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| y latonta Ley eee. 7oTK INDICE PROLOGO. PARATERMINARCON LA MADRE ‘Un ercor muy generalizado wall Laaversitin al cimbarazo Laadoracion de la virginidad . ‘Marfa, madre dle codas las contradieciones El suefta de los matrimanios no consimados , La madre siempre perdedora «.... |, LAINFERIORIDAD DE LA MUJER La formacidn de una idea Lavisida de Jestis ... La mujer en el Antiguo ‘Testament Laaparicién del pecade ...... Las ambigtiedades de san Pabl La desconfianza delos filésofos San Agustin y los ures bienes Las deficiencias fermeninas La mujer carnal .. Un ser muy irracional . Impura, demasiado impure Un compendig de tados los vicias La trimpa dela belleza... Situacign material .. Unacxistencia diseurida Multiples vejactones .. Obediencia ante todo —7— 2. LAPUTA Lateorla cristiana dela came ...... Prostitutas de otros tiempos .. Seres capaces de cualquier casa Elamorcomo catdstrof El placer mal visto - Restticciones en el tiempo y ellugar . Elsexo al minimo .. Libesalizaciones formal El gran malentendido .. La lascivia de la mujer... Una mujer espermdtica Insaciable y ardiente .... Mastucts Contra el aborro y la anticoncepeién.... Muchas contradicciones idny homosexualidad fe a sexo enel confesionario Una severidad en aumento Lua época de los encesos La batalla dela madre .... Desesperoy desinterds Ayer y hoy 3. LABRUJA Lainvencidn de la brujerfa demonfaca . 115 Lahereneia antigua . . 17 Las das brujerias .... 120 Las hetejes y la Inga 122 Retrato robot de la bruja 123 El diablo prefiecea las mujeres 125 Las primeras victiinas .. 126 La guerra de las brujas.... 128 Mujeres diabdlicas . 130 Antifeminismo y Reforma Nuevos acusadores delas mujeres . Frio y crueldad ......eesee Las ciftas de la masacre 0... 134 135 Todas en el banquillo Sociolop(a de las bruja Desgraciadas viudas El martirio de las mujeres. Las detencianes En busca de pruebas Las marcas del diablo .. La hora de la tortura . Ei valor femeninoante la muerte La responsabilidad de la Iglesia... 4. LASANTA Las voces de Cristo .. . Las primeras elegidas.. Samas com HES eves El control dela palabra Las exedntricas .... Santas reconocidas . Las mujeres de Cristo. Las tolerables Las escandalosas...... Santa Teresa de Jestis Las estigmatizaclas ... Dudas sobre las ma: Casos dificiles ....... Una actitud general de desconfianza Las siervas.de Cristo... Entrar en las drdenes ..... Condiciones de ingreso Un universo desértico Castigosy humillaciones Estallidas y rebeliones Laincomprensidn del clere .. 5. LATONTA Modernidad e ignorancia .... La condena de los atavios ........- Peinado, maquillaje yjoyas we Corsés ysujetadores El defecto de la coqueteria Inconw Embel El racion’ El principio de una ens Problemas de la ensenanza mixta «... Leer y eseribil El contenido ded Las asignaturas prohibidas ..... Laaversién ala novela El crasfondo politico . chazoalaculturay lad Teatro y ballets corruprotes ... Incapacitadas para el ar El peligre de los bai Alinflerno por un vals Elia La fel El uniforme y fa sumisi 5. ude! complemer cidad en casa ., La mujer despreciada universalmnente..... Las causas del antifeminismo . Eleristianisn Lacontradiccién de tas A favar o.en contra dela ordenacién sacerdot de las mujeres . Una desafortunada er Controversi La iktima oportunidad iMisién imposible? Bibliografi entes dela moda... 0, victima desi mismo ...... sobre la procredtica .. Una evolucién muy tardia cc... fianza femenina eAANEA ......- iversian, we yel deporte CG, COD ese CONCLUSION hechos —0— PROLOGO Para terminar con la madre Elcatolicismo, aunque llevealgtin tiempo jurando ta contratio, nunca haapreciado demasiado a la mujer. Siempre ha sospechado que eta porta- dorade todo tipo de taras. General mente la a representado bajo cuatro formas, y ror como tuna libidinosa, como una compafiera del dia blo, como una imbéeil y, en ear casiones, como una santa, sibien algo molesta. Este fantasma todavia pesa sabre las decisiones de Roma, Alolargo de los sighos se ha t och una voluntad deliberada de someter y da al excluira la mujer, Durante mucho tiempo se le ha negado la et mundo del trabajo, el saber, la culeura, la ardenacidn, los derechos civiles, ¥ todoello can ka aprol masculina deci- Lo que queremos escribires la historia de esta misoginia eclesidstica, cién de burena partede la opin Ua error muy generalizads Con todo, ¢s otra ide choala Ig maséste prolago a destruir esta idea, que es ka siguie s tedlogos cristianos se farmaron de lamujer fucel de madre, cl de mujer casada con numerosa prole, consagrada al hogar y dispuesta a dar lo resi mismaa su familia. Marfa, madre de Jestis, encarnd desde el Ja que triunfa, un prejuicio que conviene mu siay iestto alrededor, Dedicare- fconcepto que conti nuamente ofmos cel p que | origen tan uminasa imagen. aidea os falsa 0, af menos, requiere serios rtatices, sobre tode en lo que respecta al tiempo (sdlo fue cierta parcialmente y en determinados momentos, ms bien eseasos), La madre jamds fuc la mujer ideal para los primeros cristianos, nisin duda para muchos de sus sucesores, Antes 4 i entrar con mds detalle en el debate, una cita de Joseph de Maistre (1753- 1821) puede seevirnos de ilustracidn, Resume muy bien el concepto nds habitual que de la mujerse.tiene en la religidn crisciana Con una mevéla de admiracién y desprecio, este autor catdlica francés oon inventado nunca nada, siempre wuvieron interés en ser madres. Ast al m rd también a las mujeres como unosseres medineres que,.al no habet nos, prodigando mimosy cuidados, consiguen hacer algo: hi Jos telescopios, pera hacen algo ms grande que tedo esa. En sus tega zdsse forma lo mds excelente que hay en el mundo: un hombre hon wy una mujer hone Seguin este concepro, ya presente cn san Pablo enel siglo ide nucstea era, la chujer, que ya empezd mal con la craicién de Eva en los jardines de Edén, sélo puede alcanzar la salvacién trasformdndose en madre. Pero sila mujer tiene que «hacerse» madre, #transtormarses en madre, no significa 630 reconocer que.no es originalmente madre, que la maternidad no est: vocacién primera, sino su vocacidn segunda y forada? vice presentarse como el prototipo iandad, estuvo largo tiempo considerada camo pecact racidn quesecancedié a Marfaa par devocién no seremonta en absoluto a Sinembargo,la madre, ala que hey de lactis algo la sacé del desprecio, fxela consi de determinado mont yvil $i ente, Pere: los Evangelios, sine que fue tard madre? No sc puede deducir tal cosa de los textos, La verdadera familia de Cristo no erani Marfa, ni Jose, sir nbre de pabresy desdicha- dos, de aquellas que 1o abandonaban todo para seguirle sus pasos. {Tuvo Jestis un respeto especial por su la muche Es més, los redactares de los Evangeliossélo prestan la palabra a Marla i di nes, La mencionan a menudo, pero ella no dice nada; no irige a aparece en muchos episodios de la vida desu hijo. Cuando Jestis se ella, no le hace ni de muy buena gana ni con demasiado tespero, En las bodas de Ca revermente que Falta vino: «S¢ han quedado sin vino» La respuesta de Jestis es sorprendlente: «Mujer, qué entre ni y yo Hoy en di ¢ mas sencillamente como: «Muj Marfaacudea di se trad 1. J. de Maistre, Letmes et opuscues indaiss, Paris, 1851, 1yp. 148 2.Jn. 2,3. —12— 1é quieres demé » No es ran imponente; pero tampoco parece mds ama- indase deun hijo que habla a su madre. ble, tts Mas sorprendenve ain es que Jestis,a lo largo de sa badaa Marfa, y.nisiquicra, al saberse condenada, le encaga t Asl pues, la distingu/a claramence de los apdstoles. En tanto que madge, parece haber a, jams pidis dn alguna, do un persanaje secundazio en Ia vida de Cristo. jSe puede mantener, entonces, que la Iglesia cristiana ha sida favorable drey ala maternidad de manera constante? En ciertas épocas sf lo udablemente, Apayé ala familia; incluso ala familia namerosa, y lo izo hasta el absurdo, Hubo que esperar quince o dieciséis siglos pata que nentes fireclaras {come Domingo de Sato y Pedro Ledesma).com- prendicran ys 1 cemasiados hijos padfan crear problemas, pauperizar a las familias y poner en peligro la unién de una pareja. Mientias tanto, numetosos tedlo- de una natafidad abundante. En el sigho xvtse imonial, Benedicti, cl redlogo lionds de final siglo, todavia aconsejaha tener tantos hijos como fuera posi ny mantenimiienta, ral como velaba por los pa nites.’ Enel sigho xn y enel siglo xx, épocas de lucha contra la anticon: y clabarta, tambicn s¢ alentaton las macernicades incesanites. algunas ace: ran a decir una verdad tan escandalosa come ésta: gos canraron fas alabar ble. Dios por sualimentac Lit aversion al embarazo No obstante; serfa del rode inexacto hablar de un supuesto isma.ci dela Iglesia, que comosiempre hubieta sido pattidaria de los nacimientos sin limites, Desde ef principio, algunos Padres de la Iglesia y grandes tedlages an sus reservas, incluso a veces su hostilidad, con regpecto a la cla firmemente que el fin de los tiempos se siguid xima come estaba la venida.del procres cidn, Puesto que Jestis taba cercano, temor compatride por sus sucesorés inmediar ndo durante un tiempo que, Reino, no habfa por qué hundirse on la carne pecaminasa para proctear. Ya en los primeros sighos de nuestra era existia la conyiccién de quela poblada. Cuando predican Basilio (329-379), ‘Gregorio de Nisa (335-394) y, sobre todo, san Jerdnime (347-420), afir man que sel mundo ya esté leno, ya no cabemos en la Tiersas, El L. La Somme ides péches, ML, 4. poblacionismo no estd de mada entonces; ni mucho menos se desea la nuultiplicacién sin freno de esosnifiog que jestis queria dejar «que se acer ranaéles Las Padres deda Iglesia incipi Impe 108 No pa sighory, de cfanel marr ilo contrario. En el aan, mas b dic nel io roman, las cris hasta conseguir labo emperador procreacién,’ Prefieren la pureza yel celibaro a de Nisa a fres. Ambrosi usgusto, leyes Julia y Papia, que favore a preciaa las witgenes; alas que quicce divini- Tan yno (340-397), como y es algunos herejes agndsticos, pronuncia con fervor una. ftase que parece anunciar a Malthus y la restriccidn de nacimiente ilests Inicluse marernidad. Greg itaali nosas las est erce percibir, en las virgenes, un earoma ex de casarse, lo cual es bastante ras de Cristo sobre la indisalubilidad y la santi- Jetdnimo llega a poner en dudael ince sorprendente tras fas pal dad dely est atrapado entre dos hiegos lice Jerdnimo—. Si se ha se casa sulo conyugel, cteado por Dios mismo. «El hombre ¢ do con una la. Si ella es amable, el amor de esta mujer desagradable, no puede sopa {el inficno) a la tierea agostada, al incendio.e? ese] queencarna la pareja formada por mujeres compatable al “seol Para Jernima,el matcinsonio idea y José: son wamigos», sin relaciones sexuales, También araca el embarazo, lo cual ¢s una novedad, Elembarazo daa i feat En 393, en su Contre fov oo horror. El embarazo esta relaciona- hanD, una mujer uf vaspecto repulsivos, describe la g » conel petiedo de menstruacidn, tiempo de impurera. Tener hijas es el Grero, estar prontd rodeada de agradable en tedo esto. Se ditia que las madres dn come tn aucen 4 qd damerse hitncha somaeterse a uh marida, ¥ niftos Hlorosas, No lke asquear a} adres y de la maternidad s. El mismo parto fue enaquel ‘Tras rales escritos, la devaluacién d prosepuirfa al menos durante uno o dos sig entonees eonsideradg.como algo odiaso: Como el Levitica ya habia dicho, una mujer que acababa de dara luz debia alejarse del-santuario: cusrenta dias, si era nitio, y sesenta dias —extraordinaria pruchade misoginia—si era nif asm nt sin duda por ser més impura o poraportar mis impureza a su rnadre.’ La misma disposicién, que 1. Tertuliano, Quinto Septimin Florente, Apologta cantne ls gendéles, TV, & 2. Jeronimo, 250. 3, Jerdénimo, 0 4. Ly 12, 1-8. 1l4— Jen mayor o menor medida, y que consistia cn que en las parroquias se prohibiera lao snuniéna las mujeres que acababan de parir, Fue al menos cpetida por muchos tedlogos de los primeros siglos, en particular por Sagno (540-604). Cémo se puede decir que Gregorio i a madre encarnaba al prototipe de cristiana cidn que le confiere su especi sto cuands estaba cumpliende la fur dy. como dirfa alguien, su.grande » al mundo), la alejaban del altar, y por tanto de Dios, como si feta una a, una prosticuta, wna infame? Mas tarde aun, cas l,j ie 4. con respecto al honsbre (traer un a dpoca, quedarin rasteos de estasideas, y his solreronas (las «auténticas» solteronas, hay que precisar), gazardin duran- icos. Ellas se mantienen puras y alegres, pues jamas han conacido fos horrores 1 ydel parto. Admiracién porellas esto qucexpresa el rexto de un cura de principios del sigh 2% que lamenta visiblemente que ya hubieran dejado de existir: te largo tiempo de una excepcional simpatia entre log catd envilecedores del sexo, de esvirgamien ‘éntica solter ws labios: ya fay sesenta de vista social y religioso, sobre to 0. La ios vodavta canta... Desde el punta Laav a esta llena de dicha, lena ce entusia risa perla en nuestros das; cl papel dela crona ha aumentado significativamenceyy su utilidad, innegable en tiempos pa tos, st transforma, debido a log acontecimientos, en ad,! una nece Pr to habra quien se pregunte si estos pensamientos representaban verdaderamentesla Iglesia. -Estaban «aun rsin fin. En sus origenes Roma no tents orginizada ins Joss? Es un gian problema le se pu Su. Comutiticac como hoy en dia. No disponia ni dela Congrega A Romana para la Doctriisa de la Fe, ni del Osertutore Romana, ni de la recientisima pdpina en nternet www.vatican.ya, encargacos ahor. unto cons las enefelicas y ottas publicaciones de los actos de la sede, de mantener informada al mundo sobre el pensamiento catélico oficl ‘Cuando se utiliza la p: conviene ser siempre muy escrupulose. Ha habe Alo largo de los.iglos, inc na cristiana mds romana, se ha defendide todo (o casi) labca lesiae coma sujeta dels frase, sin duda varias Iglesiasy, siempre, varias voces dentro’ dela Iglesi ladocrri- toda bo 80 ramb concrario, 1, Abbé Louis Mazar, Ler Vi er Filles, Parts, 1909. p. LOQ, —lh— Pera la prudencia det historiador debe servirle, precisamente, para di- jar cudles fueron de verdad, en determinados momentos, las grandes tendencias mayorlearias del pensamiento religiasa de nuestro cantinente. Sobre el tema que nos acupa, no hayduda posible. En cuanto al objeto de este prélogo —rebatir Ja representacidin de madte como mujer ideal alos ojos de la Iglesia—, es indiscunible que la tnadze no siempre fue, y quizd ao fue nunca, la mujer perfects, dLasantificacién de las madres no fue més bien una tendencta republi- cana, cuando mes laica, si no socialista, tardfa en cualquier caso y propia de los Gempos modemos, especialmente de los siglos XvUt y XIX? “oO En cuantoa la Iglesia, a pesar de haber dado un giro favorable a las madtes y dehaber corregido, al menos, algunas frises 0 condenas excesivas lanzadas en su ciempo, hay que ‘decir que su ideal femenino parece seguir estando ligado ala virginidad. La adoracién de la vinginidad La madre no ha podide ocupar nunca el puestode honoren el eristia- nismo porla sencilla razdn de que la gloria parecid estar. prometida en un principio, y quizd siempre, a los hombres y mujeres que peemaneciesen virgenes. Es el.caso de Jestis, No se casé nunca. Enalgunos vers(culas que, segiin ¢l mismo, son de difleil interpretacidn, elogia a los euntucos,.c al menos a quiencs lo son paraservira Dios: Hay eunucos que inacieron as{ del sena materno. Hay eunucos que fueron hechos por los hombres, ¥ los hay quese hicieron eunucos asf mismos por amor al reino de los cielos. El que pueda entender, que entienda,’ : Ademis, Jestis tampoco imagina que, tras el fin de los dempos, las hombres y mujeres que se hallen en el otro mundossigan tenlendo relacio- nes sexuales, «Quienes han sido juzgados dignos de tener parce en el mun- do venidero y en la resucreecidn de los muertos no tamardn mujeres ni maridos.»’ En el estado perfecto no habrd sexo. Por Io tanta, el sexo no forina patve de la perfeoctin, 1, Me 1, 12, 2. Le 20, 35. —b6— Por viltimo, en el Apacalipsis, la virginidad es ciertamente un valor esericial, puesto que los: 144,000 salvados, los reseatados de todos virgenes. «No se mancharon con mujeres»; 'dice el texto, Un determinado numero de cristianas de los primetos siglos, Bas! (muerto en 130), Marcin (85-160), Taciano (120-173), Valentin (muer- tohacia 161}, quedaron impresionados por estas ind cuando las conocicron, por las que s¢ podian encoystraren unos textos que Ginalmente serian rechazados como.apderifos: Una supuesta Segunda Bpis- lt de Pedro condena todo desenfreno hacia 150. Un supuesto Liangelta de santo Tomas dice: «Bendito sea el vientte que jamds ha caneebido, bendi- jatierra, son ides aciones y, masatin, tos los pechos que jamds han amamantado.» Algunos de estos primeros cristianos, como Or/genes, llegan al exeremo sf mismos. La mayorla de ellos serin expulsados de la Iglesia, strarse pero siempre quedard alga de su radical lamamientoa la pureza. Enel siglo , los tratados sobre Ja virginidad son literatura corticnte, come el del Mé Olimpo y el de san Cipriano, obispo de Carcago. cipio parecfa tan santo y que Jestis eco apreciado hasta el siglo ¥ y considerado todo d El matrimonio, en un pr queria indisaluble, ser ediacre hasta el siglo xi, incluso en los medios menos sospechosos de Sin embargo, san Agustin (354-430), [nspirdndose en la moral gr saceptindolo, Lo legittmé como itnice marco en cl que la concupis- cencia thisqueda de! goce) podfa apagarse, pero en realidad siempre defendids con la boca pequefia: «Qué ocurriria si rodos tos hombres se matrimanio?», pregunta. ¥ contesta: «;Pluguieraa Dios que abstavieran del tadosasf lo quisieran's! Otros argumentos muy fuertes en favor del celibato fueron desarrallados por sus contemporineos, Juan Criséstomo y-sobre todo Jerénime, padre de la Iglesia latina, traductor del cexco biblico y propagador del ideal mondstica. Yahemos visto a Jeronimo describiendo el embarazo a las fururas ma- dres como un infierno. En v1, #En el fin de a Edad Media las campanas doblaban por fa.cclebridad y la santidad femeninas», dice acertadamente Claudia Opitz, una historiadora contempordnea,! Laduda scinstald con mayor fuerza con la apariciéi de los hunianistas escépticos en Europa, cn ¢l Renacimiento, En particular, Pieto Pomponazzi y Michel de Montaigne expresaron serias dudas sobre la realidad de ctertos episodios fantasmagaricos, desde la estigmatizacién hasta la brujeria, Tras el concilio de Trento, fa Iglesia se aproveché de todo ello para mostrarse también suspicaze incluso hostil las visionarias. La franciscana Alfonsina Rispoli (1553-1593), acusada de fingir tener sefiales de santidad sin merecerlas, fue encarcelada de por vida en un con- vento de Ndpoles, Matia de la Visitacion, que habia cometido el error de mezelarse en pollcica y pronunciarse a favor de fa independenciade Portu- gal, fue entregada a fa Inquisicién en 1588. A Dosnitilla Galluesi (1596- 1671), capuchina de Pavia, que mantenfa correspondencia con los grandes personajes de media Europa, se le cored la camunieacién con el exterion se leprohibis escribir, y tayo que pasar cuaéenta afios coralmente aislada, La misma irtitacién, el mismo castigo para un personaje de mayer envergadura, Vectinica Giuliani (1660-1727), canonizada, sin embargo, en 1839. Abadesa de las clarisas, presentaba sefales profundas, con la huellade la corona de espinas, que le provocaban grandes suftimientos, En ello no se quiso ver mas que simulacida, y sus superlores llamaron a los 1. C. Opite, «Conizaintes et libertés (1250-1500)0, on Mistaive des formes en Occidlent, ap. cit. Hl, p. 334. — 187 — inédicos para que la craaran de un simple dolor de.cabeza, Su Diaria en Veintidds mil paginas sus experiencias y el destino que le prepard jetarqula. Afectada par la rransverberacién, cect tener el corazdn hei juntoa Cristo: eOh, Dins, quéamor ardience sence! enronces:,.Con toda volantad queria fijar misafectosen él, todas las cosasde la Tierra me dal nduseas, ne tenfa.mis deseo que el de perrmanecer siempre con él»! : Como estes pensamientos ban aconspafiados'de visiones, lagas dive sas y dislocacién de los miembros, sus superiores, tras afios de builasy vejaciones, la denunciaron al Santo Olicio como endemoniada. De 1700 a 1714, sospechosa de jugara la santa, fue aparcada de toda responsabi Cuando por fin le restablecieron sus prerrogativas, volvid a empezar con manifestaciones. En 1716 sus estigmas, en especial las huellasde fage! cidn, sangraron de nuevo. Murid al avo siguiente, antes de que cuvier tiempo de adeptar nuevas medidas en su conia. En Roma, ahora que esta, santa canonizada muerta hace tres siglos ya no molesta a nadie, se abl: convertirlaen doctara de laTglesia. Casos dificiles No todos los casos con log que tuve que tratar la Iglesia fueron tart sencillos como ef de Verdnica. No concedié distincidn alguna a ovras ch estigmatizadas, Benedecea Carlini (cuyos malos habites quedaran demos: trades), y Louise du Néant, que dio miedo a todo el mundo por su volun- tad de destruirse, La primera; sor Benecetts Carlini (1590-1661), abadesa de Teatinas ¢n Pescla, presenta cl curriculum clésica: visiones, trances, gritos, estigmas; lucha con el demonio, Sin embargo, su entorne dudaba, Las mujeres que sufrian fendmenos irracionales eran escrupulosamente vigiladas desde la adverencia de Jean Gerson, para quien las palabrasy visiones de las mujeres debian sser consideradas sospechosas hasta see examinadas, y por mucho: mas tiempo que las delas hombres»? Para luchar contra cl Maligno, se dio a sor Benedetta una compafiert, de habitacién, Bartolumea Crivelli, quien primeco canfitmé todos los mila- gros, los esponsales misticos, el intercambio decorazén con Jestis, los estig~ 1. -Un tesora nascoste, asia Diario dt S. Veronica Giuliani, Citta di Castella, monasterio delas Capuchinas, 1971, Ll, p. 281. 2. Jean Gerson, De sxaninariane doctriaarum, 1, 2. — 1 mas. Benederta decia estar enamorada (innamorata) de Cristo gsaciasa su nuevo corazdn, Si loestaba, al menos, de si compafiera: Habiendo desper- rade suspicacias por su falta de humildad, por el aspecto un poco dudose de sus estigmas y por sus encuentros insdlitos (afirmaba frecuentar Angeles de nombres desconocidas por los teclogos, conto Splenditello, Tesauriello, Radicello}, Benedetta termins por ser investigada. Sc le deseubsris el pastel: avivaba sus heridas con una aguja,.manchaba su litigo con sangre sin golpearse nunca, y, sobre todo, se entregaha necturnamentea cosas muy impticicas (ease impaddichisime).con la peque- fa Bartolomea, que canfesd todas sus mentitas, Benederta termind su vida encarcelada en un conventosin salir nunca mis de él. En el lada opuesto de esta santa fraudulenca, Lowise de Beltre de ‘Tronchay, llamada Louise du Néane (1639-1694), nos proporciona una figura de-estigmatizada y enamorada de Cristo mucho mas conmovedora. Pero tampoco recibié recompensa alguna, La que fue suna de las mas santas mujeres de su siglo», segin su bidgrafa,? no podia obtener los favares de la Iplesia porque su amor desho- cado por Cristo ysu masoquismo asustaran asus confesares. Ya histérica y manfaco-depresiva en su juventud, acosada por la idea de ser religiosa, no lo consiguié hasta lostreinta y cinco afios, cuando entrd en la Union ctistiana de Charonneen 1676, Alif recibié poco amor y, para calmar sus delitios, no hallaron nada mejor que amenazarla conel inherne, lo cual acabé de desba- ratar su espiritu y sus sentides, Ingresada despues ere! hospital de la Salpétritre en-Paris, no le dieron, ms tratamiento queel de meterla en el calabazo de las locas, donde paso largos meses.cners la suaciedad y Ia chusma, Para hacerse digna de Cristo, se chttegaba a mortificactones voluntarias, vistiéndose con viejos harapos, cla- vindose en la cabeza una corona de espinas hecha por ella misma, tendidn- dose horas y horas subrewuna crise lena de clavos que la herian, ensucidndo- se la comida para hacerla més infecta. Lo que decta no era mas que una serie de gritos apasionados hacia fests: «Qué amable cs mi Bicnamado!s y «;Amad a mi esposols o bien: Aman Amor!» Seguramente era una enferma, pero pacifica, no agresiva para los 1. Wéase Judith ©. Brown, Soeur Benedetta entre sainte et lesbienhe, op. cit. 2. Jean Maillard, Le Triomphe de ta pasvresd et des Initiations, ov la vie de Mile Bellere av Trorichay, appelée commuendment Soeur Louise, 732 (teed. Lowe du Néavit, Introduccién y novas a cargo de Clauide-Lonis Comber, Jérdme Milion éd., 1987). — 189 — demas, La Iglesia habrla tenido un gesto honraso sf le hubiera facifitade wh retiro en uno de sus conventes lejanos, sabre toda cuando se curd, Cuando recuperd la calnna, se hizo ayudante de enfermeta, prime la Salpécritre, despuds en el hospital de Loudunn. Por su expetienciad negacitin de si mismiay par la indiscutible bondad y caridad que d toda su vida paracon los pohresy enfermos, Louise du Néantse merecia pequefio, tin pequefiisimo lugar en alguna parte. Janis fa admitiezon en ti conventa.y subsistié sélo gracias a las limesnas, Vivid pobre y solitaria, y- mutid del misma modo. ' El siglo xox, con la apaticién en Parfs de una escuela psiquidtrica tornda Charcot y Babinski, quienes desvelahan el fraude o la histeria detrds de algunos comportamientos espirituales, no hizo mds que acrecentar controversias, por ejemplo en el caso de la estigmiatizada Ana Catalin Emmerick (1774-1824), y hacer que la institucién se volviera au mas" prudente y'mis cervada ante lai manifestaciones corporales. Enteegaba alas estigmarizadas, que fueron muchas y rnuy raiddsas en esa ¢poca, ala frcul: tad, y se lavaba las manos. De hecho; la Iglesia, atravesada en esa época por la cuestién del mode nismo, agitada por convulsienes interna’ y atacada violentamente por las: ateos, no podla parecer vinculacaa las estigmatizadas, tas cuales no encon= traban apoyo en-naingin bando. Entre el mismo clero, los partidarios dela reaccién siemprese hablan mostrado muy reservados con respecto.a unos | fendmenos que perturbaban el orden de la Iplesia. E] alt modernista no era mucho mds penetosa, Precisamente combatia una teligida demasiado ma= gicay temia que, si demostraba la menor sipatia por el mistivismo, daria un apoyo aunatradicién celigioss qué queria dejar atras, Las cstigmatizadas: Aunca armaton tanto alboroto como entoneds, pero nunca la [glesiase les’ enostté mis cerrada. En efecto, el escdindalo, multiplicade por los nuevas medios dé difusin, transformaba los episodios misticas en un especttculo seatral de plaza pilblica, convirriéndose en el hazmerrefr de las mentalida- des mas fuertes. . Una actitud general de desconfianza Lo que sorprende en Ia actitud de la Iglesia es la desconfianza, la in- comprension, y muchas veces el rechazo casi sin matices del que las estigma- tizadas fueron objeta, salvo en el caso de tas personas ya conocidasy 2 las que nose podfahacer callar ficilmente. 1 —190— Desde luego no discutiremes aqui la naturaleza médica de la estigmatizacién. ;Quign podria explicarla en todas sus facecas? Pudo ser fruro dela autosugestiGn, fa somatizacién conporal dela intensa emocidn debida al éxtasis 0, como piensa con severidad el dominico y neurdloge contemporineo A. Gemelli, el sresishado de manipulaciones realizadas en un estado de conciencia no yoluntatias. Afiadamos incluso; el-resulcade de manipulaciones voluntatias. Sea cual sea la explicacién cientifica que se dé —y.que obviamenie no podia ser conoeida en el sigho xv—, ef hecho inmutable es que; incluso en casos de fraudes reconocidos, se trataba deun fendmeno religioso, vivido casi siempre por religiosas y que tenfa, ante tado, unalcancey un significado religioso. Acste respecto, sorprende que, hasta el siglo xvi al menos, la cealogia aficial caudlica no haya ofrecide ninguna explicacién sensata:Solamente Juan de la Cruz (1542-1591) facilité elementas de comprensién y hasta una descripeién de los diferentes grades de la iluminacién, pero, como él también era misticn y amigo de Teresa de Jestis, puda dar testimoinio pero no ensefian- vas. Negindose a volver al redil tras las amonestaciones que recibid tras la fundacién dela rama masculina de los carmelitas descalzos, también él fue enearcelado én Toledo én 1577 y teeming su vida marginado. No pocemas reptochar a la Iglesia que no haya entendido lo. que los medicos de su tiempo desconoclan, pero si nos sorprende que esta institi- da, que babe acogide hasta alas leprosos, no haya dado an estate menos. despreciative no sélo alos estigmsatizadas, sino al conjunta de sus misticos. Después de toda, cl éxtasisy hasta la comunicacién con espirinus (chamanismo) eran unos fendmendos-conocides desde tiempos remotfsimosen la historiade fa humanidad, con numerosas precedentes en [a Antigiledad, Lo més probable, pues, es que la Iglesia no desdefié ni desconocié los fenémienos del éxcasis, sino que los juzgd, primera demasiado irracionalés ent una ¢pocaen que intentaba conciliar fe y razin, clespuds demasiado paganos para ella, y por dltimo quiz demasiado poco respetuosos con su majestad, Sencgé a integrar en la religion cristiana, tan controladora, a tinas personas que s¢gufan un itineratio personal ¥ que mani festaban pooo respe- to por la jerarqufa, Para colmo, en st. mayotia eran mujeres, y, tanto en la cotidiana humanidad como en la santidad, a Iglesia siempre manifest6 st voluntad de arrinconarlas en las labores mas bajas, Laestigmatizacién, a los ojos de los prelados romanos, presentaba un gran defecto: era una expresign; una expresin muda, sin duda, pero va manifestacidi llena de sentido igualmente, Adénds, no afectd a cualquiera, come ya hemes visto. Las hemos separado muy arbitrariamente en porta- —i91— doras de palabras, visi s encontrada casi los. mismos nombres, los de personas que sas enamoradas, estipmatizadas. Eo todas las categories he 40 que decir, famosas.a menos conacidas: Catalina de Siena, Teresa Marie d'Qignies, Cristina de Scommedn.. Ser estigmatizada fue para Ja mujer de fines dela Edad Media, y quird también para Ja dela época modern: fe apociar la prueba—a veces muy ingenua, cuando era ovidente que la hab oa Dios.,Pero, mids atin, era, esta ceridadl, la perseciicién desu mensaje de fe, di lamanera ¢ fabricadoclla mis- ma—de la autenticidad desu acceso direc vex.con toda si nisin total a Jest Mediante sus marcas, la estigmatizada seguia diciendo la que habia ya fey pleniamente y decir. Pero la snoala Iglesia temporal dicho por otras vias y orras voces: que es posible explorar en la prop profundizaria, comunicar con el cielo, set, Iglesia no era partidaria, sobre todo tratdndose de mujeres, de ninguna de Er F \ BF audacias, a menudo consicleradas heréticas.; fe? Los Padres dela Iglesia ya lo hab, limiten todos a seguirles con humildad. ;Comunicar direc ‘B q iviz est Explorar y profundizar en an hecho suficientemente; que se amenre? Padfa ser diabdlico, Ser, vivir plenametite ino era en absoluto necesario y padia alimentar peligrosas.iusiones antes del ota mundo. En cuanto a decit, hablar, teansmitir mensajes recibidos dizectamente del cielo, la Iglesia 30, ofreciendo mucha mas seguridad y sabidu- neitas exaltadas y casi siempre bastante ineultas. insticucional ya estaba pata fa. que unas cuantas jos Estd claro: Ja Iglesia jamas tuvo en b ena consideraciém a sus estigm: hombres o mujeres. blarel paraiso degrandes alrnas, sino llevar idos, nia sus misticos, ni asus carismiticos, fuerar Su objetivo no cra, en efecto, po acabo el combate de Cristo en este mun », Paraeso, necesitaba saldadosy la con abnega- no sofadares, gente dispuestaa morir en el campo de bat cidn. Unas casas espe edicaban a su formacién. LAS SIERVAS DE CRISTO Es esta escuela, que, como ahora sefialaremos, fue mucho mas dura can Jas mo squecon los monijes. la de fos conventas, donde tantas mujeres vivieron y sufticron durante tantos siglas, la que debe ser examinada para juzgar Ja actitud general de la Iglesia respecto deda mujer. Bajo la regla de san Benico, san Agustin o, mas tarde, san Francisco, hubo diferencias de metodo. El objetive era el mismo: formar re! crearan prot igiosas utilizables y gre no emas. 2 Entrar en las drdenes Hacerse religiosa, ;dénde, cudnda, cdma? Anrafio estas preguntas tur- baron muchos espiritus femeninos, Pero generalmente la posibilidad de tlegir no era més que utia apariencia, En todas las épocas las religiosas fueron mds seleccionadas que acogidas. Sesabfacémo hablan de ser, obe- dientes, y donde habfan de estar, preferiblemenre ocultas tras la clausurade un monasterio, Sin embatgo, las cosas habfan empezado de otra manera, Los primetos religiosos cristianos, como las primeras religiosas, Fucron aquellos solitarios que ya vimos aparecer, alejandose voluntariamente del mundo para re- flexionar y ora, pero sth hacer promesas que no estaban seguros de poder cumplir, Poco a poco fueron apareciendo grupos en Egipto, en el siglory; eso permitia organizar mejor la vida. Unos trabajaban, otros rezaban, se iban tumando bajo la direceién de un guia Dispanemos de muy poca informacién sobre estos orlgenes, Segura- mente unas vitgenes consagradasa Dios escogien mis experiencia y mds edad, para que velasen por su comiday su seguridad. En aquel tiempo se podia salir dela comunidad cuando uno lo desea- ba, Pero muy pronto la proteccidn se mostré exigente, No habla auténtica 5 unos grupos de mujeres solteras no podian quedarse solassin peligro en medio de la gente. avunas ditectoras, con seguridad mas queen la clausura, Fundadas por reinas.¢ princesas hacla el sigla vu para acoger a hijas de ceyes o grandes nobles, las primeras abadias benedictinas francesas—Chelles, Avenay, Jouarre— se dicron unas rfgidas.reglas. Ahora habia que pronun- ciar unos vatos definitivos, referidosa la castidad, la pobreza; la obediencia ylaclausura, Sin embargo, este reclutamiento aristocratico, a base de chicas alas que no sabi retiracla, no proporcionaba porlo general buenas elementos, Ladisolucién de estructuras ya veces de mentalidad que experimenté el final de la Edad Media no pasé por alto ni conventos ni menasteriog; basta consultar la literatura de la epoca, desde las diferentes versiones del Roman de Renart hasta los fabliaue, desde Chaucer hasta Rabe! textos, los r muy poco preocupada por el espfritu evangelico. Se hartarde comer y beber, se dan ala lujusia y no trabajan mucho. Las religiosas son juegadas con un pooo menos de rigor, pero la linet cién también estd periclitada. Nadie cumple ya con las regias; la mégal est relajada, la clausura ha pasado aser muy relaciva, Muchas religious d n odmo casar y que no tertian ninguna aficién porla vida lais. En estos ligiasos suelen aparecer como gente alejada de toda disciplinay —hs— siglos xv y:0 llevan una vida muy poco distinta de las oujeres normales y corrientes. Entre las que ilevaban una vida casi secular, no todas eran de malas costumbres, ¢ incluso algunas, inaugurando una nueva manera de llevar una vida pladosa, marcaron profundamente muestra historia teligiosa: Son Jas beguiinas Apareciéron a finales'de! siglo 3, y fiueran numerosas sobre tod ent Flandes, en el corredor renano, en Alemania, Estas mujeres no habfan tegresado a una vida casi civil por culpa dela decadencia de sus drdenes, Eran oflas mismas las quie habfan querido vivir en el raundo, en medio del bra de Dios, mis que refuglatse Iejas dela mundo, para cumplireon le pa accidn caritativa en unos monasterios, Douccline de Digne es la prucba de que las beguinas existierom tam- bicnaorillas del Mediterraneo. Educada on las clarisas de Genova, afirma- bacon sentido. comin que la Virgen Maria nunca se habla encerrado en un monasterio y que quizas habia sido ella la primera beguina. Esta Douceline a; donde moririaen 1274, cred comunidades en Hyéresy Inego en Marse Por siabra, su piedad y su caridad, se puede decir que fue una santa, pero, debido asus amistades con misticos franciscanas, nunca se la quiso recono- cet come ta Enseg to alejadas de las ditecciones espirituales; tenfan tendencia a creer silo en su aparecié el problema que plantearfan estas mujeres un tan- concieneia y, aveces, a escuchar alos heréticos mds que al magisterio. Se sospeché, y no sin motivo, que las heguinas habfan estado vinculadas con los Hermanos y Hermanas del Libre Espftitu,' Ya hemos visto que de-sus filas surgieron mujeres. como Hadewijch, Mechtilde de Magdeburgo ¥ Marguerite Portte, brillantes individualidades, cuya primera preacupacién noera, sin embargo, la estricta ortodoxia, Las beguinas (y sus compaficros masculinos, los begardos, que se finitivos, si nado ntimero de ellas tertninaron por entrar en drdenes desarrollaron en menor medida) no pronunciaban voros cl bien un determi canstituidas, Vivlan todo el dia cn contacto con fa poblacidén, conoclan LM del Maestro Eckhart, Se obli a pobreza y a ojerci purificacién del alma (sescala cspiricuale), Los Hetmanos del Libre Espfricu pensaban que ef alma, una vee purificada, no padia volver a pecar, Por eso consideraban’ inuitiles las gracias de fa Iglesia y crelan poder disponer de cierca ticas aparecidas en cl siglo xlv, bastante préximos a Jas ensefianzas ana tina abs libertad de conducra. La Inquisicién los persiguis con dureea, —194— los males del munda, intentaban apartar remedios, Sélo porla noche, despues de una jornada consagrada asocorrer a los dems, a acompatiara los moribundos,2 mendigar o a trabajar para ganaralguin dinero {tejien- do, sobre todo), regressban-a las casas centiaies, los beguinajes, como se les lamaba en Flandes, Ala Iglesia no le gustaban las beguinasy, en general, le costé mucha aceprar tinas étdenes que no fueran contemplativas, Durante mucho ti m- po estar orientade hacia el mundo, incluso para los hombres, le parecid peligrosa, fuente de contaminaciones posibles y de pecados. Sdlo tardfa- mente aparecieron érdenes femeninas oficiales autorizadas a entrar en con- co. con el pueblo, especialmente con los enfermos, Vicente de Patil (1581 - d, topé con. Condiciones de ingrese Roma temiaa las comunidacles laicaso sernilaicas mds quea nada y, en 1298, baba decretado la clausura para todas las religiosas mondsticas, Por lo visto el resultado fue decepcionante. En todocaso, en el siglo «vt, el desor- detrde las instituciones religiosas'era tal que‘el cancilio de Trento (1545- 153) decidid reform: sentaba demasiadas brechas. Porle quesereficrea lasreli disposiciones. Habfan entendido perféctamente que su tibiewa y-su dejader provenian sobre todo de la fajta de voeacién: Las muchachas que entraban en lag conventos Io hacfan demasiado a menudo con poco entusiasmd, a8 ¥, para empezar, restaurar una clausura que pre- sas, el concilio dicté un gran mimero de incluso en contra de su voluntad. Practicamente las habian obligado a aceptar esa reclusign. Las familias ricas entregaban a algunos de sus hilos, los consagraban para la Iplesia, cuando atin e blecicron, pues, unas edades convenientes para que las adolescentes entraran en las drdenes: dace afios para la toma del habito (o vesticin), diecisds para la profesién de Fe: Ademds, del mismo modo que se quiso que los sacerdates estuvieran mejor instruidos, se exipié que las abaclesas se ganaran:el puesto por suis métitos y no por sy nacimiento, Para dirigir un convento ahiora hiabfa que fener unos cuatenta afios y haber demostrado ya, durante al menosocha, na capacidad de organizacién, Fstasdisposiciones eran juiciosas, ia bebés, algunosincluse antes de nacer, Se est una by sobre toda tedricamente. 195 Corrian paralelas con-el incremento de piedad del siglo xvi, con la fe ardience quese habfa revelado en ambos bandos tras la Reforma. Las verda- deras vocaciones volvfan a ser humerosas, Por ello, en un primer momento, se puso frene a algunos abusos, Las vacaciones forzadas, en particular, disminuyeton Pero las necesidades econdmicas de los nobles no habl: inchiso eran més acuciantes, mientras que las rentas nabiliarias no aumen- taban mucho: necesidad de aparentar, de mantener ef ranigo, de pasar cada afio un tiempo en la Corte, de casar convenientemente a cuantos hijos fxese posible... y de sacrificara los demas, Al mismo tiempo que el poder real se hacia mis fuerte en Europa, bajo el reinado de Felipe If ode Luis XIV, que los nifios nacian en nimero eanzaha su maximo de rigary que escaseaba el igiosos a la prole ja denuncia esta, situacidn en el siglo xvi, con su sulfiurosa novela, La religiosa. Losconven- néambiado, excesivo, que fa clausura dinero Ifquido, se volvid a enviara los establecimientos re engorrosa, sobre todo la femenina. Denis Diderer toda tossellenaran, come antes, quizd rdsique antes, de jovencitas cuya picdad religiosa no era el Bologne, «hubo quien uti los hijos sobrantess.! spo mas caracteristico. Coma eseribié Jean-Claude § exageradamente la solucién eclesidstica paca Notenios de inmediat el antifeminismo que manifestd la Iglesia ala hora de seleccionar asu personal. Puesto que la oferta de muchachas era abundance, s¢ permitié escoger, Rechazé a tas enfermas, minusvalidas, ¢ hijas sin padre. Ser una expésita o tener un solo padre exclufa de la carreta; salvo dispensa del papa en persona: En especial, la castumbre de reclamiar ¢ multiplicé a partirdel siglo xv1 Si las familias se desembarazaban de las hijas casaderas era para rio una dore pagar una fuerte suma de dinero a los futures yernos; que aceprasen al menos pagar una pequeia cantidad (o mas bien una mecdiana: de 5.000 a 6.000 libras en Francia, es decir, cf equivalente de diez aiios de un salario agricola) para casarlas con Dios, Sin ¢mbargo, a los hombres na se les pedfa nada semejante. ;Por qué? Porque ellos ban a trabajar en beneficio dela comunidad, decian les responsables. ;2s. que las mujeres no iban a trabajar igualmente? El cuidado dispensado a los postulantes; el régimen alimenticio, el trato del cuerpo y del espiritu también difcrian septin se tratase de uno alas mujeres, Elambicnte ya no era uote sexo, y nunca para benefic’ 1. JoC. Hologne, Histoire dw mariage en Occident.op. cit., p. 242. —196— cl mismo desde la recepcién: nacimiento'en un caso, entierre en cl otro, Habla algo.higubre en Ja entrada de las jovenes aun convento, algo yolunrariamente triste.’ Se wataba de hacerles entender bien que tenfan que dejarlo tado ala puerta, incluso la esperanza. Insistlan en las formes, un «decero apropiado para impresionar cl ‘alma femenina y cercenar de Jos jovenes corazones toda esperanza de cegreso a las familias. La furura religiosa debia«morir para el mundo». Sin embargo;el noviciado-era—en princtpio— un simple perfodo de prueba: alos doce afios nadie puede decidir sobre su vida furuca. Pero, alos dicciséis, las presiones de la familia cran fuertes, ef alma no estaba mds ites o fagitivas. La Iglesia curtida, las vocaciones parecian un pace vai consegula, no obstante, promesas definitivas, Los términos utilizados lo indican. Para el noviciads, nose preguntaba la joven si renfa fe, sino si actuaba por su propio impulse, formula muy encia paterna mani- solamente apartar los casos de vi vaga, que permit fiesta. A la nevicia arrodillada le decian: dija mia, gqué pides? —Padre, pido la misericordia de Dios, la caridad de las hermanas yelsanta habito de religidn Pices el santo habito de religién de buena voluntad y ps propio impulso? uu ‘Thas un simple asentamiento representaban la escena dramatica del habito: a la novicia Je quitaban las ropas que habia llevado hasta entonces, bendecfan su nuevo vestido de religiosa, le devolvfan la cruz y, lo que debia ar mas a los jovenes espiritus, cereaban la verja del coro, paradejar jausura sepataba desde entoncesa la postulante desu universo impres claro que la pasado. Algunas veces inmediaramente despues, y otras al cabo de cuatro afios, durante la ceremonia de profesidn de fe, la superiora ordenaba a Ja joven arrodillada y con el pelo bien rasurado: 1. Sobre los convenes, véase la obsa esencial de G. Reynes, Comments de ec xvuibsiteles, Fayard, formes, La vie des veligicieses eloterées dans la France des xvi 1987. También: Py ML. Biver, Abbay sd fe fin du xvint sidcle, PUB, 1975 monastres et couvents de fornmner & Paris, des origi —Que no ce interese nada masque et cielo, Olvida incluso el noms | bre que tenfas, El que la religion teda hoy te Tecompensa muy gloriosa- mente por el que sacrificas. A partir de ahora te llamas hermaia... Excepto en caso de fe sélida, y hasta a prueba cle bombas, la jovencica tenda mas ganas de llorar que de alegrarse de pertenecer ahoraa Dios. Ade= mds, cada dia se encargarian de mostrarle todas Jas cenunicias que implicaba sutaceptacién. Ni su cuerpo ni su espiricu serian desde entonces objetode rernura,siao solamente de disciplina. Un tniverso desértico , Para empezar, ta celda, Muy sencilla, evidentemente, con una cama, ina: silla, una mesa yun crucifijo. La manta solfa ser pabrey muy delgada, Todas: las religiosas pasaran fria, incluso mucho frlo, En el siglo 20x la calefaeeidn, escasay tibia, todavfa estaba resetvada a linas cuantas salas comunes nuncaa {as habitaciones, y lo misino vale para los religiosos, Porejemplo, en la abadia de Cassan, cerca de Béziers, enel sur de Francia, ai siquiera hay estufa ened refectotio, no quieren un lugar en el que se podria sentir placer, y se supone que el vapor de los platos basta para calentar el aire ambiente, Las mujeres no se lavaban o se lavaban poce, mientras que los hombres eran un poco mas libres para frotarse o mostrar el cuerpo. Sedira que eran las costumbres dela época. Tambien esta-vez, esta explicacidn essin duda valida para el siglo xvut, pera las religiosas no dispontan de lo queen ese Hempo servia para sustituir el agua corciente, es decir, ropa interior en abundancia y aguas perfismadas, En el siglo xrg, cuando Ja higiene corporal ya noes algo desconacida, en el Sagrado Corarin de Flavigny, las novicias sdlo dispanfan, sin embargo, de diez minutes matinales para lavarse con agua fria, vestirse y peinarse, todo sin espejos. Mirarse seria autoeomplacencia.' Enel internado religioso donde se edueé mis o menos en Ja mistna época Matic-Rose Leroy-Allais, Jas monjas, victimas también dela prohibicién, hacen pesquisas en los dormitarias de las alumnas para confiscar los espejos de bolsillo.? A la Iglesia no le gusta que uno se.mire porque podria quererse. : 1, Isabelle Bricard, Saintes ove porliches, Education der jeunes filles as xine sitete, Albin Mickel, 1985, p. 74, ame Mean 2, Madame Leroy-Allais, Mande Race aw convene, 1905, p. 111. — 198 — En la misma época aproximadamence, la idea de bafarse es ineonce- bible en las conventos.y en los internados,religiosos; seria desnudarse, ensefiar el cuerpo, aunque solo fuera a und mismo, Quizdses porque la instruccién que daba san Agustin, quince siglos antes, sigue siends con~ siderada valida: «No hay que hacer un uso demasiado frecuente del bafio, sino recursir a él uta vez al mes,«! Ni siquiera una vez al més, ni hablar. El poeta Tedfilo Gautier (1811-1872), que Hevaba.a su hija alas religingas de Notre-Dame dela Miséricorde en Paris, un dia nota que la nifia hucle mal. Reclama que se bafie una vez.a la semana. La peticidn resulta escan- dalosa, «El bafio de la retigiosa consiste sencillamence en sacudirse la camisa», responden las monjas. Siguiendo este tratamiento, sdlo la cara'selava ligeramente cada diay hay-unas partes del cuerpo quese pasan poralta y que ni siquieraseairean nunca. Los pies, dice ef reglamento de Notre-Dame de Montargis, s¢ lava- rin das veces al afi, «a saber, al comienzo de los primeros calores y a comienzos de septiembre». Los senos, las partes sextuales de las nifias no reciben ningiin cuidado, hasta el punto de que provocan las observaciones del cuerpo médica. Por un sentido del pudor ridfculamente exagerado, hay ciertas partes, llamadas pudendas, de las que la gente evita ocuparse y que no reciben mis que excepcionalmente el contacto del agua y la esponja. Enalgunos conventos de mujeres, esta reserva supera toda lo quese pueda imaginar, y hay muchachas que no se limpian nunca, 9 sélo los dias de salida? Todo esto es algo querido, puesto que se pretends que Jas chicas se acostumbrena llevar una vida dura. El horatio también es pesado. Ademis de estar callada mucho rato al dia, y generalmente hablar sdlo-en vor baja, la religiosa-estd ecupada permanentemente. Elda compartide con as demas dura unas diccisdis horas, de las 5 (4 en verano) alas 20, cuando regresa ala celda porla noche, no para dormir, sino para recogerse y acaso mortificarse, EL suefio es interrumpido pot los maitines, hacia las dos dela madzugada, 1, San Agustin, Opens omnia, 1836, ¢, 2, col, 1194, 2. Citado por G, Reynes, op.cit., p. 100. 3. Dr Grellecy, De guelgues progres a rduliser dans Ubygitne des penvioniats, op. cit, p L12. —199— Rezansin cesar, y-el ntimeto de oficios varia septin las congrepaciones, Al levantarse; suclen correr al de latices, luego al de prima, tereiay sexta por la mariana, Por la tarde las jdvenes se redintn para nona, hiego para visperas alas 15, y para completas al término de lajornada El resto del tiempo se les propone- mas trabajo; variable segiin los establecimientos, que distracciones o educacién. No se ensefia gran cosa en los conventos hasta el siglo xix, pero sf mas que a muchas jovencitas corcien- tes, Se debe leer (una hora al-dia) y escribir (media hora}, cantar (sdlo en grupo), as{ como aprender algunos radimentos de latin para entender las oraciones, aunque no lo suficiente para lanzarsea la lectura de los Padres de la Iglesia. Incluso fa lectura.del Evangelio suelc estar limitada a extractos. El misal debe bastar, Ladoctrina catélica no se ensefia, no se hace teologfa, pues cllo podria dar ganas de discutir, sino que mds bien se imparten lecciones de maral elemental, acompafiadas de un resumen de la vida de Jests y los santos. ‘Todo es normativo y of es universidades dan+ de, incluso en el tiempo dela escoléstica, la instruccién consist, ertamen- cesdlo paraloshambres, en plantear preguntas y hallar las respuestas, En fos conventos se borraron las preguntas, sélo quedan algunas respuestas que atorio. Nada que ver co: seles pide que aprendan de memoria Las tecauras aparte de las que figuran en el programa son pocas y muy contealadas, Las bibliotecas de los conventos de mujeres estdn mens sutri- das que las que estan a disposicién dé fas jévenes sacerdotes, En los pocos lugares donde hay abundancia de libros, en Chelles, porejemplo, donde se cucntan diez mil volimenes, la biblioteca no es de libre acceso. Imipesible, por ejemplo, leer a los grandes clasicos paganas, Vi siquiera a los primerosatttores cristianes, atin menos las.contemporaneos, excepto si han redactado tratados de piedad o educacién, Losesvantes delos convents munca, o précticamente nunca, cuenean iio u Horacio, ni con libros que craten de ocra-cosa que no sea religién, mientcas que los hombres pueden enconteat tratadas de agricultura, historia y muchas veces ciencia. Este medio de evadirse, que fuc importante y ptovechoso para muchas, leses negada-a las mujeres. Sin ensombrecer la sitwacidn, sin querer presentar los conventos exto- peos del sigh xv1 al xx como auténticas cdrceles, se constata que en elles ne se intenta despertar las mentes, muy al contrario. No se quiere que haya religiosas sabias, —-200— Se trata mas bien de tener guardadas, con el menor gasto posible, unas mujeres, es decir, a unas personas de parvenir limitado, ensefidndo- mecanismos, ¥ evitar-a toda costa el desarrollo del pensamiento personal. Quizd no se fabriquen robots, pero si al me corteses (se dan algunas clases sobre los modales vigentes) y que hardin lo les un minimo de ritos: Se desea crear unos habitos, Os unas sirviemtas atentas a las Ordenes, es diga sin rechistar. Entrar, vivir en religién noes una fiesta, Ni mucho menos, La comida no séle es poco abundante, frugal, sino que estd prep rada de cualquier manera, Cuando lleguen tos dias sevolucionaries, les enemigos de la religign denunciatin la vida de los conventos presenti dola como una Babilonia de placeres: ricas abadesas llevando una vida dispendiosa, coqueta, fitil y hasta erdtie: leyen- da sobre unas rarisimas excepciones. Si bien algunas muchachas de muy noble extraccié todo, a veces, esporddicamente, gozaron de algunos privilegios en cues- Eso seed comscruir un , alas que sus familias no habian abandonado d lién de rapa, lectura y alimentacién (jem-el Carmelo de la rue Saint- Jacques de Paris beblan café y hasta chocolate hacia 17801), la gran mayoria dereligiosas vivid, casi en rodas partes y durante siglos, pobre y ttistemente, Alimentadas tasi sin carne, sobre todo con verdura y fruta, en stile tenjan que ayunar repularmente, comiend s hojas de lec Iban mal vestidas, sin o con muy poca ropa interior, envucltas en invierna yen verano con un tinice vestido de una tela burda, gruesa y pes: fa peta que no abrigaba y que casi siempre eenfan que coser y gurcit ellas mismas hasta eldesgaste completo Su Chartres, que on 1091 escribiaa las monjas de Sa virgen de Cristo le conviene sobre tade ka humi pilido, marchito y demacrado, ua piel rayada por el cil da con bafies frecuentes»! En resumen, aunque jévenes, no se 16 pasan muy bien. ,Diseraceiones? ;Qué distracciones? Despuds de las. das comidaé dia- rias, las nifias las jévenes pueden, durante media hora, daralgunos pasos por cl claustro oel jardin, sin jugar, sin correr, sin saltar, sin con paso lentay ta cabeza gacha: Charlar can ta mejoramiga? No. :Orgi- yecto estaba en concordancia can lo que quetia el obispo Yves de iss «A On, un costa jay no alimenta- icur, sin cantar, nizar el trabajo? No. Conversar sin ruido de cosassin impertancia, si, peto L. Yves de Chartres, Correspondance, ed. J. Lecereqy 1949, 6. 1, p. 44 — 20 — en grupos de tres y mids, Esta prohibido quedarse a solas, como también hablar de dos.en dos. La amistad, el compincheo, el sentimentalismo, las sariclas son costs que se temen y que se espian. Castigos y hurnéllaciones En cambio, la superiora puede apreciar a cualquiera que se macere un poco el cuerpo ol espiritu. A las religiosas se les pide, si no que sesometan 2 péniténclas especiales, como.realizar ayunos suplementarioso llevar una camiisa de crin, sfal menos que tengan pensamientas moruocias. Genevieve Reynes sefiala que en la Visitacidn ase les aconseja que, por fa noche, en la cama, s¢ imaginen que algdn dia estatin tendidas asf en su tumba. En Montmartre se les recomienda que tamen la comida recordando lahiel yel vinagte que Jestis recibjd en la Pasiine,! Resultado: un profundo aburrimienca; sobrecogedos, mortal, quea veces lleva a ta pérdidu del interés por la vida y a lossintomas de depresign. 2s es0 servi a Dios? En tales casos el suiefio mas corrieme es salir, no para colgar los habicos ni para‘divertirse, sing para ser util, para ayndar alos dems, en los hospicales, por ejemplo. Pero eso no estéi permitide en todas las drdenes, no puede hacerlo cualquiera, ¥ practicamente munca las mis, jovenes. Ademés, los castigos san Trecuentes, 7 no siempre leves. La vida tiene que estar heclia de amargura, de hie). Hay que castiarse cotidianamente para domarel cuerpe, para ceprimir los cinco sentidos. El tacto: hay que: vestirse con telas burdas ysoporsar el dolor que producen, El olfata: jamés hay que oler una flor en ef jardin, El ofdo: hay que escuchar y hablar lo- menos posible, La vista: hay que mantener la mirada siempre baja y no complacerse en espectéculos hermosos, ni siquiéra los de la naturaleza, Por Ultimo, el gusto; ala mala cornida del convento hay que afiadiclos ayunos extraordinarios, Alas penas a las que se somete ala religiosa para complacera Dios se aftaden las infligidas para complacera la superiors, Esta, generalmente una mujer de alto linaje con una educacién un tanto diferente, una formacién un poca mis clevada (con una iniciacién ala teologia y clases de musica) y unas aptitudes clemostradas, sigue rejresentandoa la alra nobleza dentro del conventa, Por fo tanto, se la servird comoa un princesa, 1.G. Reynes, ap. cit,, p. 65. —202— La jerarquia es estrictay las faltas de respeto estdn castigadas, El regla- mento de la Visitacién indica, por ejemplo, que, cuando las religiosas reci- ban algo de manos de la superiora, cartas, libros, objecas, shincardn una rodilla en el suelo y besarin el suelos.' La humillacidn parece ser la base de fos principales castigos. Con esto también se intenta anular ala persona y la personalidad. El ejemplo mas perfecto nos lo proporcionan las culpas (del lacin culpa, sfaltar), Adenrds de las confesiones generales y particulares a las gue estan obligadas, las religiosas de muchos conventos deben hacer una vez.alasemana, y publicamente esta yez, suautocritica, es decir, confesar ante la superiora y las derads hermanas reunidas todas las faltas disciplinarias recientes de las que son culpables. Qué son estas faltas? Poca cosa por lo general, pero estda todas cuidadosamente codificadas, con lo cual hay faltas de primera culpa, de segunda culpa, y asf hasta la cuarta culpa. Las faltas de primer grado son minusculas: tirar un objeto al suelo, hacer un poco de ruido, Hegar tarde. De segunda culpa son olvidarse de las oraciones, discraerse. Como tercera y cuarta culpa estén los crimenes: hablar en lugar de callarse, desobedecer, jurar, comunicarse con el exterior. En as cuatro cullpas la religiosa debe reconocer su falta en voz altac inteligible, de esta manera: «Reverenda madre, digo mi culpa que he sido curiosae, o aque no he obedecido, que he-hablade demasiado altos, exc, Siguen las sanciones, siempre las misrhas: nacvosayumos hasta el ago- tamienco, prosternaciones, estarse de rodillas ane la puertade ta iglesia privandose de entrar. Si el caso es grave, se pueden establecer castigos fisicas: lutigazns; dados por una hermana encargada de ello o bien intercambiados entre dos castigacas, También se puede nreter a la culpable en un calaboro- enel interior del convento, el én pace. Lo peor es el reclusorio, donde se puede estar encerrada mds o menos voluntariamente (cn cste sistema de autecritica, hay que dar el consentimiento al castigo ¢ incluso reclamazlo) durante un mes; o incluso afios. Conviene destacar que el reclusorio, auténtica separacién del mundo, circel que puede ser de por vida, slo se abre a las religiosas, nunca a fos rcligiasos. Una vez mas la misoginia es evidence. La Iglesia tiene una expli- cacidn para ¢llo; con estos castigas severos, se pretende proteger ala mujer, eseser tan débil, de sf misma, #Vuestro sexo —dice Ponchera sus benedic- 1, Le Couewnafer ee dinecsoire paver les snéssrs roligieuues de la Visitation Sainve- Marie, Hurd, 1637, p. WM. —203 — tinas— es sobremanera debil si se relaja la brida, y aunque el espivicu sea virtuoso, sino estd gobernade y adiestrado, enseguida se desvia de su santa empresas! Estallidos y rebeliones Con este régimen cabria esperar violentas rebeliones, No hubo mu- chas, pero si aparecicron numerosas enfermedades mentales entre esas po- bres seres alejadns de todo, que desesperaban de toclo, y a los cuales Dios prestaba uin muy débil apoyo a medida que su fe se iba diluyendo. En Jos casos de vocaciones forsadas, que, por otra parte, fueron denun- ciadas valientemente por grandes predicadores cardicos. como Bossuet, Bourdaloue, Massillon, se produjeron rebeliones personales. Algunas reli- glosas, de acuerdo con fas prescripciones del concitio de Trento que conce- dian cinco afios a las jovenes paca confirmar los votos o no, fueron puestas en libertad, par ast decir. Pero cran casos excepcionales. En efecto, las mu chachas que habian ingresade cn el convento obligadas por sus familias no sablan qué hacer una ver regresaban ala vida seculay, sin oficio ni beneficio ysin poder recurtir aun entorno que, naturalmente, no querfa saber nada de ellas, Un fracaso en el convento significaba un deshonot para la familia, Ante la veleidad de marcharse, la superiora, aliada de Jas familias, planteaba una terrible pregunta: zcon qué futuro? Sin embargo, hubo algunas jovenes rebeldes quese atrevieron a plan- tat cara, a veces con gran brillantez. Esprit Fléchier (163221710), orador y prelado francés préximo ala Carte, relata el caso de una de estas doncellas quearmé un escindalo ala hora de pronunclar los votos. En el momento de laceremonia, cuando fe hicieron fa pregunta tradicional «Hija mia, qué pides?», contesté descaradamente: «Pido las Haves del manasteria, sefior, ‘para salir de aqui.x* Qrra manera de abandonar al menos provisionalmente el canvento fue la enfermedad y, mds concretamente, los episodins histéticos conocidos cone! nambré de posesidin. A partir de finales del sigle xvty sobre toda del xvi, s¢ detectan por toda Europa, especialmente en Alemania y Francia,, casos de jvenes teligiosas que habian ingeesado en las drdenes sin gran convicciény que de repente empezaron a suftir convulstones, 1.G. Reynes; op, eit., p. 124. 2. Menoires cles grands jour d'Auvergne, Mercure de France, 1984, p. 100. — 204 — Gritaban, se draban por el suelo, deefan que tin demonia se les ha metido enel cuerpo. Saben como se Hama y; ademds, se expresa por boca de, ellas. Lo que dice es grosero, acusador, espantoso. Hay brujos operando.en el interior del convento, los designan porsu nombre, muchas veces son uapos sacerdotes de las cercanias de los que las religiosis estins miso menos enamoradas oquesirven para alimentar sus Fantasias. Las auroridades eacaban alas chicas del monasterio y las levaban a lugares santos, grutas o catedrales, donde las exorcizan decenas de veces, Pera entonces gritaban atin mas fuerte, acusaban con més precisiGn, ‘Los eclesidsticasdenunciados fueron detenidos, intertogados, tormura- dos. Llegamos asf, de nuevo, a la brujeria, Después de confesar, el cura Gaufridy (Aix-en-Provence, 1611), elcura Urbain Grandier (Loudun, 1634}, el vicario Thomas Boullé (Louviers, 1647) y muchos mis, todos inocentes, excepro acaso de una inacecuada conducta sextial, fueron con- denados a muerte por demonismo y ejecutactos, Mientras duraban estos procesos, a veces durante afios, las manjas denunciadoras habian podido salir, exhibirse cn la plaza publica, hablar, eructar y hasta promunciar gran cantidad de locuras. Hablan podida vivir, Al menos, habian dejadodeaburrirse. Las familias estaban aterrorizadas viendo asus hijas entregazse a tales confesiones erdticas y hastaa veces imterpretar escenas pornogréficas. Los padres de Madeleine de Demandalx, cerca de Marsella, pequefios nobles locales, ven un dia a su heredera, una ursulina, protagonizar wun menco extraodinario de nalgas representando el acta venéreo con gran movimien- to de las partes interiores del vientres, segin cl actadel proceso.’ 2Enfermedad mental, trastornos neurdticas, histeria de conversion, demonopatfa? Ninguna razduestd clara, desde luego, El siglo xix se com- placerd cn dar nombres médicos aestas explosiones de locura demontfaca, Sin subestimar el aspecto patoldgico de estas epiclemias de posesiones que se extendian por el interior de los converuos,y de conventa én convento, la principal cxplicacién ceside en cl malestar de las religinsas. Conyerticse en una posesa, o Wiia santa con estigmas, o tambi¢n, como hicieron las religio- sas de varias conventos en el siglo xvi}, unirsea la causa jansenista fucron, para las monjas, metados de distinta apariencia para apuntar al mismo objetivo: sacudisse la opresidn de {a Iglesia, buscar un.nuevo sentida, rane perl silencio, destruir esa no-existencia a la que hablanside corer, 1. Parts, BNE, ross. fds. £5 23.892, p. 21, ent i salir, cn fin, de la sepultura religiosa e ir, a través del martitio, hacia una posible santificacién, ‘Todas o casi todas las que intentaron la avencura de lasantidad con- ventual recibieron su castigo. Unas, la hoguera; otras, la mordaza; otras, la carcel; ottasyel olvido, Muchas fueron vicdias de una especie de voluntad eclesidstica de normalizaciin. Las piadosasjansenistas, alas que no se puede” acusar dé haber rechazada laseveridad o de haber faltado a Ja Hamada de Dios, fueron especialmente maltratadas: la Iglesia las privé hasta de sacra- mentos y-de sepulturas celigiosas. Con sus ansias liberacoras, la revolucidn francesa de 1789, utopista y propagansdista, quiso abrir las pucrtas de todos los monasterios y convents, que unos describfan como hapanares y otros como bastittas de la inacencia:, En 1790 le Asamblea vatd la supresién de las drdenes mondsticas de votos. perpetuos. Con gran asombry se vio entonces que muy pocas réligiosas pidieron la libertad. Algunas regresaron a sus casas 0 se esparcieron por el mundo, perd fie un nimero muy reducido. Era demasiado tarde, y el clima habfa cambiado ya hacfa varias décadas, En primer lugar, porque a finales del sigh xin las yocaciones forzadas yase hablan convertide en algo excepcional, Pero, sobre todo, porque ert aquelta época turbulenta ins peligrosacechaban enrcualquier esquina. Una antigua religinsa no tenia garanzias de ser bien recibida en ninguna parte, EL clausiro, que tantas veces habla sido-una prisién, representé para muchas un refugio, al menos momentinen, Ademds, la fe estaba evolucionando. En Francia nunca hube tantas religiosas en los conventas como en el siglo “ax. Su ntimera, de 12.000 en 1808, pasa.a 130.000 en 1880.' [Diez veces més! Desde cl momento en que supieron que podian salir de ellos, las religiosas, un poco perdidas en cl nuevo universo a resignadas desde tiem- poacris, y hebiendo renunciado en gran medidaa hacer su vida en el seno del mundo, volvicron a encontrar cierto encanto en fa idea de vivir en unas comunidades estrictas pero tranquilas, Este episodio sin éxito dela apertura de puertas no invalida, sin em- bargo, nada de lo que aqui sé ha dicho, No puede barrar lo que habla pastdoantes, En la gran mayorfade casos, los conventos, que habfan reuni- do tanta fey tanto dinero, tanta desespero, tanto talento, tanta ingenuidad y tanta soledad, jamds habian logrado ser un chagar» para nadie. Estas instituciones sexistas:no habian contribuido ala liberacién, ni siquiera pto- 1. Michela De Giorgio, «La bonne eatholiques, en Hisroire des femmer en Occident, op. cit... TV, p. 176. —206 — gresiva, ni siquiera interior, de las mujeres, sino que mids bien habfan-contri- buido, con muy poca caridad, a mantenerlas, corporal y espiritualmente, enel marco canvencional de los seres inferiores titiles, o incluso imitiles indispensables. La incomprension del clero La pregunta era: zamd la Iglesia asus santas? La respuesta es mds bien negativa. En primer lugar, no podia admirar a ninguna mujer viva; unos santos de verdad, unas santas deverdad, asus ojos, tenfan que estar muer- tos, Nunca nadie ha sido canonizade antes de morte. En vida sdlo se puede ser un aprendiz de santo y, por lo tanto, unser muy imperfecta. Asf, pues, Io queaqu! hemos examinado son las relaciones afectivas de Rona con religiosas, aprendizas de santa, medio santas, futuras santas (9 tambidn algunas que suspencieron el examen de ingreso al ciela), Tras su muerte, muchas de ellas cecibieron honores, pero ya hemos visto que, on vida, tanto a las mejores como atas peores, la [plesia no dejé de -vigilarlas, sumonestarlas, contradecirlas, importunarlas ya menudo herislas, aunque despues tuiriera que lamentar su propia incamprensién. A la Iglesia, contra- tiamente alo que dicen sus detractores, le encanta reconocer sus-errores. Desde hace unas veince afios, como ya es notorio, se entregaa este ejercicio de humildad mds que nunca, y lo hace encantada. En ocasiones la Iglesia ni siquiera ha side capaz de escoger a sus santas. Muchas veces el pueblo, los ficles, ban tenido que susticuirla para imponer algunos grandes nombres, coro el de Juana de Arco, Pero si ha conseguida eliminar muchos y hacer olvidar otros muchos que munca mds serdn recu- perades, Siempre ha tenidorcosas que decir contra las mujeres, descendientcs de Eva, que seatrevian a aspiraral cielo, En particular, tes ha reprochada queamaran demasiads a Jestis, como esas enamoradas que se acurrucaban en los hrazos divinos. No era decoroso. Sin embargo, este.reproche carece desentido, ;Amar demasiado a Dios? Como dijo valientemente Simone ‘Weil, sreprochar a los mfsticos que amen a Dios con la feculrad del amor sexual, es como reprochar aun pintor que haga cuadros con colores que estén compucstos desustancias materiales, No tenfamos otra cosa con qué amare! 1, Citado par Jean Verdon, Le Plaisir av Mayen Age. op. cit, p. 181. 207 — La Iglesia hizoa un lado.a la mayoriade misticos, al menos mientras, vivian, hasta el punta de casi extinguir suespecie. Sesucledecir que es por culpade la Reforma. Es una manera que tiene Roma de cargarle el muri” aotro, Si bien la Hlegacta de la Reforma hacia 1520 y, mds generalmente, la. aparicidn en Occidenre de una nueva mentalidad, mas racional, en el siglo: xvi, contribuyé on gran medida a acabar can la aficién por lo sobrenacural,, - locierta es que la caza de misticos habla empezado mucho ances de Lutero,~ al raenosen el siglo xv, cuando las reservasde Jean Gerson, procedentes de. lo mds alto dela Universidad, no cayeron, ni mucho menos, en saco rote ¥, por otra parte, fas sospechas lanzadas sobre las mujeres profetisas databan ya de losevangelistas... Sea como sea, la mistica, cada vez menos cotizada en Roma, ha desapa~ recido précticamente de nuestro horizonte espiritual, Sin embargo, habla’ dado a conocer una sinceridad, unasexperiencias, unas formulaciones ori- ginales, que tenfan un sabor muy distinto.al de cieccas expresiones de la’ piedad moderna: enciclicas para asustar alos nifios, guitarra y evangelismia televisivo. Perodsa es otra historia, Lo que no se puede negar cs que, en ef caso de las mujeres cn vias de~ santidad, incluso-en Jas que na fueron claramente misticas, toda conducta: un poco insensa, todo contacto-un peca demasiade directo con el cielo, toda aparicién ensu cuerpo desefiales que hicieran creer que Dios las habla. distinguide provocaban dudas, celos, butlas y, ms atin, miedo en la Iglesia. Posiblemente haya dudado mas de los milagras, de las mujeres que los” obraban y de las que los reciblan que de los mismos ateos, No importaba lo que contatan las mujeres de su viaje hacia Dios, nist lo hacfan con dignidad o no: ia institugidn romana siempre se tapé los® ofdos. Ese era todo el problema, toda la necesidad de las rnujeres, y,¢n clerta: medida, lo sigue siendo: jcémo hablar en la Iglesia y ser escuchadas? Esta demanda de atenciéa es muy antigua. Yaen el siglo vu, santa: Lioba vio un dia, en suefios, que de su boca iba saliendo un hilo rojo. Segiin ella, el ovillo representaba eet misterio del Verhoo, ;Que significa-- ba cso? Senciliamente, que tenia un mancdn de cosas por decir, como un+ ovillo en su garganta, y cenfa la necesidad de sacarlas; que, como otras® futuras santas, queria hablar. Pero no era eso lo que se les pecfa, ni a Lioba~! nialasotrascharlatanas, ¥ por todas las medios se intenté desanimarlas. Como dice Pauletre L’Hermitte-Leclereq, «no fue facil imponerles silen- ciox,! 1, (Eigse or des erumes.., op. cit p. 19. — 208 — La Iglesia no queria un discurso femenino, ya lo productaella misma, Siempre dio la misma respuesta a las mujeres que querfan expresarse:«Qcu- paos mds bien de los pobres.» Por eso, en el calendario, hay muchas mas sosias dela Madre Teresa, sin duda admirable en gu terreno, que de Catilina de Siena, espléndida en varios tegistras distintos. En las altas instancias romanas se estima que evan soportables, dipnas deafectoy gloria una mayoria de santas lejanas, un poco miticas, demasiado alejadas en cl tiempo para que atin se recordara si hablan tenido algo que decir, y qué, Eran sobre todo mujetes martirizadas, torturadas, violadas, mujeres excepcionales y mudas, Ninguna otra religidn ha ensalzado tanto el martirio ni ha representado a tanras mujeres quemadas, con los senos cortados, los pies en el fuego o despedazadas por los leones, Todas ellas, en lashogueras, las torturas @ el circo romano, muricron sin hablar, Lalglesia, en fin, seleccions a sus santas aplicando el mismo raseto con el que siempre juzgé alas demas mujeres. Las querla sin genio, vulgares, piadosas, modestas. Mejor mamitizadas y amordazadas que hablando de Dios oa Dios. Y mejor muertas que vivas, No obstante, aunque haya éanonizada a mas santas que santas, no podrfamos tachar a la Iglesia de absolucamente misdgina. Aprecia a fas mujercs, las quiere en sus filas; las necesita, Perono las acepra en todos los puestos ni en todas las cateportas, Como pecadaras, sf, son todas bien reci- bidas. Pero como sujetos dignes de admiracién ointerlocucoras de Dios, es mnds diffeil. :No hablarin en realidad con el demonio? Esta infamante sos- pecha hasido una constante durante mds de veinre siglos. Poreso la Iglesia no quiete corter riespos, Aprecia a las mujetes en la medida en que no son demasiado sensibles, ni demasiado inteligentes, ni demasiado cultas, ni demasiado clocuemtes, ni demasiado visibles, ni tienen una extensa agenda. Le gustan muy difuminadas y sin relaciones, sobre todo a alto nivel. Habrla que preguntar- sesi no las habrd preferido siempre un poco tontas, — 209— La tonta A principios del siglo x% empezd a publicarse en Francia uno de los primeros cémics, abra de Pinchon y Caumery, cuya protagonistase lama~ ba Bécassine; un nombre un poco exceafio para una muchacha que comsus” avénturas resultaba bastante simpatica. En frances, la palabra bévaste y sub diminutive décasine designan, en sentido estricto, unas aves zancudas muy apreciadas por swcarne pero no par su inteligencia;!en sentido figurade, se: Harva asta las mujeres o chicas un. tanto bobas. El personaje principal del cémic hacfa honor a su nombre; aquella.- criadita de origen bretén era analfabeta, fea, sin la menor astucia, pero: meeclaba su sdlida rusticidad con tna gran entrega, Tal como veremes con ejemplos conctetos, resulta imposible no establecer un paralela encre esta bobalicona de gran corazén —que fue un gran éxito de ventas—y la mujer’ que la Iglesia propuso como modelo a los catélicos durante largo dempo. En todas las épocas y al menos hasta 1950, la Iplesia, a fa vez que condenaba la inferioridad, la lascivia, las precensiones espitituales abusivas’ y la innata vertiente diabélica del segundo sexo, indicaba cémo tenfa que ser la mujer honrada segun sus principios: para redimirse de su origen pecadar, debla convertirse en un ser dispuesto a sacrificarse, invisible y . modesto en ka sociedad, indiferente a toda la afectacidin de la moda y, en. cietta medida, intelectualmente insignificante. Podernas llegara suponer que Bécassine, ejemplo de la joven mojigara y virgen que combinaba las virtudes cristianas con la prudencia burguesa, de haber vivido realmente,” habria tenido todas las probabilidades de ser canonizada. Fue una exeelen- : te sanrade lo cotidiann, la pacrona de las criadas. 1. En espaftol, becadas, chachas (M. de da 7). —210— Estas palabras de introduccién sobre la desconfianza que Ja Iglesia: sintid durante mucho tiempo por la menve femenina y la belleza fisica pueden parecer un poco duras, No implican en absaluco que este Libro sea inilicante y quese inscriba en la corriente atea que, desde el siglo xv hasta inuestros dias, ha denunciado, a veces sin matices, el supuesto oscurantismo dela Iglesia em todas sus facetas. Una vez mas conviene insistir en que sdlo estamos hablando de las mujeres. Aqui solamente queremos seguir destacanda el hecho de que siempre se les dio un trato muy diferente al que recibieran los hombres, como ya hemos mostradoal comparar las bibliotecas de los monasterios de religiosos con las de los conventos femeninos: en el primer caso disponfan de casi todas las producciones de la mente humana, y en el segundo casi tinica- mente de libros de piedad, Sea come fuere, ningiin historiador padrfa olvidar el eminente papel cultural de la Iglesia cristiana en Qecidente... para los hombres. Desde su remotisimo nacimiento ha sido multiple y contradictoria, haciendo la me- jor delo mejory lo pear delo peor, y ha sido culpable de incomprensiones, cegueras, sarderas, profindas injusticias y condenas odiosas, Peto no por ello deja de serla autora de una inmensa obra cultural: obra de traduccin, conservacién, transmisién de conocimientos antiguos, y asimismo obra de creacién y adquisicidn de gran mimeto de saberes. El siglo xvit.casi cientt- fico y a veces casi ateo ya, no surgid de un vacto intelectual; tenia los pies sélidamente plantados en los trabajos de los cruditos que habian precedido, y en cuya primera fila destacaremos a Roger Bacon (1220-1292), monje franciscano, Nicolds Copérnico (1473-1543), sobring de abispo y un pro- ducto puro de la educacién de curas, René Descartes (1596-1650), educa- do en los jesuitas de La Fléche, Nicolas de Malebranche (1638-1715), onatoriano, y casi todos los grandes fisicos y medics iralianos del siglo xvn... Incluidos los que se mostraron severos con el lero. Ademis, uria vez expuestos sus.errores, jcémo podriamos ignoraro intentar ocultar con un ménimo de verosimilitud las aportaciones y Los, méritos dela institucion eclesidstica? Durante quince siglos la Iglesia cristia- na estuvo sola en el escenario. Fue el eje intelectual de Oecidente, por su. posicién dominante en los lugares de cultura, sin duda, pero mas todavia por la calidad de las mentes que supo formar y ponera trabajar. Eso no: impide que a esta Iglesia slo le gustasen las mujcres de determinada rono, determinade olor, dererminado color, determinado pensamienta. Ahora veremoscudles, — BE Modernidad ¢ ignorancia Dediquemos antes unas palabras, importantes, a un aspecto muy poco destacado de la considerable transformacidn, politica y econdmi frid-ta sociedad curopea en cepresenté un fuerte apoyo para los sacerdotes en su sempiterno «arrineo- namicnto» de las mujeres. Hablamos dé Ja aparicidn de una burguesta masculina muy moderadamente impregnada de Ja [ustracion que, aunque desertd de las iglesias, muchas veces compartid las mismas preocupaciones morales quel piilpito. Ambios bandos estaban enfrentados por algtin. que otra derecha civil o religioso, pero se pontan deacuerdoa ke hora dearremne- ter conttit la mujer, Durante mucho tiempo y sobre todo en la Edad Media —ya hemos insistido en este punto—, el anciferninismo fue cosa de clérigos. Seeura- mente no predicaban en ¢l desierto y convencian a mas de uno, pero el pueblo Jlano no creiademiasiado en la imagen que daban dela mujer odiosa cque su- os siplos xvul y XIX, ¥ que, paraddjicamente, y diabélica, excepto durante algunos bruscos momentos de locura en que se ponfan a encender hoguctas En el sighosxux, este divorcio entre Iglesia y sociedad no es tan patente, personas instruidas, pensadores, eruditos, ingenicros, comerciantes, profesores, estudiantes, ya no pertenecen a tas filas de la Iglesia en su gran mayorla. La burguesta, por lo general, quicrealejarse de las ideas revolucionarias que, asu parecer, estin fermentando peligrosamente en la sociedad, come Ia educacidn de las nifias 0 el derecho de voto para todas, En adelante compartira fa moral del cristis sus dogmas, A la cradicional unién del crono.y el altar le sucede, en materia sobre toda porq. ge o sin aceptar tados de reglas de vida, un frente comin formade por la tienda, la industria va veces hasta las facultades universitarias, si no con él hisopo, sf al menos con el carecisma, Esto no impide que los republicanos ataquen la reli de tratara las mujeres, En 1860, Jules Michelet, en La Femme, arremete conita la educacién eclesidstica de tas niifias y ta alienacién espiritual de las mujeres, Junta con otros en la misma época, a-veces mes violentos, acusa.a los jesuitas de turelara las esposas mediante la confesidn, de querer quitarles on por su manera el manda alas maridos y mantenerlas bajo su férula, «Millones de mujeres: sdlo actilan por vuestra mediacidn, les escribe. {Por qué estas acusaciones? Porque el abandano de!a Iglesia en el siglo xixes un Fendmeno casi exclusivamente masculino, Las mujeres, que no han perdido ni un dpice de su fe, todavia forman nutzidas legiones de fieles. 212— »Gracias alas maravillosas disposiciones de {a divina Providencia, la religién sigue ocupando el primer lugar en la mayarfa de personas de este sexo, que Ja Iglesia se complace en obispo de Langres.! «Dios ha cambiado de sexam, dice mas escuetamente Michelet, a veces injusto en su anticlericalisme pera nunca carente. de hermosas frases, En la batalla entre Iglesia y Repitblica, lo que estd en juego son las nifias, las mujeres, las madres {a las que nunca se-loard tanto como en esta ¢poca). gA quié al final? Nadie imagina que la respuesta a esta pregunta pudiera ser: asf mismas, Asticos y muchos bur- amar devotos, se congratula monsefior Patisis, quidn pettenecen las mujeres ind’ pars today, Mientras no se resu ste combate, los ecles gueses, fildéofos, médicos y hasta poetas y escritores que han roto con el inimes. Para mancenera las rmujeves apartadas de las {a [y sobre todo del otro banda), se empezard por no ible, de los focos romanticismo son u perversiones del mus instruirlas demasiado y poralejarlas, en fa medida dele pos de contagio, a saber, las tiendas de las modistas, los salones de lectura, los especta Mezclando un relativa modernism con lareaccién perenne, se quiere que la pueva mujer oo sea u ida. Mas que ounca se ensalzan'sus respansabilidaces espeetficas (ser madre, criara los hijos, socorret alos enfer- mos, consolara los hombres). Se entiende que ella puede hacer mucho: «Tanto para el bien como para el mal, la influencia.de vuestro sexo cs inmensas, les dectara cl catdlico Joseph de Maistre,? Pero aunque se quiece da que antes, habrd deserlo manteniéndose en si los, la vida profesional y politica, esti una mujer mejor educs papel y en su lugar. No hay duda de que los medios progresistas —-aunque no todos— defienden el plan universal de instruccién piiblica presentado en 1792 por Condoreer ance la Convencidn Nacional. Pero, aparte deellas, en tos sropa,-cn las republicas burguesas y bajo el Segundo Imperio francés, se estd casi undnimemente de acuerdo en levantar barreras pro- tectoras en torhoa la mujer, prohibir los atavlos mds vistosos que pudiera utilizar para sofialar su existencia y, por Ultimo, poner freno a su inteligen- cia, En resumen, en dejar que la mayoria de mujeres (las mujéres de alcurnia, al menos), tuna vez realizadas sus buenas obras, reins de 1, Myr Cabanis, Liberté de ('Eplise, Dewexidine examen. Waille et Sirou, abril 1845, p. 78 2. Citada pot Michela de Giorgio, «La bonne catholiques, en Histoire ees femmes en Ovcidems, op city 0 4y pe 17 —213— sus casas, con o sin reclinatorio, y a solas con sus labores de punto. No estd ovuy bien visto que se pongan guapas, que lean, que piensen, que voren o que se diviertan, Esta unin sagrada un tanto sorprendente nes permitird ampliarel campo de los testimonios que oftecemos; seguinin empezando porlos pri- meros tempos del cristianismo pero ahora se extenderdn hasta el siglo xx como minimo. El desprecio alas mujeres no siempre ha retcocedidto con el tiempo y el desarrollo def conocimiento. Al contrario, a veces parece haber aumentado con la ciencia médica, La CONDENA DE LOS ATAVIOS Es una vieja historia, Los textos mis conocidos sobre la cuestidn se Temontan a los primeros cristianos, a quienes:no tes guscaban nila ropa ni losadornos. En efecto, la Iglesia siempre ha tenido razones casi reolégicas, para odiarlos en tas mujeres. : : La primera de estas razones viene, una.vex mils, del Genesis. En el jatdin de Edén, Adan estaba desnuda, Habia sida creado a imagen y seme- janza de Dios, de quicn podemos suponer que reinaba eternamente desnu- do. También Eva vivia en el jardin sin vergiienza y sin velos. Pero cuando, tras el pecado, ambos se dieron cuenta de que estaban desnudos, Dios fos expulsé del parafso, y huyeron cubjeros con pieles de animales, EI vestide marcé el fin de nuestra divinidad y nos hizo entrar enel mundo animal; es un recordaioria, una consecuencia del pecado. Por lo tanto, ne hay motivos para mostrarse orgullosos de él. Segunda razén: con adornaos, maquillajes y ropas, hombres o mujetes (inds ellas que ellos, como es desuponer} intentan maliciosamente disimu- far o modificarlo que en realidad son. Clemente de Alejandifa (150-216), tedlago griego, lo dijo: «La coqueterfa es un insulto al creador puesto que pretende mejorar fo que dl crey6 que debia hacer.» Tertuliano (155-222), el grart enemige de los adernos hasta el punto de que escribié un libro en contra, llega aatirmar que cuidarse, atreglarse puede ser algo diabilica: «Lo que es natural es obra cle dios, to que es ficticio es obra del diablo. ;Afiadira Jaobra divina los invenvos de Sarands es un criments! L Tertuliana [Tertulien, La Yoilerce der femmes, Souces chrétiennes, n.° 173, Editions du Cerf, Pacts, 1971). —24— No sorprende, pues, que las condenas eclesidsticas de los vestidos, peinados y maquillajes, mds tarde de los corsésy sujetadores, hayan sido en, ocasiones de gran dureza,' A las razones teoldgicas fundamentales de man- tenerse naturales’se afiadia, en-efecto, la obligacién moral que durante inucho tiempo se le impuso ala mujer de no destacas, de tener un trate modesto y confuso, y de esforvarse en estar mis limpia por dentro que por fuera. San Pablo insistia en este punto: «Asimisma, que las mujeres se prescn- tenen hibico honesto, con recato y modestia, sin tizado de cabelios, ni oro, ni perlas, ni vestides costosos, sina con obras buenas.s? San Agustin hablé ene] mismo sentido: «Que vuestra ropa na destaque por nada; no incentéis complacer con yuestros vestidos'sino con vuestras costumbres, Que los velas no sean transparentes... Que los cabellos no estén descubiertos y que nose vean flotar con descuido o sujetoscon artificio... No credis que vues tros carazones son castos cuando yuestras ojas no lo son. Exel mismo fenguaje quese puede ofr actualmenté en Iran, En el siglo xvi el escrizor francés Jean Bouchet (1476-1558), autor muy leielo y procurador de justicia en Poitiers, difundia por laalta sociedad la imagen dela snoble damar que, en toda ocasidn, debla moverse lo menos posible hasta hacerse invisible, Cabeza y manos inmeviles, pasos pequefios, mirada baja, todo ello, junto con el vestido sobrio, deblan dar testimonio det pudor dela mujer: Ademas de la castidad, Ja nsujer debe ser pidica en palabras, miradas y compostuta, y guardarie de cosas cercanas a la lascivia, ni ofrlas. Su compostura debe ser humildey recatada, su mirada dulce y benévala, y debe guardarse de ser descarada, ni de mostrar una mirada dvida, aguda, inconstante, ateactiva ni cortante, Asimismo debe guar~ darse de mantener conversacion con cualquier hombre que no sea su maridy.* 1. Véase en particular: santo Tomds, Summa 22, ¢ 169, art, 2; Sybvius, &. 3, p. 871, ¥ también Ponts, Collet, Billuart, ete. 2.1 Tim 2, 9-10. 3. Opera ommia, ed. Paris, 1836, c. 2, col, 1185-1194. 4.5. Bouchet, Ler Thiomphes de de noble et amonreuse dame, 1541, £ VL ee 215 — Peinado, maguillaje y joyas Las arcificios que podian utilizat las mujeres fueron examinades con deralle, juzgados, aceptados o condenados par los tedlogos, y después por los escritores burgueses y los médicos que tomaron el relevo delos primeras camo censores del atuendo femenino. Hubo piczas de ropa que se convir- Heron cn tema de grandes controversias y casos de conciencia teoldgicos, En cuanto al peinado, Tertuliano, que habld de toda, pensaba que era revelador de las buenas y las malas costumbres; «Viende la cabeza de Las mujeres se sabe si Dios esc en'su corazdn.' El dominico Vincent de Beauvais (1190-1264), lector en el monasterio de Royaumont, considerd que el peinado, provocador por naturaleza, renfa que estar, en la mujer noble, 0 bien disimulado par un velo o bien resueltamente rasurado.’ Se sabe tam: bin que el pelo corto y ondeando al viento de Juana de Atco, cortado na lo chicos antes de tiempo, tuvo un papel importante en su condena: semejan- tcaudacia, concratia a las instrucciones de san Pablo, no era adecuadaen un persona que decla recibir la inspiracién de Dios. En el siglo xvi, en fin, un concillo provincial de obispas legs a expulsardela Iglesia alas mujeres que’ llevaran peinados demasiado elsborados: De acuerde con el decreto de Constaritinopla, llamado in Trudla;. declaramos excomulgadas d todas las mujeres que, por un arreglo-de- masiado estudiado de sus cabellos, tiendan a fas alas redes y trampas en las que vayan a perderse? Naturalmente, come fas modas cambiabin, un determinada arrepto. capilar que durante un dempo halyfa parecido escandaloso terminaba por seradmitida, Hoy en dia nos parece inctetble quite las trenzas, queen el sigha xxserlan el peinade mus casto para las jovencitas y que formarfa parte del uniforme de la.nifia cristiana, habfan sido condenadas en 1848, una vex ands basdndose en el apdstal Pablo, por el RP! Debreyne, cuyo manual de confesiGn, acusador y demencial, titulado Moechidlegie’ ya hemos tenide ocasin de citar Este miedo a los cabellos, sin duda tambidn herencia biblica, afects © incluso-a los médicos, En el siglo xt, Gilbert de Tournai teansmite laopi- 1. De wirgints velandis, 206; 2. Deeruditione filarem nabilivm, Cambridge, Mass, 1937, p. 172-194, 3. Concilio de Tours, 1583. 4, Capitulo IE —216— nidn de alpunos de ellos sobre el remarsi las mujeres tienen frecuentemente dolor de cabeza se debe a que usan con demasiada abundancia lociones destinaclas a embellecer sus cabellos,' El maquillaje, cuya existencia se remonta ala mds lejana Ancigiledad, donde ya fue condenado en acasiones (excepto por Ovidio, naturalmemte), todavia estuve mis controlado por los tedlogos. San Jerénime (347-420) se preguntaba «qué hacen en el rostto de una cristiana la pincura purpura y la cerusa. La una simula el rojo de mejillas y labios, la otca la blancura de boca y cuellos, Vefaen ello no el adorno de Crista, sino l «velo del Anticristow? Juan Criséstome (344-407) destacaba que, de todas maneras, el maquillaje no gervia de nada; «La mujer que es hermosa naturalmente no necesita de procedimientos artificiales. Para la fea usar pinturas resulta nefasto, pues por mucho.que recurraa mil artificios para ponerse guapa, nolo consepui- rt Entonees, gpara qué usar esos productos? Los representantes de la Iglesia repiticron estas argumentos durante siglos, Al maquillarse, la mujer contradecia el rostra que Dias haba esco- gido para ella, provocaba a los hombres ye mudaba en vulgar prostitura (como sostuva Bernardo de Siena}. Nadic, sin embargo, s¢-cxtrafiaba de que Maria, madre de Jestis, siempre fuera representada por las pintores con .un rostro ageadable y con una teza veces ligeramente coloreada. No hay ninguna evirgen fean, pero no querlan que hubicra «mujeres gua- asm, r Las joyas y los perifotlos, otra manera de llamar Ja atencién de los hombres, recibieron las mismas condenas, sin que, por otra parte, ninguna sociedad, cn toda la historia del ctistianismo, haya renunciaco jamdsa tales ornamentos, fo cual relativiza unaver masa importancia del clero cuando. se convertfa en juez vaciferance de la sociedad humana. En 1754 el padre Achille de Barbantanne declarabay «Esto ¢s pucs una dama: un error de la naturaleza, un cuerpo hecho de mentiza, un, auténdeo mono que hace de su cuerpo un cesto,,, repleto de perifollas.! 1. Citado por Carla Casageande, «La femme gardées, en Histoire det femmes en Gccident, op. cit. tL p. 107. 2. Cartas IL, Ad Ferien de Vidustate servande, 7, Les Belles Levtres, 1953, . 30. . 3. Citada por Bernard Grillec, Ler Femmes et be fards dans PAntignitd greeque, op. cit, p. 148. 4. Ee chiccoers ster fer oames, Avinén, 1754, p. 46, en Aslette Farge (Textos presentados por), Le Miroir des femmes; Bibliothéque bleue, Mantalba, 1982, p. 32. —217— Hasta él siglo xix se siguié ensefiando permanentemente la idea de que llevar joyas era deshumanizarse. La mujer arreglada y engalanada era tan. ridicula como un anillo de aro en jeta de puerco, segiin los Proverbios:* Llevar una joya era o sefial de tonterla.o, peor atin, indicio de pretender’ engafiar sobre la mereanela, la cual, porcierto, padla estar muy estropeada,, gAcaso el broche, el collar o el bragalete no servian a veces para tapar un, geano 0 un chancro? Asf lo encontramos en algunos novelistas de «fin de. Sighs, como J.-K. Huysmans (4 Rebowrs, 1884) o Octave Mirbeau (Le- Jardin des supplices, 1898), quienes arrastraban una pesada herencia catdli- ca; Son las mujeres padridas por dentro las que necesitan maquillar su’ aspécto externa. Semtimientos del mismo género, hostiles'a cada cuanto no es «naturals, son manifiestos en tod tipo de ambicntes. En 1883, un sélido realista, el. doctor Lasstgue, médico forense, encuentra sospechosasa las mujeres que. se cuidan y hasta s¢ lavan mucho. Declara: «Cuando mie traen al Depésita’ aunas desgraciadas recogidagen la calle, sdlo les miro las rodillas; las mucha- chas que llevan las rodillas suicias son bonradas, las que las lkevan limpias son, deshonestas. Es mateméticos* Esteconcepro segtin el cualsolamenteas chicas pobsres son honestas- ysucias, y solamente las deshonestas son limpias procedia directamente del cristiinismo, Durante mucho tiempo se siguié pensando quela mujer | que s¢ ocupaba mucho de su apariencia era porque intentaba acultar algo: su carencia fundamental desustancia, su alma libidinosa y tal vez sambidn esas enfermedades vendreas que tanto preccuparon cn las postti- mertas del siglo xut. Corsés y sujetadores Un hecho cierto: cras ef final del sighe xvi que habfa visto, hay que’. reconocerlo, algunos excesas en la exhibicida mamaria, coda mujer que se- destapabs un poco e] pecho para dejarentrever aunque sdlo fucra¢] naci- miento.de log senos no podia ser ni una buena cristiana ni una buena” burguesa. Una vez mis, cudnte camino recorrido... y cudinte por recorret, Una célebre obra del evr, Abus der nudirés de gorge (Bl abuso de las desnudeces de escore], escrita par Jacques Boileau, detalld y vilipendid cade” 1. Pell, 22, 2. Dr, Lasségue, citado por Jules Claretie, Le Temps, 23 de marzo de 1883, —218— lo que era pecaminase ¢ indecente: exponer cl buistoa [a vista publica con escotes provocilores, realzarlo, aumentarlo artificialmente, taparlo con un velosupuestamente piidico pero en realidad transparence.... Este velo, su materia y su grosor, fueron objeto de profundas discusia- nes entre los tedlogos especialistas del sexto mandamiento, como F Sylvius (f 1649) o el jesuita Charles Billuart (1685-1757), que debarieron del asunto largo y tendido. Al mismo respecto, ef trapense Debreyne no dejd de realizar las preguntas mds sutiles. Por ejemplo: zy si mostrar la parte superior del seno-fuera, en algunas regiones, la costumbre de las gentes de wulcurnia? ;Podfa, entonces, una mujer destaparse un poco paraagradara su nacido y evitar ponerse en évidencia entre los desu citculo? Pero, al igual que los demas ted-logos, conclufa can una rotunda negativa: «No, porque aunque la costumbré a veces pueda derogar el derecho humano; jamds podrd derogar el derecho natural y divino.» Fued mismo, el autor dela Moechialagia, traité cles peches contre lesixiémte et le neuvidate commandement|...] [Tratado de los pecados contra el sexto y el hovena mandamientos}, quien se preocupé tambidn del cors¢y del sujetador {al que!lamaba igualmente cors¢ en el sentido desostén con cuerpo) sobre los que hizo recaer sus iras en 1849, Estos aparatas, destinados a-aumentar los sens, apretar las redondeces y a veces arquear el busto, levantaron clamares de indignacién cn los medios religiosos de los siglos:xvit y'xix. EL RB Debreyne veia en ellos unosauténticns instrumentos etdticos; {Qué cabe pensar de las mujeres.—s¢ preguntaba—que usan de algtin medio artificial o corsé paraacentuar las protuberancias de su ‘cuerpo, aumentarlas o simularlas de algvin modo? Hay-confesores que exigen que estos corsés se taper. con un pafiuclode cuello, una toquilla ounchal. Este remedio nos parece que mis favorece el mal en lugarde destruirla. Y, ademas, de este modo las mujeres no consiguen cn abso- Juco su objetivo, Parece preferibsle que usen estos chales 0 pafiuclosy rechacen todos los intermediarios artificiales, pues no convienen en modo alguna alas mujeres cristiantas. De este modo, lo que faltana.se notard, la castidad no se verd herida, y Ja salvacién de las almas no correrd peligro alguno.! gLasalvacidn de las almas, nuestra parte de paraiso meteed de unas prendas de-vestir? Al parecer, el problema que planteaban los coadyuvantes L. Moechialogie..., p. 183. —219— de la belleza anificial era vivide con mucha intensidad en los medios que se" preocupaban de la salud fisica y moral dela mujer. . Prueba de ello es que todos losargumentos, incluidos las mas tras=: nochados, los mis capeiosos y hasta las falsas estadisticas, fueron uti dos contra el corsé, que amuchos les debid de parecer cosa del diabk Para empezar, como el testo de atavias,.no servla para nada y contradecta la voluntad de Dios. Podia comprometer la virtud y hasta la repuracién de mujeres que fo llevasen inacencemente y sin comprender el error, cometide pues, como afirma un arbitco de la clegancia a principios del. siglo xx, Emile Bayard, sla virtud de una mujer.se juzga por su ropa. interiors.’ Come un bonito ejemplo de Jo alianza encre el confesionario y él consultorio médico de la épaca, el dector.A, Debay llegé a facilitar Go inventar?) én 1865 el balance en ciftas de los estragos causados por el catsé,.. Suconclusién erauna mortalidad del 40 % aproximadamente, Tan invert simil estad{stica fue incluida de inmediaro en varios manuales de higieney de urbanidad destinades a mujeres y jovencitas: Espero que [a tabla siguiente haga abrir los ojos de las madres - ciegas que, con la esperanza de modelar un busto elegante on sus hijas, : lasenciercan, desde termprana edad, er an cors¢ inflexible, Esta tabla * esla media resultante de cuarentaaiios de abservaciones. Deeadacien muchachas que llevan corsé: 25 sucumben aenfermedades de pecho; 15 mueren a consecuencia del primer parto; 15 desarrollan maltormaciones; 30 solamente resisten, pero, tarde o temprane, suften indispasi-~- clones mds o menos graves.’ En et fonda, la Iglesia, que habia sido desde los primeros siglos el origen dela guerra contea los adorns, odiaba la belleza femenina. Sf.a veces la mujer era hermosa, al menos en apariencia, pero cudnto le costaba * aella misma ya los demas... Krier y Sprenger, en El anarcillo de bregas, habfan dicho: «Su aspecto es bello, su contacto tide, su compaiifa mor tal.s ¥ cuando la mujer aftadia la belleza artificial a esta peligrasa belleza I.E. Bayard, Le Bon Goide, 1919, p. 191. 2. Vidase A, Debay, Aiyiine vessimensaire, 1865. Sus cifras fueron repetidas, por ejempla, por la condesa de Dash, Les Fensnses # Paris, 1883, p.27. ~220— natural, !aamenaza no podia sino aumentar. Porque no era nada mas que una trampa. ;Acaso el mismo diablo no se transformaba muchas veces en, seductora muchacha para arrastrar a los hombres a los abismos del infier- no? El padte Drouct de Maupertuis, siguiendo la inca de san Didcone, lo habfa dicho sin ambages: «;Qué es la mujer? Es —contestaba— un lazo formado con un artificio formidable para atrapar.a. los hombres; una trampa siempre tendida, una Circe que no se ocupa mas que de preparar multiples venends.» Ell defecto de la coqueteria El vestido y sus accesorios eran, evidentemence, algunos de estos venengs que la mujer esparcla por el munda. Vestirse bien, empertifollarse,-maquillarse, para después ira buscar compaiia y prove- cara los hombres; cra un camino.cussta abajo bien conacida y todos sabfan adénde conducla. ¥tado eso entre las risas dela sociedad, porque él atuendo da mucha materia para hablar, critica, comentar, Divierte, usta. Ahora bien, la risa, esa sefial de satisfaccién que subraya la belleza presente y el pecado futuro, tampoco eri del agrado de la Iglesia, nunca a habia querido. Las mujeres refan para parecer mds guapas, para ensefiar los labios, la boca. :Acaso Jestis habfa refdo? No. Luego la risa tambidn era cosa del demonio, ‘Un sainete, imaginada por Jacques de Vitey y repetide por Gilles de Tournai en el siglo sutt.-cuentaya las seducciones de una naujer arreglada y tisucfia: Rfe para ver si la risa la favorece..., entorna los ojos para ver si gustard mas asi o con los ojos bien abiertos, levanta un poco su vestido para que scle vea la carne, se desabirocha é| escote para quese le vean los senos, Aunque su cuerpo atin éstd en su casa, 51 almaa los ojos de Dios yaestd en un berdel.! Convencido de los espantosos dafias que causaban a las alas escenas deeste tipo, el clero no. atendié a rezones durante largo tiempo con respecte 1, Jacques de Vitry, Ad Virgines, Sermo 1, f. 14 y Gilbert de Tournai, Ad virgines et puellas, Secmo IL, f. 147 vb, citado en Carla Casagrande, La femme garddcs, en Histoire der femmes, op. cit., 1. IL, p. 106. —22i— alatuendo de las mujeres, Para salvarse tenfan que evitar la ostentacisn.y provocacién. Todos los manuales de urbanidad del siglo xviry los supuestos, ausos del mundo» del xevittson tajantes sobre la risa: la joven puede sonrefe a medias, la mujer casada puede sonrelr casi completamente. Pero ninguna de fas dos debe jamds reir en sociedad.' Asimismo, se apeléa la Facultad yy unaver mus, ésta respendié como se espetaba de ella. Era realmente bueno para la salud enseriar los dientes, exponerlos.al frlo viento? El abanico, ato: instrumento del vestir satdnico, fue condenado por esta razcn, Provocaba carles en los dientes: La frecuencia de la caries dental en las regiones meridionales dé Europa, en Espafia, por ejemplo, dondeel abanico se ha convertido en. * castumbre, én gracia, casi una lengua, padeia deberse en parte aesta causa tan insospechada? Cualquieradorne de belleza, importante como el conjunto del vesti- do, n secundatio come las medias, el corsé, el calzado, el abanico, con pretexco.u otro, en una época Lotra, recibié la condena desde el puilpi Los predicadores pastaron clos de saliva envel tema, El franciscano Micl Menot (1440-1518), llamado «Baca de oros, denuncié semanalmence : +desvergiienza en el vestirs, al igual que su alter ego, Olivier Maillard (1440. 1509}, famoso por la brutalidad de sus directivas morales, quien compara: bala cola de los vestidos femeninos con la cola dealgunos animales, con lo cual rebajaba una vez mds alas mujeres al nivel animal. Hasta al menos 1950 las mujeres oyeron repetidamente esta advertencia: vuestra manera de vestir puede ser vuestra perdicin, Pero las mujeres, por lo visto, ne pensaban en otra cosa, Todas, sift excepeidn, y desde siempre. Le Miroir des femimes, una publicacién popular ‘de venta ambulante publicada.en Troyes en el sigho xvtit, denuneia tam bidn, entre otfos muchos, este permanente y lamentable defecto: Hormi le sain des habits et autres bagatelles Rien nientre en leer esprit, vier ne leur tient a coctir 1, Véase, pot ejemplo, este consejo, en bardn de Mengin-Fondragon,, Lettres a ma fille on Cansetls sur Pédncation, 1843, p. 25. 2, Din Fonssagrives, [Education phyvtquee des jenner filler, 1869, citadoen I. Bricard, Sainves ow poutiches, op. cit. p. 188, —222— Enfents, maris, parents, tos ne.tronvert en elles Que de linetolence o1 gree de lu froideus™ Por ef conttatio, los escritores que defendieron la ropa ylosadomosson muy poces, y las excepciones siempre fueton acompariadas de consejosde, moderacidn. Por ejemplo, énel siglo xv, la tolerancia que mastearon en Italia los observadores de costumbres Francesco da Barberino y Gilles de Roma (quien, por su parte, excluia el maquillaje) no dejaba de ser muy: limitada. Solamemte-aceptaban mostrarse comprensivos con las mujeres que debfan aparecer con sus mejores galas por necesidades sociales. Pero esa silo concernia alas que pertenecian las clases altas; cuyo atuendo era en cierto: modo su instrumento de trabajo, para mantenerel rango y manifestar el podera fa riqueza del marido, Dentro de un concierto undnime de reprobaciones, sdlo se encuentran algunas diferencias dé apreciaciéin sobre el tema. Por ejemplo, santo Tomas de Aquino consiceraba que llevar vestidos bonitos era pecado mortal, mien- teas que para atros tedfogos de érdenes mendicantes la falta era sdlo.venial. Para todos, la aficién al luja en fa indumentaria reflejaba un amar iddlatra, por el cuerpo y el secreto ceseode gustar a los dems: dos sentimiencis vergonzosos. Incluso en ocasiones se esforzaron en que los hombres tomaran asco a las mujeres demasiado hermosas o demasiado bien vestidas; pera sepura- mente frecasaron en la labor. Se les eepitié una vez mds que las strampase de las mujeres, es decir, fos engafios de su apariencia, ocultaban siempre.cl mismo fondo de podredumbre: «;No os da verguenza —les pregunta L.$. Rollet— haber hecho el amar con algo tan repelente y haber suspirado milesy miles de veces detrds de tan apestosa tierra?s * Excepto cuidarse de la ropa-y otras bagarelas/ nada encea en sus mentes, nada les importa / nj hijos, ni maridos, ni padres, ninguno encuentra én ellas | ira cosa que no sea indolencia 0 fridldad. 1, Le Miroir dei fenimacs, gui fate voir d'un cbse les imperficrions de la méchante fone... Troyes, sin fecha, en Le Mirnir der femmes, textos presentados por A. Farge, op. cit.. p. 97. 2.5, Rollet, Le Faddean des piperies des femmes mandaines, 1685, p. 100. —223— Inconvenientes de la moda Lacondena de los-at conven: s fue dura y constante, porque la Iglesia estaba ade que las mujeres no podian buscar la eleganicia si ocra para mentir (falsos calores, fulsas senos, falsas traseros) y pata coriseggtir unas es, Pidid incesantemente asus curas que vigilaran el atuenda exterior 0 que prepuittran al respecto. En pleno sigloxx encontramosa un profesor de seminaria, et padre A, Chanson, que todavia pedfa a sus ahum- nos que hicieran estas preguntas tan concretas a las penitentes: «;Has lleva- do vestidos indecences? :Muy indecentes? ;Ligesamente indecences? ;Lo has hecho para conducir alos demas al mal?e! La Iglesia siempre se ha atenido a la recomendacidn de un atuendo sobrio, aconsejando desde Tertuliano «que se procure eliminar y rechazat todo lo superfluda? Es lo que decia san Luis a su propia hija Isabel; «Parece bueno que no tengais vestidos en excese, ni joyas.» Seguir la moda no estaba totalmente prohibido, pero, como decfa Pontas, shay que adaprarse a una moda nueva poco a poco, ylo mas tarde nea.’ O la questa misma, una buena cristina sélo podiair siempre...a la modade ayer, {Qué deseaba la Iplesi como siempre, regular los habitos sexuales, diferir, incluso disminuir las relacione: virgen el mayor tiempo pos st poco excitante ante losde tla ni se-vestitia, o lo haria de manera muy birria. Tal ve: Jeanne Allais sc ectucd en la segunda mitad del siglo xv, El reglamento metas inmora que se pueda, algunas hay que no se deben seguir advertencias? Una vez mds, con toda imocosas, En primer lugar, querfa que Récassine se mantuviese le, deahi la necesidad de que Ia joven parecie- dadores mast Tinos. Por eso no-se maquillae odosa. Tenfa que hecha ura era ése el caso de fas chicas del convento de Honfleur donde precisaba que-dl vestido de uniformic tenla que ser cl colmo de la sencl!lez: «... falda lisa por delante, con anchas tablas por detrds, blusa lisa, mangas lisas sobrepasando lo’ putios.«# Desde Inega, el fisica de fas internas no debfa de destacar mucho. I. Abate A, Chamson, Paur news confener, op. cit. § 638 2. La Toilewte des femmes, op. cit, p. 137. 3, Pontas, Dictionmaive det eas de conscience, revisada por Amor, Collet, Vermor, publicado por el abate Migne, Paris, Il, p. 171 (art. emodes). 4, Madame Leroy-Allais, Adarie-Rose aw convent, op, cit, p. 36. —224— En un sistema en que los matrimonios no se decidfan por la arraccién mutua de los novios, sino, en grat parté, por una especie de transaccién comercial entre padres, era totalmente intitil que la prometida se engalanase Jacompraban a ciegas, Después tampoco eta muy necesario, Laesposa tetnfa que limitarse, siguiendo las instrucciones agustinianas, a darhijos asa maride y ano agotario. Dos objetivos fueronconstantemente especificados y reperidosa las muchachas cristianas. No vivian eneste mundo para agradara todo el mundo, sino solamente asus dos duefios: Dios y su marido. En cuanto al primero, Tertuliano ya habia sido tajante: «Conrentaas con lo que reclama wwya elegancia sobria y suficiente: contentaos con agradar a Dios.» Los deberes con respecto al segundo también los expuso el mismo autor en estas términos protectores: «Sélo debéis gustar a-vuestra marido. Le gus- especialmente antes de la bod taréis en Ip medida en que no tengdis la preocupacién de gustar a nadie més. Estad tranquilas, benditas mias, no hay esposa fea.a los ojos desu marido.»! En cualquier otro caso, sila mujer se engalanaba, no podfaser mas que para gustar a otros hombres, presentes en survida de manera ilicita, Terculia- no pensaba que los cuidadas y la bel tucién, ¥ Juan Criséstomo encargé a las madres que velaran por que sus hijas.no tomaran ese camino: «Que la madre aprenda a educar ada hija s¢guin estos principios, a apartarla del lujo y las palas y de todas las demas cosas de la misma especie, queson propias de prosticutas:s* ezallevaban en linea recta. la prosti- icacién o una excusadel Hay que sefialar —esta podria ser una exp Jornos no rigor de la Iplesia en este capitulo— que la condena de los solamente fue cosa suya, sino que ha durada desde ta Antigiiedad hasta icos mas div nuestros.dias, que atin pervive, y bajo los regimenes pol sos. Asi, en Florencia, en 1433, en un momento de libertad par: vestimenta femenina, fos hombres habjan llegado a temer ef matrimo- nio debido al presupuesto para ropa de las esposas, y la gente se casaba na la indumenraria poco. Se condend publica y undnimemente laa demasiado rica. Son también conocidas, a finales del siglo %v, las diatribas de Savonarola (que anuncian las de Calvino en Ginebra en el siglo 271) contra los vescicdos bardades con hilo ce oro y hasta los hébiras sacerdarales. 1, La Toilerte aes femmes, op. cits, p, 111 y 19. ian des enfints, Soucces chrétiennes 188, 2. Sur la vaine gloire et Védue 1972, p. 197. —225-— Hacia 1750 encantramos lo mismo.en un libro de la Bibiorhegue blewe, donde se describe la desventura de los maridos arruinadas por culpa * de-sus mujeres demasiado coquetas: Pour contenterson luxe, etre mettre ala mode En meubles, en babire, en équipage, en train, Ai faut que fa maison sendette et sincom mode, Jiisguiau point de manguer es de boss et de pain. Cependant le mari gémit, ericet tempéte, Les enfitnts vont tout sss, la famille pévis, A déeréter le bien te créanciey sappréte Masta ferme toujorers sust le luce et sen rit Mas cerca de nuestros dias, en 1922, un defensor del capisalismo. constata amargarnente el perjuicio que causan a las empresas los pustos dispendiosos de las empleadas, lo cual conlleva un aumento incesante de Jos sueldos. Observando que el lujo es la consecuencia natural de fa menta? lidad ferncnina, quesélo contiene el mero deseo de apavientar, se queja: No hay ¢riada de granja que, en las asambleas, fiestas o ferias, no. - Ueve zapatos de charol, medias caladas.y un sombrero de phimas: “Todo eso cuesta dinero, y el que paga es el patrdn, bastante agobiado ya por gastos de todo tipo, o el amante, ya menudo los dos* Por tiltimo, recordaremos que los regimenes socialistas, sin duda por motivos de austeridad econémica, pero también por razones idcoldgicas, solfan oponer alas chicas sofisticadas y maquilladas que aparecian en las revistas capitalistas, a las que describfati como adbiles, delgadas y senti- mentales», con las sanas-y robustas mujeres del proletariado, Unit vicepresidenta de la teptiblica de China, Song Ching-Ling, declaré incluso * Para satisfacer su lujo, y ponerse a la mada { en muebles, vestidos, carmiajes, galas # toda la casa se endloudia y se incomoda, | hasta eal punco que les falta lea y pan. / Mientras el maride gime, grita y vocitera, / Jos afin van desnudos, lz familia perece, / a embargar los bienes el aceeedor se dispone; / peta la mujer siempre pecsigue el lujo ¥ se tle de todo. 1. Le Mitoir ees femmes, op. cit,, p. 96. 2. Maurice de Gastd, La Bétise buraine et la Science ee br vie, 192.2, passim, —226— a que las mujeres occidentales sdlo podfan aparecer ocommo unas degeneradas alos ojos de los tfabajadores».' Lo cual no impedia que la esposa de Mao Zedong se hicieta traer su propio maquillaje de América... Embellecer ta nada Una oposicién tan permanente y tan completa enel tiempo y el espa- cio por fuerza tiene que significar algo. En todas fas épocas se observa wn consenso muy genetalizade en la moral elemental (quizd también én el inconsciente masculine) para limisar la belleza de las mujeres y frehar los gastos causados por las variaciones de la moda, Estas restricciones son a veces ¢l simple fruta de un temor a la novedad ode un cierto conservadue tismo de espiritu, coma se-vio can los escdndalos bastante incomprenstbles que provosd la aparicién del pelo corta —meda muy sana—en las cabezas femeninas en 1925, otambidn ol uso del pantaldn, que ocultaba mejor que nunca las picrnas de las mujeres, pero que sin embargo fue muy palémico en las empresas cristianas hacia 1960, ;Habfa que despedir o noa las secre- tarias que habfan dejaco de Hevar faldas? La condena de los atavios, excesiva, no tuvo ciertamente un alcance real, ni siquiera entre Jos hombres que la pregonaban: el pobre cura de Ars Hewaba la sotana agujereada, pero los prelados vivieron large tiemporentce terciopelos y sedas: Por ello nuestro primer impulse es no prestarle demasia- da imporancia, ;Acwola Iglesia catélica no habrfa pensado ni hecho nunca fo que pensaron ¢ hicieron todas las sociedades? Sin embargo, mirdndolo. mejor, vemos que ella llegé mucho mis lejos. No podemos evitar detectar, en [a repulsa que Ja Iglesia hizo de los atavios, algo muy discinta de los temores que expresaban unos prudentes capitalistas temerosos de que fa vestimenta de sus mujeres les arruinase, a las prevenciones de unos utépicos dirigentes socialistas incapaces de vestir correctamente a la juventud de su pals, La Iglesia, mediante el oprabio en que sumié ala rapa de las mujeres, los adornos y el maquillaje, segufa expresando sus pensarnientos més fundamentales sobre la mujer, que no cran especial mente generoses... ni surgidos del mensaje de Cristo. E. Palabras. de Song Ching-Ling, vicepresidenta dela Republica Popular de China, Agencia Reucer, #Le dle des Chinoises dans la vie deleur pays», despacho del 29 de julio de 1958. 207 — Tal como-muestran abundantes referencias, vestir a ja mujersiempsé fuea los ojos de la Iglesia; no sélo caro, no sélo peligtoso, sino también. intitil: escomo recubrir de ore y de produictos preciosos fa nada, €l vacio. Es ayudarla, aclla que carece de fondo, a tener ura apariencia y a realizar sus malosinstintos, Esta misoginia primaria, rayana én el odio, est constante- mente presence en las condenas cristianas, en un segundo plano por su: puesto, revestida de falacias diversas, pero siempre recurrente. Vestir a la mujer era ayudar al diablo, era ayudar al victo. Un texto laico tomado también dela Bibliotheque blewe del xvi, que: tan idlmente Arletce Farge se ha encargado de volver a publicar, muestra, bien Iv relacién encre fa vestimenta y la lascivia de la mujer: ambas cosas. forman un todo, Esta nocidn dela mujer podrids integramente, de origen’ religioso, pesd durance siglos en cl. Occidente cristiano, inchiso una vez, laicizada, La mujer es mala por todas partes; por arriba, donde sti- engalanamiento es vanidad; por abajo, donde su sexo ¢s ticenicia, Toda la: mujer esti en la wnidn ce estas dos monstruosidades: De la ceinture.on haut west que vanité, Que mensonges, que fard et gue parates vaines, De laceinture ert bas ce nest que saleté, Blave sieur et puanieur utlaines”! Tal idea, aunque fue compartida por gran parte de la opinion burgue- sa, resulta especialmente estrechay hasta inquietante, Ya no tiene nada que: ver con la proteccién de la mujer contra las excesos eoondimicas.a los que: podrfan conducir la moda y las vanidades dé la coqueteria, sino que conde- naa la mitad de la humanidad por su vileza esencial. La parte femenina, jamds vale nada, es mentira de Ja cabeza alos pies, Durante mucho empo las sacerdates no vieron, 0 no quisieron ver, aparte deque una coqueterfa ligera era sin duda un pecado muy venial que no implicaba en absoluto una procacidad de fondo, que una mujer, como: cualquier ser humano, podia tener el deber social de presentar un aspecto* conveniente, incluso agradable, Con demasiada frecuencia prefirieron que- darse con la antigua idea de que no servia para nada vestira unas incapaces, | unas putas en patencia, a unas muchachas de pocas luces, * Dela cintura para arciba sélo es'vanidad, / mentiras, pinturas y palabras. vanas, / de la cintura part abajo sdlo es suciedad, # bubs. sudor y mal olor, 1. Le Miroir des flremes, op. cit. p. 131, —228— Aunque tal vez surgian de-un buen sentimiento —el lajo es una vanidad—, las meiltiples prohibiciones sobre los atavfos y tambign los me- diocres pretextos esgrimidos para rechazarlos reflejaron el eterno desprecio eclesidstico por la mujer. En general, no hay que echar margaritas a los cerdos, ni-vestir aun ceroa la izquierda, porque eso no harfa sine aumentac el peligro que ya normalmente hacen correr ala humanidad. Hablanco un poco en broma, y aparentemente fuera de toda cucstién religiosa, uno de los hermanos Goncourt describia a una parienta suya como el prototipo de mujer en 1859: «Mi prima es... una mujer, quiz la mujer. Un cere con mirifiaque. Esel vacfo mds grande que jamds he visto.n! Laidea ctistiana que aqui queremos analizar subyace en esta cita: una mujer esun vacio. Los ojos, los senés, el miriflaque son afagazas, sombras engaiio- sas. No hay en este ser mds que una »nada con un trasero postizos, como bien dijo Mireille Dottin-Orsini? No se puede considerar insignificance y perdonable la voluntad cleri- cal ranto ticmpo demostrada de fabricar mujeres can apariencia de tontitas, porque no fue sélo la expresién de unas banales y legitimas preocupaciones morales. Esta hostilidad a la vestimenta se dirigia a la mujer por entero, considerindola apenas capaz de tapar y oculcar su falta de sustancia détrds de unos vistosos biombos. Al negarse a ver que la mujer podia vestimve para otra cosa que no fuera para hacer el mal, el catolicismo puso de manifiesto una vez mds que tenfaa.la mujet por un ser incompleto y despreciable. La prueba es facil de hacer, $i la Iplesia bubiera quetido simplemente protoger a la mujer destacdndole la vanidad del aruendo, seguramente habrfa puesto mucho emmpefio en que esta misma mujer se educase, cultiva- se su interior y se abricra ala cultura, Pero zacaso la Iglesia no acompafié mas bien su constante rechazo al cuidade del cuerpo femenino con una politica que primaba 1 carenela de bienes espirituales? Veémoslo. E1. RACIONAMIENTO DE LA EDUCACION Hacia 1900, Bécassine, campesina, bretona y catélica, no es bonita ni muy instruida, Sélo hice unos cuantos afios que a las francesas se les permice cursar estudios superiores y medirse intelectual mente con los I Journal, 29 dle junin de 1859. 2, Mircille Dottin-Orsini, Cetre femrme gectls disene farale, Grasset, Paris, 1993, p. 89, 229 — hombres, Sin embargo, no se podria achacar totalmenteal cristianisme la exclusion dé escas mujeres de las escuelas: las alejaron del gran saber mu- clio ances de él y tambidn despuds dela desposesidn de los sacerdotes como tinicos profesires, La negativaa educar intelectualmente a las mujeres se remonrts a mu- cho tiempo atcds. Siempre se basd en los mismos argumentos: son incapaces de aprender, y lo que les ensefiasen les haria mas mal que bien. El principio de una ensefanza femenina En Atenas, en la Roma antigua, la mujec ya ¢s una persona de segunda categoria, que apenas gobiernasu vida, pasa de su padre a su marido y tiene prohibide un cierto mimero-de funciones legales: no puede representaca nadic en julsticia, ni avalar; niadoptac un niito. No realiva estudios, Su papel consisre ett ocuparse de la casa y tener hijos, dos carreras que para ella reivindicanta también los cristianos, pero cuya obligacién no inventaron en absoluito éstos en la sociedad mediterrinea. Se puede decir que, en cuante a su Suerte personal, el cespero de su: voluntad y su seguridad, Jz Iglesia incluso le reporté algunas mejoras, Favarecié la extensién de algunas liber- tades juridicasa fas mujeres, al menos en algunos ambitos (el consentimien- taal matrimonio, parejemplo). Sin embargo, en la Edad Media, las mujeres, excepto las dela clase mas favorecida, no reciben mucha mds instruccién que en Rama. Sen conaci- dos los lamentas que expresaba a este respecto ta poctisa Christine de Pizan- (1364-1430), a quien su padre estaba dispuesto a proporcionar educa cin, pero cuya madre quiso mantenerla alejada de las escuelas. Notable mujerde letras, con mucha gracia y sinceridad en sus versos, guatds siem- pre la sensacidn de que, por culpa desu sexo, habfa sido victima de una injusticia cultural: «En mi locura—escribe— me desesperaba cle que Dios: me hubiera hecho nacet en un cuerpo femenino.»! Fn esa época las mujeres ne estudiaban latin y por eso mismo eran consideradas «analfaberas», lo cual secvia de pretexco para negarles el dere- cho alos estudias superiores.* Silas mujeres no entraton en lis universidades en e] momento en ques a educacién estaba por completo en manos de la Iglesia, tampoco hicieron L. La Cité des dames, primer capitulo, 2. Sobre el latin como cricerio de exclusiém, Franguise Waquet, Le Lasin on: Lemire dca signe, 1-00 sidele, Albin Michel, 1998. —2B0— su aparicién en ellas trassu primera laicizacidn; al menos no dei i En efecto, la seguridad ce que las mujeres eran incapaces de saree estaba muy bien anclada, Hallaremos la prueba en las observaciones de nusneresos y muy célebres profesores y escritores delagpoca clisica, / Algunos ejemplos. En el sighaxva, Molitze, que sin embargo era truy inteligentey poco afecro alas conveniencias hipéeritas, deja que uno de sus personajes (Chaysale) diga que una emujet siempre sabe ya bastante / cuan- do la capacidad de su mente se alza fadistinguirun jubdn de unas calzass,! ‘Durance el liberador siglo xvii, se siguen oyendo las palabras mds sexistas sabrela debiliclacl mental de las mujeres. Los mismasenciclopediseas pien- sanque a mujernio estd dotadade razdn, no puede alcangar las Ideas ydebe limitarse a Jas cosas pricticas. Para J.-J. Rousseau, la mujer vive en una perpetua infanciay debe consagrarse a su nico marido: ‘Toda ha educacidn de las mujeres —esctibeen el Emilio— debe ser eeatva.alos hombres Apradarles, secles titiles, hacer que ellos las anveny kas nren, ctiaslos de pequefios, cuidarlos de mayores, aconse- jastes, consolarlos, hacerles la vida agradable y dulce: son los deberes de fas mujeres en todos los tiempos, y eso es lo que se les debe enseriar desdela infancia? __ Je}. Rousseau también cree que las mujeres no estan hechas para las clencias y Jo que 4 llama was vercades absteactas y especularivasm. Los Tismos prejuicios inspiran a Napoledn, cuando confia al naturali Lacéptde (1756-1825) la vigilancia de la casa imperial dela legién wee dende se ecturcan las hijas delos oficiales, Le dice: «Hiigame mujeres reyentes, RO pensantes. La debilidad del cerebro de fas mujeres, la volubilidad desus ideas, su destino en el orden sicial, la necesidad de inspirarles, con perpetua resignacién, una catidad dulce y Frigil, coda este hace que para ellis el yugo dela religicn sea indispensable, Deseo que de aqui salgan no mujeres agra dables, sino mujeres virtuosas, que sus encancos estén en el corazén noch, lamente.» ‘ Que las mujeres pudieran realizar estudins completos requirié una targa lucha que duré todo el sigho xx y se prolongs, en algunas terrenos, hasta principios del xx. También en estas épaéas hubo grandes personalida, des que adopraron unas posturas que sorprenden par su estrechez.de miras. 1. Las mujeres sabias, 1672. 2, Emitta a de ta eduwcacidm, Alianza Editocial, Madrid 1 97. —23] — «Emancipar a las mujeres es corromperlas», decretaba Honoré de Balzacen. 1831: y un pooo mds adelante, el escritar catdlico Joseph de Maistre decla:- taba: oEl gran defecta de una mujer es querer scrun hombres y querer ser. un hombre es querer ser una sabia.s! También Auguste Comte, el fildsofo: positivista, aseguraba que las mujeres no alcanzactan nunca él nivel intelec-. tual de los hombres, August Strindberg (1849-1912), drarmaturgy y escritor sueco que. cvolucions ctel natutalisme al misticismo, quizd fue el dftimo en defender violentamente la inferioridad congénita de la mujer, En 1893, en un arc culo dé una violencia inaudica del que sélo podemas ceproducir unes pa- rrafos, sostenfa que la mujer siempre estaria alejada de las luces de la inteli gencia pucsto quc habla nacido de una «eélula inferiors, que su cerebro: estaba menos desarrallado que el del hormbretblanco y... quese parectaalde, | fosnegras: A nuestra époce Je estaba reservado el descubrir, entre otras cosas,’ que la mujeres una forma encogida del hombre. La mujer és inferioral hombre, El huevo de la mujeres una forma” de célula inferior, no autematora, mientras que el espermatozoidecs | susceptible de un desarrollo superior, y fectinda activamente, sitndo, automotor, yendo al encuentro del hueve femenine que, por su parte, es fecundado pasivamence, Asimisma, el hombre pasee huevas en. | estado rudimentario, mientras que en la mujer no. se encucnerart espermatozoides ni siquicra cn estado rudimentario, de donde se de~ duce que el hombre es, en efecto, Ja forma superior, El cetebro dela mujer presenta menos circunvoluciones que el del hormbre y, en clla, la sustancia gris cs mds ligera que en ef hombre; por el contrario, los nervios son mds fuertes, tal como se observa también enel nifio. De altsu facultad de poder soportar mds facilmence ciertos, dolores fisicos; en ello la mujer se asemeja al salvajey eso prueba tam- » bign que tiene un sistema nervioso mas burda. Algunios antrepdlogos: han hallada —y lo han confirmada exploradores africanos— que cl’ ctineo dela.mujer blanca es semejance al de un negro y que el créneo deuna negra es inferior al de un negtos la conclusién sera, pues, que el’ crineo de una mujer blanca se asemneja aun tipo de crdneo que recuer~ daa una raza inferion* 1. J. de Maistre, Lertres ef opusciler inddits, 1851, carta XLL 2. A, Strindberg, «De la inferioridad dela mujer, Le Revwe blanche, 113. \ —232— El miedo de que las mujeres no pucdan soporear, debido wsu debili- dad congénita, el proseguir estudios de alto nivel no fue exclusive de Euro- pa, En Estados Unidos, por ejemplo, varias comisiones médicas se cnicarga- ton de vigilar a las prineras estudiantes, hacia 1900, para prevenir la sobre- carga cerebral y corprobar si, camo se temia, el trabajo Hbresco provacaba encellas{a esterilidad de los ovarios.' Problemas de la ensefianza mixta Ademds de ta casi total certeza de que el cerebro femenino ers insuti- cliente, la educacidn de las jdvenes en el siglo xxx chocd con otrasdos obstéculos; las reticencias palfticas de ciertas medios ante el desarrollo de la instrueeién abligatoria para los nities y luego para las nifias, y también el temor moral que experimentaban estos mismas medias de que el saber desviase a las jovencitas del camino recto, El hecho de saber si las nifias podian’y debfan aprender era menos discutido ef su principio —gue en esa época ya se hacia dificil de rebatir— pero sf se hacia muchas veces usando indirectas hipécritas! ;dénde se reali- varla esta educacién y quidn la impartizia? Para los detractores, no habla ni que pensar en entregar el cuerpo.y ¢l alma de las nifias a unas profesores masculinos, atcosy oficiantes en lugares puiblicos. ‘Cuando el historiador francés Victor Duruy, ministre de Inscruceién Publica de 1863 a 1869, hombre gencroso pero ciertamence anticlerical, propuso bajo Napoledn ITI su programa de grandes reforms; inclinida la gratuidad de la ensefianza que seria levada a'cebo, varios afies despues, por Ja ITL* Republica, levanté una tempestad de protestas en los ambientes catélicas. Muy afectado, termning por dimitir desu cargo. Monsefior Dupanloup (1802-1878), obispo de Orleans, lo habia atacaclo en los dos frentes: el lugar y el contenido de los esurdios. Al obispo, instruira unas muchachas en launiversidad de Paris, en la Sorbona, situada enel corazén det barrio de estudiantes, le parecta vergorrenso; @E] Barrio Latino! Es queelsefior Duruy ha olvidade lo que es?+ ¥ pasalsa a describir este barrio estudiantil como un territorio salvaje en el que ninguna joven 1, Con-el citulo de Shststical Sid) of Women College Graduates, Bryn Mawr, 1917, se publizacon estudias estadisticos sabre las estudiantes americanas, Fueron recogidos por Julie A. Mauthaei, en Histoire économique des fomimes ane feavi-Unis, Paris, U'Age d'homme, 1985, p. 5. —233— poclfa pasear sin peligro. Las estudiantes tendrfan que iracompafiadas de” sus madres o gobernantas. «¥ las que no tiencn gobernantas, y aquellas cuyas madres.estén demasiado ocupadas, es decir, la mayoria, iin con una criada.» Conclufa: «En lugar de un peligro batsrd dos. Yes que ni siquiera, confiaban en Beécassine: En cuanto alos profesores, siempre semin monsefior Dupanloup, la presencia de chicas entre el alumnacto los incitarfa seguramente a la peor de las desvergiierizas. Daba un ejemplo reciente de lo que él consideraba un escandalo, unas clases impartidasa las primeras estudiantes sobre unio de los ms grandes esctitores franceses del siglo xvir 5é de unos profesores —decla-— que, dando una clase publicaata que asistfan seftoritas, ;sc lanzaron de entrada sobre los temas mas escabrosos! Hay otros que, ante un andicoria semejante, bablaron de Rabelais.* Tras este duclo se pertilaba, subyacente, la polémica mas general dela escuela laica que poco.a-poco iba sustituyendo en Francia a tas escuelas, religiosas, que resond durante una buena parte del siglo y- dio lugar ainau- ditas cxageraciones, Yaen 1819, F, R. de Lamenais, eseritor catdlico, habla, temido el proyecco de examinara las chicas en tibunales masculinos: Asi unas jovencitas, superando su imide pudos, que-es su prime ta virtud y la que ayuda aconservar las demas, tendrdo que comparecer ante unos examinadores encargadas de comprobar si poscen fas cuali- » dades necesarias para enseftart a los nifies de su sexo. Dudo de que. jamds se haya imaginado nada mds absucdo y ods indecente,* En (841, el cura de Uzerche (Correze}, tan preocupado por el. desarrolla de la educacién de las niitas come por el de la moda y losy adornos, amonestaba a la madre de una de sus javenes parroquianas en - estos términos: jMaldito, tres veces maldito este siglo de iniquidad en el que se ve* a una madlee llevar de su propia manoa su hija alas escuclas de Satands,. 1. Mgr Dupantoup, Second letere sur M. Driruy, 1867. 2, Ibid. 3. BR de Lamenais, Le Canservatewr, octubre, 1819, —234— en el quese ve ana joven cristiana, desespetada por contar con vein- titeés afios de virginidad; confiando, no a Ja gracia de Dios, sinoala gtacia de sus hombres; la tarea de encontrar marido! Creedlo, herma: nos mios, lacdlera de Dios caerd sobre estos encantos imaginados por la hechicerfa defa moda, y ef hombre honesto ne escogerd a una mujer por tales reclamos.! En 1880 el periddico parisino Le Guidois recordaba el deber de preser- vara la joven francesa de las sbrutafidactes de la ciencia». Sobre una ecuca- cidn que fra en todas las clases iddéntica pata nifiosy para nifiasescribla: La nifia desapareceri.w! En 1905, poriiltimo, un mediocre panflerista catdlica denuncialsa las pritneras escuelas en las que sc formaba a las futuras maestras como lugares. en. que, corrampidas al acta, perdian la fe y hasta la dignidad: «30s hablaré ~—preguntaba—de las Escuelas Normales para muchachas? Estas desven- turadas criaturas no ti¢nen religién algnna y profesan un atefsmo repug- nante, Tienen, ademas, el frenesi del vicio.»" Leer y escribir Ames de estas discusiones para saber si, por principio, se podfa o na transformar a las mujeres en profesoras, médicas, abogadas, y mas en gene- tal si se podfa dejarles seguir escudios superiores, se habia planceado, ya desde la Edad Media, la sencilla cuestidn de saber qué habla que ensefiarles. gSclumence a leer y a escribir? ;O alga mas? Desde el principio fue una cucstién confusa ycontrovertida, Hebfa entonces, y hubo siempre, gente que queria educara las mujeres y otra que no querfa. La Iglesia nunca se manifesté abiertamente hostil al hecho de leer y escribir, aunque soportaba mucho mejor ala gente que subja leer quea la que sabla escribis, por ser ésta una actividad muche mds inguietante. Una frase de Philippe de Novare, que data de mediados del siglo xu, se cita con frecuencia: «A la mujer no hay que enseiiar letras nia escribir, sino es 1, Daniel Stet, Mes sovenits, I877, p, 78. 2, Le Gandots, 25 de noviembre de 1880; citado por M. Dottini-Orsini, Cette finime quits dicent favale, op. cit. p, 246. 3. Jean de Dompieres, Jas de cochars! Odysse dy firmeux marin breton Blennich, 1905, -135— copecialmente para ser monja, porque pot leer y escribir de mujer muchos. males han acaecido.»! ‘Tal fue, sin duda alguna, la opinién general de la: €poca, tante en los medios religiosos como en los laicos, Ensefiar las letras.a das mujeres‘era corcer un tiesgo.” ; La pregunta que se planted entances sabre |a educacién femenina fue; al parecer, sta; leer y escribie, gpara que? Formulada deesta manera obténta unas respuestas mas positivas, puesto que la finalidad dé la instruceién quedaba bien definida. / Enseguida aparecieron tres. razones para aprender a leer, pero ninguna hacfa referencia a la urilidad de la culrura para wn ser humano. : Laprimera razén par aprendera leer, que séla podia concernica tas’ personas de alto nivel ya las religiosas, se basaba en el supuesto hecho de. que esta accividad apaciguaba cl esptritu y lo apartaba felizmenre del’ mundo, Eslo que dice Vincent de Beauvais en su Specutsera (1256). Silo: dedica un capitulo a la educacién de las mujeres (frente a veinte para le educacidn de fos nifios), pero cree que fa Lectura puede aportarles una teil calma interior: «Asiduamente aplicadas a esta honesta ocupacién, evitan: los malos pensamientos, alejan la-voluptuosidad de la carne y las vanida- des del mundo.v* / Las madaes; ademas de.cste objective moral, tienen una sepunda razin pata saber leer: debeti poder ayudar a sus hijos a aprender, siempre y cuan- do-no se aprovechen deello para saber masde lo necesario, En este sentida, ! Leonardo Bruni escribid hacia 1425, en su De stieclits et fntteris, que oo serla conveniente gue las seftoras faesen demasiado sabias (itd eacwoning illaraim: evaidere neqtcequam gloriosam) ? Fue una tercera razdn la que permitié que la lectura se desarrollara: en un determinado ambiente femenina desde Ja Edad Media, y sim duda un poco mas de lo que se ha crefdo durante mucho tiempo, Esta: vez no Gene nada que ver con los deseos de los sacerdotes. Para las. mujeres de las clases altas [os libros eran una buena distraccién y se habfan aficionado aelios, Los progtesds, limirados a un medio cerrado, fueron Jems y alcanza- rona pocas personas. Las mujeres seguirdn siendo mayoritariamente anal~ | 1, Ler Quatre Ages, dd, Marcel de Fréville, Didec, 1888, p. 16, 2, De crusitions filiorum nobiliam, Véase cambién: J, Quénian, Ler Frangais ‘ ef lderix, sux sticle, Hachette, 198, p. 17. 3. Véase Egle Becchi y Dominique Julia, Hisvotre de Uenfiince en Gccident de: TAntiquird an avr sitele (Roma, 1996), 1998, cL, p. 249. 236 — fabetas en Europa hasta mediados del sigho. XIX. Pero ya en el xiv la conde st Mahaut d'Artois, que ejercié un provechaso mecenazgo sobre el arte francés, era una apasionada de tas letras y hasta tenia un saldin de leetura, Gauthier Map, en sus Contes pout ler gens ale cour, insiste hacia 1180 envel relajo que proparctona fa lectura: «Ojala, cuando descanses despuds de una reunién dedicada ala filosoffa © la religidn, halles placer en leer 0 escuchar las tonterias sin grandeva ni fuerza de esta obra, a modo de halganza y reeteo.» No obstante, en el siglo xu, debid de habet pocas mujeres lectoras, Se ha podida determinar aproximadamente el nivel de analfaberismo. El estimulo bastante difuso que dio la Iglesia a Ja fectura Femenina ya aficién de las prancies damas por los libros jamds desembocaron en uniatotal implantacidn dela lectura. En el siglo xvit, menos del 10 9 de las enxopeas occidentales sabfan firmar con su nombre en el mundo rural; tal vez ef doble podia hacerlo cn las ciudades, donde ta educaciin ha sielo un poco subestimada por los demdégeatos. La institucidn eclesidstica no tenfa que preocuparse demasiado por su monopotio, En algin memento pude de- claratse favorable al aprenetizajede las letras sin que eso modificara sensible- mente el niimero de lectoras. Mientras que el de lectores no ces deaumen- tar bastante regularmente, basta aleanzar entre el 50 y el 80 % sega los lugares en 1780, el porcentaje de mujeres lectorai permanecié casi inmévil hasta mediadas del siglo xn Solamente entonces, en unos tcuarenta afios, la. instruccién priblica liquidd pricticamente el analfahetismo femenino en los paises necidentales inds grandes (Inglaterra, Francia, Alemania) yelevdel nivel delas mujeresa Ja altura del de los hombres. La Iglesia ya no renfa nada que ver en ello. Ell contenido de la ensefanza La Iglesia jams se pronuncié claramente sobre e! hecho de saber si las mujeres tenfan que saber leer y escribir a ne. En cambio, sf diserta largo tiempo, con o sin ironta, sobre este temaanexo: ique se les podfa ensefiar? En las respuestas que se dieran a esta pregunta queda més patente su poco interés por la educacién de las nifias. Aparte dela mortificacién perso- nal yde la educacién de los hijos, la insticucién romana nunca vio muy bien de qué podfa servirles a tas mujeres el abecedario, Leer, conocer, aprender, todo eso era mds bien un trabajo masculino y cclesidstico, para cerelsros —237 — supuestamente equilibradas y racionales, un cercicio que ya acacreaba masiadas yeces discusianes y polémicas sobre la doctrina, Antes incluso del invento de la imprenta, la jerarquia religiosa reba jd la fuerza de algunos textas y multiplied ba de otros. Nunca (o ca8f nunca) un monasterio reproducfa un texto herético, lo cual todavia hoy dificulta la investigacidn det historiador: muchas veces sélo conocemos las ideas de los adversarios del cristianisme... a través de los documentos Cristianos. Tras fa invencién dela imprenta, hacia 1450-1455 en Mapuneia, a circulacién de libros y textos, si bien fue mésabundance, no sc hizo eniin clima de libertad, al contracio, Casi de inmediato, en 1479, aparecié una, primera censura episcopal en Colonia, y el arzobispo de Maguncia se. pteocupa por las consecuencias del invento de Gutenberg. Aunque sit nombrar a nadie, dentncia el uso dela imprenta que podrlan hacer vhombres engafades por el invento, movidos por la atraccién de la vana. gloria o del dineros (quosdam homines inanis glariae aut pecuniae dick bite arte abeeti). Asta siguievon muchas otras prohibiciones sobre la difur sidn de-textos..A partir del sighexvrse implanta la costumbre de publicar. en Roma unos «indices de libros probibidess (fadices librorum (probibitorum) que son una lista de lecturas prohibidas (aparece, cn parti: cular, la casi totalidad de las obras de astronomia eécritas durante tres: siglos}, con ediciones naciontales en los diferentes palses de Europa, Uno de los iltimos [ndices aparecidos en Francia parece ser el de 1938. En él hemos encontrado todavia, entre los libros prohibidos, codoslos titul de Balzac y Stenchal,-y hasta ciectos grandes éxitos de Victor Hugo, cot Notre-Dame de Paris. Para la Iptesia, la lectura, la eseritura, la culcuca parecen no haber tenido nunca un valor en sf mismas. Al cristiano de ottos tiempos no le interesaba: el conocimiento como un absoluto, sino saber cosas tltiles o al menos cot formes al orden gericral del mundo y que le ayudasen a conseguir los hin iiltimos, Lo que més-teme la Iglesia sam los malas libras, fos que hablan des algo que no sea Dios, nila salvacidn, y que podrian apartar al creyente desu camino. Estas opiniones ain permanecen en pleno siglo x0x, como expresa: sin ambages monsefiot Turinas, obispo de Tarentaise, en 1881: «Encre los: peligtos que amenazana lasalmas de nuestra epoca, pocoshay tan vemibles* comoel peligro de las malas lecturas.»! 1. Mgt Tatinas, Les Mownaises Lectures, ia presse ee la findneiure corrupirices, . 188k. — 238 — Las asignasures probibidas En esta perspectiva en Ja que sélo podfa estar autorizada Ja lectura de la palabra de Dios, ;que se podfa secomendar a las miujetes, qué se les podia ilejar estudiar? Muy poca cosa, Ya hemos mencionado la repetida negativa de la Iglesia a que las chicas estudiaran latin. Nunea se les aconse|é su estudio, ni siquier cuando consticufa [a lenguidel cleroysu conocimiento ‘era cosa carriente en fas capas mas favorecidas, porque no habia respuesta buena aesta pregunta: ;para qu¢ le podia servir a una mujer? ;Para leer a autores paganos? Ese no era dedesear, ;Para cursar estudios de teclogia? Las universidades todavia no les estaban ablertas. {Para comprobarsi las traduc- ciones de los Padres eran buenas? Eso no era asunto suyo, Y, en cuantoala misa, les bastaba con aprender las oraciones latinas de memoria, sin enten- derlas. Las mujeres, s¢ pensé cn altas instancias, no estaban hechas ni para estudiar, af pata saber, ni siquiera para pronunciare! latin, En ef siglo xix, Emest Legouvé, descendiente de una familia de grandes latiniseas y firme partidario de la educacidin de las mujeres, caricatuiriza aal los arguments de lis enemigos del latin: jCmot Esta encantadora jovencita conjugaré. declinard, repetina esos horribles verbos en frey en are. que tantos imbéciles han creadal (Camo! [De esta encantactora boes saldedin infinitivas y supinos! No veis que desfipurdis una delas mds delicadas obras de la nacuraleza? Adids asu ‘naturel, a's carierer de mujer. ;Por qué es encantadora una mujer? Porqueno razor, : Como la Iglesia no queria que las mujeres tazonasen, les prohibid oles dificulté cl acceso a ciereas disciplinas. En cuanto las clencias la cosa es evicente, El espanol Juan Huarte de San Juan sesirvid detos eternos argu- meatos sobre la incompetencia natural: la mujer, de naturaleza htimeda, no. podfa adquirir seriamente ningin conocimiento erudite. En Francia Poulain de la Barre protestéerrsu Bdtecation aes Dames de 1674: invitaha yaa las mujeres # estudiar las ciencias, y especialmente la fisica. Pere el 1. E, Legouve, Histoire morale des fememer, 1849, p. 33, cimdo por], Bricard, Saintes ox pardiches, op. cit. p. LOO, 2. J- Huane, Byamen de ingenias pare lai ciencias, Medina del Campo, 1603. +239 — resultado de estas controversias cs conocido, Sesabe que. estos terrenos (sobre todo Las cuestiones de historicidad de la Biblia, del transformismo y el evolucionismo) no se abordardn précticamente nunca en Josestableci- mientos religiosos europeos destinados a las nifias en el transcurso de losdos -sighos siguientes. Eva intitil que las javenes comprendieran jas leyes dela naturaleza; les bastaba con conocer las leyes de Dios. {Se aceprd al menos ensefiar historia a las chicas? Tampoco. No era ‘asunto suyo, precisa otra vez en 1870 un sacerdate, La historia prepara para_| los actos heraicos. Esti hecha para los muchachos: Hay que llevar a los.jévenes a las grandes-cosas, a las accianes hetoicas, y alas niftas a las modestas virtudes que hacen bijas obedien- tes, espasas abnegadas y madres cristianas." Entonces, un poco de filosaffa? Desde luego que no, Frangois Rend de Chateaubriand, elautor del Genio def eristianiime, opinabaque tales estudios eran demasiado opuestos a fa-«dulzura, sumisién, amabilidad, techura, que son una parte de losencantas que el Creador prodigé 4 nutstra primeramadres, De manera mis general parece que la Iglesia manifesté mucha descons fianza ance la lectura de cualquier obra donde una mujer hubiera podida ‘aprender algo que no fuera prdcti¢o, que le hubiera abierto los ojos hacia otros horizontes, en particular obtas especulativas, tealdgicas, matematicas, quimicas, filosdficas, Inchuso podia suceder quela lectora pordiese su virgi+ nidad moral, como Chérie, fa joven protagonista de una novela de los Goncourt que, a finales del sigla sax, descubrfa el sexo... en las paginas del diccionario, Toda Jectura podfa transformar a una mujer que no sabia en una mujer que sabfa, Yen la sociedad de aquel tiempo, no ténfa ninguna necesidad de saber algo mésaparte delo quele pudieran ensefiar su madre y-su canfesoi: laley divina y algunas nocionés de costura y reposteria, Portodo ello, habla una conrradiécidn evidence entre una cierta liberali« dad de apariencia (las nifias pueden aprender a lees, incluso aescrityir) y el hecho de que, en las instituciones donde podian intentar instruirse, se les liesitaban las asignacuras del programa o las obras-eruditas que estaban asu. disposicién. Porque, cn resumidas cuicntas, ¢qué libros tentan permitido leer? L, Abbé de Cleves, De fddneurion cbrétienne des filles, op. cit. p. 190, — 240— La averstin a ke novela En los manuales de inscruccién de las jovenes del sigla sr, seaconscja alas chicas que, ademds de adquirir bos conocimicntos practicos de una buena-ama de casa, s¢ interesen silo por dos dmbitos que pudigramos Hamar sintelectualess: la hagioprafia y Ia literatura edificance, En primer lugar, vidas de santos. Al menos la materia cra buena, «No hay ningnin estudio que tienda ranto a perfeecionar la inteligencia como el dela religiéns, dice un especialista.' Si las mujeres supieran inspitarse en estas Vive como las damas romanas de los primetos sighosdel cristianismo, precisé.otto, «adqtirirfan esi grandeza, esa nobleza que hizoa fas Paula, las Eustoquio, las Melania y cantas otras etistianas ilustrese? Monsefiar Dupanloup, cuya maxima sleer poco y bien resumfa casi porsf sola toda Ja doctrina cistiana sobre la materia de diecinuevesiglos, autocizaba en liceratura un cierto ntimero de grandes autores del pasado (Plutaren, Cicerdn) o de ta época chisica francesa (Paseal, Bossuet, Féridlon, Racine, Corneille, La Bruyére y Madame de Sévigné), puss estos escritores eran capaces de robustecer la razén femeninas, Exeluia toda abra del siglo Xvi, demasiado materialista, demasiade revolucionasio, Det unc sdlo solera- ba la poesfa religiosa.’ Los versos no podian, ni siquieraen pleno romanticismo, hablarde amor, pues eso habria hecho sofiaral alma femenina. Loseducadares cristia- nos del xix —zdehemas precisar quesus instruccionesen este terreno tam- poco fueron seguidas-como en tantes ottos?— no aceptaban mis que la pocsiaen ta que Dios era el personaje central, zAcaso existfan otras formas de auténticd powsfa? La poesia sin cielo y sin Dios es el ojo sin mizada, la musica sin compés, el alma sin corazén, Desventurada cs la mujer que en su demencia silo se nutre de estos cantos impos... pAy! jHuid, mucha 1 Be lédiccation de la ferame, por un antigua capella del Sacré-Coeity, 1868, p. 42. 2. Prdcit dium cours ade litsévaewre, dédid aux dldves des écoles chrétionnes fanénimo), Nancy, 1858. 3. Véase Jean-Louis Desbordes, «Les derits do Mgr Dupanloup suc la haute éducation des femmes», en F Mayeur y J. Gadille, Education er images de ta finime chrérienne en France aw débus du 208 sitcl, Grenoble, éd, LiHermas, 1980, —241—

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