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ELOisa URIBE a Iconologia por figuras elaborada con paciencia de aflos por Hubert Gravelot y Charles Cochin, publicada en 1791, y que hoy es accesible en castellano en la edicién del Departa- mento de Arte de la Universidad Ibe- roamericana, puede leerse desde muy diversas perspectivas intelectuales. En este caso voy a retomar sdlo ciertos aspectos culturales de la sociedad oc- cidental y urbana del siglo xviii que, ami juicio, muestran la existencia de un ambiente propicio para la aparicién de esta Iconologia en particular. A continuacién haré referencia a la uti- lidad que la obra tiene para los histo- tiadores del arte en Ja actualidad. Exposicién grafica del pensamiento Mirar y ser mirado, ver y reconocer 0 dejarse arrobar por el placer de la con- ‘emplacién de lo sublime y lo bello, fueron prdcticas comunes para los hombres de la sociedad europea y aun Aovohispana durante el siglo xvi, NO &n balde entonces proliferaron paseos Y Jardines, lugares donde la vida po- dia mostrarse en todo su ideal esplen- dor. Ahi, el rango, la condicién social, ¢l nombramiento Politico o los vincu- los con alguna institucién religiosa eran reconocidos por medio de la vis- ta, ante la que desfilaban sombreros 45 de tres picos, borlas y galones, zapa- titos de seda bordada, — y ie os bamboleandose sobre una b- orn tela. Los signos det vest separaban a simple golpe de la mira dua un lado, despreciados, queda los rudos jubones, los eae palma y los huaraches de cuero oe quienes transitaban a pig en pons es y ciudades de la Nueva Espafia- ‘ q < decir de las procesiones, cuan lo ciudad se vestia con b gera carr rocados colgan- _____.- jos ——___—— do de balcones y de argollas incom- prensibles en los altisimos muros de los conventos; era visible toda una tra- moya para desplegar la riqueza de los habitantes prominentes ante los ojos de los transeuintes. Bien, por ejemplo, para mostrar a la vista de todos el es- plendor artesanal novohispano, ya que la puesta en escena del discurso vi- sual fue compartida por Europa y América. Largo seria hablar del sig- nificado social de la justicia visual, costumbre hoy tan ajena pero que has- ta hace muy poco se ejercié por me- dio de la guillotina en Francia, del garrote en Espafia y sus colonias, 0 de la exposicin punitiva de cuerpos —o partes del cuerpo- infamados por la culpa, costumbre en la que manos © cabezas fueron cortadas y exhibi- das en publico. Recuérdese el proce- so a los asesinos de la familia Dongo: el virrey Revillagigedo de la Nueva Espafia mand6 fueran condenados y que una vez cumplida la sentencia se Jes cortaran las manos para ser exhi- bidas en lugares publicos relaciona- dos con el crimen.' Hagase memoria de la decapitacién que sufrieron los caudillos de la Independencia con el fin de colgar sus cabezas en jaulas de fierro en los angulos de la Alhondiga de Granaditas, ya empezado el siglo - XIX, en 1811. Nada extrafio resulta, entonces, que una obra que mostraba el deber ser del conocimiento y la moral a través de "Dongo (asesino de)", en Miguel Leén Porti- Ila (dir.), Diccionario Porriia de historia, geo- srafia y biografia de México, T.1., p. 926. 46 imagenes como la Iconologia por fl. guras de Gravelot y Cochin, haya sido publicada en 1791, a pesar de que Maria del Carmen Albert explica en la introduccién a esta edicién univer- sitaria que "[...] libros de esta natura- leza ya habian caido en desuso en el siglo xvi [...J"2 Aun asi, ¢l singular espiritu del hombre del dieciocho, marcado por el impacto de los signos visuales como reflejo inequivoco de su organizacion social, es lo que ex- plica el hecho de que Gravelot y C chin incluyeran en su cnumeracién emblematica la figura de un joven re- vestido de los atributos del emblema de la Vista, ultimo de esta edicién en castellano que los autores describen literariamente de una manera que des- cubre su modernidad y, sobre todo, su secularidad plenamente ilustrada. Su descripcién muestra el vinculo entre esta publicacién y el espiritu de la épo- ca en que originalmente fue editada: A los sentidos les debemos nuestras ideas; por ellos adquirimos conoci- mientos. Esto se demuestra observan- do que, cuando alguien se halla priva- do de alguno de los sentidos, se ve pri- vado también de las percepciones co- rrespondientes. Un ciego no puede te- ner nocién de los colores. La Vista, el mas importante de los sentidos, se re= Presenta por un joven que tiene un es- pejo en una mano y en la otra un dgui- 1a que mira fijamente al sol. El espejo eel simbolo que mis conviene al br- gano de la vista, porque el ojo ¢s una especie de espejo en que los objetos ? Alberti, Maria del Carmen, "Introduccion", en Gravelot y Cochin, /conologia, p. 3, jores se reflejan. El 4guila, que se aistingve entre los animales por la fa- cultad que tiene su vista de soportar el resplandor del sol, significa que gra- cias a este sentido podemos conocer y admirar las maravillas de la naturale- , tan variadas como los diferentes colores que el arcoiris ofrece a nues- tros ojos. El arte que viene en auxilio de este sentido, conforme lo requeri- mos se expresa por el telescopio en el que un nifio parece ocupado. Por tlti- mo, seria natural que el sol apareciera en este cuadro, pues sin su luz la Vista resulta un sentido inutil y superfluo. Se puede sustituir el Aguila por un ga- vilan, que los egipcios daban por sim- bolo al sentido de la Vista. Podria emplearse el emblema de una joven en lugar del hombre, con los mismos atri- butos indicados.’ Cada uno de los elementos descri- tos podria ser motivo de amplias lucubraciones sobre la vida del siglo xvill, pero largo seria ocuparse de ellos, por lo que para cerrar esta re- flexion sobre la €época en que fue pu- blicada la Ieonologia por figuras bas- teretomar la del espejo, que remite a lailusi6n fantastica propia del arte de aquel siglo, a los salones de baile, a las mascaradas: juego de los contra- Tlos, mirar y ocultar, disfrazar, trasto- Car los signos visuales, Teflejar el Mundo exterior, alterar el orden y pro- Vocar el misterio, ayudados por el an- Para confundir al ojo, Para atraer * Gravelot y Cochin, Sbservacién: la pr 47 la mirada escrutadora haci a ia el atracti- vo de lo indescifrable, El antifaz, reto al reconocimiento Visual, complice del juego y sefior tradicional de los car- navales. Servir a la educacién de los jévenes Pero si esta breve y somera observa- cién del siglo xv podria arrojar algu- na luz sobre los motivos por los que Gravelot y Cochin se dieron a la tarea de explicar ciencia tan rica como la de los emblemas, y hay quien se interesé en publicar su obra, cabe preguntarse cual es el vinculo del tratado con los historiadores del arte actuales. Pareceria que una vez mds el propio libro encierra la clave de su edicién por la Universidad Iberoamericana. En su titulo los autores consignan que la publicacién esté pensada para "ser- vir a la educacién de los jévenes".* Cierto es que a ellos se dirigia el sen- tido moral que la emblematica ence- rraba; sin embargo, jugando con la idea, la afirmacién de Gravelot y Cochin conduce a descubrir un desti- no atemporal que ha llevado a la reedicién de esta obra: la educacién de los jévenes estudiantes que se ini- cian en el camino de la historia del arte en las aulas de la Universidad. Hoy Ia intencién encierra el deseo de poner al alcance de los estudiantes y de los estudiosos un tratado que les permita descifrar la gramatica pict6- rica, la estructura formal que confor- «Ibid. p. 15. ma el lenguaje plastico de un buen numero de obras de arte que cada uno como historiador habra de explicarse a si mismo y a los demas. Porque, {cual es el objeto de la his- toria del arte sino poner de manifies- to las transformaciones que el hom- bre en sociedad ha impuesto al len- guaje plastico? ¢Qué otra cosa si no que en el inevitable intercambio del hombre con sus creaciones, el arte moldea su conciencia y su vida comu- nitaria? ,Cual es la tarea de los histo- Tiadores del arte, sino indagar los en- tretejidos de este intercambio de for- mas significativas que rebasan los li- mites de la muerte individual y aun la finitud de las culturas? Tarea tan la- boriosa como la de rehacer el rompe- cabezas fragmentario del pasado y ademas explicar los lenguajes forma- les del presente, sin que la mirada se extravie ante la documentada vecin- dad de los procesos histéricos gene- rales, requiere de una preparacién constante y de la obtencién de instru- mentos especializados como este tra- tado de Iconologia de Gravelot y Cochin. La obra de Gravelot y Cochin vuel- ve ala luz como producto de una cla- -ra voluntad por enriquecer la historia social del arte, recordando que su fi- nalidad consiste en la explicacién de los lenguajes visuales. La reedicién, Por tanto, no responde a esa moda que hoy ha ensefioreado la imagen en los libros de las ciencias sociales, sobre todo a partir de la caida del muro de Berlin y del desprestigio de la izquier- 48 da. Como si al ver perdidos los fun- damentos tedricos y filos6ficos que pretendian explicar el mundo, el va- cfo se Ilenara de figuras sin mas fina- lidad que esconder las carencias, en vez de invitar a una introspeccién mas profunda sobre la pérdida de signifi- cados y buscar el camino a seguir por las ciencias que estudian los procesos del hombre en sociedad. La reflexién honesta ha permitido al historiador del arte equilibrar su tra- bajo entre la comprensién del arte como produccién del hombre en so- ciedad y como creacion de un lengua- je formal elocuente. Y es en la bus- queda de este equilibrio que se susci- ta la nueva edicién de la Iconologia por figuras, pues la emblematica no puede entenderse en su dimensién his- térica si alguno de esos elementos de la balanza se descarta 0 se recarga. Pues desde su origen, la emblematica implica la presencia de figuras que en- cierran conceptos de literatura y men- talidades que tienen referentes plasti- cos inmediatos, cargados de valor. Para terminar, recojo algunas ase- veraciones de poetas y artistas barro- cos sobre los emblemas, ideas que Guillermo Tovar y de Teresa cita en su libro Pegaso, para el que ha debi- do desentrafiar el significado de algu- nos emblemas del siglo xvu. Tovar y de Teresa comenta que para aquellos creadores la utilidad del emblema con- sistia en "transmitir ideas con image- nes, eficaces porque ‘entran por los ojos’", en los que, "Ia virtud para des- cifrarlos era el ingenio, ‘aquella po- —_— -eejor-—_____ i | de la elevada inteligen- tencia real cia sqovary de Teresa, Guillermo. Pegaso. El mun- Pas novohispano en el siglo XV1I. Méxi- & Editonal Vuelta, 1993, pp. 8-9. Aseveracién creer de Juan de Orozco y Covarmubias. 49 Valga pues la edicién universi- taria de esta Iconologia de Gravelot y Cochin como un reto a nuestro in- genio y como un ejercicio de la ele- vada inteligencia necesaria en nues- tra practica como historiadores del arte.

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