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EL BUHO Y LA SERPIENTE Ensayos sobre la filosefia en ivieaico en el siglo xx Guillermo Hurtado Universipap Nactonat AuT6NoMA DE MEx:co México, 2007 FILOSOFIA EN MEXICO Y FILOSOFIA MEXICANA En una segunda instancia, depende de que lo pen- sado contribuya en algo a una discusién. La originalidad de un pensamiento filosdfico debe juzgarse en el contexto de didlogo es- He desarrollado con mayor extensién esta concepcién de la filosofia en mi en- sayo “El didlogo de las filosofias”. » Ast lo expresaba Samuel Ramos hace més de setenta afios: “He querido, desde hace tiempo, hacer comprender que el nico punto de vista justo cn México es pensar como mexicanos. (...) con frecuencia pensamos como si fuéramos extran- jeros, desde un punto de vista que no es el sitio en el que espiritual y marerial- menie estamos colocados.” El perfil del hombre y la cultura en México, p. 135. 8 Sobre el concepto de originariedad y su relacién con el de originalidad, véase Ernesto Mayz Vallenilla, El problema de América. Guillermo Hurtado _Becifico, y es en ese contexto que tiene que ser t ampliativo, no repe- titivo. Quiero aclarar que, asf entendida, la originalidad de un Planteamiento filoséfico no siempre equivale a su novedad, su pe- culiaridad 0 su rareza. Puede haber pensamiento originario y am- pliativo que no sea del todo novedoso o peculiar o raro.* Lo que sf considero que es una condicién del pensamiento origi- nal es su solidea, y con esto quiero decir que su contribucién a la discusién no sea débil o efimera, sino que permita, en efecto, que ésta avance hacia algiin lado. También soy de la opinién de que el ‘rigor y la claridad ayudan mucho a que el pensamiento sea sélido. No hay, por lo tanto, contradiccién alguna entre los proyectos modernizadores, como el de la filosofia analitica, que han preconi- zado el rigor y la claridad, y el proyecto de construir una filosofia mexicana.5 En resumen: para tener una filosofia mexicana debemos trabajar para que la filosoffa que se hace en México sea originaria, ampliati- vay sdlida (y, de preferencia, rigurosa y clara). Hay que precisar que la originalidad asf entendida no se restringe a. una cualidad del pensamiento individual, sino que también puede serlo del pensamiento de una colectividad. En este caso, es la di | cusién misma la que se vuelve original, més alli de las aportaciones de este o de aquel individuo. Podria pensarse que la cultura mexicana llegé muy tarde a la filosofia para producir una filosoffa originaria o ampliativa. Yo no lo creo. La originalidad radical de los antiguos griegos consistié, segiin Heidegger, en la formulacién de preguntas nunca antes plan- 4 Mi concepcién de la originalidad se distingue de las de José Gaos (cf. En torno a la filosofta mexicana) y Augusto Salazar Bondy (cfr. zExiste una filosofia de nues- sra América’). Para ellos, la originalidad siempre implica novedad. Para una clasifi- cacién de diversos tipos de originalidad entendida como una contribucién a la discusién, vid. Maite Ezcurdia, “Originalidad y presencia’. * Luis Villoro nos ha mstrado que la filosofiarigurosa no s6lo puede ser auténti- cae incluso liberadora, sino que para que sca eféctivamente liberadora y auxé debe set también rigurosa. (Cfr. Luis Villoro, “Leopoldo Zea: la posibilidad de una filosofia latinoamericana”.) ica Filosofia en México y filosofta mexicana teadas. Pero después de los griegos podemos hablar —por dar dos ejemplos cualesquiera— de la originalidad de la escoléstica jesuita o del pragmatismo norteamericano. Los jesuitas y los pragmatistas fen originales porque plantearon preguntas —viejas y nuevas— desde el crisol de sus circunscancias. En ambos casos encontramos riipturas con filosoffas previas, pero también una recuperacién de ellas, una reformulacién de viejos problemas en un nuevo lenguaje. De igual modo, la filosofia mexicana no tiene por qué tratar de in- ventar el hilo negro o de ocuparse exclusivamente de nuestras pe- culiaridades, sino que puede ser tan universal como cualquier otra + y debe aspirar a ello, pero para llegar a la universalidad buscada debe comenzar por una seflexién honda y genuina que parta de su circunstancia cultural ¢ histérica, y que ademés contribuya a la dis- cusién filosdfica ya existente de una manera original y sélida.¢ Condiciones para el desarrollo de la filosofia mexicana No basta con la creacién de filosoffa original para que exista una filosoffa mexicana. Se requiere, ademés, del funcionamiento de | practicas ¢ instituciones que generen y sustenten(didlogos :riticos yl ‘igurosos y, sobre todo, que preserven la memoria y fomenten la : fenovacién de dichos didlogos a lo lazgo del tiempo en Ia forma de | | tradiciones filosdficas propias. Sin nada de esto, el pensamiento ' Filoséfico mexicano original, por bueno que sea, quedard limitado a la labor efimera de unos pocos individuos aislados. Se han equi- vocado, por lo tanto, quienes han pensado que el proyecto de nor- malizacién —para usar el feo término de Francisco Romero— de la filosoffa mexicana consiste tinicamente en formar filésofos mexi- © En 1942, en su ensayo “En torno a una filosofia americana’, Zea vela con clari- dad que la consideracién de los problemas universales no puede prescindir de la conciencia de nuestra propia circunstancia y viceversa, la consideracién de los problemas de nuestra circunscancia tampoco pucde tratarse a fondo sin consideras su dimensisn universal Guillermo Hurtado canos que hagan filosofia profesional, original, sdlida, rigurosa, etcétera. Por importante ¢ indispensable que sea, eso es sdlo una parte del proyecto que deberfamos plantearnos. Sin la creacién de |. ‘ didlogos y de comunidades sélidas, no sdlo no tendremos una ge- nuina filosofia mexicana, sino que ni siquiera tendremos una bue- na filosoffa en México (vid., capitulo uno, supra). Podrfa responderse que los buenos filésofos mexicanos pueden encontrar en el extranjero los elementos que precisan para su desa- rrollo, y que, gracias a ello, es posible que hagan filosofia de muy al- to nivel sin tener el respaldo de comunidades 0 tradiciones filosdficas propias. El caso de los filésofos analiticos mexicanos es paradigmsti- co, y diré algo sobre él ya que lo conozco de cerca. Alpunos de ellos consideran que su bienestar filosdfico esté en funcidn del grado de incorporacién que tengan con los centtos de la filosoffa analitica en el extranjero. Esta incorporacién exige la adopcién del inglés como lenguaje filosdfico. Y esto abre un hueco entre el idioma en el que el filésofo analitico mexicano piensa que debe hacer filosofia y e! idio- ma en el que la ensefia y la difunde en México e incluso con el que dialoga —cuando llega a hacerlo— con sus colegas mexicanos.” Es- ta situacién empuja al fildsofo analitico mexicano a emigrar. Si se queda a vivir aqui, aunque publique en inglés y asista con frecuencia a conferencias fuera del pats, puede sentir que esta en una posicién de desyentaja, o hasta de marginacién.® Y esto que le sucede a los analfticos también les pasa —aunque sea menos evidente, incluso para ellos mismos— a los filésofos mexicanos que pertenecen a otras escuelas que ven en el extranjero su meca intelectual.? 7 Me he ocupado con anterioridad de este asunto, y de otros que trato en este capi- tulo y el anterior, en mi articulo */Tiene sentido la filosofia hispanoancsicana?”. " Esta marginacién es resultado, entre otras causas, de la ignorancia que hay en los cfrculos filoséficos norteamericanos de la filosofla que se hace en México y en América Latina, incluso de la filosofia analitica que se practica en nuestros pa(ses. Vid. mi “Resefia de la Routledge Encyclopedia of Philosophy’. ? Reitero que no propongo el disparate de que dejemos de dialogar con fildsofos de otros paises. Por el contratio, creo que mientras no exista una genuina filosofia Filosofia en México y filosofta mexicana Lo anterior es inaceptable. No es posible que atin se crea que no existen, ni existirdn, las condiciones para que la filosofia hecha en México tenga el mismo valor o relevancia que aquella realizada en otros lados. Algunos dirén que mientras sigamos siendo un pats po- bre no las podré haber. En 1932, Vasconcelos se preguntaba: “;Seré posible que nosotros, que no podemos hacer un imperio, no haga- mos tampoco Metafisica?”."” La respuesta es no. Existen ya los ei mentos para seguir creando una filosofia mexicana. Lo tinico que falta es que trabajemos seriamente en dicha tarea. ¢Cémo estudiar a la filosofta mexicana? La elaboracién de una filosoffa mexicana no puede dejar de lado una recuperacién sistematica y critica de la obra de los principales filésofos mexicanos del pasado. Pero, ;quiénes son? Esta pregunta requiere de una respuesta colectiva por parte de los historiadores de la filosofia mexicana, Sin embargo, me atreverfa a sostener que deberfamos recuperar la obra de algunos de nuestros filésofos escoldsticos mds destacados, como Francisco Rubio, y de otras figuras virreinales, como sor Juana Inés de la Cruz. En el siglo xix también hay muchos autores que no podemos omitir en una historia de nuestro pensamiento filosdfico, entre ellos: Francisco Severo Maldonado, José Maria Luis Mora y Gabino Barreda." En el siglo xx tuvimos filésofos sobresalientes cuya obra debe seguir es- mexicana no habré, en verdad, dicho dislogo. Y es que lo que tenemos ahora —sal- vo contadas excepciones— no ¢s un intercambio genuino entre ellos y nosotros. Para que el didlogo exista, para que sea interesante y fructifero pura ambas partes, tenemos que proponer algo original; de otra forma, slo tomaremos notas cuando ellos hablan o, en el mejor de los casos, haremos comentarios apropiados acerca de su discurso. °® José Vasconcelos, Evia, p. 34- “ Para un panorama de la filosofia en México en el siglo xix, véase la obra del equipo de Marfa del Carmen Rovira: Una aproximacién a la historia de las ideas filoséficas en México: siglo x1x y principios del xx. Guillermo Hurtado tudidndose para preservar sus preocupaciones y desarrollar sus propuestas. Hay en los escritos de Antonio Caso, Jos¢ Vasconcelos, Samuel Ramos, Leopoldo Zea, Emilio Uranga y Luis Villoro, re- flexiones profundas sin ias cuales no podria entenderse la historia de nuestras ideas. Se nos podria recordar que er las clases de historia de la filosofia en México impartidas en todas las escuelas de filosofia del pafs se ensefia a estos autores. Pero me parece que es un error recluir a la filosoffa mexicana en un tinconcito del plan de estudios. Lo que ha- bria que hacer es, en la medida de lo posible, de lo justo y de lo sensato, estudiar la filosoffa entera desde nuestra perspectiva, desde nuestros autores y desde las discusiones que se susciten entre noso- tros. Eso no significa, insisto, que tinicamente leamos a nuestros autores ¢ ignoremos a todos los dems.|No, lo que propongo es que [sea a la luz. de aquellos que estudiemo: ""precisamente lo que se hace en otras partes del mundo, como In- glaterra, Francia o Alemania, en donde existen comunidades filosé- ficas sélidas? Si vamos a ensefiar teorfa del conocimiento, por rn saber y conocer. Algunos epistemélogos mexicanos hemos adoptado este li- stos. |;Acaso no es esto ejemplo, podriamos partir de una lectura comin de G bro como una referencia central de nuestro trabajo." Si se ampliara este circulo, si la discusién fuese permanente y llegase a todas las aulas de nuestras escuelas de filosoffa, podrfamos sentar las bases para el desarrollo de una epistemologia mexicana. Y algo similar podrfa decirse sobre la creacién de una hermenéutica mexicitia t mando como punto de partida de la discusién al Trarado de herme- | néutica analigica de Mauricio Beuchot. Si extendemos la lista de autores y de obras estudiades con el fin de abarcar la filosoffa iberoamericana en su conjunto, la labor que propongo podrfa resultar menos asfixiante para aquellos colegas acos- " Sobre la epistemologia de Luis Villoro véase: Ernesto Garzén Valdés y Fern do Salmerén (eds), pistemologia y cultura. En torno a la obra de Luis Villoro, y mi arciculo “;Saber sin verdad? Objeciones a un argumento de Villoro”. Filosofia en México y filosofta mexicana tumbrados a relacionarse con la filosoffa mundial como quien escoge viandas en un menti. No olvidemos que la filosoffia mexicana es parte de una filosoffa més amplia escrita en espafiol.yHay una estrecha conexién histérica entre la filosofia mexicana y la espafiola. Un fildso/ fo mexicano debe estudiar y adoptar como suyas, por herencia legfti- ma, las obras de los pensadores del Siglo de Oro hispano. Y también debe conocer las de aquellos filosuios espatioles mds recientes que sss dejado huella en el pensamiento mexicano, como José Ortega y Gasset. Por otra parte —y esto es no menos importante— un filéso- _fo mexicano debe reconacerse como hispano-americano, y €s0 eso quiere decir que no sélo debe conocer la filosofia que se ha hecho en nuestros paises, sino que debe buscar entablar didlogos sobre temas comuncs con sus colegas de Argentina, Colombia, Pert, etcétera. Es alentador observar que existen en la actualidad —especialmente entre los miem- bros de las generaciones més recientes— grupos de discusién integra- dos por filésofos iberoamericanos. Pero aiin falta mucho por hacer. Algunas rutas de la filo 2; ¢ nexicana He dicho que una genuina filosoffa mexicana debe partir de una re- flexién sobre su propia circunstancia. Antes de acabar mencionaré algunas de las rutas que pueden trazarse entre nuestra realidad y nuestra filosoffa. No es mi intencién afirmar que las vias que voy a sefialar sean las Ainicas que deban seguirse, ni las que deban seguirse de manera pre- ferente. La filosofia mexicana puede ocuparse de lo que le plazca. Lo tinico que pretendo es sugerir algunos senderos que, en mi opi- nién, pueden ser interesantes 0 provechosos. La teolopfa fue en la Nueva Espafia una disciplina ligada a los asun- tos mds importantes de la vida. Pienso que no deberfamos descuidar en nuestro pais el cultivo de la filosofia de la religién —entendida de un modo plural y antidoga er al- gain dels motivadones midi profundss deinvestos acs, wo todo, para comp.’ Pe Guillermo Hurtado Hay una respetable tradicién mexicana de reflexién metafisica. Los datos para esta disciplina que se hallan en México son iguales a los que se encuentran en cualquier otra parte; aunque no debemos olvi- dar —aunque sca por curiosidad— la pretensién de Emi Uranga de buscar en los modos del ser del mexicano las notas caracter{sticas de 'o existencia humana. Fr este caso, conviene tomar en cuenta otras manifestaciones de pensamiento metafisico que hay en nuestra cul- tura, como las que se vislumbran en algunos poemas de Ramén Lépez Velarde, José Gorostiza y Octavio Paz. Datos y motivaciones para el cultivo de la epistemologia no fal- tan en un pafs como el nuestro en el que —para recordar a Ruiz de - Alarcén— la verdad suele ser sospechosa. La filosoffa puede con- tribuir enormemente al estudio urgente de cémo creemos, du- damos y sospechamos los mexicanos. Ligado a lo anterior esta el estudio de la manera en Ia que los mexicanos razonamos y debatimos. La tradicién Iégica mexicana se extiende desde Alonso de la Vera Cruz y Antonio Rubio hasta la ac- tualidad. La ensefianza de la légica en el bachillerato debe verse como una tarea indispensable para formar a los ciudadanos de la demo- cracia a la que aspiramos. Antonio Caso propuso una ética social basada en la caridad (vid. capitulo tres, infra). Otros fildsofos mexicanos, como Luis Villoro y Juliana Gonzélez, han subrayado de diversas maneras el papel que desempefia el amor —en un sentido amplio del término— en nues- tro vinculo con los otros. Pienso que en los tiempos nublados en los que ahora vivimos, ésta es una linea de la filosofia mexicana que convendria ser recuperada. Muchos mexicanos viven todavia en condiciones inaceptables de miseria, marginacién ¢ ignorancia, Nuestra filosofia no puede igno- tar este dato doloroso y palmario. Sin olvidar, por supuesto, el tema de cémo hacer justicia a los pueblo: digenas mexicanos. En este contexto hemos de entender el problema, que venimos cargando desde el siglo xrx, de cual ha de ser nuestra forma de go- bierno, de cémo hemos de organizar nuestra democracia. La fi- Filosofia en México y filosofia mexicana losofla mexicana debe abordar este problema con toda seriedad y rigor. Una filosofia sobre y para México He dicho que la filosofia mexicana no debe tratar tinicamente de te- mas mexicanos o que deba poner a éstos por encima de otros. La filo- sofla mexicana puede ocuparse de cualquier cosa de la que se ocupe la filosoffa genuina. Sin embargo, lo anterior no implica que la filo- sofia mexicana deba renunciar a la aspiracién legitima de construir | se una filosofia sobre México y para México. Es deseable que la filosofia mexicana diga algo a los mexicanos y sea de utilidad para ellos."* Para que una filosofia mexicana sea también una filosofia sobre y para México debe plantearse, a mi modo de ver, tres preguntas fun- damentales: zqué fiuimos?, qué somos?, zqué queremos ser? Estas interrogantes no deben entenderse como un busqueda de definiciones esenciales, fijas, sino como un afin de comprensién para guiar nuestra accién. La primera de ellas ha de ser abordada por una filosofia de la his- toria de México. Sobre la historia de México han reflexionado des- de la filosofia autores como: Gabino Barreda, Justo Sierra, Antonio Caso, José Vasconcelos, Edmundo O'Gorman, Léopoldo Zea y | Luis Villoro. Es preocupante, sin embargo, que hoy en dia esa re- \ 5 La idea de que la filosofia mexicana ha de ocuparse de la realidad mexicana y de setle itil, se origina en la obra de Antonio Caso, pero alcanza su formulacién més conocida en el ensayo seminal de Leopoldo Zea “La filosofta como compromiso”. Yo prefiero hablar de la utilidad de la filosofia mexicana para la realidad mexicana, que de su compromiso con ella. Esto podréz generar la impresién de que mi posi- cidn se acerca mds al pragmatismo que a la combinacién de orteguismo y sartrea- nismo del Zea de aquel célebre texto. No obstante, quisiera aclarar que aunque, en efecto, mi posicién sobre la fiencién de la flosofta es cercana a la de los pragmatis- y dle manera "as significativa, a la posicién original de Antonio Caso, expuesta en sus libros Discursos a la nacién mexicana y Fl problema de Méxi- oy la ideologla nacional. (Vid. capitulo tes, infra.) ras, también lo Guillermo Hurtado | flexién se haya abandonado. Esto habla mal, me parece, no sdlo de | Ruestra filosofla académica, sino del clima intelectual de nuestros | dias, _La segunda pregunta pertenece a lo que podriamos llamar una “hermenéutica del presente mexicano Lo que se pretenderia con ello ¢s una comprensidn de te actiralidad con base en categortas filnsé- ficas propias. La filosoffa de lo mexicano de Antonio Caso, Samuel Ramos y Emilio Uranga, fue una manera de llevar a cabo dicho Proyecto (vid. capitulo cuatro, infra). Pero pienso que hoy en dia debemos buscar otras maneras de realizarlo, eit las que no repiga? mos los errores filos6ficos e ideolégicos que ellos pudieron haber cometido. e La tercera pregunta puede entenderse como la manifestacién de las esperanzas sociales de la nacidn. En este sentido del término —que ha sido desarrollado por Richard Rorty en relacién con los Estados Unidos—* podemos decir que la filosofia mexicana debe intentar orientar la conformacién continua de la nacién mexicana, es decir, sentar las bases para un proyecto de nacién como algo-a realizar por to- dos de una manera democratica. Al adoptar estas tareas como suyas, la filosofia mexicana estard en la condicién de realizar un servicio a la patria que es mucho mayor que el que pueda ofrecerle tinicamente la filosofia en México, por buena que ésta sea. Una filosofia mexicana podria ayudar a disipar el pesimismo que ahora nos agobia, no para hacernos caer en otro optimismo sin sus- tento," sino para hacernos comprender que todos juntos tenemos la responsabilidad de construir un futuro mejor, y que para ello nos conviene adoptar ideas que sirvan para ese propésito.'* 4 Vid. Richard Rori,, Achieving our country. '' Gf. Emilio Uranga, “Optimismo y pesimismo del mexicano”. ““ Vid. Antonio Caso, El problema de México y la ideologi nacional,

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