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La SEXTA EXTINCION Una historia nada natural Elizabeth Kolbert cRITICA ime esi: co 2018 te Keer Nore urpsuelo ar doe seinen a i ial m ieinesenigis em opa igs ta sete or, ncn pneip tara men inl perm p et ‘Bait Koen, 2014 ‘© gettin is Ri, 2015 (© Beil Pane S.A 2015 ‘Dag 6604 Haren apt) ‘Cc enon slo antl Eri Pet, SA telat sax: oreton02-79.5 aecnposcin Vicor pal Cate7sNo 7, Bop. Isay 1: 97s8-440.9 TREN io asbo-43 -Prinr ei (Clon: mayo de 2015 Imre seein Con Adin de gee S.A ‘apna Prod Colaba ‘Sita rayctoria humana encirra ain pelo, no tam en ka "wpersvencia de muestra propa especte camo en dar cumpli- ‘mito al iron lima dela evoucin oginica: que en mo- ‘monte de alcarcar la comprension desimisma a raves dela men- te fumana [a vida haya condenado sus més bela ereacones. .0.Wusox ‘Siglo de siglosy slo en el presemeocurren los hecho. onc Luis Bonces Lao) eae Los molares del mastodonte Mammut americanum a.extincidn tal vez sea la primera idea cientifica ala que se enfen- an los nifios en nuestros dias. Los nflos de un aflo, que & duras ‘ends caminan, ya juegan con dinosaurios,y los de dos aos entien- ea, aunque s6lo sea de una forma vaga, que aqullas poquois erat ‘de plisticorepresentan animales de gran tamafo. Si son ripidos de entendederas (, altemativamente, si tadan en aprender a hacer sus 9385) ios que todavia levan pafales pueden explicarte que en otro tiempo hubo muchos tipos de dinosaurio pero que todos desapareci ron hace muchos aos. (Mis popioshijs, cuando empezaban acai ‘ar, solian pasar muchts horas con un juego de dinsaurios que podian ‘olocar sobre una esterila de plistco que representaba un bosque del Jutésico 0 l Creticico, En la escena habia un voleén que expulsaba, lavayy que ise presionaba,emitia un estruendo deliciosamente terro- tific) Todo eso nos dice que hoy en dia la extincién nos parece una ‘dea obvia. Pero no loes. ‘Aristteles esribié una Historia de los animales en diez vohime- ‘es sin considerar en ningin momento la posibilidad de que los ani- ‘males realmente tuviesen una historia. La Historia natal de Plinio, incluye deseripciones de animales reales y de ottosfabulosos, pero no hay descripciones de animales que se hayanextinguido, La idea no se bri paso tampoco durante la Edad Media o durante el Renacimien- ‘0, cuando la palabra «fsb» se usaba para referise a cualquier cosa que se sacar del suelo (de abi el término «combustibles fsiles). 4M La Seta Extinciin Los molres de! mastodonte 38. Durante la Iastracién, la idea dominante era que ta especie const tua un eslabén de una enorme e erompible «cadena del se». En labras de Alexander Pope en Ensayo sobre el hombre: hobian quedado desacreditadas. Sin embargo, los descubrimientos _infs recientes han tendido a apoyaraquellas de sus teorias que més se hubian denigrado, y la vision de Cuvier de la historia de a Tierra, ncialmente trigice, hoy nos parece profétca “Td forma parte de un todo estupendo, ie bppraahiatocels ayo cuerpo esl naturaleza, y Dios el alma, ‘No esti claro cuindo fue la primera vez que los europeos encontraron [nuesos del mastodonte americano, En 1705 llegé a Londres un mo- lar aislado descubierto en un campo del norte del estado de Nueva ‘York ecibié cl sobrenombre de dente de un gigante>. En 1739 se escubrieron los primeros huesos de mastodonte que fueron somet os alo que hoy, de manera anacrinica, podriamoscalificar de estu- io cientifico, Aquel aio, Charles le Mayne, el segundo barén de ‘Longueuil, baja por et rio Ohio con una tropa de cuatrocientos, al- _gunos franceses como él mismo, la mayoria algonquines oiroqueses. El visi era arduo y ls provisiones escass. Segin recoedara un sol- dado francés, en uno de os trayectos as topas se vieron obligadas a sustentarse con bellotas. En cierto momento, posiblemente durante el ‘foo, Longueuil y su tropas sentaron campo en la ribera oriental del Ohio, no Ieos de To que hoy es Ia ciudad de Cincinnati. Varios de los natives americanos slieronacazar. ls pocos kilometrs legaron a ts zona pantanosa que desprendia un olor sulfuroso. Hacia el panta- no legaban rstrs de bifalos desde todas las drccciones,y cientos 4e grandes huesos, al vez miles, emergian del cieno cual restos dela arboladura de un barco naufragado. Los hombres regresaron al cam- ‘pamento con un femur de un metro de largo, un inmenso colmillo y varios dientes enormes. Los dientes tnian rafces del tamafo de una ‘ano humana, y cada uno pesaba mis de cuatt kilos. ‘Longueuil qued6 tan intigado por los huesos que cuando levants 1 eampamento ordené a sus tropas que los levasen consigo. Cargan- do con aquellos enormes molares, el zur yelcolmillo, ls hombres siguieron avanzando por aquellas tiers salvaes. Por fin Hegaron al fio Misisipf, donde se unieron a un segundo contingente de tropas fianceses. Durante os meses que siguieton, muchos de los hombres {de Longueuil murieron por enfermedades, y la eampafla ala que a- bian ido a luchar, contra los chickasaw, aca en humillacion yderro- ‘Cuando Carlos Linneo introdyjo su sistema de nomenclatura bin ‘mia, no establecié ninguna distinciOn entre fo vivo y lo muerto pe ‘que, a su modo de ver, no era nocesario. La déima edicién de s ‘Systema Naturae, publicada en 1758, contiene sesentay tres especies de escarabajos peloteros, treintay cuatro de conos (moluse0s), yd ‘iss de peces planos. Sin embargo, en Systema Naturae slo hay u tipo de animales: los que existen. ‘de ver las cosas persistié a pesar de un considera ‘ios que sugerian lo contrario. En Londres, Paris Berlin, oe gabinetes de curiosidades estaban repletos de estos de ex traos organismos que nadie habia visto munca: restos de animale {que hoy identiticamos como trilobites, belemnites y amonites. Al ‘os de estos itimos eran tan grandes que sus conchas fosilizadas Aacereaban al tamafo de los vagones de ferrocartil. Cada vez con n Yyor frecuencia, durante el siglo xVil fueron legando a Europa des ‘Siberia huesos de mamut, pero también éstos se metiron eel sist ‘ma con ealzador: puesto que claramenteno habia elefantes en Rusi ‘se decid que aquellos debian de pertenecer a bestas que el Dili Universal del Génesis habia arrastrado hasta el norte. El concepto dela extinein surgis,y seguramente no por casual dad, en la Francia revolucionara, Y lo hizo en parte gracss aun ani tal, el ue hoy conocentos come mastodonte americano, 0 Mam ‘americanum, ¥ gracias a un hombre, el naturlista Jean-Léopold Nicolas-Frédérie Cuvier, conocido en honor a un hermano m simplemente como Georges. Cuvier es un persongje equivoco en I historia dela ciencia, Fue mucho més avanzado que sus coetineos algunos aspectos, pro los mantuvo retrasados en otros; podia ser eat tivador pero también despiadado; fue un visionario pero al mis ‘tempo un eaccionario, A mediados del siglo xix muchas de sus ide 36 La Serta Extincin Los molares del mastodone 37 onsale parc insta props or explicscin, primera se acercaba a la realidad, " tm EI presto elefnte american suis, or un animal tta- Fes ntcvo «que los anstmsiasdesconole, Desi ques = {bude un cairo, dea ss tenes molars, pod aa besta imeognitin aia. El mis desacado natwaista fants, Geoge-Louis Leclee, Conte de Bufo, fais un mievo clement al dette, Argament hslos eos en custin no coresponian suo nia dos sino tes foitales sits: left um hippo y ua tert expec {ovis dsconocida Con gran uti, Buon adn” que exa fitma espce, mayor de todas elas, pareia haber desaparecido, {Ypriposo que cal inico anima ees gut lo habia echo nunca En 76, Thomas Jefe, se oslo por a contovesa, En sas Notas sobre el extado de Vigna, exits sto dep de dat Aer goberador de aque estado, fefenon cabo ws propia version ttl incrgntn. Coma Buffon, sotni que el aia ea yor de {ods as bests, ade cinco a sis veces el volmen cibico del lefan- to, (Eso refit ator, popular efones en Europa, de que los finales dl Nuovo Mando cans pequts ym degenrsdosn Gp os dl Viejo Mundo) lefeson se masta ambien de acterdo on Hunter en que probablemente ae alse de camivoro. Pero todavia debi do estar vivo en alin liar, Sno se podin econ en iii, dca de andar por aie pates del continents que sper Sistem cn su estado aborigen,fdavi sin explora sin perturba» Ciando, ya send president, emis» Meriweter Lows Wiliam Ck al nore, Jefferson abegaba la esperanza de que pudieran secant algnos cota vivonpascand prs bosques Tales la economi dela atralrs —caeibis— qu nos pod tala caso alguno en qu pemitiere que alguna de ss raza de ni alesse exinguien: de gue frase ens gran obra un ela tan i ques aya roto» ta. Pese a ello, Longueuil mantuvo los extrafios huesos a buen re do. Se drigié.a Nueva Orleans y desde ali envi6a Francia el colmil los dientes ye fémur gigante. Fueron un presente para Luis XY, qu los instalé en su museo, el Gabinete del Rey. Déeadas mis tarde, ‘apes del valle del rio Ohio segufan estando précticamente vaci salvo por el Endroit oi:on a trouvé des as dEléphant, el elugar donk ‘se hallaron los huesos de elefanten. (En I actualidad «lugar donde hallaron los huesos de elefante» es un parque natural estatal de tueky conocido como Big Bone Lick.) ‘Los huesos de Longueuil desconcertaron a todos os que los ‘minaron. El fémur y el colmillo tenian todo el aspecto de haber pe tenecido a un elefante 0, lo que para la taxonomia de entonces ‘asi Jo mismo, un mamut. Pero los dientes del animal eran un eni ‘ma, Seresistan a cualquier categorizacin. Los dientes de los elf tes (y tambin de los mamuts) tienen la corona plana con finas crest ‘que discurren de un lado al otto, de manera que la superice de ticacion recuerda la suela de una zapatilla de correr. En cambio, dlientes de mastodonte forman cispides. De hecho, parccen pertenecido a un humano gigantesco. Fl primer natualsta que cestudié, Jeantienne Guettard, rehusé incluso conjeturar sobre procedencia ‘« De qué animal proceden?»? se preguntaba quejumbrosamet ‘en un aticulo leido en 1752 ante la Real Academia de las Cienis francesa. En 1762, ol conservador del Gabinete del Rey, Louis-Jean-) Dauienton, intenté resolver el enigma de aquellos cuiosos dient declarando que wel desconocido animal de Ohio» no era siquers animal, sino dos. El colmillo y el fémur eran de elefant, pero molazes procedian de otro animal completamente distinto.¥ deci {que ese otro animal probablemente era un hipopétamo. Ms o menos por la misma época llegé a Europa un segundo em dehuesos de mastodont, esta vera Londres. Estos restos, también Big Bone Lick, mostraban la misma y deseoncertante pauta: los h 808 y colmills eran parecidos alos del elefante, peto los molar estabun coronados de protuberancias. A William Hunter, el personal dela rina, ls explicacin que daba Daubenton de a dis Cuvier llega Paris a principios de 1795, medio siglo después de que se encontraban ya en la ciudad fs restos del valle del rio Ohio. Con- 38 La Seua Euincion ‘Los molares de! mastodonte 39 taba entonces veinticinvo aos, y tenia los ojos grsesy bien sep ‘dos, la nari2 rominente y un temperamento que un amigo comp: ria con el exterior de la Tierra: habitualment fro, pero eapaz d violentos tembores y eupciones. Cuvier habia nacido en una pequ fia ciudad dele frontera con Suiza y tenia pocos eontactos en la cap tal, Noobstante, habla conseguido hacerse alli con una posicién p tigiosa, gracias en pare al final del ancien régime y en parte a sublime estima en que se tena asi mismo. Un colega mayor que ira més tarde” que habia aparecido en Paris «como una seta. Bl trabajo de Cuvier en el Museo de Historia Natural de Paris, suecsor demoeritico del Gabinete del Rey, ea, oficialmente el dee ‘ar, Sin embargo, en su tiempo libre se sumergio en la coleccind ‘museo, Dedied largas horas a estudiar los huesos que Longueuil hab ‘enviado a Lis XV, comparindolos con fos de otos espevimenes. H 44 de abril de 1796 (0, de acuerdo con el calendari revolucionaro uso, el 15 de germinal dl ato IV), presenté los resultados de su in vestigacién en una conferencia pablica ‘Cuvier comenz6 hablando de los elefantes. Los europeos sal desde hacia macho tiempo que habia elefanes en Africa, que se con sideraban peligroso,y elefants qu residian en Asia, que se consid aban més déciles. Con todo, los elefantes eran visto como eefantes ‘gual que los perros como perres, unos mis mansos y otros mis fer ces, A partir desu exament de los ests de elefante del museo, ent ellos un exineo especialmente bien conservado de Ceilin y otro Cabo de Buena Esperanza, Cuvier habia reconocido(correctament [por supuesto) que los dos pertenecian a especies dstntas. ‘ks evidente que el elefante de Ceilin dfiere mis del de Attic {que el caballo del asnoo la cabra de la ovejan, declar6. Entre las has caractristicas dstntivas de los animales estin sus dientes. clefante de Ceili tenia molaes con estas onduladas en su super ‘ie «como si estuvieraadommado con eintas», mientras que lo di ‘del elefante del Cabo de Buena Esperanza tenan crests dspuestas forma de rombos. El examen de animales vivos no habria revelad ‘esta diferencia, pues ;quien cometera a imprudencia de mirar en interior de la boca de un elefante? «Solamente ala anatomia? debe I zoologia este interesante descubrimienton,declaé Cuvier. "Tres conseguir, por asi decitlo, escindr el elefante en dos, Cuvier gud con su dseccién, Acerea dela teoriageneralmenteaeeptada Tos huesos gigantes de Rusia, Cuvier llega la conclusion, «tras en Claramente pertenecian a otra especie. En cuando alos dientes Gelanimal del rio Ohio, una simple mirada wbastaba para ver que di= feria incluso més», iQ ba pasado con estos dos enormes animales de los que ya no se encuentra rasto alguno de ejemplares vivos?», se pregunté. La ia, ta como la formulaba Cuvier, se respondia a si misma. Eran erdues, especies perdidas. Cuvier acababa de doblar el n- eto de vertebrados extinguidos de (posiblemente) uno a dos. Y no habia echo mas que empezar ‘Unos pocos meses antes, Cuvier habia recbido unos bosquejos de tun esqueleto que se habia descubierto en las rberas del rio Lujin, al beste de Buenos Aires. El esqueleto, de 3,6 metros de largo por casi 2ue alto, habia sido enviado a Madrid donde lo haban montado con ‘nia laboriosidad. A partir de los dibujs, Cuvier habia identifieado ‘aquién pertenecian (una ver mas, correctamente): una suerte de pere- ‘oso de tamafo descomunal. Le dio el nombre de Megatherium, que significa wbestiagigantey, Aunque munca habia estado en Argentina, 9, do hecho, en ningin lugar mis allé de Alemania, Cuvier estaba “convencido de que el Megatherium ya no podia verse desplazindose _Pesudamente por los fos de Sudamérica, También esta especie habia Aesaparecido. Lo mismo podia decirse dl lamado animal de Maas- ‘riht, cuyos restos (una enorme mandibula afilada tachonada de dien- parecidos alos del tiburén) se habian encontrado en una cantera ‘holandesa. (Con la reciente ocupacién de los Paises Bajos en 1795, ‘as fanceses se habian apropiado del fil de Maastricht.) 'Y si habia cuatro especies extinguidas, delard Cuvier, debfa de “aber mis. Era una propuestaarriesgada ala luz de la evidencia que ‘nia, A partir de unos pocos hvesos espacides, Cuvier habia concebi- ‘dotoda una nueva manera de vr la vida. Las especies tambin se mo- an, No se trataba de un hecho aslado, sino de un fenémeno extend. ‘Todos estos hechos, cokerentes entre si y que no se oponen a 4 La Seta Extincion Los molares de mastodonte 41 ningén informe, creo yo que demuestran la existencia de un mundg anterior al nuestro», concluyé Cuvier. «Pero ,edmo era esa Tiera pr mitiva? ,Y qué revolucion pudo acabar con ella? "subimos las escaleras hasta un anejo nid a la parte de ates de jasala de palcontologia, como s fuera un furgén de col, Tassyabrié la que daba acceso a una pequefiahabitacin abarrotada de arm de metal. En el interior de la sal, justo al lado de la puerta, habia de una sombrilla, pero peludo. Aquello, segin me ‘explicéTassy, era la pata de un mamut lanudo que se habia hallado, Jada y deshidratada, en una isla al norte de Siberia, Cuando la niné mis de ceca, pude observar que la piel de la pata habia sido ‘osida como un mocasin El pelo era muy oscuro e incluso después mis de 10,000 alos paecia conservarse perfectamente “Tassy abri6 uno de los armarios de metal y colocé su contenido ‘una mesa de madera. Fran los dientes que con tantas penurias i habia transportado rio abajo por el Ohio. Eran enormes, ‘Menos de protuberancias y estaban ennegrecidos. ust es el Mona Lisa de la paleontologia», dijo Tassy mientras ‘eal al més grande del grupo. «El principio de todo. Es increible porque el propio Cuvier hizo el dibujo de este diets, Asi que se lo ‘mind con mucho detenimiento.» Tassy me hizo ver los nimeros de citilogo originale, que habian sido pitados en los dientes en el si- flo Xvi y ahora estaban tan gastados que apenss podian leerse Cogi con ambas manos el mas grande de los dientes. Era sin duda ‘un objeto singular. Media unos veinte centimetros de largo por diez de ancho, e!tamao de un lari, y era casi igual de pesado, Las cspi- | desen cuatro grupos, eran puntiagudas,y el esmalte permanecia cai intato. Las raices, gruesas como cuerdas, frmaban una masa sida decolorcaoba, Desde uns perspectiva evolutiva, en los molares de un mastodonte ‘no ay en realidad nada de extrao. Los dienes del mastodonte, como lamayoria de los diontes de los mamifers, estén compuestos por un ‘leo de dentinarodeado de una capa mis dura, pero también mis por separado en cinco oeasiones. En dos ocasiones, eso seria sorpens}quebradiza, de esmate, Hace unos 30 millones de aos, el lnaje de dente. jPero cinco y deforma independiente! Los fosiles nos obligan)_ os proboscis que daria paso alos mastodontes se separ del linaje ‘8 aceplar que fue as.» Hasta el momento, dijo Tassy, se han idenifie} que conduciia Tos mamuis y los elefates. La evolucign de estos «ado unas 170 especies de proboscdios, algunas de las cules se ree} tikimos ls levaria con el tiempo a producie sus dientes mis sofsti- ‘montan a hace $$ millones de aos, «y estoy seguro de que la list) eados, formados por placas recubiertas de esmalte y unidas en una esti lejos de ser completa, forma un tanto parecida ala de una hogaza de pan, Esta disposicién Desde ls tiempos de Cuvier, el Museo de Historia Natural se ha verido en una gran isttuei con centros por toda la geografia esa. Sin embargo, sus edificios principales todavia ocupan el lug 4e los antiguosjardnes reales en el quinto arrondissement. Cuvier se Timit6 a trabajar en el museo; durante la mayor parte de st adulta también vivié ene! mismo recinta, en una gran casa de est ue desde entonces se ha coavertido en espacio de oficinas. Hoy, Jado de fa casa hay un restaurante y junto él una casa de feras en ‘que, el dia de mi visita, unos ualabies se calentaban al sol tum ‘en la hierba. Al otro lado de los jardines hay un gran eificio que aco ze la coleccién de paleontologia del museo. ‘Pascal Tassy e$ un director del museo especializado en proboscig dios, el grupo que incluye los elefants ysus parients extntos, com és mani, Jor uastodoatcsy lon gonfthiridos, por char anos © tos. Me acerqué a verlo con la promesa de que me ensefaria los mi ‘misimos huesos que Cuvier habia examinado. Enconté a Tasty en ‘mal iluminada oficina, en el sdtano que hay debajo de la sala de p leontologia,sentado en medio de un montsn de erineos digno de un ‘morgue. Las pareds de la oficna estaban decoradas con las tapas d ntiguos libros de Tintin. Tassy me explicé que habia decidido paleontlogo& los siete alos, después de leer una aventura de Tintin enna excavacion. CCharlamos un rato sobre los proboscidios. «Son un grupo faci nantey, me dij. «Por ejemplo, la trompa, ue es una modificacién d la anatomis de la regidn facial realmente extraodinara, evoluco 42 La Sexta Extincion ‘Los molares del mastodonte 43 ao de laves, que usd para abrie varios de los cajones que hi ‘ajo las vitrinas de exposicion. Me mostrd un diente de mamut que - Cuvier habia examinado y fragmentos de varias especies también ex- {inguidas que Cuvier habia sido el primero en identifcar como tales “Fintonces me lev aver el animal de Maastricht, que an hoy es uno eos osiles mas famosos del mundo. (Aunque los Paises Bajos han soliitado en varias ocasiones que se Io devuelvan, los franceses 10 “gatenen desde hace mis de doscientosafos.) Enel siglo xvi, unos treian que el foil de Maastricht perteecia aun extraflo cocodrilo y (fos que se tretaba de una ballena con dientes prominentes, Cuvier, sinembargo,acab6identificindolo, una vez mis correctamente, como -tlrinco de un reptil marino. (Mis tarde recibitia el nombre de mo- sasauro.) Hiacia Ia hora de comer, scompané a Tassy de vuelia a su despa- ho, Luogo pascé por los jardines de camino al restaurante que hay juno a la antigua casa de Cuvier. Como me parecis que era lo que tocabs, pedi el Menu Cuvier: un plato principal a elegit y un poste ‘Mientras me deletaba con el poste (una deliciosa tart de etema), ‘omencé a sentirme incdmodamente saciada. Recordé entonces una Geseripcién do la anatomia dol anatomista. Durante la Revolucién, (Cuvier era delgado. En los afios que vivié en la finca del museo, se fiehaciendo mis grueso y corpulento hasta que, hacia el final de su Vid, era una persona obesa eg de rs demas pub por Cat cepts dum desi resulta ser mucho més dura lo que permits los mamuts (yan ‘los elefantes)consumir una dicta altamenteabrasiva. Los mastodo tes, en cambio, mantuvieon sus molares relativamente primi ‘gual que los bumanos) ysiguieron masticando como siempre. Nat ‘almente, como Tassy me hizo notar, la perspectiva evolutiva es cisamente lo que Cuvier no tena, lo que en cierto modo hace que Togros sean todavia més impresionantes. “dCometiéerrores, qué cida cabe», dijo Tassy. «Pero sus trabal téenios, en su mayor parte son espléndidos. Fue un anatomista rea mente fantéstico.» [Examinamos los dientes un rato mis y luego Tassy me acomps riba, a sala de paleontologie. Justo detris dela entrada, mont sobre un pedestal, se exhibia el fémur gigante que Longueuil hab ‘enviado a Pars, Era tan ancho como un poste. Unos escolares franc ses pasaron corriendo y grtando con excitaciin. Tassy sostenia (Con su conferencia sobre alas especies deelefantes, vivas yfésiles», | Cuvier habia conseguidoestableer la extinciéa como un hecho. Pero Su afirmacién mis extravagante, que habia existido todo un mundo perdido, lleno de especies desaparecida, se quedé silo en es0. Si fealmente hubieraexistdo un mundo como 63, deberia ser posible encontrar restos de otros animales extinos. Asi que Cuvier se dispuso encontratos. Por fortuna, cl Paris de la década de 1790 era un buen lugar para ser paleontlogo. Las colinas del norte de la ciudad estaban repletas de canteras para producir eso, el principal ingrediente de los estucos Yenlucidos de Paris. (La capital erecié de forma tan desordenaéa por 4 La Sota Extincion encima de tantas mings queen tiempos de Cuvier los desplomes et ‘un riesgo constante.) No era rare que los mineros encontrasen hues extras, muy apreciados por los coleecionists, aunque no supicrag realmente qué estaban colecciorando. Con la ayuda de uno de aque Ios entusiasts, Cuvier no tard6 en juntar las piezas de otto animal extinto, al que llamé animal moyen de Montmartre, el animal de tamaflo medio de Montmartre, ‘Almismo tiempo, Cuvier no djaba de solicitar especimenes a otros naturalistas de diferentes partes de Europa, Dada la reputaciin que se hhabjan ganado los franeses de apropiarse de objetos de valor, pocos Tueron los eoleccionstas que le enviaron ls files originales. Pero ccomenzaron legarle dibujos detallados, entre otros lugares, de Ham bburgo, Stuttgart, Leiden y Bolonia. «Debo decir que he sido ayudado! con el mis ardiente entusiasmo .. por todos los fanceses y extranj= 0s que cultivan o aman las ciencias»,eseibié Cuvier, agradecido, En 1800, es decir, cuatro alos después del artieulo sobre el elefan- t0, el 200 de files de Cuvier habia erocido hasta incluie veinteés especies que consderaba extnts. Ene ellas se hallaba un hipopéta- ‘mo pigmico cuyos resto habia descubierto en un almacén de! musco, de Paris, un alee de enorme comamenta cuyos huesos se encontraron, en Irlanda y un gran os0, que hoy conoeemos como oso de las aver nas, procedente de Alemania. Para entonces el animal de Montmartre se habia diviido, 0 multipicado, en seis especies distinta. (Fs poco, Toque sabemos incluso hoy en di sobre estas especies, salvo que era "ungulados y vivieron hace unos treinta millones de afios.) «Si se han, podidorecuperartantas especies perdidasen tan poco tiempo, ,euin= {fas mis podemos suponer que habré todavia profundamente enter das, se preguataba Cuvier. Gracias a sus dotes para el especticulo, mucho antes de que el mu- ‘60 conratara profesionales dels relaiones piblcas, Cuvier ya sabia, ‘cémo captar la atencién, («Hoy podria haber sido una estella de la television», me dijo Tassy.) En cierto momento, las minas de yeso pa risinas entegaron un fsil de un animal del tmafio de un conejo con, lun cuerpo estrecho y una cabeza més bien cuadrada, Basindose en la {forma de sus dientes, Cuvier leg ala conelusién de que el sil perc nocia un marsupial, Era una afimmacion muy osada, pus nose cono- Los molars delmastodonte 45 ca ningin marsupial del Viejo Mundo. Para aumentar el tono testa, Cuvier anuneié que sometera su ideniicacién a una prueba piblica ‘Los marsupiles tienen un distintivo par de huesos, hoy conocidos como «huesos epipibicos», que se extienden desde la pelvis. Aunque ‘estos huesos no eran vsibles en el fsi tal como se le present, Cuvier preijo que si se rascaba un poco aparecerian los huesos en cuestén. Invts entonces a la lite cientitica de Pais para que se reunieran y bservaran c6mo rascaba el fsilcon la ayuda de una fina agua, er ‘ola, apareceron los huesos, (En la sala de paleontologia de Paris se exhbe un mold del fsil de marsupial; cl original se considera dema- Sado valioso para mostarlo y se guarda en una cémara especial.) Cuvier dio una muestra ms de su arte teat paleontolgio du- ‘ante un viaje alos Pases Bajos. En un museo de Haarlem, examind tun espécimen que consist en un gran crneo con forma de medi un unido aun fragmento dela columna vertebral. Aquel fil, de alrede- dor de un metro de longitu, se habia descubierto casi un siglo antes y se habia ideniicado (curiosamente, dada la forma dela cabeza) como tu humano. (Inluso se le habia asignado un nombre cientific: Homo dh tests, el wborbre que fue testi del diluio universal) Para refutar esta identifcacin, Cuvier primero se agenci6 un exqueleto de salamandra. Luego, con la aprobacién del director del museo de Haar- Jem, comenzé pica a roca alrededor de la columna del hombre del . Cuvier duds en especular sobre la naturaleza precisa de aquela cals ‘midad («No debe concerimos el vasto campo de conjeturas que Se 54 LaSexta Exincion ‘Los molares del mastodone 55 bre con esta cucstiones, dij), pero al parecer por aquel entonce cereia que habria bastado con un solo desaste Mas tarde, al erever su lista de especies extntas, modifies su sicidn, Decidi entonces que se habian producido varios cataclismes. ‘La Vida en la Tierra se ha visto perturbada con frecuencia por acon tecimientos terbles», eseribié. «lnnumerables organismos vivos perecieron victimas de estas catistrofes.» Al igual ue sus ideas sobre el ransformisno, la ereenea de Cuvi ‘en los cataclismos encajaba en sus convicciones sobre la anatomia, incluso podria decirse que se seguia de tas. Como los animales era unidades funcionales, idealmente ajustados asus crcunstancias, noha ‘ia ninguna razén por la cua, en el euso normal de os acontecimien- tos, debieran extinguirse.Nisiquera ls mas devastadores eventos co- nocidos en el mundo contemporineo, como las erupeiones volednicas (los incendios foestales, bataban para explicar la extincién; enfren- tados tales cambios, ls organismos sencillament se desplazaban” sobrevivian. Por consiguiente, los cambios que habian eausado extn- que habla matado al mamuty al Megatherium, En real dad, el mastodonte se desvanccié hace unos 13.000 aflos. Su eclips formé parte de una oleada de desapariciones que hoy conocem como extincin dela megafauna, Esta oleada coincidi con la expan sin de los humanos modemos, Ia cual se interpreta cada vez ‘como su causa. En este sentido, i crisis que Cuvier habia disceri Justo en los limites de nuestra historia fuimos nosetros mismos. Zitat El pingiiino original Pinguinus impennis | término «eatastrofistay fue acunado en 1832 por William /Whewell, uno de Ios primeros presidente dela Sociedad Gool6= fica de Londres, quien también legal inglés «inodo», wcitodo», sion» weientiico». Aunque con el tempo el témino adquirra con. potaciones peyorativas que se le pegarian como la brea, no era esa la intencién de Whewell. Cuando propuso el término," dei6 muy claro gue él mismo se consderaba vcatastofstay, y que la mayoria de los cientficos que conocia también lo eran. De hecho, s6lo conocia una Persona que no se ajustaba al eiqueta, y esa persona era el joven y prometedor ge6logo Charles Lyel. Para deseribirlo,a Whewell se le ‘eurié otro neologismo. Lo lam euniformistay. Lyell se habia criado* en el sur de Inglaterra, en un mundo que resulara familia alos seguidores de Jane Austen. Luego estudié on Oxford, donde se formé en derecho. Sus problemas con la vista le Aiicultaban el ejecicio dels eyes, yen su lugar se dedicd a las cien- as naturales. De joven, Lyell realizé varios viajes al contineate y enlabl6 amistad con Cuvier, en cuya casa cenaba con cera frecuen- cia. El viejo le paecié «muy atento»? (Cuvier le permit hacer mol- Aes de varios fSsiles famosos para levarselos a Inglaterra), pero la isin que Cuvier tenia de la historia de la Tierra a Lyell le parecfa ‘poco o nada convincente ‘Cuando Lyell observaba (cabe admitir que con certamiopia) los alloramientos rocosos de I campiia ingles, os estratos de la cuenca 292 La Sex Extincién Notas 203 9 John Alroy, comunicacin perso, 9 de junio de 2013. 10, Joseph R. Mendelon, «Shifted Bascines, Forensic Taxonomy, [Rabb's Fringeslimbed Treefiog: The Changing Role of Biologists in an cfAnphiiasDecnsandEtnetons, HepetoieaRevew 42201) pp. 2t2s, 1H, Malcolm L. McCallum, «Amphibian Decline or Extinction? C sent Declines Dwarf Background Extintion Rates», Journal of Herpetl ‘241 2007), pp. 483-491 12. Michael Hoftinann et a, The Impact of Conservation on the tus ofthe Wer’ Vertebrates, Sclence, 330 2010), pp. 1503-1509, Ve tambign Spineless-Stans and Trond ofthe World bvertebraes, i me de la Sociedad Zooldgia de Londres publica el 31 de gosto de 2013, 12 Bi p.56 1. Rudhck, Bursting the Limits of Tne, p. 501 14 Charles Coleman Sellers, Mr Pooles Museum: Charles Wilson Peale and the Fist Popular Mascum of Natural Scence and Art, Noon, ‘Nueva York, 1980, p. 142, 1S. Charles Willson Peal, The Sleced Papers of Charles Willson Peale and His Family editado pec Lilian B. Miler, Sidney Harty David C. ‘Ward, vol. 2, pt. 1, Yale University Press, New Haven, 1988, p08, 16, Ibid, vol 2, pt.2,p. 1189 17, Bud, vol. 2; p.2;p. 1201 18. Gitadoen Toby A. Appel, The Cier Goffey Debate: Fronch Biology Inthe Decades before Darvin, Onford Univers Press, Oxford 1987, p. 192 19, Citad en Martin JS. Rudwick, Morld Before Adam: The Recon traction of Geohistory i the Age of Reform, Univesity of Chicago Pres, Chicago, 2008.32 120. Cuvier y Rudwick, Fos! Bones, 217. 21. Gitado en Richard Wellington Burthard, The Spirit of System: La imarck and Evolutionary Biology, Harvard. University Press, Cambridge, MA, 1977, p. 199, 22. Cuvier y Rudwick, Fosil Bones, p.229. 23. Rudi, Bursting she Limi of Time, p. 389 24. Cuvier y Rudwick, Fossil Bones, 228 25. Georges Cuvier, leg of Lamarck», Edinburgh New Phlosoph- a Journal, 20 (1836) pp. 1-22. 26 Cuvier y Rudwic, Fost! Bones, . 190 21. hid, 261 CCariruLo 2. Los MoLARss Det. MastononTE 1. Paul Semonin, Americar Monster: How the Nation’ First Preise ric Creature Became a Symbol of National Identity, New York Univers Press, Nueva York, 2000, . 15. 2. Frank H, Severance, An Old front of France: The Niagara Region and Adjacent Lakes under French Control, Dod, Nueva York, 1917, 3. Citado en Claudine Cohen, The Fate of the Mammoth: Foil Noth and History University of Chicago Press, Chicago, 202, p90. “4 Cito en Seronin, American Monster pp. 147-148, '. Cohen, The Fate of the Mammoth, p93. 6. Cito en Dorinda Outram, Georges Cuvier: Vocation, Science Authority im Post-Revolonary France, Manchester University Pes Manchester, 1984p. 13. 7, Citado en Martin 1S. Rudwick, Bursting the Limi of Tine Reconstruction of Geohistory inthe Age of Revolution, University of Cheat 0 Press, Chicago, 2005, p35, 8. Rudiwick, Bursting she Limits of Time, 9,36, 8. Georges Cuviey Martin JS. Rudwick, Georges Cir, Fossil Box ines, and Geological Catastrophes: New Translations and Inerpetations ‘he Primary Teste, Univesity of Chicago Press, Chicago, 1997, p. 1. 10. Citado en Stephen Jay Gould, Te Pandas Thumb: More Reflec= ‘ions in Natural History, Norton, Nueva York, 1980, . 146 (hay tad. cas Elpulgar det panda, Ceca, Barston, 1994). 1, Cuvier y Rudwick, Fost! Bones, p49. CariruLo 3, Bx PINaUINo ORIGINAL 1. Rudwick, World Before Adam, 9.388 2. Leonard G. Wilson, «Lyell: The Man and is Time, en Deck J. ‘Blundell y Andrew C. Scot (eds) Lye: The Past Is the Key 0 the Present, Geological Society, Bath, 1998, p21 3. Charles Lyell, Lif, Letors and Journal of Sir Charles Lyell, ed ign de Mis. yell, vol, John Muray, Londres, 1881, 289. 4 Chaves Lyell. Prneipls of Geology, vol. 1, University of Chicago Press, Chicago, 190, p. 123, Ibid vo. p 153. indice Prologo. 1. La Sexta Extincion . 2. Los molares del mastodonte 3. Elpingoino original 4. La suerte de los amonites 5. Bienvenidos al Antropoceno, 6. Elmar que nos rode. 7, Gotas de écido......- 8. El bosque y los drbotes 9, Islas en tera seca 10, La nueva Pangea 11, Una ecografia para el rinoceronte 12, Bl gen dela locura....-..-.+. 13, Bsa cosa con plumas. Agradecimientos Notas i Bibliografia selecta indice alfabético. poheerehi rr B 33 a aL 103 137 tot 187 231 251 275 287 321

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