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PREMIO NOBEL°DE ECONOMIA DESARROLLO Risa Ene lite ope rere, ni tot 1 parcialment, sinel previo permiso escrito {a editor: Todos los deve reservdon ial originale Development as freed © 1999, Amartya Sen Publicado de sewed con Allied A: Knopf ne (© 2000 por a aecion, Esther Rabasco y Las Toharia © 2000, Edna Panta SA Céecega, 278.238, 08008 Barcelona Espafa ise de cubiera:Jovep Bagh Primera edicin: mayo de 2000 ISBN 4.08 03504 X ISBN 0-375-40619.0 editor Alfred A. Knoph. lnc, una dvs de Random House Inc Nacva York. edi vigil toe Igual, SL Composiisa Vi Primers ezpeesisn arcana agosto de 2000, © 2000, Eval Planeta Argentina, S ALC. Independeveia 1668, 1100 Buenos Aives Grupo Plata SAN 950.40-01734 echo depésito que prevé la ley 11.723 Imes en la Argeina Indice Lista de ilustraciones Agradecimientos Prélogo Introduccién, El desarrollo como libertad LA PERSPECTIVA DE LA LIBERTAD. Los FINES Y LOS MEDIOS DEL DESARROLLO LA LIBERTAD ¥ 108 FUNDAMENTOS DE LA JUSTICIA LA POBREZA COMO PRIVACION DE CAPACIDADES ‘MERCADos, ESTADO Y OPORTUNIDAD SOCIAL LA IMPORTANCIA DE 1A DEMOCRACIA ‘LAS HAMBRUNAS ¥ OTRAS CRISIS ‘LA AGENCIA DE LAS MUJERES Y EL. CAMBIO SOCIAL POBLACION, ALIMENTOS ¥ LIBERTAD 10. CULTURA y DERECHOS HUMANOS 11. ELECCION SOCIAL ¥ CONDUCTA INDIVIDUAL 12. LA LIBERTAD INDIVIDUAL COMO UN COMPROMISO SOCIAL PEI away Notas Indice de autores Indice de materias u 15 19 29 34, 16 4 142 183 199 233 250 276 300 338 357 425, 435 11, 12, 2. 2.2. 23. Al. 42. TA. 94, Tlustraciones Graricos Diferencias entre las tasas de supervivencia de los hom- bres por regiones Difetencias entre las tasas de supervivencia de las muje- res por regiones, PNB per capita (délares americanos) y esperanza de vida al nacer, 1994 ‘Mejoras de la esperanza de vida en Inglaterra y Gales, 1901-1960 Crecimiento del PIB (Gran Bretafia) y aumentos dece- rales de la esperanza de vida al nacet (Inglaterra y Ga- Jes), 1901-1960 Cocientes entre las tasas de mortalidad de los negtos y las de los blancos (35-54 afios) observadas y ajustadas pata tener en cuenta la renta familiar Cocientes entre la poblacién femenina y la masculina en algunas comunidades Existencias de cereales para consumo humano en Ban- ala Desh, 1971-1975 Precios de los alimentos en délares americanos cons- tantes de 1990 39. 40 6 n B 126 133, 206 254 4a, 91. 9.2. CuADROs, India y Africa subsahariana, algunas comparaciones (1991) 129 Indices de produccién de alimentos per capita por re- siones 252 Precios de los alimentos en délares americanos cons- tantes de 1990; 1950-1952 y 1995-1997 253 AEmma Agradecimientos Para realizar las investigaciones en las que se basa este libro, he reci- ido ayuda de la John D. and Catherine T. MacArthur Foundation, en un proyecto conjunto con Angus Deaton, Esasinvestigaciones son tuna prolongacidn de algunos trabajos que habia realizado anterior- mente pata el World Institute of Development Economics Research, radicado en Helsinki y dirigido entonces por Lal Jayawardena. Tam- bign estan estrechamente relacionadas con mi papel de asesor en los Human Development Reports del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, bajo la notable direccién del pakistani Mahbub ul Haag (ntimo amigo desde mi época de estudiante universitario, cuya repentina muerte en 1998 fue un golpe del que atin no me he re- cuperado totalmente). La Universidad de Harvard, en la que ensefié hasta principios de 1998, ha apoyado de manera maravillosa mis in- vestigaciones durante muchos afios, También he recibido apoyo lo- gistico, respectivamente, del Harvard Institute of International De- velopment, del Harvard Center for Population and Development Studies y del Centre for History and Economies del King’s College (Universidad de Cambridge) He tenido la inmensa fortuna de contar con maravillosos colabo- adores. He tenido la gran oportunidad de trabajar durante muchos afios con Jean Dréze y de publicar varios libros en colaboracién con 4), que han influido en el presente estudio (la colaboracién con Jean tiene la agtadable particularidad de que él realiza casi todo el traba- joy se asegura al mismo tiempo de que uno recibe la mayor parte de Jo laureles). También ha sido maravilloso para mi tenet la oportuni- dad de trabajar con Sudhir Anand sobre temas estrechamente rela- cionados con este libro, He mantenido, ademés, fruetferas relacio- nes de trabajo con Angus Deaton, Meghnad Desai, James Foster y ul Siddiq Osmani. Mi colaboracién con Martha Nussbaum durante 1987-1989 fue de suma importancia para la investigacién de los con ceptos de capacidad y calidad de vida, utilizados extensamente en este libro. En mi contribucién a los Human Development Reports, he man- tenido fructiferas relaciones no slo con Mahbub ul Haq sino tam- bién con Sakiko Fukuda-Parr, Selim Jahan, Meghnad Desai y Paul Streeten y, més tarde, con Richard Jolly, que sucedié a Mahbub. En- tre los demas colaboradores, asesores criticos de los que he recibi- do ayuda se encuentran Tony Atkinson (en cuyas ideas me he basa- do frecuentemente), asf como Kaushik Basu, Alok Bhargava, David Bloom, Anne Case, Lincoln Chen, Martha Chen, Stanley Fischer, Caren Grown, S. Guhan, Stephan Klasen, A. K. Shiva Kumar, Ro- bert Nozick, Christina Paxson, Ben Polak, Jeffrey Sachs, Tim (Tho- 1mas) Scanlon, Joe Stiglitz, Kotaro Suzumura y Jong-il You, He reci- bido tiles comentarios sobre las ideas bésicas y sobre varias versiones del manuscrito de Sudhir Anand, Amiya Bagchi, Pranab Bardhan, Ashim Dasgupta, Angus Deaton, Peter Dimock, Jean Dré- ze, James Foster, Siddiq Osmani, Ingrid Robeyns y Adele Simmons. También he recibido eficientisima ayuda de investigacién de Arun Abraham durante un largo periodo, asi como de Ingrid Ro- beyns y de Tanai Mukhopadhyay mas recientemente. Anna Marie Svedrofsky ha desempefiado un papel muy titil de coordinacién de los sistemas logisticos. Como sefialo en el prologo, pronuncié estas conferencias por invitacién de James Wolfensohn, presidente del Banco Mundial, con quien he mantenido numerosas conversaciones que me han re- sultado extraordinariamente iitles. Las conferencias pronunciadas en el banco fueron presentadas, respectivamente, por James Wol- fensohn, Caio Kochweser, Ismail Serageldin, Callisto Madavo y Sven Sandstrom; cada uno de ellos hizo importantes observaciones sobre Jos problemas que traté de abordar. También me estimularon mucho las preguntas que me formularon y las obsetvaciones que se me hi- cieron en los debates que se celebraron tras las conferencias, Tuve, ademés, la oportunidad de entrar en contacto con el personal del banco, organizado con impecable eficiencia por Tariq Hussain, en- cargado de los aspectos generales de esas conferencias. 2 Por dilkimo, mi esposa, Emma Rothschild, ha tenido que leet di ferentes versiones de distintos argumentos en varias ocasiones, y sus consejos siempre me han resultado extraordinariamente valiosos. Su propio estudio sobre Adam Smith ha sido una buena fuente de ideas, ya que este libro se basa en gran parte en sus andliss, Ya tenia una estrecha relacién con Adam Smith incluso antes de conocer a Emma (como sabran los lectores familiarizados con mis primetos es- critos). Con su influencia, la rama se ha complicado, Eso ha sidoim- portante pata el estudio, B Prélogo Vivimos en un mundo de una opulencia sin precedentes, dificil in- cluso de imaginar hace cien o doscientos afios. Pero no solo se han registrado notables cambios en el terreno econémico. Durante el si- slo xx se ha consolidado el sistema de gobierno democtitico y parti Cipativo como modelo superior de organizacién politica. Actual- mente, los conceptos de derechos humanos y de libertad politica forman parte en gran medida de la ret6rica imperante. Vivimos, por témino medio, mucho mas que antes. Hloy en dia, las diferentes re- siones del mundo también mantienen més lazos que nunca, no sélo en el campo del comercio y de las comunicaciones, sino también en 1 de las ideas y los ideales interactivos. Y, sin embargo, también vivimos en un mundo de notables pri- vaciones, miseria y opresién, Hay muchos problemas nuevos y vie- jos, y entre ellos se encuentran la persistencia della pobreza y muchas necesidades basicas insatisfechas, las hambrunas y el problema del hambre, laviolacién de libertades politicas elementales, asi como de libertades basicas, la falta general de atencién a los intereses y a la agencia* de las mujeres y el empeoramiento de las amenazas que se ciernen sobre nuestro medio ambiente y sobre el mantenimiento de nuestra vida econdmica y social. Muchas de estas privaciones pue- den observarse, de una u otra forma, tanto en los paises ricos como en los pobres. La superacién de estos problemas constituye una parte funda- mental del ejercicio del desarrollo, Tenemos que reconocer —es lo que sostenemos aqui— el papel que desempefian los diferentes tipos de libertad en la lucha contra estos males. De hecho, la agencia indi- * Para una mejor comprensién de este téemino, vésse lap. 35. (N. de lee) 15 vidual es, en siltima instancia, fundamental para hacer frente a privaciones, Por otra parte, las oportunidades sociales, politicas y econémicas a las que tenemos acceso limitan y restringen inevitable mente la libertad de agencia que poseemos individualmente, Existe tuna estrecha complementariedad entre la agencia individual y las instituciones sociales. Es importante reconocer al mismo tiempo el lugar fundamental que ocupa la libertad individual y la influencia de los factores sociales en el grado y el aleance de esta libertad, Para re- solver los problemas a los que nos enfrentamos, hemos de concebir la libertad individual como un compromiso social. Este es el enfoque biisico que rratamos de explorar y de examinar en este estudio. Segiin este enfoque, la expansién de la libertad es tanto el fin pri- mordial del desarrollo como su medio principal. El desarrollo con- siste en Ia eliminacién de algunos tipos de falta de libertad que dejan alos individuos pocas opciones y escasas oportunidades para ejercer su agencia razonada, La eliminacién de la falta de libertades funda- mentales —es lo que sastenemos aqui— es una parte constitutiva del desarrollo, Sin embargo, para comprender mejor la conexi6n entre desarrollo y libertad hemos de ir mis allé de ese reconocimiento ba- sico (por erucial que éste sea). La eficacia instrumental de algunos ti- 1pos de libertad para fomentar otros tipos de libertad es un poderoso ‘complemento de la importancia intsinseca de la libertad del hombre, ‘en general, como objetivo sublime del desarrollo, Las relaciones en- tre los distintos tipos de libertad son empfricas y causales més que constitutivas y componentes del desarrollo. Por ejemplo, existen pruebas contundentes de que la libertad econémica y la libertad po- litica conttibuyen a reforzarse mutuamente; no se contraponen (como a veces se piensa). Las oportunidades sociales para recibir educacién y asistencia sanitaria, que pueden exigir la intervenci6n del Estado, complementan las oportunidades individuales para parti cipar en la economia y en la politica y contribuyen a fomentar nues- tras propias iniciativas en la superacién de nuestras respectivas priva- ciones. $i el punto de partida del enfoque es Ia identificacién de la libertad como el objeto principal del desarrollo, el objetivo del andli- sis de la politica econdmica y social es el establecimiento de los nexos ctmpiricos que hacen que el punto de vista de a libertad sea coheren- te y convincente como perspective que guia el proceso de desarrollo. 16 En este estudio se subraya la necesidad de realizar un anilisis in tegrado de las actividades econémieas, sociales y polticas en las que interviene toda una variedad de instituciones, asi como muchas aagencias interactivas. Se centra la atencién especialmente en el papel y en las interconexiones de ciertas libertades instrumentales funda- ‘mentales, entre las cuales se encuentran las oportunidades econdmi- cas, las libertades politicas, los servicios sociales, las garantias de trans- arencia y la seguridad protectora. Se investigan los. mecanismos sociales, que afectan a muchas instituciones (el Estado, el mercado, el sistema juridico, los partidos politicos, los medios de comunica- cién, los grapos de presiéa y los foros de debate, entre otras) desde el punto de vista del grado en que contribuyen a aumentar y a ga- rantizar las libertades fundamentales de los individuos, concebidos como agentes activos de cambio y no como receptores pasivos de prestaciones. El libro se basa en cinco conferencias que pronuncié en calidad de miembro presidencial en el Banco Mundial durante el otofio de 1996, También pronuncié una segunda conferencia en noviembre de 1997 sobre el enfoque general y sus implicaciones. Agradeci la opor- tunidad y el reto que entrafiaba esta tarea y me alegré en especial el hecho dle que fuera por invitacion del presidente James Wolfensohn, al que admiro profundamente por su visin, sus dotes y su humani- dad, Tuve el ptivilegio de trabajar en estrecha colaboracién con é ‘como miembto del Institute for Advanced Study de Princeton y, mas recientemente, también he observado con sumo interés su construc- tiva influencia en el banco, EI Banco Mundial no ha sido invariablemente mi organismo fa- vorito, El poder para hacer el bien casi siempre va acompafiado de la posibilidad de hacer lo contrario y, como economista profesional, he tenido ocasiones de preguntarme si el banco no podria haberlo he- cho muchisimo mejor, Estas reservas y criticas estén publicadas, por Jo que no necesito hacer una «confesién» de las escépticas reflexio- rnes que albergo. Todo esto hizo que agradeciera sobremanera la oportunidad de exponer en el banco mis propias ideas sobre el de- sarrollo y sobre la elaboracién de la politica econémica y social. Sin embargo, este libro no va dirigido principalmente a las pet- sonas que trabajan en o para el banco 0 en cualquier otro organismo ” internacional. Tampoco va destinado a los poderes publicos y « los planificadores de los gobiernos nacionales, Se trata, mis bien, de un estudio general sobre el desarrollo y sobre las tazones pri yacentes, destinado especialmemte a suscitar el debate publica. He estructurado las seis conferencias en doce capitulos, tanto en aras de la claridad como para que la versién escrita resulte mis accesible a Jos lectores legos en la materia, De hecho, he tratado de que el anil sis fuera Io menos técnico posible, y sélo me refiero a la literatura ‘mas formal —para aquellos que les interese— en las notas que se en cuentran al final del libro. También comento las expetiencias econé- micas que he vivido desde que pronuncié las conferencias (en 1996), como la crisis econémica de Asia (que confirmé algunos de los peo- res temores que expresé en esas conferencias). Dada la importancia que concedo al papel del debate piiblico como vehiculo de cambio social y de progreso econéimico (como pon- dra de manifiesto est libro), he elaborado el presente estudio princi- palmente con el propésito de que sea objeto de una deliberacin abierta y de un examen critico. Durante toda mi vida he evitado dar consejos a las «autoridades». De hecho, nunca he asesorado a ningiin gobierno y he prefetido que mis sugerencias y mis crticas —en lo que valen— sean de dominio pablico, Dado que he tenido la suerte de vi- vir en tres democracias en las que los medios de comunicacién gozan de bastante libertad (la India, Gran Bretaia y Estados Unidos), no he tenido razén alguna para quejarme de falta de oportunidades para ex- poner en piblico mis ideas. Si mis argumentos suscitan algén interés y provocan mas debates priblicos sobre estas cuestiones vitales, ten- dia razones para sentirme bien recompensado. 18 INTRODUCCION El desarrollo como libertad Eldesarrello puede concebirse, como sostenemos en este libro, como un proceso de expansion de las libertades reales de que disfrutan los individuos. El hecho de que centremos la atencién en las libertades Jbumanas contrasta con las visiones més estrictas del desarrollo, como su identificacién con el crecimiento del producto nacional bruto, con el aumento de las rentas personales, con la industralizacién, con los vances tecnolégicos © con la modernizacién social, El crecimiento del PNB o de las rentas personales puede ser, desde luego, un medio muy importante para expandir las libertades de que disfeutan los miembros de la sociedad. Pero las libertades también dependen de otros determinantes, como las instituciones sociales y econsmicas (por ejemplo, los servicios de educacién y de atencién médica), asi como de los derechos politicos y humanos (entre ellos, la libertad para participar en debates y escrutinios piblicos). La industraliza- ign, el progreso tecnol6gico o la modernizaci6n social pueden con- tribuir significativamente a expandir la libertad del hombre, pero la libertad también depende de otros factores. Si lo que promueve el desarrollo es la libertad, existen poderosos argumentos para concen: trar los esfuerzos en ese objetivo general y no en algunos medios 0 en tuna lista de instrumentos especialmente elegida, La concepcién del desarrollo como un proceso de expansién de las libertades funda- mentales lleva a centrar la atencién en los fines por los que cobra im- portancia el desarrollo y no sélo en algunos de los medios que de- sempefan, entre otras cosas, un destacado papel en el proceso. El desarrollo exige la eliminacién de las principales fuentes de privacion de libertad: la pobreza y la tirania, la escasez de oportuni- dades econdmicas y as privaciones sociales sistemiticas, el abandono «en que pueden encontrarse los servicios piiblicos y la intolerancia o el 19 eexceso de intervencién de los Estados represivos. A pesar de que la opulencia mundial ha experimentado un aumento sin precedentes, el mundo contemporaneo niega libertades bsicas a un inmenso niime ro de personas, quizé incluso a la mayorfa, A veces la falta de liberta- des fundamentales esté relacionada directamente con la pobreza eco- némica, que priva a los individuos de la libertad necesaria para satisfacer el hambre, para conseguir un nivel de nutricién suficiente, para poner remedio a enfermedades tratables, para vestir dignamen- teo tener una vivienda aceptable o para disponer de agua limpia o de servicios de saneamiento, En otros casos, la privaci6n de libertad est cstrechamente relacionada con la falta de servicios y atencién social piiblicos, como la ausencia de programas epidemiol6gicos 0 de siste- mas organizados de asistencia sanitaria o de educacién o de institu- ciones eficaces para el mantenimiento dela paz y el orden locales. En otros casos, la violacién de la libertad se debe directamente a la ne- sativa de los regimenes autoritarios a reconocer las libertades politi cas y civiles y ala imposicién de restricciones a la libertad para part cipar en la vida social, politica y econémica de la comunidad. [EFICACIA F INTERCONEXIONES La libertad es fundamental para el proceso de desarrollo por dos ra- zones distintas; 1) La razén de la evaluacién. El progreso ha de evaluarse princi palmente en funcién del aumento que hayan expetimentado o no las libertades de los individuos. 2) La razén dela efcacia. El desarrollo depende totalmente dela libte agencia de los individuos. Ya hemos sefialado el primer motivo para centrar la atencién en Ja libertad: la raz6n de la evaluaci6n, Para analizar el segundo, la ra 26n de la eficacia, tenemos que examinar las relaciones empiticas re levantes, en particular, las conexiones entre los diferentes tipos de li- bertad que se refuerzan mutuamente. Son estas interconexiones, que se analizan con cierto detalle en este libro, las que hacen que la agen 20 cia libre y viable constituya un importante motor del desarrollo, La libre agencia no s6lo es una parte «constitutivay del desarrollo sino que también contribuye a fortalecer otros tipos de libre agencia. Las conexiones empiricas que se analizan extensamente en este estudio relacionan los dos aspectos de la idea del «desarrollo como libertad. La relaci6n entre la libertad individual y el desarrollo social va 1s alli de la conexién constitutiva, por importante que ésta sea, Lo que pueden conseguir positivamente los individuos depende de las oportunidades econémicas, las libertades politicas, las fuerzas socia les y las posibilidades que brindan la salud, la educacién basica y el fomento y el cultivo de las iniciativas. Los mecanismos instituciona les para aprovechar estas oportunidades también dependen del ejer- cicio de las libertades de los individuos, a través de la libertad para participar en las decisiones sociales y en la elaboracién de las deci- siones piiblicas que impulsan el progreso de estas oportunidades. Esas interconexiones también se investigan en este libro, ALGUNOS EJEMPLOS: LIBERTAD POLITICA Y CALIDAD DE VIDA, La importaneia de la concepcién dela libertad como el fin principal dl desarrollo puede ilustrarse con unos cuntos sencillos ejemplos. ‘Aunque el verdadero alcance de esta perspectiva sélo puede com- prenderse con un anilisis mucho mds extenso (que se intenta en los ccapitulos siguientes), es fécil mostrar con algunos ejemplos elemen- tales el cardcter radical de la idea del «desarrollo como libertad», En primer lugar, en las visiones més estrictas del desarrollo en las que se identifica éste con el crecimiento del PNB o con la industria- Tizacién, a menudo se pregunta si algunas libertades politicas 0 so- ales, como la libertad de participacién y disensién politicas o la oportunidad de recibir una educacién basica, «contzibuyen © no al desarrollo». Desde la perspectiva mis basica del desarrollo como li- bertad, esta manera de plantear la pregunta tiende a pasar por alto una importante cuestin: estas libertades fundamentales (es decir, la libertad de participacién politica o la oportunidad de recibir una educacién o una asistencia sanitaria basicas) se encuentran entre los componentes constieutivos del desarrollo, Su importancia para el de- ai sarrollo no tiene que demosttarse por medio de su contribucién di recta al crecimiento del PNB © al fomento de la industrializacion. De hecho, resulta que estas libertades y derechos también contribuyen muy eficazmente al progreso econémico; esta conexién también sera objeto de una gran atencién en el presente libro. Pero aunque la re- lacién causal es realmente significativa, la reafiemacién de las liberta des y los derechos por parte de esta conexién causal se suma al papel directamente constitutivo de estas libertades en el desarrollo, El segundo ejemplo esta relacionado con la discordancia entre la renta per capita (incluso después de tener en cuenta las variaciones de los precios) y la libertad de los individuos para vivir mucho tiem= po y para vivir bien. Por ejemplo, es posible que los ciudadanos de Gabsn, Sudafrica, Namibia o Brasil sean mucho mis ricos desde el punto de vista del PNB per capita que los de Sti Lanka, China o el estado indio de Kerala, pero la esperanza de vida de los segundos es muy superior ala de los primeros Por poner otro ejemplo distinto, a menudo se dice que los afroa- ‘meticanos que viven en Estados Unidos son relativamente pobres «en comparacién con los americanos blancos, aunque mucho més ti- cos que los pueblos del Tercer Mundo. Sin embargo, ¢s importante darse cuemta de que los afroamericanos tienen menos probabilidades en términos absolutos de llega a la edad adulta que los habitantes de muchas sociedades del Tercer Mundo, como China, Sri Lanka o al- unas partes de la India (que tienen diferentes sistemas de asistencia sanitaria, de educacién y de relaciones lemtro de la comunidad). Sic anilisis del desarrollo es relevante incluso en el caso de los paises ids ricos (en este libro sostenemos que en realidad lo es), puede considerarse que la presencia de esos contrastes entre los grupos dentro de los paises mas ricos es un importante aspecto para com- prender el desarrollo y el subdesarrollo, ‘TRANSACCIONES, MERCADOS ¥ PRIVACION DE LIBERTAD ECONOMICA Eltercer ejemplo esté relacionado con el papel que desempefian los metcados dentro del proceso de desarrollo, La capacidad del meca- nismo del mercado para contribuir a conseguir un elevado creci- 2 miento econémico y el progreso econdmico general se ha reconoci do ampliamente —y con razén— en la literatura contemporénea so- bre el desarrollo, Pera seria un error entender el papel del mecanis- mo del mercado sélo como algo derivado, Como sefialé Adam ‘Smith, Ja libertad para realizar intercambios y transacciones consti- tuye en sf misma una parte de las libertades bisicas que los indivi- duos tienen razones para valorar. Estar genéricamente en contra de los mercados seria casi tan raro como estar genéricamente en contra de las conversaciones entre los individuos (aun cuando algunas sean detestables y causen problemas 40t70s 0 incluso a los mismos que conversan). La libertad para in- tercambiar palabras, bienes o regalos no necesita una justificacién defensiva basada en sus efectos favorables, aunque distantes; forma parte del modo en que los seres humanos viven en sociedad y se in- terrelacionan (a menos que se les impida por ley o por decreto). La contribucién del mecanismo del mercado al crecimiento econémico es importante, por supuesto, pero sélo una vez que se reconoce la importancia directa de la libertad para intercambiar palabras, bienes o regalos. De hecho, la denegaci6n de la libertad para participar en el mer- cado de trabajo es una de las maneras de mantener a los individuos en Ia esclavitud y la cautividad, y la batalla contra la falta de libertad «que supone el trabajo en condiciones de servidumbre es importante hoy en muchos paises del Tercer Mundo por algunas de las mismas tazones por las que fue trascendental la guerra de Secesién america- na, La libertad para participar en los mercados puede contribuir de manera significativa por s{ misma al desarrollo, independientemente de lo que pueda contribuir 0 no el mecanismo del mercado a fomen tar el crecimiento econ6mico o la industrializacién. De hecho, las alabanzas que dispensa al capitalismo Karl Marx (que no era, en ge neral, un gran admirador suyo) y su afirmacién (en Das Kapital) de «que la guerra de Secesién americana es «el gran acontecimiento de la historia contempornea» estan relacionadas directamente con la im- portancia de la libertad de contrato laboral por oposicién a la escla- vitud y la denegacién forzosa del acceso al mercado de trabajo. ‘Como veremos, en muchos paises en vias de desarrollo, entre los re tos fundamentales del desarrollo se encuentra en la actualidad la ne- B cesidad de liberar al trabajo de las ataduras explicitas 0 implicitas que le niegan el acceso al mercado de trabajo abierto. Asimismo, a denegaciGn del acceso a los mercados de productos stele set una de las privaciones que suften muchos pequefios agricultores y esforza dos productores a causa de los sistemas y restricciones tradicionales. La libertad para realizar intercambios econémicos desempeia un papel esencial en la vida social Sciialar esta cuestiGn, frecuentemente descuidads, no es negar due sca importante juzgar el mecanismo del mercado de una manera lobal en funcién de todos sus papeles y sus efectos, incluida la ge- neracién de crecimiento econémico y, en muchas circunstancias, in- cluso de equidad econémica. También debemos examinar, por otra parte, las persistentes privaciones de algunos segmentos de la comu- nidad que contindan estando excluidos de los beneficios de la socie- dad de metcado, asi como las opiniones generales, incluidas las eriti- as, que puedan tener los individuos sobre el estilo de vida y sobre los valores relacionados con la cultura de los mercados. Cuando se concibe el desarrollo como libertad, hay que considerar y evaluat co- rrectamente los argumentos tanto favorables como desfavorables. Resulta dificil pensar que es posible conseguir un proceso de notable desarrollo sin utilizar mucho los mercados, pero eso no excluye el papel de la ayuda social, a leyistaci6n o la intervencién del Estado ‘cuando pueden enriquecer —en lugar de empobrecet— Ia vida hu- ‘mana. El enfoque que utilizamos aqui constituye una perspectiva de Jos mercados més amplia y més global que la que se invoca con fre- cuencia cuando se defiende o se critica el mecanismo del mercado. Terminamos esta lista de ejemplos con otro que se basa directa- ‘mente cn un recuerdo personal de mi propia infancia. Estaba ju- gando una tarde —debia de tener alrededor de diez aiios— en el jardin de nuestra casa familiar situada en la ciudad de Dacca, hoy capital de Bangla Desh, cuando entzé un hombre gritando lastimo- samente y sangrando de forma profusa; llevaba un cuchillo clavado en la espalda. Eran tiempos de conflictos entre comunidades triba- les (en los que los hindiies y los musulmanes se mataban unos a otros) que ptecedieron a la independencia y a la divisién de la India y Pakistan. El hombre apufialado, llamado Kader Mia, era un jorna- lero musulmén que habia ido a trabajar a una casa vecina—a carn 24 bio de una minima retribucién— y habia sido apuiialado en la calle por matones de algn grupo en nuestra zona, que era principalmen- te hinda. Al darle agua mientras pedia ayuda al mismo tiempo a los adultos de la casa y, momentos més tarde, cuando lo llevé mi padre cortiendo al hospital, Kader Mia nos dijo que su mujer le habia di- cho que no fuera a una zona hostil en unos momentos tan dificiles. Pero Kader Mia tenia que ir a buscar trabajo para ganar algo porque su familia no tenia nada que comer. La consecuencia de su falta de libertad econémica fue la muerte, que le sobrevino més tarde en el hospital. La experiencia fue un golpe tremendo para mi. Me hizo reflexio- nar mas tarde sobre la terrible carga que suponen las identidades es- trictamente definidas, incluidas las que se basan con firmeza en co- munidades y grupos (tendré ocasién de analizar esa cuestién en el presente libro). Pero en un sentido inmediato, también me hizo ver el notable hecho de que la falta de libertad econémica, en forma de ex- trema pobreza, puede hacer de una persona una victima indefensa de Ja violacién de otros tipos de libertad. Kader Mia no habria necesita- do ir a una zona hostil en busca de unos pequefios ingresos en aque- lla terrible época si su familia hubiera podido ser capaz de sobrevivir sin ellos. La falta de libertad econémiea puede alimentat la falta de li bertad social, de la misma forma que la falta de libertad social o poli- tica también puede fomentar Ia falta de libertad econémica, OnGANZACIONES ¥ VALORES Podriamos poner ottos muchos ejemplos para mostrar cun impor- tante es concebir el desarrollo como un proceso integrado de expan- sién de libertades fundamentales relacionadas entre si, Esta es la cconcepciGn que se presenta, se examina y se utiliza en este libro para investigar el proceso de desarrollo en términos globales que integra las consideraciones econdmicas, las sociales y las politicas. Este tipo de enfoque amplio permite apreciar simultaneamente el vital papel «que desempefian en el proceso de desarrollo muchas y diferentes ins- tituciones, entre las cuales se encuentran los mercados y las organi- zaciones relacionadas con ellos, los gobiernos y las autoridades loca- 2 les, lox partidos politicos y otras in los siste nus de edueacién y las oportunidades cle didlogo y debate pablicos Juido el papel de tod tipo de enfoque también nos permite reconocer el papel de Jos valores sociales y de las costumbres vigentes, que pueden influir cen las libertades de que disfrutan los individuos y que tienen razones pata valorar. Las normas compartidas pueden influir en algunos as pectos sociales como la equidad de los sexos, los tipos de euidado de los hijos, el tamaio de la familia y las pautas de fecundidad, el trata miento del medio ambiente y muchas otras instituciones y resulta- dos, Los valores y las costumbres sociales vigentes también afectan a la presencia o a la ausencia de corrupcidn y al papel que desemperia Ja confianza en las relaciones econémicas, sociales 0 politicas. En el ejercicio de la libertad influyen los valores, pero en los valores influ yen, a su vez, los debates piblicos y las interrelaciones sociales, en los cuales influyen las libertades de paticipacién. Cada una de estas co nexiones merece un minucioso anslisis El hecho de que la libertad para realizar transacciones econémi- cas normalmente tienda a ser un gran motor de crecimiento econd- rico ha sido reconocido por muchos, aun cuando continite teniendo firmes detractores. Es importante no sélo reconocer el papel que de- sempefian los mercados, sino también apreciar la contsibucién de otras libertades econémicas, sociales y politicas a la mejora y el enri- quecimiento de la vida que consiguen llevar los individuos. Este as pecto tiene una clara relacién incluso con algunas cuestiones tan con: trovertidas como el amado problema demogeatico, La contribucién de la libertad a la moderacién de las tasas de fecundidad excesiva. mente altas es un tema sobre el que existen opiniones contrarias des- de hace mucho tiempo. Mientras que el gran racionalista francés del siglo xv Condorcet experaba que las tasas de fecundidad descen- diieran con «el progreso de la raz6n>, de tal forma que el aumento de la segutidad, de la educacién y de la libertad para tomar decisiones fundadas frenata el crecimiento de la poblaci6n, su contemporineo ‘Thomas Robert Malthus mantenia una postura totalmente contraria De hecho, Malthus sostena que «no hay razén alguna para suponer que nada, salvo la dificultad de satisfacer como es debido las necesi- dades vitales, vaya a llevar a este mayor ntimero de personas a no es- ( los medios de comunicacién), 26 tur dispuesto a casarse pronto ou impeditle eriae saludablemente familias lo mas yeandes posible», Mis adelante, en este estudio vere mos cuil ce estas dos postutas —que se basan, respectivamente, en la libertad razonada y en la compulsién econdmica— tenia raz6n (afirmaremos que la balanza de las prucbas se inclina, desde luego, ims del lado de Condorcet). Pero es mny importante reconocer que esta controversia no es mas que un ejemplo del debate existente des- de hace muchos siglos entre el enfoque del desarrollo que esti a favor de la libertad y el enfoque que esté en contra de ella. Ese debate sigue estando muy vivo en numerosas y diferentes versiones. INStITUCIONES ¥ LIBERTADES INSTRUMENTALES En los estudios empiricos siguientes, investigamos especialmente cin- co tipos distintos de libertad, vistos desde una perspectiva «instru- mental. Son 1) las libertades politicas, 2) los servicios econémizos, 3) las oportuniidades sociales, 4) las gerantias de transparencta y 5) la seguridad protectora. Cacia uno de estos tipos de derechos y oportu- nidades contribuye a mejorar la eapacidad general de una persona También pueden contribuir a complementarse mutuamente. La po- litica de los poderes publicos para fomentar las capacidades humanas y las libertades fundamentales en general puede actuar fomentando estas libertades instramentales distintas, pero interrelacionadas. En los siguientes capitulos analizamos cada uno de estos tipos de liber- tad —y las instituciones que entrafia— y sus interconexiones. Tam bign tendremos la oportunidad de investigar el respectivo papel que ddesempefian en el fomento de las libertades generales de los indivi- duos para llevar el ripo dle vida que tienen razones para valorar. En cesta concepeién del «desarrollo como libertad, las libertades instru menrales estan relacionadas entre si y con los fines de la mejora de la libertad del hombre en general, Aunque el anilisis del desarrollo debe ocuparse, por una parte, de los objetivos y las aspiraciones por las que estas libertades instru mentales son importantes, también debe prestar atencién a las re laciones empiricas que ligan estos distintos tipos de libertad, refor zando su importancia conjunta. De hecho, estas conexiones son a fundamentales pata comprender mejor el papel instrumental de La i bertad. Onis VACIONES FINALES Las libertades no sélo son el fin principal del desarrollo, sino que se encuentran, ademas, entre sus principales medios. Ademas de reco: nocer la importancia fundamental de la libertad en la realiza evaluaciones, también tenemos que comprender la notable relacién empitica que existe entre los diferentes tipos de libertades. Las li bertades politicas (en forma de libertad de expresi6n y elecciones li bres) contribuyen a fomentar la seguridad econémica. Las oportuni- dades sociales (en forma de servicios educativos y sanitarios)facilitan a participacién econémica. Los servicios econémicos (en forma de oportunidades para participar en el comercio y la produccién) pue- den contribuir a generar riqueza personal general, asi como recursos paiblicos para financiar servicios sociales, Los diferentes tipos de li- bertades pueden reforzarse mutuamente. Estas conexiones empiricas refuerzan las prioridades valorati vas, Basindonos en la distincién medieval entre «el paciente» y «el agente», esta interpretacién de la economia y del proceso de desa rrollo basada en la libertad es una teoria que se apoya en gran medi- da.en el concepto de agente, Con suficientes oportunidades sociales, los individuos pueden configurar en realidad su propio destino y ayudarse mutuamente. No tienen por qué concebirse como recepto: res pasivos de las prestaciones de ingeniosos programas de desarro- Ilo, Existen, de hecho, poderosas razones para reconocer el papel positivo que desempefa la agencia libre y viable, ¢ incluso la impa- ciencia constructiva CAPITULO 1 La perspectiva de la libertad No es raro que las parejas se planteen la posibilidad de ganar més, pero existe una conversacién sobre este tera que data del siglo vita. J.C. aproximadamente y que tiene especial interés, Tal como se ‘cuenta esa conversacién en el texto sinscrito Bribadaranyaka Upa- nishad, una mujer Hamada Maitreyee y su esposo, Yajnavalkya, pasan sin dilacién a discutir una cuestién mas importante que la de la for- ima de ser mas ricos y los medios para conseguitlo: ccudnto les ayu- daria la rigueza a conseguir lo que quieren?! Maitreyee se pregunta si podria lograr la inmortalidad si fuera suya «toda la tierra, lena de ti: queza». «No —responde Yajnavalkya—, tu vida sera como la de los ticos. Pero en modo alguno esperes conseguir la inmortalidad por medio de la riqueza» Maitreyee dice entonces: «Para qué me sirve tuna cosa con la que no voy a volverme inmortal?» La pregunta retGrica de Maitreyee se ha citado una y otra vez en 1a filosofia religiosa india para ilustrar tanto la naturaleza de las difi- cultades del hombre como las limitaciones del mundo material. So- ‘mos muy escépticos respecto al uso de Ja mundana frustracién de Maitreyee para suscitar cuestiones espirituales, pero hay otro aspec- to de esta conversacién que tiene un interés bastante inmediato para a economia y para la comprensi6n de la naturaleza del desarrollo, Se refiere a la relacién entre la renta y los logros, entre los bienes y las capacidades, entre nuestra riqueza econémica y nuestra capacidad para vivir como querriamos. Aunque existe una relacién entre la opulencia y los logros, ésta puede o no ser muy estrecha y puede muy bien depender extraordinariamente de otras circunstancias. La cues- tion no es la capacidad para vivir eternamente ala que se referia Mai treyee —bendita sea—, sino la capacidad para viv en realidad mu cho (sin morir en la flor de la vida) y para vivir bien mientras se esté 2 vivo (y no para vivir una vida de miseria y de privacién de libertad), ‘cosas i las que casi todos nosotros concederiamos mucho valor y de mos tener fervientemente. La difer ncia entre las dos perspec tivas (es decir, entre la concentracién de la a exclusivamente nc en la tiqueza econémica y Ia concentracién mas general en la vida ‘que podemos llevar) es una importante cuestién en la conceptualiza- ci6n del desarrollo, Como sefial6 Aristételes al comienzo de Erica ‘Nicémaco (que recuerda mucho a la conversacién que mantuvieron Maitreyee y Yajnavalkya a cinco mil kilémetros de distancia), «la ti- queza no ¢s, desde luego, el bien que buscamos, pues no es mis que ‘un instrumento para conseguir algtin otro fin»? ‘Si tenemos razones para queret mas riqueza, hemos de pregun tamos: gcuiiles son esas tazones, cémo actiian, de qué dependen y qué cosas podemos «hacer» con més riqueza? En realidad, general- mente tenemos excelentes razones pata querer poseet més renta o mas riqueza, y no es porque la renta y la riqueza scan deseables en si ‘mismas, sino porque, por norma, son admirables medios de uso ge neral para tener més libertad con la que poder llevar el tipo de vida que tenemos razones para valorar. La utilidad de la riqueza reside en las cosas que nos petmite ha cer, es decir, en las libertades fundamentales que nos ayuda a conse: uit. Pero esta relacién no es ni exclusiva (ya que existen otros fac= totes, ademas de la riqueza, que influyen de forma significativa en ‘nuestra vida) ni uniforme (ya que la influencia de la riqueza en nucs- tra vida varia con otras influencias). Tan importante es reconocer el papel fundamental que desempefia la tiqueza en la determinacién de las condiciones de vida y de la calidad de vida como comprender el céracter limitado y eventual de esta relacién. Una concepci6n satis- factoria del desarrollo debe ir mucho més alla de la acumulacién de riqueza y del crecimiento del producto nacional bruto y de otras va- riables relacionadas con la renta, Sin olvidar la importancia del cve- cimiento econémico, debemos it mucho mas alla, Es necesario examinar e investigar los fines y los medios del de- sarrollo para comprender mejor el proceso de desarrollo; sencilla- ‘mente, no es suficiente fijarse como objetivo basico la maximizacién de la renta o de la riqueza, que, como sefalé Aristételes, «no es mis que un instrumento para conseguir otro fin. Pot esa misma razén, 30 ‘no €s sensato concebir ef crecimiento econémico como un fin en sf ‘mismo. El desarrollo tiene que ocuparse mas de mejorar la vida que Hevamos y las libertades de que disfrutamos. La expansién de las li- bertades que tenemos razones para valorar no sélo enriquece nues- ta vida y lalibera de restricciones, sino que también nos permite ser personas sociales més plenas, que ejercen su propia voluntad e inte- ‘actian con —e influyen en— el mundo en el que viven. En el capt- tulo 3 proponemos y analizamos mas este enfoque general y lo eva- luamos en comparacién con otros enfoques que reclaman nuestra atencién.” ‘Tiros DE PRIVACION DE LIBERTAD En todo el mundo hay muchas personas que sufren muchos tipos de privacin de libertad. En algunas regiones continia habiendo ham- brunas que niegan a millones de personas la libertad basica de so- brevivir. Incluso en los paises que ya no son devastaclos esporicica- mente por hambrunas, la desnutricién puede afectar a un gran nniimero de vulnerables seres humanos. Ademés, un elevado niimero de personas apenas tiene acceso a la asistencia sanitaria, a un sistema de saneamiento 0 a agua limpia y se pasa la vida luchando contra la innecesaria morbilidad, sucumbiendo a menudo a una muerte pre- ‘matura, En los paises més ricos, hay con demasiada frecuencia per- sonas profundamente desfavorecidas, que carecen de la oportunidad basica de recibir asistencia sanitaria 0 una educacién funcional o de conseguir un empleo remunerado o seguridad econémica y social. Incluso dentro de los paises muy ricos, a veces la longevidad de al- unos grandes grupos no es mayor que la de muchas economias més pobres del llamado Tercer Mundo. Ademés, la desigualdad entre las mujeres y los hombres aflige a millones de mujeres —y a veces ter- mina de manera prematura con su vida— y limita gravernente de di: ferentes formas las libertades fundamentales de que disfrutan. Pasando a otros tipos de privacién de libertad, en algunos patses hay un gran ndmero de personas a las que sc les niegan por sistema la libertad politica y los derechos humanos bisicos. A veces se dice que la denegacién de estos derechos ayuda a estimular el crecimien- 31 to econémico y es «buena» para acelerar el desarrollo econémico. ‘Algunos ban abogado incluso por un endurecimiento de los sistemas politicos —con la denegacién de derechos humanos y politicos basi- cos— porque ello tiene supuestamente la ventaja de fomentar el desarrollo econémico. Esta tesis (llamada frecuentemente «la tesis de Lee», atribuida de alguna forma a Lee Kuan Yew, antiguo primer iministro de Singapur) a veces se respalda con datos empiricos bas- tante rudimentarios. En realidad, algunas comparaciones internacio- nales mas generales no han confirmado esta tesis, y apenas existen pruebas de que una politica autoritaria contribuya en realidad al cre- cimiento econémico. De hecho, la evidencia empirica parece indicar claramente que el crecimiento econémico se favorece mas con un cli- ma econémico més positive que con un sistema politico mas duro. Esta cuestién se éxaminard en el capitulo 6. El desarrollo econémico tiene, ademés, otras dimensiones, in cluida la seguridad econdmiea. Muchas veces la inseguridad econé ‘mica puede estar relacionada con la falta de libertades y derechos de- mocriticos, De hecho, Ia existencia de democracia y de derechos politicos puede contribuir incluso a prevenit las hambrunas y otros desastres econémicos. Los gobemantes autoritarios, a los que raras ‘veces los afectan las hambrunas (u otras calamidades econémicas de «se tipo), tienden a carecer de los incentivos necesarios para tomar a ticmpo medidas preventivas. Los gobiernos democriticos, por el contratio, han de ganar las elecciones y hacer frente a las eriticas de la opinién publica, y tienen poderosos incentivos para tomar medi- das que impidan las hambrunas y oteas catastrofes de ese tipo. No es sorprendente que en la historia del mundo nunca haya habido ham- brunas en las democracias, ya sean econémicamente ricas (como las, de la Europa occidental o la Norteamérica contemporaneas) o relati- ‘vamente pobres (como las de la India tras la independencia, Botswa: 1a o Zimbabwe). Por norma, ha habido hambrunas en los tertitorios coloniales regidos por gobemantes de otros lugares (como en la In- dia briténica o en la Irlanda administrada por los distantes gober- nantes britinicos), en los estados en los que slo existe un partido (como en Ucrania durante la década de 1930, en China durante el periodo 1958-1961 o en Camboys durante los aiios setenta) o en las dictaduras militares (como en Etiopia, Somalia o algunos de los pat 32 ses del Sahel recientemente). De hecho, en el momento de entrar en maquina este libro, los dos paises que parecen encabezar la «liga del hambre» en el mundo son Gorea del Norte y Sudiin, destacados jemplos ambos de regimenes dictatoriales. Aunque la prevencién de las hambrunas ilustra con suma claridad y contundencia las ven- tajas de los incentivos, las ventajas del pluralismo democratico tie- nen, en realidad, un alcance mucho mayor. Pero —lo que es més fundamental—Ia libertad politica y as li bertades civiles son importantes directamente por si mismas y no tie- zen que justificarse indirectamente por su influencia en la economia. Incluso cuando las personas que carecen de libertades politicas 0 de derechos humanos no gozan de suficiente seguridad econémica (y da la casualidad de que disfrutan de unas citcunstancias econémicas fa vorables), se ven privadas de importantes libertades para vivir y se les niega Ia oportunidad de participar en decisiones cruciales sobre asuntos ptiblicos. Estas privaciones restringen la vida social y poli cay deben considerarse represivas, aun cuando no causen otras allic- ciones (como desasttes econémicos). Dado que las libertades politi- as y civiles son elementos constitutivos de la libertad del hombre, su denegacién es una desventaja en si misma, Cuando se examina el pa ppel que desempefian los derechos humanos en el desarrollo, hay que prestar atenci6n a la importancia constitutiva, asi como a la impor- tancia instrumental, de los derechos humanos y de las libertades po- liticas. Estas cuestiones se examinan en el capitulo 6. PROCESS ¥ OPORTUNIDADES El analisis anterior deberia haber dejado claro que la concepcién de Ja libertad que adoptamos aqui entrafia tanto los procesos que hacen posible la libertad de accién y de decisién como las oportunidades reales que tienen los individuos, dadas sus circunstancias personales yy sociales, La falta de libertad puede deberse a procesos inadecuados (como la violacién de los derechos de voto o de otros derechos poli- ticos o humanos) o a las insuficientes oportunidades que tienen al- ‘gunas personas para conseguir lo que minimamente les gustaria con- seguir (incluida la falta de oportunidades tan elementales como la 33 capacidad para escapar de una muerte prematura, de la morbilidad evitable o de la inanicién involuntaria) La distincién entre el aspecto de los procesos y el aspecto de las oportunidades de la libertad entrafia un considerable contraste, Pue- de hacerse en diferentes planos, Ya hemos analizado en otra parte los respectivos papeles y requisitos del aspecto de los procesos y el as pecto de las oportunidades de la libertad (asi como las conexiones| rmutuas entre ellos)” Aunque ésta no sea la ocasin de entrat en las ccomplejas sutiles cuestiones relacionadas con esta distincién, es muy importante concebir la libertad de una manera suficientemente am. plia, Es preciso no limitarse a analizar sélo los procedimientos ade cuiados (como hacen a veces los llamados libertarios, sin preocuparse en absoluto de si algunas personas desfavorecidas son privadas o no sistemiticamente de importantes oportunidades) o las oportunidades, adecuadas (como hacen a veces los partidarios de un enfoque basado cn las consecuencias, sin preocupase por la naturaleza de los proce- 08 que generat las oportunidades ola libertad de eleceién que tienen los individuos). Tanto los procesos como las oportunidades tienen importancia por detecho propio, y cada uno de los aspectos esta rela- cionado con la concepcién del desarrollo como libertad. Los 0s PAPELES DELA LIBERTAD En el andlisis del desarrollo presentado en este libto, las libertades de Jos individuos constituyen la piedra angular. Porlo tanto, prestamos especial atencin ala expansi6n de las «capacidades» de las personas para llevar el tipo de vida que valoran y que tienen razones para va- Jorar. Estas capacidades pueden aumentarse por medio de medidas piiblicas, pero, por otra parte, el uso eficaz de las capacidades de participacién de los individuos puede influir en el rumbo de estas medidas. La relacién bilateral es fundamental para cl anilisis que presentamos aqui. Existen dos razones distintas por las que tiene una importancia fundamental la libertad individuel en el concepto de desarrollo, rela- cionadas, respectivamente, con la evaluaciém y con la eficacia.’ En primer lugar, en el enfoque normativo que adoptamos aqui, conside- o ramos que las libertades inglividuales fundamentales son esenciales. El éxito de una sociedad ha de evaluarse, desde este punto de vista, principalmente en funcin de las libertades fundamentales de que disfrutan sus miembros. Esta postura se diferencia del énfasis en la informacién de los enfoques normativos més tradicionales, que cen- tran la atencién en otras variables, como la utilidad, los procedi- mientos para alcanzar la libertad o la renta real ‘Tener mis libertad para hacer las cosas que tenemos razones para valorar, 1) es importante por derecho propio para la libertad to- tal de la persona y 2) es importante para aumentar las oportunida- des della persona para obtener resultados valiosos.* Ambas cosas son importantes para evaluar la libertad de los miembros de la sociedad y, por lo tanto, fundamentales para evaluar el desarrollo de la socie- dad. Las razones para adoptar este enfoque normativo (y, en parti- cular, para ver la justicia desde el punto de vista de ls libertades in- dividuales y de las variables sociales correlacionadas con ella) se examinan més extensamente en el capitulo 3, La segunda razén para considerar tan esenciales las libertades fundlamentales se halla en que la libertad no solo es la base de la eva- luaciGn del éxito y del fracaso sino también un importante determi- nante de la iniciativa individual y de la eficacia social. El aumento de la libertad mejora la capacidad de los individuos para ayudarse a si rismos, as{ como para influir en el mundo, y estos temas son funda- mentales para el proceso de desarrollo, La cuestién que nos interesa aqui esta relacionada con lo que podriamos llamar (a riesgo de sim- plificar excesivamente) el «aspecto de agencia» del individuo. EL uso del término «agencia» exige algunas aclaraciones. La ex- presiGn «agente» a veces se emplea en la literatura sobre economéa y sobre la teoria de los juegos para referisse a una persona que acti en representacin de alguna otra (dirigida quizé por un «principal») y cuyos logros deben evaluarse a la luz de los objetivos de alguna otra (cl principal). Aqui no utilizamos el término «agente» en este senti- do, sino en el mas antiguo —y «elevado»— de la persona que actiia y provoca cambios y cuyos logros pueden juzgarse en funcién de sus propios valores y objetivos, independientemente de que los evalue ‘mos o no también en funcidn de algunos criterios externos. Este es tudio se refiere especialmente al papel de agencia del individuo co como miembro del ptiblico y como participante en actividades eco- némicas, sociales y politicas (que van desde participar en el mercado hasta intervenir directa 0 indirectamente en actividades individuales ‘© conjuntas en el terreno politico y de otros tipos) Esto guarda relacién con un gran némero de cuestiones relacio- nadas con a poltica social y econémica, que van desde cuestiones estratégicas como la tentacién general de los dirigentes de seleccio- nar petfectamente a los destinatarios de las ayudas (con el fin de con- seguir un «reparto ideal» entre una poblacin supuestamente inerte) hasta temas fundamentales como los intentos de disociar la gestién de los gobiernos del proceso de escrutinio y rechazo democréticos (y lejercicio participativo de los derechos politicos y humanos) ‘SISTEMAS DE EVALUACIGN: RENTAS Y CAPACIDADES Desde el punto de vista de la evaluaci6n, of enfoque aqui utilizado centra la atencién en una informacion que lo diferencia de la ética préctica més tradicional y del andisis de la politica econémica, como la concentracién «econémica» de la atencién en la primacia de la ren ‘ay la riqueza (y no en las caracteristicas de la vida humana y de las i- beitades fundamentales), el énfasis «utilitarista» en la satsfacci¢n ‘mental (y no en el descontento.creativo y la insatisfaccién construct va), la preocupacién «libertaria» por los procedimentos para alcanzar la libertad (despreocupsindose deliberadamente de las consecucncias que se derivan de esos procedimientos), etc. En el capitulo 3 exami nnamos los argumentos generales para adoptar una informacion tinta, que centra la atencidn en las libertades fundamentales que los individuos tienen razones para disfrutar. Eso no quiere decir que la privacién de capacidades individuales no guatde una estrecha relacién con la falta de renta, relacién que es de doble sentido: 1) una renta baja puede ser una importante causa del analfabetismo y de la falta de salud, asi como del hambre y la des- nutticién, y 2), a la inversa, una mejora de la educacién y de la salud contribuye a ganar una renta més alta. Estas conexiones tienen que comprenderse perfectamente. Pero también hay otros factores que influyen en las capacidades baisicas y en las libertades efectivas de 36 que disfrutan los individuos, y existen buenas razones para estudiar Ja naturaleza y el aleance de estas interconexiones, De hecho, es pre- cisamente porque la falta de renta y la falta de capacidades suelen guardar considerables relaciones por lo que es importante que no nos dejemos fascinar ni pensemos que prestando atencién a la pri mera obtendremos automiticamente suficiente informacién sobre la segunda. Las conexiones no son tan estrechas y las desviaciones sue: Jen ser mucho mas importantes desde el punto de vista de la politica econdmica y social que la eoncurrencia limitada de las dos series de variables. Sien lugar de centrar la atenci6n sélo en la pobreza de ren- tala centramos en la idea mas global de la carencia de capacidades, podemos comprender mejor la pobreza de las vidas humana las li- bertades a partir de una base de informacién diferente (que implica un tipo de estadisticas que la perspectiva dela renta tiende a dejar de lado como punto de referencia para analizat la politica econ6mica y social). El papel de la renta y dela riqueza —por importante que éste sea, junto con otras influencias— tiene que integrarse en un anilisis mas amplio y completo del éxito y de las privaciones. Powaeza ¥ DESIGUALDAD Las implicaciones de esta base de informacién para el andlisis de la pobreza y de la desigualdad se examinan en el capitulo 4. Existen buenas razones para concebir la pobreza como la privacién de capa- cidades basicas y no s6lo como una renta baja. La privacién de ca- pacidades elementales puede traducirse en una mortalidad prema- tura, un grado significative de desnutricién (especialmente en el caso de los nifios), una persistente morbilidad, un elevado nivel de analfabetismo y otros fracasos. Por ejemplo, el terrible fendmeno de las «mujeres desaparecidas» (que se debe a las tasas de mortalidad excepcionalmente mis altas de las mujeres de determinadas edades en algunas sociedades, en especial en el sur y oeste de Asia, el norte de Africa y China) ha de analizarse con informacion demogrifica, médica y social y no con informacién sobre el bajo nivel de renta, que a veces nos dice bastante poco sobre el fenémeno de la desi gualdad entre los sexos.* 0 El cambio de perspectiva es importante porque nos da una vi sién diferente —y mis relevante— de la pobreza no s6lo de los pal: ses en vias de desarrollo sino también de las sociedades mis opulen- tas. La presencia de un enorme paro en Europa (entre el 10 y el 12% en muchos de los principales paises europeos) entrafia privaciones ‘que no se reflejan perfectamente en las estadisticas sobre la distribu: cin de la renta. Estas privaciones suclen minusvalorarse alegando que el sistema europeo de seguridad social (incluido el seguto de de- sempleo) tiende a compensar Ia pérdida de renta de los parados, Pero el paro no es sélo una falta de renta que puede compensarse con transferencias del Estado (con un elevado coste fiscal que puede ser en sf mismo una gravisima carga); también puede tener trascen- dentales y negativas consecuencias para la libertad individual, la ini ciativa y las cuaificaciones. Entre sus miktples efectos, el paro con- tribuye a la «exclusion social» de algunos grupos y provoca la pérdida de independencia, de confianza en uno mismo y de salud mental yfisica. De hecho, es dificil no tener la sensacién de que exis- te una manifiesta incongruencia en los intentos actuales de Europa de crear un elima social de més «autonomia» individual sin concebir medidas adecuadas para reducir el enorme ¢ intolerable nivel de paro que hace que esa autonomia resulte extraordinariamente dificil RENTA Y MORTALIDAD Incluso en lo que se refiere ala relacidn entre la mortalidad y la ren- ta (cuestién en la que Maitreyee era bastante ambiciosa), es notable que el grado de privacién que padecen algunos grupos en los paises muy ricos sea comparable al que padecen en el llamado Tercer Mun- do. Por ejemplo, en Estados Unidos, los afroamericanos, como gru- po, no tienen mas probabilidades —de hecho, tienen menos— de llegar a una edad avanzada que las personas nacidas en las econo- mias inmensamente mas pobres de China o del estado indio de Ke- rala (o de Sti Lanka, Jamaica o Costa Rica),” Esta diferencia se muestra en los grificos 1.1 y 1.2. Aunque la renta per cfipita de los afroamericanos que viven en Estados Unidos sea considerablemente inferior a la de la poblacién blanca, los afroame- 38 Guanco 1.1, Diferencias entre las tasas de supervivencia de los hombres por regiones fos i a 2° : Bos 8 et, w, ‘inn boo | (ass + Chine 3 2 + Kew ‘a 6. 6s te err Ee es) enter Estados Unidos, 1991-1995: U.S. Department of Health and Human Services, Health United States 1995, National Cees for Health Statistics, Hyattsville, Md, 1996 Kerala, 1991: Government of India, Sample Reglitaton Systm: Fertility and Mortality Indictors 1991, Ofice ofthe Registrar General, Nueva Delhi, 1991; China, 1992: Orga niacin Mundial de la Salud, World Hoult Statistics Annual 1994, Organizacion Mun: dal de la Salad, Ginebra, 1994 ricanos son mucho més ricos desde el punto de vista de la renta que los habitantes de China o de Kerala (incluso después de rener en cuenta las diferencias de coste de vida). En este contexto, es espe- cialmente interesante comparar las probabilidades de sobrevivir de los afroamericanos con las de los habitantes de China o de Kerala. Los afroamericanos tienden a encontrarse en una situacién mejor en lo que se refiere a la supervivencia en los grupos de edad bajos (so- bre todo desde el punto de vista de la mortalidad infantil) que los chinos 0 los indios, pero el panorama cambia con los afios. 39 GArico 1.2. Diferencias entre las tasas de superoiveneia de las mujeres por regiones ea et 8 Superévencia de las mujeres (poreentale) o 5 45 2 3 45 68 65 75 (aos) Fuente: Estados Unidos, 1991-1993. U.S, Department of Health and Human Services, Health United States 1795, National Center for Health Stasis, Hyatsile, Mel, 1996, Kerala, 1991: Government of India, Sample Reisrtion System Fertility and Mortality Indizators 991, Ofice of the Registrar General, Nueva Delhi, 1991; China, 1992: Orga nizacién Mundial de la Salud, World Heal Stnstcs Annual 1994, Organizacion Mun dial de a Salud, Ginebra, 1994, De hecho, resulta que en China y en Kerala los hombres viven claramente mas que los afroamericanos en el sentido de que sobrevi- ven hasta edades més avanzadas, Incluso las mujeres afroamericanas acaban teniendo una pauta de supervivencia en las edades més altas similar a Ja de los chinos mucho mas pobres y unas tasas dle supervi- vencia claramente infetiores a las de los indios, atin mas pobres, de Kerala. Por lo tanto, no se trata solo de que los americanos negros sufren una privacién relativa desde el punto de vista de la renta per ccpita frente a los americanos blancos, sino de que, ademés, sufren 40 as privaciones en términos absolutos que los indios de baja renta de Kerala (tanto mujeres como hombres) y los chinos (en el caso de los hombres) en lo que se refiere a vivir hasta edades avanzadas. Entre Jos factores causales que influyen en estos contrastes (es decir, entre los niveles de vida valorados en funcién de la renta per capita y los niveles de vida valorados en funcién de la capacidad para sobrevivir hasta edades avanzadas) se encuentran las instituciones sociales las, relaciones en el seno de la comunidad, como la cobertura médica, la sanidad publica, la educacién escolar, el orden piiblico, el grado de violencia, ete." ‘También merece la pena sefialar que dentro del grupo de los afroa- mericanos que viven en Estados Unidos existe una gran diversidad. De hecho, si observamos la poblacién masculina negra de algunas ciudades de Estados Unidos (como Nueva York, San Francisco, San Luis o Washington, D.C.), veremos que es superada en lo que a su- pervivencia se refiere por la de China o Kerala a edades mucho més tempranas." ‘También es superada por la poblacién de muchos otros pafses del ‘Tercer Mundo; por ejemplo, en Bangla Desh los hombres tienen mas probabilidades de vivir mas de cuarenta afios que los afro- americanos del distrito de Harlem situado en la préspera ciudad de Nueva York.” Y todo esto a pesar de que los afroamericanos que vi- vven en Estados Unidos son mucho més ticos que las personas de los srupos del Tercer Mundo con las que estamos comparindolos. Lise Tan, CAPACIDAD ¥ CALIDAD DE VIDA En el anilisis anterior, hemos centrado la atencién en una libertad muy elemental: la capacidad para sobrevivir y no sucumbir a una muerte prematura. Se trata, evidentemente, de una importante liber- tad, pero hay otras muchas que también lo son. De hecho, la gama de libertades importantes puede ser muy amplia. A veces se considera que la cobertura exhaustiva de las libertades es un problema para conseguir un enfoque «operative» del desarrollo que gire en torno a la libertad. Creemos que este pesimismo es infundado, pero pospo: nemos el andlisis de esta cuestion hasta el capitulo 3, en el que exa minaremos los métodos fundamentales de valoracién. a No obstante, debemos sefialar aqui que la perspectiva bavida en la libertad guarda una similitud genérica con la preocupacién habitual por la «calidad de vida», que también centra la atencién en la forma en que transcurre la vida humana (quizé incluso en las opciones que tenemos) y no s6lo en los recursos o en la renta que posee tuna persona." Tal vez parezca que centrar la atencién en la calidad de vida y en las libertades fundamentales y no sélo en la renta o en la riqueza es alejase algo de las tradiciones arraigadas en ‘economia, y en cierto sentido lo es (sobre todo si se hacen compa- raciones con algunos de los anilisis mis austeros que pueden en- contrarse en la economia moderna y que se basan en la renta). Pero en realidad estos enfoques mas amplios estén en sintonia con algu- 10s tipos de andlisis que han formado parte de la economia profe- sional desde el principio. Las conexiones atistotélicas son suficien- temente obyias (como ha seBalado Martha Nussbaum, la insistencia de Aristételes en la «prosperidad» y en la «capacidad» esté relacionada claramente con la calidad de vida y con las liberta- des fundamentales)." Existen estrechas relaciones también con el anilisis de Adam Smith de Ins «necesidades» y de las condiciones de vida.” De hecho, el origen de la economia se encuentra en gran medi- da en la necesidad de estudiar la valoracién de las oportunidades ue tienen los individuos para vivir bien y de los factores causales que influyen en ellas, Aparte del uso clasico que hizo Aristételes de «sta idea, también se emplearon frecuentemente conceptos pareci- dos en los primeros escritos sobre la contabilidad nacional y la pros- peridad econémica, primero de William Petty en el siglo xvu y, mis tarde, de Gregory King, Francois Quesnay, Antoine-Laurent Lavoi sier, Joseph-Louis Lagrange y otros, Aunque estos pioneros del an- lisis econémico sentaron las bases del concepto modemo de renta con estas nociones de contabilidad nacional, jams se limitaron a prestar atencisn sélo a este concepto, También comprendieron que Ja importancia de la tenta era instrumental y dependia de las cir- cunstancias.'° Por ejemplo, aunque William Perty fue el primero que utili tanto «el método de la renta» como «el método del gasto» para est ‘mar la renta nacional (los métodos mode:nos de estimacion se deri 2 van directamente de estos primeros intentos), se interes6 de mane: explicita por «la seguridad comiin» y por la «felicidad particular de cada hombre». El objetivo declarado de Petty para realizar su estu- dio estaba rclacionado directamente con la evaluacién de las condi- ciones de vida de los individuos. Consiguié conjugarla investigacion cientifica con una significativa dosis de politica del siglo xvn («de- mostrar» que «los stibditos del rey no se encuentran en tan mala si- tuacién como querrian hacernos creer los descontentos»). La i fluencia del consumo de bienes en las diversas funciones vitales también fue objeto de la atencién de otros autores. Por ejemplo, Jo- seph-Louis Lagrange, el gran matemético, fue especialmente innova- dor al convertir los bienes en sus caracterfsticas relacionadas con sus funciones: las cantidades de trigo y de otros cereales en su equiva- lente nutritivo, las cantidades de carne en su conjunto en unidades cequivalentes de came de vacuno (en funcién de sus cualidades nutti- tivas) y las cantidades de bebidas en su conjunto en unidades de vino (recuérdese que Lagrange era francés).”’ Al centrar la atencién en las funciones resultantes y no sélo en los bienes, reclamamos parte de la vieja herencia de la economia profesional MERCADOs ¥ LIBERTADES El papel del mecanismo del mercado ¢s otro tema en el que reclama: ‘mos parte de la vieja herencia. La relacién del mecanismo del merca: do con la libertad y, por lo tanto, con el desarrollo econémico plan- tea, al menos, cuestiones de dos tipos muy distintos, que es necesario distinguir claramente. En primer lugar, la denegacién de la oportu- nnidad de realizar transacciones, por medio de controles arbitratios, puede ser en simisma una fuente de falta de libertad. En ese caso, se priva a los individuos de hacer algo que puede considerarse que —en ausencia de razones de peso en contra— tienen derecho a hacer. Esta cuesti6n no depende de la eficiencia del mecanismo del merca- do ni de un andlisis general de las consecuencias de tener 0 no un sis- tema de mercado; depende simplemente de la importancia de la Ii: bertad para realizar intercambios y transacciones sin impedimentos ni obstaculos. 4B Este argumento a favor del mercado ba de distinguirse de otro, «jue se utiliza muy a menudo en la actual: gus le mereados noe, malmente contribuyen a aumentar la renta y la riqueza y las oportu- nidades econémicas que tienen los individuos. Las testricciones arbitrarias del mecanismo del mercado pueden provocar una redue- cién de las libertades debido a las consecuencias de la ausencia de mercados. Puede haber privaciones cuando se niega alos individuos Jas oportunidades econdimicas las consecuencias favorables que los mereados ofrecen y fomentan Estos dos argumentos a favor del mecanismo del mercado, im- Portantes ambos desde la perspectiva de las libertades fundamenta- les, deben distinguirse. En la literarura econémica moderna, es el segundo argumento —basado en el funcionamiento eficaz del mecanismo del mezcado y en sus favorables resultados— el que es objeto casi exclusive de atencidn."* Se trata, desde luego, de un ar gumento de peso, en general, y existen abundantes pruebas empiri cas de que el sistema de mercado puede ser un motot de répido cre cimiento econémico y de mejora del nivel de vida. Las medidas que restringen las oportunidades de mercado pueden limitar la expan- sin de las libertades fundamentales que se conseguirfan por medio del sistema de mercado, principalmente pot medio dela prosperidad econémica general. Eso no quiere decir que los mercados no sean a veces contraproducentes (como sefialé el propio Adam Smith al de- fender, en particular, la necesidad de controlar el mercado financie- ro).!” Existen serios argumentos a favor de la regulacidn en algunos casos. Pero en la actualidad se reconocen, en general, los efectos po- sitivos del sistema de mercado mucho mas que hace unas cuantas dé cadas Sin embargo, este argumento a favor de la utilizacién de los mer- cados es muy distinto del argumento de que los indivicluos tienen de- recho a realizar transacciones e intercambios. Incluso aunque no se aicepte que esos detechos son inviolables —e independientes de sus consecuencias—, se puede sostener que la negativa a conceder a los individuos el derecho a realizar transacciones econémicas entrafia al ssuna pérdida socal Si resulta que los efectos de esas transacciones son tan negativos para ottos que puede restringitse razonablemente ‘esta presuposicién prima facie en favor de que los individuos puedan 4 realizar las transacciones que quieran, aun asf se pierde algo directa- ‘mente imponiendo esta restriccién (aun cuando sea compensada por Ja pérdida alternativa de los efectos que producen de forma indirec- ta estas transacciones en otros). La disciplina de la economia ha tendido a dejar de centrar la atencién en el valor de las ibertades y a fijarse en el de las utlidades, Ja renta y la riqueza. Esta limitacion del objeto de atencidn impide apreciar lo suficiente todo el papel del mecanismo del mercado, aun cuando la economia como profesién dificilmente pueda ser acusada de no alabar lo suficiente los mercados. Sin embargo, la cuestién no es la cantidad de alabanzas sino las razones para hacerlas. “Tomemos como ejemplo el conocido argumento en economia de {que un mecanismo de mercado competitivo puede conseguir un tipo de eficiencia que probablemente un sistema centralizado no pueda lograr gracias tanto al ahorro de informacién (cada una de las perso- nas que actdan en el mercado no tiene que saber mucho) como a la compatibilidad de los incentivos (los astutos actos de cada persona encajan a la perfeccién con los de las demés). Consideremos ahora, cen contra de lo que se supone generalmente, un caso en el que se consigue el mismo resultado econémico con un sistema centralizado en el que las decisiones de todo el mundo relacionadas con la pro- duccién y con la asignacién son tomadas por un dictador, ¢Seria ese resultado tan bueno como el otro? No es dificil argumentar que faltaria algo en ese escenario; a sa- ber, la libertad de los individuos para actuar a su gusto a la hora de decidir dénde trabajar, qué producir, qué consumir, ete. Aun cuan- do,en ambos escenarios (que implican, respectivamente, la libre eleccién y la obediencia al orden dictatorial) una persona produjera Jos mismos bienes de la misma forma y acabara teniendo la misma renta y comprando los mismos bienes, atin podria tener buenas ra- zones pata preferir el escenario de la libre eleccién al de la sumisin ‘al orden, Existe una distincién entre los «resultados finales» (es de cir, sin tener en cuenta el proceso por el que se consiguen, incluido el ejercicio de la libertad) y los «resultados globales» (teniendo en ‘cuenta los procesos a través de los cuales se han conseguido los re- sultados finales) distincién cuya importancia hemos tratado de ana- lizar mas extensamente en otra parte." La virtud del sistema de mer- 45 cado no es sélo su capacidad para generar resultados finales mi fi cientes, La tendencia del andlisis econémico favorable al mercado a dejar de centrar la atencién en la libertad y a fijatse mas en la utilidad ha tenido un precio: la despreocupacién por el valor fundamental de la propia libertad. John Hicks, uno de los principales economistas de este siglo, mucho més proclive a centrar la atencién en la utilidad que en la libertad, expuso le cuestién con admirable claridad en un pasaje sobre este tema: Los principios liberales o contraris a la interferencia de los eco- nomistas clisicos (smithianos o ricardianos) no eran, para empe- zar, principios econémicos; eran una aplicacién a la economia de los principios cuyo campo de aplicacién se pensaba que era mu- cho més amplio, La tesis de que la libertad econémica contribuia «la eficiencia econémica no era mas que un argumento secunda- rio... Lo que euestiono es si tenemos alguna justficacién para ol- Vidar, tanto como hemos hecho la mayoria de nosotros, la otra cara del argument.” Esta cuesticn quiz parezca algo esotérica en el contexto del de- sarrollo econémico, dada la prioridad que tiende a conceder la lite- satura sobre el desarrollo a la generacion de elevadas rentas, de una cesta mayor de bienes de consumo y de otros resultados finales. Pero dista de ser esotérica. Uno de los mayores cambios del proceso de desarrollo de muchas economias es la sustitucisn del trabajo en con- diciones de servidumbreyy del trabajo forzado, caracteristicos en par- te de muchas agriculturas tradicionales, por un sistema de libertad de contrato y de desplazamiento fisico, Una perspectiva del desarro- lo basada en la libertad recoge este punto inmediatamente de una forma que no puede un sistema de evaluacién que sélo se fie en los resultados finales. Esta cuestién puede ilustearse con los debates sobre la naturale- 2a del trabajo esclavo existente-en el sur de Estados Unidos antes de su abolicién, El estudio clasico de Robert Fogel y Stanley Engerman sobre este tema (Time on the Cross: The Economics of American Ne- gro Slavery) contiene una notable observacién sobre las «rentas pe- 46 cuniatias» relativamente altas de los esclavos (las controversias sobre algunas cuestiones que se analizan en este libro no minaron de ma nea seria esta observacién). Las cestas de bienes de consumo de los esclavos eran mejores —desde luego, no eran peores— que las ren tas de los trabajadores agricola libres. ¥ la esperanza de vida de los esclavos tampoco era, en términos relativos, especialmente baja: ««casiidéntica ala esperanza de vida de algunos paises tan avanzados ‘como Francia y Paises Bajos» y «mucho mayor [que] la esperanza de vida [de] los ebreros industriales urbanos tanto de Estados Unidos como de Europa>.* ¥ sin embargo, los esclavos se escapaban, y ha- bia excelentes razones para suponer que el sistema de esclavitud no servia bien a sus intereses, De hecho, ni siquiera prosperaron los in- tentos, tras la abolicién de la esclavitud, de conseguir el retorno de los esclavos para obligatlos a trabajar como esclavos (especialmente cn «cuadrillas»), pero a cambio de clevados salasios. Cuando los esclavos fueron liberados, muchos de los duefios de plantaciones intentaron reconstruir sus cuadrillas a cambio de sa. larios. Pero es0s intentos fracasaron en general, a pesar de que los salarios ofrecidos a los hombres liberados eran mis de un 100% superiores a las rentas que recibfan cuando eran esclavos. Ni si quiera esta prima permitié a los duefios de las plantaciones conse- ‘uit que se mantuviera el sistema de cuadrillas una ver que se vie ron privados del derecho a utilizar la fuerza.” La importancia de la libertad de empleo y de métodos de traba: jo es fundamental para comprender las valoraciones realizadas." De hecho, las favorables observaciones de Karl Marx sobre el ca pitalismo frente a la falta de libertad de las instituciones laborales pprecapitalistas estaban relacionadas exactamente con esta cuestion y lo llevaron también a decir que la guerra de Secesi6n americana fue «cel gran acontecimiento de la historia contemporinea».® De hecho, cesta cuestién de la libertad de mercado es bastante importante para cl anilisis del trabajo en condiciones de servidumbre —habitual en muchos paises en vias de desarrollo— y la transicin hacia las insti- tuciones laborales basadas en la libertad de contrato, Este es, en rea- lidad, uno de los casos en los que el andlisis marxista ha tendido a te- a ner una cierta afinidad con el énfasis libertario en la libertad por oposicién a la utilidad. Por ejemplo, en su gran estudio de la transicién del teabajo en condiciones de servidumbre al trabajo asalariado en la India, V. K. Ra machandran describe esclarecedoramente la importancia empiri: cca de esta cuesti6n en la situacién en la que se encuentra en la actu lidad la agricultura en el sur de la India: Mars distingue entre (por utilizar el érmino que emplea Jon Els- ter) a libertad formal del trabajador en el capicalismo y la fala de libertad real de los wrabajadores en ls sistemas precapitalistas: ala libertad de los trabajadores para cambiar de empresa los hace li bres en un sentido que no se observa en los modos de produccién anteriores». El estudio del desarrollo del trabajo asalarindo en la agricultura también es importante desde otra perspectiva, La ex tensién de Ia libertad de los trabajadores en una sociedad para vender su fuerza de trabajo constituye una mejora de su libertad positiva, lo cual es, a su vez, un importante indicador de lo que progresa esa sociedad.” La conjuncién del trabajo en condiciones de servidumbre y cl ‘endeudamiento dan lugar a un tipo de falta de libertad especialmen- te persistente en muchas agriculturas precapitalistas.” La concep- ciGn del desarrollo como libertad permite adoptar un enfoque direc to de esta cuestién que no depende de que se demucstce que los mercados de trabajo también aumentan la productividad de la agri- cultura, cuestién importante en si misma, pero muy diferente del teima de la libertad de contrato y de empleo. Algunos de los debates sobre el terrible problema del trabajo in- fant también estén relacionados con esta cuestién de la libertad de eleccién, La peor violacién de las normas contra el trabajo infantil normalmente es la esclavitud casi total de los hijos de las familias des- favorecidas y el hecho de que sean obligados a realizar labores ca condiciones de explotacién (en lugar de ser libres y posiblemente de ir a la escucla). Esta cuesti6n directa de la libertad constituye una parte integral de este controvertido tema, 48 LOS VALORES ¥ EL PROCESO DE VALORACION Volvamos ahora ala evaluacién. Dado que nuesteas libertades son di- versas, es posible realizar una valoracién explicita para determinar la importancia relativa de los diferentes tipos de libertades en la eva- luacién de las ventajas individuales y del progreso social. Todos esos ‘enfoques (incluidos el utilitarismo, el pensamiento libertario y otros, ‘que se analizaran en el capitulo 3) entrafian, por supuesto, valoracio- res, aunque a menudo se hagan de forma implicita. Los que prefie- ren un indice mecénico y no tener que indicar explicitamente los va- lores que utilizan y las razones por las que los utilizan tienen tendencia a quejarse de que el enfoque basado en la libertad obliga a hacer valoraciones explicitas, Son muchas las ocasiones en las que se ha manifestado ese tipo de quejas. Pero creemos que esa obligacién constituye un importante activo en un ejercicio de evaluacién, sobre todo para que pueda ser sometido a la critica y € escrutinio piblicos. De hecho, uno de los argumentos més convincentes a favor de la li- bertad politica es precisamente la oportunidad que brinda a los ciu- dadanos de discutir y debatir —y de participar en la seleccién de— los valores utlizados para clegir las prioridades (esta cuestidn se ana- liza en los capitulos 6 a 11). La libertad individual es esencialmente un producto social, y existe una relacién de doble sentido entre 1) los mecanismos socia- les para expandir las libertades individuales y 2) el uso de las liber- tades individuales no sdlo para mejorar las vidas respectivas sino también para conseguir que los mecanismos sociales sean mejores y as eficaces. Las concepciones individuales de lajusticia y de la pro- piedad, que influyen en el uso especifico que hacen los individuos de sus libertades, dependen, ademis, de conexiones sociales, especial- mente de la formacién interactiva de la opinién publica y de la com- prensién compartida de los problemas y de las soluciones. El andlisis y la evaluacién de la politica econémica y social ha de ser sensible a estas diversas conexiones. 9 "TRADICION, CULTURA Y DEMOERACIA La cuesti6n de la participacién también es crucial en algunos de los problemas fundamentales que han socavado la fuerza y el aleance de la teoria del desarrollo, Por ejemplo, algunos han afirmado que el de- sarrollo econémico, tal como lo conocemos, podria ser perjudicial, cn realidad, para un pats, ya que podria provocar la desaparicién de sus tradiciones y de su herencia cultural.” Este tipo de objeciones suele desecharse, ya que se alega que es mejor ser rico y feliz que po- bre y tradicional. Esta alegacién quizé sea un convincente eslogan, pero dificilmente es una respuesta satisfactoria a la eritiea en cues- tién. Tampoco refleja un serio compromiso con la cuestién valorati- va fundamental que plantean quienes mantienen una postura escép- tica sobre el desarrollo, La cuestién mas seria es, més bien, Ia fuente de autoridad y de le- gitimidad. Existe un inevitable problema de valoracién a la hora de decidir qué elegir cuando resulta que no es posible mantener algunos aspectos de la tradicién porque son incompatibles con los cambios ‘econémicos o sociales que puede ser necesario introducir por otras ra- zones, Es una decisién que tienen que aftontar y valorar las personas afectadas. La eleccién no es una decisién cerrada (como parecen suge- sir muchos apologistas del desarrollo) ni una decisién que deba tomar Ja élite de «guardianes» de la tradicién (como parecen suponer mu- chos de los que mantienen una postura escéptica sobre el desarrollo). Sihay que sacrificar un modo tradicional de vida para escapar de la po- breza més absoluta o de la mintiscula longevidad (como la que han te- niido muchas sociedades tradicionales durante miles de afios), son las personas directamente afectadas las que deben tener la oportunidad de participar en la decisién. Donde estd el verdadero conflicto es entre 1) el valor baisico de que debe permitirse a los individuos deci dir libremente las tradiciones que desean o no mantener; y 2) la insistencia en que deben mantenerse las tradiciones arrai zgadas (enalesquiera que sean éstas) o en que los individuos deben obedecer las decisiones de las autoridades religiosas o laicas que im- ponen las tradiciones (reales o imaginadas) 50 La fuerza del primer precepto reside en la importancia basica de la libertad del hombre, y una vez que se acepta, tiene poderosas im- plicaciones sobte lo que puede 0 no hacerse en nombre de la tradi- cién, El enfoque del «desarrollo como libertad» pone énfasis en este precepto. De hecho, en la perspectiva basada en la libertad, ni los «guar- Gianes» nacionales o locales —ni los ayatollabs (w otras autoridades ‘eligiosas) ni los dirigentes politicos (o los gobiernos dictatoriales) ni Jos «expertos» culturales (nacionales o extranjeros}— pueden impe- dir a nadie participar en Ia eleccién de las tradiciones que deben mantenerse. La indicacién de que existe un conflicto real entre la presetvacién de la tradicién y las ventajas de la modernidad exige una resolucién en la que participe todo el mundo, no el rechazo uni- lateral de la modetnidad en favor de la tradicién por parte de los di- rigentes politicos, de las autoridades religiosas o de los admiradores antropol6gicos del legado del pasado. La cuestiOn no sélo no estd ce- trada sino que debe estar abierta de par en par para que pueda set testelta por los miembros de la sociedad y decidida por ellos. El in- tento de impedir la libertad de participacin recurtiendo a valores tradicionales (como el fundamentalismo religioso, las costumbres politicas 0 los lamados valores asiéticos) no tiene en cuenta la cucs- tion de la legitimidad y la necesidad de que las personas afectadas decidan qué quieren —y qué razones tienen para— aceptar. Este reconocimiento bisico tiene un notable aleance y poderosas implicaciones, La preservacién de la tradicién no es una razon para suprimir en general la libertad de los medios de comunicacién o los derechos de comunicacién entre los ciudadanos. Aun cuando se con- sidere que es histéricamente correcta la visién distorsionada de lo au- toritatio que era en realidad Confucio (en el capitulo 10 criticaremos esa interpretacién), eso no es una razén suficiente pata practicat el autoritarismo por medio de la censura o de restrieciones politicas, ya que son los que viven en Ia actualidad quienes han de decidir si es le- gitimo adherirse hoy a las ideas expresadas en el siglo via. J.C. Por otra parte, dado que la participacién exige conocimientos y un nivel educativo bésico, negara un grupo cualquiera —por ejem- plo, «las nifias— la oportunidad de recibir educacién es inmediata- mente contrario a las condiciones basicas de la libertad de participa 51 cién. Aunque estos derechos se han cuestionado con frecuencia (una de las embestidas mas graves es el reciente ataque de los lideves de los talibanes en Afganistan), ese requisito elemental no puede pasar desapercibido en una perspectiva basada en la libertad. La concep cién del desarrollo como libertad tiene trascendentales implicacio- nes no sélo para los objetivos iltimos del desarrollo sino también para los procesos y los procedimientos que han de respetarse. OnstevAciones FINALES La concepcién del desarrollo basada en las libertades fundamentales de os individuos tiene trascendentales implicaciones para la com- prensién del proceso de desarrollo, asi como para la forma y los me- dios de fomentarlo, Desde el punto de vista de la evaluacién, impli- cca la necesidad de evaluar los requisitos del desarrollo desde 1a perspectiva de la eliminaciéin de la falta de libertades que suften los miembros de la sociedad. Desde este punto de vista, el proceso de desarrollo no es muy diferente de la historia de la superacién de esta falta de libertades, Aunque esta historia no deja de estar relacionada con el proceso de crecimiento econémico y de acumulacién de eapi- tal fisico y humano, su alcance y su cobertura van mucho mas allé de estas variables, El hecho de que evaluemos el desarrollo centrando la atencién en las libertades, no quiere decir que exista un «criterion de desarro- lo tinico y preciso con el cual siempre ¢s posible comparar y ordenar los diferentes casos de desarrollo, Dada la heterogencidad de los dis- tintos componentes de la libertad, asi como la necesidad de prestar atenci6n a las diversas ibertades de los diferentes individuos, mu- chas veces habré argumentos contrapuestos. El motivo por el que concebimos el «desarrollo come libertad» no es tanto ordenar todos Jos Estados —o todos los escenatios posibles— y elaberar una «or- denacién completa» como llamar la atencién sobre importantes as- pectos del proceso de desarrollo, cada uno de los cuales merece que 1nos fijemos en él. Incluso después de prestarles atencién, seguir ha- biendo sin duda diferencias entre las posibles ordenaciones globales, pero su presencia no constituye un obstéculo para nuestros fines. 52 | Lo malo seria pasar por alto—como se observa frecuentemente nla literatura sobre el desarrollo— aspectos fundamentales debido «una falta de interés por las libertades de las personas afectadas. Pretendemos ofrecer una vision suficientemente amplia del desarro: llp que nos petmita centrar la atencién en la evaluacién de cosas que son importantes y, en particular, no descuidar temas que son funda- mentales, Aunque esté bien pensar que el andlisis de as variables te levantes leva automsticamente a todo el mundo a extract las mis- ‘mas conclusiones sobre la forma de ordenar los distintos escenatios, el enfoque no requiere tal unanimidad, De hecho, los debates sobre estas cuestiones, foco de posibles e importantes discusiones politi- cas, pueden formar parte del proceso de participacién democratica ‘que caracteriza al desarrollo. Mas adelante en este libro tendtemos cocasién de examinar la cuestién fundamental de la patticipacién como parte del proceso de desarrollo, 3 CAPITULO 2 Los fines y los medios del desarrollo Permitasenos comenzar con una distincién entre dos actitudes gene- rales hacia el proceso de desarrollo que podemos encontrar tanto ch los anilisis econémicos profesionales como,en las discusiones y los debates puiblicos.' Seqrin la primera, el desarrollo es un proceso ae rom, con mucha «sangre, sudor y ligrimas», un mundo en el que Ja prudencia exige dureza. En particular, exige la desatencién calculada de algunos aspectos que se consideran «bobadas» (aun cuando los ctiticos suelan ser demasiado educados para calificatlos asf). Depen- diendo de cudl sea el veneno favorito del autor, entre las tentaciones alas que hay que resistirse se encuentran las siguientes: tener redes de proteccién social que protejan a las personas muy pobres, ptoporcio- nar servicios sociales a la poblacién en general, alejarse de las riguro- sas directrices institucionales a la hora de dar respuesta a dificultades ntificadas y apoyar —udemasiado pronto»— los derechos politi cos y humanos y el «lujo» de la democracia. Segiin esta severa actitud, estas cosas pueden defenderse mis tarde, cuando el proceso de desa- rrollo haya dado suficientes frutos: lo que se necesita aqui y ahora es «dureza y disciplina», Las diferentes teorfas que comparten esta vi- sidn general se diferencian en los distintos tipos de «bobadas» que eben evitarse especialmente y que van desde la blandura financiera hasta la relajacién politica, desde la realizacién de abundantes gastos sociales hasta las complacientes ayudas para luchar contra la pobreza. Esta dura actitud contrasta con otro punto de vista segain el cual el desarrollo es esencialmente un proceso «agradable», Dependicn- do de cual sea la versién de esta actitud, se ponen como ejemplos de Jo agradable que es este proceso algunas cosas como los intescam- bios mutuamente beneficiosos (de los que Adam Smith habl6 de ma- nera elocuente), el funcionamiento de las redes de protecci6n social, 54 de las libertades politicas 0 del desarrollo social, o una u otra combi- nacién de estas actividades sustentadoras. PAPEL CONSFITI/TIVO F INSTRUMENTAL DE LA LIBERTAD Elenfoque de este libro es mucho més compatible con la segunda ac- titud que con la primera? Se trata principalmente de un intento de concebir el desarrollo como un proceso de expansién de las iberta- des reales de que disfrutan los individuos. En este enfoque, se consi- dera que la expansién de la libertad es 1) el fin primordial y 2) el ‘medio principal del desarrollo, Podemos llamarlos, respectivamente, «papel constitutivor y «papel instrumentab> de la libertad en el de- sarrollo, El papel constitutivo de la libertad esta relacionado con la importancia de ls libertades fundamentales para el entiquecimiento de la vida humana. Entee las ibertades fundamentales se encuentran algunas capacidades elementales como, por ejemplo, poder evitar privaciones como la inanicién, la desnutricién, la morbilidad evita- bley la mottalidad prematura, o gozar de las libertades relacionadas con la capacidad de leer, escribir y calcular, la participacién politica ylalibertad de expresién, etc, Desde esta perspectiva constitutiva, el desarrollo implica la expansién de estas y otras libertades bisicas. Desde este punto de vista, el desarrollo es el proceso de expansién de las libertades humanas, y su evaluacién ha de inspirarse en esta consideraci Permitasenos referitnos aquf aun ejemplo que analizamos breve- mente en Ja inttoduccién (y que implica una cuestion que suele plan- tearse en la literatura sobre el desarrollo) para mostrar c6mo puede el reconocimiento del papel «constitutivo» de la libertad alterar el ani- lisis del desarrollo, En las visiones mas estrictas del desarrollo (q basan, por ejemplo, en el crecimiento del PNB o en la industrializa- ci6n), suele preguntarse sila libertad de participacién y disensién po- liticas contribuye 0 no al desarrollo». Segin la concepcién funda- rental del desarrollo como libertad, parece que esta pregunta esta smal formulada, ya que pasa por alto algo fundamental, asaber, que la participacién y la disensién politicas son una parte constitutiva del propio desarrollo. Una persona que no pueda expresarse libremente se 35 © participar en las clecisiones y los debates pablicos, aunque sea muy rica, carece de algo que tiene razones pata valorar, El proceso de de: sarrollo, cuando se juzga en funcién del aumento de la libertad hu- mana, ha de incluir la eliminacién de las privaciones de esta persona ‘Aun cuando no tuviera ningan interés inmediato en ejercer la liber tad de expresarse 0 de participar se le privaria de sus ibertades sino se le permitiera decidir sobre estas cuestiones, Fl desarrollo concebi- do como el aumento de la libertad no puede sino ocuparse de esas privaciones. La denegacién de libertades politicas o de derechos hu- manos baisicos no es importante para comprender el desarrollo por. ue étos contribuyan indirectamente a ofros aspectos del desarrollo (como el crecimiento del PNB o el fomento de la industrializacién), Estas libertades forman parte del enriquecimienta del proceso de de- sarrollo Este punto fundamental es distinto del argumento «instrumen- taby de que estas libertades y derechos también pueden contribuir de manera eficaz al progreso econémico. Esa conexién instrumental también es importante (y se analizaré especialmente en los eapitulos 5 y6), pero la importancia del papel instrumental de la libertad py tica como medio para alcanzar el desarrollo no merma en modo al- sguno la importancia valorativa de la libertad como fin del desarrollo. La importancia intrinseea de la libertad humana como objetivo sublime del desarrollo ha de distinguirse de la eficacia instrumental de los diferentes tipos de libertad para fomentat la libertad del hom- bre. Dado que en el capitulo anterior nos ocupamos principalmente de la importancia intrinseca de la ibertad, en éste nos fijaremos més en la eficacia de la libertad como medio y no s6lo como fin. El papel instrumental de la libertad se refiere a la forma en que contribuyen los diferentes tipos de derechos y oportunidades a expandir la liber- tad del hombre en general y, por lo tanto, a fomentar el desarrollo. Esta cuesti6n esté relacionada no sélo con la conexién gvidente de que la expansién de cada tipo de libertad debe contribuir al desa- rrollo, ya que el propio desarrollo puede concebirse como un proce- so de expansién de la libertad del hombre en general. Hay mucho mas en la conexi6n instrumental que esta relacién constitutiva. La eficacia de la libertad como instrumento reside en el hecho de que los diferentes tipos de libertad estan interrelacionades, y un tipo de 56 libertad. puede contribuir extraordinariamente a aumentar otros Los dos papeles estan, pues, ligados por conexiones empfricas, que relacionan un tipo de libertad con otros Laneicrabes INSTRUMENTALES Cuando presentemos los estudios empiricos en este trabajo, tend mos ocasién de analizar algunas libertades instrumentales que con- tribuyen, directa o indirectamente, a la libertad general que tienen los individuos para vivie como les gustaria. La diversidad de instru ‘mentos es bastante grunde. Sin embargo, quiz sea dil identificar cinco tipos distintos de libertad en los que puede merecer la pena poner especial énfasis en esta perspectiva instrumental. No se trata en modo alguno de una lista exhaustiva, pero puede ayudar a centrar J atencién en algunas cuestiones relacionadas con la politica econé ‘mica y social que demandan especial atencién en este momento. Examinaremos, en particular, los siguientes tipos de libertades instrumentales: 1) as dbertades politcas, 2) los servicios econdmicos, 3) las oportunidades sociales, 4) las garantias de transparencia y 5) la seguridad protectora, Estas libertades instrumentales tienden a con- tribuir a la capacidad general de las personas para vivir més libre- ‘mente, pero también contribuyen a complementarse, Aungue el ans- lisis del desarrollo debe ocuparse, por una parte, de los objetivos y Jas aspiraciones que hacen que sean importantes esta libertades ins- trumentales, también debe prestar atencién a los nexos empiricos que ligan los distintos tipos de libertad, reforzando su importancia conjunta. De hecho, estas conexiones son fundamentales para com- prender mejor el papel instrumental dela libertad, La tesis de que la libertad no sélo es el objetivo primordial del desarrollo sino también su medio principal esta relacionada con estas conexiones. Permitasenos hacer algunas observaciones sobre cada una de es- tas libertades instrumentales, Las libertades politicas, concebidas en un sentido amplio (incluidos los Hamados derechos humanos), se re- fieren a las oportunidades que tienen los individuos para decidir quign los debe gobernar y con qué principios, y comprenden tam- bign la posibilidad de investigar y criticar@ las autoridades, la liber- 7 tad de expresin politica y de prensa sin censura, la libertad para ele gir entre diferentes partidos politicos, ete. Comprenden los derechos politicos que acompaiian a las democracias en else de la palabra (que engloban la posibilidad de dialogar, disemtir y er ticar en el terreno politico, asi como el derecho de voto y de pattic: pacién en la seleccién del poder lepislativo y del poder ejecutivo) Los servicios econdmicos se refieren a la oportunidad de los in: viduos de utilizar los recursos econémicos para consumir, producit o realizar intercambios. Los derechos econ6micos que tiene una pet- sona dependen de los recursos que posea o alos que tenga acceso, ast como de las condiciones de intercambio, como los precios relatives y el funcionamiento de los mercados, En la medida en que el proc: so de desarrollo econémico eleva la renta y la riqueza de un pais, tas se traducen en el correspondiente aumento de los derechos eco- némicos de la poblacién, Deberia ser evidente que en la relacién entre renta nacional y a riqueza, por una parte, y los derechos eco- némicos de los individuos (0 de las familias), por otra, son impor tantes no sélo las consideraciones agregadas sino también las distri- butivas. La forma en que se distribuyan las rentas adicionales es claramente relevante, ‘La existencia de recursos financieros y el acceso a estos recursos pueden influir de una manera crucial en los derechos econémicos que puedan conseguir en la practica los agentes econémicos, que abarcan todo el espectro y van desde las grandes empresas (en las que pueden trabajar cientos de miles de personas) hasta los peque jos estublecimientos que funcionan a base de créditos. Por ejemplo, tuna contraecién del crédito puede afectar gravemente a los derechos econémicos que se basan en ese crédito, Las oporlunidades sociales se refieren a os sistemas de educaci6n, sanidad, ete, que tiene la sociedad y que influyen en la libertad fun- damental del individuo para vivir mejor. Estos servicios son impor- tantes no slo paral vida privada (como levar una vida sana y evitar la morbilidad evitable yla muerte prematura), sino también para par- ticipar mas eficazmente en las actividades econdmicas y politicas. Pot ejemplo, el analfabetismo puede ser un importante obsticulo para participar en las actividades econémicas en las que la produccién ha de ajustarse a unas determinadas especificaciones o que exigen un es- » mis amplio 58 \wieto control de la calidad (como ocurre cada vee mas con la globa lizacién del comercio), Asimismo, la imposibilidad de leer la prensa 1 de comunicarse por escrito con otros agentes que participan en ac tividades politicas puede impedit la participacion politica. Pasamos ahora a la cuarta categoria, En las interrelaciones socia: les, los individuos se interrelacionan baséndose en lo que suponen que se les oftece y en lo que pueden esperar obtener. En este senti- do, la sociedad funciona presuponiendo la existencia de un minimo srado de confianza, Las garantias de transparencia se refieren a la ne- cesidad de franqueza que pueden esperar los individuos: la libertad pata interrelacionarse con la garantia de divulgacién de informacién y de claridad. Cuando se viola seriamente esa confianza, la falta de franqueza puede afectar de manera negativa a la vida de muchas per- sonas, tanto a las afectadas directamente como a terceras partes, Las sgarantias de transparencia (incluido el derecho de divulgacién de in formacién) pueden ser, pues, una importante clase de libertad ins- ‘rumental. Estas garantias descmpefian un claro papel instrumental cn la prevencién de la corrupcisn, de la iresponsabilidad financicra y-de los tratos poco limpios. Por Gltimo, con independencia de lo bien que funcione un siste- ‘ma econémico, algunas personas pueden ser muy vulnerables y ver~ se sumidas, de hecho, en grandes privaciones como consecuencia de cambios materiales que afectan negativamente a su vida. La segurt dad protectora es necesatia para proporcionar una red de proteccién social que impida que la poblacién afectada caiga en la mayor de las iserias y, en algunos casos, incluso en la inanicién y la muerte. El aspecto de la seguridad protectora comprende mecanismos institu- cionales /ijos como las prestaciones por desempleo y las ayudas eco- némicas fijadas por la ley para los indigentes, asi come mecanismos ad hoc como ayudas para aliviar las hambrunas o empleo piblico de emergencia pata proporcionar unos ingresos a los pobres. INTERCONEXIONES ¥ COMPLEMENTARIEDAD Estas libertades instrumentales mejoran directamente las capacida. des de los individuos, peto también se complementan y pueden te- 39 a. forzarse mutuamente. Es importante comprender estas interrelaci nes cuando se analiza la politica de desarrollo Por norma, se acepta el hecho de que el derecho a realizar tran: sacciones econémicas tiende a ser un gran motor del crecimiento econémico. Peto atin hay otras muchas conexiones que no se reco nocen Jo suficiente y que deben tenerse més en cuenta en el anslisis de la politica econémica y social. El crecimiento econémico puede contribuir no sélo a elevar la renta privada sino también a permitir que el Estado financie la seguridad social y la intervencién pablica activa. Por lo tanto, la contribucion del crecimiento econ6mico ha de juzgarse no sélo en funcién del aumento de la renta privada sino tambin en funcién de la expansién de los servicios sociales (inc! das, en muchos casos, las redes de proteccién social) que el cre ‘miento econémico pucde hacer posible.’ ‘Asimismo, la creacién de oportunidades sociales, por medio de servicios como la educacién y la sanidad piblicas el desarrollo de una prensa libre y muy activa, puede contribuir tanto a fomentar el desarrollo econémico como a reducir significativamente las tasas de mortalidad. La reduccién de las tasas de mortalidad puede contri- buir, a su vez, a reducir las tasas de natalidad, reforzando la influen- cia de la educaci6n baisica —en especial de la capacidad de lectura y escritura y de la escolarizacién de las mujeres— en la condueta rela cionada con la fecundidlad. Japén es, desde ego, el gjemplo pionero de aumento del creci- :iento econémico por medio de la creacién de oportunidades socia- les, especialmente, en el terreno de la educaci6n bisica. A veces se olvida que en Japén el porcentaje de personas que saben leer y escri- bicera més alto que en Europa incluso en la epoca de la restauracion ‘Meiji de mediados del siglo x1x, es decir, en un momento en el que la industrializacién atin no habia llegado ally, sin embargo, habia co- menzado hacia muchas décadas en Europa. El desarrollo de los re~ cursos humanos de Japén relacionado con la creacién de oportuni- dades sociales contribuy6 a su desarrollo econdmico. El llamado milagro del Este asitico que afect6 a otros paises de esa zona se de- bid en gran medie a parecidas conexiones causales,* Este enfoquees contrario a—y socavaen gran medida—la creen- cia tan extendida en muchos circulos politicos de que el «desarro- 60 ian» (como stele denominarse el procese de expansidn de la ia y otros aspectos de la vida humana) es un lujo que sok ieden petmitirse los paises mis ticos, La conse cuencia mas importante del éxito que han tenido las economias del iste asitico, comenzando pot la de Japén, quiz haya sido haber so cavado ese prejuicio implicito. Estas economéas comenzaron relati vyamente pronto a expandir en gran escala la educacisin y, ms tarde, la asistencia sanitaria y, en muchos casos, tomaron esta medida antes de romper las ataduras de la pobreza general. Y han recogido los fru tos de lo que sembraron. De hecho, come ba sefalado Hiromitsu Ishi, la prioridad del desarrollo de los recursos humanos se observa especialmente en los primeros tiempos del desarrollo econdmico ja ponés, que comenz6 con la era Meiji (1868-1911), y ese énfasis no se hha intensificado con la prosperidad econémica cuando ha aumenta do la riqueza y la opulencia de Japén.” DivenenTes aSPECTOS DH CONTRAST ENTRE CHINA Y LA INDIA Dado el papel fundamental que desempefian las libettades indivi duales en el proceso de desarrollo, resulta muy importante examinar sus determinantes. Hay que prestar una considerable atencién a los factores sociales, incluidas ls intervenciones del Estado, que contri buyen a determinar la naturaleza y el alcance de la libertades indivi duales. Las insttuciones sociales pueden contribuir de manera deci siva a garantizar y a aumentar las libertades del individuo. En las libertades individuales influyen, por una parte, la salvaguatdia social de las libertades, la tolerancia y la posibilidad de realizar intercam- bios y transacciones, También influyen, por otra parte, la provision publica de servicios (como la asistencia sanitaria bisica o la educa ciGn elemental), que son cruciales para la formacién y la utilizacion de las capacidades humanas. Es necesatio prestat atencién alos dos tipos de determinantes de las libertades individuals. El contraste entre la India y China tiene una cierta importancia ilustrativa en este contexto. Tanto los gobiernos de China como los de la India evan un tiempo (China desde 1979 y la India desde 1991) esforzindase por abrir mis su economia, por aumentat su par- 6 ticipacién en ef mundo y basarla mas en un sistema de mercado, Aunque los es uerzos de fa India se han visto recompensados lent mente, nio han conseguido los grandes resultados que ha logrado China, Un factor importante en este contraste es el hecho de que. desde el punto de vista de la preparacién social, China es capaz de de mercado mucho mas que la India.” Aungue la China anterior a la reforma tenfa una actitud muy escéptica hacia los utilizar la economi mercados, no ocurria asi en lo que se refiere a la educacién basica y al acceso general a Ja asistencia sanitaria. Cuando inicié 1a transicién una economia de mereado en 1979, ya contaba con una poblacién, sobre todo la juvenil, que sabia leer y escribir, y unos buenos servi- cios educativos en la mayor parte del pais. En este sentido, la situa ion educativa bisica de China no era muy distinta dela de Corea del Sur o de Taiwan, paises en los que la educacidn de la poblacion tam- bién contribuyé de forma extraordinaria a aprovechar las oportuni- dades econémicas que ofrecia un sistema de mercado sustentador. En cambio, la mitad de la poblacién adulta de la India era analfabe ta cuando este pais inicié la transicién a una economia de mercado ‘en 1991, y la situacién no ha mejorado mucho hoy. Las condiciones sanitarias también eran mucho mejores en China aque en la India debido al compromiso social del régimen anterior a la reforma de mejorar la asistencia sanitaria y la educacién, Curiosa mente, ese compromiso, aunque no guarda relacién alguna con su AGtil papel en el crecimiento econémico besado en el mercado, cres oportunidades cuando el pais iici atraso social dela India, con su elitista concentracién en la educ superior, la despreocupacién mas absoluta por la ensefanza basica y su considerable abandono de la asistencia sanitaria primaria, impidis que el pais estuviera bien preparado para que todos pudieran benefi- iales que pudieron ponerse en funcionamiento El ion la transicién a una economia de mercado. ciarse de la expansin econémica, El contraste entre la India y China tiene, desde luego, otros muchos aspectos (incluidas las diferencias entre sus respectivos sistemas politicos y las desigualdades mucho mayores que existen dentro de la propia India en lo que se refiere a las oportunidades sociales, como la educacién basic y la asistencia sani: taria). Aunque esas cuestiones se abordaran més adelante, merece la pena sefialar incluso en esta fase preliminar del analisis la importan- @ cia de Jos niveles radicalmente diferentes de preparacién social de China y de la India para el desarrollo general basado en el mercado, ‘También debe sefalarse, sin embargo, que China tiene verdade- ras desventajas en comparacién con la India porque carece de liber- tades democriticas, lo que se deja sentir sobre todo en lo que se re- fiere a la flexibilidad de la politica econémica y a la sensibilidad de Jos poderes paiblicos alas crisis sociales y a los desastres imprevistos. El contraste mas destacado quiza sea el hecho de que China ha pa- decido la que es con casi toda seguridad la mayor hambruna de la historia (como consecuencia de la cual murieron de hambre treinta millones de personas en 1958-1961 tras el fracaso del Gran Salto Adelante), mientras que la India no ha padecido ninguna desde que seindependiz6 en 1947. Cuando las cosas van bien, ¢s posible que se eche menos en falta el poder protector de la democracia, pero puede haber peligros acechando a la vuelta de la esquina (como lo demues- tran, de hecho, los casos recientes de algunas economfas del Estey el Sureste asiticos). También tendremos que extendernos sobre esta ‘cuestin mas adelante en este libro, Existen muchfsimas conexiones entre las distintas libertades ins- trumentales. Su respectivo papel y su influencia mutua especifica constituyen importantes aspectos del proceso de desarrollo. En los capitulos siguientes, tendremos oportunidad de analizar algunas de estas intezconexiones y su gran aleance. Sin embargo, para mostrar mo funcionan, permitasenos profundizar algo en los distintos fac- ‘ores que influyen en la longevidad y en la esperatiza de vida al nacer, capacidades que los individuos valoran en casi todo el mundo. INSTITUCIONES SOCIALES EN LAS QUE MEDIA EL CRECIMIENTO La influencia de las instituciones sociales en la libertad para sobrevivir puede set muy profunda y en ella pueden influir conexiones instru mentales muy distintas. A veces se dice que no es una consideracién independiente del crecimiento econémico (concebido como la mejo- 1m del nivel de renta per cépita), ya que existe una estrecha relacion entre la renta per capita y a longevidad, De hecho, se ha afirmado que es un error preocuparse por la discordancia entre el nivel de rentalo- 6 grado y las probabilidades de sobrevivir, ya que—en general— se ob serva que existe una estrecha relacién estadistica entre ambos. Esta observacin sobre las conexiones estadisticas internacionales, consi derada por separado, es correcta, pero esta relacién estadistica debe examinarse con mayor profundidad para poder considerar que es un convincente argumento para descartar Ja importancia de las institu ciones sociales (que van mis alld de la opulencia basada en la renta), Es interesante, en este contexto, referirse a algunos aniliss esta- disticos que han presentado recientemente Sudhir Anand y Martin Ravallion.’ Basaindose en comparaciones internacionales, han observa- do que existe una correlacién positiva y significativa entre Ia esperan- za de vida y el PNB per cépita, pero que esa correlacién actia de ma- neta principal através de la influencia del PNB 1) en las rentas de los pobres concretamente y 2) en el gasto piiblico que se realiza, sobre todo, en asistencia sanitatia. De hecho, cuando sélo se incluyen estas dos variables en el ejercicio estadistico, la inclusion del PNB per capi- ta como una influencia causal més no explica mucho mds, Si se inclu- yen, ademés, la pobreza y el gasto piiblico destinado a sanidad como va- tables explicativas, parece que se desvanece la conexiGn entre el PNB per cfpita y la esperanza de vida (en el analisis de Anand y Ravallion), Es importante hacer hincapié en que este resultado, si fuera con firmado también por ottos estudios empiricos, no demostraria que el ‘cecimiento del PNB per capita no mejora la esperanza de vida, sino {que indicarfa que la conexién tiende a funcionar sobre todo a través del gasto piiblico en asistencia sanitaria y a craves del éxito dela erra- dicacién de la pobreza. Lo esencial es que la influencia del creci- rmiento econémico depende mucho de cémo se uilicen los fratos de ese crecimiento econémico, Eso también contribuye a explicar por qué algunas economias, como Corea del Sur y Taiwan, han sido ca- paces de mejorar tan de prisa la esperanza de vida por medio del cre- cimiento econémico, ‘Los logos de las economias del Este asiatico han sido objeto de studios criticos—y de algunos ataques— en los tltimos afios, debi- do en parte a la naturaleza y la gravedad de lo que se denomina «la crisis econ6mica asidtica». Esa crisis es grave y pone de manifiesto al gzunos fallos de is economfas que antes se consideraba —err6nea ‘mente— que habian conseguido éxitos en todos los frentes. Tendre 64 mos oportunidad de analizar los problemas especiales y los fallos es pecificos que entrafia la crisis econémica asiatica (especialmente en los capitulos 6 y7), Pero serfa un error no ver los grandes logros que han conseguido las economias del Este y del Sureste asidticos duran te varias décadas y que han transformado la vida y la longevidad de sus habitantes. Los problemas que tienen hoy dia estos patses (y que ‘con toda probabilidad han albergado durante mucho tiempo) y que reclaman nuestra atencién (incluida la necesidad general de liberta- des politicas y de participacién abierta, asi como de seguridad pro- tectora) no deberian llevarnos a pasar por alto lo que han lograco en los campos en los que han obtenido notables resultados. Por diversas razones histéricas, incluido el énfasis en la edhuca- ci6n basica y en la asistencia sanitaria primaria, e incluso la tempra- na realizacién de una verdadera reforma agraria, fue més facil conse- air la participacién econémica general en muchas economias del Este y del Sureste asiticos que, por ejemplo, en Brasil, la India o Pa- kistan, donde la creacién de oportunidades sociales ha sido mucho ‘mas lenta, y esa lentitud ha constituido un obstéculo para el desarro- Ilo econémico.* La expansién de las oportunidades sociales ha con- tribuido a facilitar el desarrollo econémico con un elevado empleo y ha creado también las circunstancias favorables necesarias para re- ducir las tasas de mortalidad y aumentar la esperanza de vida, Existe tun claro contraste con algunos otros patses de elevado crecimiento —como Brasil— en los que el crecimiento del PNB per capita ha sido casi parecido, pero también tienen una historia de grandes desi- gualdades sociales, paro y despreocupacién pot la asistencia sanita ria piblica. La longevidad ha aumentado a un titmo mas lento en es- tas otras economias de elevado crecimiento. Hay aquf dos contrastes interesantes ¢ interrelacionados: 1) enel caso de las economias de elevado crecimiento econémico, el contraste entre: 1.1) las que har tenido reucho éxito en el aumento de la lon- sgevidad y en la mejora de la calidad de vida (como Corea del Sur y Taiwan), y 1,2) las que no han tenido un éxito similar en estos otros as: pectos (como Brasil); 6 2) en el caso de las economtas que han tenido mucho éxito en el aumento de la longevidad y en la mejora de la calidad de vida, el con- traste entre: 2.1) las que han tenido mucho éxito en el aumento del creci- miento econémico (como Corea del Sur y Taiwan), y 2.2) las que no han tenido mucho éxito en el aumento del crecimiento econémico (como Sri Lanka, la China anterior a la reforma y el estado indio de Kerala). Ya hemos comentado el primer contraste (por ejemplo, entre Corea del Sur y Brasil), pero el segundo también merece un andlisis desde el punto de vista de la politica econémica y social. En nuestro libro Hunger and Public Action, Jean Dréze y yo distinguimos dos ti pos de éxito en la reduceién rapida de la mortalidad, que llamamos, respectivamente, proceso amediado por el crecimiento» y proceso « Por ejemplo, el hecho de que el estado indio de Kerala haya con- seguido una esperanza de vida impresionantemente alta, una baja fe- cundidad, un elevado porcentaje de personas que saben leer y escri- bir, ete., a pesar de su bajo nivel de renta per cépita es un logro que merece la pena celebrar y del que conviene aprender. Y sin embargo, sigue estando vigente la pregunta de por qué Kerala no ha sido capaz de basarse en los éxitos que ha conseguido en el terreno del desarro- lo humano para elevar también su nivel de renta y lograr asi que st éxito fuera més completo; dificilmente puede servir de «modelo», como han tratado de sostener algunos, Desde el punto de vista de la politica econémica y social, hay que tealizat un estudio eritico de las medidas econémicas de Kerala relacionadas con los incentivos y las inversiones (con los «servicios econémicos» en general) a pesat del excepcional aumento de la esperanza de vida y de Ia calidad de vida.” En este sentido, el éxito del proceso impulsado por la politica social es menor que el éxito del proceso mediado por el crecimiento, ues en éste el aumento de la opulencia econéinica y la mejora de la calidad de vida tienden a evolucionar al unisono. Por otra parte, el éxito del proceso impulsado por la politica so- cial como via indica que un pafs no ticne que aguardar a ser mucho més rico (en lo que puede ser un largo periodo de crecimiento eco- ‘némico) para embarcarse en una répida expansién de la educacién y de la asistencia sanitaria bésicas. Es posible aumentar enormemente la calidad de vida, aunque las rentas sean bajas, por medio de un buen progeama de servicios sociales. El hecho de que la educacién y Ja asistencia sanitaria también contribuyan a acelerar el crecimiento econémico se suma a las razones para poner un gran énfasis en estos sistemas sociales en las economfas pobres, sini tener que esperar a «hacerse rico» primero.” El proceso impulsado por la politica social una receta para conseguir mejorar rapidamente la calidad de vida, y es0 tiene una enorme importancia desde el punto de vista dela po. litica econémica, pero sigue habiendo una excelente razén para, a 69 ntre los cuales se et partir de ahi, conseguir logeos mas generales, cuentra el crecimiento econémico, asi como la mejora de los aspec tos habituales convencionales de la calidad de vida, REDUCCION DE LA MORTALIDAD EN LA GRAN BRETANA, DEL SIGLO XX. En este contexto, también es instructivo examinar de nuevo la pau- ta temporal de reduccion de la mortalidad y de aumento de la espe~ ranza de vida en las economias industriales avanzadas, El papel que ha desempetiado la provision publica de asistencia sanitaria y nutri- én, y en general de servicios sociales, en la reduccién de la mortali- dad en Europa y en Estados Unidos en los dltimos siglos ha sido ana- lizado por Robert Fogel, Samuel Preston y otros autores." La pauta temporal del aumento de la esperanza de vida en este siglo tiene en si misma especial interés si se tiene en cuenta que a finales del siglo pasado incluso Gran Bretafia —que entonces era la principal econo- mia capitalista de mercado— ain tenfa una esperanza de vida al na- cer inferior ala esperanza media de vida actual de los paises que tie- nen una baja renta, Sin embargo, en Gran Bretafia la longevidad aument6 répidamente durante el siglo, gracias en parte alas estrate gias de los programas sociales, y tiene un cierto interés el andlisis de la evolucién de este aumento. La expansin de los programas britanicos de ayuda para alimen- tacién, asistencia sanitaria, etc., no siempre ha sido répida durante todas las décadas. En este siglo ha habido dos perfodos de expan- sién muy répida de la politica basada en la ayuda: Jas dos guertas mundiales. Ambas guerras llevaron a compartir mucho mis los me- dios de supervivencia, incluida la asistencia sanitaria y las escasis cexistencias de alimentos (por medio del racionamiento y de las sub- venciones para alimentos). Durante la primera guerra mundial cam- biaron de manera notable ls actitudes sociales sobre «el compartir» y sobre las medidas destinadas a conseguirlo, como ha sefialado pet- Fectamente Jay Winter.” Durante la segunda guerra mundial se de sarrollaron en lasediada Gran Bretafa instituciones sociales excep: cionalmente soldarias, relacionadas con la sicologia del compart, 70 Gndnco 2.2. Mejoras de la esperanza de vida en Inglaterra Gales, 1901-1960 Majors en aos aeorii 491421 is213i 193140 194051 195160 Fre. N- Rein, Shen, Cates Det Life Tale Nationa pulation, Seminar Press, Nueva York, 1992. is a i que hicieron que estos radicales sistemas pablicos para la distribu en ese enfoque y no desempeia ningtin papel directo en la evaluacién,! La exelusién de informacién constituye un importante elemento de tun método de evaluacién. La informacién excluida no puede inflir directamente en los juicios de valor y, aunque se acostumbra a ex- cluir de una manera implicita, la insensibilidad hacia la informacién excluida puede influir poderosamente en el caricter del enfoque. Por ejemplo, los principios utilitaristas se basan, en tiltima ins. tania, s6lo en las utilidades, y aunque por el camino puedan tenene ‘muy en cuenta los incentivos, es la informacién sobre la utilidadla ‘que se considera ala larga la tinica base correcta para evaluat la se tuacién o para evaluar actos o notmas, En la versién clisica del uti 8 tarismo, tal como la formula Jeremy Bentham, la utilidad es e placer, la felicidad o la satisfneci6n y, por tanto, todo gira en torno a estos lo- ros mentales.” Algunas cuestiones potencialmente trascendentales como la libertad individual, el reconocimiento o la violacién de de- rechos reconocidos, que son aspectos de la calidad de vida que no se reflejan de manera suficiente en las estadisticas del placer, no pueden modificar directamente una evaluacién normativa en esta estructura utilitarista, Sélo pueden desempeiiar un papel indirecto a través de su influencia en las cifras de urilidad (es decir, nicamente en la me- dida en que puedan influir en la satisfacci6n, el placer o la felicidad mentales). Por otra parte, al modelo agregado del utilitarismo no le interesa —ni es sensible a— la distribuci6n real de las utilidades, ya que sélo se fija en la utilidad ‘otal de todas las personas consideradas cn su conjunto, Esto hace que la base de informacién sea muy redu- cida, y esta insensibilidad general es una importante limitacién de la ética utilitariste En las versiones modernas del utilitarismo, el contenido de la . La formulacién que hace el propio Ravls de esta prioridad ¢s telativamente moderada, pero esa prioridad cobra especial impor- tancia en la teorfalibertaria moderna, que en algunas formulaciones (por ejemplo, en la construccién elegantemente inflexible presenta- da por Robert Nozick) considera que muchas clases de derechos —aue van desde las libertades personales hasta los derechos de Propiedad— tienen una prioridad politica casi absoluta frente a la consecucién dle objetivos sociales (incluida la eliminacién de las pri- vaciones y de la miseria). Estos derechos adoptan la forma de «es- 86 tricciones secundarias», que sencillamente no deben violarse. Los procedimientos que se idean para garantizar los derechos, que han de aceptarse cualesquiera que sean sus consecuencias, no se encuen- tran (segiin esta teoria) en el mismo plano que las cosas que podemos considerar deseables (las utilidades, el bienestar, la igualdad de los resultados o las oportunidades, etc.). En esta formulacién, pues, la cuesti6n no es la iportancia comparativa de los derechos, sino su prioridad absoluta, En las formulaciones menos estrictas de la «prioridad de la li- bertad» presentadas en las teorias liberales (sobre todo en los esc tos de John Rawls), los derechos que se consideran prioritarios son ‘muchos menos, y consisten esencialmente en algunas libertades per- sonales, incluidos algunos derechos politicos y humanos.”” Pero la priotidad que se concede a estos derechos mas limitados pretende set bastante absoluta, y aunque la cobertura de estos derechos es ‘mucho més limitada que en la teoria libertaria, tampoco pueden su- bordinarse en modo alguno a las necesidades econémicas. La razon para coneeder una pfioridad tan absoluta a la libertad puede discutirse demostrando la fuerza de otras consideraciones, in- cluida la de las necesidades econdmicas, Por qué van a ser menos im- portantes las necesidades econémicas vitales, que pueden ser cuestio- nes de vida o muerte, que las libertades personales? Esta cuestion fue planteada convincentemente hace mucho tiempo por Herbert Hart de una forma general (en un famoso articulo publicado en 1973), John Rawls ha reconocido la fuerza de este argumento en su libro posterior Political Liberalism y ha sugerido la forma de incorporatlo a lnestructura de su teoria de la justicia.* Para que sea razonable la «prioridad de la libertad» incluso en los paises que son muy pobres, creemos que habria que matizar de manera considerable el contenido de esa prioridad. Eso no quiere decir, sin embargo, que la libertad no deba tener prioridad, sino, mis bien, que la forma de esa demanda no deberfa llevar a pasar por alto ficilmente las necesidades econémicis. De hecho, es posible distin- ‘guir entre 1) la propuesta estricta de Rawls de que la libertad debe tener absoluta prioridad en caso de conflicto y 2) su procedimiento general de distinguir nuestra libertad personal de otros tipos de ven- tajas que deben recibir un tratamiento especial. La segunda tesis més 87 general se refiere a la necesidad de valorat y evaluat ls liber forma distinta a otros tipos de ventajas individuales Creemos que la cuestién fundamental no es la prioridad absol ta sino sila libertad de una persona debe tener exactamente la mis- ma importancia (no mds) que otros tipos de ventajas personales, por ciemplo, las rentas, las utlidades, etc. En particular, la cuestién es si {a importancia de la libertad pata la sociedad se reflejasuficiemte mente en cl peso que tenderia a darle la propia persona en su valo. raci6n de su ventaja fofal. La tesis de la prioridad de la libertad (incluidas las libertades politicas y los derechos humanos basicos) uestiona que sea correcto juzgar la libertad sélo como uns ventsja —como una unidad adicional de renta— que recibe la propia perso nna de esa libertad, Para evitar malentendidos, debemos explicar que lo relevante ‘no es el valor que conceden—y tienen razones para conceder— los iudadanos a Ja libertad y a los derechos en sus valoraciones poli- ‘as. Muy al contrario: la salvaguardia de la libertad ha de estar rela. cionada, en altima instancia, con la aceptabilidad politica general de su importancia, Lo relevante es, més bien, el grado en que el he- cho de tener mas libertad o ms derechos aumenta la propia venta. Ja personal del individuo, que no es mas que una parte delo que esté en juego. Nuestra tesis es que la importancia politica de los dere- chos puede ser muy superior al grado en que el hecho de tener estos derechos aumenta la ventaja personal de los que los tienen, Los in. tereses de otros también son importantes (ya que las libertades de ls diferentes personas estén interrelacionadas),y la violacion de la libertad incluso es una transgresién de procedimiento a la que po. dlemos tener razén en oponernos por ser algo malo en si mismo Existe, pues, une asimetria con otras fuentes de ventaja individual, Por ejemplo, las rentas, que se valorarfan en gran medida en funcion dle lo que contribuyen a las respectivas ventajas personales, La sal vaguardia de la libertad y de los derechos politicos bésicos tendefa 'a prioridad de procedimiento que se deriva de esta importancis ai, métrica. de Esta euesti6n es especialmente importante en el contexto de la contribucién constutiva de la libertad y de los derechos politicos y /humanos a hacer posible el debate piblico y el seguimiento commun 88 cativo dennormas y valores sociales acordadbos. En los capitulos 6 y 10 examinaremos con mis detenimiento esta dificil cuestién. ‘Rowse Nozick ¥ El PENSAMIENTO LIBERTARIO Volvamos ahora ala cuestiin de la prioridad absolut de los dere cho, neds ls derechos de propiedad en ns versions mis trictas de la teoria libertaria, Por ejemplo, en la teoria de Nozil Ceesentda en Anarchy, State ond ropa los eetechon eon cass qe nen sinviduo raves del jersco dest derechos vo pueden queda oscars por sus elton, por muy owiles que sean éstos. Nozick hace una exencién muy excepcional a locate denominaehorsores morals eisrfco, pero ts execin n0 exten integra en el resto desu fog is juice debi ment (x besa a os) La piv abot elo derechos 8 puede plantear especiales problemas, ya que € a Sear cine in ia puede aber resultados bastante terbes. En prc, existe a pobildad de violar la libertad fundamental de los individuos para consegui las cosas a las que tienen razones para conceder gran importancia, eas Ins euales se encunsan eva a act evable ets ben nro y sanos, saber leer, escribir y contar, etc, No se puede Ee pe hs a importancia de estas libertades en aras de la «prioridad de la li- cae Come morn 9 shesiaions net and Fe mins, pode abe ins grandes hambruns sn Ge = ile ox derechos libraries los derechos de propia de me di.” Las personas desfvorecids, como los person olor pobre, pueden morn de hambre presser ors ns wdeecoseo- némicos» —por legitimos que éstos sean—no les dan eats ali- neo ae prole rodes pattern cto ibe de shares mot eaasficon, pero puede demostrarse que los horores ds cualquier grado de gravedad —desde las grandes hambrunas hasta la desncén habitual y el bambre enemice pero no extems— on compatibles con un sistema en el queno se violen los derechos liber- tarios de nadie, Asimismo, hay otros ipos de privaciones (por ejem- 89 plo, la falta de atencién médica para las enfermedades curabless) que pueden coexistir con el pleno reconocimiento de todos los derechos libertarios (incluidos los derechos de propiedad) La teorfa propuesta de la priotidad politica independiente de las consecuencias adolece de una considerable indiferencia hacia las li- bertades fundamentals que acaban teniendo —o no— los indivi duos. Es diffeil que podamos estar de acuerdo en aceptar ls simples reglas de procedimiento independientemente de sus consecuencias, independientemente de lo horrorosas ¢ inaceptables que sean estas consecuencias para la vida de las personas afectadas. En cambio, el razonamiento basado en las consecuencias puede conceder una gran importancia al respeto ola violacién de las ibertades individuales (e incluso puede datles un trato favorable) sin dejar de lado otras con- sideraciones, incluida la influencia real de los respectivos procedi- ‘micntos en las libertades fundamentales que tienen los individuos.* Dejar de lado las consecuencias en general, incluidas las libertades due consiguen —o no— ejercer los individuos, dificilmente puede ser una base satisfactoria de un sistema de evaluaci6n aceptable. Desde el punto de vista de la base de informacién, el pensamien- to libertatio como enfoque es demasiado limitado. No sélo deja de Jado las variables a las que lateoria utilitatista y el enfoque basado en el bienestar conceden gran importancia, sino también las libertades mas basicas de las que tenemos razones para valoraryexigit. Aunque se conceda un estatus especial a la libertad, es muy poco razonable sostener que tendria una prioridad tan absoluta e inexorable como insisten las teorfas ibertarias que debe tener. Necesitamos una base de informacién de a justicia més amplia, Uritibab, RENTA REAL Y COMPARACIONES INTERPERSONALES Segtin la definicién de laética urilitarista tradicional, la eutilidads es simplemente la felcidad o el placer y a veces la satisfaccién de los deseos. Esta manera de ver la utilidad por medio de medidas menta. les (de la felicidad o del deseo) ha sido empleada no sélo por algu 10s fildsofos pioneros como Jeremy Bentham sino también por eo. omistas utiltaritas como Francis Edgeworth, Alfred Marshal, 90 A. C, Pigou y Dennis Robertson. Como hemos sefidlado antes en el presente capitulo, esta medida mental puede ser distorsionada por la adaptacién sicol6gica a las privaciones persistentes. Se trata, de he- cho, de una importante limitacién del uso de medidas mentales sub- jetivas, como el placer 0 el deseo. global de tenencias de bienes primarios.”” Aungue tanto el enfoque rawlsiano como el uso de furciones entra- fia un ejercicio similar de juzgar en un espacio con hetctogeneidad, 1 primero es mas pobre desde el punto de vista de la informacién, por tazones ya analizadas, debido a las diferencias paramétricas de los recursos y los bienes primarios frente a la oportunidad de conse guir una alta calidad de vida. El problema de a valoracién no es, sin embargo, un problema de <0 todo o nada». Algunas valoraciones, que tienen un alcance in- completo, se desprenden inmediatamente de la especificacién de un espacio social. Cuando se seleceionan ciettas funciones que se consi eran significativas, se especifiea ese espacio focal, y la propia rela- ign de dominacién lleva a una «ordenacién parcial» de las distintas situaciones. Sila persona i tiene una cantidad mgyor de una funcién significativa que la 7 y, al menos, una cantidad igual de todas esas funciones, entonces / tiene claramente ua vector de funciones mejor valorado que el de j Esta ordenacién parcial puede «extenderse» es- pecificando con mayor detalle las posibles ponderaciones. Seti suf ciente, pot supuesto, un énico conjunto de ponderaciones para ge- nerar un orden completo, pero normalmente no es necesario, Dada tuna «gama» de ponderaciones sobre las que hay acuerdo (es decir, cuando se acuerda que las ponderaciones deben elegirse de una 103 ama especificada, incluso sin que exista unanimidad sobre el punto txact dlegido de esa gama) hab una ordenacin parcial basada en la imterseccién de las ordenaciones. Esta ordenacién parcial se ex- tenderé de forma sistemética a medida que se reduzca cada vez mis Ja gama, Llegard un momento en el proceso de reduccién de la gama —posiblemente imucho antes de que las ponderaciones sean Gni- cas— en el que la ordenacién parcial sera completa.” a Naturalmente, es fundamental preguntar en cualquier ¢jercicio de evaluacidn de este tipo la forma en que se seleccionan las ponde- raciones. Este ejercicio sdlo puede resolverse por medio de una eva- Juaci6n razonada, En el caso de una persona, que esta haciendo sus propios juicios de valor, la seleccién de las ponderaciones requerir reflexién en lugar de un acuerdo interpersonal (o un consenso). Sin embargo, para conseguir una gama «acordada» para realizar una evaluacién social (por ejemplo, en los estudios sociales de la pobre- za), tiene que haber algiin tipo de aconsenso» razonado sobre las ponderaciones o al menos sobre una gamma de ponderaciones. Se tra tadde un ejercicio de «eleccién social» que requiere un debate pili co y una comprensién y una aceptacién democriticas.” No es un problema especial que sélo se plantee cuando se utiliza el espacio de las funciones. Existe en este caso una interesante eleccidn entre la «teenoera- cia» yla edemocraciay en la selecci6n de las ponderaciones que qui 24 merezca la pena analizar algo. Un procedimiento de eleccién que se base en la btisqueda democritica de un acuerdo o de un consenso puede ser extraordinariamente engorroso, y a muchos tecndcratas Jes disgusta lo sufciente su complejidad como para suspirar por al- guna formula manvillosa que nos proporcione simplemente unas ponderaciones ya preparadas que sean «perfectas». Sin embargo, no existe, por supuesto, esa f6rmula magica, ya que la cuestién de la ponderacién es una cuestién de evaluacién y valoracién, no una cuestién de tecnologia impersonal. . ‘Nada nos impide proponer que se utilice una determinada for- mula —en lugar de otra— para realizar una agregacién, pero en este cjercicio inevitablemente de eleccién social su estatus debe depender cde que sea aceptable para otros. No obstante, se ansia contar con una formula «claramente correcta» a la que no pueda poner objeciones 104 nadie que ~anable, Un buen ejemplo es la contundente critica de T.N, Srinivasan al enfogue de las capacidades (y su utilizacién parcial en los Human Development Reports del PNUD), donde ‘muestra su preocupacién por la «distinta importancia de las diferen- tes capacidades» y propone que se rechace este enfoque en favor de la ventaja del «modelo de la renta real» que «contiene una medida préctica para ponderar los bienes, a saber, la medida del valor de cambios.” Hasta qué punto es convincente esta critica? Existe, desde luego, una medida en la valoracién de mercado, pero 2qué nos dice? ‘Como ya hemos sefialado, la «medida prictica» del valor de cambio no nos proporciona comparaciones interpersonales de los niveles de utilidad, ya que esas comparaciones no pueden deducirse de las elecciones realizadas. Existe una cierta confusidn sobre este tema debido a que se malinterpreta a teorfa del consumo tradicional —tazonable dentro de este contexto—, que considera que la utili dad no es més que la representacién numérica de las elecciones de tuna persona dada, Se trata de una manera de definir la utilidad que sitve pata analizar la conducta de consumo de cada persona consi- derada por separado, pero no ofrece por si sola ningtin procedi miento para realizar comparaciones interpersonales sustantivas. La observacién elemental de Paul Samuelson de que no era «necesario realizar comparaciones interpersonales de utilidud para describir los intercambios»™ es la otra cara de la misma moneda: observando «la medida del valor de cambio» no se obtiene ninguna informacién so- bre la comparacién interpersonal de la utilidad. ‘Como hemos senalado antes, esta dificultad esté presente inclu so cuando todo el mundo tiene la misma funcién de demanda. Se agrava cuando las funciones de demands individuales son diferentes, en cuyo caso incluso plantean problemas las comparaciones de la base de mercancias de la utilidad. No existe nada en la metodologfa del anilsis de la demanda, incluida lateorfa dea preferencia revela- dda, que permita deducir las comparaciones interpersonales de util- dad o bienestar de las clecciones observadas de las tenencias de bie- nes y, porlo tanto, de las comparaciones de la renta real De hecho, dacs las diferencias que existen entre las personas re- lacionadas con algunos factores como la edad, el sexo, el talento in 105 nato, a incapacidad y la enfermedad, las tenencias de bienes pueden suministrarnos en realidad bastante poca informacion sobre lanatu- raleza de la vida que pueden llevar los respectivos individuos, Las rentas reales son, pues, unos indicadores bastante insatisfactorios de importantes componentes del bienestar y de la calidad de vida que Jos individuos tienen razones para valorar. En términos més genera- les, es inevitable realizar juicios de valor cuando se compara el bie- nestar o la calidad de vida de los individuos. Por otra parte, cual: ‘quiera que valote el esctutinio piblico debe tener en cierta medida la obligacién de dejar claro que se hace un juicio de valor euando se utilizan las rentas reales con ese fin y que las ponderaciones emplea das implicitamente deben ser objeto de un escrutinio valorativo. En este contexto, el hecho de que la evaluacién de la utilidad a partir de las cestas de bienes basada en los precios de mercado dé la engafiosa impresin —al menos a algunos— de que, para realizar evaluaciones se ha seleccionado previamente una «medida prictica» ya existente, ‘es una limitacién mas que un activo. Si para realizar cualquier eva: luacién ¢s fundamental (como creemos que lo es) un escrutinio pa blico documentado, hay que indicar més explicitamente los valores icitos en lugar de protegerlos del escrutinio con la espuria excu- sa de que forman parte de una medida «ya existente» quela sociedad puede utilizar de manera inmediata sin més predmbulos. ‘Dado que muchos economistas prefieren claramente la evalua- ci6n basada en los precios de mercado, también es importante sefia~ Jar que todas las variables, salvo las tenencias de bienes (algunas ‘cuestiones importantes como la mortalidad, la morbilidad, la educa- ci6n, las libertades y los derechos reconocidos), reciben —implicita ‘mente— una ponderacién directa nula en Jas evaluaciones basadas sélo en el enfoque de la renta real. Nada mas pueden recibir alguna ponderaci6n indirecta si —y s6lo si— aumentan las rentas reales y las tenencias de biencs. El confundir la comparacién del bienestar con Ja comparacién de las rentas reales tiene un alto precio. Existe, pues, un podcroso argumento metodol6gico para hacer hincapié en la necesidad de asignar explicitamente ponderaciones valorativas a los diferentes componentes de la calidad de vida (o del bienestar) y de someter @ continuacién las ponderaciones elegidas a tun debate péblicoy a un escrutinio critico, En cualquier seleccién de 106 Jos ctiterios de evaluacién, deberian utilizarse no sélo juicios de va- Jor sino también, con bastante frecuencia, algunos juicios sobre los que no existitfa unanimidad. Es algo inevitable en un ejercicio de cleccién social de este tipo.” La cuestién fundamental es saber si para realizar algunas evaluaciones podemos utilizar 0 no algunos critetios que sean més respaldados por la opinién publica que los meros indicadotes que suelen recomendarse por motivos supuesta- mente tecnolégicos, como los indicadores de la renta real. Eso es fundamental para evaluar la politica econémica y social INFORMACION SOBRE LAS CAPACIDADES: DIFERENTES USOS La perspectiva de las capacidades puede utilizarse de maneras bas- tante distintas. La cuestién de la estravegia préctica que debe adop- tarse para evaluat la politica econémica y social ha de distinguirse de la cuestién fundamental de cual es la mejor manera de juzgar las ven- tajas individuales y el modo més razonable de realizar comparaciones interpersonales. En el plano de los fundamentos, la perspectiva de la capacidad tiene algunas ventajas evidentes (por razones ya analiza- das) en comparacién con la concentracién de la atencién en variables instrumentales como la renta. Eso no quiere decie, sin embargo, que el centro de atencién préctica més fructifero sean invariablemente las medidas de les capacidades, Algunas capacidades son més dificiles de medir que otras, y los intentos de introducirlas en un «indicador» pueden ocultar a veces mas de lo que revelan. Los niveles de renta —introduciendo posi- blemente algunas correcciones part tener en cuenta las diferencias de precios, asi como las diferencias entre las citcunstancias de los in- dividuos o de los geupos— pueden ser, con bastante frecuencia, un ‘til punto de partida en las evaluaciones pricticas, Es nruy necesatio ser pragmatico cuando se utiliza la motivacién que subyace en la perspectiva de las capacidades para empleat los datos existentes con el fin de realizar evaluaciones priicicas y andlisis de la politica eco- nnémica y social. Gabe considerar tres enfoques pricticos para dar una forma prictica ala cuestién fundamental: 107 1) Elenfoque directo, Este enfoque general consiste en examirvat directamente lo que puede decirse sobre ls respectivas ventajas ania lizando y comparando yectores de funciones o de capacidades. Esta «8, en muchos aspectos, la forma mas inmediata y genuina de incor porar a la evaluacién las consideraciones relativas a las capacidades. Sin embargo, puede utilizarse de distintas formas. Entre la vatiantes se encuentran las siguientes: 1.1) la «comparacién total», que consiste en la ordenacién de todos esos factores en funcién de la pobreza o dela desigual- dad (0 cualquiera que sea la cuestidn que estemos analizando); 1.2) la «ordenacién parcial», que consiste en la ordenacién de algunos vectores, pero sin exigir que la ordenacién sea total; 13) la «comparacién de capacidades especificas», que con- siste en la comparacién de una capacidad elegida como centro de atencién, sin tratar de que la cobertura sea total. Evidentemente, la «omparacién total» es la mis ambiciosa de las tres, a menudo demasiado ambiciosa. Podemos avanzac en esa di- reccién —y posiblemente llegar bastante lejos— no insistiendo en la ordenacién completa de todas las alternativas. La concentracién de la atencién en una determinada variable de la capacidad, como el ‘empleo, la longevidad, la capacidad de lectura y escritura o la nutri- cién, es un ejemplo de «comparacién de capacidades especificas» Es posible, desde luego, pasar de un conjunto de comparaciones de capacidades especificas a una ordenaci6n agregada de los con- juntos de capacidades, Es ahi donde las ponderaciones desempeia- rian un papel fundamental, rendiendo un puente entre las «compa- raciones de capacidades espectficas» y las «ordenaciones parciales» 6 incluso las «comparaciones totales».” Pero es importante hacer hincapié en que, a pesar de la cobertura incompleta de las compaca- ciones de capacidades especificas, esas comparaciones pueden ser bastante esclarecedoss, incluso por s{solas, en los ejercicios de eva- Iuacién, En el siguiente capitulo tendremos oportunidad de ilustar esta cuesti6n. 2) El enfoque conplementario. El segundo enfoque es relative ‘mente poco radical yconsiste en el continuo uso de procedimientos tradicionales de lus comparaciones interpersonales en los espacios de la renta, pero complementindalo con consideraciones relacionadss 108 con las eapacidades (a menudo de una manera poco formal). Desde el punto de vista prictico, esta via permite ampliar algola base de in- formacién, Esta puede complementarse con comparaciones directas de las propias funciones 0 con variables instrumentales distintas de Ja renta que se supone que influyen en la determinacién de las capa- cidades. Algunos factores como la existencia de asistencia sanitaria y su cobertura, la evidencia de discriminacién sexual en la distribucién de los recursos dentro de la familia y la presencia de paro y su mag nitud pueden complementar la informacién parcial que transmiten Jas medidas tradicionales en el espacio de la renta, Esas extensiones pueden contribuir a comprender mejor los problemas de la desi- gualdad y la pobreza, complementanda lo que se sabe por medio de las medidas de la desigualdad de la renta y la pobreza de renta, Eso implica esencialmente utilizar la «comparacién de eapacidades espe- cificas» como recurso complementario.”™ 3) Elenfoque indirecto. El tercer enfoque es més ambicioso que cl complementario, pero sigue centrando la atencién en el conocido espacio de las rentas, debidamente ajustado. Para calcular las «rentas ajustadas» puede utilizarse informacién sobre otros determinantes de las capacidades distintos de la renta, Por ejemplo, se pueden ajus tar a la baja los niveles de renta de las familias si son analfabetas y al alza si tienen un elevado nivel de estudios, etc., para que sean equi- valentes desde el punto de vista del logro de capacidades. Este pro- cedimiento esté relacionado con li literatura general sobre las «esca- las de equivalencia», asf como con las investigaciones sobre las pautas de gasto de las familias para evaluar indirectamente las influencias causales que no pueden observarse directamente (como la presencia © la ausencia de ciertos tipos de discriminacién sexual en el seno de 4a familia)” La ventaja de este enfoque reside en el hecho de que la renta es tun conocido concepto que a menudo permite realizar una medicién iis estricta (por ejemplo, que los «indices» globales de las capaci dades). Puede facilitar la formulacién y quiza la interpretacién. El ‘motivo para elegir la «amedida» dela renta en este caso es similar ala taz6n por la que A. B. Atkinson elige el espacio de la renta para me- dir los efectos de la desigualdad dela renta (en su cleulo de la «ren. ta equivalente distribuida por igual») en lugar del espacio de las uti 109 lidades, propuesto inicialmente por Hugh Daleon,"* En el enfoque de Dalton la desigualdad puede concebirse en funcién de la pérdida de utilidad causada por la disparidad, y el cambio que introdujo At- kinson implicaba evaluat la pérdida provocada por la desigualdad en funcion de la «renta equivalente». La cuestién de la «medida» no es insignificante, y el enfoque in- directo tiene algunas ventajas. Es necesario reconocer, sin embargo, que no es «més sencillo» que la evaluacién directa. En primer lugar, cuando evaluamos los valores de la renta equivalente, tenemos que considerar cémo influye 1a renta en las capacidades relevantes, ya que las tasas de conversién tienen que depender de la motivacién subyacente en la evaluacién de las capacidades, Por otra parte, todas las cuestiones de las disyuntivas entre las diferentes capacidades (y las de las ponderaciones telativas) han de afrontarse en el enfoque in- directo exactamente igual que en el enfoque directo, ya que lo tinico ‘que se cambia esencialmente es la unidad de expresién. En este sen- tido, el enfoque indirecto no es muy distinto del enfoque directo en cuanto a los juicios de valor que hay que hacer para conseguir medi- das aceptables en el espacio de las rentas equivalentes. En segundo lugar, es importante distinguir entre la renta como smidad en la que se mide la desigualdad y la renta como vebiculo para reducit la desigualdad. Aunque la desigualdad de las capacidades se mida perfectamente por medio de las rentas equivalentes, ¢s0 no quiere decit que la transferencia de renta sea la mejor manera de lu- char contra la desigualdad observada. La cuestién de la compensa- 6m o del resarcimiento plantea otros temas (la eficacia a la hora de alterat las diferencias de capacidades, la fuerza respectiva de los efec- tos de los incentives, ete), y no debe considerarse que la facil «pet- cepcién» de las diferencias de renta no es une sugerencia de que las correspondientes transferencias de renta resolverian mas eficazmen- te las disparidades. No es necesatio, por supuesto, caer en esta errs: nea interpretacién de las rentas equivalentes, pero la claridad y la inmediatez del espacio de las rentas puede llevar a caer en esa tentacién, a la quehay que resistirse de forma explicita. En tercer lugas, aunque el espacio de las rentas facilite la medi- ci6n ya formulacién, las magnitudes reales pueden set muy engafio- sas desde el punte de vista de los valores que intervienen. Conside- 110 remos, por ejemplo, la posibilidad de que a medida que disminuye el nivel de rentay una persona comienza a pasar hambre,legue un mo- mento en que disminuyan brascamente sus probabilidades de super- vivencia, Aunque la «distancia» en el espacio de las rentas entre dos valores sea bastante pequefia (medida enteramente en funcién de la tenta), sila consecuencia de esa variacién es un cambio espectacular de las probabilidades de supervivencia, el efecto de esa pequefia va- riacion de la renta puede ser muy grande en el espacio de lo que en realidad cuenta (en este caso, la capacidad de sobrevivir). Puede ser, pues, engafioso creer que la diferencia es «pequefia» porque la dife- rencia de renta lo es. De hecho, como la renta s6lo es importante ‘como instrumento, no podemos saber lo importantes que son las di- ferencias de renta sin considerar las consecuencias de esas diferencias en el espacio, que'es, en tiltima instancia, importante. Si se pierde una batalla por falta de un clavo (a través de una cadena de conexio- nes causales que esboza el viejo verso), el clavo es fundamental, por muy trivial que sea en el espacio de las rentas o de los gastos. Cada uno de estos enfoques tiene la ventaja contingente de que puede variar dependiendo del tipo de cjercicio, de la existencia de informacién y de la urgencia de las decisiones que haya que tomar, Dado que la perspectiva de la capacidad a veces se interpreta en ‘unos términos terriblemente rigurosos (las comparaciones totales en elenfoque directo), es importante hacer hincapié en la universalidad de ese enfoque. La afirmacién fundamental de la importancia de las capacidades es compatible con varias estrategias de evaluacién real que implican soluciones de compromiso pricticus. El cardcter prag- mitico de la razén prictica lo exige. (OnseRvACIONES FINALES Se cuenta que Euclides le dijo « Prolomeo: «No existe ningiin * mino real” para llegar a la geometria.» Tampoco esta claro que exis- ta un camino real para evaluat la politica econdmica o la social. In- terviene toda una multitud de consideraciones que reclaman nuestra atencién, y las evaluaciones han de realizarse teniendo en cuenta es- m1 tas consideraciones. Una gran parte del debate sobre los dstintos métodos de evaluacién esta relacionada con las prioridades que ten: gamos a la hora de decidir cudl debe ser el nticleo de nuestro and normativo. -Hemos afirmado aqui que las prioridades que se aceptan, a me- nudo implicitamente, en los diferentes enfoques de la ética, la eco- rnomia del bienestar y la filosofia politica pueden exponerse y anali- zarse identificando la informacién en Ia que se basan las evaluaciones en los respectivos enfoques. En este capitulo nos hemos ocupado en especial de mostrar e6mo funcionan estas «bases de informacién» y Ja forma en que los diferentes sistemas éticos y de evaluaci6n utilizan bases de informacién bastante distintas Partiendo de esa cuestién general, hemos pasado a analizar algu. nos métodos de evaluacién, en particular, el utilitarismo, el pensa- miento libertario y la justicia rawlsiana. De acuerdo con la idea de que no existe ningiin camino real para realizar evaluaciones, hemos visto que cada una de estas estrategias perfectamente consolidadas tiene sus ventajas, pero que también adolece de importantes limita- ciones. En la parte constructiva de este capitulo hemos pasado a ver cus- les son las consecuencias de centrar directamente la atencidn en las i- Dertades fundamentales de los individuos, y hemos identificado un cnfoque general que centra la atencién en las capacidades de las per- sonas para hacer cosas —y en la libertad para llevar su vida— que tie- nen razones para valorar. También hemos analizado este enfoque en ‘otros estudios, al igual que han hecho otros autores, y sus ventajas y limitaciones también estén razonablemente claras. Parece que este enfoque no sélo es capaz de tener en cuenta directamente la impor- tancia de la libertad, sino que también puede prestar considerable atencién a los motivos subyacentes que contribuyen a la relevancia de los demés enfoques. En particular, la perspectiva basada en la liber tad puede tener en cuenta, entre otras cosas, el interés del utilitas mo por el bienestar del hombre, la preocupacién del pensamiento li bertatio por los procesos de eleccién y por la libertad para actuar yel énfasis de la teoria ravlsiana en la libertad individual y en los recur sos necesarios para dislrutar de las libertades fundamentales. En ete sentido, la amplimad y a sensiilidad del enfoque de las capacidadss 2 Jo llevan a tener un enorme aleance y le permiten prestar una aten cidn valorativa a toda una variedad de aspectos importantes, algunos de los cuales se dejan de lado de una u otza forma en los demas enfo- ques. Este enorme alcance es posible porque las libertades de las per sonas pueden juzgarse haciendo referencia explicita a los resultados y los procesos que tienen razones para valorar y buscar. ‘También hemos analizado diferentes formas de utilizar esta pers- pectiva basada en la libertad y nos hemos opuesto, en particular, ala idea de que su uso ha de tener una forma del tipo «o todo o nada» En muchos problemas pricticos, las posibilidades de utilizar un en- foque basado sélo en la libertad pueden ser relativamente limitadas. Sin embargo, incluso en ese caso es posible utilizar las ideas y los in- ‘ereses informativos del enfoque basado en la libertad, sin insist en dejar de lado otros procedimientos cuando pueden emplearse de forma razonable en determinados contextos. El andisis siguiente se basa en estas ideas, en un intento de arrojar luz sobre el subdesarro- Ilo (entendido en un sentido amplio como la falta de libertad) y el de- sarrollo (entendido como un proceso consistente en eliminar la falta de libertades y en extender los diferentes tipos de libertades funda mentales que los individuos tienen razones para valorar). Un enfo: que general puede emplearse de muy diferentes maneras, depen- diendo del contexto y de la informacién de que se disponga. Es esta combinacién de un aniliss fundamental y de un uso pragmitico la que permite que el enfoque de las capacidades tenga un alcance tan amplio. 3 CAPETULO 4 La pobreza como privacién de capacidades En el capitulo anterior hemos sefalado que, cuando se analiza la jus ticia social, existen poderosas razones para juzgar la ventaja indivi dual en funcidn de las capacidades que tiene una persona, es decir, de las ibertades fundamentales de que disfruta para llevar el tipo de vida que tiene razones para valorar. Desde esta perspectva, la po: breza debe concebirse como la privacién de capacidades bisicas y no ‘meramente como la falta de ingresos, que es el criterio habitual con cl que se identifica la pobreza.‘ La perspectiva de la pobreza basada en las capacidades no entrafia el rechazo de la razonable idea de que la falta de renta es una de las principales causas de la pobreza, ya que la falta de renta puede ser una importante raz6n por la que una per sona esta privada de eapacidades. ‘De hecho, la falta de renta predispone claramente a llevar una vida pobre. Sise acepta esta premisa, ca qué viene todo este jaleo de cobservar la pobreza desde la perspectiva de las eapacidades (en lugar de observarla desde la perspectiva habitual de la renta)? Creemos que los puntos a favor del enfoque de ta pobreza basado en las capa: cidades son los siguientes: 1) La pobreza puede identficarse de forma razonable con la pri- vacién de capacidades; el enfoque centra Ia atencién en las privacio nes que son intrinsecamente importantes (a diferencia de la renta baja, que s6lo es instrumentalmente importante). 2) Hay ottos factores que influyen en la privacién de capacida- des —y, pot lo tanto, en la pobreza real— ademas de la falta de ren ta (la renta no es el tnico instrumento que genera capacidades). 3) La relacién instrumental entre la falta de renta y la falta de ca- pacidades varia de.unas comunidades a otras e incluso de unas fami- 14 lias « otras y de unos individuos a otros (la influencia de la renta en las capacidades es contingente y condicional).” La tercera cuestién es muy importante cuando se examinan y cevalian las medidas pablicas que aspiran a reducir la desigualdad o la pobreza. En la literatura (y en el capitulo 3 de este libro) se han analizado varias causas de las variaciones condicionales,y es dil ha- cet hincapié en algunas de ellas especificamente en el contexto de la elaboracién de la politica préctica En primer lugar, a relacién entte la renta y la capacidad depen: de de manera extraordinaria de Ia edad de Ia persona (por ejemplo, de las necesidades especificas de las personas de edad avanzada y de las que son muy jévenes), del sexo y de los papeles sociales (por ejemplo, de las responsabilidades especiales de la maternidad y de las obligaciones familiares determinadas por la costumbre), del lugar (por ejemplo, de la propensién de una regién a las inundaciones 0 las sequias, de la inseguridad y la violencia de algunas ciudades), de a situacién epidemiolégica (por ejemplo, de las enfermedades endé- iicas de una regi6n) y de otros factores que una persona puede con- trolar poco o nada.’ Cuando se contrastan grupos de poblacién cla- sificados segiin la edad, el sexo, el lugar, etc., son especialmente importantes las diferencias entre estos parmetros. En segundo lugar, 1) la falta de renta y 2) las dificultades para convertir Ia genta en funciones pueden ir emparejadas.* Las desven tajas, como la edad, la incapacidad o la enfermedad, reducen la ca- pacidad de una persona para percibir una renta,” Pero también ha cen que sea mis dificil convertit la renta en capacidad, ya que una persona de edad avanzada, més incapacitada o mas enferma puede necesitar més renta (para ayuda, para prétesis, para tratamiento) para lograr las mismas funciones (incluso aunque sea posible lograr- las).° Eso significa que la «pobreza reab» (entendida como la priva- ci6n de capacidades) puede ser, en un importante sentido, mayor de Jo que parece en el espacio de las rentas, Esta cuestién puede ser fun- damental cuando se evalian las medidas piiblicas para ayudar a las personas de edad avanzada y a otros grupos que tienen dificultades de «conversion», ademas de una baja renta En tercer lugar, la distibucién en cl seno de Ia familia plantea us avin mas compliccaciones al enfoque de la pobreza busado en la renta Sila renta familiiar se emplea de forma desproporcionada en benef: cio de algunos dle los miembros de la familia y no de otros (por ejem plo, si existe poir sistema una «preferencia por los hijos varones» en Ja disteibucién cle los recursos dentro de la familia), el grado de pri: vacién de los mijembros abandonados (las hijas en el ejemplo exami- nado) puede no reflejarse suficientemente en el enfoque basado en la reata familiar. Esta cuesti6n es fundamental en muchos contextos; parece que la discriminacién sexual es un importante factor en Ia dis- tribucién de los recursos en el seno de la familia en muchos paises de Asia y del norte de Africa. Las privaciones de las nifias se comprue- ban mejor observando la privacién de capacidades (mayor mottali- dad, morbilidad, desnutricién, desatencién médica, etc.) que en el anilisis basado en la renta.? Esta cuestiéin no es, desde luego, tan importante en el caso de la desigualdad y la pobreza en Europa 0 Norteamérica, peto la presu- posicién —que suele postularse implicitamente— de que la cuestién de la desigualdad sexual no se plantea esencialmente en los paises «occidentales> puede ser algo engaiosa. Por ejemplo, Italia tiene tuna de las tasas mis altas de trabajo femenino «no teconocido», por oposicién al trabajo reconocido que se incluye en la contabilidad na. cional convenconal.‘ La contabilidad del esfuerzo y del tiempo de- dicados y Ia reluccién correspondiente de la libertad tienen algain peso en el anlsis de la pobreza incluso en Europa y Norteamérica. ‘También hay cos aspectos en los que el reparto de la renta en el seno de la famiia es importante y debe incluirse en las consideracio- nes relevantes para la politica econémica y social en casi todo el mundo. En cuatto ugar, la privaci6n relativa desde el punto de vista de Jas rentas pueé: provocar una privacién absoluta desde el punto de vista de las capwidades. Ser relativamente pobre en un pals rico pue- de set una gai desventaja desde el punto de vista de las capacida- des, incluso ctando la renta absoluta es alta segiin los pardmetros mundiales. Enun pais opulento en general, se necesita més renta para compra ufcientes bienes que permitan lograr las matsras fun- ciones sociales Esta consideracién —esbozada por primera vez pot Adam Smith © La riqueza de las naciones (1776)— es fundamen- 116 talen las interpretaciones de la pobreza y ha sido analizada por W. G, Runciman, Peter Townsend y otros autores.” Por ejemplo, las dificultades que tienen algunos grupos de per- sonas para «partcipar en la vida de la comunidad» pueden ser crucia- lesen cualquier estudio de la «exclusién social», La necesidad de par- ticipar en la vida de una comunidad puede provocar la demanda de equipo modemno (televisores, magnetoscopios, automéviles, etc.) en un pais en el que es0s servicios sean mis o menos generales (a dife- rencia de lo que se necesitaria en los paises menos ricos) y es0 pro- vvoca tensiones a las personas relativamente pobres que viven en los paises ricos incluso cuando tienen un nivel de renta mucho més alto que el de los habitantes de paises menos opulentos."" De hecho, el fenémeno patadéjico del hambre de los paises ricos —incluso de Es- tados Unidos— tiene algo que ver con la exigencia de realizar estos gastos."? Lo que hace la perspectiva de las capacidades en el analisis de la pobreza es contribuir a comprender mejor la naturaleza y as causas de la pobreza y la privacién, trasladando la atencién principal de los ‘medias (y de un determinado medio que suele ser objeto de una aten- cin exclusiva, a saber, la renta) a los fines que los individuos tienen razones para perseguir y, por lo tanto, a las libertades necesarias para poder satisfacer estos fines. Los ejemplos que examinamos con bre- vedad aqui ilustran la aporcacién de esta extensi6n basica. Las priva- ciones se consideran en un nivel mas fundamental, mas cercano a las demandas informativas de justicia social. De abi la importancia de la perspectiva de la pobreza basada en las capacidades. La POBREZA DE RENTA Y-LA POSREZA DE CAPACIDADES Aunque es importante distinguir conceptualmente el término pobre- za como la falta de capacidades del término pobreza como la falta de renta, las dos perspectivas estin de manera inevitable relacionadas, ya que la renta 5 un importante medio para tener capacidades. Y como un aumento de las capacidades de una persona para vivir ten- deria normalmente a aumentar su capacidad para ser mas producti- va y percibir una renta mas alta, también seria de esperar que exis- 17 tiera una conexion entre la mejora de las capacidades y el aumento del poder de obtener ingresos que fuera de la prime Dy no séla al revés, al sey La segunda conexion puede ser muy importante para ertadicar Ja pobreza de renta, Por ejemplo, la mejora de la educacién bisica y de la asistencia sanitaria no slo aumenta la calidad de vida directa- mente sino también la capacidad de una persona para ganar una ren. tay librarse, asimismo, de la pobreza de renta. Cuanto mayor sea la cobertura de la educacisn basica y de la asistencia sanitaria, mis pro bable es que incluso las personas potencialmente pobres tengan mais ‘oportunidades de vencer la miseria. Laimportancia de esta conexién ba sido objeto de especial aten- CiGn en el estudio sobre la India que hemos realizado hace poco en colaboracién con Jean Dréze y que trata sobre las reformas econé. micas.” Estas han brindado de muchas formas oportunidades eco- némicas a la poblacién india suprimidas por el excesivo control y Por las limitaciones de lo que dio en amarse «imperio de las licen- , que se basa en lo que es de esperar que elijan los individuos en una «posicién inicial> hipoté- tica en la que atin no saben qué van a set, permite comprender me- jor las demandas de equidad y genera los rasgos contrarios a la desi- gualdad que son caracteristicos de sus «prineipios de la justicia».”” Las desigualdades patentes en las instituciones sociales tambign pue- den ser dificiles de justificar alegando que son razonables pata los miembros reales de la sociedad (por ejemplo, cuando se plantean ar- ‘gumentos a favor de estas desigualdades que otros «no pueden re- chazar razonablemente»: criterio que Thomas Scanlon ha propucsto —y ha utilizado decididamente— para realizar evaluaciones ét. cas)" Es cierto que las desigualdades graves no son socialmente atractivas, y algunos sostendrfan que las desigualdades de capitlim- portancia pueden ser birbaras, Ademés, la sensacién de desigualdad también puede erosionar la cohesién social, v algunos tipos dedesi- 120 yuuldades pueden hacer que tesulte dificil conseguir incluso la efi- ciencia. Y, sin embargo, los intentos de erradicar la desigualdad pueden provocar en muchas circunstancias una pérdida a la mayoria y a ve- ces incluso a todos. Este tipo de conilicto puede ser leve o grave de- pendiendo de las circunstancias exactas. Los modelos de justicia —en los que hay un «espectador imparcial», una «posicién inicial» o In inexistencia de un rechazo rzonable— tienen que prestar atencisn ‘estas consideraciones. Como cabria esperar, cl conflicto entre las consideraciones agre- szadas y las distributivas ha sido objeto de considerable atencién por parte de los economistas, Esta bien que sea asi, puesto que se trata de una importante cuestidn.!” Se han sugerido muchas formulas de compromiso para evaluar los logros sociales prestando atencién si- multineamente a las consideraciones agregadas y a las distributivas. Un buen ejemplo es la «renta equivalente correspondiente a.una dis- tribucién igualitariay de A. B. Atkinson, concepto que reduce el va- lor caleulado de la renta agregada de acuerdo con el grado de desi- gualdad de la distribucién de la renta y en el que la disyuntiva entre Jos aspectos agregados y los distributivos viene dada por la elecci6n de un pardmetro que refleja nuestra valoracién ética.”” Existe, sin embargo, otra clase de conflictos que esté relacionada con la eleccién del «espacio» —o sea, de la variable en funcién de la cual ha de evaluarse y estudiarse la desigualdad—, y esta cuestion guarda relacién con el tema del capitulo anterior. La desigualdad de la renta puede ser muy diferente de la desigualdad en algunos otros «cespacios» (es decir, en funcisn de otras variables relevantes), como el bienestar, la libertad y diferentes aspectos de la calidad de vida (in- cluida la salud y la longevidad). E incluso los logros agtegados adop- tarian diferentes formas dependiendo del espacio en el que se reali zara la composicién o la agregaci6n (por ejemplo, la ordenacién de las sociedades en funcion de su renta media puede ser diferente de su ordenacién en funcién de sus condiciones sanitarias medias), El contraste entre las diferentes perspectivas de la renta y de la capacidad tiene una relacién directa con el espacio en el que ha de examinarse la desigualdad y la eficiencia. Por ejemplo, una persona «que tenga una renta alta, pero no disponga de ninguna oportunidad 1a de participacion politica, no es «pobro» en el sentido habitual et término, pero ex claramente pobre en el sentido de que ke falta una importante libertad. Una persona que sea mas rica que cas todas las demas pero paclezea una enfermedad cuyo tratamiento sea muy caro, evidentemente es pobre en un importante sentido, aun cuando no se considere como tal en las estadisticas habituales dela distibucién de la renta. Una persona a la que se le niegue la oportunidad de traba jar pero reciba una limosna del Estado en forma de «prestacién por descmpleo», quiza parezca mucho menos pabre en el espacio de las rentas que desde el punto de vista de la valiosa —y valorada—opor- tunidad de tener una ocupaci6n que le haga sentirse realizada. Dado que la cuestién del paro es especialmente importante en algunas re- siones del mundo (incluida la Europa moderna), ésta es otra érea en a que es urgente apreciar el contraste que existe entre la perspectiva de la renta y la perspectiva de la capacidad en el contexto de la eva- Iuacién de la desigualdad. PARO Y PRIVACION DE CAPACIDADES Es facil mostrar con ejemplos que tienen alguna importancia pricti- cca el hecho de que las valoraciones de la desigualdad en el espacio de las rentas pueden ser muy diferentes de las valoraciones relacionadas con importantes capacidades. En Europa, este contraste es especial- mente significativo debido al elevado nivel de paro que padece en la actualidad."' La pérdida de renta causada por el paro puede cor ppensarse en gran medida por medio de ayudas (como las prestacio- nes por desempleo), como ocurre en la Europa occidental. Si lo ti co que cntrafiara el paro fuera la pérdida de renta, esa pérdida podtia resolverse en gran medida —en el caso de las personas afec- tadas— por medio de ayudas (hay, por supuesto, otra cuestiGn que son los costes sociales de la carga fiscal de estas ayudas y las conse- cuencias que tienen étas para los incentivos). Sin embargo, siel paro produce otros efectos graves en la vida de los individuos, causando ‘otros tipos de privaciones, la mejora que conseguirfan estas ayudas serfa limitada en este sentido, Existen abundantes pruebas de que el ato produce muchos efectos trascendentales, ademas de 1a pérdida 122 de renta; entre ellos se encuentran los daiios sicoldgicos, la pérdida «de motivacién para trabajar, de cualificaciones y de confianza en uno rismo, el aumento de las enfermedades y de la morbilidad (¢ inclu- so de las tasas de mortalidad), la perturbacién de las relaciones fami- liares y de la vida social, el aumento de la exclusién social y el em- peoramiento de las tensiones sociales y de las asimetrias entre los sexos.? Dado el enorme nivel de paro existente en las economias euto- peas modemnas, puede ser especialmente engafioso centrat la aten- cién sdlo en la desigualdad de la renta. De hecho, se puede decir que cn la actualidad el enorme nivel de paro existente en Europa con tuye al menos una cuesti6n de desigualdad tan importante por smi ma como la propia distribucién de la renta. Centrando exclusiva- mente la atencién en la desigualdad de Ja renta se tiende a dar la impresién de que la Europa occidental ha conseguido mucho mejor gue Estados Unidos mantener en un bajo nivel la desigualdad y evi tar el aumento de la desigualdad de la renta que ha experimentado Estados Unidos. En el espacio de las rentas, Europa tiene, de hecho, un historial mejor tanto en lo que se refiere a los niveles de desigual- dad como en Jo que se refiere a sus tendencias, como lo demuestra la minuciosa investigacidn publicada en el estudio de la OCDE (Orga nizacién para la Cooperacién y el Desarrollo Econ6mico) realizado por A. B. Atkinson, Lee Rainwater y Timothy Smeeding. No slo son los indicadores habituales de la desigualdad de la renta mayores «en Estados Unidos que en la Europa occidental en su conjunto, sino que, ademés, la desigualdad de la renta ba aumentado en Estados Unidos mucho mis que en la mayoria de los paises de la Europa oc cidental Y sin embargo, si observamos el paro en lugar de Ia renta, el pa norama es muy diferente. El paro ha aumentado de formu espect cular en la mayor parte de la Europa occidental, mientras que en Es tados Unidos no se ha registrado esa tendencia, Por ejemplo, en el periodo 1965-1973, latasa de paro fue del 4,5 % en itados Unidos, mientras que en Italia fue del 5,8, en Francis del 2,9 yen ta Alemania occidental inferior al 1 %, En ta scrualidad, tow tre pulsey Italia Francia y Alemania— tienen unas tasas cle pareve dvellnh er torne al 10.0 12%, mientras que Estados Uniclos sigue venienilo wna toss rey de paro del orden del 4.0 5%, Si el paro afecta a la vida de las per sonas, hay que tenerlo en cuenta de alguna manera en el a la desigualdad econsmica. Las tendencias comparativas de la des gualdad de la rena dan a Europa una excusa pata la autocon cencia, pero esa autocomplacencia puede set muy engafiosa si se adopta una concepcién mas amplia de la desigualdad:" El contraste entre la Europa occidental y Estados Unidos plantea otra cuesti6n interesante y, en cierto sentido, mis general. Parece que para la ética social estadounidense es posible no ayudar a los in dligentes y alos pobres, algo que a un ciudadano representativo dela Europa occidental, que ha crecido en el Estado del bienestar, le re sulta dificil aceptar, Pero a esa misma ética social estadounidense le resultarfan intolerables los niveles de paro de dos digitos habituales en Europa. Esta ha continuado aceptando la falta de trabajo —y su aumento— con notable ecuanimided, Tras este contraste se encuen tra una diferencia de actitud hacia las responsabilidades sociales e in- dividuales, cuestin de la que volveremos a ocuparnos, ilisis de ASISTENCIA SANITARIA Y MORTALIDAD: LA ACTFTUD pe Esrapos Usipos v br Europa La desigualdad existente en Estados Unidos entre los diferentes gru pos raciales ha sido objeto de una considerable atencidn hace poco tiempo. Por ejemplo, en el espacio de las rentas, los afroamericanos son claramente mas pobres que los blancos americanos. Muchas ve- ces se considera que esta diferencia es un ejemplo de privacién rela- tea de los afroamericanos dentro del pais, pero no en comparacién con las personas mis pobres del resto del mundo, De hecho, os afroa- ‘mericanos pueden muy bien ser mucho més ricos en cuanto a ren- ta, incluso después de tener en cuenta las diferencias de precios, que |a poblacién de los paises del Tercer Mundo. Desde este punto de vista, las privaciones de los negros americanos parecen insignifican tes desde una perspectiva internacional. Pero ges larenta el espacio correcto para realizar esas compara- ciones? ¢Qué ccurte con la capacidad basica para vivir hasta aleanzat la edad adulta sin sucumbir a una muerte prematura? Como sefiala- 124 mos en el capitulo 1, segiin ese criterio los hombres afroamericanos se encuentran en mucha peor situacién que los hombres inmensa- mente mis pobres de China o del estado indio de Kerala (véase el arifico 1.1 de la p, 39), asf como de Sri Lanka, Costa Rica, Jamaica y ‘muchas otras economias pobres. A veces se supone que las tasas de mortalidad considerablemente altas de los aftoamericanos sélo afec- tan a los varones y, de nuevo, sdlo a los varones mas jévenes, debido al elevado nivel de violencia. El niimero de muertes causadas por la violencia es, de hecho, alto en el caso de los varones negros jévenes, pero eso no Jo explica todo, De hecho, como muestra el grfico 12 (p. 40), las mujeres negras no sélo se encuentran en peor situacién jue las mujeres blancas en Estados Unidos, sino también en peor stua- cién que las mujeres indias de Kerala, y les falta poco para encontrar- se también en peor situacién que las chinas. También puede obser- varse en el grfico 1.1 que los hombres negros americanos continiian perdiendo terreno frente a los chinos y alos indios a medida que pasa el tiempo, mucho después de superar las edades jévenes en las que es frecuente la muerte violenta. Necesitamos mas explicaciones que las ‘que pueden suministrar las muertes causadas por la violencia, De hecho, incluso en los grupos de mas edad (por ejemplo, en el grupo de edad comprendido entre los treinta y cinco y los sesenta y ‘cuatro afios) existen pruebas de que la mortalidad es mucho mayor en el caso de los hombres negros que en el de los blancos y en el de Jas mujeres negras que en el de las blancas. Y estas diferencias no de- saparecen cuando se introducen ajustes para tener en cuenta las di- ferencias de renta. De hecho, uno de los estudios médicos mis mi nnuciosos sobre los afios ochenta muestra que la diferencia entre la tasa de mortalidad de los negros y la de los blancos es notable en el caso de las mujeres, aun teniendo en cuenta las diferencias de renta El grafico 4.1, en la pagina siguiente, muestra los cocientes entre las tasas de mortalidad de los negros y de los blancos del pais en su con: junto (basadas en una encuesta por muestreo).” Segdin esta encues ta, mientras que la tasa de mortalidad de los hombres negros amet: canos es 1,8 veces mayor que la tasa de os hombres blancos, la de las mujeres negras es casi el triple de la tasa de las mujeres blancas. Y ‘una ver que se realizan ajustes para tener en cuenta las diferencias de tenta familiar, mientras que la tasa de mortalidad de los hombres ne- 125 Gnaneo 4.1. Cocientes entre las tasas de mortalidad de los negros y las de dos blancos (33-54 aiios) obseroudas y ajustadas para tener en cuenta la renta familiar 19 16 a2 Total Tota Hombres Hombres Mujeres. Mujeres obsenadas ajustadas obsenvades ajustatas observadas ajistadas Fuentes. M, W. Owen, S, M. Teutsch, D.F. Willamson y J.8. Marks, «The Effects of Known Risk Factors on the Excess Mortality of Blacks Adults inthe United States», Jour ral ofthe American Medicel Avccation, 268, nim. 6 (9 de febrero de 1990) gros es 1.2 veces mayor, la de las mujeres negras es nada menos que 2,2 veces mayor. Parece, pues, que en Estados Unidos, incluso te- niendo totalmente en cuenta los niveles de renta, en la actualidad la proporcién de mujeres negras que mueten jévenes es mucho mayor que la de mujetes blancas. La intreduccién en la base de informacién no sélo de la renta sino tambien de las capacidades bésicas nos permite comprender muchisimo mejor a desigualdad y la pobreza, Cuando centramos la atencién en la capacidad para tener trabajo y en las ventajas que se derivan de d, el panorama europe parecia bastante sombrio; sin embargo, cuando nos fijamos en la capacidad para sobrevivir, el gra- do de desigualdad existente en Estados Unidos parece enorme. Tras estas diferencias y las respectivas prioridades de la politica econémi- ca y social relacionadas con ellas, puede existit un importante con- traste entrelas actitudes de los dos lados del Atléntico hacia las res- ponsabilidades sociales ¢ individuales. En las prioridades oficiales de 126 Estados Unidos apenas existe el compromiso de suministrar asisten- cia médica basica a todos, y parece que muchos millones de personas (de hecho, mis de 40 millones) careeen de cobertura o seguro médi- co, Aunque puede que una proporcién considerable de estas petso- has no tenga un seguro porque no quiere, la inmensa mayoria care- ce, on realidad, de la capacidad necesaria para tenet un seguro médico debido a las circunstancias econémicas y, en algunos casos, debido a que padece afecciones de las que huyen las aseguradoras privadas. En Europa, donde se considera que la cobertura médica es tun derecho biisico de los ciudadanos independientemente de sus imedios y de las enfermedades que ya padezcan, en principio seria in- tolerable desde el punto de vista politico una situacién parecida. Las restricciones alas que estd sometida en Estados Unidos la ayuda pai- blica destinada a los enfermos y a los pobres son demasiado riguro- sas para que resulten aceptables en Europa, y lo mismo ocurre con el compromiso social de ofrecer servicios pablicos, que van desde la asistencia sanitaria hasta la educacion, que el Estado del bienestar ceuropeo da por sentados. Por otra parte, las tasas de paro de dos digitos que se toleran ac- tualmente en Europa serian con toda probabilidad (como se ha se- ‘ialado antes) dinamita politica en Estados Unidos, ya que unas tasas cde paro de esa magnitud serfan una burla para la capacidad de los in- dividuos para ayudarse a sf mismos, Creemos que ningtin gobiemo de Estados Unidos podria salir ileso de la duplicacién del nivel ac- tual de paro, con la que, por cierto la tasa de paro de Estados Uni- ddos atin seguiria siendo inferior a la de Italia, Francia o Alemania, Parece que la naturaleza de los respectivs compromisos politicos —y la falta de ellos— es radicalmente diferente en Europa y Estados Unidos, y las diferencias estény muy relacionadas can la concepeién de la desigualdad como la privacién de capacidades bisicas. PowREZA Y PRIVACION EN LA INDIA Y EN tt AFRICA SUBSAHARIANA La pobreza extrema est muy concentrada en dos regiones del mun- do: el sur de Asia y el Africa subsahariana. Estas dos regiones tienen uno de los niveles de renta per capita mas bajo de todo el mundo, 17 te idea del peto esa perspectiva no nos da sulick ipo yel contenido de sus respectivas privaciones ni de su pobreza relativa, Sila pobre } j ha ; i mas bien, como la privacion de capacidades biisicas, es 5 RAR ERS zens |¥ Foie hace sean eomeeceoeseaae we Hee (Fase 08 -gg82 7! in sobre algunos aspectos dela vida de estas regiones del mundo { i prt Hy A continuacién intentamos presentat un breve anilisis, basado en un 4 ‘ 3 estudio realizado en colaboracién con Jean Dréze y en dos estudios j phe ee a ee ar) 2 : posteriores de este autor.” - af g g_gZ TIS I93 2 /Gk 2 Alrededor de 1991 habia cincuenta y dos paises en os que la es- ae Fs ize peranza de vida al nacer no llegaba a los sesenta afios; es0s paises 2 | S #4 tenian una poblacién conjunta de 1690 millones de personas.” S 4 i we Cuarenta y seis se encuentran en el sur de Asia y en el Africa sub- 2 gee gz [os & sahariana, y sdlo seis fuera de estas dos regiones (a saber, Afganis- e 2 4 ie: #243 tén, Camboya, Haitf, Laos, Papia y Nueva Guinea y Yemen), g 2 i age if ae cuya poblacién conjunta no representa mas que un 3,5.% de la po- 5 | atetae? Gt,? Jd é blacisn total (1690 millones) de los cincuenta y dos paises que tie ale ghilai dy 2 tay nen una baja esperanza de vida. Todo el sur de Asia, salvo Sri Lanka & 433 (es decir, la India, Pakistan, Bangla Desh, Nepal y Butan), y roda el ? ya 3 Africa subsahariana, salvo Sudéfrica, Zimbabwe, Lesotho, Botswana 2 qs, Taos yuna serie de pequefas isas (Mauricio y las Seychelles), pertenecen MIMIELE ha. ancosteca nae nel Liat al grupo de los otros cuarentay seis paises que tienen una baja espe- a/f| dyq|/? SF 88 8 e228 [ise ranza de vida, Como es l6gico, existen diferencias dentro de cada /i| 23! aii pais. Los segmentos bien situados de la poblacidn del sur de Asia y 2 | Usa del Aftica subsahariana disfrutan de una larga longevidad y, como aha cs placate on ence hemos sefialado antes, una parte de la poblacién de los paises que Ji] ga Passe 5 ses— peel tienen incluso una esperanza de vida media muy alta (como Estados sla| #: 1 ie i Unidos) puede tener problemas de supervivencia parecidos « los del { lt Hi « [giz ‘Tercer Mundo (por ejemplo, los hombres negros ameticanos que vi- gle q : flee is vven en ciudades como Nueva York, San Francisco, San Luis 0 Was- 5\é i i i i =i 274 \2 ial hington, D.C., tienen una esperanza de vida muy inferior al tope g 2 aa 45 gag | gis considerado de sesenta afos).” Pero desde el punto de vista de las 8 aiisi fig i fe |dita medias nacionales, el sur de Asia y el Aftica subsahariana destacan, SOR5 CES 220% |Fy55 de hecho, por ser las regiones en las que esta concentrada en el mun- | s\4 ie do actual la vida breve y precatia naeateelas ge : De hecho, sélola India representa més dela mitad de la poblacién u band is gach conjunta de estos cincuenta y dos pafses pobres. No es en absoluto el ats gabe $3395/ 33> ppais que se encuentra en peor situacién, en promedio (de hecho, la Baa abcde ui ERI 3iei 128 129 esperanza le vida media de la India ex muy cereana a los sesenta altos y, segtin las estadisticas mas recientes, acaba de superar esa edad), peo existe grandes diferencias entre las condiciones de vida rey ales dentro de ese pats. Algunas regiones {que tienen una poblac inde como —o mayor que— la de la mayoria de los paises det tan mundo) se encuentran en tan mala situacién como los paises cuya si: tuacion es peor. Es posible que la India obtenga unos resultados sig. nificativamente mejores, en promedio, que, por ejemplo, los paises que obticnen los peores (como Etiopia a Zaire, llamado ahora Rept blica Democritica del Congo) en lo que a esperanza de vida y otrosin- dicadores se refiere, pero existen grandes zonas dentro de la India en Jas que la esperanza de vida y otras condiciones de vida bis muy diferentes de las que se observan en estos paises mas pobres.” En el cuadro 4.1 comparamos la tasa de meortalidad infantil y el porcentaje de adultos que saben leer y escribir de las regiones menos desarrolladas del Africa subsahariana y de la India.” Presentamos las estimaciones de estas dos variables correspondientes a 1991 no slo dela India y del Africa subsahariana en su conjunto (primera y dle ma fila), sino también de los tres paises del Africa subsahariana que tienen peores resultados, de los tres estados indios que tienen peores resultados y de los distritos de cada uno de estos tres estados que tie- nen peores resultados. Es notable el hecho de que no haya ningin pais en el Africa subsahariana —o, de hech ue las tasas estimadas de mortalidad infantil sean tan altas como en. el distrito de Ganjam, situado en Orissa, 0 en el que el porcentaje de mujeres adultas que saben leer y escribir sea tan bajo como en el dis trito de Barmer, situado en Rajasthan. Cada uno de estos dos distr tos tiene, por cierto, una poblacién superior a Botswana o Namibi: yuna poblacién conjunta superior a la de Sierra Leona, Nicaragua 0 Inlanda. De hecho, algunos estados enteros como Uttar Pradesh (cuya poblacin es tan grande como la de Brasil o Rusia) ni siquiera cobtictien unos resultados mucho mejores que los pafses subsaharia- nos que tienen los peores resultados en lo que se refiere a estos indi- cadores bisicos dela calidad de vida,” Es intersante el hecho de que si consideramos la India y el Afri ca subsahatiana en su conjunto, observamos que las das regiones no "as no son en el mundo— en el son muy diferentes en lo que se refiere al porcentaje de personas que Bo suben leer y escribir o a la mortalidad infantil. Sin embargo, se dife: renclan en la esperanza de vida, En la India, la esperanza de vida era de unos sesenta afios alrededor de 1991, mientras que en el Africa subsihariana era muy inferior a esa cifta (alrededor de cincuenta y «los aiios, en promedio).”* En cambio, existen abundantes pruebas ile que el grado de desnutticién es mucho mayor en la India que en el Africa subsahariana.™ Existe, pues, un interesante contraste entre Ia India y el Africa subsahariana segéin los diferentes criterios de 1) la mortalidad y 2) la nutricién, La ventaja de la India en lo que se reficte a supervi- vencia se observa no slo comparando la esperanza de vida sino tam- bién ottas estadisticas sobre la mortalidad. Por ejemplo, en la India la edad mediana de muerte era de alrededor de treinta y siete afios hacia 1991; comparese esta cifta con la media ponderada (de la edad ‘mediana de muerte) del Africa subsahariana de cinco afios solamen- te.” De hecho, al menos en cinco paises africanos, la edad mediana de muerte era de tres aiios o menos. El problema de la moztalidad prematura, visto desde esta perspectiva, es muchisimo més grave cn Africa que en la India. Pero el saldo de desventajas es muy diferente si observamos el grado de desnutricién existente en la India en comparacién con Afti- cca. Las cifras de la desnutrici6n general son, en promedio, mucho ‘mas altas en la India que en e! Africa subsahariana,” a pesar de que es la India, mas que el Africa subsahariana, la que se autoabastece de alimentos. El «autoabastecimiento» de la India se basa en la satisfac i6n de la demanda de mercado, que en afios normales puede satis- facerse ficilmente con las existencias producidas dentro del pais. Peto la demanda de mercado (basada en el poder adquisitive) su- bestima las necesidades de alimentos, Da la impresién de que la des- nutrici6n real es mucho mayor en la India que en el Africa subsaha- riana, Segin los criterios habituales del retraso de peso por edades, en Africa la proporcién de nifios desnuttidos oscila entre el 20 y el 40%, mientras que en la India es nada menos que de entre el 40 y 1.60%,” Parece que alrededor de la mitad de todos los nifios indios ‘std crOnicamente desnutrida, Aunque los indios viven mas que los africanos subsaharianos y tienen una edad mediana de muerte mu- ccho mayor que la de los africanos, en la India hay muchos mis nifios BL desnuttidos que en el Africa subsahariana, no sélo en términos aby solutos sino también en porcentaje del total de nifis."* Sia eso le afiadimos el hecho de que la discriminacién sexual en la muerte es un considerable problema en la I sahariana, observamos que la situacién es mucho menos favorable en la India que en Africa,”” Existen importantes cuestiones de politica econsmica y social relacionadas con la naturaleza y la complejidad de las respectivas pautas de privacién de las dos regiones del mundo mas afectadas por la pobreza. La ventaja de la India frente al Africa subsahariana en lo que se refiere a la supervivencia estd relacionada con toda una variedad de factores que han hecho @ los afticanos propensos a la mortalidad prematuta, Desde la independencia, la India se ha libra- do relativamente de las hambrunas y las grandes y persistentes gue tras que han asolado de manera periédica un elevado nimero de pai- ses afticanos. Los servicios sanitarios de la India —con todo lo insuficientes que son— se han visto menos superados por las con- mociones politicas y militares. Por otra parte, muchos paises del Africa subsahariana han experimentado un declive econémico —re- lacionado en parte con las guetras, el malestar y los desérdenes po- liticos— que ha hecho que resultara dificil mejorar los niveles de vida, Una evaluacién comparativa de los éxitos y los fracasos de las dos regiones tendria que tener en cuenta estos y otros aspectos de su respectivo desatvallo,"” ‘También debe sefalarse que uno de los problemas que tienen en comin la India y el Africa subsahariana es la persistencia de un anal- fabetismo endémico, caracteristica que, al igual que la baja esperan- za de vida, sia a sur de Asia y al Africa subsahariana al margen de casi todo el resto del mundo. Como muestra el cuadro 4.1, los por- centajes de personas que saben leer y escribir son muy similares en Jas dos regiones. Tanto en la India como en el Africa subsahariana, casi todos los adultos son analfabetos. Las tres caracteisticas centrales de la privacién de capacidades basicas en las que hemos centrado la atencion al comparar y contras- tat la naturaleza de las privaciones de la India y del Africa subsaha- riana (a saber, la mortalidad prematura, la desnutricion y el analfabe- sismo) no dan, por supuesto, una visién exhaustiva de la pobreza de lia, pero no tanto en el Africa sub- 132 capucidades existente en estas regiones. Sin embargo, muestran al- sgunos fallos lamativos y algunas cuestiones fundamentales desde el punto de vista de la politica econémica y social que reclaman una enci6n inmediata, Tampoco hemos intentado elaborar una medida ‘«agreyada» de la privacién, basada en la «ponderacién de los dfe- Fentes aspectos de la privacién de capacidades.”' La elaboracién de tun ageegado a menudo puede ser mucho menos interesante para sunalizar la politica econémica y social que la pauta fundamental de Jos diversos aspectos que lo componen. DISIGUALDAD SEXUAL Y MUJERES DESAPARECIDAS ‘A continuacién pasamos a analizar un aspecto especifico de la desi- gualdad general que ha sido objeto de una gran atencién titimamen- te; este apartado se basa en mi articulo «Missing Womens publicado Guarico 4.2. Cocientes entre la poblacién femenina y la masculina en algunas comunidades oa 05 Porcentje mayor de mires -0.08 Porenaje menee oe mers 4 0.48 Fuente: Caleulado a partic de UN Population Statistics, Bs cen la revista Bratish Medica! Journal en 1992." Nos referitnos al terti ble fendmeno de la excesiva mortalidad y de las tasas de superviven cia artifigiakmente mas bajas de lay mujeres de muchas partes del mundo, Se trata de un descarnado aspecto muy visible de la desi sualdad sexual, que suele manifestarse de formas mas sutiles y me- nos horribles. Pero a pesar de su crudeza, las tasas femeninas de mortalidad artificialmente més altas reflejan una importantisima pri vacién de capacidades de las mujeres. En Europa y Norteamérica, el ntimero de mujeres tiende en ge- neral a set considerablemente mayor que el de hombres. Por ejem: plo, en Gran Bretaiia, Prancia y Estados Unidos, el cociente entre las mujeres y los hombres es superior a 1,05. La situacién es muy distin ta en numerosos paises del Tercer Mundo, sobre todo en Asia y el norte de Africa, donde el cociente entre las mujeres y los hombres puede Hegar a ser sélo de 0,95 (Egipto), 0,94 (Bangla Desh, China, este de Asia), 0,93 (Ia India) o incluso 0,90 (Pakistén), Estas dife rencias son importantes cuando se analizan las desigualdades sexua les en todo el mundo.” El geafico 4,2 muestra esta informacién com parativa En realidad, en todo el mundo nacen més nifios que nifias (nor malmente un 5 % més). Pero existen abundantes pruebas de que las mujeres son «mds fuertes» que los hombres y de que, recibiendo la misma atencién, sobreviven mejor (de hecho, patece que incluso los fetos femeninos tienen una tasa de supervivencia mayor que la de los fetos masculinos; la proporcién de fetos masculinos concebidos es incluso mayor que la de nacidos)."* Es el hecho de que las tasas de mortalidad femeninas sean més bajas lo que explica que el cociente entre las mujetes y los hombres sea alto en «Occidente», Esta pre ponderancia de las mujeres también tiene otras causas. Las muertes de varones en guerres pasadas atin siguen dejindose sentir. Los hom: bres han fumado, en general, mis que las mujeres y han sido mas propensos a morir de forma violenta. Pero parece claro que incluso ‘cuando se excluyen estos otros efectos, el mimero de mujeres tiende a set mayor que el de hombres, a igualdad de atenciones. Los bajos cocientes entre las mujeres y los hombres de algunos paises de Asia y del norte de Africa indican la influencia de factores jules. Es facil ver ue si estos paises tuvieran el cociente entre las Bs Inujeres y los hombres que tienen Europa y Estados Unidos, habria inuchos mas millones de mujeres en estos patses (dado el ntimero de hombres). S6lo en China el niimero de «mujeres desaparecidas», cilculado a partir del cociente europeo © americano, sobrepasaria Jos 50 millones y, seyiin esa cifra, podemos considerar que en estos paises en su conjunto hay mucho més de 100 millones de mujetes -«desaparecidasy, Sin embargo, tal vez no sea correcto utilizar el cociente europeo o el americano, debido no sélo a caracteristicas especiales como las miuertes causadas por las guerras. Dado que las tasas de mortalidad femeninas de Europa y América son mas bajas, el cociente entre las iujeres los hombres aumenta gradualmente con la edad. En Asia 0 en el norte de Africa, seria de esperar que el cociente fueta més bajo debido en parte a que la esperanza general de vida es menor y la tasa de fecundidad es mayor. Una manera de abordar esta cuestién es to- mar como base de comparacién no el cociente de Europa o de Amé- rica entre las mujeres y los hombres, sino el del Africa subsahariana, donde es pequeiia la desventaja de las mujeres desde el punto de vis- ts de las tasas de mortalidad relativas, pero donde la esperanza de vida no es tan grande y las tasas de fecundidad no son més bajas (sino todo lo contrario). Tomando como referencia el cociente del Africa subsahariana entre las mujeres y los hombres, que es igual a 1,022 (utilizado en mis estudios anteriores y en los que he realizado en co- laboracién con Jean Dréze), se obtiene una estimacién de 44 millo- nes de mujeres desaparecidas en China, 37 millones en la India y un total en estos paises incluso muy superior a 100 millones."* ‘Otra manera de abordar este problema es caleular el nsimero es- perado de mujeres que habria si éstas no ruvieran ninguna desven jaen cuanto a supervivencia, dada la esperanza real de vida y las ta- sas reales de fecundidad de estos paises. No es ficil calcularlo directamente, pero Ansley Goale ha realizado esclarecedoras estima- ciones utilizando tablas-modelo de poblacién basadas en la expe- tiencia historica de los paises «occidentales». Este procedimiento da tuna cifra de 29 millones de «mujeres desaparecidas» en China, 23 millones en la India y un total de unos 60 millones en estos paises.” Aunque estas cifras son mas bajas, también son enormes. Algunas ¢s- timaciones mis recientes, basadas en datos histéricos analizados mis 135 lidamente, han tendido a dar cifras bastante mas altas(alrede iphan Klasen).® ¢Por qué son las tasas totales de mortalidad de las mujeres ma: yores que las de los hombres en estos paises? Consideremos el caso de la India, donde la tasa de mortalidad por edades de las mujeres es sistematicamente superior a la de los hombres hasta finales de los aos treinta. Aunque el exceso de mortalidad en Ia edad de proctea cin puede deberse en parte a la mortalidad por maternidad (en el parto 0 poco después), no es posible aribuir a esa causa la desventa- ja femenina en lo que se refieze ala supervivencia en el periodo de la Jactancia yen la niftez. A pesar de los inquietantes casos de infantci dio femenino de los que se habla de vez en cuando en la India, ese fenémeno, aunque presente, no puede explicar la magnitud de la mortalidad adicional ni su distribucién por edades. Parece que el principal culpable es la relativa despreocupacién por la salud y la nu- tricién de las mujeres, en especial —pero no exclusivamente— du rante la nifiez. Existen, de hecho, abundantes pruebas ditectas de ue las nifias estin desatendidas en lo que se refiere a asistencia sani taria, hospitalizacién ¢ incluso alimentaci6n.” Aungue el caso indio se haya estudiado mas que otros (hay mas investigadores trabajando sobre esta cuestién en la India que en cual- quier otro pais), también se pueden encontrar en los demés paises pruchas similares de la falta de atenci6n relativa que sufren las nifias en lo que a salud y nutricién se refiere, En China, existen incluso al- ‘sunas pruebas de que el grado de desatencién ha aumentado de ma- nera vertiginosa en los Gitimos afios, sobre todo desde que se limits obligatoriamente el niimero de hijos (como con la politica de un solo hijo que existe en algunas partes del mundo) y se introdujeron otras reformas alrededor de 1979, También existen algunos indicios nue- vos y de mal augurio en China, como el radical aumento del cociente declarado entre el nimero de nacimientos masculinos y el de naci- mientos femeninos, muy alejado del resto del mundo. Es muy posible que indiquen que estin ocultindose» nifias recién nacidas (para evi- tar los rigores de la politica de limitacién obligatotia del niimero de hijas), pero tampoco es improbable que se deban a que Ia mortalidad infantil femenina es mayor, ya sea o no provocada (en una situacién en fa que los nuevos nacimientos y las nuevas muertes no se decla- deta dor de 90 millones, seggin las estimaciones d 136 tan), Sin embargo, parece que recientemente el principal factor de la dliseriminacién contra las mujeres en la composicién de la familia son los aborts reallizados segdin el sexo, préctica que se ha extendido rnucho en China eon el progreso de la tecnologia. ‘OnsenvAcionss FINALES fas a veces son criticados por centrar la atencién en ex- cia y demasiado poco en la equidad. Es posible que cexistan algunos motivos para quejarse en este sentido, peto también debe sefalarse que la desigualdad ha sido objeto de atencién por parte de los economistas durante toda la historia de esta disciplina, A Adam Smith, que suele considerarse «el padre de la economfa mo- dernay, lo preocupaba profundamente el abismo que existia entte los ticos y los pobres (para mas informacién sobre esta cuestién, véanse los capftulos 5 y 11), Algunos de los cientficos sociales y filéso- fos responsables de hacer de la desigualdad un tema fundamental de debate pablico (como Kar! Marx, John Stuart Mill, B, $, Rowntree y Hugh Dalton, por mencionar a autores que pertenecen a tradiciones generales muy distintas) eran, en cuanto a su principal dedicacién, fervientes economistas, independientemente de lo que también pu dietan ser. En los dilkimos afios, ha florecido la economia de la desi gualdad como disciplina, gracias sobre todo a autores como A.B. At- kinson.* Eso no quiere decir que no sea muy evidente en algunos trabajos de economia la concentraci6n de la atencion en la eficiencia y ln exclusién de otras consideraciones, pero no se puede acusar a los economistas como grupo de abandonar la desigualdad como tema. Si existe alguna razén para quejarse, ésta se halla mas en la im- portancia que se concede, en una gran parte de la economia, ala de- sigualdad entendida en un sentido muy estticto, a saber, la desigual- dad de la renta. Eso contribuye a que se dejen de lado otras formas de ver la desigualdad y la equidad, lo que tiene trascendentales con- secuencias para la elaboracién de la politica econémica, Los debates sobre la politica econémica y social se han distorsionado, de hecho, a causa del excesivo énfasis en la pobreza de renta y en la desigual- dad dela renta y de la consiguiente despreocupacién por privaciones Los econom ceso en Ia eff 7 que estin telacionaclas con otras variables, como el paro, la falta de salud, Ja falta de educacién y la exclusién social. Por desgracia, la identificacién de la desigualdad econémica con la desigualdad de la renta es bastante frecuente en economia, y las dos suelen considerat- se, de hecho, sinénimas, Si le decimas a una persona que estamos trabajando sobte la desigualdad econémica, normalmente supone que estamos estudiando la distribueién de la renta Esta identificaci6n implicita también puede encontrarse en cier- ts medida cn la literatura filosGfica. Por ejemplo, en su interesante e importante articulo «Equality as a Moral Ideal», Harry Frankfurt, destacado fil6sofo, critica de una manera razonada y convincente lo que denomina «igualitarismo econdmico» y que es, segtin este autor, «la doctrina sega la cual no debe haber ninguna desigualdad en la distribucién del dinero». Sin embargo, la distincién entre la desigualdad de Ja renta y la desigualdad econémica es importante.” Muchas de las criticas con- tra el igualitarismo econémico como valor © como objetivo se apli- can con mucha mas facilidad al estricto concepto de desigualdad de la renta que a los conceptos més generales de desigualdad econémi- ca, Por ejemplo, ¢s posible pensar que dar una proporcién mayor de la renta a una persona que tiene mas necesidades —debido, por jemplo, a una incapacidad— va en contra del principio de la igual- dad de las rentas, pero no va en contra de los preceptos mis amplios dela igualdad econémica, ya que cuando se valoran los requisitos de la igualdad econémica, hay que tener en cuenta que esta persona ne. cesita mas recursos econdmicos a causa de su incapacidad Desde el punto de vista empirico, de la renta y la desigualdad en otros espacios relevantes puede ser bastante distante y contingente debido a que hay diversos factores, econdémicos, ademés de la renta, que afectan a las desigualdades de Jas ventajas individuales y as libertades fundamentales. Por ejemplo, en las tasas de moctalidad més altas de los afroamericanos frente a los chinos 0 los indios de Kerala, que son mucho mas pobres, observa- ‘mos la influencia de factores que van en sentido contrario a la des- gualdad de la rents y que implican cuestiones relacionadas con la politica econdmica y social que tienen importantes componente: ‘econémicos: la financiacién de la sanidad y los seguros médicos, la relacién entre la desigualdad 8 provisién de educacién publica las instituciones que velan por la se rida local, ee, Las diferencias entre las tasas de mortalidad pueden servir, de hecho, de indicador de la existencia de profundas injusticias que di viden a las razas, las clases y los sexos, como ponen de relieve las diversas ilustraciones de este capitulo. Por ejemplo, las estimaciones de Jas «mujeres desaparecidas» muestran el notable grado de desventa- ja que padecen las mujeres en muchas partes del mundo modemo de tuna forma que otras estadisticas no pueden reflejar suficientemente. ‘Ademis, dado que las rentas que ganan los miembros de esa misma familia son compartidas por otros miembros de la familia, no pode ‘mos analizar la desigualdad sexual basindonos en las diferencias de renta. Necesitamos mucha mas informacién de la que existe sobre el reparto de los recursos en el seno de la familia para tener una idea iis clara de las desigualdades econémicas, Sin embargo, las estadis- ticas sobre las tasas de mortalidad, as{ como sobre otras privaciones (entre ellas, la desnutricién 0 ef analfabetismo), pueden mostrar di- rectamente un panorama de algunas dimensiones fundamentales de Ja desigualdad y de Ia pobreza. Esta informacién también puede uti- lizarse para relacionar el grado de privacién relativa de las mujeres con Ia desigualdad de oportunidades existente (en lo que se refiere a percibir renta fuera del hogar, asistir a la escuela, etc.). Por consi- guiente, tanto las cuestiones descriptivas como las cuestiones rela- cionadas con la politica econémica y social pueden abordarse desde esta perspectiva mas amplia de la desigualdad y la pobreza basada en la privacin de capacidades, ‘A pesar del papel fundamental que desempeian las rentas en las ventajas de que disfrutan los diferentes individuos, la relacién entre larenta (y otros recursos), por una parte, y los logros y libertades in dividuales, por otra, ni es constante ni en modo alguno automatica e irresistible. Hay diferentes tipos de contingencias que alteran siste- miticamente la «conversi6n» de las rentas en las distintas «funcio- nes» que podemos lograr, y eso afecta a los estilos de vida que po: demos disfrutar, Hemos tratado de ilustrar en este capftulo las diferentes formas en que puede cambiar sistemsticamente la relacién centre las rentas ganadas y las libertades fundamentales (en forma de pata valorac). Los respectivos papeles de las heterogeneidades per sonales, las diferencias de medio ambiente, las diferencias de clima social, las diferencias en cuanto a las perspectivas relacionales y las distribuciones de los recursos dentro dela familia tienen que recibir la atenci6n que se merecen en la elaboracién de la politica econémmi cay social A.veces se dice que la renta es una magnitud homogénea, mien- tras que las capacidades son diversas. Este claro contraste no es to~ talmente correct, ya que cualquier evaluacién de la renta oculta di- versidades internas con algunos supuestos especiales y a menudo heroicos.” Ademas (como hemos sefalado en el capitulo 3), las com. paraciones interpersonales de la renta real no nos permiten hacer comparaciones interpersonales ni siquiera de la utilidad (si bien esa imposibilidad suele pasarse por alto en la economia aplicada del bie nestar, imponiendo supuestos arbitrarios). Para obtener a partir de Ja comparacién de los medios en forma de diferencias de renta algo que pueda decirse que es valioso en sf mismo (como el bienestar o la libertad), hay que tener en cuenta las diferencias circunstanciales que afectan a las tasas de conversién. Es dificil respaldar la presupo- sicién de que el enfoque de la comparacién de las rentas es una ma- neta més «prictica» de llegar alas diferencias entre las ventajas de las distintas personas. Hemos afirmado, ademas, que la necesidad de analizar la valora- cion de las diversas capacidades en funcién de las prioridades pibli- cas ¢s un activo, que nos obliga a dejar claro cules son los juicios de valor en un terreno en el que no es posible —ni se debe evitar— la realizacién de juicios de valor. De hecho, la participacién piblica en estos debates valorativos —explicita o implicitamente— constituye uuna parte fundamental del ejercicio de Ia democracia y de la eleccién social responsable. En cuestiones de valoraciones piblicas, no hay ‘manera de evitar la necesidad de someter las valoraciones a un deba- te piblico. El trabajo de la valoracién publica no puede sustituirse or un ingenioso ¢ inteligente supuesto. Algunos supuestos que pa- recen funcionar sin problemas y de una manera fluida funcionan ‘ocultando las ponderaciones y los valores elegidos con refinada opa- ‘dad, Por ejemplo el supuesto —que suele postularse— de que dos Personas que tengan la misma funcién de demanda deben tener la lo misma relacién entre las cestas de bienes y el bienestar (con inde- pendencia de que una esté enferma y la otra no, de que una esté in- capacitada y la otra no, ete.) es esencialmente una manera de eludir la necesidad de considerar muchos factores significativos que influ- yen en el bienestar (como hemos sefialado en el capitulo 3). Esa elu- sin se vuelve transparente, como hemos tratado de mostrar, cuando complementamos los datos sobre la renta y los bienes con otros tipos de informacisn (incluidas algunas cuestiones de vida o muerte). El debate piblico y la participacién social son, pues, fundamen: tales para la elaboracién de la politica econémica y social en un sis- tema democratico. La utilizacién de las prerrogativas democriticas —tanto de las libertades politicas como de los derechos humanos— constituye una paite crucial del ejercicio de la propia elaboracién de la politica cconémica, aparte de los dems papeles que pueda tener. En un enfoque basado en la libertad, a libertad de participacién no puede ser sino fundamental en el andlisis de la politica econémica y social. MI CAPITULO 5 Mercados, Estado y oportunidad social «El destino habitual de las nuevas verdades», afirma T. H. Huxley on Soience and Culture, «es comenzar siendo herejas y terminar sien- do supetsticiones», Algo muy similar parece que ha ocurrido con la verdad de Ja importancia de los mercados en la vida econémica, Hubo un tiempo —no muy lejano— en que todos los economistas jOvenes «sabian» en qué aspectos los sistemas de mercado tenian se- rias limitaciones: todos los libros de texto repetian la misma lista de «defectos». El rechazo intelectual del mecanismo del mercado solia llevar @ proponer métodos diferentes de organizar el mundo (que implicaban a veces una poderosa burocracia y unas cargas fiscales, inimaginables) sin examinar seriamente la posibilidad de que las al ternativas propuestas entrafiaran fallos atin mayores que los que se esperaba que produjeran los mercados, Era bastante frecuente que ‘se mostrara un escaso interés por los problemas nuevos y adicionales ‘que podian creat estas propuestas. El clima intelectual ha cambiado de manera espectacular en las liltimas décadas, y en la actualidad se ha dado la vuelta a la tortilla Hoy dia, normalmente se supone que las virtudes del mecanismo del mercado son tan generales que las matizaciones parecen poco im- Portantes. Da la impresién de que cualquier indicacién de los defec- tos del mecanismo del mercado es, en el clima actual, extrafiamente anticuada y contraria aa cultura moderna (como poner un disco an: tiguo de 78 p.m. con miisica de los afios veinte). Unos prejuicios hhan dado paso a otras ideas preconcebidas contrarias. La fe irrefle xiva de ayer se ha convertido en una herejfa hoy, y la herejfa de ayer es hoy la nueva supessticion, Nunca ha sido mais imperiosa la necesidad de estudiar con un sentido critico las ideas preconcebidas habituales y las actitudes po: 142 liticas y econdmicas.' Los prejuicios actuales (en favor del mecanis mo puro del mercado) precisan, desde luego, una minuciosa inves xacién, y creo que han de rechazarse en parte, Pero tenemos que evi- tar resucitar las extravagancias de ayer que se negaban a ver las virtudes de los mercados y, de hecho, incluso la inevitable necesidad de que existieran, Tenemos que estudiar las respectivas perspectivas y ver qué aspectos tienen sentido. Es posible que mi ilustre compa- triota Gautama Buddha estuviera demasiado predispuesto a defen- der la necesidad universal de seguir «cl camino del medio» (si bien nunca lleg6 a analizar el mecanismo del mercado en particular), pero hay algo que aprender de los discursos que pronuncié hace 2500 aifios contra el extremismo. MERCADOS, LIBERTAD ¥ TRABAJO ‘Aunque hoy se reconozcan de manera habitual las virtudes del me- canismo del mercado, no suclen apreciarse totalmente las razones para querer que existan los mercados. Ya hemos analizado esta cues- tién en la introduccién y en el primer capitulo de est libro, pero de- bemos volver a ella con brevedad al examinar los aspectos institucio- nales del desarrollo. En los andlisis recientes, la evaluacion del mecanismo del mercado ha tendido a centrat la atencién en los re- sultados que acaba generando, como las rentas 6 las utilidades. No se trata de una cuestisn insignificante, y en seguida nos ocuparemos de ella, Pero el argumento mis inmediato a favor dela libertad para vea- lizar transacciones de mercado reside en la importancia basica de la propia libertad. Tenemos buenas razones para comprar y vender, para intercambiar y pata tratar de llevar una vida que pueda florecer ‘gracias alas transacciones, Negar esa libertad en general seria en si mismo un gran fracaso de una sociedad. Este reconocimiento funda- mental es anterior a cualquier teorema que seamos 0 no capaces de demostrar (cuestion de la que me ocuparé en seguida) para indicar ‘cules son los resultados finales de los mercados en lo que se refiere a rentas, utilidades, ete” El papel omnipresente de las transacciones en la vida moderna suele pasarse por alto precisamente porque las damos por sentadas. 3 Existe en este caso una analogia con el papel bastante poco reco nocido —y que a menudo pasa inadvertide— de ciertas reglas de conducta (como la ética empresarial bisica) en las economias capita listas desartolladas (s6lo se presta atencién a las abertaciones cusan do ocurren). Pero cuando estos valores atin no se han desarrollado, su presencia o su ausencia general puede ser fundamental. En el and- lisis del desarrollo, el papel de la ética empresarial elemental debe dejar de tener, pues, una oscura presencia y ser reconocido clara- mente. Asimismo, la ausencia de libertad para realizar transacciones puede ser una importante cuestin en si misma en numerosos con- textos? Puede serlo, por supuesto, sobre todo cuando la legislacién, las rnormas o las convenciones niegan Ia libertad de los mercados de tra- bajo. Aunque los esclavos afroamericanos que vivian en el sur de Es- tados Unidos antes de la guerra de Secesi6n tuvieran unas rentas pe ccuniarias tan altas como (o incluso més que) las de los trabajadores asalariados de otros lugares y vivieran incluso mas que los trabajado- res urbanos del norte,‘ la propia esclavitud era una privacién fun- damental (independientemente de las rentas o de las utilidades que pudiera o no generar). La pérdida de libertad que supone la imposi- Dilidad de elegir el empleo y el trabajo tirsnico pueden constituir en si mismos una importante privacién El desarrollo de los libres mercados, en general, y de la libertad para buscar empleo, en particular, es un hecho muy apreciado en los estudios hist6ricos. Incluso el. gran critico del capitalismo, Karl Marx, vio en la aparicién de la libertad de empleo un avance tras- cendental (como sefialamos en el capitulo 1), Peto esta cuesti6n afec- ta no solo a Ja historia sino también al presente, ya que esta libertad es fundamental ahora mismo en muchas partes del mundo. Permita- senos ilustrar este punto con cuatro ejemplos bastante distintos. En primer lugar, en muchos pafses de Asia y Africa es posible observar varios tipos de trabajo en condiciones de servidumbre y tuna persistente denegacién de la libertad bésica para buscar un em- pleo remunerado lejos de los patronos tradicionales. Cuando los pe- riddicos indios publican la noticia de que los terratenientes de las castas superiores de una de las regiones més atrasaclas de la India (Bihar) estan aterrorizando —por medio de violaciones y asesinatos 144 seclectivos— a las familias de los trabajadores agricolas «atados» a sus tierras, hay ert juego, desde luego, una cuestién de delincuencia, que es la raz6n por la que esos incidentes son objeto de atencién en los medios de comunicacién (y que posiblemente sea, en tltima instan- cia, la raz6n por la que tengan que cambiar las cosas incluso en estas terribles comunidades). Pero tras las actividades delictivas se en- ‘cuentra una situacién econémica basica que entraiia una batalla por la libertad de empleo, asi como por la propiedad de la tierra en la que los trabajadores «atados» se ven obligados a trabajar; estas insti- tuciones se manticnen a pesar de su ilegalidad (debido a que sélo se ha aplicado en parte Ia legislacion aprobada teas la independencia). La situacién ha sido més estudiada en la India que en otros paises (como sefialamos en el capjtulo 1), pero existen bastantes pruebas de que también hay problemas parecidos en algunos otros paises. En segundo lugar (pasando ahora a un ejemplo muy distinto), el fracaso del socialisio burocritico en el este de Europa y en la Unién Soviética no puede comprenderse bien si s6lo se tienen en cuenta los problemas econ6micos para generar rentas w ottos resultados, como la esperanza de vida, De hecho, en lo que se refiere a la esperanza de vida, los paises comunistas obtuvieron a menudo unos resultados bastante buenos, en términos relativos (como ¢s facil de comprobar cen las estadisticas demogréficas de la Unién Soviética, la China ante- rior ala reforma, Vietnam y Cuba, entre ottos). En realidad, algunos de los paises ex comunistas se encuentran actualmente en una situa- cién bastante peor que cuando tenéan un régimen comunista; quiz ninguno se encuentre en peor situacién que la propia Rusia (donde ta esperanza de vida al nacer de los hombres rusos ha descendido ac- tualmente a alrededor de cincuenta y ocho aiios,cifta muy inferior a Jade la India o Pakistén).’ ¥, sin embargo, la poblacidn no esta dis- puesta a votar a favor del retorno al sistema anterior, como lo in- dican los resultados electorales, y ni siquieta los nuevos partidos su cesores que proceden del antiguo circulo politico proponen ese retorno (y sélo plantean unas demandas menos tadicales). Para valorar lo que ha ocurrido, hay que reconocer, por supues- to, la ineficiencia econ6miea del sistema comunista. Pero también hay que tener en cuenta la cuestién més inmediata de la denegacién de la libertad en un sistema en el que sencillamente no existian mer- 145 cados en muchos campos, Ademas, los ciudadanos no podian ni si quicra utilizar los mercados incluso cuando existian, Por ejemplo, se Jes podia impecir intentar trabajar ali donde hubiera un proceso de contratacién abiesto (incluso podia darse el caso de que algunas per sonas que cafan cn desgracia fueran enviadas a trabajar alli donde los patronos querian que trabajaran). En este sentido, la condenatoria desctipcién de Friedrich Hayek de las economias comunistas a las gue tachaba de «camino hacia la servidumbre» era cn zealidad una ret6rica acertada, aunque severa.® En un contexto diferente —pero que no deja de estar relacionado con éste—, Michal Kalecki (el gran ‘economista polaco que volvié a Polonia con gran entusiasmo cuando se establecié en ese pais el régimen comunista) scfal6 lo siguiente respondiendo a una pregunta de un periodista sobre los progresos de Polonia en su transicién del eapitalismo al socalismo: «Si, hemos conseguido abolir el capitalismo; lo Gnico que tenemos que hacer ahora es abolir el feudalismo.» En tercer lugar, como sefialamos en el capitulo 1, en el inguie tante tema del trabajo infantil (existente, por ejemplo, en Pakistan, la India o Bangla Desh) hay una enquistada cuestién de esclavitud y servidumbre, ya que muchos de los nifios que realizan duras tareas son obligados a realizarlas. Las raices de esa servidumbre posible- mente se hallen en las dificultades econémicas de las familias de las que proceden —a veces los propios padres también estan sometidos de alguna manera a aquellos para los que trabajan—, y por si fuera poco la desagradable cuesticn del trabajo infantil, también est el he- cho brutal de que se obliga alos nitios a hacer cosas. La libertad para ir ala escuela, en conereto, se ve dificultada no solo pot los endebles programas de educacién primaria que existen en estas regiones, sino tambien, en algunos casos, por el hecho de que los nifios (y con fre- ccuencia sus padres) no tienen la posibilidad de decidit lo que quic- ren hacer, La cucstin del trabajo infantil iende a divide alos economistas dl Sur asidtico. Algunos afirman que la mera abolicién del trabajo infantil sin hacer nada para mejorar las circunstancias econémicas de Jas familias afectadas puede no beneficiar a los propios nifios. Se ra- ta, desde lucgo, de una cuestién discutible, pero dada la frecuencia ‘con que el trabajo infantil se parece en realidad a la esclavitud, la de- 146 jén es mas fcil en es0s casos, La erudeza de la esclavitud consti tuye una convincente razén para que se aplique con mayor rigor ti to la legislacién contra la esclavitud como la legislacion contra el tra bajo infantil. El sistema de trabajo infantil —ya suficientemente igrave de por si—es atin mucho mas horroroso al suponer servidurn bre y una verdadera esclavitud, En cuarto lugar, la libertad de las mujeres para buscar trabajo fuera de la familia ¢s una importante cuestion en muchos pafses del ‘Tercer Mundo, Esta libertad es denegada sistemticamente en nu- merosas culturas, lo que supone en si mismo una grave violacién de la libertad de la mujer y de la equidad de los sexos, Esta falta de li- bertad impide que aumente el poder econémico de las mujeres y tie- ne, ademés, otras muchas consccuencias. E] empleo remunerado, ademés de aumentar la independencia econémica de las mujeres, también les permite recibir un «trato» mejor en la distribucién de los recursos del hogar.” Ni que decir tiene que el trabajo de la mujer en el hogar puede ser agotador, pero ratas veces sc valora o se llega in- cluso a reconocer (y, desde luego, no se remunera), y la denegacién del derecho a trabajar fuera del hogar es una violacién trascendental de Ia libertad de la mujer.” La denegacién del derecho de las mujeres a trabajar fuera del ho- sar a veces se ejecuta brutalmente de una manera explicita y feroz {por ejemplo, en Afganistan). En otros casos, se les prohibe trabajar de una manera més implicita, utilizando la fuerza de la convencién y Ja conformidad. En ocasiones, ni siquiera se les prohibe claramente buscar empleo, pero las mujeres educadas en los valores tradiciona- les pueden tener bastante miedo de romper con la tradicién y de es- candalizar a los demas. Las ideas predominantes sobre «lo normal» y «lo correcto» son fundamentales en esta cuestién. Este tema estd relacionado con otros importantes aspectos de este estudio, en particular, con la necesidad de someter a un debate piblico las cuestiones sociales y las ventajas de las actividades de grupo para provocar cambios sociales significativos. Las organiza- ciones de mujeres han comenzado a desempefiar un impostanttsimo papel en esta transformacién en numerosos paises del mundo, Por ejemplo, la Self-employed Women’s Association (SEWA) ha sido la ue més ha conseguido crear un nuevo clima de reflexiGn, y no s6lo “47 més empleo para las mujeres, en una parte de la India. Lo mismo hi ocurrido con las organizaciones cooperativas crediticias y producti vas, como el Grameen Bank y el Bangladesh Rural Advancement Committee (BRAC) de Bangla Desh, Aunque hagamos hineapié en la importancia de las transacciones y en el derecho a participar en la economia (incluido el derecho a buscar trabajo libremente), asi como en la importancia directa de las libertades relacionadas con el mercado, no debemos perder de vista la complementariedad de estas libertades con la que se deriva del funcionamiento de ottas institu ciones (ajenas al mercado),’ Esta complementariedad entre la dife- tentes instituciones —en particular, entre las otganizaciones ajenas al mercado y el mercado— también constituye un tema fundamental de este libro. MERCADOS ¥ EFICENCIA El mercado de trabajo puede ser un libertador en muchos y diferen tes contextos, y la libertad bsica para realizar transacciones puede tener una importancia fundamental, muy al margen de lo que el me- canismo de mercado pueda lograr 0 no en lo que se reficre a rentis, utilidades u otros resultados. Pero también es importante cxaminar 0s resultados, cuestién —bastante diferente— a la que pasamos « continuacién. Para evaluar el mecanismo del mercado, es importante tenet en cuenta los tipos de mereado: sison competitivos 0 monopolisticos (o no competitivos), si pueden faltar algunos mercados (y no es facil so- lucionarlo), ete. La naturaleza de las circunstancias que se observan en la prictica (como la existencia ono de determinados tipos de in- formacién, la presencia o no de grandes economias de escala) tam- bién puede influ en las posibilidades efectivas y limitar realmente los resultados de ls diversas formas instieucionales del mecanismo del mercado." En ausencia de esas imperfecciones (incluido el hecho de que al- unos bienes y servicias no pueden venderse), se han utilizado mo- dlelos clisicos de equilibrio general para mostrar las virtudes del me- canismo del meteado ala hora de lograr la eficiencia econémica, que 148 se define convencionalmente por medio de lo que los economistas Haman «optimalidad en el sentido de Pareto»: una situacién en la «que no es posible mejorar la utilidad (el bienestar) de una persona sin reducir la utilidad (0 e bienestar) de otra, Este resultado sobre la cficiencia —et llamado teorema Arrow-Debreu (en honor a los au= tores originales de los resultados, Kenneth Arrow y Gerard De- breu)—" tiene verdadera importancia a pesar de los supuestos sim- plificadoves."” Los resultados de Arrow-Debreu muestran, entre otras cosas, que —dadas unas ciertas condiciones previas— los resultados del mecanismo del mercado no pueden mejorarse de tal manera que au- ‘mente la utilidad de todo ef mundo (o Ia utilidad de una persona sin reducir la de otra Es posible, sin embargo, preguntarse si la eficiencia deseada no deberia plantearse desde el punto de vista de las libertades indivi- duales y no de las wtlidades. Esta cuestion es especialmente legitima en este caso, ya que el centro de atencién de este estudio son las libertades individuales (no las utilidades). De hecho, hemos de- mostrado en otra parte que considerando algunas caracterizaciones razonables de las libertades individuales fundamentales, una im- portante parte del resultado sobre la eficiencia de Arrow-Debreu se traslada facilmente del «espacio» de las utilidades al de las iberta- des individuales, tanto en lo que se tefiere ala libertad para elegir las cestas de bienes como en lo que se refiere a las capacidades para fun- cionar." Para demostrar la viabilidad de esta extensién, se emplean supuestos parecidos a los que se necesitan para obtener los resulta- dos originales de Arrow-Debreu (como la ausencia de bienes que no se pueden vender). Con estas presuposiciones, resulta que, conside- rando una caracterizacién convincente de las libertades individuales, tun equilibrio de mercado competitive garantiza que no es posible aumentar la libertad de una persona y mantener al mismo tiempo la libertad de todas las demés, era demostrar esta conexién, hay que juzgat la importancia de las libertades fundamentales no sélo en funcién del mimero de op- ciones que tiene una persona sino teniendo debidamente en cuenta latractivo de las opciones existentes. La libertad tiene diferentes as pectos; ya hemos analizado antes las libertades personales y la liber: 149 tad para realizar transacciones, Sin embargo, en el caso de la libertad de una persona para lograr lo que quicte lograt, hemos de tener en ‘cuenta las ventajas de las opciones existentes."’ Para explicar este re- sultado sobre la eficiencia desde el punto de vista de las libertacles (sin entrar en tecnicismos), podemos sefialar que, dada una astuta 10 de eleccién por parte de los individuos, la eficiencia, desde el pu vista de las utilidades individuales, tiene que depender en gran me dida de que se oftezcan a los individuos suficientes oportunidades pata poder clegir. Estas oportunidades no sélo son relevantes para lo ue eligen los individuos (y para la utlidad que obtienen), sino tam. bién para las opciones iitiles que tienen (y para las libertades funda- mentales de que disfrutan), Hay una cuesti6n que quiz merezca la pena aclarar aqui y que se refiere al papel que descmpefia la maximizacién interesada a la hora de lograt los resultados sobre la eficiencia del mecanismo del merca- do. En el modelo clisico (Arrow-Debreu), se supone que la tnica :motivacién de todo el mundo es su propio provecho. Este supuesto sobre la conducta es necesario porque se intenta demostrar que el re- sultado del mercado es «éptimo en el sentido de Pareto» (que se de- fine en funcién de ls intereses individuales), de tal manera que no es posible mejorar los intereses de ninguna persona sin perjudicar los de otras El supuesto del egofsmo camo motivo exclusivo es dificil de de- fender empiricamente, Ademas, hay circunstancias mis complejas que las que supone el modelo de Arrow y Debreu (que implican la cexistencia de interdependencias mis directas entre los intereses de las diferentes personas) en las que la conducta interesada puede ser ppoco eficaz para generar resultados eficientes. Por lo tanto, si fuera necesario suponer que todos los individuos se comportan ce manera interesada para demostrat los resultados sobre la eficiencia del mo- delo de Arrow y Debreu, este supuesto podria set una seria limita ion de ese enfogue, Sin embargo, esta limitacién puede evitarse en gran medida examinando las demandas de la eficiencia desde el pun- to de vista de las libertades individuales y no s6lo de las utilidades. La limitacién que supone el hecho de tener que partir del su- puesto de que el individuo se comporta interesadamente puede ci minarse si lo que 20s interesa sobze todo son las libertades funde- 150 mentales de que disfrutan los individuos (cualquiera que sea el fin para el que las utilicen), no el grado en que satisfacen sus intereses (por medio de su propia conducta interesada). No es necesario pos tular ningGn supuesto, en este caso, sobre las motivaciones de las cleeciones de los individuos, ya que la cuestién no es satisfacer los in- tereses, sino disponer de libertad (independientemente de que se quiera disponer de ella para satisfacer los intereses o para aleanar al: atin otto objetivo). Los resultados analiticos bisicos del teorema Arrow-Debreu son, pues, bastante independientes de las motivacio- nes que subyacen en las preferencias individuales y pueden dejarse de lado si el objetivo es demostrar que hay eficiencia en la satisfac- cidn de las preferencias o en las libertades individuales fundamenta- les (independientemente de le motivacién) CCoMBINAGION DE DESYENTAJAS ¥ DESIGUALDAD DE LAS LIBERTADES La conclusién basica sobre la eficiencia del mercado puede exten derse en este sentido a la perspectiva de las libertades fundamenta- les. Peto esta conclusién sobre la eficiencia no dice nada sobre la equidad de los resultados o sobre la equidad de la distribucién de las libertades. Una situacién puede ser eficiente en el sentido de que no es posible mejorar la utilidad o las libertades fundamentales de una persona sin reducir a utilidad o la libertad de otra y, sin embargo, puede haber enormes desigualdades en la disteibuci6n de las uilida- des o de las libertades, De hecho, el problema de la desigualdad se agrava cuando en lu gar de centrar Ia atencién en la desigualdad de la renta se centra en Ja desigualdad de la distribucin de las libertades y las capacidades fundamentales, debido principalmente a la posibilidad de que la de- sigualdad de a renta vaya «acompafiada» de desigualdad de las ven: tajas para convertir las rentas en capacidades, Esta iltima tiende a agravar el problema de la desigualdad que ya se refleja en la desi gualdad de la renta, Por ejemplo, una persona incapacitada, enferma ode edad avanzada o desfavorecida por alguna otra razén puede te- ner problemas para genar una renta decente y, al mismo tiempo, puede tener mayores dificultades para convertir la renta en capacida- 11 des y en una vide satisfactoria, Los propios factores que impiden « tuna persona encontrar un buen trabajo y percibir una buena renta (por ejemplo, una ineapacidad) pueden colocarla en una situacién de desventaja a la hora de conseguir una buena calidad de vida in cluso con el mismo trabajo y con la misma renta* Esta relacién en trela capacidad para ganar una renta y la capacidad para utilizarla es un fendmeno empirico perfectamente conocido en los estudios so- bre la pobreza.” La desigualdad intespersonal de la renta en los re- sultados de mercado puede tender a agravatse debido a esta «com- binacién» de la falta de renta y una desventsja para convertr la renta en capacidades, Merece la pena examinar sémulténeamente la eficiencia del me- canismo del mercado desde el punto de vista de las libertades, por una patte, y la gravedad de los problemas de desigualdad de las li- bertades, por otra. Hay que resolver los problemas de equidad, so- bre todo cuando se trata de graves privaciones y extrema pobreza, y enese contexto puede muy bien desempefiar un importante papel la intervencién social, incluida la ayuda pablica. Eso es en gran medida Jo que tratan de conseguir precisamente los sistemas de seguridad social en los Estados de bienestar por medio de toda una variedad de programas, entre los cuales se encuentran la asistencia sanitaria, la ayuda pablica a los parados y a los indigentes, etc. Pero también hay que prestar atencién sinulténeamente a los aspectos del problema relacionados con la eficiencia y con la equidad, ya que la interferen- ca en el mecanismo del mercado motivada por la equidad puede cempeorar los resultados sobre la eficiencia, aun cuando promueva la equidad, Es importante dejar claro que es necesario tener en cuenta simulténeamente la equidad y la eficiencia cuando se analizan los di- ferentes aspectos de la evaluacién y la justicia sociales La necesidad de examinar al mismo tiempo distintos objetivos ya se ha afrontado eneste estudio en algunos otros contextos. Por ejem- plo, la consideramos en el capitulo 4 cuando comparamos el com- promiso social de Europa (mayor que el de Estados Unidos) de garantizar una renta y una asistencia sanitaria minimas con el ‘compromiso social de Estados Unidos (mayor que el de Europa) de mantener un clevado nivel de empleo. Los dos tipos de compromiso pueden conjugatse en gran medida, pero también pueden estar 152 en conflicto, al menos en parte. Si estan en conflicto, seria importan: te considerar sémultdneamente las dos cuestiones para saber cudles son las priotidades sociales generales, prestando atencid cticiencia como ala equidad. MERCADOS ¥ GRUPOS DE INTERESES El papel que desempefian los mercados depende no sélo de lo que pueden hacer sino también de lo que se Jes permite que hagan. El funcionamiento fluido de los mercados puede servie perfectamente a los intereses de muchas personas, pero también puede perjudicar a los intereses establecidos de algunos grupos. Si estos iltimos tienen més influencia y poder politicos, pueden tratar de conseguir que los mercados no tengan el debido espacio en la economia, Este pro- blema puede ser muy grave cuando florecen las unidades de produc- cidn monopolisticas —a pesar dela ineficiencia y de algunos tipos de ineptitud— gracias a que estén aisladas de la competencia interior 0 ‘extranjera. Los altos precios o la baja calidad que tienen los produc- tos debido a esa produccién apoyada artificialmente pueden impo- ner un notable sacrificio a la poblacién en general, pero un grupo de «| ha ejercido en el pasa do una gran influencia en el pensamiento de los economistas profe- sionales, vel propio Banco Mundial no ha sido el menos afectado. Se necesita, por el contrario, un enfoque integrado y pluralista con el fin de avanzar simultaneamente en los distintos frentes, incluidas las di- ferentes instituciones, que se refuerzan mutuamente.”” ‘A menndo resulta mas dificil vender los enfoques més amplios que las reformas més limitadas que tratan de conseguit «una cosa de cada ver». Eso podria ayudar a explicar por qué la poderosa contti- bbucién intelectual de Manmohan Singh a evar a cabo las imperiosas reformas econémicas que se introdujeron en la India en 1991 se con- centré tanto en la mera aliberalizacién», y no puso el mismo énfasis cn la extensién, tan necesaria, de las oportunidades sociales. Existe sin embargo, una profunda complementariedad entre la reduccién, por una parte, del exceso de intervencién del Estado en la gestién del que no declaren todos sus in- gresos econémicos cometetia errores de vez en cuando e impediria ue recibieran ayuda algunas personas que actéan de buena fe. ¥ lo «que no es menos importante, disuadiria a algunos que en realidad retinen las condiciones (para recibir las prestaciones establecidas) de solicitar las prestaciones a las que tienen derecho. Dada la asimerria de la informacién, no es posible eliminar los fraudes sin colocar en tuna seria situacién de riesgo a algunos de los beneficiarios honra dos.” Al tratar de eliminar el error de «tipo I» de incluir en los ne- cesitados a los que nolo son, serfa muy probable que se cometierac] error de «tipo 2>de no ineluir a algunas personas realmente neces vadas, 170 2) Distorsiin de los incentions. La distorsién de la informacién provoea fraudes, pero no altera en si misma la verdadera situacién ‘econémica subyacente, Pero la ayuda condicionada también puede influir en la conducta econémica de los individuos. Por ejemplo, la perspectiva de perderla si se gana demasiado puede dlisuadir a una persona de realizar actividades econémicas. Seria l6gico esperar que se produjeran algunos importantes cambios distorsionadores si la condicin para recibir ayuda se basa en una variable (como la renta) que puede ajustarse libremente cambiando de conducta econémica Entre los costes sociales de los cambios de conducta se encuentra, entre otras cosas, la pérdida de los frutos de las actividades econé- micas que dejan de realizarse 3) Desutilidad y estigma. Un sistema de ayuda que obligara a una persona a declararse pobre (y que se considerara una obra especial de beneficencia para con los que no pueden valerse por sf mismos) tenderia a repercutir en su amor propio, asf como en el respeto de las demas. Eso podrfa distorsionar la buisqueda de ayuda, pero el hecho de sentirse —y de ser— estigmatizado también tendria pérdidas y costes directos. Dado que para los responsables de elaborar la politi- ‘ca econdmica y social la cuestiGn del amor propio suele tener un in- terés marginal (es una preocupacién bastante «refinada»), nos toma mos la libertad de mencionar el argumento de John Rawls de que el amor propio es «quizé el bien primario mas importante» en el que ha de centrar la atencién una teoria de lajusticia basada en la equidad.”* 4) Costes administrativos, pérdida y corrupcién generales, El pro- ccedimiento de seleccién de los destinatarios de la ayuda puede tener considerables costes administrativos —consistentes en el pasto de re- ‘cursos y en retrasos burocriticos— y entraar la pérdida de intimi- dad y de autonomia individual que implican la necesidad de revelar tuna gran cantidad de informacién y el correspondiente programa de investigaci6n y seguimiento, A estos costes hay que sumar, ademas, Jos costes sociales del poder asimétrico de que disfrutan los potenta- dos de la burocracia frente alos suplicantes solicitantes. Y por siesto fuera poco, en este caso existen mayores posibilidades de que haya corrupcién, ya que en un sistema de ayuda condicionada los poten- tados adquieren la potestad de conceder prestaciones por cuya con- cesién los beneficiarios pueden no estar dispuestos a pagar. m 5) Viabilided politica y calidad. Los beneficiatios de la ayuda s ecer de in cial condicionada suelen tener poco poder politico y ca fluencia para mantener los programas en las disputas politieas o la calidad de los servicios ofrecides. En Estados Unidos, esta conside racién ha sido el motive de algunos conocidos argumentos a favor de la creacidn de programas «universales», destinados a amplias eapas de la poblacién, en lugar de programas muy especificos d sélo a los mas pobres.” Este argumento también es inevitablemente vilido en parte en el caso de los paises mas pobres stinados La taz6n por la que esbozamos estas dificultades no es para sue getir que la elaboracién de programas de ayuda destinados a grupos especificos no tiene sentido o siempre plantea problemas, sino sélo para sefialar que hay consideraciones contraras al sencillo argumen- toa favor de la seleccién perfecta de los destinatarios. La definicién de beneficiatios especificoses, de hecho, un fnieto, no un resultado, Aun cuando los resultados pretendidos y conseguidas fueran justa- ‘mente los correctos, ¢30 no tendria por qué querer decir que los in tentos en forma de programas condicionados produjeron esos resul tados, Dado que las razones para crear programas dependientes de los ingresos y muy condicionados ha ganado tanto terreno reciente- mente en los circulos piblicos (basindose en un razonamiento bas- tante elemental), también merece la pena poner énfasis en los pro- blemas y los efectos desincentivadores de la politica propuesta AGENGIA Y BASH DE INFORMACION Seria casi imposible tratar de encontrar una raz6n para defender 0 rechazar sin paliativos los programas dependientes de los ingresos basandose en argumentos muy generales, y la importancia del anali sis anterior reside principalmente en que indica tanto los argumentos contrarios a los programas dependientes de los ingresos basados en. titerios muy detallados como los argumentos a favor. En la précti-

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