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El hombre lobo olMOlritatig| Pepe Pelayo & “Suspenso, intriga y misterios forman parte de esta entretenida historia que, a pesar de ser oscitra, cuenta con una pizea de umar, propia del autor.” Vp BUTS Ur tao y de Alex Pelayo 1gBN 978 we 20 ° iL il mee) Sta Sey 1789563"49909 Elhombre lobo de Quiticura Pepe Pelayo Iustraciones: Aléx Pelayo Direccién de Publicaciones Generales: Sergio Tanhnuz Edici6n: Catalina Echeverria Direccién de Arte: Carmen Gloria Robles Diagramacién: Kevin Gonzélez Produccién: Andrea Carrasco Primera edici6n: octubre de 2015 © José Pelayo Pérez, 2015 © Ediciones SM Chile S.A., 2015 Coyancura 2283, ofcina 203, Providencia, Santiago de Chile ATENCION AL CLIENTE Teléfono: 600 381 13 12 wurw.ediciones-sm.ct chile@ediciones-sm.ct Registro de propiedad intelectual: 259.001 Registro de edicién: 259.003, ISBN: 978-956-349-909-4 resin; Quadgraphis Chile S.A : ine Ay. Gladys Marin Millie 6920, Estacién Central Impreso en Chie / Printéd in Chile To ed permis a epoductn otal o paral de ext ib, su | tratanient ofermst ni su transmis de alnguna fora 0 por cualquier medio, ya sea digital, eletrOnico, mecénico, por fotocople por registro u otros métodos, sin el permiso previo y pr escrito de Tos titulares del copyright 160952 SE APOST6 JUNTO A LA PUERTA de Ja entrada Principal para tratar de detener, o al menos demorar, al demonio cuyas embestidas hacian estremecer la madera de la puerta. En sus oidos sonaban como eco os resoplidos de la bestia. De pronto la puerta cayé y aparecié el monstruo, hibrido de hombre y buey. Era el instante que debia aprovechar. Por eso lanzé con toda su fuerza la pelota de baloncesto, como lo hubiera hecho Jason Kidd, su Jugador favorito de la NBA antes, o Manu Gindbili, su idolo después, o LeBron James, su preferido en la actualidad, en un decisivo tiro de tres puntos antes de sonar el pito final del juego. La pelota pegs entre Jos cuernos del atacante, exactamente donde se les clava la puntilla a las pobres reses en los mataderos, haciéndolo caer al piso, como un toro en plaza de li- dia. Sin embargo, no conté con la descomunal fuerza de aquel Minobuey que se levanté amenazante, gol- peando varias veces con su pata delantera el suelo en serial de ataque. Entonces, con la furia de... —jRicky! jRicky, despierta! —escuché una voz conocida, al mismo tiempo que sentia unas punzadas extrafias en su abdomen. EI nifio abrié los ojos y lo primero que vio frente a él fue a un par de bueyes, a un costado al primo Dante hablandole y al perro Shogin, el cual lo pinchaba con una ramita que sostenia entre sus dientes. Entonces recordé cémo se ha- bia dormido debajo de aquel nogal, observando cémo engullian lentamente el pasto aquellas bestias de tracci6n de su abuelo, ya casi olvidadas a causa de los modernos tractores. —Vamos, nifio flojo y haragin —bromed con dulzura Dante—. Debemos volver a la casa, que ya la abuela Ilamé para almorzar. —jPero si yo no tengo hambre! —dijo Ricky levantandose. Ricardo Fuenzalida Sotolongo, conocido ca- rifiosamente por su familia, sus vecinos y sus compafieros de curso como Ricky, era un nifto de doce afios, hijo de padre chileno y madre cubana. Sus actividades preferidas eran jugar baloncesto —a pesar de ser un poquito bajo de estatura para 8 su edad—, ver el campeonato de la NBA; leer, pero solo libros policiales, porque poseia una innata habilidad para la deducci6n y la investi- gacidn en general y, por supuesto, las bromas, Se pasaba mucho tiempo creando y practicando el arte de hacer bromas, sobre todo con su primo Dante, un ser muy inocentén, grave y confiado, ideal como victima. —Pues debemos ir, porque quedamos en que enel almuerzo le pediriamos permiso a los abue- los para pasarnos varios dias pintando y arre- glando mi oficina de Quilicura. —"Mi oficina de Quilicura” —lo imité el nifio, bur- Tandose de su primo, y después se hizo un poco el enojado—. iQué agrandado es- tas! jComo si tu vieras mas de una! Ademés, _tampoco €s una oficina, es un departamento chico quearrendaste para in- dependizarte de los abue- los, ;A mi no me engafias! i EL BARCO DE VAPOR El hombre lobo’ de Quilicura Pepe Pelayo Ilustraciones de Alex Pelayo | | —Tedije que si saqué mi licencia como inves- tigador privado, tengo que tener una oficina para recibir a mis clientes. —Entonces, biiscate un lugar para trabajar, no para vivir —dijo Ricky. —Voy a usar el mismo lugar para las dos co- sas, porque estoy empezando y no tengo dinero para més, Dante Fuenzalida, un joven alto, fuerte, con conocimientos de defensa personal y artes mar- ciales, fue primero guardia de seguridad de un banco y también cartero de la Municipalidad de Pirque, pero ahora se creyé el cuento de que tenia talento para ser detective y quiso probar esa pro- fesi6n, sobre todo al verse protagonizando, junto asu primito Ricky, dos grandes “aventuras poli- ciacas”; una en las vacaciones de verano del afio pasado, conocida en los medios de comunicacio- nes chilenos como el caso de “El chupacabras de Pirque”, y que como premio por descubrir al asesino de animales, Dante se quedé con la cus- todia de Shogan, un especial mastin napolitano con mucho,pedigri; y una segunda aventura en Cuba, doride Ievaron a Shogtin a una compe- tencia internacional canina y se lo robaron. Eso ocurrié durante las vacaciones de invierno de ese 10 mismo afio (verano alld por estar esa isla en el hemisferio norte), y dicha aventura fue bautiza- da por los medios de comunicaciones cubanos como “En las garras de Los Mataperros”, En fin, un joven menos agil de mente que su Primito, pero muy protector de este. —Oye, Dante, en serio, gcrees que los abuelos me daran permiso para estar unos dias contigo? —Por qué no, Ricky? Yo tengo veintiséis afios, soy un hombre hecho y derecho, muy res- ponsable y puedo cuidarte sin problemas, Ade- mis, en Quilicura no hay ningiin tipo de peligro. Sin dudas, el joven no tenia la menor idea de lo que les esperaba. eT DANTE MIRO DE REOJO A RICKY que.andaba entretenido Ilevando a Shogiin por la cadena y sonrié, Se pasé ambas manos por la cara y con- tinué al frente de la caminata por la calle José Francisco Vergara. Algo incémodo por el calor, se agaché un poco para mirarse por el espejito de un auto estacionado y se pasé de nuevo la mano por la amplia frente, con el objetivo de sacarse el brilllo que le producia la transpiraci6n. Su enor- me frente, o incipiente calva, siempre era motivo de burla de su primo. Se aplasté un poco el pelo. Pelo cortado bien bajito, casi estilo militar. El sol ya.comenzaba a castigar bastante, porque a pe- sar de estar en pleno abril atin Iegaban dias bien calurosos. Se detuvieron en la esquina para cruzar y en- trar al supermercado a comprar algo de comida 13 para esos dias de arreglos en el departamento, y se pusieron a contemplar a un adolescente que ‘hacia malabares con unas pelotas, encima de un monociclo, en plena calle, mientras el semaforo estaba en rojo. De improviso un estruendo metilico muy cerca de ellos hizo que Dante se sobresaltara y sa- liera abruptamente de sus cavilaciones, al mismo tiempo que el instinto de conservacién le hiciera dar un paso atras y proteger a los suyos. Era el primer susto que sentia en Quilicura. Por suerte no se le ocurrié contar los otros que vendrian después. Pasada la primera y breve reaccién, los primos buscaron con su mirada el origen de aquel ruido y vieron’un auto color verde oscuro con el tapa- barro derecho abollado en medio de Ia calle, en tanto una camioneta, que arrastraba un trailer cof una embarcacién, esquivaba a otros dos ve- hiculos y se alejaba a gran velocidad. Los ojos de Dante regresaron enseguida al auto averiado, justo a tiempo para ver que la puerta del chofer se abria y, con dificultad, emer- gia una Sefiora de unos cuarenta y tantos afios, al parecer atontada por el impacto. El joven pensé en Ilevarse de alli a su primo, pero pudo més el 14 instinto solidario. Por eso le ordené a Ricky que tomara a Shogiin de la correa y no se separara de al ni un segundo, corriendo enseguida a auxiliar aladama. — Esté usted bien, sefiora? —pregunté Dan- te cuando estuvo a su lado, mientras la sostenia por el codo de su brazo izquierdo. —Si... si... creo que ha sido el susto mas que el golpe... —musit6 la mujer a todas luces impre- sionada todavia. —Quiere que lame a una ambulancia? —insistié el nuevo detective. —No... no es necesario... de verdad que estoy bien —dijo aproximando su cuerpo al de Dante y aferréndose a su brazo buscando apoyo, por lo que este pudo percibir un agradable perfume. —iEs increible! —exclamé la mujer—. ,Po- brecitos mis nervios! Puede creer que para mi Jo que chocé con mi auto fue un barco? * —Fue una lancha que iba sobre un trailer, que a su vez era arrastrado por una camioneta, sefio- ra —respondi6 Ricky, legando hasta ellos con Shogiin. —Menos mal que habia una explicacién légi- ca, Ya me vela con una camisa de fuerza, je, je... —Sefiora, usted disculpe, pero nosotros pode- 16 mos ayudarla a encontrar a ese fresco y descarado que le abollé su auto y se dio a la fuga —propuso Dante. —(No me digas? —y la mujer le puso aten- cién a aquel joven por primera vez—. ;Cémo piensan hacer eso? —Vera usted, yo soy detective privado y sé cémo encontrar a las personas. Ademas, me acompajia mi primo Ricky, que es un genio. —Tienen la patente de la camioneta, jno? —pregunté la dama con algo de sorna en su en- tonaci6n. —Es verdad que no pude ver la patente, pero si me fijé en el nombre y Ja matricula que es- taban grabados en la popa de la lancha que iba sobre el trailer —respondié Ricky sonriendo—. Con esos elementos, algunas indagaciones y un poco de suerte, el fugitivo es nuestro en muy poco tiempo. —jVaya! —exclamé la mujer, ahora mirando a Dante de arriba abajo—. |Mira qué suerte, pa- rece que me encontré con gente muy astuta! —Gracias, sefiora. — Qué jévenes més interesantes he conocido! —insistié la mujer sin poder ocular su curiosidad y dirigiéndose a Dante, pregunt6 sonriendo—: 7 (También eres menor de edad? —No, yo solamente —tercié el nifio y afiadié sefialando al perro primero y a su primo des- pués—. Shogiin tiene tres afios que son veintiu- no en-edad de perro y el sefior ac4 tiene treinta y dos afios. —¢Cuantos? —se asombré Dante, sabiendo que solo eran veintiséis—. Peto si... —Bueno, lo vas a cumplir a final de afio —lo interrumpi6 Ricky guifiéndole un ojo con com- plicidad, —jAh, si! —exclamé el joven al darse cuenta de la mentira, pero sin entender por qué la dijo. —De todas maneras parecen muy j6venes, por lo que me imagino que deben ser inexpertos, {no es cierto? —comenté la dama sin dejar de sonreir. —iPero puede usted ponernos.a prueba y no se arrepentira! —solt6 Dante, pasandose la mano con rapidez. por la frente para eliminar el brillo del sudor. —Miren, chiquillos, de verdad que necesito un detective para que me encuentre algunas co- sas que tengo perdidas por ahi, Me Ilamo Marthi- ta. Con “h” después de la primera “t”. Marthita Pozio y como me cayeron bien, los invito. Dénde 18 nos podriamos sentar para hablar de negocios? Los primos se miraron, pero sin demostrar las ganas de saltar y gritar de alegria al ver frente a ellos su primer caso. Claro, no sabian que pronto se arrepentirian de aceptar el contrato. Fueron Ricky, Shogin y la dama hacia una cafeteria en esa misma calle, porque Dante se ofrecié a estacionar el auto de Martha. LA MUJER SABOREO UN CaFé cortado y los pri- mos sendos jugos de frambuesa. Ella tenia la piel bronceada, su pelo era casta- fio, con visos tefiidos de rubio y' corte escalona- do a “lo casual”, Llevaba una camiseta amarilla de tirantes ajustada al cuerpo, iba con un short cremita y en chalas, con suelas altas de corcho y arriba una tira gorda transparente. En su cuello lucia una gargantilla bafiada en oro y con circén. También llevaba aros dorados, reloj deportivo y una pulsera de bolitas de oro, pero como si fuera un collar enredado en su antebrazo. —Bueno, directo a lo que nos retine —propu- so la mujer. —-Usted desea que encontremos al de la ca- mioneta, no és cierto? —quiso asegurar Dante antes de continuar. —No, quiero otra cosa —respondié ella—. ai Resulta que yo pertenezco a una fundacién que se dedica a recolectar dinero para ayudar a los perros. — Ayuda para perros? —se extrafié Ricky y Shogtin paré sus orejas debajo de la mesa. —Pertos callejeros, abandonados. Yo soy la tesorera de esa fundacién. Entonces junto pla- ta mensualmente de donaciones de empresas y particulares y se la envio a nuestra presidenta, la sefiora Kathy. —Caty? —dudé Dante. —No, Kathy, una gringa avecindada en este pais porque va a casarse con un chileno. —1Y le robaron? —traté de adivinar Dante. —Escucha, lindo —ella suspir6 antes de con- tinuar—. El caso es que yo siempre envio ese dinero con Dieguito, un joven que tenia vivien- do en casa desde hace meses y me hacia favores, etcétera, —Una pregunta, sefiora... —quiso hablar Dante. —Dime Marthita, por favor. —Bueno, sefiora Marthita, zusted y él...? —el joven terminé de explicarse con mimica, unien- do y separando en breves movimientos, los costa- dos de los dedos indices de cada mano. 22 —jNo, no! —salt6 la dama arrugando la na- riz—. El es una especie de primo, que por un tiempo lo he dejado vivir en la-casa, en lo que decidia su futuro. —Y se robé el dinero de este mes? —intenté adivinar de nuevo el novel investigador. —iNo! Bueno, no sé... el problema es que de- saparecié con la plata. Y hace dos dias que no sa- bemos nada de él. Dante comenzé a sentir esa cos- quillita en el estémago, al ima- ginarse que este podria ser un caso dificil, enredado, y que ellos resolverian des- pués de tensiones y miste- rios, Por eso miré a Ricky con mucho brillo en sus ojos. —Un momento, sefiora Marthita —dijo el nifo, girando un poco su cuerpo para ponerse de frentea ella y mirarla bien a los ojos—. Digame, por favor, zpor qué no lo‘han denunciado a la policia? —Porque mi marido es un personaje piblico, un prestigioso y exitoso empresario de este pais y no lo pueden involucrar en ningtin escandalo. Ademis, la sefiora Kathy es la esposa de alguien demasiado importante también y ni a ella ni a nuestra fundacién nos conviene enlodarnos con ese tipo de situaciones. —Déjeme preguntarle otra cosa, por favor —siguié interrogindola Ricky—: jesa sefiora Kathy recibié el dinero? —No, yo le pregunté por teléfono y me dijo que no. —EI dinero estaba en efectivo? —continud el nifio. —Bueno, habia de todo: billetes, cheques, va- les vista, depésitos a plazos... —Para yo tener una idea: gusted hizo un paquete, como todos los meses, se lo entregé al Dieguito ese y le dijo que se lo Ilevara a la presi- denta? —ordené la historia el nifio—. (Fue asi? —No, yo todos los meses le envio a la sefiora Kathy un libro con el dinero adentro, —{Lo pone todo entre las hojas del libro? —el nifio preguntaba y Dante escribia en su cua- derno de notas, mas por pose de profesional, que por necesidad. 24 —No, es un libro hueco donde coloco el di- nero, los papeles y hasta el informe mensual —respondié Marthita—. Es como una cajita que forro con nylon como hacen en las librerias. Yo solo le cambio la portada con fotocopias a co- lores de libros. — Cuil era el titulo del libro en esta ocasi6n? —pregunté Ricky. —Este mes era El libro de la selva, de Kipling —respondié Martha, y al instante se escuché un fuerte suspiro proveniente de abajo de la mesa, como si Shogiin recordara con nostalgia esa obra—. Después la sefiora Kathy me envia el li- bro vacio, yo le cambio la portada y asi... —Perdén, pero... gpara qué tanto trabajo? —quiso saber Dante. —Por dos razones: una, para que Dieguito © cualquier mensajero nunca sepan lo que va adentro; y dos, porque es una forma misteriosa, de novela de intriga. Me encanta! Ademés, tam- bién da un toque més cultural, no es cierto? —Si, claro —acepté él, sonriendo amable- mente, aunque criticando para si la tonteria de aquellas mujeres—. Pero digame una cosa, jest gura de que Dieguito no sabia del contenido del libro? 25 —No, si él no lee ni las revistas. Es muy in- culto. —Me referia al contenido de dinero, sefiora Marthita. —jAh, no! Imposible que supiera. No tenia cémo, —,Else llama asi? Dieguito? —intervino al fin Ricky. —No, se llama Diego Silvar. Yo les dije que era primo mio, pero no es exacto. La madre es Ani- tamaria Riviera, una intima amiga de mi mama. Dieguito le sali medio loquillo y travieso, por decirlo de alguna manera, y como el muchacho abandoné los estudios, llegando a los diecinueve afios sin asentar cabeza, Anitamaria y mi madre me pidieron que lo tuviera conmigo un breve tiempo en Santiago, hasta que él se encausara por el buen camino. —Parece que no lo logré, sno es asi? —co- menté Ricky. —Yo todavia tengo esperanza de que lo hayan raptado 0 cualquier cosa, menos que se haya atre- vido a robarme. —Bien, zy especificamente qué desea de noso- tros? —la apuré el nifio. . —Mira, lindo, yo los contrato para que lo en- 26 cuentren a él, o encuentren ¢l dinero. Preferible- mente las dos cosas. Solo para eso. —2¥ cudnto...? —insinué Dante. —No se preocupen que va a ser mas de lo que se imaginan, El joven miré a su primo, como consultando, y ante la leve afirmacién de cabeza que recibid del nifio, hablé: —Bien, aceptamos. ~Y el primer paso es que nos diga donde vive él —dijo Ricky. —Espérense, busco papel y lapiz en mi car- tera... Aunque debe de estar en Vifia del Mar ahora —dijo ella abriendo su bolso. — {Nive en Vifia? —quiso saber el nifio. —Bueno, en realidad la residencia permanen- te de los Silvar es por aqui mismo, por Quilicura. — Aqui en Quilicura? —salté Dante—. jQué casualidad, en esta comuna tenemos nues- tra oficinal Bien cerca de aqui! —Si, aqui viven ellos, pero en un barrio que vale la pena, lindo. Pero a veces pasan tempora- das en un departamento que poseen en Vifia del Mar. Por eso ahora estan alla. —Por favor, Marthita, si pudiera adelantarnos unos billetes, porque como tenemos que viajar y a7 esas cosas:., —dijo Dante, como avergonzado. —(Claro! Les daré un cheque junto con la di- recci6n... : El joven la vio escribir y sintié una infantil ansiedad, unas ganas enormes de ponerse ya a investigar. “jUn caso de verdad!, jel primero de muchos|”, se dijo. “Claro, es un simple robo, pero diez veces mejor que la ubicacién de un chofer en fuga y mil veces mejor que nada”, pens6. Su alegria era tal, que no se dio cuenta de la Hamada de su instinto, el cual Hevaba un buen rato sonando, como una alarmita en su interior. 28 ab UNA CHAPA CON LA IMAGEN de la cabeza de un lobo, adosada al marco derecho de Ia puerta le dio curiosidad, pero no dijo nada y volvié a tocar el timbre. Ricky y Shogiin, a su lado, se mante- nian casi inméviles, envueltos cada uno en sus Ppensamientos. Como la puerta no se abrié ni con el cuarto timbrazo, Dante comenzé a mover de un lado a otro su cabeza, en sefial de desaliento por el fra- caso de su primera pesquisa. Al bajar por las escaleras, como preferia Sho- gun (en realidad lo ponia de mal genio viajar en ascensor),a Ricky se le ocurrié una idea al ver al portero al final del trayecto. —Seiior, por favor, zvio usted salir a Dieguito, el del trescientos dos? —le pregunts, —No, hoy no lo he visto... —negé el portero también con la cabeza, 29 Y cuando Ricky ya estaba convencido de que su idea no tuvo éxito, el hombre agregé: —Pero casi a medianoche si lo vi salir y apu- radisimo. Los tres detuvieron en seco el mutis que ya iniciaban, sus ojos se abrieron, sus rostros res- plandecieron y una sonrisa se dibujé en las co- misuras de sus labios. Shogtin comenzé a mover con rapidez su cola mocha. Entonces Ricky se volvié hacia el empleado y le pregunté: — {No le dijo adénde iba? No... ni siquiera me vio —trat6 el portero de hurgar en su memoria—, pero supongo que haya ido adonde siempre. — Gabe usted el sitio que Dieguito frecuenta mas? —quiso saber Dante. — Para qué lo quieres saber? —se enserié el hombre y arrugé el entrecejo. —No se preocupe, amigo —y Dante le pal- meé el hombro al portero—. Diegui y yo somos viejos compafieros de juergas y carretes en San- tiago. Lo que pasa es que hace varios dias estoy aqui, vacacionando con mi familia, y él me dijo que también pensaba venir. Pero ahora es que tengo tiempo para verlo y divertirnos un poco —volvié a mentiz, con una sonrisa picaza,_ 30 El portero lo observ unos segundos més y, como le inspiré confianza, confeso: —Debe haber ido a Valparaiso, al bar de la ca~ Ile Cacan. —Cacin? —se extraiié el joven. —Bueno, en realidad la calle no se llama asi, pero en Valpo todo el mundo la conoce de esa manera, porque alli dicen que sale el espectro de una mujer con cabeza de perro, asustando a los marineros de los barcos que anclaban en el puer- toy la amaban asi: La Cacén, porque deambu- laba con su Cabeza de can. Shogiin se acercé a las piernas de Dante y se acurrucé entre ellas, emitiendo un gemido agu- do. Siempre hacia eso ante las historias de terror, sobre todo las de fantasmas de perros. —jCacan! —repitié Ricky, y pregunté ensa- yando la mas ingenua de sus sonrisas—: Seria usted tan amable de indicarme donde esta esa calle y cual es el nombre del bar? Con los datos e indicaciones que le dio el por- tero, ubicaron facilmente el sitio donde se refu- giaba habitualmente Dieguito cuando venia al livoral central, a pesar de que el luminico con el nombre de “La sirenita traviesa” estaba con varias letras apagadas y la segunda “t” medio 31 desprendida sobre la estrecha ‘puerta de entrada al tugurio. —Quédense aqui, que a estos hugares no dejan entrar nifios ni animales —ordené Dante y de mala gana Ricky y Shogiin fueron hasta la para- da de buses a pocos pasos del lugar, para sentarse aesperarlo. 32 DANTE ENTRO, BAJO LOS TRES escalones que da- ban al salén y tuvo que detenerse unos minutos para que sus pupilas se adaptaran a la semioscu- ridad. Al cabo, y a pesar de la débil luz rojiza que Gnicamente iluminaba el casi desierto recinto, pudo divisar, de pie en la esquina de la barra mas proxima a la entrada, a una figura femenina que mataba su aburrimiento hablndole en voz. baja al vaso que tenia delante, cuyo contenido era de un sospechoso color rojizo, tal vez por el tono de la luz ambiental, quiz4s porque ese era el color del liquido, oa lo mejor porque estuviera rubori- zado por lo que le confesaba la mujer. Era una rubia platinada al estilo de Madonna de edad imposible de adivinar y exageradamen- te maquillada. El joven se acercé a la mujer y le pregunt6 sin mas preambulos: —Digame usted, sefiorita, zha visto a Diegui- to por aqui, por favor? Madonna interrumpié las confesiones, segu: ramente con alivio para el vaso, miré de sosla yo al que la interrogara y levanté su cabello con ambas manos, mientras se volvia de frente a él para responder: —Parece que Diego esta muy solicitado hoy porque hay otro joven que lo anda buscando. —(Quién lo busca también? —Aquel —sefialé con un movimiento di barbilla a una mesa cercana—. Y dijo que si nc venia, lo irfa a buscar él mismo. Dante miré para donde la mujer le sefiala ra, mientras ella reanudaba su monélogo cor el vaso, pero lo que distinguié en la penumbri fue un joven, de unos diecinueve o veinte afio! 34 sentado en un pequefio sofa de espuma de goma, tomando una cerveza y aplaudiendo a otra rubia que bailaba muy mal un antiguo mambo. “Si es verdad que ese tipo también quiere ver a Diego, sabe muy bien cémo esperarlo”,exclamé mentalmente entre sorprendido y divertido. Como no quiso interrumpirlo, opté por sen- tarse en la barra, pedir un agua mineral y esperar a Dieguito, o ver qué hacia el tipo cuando acaba- ra el espectaculo. 35 DANTE LE HIZO UNA SENAL al barman, dejé el dinero sobre la barra y enrumbé hacia la puer- ta de salida. Tomando todas las precauciones, les avis6 a sus compafieros de aventura y siguieron al joven con la mayor discrecién posible. El tipo subié a su Jaguar y partié a gran ve- |locidad, pero por suerte, el semaforo en rojo le corté el impulso, lo que aprovecharon Dante, Ricky y Shogiin para tomar un taxi en la puerta del bar y seguirlo. Llegaron a Vifia del Mar en més tiempo de lo que se imaginaron. E] tipo subié por Agua San- ta hasta un punto en que dejé su auto y comen- 26 a caminar, Los primos y el perro hicieron lo mismo. La tarde iba cayendo y las sombras comenza- ban a aduefiarse de la casi desierta calle por la que perseguido y perseguidores ascendian hacia 37 un cerro cercano. En ese instante, un gato muy engrifado, chillé al ver al perro y salié huyendo cuando el mastin napolitano se lanzé ladrando hacia él, arrastrando la cadena con la que Ricky Io Ilevaba. El sorpresivo escindalo provocé que el tipo se volviera a ver qué ocurria. —,Por qué me estan siguiendo? —grit6 en tono agresivo y volviendo sobre sus pasos, en me- dio de unas cuantas palabrotas. —No te estamos siguiendo —respondié Dan- te, algo inseguro. —jAb, no? —grité atin més molesto el tipo—. Desde que sali del bar estan detras de mi. (Ustedes creen que soy tonto? —Lo que pasaes... este... —tartamudeé Dante. —jNo me mientas! . ;Por qué me siguen? —grité el tipo. —Porque andamos buscando a Dieguito y me dijeron-que ti sabes donde esta —explicé Ricky. —jNo te creo, nifio! ;A mi no me engafian! —y adopté posicién de combate. Dante no era cobarde, pero comprendiendo la inutilidad de liarse a golpes con un desconocido, alz6 el brazo derecho en sefial de tregua para in- tentar darle una explicacién convincente al otro. Intento que fue interrumpido, porque inespera- 38 damente aparecieron de entre las sombras tres sujetos. —jSuelten todo lo que llevan o dense por muertos! —gritaron en medio de una sarta de palabras subidas de tono. —jVengan a buscarlo! —respondié el joven, también en ese tono y sin preguntarle a Dante y a Ricky, que se sorprendieron un poco, pero no les qued6 més remedio que aceptar fa situacién. Deesta manera y por imprevisible y capricho- so designio del destino, o por Ié que fuere, el tipo y los primos que un segundo antes estuvieron a punto de enfrascarse en una pelea, ahora estaban obligados a unir sus esfuerzos en defensa de sus pertenencias y de sus vidas. Ricky dio unos pasos hacia atras y los dos jé- venes se situaron espalda con espalda y se dispu- sieron a repeler el ataque de dos de los asaltantes, quienes ya los rodeaban. como manada de lobos al acecho. El tercero, de pafitielo atado en su ca- beza, se habia quedado apartado contemplando todo con los brazos cruzados‘n su pecho. El primero en lanzarse fue un mocet6n de ros- tro cetrino y con una gorra calada hasta Jas tu- Pidas-cejas, que estaba por el lado del joven, pero tetrocedié cuando el atacado le largé una patada. 39 El otro, sujeto se abalanz6 contra Dante, pe- gandole un cabezazo en la frente que lo dej6 aturdido. Por suerte, en ese momento se aparecié Shogiin, que habia abandonado la persecucién del gato y al ver la pelea y el peligro que corria suamo, se lanz6 como una fieraa defenderlo, con unos ladridos que hicieron temblar de terror a Jos delincuentes, que se tuvieron que replegar. “ Entonces el de rostro cetrino volviéa la carga, pero el joven, més libre, gird y le paré el impulso con su antebrazo izquierdo, para enseguida po- ner por delante el pufio derecho donde lucia un anillo con una gran piedra, el cual se incrust6 li- teralmente en plena cara redonda y achatada del cetrino, haciéndolo caer sentado con expresin de dolor. - Lejos de amilanarlos, la altima y frustrada accién los enfurecié, mas y ahora atacaron al unisono, pero el joven, se defendié muy bien con muchos ganchos y derechazos junto a certeras patadas. Tantos golpes repartié el joven descono- cido, que hasta un codazo fue a dar a la frente de Dante, lo que provocé que este abandonara la pelea por aturdimiento y mareos, sentandose ahi mismo en el suelo. Pero la calma duré poco. Quizs por estar bajo 40 los efectos del alcohol o de otra cosa peor, lo que hicieron los antisociales fue reagrupar sus fuer- zas alrededor del hombre del pafiuelo en su ca- beza, el cual mostraba ahora con maligno alarde una pistola en sus manos. Pero los sujetos no contaban con un nuevo invitado. Un estremecedor aullido se escuché y de la oscuridad mas profunda de las sombras del cerro hizo su entrada un enorme lobo. 4“ e7 LA BESTIA, CON BL PELO erizado y los belfos re- traidos, fj6 sus ojos amarillo-rojizos en los delin- cuentes con expresin de profunda rabia. Unos segundos después avanz6 hacia ellos, provocan- do la histérica y desordenada huida de los tres, mientras el del pafiuelo arrojaba su pistola, la cual se disparé al caer, produciendo atin més te- tror entre los que se alejaban. De mis esta decir que la fuerza y habilidad de Dante y de Ricky apenas alcanzaba para retener a Shogiin, que con los pelos erizados y los ojos en blanco, daba vueltas y vueltas sobre si mismo a | mucha velocidad. Los primos lograron trasladar un poco el eje central de las vueltas de su perro, con el objetivo de esconderse detras de su compafiero de equipo, al ver cémo la fiera cambiaba de direcci6n y se dirigia ahora hacia ellos. 43 —No se preocupen —les dijo el joven son- riendo—.No es un simple lobo como piensan. —Si no es un lobo, jqué es? {Un oso polar? —dijo Ricky con susto. —Es un hombre lobo, o lobis6n, como lo Ila- man —explicé el tipo—. O lobisome, como le di- cen en Brasil. —éY no nos hard nada, dices? —quiso sabe Dante. —Nada. Ya veras —contesté el joven—. Yo sé lo que hay que hacer para dominarlo. Lo llamaré por su nombre de infancia y lo trataré con mu- cha dulzura, como a un bebé. Miren... El tipo avanz6 despacio hacia el lobo, que se mantenia parado, pero amenazante. —Hola, Panchito —le dijo con ternura al ani- mal. —Grrrr —el lobisén le contesté ya con sus fauces abiertas. —{Qué pasa, Panchin? —insistié el joven, tan dulce y juguetén como pudo—. Ven aca Pan- chitin, mi Panchitintin...tiiiintinnnn... De repente, el terrible animal dio media vuel- ta y se alej6, perdiéndose en las sombras del ce- tro. Unos segundos mas duraron las vueltas del mastin napolitano. 45 Dante y Ricky no podian creer lo que veian, ni podian expresarlo, porque las palabras no les brotaban de sus gargantas, por m4s que lo inten- | taban. Y cuando lograron vencer aquel estado | de panico, sucedié otra cosa que no se esperaban tampoco. 46 QuizAs POR CAUSA DEL DISPARO casual de la pistola al caer, o por la llamada de algtin veci- no, se presenté un auto patrulla, del cual salieron dos policias apuntandoles a todos con sus armas. Dante aparecié por detras del joven, junto a Ricky y Shogiin, y levantando los brazos mur- muré: —jAhora si estamos fritos! —No te preocupes tampoco —le respondié el otro en el mismo tono y con la misma sonrisa que antes. Dante no imaginé que la simple rutina de se- guirle los pasos a alguien, lo cual practicamente era el pan de cada dia para un investigador priva- do, fuera a generar toda una serie de desagrada- bles sucesos en tan poco tiempo. Pero alli estaba, después de enfrentar a tres maleantes, a un lobo feroz, adolorida Ia frente, con los brazos en alto 47 junto a un desconocido y frente a dos policias de hoscas expresiones, que se acercaban apuntando- les. “Cuando se enteren los abuelos de esto, sobre todo del peligro en que he expuesto a Ricky, me matan’”, pensd. —jDe espaldas y las manos contra la pared! —grit6 un policia, recogiendo el arma que los pandilleros abandonaron, mientras el otro llega- ba hasta los jévenes y el nifio para registrarlos, después de ordenarles que abrieran mucho sus piernas. En ese instante se escuché un chirrido de neu- maticos producto del frenazo de un 4 x 4 gris plateado Llegando al lugar, proyectando sobre ellos sus potentes luces delanteras y hasta un par de reflectores instalados sobre el techo. Siendo blanco de las miradas de todos, la si- Jueta de un individuo alto, aunque algo encorva- do, con los brazos separados del cuerpo, se bajé del vehiculo, se acercé a los agentes, se identificd, conversaron un poco mas y los policias regre- saron al auto patrulla, lo pusieron en marcha y abandonaron el lugar. Asi de sencillo y facil. Sin dudas, el hombre del 4 x 4 tenia un buen poder de convencimiento. Se vir6 para.el grupo y le hizo sefias al joven para que se acercara a él. —Espérenme aqui —le dijo a los primos su compafiero de pelea. Fue al encuentro de la silueta recortada por las luces del vehiculo, aunque se mantuvo a pru- dencial distancia, mientras parecian discutir algo que ni Dante ni Ricky alcanzaron a escuchar. Terminada la breve charla, el extrafio y temi- do personaje volvié sobre sus pasos para subir a la camioneta y sentarse ante el volante. Unos segundos después, el joven desconocido hizo un gesto despreciativo hacia el vehiculo que se per- dia en la oscuridad de la siguiente cuadra. 49 “No SIEMPRE VOY A ESTAR detras de ti” —el joven hizo una imitacién del hombre, poniendo una voz muy grave y una expresién de burla. — Ese quién es? —pregunté Dante, todavia impresionado, cuando el joven regres6 junto a él. —Es el hombre que mi abuelo emplea para protegerme. Pero mejor olvidenlo, —jgCémo quieres que lo olvidemos, si pasa- mos un susto terrible?! —confes6 Ricky. —No obstante, olvidenlo, les repito. Es un consejo sano que les doy —dijo el joven. —Oye, lo siento, pero tengo demasiadas du- das con todo esto —insistié el nifio. —Yo les puedo aclarar algunas, pero primero me tienen que decir a mi por qué buscan a Die- guito y por qué saben que yo lo buscaba también. —Bueno, nosotros necesitamos encontrarlo porque me estaf —mintié Ricky—. Yo confié 51 en él y se perdié con mis ahorros que tenia guar- dados en una alcancia para comprarme un com- putador. —Claro —siguié improvisando Dante—. Yo le prometi a mi primito ayudarlo, por eso esta- mos en esta ciudad. De ahi que cuando entré al bar y me informaron que ti también habias pre- guntado por él, te seguimos. —Pues, si, te dijeron bien. Ese desgraciado le robé plata a mi familia y, por lo que me dicen ustedes, parece que lo hace con frecuencia, gno? —y el joven sacé un chicle, metiéndoselo en la boca sin brindarle a nadie. —,Cémo te llamas? —quiso saber Ricky. —Camilo Lindisky Pareada, pero todos me conocen por Cami. —Oye, Cami —continué el nifio—, sme pue- des decir quién es ese hombre del 4.x 4? —En serio, es alguien que mi abuelo tiene para protegerme. E] imbécil se llama Nano, es un excoronel y el mejor dato para ti es que... jes el hermano mayor de Dieguito! —hizo un globito con el chicle, recreandose del efecto de su noti- cia—. Sin embargo, a pesar de ser un perfecto pesado, el tipo en el fondo es buena persona, lo tengo que reconocer. Por lo menos conmigo... 52 —Cami, tt eres pariente de Diego? —dijo Ricky sin darle importancia a la pregunta. — No? jNo! {Estas loco, chiquillo? —Entonces, ypor qué sabes todo de su fami- lia? —Io cuestioné el nifio—. ;Y por qué Nano obedece a tu abuelo y te ayuda siempre, como nos dijiste? —jPorque todos ellos son muy amigos de mi abuelo y el tata le pide que me cuide! ;Como si yo fuera un nifio oun anormal! —grité movien- do los brazos con energia. —jCalmate, célmate! jA ti el chicle te pone belicoso? —bromeé Dante. —No, no te preocupes —y comenzé a cami- nar—. jVamos! Los voy a llevar a la guarida del monstruo. —jA donde? —salt6 Dante. —A donde me dijeron que se esconde nuestro amiguito —sonrié el joven—. Yo estaba dando tiempo para asegurarme que esta ahi. 53 10 —ME PARECE BIEN, pero disctilpame Cami, hay algo demasiado extrafio en todo esto —insistid iRicky. | —¢Qué cosa? — (Como es que aparece ese lobo para ayudar- jnos en el. momento preciso? ;Qué hace el lobo \de Caperucita Roja en medio de Vifia? Y cémo \sabias sunombre? jPor qué se fue sin atacarnos? \(Como se explica toda esta locura, Cami? —Io ametrall6 con sus preguntas el nifio. | .—jCalmate, chiquillo! En este pais no hay llobos, pero si hombres lobos —respondié el jo- ven—. jUstedes no lo sabian? i¢Qué?! —exclamé Dante. | ' Si eso todo el mundo lo sabe en Chile, aun- que no se acepte pablicamente —explicé el Ca- tmilo—. Ya les contaré sobre ese tema, pero ahora lo principal es agarrar a Dieguito. ; Vamos! 55 —jEspera! —lo detuvo Ricky por el brazo— Dime una diltima cosa: spor qué ta sabes tanto di hombres lobos? Ni te asustaste cuando lo vist, y ms tarde cuando venia hacia nosotros te dist, una vuelta y lo Ilamaste por su nombre como fuera un bebé. ;Me puedes explicar eso también! —Esas son cosas que aprendi de nifio. Pero y, les dije que les contaré. jVamos, vamos! —De acuerdo —acept6 Dante, no muy con. vencido y pensando en que de nuevo pondri} en peligro a Ricky. Se culpé de haber aceptad, cuando el nifio le pidié acompagiarlo, Aunque ¢, realidad nunca se imagin6, ni remotamente, qu iban a estar en medio de tiros, peleas, policias,j hasta de hombres lobos! Guiados por Camilo, ascendieron sin dificul tad el certo, gracias a que la luz blanquecina d| la luna llena iluminaba el camino. —Es por aqui —dijo el joven—. Me dijerot que el tipo duerme en un edificio construyéndd se, ya casi terminado. —Entonces debe de ser aquel —sefialé Dant hacia un edificio oscuro a media cuadra de ello! cuya silueta se recortaba contra la bahia. —Debe ser, si —dijo Camilo lanzando el chi cle mascado a la calle—. Ahora hay que llega 56 sin que nos vea el cuidador. De acuerdo, primi- tos? ;Y mantengan callado a ese perro! —No te preocupes —le contest Dante. Se dirigieron casi agachados hasta las inme- diaciones del edificio y se escondieron detras de un 4rbol. La garita se veia alumbrada por una triste ampolleta de sesenta watts, pero asi y todo se distinguia al vigilante hojeando una revista, mientras escuchaba en la'radio un reguetén. —;Vamos, agichense mas! —ordené el joven en un susurro y avanz6 en cuatro patas hacia la garita. —No entiendo para qué ir directo hacia el cuidador, si podemos pasar por detras de la ga- rita sin que nos vea —le susurré al oido Ricky a su primo. —No sé —le respondié Dante de igual modo—. Pero sigimoslo, ya que quizas conozca una via més cmoda o mas segura, qué sé yo. No tuvieron que esperar mucho para enterar- se de lo que tenia en mente Camilo, pues el joven se abalanzé hacia el interior con una piedra en la mano. Enseguida salié sonriente: —A este le venia bien un suefiito, chiquillos. iVamos, antes de que despierte! Se dirigié al edificio y los primos lo siguieron, 57 intercambiando miradas de preocupacién, por- que al pasar, miraron de reojo hacia la garita y vieron al guardia tirado en el suelo con un tre- mendo chich6n en la cabeza. Subieron sigilosamente la escalera sucia y sin pintar, revisando cada piso con facilidad, debido a que todavia no habjan instalado las puertas. Por suerte, de tramo en tramo habian instalado débi- les ampolletas incandescentes, pues el alumbra- do definitivo atin no estaba dispuesto. Algo cansados Ilegaron al piso nueve y ahi fue donde vieron un pequefio resplandor al final del departamento de la derecha. —Espérame aqui con Ricky —dijo Dante—. Yo voy primero a hablar con él. —No, loquillo, vamos todos juntos —respon- dié Camilo. Entraron despacio, en silencio y con mucha precauci6n. No se habian equivocado. Alli esta- ba Dieguito, en la semipenumbra, apoyado a la entrada del bafio (ya tenia construido e instalado casi todo), algo ansioso eso si, al decir de sus ma- nos que agarraban y soltaban su ropa repetida- mente, como si algo le quemara en ellas. Ricky se dio cuenta de lo lejos que estaban de la casa de sus abuelos y del lugar s6rdido en que 58 se hallaban y le temblaron las piernas...’Temblor que subié enseguida por su cuerpo al escuchar un prolongado aullido no muy lejano, 59 11 | Ricky REvIS6 CON LA vista la guarida de Diego | y observ6 varias botellas vacias, una radio, unas | -mantas, EI libro de la selva en-un rincén y, encima de una caja de cart6n cerrada, estaban unos reci- | pientes plasticos con restos de comida. | > Sin dudas, Dieguito Silvar tenia pensado es- conderse alli muy poco tiempo. | —jHola, loco! —Ie dijo Camilo parandose de- lante de él. Del susto, Dieguito palidecié y comenzé a temblar atin més. Entonces, esquivando a Cami intent6 huir, pero Dante le corté el camino. —iA dénde vas, loco? —el joven del eter- no chicle en la boca volvié a hablar, girando su cuerpo—. No sé por qué ese apuro, si tenemos que hablar tanto todavia. —Qui... quiénes son es... esta gente? —tar- tamude6 Diego sefialando a los primos. 61 — {No los conoces? —se extraiié Camilo, mi, rando. a Dante con el entrecejo fruncido. Ricky comprendié que debia inventar al; por eso se dirigi6 hacia el libro. — Na lo leiste, Dieguito? —sonrid, sefialany dolo—. {Te gust6? Diego pensé que aquel nifio le quitaria el I bro y se lanzé sobre él. Pero no conté con la rapit dez de movimientos de Dante, que lo intercept y ambos rodaron por el suelo. Comenzaron ‘| golpearse seguido, pero sin mucho efecto al esta uno pegado al otro en un informe amasijo. | Camilo disfrutaba el espectaculo con una son) risa constante en su rostro, mientras forografiaby la pelea con su celular. Ricky sostuvo bien a Sho gin, el cual comenzaba a dar muestras de estar} punto de enloquecer —y enloquecer.a todos con sus escandalosos ladridos. Al fin. los combatientes 1¢ graron ponerse de pie, m4 arafiados y adoloridos pd el piso arenoso, que pd los golpes que se prop! naron mutuament! lp. Pero continuaron ¢ guardia, como boxed dores, mientras se estudiaban para atacarse. En un instante, encontrandose frente al bafio sin puerta, Dante intent6 colocarleuna derechaal mentén de su contrincante, pero resbalé, perdid el equilibrio y cayé sobre el lavamanos, dandose un golpe en la frente, quedando medio noquea- do. Diego queds algo confuso, lo que aprovechd Camilo para lanzarle un gancho de arriba hacia abajo por la mandibula, que hizo trastabillar al muchacho, lo suficiente para tropezar con la tina de espaldas, darse un golpe fuerte en la cabeza al caer en su interior, quedando inmévil y con las piernas para arriba. Dante se recuperé, miré a su alrededor, recor- dé todo y al ver a su oponente en la tina, se acercé asustado. —;Lo mataste? —le pregunté Cami en tono irénico. Dante le apreté el cuello.a Dieguito con su dedo indice y el del medio para comprobar si es- taba o no vivo. Camilo aproveché para fotogra- fiarlos a ambos en esa situaci6n. —Solo esta desmayado —dijo el novel detective. —Asi que Dieguito no los conocia, eh? (Qué raro? jY eso que le robé los ahorros al nifio! —dijo el joven caminando por la habitacién, 63 como despreocupadamente, guardando su telé. fono en el bolsillo. Entonces Ricky se percat6é de que Cami s¢ acercaba a donde estaba el libro y se lanzé a re- cogerlo antes que él. Pero cuando lo hizo, este | agarr6, lo inmoviliz6 contra su cuerpo y miré desafiante al primo mayor, —Ahora me vas a decir toda la verdad, gpara qué buscan a Dieguito? ¢Quiénes son ustedes? 12 NADIE LE RESPONDI6. El joven solo vio cémo | Dante y Shogiin se descomponian y tomaban una actitud belicosa y con mirada de odio, avan- zando hacia él, El joven no era cobarde, ya lo habia demostra- do, pero sabia que tenia las de perder con esas dos bestias a punto de saltar sobre él. Por ello, tomé una decisi6n en un par de segundos, Le arrebaté el libro de las manosa Ricky, lo empujé hacia sus atacantes y corri6 a toda velocidad buscando las | escaleras, —jAtaca, Shogiin! —grité Ricky. —|Quieto, Shogéin! Quieto, Shogiin! —grité | | Dante y abraz6 al nifio, Un aullido de lobo bien cerca hizo que todos | temblaran de terror. | —cQué... qué pas6 aqui, primo? —preguntd | Ricky casi en un susurro. 65 —Aparecié de la nada —Dante, algo péli do, sefialé hacia la escalera—. Corrid detras dejnteli... Cami, como un bélido, pero yo alcancé a verlo} No pudo terminar la frase. Recordando al Después aullé. hupacabras y preocupados por ¢l hombre lobo — ;Seguro que era un lobo o un hombre lobo?¥ fo que acabaron de pasar, los primos se habian —pregunté el nifio. vidado de su. perro. Entonces al mencionarlo —No sé, era idéntico al lobo que hizo huir a laRicky,ambos lo miraron y lo que vieron los hizo dr de buena gana: Shogtin se imantenfa dando eltas y vueltas sobre su eje a toda velocidad, los pelos erizadds y los ojos cerrados. Sin embargo, el momento de relajo les duré ‘0. Un balbuceo de Dieguito en'la tina, como menzando a salir del desmayo, los hizo ir ha- jaa él. —Si, y més, nuestro Shogiin es mil veces mas pandilla hace un rato. —Esto esta muy raro, Dante —dijo Ricky, pa- s4ndose las manos por la frente. —Ese gesto es mio —aclaré el joven. —Perdén, lo he visto tanto que se me pega. —No, importa, isalo también si quieres. —Gracias. Te decia que este lio es distinto a lo} que nos sucedié con el chupacabras de Pirque, ite acuerdas? —jCémo no me voy a acordar! {Ta nunca creiste que existia! — {Nos lo llevamos para interrogailo? —con- t6 el joven a su primo. —jAqui nadie se'lleva a nadie! |No se muevan, les doy un martillazo en el craneo! —Ies grits —Y ain pienso que no existe, Dante. Por eso Iguieri, con la enorme herramienta amenazan- digo que esto me tiene muy confundido. lo la cabeza de Dante. —Claro, porque al hombre lobo lo estamos, Ricky miré bien al hombre y reconocié al vi- viendo, es un hecho —afirmé el joven. jilante-del edificio. El chichén en la cabeza era —Vemos aun lobo, no a un hombre lobo, parall¥4 inequivoca prueba de su identidad. que no empieces con tus fantasias. —Nifio, ta y el perro ese se me pegan a la pa- — Pero conoces un lobo tan amaestrado} d jahora mismo! —ordené el guardia, como este? Ricky obedecié, arrastrando a Shogiin con él. 66 o7 —Yo no he hecho nada malo, sefior —atin6 decir Dante, —jNo? —le respondié el hombre, sefialén: dole hacia la tina con una mano, sin dejar d amenazarlo con el martillo—. ;Y esto, desgracia do? jAsi que no le hiciste nada malo a Dieguito? GEh? {Y esto, desgraciado? —se sefialé ahora ¢ chichér en su cabeza. —jMire, sefor...! —grité Dante mientras gi raba su cuerpo para estar de frente al hombre] poniendo en prdctica un plan demasiado infan til, pero sin tiempo para improvisar otra cosa— Fijese bien en la cadena de ese muchacho. ;Ve 14 medalla con la cabeza de un lobo que Ileva...? Yen el momento en que el guardia del edificig cambiaba por un instante la vista hacia Diego Dante golpeé con fuerza el antebrazo del hom! bre, que de inmediato solté el martillo, agarran: dolo el joven. —Disculpe, amigo —dijo Ricky, acercando se, mientras su primo se pasaba la mano por |: adolorida frente, ahora con la situacién controlas da—. Deme su cinturén para amarrarle las maj nos, por favor, 68 Cuando tuvo al hombre bien reducido, le hizo | una sefial con su mano a Dante y todos salieron | como un cohete de aquel lugar. | El caso se tornaba cada vez mas complicado. 70 gi13 DANTE ABRIO LA VENTANA del balconcito de su -oficina para que entrara bien la noche y respiré profundo. Le encantaba salir del bafio en verano, ponerse cualquier cosa ¢ ir directo al aire libre. Miro hacia la calle, Ya en toda Quilicura comen- zaban a apagarse los televisores. —Me van a quitar la licencia de detective pri- vado y hasta me van a meter preso —se quejé con tristeza. —jNo te va a pasar nada! —le contesté su pri- mo desde el computador instalado en el come- dor-despacho. —El guardia ese ya me tiene que haber dela- tado esta misma noche, ti lo sabes. —Es muy probable que se quede callado, por- que en un final él nos dejé pasar y él dejaba que Dieguito viviera ahi, zno? —T% crees? —el joven entré para ir has Ricky. —jObvio! Incluso hasta puede que le hay: pagado para permitir que ese tipo se quedara condido ahi. {No viste que mencioné su nomby como si lo conociera bien? —Si, es posible —y Dante le dio un beso en cabeza a su primo—. Eres un genio, Ricky. —Si, est bien... Ahora lo que tenemos qi hacer es dedicarnos a buscar a Cami. El es nus tra dinica pista. —2Y si buscamos a Dieguito para inter garlo? —Ese loco, con lo cobarde que es, ya debe tar escondido en el mismo infierno, al cuidado su mamita y su misterioso hermanote. Adem4 nos interesa Cami, porque ahora él tiene el libs con el dinero. —@Y dénde lo encontraremos? —Bso te lo dir tu amiga Marthita. | — Ti crees, Ricky? —Obvio. Vamos a Ilamarla ahora mismo pd Skype. — Estar despierta? Si responde le voy a s# car toda la informacién sobre ese tipejo. Lo va mos a encontrar y nos confesar4 todo mansito, mansito, —jCuidadito con él, Dante, ya viste que es un tipo peligroso! —Si, de acuerdo, Pero me las va a pagar por el susto que me dio cuando te agarré. —Y niiuna palabra de esto a los abuelos, zeh? —Por supuesto que no, Ricky! jPrefiero que me quiten la licencia y me metan preso antes de ver lo que me harian esos viejos! —jAl6! —dijo Martha en la pantalla—. Eres ta, Dante? 3 14 wnat —Si, HOLA —SE APRESURO a ponerse en céma- fa el joven, y Ricky a quitarse. —Yo los hacia en Vifia —dijo la mujer—. Encontraron a Dieguito? —Este... —¢Quieres venir? —lo corté ella tomando de un vaso y arreglandose el pelo. —No, gracias, no puedo ahora —respondid Dante algo ruborizado. La mujer se alejé de la camara ‘del computa- dor para servirse més hielo, Dante miré a su lado donde estaba Ricky y este le hizo una sefia de que hablara. Entonces Dante decidié interrum- pir aquello ¢ ir directamente al asunto: —jHey! Perdone, Marthita —dijo con cor- tesia, aunque con gravedad en el tono—, Debo conversar asuntos muy delicados e importantes | con usted. | | 15 —,Encontraron a Dieguito? No me respon- diste cuando te pregunté —hablé cambiando de tono. —No, no lo encontramos —dijo, mientras entraba también a camara su primo—. Pero sa- bemos de alguien que puede ayudarnos a encon- trarlo. — :Quién? —se interes6 Martha. —Se llama Camilo. Estuvimos hablando con él en un... un restaurante de allé —fue lo pri- mero que se le ocurrié a Ricky—. Quedé con nosotros en Ilevarnos a donde estaba Dieguito, pero cuando salimos fuimos asaltados por unos delincuentes, cada cual tuvo que huir por su lado y después no lo vimos mis. A lo mejor usted lo conoce. — sComo es él? —pregunté Martha. —Alto, delgado, pelo oscuro, lacio y largo, ca- bez6n, nariz enorme, boca ancha y mastica mu- chos chicles —detallé el nifio. —Si —asintié la mujer un tanto meditabun- da—, sé quién es Camilo. Es nada menos que el nieto de Kathy, la presidenta de la fundacién, la esposa de don Jorge Pareada. —,Quién es él? —pregunté Ricky. —Un reconocidisimo juez —respondié ella. 76 ““Jestis, Maria y José! |En qué lio nos estamos metiendo!”, exclamé Dante para si, aunque su expresion no delaté lo que estaba pensando. —¢Sabe, pues, dénde podemos encontrar a Cami? —inquirié el nifio. Marthita Pozio tecleé en el chat de Skype, mientras deci —Esta es la direccién del juez Pareada. Es en Quilicura, A lo mejor Kathy puede indicarles dénde encontrar a su nieto. —Gracias, sefiora Martha —sonrié Dante—. La mantendremos al tanto de nuestras pesquisas. —Espero que asi lo hagas, querido. Dante intenté una mirada cortés, tratando de esconder sus pensamientos y le’salié una ex- presion rarisima. Se despidié de la mujer. Ricky hizo lo mismo y se desconectaron. —Ya sabemos dénde ubicar a ese desgraciado —comenté el joven. —iNada menos que el nieto de un famoso juez! —solt6 el nifio—. jEsto se pone cada vez peor! 7 — {Nos vAMos a pormIR? —sugirié Dante. —Espérate, primo, Saliste del bafio al baleén Y nos pusimos a hablar enseguida con Martha, asi que no he tenido tiempo de contarte. —(Contarme, qué? —Que mientras te estabas duchando, inves- tigué en Internet y si, hay casos de lobisones en Chile. Los hay en Santiago y especificamente me enteré de que aqui en Quilicura aparece uno a cada rato, que tiene a los vecinos muy asustados. Ya sé, no me lo digas: debo aceptar la evidencia de algo sobrenatural por primera vez en mi vida. —iNo! {Lo aceptas? —No estoy muy convencido, porque no lo he visto yo con mis propios ojos, pero parece que es cierto, —Muy bien —quedé satisfecho Dante yal volver a pensar en las palabras de su primo, afia- 79 dié—: jAsi que un hombre lobo en este mismo barrio! ;Qué suerte la nuestra! —Bueno, pero hay otra cosa que investigué: vi las noticias en todos los noticiarios online, las radios, incluso me meti en las paginas de las co- misarias de Vifia del Mar, y no se sabe de alguien que le digan Dieguito, ni de un vigilante noctur- no golpeado en Agua Santa. Por lo tanto, no se ha denunciado nada, lo que significa que la policia no-nos busca. —jEsoes muy extrajio! —Si, es verdad... Ahi tuvo que suceder algo que evité que no hubiera denuncia —el nifio cerré el computador y se levanté de la mesa—. (Pero qué podria ser? —No sé... —Bueno, ya lo averiguaremos. Ahora lo que importa es que podemos salir a la calle mas con- fiados. —Menos mal. —jPor lo tanto, mafiana mismo buscamos a ese Camilo Lindisky! De acuerdo? —Deacuerdo. —Sin embargo, ti no lo tomaste asi con todos ahora —aiiadié Ricky muy serio. — Qué dices? 80 —Nada, que cuando suba luego el lobo des- pués de almuerzo los tres que estaban ahi —afia- dié mordiéndose los labios. —¢Los tres? sQué tres? —Los mismos que cada siempre antes el lobo desin querer con ellos —siguié el nifio tapando- se la boca y parte de la cara. — (Que sin querer qué lobo de qué? Qué ra- yos estas diciendo, Ricky? {Me vas a volver loco! El nifio no pudo mis y sali6 corriendo a ence- rrarse en su piezaa reir. AL OTRO DiA BIEN TEMPRANO, los primos y Shogiin estaban ya en la calle, buscando la direc- cién de la sefiora Kathy, en su misma comuna de Quilicura, pero en una zona residencial apartada y al parecer con duefios de casonas con gran po- der adquisitivo. Cuando al fin la encontré, se pararon detrés de un poste en la esquina, con la visibilidad sufi- ciente para ver quién entraba y salia de la impo- nente casona. El plan era interceptar a Camilo en la calle, sin que tuvieran que presentarse delante de los duefios de casa, para hablar con él. Casi dos horas pas6 sin que se notara el me- nor movimiento, Se fueron desesperando. Ya habian preparado una mentira para tocar y pre- guntar directamente por Cami, cuando la puer- ta se abrié y una mujer en uniforme tipico de 83 empleada doméstica, bajé los escalones de mar- mol que llegaban hasta el portén de la entrada. Dante tuvo una idea, sin pensarlo dos veces, con un gesto ordené que los otros no se movieran de alli y corrié hasta ella, que se dirigia al super- mercado, —Hola —le dijo caminando a su lado. —Hola —contesté ella, una mujer como de treinta afios, de pelo castafio, atado en un gracio- so mofio. —Disculpe, la vi salir de la casa y quise pre- guntarlealgo. Yo soy amigo de Cami y hace tiem- po que no nos vemos. Quiero darle una sorpresa, Yo soy Miriom... Miriom Hernandez, pero me dicen Chayan. —jComo el cantante! {Qué simpético! Pues yo soy Michelle, Michelle Bachelet, pero mi nombre completo es Paula Miguela Gazzari Me- linao. —Mucho gusto, Michelle. Disculpa el chiste, pero quise caerte bien. Mi verdadero nombre es Pedro Pablo Larrain Irarrazabal. ;Podemos ha- blar? —Mira, Chayan, normalmente yo no hablo con extrafios en la calle, pero pareces un joven de- cente —su cara era muy expresiva y simpatica—, 84 Ademiés, si dices que conoces al nifio ya no tengo dudas en hablarte. Perdona, pero es peligroso. El otro dia mismo un delincuente... —Perdén, ya qué nifio se refiere? —A Cami, claro esta. éLe pido un favor? {Le puede decir a — ‘Pero si el nifio no est4 ahora en la casa! —detuvo su cuerpo algo pasadito en carnes ylo miré a los ojos. — No? {VY donde esta? —pregunté Chayén, quitandose el brillo de la frente con la mano. —No sé, salié bien tempranito. Me imagino que fue a casa de su novia. Anoche llegé muy tar- de y se puso a hablar con ella por teléfono largoy tendido. No es que yo me ponga a escuchar lo que no me importa, a mi eso no me gusta, pero uno no es invisible —y se sefialé sonriendo—. Por ejemplo, yo a él lo vi cuando le Llevé un vaso de leche caliente a la cama y, cuando fui a recogerlo mis tarde, todavia estaba hablando con ella. Es muy extrafio, porque parecen enamorados, sin embargo... Quince minutos més tarde Dante sabia que Cami y su novia, Sherry Maria, ya seencontraban camino al aeropuerto, que la muchacha dirigia 85 ‘Tour Mundo Viaja, una agencia de viajes que ve- nia de una familia muy acomodada de Santiago, y otros chismecillos més. Dante se despidié de la mujer muy agradecido y volvi6 donde estaba su primo y su perro y los puso al dia enseguida. —Entonces hay que averiguar para dénde viajaron y seguirlos —dijo el nifio entusiasmado, —Pero no tenemos mucho dinero, Ricky. —Pues llama a Marthita y le pides més, de acuerdo? —Pero me va a preguntar, zy si lo hace qué le digo? —Que tienes’ que ir al sur 0 al norte, qué sé yo, per- siguiendo a Dieguito le dices, para no tener que contarle otra cosa. —Esta bien. —Mientras tanto-yo buscaré Ja agencia por Internet, llamaré y ave- riguaré a qué pais fue el grupo que vol6 hoy. jEn- tiendes? La cosa es que ti de casa de Marthita te vas al aeropuerto, yo te espero alli y sacamos los bole- tos para ese lugar y volamos para alla, porque te- nemos que hablar si o si con ese hombre, quitarle el libro y sacarle toda la verdad, de acuerdo? —De acuerdo, Pero téi no vas a ningiin via- je, Ricky. Se necesita autorizaci6n de los padres para que un nifio viaje al extranjero. Y eso si no Jo podemos hacer. —Tienes razn. —Fero no importa, primito. Yo hago todo y regreso enseguida. Incluso me puedes Iamar para ir analizando los hechos paso a paso. —De acuerdo, Dante. Eres el mejor, sabes? —jQue me lo digas ti, el genio de la familia, es un honor! —(Callate! jEl bromista aqui soy yo, no ta! 87 17 CUMPLIENDO EL PLAN ACORDADO, en quince minutos,mas 0 menos, el joven detective legs a la.casa de Martha. Ella no estaba,o no quiso aten- derlo, pero la empleada le dio un sobre a nombre de él con bastante dinero y un papel escrito, don- de le daba secamente las gracias Por sus gestiones hasta ahora, informandole que ya Dieguito Sil- var habia aparecido con el dinero y terminaba la nota con la tipica frase: “lamento profundamen- te finiquitar el contrato” y sin mas explicaciones aparecia su firma. Perplejo y sin poder concentrarse, Dante sin- 46, como siempre, la necesidad de hablar con su primo. Por ello, saliendo de la casa, de inmediato y con nerviosismo lo Ilamé por celular, —,Al6? —Ricky... Oye, esto se acabé, — (De qué hablas? 9 —jNos sacaron del caso! jMarthita me pagé y me eché! —jUF! —Como lo oyes. ¥ no solo eso, dice que apare- cid Dieguito con el dinero. —jEs muy probable que eso sea mentira! —Si, pero algo pasé que no quiere que investi- guemos mis el asunto. —Tenemos que averiguarlo, Dante. —Oye, por qué no lo denunciamos todo a la policia, Ricky? —No nos creeran. No tenemos pruebas de nada y recuerda que ellos son poderosos y con influencias. —Es cierto. Bueno, entonces voy para la ofici- nay alla pensamos cémo seguimos. —jNo, nada de eso! {Con ese dinero que te dio Marthita te vas ahora mismo para el aeropuerto! iQue?! —jClaro, tienes que encontrar a Cami y sacar- Je la verdad, ahora mas que nunca! — (Pero por qué tengo que hacer eso? —Porque necesitamos pruebas. Y otra cosa: estamos a expensas de que cuando a él le dé la gana te acuse; con las fotos que te sacé puede in- ventar una mentira, te enjuicia su abuelito jy nos 90 metemos en un Ifo, Dante! otra cosa. — (Qué cosa? —Que esa fundacién para socorrer perros ca- Uejeros no existe. —icQueé?! —iComo lo oyes tii ahora! Por eso vuela para alla urgente a buscar a ese tipo. —jEsta bien!... :Pero a cual pais tengo que ir a buscarlo? —jNada de otro pais! jAverigiié y es dentro de Chile! jAnota ahi, porque hasta te reservé cn cl mismo hotel donde se debe hospedar ese desgra- ciado! Ademés, averigité 91 18 TRANSCURRIDOS UNOS CUARENTA minutos aproximadamente desde que el avién aterriz6, ya Dante se estaba registrando en la recepcién del Hotel Diego de Almagro, en Antofagasta, a unas cuadras del centro de la ciudad, donde le reser- vara Ricky. : Luego de instalarse en una habitacién sencilla del segundo piso, la més barata que pudo conse- guir, regres6 al mes6n de informacién y ensayan- do su sonrisa més encantadora e ingenua, logré sacarlea la amable recepcionista que el grupo de la sefiorita Sherry Maria habia salido del hotel " hacia una hora mas 0 menos y que los fueron a buscar en bus, Con el portero, enfundado en un vistoso uni- forme lila y amarillo, con larga capa y alto som- brero de copa del mismo color, consiguié después 93 de una agradable charla, la informacién de que lg empresa de los buses era Flechas de Cobre. Dio las gracias al portero, quien se quedé espe. rando con rostro desconsolado una propina por el dato, y volvié a entrar al hotel para buscar la guia telefonica, Ilamé entonces a la empresa de buses y dos minutos después salié con la direc. cién escrita que necesitaba, Caminaba jugando con el papel. Se pasé la mano por la frente para quitarse el brillo; aun- que también para tocarse disimuladamente el lugar donde Cami le dio el codazo durante la pe- lea con los asaltantes. “Todavia me queda mucho espacio en la frente para més porrazos”, pensé y una sonrisa nerviosa afloré en su rostro. Sin dudas, presentia de algGn modo el mundo siniestro al cual se iba a introducir, 94 La TARDE IBA CAYENDO gradualmente cuando Dante se bajé de un taxi frente a un viejo caserén de un apartado y costero barrio, en el extremo sur de Antofagasta, medio oculto detras de una Construccién, que a pesar del abandono aparente en todo su exterior, conservaba atin la prestancia de una pasada opulencia social. Eché una ojeada a su alrededor y le parecio extrafio que trajeran a un grupo de turistas a esa. vieja propiedad con paredes despintadas, pero sobre todo le llamé la atencién los lujosos auto- moviles estacionados en la explanada frente a la puerta principal. “Qué interés puede tener un sitio asi para un Btupo de turistas de todo Chile, por muy espe- Cializada que sea esta agencia de viajes? jA no ser que el grupo sea de arquitectos o gente interesada &n monumentos histéricos 0 edificaciones anti- 95 guas!”, se pregunté y respondié. Y enseguida se dispuso a averiguarlo, por lo que avanz6 resuel. tamente hacia el portén de la entrada, cuando un aullido terrible lo paraliz6, “\gEso qué es?!”, se dijo. Miré a todas partes entre sorprendido y asustado. “Puede ser una grabaci6n a todo volumen o esta un chupacabras © un lobo cerca”, pensé, y no muy convencido 2 i z reinicié su marcha. Al llegar, fue interceptado por dos individuos, sin dudas del equipo de seguridad de la casa, pero antes de que le preguntaran, él se les adelanté para decirles con desenfado lo que ya tenia pre- parado en su mente: —Soy amigo de Cami y Sherry Maria. Yo de- bia haber venido ayer con ellos y los demas, pero asuntos imprevistos me retrasaron y acabo de llegar. ;Estan ahi todavia, no es cierto? Pensé que tendria que dar mas convincentes explicaciones de su presencia alli, sobre todo por las caras de intransigentes que tenian aquellos tipos, mas para su sorpresa, los energtimenos le TR : : franquearon la entrada, diciéndole: —Adelante, amigo, adelante. Como no iba a detenerse a preguntarles la ra: z6n por la que lo dejaron entrar con tanta facili- 96 dad, lo hizo de la forma més natural que pudo. Pero la raz6n la descubrié al pasar entre ellos, cuando un tufo alcohélico le legé por ambos flancos. Al desembocar en el enorme sal6n de estar, se encontré con una especie de reunién, en la que todos los presentes bebian, fumaban y conversa- ban en voz baja. Se mezcl6 entre los alli reunidos con una im- puesta falsa sonrisa, mientras se Preguntaba de suevo la raz6n por la cual ese grupo de personas, al parecer todas pudientes Por su aspecto y-las topas que vestian, habria de viajar tantos kilé- metros para disfrutar de tan inocentona velada, Sin borrar la sonrisa se interné por el pasillo central y sin lamar la atencién, debido al mo- vimiento de personas por toda la casa. Vio una Puerta abierta correspondiente a un supuesto dormitorio, seasomé y lo que alli observé lo dejé pasmado, Pasaron unos minutos para que se repusiera de la impresién, Era una sala de regular tamafio, en cuyas pa- redes estaba montada una especie de exposicion fotografica de nifios y jévenes, Pero no eran ni- fios y j6venes normales los que alli vio, sino que 97 todos mostraban sus cuerpos, y en algunos casos hasta sus rostros, cubiertos con una espesa pe- Jambre, ademas de que se notaba en la mayoria de ellos un desarrollo exagerado de los dientes, sobre todo de los colmillos. Después de observar toda la exposici6n, quiso visitar los dems salones. Con aparente displicencia comenzé a hojear libros, leer letreros, ver murales, proyecciones y otras formas de exponer. Incluso volvié a escu- char el mismo aullido que oyé al acercarse al lu- gar y comprobé que provenia de un video. En los salones no habia nadie, porque los par- ticipantes disfrutaban del descanso antes de la comida, la cual estaba a punto de servirse. Asi, Dante se pudo enterar sin muchos incon- venientes de que aquello era una especie de con- greso, seminario 0 encuentro de hombres lobos de Chile, Se habia metido en las mismisimas pa- tas de los caballos!... O en las garras de los lobos, para decirlo mejor. A duras penas logré contener el terror que lo invadia. 98 220 POR SUPUESTO, MANTUVO al tanto de todo a su | primo por el celular. _ "Aprende del tema si puedes’, te dijo Ricky, '¥ <1 asi lo hizo. Supo entonces que los lobisones de origen europeo, que salian de noche, aun. ie algunos al dar las doce exactas, otros con el egado de que solo lo hacian en las noches de ina Ilena; Esas diferencias estaban dadas debi- a que habian evolucionado en el transcurso del Hempo y por la logica adaptaci6n a las tierras stidamericanas. _ ‘Ley6 que los nifios lobisones habian entrado tt la historia como fundadores de la ciudad de ‘fRoma: Romulo y Remo. Se conocian también asos registrados desde el siglo XIV. Hubo casos nifios lobos capturados y estudiados por cien- cos de fines del siglo XVIII. La posicién que Moptaban no era eréctil, tenian el peloy las ufias 101 muy largas y se expresaban con grufiidos como Jos lobos. Asi fue el caso de El salvaje de Aveyron, estudiado en Francia. Dante pudo ver con asombro cémo la ciencia hablaba de una enfermedad cuyos sintomas ezan el rechazo a la luz, por lo que el afectado tenia que vivir en las tinieblas de la noche. Iba acom- pafiado de una excesiva pelambre en todo el cuerpo, afecciones que lo obligaban a desplazarse casi en cuatro patas, asi como producir una sus- tancia rojiza en las ufias y crecimiento de dientes que le daban un aspecto espeluznante. También el joven detective copié en su libre- tita que los seres humanos infectados con rabia, tienen actitudes similares a los perros, lobos y otres cnidos. De ahi que si una persona era mordida por un lobis6n, se convertia también en hombre lobo o mujer loba, segiin fuera el caso. Pero ademés de historia, Dante se enteré de datos muy interesantes. Tener un séptimo hijo varén era la forma natural de traer a esta vida un hombre lobo. Pero si a ese séptimo hijo va- 16n, uno le ponia el nombre de “Benito” y en la ceremonia del bautizo lo sostenia en brazos el hermano mayor, uno podria deshacerse del ma- leficio de que saliera lobis6n. O si nacia ese sépti- 102 mo hijo un 29 de febrero, tampoco cargaria con ese mal. Apunté también en su cuaderno que a nadie sé le podia aparecer un hombre lobo tres veces seguidas, porque aunque le hablara con ternura y le dijera su nombre 0 apodo de nifio, como hi- ciera Cami aquella noche en el cerro, no evitaria que atacara y descuartizara. Por supuesto, averigué entre tanta informa- cién que pasaba ante sus ojos, la respuesta a una pregunta crucial: ;c6mo se mataba a un lobisén? jAlgo inaudito! Con una bala de plata o cargan- do el arma con cuentas de un rosario “esas boli- tas que se ensartan en un hilo y que se utilizan para rezar”,se Después de esas y otras anotaciones, guard6 el celular con el que habia fotografiado todo, para dejar constancia, y se deslig6 de tantos datos so- bre los hombres Lobos, para no dar oportunidad a que lo pillaran dentro de algiin sal6n. Deambulé por la casa para tratar de despejar su mente y tratar de encontrar a Camilo, por su- puesto. De pronto, al pasar por una puerta semiabierta escuché una conversacién proveniente del inte- rior. En el didlogo, la voz de un hombre se dirigia 103 a su interlocutora Ilamandola “sefiorita Sherry Maria”. Hablaban sobre el exterminio de perros callejeros en la ciudad de Punta Arenas. No dudé niun segundo y entré. Entonces vio a un cocine- ro sirviéndole un perro caliente a una hermosa joven, que estaba sentada a una mesa, frente a un computador portatil conectado. —,Dénde diablos est Cami? —la abords Dante, yendo directo hacia ella. La joven cerré el computador mecénicamen- te, mientras miraba sorprendida al recién llega- do y su cara se iluminé. _yNos puede dejar solos por un rato? —le dijo Dante al cocinero, que también tenia expre- sién de sorpresa. — ;Quién eres? —pregunté Sherry Maria, en un tono falso. —Un amigo de tu novio, que tiene una deuda pendiente con él —respondié el joven. —Té eres uno de los primitos, yno es cierto? —siguié ella sonriendo, sin poder disimular su alegria. —No...si... Soy Dante. —Mira, Dante, es mejor ir a conversar al patio —propuso Sherry Maria. —Esta bien. 104 —Guardame “el perro”, Félix —le dijo ella al cocinero que se mantenja serio y callado—. Y vaya para la cocina que va a comenzar el almuerzo, — La joven recogié la cartera y el computador, luego de lo cual se dirigié al patio trasero de Is casona. Dante la siguié. Al Ilegar a un banco de marmol en un lugar-del arenoso Patio, se detu- vieron, Sherry Maria caminé en circulos varias veces alrededor del banco y se senté después de la sexta vuelta. Colocé el bolso de mano a un lado, el computador sobre los muslos y miré a Dante con una sonrisa. 105 221 —Por Favor, ,donde esta Cami? —repiti6 el joven sentandose a su lado, después de extrafiarse por la forma de tomar asiento de ella. — Para qué lo necesitas? —Sherry Maria alz6 sus cejas y comenzé a olisquear seguido, arrugando la nariz y alzando la cabeza. —Creemos que hablando con él podemos ayeriguar muchas cosas importantes para nues- tha investigacion. —Bueno, él me acompafié hasta aqui ¥ después se fue a Concep- cién, para organizar alla otro congreso como este. Pero ya mafiana mismo estara en Rancagua para tina “reunién, me dijo —sac6 una cajetilla de cigarros de la cartera, tomé uno, se lo puso en la boca y comenz6 a buscar cémo encenderlo. — ¢Estas segura? —pregunté Dante. —Claro que estoy segura. Estoy tratando de recordar el nombre del hotel donde se hospe- dard en Rancagua. En un rato me acuerdo, no te Preocupes. —Te lo agradeceriamos mucho. Claro, espero que no sea un engafio. Me decepcionarias, —De verdad que quiero ayudarlos. Es mas, si quieres, yo puedo reunirme pasado mafiana con él en Santiago, donde tii me digas, para que lo pi- Iles desprevenido —al fin logr6 encontrar una caja de fosforos en el fondo de su cartera y pren- did el cigarrillo, inhalando todo lo mas que pudo en la primera chupada. — Por qué lo estds traicionando asi, tan facil- mente? {Ti no eres su novia? —Si —respondié entre las toses que le provo- cé el humo inhalado. — Pues si eso es amor, estamos muy mal! —Es que es una historia muy larga —y co- menzé a rascarse el cuello inclinando la cabeza hacia un lado, uniendo con fuerza sus dedos de la mano derecha y en movimientos breves, rapidos y continuos se pasé las ufias por el lugar donde 108 - lepicaba. —iAdelante estonces! Soy todo ofdos! —dijo _ Dante, esparciendo con la mano el humo del ci- _ Barro de ella, que una leve brisa le levo hasta la _ cata—.,;Pero te repito, si algo no me convence, vas a tener graves problemas! —Ya lo sé. Mira, el asunto es que yo organiza- ba y era jueza de peleas de perros, wy? — iQue eran peleas clandestinas! Claro, solo para gente con mucho hillete, —Sin embargo, nadie de mi familia, amigos, sabian de mi doble vida —y comenzé a hacer circulos con el humo que expulsaba por su boca, los cuales flotaban bastante sin perder su forma—. Yo estudiaba tercer afio de ingenieria y la gente me Iamaba al celular que compré solo para ese negocio... —Disculpa la interrupcién, dad tenias de hacer eso? —Porque era la tinica forma de estudiar y ayudar a mis padres —contesté con rapidez y botando el cigarro al suelo para pisarlo con la planta de su zapato. —No entiendo, yo supe que tu familia tenia pero ni de mis épeto qué necesi- 109 mucho dinero —comenté Dante, recordando lo que le dijo la empleada de la casa de Camilo. —Eso es pura fachada:-Mis padres fueron gente de plata, si, pero mi hermano menor los arruiné al perderlo todo en el casino de Vita —mientras hablaba, volvié a sacar otro cigarri- lo y a encenderlo—. Sin embargo, han querido mantener las apariencias. A costa mia, claro. —Bien, contintia, porque atin no veo cémo encaja‘en’ la historia nuestro querido Cami —ironiz6 el joven, esparciendo de nuevo. el humo que le Ilegaba al rostro directamente, por lo que decidié inclinarse hacia delante, pero sin dejar de mirarla. —Pues asi: un dia me Ilama una clienta para una apuesta, yo voy y resulta que su pareja era Cami. No puedo negar que me atrajo enseguida y eso hizo que comenzara a aceptar sus frecuentes invitaciones. —Se enamoraron. —jLa verdad? El nunca se enamoré, Ya ni si- quiera creo que le gusté especialmente en algin momento —y se sacd con el indice y el pulgas, un par de picaduras de la boca, acompafiando la accién con expresiones de asco, — (Por qué lo dices? 110 —Porque.a la cuarta 0 quinta vez que nos en- contramos en un hotel me esperaba con un hom- bre.El duefio de Tour Mundo Viaja. Entonces me propusieron este negocio en el que estoy ahora. Yo no... —Espérate —Dante se molesté un poco al ver que la direccién del viento habia cambiado Jo suficiente para recibir de nuevo, en plena cara, el humo del cigarro de ella. Se eché ahora hacia atras—. Dime primero en qué consiste esto de la agericia; que de solo pensarlo me dan escalofrios. —Bueno, la agencia organiza este tipo de con- gresos; es decir, refine a un grupo de gente que ‘maneja negocios turbios en su mayoria,a los cua- les les interesa rechutar nifios y jovenes lobisones, ‘o también pagan para que a los nifios normales, secuestrados de la calle, donde viven los pordio- seros, sean mordidos por reconocidos hombres lobos, con el fin de entrenarlos desde pequefios para convertirlos en sicarios suyos, capaces de hacer todo tipo de trabajos sucios... — {Trabajos sucios? ;Qué clase de trabajos su- cios? —Bueno...intimidar, asustar...y hasta morder letalmente. —jNo lo puedo creer! ,Dénde esté la concien- cia de esa gente? —Quienes tienen este tipo de negocios care- cen de conciencia, Dante. —jEs increible! Yo los agarraria... —Asi es. — {De dénde sacan tantos nifios? —Tengo entendido que existe una fundacién que se encarga de recogerlos en Argentina, Uru- guay, Paraguay y aqui en Chile principalmen- te. Como la mayoria de estos muchachitos son abandonados por sus padres, esta organizacién de fachada benéfica los acoge con el pretexto de darles “piadoso asilo y vida digna”. Dante iba a preguntarle a Sherry Maria si esa fundacién seria por casualidad la que presidia la abuela de Cami, pero prefirié no hacerlo por lo obvio de la respuesta. —Increible el asunto este! —se limité a ex- clamar atin impresionado—. ;Ahora me explico las fotos y todo lo que vi alla adentro! —Pero te aseguro que esto es un negociazo, gsabes?, tanto para la fundacién como para Tour Mundo Viaja —dijo, mientras encendia otro ci- garro con el anterior. 112 —Estas muy nerviosa. —Si, lo estoy, pero muy contenta también. —No te muevas de ahi, que tengo que hacer una Iamadita répido —dijo Dante sacando su celular. 13 — BUENO, AHORA ME vas a contar de ti —dijo Dante, sentandose de nuevo al lado de la joven. —cQué quieres saber? —ella suspird, — Por qué caiste en esto? —Eso es lo que te ibaa decir hace un momen- to —apag6 el cigarro anterior con el Zapato y acto seguido comenzé a escarbar en el suelo con sus dos pies, echando la tierra encima del ciga- rro—. La noche que Cami me presenté al duefio de Tour Mundo Viaja en el hotel, los dos me en- sefiaron unas cuantas fotos mias en las peleas de Perros y me amenazaron con entregarselas a la policia sino me encargaba del puesto de produc- tora general de estos congresos. —Eso lo puedo entender, Pero lo que no com- prendo es por qué te hiciste novia de Cami, —Porque no somos novios. Ese es otro trabajo bien pagado. El tiene engafiado a todo el mundo, 115 incluyendo a sus abuelos, de que es un joven ho- nesto, decente y a punto de casarse con una mu- chacha “de bien”, como aparento yo, Para eso ma Paga —y volvié a toser, —Ya, de acuerdo, pero dime: — spor qué debo creerte esa i eee tan bien hilvanada, viniendo de alguien para quien la moral no es, pre- cisamente, un valor im- portante? — Hey! [Yo tengo mu- cha moral! Mira, te lo explicaré de manera muy simple. Yo estoy hasta el tltimo pelo de lacola de esta inmundicia y si ta puedes atrapar a Ca- milo y a Don Sigfrido... —(A quién? . —A Sigfrido Morelli, El es el gerente de esta agencia, el encargado de los negocios que se ha- cen en estos congresos, —iAh! ~y Dante se ‘Paro para evitar el humo que ya le tenia los ojos con ardores, Después sacé Ja libretica y anoté el nombre. 116 —Mira, si los destruyes a los dos, entonces Yo podré estudiar tranquilamente y retomar de nuevo mis peleas de perros, sin tener més cargos de conciencia Por esta inmoralidad, —Pero insisto, Sherry Maria, ¢por qué debo cteer que todo lo que dices es verdad, si me estas confesando que si te sales de esto volveras a tu actividad ilegal? —iPero si no es malo lo que hago, Dante! — Pero tii estas loca! iComo va a ser bueno echara pelear a esos animalitos...! Bueno, no voy a discutir contigo eso en este momento, Ahora solo respondeme: gpor qué debo creerte? —Porque te voy a entregar esto —y ella bord el cigarro para abrir el computador y encenderlo, 7 LQué es es0? —y el joven se apuré en apa- gar la colilla con el zapato, —En la memoria de este computador estan clutadores”, a los Prtoveedores y muchas cosas mas que ni te imaginas, Incluso, ahi hay hasta un listado de los clientes que utilizan nuestros ser- Vicios desde otros paises. «Qué te parece? —Es tentador —dijo Dante y se acercé para 117 ver mejor la pantalla, aunque no entendia muy bien lo que alli decia. —Ademas, te daré un video del lugar donde entrenan a los nifios lobos, ahi verés a Cami y a” otrgs. Mejor priieba que esa no existe. Ella sacé de su bolso un disco nuevo y grabé toda la informacion. Al terminar sac6 el cisco y se lo entregé. —Si me das esto, estaras en peligro ti —ad- virti6 el joven enarcando una ceja. —No, si me dejas amarrada y amordazada cn una habitacién. Asi no tendré problemas. Sim- plemente diré que me la quitaste —y ella se puso de pie, expectante por la decision del joven detective. —Ese plan me gusta, pero espérate un poco —contesté él, sacando otra vez su celular del bolsillo. Hablé un par de mimutos con Ricky, pasean- dose por el patio, sin dejar de vigilar a Sherry Maria. Después regresé a su asiento. —Me vas a contestar una pregunta y ahi veré si te creo ono. — (Qué quieres saber? —arrugé las cejas la mujer. 118 aOR —;Por qué ahora conmigo traicionas a esta gente y no lo hiciste antes si te sentias asi? — {Te digo la verdad? —dijo la joven emocio- nada—. Jamis pensé que alguien de afuera llega- ra tan lejos en una investigacién para descubrir a estos criminales. El panico, el terror, te mata hasta las esperanzas. Y yo sola no podria hacer nada, me tienen constantemente vigilada. Por so cuando te vi entrando en la cocina hace un momento, senti que era posible mi libertad. No sabes lo que significa para mi lo que hacen. Ellos estan preocupados por lo que ustedes han logra- do descubrir. Por lo tanto, si no los ayudo, ahi si jamés me podré mirar en un espejo... —Me convenciste con ese discurso —dijo Dante con un nudo en la garganta también y tra- tando de reponerse, afiadié—: :No has recordado el nombre del hotel? —No, lo siento. Pero no se preocupen, en cuan- to me acuerde te llamo, —De acuerdo, Bueno, vamos. Fueron hasta una de las habitaciones del se- gundo piso. Sherry Maria le hizo una especie de salvoconducto a Dante, por si los energimenos Jo paraban en la entrada. Como la idea salié de 119 etl la misma mujer, el joven se sinti6 mas tranquilo y confiado. De todas formas la amarré y amordazé, dejan- dola acostada en la cama. Iba a salir con su botin, contento por lo que acababa de obtener, cuando se dio cuenta de que no habia indagado nada sobre la situacién en aquel edificio, la pelea, las fotos. Volvi6 a cerrar la puerta por dentro y regresd a la cama. Le liberé la boca a Sherry Marfa para preguntarle: —Perdén, pero se me olvidaba hacerte una pregunta: qué te conté Cami de su aventura en Vifia del Mar con nosotros? —Me dijo que tay el perro lo habian atacado y tuvo que huir de alli —Ia joven, al ser liberada de su mordaza comenzé a respirar con rapidez, como sofocada, sacando mucho la lengua y ba- beandose. — {No te conté nada de Dieguito? —Ni.me lo recuerdes —contesté ella—. Esa noche al salir del edificio lo capturaron. Esta vivo, pero no lo dejan transformarse mas en hu- mano y lo tienen enjaulado todo el tiempo. —iJestis, Maria y José! Por eso la sefiora Mar- tha me finiquité el contrato! 120 —Cuidado con ella. Su marido es Sigfrido, el duefio de la agencia, como te dije. ‘ —i¢Qué?! |;Marthita es la mujer de ese hom- bre —Asies. Y otro dato mas: él es el administrador del centro de entrenamiento de los nifios lobos. —jJestis, Maria y José! {Con qué gente mis _ mala estamos involucrados! : —Y uno de los peores es el Cami, —Menos mal que recobré el dinero, debe es- tar mas calmado, ;no? —No, si escuché que dijo que el libro estaba’ totalmente vacio. LBs —[cQué?! Eso quiere decir que todos sepui- ran buscando el dinero, zno? ates oe __ —Eso ¢s seguro. Pero no creo queel dinero sea ° lo principal, para mi que en el libro ‘habia otra cosa mucho més importante para ellos. —Pero Cami si busca el dinero, zrio? —quiso saber Dante algo confuso ante tanta informacion, —A Cami le entra otra buena cantidad de di- Nero por otro negocio sucio. —{i? (CuAl? El no sabe que yo descubri que chantajea a alguien —dijo Sherry Maria abriendo un poco la __ ventana para comprobar si no se acercaba alguien. 4 12a — ¢Quién podria ser esa persona? —La sefiora Marthita, —jJestis, Maria y José! —Esa mujer es una vibora —y Sherry Maria se pas6 la mano por Ja frente, cosa que a Dante le dio risa interior—. Una vez sustituy6 a su esposo en un congreso y en seguida se puso a distribuir el personal a su manera, ningunedndome. Re- cuerdo los sefialaba y decfa: “este pa’ Ili, este pa’ cA, este pa’ alli... Dante! — (Qué?! —se asusté el joven detective con el grito de la muchacha—. Qué te pasé? —iMe acordé del nombre del hotel en Ranca- gua donde se hospedara Cami mafiana! —(Cual es? —EI lobo... jestepario! 123 “TuvIERON QUE IR A Pirque aalmorzar en casa de los abuelos. Imposible negarse. Lo peor de la velada fueron las mentiritas, sobre todo por omi- »si6n y lo que tuvicron que inventar para dejar a _ los abuelos contentos y convencidos de que esta- _ban pasando unos dias perfectos. |. Al llegar de vuelta a la oficina, Ricky y Sho- gin subicron enseguida y Dante se quedé re- _cogiendo unos papeles regados en la acera, para “echarlos en el tarro de basura, que se encontraba a pocos metros del edificio. Pero algo sucedié en el trayecto: dos hombres algo sucios y desalifiados lo interceptaron en la casi desolada calle. Entonces, con el tipico voca- bulario vulgar de los delincuentes, le exigieron el disco. Dante dio varios pasos hacia atras con la mano sobre el pecho. Los tipos se abalanzaron. El joven 125 —jNo te preocupes, primo! —le contesté el nifio—. [Ese no era el disco original! —igQueeé...?! —jYo lo cambié en casa de los abuelos! —Entonces...? _ —jEntonces alguien va a disfrutar en un rato © ms de algunos temas de Shakira! investigador se defendié, pero uno sacé una na vaja y Dante tuvo que rendirse. El otro le quité ¢ disco sin inconvenientes. Cuando los delincuen. tes iban a retirarse, Dante comenzé a gritar de rabia ¢ impotencia, pero también para avisarle a su primo. Quizés el grito puso mas nerviosos a los asaltantes, ya que a pesar de lograr su objetivo, uno de ellos le pegé innecesariamente en plena frente, usando el cabo de su navaja. Dante qued6 aturdido y cayé de rodillas en la acera. Pero sin importarle su indefensi6n, el otro hombre iba | a remachar con una patada, cuando se escuché la voz de Ricky, apareciendo en el balconcito y mandando al ataque a Shogiin, que bajé las es- caleras a'millén para atacar a los agresores de su amo. Estos, de solo ver la cabeza del mastin | _ napolitano asomar por la puerta, emprendieron | _ la fuga de inmediato, llegando a la esquina antes | que Shogtin y perdiéndose en un auto hacia el | oriente de la ciudad. Dante se paso la mano por el chichén de lz frente, para aliviarse el dolor, para aclararse un poco las ideas y para quitarse el brillo, como siempre. —jRicky! —grité—. |Me han quitado el dis co! Estamos peor que antes! 126 127 24 —iTG Mz EsTAs DicrENDo que el disco que me dio Sherry Maria estaba vacio? —Asi es, primo. —Pero... speto ella entonces nos engaiié con el disco, como tii los engafiaste a ellos? —Asies, primo. — (Tit estas seguro? —Asies, primo. gjate de bromas, Ricky! Estoy enoja- do. jEs increible lo mala leche que me salié la Sherry Maria esal —No, Dante, ella es buena, el malo de la peli- cula soy yo. —(Tii?... jAh, todo era una broma!, jno es cierto? —Claro, primo. Si el material que vi es de primera. —JEn serio? 129 —jNi te imaginas lo que se ve en esos entre- namientos! —jJestis, Maria y José! —¥ no sabes quién aparece clarito, clarito, recibiendo dinero en ese centro de nifios lobos? —Quién? —jCami! Asi que ya tenemos una contunden- te prueba contra él. —iJestis, Maria y José! Asi lo conté Sherry Maria. —Exacto. Por eso estaba pensando que debe- ‘mos Ilamarla para agradecerle, para saber cémo se encuentra y para averiguar cémo podriamos encontrar a Cami en estos dias, si por fin esta aqui en Santiago... —Si, es buena idea. —Ella te dio su ntimero de teléfono, jno? —Asi es, primo —respondié el joven en el mismo tono de broma que lo hacia Ricky. —jBien, Dante! |Estds aprendiendo a no ser tan grave! —Gracias. —Oye, parece que te gusté Sherry Maria, no? —jClaro que no! i, te enamoraste de esa muchacha! —in- sistié Ricky. 130 i. ; — Pero quién te dijo eso? —alzé algo la voz - el joven. | —1Nadie! —respondis el nifio—. ;Solo vi que " te quedaste bizco cuando la mencionaste! —jEso no es cierto! —casi grité Dante. —iSeguro que delante de ella se te cayé la baba! —siguié Ricky. —iBs0 es mentira! —respondié el joven ya molesto. —iApuesto a que cuando te dijo esas palabras emocionantes, te desmayaste! —continud Ricky diciéndole esto en su cara. —jNo inventas mas! —grito Dante—. jEs muy feo eso de mentir tanto! —(Mentiras? |Vas a ver si es cierto 0 no lo que digo! —dijo Ricky dirigiéndose al perro, guifiandole dos veces el ojo derecho antes de ha- blarle—. Shogtin! ;Qué hizo Dante en ese patio de Antofagasta? ;Demuestra! Y el mastin napolitano se paré en dos patas, cerr6 los ojos y se dejé caer al piso como un sa- co de papa, como si se hubiera desmayado. Lo hizo de una manera tan cémica que hasta Dante de desternillé de risa. 131 —BUENO, VOLVIENDO AL TEMA —dijo Ricky después de calmarse—, Llama a esa muchacha. Enseguida Dante buscé el namero de ella en su celular y la llamo. —~Alé?... Sherry Maria?... Es Dante... Hola, mira, ¢s que necesitamos hablar contigo... EI | disco? |Si, esta buenisimo! Queremos agrade- cértelo... No, se trata de Cami... Son dos o tres Preguntas que debemos hacerte, pero no por te- léfono... {Qué bien, gracias!... ;Cuando...? Si, hoy puede ser... Perfecto... ;Donde me dijiste?... cE Santuario de la Naturaleza? ;Dénde que- da eso?... Bueno, el taxista sabr4... Esta bien, en treinta minutos nos vemos... Chau. Solo estuvieron un par de minutos esperando en la transitada avenida. Dante le dio la direccién al taxista y se acomodaron los tres en él asiento trasero del Nissan negro y amarrillo. 133 Cuarenta y cinco minutos mas tarde, Dante pagaba la entrada al lugar, y caminando se inter- naron por una vereda de tierra entre un farellon y un pequefio abismo, donde se veia correr un riachuelo en lo profundo. Guiados por las fle- chas en los arboles y en las rocas, se dirigieron a la zona de picnic, donde les habia dicho la joven que los esperaria. No habia nadie por todo aque- lo, quizas por la hora y por ser dia lunes. Era un lugar precioso, casi virgen, con un pai- saje muy irregular, donde se mezclaban los altos riscos, las bajadas de agua, los pequefios bosques y la poca fauna autéctona. Llegando al sitio indicado, Shogiin fue el pri- mero en descubrir desde lejos a Sherry Maria, la cual estaba de espaldas, sentada en el suelo y recostada en un Arbol, entre espacios de césped, mesas y bancos rasticos y parrillas algo sucias, __ todavia con restos de los asados familiares del fin de semana. Shogiin Lego a ella corriendo y comenzé a la- _ drar como loco. Los primos llegaron y Dante fue el que saludé con alegria, al verla con los ojos ce- " trados, mientras le tocaba el hombro, como para - despertarla. EI cuerpo de Sherry Maria se fue deslizando hasta caer doblado al suelo. _ Primero pensaron en un desmayo, después en una borrachera y cuando Ilegé a la posibilidad » dela muerte, Dante se acercé un poco mas e hizo el acostumbrado procedimiento de ponerle el _ dedo indice y el del medio en el cuello para de- _ tectar signos vitales. —jEsta viva! —dijo con alivio. —Entonces est drogada —dedujo Ricky. —jMira esto! —Dante sefialé boquiabierto el cuerpo de la joven. Parte del rostro, brazos y piernas de Sherry Maria estaban cubiertos con una suave y lacia pelambre. —iY mira esto también! —dijo el nifio, se- fialando un papel que sobresalia del bolsillo del pantalén de la joven. —Es una nota —aclaré Dante cuando la 135 tomé en sus manos—. Léela ta, Ricky. E| nifio agarré el papel y leyé: “Su dmiguita ird directo a acompanar a Dieguito, Solo faltan ustedes para completar la reunién. ;Quie | ren ir? Una mordidita y sertin inmortales. O eso, 0 | abandonan la investigacién en este instante. Es Ia | ultima oferta. Siempre los estamos observando”. —Creo que’estan a punto de... —comenzé a comentar la nota Dante — Qué le pasa a Shogiin? —lo interrumpié Ricky. El mastin napolitano estaba dando vueltas y |_ lar una formula que les permitiera encontrar a vueltas sobre en su eje a toda velocidad, con los pelos erizados y los ojos en blanco. —jVamonos de aqui, Ricky! Y Jos tres corrieron como almas que lleva el diablo. 136 26 _ Después De viajar casi dos horas en bus hasta _ Rancagua, los primos caminaron un poco por la Alameda, doblaron en la calle Arturo Prat y dos } cuadras més allé llegaron a la entrada principal _ del hotel. -Ambos se devanaban los sesos tratando de ha- Cami sin ser indiscretos ante el personal del ho- tel. Tuvo que transcurrir media hora, para que la suerte viniera en su auxilio, antes de que se les recalentara demasiado la cabeza y se les acabara la paciencia. / Saliendo del ascensor estaba.el joven con su eterno chicle en la boca. Con gesto resuelto Dante se adelanté, empu- jandolo de nuevo hacia adentro. Ricky, llevandoa Shogiin, entré también antes de que se cerrara la puerta y se hizo cargo de los botones del ascensor. 137 El perro estaba de muy malas pulgas por su fobia a los ascensores. — Qué hacen aqui?! ;Cémo me encon- traron?! jgQuién les dijo donde estaba?! —los ametrallé Camilo con sus preguntas. —Callate, desgraciado mala leche! —dijo el mayor de los primos y le fue encima. Cami, un experimentado luchador, lanz6 en- seguida un fuerte derechazo, dejandole marcado su anillo en la frente de Dante, quien perdié el balance y cayé al suelo con un insistente zumbi- do en las orejas. Al ver a Dante en el suclo, Shogiin se lanzé como una fiera sobre él, lo tom6 con ambas patas por los hombros, lo hizo caer, se le subié encima y su bocaza con gran baba cubrié la mandibula de Cami, pero sin cerrar sus colmillos y dientes, como esperando una orden. —jQuieto ahi, Shogiin! —grito Ricky y diri- giéndose al joven amenazado, afiadié—: ;Ahora vasa ver, infeli2! Tino sabes lo que te espera por golpear a Dante! Transpirando a mares y con la baba del na- politano rodandole por Ja cara, Camilo sacé la voz a duras penas, sin modular por no mover a quijada. 138 —jPor favor, quitenme a esta cosa de encima! Al fin Dante se recuperé, se puso de pie y le dio una orden a su perro. —;Suelta, Shogan!! —Ie dijo con energia en sus palabras, aunque tratando de expresarle su agradecimiento al pasarle su mano por el-lomo con ternura, al separarse de Camilo. Este, de in- mediato, adopt6 una posicién fetal en el piso, cubriéndose la cabeza y el rostro con brazos y manos. Cuando, Dante consiguié al fin levantar del piso a Cami, tomandolo por las solapas de la cha- queta, lo empujé hasta apoyarle las espaldas con- tra la pared del ascensor y lo miré directamente a los ojos para emplazarlo: —jAhora nos vas a decir de pe a pa lo que sa- bes de toda esta basura! —Yo... yo no sé nada... ;No me hagas perder la paciencia, que si no empiezasa “cantaz” dejo que Shogiin te convenzal —jNo, por favor, esa fiera no! —grité Cami- lo abriendo exageradamente sus ojos, pero algo teatralmente. —Entonces, vas a hablar? —jL¢s juro que no sé nada! —jShogiin box...! —grit6 Rocky y el perro se 139 levant6 sobre dos patas traseras, poniendo las de- lanteras en guardia tipica de boxeo y dando unos pasos hacia Cami. —iNo dejes que se me acerque! —Ie imploré el joven a Dante, que seguia sujetandolo fuerte. mente por las solapas, impidiéndole todo movi- miento. —Habla pues, o de lo contrario toco la campa- na para que pelees con Kid Shogiin. — Pero no sé qué contarles! —Calma, primo —Ricky detuvo a Dante que amenazé con pegarle, y dirigiéndose a Camilo, afiadié—: Te propongo algo, mi querido come- chicle. — (Qué quieres de mi? —dijo el joven dema- siado mansito. Ricky le miré a los ojos y le contesté muy pausadamente: —Té nos ayudaras a cometer una locura —le dijo Ricky. — (Qué cosa? —pregunté Cami, — (Qué estis tramando, loquillo? —quiso sa- ber Dante también. —Vamos a dar un paseo por el bosque para visitar a la abuelita antes de que se aparezca el lobo feroz —les respondi6 Ricky. 140 —(¢Qué?! —la sorpresa hizo que Camilo empalideciera al comprender—. ;Y si me niego a ayudarlos? —Pues le ensefiamos a la policia la foto que te saqué con mi celular pegandole al guardia de la construccién, la foto que te saqué con el lobo, con el hermano de Dieguito... Con la mentira, fue aflojandose el joven por el miedo de que con esas pruebas todo pasara a mayores. Yal verlo asi, Ricky lo miré con ferocidad. —)Sino nos llevas hasta tu abuela seras hom- bre muerto! ;Seras polvo! ;Cenizas! [Te haré tal- col Te haré la vida un yogurt! —grité Ricky a punto de que estallaran las venas de su cuello. Hasta Dante se asusté al ver la mirada y la expre- sién del nifio, que tuvo que darles la espalda con el pretexto de abrir la puerta del ascensor que no lo vieran sonreir, 141 27 —iSreNTaTE, MujER! {Te convido algo? —Cémo vamos a tomarnos un trago, Marthi- ta. Esto no sera una reunién social —Ia regafié su esposo, —¢Me puedes decir qué fue exactamente lo que te dijo por teléfono ese desgraciado de Cami? —pregunté ella, —Ya te lo dije —respondié Sigfrido—, que _ venian esta noche con urgencia para aca, porque Nos tenia que decir algo muy importante de par- _te de la sefiora Kathy. | Qué podra ser? Estoy muerta de miedo / —confes6 Martha y se eché en un butacén fro- | tindose las manos nerviosamente. | —Nada nos puede pasar —afirmé su espo- _S0—. Nosotros siempre hemos cumplido, ;no? —jClaro que si! —aseguré la duefia de casa. 143°" — {Tocaron? —pregunté Sigfrido al creer es- cuchar un timbre. —Parece que si. Los dos guardaron silencio. Un minuto des- pués se asomé una de las empleadas. —Sefiora, es el sefiorito Cami —anuncié an- tes de desaparecer. Se miraron furtivamente, sin que ninguno di- jera nada, El joven, algo tambaleante, entr6 al living y se detuvo frente a ellos. Pero no Ilegé solo. Toma- do de su brazo, como sosteniéndolo, venia Ricky, mientras con su otra mano traia a Shogiin, como siempre. —iVaya, vaya! —dijo el nifio con una media sonrisa—. Qué bueno que estan aqui los dos. — (Qué €s esto, mocoso? —habl6 con seque- dad el duefio de casa. —Oiga! jHablele con respeto! —dijo Dante saliendo de la oscuridad por detr4s de Camilo y levando a la sefiora Kathy tomada del brazo, que hacia esfuerzos por soltarse. Un brinco de asombro mezclado con miedo y un grito contenido fue la respuesta de la pareja. —Ante todo —dijo Ricky—, usted, sefiora 144 Marthita, digale a sus empleadas que tienen la noche libre, [Haga lo que le digo, porque esto se puede poner peor! —alzé6 la voz el nifio. Ricky quiso darle un respaldo a su amenaza y zarandeé la cadena de Shogiin para que hiciera algo para apoyarlo, pero el mastin napolitano lo miré con expresién de no entender nada. El nifio entonces dijo. “Ponte bravo!” y ahi si el perro le grufié amenazante a los presentes. —jSentarsel jY en silencio como si no pasara nada! —ordené Dante a los presentes y al ver a su perro casi acosténdose, aiadio—: (Ti no, Shogin! Después de que se acomodé la pareja en el sof’; Camilo medio ido en un butacén con Ricky, y Shogiin detrés. Kathy en otro con Dante sentado en el brazo del mueble, sin soltar a la atin fuerte anciana. Marthita hizo sonar una campanita para Ila- mar a su sirvienta. Cuando esta acudié, le dio la orden con la consiguiente alegria de la empleada. —Mhy bien —dijo el nifio después de que la mujer abandoné el lugar—. Lleg6 el momento de conversar como buenos amigos. 146 —{No le da lastima tener asi a una pobre an- ciana? —habl6 la duefia de casa. —Le puede dar un infarto 0 algo asi —la se- _ cundé Sigfrido. —No creo —contesté Dante, pasindose la mano libre por la frente—.Si no le dio nada cuan- do La secuestramos mientras realizaba una de sus “visitas sociales”, ahora menos le sucedera algo. .—Ustedes saben que cometieron un grave de- lito —se atrevié a decir Sigfrido—. Yo soy... —CAllese! —exclamé Dante. En ese momento Camilo comenzé a dar se- | ftales de estar recobrandose. Miré a su alrededor, se percaté de la situacién de su abuela e hizo un __gesto de ir en su ayuda, pero el fuerte gruftido de | Shogéin y el brazo amenazante de Dante le qui- taron el impulso. —Abhora quiero que todos respondan con la pura verdad —dijo Dante—. Es la altima opor- | tunidad que les damos. — (Por qué piensa que le vamos a decir la ver- dad? —lo encaré Sigftido. —Quierou que ustedes decir touda la verdad —dijo la sefiora Kathy, para sorpresa de todos. —jPero, sefiora! —salté el duefio de casa. 147 —iHéganlou les digou! —ordené la ancia- na—.Denada servir a ellous saberlou, entender? — {Por qué, abuela? —Pourque le mandé una mensaje a maridou miou cuandou yo verte con ellos venir hacia mi, antes de secuestrarme igual a ti. Y ustedes lou counocen, él nou perdouna and vendra a salvar- nous y a desaparecer esta gentouza. Las dos parejas y el nieto sonrieron al escu- char y comprender. Se acomodaron un poco mas calmados en sus asientos. —iYa veremous! —dijo Ricky imitandola, mientras se escuchaba cerrarse la puerta de la casa—. Bien, ya estamos solitos, asi que comen- cemos la tertulia, antes de que venga el juez... A ver, desde el principio nos van a contar toda la turbia historia de ese sucio y aberrante negocio de la fundacién, de la agencia Tour Mundo Via- ja, del centro de entrenamiento y de los lobiso- nes. Sefiora Marthita, empiece usted: spor qué le mandaba mensualmente dinero a esta anciana? —Bueno... —la mujer miré a su marido y después a la esposa del juez antes de respon- der—. El dinero que yo siempre le envio a la se- iora Kathy, es la parte que le corresponde a ella 148 | por lo recaudado en los congresos. Alli se hacen + muchos negocios y yo soy la encargada de cobrar “después — (Pero, por qué ella recibe ese dinero? —in- sistié Dante, frotandose la amplia frente con la | manga de la camisa. | Porque la tierna y dulce “sefioura Kathy” | es una de las cabezas de todo este floreciente ne- _ gocio, primo! jNegocio que incluye la fundacién, la agencia Tour Mundo Viaja y el centro de entre- _namiento! —explicé Ricky—.Seguramente ella _mediaba en complicidad con su marido, el juez, "para que no tuvieran problemas con la legalidad “de las actividades, la consabida proteccién... JEs “cierto 0 no, sefiora Martha? ___ —Si,¢s mas o menos como dices —respondié Bis mujer. _ ~Ahora quiero que me diga usted misma, se- ae aha “fiora Martha, gpor qué nos contrat6? —volvié a _preguntar Dante. " —Porque Dieguito desaparecié con El libro de la selva y pensé que a ustedes les seria facil encontrarlo, ya que andaria en sus lios por ahi —respondié la mujer—, Ademés, los vi tan ni- fitos que nunca imaginé que fueran a investigar 149 mas all4 y descubrir otras ‘cosas. —Ahi fue donde la em- barraste, mujer —coment6 Sigfrido con sorna. —Quién iba a pensar que esto se iba a enredar tanto? —respondié Mar- thita casi llorando. —Pensar no ser lou tu- you, darling —dejé caer Kathy. —Buend, zy por qué Dieguito robé El libro de a selva? —quiso saber Dante. —El sabia que en ese li- bro iba un documento muy importante esa vez, ¢no es cierto? —intervino Ricky. —¢Qué documento es ese? —pregunté Dante. —La ailtima acta de la reunién, donde est re- dactado el plan “asesoria a politicos” —respon- dié Sigfrido. Duda y miedo era lo que expresaron las mira- das que se cruzaron los'adultos presentes. 150 28 ——jAsi QUE VAN A MBTERSE en politica ahora! —Ricky fue el primero en reaccionar. — (Qué importancia tiene eso, primo? —pre- gunto con inocencia Dante. —Esté claro —volvié Ricky a sacar conclu- siones—. Esta pandilla... 0 jauria, mejor dicho, ya est pensando en algo mas grande, primo. Se han vuelto mas ambiciosos y quieren tener todo el poder, quieren dominar este pais. No es cierto, don Sigfrido? —Mas o menos. jando la cabeza—., politicos que no quieran corromperse y de paso que algunos de los nuestros se introdujeran en las cipulas de los partidos politicos para lograr ms poder. —jCoubarde! —espeté la anciana con repug- nancia, al escuchar la confesi6n. —contesté el aludido, ba- La orden era amenazar a los 151 — Pero usted fue la que nos dijo que hablara- mos! —se defendié el duefio de casa. —jQué selecto el grupito este! —comenté Dante. —Si, de fina selecci6n —le contesté Ricky, antes de preguntarle a Cami—. Ahora ti, mas- cachicle, dinos quién és la cabeza de esta jauria criminal. E] joven se demoré en responder. El nifio za- rande6 la cadena, Shogiin lo miré y volvié a mi- rar a Camilo, como hasta ahora: Ricky repitié el zarandeo. El perro de nuevo lo miré, el nifio sus- pit mirando hacia el cielo y ahi fue que Shogiin reacciond gruféndole con mucha energia al jo- ven. ¥ quizs haya sido casualidad, o quizas fun- cioné la amenaza, el caso es que el joven confesé: —Nano Silvar. — (Quién? jRepitelo mas alto que no te escu- ché bien! —casi grité el nifio. —iNano Silvar! —repitié el interrogado, esta vez en tono mis audible, aunque se notaba que le causaba miedo la sola pronunciacién de ese nombre. — (Ese fue el excoronel retirado que se apare- cié en el 4 x 4 aquella noche en Vifia? —recordé Dante. 152 ‘Cami asintié con la cabeza. —Y qué pinta ese excoronel en todo esto? _ —pregunté Ricky. Camilo se puso palido como una hoja de pa- ec. bond y se estremecié perceptiblemente ante las miradas de todos los presentes, pero estimu- | lado por otra andanada de amenazas de Shogiin, | y la mirada de aprobacién de su abuela, musit6 con la voz entrecortada, como si se atragantara: —iNano Silvar es el jefe de la jauria! —jests, Maria y José! —exclamé Dante con - el cefio fruncido. _ —éNo recuerdan el lobo que dominé aquella _ noche diciéndole “Panchito”? —continuéd Ca- _ milo. —Era a?! —volvié a saltar Dante. —You puedou explicarlou —tercié la sefiora Kathy adoptando la pose de una verdadera jefa. —jExpliquelo, pues! —exigié Dante. ‘Con tono pausado, mostrando una confianza y tranquilidad increible, la aparentemente bon- dadosa y dulce ancianita cont6 que Nano Silvar fue el primer lobis6n puesto en manos de su esposo el juez Pareada, por un colega argentino a manera de regalo, Entonces ella le entregé el nifio lobo llamado Francisco, aunque le decian 153 Panchito, a su amiga Anitamaria que no podia tener hijo y la obligé a ella y a su marido Arturo Silvar a guardar absoluto silencio y a jurar eter- na fidelidad. Ellos lo bautizaron otra vez con el nombre de Nano. Para ver si podia sacar algiin beneficio, a ella se le ocurrié entrenar al nifio lobo de los Silvar para utilizarlo como sicario en el negocio que deseaba creat, y le dio tan buenos resultados por su fortaleza fisica, ferocidad, ausencia de senti- mientos y, sobre todo, obediencia, que de ahi a la idea de conseguir més lobisones y montar un centro de entrenamiento fue un pasito. Enton- ces eché a andar el sustancioso negocio: proveer de hombres lobos a sus amigos corruptos y a los criminales mas diversos, los cuales precisaban de este tipo de bestias para la buena marcha de sus actividades ilicitas ocultas. En el caso particular de Nano Silvar, result6 tan bien entrenado y obediente, que lo puso de jefe y para respaldar sus actividades, con 1a in- fluencia de su marido le consiguié unos falsos gtados de coronel, aunque nunca pas6 por una academia militar ni por un cuartel. Nano Silvar se hizo cargo entonces de la base de entrena- miento de los lobisones que la fundacién conse- 154 guia en toda Sudamérica, por nacimientos o por mordidas, mientras la agencia Tour Mundo Viaja se encargaba de organizar los congresos a las que asistian los interesados en reclutarlos. —Entonces no es verdad que Nano Silvar haya sido el hermano de Dieguito —apunté Dante—. ,O si? —Nano es el hijo adoptivo de los padres de Dieguito —respondié Cami. —Dieguitou también ser hijou adoptivou. Fue otrou de los lobisounes que la fundacién conseguir y Anita nos lou pedir para adoptar también, pourque a ellous gustar la experiencia —explicé la sefiora Kathy. —jUn momento! —salté el joven detecti- ve y de nuevo se quité el sudor de la frente con la manga de la camisa—. No entiendo... ;Por qué Nano Silvar apresé y castig6 tan duro a su hermanastro? —Porque Dieguito comenzé a irsele de las manos y a actuar por su cuenta —esta vez fue Camilo quien respondié. —jClaro, la prueba esta en que se rob6 El li- bro de la selva con el dinero y los documentos comprometedores que tenia adentro! —dijo Ricky—. El lobito se rebel6! 155 —jTeNnco orra pupa! —dijo Dante—, zCémo Nano Silvar puede convertirse en lobis6n sin ser de noche, para cntrenar y hacer sus fechorias? —Mira, antes se transformaban solo los vier- nes a las doce de la noche y solo con luna Ilena, pero eso cambié hace tiempo. Eso es para los lo- bisones simples, los mas animales. Nano Silvar esta tan evolucionado, que con solo morderse él mismo puede convertirse en hombre lobo acual- quier hora, —jJestis, Maria y José! —solté Dante, incrédulo. —Bueno, contintia, tragachicle —ordené Ricky de nuevo—. Por ejemplo, jqué hiciste con el li- bro que te Ievaste? —Este... —j@Comou que ti llevar?! —salté la sefiora Kathy, asombrada por la confesién de su nieto fayovitwe—-jPoun qyénouentueggs.aani2 : oo ISBT —Perdéname, abuela, es que... es que. Silvar me obligé y...! —jYa veou que nou pouder confiar ni en la misma sangre de unou! —lo fulminé la anciana con la mirada, haciendo que Cami se sobrecogiera. —jPor lo que veo —exclamé Dante—, estos sefiorones se traicionan unos a otros con dema- siada facilidad! —jCuandou salir de estou, ta, Nanou, tener que explicar actitud touya y de él! —bramé Kathy evidentemente furiosa. —No hay nada que explicar, sefiora —se bur- 16 Dante—. [Est4 claro que el coronel lobo y su nieto también planeaban montar negocio apar- te! jAh! —recordé de repente, levantando el dedo indice de su mano izquierda, pues en la de- recha seguia apresando a la anciana—. ,Por qué Nano Silvar siempre se mantiene en las sombras sin dar la cara? —jNo quieran ustedes saberlo! —respondié | Camilo y de nuevo el terror hizo que su voz se resquebrajara. jNano —Mi poder explicar esou también —volvié a terciar la sefiora Kathy, manteniendo su aparente tranquilidad—. Cuandou Nanou excitar ou en- furecer, salir de él el lobou que llevar dentrou; 158 morder él mismou y nou querer ver ustedes en Jou que convertir. ¥ comou él excitar facilmente y tener tan mal caracter... —Se transforma en el hombre lobo de Qui- licura! —terminé la frase Camilo con un nuevo temblor de su voz. Durante unos segundos se produjo un silencio sepulcral. —jUn momento! —lo rompié Ricky—. Por qué el cuidador del edificio y el portero del San- tuario de la Naturaleza no avisaron a la policia? —Porque Nano Silvar los amenazé si se iban de lengua —contest6 Cami—. jCreen ustedes que alguno de ellos podia atreverse a contrade- cirlo? —jLo supuse! —comenté Ricky y agregé—: @Pero para qué queria evitar eso? ENo era mejor que nos encarcelaran a nosotros y asi sacarnos del camino? —No, porque se podria armar un escndalo, salir en los medios y eso, gy para qué arriesgarse por ustedes que no valen nada, comparado con perder el negocio al hacerse pablico? —contesté Cami con sangre fria. —Muy bien, pues seguimos —dijo Dante, sa- tisfecho de cémo iba aclarandose todo—. Ahora 160 quiero saber, ;qué pintaba Sherry Maria en todo esto? —Ella era una muchacha con talento natural para ocupar la gerencia de Tour Mundo Viaja, pero precisamente por su inteligencia se convir- tié en una traidora y en un peligro para nosotros. Consultamos la situacién con Nano Silvar y este decidié convertirla en lobisona para que fuera obediente e incondicional —salt6 Sigfrido. —iCémou me doliu lo de esa nifial (Sherry Mary era la pareja perfecta para mi Cami! —co- menté la anciana. —Si nunca fueron novios, sefiora! —salté Dante. —Cémou? —se extraiié Kathy. —No le hagas caso, abuela —terci6 rapido Cainilo. —Tengo entendido que los lobisones son los séptimos hijos varones, zno? —apunté Ricky sin interesarse mucho en el lio del noviazgo—. Aunque también pueden ser infectados, claro. aA ella la mordieron para convertirla entonces? —La primera vez, si —aclaré Sigfrido—, Pero como no obedecia bien, a la sefiora Kathy se le ocurrié que con un médico amigo mio le hiciéramos una transfusién, dandole una buena 161 porcién de sangre maldita, en vez de morderla otra vez, para que el proceso fuera lento y de paso experimentar para cuando le tocara el turno a los politicos. ¥ results. —Es abominable y asqueroso todo lo que oigo! —exclamé Ricky con repugnancia. —jJestis, Maria y José! jY qué horrible! En ese instante se escuché un aullido que dejé congelados a todos, menos a Shogiin, que se puso a dar vueltas y vueltas sobre su eje a toda veloci- dad, con el pelo erizado y los ojos en blanco. A través del gran ventanal de vidrio de la sala de estar que daba al espacioso jardin, todos pu- dieron contemplar a Nano Silvar subido en el te- cho de la casa vecina. Su silueta se recortaba en el cielo, bajo la intensa luz de la luna. Los presentes fueron temerosos testigos de la mordida que se hizo en su propio brazo. Pre- senciaron estupefactos la rapida salida de la pe- lambre en todo su cuerpo, el alargamiento de los colmillos, de las orejas, de su curvatura hasta po- nerse en cuatro patas y la transformacién de su rostro en hocico. Mientras eso pasaba, Ricky guard6 su ce- lular, donde habia grabado 1a impresionante conversaci6n, 162 —iAbuelo! —grité Cami, entre alegre y mie- doso. : —iBuenas, rengan todos! —dijo el juez Jorge Pareada entrando a la sala con una sonrisa en la boca. : —Comou en peliculas de épouca mia —sonrié la sefiora Kathy—. jllegar caballeria a salvarnous! Las miradas iban del juez al ventanal. Des- echando finalmente de mirar.al juez, al quedar paralizados viendo al hombre lobo en su segun- do aullido, ; Dante se lanzé al piso, dandose en la frente con la pata de la mesa del centro, ~iVamos, primo, que yo tengo todo grabado! | —grit6é Ricky, al mismo tiempo que trataba de corter tirando de la cadena del perro—. Vamos, ayaidame con Shogiin! Dante obedecié y los tres se dirigieron a toda velocidad hacia el estacionamiento de autos, en busca del Jaguar de Camilo, Se salvaron por un segundo, ya que casi al salir de la casa, el hombre lobo de Quilicura, en un enorme salto, atravesd el ventanal, haciendo aiticos los vidrios y cayen- do en medio de los aterrorizados presentes y el risuefio juez. Los primos y el perro lograron subirse al ve- 163 hiculo y casi sin ver hacia delante, por ir muy escondidos, salieron a la calle abriendo un gran agujero en el portén de la entrada, con el dolor de Cami que lamentaba a lagrima viva el destrozo de su auto, al observar la escena a través del am- plio espacio que dejé el ventanal destrozado. — (Para donde vamos, Ricky? —grité Dante incorporandose en el timén. —jCon esta grabacién vamos a negociar una salida digna, primo! —respondié el nifio, elucu- brando un plan en su mente. — {Pero qué hacemos ahora? —insistié el joven. —Vete a la oficina y recoge todos los papeles, sobre todo el computador. Yo voy a hacer algo con estas grabaciones, ;de acuerdo? — ;Pero qué hago después? —Espérame allé, que yo no tardo mucho... Pero ten cuidado y no te fies, porque el hombre lobo de Quilicura ya debe estar pisandonos los talones. Se despidieron con chorros de adrenalina cir- culando por sus cuerpos. 164 +30 Mrentras Ricky y EL PERRO tomaban un taxi alejandose: de alli en sentido contrario, Dante tomé6 rumbo a la oficina. Un rato después, para que no lo vieran entrar por el frente, por si lo estaban esperando, el jo- ven estacioné en una calle al fondo y entré por el taller mecdnico que daba al patio de su edificio. Salté la muralla y subié por la escalera de incen- dio, llegando lo mas agazapado que pudo a su ofi- cina-departamento. Se sorprendié al encontrarlo todo revuelto y faltando el computador. Eviden- temente, Nano Silvar habia pasado por alli, antes de presentarse en Ja reunién. Sin perder un instante, Dante eché en un,par de bolsos todas las pertenencias més importantes que pudo reunir, ms los papeles, incluido todo el dinero que habia en el departamento, que no era mucho, 165 “|No sé a dénde podremos ir si nos persiguen, Porque no podemos Ilevarle este lio a los abue- los!”, pens6 angustiado, Pero el momento no era apropiado para po- here @ pensar en mas desgracias que las que ya padecian, por lo que tomé el bolso y se paré a esperar en el fondo del departamento, dispuesto a huir por donde vino, antes que aquello se con- virtiera en una ratonera. Pasaron quince minutos de ansiosa y angus- tiosa espera. Fue ahi que sintié los chirridos de unos neumiticos en Ia calle. Entré de nuevo al departamento y asomé la cabecita por detras de una cortina para ver. Pudo observar como el nifio Pagaba el taxi se ditigia hacia él junto a Shogun. Corrié a abrir la puerta, —¢Ya tienes todo? —Pregunté Ricky. —Claro, primo, estuve uri buen rato solo aqui. —2Y este desorden? {Lo hiciste ta, Dante? —jPor supuesto que no!-Yo,... Pero no pudo terminar su explicacién. Un te- rribleaullidoy las vueltas interminables de Sho- gan en su sitio, alarmaron a los muchachos, —jCierra bien la puerta! —logré gritar el nifio antes del otro aullido, 166 Dante obedecié. Lo hizo a tiempo. La fiera se Ianz6 con toda su furia, El joven se aposté junto a la puerta para tratar de detener, o al menos de- morar, al demonio cuyas embestidas hacian es, tremecer la madera de la puerta. En los ofdos de Ricky sonaban como eco los resoplidos de la bestia. “Esto ya lo vivi", se dijo, Pero sin seguridad. “Ah, lo soné hace unos dias, antes de venir a Quilicura y empezar esta histo- tia!” record6. De pronto la Puerta cay6 y aparecié el mons- truo, hibrido de hombre y loco. Dante trastabill6 ¥ se golpe6 la frente contra la sombrerera, Que- d6 algo aturdido. Era el instante que debia apro- vechar el nifio, Por eso lanzé con toda su fuerza la pelota de baloncesto, como lo hubiera hecho Jason Kidd, su jugador favorito de la NBA antes, © Manu Ginébili, su idolo después, o LeBron Ja- ‘mes su preferido en la actualidad, en un decisivo tiro de tres puntos antes de sonar el pito final del juego. La pelota ego entre las orejas del atacante, cxactamente donde se les ¢lava la bala plateada a esas fieras para matatlas. Pero no fue.él caso, solo hizo que el hombre lobo quedara tambien algo aturdido. Sin embargo, Ricky no conté con 167 Ja descomunal fuerza del lobison, que se levant6 mostrando varias veces sus belfos espumosos y. sus colmillos amenazantes. —jCorre, Dante! {Corre, Shogtin! —el nifio agarr6 a su primo por una manga y lo empujé hacia el fondo, al mismos tiempo que botaba ha- cia el suelo un frasco destapado Ileno de chin- ches y repuestos de corcheteras, de una mesa de la oficina-casa. Entonces, con Ia furia tipica de esos semihom- bres o semianimales, Nano lobo se lanz6 a perse- guir a los muchachos, Pero pisar las chiches y lo demas se hizo muy doloroso. Al ver sus patas rojas de sangre, la fiera se subié en un sillén a aullar y lamerse las zonas heridas. . Dante guid a Ricky ya Sho- y gin por el mismo cami- no que utiliz6: bajaron las escaleras de incen- dio, saltaron la mura- lay por el taller de mecanica salieron a la calle. Dieron la vuelta a la manzana hasta llegar al Jaguar. —jSube! —le grito al nifio. 168 Cuando escuché ‘el motor de la camioneta 4x 4, Dante reconocié al juez Pareada en el vo- lante y sintié mas miedo. El nifio también se dio cuenta enseguida de Jo que pasaba, por lo que ingresé al Jaguar como una flecha, dejando Ja puerta abierta para Sho- gan. Un segundo después el perro entré, Dante hizo lo mismo entrando de cabeza a manera de clavado, con tan mala suerte que su frente fue a chocar contra el espejo retrovisor, pero esta vez control6 el aturdimiento rapidisimo, quizés por la adrenalina del momento. —jA Pirque! |Y volando! —grité Ricky. Dante apret6 el acelerador, de manera que | el vehiculo salté hacia delante y se alej6 a gran | velocidad. Lasalida precipitada del Jaguar sorprendié al juez, que tardé unos segundos en reaccionar para iniciar la persecucién. Enseguida subié junto a él Nano Silvar, medio convertido en lobo atin y cojeando, — Por qué tardaste tanto en volver? |Por poco te pilla en la calle esa bestia! —recrimind Dante al nifio, mientras se frotaba la adolorida frente con una mano, manteniendo la otra en el volante. 169 ~-Luego te explico... Ahora lo importante es Uegar al colegio Colonial de Pirque. —Es cierto, porque el diablo y el lobison se estin acercando —observé el joven a través del retrovisor. Unos segundos después la camioneta se ponia a la par del Jaguar. Los primos pudieron ver la cara de odio del juez Pareada y la mirada de mal- dad del hombre lobo de Quilicura. De repente Ricky recordé algo y sacé un ro- sario de su bolsillo y se lo mostré a Nano Silvar. Después hizo como que cargaba un arma con Jas bolicas del rosario en sus piernas, fuera de la vista de Nano Silvar, el cual se asusté mucho y comenz6 a saltar dentro del vehiculo como si se hubiera puesto loco de repente. La camioneta empez6 a bandearse por el peso, quedandose algo rezagada en la carrera. —jAguantate! —grité Dante, aprovechando el titubeo del 4 x 4, dandole violentas vueltas al timén. EI Jaguar casi dobl6é en Angulo recto en dos ruedas. Sorprendido, el viejo juez traté de imitar la maniobra, logrando solo perder el control de la direccién, para después de algunos tumbos, es- 170 trellarse contra un poste del alumbrado pablico. Del interior del 4 x 4 se vio salir a un ser mi- tad hombre mitad lobo, que con el rabo entre las piernas y aullando lastimosamente, se perdié en- tre los arboles de una plaza. Desmayado sobre el timén quedé Pareada. El Jaguar Llegé al fin al colegio Colonial. —Ya me puedes decir por qué vinimos para acé, no? —quiso saber Dante. —Porque el tinico teléfono que tengo de al- guien de confianza, aqui en Pirque, es el de Ed- mundo Sovino,el duefiode este colegioy lo llamé hace un rato pidiéndole si nos podia ayudar, es- conder y eso, y me dijo que si. Pensé en Pirque, ya que si nos escondemos mucho tiempo, por lo menos estamos cerca de los abuelos. —Buena onda, el Mundo —comenté Dan- te—. Desde la época del asunto del chupacabras siempre ha demostrado ser un buen amigo. —Asi es. —Lo que me fastidia —mascull6 Dante, ya caminando por la vereda de la entrada del Co- legio—, es que esos desgraciados se salgan con la suya y continde el negocio sucio ¢ injusto de la cria de lobisones y esas cosas. —No se saldran tan facil con la suya —res- 171 pondi6 Ricky con tranquilidad, y sefialando a un grupo de reporteros de la prensa, la radio y la television, que con sus grabadoras y camaras atestaban el saloncito de entrada del colegio—: éVes.a esos periodistas? —Si, gpor qué estan ahi? {Los estudiantes de Mundo se ganaron otro premio? —contesté el joven. —Te equivocas —sonrié el nifio—, nos espe- ran a nosotros, primo. Mundo y su esposa Nena, que es relacionadora piblica, también nos ayud6 en eso. A ella fui a ver cuando nos separamos. 172 231 —{Nos EsPERAN A NOSOTROS?! {{Quiénes so- mos tii y yo para que nos espere toda la prensa del pais?! Pero muy pronto comprendié a qué se referia Ricky. Fue entonces cuando su primo abrié un paquete que llevaba debajo del brazo y sacé una buena cantidad de discos. —En estos CD y DVD esta toda la informa- cién que ellos necesitan. —¢Qué vas a hacer?. —le pregunté Dante con los ojos muy abiertos. —Era la explicacion que me faltaba darte —respondié—. Me demoré porque en la empre- sa de la sefiora Nena me puse a sacarle copias a las grabaciones que habia hecho en las casas de Marthita. Después lamamos a Mundo para que nos esperara aqui y su mujer lamé a los diarios, estaciones de radio y de televisién y los citamos. 173 to eres un genio, enano! —exclamé Dante, mirandolo cada vez con mayor orgullo. Enseguida su rostro se iluminé de esperanza y sacé en conclusién—: jEso quiere decir que ya no tenemos que escondernos! —Lo. siento —Ricky lo miré con pena— pero eso no cambia para nada nuestra situacién, Esa gente tiene demasiado poder... Aunque los condenen y envien a prisién, quizés sigan diri- giendo, controlando y ordenando del otro lado de las rejas. ;Bicho malo nunca muere! Por eso debemos desaparecer por un tiempo. Dante asintié con tristeza, comprendiendo que una vez mas Ricky tenia raz6n. También sintié lastima por los abuelos, que sufririan mu- cho cuando se enteraran, —Pero esto, en manos de la prensa, podra ha- cerles mucho dafio —afiadié el nifio. —Creo que seria mejor que nos diera esa in- formaci6n a nosotros... —j¢Qué?! —los primos palidecieron ante la sorpresiva presencia de dos hombres de pelo bien corto, gafas oscuras y trajes grises. — (Quiénes son ustedes? —pregunt Dante a duras penas. —Policia de Investigaciones —el hombre se 174 identificé mostrando su credencial—. Debo fe- licitarlos ‘por el seguimients detectivesco que hicieron. Nosotros Ievabamos el caso y moni- toreamos la actuacién de ustedes. Nos ayudaron muchisimo. . —~Asi que durante todo este tiempo, uste- des estuvieron detras de nosotros? —pregunté Ricky. —Afirmativo. £ — Gntonces los van a tomar preso? —quiso saber el nifio. —Ya estan detenidos —afirmé el hombre. — El juez también? —pregunté Ricky. —Ese fue el primero —contesté el otro hombre. —2Y Nano Silvar? —inquirié Dante con temot, —También atrapamos a esa bestia herida en la plaza donde se quiso esconder —conté el pri- mero de los agentes. —jNo crean que fue facil apresarlo! —sefial6 el otro—. [Y con los nifios lobos y sus entrenado- res fue-peor! —iMe lo imagino! —resoplé Dante aliviado. — Pero qué pasard con nosotros? —volvié a interrogar Ricky, —Desde ‘ahora ustedes estén bajo nuestra proteccién. Y no se preocupen que esa jauria no 175 saldra jams de la cArcel... 0 de un zooldgico especial. — Entonces no nos tenemos que esconder? —salt6 Dante. [Claro que no! —contesté el policia. Los gritos y saltos de los primos, bailando al- rededor de Shogiin, hizo que se sonrojaran un poco los dos hombres, ante las miradas de todos los estudiantes y profesores que se acercaban a sa- ber por qué tanto alboroto en el colegio. —jOigan! —los llamé a la calma uno de los policias—. También les tenemos un gran regalo. —Cémo? —exclamaron al unisono les dos bailadores. —Si, tienen una beca para estudiar en la Es- cuela Nacional de Investigaciones. Ricky y Dante quedaron boquiabiertos. Sho- giin se paré en dos patas, dio un giro en el lugar y cayé redondito al suelo, simulando un desmayo. Eso provocé mucha risa, lo que ayudé a que reac- cionara el nifio, el cual tomé por los hombros a su primo para ponerlo de frente a él y le dijo: —La beca es para ti, Dante. {Te das cuenta que vas a ser un detective de verdad? —Pero si td eres el mejor... —Yo tengo que estudiar ain en el colegio. 477 Quizas, cuando termine la ensefianza media, tome la beca también, ; Tienes razén, Entonces yo Pronto voy a sa- més que tii de esta Profesion y si un:dia nos metemos en un caso como este, jyo seré el jefe! De acuerdo? —iDe acuerdo! Shogiin comenz6 a dar vueltas y vueltas en el lugar a toda velocidad, con Jos pelos erizados y los ojos en blanco, Todos rieron de Ia ocurrencia del perro, —iParece que tenemos que celebrar algo! 0 Mundo Ilegando al 8rupo. —iiSi!!! —gritaron todos. Pero la alegria duré poco, Un fuerte aullido, como de lobo, se escuché Por los campos situados detras de las canchas de hockey del colegio, Todos quedaron Paralizados. Y nadie volvié a burlarse de Shogtin, liza charlas y visitas tanto a mediadores ce la lectura como a lectores, dentro y fuera de Chile. Ha obtenido Varios premios y distinciones inter- Nacionales por sus libros, EnSMha Publicado algunas de sus obras, como la serie del famoso Personaje Pepito, el libro élbum No lo puedo creer y El enigma del huevo verde, en la serie azul de ta colecci6n El Barco de Vapor.

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