diferenciacién sexual, cada vez mas precisa. El estudio det desarro- Ho ontogénico y el de la relacién entre las especies naturales (en las inferiores se da como fendmeno comin ef hermafroditismo} condu- cen a la conclusion de un progreso creciente en la diferenciacién de Jos tipos sexuales, »F] tratado de MaRARON, magistral en ia exposicién, que es lo que puede juzgar el profano en Ja biologia, nos ofrece en sus con- clusiones una filosofia de los sexos, filosoffa positiva fundada en la observacién cientifica de fos hechos. Ef feminismo adquiere en esta explicacién un sentido biolégico, que es como el impulso subcons- ciente agregado a las causas econdmicas y sociales. La armonia entre la diferenciacién sexual, base del progreso eugénico, y la evolucién femenina, en el sentido de fa conquista viril de tas funciones socia- les, ya avanzada, serd en Ia sociedad futura uno de los problemas Aberraciones pstquicas det Sexo 225 eugénicos, cuya solucién se vislumbra en Jos métodos de la se- lecci6n.» En resumen: el ciclo vital-sexual es éste, segtin la Biologfa mo- derna: un estado de nifiez, o neutro; otro, luego, de feminidad; un -tercero de masculinidad y un tliimo de integracién y superacién, neutro también. Ademiés, ja Biologia (véase Le Dantec en su obra de este titulo), sabe ya que ef Sexo es parasitario en fos seres; una especie de superfetacidn o, si se quiere, de es un acto receptive, ceniripeto, pasivo, femenino, y el «alumbramiento>, reciprocamente, un acio expulsivo, cenirifugo, ac- tivo, masculino, jhasta en la formacién misma de jas ideas y su lan- zatniento al mundo!... ¢Quién ignora la intranquilidad, la preocupa- cién, el embaraza, que preside a las concepciones literarias — bajo la masculina y fecundadora inspiracién de Jas Musas, que los paga- nos decian — , y luego el esfuerzo lanzador, viril, energético, centri fugo y mascuiino con que la Idea y Ja Obra son lanzadas al mundo en verdadero parfo, que unas veces es «parto de los montes> y otras accién de heroicidad renunciadora y comprometedora, que masculi- namente nos coloca en lucha abierta con el mundo? $i, pues, una sabia e inescrutable Ley nos ha puesto en el mun- do, el ciclo neutro-preparador, femenino-masculino, y neutro-supera- dor ha de ser fatalmente recorrido. Quien a ello se opone conscien- temente, 0 es un héroe estilo Krishna 0 Parsifal, o es un loco, un aberrado, que, al ir contra tamafia ley natural, labra inevitablemente su desdicha. Y ian oposicién a ésla es e] acto brutal de automutita- cion fisica estilo Klingsor, como ei de oposicién indirecta de torcer Ja via fisiologico-humana «inmortalizando, en solitario vicio ondmico, salamandras y silfides». Este ultimo caso, segtin todos los socidlogos modernos, es el frecuentisimo del penal y el de otros hugares andlo- g0s, que tan viriles como nobilisimas protestas han inspirado a pe- nalistas como Dorapo MonTERO y JIMENEZ DE Asta. gQué de dra- mas, tragedias, mejor dicho, no registra la historia de los «confina- mientos contra-sexo» de todos conocidos? Una de ellas leemos en estos momentos en La Esfera, donde se nos narra la leyenda valen- ciana que subsigue: jla leyenda de una victima que, fiel a un viejo amor, no se sabe apelase a practicar la doctrina de Gabalis! «Entre lo mas humilde y recogido de las ascéticas celdas de la Cartuja de Porta Coeli, a 22 kilémetros de Valencia, hay una pobrisi- Aberractones. 5

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