90 Maritza Montero
Lecturas complementarias recomendadas
Aungue trato siempre de recomendar obras escritas en
castellano, mas accesibles a estudiantes, investigadores y
docentes de habla hispana, este tema, hasta donde puedo
saber, no es muy tratado por autores y autoras especializa-
dos, o bien es mencionado sin profundizar. Por lo tanto me
veo obligada a recomendar dos buenos articulos publica~
dos en el American Journal of Community Psychology, una re-
vista considerada internacionalmente como la primera en
su género. Ellos son:
Miller, K. (2004): “Beyond the frontstage: Trust, access,
and the relational context in research with refugee com-
munities”, American Journal of Community Prychology, 33
B/4): 217-227,
‘Trickett, E. (1984): “Toward a distinctive community
psychology: An ecological metaphor for the conduct of
community research and the nature of training”, American
Journal of Community Psychology, 12: 261-279.
Pee CAPITULO 4
La identificacién y la jerarquizacién
de las necesidades y de los recursos
para satisfacerlas
Necesidades y recursos
Cuando se trabaja con comunidades, hablar de necesi-
dades implica hablar también de recursos. Ello se debe a la
posicién, desarrollada desde la praxis, que enfatiza el ca~
récter constructivo y fortalecedor que debe tener esta for-
ma de intervencién psicolégica. Nunca hay que hacer
énfasis en las carencias sin hacer énfasis, al mismo tiempo,
en las capacidades y potencialidades de las personas que in-
tegran la comunidad. No se trata de ocultar las carencias
sino de atacarlas desde sus fortalezas y no desde sus debili-
dades. ‘Todo ser humano tiene siempre capacidad y poten-
cialidad y puede ejercer alguna forma de poder (Montero,
2003a; Serrano Garcia y Lopez Sanchez, 1994) que le per-
mita tansformar las relaciones y situaciones sociales nega~
tivas, Por lo tanto, al identificar las necesidades de una
comunidad es necesario hacerlo junto con la comunidad,
identificando al mismo tiempo las capacidades y recursos
que poseen sus miembros individualmente y como grupo
comunitario, asi como aquellos recursos de los cuales care~
cen, pero que deben adquirir a partir de los que tienen. Y
en este sentido cabe recordar que los recursos no son Gni-2 Maritza Montero
camente de caracter material. También son intelectuales,
espirituales ¢ hist6rico-culturales. La inteligencia, creativi-
dad ¢ ingenio se encuentran entre los recursos intelectua-
les. La fe, sea laica o religiosa (es decir, en si mismos o en
deidades), es de caracter espiritual. Tanto los conocimien-
tos tradicionales como una identidad social positiva y or-
gullosa de sus ancestros forman parte de los recursos de
carcter historico y cultural. Por tal raz6n, al identificar 0
detectar y evaluar necesidades en una comunidad se debe
siempre considerar esos recursos, pues la satisfaccién de las
primeras se alcanza a través de los segundos.
Pero como es sabido, no basta la capacidad, el entendi-
miento y la voluntad de los miembros de una comunidad
para satisfacer ciertas necesidades que dependen de recur-
sos cuyo costo y exigencias técnicas sobrepasan sus posibi-
lidades y que ademas son parte de las acciones que los
gobiernos deben realizar al haber sido elegidos para mane-
jar los bienes piblicos. No se trata aqui, entonces, de mo-
vilizar a una comunidad para descubrir lo que ya se sabe:
que las autoridades gubernamentales, estatales 0 munici-
pales, son las que deben y pueden satisfacer la necesidad
suftida, Pero si se trata de movilizarse para presionar y re-
clamar de lo que les corresponde como miembros no sélo
de una comunidad, sino de la ciudadania en general.
La identificacién de necesidades y recursos
EI proceso de identificacin de necesidades y recursos
consiste en un conjunto de actividades grupales, de caréc-
ter fundamentalmente participativo, mediante las cuales se
busca que la propia comunidad o grupo sefiale aquellos as-
pectos de su vida en comin que sienten como insatisfacto-
rios, como inaceptables, como probleméticos; aquellos
aspectos que reconocen como perturbadores, limitantes u
obstaculizadores del modo de vida al cual aspiran y tienen
Lat idenuificacién y la jerarquizacién de las necesidades... 93
derecho, ubicando esas necesidades y los recursos disponi-
bles o por obtener en relacién con la situacién global en
que esa vida se desarrolla. Es decir, en relaci6n con las con-
secuencias que-esas carencias tienen sobre la vida misma de
a comunidad.
Repetidas veces se ha hablado de “sentir” en referencia
a las necesidades. En efecto, no se trata de determinar con
ctiterios externos a la comunidad, con los parémetros de
los expertos en un campo especifico (por ejemplo, salud,
politica, cultura), qué es lo que hace falta en una comuni-
dad. Y no porque tales apreciaciones no sean correctas 0
dejen de responder a carencias reales, sino porque aun
cuando objetivamente esas carencias existan, mientras no
sean percibidas psicolégicamente, mientras no exista. un
sentimiento de falta, de ausencia negativa que produzca el
concomitante deseo de satisfacerlas en las personas de la
comunidad, la necesidad asi determinada no tiene existen-
cia para ellas. O bien es atribuida a causas que forman par-
te de la naturaleza del mundo! en que se vive y que, por lo
tanto, nada puede hacerse desde la comunidad.
Las necesidades asf concebidas, si bien pueden llamar la
atencién de manera que produzcan un eco positivo en la co-
munidad, no generan en sus miembros las conductas desea
das por los planificadores, con lo cual se produce un
segundo efecto negativo (el primero sera la subutilizaci6n 0
inadecuado uso del bien que pretende satisfacerlas): los
agentes de las instituciones actuantes acusardn a la comuni-
dad de ser desagradecida, de ser incapaz de disfrutar una vi-
da mejor, prefiriendo una forma de vida inadecuada, 0 de no
saber vivir bien. Asi se alimenta una vez més la concepcién
ideologizada que culpabiliza a las mayorfas carenciadas por
~ su situaci6n y que incluso a veces arguye que les gusta vivir
asi.
1, Lo que en las teorfas d
poderosos” (por ejemplo, en Rotter, 1966).m4 Maritza Montero
Definicién de necesidades
Chacén, Barrén y Lozano (1989) proponen tes crite-
rios para definir a la necesidad. En primer lugar, el hecho
de que toda necesidad supone un juicio de valor. Es decir,
diferentes grupos sociales, diferentes individuos juzgarén
ciertas situaciones o hechos como carencias 0 excedencias.
Lo que es bueno segiin algunos, puede ser malo segin
otros. Lo que es suficiente en el Tercer Mundo, parece in-
soportable en determinadas categorfas sociales de los pai-
ses industrializados. Esto determina la segunda condicién:
las circunstancias concretas y el contexto de cada grupo
son fundamentales en la definicién de una necesidad. Y en
tercer lugar, hay que tener en cuenta el hecho de que la ne-
cesidad surge del desajuste entre expectativas y condicio-
nes coneretas de vida.
Estos tres criterios sefialan que a partir de la concep-
cién universal que determina que todo ser humano necesi-
ta alcanzar ciertas condiciones de vida (alimentacién
diaria, techo, vestido, recursos para afrontar las condicio-
nes climéticas y otras adversidades de la naturaleza, educa-
Gi6n, atencién sanitaria, amor, seguridad, entre otras), s¢
dan hechos particulares que introducen un cierto relativis-
mo. Pero no.un completo refativismo: la vida humana, la
creaci6n en toda sociedad y cultura de un canon de calidad
y su conservacién, es el aspecto comin a todo grupo hu-
mano. De esas condiciones particulares depende que algo
sea definido como carencia 0 como problema y que de allt
derive la necesidad de encontrar una solucién. Por lo tan
to, las necesidades, ademés de ser juicios de valor acerca de
una situacion que afecta la calidad o la conservacién de la
vida, son también estados motivadores de la accién para sa-
tisfacer la carencia, solucionar el problema, corregir el da-
fio, superar la situacién negativa.
La identificacién y la jerarquizacién de las necesidades... 95
La interaccién entre necesidades bisicas y necesidades tltimas
En el campo de la psicologia es bien conocida la teoria
de Maslow que establece una clasificaci6n jerérquica de las
necesidades, en cuya base coloca las denominadas basicas,
es decir, aquellas de cuya satisfaccién depende la vida hu-
mana. A medida que se asciende, encontramos necesidades
consideradas como de alto nivel o meta-necesidades, las
cuales en lugar de estar determinadas por la carencia m:
terial se definen por la adquisicin de bienes intelectuales
ocspirituales. En su pice est la autorrealizacién, cumbre
de toda meta-motivaci6n. Evidentemente, hay acuerdo ge-
neral en que la satisfaccién de las necesidades basicas es
primaria ya que se relacionan con funciones vitales. Pero es-
te hecho, asf como la jerarquia establecida por Maslow, han
suscitado un distanciamiento entre las necesidades, que en la
prictica se traduce en el fraccionamiento de la comprensién
del proceso al definir tanto las necesidades concretas de las
personas como aquellas consideradas superiores. Y cuando
ocurre esto, se produce una clasificacién de las personas y
grupos segiin la cual el nivel de necesidades que sufren in-
fluye sobre la atribucién de capacidad que les ¢s asignada en
cuanto a necesidades de carécter menos perentorio, pero
igualmente fundamentales, tales como la educacién, la de~
mocracia o la libertad. Es decir, que a mayor nimero de ne-
cesidades primarias insatisfechas, se tiende a considerar que
habré menor capacidad de aspirar a otras superiores.
‘Ambas categorias de necesidades forman parte de la to-
talidad humana y se influyen entre si.(Como dice el refran:
“no sélo de pan vive el hombre”,) Por lo tanto, ninguna
debe olvidarse o relegarse. Considerar sdlo las necesidades
bésicas al trabajar con poblaciones de escasos recursos eco
némicos (pero no tener en cuenta las necesidades sociales,
espirituales o culturales) puede llevar a construir una vi-
sin de ellas basada en la incapacidad de tener otro tipo de
motivaciones més alli de la nutricién minima, la vivienda96 Maritza Montero
minima, el sueldo bisico y la salud suficiente. Y eso for
de la ideologia de subvaloracién tan frecuente en
muchos bienintencionados programas de beneficencia pi-
blica. He ofdo con asombro e indignacién cémo alguien
afirmaba que la dignidad es algo que los pobres no pueden
tener. Miller (2004) relata que una educadora popular, en
un campo de refugiados en Chiapas, consideraba que dar
ciertos conocimientos a comadronas de la etnia maya era
imitil, pues @ priori afirmaba que no estaban alfabetizadas 0
que darian a esa capacitacin un uso inadecuado. Tales
concepciones profundizan Ia brecha entre categorias socia-
les, ademas de ser descalificadoras y humillantes.
‘Una cosa es la satisfaccién y otra el sentimiento de la
necesidad. Muchas veces puede ocurrir que lo primero d
penda de condiciones externas a la persona, pero no lo se-
gundo. La historia de la humanidad abunda en ejemplos en
los cuales una necesidad trascendente o la falta de un bien
abstracto en su definicién, pero ciertamente ligado a Ia vi-
, ha mantenido a personas o grupos en medio de terri-
bles penurias y carencias. La resistencia de los macabeos
en tiempos biblicos y la defensa de Leningrado durante la
Segunda Guerra Mundial, para citar sélo dos ejemplos,
muestran que las necesidades deben ser entendidas como
parte de complejos procesos sociales.
Clasificacion de las necesidades
La distincién que se hace para clasificar las necesidades
segiin su origen perceptivo es titil para comprender este
punto. Bradshaw establecié en 1972 la siguiente taxonomfa
de las necesidades:
* Necesidades normativas 0 inferidas. Serian aquellas
fijadas
preest:
los expertos en funcién de un canon
cido, con el cual se compara la situacién
La identificacién y la jerarquizacion de las necesidades
estudiada. Estas necesidades son formuladas a par-
tir de los avances hechos por la ciencia, de los cé~
nones de higiene o salud piblicas que existan en
una sociedad.
* Necesidades comparadas. Son el resultado de la com-
paracién hecha por expertos a partir de una comuni-
dad 0 poblacién que recibe servicios. “El acto de
comparacién dejard ver si hay ausencia de algin ser-
vicio. Si las comunidades (comparadas} comparten
caracteristicas basicas, pero en una falta un servicio,
entonces se determina la presencia de una necesid
(Solano Pastrana, 1992: 527). Estas necesidades son
una variedad de las necesidades normativas, pues en-
tran dentro del canon establecido por el estado de la
norma en wna situacién dada.
Necesidades expresadas. Son aquellas carencias 0 pro-
blemas que las personas manifiestan, independiente-
mente de que coexistan con otras que el investigador
externo 0 los expertos detecten de acuerdo con sus
patrones. Esta categorfa corresponde a lo que en
América latina se ha llamado necesidades sentidas, es
decir, aquellas que son vividas y cuyo efecto es fuen-
te de emociones negativas y de sentimientos de insa-
tisfaccién. Respecto de ellas Marti Costa (1980: 37)
dice que la necesidad expresada es una necesidad sen-
tida que se vuelve acci6n.
Estas necesidades pueden estar implicitas o ser mani-
fiestas, segin se expresen o no. A su vez, Solano Pastrana
- (1992: 527) sefiala que la necesidad puede expresarse de
cuatro modos diferentes: como deseo, como expectativa,
_como problema y como demanda. Si analizamos estos cua~
_ tro modos, veremos que van del sentimiento (deseo) a la
accién concreta: la demanda, la exigencia. Muchas veces
ese paso est bloqueado por la expectativa de que ocurra
algo que satisfaga el deseo y que atribuye el problema a la98 Maritza Montero
propia incapacidad, sustentada por creencias en soluciones
salvadoras (por ejemplo, vendra un gobernante todopode-
roso que repentinamente solucionaré todos los proble-
mas); por ignorancia sobre modos de accién; por falta de
organizacién comunitaria que distribuya lo que podria ser
una tarea agobiante en muchas pequeiias acciones conver-
gentes para lograr un mismo fin. Por eso la demanda, co-
mo veremos mas adelante, en algunos casos necesita de
situaciones limite que enfrenten a las personas con el pro-
blema y susciten en ellas la apelacién a recursos de accién
muchas veces ignorados.
El paso de la necesidad sentida a la accién no es enton-
ces necesariamente evolutivo, ni hay una relacién directa ¢
inmediata entre necesidad y accion. Puede ocurrir, pero no
creo que ésta sea la norma. Se puede dar la expresion sin la
accién consecuencial. Sin embargo, la accién para satisfa-
cer una necesidad en el nivel comunitario exige siempre la
expresién previa de deseo, de expectativa o de problema,
en relacién con la necesidad. A partir de ella trabajariin las
psic6logas y psicélogos comunitarios. ¥ es mejor aun si esa
expresion es ya una exigencia, pues entonces la participa-
cin comunitaria seré mayor y mAs eficaz. De hecho, mu-
chos psicélogos comunitarios trabajan a partir de la
necesidad sentida y expresada como demanda (Solano Pas-
trana, 1992: 528).
Bases para la idensificacién de necesidades
EI trabajo psicosocial comunitario parte de la explica-
cién y del anilisis de las necesidades sentidas, para lo cual
se apoya en una concepcidn dialégica de la relacién entre
investigador y sujeto de investigacién. Y tal relacién puede
darse porque ese sujeto de investigacién no es considerado
desde una perspectiva tradicional, slo como fuente de da-
tos, sino como un sujeto activo, participante comprometi-
La identificacién y la jerarquizacién de las necesidades... 99
do cn la investigacién: interviene en el procedimiento,
produce sus objetivos, ejecuta sus acciones y es por lo tan-
to un productor de conocimiento.
Esa concepci6n dialégica supone asimismo una relacién
dinémica en la cual el proceso de identificacién de necesi-
dades no es un momento aislado, sino que esté en movi-
miento. No produce una medicién con resultados fijos,
una determinacién cristalizadora de un conjunto de condi-
ciones, sino que supone un proceso en el cual se transfor~
man continuamente los esquemas producidos en el grupo
para explicitar sus sentimientos, a la vez que esos mismos
eee cambian en fancién del andlisis que el grupo
realiza.
Y ese proceso de anilisis responde a la concepeién frei-
riana de la problematizacién de la realidad y de las situa-
ciones limite que ella presenta, es decir, aquellas en las
cuales el grado de carencia es ge tal magnitud que el gru-
po deja de aceptarlo como natural 0 soportable. No se tra-
ta sdlo de definir necesidades, sino de conocer sus
origenes, sus soluciones y también la vialidad, la dificultad
que representan en la situacién en la que se vive, en la so-
ciedad concreta en la que se habita, de tal manera que esas,
situaciones dejen de ser naturales. Se busca, en fin, gene-
rar una conciencia respecto de la necesidad, ya que ésta s6-
lo puede sentir, y es la conciencia la que permite ver.
La contradiccién entre necesidades sentidas
ynecesidades normativas. La intervencién ideolégica