essa: Jams estuve en ‘Toya, Solo un fantasma estuvo,
Mossy: @Cémo? ZBatallamos ali por una simple nube?
Euripides, Helenaada sabia él de las cuenta
in hombres de escuela ni
sequa las letras con el dedo y algo —aunque po-
sus aflos porque no
libros. A tientas
le quedaba en los ojos. ero para las cosas del are y
rmontes y de las praderas era de esos que no cometen
res, y que si dicen “liebre®, es licbre. Digo que nada
1 de sus affos aunque si sé que estaba dé
poraue eso se slente en emo mira uno a aquellas que
1 casi nada hasta ese momento en que uno las mira
io quetiendo irse detrés, y porque su hermano Carlos,
a ya hombre y lo cuidaba pata que él legara a serio,
1 no sos un erfo, Aleides.¥ pronto vamos a tener que
Js hermanos eran en la casa, todos varones, todos
todos mejores, salvo por los ofos y por el tir,
do decia que exaliebre y le decfan “matala” nu
nya dos balas, ¥ ese decian sus hermanos. Con orgullodecian que el Alcdes usaba una bala por animal, Siete balas|
son cinco liebres y dos perdices,o seis perdices y un ciervo,
o lo que sea, pero siete. No nueve, ni ocho. Siete. Vasi era
abia en el pueblo una fiesta del patrono que era todos:
los atios y siempre iban porque ellos ballaban y tomaban,
y Al miraba y miraba porque no le gustaba el trago y no
entendia el baile. Ese aflo tomé y le gustd y ese afio bailé
vy le gusté y también mixé distinto, y entonces el hermano
Aijo es0 0 repitid eso que ya habia dicho.
Pronto vamos a tener que hacer algo con vos.
¥ €l no entendié pero algo sf entendis porque después,
més tarde, cuando hicieron lo que decian que habia que
hacer, no tuvieron que explicarle nada porque él ya sabia
ccémo desde siempre. Esa noche se preguntaba qué iban a
hacer con él y sabia poco pero sabia qué era porque el trago
ahora le gustaba y porque las miraba distinta a ellas.Salie-
ron de la fiesta y fueron ala casa: ellos, un poco mareados
ppor el mucho trago, él que casi que no podia tenerse en el
caballo porque aunque su trago no habia sido tanto no tenia
nada de costumbre y ademas los hermanos eran mayores y
eran mejores. Saban més de tragos y sabian més de muje-
tes y esa noche Carlos le cont6 ¥ le hablé por primera vez
de la gran casa camino a la cordillera a la que le decian La)
Luciémaga, que estaba perdida entre unos cerros bajos. NO
fra de ninguna estancia ni de ninguna chacra. Era només:
luna casa bastante enorme con ventanas chiquitas en toda’
Ja pared, entera pintada de blanco con manchas de aiios
el cartel que se movia con el viento que decia La Luclér.
hhaga antes de la puerta y cerca de los palenques, De ell
Te hablé y de lo que hacian ellos que eran mas grandes.
y detras de las ventanas. ¥ é le dijo que ya sabia, que
més chico pero no estipido y que querfa ir para hacer Co
ellos. El hermano mayor se rio fuerte y lo golpe6 riendo y
lc respondié que no se Io deca porque pensaba que él no
suplera sino para tantearlo, Ast le dijo riendo: “para tan-
twarte y para avisarte que vamos air". “{Cusndo?”, le pre
unté él. “Pronto”, le dijo y lo dejé dormir, que fue ense-
ulday fue largo porque asi hace el trago. Esa noche se hizo
‘medio hombre. Le faltaba la otra mitad,
Los dias pasan lentos alli donde no hay sino ovejas y
vienta y mas ecos de voces que voces, pero pasan. ¥ con el
pasar legé el dia que habia dicho Carlos en que iban ahacer
nn 1 Asf que salieron una noche entre risas y golpes los
wis hermanos, los cinco mayores y él, hacla la casa a la que
llamaban La Luelémaga, que estaba coma a una hora de
liven andar de caballo hacta la sombta de los montes aun-
{je lejos todavia de ella entre promesas de cerros y pastos
\iue nl promesas eran. Nada dijeron en el viaje porque habia
lin alte de seriedad en todo, un aire de primer dia que a los
lieonis es daba algo de risa y algo de recuerdo y a Alcides
Jaente miedo y ganas de que fuera ya de dia,
Pero era apenas nacida la noche cuando llegaron a La
\ernaga, dejaron los caballos y se detuvieron los seis,
‘cartel que se movia con el viento y hacia un rulda de
wlonas oxidadas que impedia ignorarlo, alli se quedaron
lip tiempo oyendo el cartel y viendo la puerta cerrada. Has~
9 que bablé el mayor, el mejor de ellos.
;remos. No vinimos para morimos de ffo.
YY entraron. Todos. Alcides, el tltimo. Hay veces en que
no toma la forma de una puerta que se abre y de un
ol von aida a cadena oxidada que se deja tras, Adentro
pn don Hilario, ¥ habia mujeres. ¥ habia una mujer,CANTO
PRIMERO
ntraron los sels con el respeto que les tienen los
buenos hornbres a las cosas misteriosas. Cinco ya
‘conoeian lo que encontrarian dentro, ademés de
J media luz, la musica no muy fuerte, el mostrador y 1os
fnvichos sillones medio vencidos por el tiempo y por el
Udemasiade uso, y con manchas sobre las manchas. Fermin
fe ered hasta el que serviay pidi las primeras bebidas de
Uno noche que se adivinaba larga. Carlos lo tomé del cuello
‘ Aleides y lo empujé para adelante
Veni que te presento a don Hilario.
1 ducio estaba a un costado de todos, o més bien, a un
fostado de todo, Come no querieno saber lo que vefan sus
jos todas las noches. Asf de ajeno, Carlos y Aedes se acer
favo despacio, apoyando bien los pies.
Iiuenas, don Hilario —dijo Carlos —. Vengo a presen
Jule ol iltimo hermano que le voy a traer. Alcides se llama,
J hombre, que rondaria las sels décadas, miré al debu-
June con algo parecido a la simpatia y extendié una mano.—Ahora ya todos empezaron en La Luciémaga — mas de La Luciérnaga las vigilancias tienen menos)
menos durezas y casi no hay gente y ellos tambl
jue cuando cast no hay gente todo es todavia mas
syytuceasay las chieas hasta se pueden permitir un bao ti-
bho en medio de Ia Jornada que de otro modo seria de pleno
Ifnbjo y por eso nada de pieles sino de ventanas abiertas,
fl caballo que est& esperando alli mismo donde fue dejado y
Jp salida con lo puesto mas un abrigo apenas pero sin vesti
ios nada al paso en silencio hasta lejos de La Luciémaga
Yenionces sel galape, entonces sila huida y el viaje hacia
Tp fa ce los dos, que estan seguros de que han roto un
Majo y que habré wna Inundactén que los arrastrara y que
‘uate, y sies as, 2por qué demonios se van tien
1 la casa oyeron el caballo que Hegaba, oyeron
jaron y entonces supieron que Ta intul~
habia tenido exaetitud de presagio. Cuando
Ja puerta se levantaron de las camas sin que
ior la necesidad de decir nada y se juntaron en la
faye donule se reunian a comer o a hablar, Habls
ln seriedad que se Le haba pegado en Jos ilti-
Isher anos ya los conocés. Mamé, papé, Luciana,
fa Helena, esta es mi familia
jntieron les dio para decir “buenas
[Para sentarse en silencio alrededor de Ja mesa
4 pensaban, sin emitir un sole sonido, qué
Jy) para detener a inundacién que segu~
erin encima ahora que et dique no existia
yiawo hover un mate, y alrededor del mate
"
pA winanesCANTO
QUINTO
\jolana tenfa miedo, Luana tenia hijos y eso quiere
decir miedo,
Yo no me voy air —le dijo a Carlos una de
liners noches—. Pero estés poniendo en peligro a
io
Jo sé, Pero no voy @ abandonar a mi hermano.
que puedo convencerte de que te fueras, te 1o
‘Aunque s6 que seria inti
0 vas a abandonar a tu hermano.
ye voy a quedar acé, con él. El ya decid. ¥ sé que
solo, si es necesarlo, lo que venga. Bueno. Solo
Jr 0 su hombre con la convicetén de que lo
or es0 que hacia y que habfa bastante de nueva
fn eve amor ereeido, Ella representaba un
sn de mujer en la zona. Habia terminado la
Ha @ incluso haba coqueteado con la idea
so, Pero cwando estaba déndole vueltas ala idea en su cabeza de lineas definidas y pelo oscuro com
fondo de los lagos, lo conocié a Carlos y sintié que st
destino estaba irremediablemente atado al de ese hombre
108c0, de pocas palabras, que se habia agenciado un hif
fen su hermano menor y que no renegaba de esa tarea. Df
hecho, esta paternidad obligada fue de las cosas que ma
la sedujeron de ese muchacho que le habia cortado los es
tudios para meterla de lleno en el arduo trabajo de ediica
tuna familia
Horacia y Jess la reeibieron como a una hija mis
pronto su nombre tuvo aire propio en la casa y ya no nece
sité pedir permiso para east nada, Cuando Alcides legé ct
ese presagio con forma de mujer sobre su caballo, nad
cometié la torpeza de no considerar su palabra con toda
Importancia que tenia, Esa madrugada, mientras Hored
‘baba dos mates para hacer més cortas las esperas,y de
sabian ded
pués de que Carlos les repitié lo que todos y
Hilario, Laciana hablé sobre los espinillos de las barra
cas que daban a la parte de atris de los corrales y sobre
fragilidad del frente. Esa descripelén le dio a su marida
conveelén de que lo que pasara Iba a llegar con la clari
e las que se saben infinitamente més poderosos que
adversarios. Es decir, por el frente
Supongo que primero pediré que devolvamos a Hi
Jena. Que ustedes se vayan tampoco 3 una altemati
porque su ver
perseguiria hasta el mismo inflerno. Tene con que y ti
janza Igual nos borrarfa y seguramente I
amigos en todos lados, Una mujer como Helena no es:
cilmente ocultable, No, sino la devolvemos, varnos ate
que pelear.
—Para devolverla antes me van a tener que matat a
—susurxé apenas Alcides. No lo dijo como una amei
pareeido, sino como la aflmacién de una realidad
‘como el amanecer.
‘Covlos sonrié en silencio ante el fuego de su hermano
{hyn y por la forma en que se habia complicado todo. Algo
Wi culpa se dio a si mismo por no haber sabido leer mas
qramente en el alma de ese chico que habia recibido su
jin amor come una pedrada en la cabeza y que no ha
shido qué hacer con el golpe. “A la vez, quién sabe si
iiora de nosotros hubléramos podido curar semejante
\on”, 3@ dij mientras miraba a Helena con més adi
i bajé la mirada, yal final pudo de-
1 espafiel muy mejorado aunque todavia dificultoso:
»tendvia que venir, Fue equivocarme.
Horacia la miré pensando que tna buena parte de ese
[istencdido error le correspondia a su hijo y decidié decir lo
Prue ser hija, puede ser. Pero hay errores que no se
Juelen dejar de cometer. Es cierto que este de ustedes pue
We costar cara, Aun asi, yo me habria enojado mucho con
Ales sino hubieran venide aqui, sino hubleran cometide
fle error de amarse junto a nosotros.
Hi sol los encontré diagramando la pared exterior y
Planiticondo 1a ida al pueblo para comprar municiones
omkla que les permitieran soportar el asedio sin tener
Wie ondonar la casa. Barzo y piedras abundaban en los
Hieeviores, de modo que no fue eifcil acercar los mate:
Hales para la muralla y empezar su construccién. Sabian
Po Alcides que don Hilario tardaria en reapatecer por La
Wirlivnaza, y calculaban que hasta que el duetio volviera,
ve arriesgarfa a inielar ninguna acclén solo,
cuatro dias mis tarde la pared que daba al ca~
1wvo terminada, con sus faltantes de piedra parapasar las armas, y la sala parecia més un arsenal que ui
comedor, Carlos sintié que habian construido una lépid
Y que las balas tenian escritos sus nombres aunque fuera
ellos quienes las disparaban,
‘Todos sabian en la zona quin era don Hilario, que
justicia no era una opeién porque policias y jueces estaba
entre sus clientes, y no ignoraban los Armenta que no
iba a quedar de brazos cruzados ante la huida de su prin
cipal fuente de ingresos, No tenfan otto refugio que la cas
que compartian desde siempre. La parte de atrés, dond
estaban los corrales, daba a unas barrancas escarpadas
cubiertas de espinos que llegaban hasta el rio, asi que po
alli no legarian los hombres de La Luciérnaga. Al menos
no por sorpresa. EI nico espacio indefenso era el frente
Carlos entendis enseguida que ese era el ugar que habi
que fortalecer. No es sencillo levantar una pared en poct
dias, pero el miedo hace milagtos y logra que el barro s
seque mas rapido y que las piedras peguen mejor. En men
de cuatro dias el amor de Alcides y Helena tuvo su muralla
para defenderlo de los reclamos de pertenencia que iba
hacer el pasado,
‘Una semana més tarde, don Hilario volvié a La Lucie
naga. No tuvieron que decirle que algo andaba mal pora
el amo sabia leer en los ojos de su gente mejor que en |
libros que, contra lo que muchos pensaban, no le resulta
ban totalmente ajenos.
‘gual, cuando se enteré de la magnitud del desarre
concentré su medida furia més en Helena que en alci
des. De alguna manera entendié que una mujer ast habi
sido demasiado para un pollito que recién habfa salido.
aie. Pero para lo que entendié como deslealtad de ella
‘ncontré excusas. Tenia que acostarse con solo cuatro 0
Inco hombres por noche, le habia dado la mejor habitacién
pia sa uso exclusivo, con la mejor cama, él mismo la usaba
0 mucho un par de veces por semana... ¥ habia perdi
Jo todo eso por tun muchachito que de hecho habla tenido
wi primera noche hacia menos de das meses y como regalo
el duefto. No fue eptimista con lo que habria que hacer
pita recuperarla. Si Carlos no la habia traido ya de vuelta
19 porque el chico no lo habia permitido y por lo tanto i
bio resuelto ir hasta el final. No se extraiié ni se puso més
[usioso por eso. habria hecho lo mismo.
Hilario Rendén habia empezado su ascenso en el pueblo,
‘@vando conocié a Amelia. Ella se habia quedado sin su pro
IWetor luego de que un borracho de paso le vaciara el car~
pilor de su 38 largo por una diferencia de opiniones en el
funto de los servicios dela chica. La suerte lo ayudé en ese
jwento, Hilario —que todavia no merecia et don” — se
4 acercada mucho en los dias previos a la mujer, y esa
viva le habla ablerto la puerta para ser testigo del mie~
le ela ahora que se habia quedado sin hombre propio.
JW) oslucia le habia permitido darse cuenta de que tena a
Ajo un pequetio negocio para completar su magro sueldo
Wie poon rural y de que, silo manejaba bien, el asunto po~
Ail crever con el tiempo. Lo manejé bien. Casino le pegaba
i Aivelia, era razonable en el reparto de utilidades y sabfa
Ijeerse respetar frente alos clientes conflitivos.
iso poquefa fama se fue extendienda y pronto aparecié
Hvis, luego Alicia y finalmente Laura. Pudo dejar su tra~
joy sesicarse de leno a sus mujeres, También entonces
Jo inteligente. No gasté todas las ganancias en alcohol 0
J) yey o en otras mujeres, ni siquiera en una casa propia,
Pie juntando con minuciosidad de avaro hasta que pudoreunir lo suficiente como para comprar un terreno en un
sitio alejado y construir alli una easa con muchas habi
taciones, un gran salén y un cartel pintado que decia Lal
Luciérnage,
CConsiguié més mujeres alas que atrajo con mejores te~
‘muneraciones por servicio que los prostfbulos del pueblo,
pero antes tuvo la precaucién de agenciarse la lealtad de
Pedro, un gigante nada tonto con la fuerza de dos toros}
jovenes, y de cuatro 0 cinco hombres que a fuerza de bile
es y Tespeto en la zona se volvieron incondicionales, Re-
solvié ciertos diferendos con los dueos de los prostibulos
locales con celeridad y contundeneia, y cuando se conwitid
en el amo indiscutido de la noche masculina del lugar,
‘mudé a su nuevo palacio, camino a la cardillera
Solo le quedaba una tarea: ganar para su causa al juez;
de paz y al comisario. Contra lo que pensaba, fue lo que
‘mas seneillo le result. La promesa de gratuidad para ellos
y algunos miembros de su equipo en sus visitas a La Lu
cicmaga fue mas que sufleiente para que dejaran de lado)
la posibilidad de convertirse en un escollo para pasar a ser
el engranaje mas aceitado de su maquinaria, Entonces si,
entonces se gané el “don”,
Al cli
o eslabén de su cadena hacia el éxito lo forj6
con la compra de Helena. La conocié en su segundo viaje a
Europa y se dio cuenta de inmediato de que dentro de esa’
rubia de belleza casi exquisita anidaba el germen de una)
prosperidad econémica sin limites para la zona. Vislumbré
un futuro en el que la fama de Ia muchacha le aseguraria|
luna proteccién mayor de la que ya gozaba y la luz verde
para abrir nuevos prostibulos en pueblos pequeiios, cer-
canos a La Luciémaga. Por eso no regated en su compra
Sabia que cada centavo que invietiera en ella iba a volver
plicado en pocos afios, Ademés, al mando de Pedto,
ti poqueRo ejército habia ido creciendo hasta convertirse
tiv tna poieia propia que lo ponfa al resguardo de cualquier
Iinprevisto.
Hasta esa mafiana, cuando entré a tc
wv de su viaje de negocios ala capital de Ia prov
ntoré de que un casi adolescente y una puta malagrade-
tila habjan éinamitado los cimientos de ese porvenir que
sataba edificando ladrilo a ladillo, porque no habian sa
pido cémo aguantarse la mutua calentura, Sobre los proxi
sho pasos que debia dar no tenia dudas, aunque tomar fa
“isin le provoeaba enojo porque estaba convencido de
ju encontraria obstéeulos y tendria la obligacién de evar
t cabo aeciones que Je dejarian mal sabor de boca, y con el
tiempo babia aprendido que el mal aliento era nefasto para
castillo tras regre~
inca y se
{in los muchos afios que levaba al frente de La Luciér
suo solo dos chicas habfan intentado escapar, pero al
{inal todo habia resultado para mejor. Los dos sepelios que
Jabia organizado con cura y todo, a los que habia asistido
fi ciento par ciento de los habitantes de la casa, y las dos
fmbas que eran cuidadas con esmero, ubicadas a metios
tic oiientos metros de los palenques y que en dias claros
rian verse desde algunas ventanas, habian sido suficien
te aviso para prevenir nuevas desobediencias, Tal vez Su
+ haya sido no haberle mostrado a Helena esas tumbas
as legada. Tal vez los fis lo estaban ablandando més
ula de Jo indleado.
iin fin, Lo primero era ealmarse y para eso nada mejor
jue los placeres de la mesa, Ordené wn sabroso almuerz0,
sn su vino especial de siempre, y lo llamé a Pedro para que
rtiera la buena comida y el mejor plan de represalia.
ma—Dej.atreshiombres acé,cuidando toda, El resto vamos a
irhasta la casa de los Armenta a buscar a Helena Sila devuel-
‘ven, damos todo por terminado. Pero no creo que hagan eso.
Yo tampoco, Supongo que va a haber pelea,
Si, yo creo lo mismo. zEstan preparados los hombres?
Si. {Cudndo salimos?
—Mafana a la mafiana, Temprano. Vamos a ir sin
problemas porque no va a llove.
—@Gémno sabe que no va lover, jefe? ~pregunt Pedro,
—Porque yo lo ordené —respondi el amo.~ CANTO
SEXTO
lena habja nacido en un barrio popular de
Atenas, la capital de Grecia, de padre y madre
‘nalfabetos, ambos dedicados a tareas de poca
Jhonta. Ella la limpieza de casas ajenas, él aa tenue cons-
Joevion que la escasa prosperidad —o la mucha pobreza—
ol pas habiltaba,
ios ocho hijos que ya abarrotaban las precarias habta~
ses signifcaban demasiadas bocas que alimentar, y la
‘més come un problema que como una bendi~
) Com todo, tavo su teta y su cuna y luego su cama y su
in de alimento diario como todos los dems, porque
npleza de los padres no les impidié acceder a cierta
i de justin disributiva de la que nunca renegaron,
oro no supleron qué hacer con la sorpresa que los afios
fuyron poniende delante de los ojos. Es que la mucha~
la que lamaron Helena porque sf, ignorantes de la
‘le! nombre en su propio pals— fue creciendo duefiade una bllezay de unos colores desconocidos en ls ale No nla de las formas inquetanes de sy cveP® ¥ logré
oe aeepor le pronto tenia una cabellera de un amarildmg rseta farma entre os hableus del gn, Us 2°
us padees, morenos estrictosMlNN abun sin protestar pagar unas monedas de mis por estar
‘rise aos por alll Los ojos, de un azul profundolilmgyn ella. De tedos modes, en Francia fa compete
roan via més alas brojas consultadas qUSAmmmmIMS dir, y su cuiosahermosura rubla y medterrsne3 99
por si acaso, pusieron en préctica conjuros para determina Wnada tanto la ateneén, All 1a encontré Hilario Rendén
postbles infideidades de la madre, con resultado negati Wylos avios mnds tarde. Ya no tenia la frescura adolescente
¥ ademas la piel, de una blancura extrema, parecta con Jp iv que habia legado y la Inversién inicial de sus dueios
tradecit al propio sol del Mediterraneo. Nunca la quemabal habia sido largamente amortizada, pero seguia
punca la enrojecia y niunca la volvia mas oscura. Pero jerdo una presencia impactante y por eso su precio no
todo esto era difill de explicar, las formas que el tiem na yanga para el duefio de La Luciémaga, que después
Je dio a su cuerpo fueron sembrando en la realidad de Jjobarla un par de veces, se convencé de que en poco
familia un problema tras otro yo recuperaria lo gastado,
i padre y los hermanos varones tenfan que pelea Hilo se dej6 hacer, Los afos franceses la haban ente~
casi diariamente para defender el honor de la muchacha Wy on una melancolia contra la que ya habia resuelto no
ttuando uno de les chicos recibi6 un puntazo en el abdo W, Cualguier lugar le daba Jo mismo, si en definitiva
{que casi Jo mata en una de esas rencills, los padres sit Jenin que hacer era idéntico, el mismo rito, los mis~
on que no tenfan hetrarsientas para manejar la portent pits falsos que ya conoefa de memoria y que tan bien
belleza de la hija. Por es0, cuando un auto negro se det fli. Ls palabras de admiracién para el hombre oca~
frente a la casa familiar y les ofreciéllevarla a Parts p ichas en francés luego de un breve adiestramiento
iniciarlaen los secretos del teatro por una summa que no Jy) ser teemplazadas por su adaptacién al espattol.
pian visto junta en toda su vida, no lo dudaron, Con un gh iors las aprenderia en cuestién de dias. ¥ no se
pe afortunado resolvian tres situaciones: la de la econ Je, Acaso se sintié un poco mAs acompaitada en La
familiar, lade los continuos enfrentamientos calleer08 ¥ payin sue en Parts, pero a grandes rasgos su vida si
‘vida de Ja propia Helena, ala que se le abria un porvenit yy lo roisma rutina que artastraba desde su partida
Iujos y viajes que ellos jams podrian brindarle, jus, la tas dia, noche tras noche.
‘a despedida fue triste para todos, pero la certeza de jh uc polpearon Ia puerta, ella dijo “pase” y un cast
futuro mas aceitado duleifieé un poco las légrimas ve jw enti por segunda veza su cuarto para mirarla
das la tarde del adids, Algo de ingratitud debié anidat Helo habia mirado nunca.
fd alma de la muchacha porque ninguna notiia volvi Jina, la muchacha que habia dicho “pase” se
f tener de ella Alli, en Paris, en una casa lujosa com yntaio mis temprano que de costumbre y estaba
tz rojiza en el portal, a pocas calles de Champs-Eh I vesa con la mirada perdida en la oscuridad que
furioso que desmentia 2
desconcerwenia de la puerta cerrada, Podtia haber fjado sus pupilas
azules en la ventana que estaba a un escaso metro hava i
‘equierda,igualmente oscura por la noche sin luna, pero la
visiGn del aire a través de los vidrios le daba miedo. Sabla
Guu la llegada de don Hilario y sus hombres era cuestibn
fe horas y cletaintuiclén que no hubiera sabido explicar
fe decta que seria ese dia cuando vetia aparecer la sélida
figura del amo, la enorme presencia de Pedro y de sus ser,
idores. Estaba segura de que casi todos se dearian ener
Bor lacasa dels Armenta porque el dueio no toleraria una
desobediencia semejante, y tenia la crteza de que golpea
‘acon todo su poder para regresar el rode la realidad oa
auce natural, con sus chicas donde debian estar, lo elien
tes con el vine que les correspond, ye juez yel omisarto
€n las camas que ellos eligieran.Alcides y sabre todo ella
habfan roto un orden que tenia la aceptacicn de lo
de lo casi divino, Asfhabian sido las cosas de
«sf pretendia don Hilatio que siguleran,
Por es0s arrabales del pensamiento andaba Helena
cuando una mano suave y amistosa se poss sobre su hon
bro. Horacia le sonié desde la penumbra cuando ella gd
4a cabeza con algo de temor, pero encontrarse con la tare
limpia de su suegra ta llend de calma
Note asusté, no?
—No, bueno, sf, algo poquito.
—Un poquito... ~corrigi la mujer
80, Un Poauito. Antes de verte. eeh..cuando te. i?
Horacia asintis animéndolaa seguit
Cuando te vi, ya no més miedo —pudo terminar Helena
—Bastante bien. Pronto vas a poder hablat de corti
do sin problemas. En un afio van a tener que peditte que
tecalles,
sde siempre y
“Creo qu el. pt, ler, hice todo. posble
"orcas do tempo pra Menard nuevo e ae ya
ta primera chupada ares de eponder leq avin in
Aietades ts el tembloreso caste de Helena Ha
bis despa, lgendo lentamente as palabras pa quea
compre ere spl para la :
i cig Pola que de spe hombre, me pree
ue ese em yu pas, No creo qe te perdone Io gue Iebite, yes suponiendo qe poaos convener Aids
de que cept sera conn, este cco eel mismo
See erarne eee
No 2 nv poste or i tees ve expan, Cae et
tetoo de un ual Rend se aa Yrgnt en owen a
Gree norma rda Ny tle blr sie meer
stds be emeraan, prs conta ex nl ut. Aa
ches tut mos queda? Et, hae a pred qe Minos
Y usd lege momento car mucho. Mi, Hata
a pee ea
fo se puede ms Pto ver angle cna Hora
5 de ens ale los va a spar or haere enamorado Y
Salguen es dc algo, seas aa ener qu er cong,
Cocina vines do oan
deentrarala cocina saludando con un “buenos da caro
Ycantatne Las dos mujeres sentadas ala mesa fespen-
deren enero ton, wu ura de ely sb que
thciana haba ead cach
Doce spo fern gan os hombres ye mater
apt una rnovade ate, Todas nad nla csa
faba: ev amanece ere que estaba epesnda¥ sgh
‘mente emende,
Por align mnt ve reason con ioc
de taranansy preparative, a ea de qi seem i
cleo po el Gestino se fo extendndo entre too Li
cla pod dead perma en us ios en forma de
povwros elo, pero cand contents de quel ia
fants ra Devocionyhundonand a Cay aegs
aa es leg salen eee cen
Listas dur ys atdd de la mance fue mise
Cente Terind Je crgr la armas de comodo pra
tone Ung ol a nla der purge
uibia cémo hacerlo, pero en principio la divisién del tra~
hao de a defensa habia designado a las tres mujeres como
preparadoras de os rifles y a los siete hombres como eje~
tutantes de los disparos. Después se veria. Después, si ha~
bia un despues.
‘carlos habia preparado una especie de corral fabricado
‘en madera dura, bien estacionada, en la parte de atras de
| dormitorio, all se esconderian sus dos hijos, Leandro
\y carmela, demaslado chicos para entender lo que estaba
pasando aunque lo suficlentemente grandes para saber que
lo que pasaba no era bueno, Almorzaron en silencio pot~
{que cada uno comia sus proplos miedos y bebia sus propios
presentimientos. Ala tarde se tiraron a dormir por tandas:
para que la noche los encontrara descansades, y cuando al
filo del ocaso oyeron los caballos y las voces de muchos
hombres déndose énimos, sintieron una especie de alivio.
supusieron que lo primero que intentaria don Hilario seria
algin tipo de parlamento, y no se equivocaron.
“Carlos! —gtité el amo, Carlos Armental ‘Vengo aha-
bar! iNo quiero que nadie salga herido! jPodemos resolver
sto entre nosotros! {Sali només, que mientras hablemos
nova pasar nada!
Carlos estaba preparado para escuchar ese pedido, ya lo
habia hablado con st padre y habjan resuelto creer en las
palabras que llegnban de afuera.Salieron solo com la cami:
‘a pata que todos vieran que iban sin armas y caminaron
hasta donde esperaban los hombres de Rendén. Mientras
‘caminaban, contaban y no Tes gusté lo que contaron. Habian
venido mae de los que calculaban. El duefio habia vaciado La
truckémaga para vengat la afrenta, Carlo y Jets se pararon
elante del caballo de Rendén, que solo desmonté cuando
Jos tuvo delante, Carlos se encargé de las presentaciones.Padre, este es don Hilario, el duefio de La Luciémaga.
Don Hilario, Jess, mi padre, el duefto de estos terrenos.
Iba a decir “que ustedes estan pisando” pero no quis
romper puentes tan rpido, aunque al amo no se le esca~
6 el sentida de las palabras del mayor de los hermanos;
Arment
—Dice bien su hijo, Jets. Estas son sus terras y yo no
deberia estar aqui sin su permiso, Pero ocurre que tuve que
hacer esta violencia porque en su casa hay algo que me per-
tenece, Usted me lo devuelve y yo me salgo de su propiedad
tan rapido como vine
Carlos pensé bien las palabras que iba a pronunciar
porque, si bien no era hombre acostumbrad a los decires|
sing al trabajo, ala hora de a voz su garganta no era muda
Ninecla
Lo primero que le vay a aclarar es que todo To que diga
sera como si Jo dijera mi padre y que por mi voz habla la
suya. Ahora, expliquese mejor, don Hilario. Porque es cosa
clara que usted y sus hombres estén en la puerta de nuestra
casa. Pero, al menos que yo sepa, no creo tener nada Suyo.
Yi estoy equivocado, le serd devuelto ensexuida
De alguna manera, Rendén disfrutaba la esgrima ver~
bal que se estaba produciendo, Habja calculado que se davia
y que terminarfa siendo palabrerio intl; sin embargo,
pensaba secretamente que la tormenta inevitable que lle-
garfa después requeria un prélogo de calma que en cierto
‘modo la justifiaba. Somrié por la pericia del campesino que
tenfa delante y decidié no dar mas rodeos.
Helena, Alcides fue a mi establecimiento y se levé a
Helena
Ah. Usted se teflerea la novia de mi hermano. St est
aqui con nosotros, claro. Ye aseguro que nadie la obliga a
yyedarse Si ella qulere, puede salir ahora mismo y volver
vn pce. Pero Te sigue sin decir qué cosa es la que tene=
yy que le pertenece.
amo seguia pasdndola bien. Los Armenta no eran Ta
ios rivales, Hacia rato que no vivia una buena pelea y se dio
‘uenta de que la habla extrafiado.
ge lo voy a decir claro para que no vuelva lo mis
so, Carlos, Estoy hablando de Helena. Yo pagué por ella
te aseguro que no fue poca plata, Asi que, como vers,
tiene algo mio. 0 a algulen mio, mejor dicho, Devuél-
uinela voy a hacer como que no ba pasado nada. Si no
fohace, voy a acampar agui con mi gente ¥ vamos a Ver
pra qué sieve esa parecita que hicieron. ¥ par si no me
rrptiqué con claridad, mi amigo, nos vamos a quedar hasta
susbayamas recuperade lo que me pertenece, ahora sime
cntendig?
carlos Io miré dejando de lado la fingida ingenuldad de
1s primeras frases. Nada de ingenuo habia en esos o}os
‘que habjan habledo. i
cctcheme, Rendén, Aprovecho que hablé tan claro y
vevoy a responder igual. Nosotros nos varnos air caminan=
fo tranquilos hasta casa y le vamos a decir a esa muchacha
fue usted vino a buscarla. Si quiere salir ono, es decisién
‘ie ella, Pero si se queda tiene nuestra proteccién, y 10 que
haga entonces usted, es cosa suya.Porgue antes de sembrar
tes de matar un chan~
algo hay que preparar la tetra, y antes d
he ajeno hay que sacdrseo al duefio. Y entonces puede ser
sjue descubra que la parecita es més alta de lo que usted
pensaba. Nosotros no queremos pelear, aunque si quiere
Jue haya pelea, pelea habré, Acarnpe només donde auie-
vee gerdibn, En una de esas termina enteréndose de que }os
sprmenta tenemos una hospitalidad rava.(Quedaba bastante claro que el momento de las lenguas)
habia terminado y que las tltimas palabras de Carlos ha~
Dian provocado clerto nerviosismo entre los hombres de
don Hilario, que empezaban a descubrir que la expedicidn
de castigo no seria el paseo que pensaban. Jess —que nai
habia abierto la boca y que se habfa admirado al encontrar
s€.con un hije que no conocfa— y Carlos se dleron la vuelta
y caminaron hacia la casa esperando en cualquier momento)
el ruido que les quemaria la espalda. Pero no hubo sonido}
hhetidor y los cinco rifles que apuntaban hacia el grupo de
hombres montados no tuvieron que hacerse oit.
Lo que siescuché la ya noche cerrada fueron las érdenes
del amo para armar el campamento y los preparativos de
muchos hombres que iban y venian con carpas, lia, fue~
_g0s que nacian, caballos que eran atados a deboles cercanos
yy animales que eran dispuestos para la cena de unos hom
bres que estaban fuera de un lugar amurallado porque un.
‘muchacho se habia llevado a una mujer para decile que la
‘casa de él era ahora lade ella,
‘Aeso se lo llama “guerra’’4 noche se precipité hacia el amanecer encinta de
reparatives. Los sitiadores levantaron las carpas y
usieron los caballos a resguardo para que las balas
ho ls hitieran, los habitantes de la casa dejaron guardias de
lies mientras se turnaban en el descanso. Las primeras
luces del alba permitieron ver breves y nerviosas tomas de
limento, porque es sabido que no es bueno mirar de frente
a muerte con el cuerpo colmado y la dentadura recién
vsada en demasia. Asi que una taza de café para quitar el
sopor de los ojos, algo de galletay el resto lo pone el miedo,
‘que suele alimentar mas que muchos platos. Les hombres
del amo se habian pertrechado como pata diez dias, los
encerrados habian acopiado cosas como para resistirveinte.
Nadie hublera sabido decir qué clase de destino los espera~
ba més alla En lo inmediato estaban dispuestos a poco mas
ue es0: esperar. Pero Rendén preferis hacerlo atacando,
Aseguran que una larga guerra empieza con un primer dis
aro, aunque en este caso hubo varios primeros dispares.‘cuando, al dia sigulente, le fue informada la nueva sobre
sumarldo,
ta pérlda de Jin enfurecé a am, que oxdené una
Genes de tego Ininterrompido que dur cas einta
ee yor la faa veces dsva el fo y la maoria de
deeivtceteminaron en los lal de la pred, ave
eon cee mx efeciva de io que prea al mirada tan
any rghlen melo de aguelas elsdades deinmen-
oyna a raga de fia demostr6 que slo habla
sa cian gtr bres, Pedro mandé deter y mat
ee ee lentras don Tao pensaban una ner
ere exon continar estoy dear alos grupos de
induc, yenmanentemente on una doble fnalia vige
vices caller de a casa ydsprar cada ‘ano hacia fos
done pated, para sorprender a alguien staid ¥
state sign mucrto Heid alos Arenta, a et
argo time intencionlograre agotaninto de oe
a mas munilones de los defensores yprOvoeat
wr gn. For no haba contado don Hitao con el
vintanco extreme de st propa gente
ve ass tarde ss hombres yo cas no diparaban
vacate pel esa especie d ncn viglant estaba =
ve Guages en te nervos,Ieluso una segunda bat