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siempre anda buscando de donde tener més y mas, no importa que sea por senderos torcidos. La codicia es un gran mal; incluso, el origen de todos los males. Esto dice Ambrosio, 2 224.*® Y tampoco me parece que, porque crezca el trato y comercio de hombres libres rescatados por esclavos, en que cuatro o cinco mineros enriquezcan con notable dafio y detri- mento de toda la repitblica, se haya de permitir este hierro de Porque ademas que tenemos a Dios por atalaya, a mi (0 poner en el tesoro tal provecho e interese ni que es precio de sangre”’;2"" de modo que hemos de ‘causa, atendiendo nosotros mismos aun la mas leve queja en dafio de alguno por cualquier aspecto. Y de nuevo el Criséstomo después de pocos [renglones dice}: “Tampoco hay que dar fe a la ignorancia, si nos ha de valer bastante para ex- cusas. Por ella pagaremos penas, puesto que no amerita per- don.” Esto dice el Crisostomo, Sermon 13.2% {Semejanza con Ia edad de oro] 225. Aunque en la verdad, quitado este temor y recelo, aparte de venir por esta via esta gente simplecisima y do mejor y mas apta para nuestra r servidumbre como es la nuestra y la de las minas, tan diferente de Ja suya, y adelgazandolo esto mas, cierto sin dubda, a mi 2° Avaritia enim coecits es, errorem religions inducit,czecainquam est avoritia. sed diversisfraudum ocultatur ingents; non videt quae divinitatis sun, sed cota quae cup semper enim quamis dives sit eogtar unde vel ex malo grande situr malum est avait immo malorum omnium est orgo. Hace us. Opera omnia els, Il, De avarita, Bas este parrafo en P.C. cet mittee in corbanam. .. quia pret sum speetemus tiague Ips! nos undigue causa prevearns: Et rursis post paca cto credere ignorantan sanguinis es lgue vel tenissimars frsostomus: Nec quogue id i satis nobis ad scusationesvalituram, pro qua et penas us, cum ea nee veniam mereatur. Hase Chrisorms, Sermo 13. °° al margen: Que dl estado y manera destos| todo y pr todo ‘de diferente de la de hierro nuestra y ans también nera de su gobernacin, para qu se conservasen com fesen bien como debieten 188 ver, su servidumbre entre ellos no es servidumbre, sino un ser- vir natural en una misma igualdad de estado con sus amos, ¥ tan honrados, libres y bien tratados dellos como ellos mismos, sin haber otra diferencia alguna de entre ellos y sus amos, sal- vo la de aquel servicio natural muy igual, moderado y amiga- ble que les prestan y dan cuando buenaménte pueden, sin pesa- dumbre alguna, por alguna y muy poca cosa que por ello los, unos de los otros reciben, con que remedian las miserias y ne- cesidades, que por estar solos y derramados por los campos, se les causan y recrecen, ellos 0 sus padres y madres 0 otros sus deudos que parece que retira mucho a la obligacion natural, de modo que hagamos el bien al benefactor." 226. Y cuasi, de la misma manera que he hallado que dice Luciano en sus Saturniales que eran los siervos entre aquellas gentes que llaman de oro y edad dorada de los tiempos de los reinos de Saturno, en que parece que habia en todo y por todo la misma manera e igualdad, simplicidad, bondad, obedien- cia, humildad, fiestas, juegos, placeres, ‘beberes, holgares, ocios, desnudez, pobre y menospreciado ajuar, vestir, y calzar y comer, segiin que la fertilidad de la tierra se lo daba, oftecia y producia de gracia y cuasi sin trabajo, cuidado ni solicitud suya, que ahora en este Nuevo Mundo parece que hay y se ve en aquestos naturales, con un descuido y menosprecio de todo Jo superfluo con aquel mismo contentamiento y muy grande libre libertad de las vidas y de los animos que gozan aquestos na- turales, y con muy grand sosiego dellos, que parece como que no estén obligados ni sujetos a los casos de fortuna, de puros, prudentes y simplecisimos, sin se les dar nada por cosa, antes se maravillan de nosotros y de nuestras cosas e inquietud y de- sasosiego que traemos, como algunos algunas veces ya lo han dicho a alguno de nosotros, maravillandose mucho dello. Y cua- si, el mismo estado y manera y condicién, no solamente en esto de los siervos, pero aun en la eleccion de los caciques 0 sefiores 0 principales que elegian, y también con el mismo contentarse con poco, y con Io de hoy, aunque sea poco, sin ser solicitos por lo de mafana, y con un muy buen menosprecio y olvido de todas las otras cosas tan queridas y deseadas y cobdiciadas 30 U1 Denefacienti benefaclamus, Alusion & Le. 6, 33. 189 deste nuestro revoltoso mundo, cuanto por ladas y menospreciadas en este dorado suyo, con todas las cobdicias, ambiciones, soberbias, faustos, vanaglorias, trafagos y con. gojas de él, que claramente vemos que no hay ni se usan ni reinan ni se acostumbran entre estos naturales en este mundo nuevo, y a mi ver, edad dorada entre ellos, que ya es vuelta entre nosotros de hierro y de acero y peor; y al fin en todo y Por todo con los mismos usos y costumbres los unos que los otros, y los otros que los otros, como consta y parece por su buena simplicidad y voluntad, y grande humildad y obedien- cia e increible paciencia y libertad de animo que gozan, y por sus grandes areitos, cantares, bailares y juegos del palo y de los voladores que en sus grandes fiestas y convites y placeres ha- cen, cosa cierto mucho de ver, y a quien quiera parecera he- roica y de mucha majestad, con otros juegos y fiestas todos Figidos a placeres y beberes y holgares que estos naturales nen y hacen con grande aficion e intento que en ello ponen, con descuido y olvido de casi todo lo demas, hasta andar en es. tas sus fiestas y areitos y convites, bailando y cantando con ad- mirable concierto y orden, con joyas y atavios que para solo esto tienen, dias y noches embebecidos en ello sin cesar, 227. Como dice Luciano en el libro dicho de sus Satur- niiales, que aquellas gentes de aquella edad dorada, tanto por todo en esto nuestros tiempos nombrada y alabada muy al propio y al natural de todo aquesto haciany les acontecia y usaban, cuyas palabras originales me parecio que debia poner aqui, pues que nunca las vi ni oi, sino acaso al tiempo que esto escribia, y me parecié que Dios me las deparaba en tal tiempo y coyuntura tan bien, como las otras de la repiblica de mi pa- recer, por ventura para echar el sello y poner contera y acabar de entender esta, a mi ver, tan mal entendida c ¥ gentes, propiedades y calidades deste Nuevo Mundo y edad Gorada de él entre sus naturales, que entre nosotros no es sino edad de hierro, como tengo dicho, y de su estado arte y mane- ray condicion, 228. Porque hasta que esto una vez se entienda y acabe de entender como debe, por cosa imposible tengo entenderse y oncebirse ni imaginarse ni darse ni enviarse desde alla ni des- de aca el remedio cierto ni verdadero dello, si Dios desde arri- 190 ba no lo envia y revela, para que se convierta y conserve y viva Y no perezca por mal recaudo una gente tan décil, tan mansa, tan humilde, tan obediente, tan nueva, tan rasa y tan de cera bblanda como aquésta para todo cuanto della hacerse quisiere; lo cual, bueno 0 malo, tal cual fuere, aquello ha de saber querer y entender, amar y desear, y no més ni otra cosa algul 229. ;Oh cuan gran culpa nuestra sera, sisupierea la pega de ‘nuestras malas y mal cristianas costumbres, y no a las buenas que entre ellos tan facil se podrian introducir ¢ injerir, como en plantas nuevas y tiernas, no embargante que en nosotros es- tas semejantes cosas y costumbres por nuestra gran soberbia y desenfrenada cobdicia y desmedida ambicion parezcan ser impo- sibles yen la verdad no lo son, sino muy més faciles en éstos, que Jas cosas que entre nosotros tenemos por hechas! 230. Y las palabras originales de Luciano, entre otras que alli dice, son las siguientes, que proceden en dialogo: Sacerdote: 4Pero qué te sucedid, Saturno, para que dejaras el mando? Saturno: Te lo diré en resumen. Estando ya viejo y enfermo de gota por la misma edad (de lo cual algunos llegaron a figurarse que habia cargado cadenas), no tenia ya fuerzas bastantes para castigar los excesivos delitos de esta edad, puesto que de con- tinuo me asediaban por todas partes, armado como estaba del rayo con el que habia de consumir a los sacri 1s perju- ladrones, quehacer Ileno de trabajo que requeria, gente joven. Viendo, pues, por mi salud, dejé el lugar a Jipi- ter, aunque también 2 otro que me parecia iba a obrar recta- mente, en caso de haber repartido el imperio a los hijos (pues los habia). 231, Paso, pues, la mayor parte de la vida en banquete y recreo sin padecer necesidad, sin tener que atender a devotos ni sufrir la molestia de quienes piden lo contrario ni tener que echar truenos y rayos ni mandar de vez en cuando el gra- nizo, sino viviendo una ancianidad felicisima (bebiendo el néctar puro) en conversacién amigable con Japeto y los de- més dioses companeros. Reina, pues, aquél [Jépiter], entre mil asuntos engorrosos, excepto estos pocos dias de que pues en ellos me ha pares de mi retiro y reto- mar el mando, a fin de que los mortales recuerden como era la 191

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