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Jacqueline Balcells y Ana Marfa Giiiraldes Un dia en la vida de Chimalpopoca Nifio Azteca A través de un dia en la vida de ‘Chimalpopoca, un nifio de ocho afios aque acaba de ingresar ala escuela de sacerdotes © calmemac, las autores reviven toda la maravilla y también el horror de In civilizaci6n azteca. Narracién gil y dramética que conduciré alos lectores através de las calles y los templos de Tenochtitlén y Teshard conacerde cerca esasoscuros sacerdotes encargados de evar a la prictica los saerificios humanos que aplacarfan la furia de los.dioses. Elrelato vaacompafadocon detaltada informacién acerca de la época y por Jas bien documentadas ifustraciones de Francisco Ramos. Asi, dibujos, historia y ficcién dan vidaalmundoaztecaque losespafioles encontraron a su llegada. Li 4 Ve> Usps Chad TIGING, NEGAVTSION. QUE, CHOCAPIG¥ ALMA. ASBMB Chimalpopoca, Nifio Azteca a Tc 1517. Chimalpopoca habja nacido bajo las m jores conjuncionesastrales. Los sacerdotes acep- taron bautizarlo de inmediato, ya que el horés- copo indicaba buenos augurios para el recién nacido. Como todo azteca, el nifio tenfa dos nombres: uno para ser-usado a diario y el otro cl verdadero—no se pronunciaba casi nunca para que no perdiera su poder. A veces, Chimal- popoca lo repetia despacito para no olvidarlo: ~—Itzcoatl... Itzcoatl... Esa mafiana desperté repitiendo su nom- bre, Esta vez no habfa sofiado conel dios blanco que Hegaba del agua. Nuevamente en sus sue- fios era atormentado por los sacerdotes. Le habfa Iegado su turno para ser sacrificado. 7 ‘A comienzos del siglo XIV los aztecaslegaron al Vale de Mérico, en ls riberas dl ago | ‘Texcoco. Se daban a si mismos el nombre de renochas, ques | nifica descendientes de las tri- bus del norte. Bran agricutores | xy cazadores que venian buscan- | Gonuevas temas donde instalar- | st. Excelentes guerreros, se con- Virtieron répidamente en los aamos.del lugar. En menos de doscientosaiosconstruyeron un imperio quese extendid desdeel Pacifico hasta ef golfo de Méxi- co, Su capital Tenochtitlin —el {Quiénes eran los aztecas? lugar de los Tenocha— era la _més suntuosa que jamés hubiera ‘construide el hombre america- 10. Entre 1519 y 1521 este impe- rio fue destruido, su capital arra- sada y sus habitantes convert dos en esclavos por sciscicntos expaitoles Avidos de oro, Hoy sabemos de la vida coti- diana de esta extraordinariac lizacién gracias atestimonios de cronistas espafoles tales como Bernal Diaz del Castillo, un ofi- ccial que participé en la conquis- ANIANENENIANY Junto a él yacfan los cuerpos ensangrentados de los jévenes que Jo habfan precedido en la fila. Cuando el gran sacerdote estaba a punto de traspasar su corazén con un cuchillo, desperté gritando su nombre secreto. ¢Serfa un suefio premonitorio? Hoy era el dia fijado para su ingreso en el calmecac, la escuela de sacerdo- tes... Ya sonaban los tambores de madera de los grandes templos anunciando el nuevo dia. Venus, la estrella de la mafiana, J hacia su aparicién. El dia habfa naci- do. Ahora las trompe- tas de conchas de los sacerdotes se unieron al tuido de los No sabfamos si era verdlad lo que veiamos... “Cuando ios espafioles entra- ton en Tenochtitlin —cuenta Bemal Diaz— salié a recibirlos el gran Moctezuma, Estaba bajo un palio riquisimo y no podia- ‘mos dejar de admirar el maravi- Uoso color d las plumas verdes con grandes labores de oro, con mucha argenteria y perlas chalchihuis que lo recubrian,,.” y afiade: “No podfamos contar ta muititud de hombres y mujeres que estaban en las calles y az0- teas y en canoas sobre aquellos camaies..” EZAERENENEN Chimalpopoca esper6, acurrucado en su estera roja y negra, que el resto de los templos respondiera al saludo. Tenochtitlan despertaba en medio de un coro de tam-tam, y las pélidas columnas de humo recién avivadas comenza- ton a elevarse hacia el cielo atin oscuro: indios campesinos, ricos y pobres se levantaban res- pondiendo al llamado del nuevo dia. El nifio, atin adormecido, escuché.cémo sus padres entraban y salfan de la casa y se afanaban en la preparacién del bafio. Tenfan que encender el fuego para calentar las piedras y luego lanzar ei agua que se transformarfa en vapor. —Chimalpopoca! —fa voz de su herma- na Atototl lo hizo reaccionar. . Desnudo, el nifio caminé hacia el bafio de vapor y piedras y, junto a sus padres y a su hermana, dejé que Ja humedad impregnara su piel. Cogié un manojo de hierbas con el que estreg6 su pecho y se golpetes la espalda hasta que sintié que la sangre le corria con fuerza y hacfa latir sus sienes. Entonces los cuatro cami- naron hasta la acequia y se zambulleron en las aguas heladas. Estaban listos para comenzar la jornada. 1 La roca del cactus ABA) Chimalpopocaesperé pacientemente que su madre amasara las tortillas de maiz y las I cociera en la piedra plana que habia sobre el Segin a leyenda, los aatecas Texcoco, que era pantanoso y vivienantessobreeliagoAztiin. tenfa una profundidad de unos Un dfs les hablé Ia estatua del cuatro meros. «dios Pajaro Mosca Azul y les La actual ciudad de México se dijo que se fueran en buscade —_levanta sobre‘las ruinas de 1 fuego. El, mientras tanto, revolvia la pasta de nuevas tierras, hasta éncontrar —Tenochtitlén. i gusanos de cactus y le agregaba aji picante. lugar donde un cactus crecin _-“Huastecas, ‘Totonacas, Tol- I Cuando el desayuno estuvo listo, padre e sobre una roca, Alli deberian tecas, Tarascos, Mixtecas, i hijo se encuclillaron frenté a la piedra que construirlaciudaddeTenochti- Zaotecas, Olmecas, Tabascos y fade cocina y las mui ‘ thin, que significa la Roca del Mayas eran los pueblos que vi- | servia de cocina y las mujeres se retiraron para Cactus. van en México cuando los zte- | dejarlos conversar tranquilos. El nifio cogié un El valle de Andhuac —a cas comienzan su invasién. To- } pedazo de atolli y lo impregné con la salsa de 2.000 metros sobre el nivel del das-estas culturas fueron estable- { gusanos picante antes de Ilevarselo a la boca. mare rodeo por monte i nl mesic ein ' Por su parte el hombre tomé, de una fuente de as volednicas. los az- _cincosiglosantes que los aztecas , . tecas Hegaron a ese lugar, el —egaran. | cerdmica oscura, un pufiado de porotos. valle abrigaba a cinco lagos re _Se piensaque los olmecas son i unidos en uno. Ellos se instala- los més antiguos y que su ci ron sobre una isla del Jago —_zacién brill 800 afios a.C, | 2 ; 13 Brazos largos, pies anchos, lampifios Losaztecaseran bajosy grie- Los campesinos y Ia gente 05, Sus brazasran largosy sus humilde vestian taparrabos y pies anchos en proporcién a ta manta—lmantli—,queera una estatura:estaban acostumbrados _pieza rectangular que alaban por a largas caminatas desde su in- encima del hombro. fancia y podian transponar 35 Elindiossoliairdesnudoy des- kilos de peso durante quinceho- _calzo hasta que adquirfa impor- rasa dia, tancia social: luego se calzaba ‘Tenian tos ojos negros y el con sandalias de piel de animal o ccabello abundante, pero no te- de fibras de maguey. nian vellos en et cuerpo ni tam- poco barba: eran lampifis. greene 14 ASASZSLSS —La vida te ha dado ocho afios, hijo—dijo el padre. Loslampifios brazos del indioestaban cefti- dos por dos brazaletes de metal, incrustados en piedras, que parecian contener sus miisculos, —Anoclie soiié que seria sacrificado —confié Chimalpopoca, en un susurro. —Tu mente se confunde: el sacerdote serds td y el sacrificado sera otro —le contest6 el padre. Elnifio se estremeci6. ¢C6mo decirle que por culpa de esos suefios que se le repetfan noche a noche, habia llegado a sentir horror por lo que sucedia en el templo? Y a veces, consdlo cerrar los ojos, podia ver esos corazones palpi- tantes, de los que le habia hablado Atototl. Ella estaba prometida a un sacerdote que ahora ejercfa la adivinacién en el palacio de Moctezu- ma. Gracias al futuro marido de su hermana las puertas del calmecac se le habfan abierto, lo que era un honor para su humilde familia. Chimalpopoca jamés se habria atrevido a confesar a nadie que sentia horror de la sangre derramada para satisfacer a los dioses. Su padre se escandalizaria si lo supiera. Y también su madre, y qué decir de sus amigos... Distinto era, 15 Nueve veces al dfa sonaban los cuernos La vida de la ciudad se org: zaba alrededor de la plaza cen- tral. Nueve veces alia, desdelo alto de laplataforma del templo, os cuemos resonaban marcan- 4o tas divisiones de la jornada, ‘Cada cuatro dias se levantaba un mercado, asi descrito por Bemal Diaz: “Nuestros solda- dos, que habfan estado en Cons- tantinopla y en Roma, nunca habfanvistounmercadotangran- de, tan ordenado y tan lleno de ‘gente, Més de sesenta mil perso- ‘nase reunfanalli para ntercam- biar alimentos, hierbais y pocio- nes, plumas tefidas, animales, lozas, lefia, vestuarios, joyas y hasta esclavos”, Los comerciantes tenfan que pagar un derecho de entrada al jefe del mercado, Habfa vigitan- tes que se mezclaban con la gen- te, controlaban los pesos y con- fiscaban las mercaderfas de mala calidad. En una esquina del mer- cado se Ievantaba una core de Justicia, encargada de juzgar a quienes se sorprendia robando. Como los aztecas no tenfan ‘moneda, hacfan intercambio de ‘mercaderias y pagaban las dife- ‘encias con granos de cacao. 16 | i | | } | i | ' | | ASASAS2SS pensaba el nifio, matar al enemigo en el campo de batalla —guerreando—que clavar cuchillos ylanzas enel coraz6n de una victima indefensa. &Se enojarfan con él los dioses por atreverse a pensar esto? Castigaria Tlatlolc, el dios de la Iluvia, a la familia de un nifio que tenfa tales pensamientos? —gEn qué piensas, hijo? Tus ojos no teflejan la felicidad de un futuro sacerdote. —En nada, padre, en nada... Al calmecac ingresaban los nifios més dotados y también los pertenecientes a las cla- ses més altas. Y a los veinte aiios, cuando se recibian de sacerdotes, podian convertirse en escribas de palacio, médicos 0 adivinos. Pero Chimalpopoca no queria nada de eso: él habria preferido ser guerrero, o talvez artesano como su padre, Claro que a los ocho afios nadie le preguntaba su parecer. jAy, ojalé llegara luego ese dios blanco y de ojos azules, que hacia tanto tiempo esperaba el pueblo azteca! El, en sus suefios, lo veia aparecer flotando sobre el mar, con el rostro cubierto de plumas amarillas. jQuizds con su legada Tenochtitlan no necesi- tarfa mas victimas para alimentar al sol! 17 El nahuatl: una lengua viva El nahuat erata lengua de los aztecas. No fue inventada por ellos, yaque la hablaban muchas ‘otras tribus, pero fueron ellos quienes la extendieron a través de sus conguistas, Luego que los aztecas fueron verecidos por los cspatioles, el nahuatl se convir- 1i6 en fa lingua franca de Méxi- co. Mis tarde fue transcrita a la crtografia espafola y tos sacer- dotes ta usaron para traducir et catecismo, Bl nahuatl es una lengua vive que hoy hablan millares de per- sonas en México. ASZSASZ22S8 Elcielo ya estaba muy claro cuando Chi- malpopoca, de la mano de su padre Tizoc, subia Jos peldafios de la pirémide del templo de Que- tzalcoatl, el dios de los sacerdotes. La respira- cién de Tizoc se escuchaba ritmica y agitada por el esfuerzo al subir los interminables pelda- fios de piedra. Abajo quedaban la plaza y el vocerio del mercado. Finalmente se enfrentaron a la gran puer- tade entrada. Las figuras de dos serpientes entrelazando sus lenguas de oro, brillaron sobre las alas extendidas de un dguila ! Veinticinco mantas por un esclavo El valor de Jos productos En cuanto a las mantas, tas intercambiados estaba determi- _valian cien hojas de papel, cien nadodeantemano, Asi,unescla-_ granos de cacao 0 una canoa, voque bailaba,costaba treinta y _Uncollar de jade costabaseis- cinco mantas y un esclavo ordi- cients mantas y una capa de nario, veinticinco, plumas, cien mantas. Com/an larvas de sapos y huevos de moscas acudticas Losaztecasnotenian vehicu- Cuando recién tlegaron a los con ruedes. Transporteban Tenochtitlén, los aztecas se ali- sus mercaderfas pesadas sobre mentaron durante mucho tiempo embarcaciones con fondo plano exclusivamente de les aguas del a través de los canales. Como —_lago: comfan peces,ranas,larvas ‘Tenochiitin estaba. construido 08 y huevas de mascas sobre isla de un lago pantano- _acuticas. Una vez ascntados y 0, cavaron cientos de canales convertidos en agricultores, hi- porlosquesedesplazabancomo —_cieron del maz y los porotos la si fueran calles. base de su comida. ALULLUS gigante. Los animales, esculpidos sobre el din- tel, fueron los primeros en recibirlos. Un sacer- dote legé después. Llevaba una larga tinica negra, con una capucha de igual color. Su cabello le llegaba hasta mds abajo de los hom- bros, firmemente trenzado. El nifio creyé dis- tinguir sangre seca sobre algunos cadejos que cafan sobre sus orejas deformadas y llenas de heridas. Del hombre emanaba un olor fuerte y acido. ——Bienvenido al templo de Quetzalcoatl —dijo el sacerdote, haciendo una leve inclina- cién con su cabeza. —Aqui esta mi hijo Chimalpopoca, que ha venidoa recibir sabias ensefianzas y a honrar anuesir6 padre el sol —respondié Tizoc, con una gran reverencia. . —Lo esperébamos —contesté el sacer- dote y se qued6 inmévil y en silencio. El nifio apreté la mano de su padre, pero éste se la solt6, Luego abandoné el templo, sin que sus pies descalzos sonaran contra las pie- dras. El sacerdote no miré al niiio. Sélo dio media vuelta y con un gesto indicé a Chimalpo- poca que lo siguiera. 21 Los banquetes del rey Ast describe Bemal Diaz del plates... y sus mayordomos le Castillo, 1as comidas de sefialabancuél guisadocraclme- Moctezumna: jor... Ofdecir que le solian guisar “En el comer, le tenfan sus cames de muchachos... pero n0- cocinetos sobre treinta maneras otros s6lo vimoscames de galli- de guisados,hechosasuusanza, nas, gallos de papada, faisanes, y tenfanlos puestos en braseros _perdices de tierra, codomices de de barro chicos debajo, para que a tierra, patos mansos y bravos, noseenfiiasen, Ydeaquelloque puercode tierra, pajaritosdeccafia elgran Moctezumahabtade co- _y palomas y iebres y conejos..." ‘mer guisaban més de trescientos ACLS Diez muchachitos se inclinaban sobre un enorme calendario circular, en cuyo borde se alineaban las veinte figuras de animales que regian el afio. Cuando el recién Iegado se acercé a ellos, la voz que recitaba enmudecié y Chimalpopoca se sintié observado. —Contintien— la orden de Xipécotl, el sacerdote y profesor, hizo que los muchachos inclinaran su cabeza sobre el calendario. —Calli —Malinaili —Coatl —Totchli ‘Chimalpopoca escuché en silencio cémo nombraban los dfas: las palabras casa, serpien- te, hierba, conejo, resonaron varias veces en la sala. ¥ luego le siguieron ocelote, tagarto, agui- la, buitre y cafia. Cuando Ilegaron a caja, la voz del Xipe- cotl soné dura: —Dime, Chimalpopoca, hermano de Ato- totl y futuro sobrino del adivino real, ,en qué afio estamos? El nifio dud6. Saba que cada aiio recibia el nombre del dia con el cual empezaba y tenia en Ja punta de Ia lengua la respuesta. jNumero- 23 Corredoras de matrimonios Las ancianas eran las “corre. _prendas de vestir atadas en sim- doras" de matrimonios: se en- _bolode unién, mientras escucha- cargaban de relacionar entre sia ban rimbombantes discursos de lasparejasyenlanochedebodas labios de algunos miembros dela llevabanasusespaldasalanovia familia, a lacasa del novio, La parejade ‘Un hombre se casaba a los recién casados se sentabaenton- _veinte afios y una muchacha a los ces sobre una estera, con sus dieciséis. No ala contaminacién En Tenochtitlén el agua era para no ensuciar el lago, los ex- distribuida por tuberias de cera crementos eran recogidos y le- mica. Los canales se limpiaben _vadosencanoas alos campos del constantemente y las obras de comtinente para ser utilizados ingenier‘a para su mantencién como abono, La orina se usaba ‘ran notables. Construyeron di- como mordiente para tefir las ‘ques que evitaban el desborda- tela. mientodelasaguas, puentesdes- Los espatioles se sorprendie- rmontables y compuertas ron mucho. al encomarse con Lahigiene estaba mucho més _letrinas pilblicas construidas alo adelantada que en Europa, Ast, largo de las calzadas. 24 ZNENENENES| sas veces se lo habia escuchado a su padre! Pero la mirada frfa de ese profesor lo cohibié y dejé su mente en blanco, —Estamos en elafio de la cafta—dijocon brusquedad el sacerdote, sin esperar mas—, afio en que nacié Quetzalcoatl, el dios que nos abandon6 y que algunos aseguran que regresa- 14, Esto es algo que un nifio de ocho afios ya deberia saber, sobre todo si quiere ser sacerdote. Chimalpopoca sintié que una oleada de rabia y vergiienza le calentaba las mejillas. No le gustaba ese-hombre que hablaba casi sin mover los labios. Queria avergonzarlo ante los demés nifios, pero é1 sabria defenderse. —iQuetzalcoatl ya regresé! ;Viene en camino, con los dioses blancos! —grité enton- ces, acordéndose repentinamente de lo que le habia contado su hermana y que se repetia tanto en sus suefios. —{Qué has dicho, nifio? —la voz del hombre era ahora de hielo. —Quetzalcoatl ha regresado y viene en camino con los dioses blancos —repiti6, firme, pero asustado, —i,Qué?! —el sacerdote empalidecis. 25 La serpiente mujer y el-rey EL rey y Ia sorpiente mujer compartian el gobierno dela cit dad. EI rey se ocupaba de la ‘guerra, asesorado por cuatro co- mandos militares. La serpiente mujer se encargaba de las leyes, eos impuestos, dela alimenta- cin del pueblo y dela construc- cidn de la ciudad. Laciudad se dividia en nume- ro:0s clanes, cada uno de los cuales tenia su propio templo, sus propias escuctas y su propio ternitorio. iCuidado con el Dia del Conejo! ‘Cuando el niio nacf, la parte- ra le dabe la bienveniday le ha- blaba del mundo al que acababa de llegar. Sierahhombre, leexpli- cabaque tendria queserunsacer- dote 0 un gran guerrero, para alimentaral dios con fasangre de sus enemigos, Si era mujer, le hablaba de las actividades do- mésticas que tendria que cum- pli. Luego Hegaban los parien- fesconregalos, y también hacian argos discursos frente al recién nacido, Los avtecas crefain que el ca- roter de una persona dependia del dia de su nacimiento. Asi, si unnifionaciae dia 6 del Conejo, seguramente iba a sor un bors cho, puesto que el conejo era el simolo de los que bebfan dema- siado, Entonces el astrélogo es- erabaun dia favorable para bau- tizar al recién nacido. ‘Cuando legaba el dia fijado por el astrdlogo para el bautizo, cuatro niios eran invitados a Ta casa.a comer galletas de miel. La ABU 7Cémo sabia ese nifio de la noticia que habia llegado a Moctezuma? Suaviz6 su voz para preguntar: —{Quién te cont6 eso, Chimalpopoca? —Lo... Io... lo sofié— mintid el nifio, presintiendo que habia hablado de mas. Elsacerdote arrugé su cefio y enmudecié. ‘Yunos minutos més tarde, luego de ordenarles que salieran al patio de las recreaciones, se ditigié con paso répido hacia los aposentos del gran sacerdote. —Se trata de] alumno nuevo... —comen- 26 Xipecotl, con la cabeza inclinada ante su superior. —Habla —contest6 el gran sacerdote, que era una sombra larga y oscura con su capucha sobre los cabellos. Estaba sentado so- bre un sill6n de esteras, bajo un palio ricamente ataviado. —Su hermanaes la prometida de Tiahua- natl, adivino de palacio..— Xipecot! dejé la frase inconclusa. partera hacfa offendas alos dio- ses y colocaba al nifio en una estera sobre la cual habian colo- cado los utensilios de abajo de su padre y también un escudo, Si cra nifia, se ponfa una pequefia panera, un huso una escoba. Luego ella dectaal bebé surnom- bre. Una vez terminada esta cere- moni, los cuatroriios invitados tenfan que salircorriendoa gritar cl nomibre a las calles. Después Jos padres ofrecfan un banquete durante el cual se discutia acerca de las dificultades de la vida, ZANE —Sigue —insistié el sacerdote principal. Sacé una mano fuera del hébito para animarlo con un movimiento. —Nunca me ha gustado ese adivino, y ahora... —-Xipecotl volvié a enmudecer. —jAhora qué? —Ese nifio sabe cosas que no deberfa saber y me temo que las ha conocido por boca de su hermana — cuidando sus pala- bras—. Quizds para los dioses sea més placen- 7 tero recibir la sangre de Ato- tot, que bende. cirsu matrimo- nio con quien no sabe conte Jengibre y larvas de sapos asados ‘Los atecas conocian més de res Tas que se ocupaban de los, dscientas hierbas, que usaban_tratamientosconhierbas.Lascal- para mejorar las enfermedades. _tivaban en los jardines de sus La mayoria de ellas era eficaz, casas y muchas de ells se espe para bajar la temperatura dete-_cializabancomocuranderss, Me ner las hemorragias. Entre clas diante actos de magia, determi- cstaban el jengibre, la flor del naban si la enfermedad haa cactus peyote, el pimiento, la sido causade por la venganza de ‘calaarisaema, el estragon.Tam- un enemigo 0 por castigo de los bignhabiatratamientosabasede diosesy, sogin esto, pronuncia~ Tarvas de sapos asadas 0 de ra- ban las oraciones y usaban las nas. hierbas necesarias en cada caso. Por lo general eran las muje- ALLL sacerdote terminé mordiendo las palabras, ~ La conversaci6n se alarg6 por varios mi- nutos. El gran sacerdote escuchaba sin dejar convencerse del todo, Los argumentos de Xipe- cotl le parecfan un tanto exagerados y, a pesar de que admiraba la inteligencia de ese hombre, no entendfa del todo su stibito interés por esta nueva victima. Por otra parte, sentia que cual- quier pretexto era valido si se trataba de aumen- tar el ntimero de oftendas al insaciable dios. El gran sacerdote no conocfa los senti- mientos que se agitaban bajo el pecho de ese hombre que tenfa al frente. No sospechaba el odio que Xipecotl anidaba hacia el hechicero del rey, que siempre lo habfa superado en cono- cimientos y habilidades, La tiltima batalla per- dida habia sido el dia en que Moctezuma eligi6 como adivino de palacio, de entre todos los sacerdotes que lo rodeaban, al més acertado y clarividente en sus predicciones: a Tiahuanatl. Eso terminé porcavarenelcorazén de Xipecot! una herida profunda. Las mejillas apergaminadas del gran sa- cerdote se ocultaron entre los pliegues de su capucha y qued6 un largo rato en silencio. Cuando habl6, su voz fue definitiva: 31 Las diosas del maiz lic abién el he- La vida de los aztecas se desa- vos. Esto explica tamt i rrollaba alrededor de la mil cho de su constante afan de em- campo de maiz. Ninguna civili- render guerras que les procura zacién ha estado nunca tan basa- _rian las victimas necesarias para ‘dan el uso de una sola planta, ganarse el favor del dios de la ‘como lade los aztecas. Etcultivo delmaizocentliha permanecido invariable durante tes mil afios, y de los diecfocho meses del ca- Tendario azteca, casi cada uno tenia sus ceremonies y danzas relacionadas con el erecimien- to recolecci6n del maiz. El maiz madurabaenjulio, y centonces se celebraba una fies- ta en honor de la Diasa del ‘Matz Joven. Luego en agosto ofrectan sacrificios ala Diosa del Matt Maduro, para que no Tes enviara llvias que podrian ‘echar a perder la cosech. Los aateeas, por poseertéc- nicas agricolas poco desarro- Tiadas, dependfanabsolutame te de las lluvias para sus cult- uvia. PANNE —Esta bien: sacrifica a la hermana del nuevo alumno, No lo impediré. ——Sélo la llegada de ese dios blanco, enel que yo no creo, podria detener mi mano —rié sarcastico Xipecotl. —Esa es tu palabra y velaré porgite se cumpla —respondié el gran sacerdote y sintié su espiritu tranquilo. Cuando finalmente Xipecotl salié de alli, el destino de Atototl estaba fijado: moriria, junto a otras seis donceilas, al caer el sol. Los nifios, en el patio, rodeaban al recién legado. Le preguntaban su nombre, cudntos hermanos tenia y cual era el oficio de su padre, Cuando la curiosidad de todos quedé satisfe- cha, comenzaron a contarle de la vida en la escuela y de sus profesores. Todos estaban de acuerdo en decir que Xipecotl era un maestro demasiado severo y poco simpatico, pero queel profesor que los entrenaba para jugar tlachii era entusiasta, bondadoso y tenia la mejor punteria en Tenochtitlan. —Sabes jugar tlachli? —preguntaron a Chimalpopoca. En los azteca, la ropa era un ‘medioparamostrarel rangoden- tro dela sociedad y existian nor- mas muy estrictas al respecto. Un simple ciudadano s6lo podia curse con tinieas hechas con fibras de maguey decolorerudo, Losnobles,en cambio, seenvol- vian en mantos de plumas 0 de algodén bordado con oro y pie- dras preciosas. Las telas eran tefidas de verde, azul, amarillo, ‘negro, rojo y purpura, con moti~ vos geométricos 0 dibujos de péjaros, Los aztecas adoraban las jo- ‘8S, pero en este aspecto la ley ‘era muy severa. Usar un adomo entanatiz, porejemplo, sinestar autorizado, podia acasrear hasta Dime como te vistes y te diré quién eres la penademuerte. La mayorfade fas personas usaba aros de con- chas 0 de piedras pulidas. Los nobles podian incrustar oro opie- Gras preciosas en su labio infe- riorparademostrarsualtorango. ‘También cada clase tenia su peinado propio. Las mujeres ca- sadas tenfan que recoger sus ca- ‘ellos en una trenza por sobre fa cabeza y las guerreros se peina- ban con una especie de mofo tirante en fa nuca. Las jovencitas se maquillaban ‘con una pasta amarilla de insec- tosmachacados y coloreaban sus dientes en rojoo en negro. Tam- bién se hacfan tatuajes con tam- pones entintados. ASAE) —No, pero sé jugar pavolli. —{Patolli? Ese es un juego de nifias—se rid un gordo. —Es un juego para hombres inteligentes —se defendié Chimalpopoca, recordando las largas tardes en que, inclinado con su padre frente al tablero, viajaba con sus fichas alrede- dor de un gran mundo para luego regresar al casillero “casa” y ganar la partida. —Agui no tendrds tiempo para jugar al patolli —le dijo otro compafiero—. Cuando El volador EI Voladorera una ceremonia, de caza en la cual cuatro hom- bres, disfrazados de pajaros, se ataban a unas cuerdas amarradas amos travesafios de maderacla- vados en unos postes de 30 me- tros de sltura. Sujetos por Tas cuerdas, se lanzaban al vacfo, cabeza abajo, y extendiendo los brazos cubiertos de plumas con ‘unmovimiento giratorio.Laidea era dar la impresién de aves en vuelo. Esta ceremonia se sigue reali- zando hoy en algunas regiones de México, alejadas de las gran- des ciudades. El rojo, la sangre; el negro, la guerra Los colores, para los aztecas, eranmasquesimbolos.Sielrojo 0s sacerdotes se vestfan sola- significaba sangre,esporqueera mente de negro. El amarillo era ‘sangre. El negro representaba la alimento, porque el maiz era ‘guerra, porqueelfilodelasespa- amarillo; yel verde era color de das de batalla estaba hecho con eyes, que solamente podian usar obsidiana negra. El negio cra '0s jefes, puesto gue era el color también simbolo de la religién; _¢ las plumas del quetzal. 36 ASSESS termina el dfa estamos tan cansados, que lo nico que queremos es dormir. Asf, en pocos minutos, Chimalpopoca se enter6 de la vida-que le esperaba. Tendria que alimentarse de tortillas, dormir en el suelo y levantarse a media noche para rezar o bien para recoger los insectos negros nocturnos con los que los sacerdotes se tefifan el cuerpo. Pero lo peor de todo era que en las mafianas tendrfa que traspasar sus orejas y lengua con espinas para agradar a los dioses. Contempl6 lasheridasen las orejas de sus compafieros. Algunos las tenfan atin abiertas, mientras otros mostraban unas gruesas callosi- dades, producto de las cicatrices. Supuso que algunos compafieros, que permanecfan en si- lencio, habian sido demasiado severos en lace- rar sus lenguas para agradar a los dioses esa majfiana. —jHas matado alguna vez un pdjaro? —pregunté uno de los que habjan estado calla- dos, Pronunciaba con dificultad. —Si, pero hace tiempo. —Mafiana, luego de hacer sangrar tus orejas, deberds sacrificar una perdiz. para ofre- cerle su corazén al sol. 37 —;Preséntenme al compajiero nuevo! —la voz del profesor de deportes soné alegre. Todos se separaron para hacerle un lugar enel grupo. —No sélo has venido aquf para hacer sacrificios, Chimalpopoca —le dijo, apoyando su mano en el hombro del nifio—. También aprenderds a leer, a escribir, a reconocer las hierbas medicinales, a observar las estrellas, a predecir las sequfas y... ja ser un campeén del || tlachli! ; Vengan, vamos a presenciar el partido que se esté jugando! —los invit6. Los nifios gritaron, entusiasmados. Si- guieron al sacerdote hacia un patio largo y 38. angosto, y se sentarSten las gradas desocupa- das que habia en uno de los costados. Chimal- popoca observé las filas de calaveras que se alineaban frente a la cancha. Supo que eran huesos de los que habjan sido sacrificados algu- na vez en el templo principal. Desvié'su vista de la muerte y se concen- tr6 en el juego. - Los jugadores se movian porlacanchaen pos de una pelota ligera que saltaba y apenas tocaba el suelo. Los espectadores, sentados en las gradas, hacian apuestas y gritaban ante cada acierto, E] juego consistfa en hacer pasar la pelota por un aro de piedra dispuesto en forma 39 El dachtli El laches un juego de pelo- tas conocido por los habitantes de Méxicodesde mucho antes de Ia Tlegada de los aztecas. Como varios otros juegos indigenas, tenia una significaci6n religiosa: crefan que el terreno donde se jugaba el tlachtli representaba el cielo donde los dioses jugaban Ja pelota con las estrellas. Sola- mente [os nobles tenfan derecho ‘para jugarlo, el pueblo s6lo po- ia participar como espectador. I juego consista en el en- {rentamiento de dos equipos que debfan hacer pasar la pelota por un estrecho anillo colocado‘enel campo contrario. Los jugadores solo podtan usar sus rodillas, sus ceodos y sus caderas para tocar la pelota: era un juego extremada- ‘mente dificil, Como el suelo— sobre él que cafan continuamen- te— era de piedra, los hombres tenfan que usar guantes y rile 1s para protegerse, pero ast y todo los accidentes eran frecuen- tes. Los aztecas eran un pueblo muy aficionado a los juegos de azar. Para tener suerte se enco- ‘mendaban a Cinco Flores, el dios del juego. Apostaban grandes fortunas, y muchas veces, cuan- do habian perdido hasta la ropa, terminaban apostando su liber- tad y vendigndose ellos mismos ‘como esclavos. Otrodesusjuegoerael patolti, ‘que se practicaba con un tablero, parecido al ludo. Para contar se usaban habas, ASA) vertical en el campo del adversario, Cada equi- potenfa que cuidar su propio aro y los jugadores s6lo podfan tocar el balén con las piernas, caderas 0 codos. Mientras mas miraba el juego, més dificil le parecia al nifio poder aprenderlo, Los hombres se contoneaban para impulsar la pelota con sus nalgas cubiertas por cinturones de cuero; de ahi la pelota saltaba al hombro de un compaiiero, el que a su vez la enviabaal aire. Otro la recibfa con su codo o su cadera y la lanzaba directo al aro del contendor. Cada vez que Ia pelota entraba al aro los gritos de las graderias aumentaban y también las apuestas. Chimalpopoca, de pronto, se encontré alentan- do a los jugadores con el mismo entusiasmo de sus compafieros. Cuando terminéel partido, sus mejillas estaban rojas y la alegria anidaba en su espiritu. El sonido de un cuerno les record6 que debjan volver a sus aulas. —jAdénde vamos ahora? —susurré Chi- malpopoca a uno de sus compaiieros. —Escritura —respondi6 éste, empujén- dolo hacia la salida. La vuelta a la sala de clases fue en silen- cio. El profesor los esperaba con un papel 41 Escribiendo con dibujos Los aztecas no tenfan alfabe- huellas de pies sobre la pagina to, porloqueescribiancondibu- querfan decir que alguien partia {os 0 glifos. Sus libros estaban de viaje. INenos de pequeifsimos dibujos, Lego de la conquista y de los que segufan unas leyes muy es- _incendlios que arrasaron con los trictas: para demostrar que un libros aztecas, los misioneros objeto estaba lejos, por ejemplo, _espaiiolesanimaron aos artistas Jo colocaban en lo alto de la indigenas para que iustraran sus pégina. Si un hombre aparecia antiguas costumbres. Gracias a ins gordo que otro, significaba - ellos, podemos conocer hoy mu- ‘que eramés importante; cuando hos aspectos de esa magnifica 4 una figura le salfan unas civilizacin, devorada en gran redondelas azules de suboca,era parte por las llamas, porque estaba hablando; unas BZULLUS desplegado: era una banda de once metros, que al estirarse mostraba los pliegues con que habia sido doblada. El profesor indicé a uno de los nifios que se acercara. —Lee —le dijo. Luego se volvié hacia Chi- malpopoca y agregé—: Tui, no pierdas detalle. Sobre el primer pliegue del papel aparecia la figura de un hombre. De su boca salfan unos globos azules. Bajo el hombre, Chimalpopoca observé los dibujos de huellas de pies y también un cuchillo de silex al lado de un punto; luego, un tocado real con una pluma verde. El nifio también vio un tem- & plo atravesado por un fle- cha y, més abajo, un rosal envuelto en Hamas. 4 Sip En lo alto de la pagina dibujadas la Juna y La piedra calendario Elmonumentomésimpresio- 1790, cuando restauraban la ca- ante del sistema astrolégico tedral de Ia ciudad de México, anteca es la piedra-calendario, cconstruida encima de tres metros y medio de del templo altura. Representa la his azteca, toriadel mundo segiin la cosmologia azteca En el centro estd la figura del dios sol, on veinte nombres de dias a su alrededor, escritos con signos jeroglficés. Dos grandes sempientes, ceayas fauces se tocan, son sfm- bolos del tiempo. Esa piedra fue descubiertaen Dia de la serpiente: el dia para viajar Los aztecas no emprendian —distintoal calendar solar— ya nada nuevo sin consultarantesa que habian estudiado astrologia unsacerdote.Lossacerdoteseran en el calmecac 0 escuela de sa- Jos tnicos que podian leer el cerdotes.Ellos podian decirsi un calendario sagrado—queerael dia era bueno o malo para viajar 44 ZSBSZBUS —Lee—insistié el profesor asu alumno. Chimalpopoca no entendia nada. Pero su compaiiero, luego de analizar con mucha aten- cién cada una de las figuras, hablé como si contara una historia: —El hombre cuenta que el afio uno Silex, el rey Pluma de Jade parti6 una tarde a conquis- tar la ciudad del Rosal Ardiente. —Muy bien —aprobs el profesor. —{Cé6mo lo supo? —pregunté Chimal- popoca, maravillado. —Dile ti —ordené el profesor a otro niffo. Entonces Chimalpopoca comprendié que los globos azules que salfan de la boca de una persona indicaban que ella estaba hablando. Para interpretar lo que decfa, habfa que obser- var las otras figuras que lo acompafiaban: la linea de huellas significaba que un hombre habfa partido de viaje; el cuchillo de silex junto al punto querfa decir que eso habfa sucedido el afio uno Silex. La peluca real, coronada por una pluma verde, se referia al rey Pluma de Jade, queerael viajero que habfa partido aconquistar una ciudad, representada por el templo atrave- sado por una flecha, El rosal y el fuego dabanel 45 6 para emprender una batalla, dia de buena suerte para todos. Asi, el dia I dela Serpiente era Pero el pobre nifio que nacia el ‘bueno para que los mercaderes dia | del Oso tenia un triste por- cemprendicran sus viajes: el dia venir: era seguro que morirfa Ide la Flor era favorable a los como prisionero de guerra. anistas y el 4 del Perro era un Los dias vacios El calendario solar azteca _ tes volvian a consultar sus libros constaba de 365 dias, dividides _calendarios, observaban que las ‘en [8 mesesde 20diascada uno, estrellas segufan alumbrando el Los cinco restantes eran fos dias cielo y comprendian que el mun- vacios © nemontem, que eran do no iba a terminar. Eatonces diasnefastos, quenosenombra- salfan a buscar una vietima y ban ni se contaban, asicomo en cuando la encontraban le abrian muchos edificios hoy se ha eli- el pecho, Je arrancaban el cora- minado el ntimero trece. 26ny en la herida adn sangrante Durante los dias vacios, los encencfan un fuego. Con este fuegos se extinguian, el ayuno fuego volvian a encenderse to- cera general, os artesanos aban- das tos fuegos de os templos de donaban su trabajo, os negocios México, y se mantenfan encendi- ‘quedaban interrumpidos. Al fi- dos durante todo el nuevo afio. nalizarel quintodia, los sacerdo- ASZSZ2ES nombre de la ciudad: Rosal Ardiente. La luna y Jas estrellas en lo alto de la pagina, significaban que todo habfa transcurrido durante la noche. Chimalpopoca estaba fascinado. Ahora sf que le gustaba el calmecac. Mientras no tuviera que pincharse la lengua y las orejas, ni sacar el coraz6n a pajaritos, todo estaba bien: le habia encantado el juego de la pelotay se sentia orgulloso de aprender a leer las historias de los dioses y de sus antepasados. Quizas algiin diaél serfa capaz de escribir uno de sus suefios y, por supuesto, dibujaria al dios blanco con sus ojos || azules y también a Chimalpopoca déndole la bienvenida, con los brazos extendidos y gran- des globos azules saliendo de sus labios. Esta vez el sonido del cuerno fue largo y vibrante; anunciaba el término de la clase y el inicio de la ceremonia religiosa de las tardes, que era presenciada por los alumnos. Conel profesor a la cabeza, Chimaipopo- ca caminé con sus compafieros entre las angos- tas calles. La gente abria paso con respeto a los futuros pequefios sacerdotes. El nifio se sintié importante y le parecié que llevaba largos afios en el calmecac. ABE i En la gran plaza, al pie det templo de | | | | | | sacrificios, ya se habfa reunido una multitud de gente. Erael dia dedicadoa Tlaloc, el dios de la Tuvia, yhabrfanumerosas vietimas. Hombres y mujeres vestfan trajes de papel multicolores y sus brazos y piernas estaban tefiidos de azul. El colorido y brillo de 1a multitud contrastaba con las figuras negras y de cabellos largos y lisosde_| los sacerdotes. Muisicos y bailarines estaban también alli, ofreciendo a los dioses su. arte: el quejido profundo de uncaracol marinoseescu- - ch6 primero que_nada ANNENEN Luego, dos notas de un tambor de madera batido por un palo con punta de goma lo siguieron fuertes y monétonas. Y como si el aire de las flautas hubiera empujado al viento, el olor dul- 26n de la muerte Ilené la plaza. Los bailarines, entonces, comenzaron a mover sus pies y el sonido de los cascabeles amatrados a los tobillos no perdié el compas. Los futuros sacerdotes esperaron Ia orden de subir hacia la plataforma del templo. Eilos tendrian el privilegio de presenciar de cerca el sacrificio de las doncellas. Cuando el lamento del caracol marino se prolongé y callaron los tambores y las flautas, el profesor hizo un gesto con su brazo y los once nifios comenzaron a ascender las gradas de piedras. Ahora el coraz6n de Chimalpopoca se agit. Se enfrentarfa a lo que él tanto temfa: la muerte. Miré hacia arriba, pero fue Jo mismo que sitratarade ver lo que sucediaenel cielo. Treinta metros de escalinatas lo separaban de esa miste- iosa cima de piedra que hoy conoceria, Ahf esperaban las victimas, las mismas que ese dia se ofrecerfan al dios, en cambio de Ia IIuvia que no queria caer. El mes del deshuesamiento Todos los meses del calenda- rio azteca tenfan nombres des- iptivos. ~ Asi, el primer mes se lamaba Atlocoulaco, 0 falta de agua, y en 61 habia ceremonias,desfiles _y sacrificios. El segundo mes era Tlacaxipeualitali, que significa- ba deshuesamiento de los hom- bres;enél, durantedieciséisdies, habia ceremonias y desfiles con sacerdotes danzando sobre tas picles de las victimas desolladas ofrecidas en sacrificio, El tercer mes, Tozoztontli, empezaba con ayuno, y si esto ‘no conmovia el corazén del dios 4ée lalluvia, Tlaloc, entonces los sacerdotes organizaban otros sa- crificios en honor de Xipé. Encuanto al duodécimo mes —Teotleco—, sefialabaelregre- 0 de los dioses ala Tierra y era el mes de, las diversiones para ‘grandes y chicos. El decimo-sép- timo mes —diciembre—trafa el frio, Durante esos dfas trataban cde conmover el corazén del dios dela luvia lorando: primero lo- rdhanlasmujeres, luegotoshom- bres, Después los hombres gol- peaban a las mujeres con sacos Tenos de paja para hacerlas lorar més fuerte, Y asi, mes a mes, se sucedfan distintas ceremonias, sactficios hhumanos o festivaes, hasta que se cumplian 360 dias. Los cinco das restantes eran ls cinco dias vcs, durante los cuales la gen- te se sentaba sin hacer nada, a 50 ZANENENIANZS) Subieron en silencio. Tras ellos quedaba una multitud expectante y bulliciosa. El ascen- so se le hizo interminable: eran cientos de peldafios los que el nifio tendria que escalar esta vez. Los hombres y mujeres, que desde abajo los contemplaban con admiracién, comenzaron asilenciar sus voces y misicas a medida que los nifios del calmecac se acercaban a lacumbre. El olor a incienso y sangre seca comenz6 a inten- sificarse. Chimalpopoca sintié que la cabeza le daba vueltas, y no sabia si era porel esfuerzo de Ia subida 0 por esos vahos penetrantes que se pegaban a sus narices y que le hacfan recordar el olor a pescado descompuesto. Pero él sabfa que noera pescado, sino cadveres humanos los que desprendfan esa hediondez. E] entusiasmo inicial del nifio se estaba transformando en una sensacién extrafia y opri- mente. Cuando por fin los pies de los alumnos pisaron las tltimas gradas de Ja escalera, las figuras de dos sacerdotes con sus cuerpos em- betunados y vestidos con ttinicas donde se mez- claban los colores de las tinturas con el de la sangre seca, aparecieron ante ellos. Chimalpopoca siguié a sus compafieros que se alinearon a un costado de la enorme 51 La leyenda de Quetzalcoatl Segin la leyenda, el dios aztecas interpretaron como pre~ Quetzalcoatl se habia declarado . _sagios de mal aguero: nev6 en en contra de los seerificios hu- México;él voledn Popocatépetl, manos y como protesta habia que habia permanecido tranqui- partido al exilio, adentréndose 10 durante mucho tiempo, entré en el Atlintico, Prometiéregre- en actividad. También nacid, en saren el aniversario de su naci- Tenochtitlén, un niffo con dos miento, “pata restablecer su go- _cabezas. biemo”. Su nacimiento habia Cuando los espaiioles lega- sidoenelaiio | Cafta,quecafaen ron acTenochitlin, Moctezuma elaiio 1519,cuendoiegaronlos ya habia escuchado, por boca de espafioles @ México, Por otra los mayas, que unos extrafios parte,eseafioseprodujeronenel hombres barbados habian lega- valle de Andhuac una serie de do de la mar océano en grandes fenémenos naturales, que los naves. ABBE planicie de sacrificios, dando Ia espalda a la puerta del templo. Dos enormes braseros, casi al borde del acantilado de piedras, lanzaban sus humos hacia lo alto y velaban el paisaje de valles y cerros pelados. Las manos de los sacerdotes que cuida- ban lus braseros se alzaban una y otra vez y de sus labios nacfan:invocaciones monétonas y largas que recordaban el canto de la caracola. Estaban en la cima del mundo, més cerca que nunca de los dioses. Quizds Tlaloc aparece- rfa de pronto junto a ellos para recibir la nueva ofrenda, : El sacerdoté que tenfan al frente ya daba inicio a la ceremonia. Los vestidos de papel de las doncellas crujieron antes de hacer su aparici6n por la puerta dél templo que coronaba la plataforma de los sacrificios. —jTlaloc! ;Tlaloc! ;Tlaloc! El clamor enardecido de la muchedum- bre comenzé a aumentaren intensidad, a medi- da que las muchachas iban apareciendo y se alineaban al borde de la plataforma, desde don- de podfan ser contempladas por el pueblo. Incienso y corazones humeantes Los aztecas creian que undia de ellos, gracias a las cuales po- los dioses se habfan sacrificado demos conocerios hoy. para crear al sol. ¥ para seguir Todos los caminos tlevaban al rmanteniendo al sol vivo, eran gran templo, en medio de la ciu- los hombres ahora Jos que te- . dad de Tenochtitlén, el que so- rfan que alimentarlocon susan- _ brepasabaenalturalasotras.ons- gre. truceiones. Se Hegaba a su inte- Los templos aztecas eran rior luego de subir cientos deves- construidos con endrmes blo- _calones de piedra. Sobre a plata- ques de piedras extrafdos de las forma superior del templo, el rontaiis que rodeanel valle de humo del incienso y de los cora- México, Se elevaban, muy al- zones humanos quemados subia tos, para estar més cerca de los __haciae! cielo, Los sacerdotes en- dioscs. Los artistas esculpfanen _cargados de estos sacrificios can- sus muros grandes cabezas de taban y danzaban durante horas, sempiente y Aguilas guerreras. _animados por ls drogas que con- Sobre la plataforma superior de tentan Jas pinturas con las que Jos templos se encontraban dos embadumaban sus cuerpos. santuarios: uno dedicade a Se calcula que solamente en Tialoc, e! dios de la luvia, y el los templos de Tenochtitlén ha- otro al PAjaro-Mosca Azul. bia cinco mil sacerdotes. Vestian Los espaitoles destruyeron denegroy sus sotanas otilmandlt casi todos los templas, pero los _estaban adomadas con una cene- ccronistas dejaron descripciones fa de calaveras y visceras. ran-ocho. Todas jévenes, virgenes y temblorosas. Algunas miraban de frente, con sus ojos fijos y secos; otras agachaban la cabeza para que los sacerdotes no vieran sus légrimas. Una deellas trastabilld junto al brasero y emitié un quejido. Cuando la mano firme del sacerdote Ia sotuvo y la joven levanté el rostro, el grito de Chimalpopoca fue tan agudo que se escuché hasta en el Ultimo rincén de Tenochtitlén. jBra su hermana Atototl! La misma que en algunos meses més se iba a casar con el adivino del palacio. ;Qué hacia ahi? ;Si recién esa mafiana se habjan bafiado juntos, antes de que él saliera hacia el templo con su padre! 55, Un cielo para cada uno Los aztecas representaban ia al paraiso de la tierra, al ocste, Tierracomo un discorodeadode Las de las personas ahogadas se agua. Partiendo de la Tierra ha-_iban hacia el parafso dela prima- ciael cielo se egaba al parafso. vera de Tlaloc, al sur. El resto se Cada direccién tenia un cielo iba al norte; regién gobemada diferente, Las almas de tos gue- por dios de la noche y le diosa rreros subianhaciael paraiso del ‘del dia. Esta era una pareja tero- sol, al este. Las de las mujeres rifica, que usaba méscaras he- ‘mwertas durante et parto se iban__chas con créneos humanos. 56 ASENZNENI| La voz del nifio se acallé con una violenta bofetada y los dedos de Xipecotl quedaron marcados en rojo sobre su mejilla, —Un sacerdote no grita —las palabras del profesor sonaron arrastradas. En sus ojos habfa gozo y en su boca crueldad—, Deberfas enorgullecerte de que el coraz6n de tu hermana se ofrezca a Tlaloc. La cabeza de Chimalpopoca dio vueltas. Sentfa la tenaza terminada en largas uiias que oprimfa su cuello. Esta era su peor pesadilla y tan asustado estaba que era incapaz de recordar su verdadero nombre para pronunciarlo y asi despertar. La primera de las doncellas avanz6. El color habia desaparecido de su rostro y se vefa amarilla como el maiz. Las venas del cuello le latfan y su cuerpo se estremecia como expuesto a los vientos helados. Ella misma se tendié sobre la piedra de los sactificios y cerré los ojos. Cay6 el cuchillo sobre su pecho y con dos movimientos hondos y enérgicos el sacerdote abrié una hendidura. La sangre fresca cubrié la sangre seca de Ja tiinica del hombre y. salpic6 también su rostro y cabello. Y mientras un 57 Un dios pata cada ocasién Hiabia dioses para cada oca- Los hombres fe estaban agrade- siénde|a vida: cada plantatenfa _cidos al sol y no podian vivir sin su dios, cada funcién tenfa su él, porlo tanto debfanalimentar- dios 0 diosa, einctuso los suici- 1 con Ta sustancia que lé habia as tenian uno, Pensaban que dado vida: ia sangre. La leyenda ést0s observaban continuamen- del sol decfa que os dioses se te y que se ponfan furiosos cada _habfan sacrificado para crearlo. vez que no seles ofecia acrifi- Los dioses més importantes. ccids y fiestas. eran el Péjaro Mosca Azul , El dios més terrible era dios del sol de mediodfa; Huitzilopockli, el Hechicero Coatlicue, su madre; y Tezca- Colibri. Eraelsol,eletemogue- —ripocla, dios de la noche. Cuando rrero que entablaba batallas con los aztecas se hicieron agriculto- los otros dioses para cuidar la res y sedentatios, comenzaron a ‘supervivencia del hombre: cada _rezar al dios de la Iluvia, Tlaloc, da huchaba contra la noche, las__y a la diosa de la tierra, que hace estrellasylaLuna,y armadocon —crecer las plantas. sus dardos trafa el nuevo dia. ANUS sacerdote recogfa el cuerpo inerte de la mucha- cha y lo lanzaba hacia abajo por el borde det acantilado, otro levantaba el coraz6n atin palpi- tante y lo ofrecfa al cielo. —iTlaloc! ;Tlaloc! {Tlaloc! En medio de las aclamaciones, el coraz6n de la joven ardié en la marmita de incienso, mientras los sacerdotes se contorsionaban en una danza de stiplica. Avanzé6 la segunda doncella. La guema florida Fue gracias ala guerra quelos aztecas.conquistaron su inmen- 0 imperio. Cuando el rey y su cconsejo decidfan apodérarse de tuna ciudad, enviaban primero a delegedos que ofrecfan un pacto comercial a cambio de la guerra: ta ciudad elegida debfa compro- reterse a adorar al dios Péjero- Mosca Azul y enviar cada aio ciertos tributos a Tenochttn. $i éstos se negaban al pacto, los antecasles aban fechas y escu- dos para que se defendieran y luego —con ayuda de los sacer- dotes— elegfan una fecha para [a batalla Las batallas eran cor- tas y feroces y siempre termina- bban con el triunfo de los aztecas. Los prisioneros eran offecidos cen sacrificio a los dioses. ‘Como en tiempos de paz los tztecas también necesitaban vie- timas para hacer los sactificios, ‘organizaban entonces combates con otra ciudades alos que lle ‘maban la Guera Florida. Cuan- do habfa suficientes prisioneros, os sacerdotes interrumpfan y daban por terminada la batalla. ‘Asi pues, la guerra para los azte- cas erainseparable dela religion: {de qué otro modo podian obte- ner corazones humanos? Para ellos, el dejar de alimentar a ios dioses podta conducir a la des- truccién total del mundo. 60 ANNAN La sangre de su compafiera manché sus plantas, pero ella parecié no advertirlo, Estaba tan rigida como el cuerpo de piedra de las serpientes que adornaban la entrada del templo. Esta vez Chimalpopoca no quiso mirar mas y cerré los ojos, pensando que si lo deseaba con fuerza, nuevamente en su suefio apareceria el dios blanco que Io haria despertar. Se tapé los ofdos para noescuchar los aullidos que subirfan. de la plaza cuando el cuerpo fuera arrojado hacia abajo y el corazén se mostrara en lo alto. Xipecotl se ubicé junto al gran sacerdote que contemplaba la ceremonia bajo un palio. Cuando la segunda victima fue arrojada al va- cfo, el rostro del profesor se tensé bajo las pinceladas que lo coloreaban y una sonrisa de satisfaccién asom6 a sus labios: ahora le llega- ba el turno a la joven Atototl, la prometida de ese vanidoso adivino de Moctezuma. Atototl, la tercera victima, avanz6. Sus ojos estaban velados por las ligrimas, pero no habja pena ni angustiaen ellos. Era como si una méscara llorara. De su boca no salfa ni un solo sonido, pero estaba semiabierta en un grito mudo. Era Atototl, sin embargo no era ella: era una esfinge en movimiento. El sacerdote tuvo 61 Gritos y aullidos Si bien tos espatioes, en el campo de batalla, producfan piinico entre los indigenes con sus caballos y sus perros de guerra a su vez los indios ate- rrorizabanaloshombresbian- Qf cos con sus gritos de alaque. “Cargaban con ferocidad”, dice el cronista Lépez. de ‘Gémara,"yluchabanenun estruendo de gritos y de au- Tlidos...Suspropiosritoslos cenardecian, Algunos daban unos sifbidos tan agudos, que aterraban a quienes no estal habituados a estas pricticas. 62 sss ASSAM que tomarla de un brazo para ponerla frente ala piedra. Chimalpopoca no resistié el silencio y esta vez un aullido de coyote herido salié de su garganta. Perdi6 laconciencia de dénde estaba, olvidé los ojos castigadores y las palabras duras de Xipecotl, y traté de soltarse de los brazos de sus compafieros que lo sujetaban. Entonces, y sorpresivamente, la multitud comenzé a gritar. Los sacerdotes se miraron sorprendidos: no era el momento para demos- trar euforia, puesto que Ia tercera victima atin estabacon vida. Sin embargo el griterfo aumen- 16. Atendiendo al gesto del gran sacerdote, Xipecotl avanz6 hasta la orilla de la terraza y mir6 hacia abajo. La multitud ahora era una infinidad de cuerpos que daban la espalda al templo; algunos habfan caido de rodillas. Des- de lejos brillé el atavfo del rey Moctezuma. Lo escoltaban dos largas filas de guerreros y hom- bres y mujeres le abrian camino para que pudie- ra avanzar. Xipecotl levanté sus manos y los sacer- dotes se acercaron a la orilla de la escalera de mil peldafios. S6lo el sacerdote verdugo siguid junto a la gente joven, a la espera de una orden. 63 Los jardines flotantes Para aumentar las reas de te- tantes, 0 jardines de cestas, se reno de cultivo, los indios ex- _ mantenian en su sitio por medio tendieron su superficie Henando' — deestacas y en la tierra asf forma- con tierra cestasdecafigentrete- da se cultivaban plantas. jidas, de 75 centimetros cuadra- Alrededor de la ciudad de dos, y amarrindolas en aguas TenochtitIin existfan millares de profundas. Estos jardines flo- estos jardines. Plumas y abanicos Los jefes guerreros lucfan enormespeinadosadomadoscon abanicos de plumas de colores. ‘Se reconocia« los mejores gue sreros, los Aguilas y los Jagua- ‘res, porsus yelmoscon plumas y sus piles de animales. El ideal de un joven guerrero ‘era capturar @ tres hombres vi- vos. Cuandolograbanhaceresto, podian atarse el cabello en un mofio sobre la cabeza. BI Alma det que moria en el campo de batalla subia hacia un lugar maravilloso, cerca del sot. La escuela de los guerreros se amaba felpockcall y a ella en- traban los nfios a aedad de ocho afios. 64 Chimalpopoca ain luchaba para soltarse de los brazos de sus compafieros, cuando de pronto se sinti6 libre: todos corrian a mirar. El también lo hizo, pero hacia su hermana que, semidesvanecida, se apoyaba en la enrojecida piedra, El gran sacerdote habia abandonado su palio. Y a la vista de la comitiva real que se acercaba, ordené detener el sacrificio y bajé a recibir al rey. Chimalpopoca, junto a su hermana, no sintié pasar el tiempo. Ni siquiera hacfa pregun- tas, slo estrechaba las manos de Atototl y hundfa la cabeza en su regazo. {No habia sofia 65 La cera perdida La artesanifa de las plumas se para obtener la figura deseada. trabajaba en familia, Los nifios Los espafioles no_apreciaron preparaban el pegamento a base ' Taartesanfaaztecachicieron fun- deexcrementos de murciélagos, dir todos los objetos de oro que. las mujeres tefifan las plumas encontraron. Sélose salvaron de més feas y el hombre preparaba la destruccin algunas figuras y Ts bastidores con telas y fibras méscaras enterradas con los de cactus, sobre los que pegaba muertos en las tumbas. las plumas formando figuras. Las plumas més caras eran las el péjaro verde sagrado —1 ‘quetzal—y las de pjaro mosca wal. Las artesanos aztecas trabaja zon el jade y la obsidiana, pero con instrumentos muy rudimen- tarios. También moldearon ob- {alos en oro, usando un mévodo llamado cera perdida: hacfan un modelo en arclla, lo recubrian de cera y luego agregaban otra capa de arcilla, Calentaban Iue- go lacera,y ésta se escuria por tun hoyo abierto en el fondo del olde, Entonces introducian oro fundido en el espacio que habia dejado lacera. Cuando se enfria- ba, bastaba con quebrar la arcilla ANENENIENIANS| do, todo era real! Y también era real que Moc- tezuma avanzaba hacia ellos. Era tal laconmo- cin que reinaba en la plaza y en el templo de sacrificios, que hasta el sacerdote verdugo ha- bia abandonado su puesto. Moctezuma, ahora, subia las escaleras, escoltado por dos caciques y precedido de un hombre que limpiaba los escalones a su paso. Cuando Hegaron a la gran terraza de piedras, todos los que ahf estaban agacharon la cabeza. Nadie lo miraba a la cara. Tanto los sacerdotes como los jSvenes estudiantes y las doncellas que atin permanecfan con vida, se postraron de bruces y enterraron sus rostros en el suelo. Chimalpopoca, de rodillas junto a su hermana, gir apenas la cabeza y nadie hubiera dicho que Sus ojos no perdfan detalle. Ahfestabaelrey. Veniaricamenteatavia- do, Calzaba unas sandalias con suelas de oro y bordadas con pedrerias. Tenia la misma estatu- ra de su padre, aunque su piel era un poco més clara. Su rostro largo, muy pulido y limpio, parecfa alegre y bondadoso; al menos ésa fue la impresién que le dio al nifio. Lucfa una capa bordada en oro, que se amarraba al cuello con un collar de piedras preciosas que le cubria el 67 Maravillas con plumas “Enelpalacio de Moctezuma muda, lasplumaseran ecogidas, habia diez estanques de aguade —seleccionadas y llevadas a los inmensasproporcionesentosque _tejedores de plums”. se guardaba toda clase de aves El tocado que Moctezumna en- acuiticas”,escribiéHeménCor- _ viGaHemnén Cons, cuando éste ts, desembareé en Veracruz —al Haba trescientos empleados creer que el espaftol era para vigilarlas aves yencimade — Quetzalcoatl que ven‘a a recls- ‘cadaestanqueselevantaban bal- mar su imperio— es s6lo una cones hébilmente dispuestos, muestra del arte aztecaen|acon- desde donde Moctezuma feccién de mossicos y sepodiareerearcontem- tocados de pluma, plindotas. Hemén Cortés “Bn otro lugar envi6 eltocado haba jaulas de plumas para Tas aves de quetzal de tierra de Ia al empera- més variada es- dor Carlos V. pecie que nadie pueda ‘Actualmente se ha- imaginar", sigue contando Gags la expuesto en un mu- seo de Viena, ASA pecho, La frente erguida sostenfa una corona pequefia que dejaba caer en la espalda un pena- cho de plumas verdes, La voz del rey hizo que Chimalpopoca volviera a hundir con fuerza su cabeza entre los pliegues de papel del vestido de su hermana. —Gran sacerdote: tengo noticias de que los hombres blancos y barbados que Hegaron desdeel mar estén las puertas de Tenochtitlin. Yo te ruego que invoques al gran Quetzacoatl y te unas a los sacerdotes de palacio para salir a recibirlos. —iLiberen a las doncellas y undmonos a nuestro rey! —-ordené entonces el gran sacer- dote con la voz entrecortada—. Quetzacoatl asi Jo quiere —y mirando a Xipecotl, agregé—: el vaticinio ha sido cumplido, ‘Una numerosa prole seguia a Moctezuma. Tras ellos y junto a sus compaiieros del calmecac, Chinialpopoca no contenfa su exci- tacién, Hubiera querido correr para besar antes que nadie los pies del dios que habfa salvado a su hermana. Era cierto lo que ella le habia contado: Quetzacoatl enviaba a sus emisarios 69 El Sefior de los Muertos Cuanido un hombre se estaba smuriendo, la familia Wamaba a un hechicero para que lo confe- sara, Este conversaba con el ‘moribundo y hacia invocaciones alos dioses para que muriera ‘como un buen azteca. ‘Una vez. muerto, preparaban. eloverpo para el funeral. Prime roleponianentabocauna piedra verde, que representaba el cora- 26n, Luego se envolvia ala m0- ‘mia y se le preparaba comida y bebida. Se lo rodeaba, ademés 4elos alimentos, con los objetos {que usaba en-vida, tales como _adomos 0 armas. . ‘Cada difunto partaal encuen- tro del dios que lo habia protegi- do en vida: los caballeros del Aguila, los guerreros y las muje- res valerosas, iban ala tierra de TTaloc,el dis de lalluvia. El éios ela luviarecibfa también a los ‘quehabian muerto ahogados, por ser también e! dios del agua, ‘Cuando el alma legaba al reix no del Seftor de los Muertos,

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