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Ree a a ea ea tacién de argumentaciones cientificas segtin puintos de referencia excracientificos no constituye, en, modo alguno, un acto ya no mis indagable y con ello decisionista; ella es més bien, sometida a la presién de legitimacién, toda una pieza, si bien no coral, funda- mentable y argumentable, Con ello se relaciona reciprocamence el hhecho de que tal orientacién de argumentacioties cientificas por Puntos de referencia extracient{ficos no necesita’ser, en modo al- ‘uno, Ia acomodacién del cientifico a las orientaciones de la ma- yorfa. 4. Por regla general y ceteris paribus, se dri proferencia a las interpdretaciones, explicaciones y teorfas que tienen las mejo- ‘es posibilidades de ser comunicadas al piblico, pues la comunica- ci6n de resultados y argumentaciones historiogréficas es un presu- puesto necesatio para que la historiograffa pueda satisfacer las fun- ciones!"? que “sensacamente se le pueden y debert atribuié si se la ‘quiere justificar como manifestacién social sobre la base de una ucilizaci6n comunicativa relativamente grande (la historiografia ¢s luna especializacién con un mimero masivo de estudiantes), 5. Por regla general y ceteris paribus, se preferirén el modelo de explicacién y las teorfas que coreflexionan sobre su propia gé resis y 1a hacen comprensible. : Los criterios de adecuacién, presentados més arriba, para las argumentaciones histéticas no son indudableménte completos; aunque se pudiera llegar a un acuerdo sobre ellos, su aplicacién serfa en el respectivo caso concreto complicada y probablemence fn0 univoca. Pero las observaciones expuestas aqui podrfaiy bastar para sustituir la dicotomfa objetividad versus’partidismo, que ex- travia, por un modelo que descansa en Ia idea del campo de accién dentro del cual es posible discutir mejor ciertos problemas de au- tointerpretacién y examen de los historiadores. 115, Sobre esto eft. Cap. Ill de este libro. 4 he I HISTORIA SOCIAL: CONCEPTO - DESARROLLO .- PROBLEMAS! 1, Las cuestions dispusadas y por qué vale la pena discutirlas Algunas de las cuestiones historiogréficas fundamentales dis- ccutidas en el capfeulo ancerior habrén de ser cecomadas ahora y precisadas en relacién con la historia social. La conexiéa entee lo dicho anteriormente con los problemas de la historia social que hhan de tratarse abiora se da de doble manera: Por una parte, los cenunciados sobre la relacién de objeto, concepto e interés, como los formulados acerca de la problematica de la objecividad en la hhistoriograffa, valen en igual medida para la historia social y para otras disciplinas histécicas especiales. Por otra parte, algunas de la relaciones fundamentales discutidas anteriormente se encuentran, fen parte implicita, en parte explicicamence, eras las discusiones ttadicionales de los historiadores —que en el ciltimo tiempo se hhan animado considerablemente— sobre la celacién entee «histor social» e «historia politica», asf como sobre la sicuacién y el acti taht eo et wat apa mince te» aparecié en el AS, t. 15, 1975, p. 1-42, € incluye partes de: on Seiad Ce a evecnae sR Cobar Sone meme Sees aS eran eee minndgente: cae eens Sacer tee chee, Begriffe, Tendenzen und Funktionen in West und Ost» en, H.-U. ‘Webler (compilador), Geichichte und Sozielogie, Colonia, 1972, p. 305-30. 65 mM eee eee y réceer de Ia historia social en la historiograffa y, en general en el espectro de las ciencias sociales. Ciettamente, en estas discusiones, como eh general en toda ceorta 0 inventatio de la histone social, tes deben ser igualmente cematizados. En las mencionadas discusiones de los historiadores, se erata as parciales, deli osetia. Bscechamente ligada a ello, frecuentemerte neuf on dla pero en modo alguno idénties, recign testi conduce inmediatamente a In pregunta por ig relacién entre procedimientos pare read Scutis en la polémica del Positivismo de los uhee Gp para ‘odas las ciencias sociales, lo mismo que a ha Pregunta por {a aplicacién y formacién de la eeoria en la i coriografia?, Jn eer ligar se tata de la pregunta sobre sila shistotia so- ia £0 general (0 solamente) debe ser concebida come arte de 2. Ch, A Hille, ePolcche Geehichs in moder Schr o Hz, e216 ina, ga; Her wee idee Se oder “Grosse Politik der Kabinette"?» En GG, ¢. 1, 1975, p. 344.69; G. Sai tr ncn Paiche Caer So A Epa afi 25, aa 1995. 2s eae i ie stihlapchichey oi ai mean aS xoduccin' a secant i hai oe he, ‘tng Seatimmceh Mah 379 fs 55 ere mi puso Shae le eh casa Ta ap tS nk penance ea, Me Harden = Sondra 3 Se 66) a ame ora del sexed pune wee nT ch Recent a sie ete ens ne orientada hacia la totalidad del proceso hist6rico, dentco de la cual Podsfa encontrar su lugar una serie de disciplinas especiales ineer- dependiences (historia polfcica, historia social en sentido estricto, historia econémica, historia de las ideas, etc): es evidence que con ello se plantea la pregunta por el concepto de Ia historiogeafia pro- piamente dicha. Finalmente, con ello se vincula, en certo lage, | pregunea por el lugar.de la historiograffa en el sistema de Ine Ciencias sociales y del espfricu y, de ese modo, la pregunca por el objeto, cuestionamiencos y métodos de la expetialidad, en compe- faci6n con otras disciplinas: aquf es objeto de polémica ante cad, {a cuestién de si se puede definic 0 no a la histociografia como «ciencia social histética»?, Mi ggDet seelachaiich-anchopologische Aspekt und seine Bedeutung 1 Zinn erneveren Bldungowert der Geschichte, en Zech fr Benak Keene, &- 31, 1968, p. 1053; Peslogo a GG, «1, 1975, p 9°) Jaf Theorien in dee Sosial-und Geselschafegeschichten, en idem 2-42; Webles, «Moderne Policikgeschichten, p. 363. Como’ chiswnas dea {ociedad> pueden trducine los conceptos esocil sructral histnpe pit ‘ory of society» de P. Laslet, «History and the Social Sciences» on leet final Encrioedi of the Sociol Scien v. 6, 1968, p. ABA, 1), Tok buyin, «From Social History tothe Hiscory of Society» en Hittri! Stata Tadey (Daedalus, t. 100, Ne. 1, invierno 1971, p. 20-49), eonbieen ae Pewrot, y Ia «historia de la sociedad», ue se formaran ya ances de la Primera Guerra Mundial, si bien ‘en buena parte bajo otras designaciones, 27. Cfe, la vision panorimica de J. Kocka, «Soxial-und Wireschaftsge- Schichte», columnas 8-21; Schulin, Ruchélicls, subraya la semejanaa del de- sarrollo en los diversos pafses, pero los decalles expuettos por él petmiten econocer diferencias claras en ef desarrollo historiogréfico de Alemania, Francia y los Estados Unidos, al menos ciertamente desde fines siglo XIX y no tan s6lo desde los primeros aflos de la década del 30 en este siglo: 80 4) Nuevss planteamientos antes de 1914 1, Considerablemnte excluida y desplazada de a historia ge- neral surgié la historia social como historia del ambico de la rea lidad y de problemas de lo «social». Sobre ella sscribié el hiscoria- dor orientado sociolégicamente y «outsider» del gremio, Kure Breysig en 1896: «En general se considera como su objeco aque- las asociaciones de hombres que preferentemence no son de nacu- raleza politica: la familia, los escamentos, las clases»"#, También Lamprecht considerd a 1a historia social como historia de un ém- bito especial que no debfa ser confundido con la historia general; la llamaba historia de a estratficaci6n social y de las formas socia~ les", Cierto es que la historia del ambico de lo «social» se fundié frecuentemente con la historia del Ambito de Ja «economia» y for- ‘m6 la historia econémica y social. Esto se debi6, en parte, a que la historia econémica —de modo semejante a la historia social— ‘no habja encontrado sitio en la historia general por motivos, en parce, semejantes y, en parte, diferentes. Por ccra parte, como ya se esboz6 més arriba, la economfa y Ia sociedad se encontraban, ya en su génesis, como Ambitos relativamente autdnomos de pro- blemas y de la realidad, estrechamente ligades; sobre todo eran impensable el uno sin el otr0™ La historia econémica y'social, como historia de un campo es- pecial en el sentido indicado, fue elaborada primeramence y sobre 28. K. Breysig, «Die sociale Entwicklung der fUhrenden Vélker Euro- pas» en Jabrbach fir Gustsgebung, Verwaltung ant Volksuiracbaft, t. 20, 1896, . 1093; més detalladamente en su Aufgaben und Mauitibe cine allgemeinen Gechichnucbreibung, Beclfa, 1900, p. 10; eft. ambién B, vom Brocke, Kart Broyig. Gucbichswisenchaft xuischen Histrismus wad Sociologie, Lubeck/Ham- argo, 1971. ° 29. Lamprecht, «Die Entwicklunsstufens, p. 37-39. 30. La escrecha relaciGn entre las dimensiones eccnémicas y sociales es lara en lor primerot exbonos cientifco-sociales, (Hegel, Mart, v. Steioy Moh y otros). Cft. nota 15. Pero también trabajos de ciencias econdmicas anteriores; sobre esto: S. Landshut, Kritik der Sesolegie, Newwied, 1969, p. 131-145. Landshut trata Ia génesis del campo relativamence autGnomo «eco- ‘nomfa» como presupuesto de la posibilidad de la ciencia econdmica y de la historia econémica, de modo semejante (slo que mds temprano) a como se ~esboz6 esto més artiba para el campo de lo «social aL Poke we he he he he Oe ee eee ee is ss ‘odo en 1a antigua y moderna Escuela histbrica de la economta politica y allf se vinculé frecuentemente con la historia administrativa y consticucional. La historia econémica y social se desarrollé aqué fuera de ta historia especializada y, en parte, como crftica a ésta y, al mismo tiempo, en el contexco moderadamente ctitico-social del asocialismo de cécedra»’!, Sin tan estrecha felaci6n con la his- coria econémica, pero también sin vinculacién con Ia historia ge- neral, la historia social fue elaborada, ademés, bajo el techo de la Distoria de la cultura en sentido estricto, que igualmente llevaba una existencia marginal, Junto con problemas hist6rico-espirituales e hist6rico-licerarios, ta trataba temas tales como el desarrollo de las herramientas, del consumo del tabaco y bebidas, de los usos y las costumbres cotidianas, hasta llegar a la histotia de las clases sociales, casi siempre en forma natrativa, asistemética y frecuente- ‘mente imperfecta por lo que’respecta a la critica de las Fuentes”, Como disciplina marginal-separada, la historia social y Ia his- toria social y econémica tenfan ficilmente un olor oposicion: , columaa 11, 88 a) a a a a ei i ai hl si sis i Planteamientos hist6rico-sociales —diferentes por el contenido y fundados etmp{tica-mevSdicamente— se encuentran en los repre- sentantes més notables de Ia Escuela histérica de la economia, es- pecialmente en Schmoller. Alejado de la historia especializada que —con expeciones como Hintze— acept6 su influencia sélo des- pués de la Segunda Guerra Mundial, Max Weber elabor6 escudios hist6rico-sociol6gicos que —bajo la impresién del capitalismo y de la burocratizaci6n modernos— estén unidos por la comprensién de la racionalizacién de todos 1os campos de Ia vida hist6rico-so- cial que, avanzando irresistiblemente, amenazan la fibercad y el dinamismo de la personalidad individual”, 3. Los planteamientos de una hiscoria social que complemenca la historia politica dominante y que se entiende como historia de lun campo especial, esbozados en 1., y los planteamientos de una sintesis hist6rico-social que compica con el modelo hist6rico-pol(- ‘ico de interpretacién, tratados en 2., tienen varias cosas en co- min, Los dos pueden entenderse s6lo como reaccién frente a la historiograffa dominance. Los dos estuvieron reducidos a una pe- quefia minorfa de historiadores y cienttficos sociales. Los dos se preocuparon primariamente de la «sociedad; en el primer caso de lo social como «diferencia» entre individuo y Estado, que des- de Hegel de una o de otra manera fue definido como sistema de invereses, necesidades y dependencias, acufado e intermediado por ‘momentos socio-econémicos (trabajo, divisién del trabajo, relacio- nes de trueque, posesin); en el otro caso, por la «sociedad» como sistema coral con aquella diferencia coma riced acutador de modo completamente paralelo al doble concepto de sociedad, cal como fue desarrollado por las primeras ciencias sociales y como existe desde enconces con diversos macices™, La historia social en el sen- tido de 1. y Ia historia culturaV/historia de la sociedad en el sen- tido de 2. fueron equiparadas ademés —y eso se destacé ya antes 53. Chr. WJ. Mommsen, «Max Weber» en Webler, Dewche Histriber, . 299-324; del mismo, Max Weber. Sociedad, Paltca + Historia, Estudios Alemanes, Barcelona 1980. 54. P. arc, «Gesellschaft» en J. Ritter (ed), Historiches Werter- buch der Philaaphie, ¢. 3, colum. 426-65; N. Luhmann, art. «Gesellschaft» en Sowjutsystom und Denokratsche Guellichaf, t. 2, 1968, colum. 962-63. 89 I th de 1914, si bien con otras palabras— por poner sti acento en las estructuras y proceset, y 00 en los acontecimientos, acciones, perso- nas y decisiones singulares; las dos variances eran deudoras de una forma de consideracién «histérico-escruccural», si bien en un caso ‘estaban referidas a estructuras de un campo especial de la realidad hist6rica, y en el otro, a la ver a Ins estructuras del contexto de los campos especiales de la realidad histética, En el lenguaje de quel tiempo: «Ya no s6lo el acontecer, los destinos de los pueblos, Excados y principes consticuyen la materia de nuestra historiogea- fa: desde hace mucho tiempo ésta ha apréndido, en medida cada ‘vez més intensa, a ditigir su atencién no 4 los process sino a las situaciones...°. Bn la opinién de la mayorta de los autores, las di- versas variedades de la hiscoria de la culeuta y de la hiscoria social se concentraban en los aspectos de Ins wsituaciones colectivas» de la hiscoria, en canto que la historia politica ponfa el acento en lo ‘egenial-individual». Y en la polémica en toro a Lampreche, ef debate se desplaz6 paulatinamente de la cuestién «historia polfti- ca» o «historia de la cultura» a la cuestién «historia individual» © historia de situaciones», a la relacién de «concepcién indivi dualista o colectivisea de la historia»®®, El acento que puso Lam- pprecht en la «historia de las sicuaciones tahto materiales como es- piricuales» como «fundamento de la comptensién histérica» —de~ jando de lado los acontecimientos, las degjsiones, las personas y facciones singulares— fue atacado al menos tan enérgicamente ‘como su postulado: de cratar fendmenos pticol6gicos-sociales, so- ciales, econémicos y otros no estatales en du «historia de la cultu- ray; su acentuacién de las «situaciones» desaté el reproche de md~ terialismo que, ante todo, le hizo el gremio. Una tal considera- cin hist6rico-eseeuctural — que, por lo demds, no negaba ni el dinamismo, si bien lenco, de las estructuras ni la significaciGn de Jas acciones individuales ni el alto valor del Estado y que condujo a Lamprecht mecédicamente a la conceptuaciGn tipificadora y a la 35. Jodl (1878), p. 1 (el suberyado es mio). 56. K. Lampeecht, «Das Arbeitsgebiee geschichtlicher Forschung» en Die Zukunft, 1896, segin Schulze, p. 24; O. Hintze, «Ube individuals sche und kollekeivstische Geschichesauffasung> en Sexslogie nd Gacbic, . 315-22 (importante posicién intermedia entre amprecht y sus citco). 90 | a comparacigh sistemética— contradecfa evidentemente el concepto idealisea de personalidad y accién dominance entre los historiado- res”, . Es comprensible, pero en modo alguno completaments acer- ado, que entonces y més carde, Ia discusién entre las diversas va- tiedades de historia de la cultura ¢ historia social por una parce, historia politica (simplemente historia) por otra, se fundiera, con la coneroversia entre historia individual e historia de situsciones (historia de los acontecimientos y de las estruccuras). También la cefticg francesa —de entonces y después— a la historiografia cea- diciohal polemiz6 contra la «histoire événemencielle» y la «hiscoi- re politique», Esto resulté de la estrecha relacién entre orienca- cci6n hist6rico-politica-y método individualizador-hermenéutico en In tradicién historiogréfica dominante, lo mismo que del hecho indiscutible de que en amplios émbitos del desarrollo econémico y social —en diferencia gradual con el desarrollo politico—, las acciones hetmenéuticamente interpretables de los individuos se destacaron menos que las estructuras y los procesos supraindivi- duales. ‘Sin embargo, esta equipacién de historia de sicuaciones ¢ his- ‘otia social/historia de la cultura, lo mismo que la de historia in- dividual ¢ historia general (politica), descubri6 diferenciaciones importantes. —entonces y hoy. Bernheim comprobé con raz6n: «No es correcto, ademés, designar la historia de la cultura como historia de las siuaciones, a diferencia de la historia de los acon- tecimientos; primero porque éta no es una diferencia ce6ricamen te fundada... segundo, porque, aunque se haga la diferencia en la praxis, lla no es lo suficientemente profunda: en el campo de la cultura también se toman en cuenta acontecimientos y cadenas de acontecimientos, las invenciones, los destinas y acciones de artis- tas significativos y de otros héroes de la cultura que intervienen frecuentemente en el desarrollo de manera decisiva; por otra parte, ‘en toda historia (también pues en la historia politica) juega su papel lo amado situacional»®, La equiparacién criticada en 37. Cit. Ocsereich, p. 349-59; lagers, p. 256-60. 58. Cft. H. Berr, sSur notre programmen en Rema de symthie bitorigue, ©. 1, 1900, p. 1-8. 59. Bernheim, p. 48, Ibidim, p. 10 explicica Bernheim la relacin Leica de «sicuaciones» y actividades» que, segin su opinién, deben ser a 1894, de historia de sicuaciones e historia de la cultura jug6 un papel importante como equiparaciGn de historia estructural e his- toria social en la discusién germano-occidental después de 1950. 3. Los planteanientos del cambio de paradigma desputs de 1945 EI desarrollo en la Repblica Federal de Alemania se caracce- ‘iza, por una parte, por la influencia inintersumpida del anciguo modelo fundamental: por una historia general acufiada polftico- hist6ricamente € individualizadora, por la historia social separada de aquélla, concebida como disciplina especial y frecuentemente ligada a la historia econémica, lo mismo que por planceamientos alternatives hist6rico-sociales vacilantes que comparten procedi- mientos y perspectivas hist6rico-estructurales con la disciplina es- pecial llamada historia social (y econémica). Por otra parte, se rodujo una serie de profundas transformaciones y nuevos factores que comenzaron a modificar el antiguo modelo fundamental y contribuyeron, sobre todo, a que los campos tradicionalmence abandonados de la historia estructural y de la historia social, en parce también en el sentido de la historia de la sociedad, iniciaran te va de un desarollo mis velor. Cabe seflaraqut cuatro causs de estas transformaciones: . En primer lugar, la experiencia de la dictadura sci, de una segunda guerra mundial en el lapso de una generacién y, final- mente, del desastte, contribuy6 a desacreditar profundamente ciertas orientaciones nacional-estatales ¢ idealistas que estaban am- pliamente difundidas en la burguesfa culca alemana y que, como se mott6, habfan acufiado durante mucho tiempo el trabajo de los historiadores y les habfan dificultado Ia comprensién de la eficacia y dinamismo de las transformaciones socioeconémicas y de los fe- ‘némenos sociales de masas. Esta catéstrofe de la historia. alemana derrumbé en cierto modo algunas de las barreras que habfan obs- taculizado a los historiadores alemanes el acceso a temas y modelos ‘objeto del antliss histérico y fundamenta as/ por qué ésta no es «una difecen- cia eeérica sélida» y, en todo cas0, no puede ser una dicotomfa excluyente, 92 de incerpretacién histérico-econémico ¢ hist6rico-sociales, durante tun lapso mucho mayor que s sus colégas franceses o nocteamerica- nos, La consecuencia fue.un cambio de la perspectiva dominance —muy paulatino en la Repiblica Federal de Alemania, acelerado y dogmatizado en la Repdblica Democrética Alemana por la im- posici6n del marxismo-leninismo— desde la cual se concibe y se expone la realidad histérica: en vez de centrar las sincesis hist6xi- cas 0 sfatesis parciales en torno a procesos ¢ instituciones prima- riamence polfticB-estacales, en corno a ideas o hasta grandes perso- nas, result paulatinamente cada vex més fécil concemplar la poli- tica y la cultura desde la sociedad», comprender los procesos y cestructuras sociales y econémicas como base 0 presupuesto de transformaciones politicas y espicituales y reconocer su valor para la investigaciGn, Ciertamente, esce cambio de paradigma, al que subyace ante todo Ia penetracién perceptible de planceamiencos de historia estructural, social y de la sociedad, repescutis en la Repie blica Federal de Alemania tan s6lo después de un més largo tiem- po de incubacién y de una mis larga fase de reconseruccién y res- ‘auraciGn historiogrificas en los afos 50**, Segundo: esta reacentuacién de la perspectiva dominante fue reflejada y acelerada a la vez por el ascenso veloz —desputs de 1950 también en la RepGblica Federal de Alemania— de las cien- cia sisteméticas de la sociedad: la sociologfa y la politologia. In- fluencias y desafios por parte de las ciencias sociales sistemacicas que, después del estancamiento en los afios del nacionalsocialismo, pronto comenzaron a ganar significacién, motivaron a una histo- riograffa, que por diversos motives habfa sido conmovida en su autoconciencia, a tener en cuenta més que en afos anteriores las, estructutas y procesos sociales como condiciones y presupuestos de acticudes y acciones policieas y culeurales, Las ciencias sociales sis 60. Ce. sobre esto las observaciones autoceiticas de G. Ritter en el pi ‘mer Congreso alemén de historindores de la posguerra, en 1949 (Gegenusirige Lage, loc, eit. p. 1-22). 61, Cf. Schulin, Réckbice, p. 14-16, con inceresantes observaciones 50- bre el sentido polftico-moral de esa reflexin cecrospectiva y restauruciGn de In historiograffa. gezmano-occideneal despucs de 1945; cf. cambiga Schulze, P. 96. 3 meat mt fematicas brindaban, al mismo tiempo, métodos, conceptos, mo- delos y teorfas que failitaban —y en parte posibilitaban— prime- ramente Ia investigacién de fenémenos suptaindividuales, de es- fructuras y procesos. Cierto es que durante mucho tiempo fue pa- tence la tendencia de las ciencias sociales sicemsticas @ la deshico- rizacién, a apartarse de la historia y, con ello, de sus propios pre- Cursores. Esto dificuleé a los historiadores el ncceso aellas y redujo el provecho que pudieran tener para'el eabajo hiseérico sus con- ceptos, métodos y resultados; por otra patte, las ciemcias sociales sistemvicas abandonaron asf considerablemente el campo de la s0- ciologia histérica y de Ia economéa hist6rica. A los historiadores {es correspondfa continuar sus grandes eradiciones. Recientemente se pueden registrar en las ciencias sociales sidteméticas tendencias de rehistorizacion®, ; Tercero: de modo diferente a como ccurtié después de 1918, la biscoriograffa alemana —en codo caso la germano-occidental— fo reaccioné a la derrota con un aislamientoftente'a Occidente. De manera diferente a como ocuctié en Ia époce de Weimar, la historia alemana fue influida crecientemente por modelos france- ses, ingleses y norteamericanos; esto concribuyé a la supresién de Jas reservas tradicionales frente a la investigacién de fenémenos colectivos y al creciente incerés en la historia eocial. En diseecion arecida operé la influencia de hiscoriadores que habfan tenido que emigrar durante el «Tercet Reich» y que ahora regresaban 0, Por otto camino, eransmitian sus nuevas experiencias cientificas®?, Cuarto: En el clima crftico-social y de reformas de fines de los afios 60 y comienzos de los 70, alcanzaton estas tendencias de transformacién tn punto culminante. Parves considerables del pyie blico intelectual se habituaron a comprender Ia realidad actual ¢ histérica primariamente con ayuda de categorias tales como «so- Ciedad», «incerés», «dominio» y «conflictom, Suscitado por la «Bscuela de Frankfore», se Hleg6 también en la Repabliea Federal de Alemania a un cierto renacimiento del pensamiento fe orienta. 62. ft. los articulos en $.M. Lipsee/R. Hofstader, Seilogy and Hintry, Nocva York/Londtes, 1968; Wehler, «Geschichte und Soriologien en Lads (Comp.), Soroloie und Sexialgachichw también Sehilze; Riitupy 8 63. ‘Kock, «Theoretical Approachese, p. 104. 94 ee cid marxista, La critica de la tradicién —y con ello la critica de la historiograffa tradicional— avanz6 durante algunos afios viento fen popa, La exigencia de més historia social adquicié en una mi- noria de historiadores, jovenes en su mayoria, pero ante todo en- tre muchos estudiantes, onos politicos concomitances que se ex- plican, en parte, por el contexto de la génesis de ets disciplinas: ellas habfan surgido, como se ha mostrado, o bien como historia del campo especial «sociedad» en contraposicién a la historia del Estado predominantemence conservadora— 0 como interpreta- cién socioeconémica de la historia acentuada critico-socialmence con potencia ideolégica o como historia de la «cuestién social», de los estratos bajos 0 del movimiento obrero. AA tales tradiciones se vinculé —de manera frecuentemente vaga y no mediada sufi- ciencemente— Ia exigencia de umés historia social», Esta exigen- cia fue frecuentemente parce consticutiva del postuldo de una his- toriograffa que tomara en serio su deber de ser pedagogia politico- social con propésito emancipativo y su «profesién moral» de ac- tuat, més setiamente que hasta entonces, como aucoilustracin pricticamente relevante de la sociedad accual. Aumenté el incerés por las masas pocp elocuentes y que por es no dejeban testimonio licerario, por el «hombre comin», por el «underdog», que no s6lo en los libros de historia habjan perdido la partida. Lis trans- formaciones, en parte profundas, de las universidades y, ante todo, la velot expansién y, con ello, el sejunvenecimiento del -«gremio» de historiadores contribuyeron seguramente a que estos impulsos.encontraran una cierea resonancia, si bien muy limicada y en sf extraordinariamente variada®, 64. Chee E. Keht, Der Primat der Imenpolirk, editado por H.-U, Wehler, Betlin’ 1965 (19704, especialmente el prélogo dt Wehler, p. 21; del mismo autor la Ineroduccién 4 Modern deutsche Sotialeuchiche, p. 9-16; del mismo autor «Geschichte als historsche Sosialwisienschafor: WJ. Mommsen, Die Gesbichtnwiseschaft jesciis des Historias; R. Koxelleck, «Woau noch Geschichte» en HZ, ¢. 212, 1971, p. 1-14; D. Groh, «Secuk- turgeschichte als “totale” Geschichte» en VSWG. ¢. 58, 1971, p. 289-322; el mismo. autor Kritsche Guchichiwisienihaft in emansitatorcher Abich, Stuttgart, 1973: J. Kocka; «Za cinigen sozilen Funkrionen det Geschiches wwissenschafte en'P. Bohning (comp.) Geschichte and Sorialvizentchfien, Go- ‘nga, 1972, p. 12-27.3 1. Geiss y R. Tamchina comp.) Arsichen einer hi 95 ‘ed Ante este horizonte de profundas transformaciones hist6rico- sociales, a las que seguramente sudbyacen otros factores no tratados aqut, se vinculé el desarrollo de la historia estructural, social y de la sociedad, modificdndola, con la antigua historia de la disciplina. 4 Lat historia woructual - un modo de consideracith 4) Importancia y rendimiento Bajo el nombre de «historia estructural» se propuso y funda- ment6, desde comienzos dle los afios 50, una forma de considera cién —lo hizo expecialmente Werner Conze thodifidando pro- puestas de Otto Brunner y usando algunos de los conceptos claves («histoire des structures») utilizados por Fernand Braudel en su libro sobre el Mediterréneo publicado en 1949— que, con algunas diferencias de detalle, ya habia aparecido hacia fin de siglo en las diferenes variedades de «historia de 1a culeura» e «historia social» (como se expuso més arriba) como «historia de las situsciones», y que entonces fuera rechazada enérgicamente por la mayorfa del gcemio de historiadores orientados por el Hittoricismo, y que campoco en la época de entreguerras habfa podido adquirit mayor significacién para la historiografia general alemana®*, Esce concep- tigen Guchictnwiuenbsfi, Munich, 1974.; eft. eambién sobre algunos para- lelos norceamericanos: J. Modell, «Die neue “Sozialgetchichte" in Amerika», en GG, ©. 1, 1975, p. 155-70, esp. 170.- La acencuacion del «salto cuanti- tativo y del «desplazamiento de las generaciones» dado con ello, no sin acen- (0 ctltico pero tltimamente muy subeayado en W. Conze, «Die deutsche Geschicheswissenschafe seic 1945 en GatchiehiPolitk ynd thre Didatib, abo 5, 1977, fase. 2, p. 11-30, especialmente. 20; 65. ‘Estructura ya en O. Brunner, «Zum Problem det deutschen So- sand Wireschaftsgeschichees en Zeitschrift fir Naticnalthonomis, t.?, 36, p. 677 eft. sobre el aprovechamiento de este concepto allf desarrolado inicialmence, ‘Brunner, Land und Herrchaft (1939), Viena, 1963, esp. p. 124-50, 307 35.; luego fundamental y progaméticamente utilizando el con- cepto de estructen: «Sozialgeschicheliche Forschungsaufgaben en Amzuiger der phil.-bist, Klase dar Ostereichischen Akademie der Wistenbafies, 1948, p- 335- (62; A este trabajo remice W. Conae en su reseia muy positiva de Braudel, Ls Méditerrante oa monde mddivrranden & dpque de Philippe Il, Parks, 1949, en HZ, &. 172, 1951, p. 358-62; luego més detalladamente, Conze, «Die Sce- 96 to, de «historia escructural» aceptado carece, como la mayoria de estas designaciones, de claridad y precisi6n, Parece ser seguro que significa a) un modo de considetacién historiogréfica que —muta- vis mutandis y con variaciones que son necesarias por el objeto, pero que hasta ahora no se han hecho explicicas— puede ser apl ado « todos los campos de 1a realidad hist6rica, esco es al campo de lo social, de lo politico, al desarrollo econémico y al reino de las ideas etc. Para este modo de consideracién se encuentran en primet plano b) las «relaciones» y las «situaciones», los procesoso y desarrollos supracindividuales, y no tanto los acontecimientos y las personas; este modo de consideracién ditige la mirada més bien a las condiciones, mérgenes y posibilidades de la accién humana cen Ia historia que a motivos, decisiones. y acciones individuales; esclarece mas bien fenémenos colectivos que individualidades; convierte ga objgto de Ia investigacién campos de la realidad y fendmenos que se revelan més por descripcién y explicacién que or comprensién hermenéutico-individualizadora; se inceresa, ance todo, por los fendmenos relativamente duraderos, «duros», sélo dificilmente transformables, por estratos de la realidad con un rit- ‘mo lento 0 muy lento de transformacién, no canto en campos de Ja realidad que se transforman velozmente y que oponen s6lo leve resistencia a los impulsos de cambio. Finalmente ¢), este modo de consideraci6n tiende frecuentemente, si bien no siempre, a la cap- ang dey Soaialgeschichee in Forschung und Unterriche», en GWU, &. 3, 1952, p. 654-575 del mismo autor, Die Srabtrgachie ds wchuics indie Men Zetalters als Aufgab fr Forschung und Unrerch, ColonialOpladen, 1957; del mismo autor, «Sazalgeschichte» en Wehler, Madere dich Secale. schicbe,p. 19-26. De acuerdo,con Coase: O. Brunner, Land wnd Herc, y «Das Problem einer eurplschea Soaialgeachichten en Nove Wege der Ver Lasngcand Serial gsbichie, Ganga, 19684, p. 80-102, En el misino vol. arciculo fundamental «Das “ganze Haus” tind die alteutopiische Okooo- sik, en Nac caine dela hisriaconsituinaly aca Bscudios lemancs, Barcelona, 1984, « Sobre Conze y Brunner, ft. Hilger, Schulze, p. 98-102; cxlcicamenee sobre Brunner, ;D.V. Nicholas, «New Paths of Socal History and Old Paths of Histoical Romanticism en Journal of Sia! Hitory, «3, 1969/70, p. 277 ss; H. Medick, Natarzaitand and Naturgecbichie der brge lichen Getdlicaft, Gotinga, 1973, p- 16s; F. Braudel, «Sur une conception ‘de Thiscoie socalen (1959) en arts sr Phinsire, Pais, 1969, pe 175-191; Groh, «Sceukcurgschichtes, p, 301 s, (nota 4). ” Rebekah tacién de contexts abarcadores, es decir, al proceso social coral en su contexto sincr6nico, pero también diacr6nico. El hecho de que este modo de considetacién dotado con un nombre especial, propagado con vehemencia, ruviera que ser im- puesto tan s6lo enconces no sin resistencias, lama la atencién s bre el estado dominante de la historiograffa general alemana haci 1950, al que se opuso dicho modo de consideracién. Solo porque la corriente principal de ls historiogeaffa alemana cotrespondia, cen principio, al modelo arriba esbozado més de cien afios después de aquellos desafios decisivos pero reprimidoyde unke'sociedad que se diferenciaba del Estado y de una perspectiva cientifico-social ligada a ella; por que el modo dominante de consideracién y su otientacién tradicional por la politica segufa realizéndose en forma primatiamente propia de 1a historia de acciohes, acontecimientos, personas y motivaciones; porque los historiadores alemanes —como Jo manifests autocrfticamente Gerhard Ritter en, 1949— se habfan «tetrasado precisamente con su predcupacién parcial por la historia polfcica en sentido estricto y por una historia espicicual demasiado sublimada» y no dejaban de tenet «uin cierto desampa- to frente @ los fenémenos de la moderna humanidad de masas y de lcs complejos problemas de la vida econémica moderna»; por eso pues, la exigencia de tener en cuefita las estructuras no, era algo obvio, pues ella tenia una tarea realmente révisionista, era algo especial y durante mucho tiempo —en parte hasta hoy— fue percibida como «especial» en el sentido una cottience especial, « diferencia de la cortiente general principal; precisamenge como his- coria estructural, a diferencia de la historia en general. Porque la hiscotiograffa tradicional dominance hab(a degradado Ia tarea de la sintesis « un mal Historicismo y Positivismo; porque de tantos ét- boles no podfa ver el bosque y la realidad se le esfumaba bajo canta ctftica de fuentes y de investigacién de detalle*; por eso pues, la exigencia de sintesis — de una sfacesis por cierto que no debfa (jpeto podfa!) estar construida en corno a lo Estatal — fue un plan (66. Rieter, Zam gogenusirrgen Stand, p. 9. 1. También aguf un eestgo libee de toda tospecha, Ritter, ibidem p, a en teamiento nuevo, importante, necesario®®, La acentuacién de to histérico-escructural abri6, ademits, la posbilidad de incluir en la. historiograffa, mas que antes, conceptos tipificadores y generaliza- ores de recomendar la comparacién como instrumenco merédico principal y de exigir la cooperacién con las ciencias sociales, més fuertemente generalizadoras y anal(cicas —por primera vez en la tradicién historiogrifica alemana— en un frente amplio y no en Ia posicién de «outsider»®, aunque la realizacién de esta posibili dad. se mostré como un largo y dificil proceso con contragolpes, El hecho de que esta vez se impusiera relacivamence el postulado de una historia estructural —a diferencia de lo ocurrido a fines del siglo pasado— y en todo caso no fuera reprimido, obedece a ‘muchas causas, no en timo término a la mayor cautela y a las reducidas debilidades que caracterizaron al nuevo intento, a dife- rencia del ataque de los historidadores sociales y de la culeura de fin de siglo”, Pero también se debi6 al hecho de que el gremio ha- bia comenzado a dudar de su tradicién; a que las funciones ideol6- ‘Bico-burguesas y pol/tico-nacionales de la historia se habfan desa- creditado, no sélo externamente, después de la dictadura, la guerra mundial y el desastre; a que pareci6 generalizacse el sentimiento de la creciente dependencia del individuo con respecto a las «rela- 68. Por eso considero como no plenamente certero y demasiado negative al juicio de H.-U, Wehler («Die Sorialgeschichce zwischen Wietschaftsge- Schichte und Politikgeschichee» en Sosialgecbiche und Struktargachicte im dr Sebwls, pn, 1975, p. 18). 69. Junto 4 los trabajos citados de Conse eft. ante rod: Th. Schieder, «Der Typus in der Geschicheswissenschafe» en Studiam Generale, «5, Y952, P. 228-234; ib, Guchichte als Wirchaft. Eine Binftbrang, Munich, 1965; ‘Uoterschiede zwischen hisorischer und sorialwissenschalilicher Methode» «en Wehler; Gechichte and. Soxolegie, p. 283-304; H. Mommsen, «Sotialge- Schichte» (1961) en Wehler, Madere desche Seralycici, ps 27-34, 1. Fryer, eBoilogi und Gechichtswisenschafte en GWU, 1, 3, 1952, P 70. Bn Brunner, Conze, Schieder y otros, su lucha por uns mayor acen- cuscién del modo histcico-estroctunl de consideraci6n no se vinculé — como por ejemplo en Lamprecht — con tess controvertidas sobre una revision +e antnde (sociopscol6gicas 0 socioeconémiess) 0 con la reinterpretacion de Ja historia. Coma se sabe, gracias a sus impulcritades metédicas y a su8 su ‘ergenerlizaciones, Lampeeche facili considersblemence el trabajo ala cr!- tia, diferencia de los represencantes alemanes dela consideracin hisérco- eseuctural necidos después de 1945, 99 ciones»; y que finalmente (podrfa decirse: con un retraso secular) disminuy6 la cendencia tradicionalmente fuerte de muchos histo- tiadores historicistas hacia un concepto idealisea, anti-sociol6gico, crecientemente vacto de realidad y crecientemente ideolégico de la libertad y 1a personalidad. Las posiciones de defénsa frente a los adversarios, en todo caso nada modestos, habfan comenzado a des- moronarse ante de que corhenzara su desaffo’!. EL modo histérico-estructural de consideracién significa para ln historiograffa indudablemente un aumento de su poder analiti- ca. Constituye una condicién necesaria, si bien en modo alguno suficiente, para capcar adecuadamente la realidad histérica, que s6lo en muy reducida medida puede ser explicada cuando se la considera como producto de decisiones comprensibles y de accio- rnes hemenéucicamente interpretables o con el reticulo de la suce- sién cronol6gica; més bien se Ia pasa por alco y hasta se la desfi- gura. En la «historia eseructural» se impuso, por fin, la experien- Cia largamente ceprimida pero que, en principio, estaba ya dada desde las revoluciones industriales y sociopoliticas de fines del si- glo XVIII y principios de XIX; la experiencia, pues, del poder hist6rico de los fenémenos colectivos supraindividuales, a diferen- ‘cia de las decisiones y acciones individual as i Cia de la deisiones y accioes individuals, peronasy acqpec 5) Historia ecructural, istoria de acontecimientos y ciencia social bisté- rica Pero el planteamiento histérico-estructural muestra una serie de problemas, Ifmites y debilidades, cuya consideracién es canto 71, La conferencia inaugural aucoéetica, dispuests a planteamientos mo- derados de Ritter nel Congreso de historiadores de 1949 (Grgenutisge Lage) una praca alamente informativa, EL hecho de que esa integuridad lena de posbilidades parezca haber cedido pronto a un conservaducismo, puede ser tpico del nuevo conservadurismo de los aos 50, que tetardé los esatto- los esbczados aqut, 72, Cie. Th, Schieder «Esteucturen und Perstnlichkeiten in der Ge- Schichte> en Guchicie als Wisenchaft, p. 149-86, especialmente p. 156 ss. Hi. Mommsen, «Sozialgeschichten, p. 31. 100 més urgence, en la medida en que se impone con éxito en la his- toria general y en las disciplinas especiales singulares como am- pliacién, complemento o hasta revisién. ‘Una separaci6n neca entre estructuras y no-estructuras (aconte- cimientos, Hecisiones, acticudes)™ en la historia es —canto te6ri co-conceptualmente como en Ia praxis del erabajo histérico— ex- traordinatiamente dificil y problemética. Siguiendo a Reinhart Koselleck, se puéde entender por acontecimienco el contexto de sucesos que es experimentado por los contemporéneos como unidad de sentido dentro del marco de sucesiGn cronolégica de un antes y uun después, y en cuanto cal puede ser «narrado» por el histotiador con categarfas de sucesiGn cronolégica; los acontecimientos se ca- ‘acterizan porque no sobrepasan «el espacio cronolégicamente re- sgistrable de la experiencia de los participances en un aconcecimien- o>, porque son causados o padecidios por sujetos (personas) decer- minables, y porque estén condicionados por estruccuras, pero sin ser plenamente deducible de ellas. Habs pues que entender ‘72a, Aqut se entienden pues «acontecimiento>, udecisiénn y waccidne ‘como conceptos conteaios © complementarios de «estruccurt». En cambio, parece cenet podo sentido que en la histoiogeafla se considere al «proceso» «como coacepto contrario a westructuray, puesto que estructuras no son en la hhittoriogrfia. generalmente y en modo alguno dimensiones extratemporales © constances absolutes, sino qué se transforman, si bien de modo relative: mente lento y tienen, por tanto, caricter procesual. Esto resulta, ante todo, de le meta de conocimiento habitualmente centeal en la historiogeala, e¢ decit: conocer la realidad en su cambio en el tiempo. Es indiscuible que los no historiadores entienden la westructura» en el sentido de estructuras cons- tances que no se transforman —es decir en contraposicién a proceso—. cf. ppor ejemplo, M. Foucault, Las mots of ls chr, Pacts, 1967; R. Bastide (comp,) Serre waege de terme sirasare dans les sitnces burmese rile, La Hayw/Par(s, 1972, esp. p. 117-135; Groh, , que «por lo que respecta a su temporalidad, no son absorbidos en la estricta sucesién de acontecimiencos experimentaqos» y que van ‘mas alld del espacio temporal de experiencih de los ‘contemporé- eos; por eso tampoco pueden ser «nartados» si lo constitutive del «narrar» es el encuadramiento en un mico categorial del a tes y el después; son supraindividuales y nd pueden ser reducidos 4 personas singulares y rara vez a grupos exactamente determina. bles; se anticipan a los acontecimiencos «de manera diferente a la que ocurre en un sentido cronolégico del antes»; se funden con los acontecimientos (si bien no del todo) y:por eso son captables en parte en los acontecimientos como sus atticulaciones™ Se puede concluir pues que para comprerider los acoritecimien- (0s es indispensable recuttir a las estructuras que les escin dadas Previamente y que se funden con elles, si bien hay que atenerse al hecho de que, ni en la experiencia ni en el andlisis cientifico, los acontecimientos son plenamemte explicables, deducibles de sus condiciones estructurales; que una historia de los acontecimientos que hace caso omiso de sus aspectos estructurales congtituirfa una mala abstracciéa, si bien un andlisis de las tsttucturls no vuelve, plenamente obsoleta la descripcién © natracién de los aconteci. mientos porque, en Gleima instancia, el méé perfecto andlisis de las estructuras s6lo conduce al conocimiento de posibler aconceci- imientos y acciones”, Al revés, las estructura’ son también capta- bles pero no s6lo en los acontecimientos que remiten a ellas, sino también en estructuras (por ejemplo, én: Ia. estructura del Estado absolurisea, en Ia estructura de Ja administracién militar o en la, 73, Dado previamente'al acontecimiento, la decisién y Ia accin, 74. Che. R. Koselleck, «Darscellung, ‘Ereignis und Serukeu>, en: Schulz, p. 307-317. , " 75. Ciertamente Koselleck no presea mayor aencién a le vincula colaboracién, Is constelacién de diversas extrutturas y dimensiones est ‘ales; con ello descuida ia cuestin de saber si mediante el andlisis de ln tex, Dice no se lo suspende), en cuanco que el margen de posibilidad ddejado por una dimensién estructural simultdneamente efiaz y asi se reduce ‘odavfa mis mediance una cercera estruceua el margen ya reducido, cre 102 Bs i kt estructura del naciente capitalismo industrial, en la estructura de tuna rama de la industria) en cierto modo subordinadas (peto no dde modo necesatio temporalmente subordinadas). En cal sentido, tuna historia estructural que relacione diversas dimensiones estruc- turales parece set més posible sin elementos de historia de los acontecimiencos que una historia de los aconcecimientos que haga total abseraccién de laé escruccuras”®, Pero, bajo la luz de otro argumento, se presenta como proble- mitica Ia reduccién al andlisis hist6rico de esecuccucas. Si'se parce del hecho de que los hombres hacen las circunstancias del mismo ‘modo como las circunstancias hacen a los hombres”? y que los pro- cesos histérico-sociales estén mediados por acciones de los hom- bres orientadas hacia un sentido, si bien ellos no siempre tienen plena conciencia de esto y por eso el contexco histérico que ha de comprenderse no se agora en lo aque los hombres intencionan re- (p. 311). Pero lo que sigue a exta opinign pone ‘en claro que €l entiende por eacontecimiento» también estruccuras que, en ‘elaci6n con su funcién expostiva, e equiparan a los acontecimentos, xdevie~ fen acontecimientose. Ea sus enunciados sobre si las eestructurss» slo pues den describirse 0 también explicarse, sobre qué podria significr la explice- cidn de eseructurss y qué imporcancin tendrfa en ello la determinacién de relaciones causales, este imporeante artfculo es, en mi opinién, muy poco P77 MandEnges, Die dae tle, p. 38 781. Habermas, Zar Ligh der Soishosinthaien Marlin, Fanc- fore, 1970, p. 116. 103 de las acciones pueda perderse de vista fécilmente también el as- pecto de cransformabilidad de la realidad histérica y pueda surgir 4a nocién de un proceso de Ia historia cuasinormativo y no influi- ble conscientemente por los hombres, es un asunto que aquf s6lo puede ser indicado, como consecuencia polfticamente poco desea- ble de un modo de consideracién puramente histérico-esteuctu- nal? Finalmente, deberfa formar parte de las'experiencias de ecaba- jo de todo historiador que investiga empfricamehte el hecho de que, sin la consideracién de acontecimientos, acciones singulaces Y personas, frecuentemente, no se sale adelante y que éstos se ex- plican casi siempre por estructuras dadas previamente y que se ‘tansforman, pero que no pueden deducirse completamente de ellas, en tanto que, al revés, aquéllos contribuyen a la crarfforma- ccién de las estructuras. Tampoco en los andlisis marcadamente hist6rico-estrucerurales del Imperio Aleman se le niega a la perso- na de Bismarck —a menos que deseen ineroducit reducciones ina- ceptables— un cierto peso y una relativa autonom(a®, Toda ex- plicacién cercera del nacionslsocialismo tendré que referirse a la persona de Hicler, no reducible a sus condiciones estructurales®", Y 79. Mis decallacamente en Groh, especialmente p. 269-297, 314-322, Groh ceprocha Bra.del ef sostener un conespco csi estaditico de etre (@. 316, p. ¢j). En los planteamientos historicos estruceoales que cst siempre muy imperfecamence explcitados~ se propagan y en pete te toa. lizan en la Replica Federal de Alemania, la escuctara no paete set conce- bids decal modo esetico y antiproceual Ta linea fundamnenel de Ia erfeca de Groh sefa correc para una historia estructural absolutinada con un con cepto de estructura conerbido procesvalmente, El que con la exigencie de fener en cuenta, junto a ls exructurs, amin las acttudes, deesioncs y scciones, se relaciona estcchamente la exigencia de la vinculacin de lor mé- todos analicios y heumenéuticos, es algo que aqul s6lo se rors, Cit. Kocke, ‘Theorieprobleme der Soval- und: Wietchaftgeschichte, en Webler, Get. chibi und Seis, p. 318 5, 80. Muy clarmence en H.-U. Webler, Bimarch und der Inperatioma, ‘Colonia/Berlin, 1969; ahora especialmente en P, Stern, Gald and Iron. Bit. march, Bleicher and te Building ef the German Enpire, Nseea York, 197? 1. Como, al revés, coda biografa tiene que incluit inensamente iss condiciones estcuturales de su héroe, para expicar hasta donde sen posible 'n persona de que se trata. Ch. Wehler, Gacbcte als Hiner Sesiaren, «haf, p. 86-88, con referencias a ejemplos logeades. 104 medic ain en la descripcién y explicacion de estructuras y procesos eco- sndmicos, sociales y socio-psicolégicos con un ritmo de transform: cién extremadamente lento, se eropieza a veces con acontecimien- -f0s como factores casuales, si bien es cierto que tales aconteci- mientos deben explicicarse en su condicionamiento ampliamence estructural". Por todos estos motivos es recomendable —ya ha sido obseevado frecuentemente y es propiamente inconcuso— evi- tar en coda discusién tedcica y en el trabajo prictico empitico una contraposicién dicot6mica encre historia estructural e historia de los acontecimientos o una eliminacién de una de las dos. En la en Ja que —como ocurre crecientemente— la historiogra- fia sea dest como «ciencia social histérica» y se equiparen programéticamente a «historiografia» y la «ciencia social hist6ci- co», surge Ia necesidad de incerpretar el concepto de «ciencia social» de una manera tan amplia que no excluya los planteamien- tos de historia de acontecimiencos, personas y acciones y que sigan siendo posibles denero de‘esce marco una buena biograffa o una obra acencuadamente narrativa. Este enuncisdo no es idéntico con la exigencia (habitual y necesaria) de una vinculacién de procedi ‘mientos te6tico-ansl{ticos con procedimientos comprensivo-herme- ‘néuticos en una historiografia entendida como ciencia social, sino que va més allé, Pues se encuentran muchas obras hist6rico-socio- égicas —piénsese en Cambio estructural de la opinién piblica de Habermas 0 en los arcfculos de Lepsius sobre la reciente historia so- cial y consticucional alemana— que en largos trechos razonan her- ‘menéuticamente, pero no con argumentos de la historia de los “ ' 82. Cit, E; Le Roy Ladusie, «ivénement et longue durée dans histoire sociale: exemple chouan» en Communications, .° 18, 1972, segiin J. Jue liad, «La politiques en J. Le Gof). Nora (eds.), Faire de isting, Pacts, 1974, «. 2, pg, 240; cft. eambién P, Veyne, «Lhiseoite conceptuaisances ibidem. c. 1, exp. p. 62-69, y P. Nora, Le retour de l'événement» en ibi- dem. «. 1, p. 210-228. Escot tres voliimenes sobre corrientes recientes ‘problemas de Ia historiografia francesa despiera la impresin de que el recha. 20 en ocasiones inscundo, de elementos de hiscoria de los acontecimientos cede el paso en Ia historiogefia francesa a una actitud més ponderada, 83. Cfe. mle arriba, nota 5; esp. Wehles, Gacbice als bistoricbe Sotial= swinenchaft; Risen, Flr vin erneaerte Hitrih, p. 6 105 ee acontecimientos o de las personas. De hecho, Ia mayoria de las definiciones y, ante todo, la comprensién torriente de «ciencias sociales» podefa ubicar a éstas en una tensién con la descripcién de acontecimientos y con 1a biografia™, La equipatacién de histo- riografia y ciencia social histérica exige, por ello, un concepto muy amplio de «ciencia social» y se halla éxpuesta’al peligro de malentendidos. Es mejor pues evitar cal equiparscién, lo cual na- turalmente no excluye tener en cuenta como especialmente prove- cchosos importantes codas aquellas aproximaciones y grandes ém- bitos de 1a historiografia que pueden ser detcritos como «ciencis social histérica» y que hasta ahora han sidé demasiado poco fo- mentados. . Pese a la necesidad de vincular los modos de consideracién his- ‘érico-estructural con los de la historia de los aconcecniencor, no deben olvidarse dos cosas: en primer lugar, el postulado de la ma: yor claridad posible y la tendencia central, también propia del his- Coriador, hacia la explicacién (no s6lo descripeién o narracién) de- berfan obligar a captar histérica-escructuralmente, hasta donde ello sea posible, los acontecimientos, las acciones y las personas, fs decis, indagarlos en busca de sus determinantes estruccurales ¥, Con ello, trazar tan estrechamente como sta posible el margen de posibilidades que limitan las diversas esetucturas en su acciént conjunta (constelacién estructural), El resto —que no puede ser excluido mediante alguna explicicacién— puede ser narrado 0 des: crito, «entendido», como peculiaridad de Ia persona respectiva 0 del respectivo acontecimiznto 0 simplemente comprobado en su facticidad. Pero serfa absurdo comenzar con este resto histdrica-es- ‘tucturalmente incaptable o cencrar la investigacién en torno a él 84, Cie. RLM, Lepsius, «Bemerkungen zum Verhilenis von Geschiches- Wissenschaft und Soziologien en W. Conze (ed.), Theorie der Gercbiciwistens ubafi und Praxis des Gachichunntericis, Seutegare, 1972, p. 60 +8. 85. Igualmence problemdtico es todo intento de entender el nacionalso- cialismo primatiamente como «hitlerismom, A esa tiende recientemeate on un cierto alejamiento de las propias podiciones anteriores, K. Hilde. brand. Ver su exposici6n correspondiente junto can la erica convincente ellas de H. Mommsen en M. Bosch (ed.) Die Pertlichbeit in der Geschichte, SesiGn del 19-21 marzo de 1976, Loceumer Protokole, Loccum, 1976. Ea def. con otras contribuciones al problema, Disseldorf, 1977, 106 [a ee ee ee ee ee ee) En segundo lugat, puede considerarse que la comprobacién de es- tructuras detrés, debajo y en los acontecimientos, exige, por regla general, del hiscoriador, més allé del ceabajo de critica de fuentes, la redlizacign de esfuerzos anal{cicos complementatios. Es més di. ficil, pero intelectualemene mds acractivo, indagar las motivacio- nes, actitudes, decisiones y acciones reconocibles en las fuentes, en bissca de sus condiciones estructurales, que no hacerlo, La ape laci6n hist6rico-eseructural me parece por ello més importante que l pedido de no olvidar la historia de los acontecimientos, sobre todo porque en la hiscoriograffa. germano-occidental, con sus vie- jas tradiciones histoticistas en modo alguno inoperantes, no existe cl peligro del surgimienco de una hipertrofia histérico-estructural. ©) Las Limises de ta bistoria estructural - contra su equiparacitn con la issoria social Para evitar malentendidos y no sobrevalorar los posibles rendi- mientos de un modo de consideracién histérico-estructural, es ne~ cesario tener en cuenta que hay estructuras en todos los campos de In realidad. Las Consticuciones y las insticuciones politicas, las formas de dominacién y la cultura politica de un pats son estruc- turas, goo también lo son los usos y hébieos, las formas incos- cientes de conducca y las mentalidades colectivas, los sistemas de religion y valores, Jas sucesiones generacionales, las constelaciones definidas de amigo-enemigo, las diferenciaciones del lenguaje de distintos estracos sociales 0 regionales. Encre las estructuras se cuentan, ademés, las existences circunstancias geogrifico-espaci fes, lo mismo que las fuerzas y las relaciones de produccién, las ‘organizaciones empresariales y los sistemas escolaree, las relaciones internacionales estables y, naturalmente, las organizaciones intet- nacionales*®, Los ejemplos podefan multiplicarse. De aquf resulta: la historia estructural no ¢s monopolio de Ia historia econémica y social (entendida ésta como historia del desa- 86. Cit. Schieder, «Serukturen», p. 165; Koselleck, «Darstellungy, p, 309. 107 rrollo econémico y del sector de lo «social»). También la historia de la conciencia y de la polftica, nacuralmente ly historia de la Iglesia y de la Constieucién, pero igualmente la historia de la,re- ligi6n y de las ideas, lo mismo que Ia mayorta de las otras subdis- ciplinas hist6ricas, pueden y deben ser tratidas acentuando los as: pectos estructurales, si bien es indudablemente diference el peso telativo de los elementos estructurales y-ho-estructurales en los ‘campos singulares de la realidad, ta significacién de aconteci- mientos y personas, decisiones y acciones individuales es:mayor, por ejemplo, en el Ambito de la historia polftica que, verbigracia, en Ia historia econémica. Es decir: una lamencable confusiGn de la discusion, explicable sobre codo hist6ricemente (por la coinci- dencia, tratada mds arriba, de momentos de la historia individual, de los acontecimientos 0 de las accignes y de la historia polftica en la cortiehte dominante —durante ‘mucho tiempo y en parte hoy— de la historiograffa tradicional) identifican bésicamente la historia polftica con la historia de los aconeécimientos 0 de las ac- (Aubin, loc. cit.p. 21). Cf cambiéa W. Zorn, «Das Fach ‘Wireschafes-und Sovialgeschichee im leteten balben Jahthundert» en Wire ‘fli tnd oie Sekai salves Wand. ach fr W- Ab, 1 Hannover, 1974, p. 18 ss 101, Parecidamente E. Kehr, «Nevete deutsche Geschichtscheelbunge en Der Primas der Inenplti, Beslin, 1965, p. 257; A,).C. Rivet, anne ‘luction> en Inenatonal Revi of Social Hiery, «1, 1956, p. 4; Wehlen, inccoduccién, Madore dansche Sialic, p. 13 s ns L t mee miu 10 y movimiento obrero, las relaciones entre la empresa y el traba- jo, las tendencias de profesionalizacién y la estructura profesional, familia y socializacién, movimientos demogréficos y conducta ge- nerativa, asociaciones y grupos de incereses, comportamiento en el tiempo libre y problemética de las generaciones, mentalidades colectivas, movilidad, emancipacién de la mujer y muchas cosas rms, La historia social en este sentido estricto eseuvo prolonged: mente vinculada con la historia econémica y era un elemento in- tegrado en disciplina historia social y econémica. Esta investiga las estructura, procesos y acciones econémicos y sociales en su con- texto temporal y en su relacién recfproca con otros campos (polt- tica, culeura etc.)!® Los modos de consideracién hist6rico-estructurales, referidos, ante todo, a las estructuras especiales investigadas en cada caso, han sido adoptados considerablemente en los campos aqui analiza- dos, en cierto modo como algo obvio, sugerido. por Ia nacuraleza de los objetos que hay que investigar y sin mucha discusi6n. Esto abtié la posibiidad de una creciente aplicacién de métodos genera lizadores, tipificadores y cuantificadores, lo mismo que de la uti- lizacién modificadora de conceptos, modelos y teorfas de ciencias vecinas como la economfa y la sociologfa. Los métodos avanzados de la cuantificacién —en modo alguno reducidos a la historia social 6 historia social y econémica y naturslmente s6lo aplicables en as- pectos especiales de Ia historia social— han’ sido propiciados ilti- mamente —més tarde que #n los paises occidentales— en la Repi- blica Federal de Alemania; en este contexto es notable la fundacién del «Grupo de trabajo para la cuantificacién y los métodos en la in- vestigacidn hist6rico-sociol6gica QUANTUM» (1976). Es de espe- rar —y hay que influir en este sentido mediante Ia reforma de la formacién del historiador— que las técnicas estadfsticas (natu- 102, Siguiendo el ejemplo de «Gesellichafe for Sorial-und Wirtschafts- Beschichte» (mimeo. 1973), p. 4. Kéllmann, p. 143 y muchas otras defini ciones semejances. 116 you L ws ralmence incluyendo el uso de ordenadores) se conviercan cada vex ‘més en algo obvio y que se apliquen (cierto que casi siempre como ‘pasos parciales dentro de investigaciones més amplias y en general en investigaciones y argumentos histéricos no cuantitativas) all donde son provechosas, y, desde el punto de vista de las fuentes, posibles para la precisi6n y el andlisis; en cambio, Ia cuantifica- cién, como.un método o un tipo de mécodo entre otcos, no debe- tfa ser Ia base de una corrience propia historiogrfica 0 histéico- social!®, La inchusién modificadora y ceftica de planteamientos, concep~ tos, modelos y teorfas de las ciencias vecinas siscemécicas (espe- cialmente de 1a sociologfe) en 1a historia social ha progressdo en este pafs seguramente no menos que en otras partes. Esto ocurtié y ocurre de diversa manera; simplificando se pueden delimicar eces modos de proceder que, en los trabajos singulares, por cierto apa- recen conjuntamente y pueden ser vinculados encre 1, Un gran niimero de ‘studios histéricos se sieve de concep- 0s, categorias y modelos singulares de las ciencias vecinas siste- mécicas y los incorpora a un contexto hist6rico de argumencacién. De esta manera, conceptos como «clase» 0 ascatus», categorias del andlisis de inteceses de grupos 0 de la economfa educativa se convierten en partes de un contexto argumentativo, descriptivo y explicativo més amplio que, por su parte, no esté guiado, 0 ape- ras lo esté, por una teorfa explicita, En este tipo de estudios muy diversos y casi siempre modestos, se ha notado en los iltimos afios ¢l ms claro progreo y el mejor provecho que puede obtenene de las ciencias sociales sistemécicas™, 103. Sobre esto més decalladamente J. Kocka, «Quantifzierung, in der Geschicheswienschafer en Quantitative Masbaden im der bisterich-ezialuriten- hailichen Forschung (= Historisch-Sozialwissenschateliche Forichungen, ¢. 3. ced. por H. Best et all), Stuttgart, 1977, p. 4-10; K.J. Jarausch (comp.), Quamtficerang in der Gechichsswiserchaft. Prebleme und Mojlicbhiten, Disel- orf, 1976; como resefia de varias obras de incroducciéa: G. Hohorst, «His- torische Sovialsatiscik und statistische Methoden in der Geschichtswissens- chafo» en GG, ao 3, p. 109-124. 104, Algunos muy logrados ejemplos entre muchos: R. Braun, /ndus- ‘wialsirang snd Vellaleben, Esleabach-Zurich, 1960; del mismo autor, Seria- Jer und bubturaer Wandel in tne lindlichen Indutriegbis (Zircher Oberland) u7 Peer es ee ewe ein 2. Un modo de aplicacién de la teorfa, que hay que diferen- ciar del ancerior, se encuentra en aquél tipo de estudios que en inglés se llama «social-sciencific history» y que podeia cal vez de- signarse como investigacién social hist6rico-empfrica', Los estu- dios de este tipo tienden a confrontar las) informaciones de las fuentes, preparadas sisteméticamente, con hipétesis lo més expli- Citas posibles que, a su vez, son deducidas frecuencemente de teo- rias especiales cienctfico-sociales. Tienden a generalizaciones limi- tadas mediance la comparaci6n de casos semejantes © intentan re- curtir a cales generalizaciones para la explicatién de decerminados fenémenos hist6ricos como casos de reglas generales. Se caracteti- an frecuentemente por la alta precisién, pot métodos cuantitati- ‘vos y un lenguaje eécnico y siguen, en la medida de lo posible, las reglas de Ia teorfa analiftica de Ia unidad de la ciencia. En la historia social alemana (lo mismo que en Ia historia econémica) se comprueba una cierta reserva frente a este tipg de utilizacién de teorias cientifico-social, Por una parte, repércute aqui de modo especialmente claro el escepticismo frente a la teorfa, propio de Ia investigacién hiseérica alemana; el cultivo del terreno en el que puedan surgir tales trabajos requiere mucho tiempo porque la ad- uisicién de los conocimientos te6ricos y met6dicos necesarios (in- clusive 1a cstadscica) presupone, por lo genéral, programas cspe- ciales de ensefianza y, cori ello, disposiciones institucionales que S6lo se logran lentamente mediante la reforma de Ia formacién uuniversicaria, Por otta parte, detecminadas etadiciones del pensa- miento hiseérico alemén, que se contraporien a tales estucl ‘eneopositivistas, han sido acepeadas y hasta subrayadas tam| por aquellos historiadores que en los dltimos afios abogan en la nter Einwirkang des Maschinen-and Fabrikuens im 19, und 20. Jabrbundet, Erlenbach-Zurieh, 1956; W. Fischer, Wirtbaft und Geullichft im Zeer dr Indsrilisirang, Gosings, 1972; K. Tenfelde, Soxalgecbchie dr Berga. ‘iterchaft am der Rube im 19, Jabrbundert (1815-1899), Bonn, 1977 105. Cfr. D.S. Landes yC, Tilly, History at Soil Science, Englewood lifts, 1971, p. 71s. -W, Fischer, «Sorialgeschiche und Wieeschafsgesc hte, Abgrenzungen und Zusummenhinges en Luda, Sotilepie, p. 1525: G. Shapiro, «Prospects for a Scientific Social Historye, 1976, emJSH. 1. 10° 1976, p. 196-204; cambién la seria «Historiach-Soualvissenschafliche Fors, chungenr, Seutegare 1976 ss., editada por QUANTUM (ver nota 102), us Jou t mt t ut Repiiblica Federal de Alemania por la historia te6rica y divisan luna historiografia «més allé del Historicismo». La necesidad de los méodos herménéuiticos es indiscutible y ei postulado de no dejar-de lado los contextos histéricos cotales fue frecuencemence sustentado por los «revisionistas» del més diverso cufio. Para la otientacién por la teorfa de la historiografia y para su desarrollo uleerior en diteccién de una «ciencia social histérica» no se luché 8 fines de los afios 60 y en los 70 con argumentos similares a los. de Ia critica del positivismo de la Escuela de Francfore. Esto no mejor6 precisamente las posibilidades de la invescigacién social exacta hist6tico-empftica, que frecuentemente aisla nitidamente su objeto, 1o investiga como «caso» y en muchos otros respectos lo trata We modo semejaate como las ciencias naturales 0 de la conducta Jo hacen con sus objecos!. Y si los impulsos general mente reforttadores de los afios 60 y comienzo de los 70 facilita. ‘on un cierto giro hacia la teorfa, obstaculizacon, sin embargo, probablemente la concentracién de sus partidarios en una investi- sgacién exacta empfrica de problemas hist6ricos especiales, cuya re- levancia prictica para el presente es frecuentmente muy mediatiza- da e indirecta; erabajos de este tipo exigen mucho ascetismo, Por ello, los impulsos reformadores de la «izquierda» de aquellos afos cuadran bien en la crftica tradicional al positivismo del pensa- miento histérico alemén, Aqui no ha de negarse en modo alguno que la insistencia en cl andlisis y la comprensién, el atenerse ala tarea de Ia historiogra- fla de no fragmentar demasido el contexto hist6rico, la"descon- flianza frente a la reduccién de fendmenos histéricos a casos de ‘enunciados generales sociales y Ia erfcica al positivismo de los his- 106. Cf. como panoramas de tales teabajos en Inglacerta y los Escados Rewearch in Economic and Social History, Londtes, 1971, p. 19-69, esp 3 P. Swietenga, «Computers and Comparative History» en Journal of Int. diciplinary History, &. 3, 1974, p. 267-86, Cle, KJ. Gantacl (ed) Kenflbs. Echalation-Krise, Ssxialwinemshafiiche Studien 20m Auttrach des enien Welle. 88, Dusseldorf, 1972, especialmente p. 157 st, p. 245 58.. p. 397 48, como iemplos de criticas de historiadores « aniisis ciewtifico-soviales demasiado ~positivistasn, de la sieuaciGn al producirse el estado de la Primem Guerra Mundi ug ‘oriadores son justificables ¥ necesarios"”, El problema es empero, 4 te: en cuanto se puede ver y prever, no existe en Alemania el peligeo de que Ia historia social y econémica s¢ entumezca en una rigider cientificista y en una autolimitaci6n positivista; por otra parce, en Alemania no se ha probado sufientemente el provecho posible de la investigacién social exacta histérico-empftica en campos especiales accesibles a ella. La critica necesatia a los Ifmi- tes y defectos de los economistas hist6ricos qué proceden cientifi- cistamente y la correspondiente investigacién social histérica no deberfan dificultar los inceneos,.que por lo demés exigen grandes, esfuerzos, de llegar con tales planteamientos a resultados parciales precisos ¢ impulsores, que luego pueden ser incorporados a con- textos mayores y menos cientificstas de argumentacién, 3. Una tercera via para la utilizaciGn de planteamientos siste- smicicos cientifico-sociales, para la unién de teorfa e historia, la indica ante todo el mécodo idealtipico desarrollado y descrito por Max Weber; dicho método fue probado en algunos estudios de Jos dltimos afios'™®, 107. Cit. la erftica de Wehler a la «New Economic History» de enton- «es en Guciche und Okonomie, p. 20-23; también la preveneién frente a lcs sacademic technicians» y los costos de la esocial-scienife History» en E.J. Hobsbawm, «Labor history and Ideology» en JSH, ¢. 7, 1914,-p. 377 ss cit, ademés Kocka, «Theoticproblemen, p. 318-20. 108. La definiciGn mis clara en M. Weber, Gasanmelte Auftitae zur Wite semhafulebre, Tobings, 1973, p. 191: El tipo ideal se adquiere «mediante ‘ntensficaciGn parcial de un 0 de algunes puntos de vista y poe la conjuncién de una cantidad de fenmenos singularesdifusa y discretamente existentes (da- dos allf més, aqui menos, a veces ni siquiera), que se someren « aquellos puntos de vista puestos de relieve parcialmente, en una configuracién infela- ‘nal unicacia en sf, En su pureza conceptual, esta configurscién intelectual fo se encuentra empfricamence en ninguna parte de la realidad, es una ale- fa, y pats el ceabajo histéric suege la eaten de comprobue en cada cae singular fun cerca 0 cusin lejos esc la realidad de aquélla imagen idea...» Con més citas de la significaci6n variable de «tipo ideal» en Wber: W.-Mommsen, ‘Max Weler, Francfore, 1974, p. 208-232; ademéé ante todo J. Janoska-Bend], ‘Mathodologtche Aspekte des Idealtypus. Masx Weber wid die Sexoloie der Gesclce, Berlin, 1965. Aplicaciones: J. Kock, Klatt im Krieg. Deatiche Sonialgecbichre 1914-1918, Gatinga, 1973 (con discusiéin del procedimiento, P. 1-6, p. 138-74); del mismo autor, Uniersabmenverealiong und Angeli Schaft am Beipiel Siemens 1847-1914, Seutegare, 1973, En parte © impli 120 Los historiadores que proceden ideale{picamente construyen ante todo un modelo, Esta construccién' presupone, en primer lu- Bat, una comprensién previa lo més amplia posible de la realidad pot investigar y que ha de ser cenida en cuenta en la forinulacin del modelo™, En segundo lugar, esta conscruccién del modelo se orienca por los puntos de vista y metas de conocimiento que gi al investigador que —aqui se debert ir més allé de los enunciados explicicos de Weber, pero no del sentido de su teor’a de ta cien- cia— el cientffico tiene que somever a reflexién, en la medida de lo posible, considerando la génesis y las consecuencias, y que tiene que fundamentar y legitimar racionalmente, sin por ello tener que deducitlos rigurosamente 0 «demostrarlos». Finalmente, en este acto de construcci6n, el historiador puede servirse auxiliarmente de ceorias sistemético-sociolégicas pero, por regla general, cendrd ‘que modificarlas en vista a su objeto concreto y a su meta espect- fica de conocimiento, El modelo asf formulado puede, pero no tiene necesariamente que set dindmico, es deci, reflejar un proce= so de cambio; identificard hipotéticamence las relaciones entre ellos (causa, efecto, correspondencia). En el decurso ulterior de la investigaci6n se trata entonces, ante todo, de deverminar y explicar la distancia entre modelo y realidad; el historiador interesado generalmente en el cambio se preocupard ante todo de si la distancia entre realidad y modelo aumenta o disminuye en el lapso de la investigacién, de si el mo- delo acierta en Ia realidad en modo creciente 0 decteciente, y por qué ello es asf. La explicaci6n de Ia no coincidencia entre realidad itamence se encuentra el procedimiento idalepico en muchos eseadios his- ®éricos orientados hacia toes centlico-scilessingulaes. 109. sf to crey6 Weber. -Por eso no parece correcto clasificar el tipo ideal, como ocurre con frecuencia, como claramente «nominalistt». Por so ‘ampoco se lo debe contraponer estitamente a los «tipos rales» de Hintze, como lo hicieron ilkimamente Schulze, p. 233-35 y Mommsen, p. 224-26, Cf. ls clasificncion cersera en Th. Schieder, «Unterschiede twischen histor. cher und sozialwissenschaflicher Methode» en Wehler, Gacbchte und Sora. ‘ee, p. 283-304, esp. p. 292 s. Si se qusiean utilizar los concepts eno ‘inalista» y «tealica» para la clasifiacién del tipo ideal weberiano, cnvonces Iba quelli eee doe nivele. Vers ab Cop 121 Swe er as es lk y modelo'"” y la explicaci6n de la eransformacién de ésta distancia fo se pueden efectuar suficientemente, por Id general, con concep tos del modelo mismo, sino que exigen de taso en caso la intro- duccién de medelos de explicacién e hipétedis adicionales -en al: Bunos casos, a su vex utilizando (otras) teorfas cient{fico-sociales, Indudablemente esto indica un Ifmice de la fuerza de explicacién: Y estructuracién del modelo aplicado e inttoduce un momento ecléctico en el procedimiento; pero precisamiente facilita su flexi- bilidad y adecuacién para el trabajo histérido!"!, El resuleado es un contexto complejo de argumentacién, que es soportado por el ‘modelo expuesto inicialmence como si se trttara de un acmazn interno, pero que no se agotaen él, A partir de este resultado, se puede intentar ampliar y modificar el modélo original de mane- ta tal que se reduzca su distancia de la realidad a fin de aprovechar los resultados de este paso de la investigaci6n para pasos posterio- 110, La pregunta por las causes comenzaek de hicho precisamente cuan- do no coinciden la realidad y el modelo, cuando pues ls expectativas dedue ides del modelo no aciertan, es decie, cuando emerge lo inesperado, lo que sequieceenplicaion, Pero ésta parece ter na peculiidad de fas explicici. ‘es hiscércas(ycotidianas), lo cual sefala el estrecho contexto entre ¢l hor 2onte de expectativas del investigador, condicionad en parte cientfcamer. &, en parte precientficamente, y su pablico por una parte, y las expliacio. ines histrcas y su aceptacin, por otra. Ce. P. Luds y D. Rénschy «Theo. retische Probleme empirischer Geschichsfotschung» en P. Luda, Suiclige, Ps 166 s 111. Bree eclecticism es crticado recentemente desde posiciones que ‘reen no necesrarl, pero que hasta ahora no lo han demostrado. Cle. Groh, Kritiche Geetichriaenchafi, p. 6.3 V. Ritener, «Zue Keise der westdeat sehen Historiographien en I. Geiss et all, Anvchten einer hinftigen Goxhichs witemichaft, Munich, 1974, «. 4., p. 1073; H.-D, Kitesteiner, «Theorie ui Geschichte, en aKricik dee burgerlichen Geschicheswisenschafi, Das Arpe- nent, Nr. 75, Berlin, 1972; H. Schleier, «Der traditionelle Historismus und dic Scrukeurgeschichten, en ib. p. 56-76, esp. p. 66 ss.; Schliec, ‘Thre sor Gescbicsisenichafi. Zu neuen thearsicbmathadloichen Arbytee hr Ges shichsschribung in der BRD, Berlin, 1975, p. 4B s. Cle, en cambio, el pos. tulado de wsistemas tebicasabiertos» qué admiten la eincluién o moaificn: cin de los antiguos», lo mismo que del weclecticiemom en el sociSlogo que tcabaiahistricamente en G. Lenski, Macht und Prive, Eine Theorie deve lon Schebuang, Fancfort, 1973, p. 372. 578 i 122 ma a 4 La aplicacién idealtipica de la ceorfa se basa en la premisa ; gnoseoldgica de que en el conocimiento histérico cientifico-social fo se trata ni de reflejo de la realidad ni de conocimiento de la sustaficia en sentido marxista, sino de conocimientos especiales ‘que pyjeden ser més o menos amplios, més © menos adecuados al ‘objeto y que pueden corresponder a Ia meta respectiva del conoci- miento de manera mejor 0 peor, que es pues criticable y suscepti- ble de mejotamiento. El procedimiento idealeipico parte del he- ‘cho de que la realidad por conocer (o el inventario de las fuences) no prescribe claramente las categorias modelos y teorias que han de posibilitar su exploracién, sino que deja al investigador un ‘margen, ciertamente limitado, dentro del cual y segiin sus metas de cortocimiento y teniendo en cuenta el contexto de Ia discusién cientffica precedence, puede ponderar posibles modelos, para ele- gir el adecuado, para fundamentarlo y realizarlo, De allt resultan los criterios de adecuacién que hay que cener en cuenta para la eleccién de conceptos y la construccién de modelos: primeramente esté 1a cosa misma por investigar, accesible en las fuentes, que puede ser pasada por alto por el modelo, cuando éste se reduce a aspectos inteleccuales que en Ia realidad por investigar no poseen ninguna o s6lo una correspondencia’perifética (lo que no tiene que significar necesiriamence coincidencia)", Por otra parte, son los Puntos de vista y metas del conocimiento guias, que tienen que set demostradas argumentativamente, que, en iiltima instancia, estin refetidas a intereses de conocimiento y de comprensién his. ‘6ricamente variables, cientifica y extracientificamente condicio- nnados, y por ello se entrelazan y pasan a un nivel de dimensiones analfticas, normativas y préctico-vieales, En tercer lugar, un crite- tio de adecuacién se encuentra en el saber nomolégico, que provee In experiencia, canto en el saber tedrico como mecédico y que la ciencia pone a disposicién para Ia solucién del problema respecti- vo. Anée estas eres instancias:! la cosa por investigar, los incere- ‘ses y metas del conocimiento y los resultados actuales de 1a cien- 112. Lads y Ronsch, p. 160 5, 113. Habria que agregar que el modelo debe cortesponder a crtetios de coherencia interna y de la I6gica, 123, De manera completamente diferente, los planteamientos her- menéucicos vuelven a gozar de favor, recientemente en la historia social, es decit aumenca el interés por planteamientos hiscérico- culeural-aneropol6gicos que ya es claro en Francia, Inglaterra y los Estados Unidos y que en la Replica Federal de Alemania se esté perfilando incensamence, Esta tendencia se ha puesto de manifies- Co especialmente en la investigacién hist6rica de la «culeura popu acm (popular culture), de la significacién de las fiestas, costumbres y simbolos, y se intensifica dentro del marco del creciente interés por la «vida cotidiana» de los més diversos pueblos a lo latgo del tiempo. Precisamente allf donde (como en los Estados Unidos) la historia social preferfa comparativamente de modo claro captacio- nes analfticas y estaba influida por la ciencia social ahist6rica «po- sitivistan, 1a nueva acentuaci6n de la hermenéutica, el interés en cl «meaning», se ha converrido directamente en un programa re visionista; en una situacién todavia tan fuertemente acufiada por tradiciones historicistas como es la alemana, la cuesti6n se presen- ta de otra manera. La cooperacién entee historiadores sociales y ancrop6logos culturales ha avanzado considerablemente durante los Gltimos afios en tos patses occidencales, y cambién en la Repa~ blica Federal de Alemania crece el interés, durarite muchos tiempo reducido, de los historidadores sociales por la antropologfa. Tam- poco aguf se pueden pasar por alto las diferencias nacionales: evi- dentemente, de tas diferentes cradiciones cieneificas y del diverso papel politico de la antropologfa o de la antropologfé cultural en los diversos paises durance los diltimos aos dependié ef que pre- cisamente los historiadores sociales de «izquierda» en Francia y en Inglacerra descubrieran més ficilmente y sin reservas'—que en la Repiblica Federal de Alemania— estas disciplinas vecinas. No cabe duda de que aqué hay muchas posibilidades nuevas 0 aén no aprovechedas, Deseable —y en principio factible— es realizar, no separadamente, la investigacién de la «culeuta» y de los sfmbolos, de las fiestas y costumbres, del estilo ‘de vida y los hibicos de mesa, de los hébicos de bebida y las procesiones (pero no en’el sentido, ce una historia cultural anticuaria o de modo puramente hermenéutico), y estudiar precisamente la relacién de estos-fend- 126 ‘menos con el sistema de intereses, clases y grupos, lo mismo que con procesos amplics de cambio (como la industrializacién)'™, La industrializacién —como proceso fundamental econémico y social-hist6rico de crecimiento y cambio estructural — se ha con- vvertido en el cohcepco nuclear de a historia social y de la historia econémica y social alemanas en los diltimos dos decenios, referida 4 Ia poca que comienza a fines del siglo XVIII. A diferencia de lo ocurrido en tiempos anteriores y en ottos pafses como Francia, cen Ia Reptiblica Federal de Alemania los irtereses de invescigacién yy de docencia han acuiiado los problemas de los sistemas modernos del capitalismo industrial, precisamente en la historia social" Esto resulta, io en altima instancia, del hecho de que precisamen- ce quienes se interesan por el enfoque hist6rico-social, han encen- dido la historia como prehistoria del presence, como andlisis hist6- rico del presente, Esto tuvo y tiene que ver bastante poco con cl encusiasmo por el crecimiento y con el interés primario en fac- tores de crecimiento; esté vinculado’ més bien con el incerés por las consecuencias y problemas sociales, fenémenos concomitantes ¥ conflictos, conquistas y costos (sociales) de la industrializacién —a diferencia de la orientacién de muchos historiadores «puros» de Ia economfa de los aos 50 y 60 (cuyas investigaciones, sin 118, Cie. como ejemplos anteriores bien logeados, las investigaciones de 1. Bmun sie cna nes 1047 lr tun BP. Topo od so citados en nota. 128); inflayente, C. Geerte, The Interpretation of Cultures, Londees, 1973; progeamdtico: Th. Nipperdey, «Die antropologische Dimen- sion in der Geschichtswissenschaft» en G. Schulz, (ed.) Gacbicie beat, Go- tinga, 1973 p. 225-55; Gltimamente W. Lepenies, «Probleme einer Histo- rischen Anthropologie» en Rirup, Historische sexilwissenchaft, p. 126-159; W. Schiede, (ed), Raigion and Gacllihaft im 10. Jabrbundert (GG, ao 3, 1977, Fasc. 3), especialmente la introduccién «Réligionsgeschichee als So- sialgeschicheew snp oe mint 1957; W. Fischer, «Oekonomische und soziologische Aspekte det fhen Jn- dlustrilisierung—(1968) en Wiruchaft und Gusdlichaft,p. 15-27; H.-U. We- her, «Probleme der modernen deutschen Wirtschaftsgeschichte» (1970) en Krienberde det Kaiserrchs 1871-1918, Gotinga, 1970, p- 313-24, p. 408» 30; 0, Busch, Indutriaisirng und Gexbichiswissenchaft, Berlin, 1969: W. Zorn, «Bin Jahchundere deutscher Industilisierung» en Blaser fd, Lan= + deguchihte,t. 108, 1972, p. 122-36. 120, Sobre’ las funciones sociales de la historiograffa cf infca Cap, Il 127 embargo, fueron asimiladas)"!, También Ia vinculacién tradicio- ral de historia econémica con historia social y, junto a ello (para ‘muchos), los impulsos del pensamienco marxista, facilitaron de tuna uw otra manera la orientacién hacia el «paradigma de Ia indus- trializaciOn». Accualmente se insinta, al menos, una cietta excen- sién de este interés, como parece mostrarse en la veloz carrera del concepto de «protoindustrializacién» y en el debate cotrespon- diente. En ello pueden jugar algiin papel los impulsos surgidos dle la investigacién de las sociedades no-industrializadas del «Ter- cer Mundo» y el interés politicamente muy ambivalente en alter- nnacivas a la forma industrializada de vida de corte occidental y oriental’, Esto debe ser distinguido del impulso que resulta de la nueva acentuacién de campos de investigacién hist6rico-sociales (por ejemplo, la historia social de Ia familia) en los que Ia indus- trializacin no marcé de hecho una cesura ean nitida como en ‘otros campos. Finalmente, gracias a In extensi6h, especializacién ¢ invereses institucionales, se ha comprobado en'los diltimos afios, fen general, una cierta tendencia a la separacién entre historia so- cial ¢ historia econémica: en Inglaterra, Francia y los Estados Uni- dos més fuertemence que en Alemania. Esco authenta la posibi dad de investigacién de campos especiales de la realidad histérica, descuidados hasta shora, pero encierra el peligro de que se recor. fen 0 se pasen por alto importantes interdependencias econémico- 121. Che. RH. Tilly, «Das Wachscumsparadigma Und die euiopiische Industralisierungsgeschichtes en GG, afo 3, 1977, p. 93-108; H. Kisch, «Die Textilgewerbe in Schlesien und im Rheinland, Postskripeum 1977», en P. Kriedte et all. Indusvialisierung vor der Indusrialisiernng, Gotinga, 1977, p. 374 ss 122. Cfe. F. Mendels, «Proo-Industralization: The Pitst Phase of the Industrial Process» en Journal of Eaonomic History, t. 32) 1972, p. 241-61, 1H, Medick, «The proto-industrial family economy: the structural function ‘of household and family during the transition from peasant society ¢o Indus. tsial capitalism en Social History, t. 1, 1976, p. 291~315; del mismo autor en W, Conze, (ed), Sesialgscbichte der Famile in der Neweit Exropas, Sete: gare, 1976, p. 254-82; y ahora ante y codo las conteibuciones de Kriedee, Medick, Schlumbohm, Mendels y Kisch en Kriedte etal, Indarialisienang (cit. note 121), : 128 we sociales -tan decisivas sobre todo en la época de la industrializa- ciénl®, «Historia social en expansi6n» es el titulo de un reciente in- forme de Wernet Conze sobre la Glcima literatura historiogréfi- ca", De hecho se observa una ampliacién de temas histérico-so- ciales cuya investigacién era inimaginable hace pocos afios en la Repablica Federal de Alemania, La «historia social» o la ¢historia social y econémica» experimentaron en los iltimos decenios una ‘table expansidn: segtin una estadiscica de la Sociedad de historia social y econémica, en el verano de 1972 ellas estaban «cimenta- das institucionalmente» en 23 de las 38 Universidades y escuelas supetiores. Casi siempre se trataba de cétedras de «Historia social y econémica» o de «Historia econdmica y social»; peiv entre tanto hhay por lo menos tres cétedras de «Historia social y econdmica» v de «Historia econdmica y social»; pero, entre tanto, hay por lo menos tres kécedras de Historia social (en Bielefeld, Francfore y Hamburgo). Sieté cétedras de Historia social hay hoy en Gran Bretafia, que surgieron desde 1967; junto a ellas, muchas de His- toria econémica que agregan crecientemente lo «social» en su au~ codesignacién, Junto a las revistas tradicionales de historia social y econémica, se fandaron en los dltimos afios algunas nuevas (pri- mariamente) de Historia social, como, por ejemplo, el norteame- ricano «Journal of Social History», 1967; «Social History» y «His- tory Workshop» en Inglaterra, 1976; « Geschichte und Gesell chafe» en la Repablica Federal de Alemania, en 1975. Otras revis- tas surgieron para fomentar campos especiales hist6rico-sociales, 123. Cir. M. Pertoc, «The Strengths and Weaknesses of French Social Histon en J8H, t. 1976, p. 166-77; sobre la eemancipacin» de la historia social de Ia histotinecondenica en los ilcimos aes: p. 171, Hasta qué puto transformaciones, fuertemente «modernizantct» de Ia eetraccara familia fue- ton resultado de cambios preindustrales, lo muestra, por ejemplo, M. Mite tease, Voids Faniinformen, Zar Punkionentastng, dv “ganzen Hauses” im 17. und 18. Jahshunderes en F. Engel-janoti (.), Fuss, Barge, Mensch. Unvesuchungen 2 palsies und soichlialen Wan Langproceses im vrreolatoniven Barapa, Munich, 1975, p. 123-185, esp. P. 148 ss. y K. Hausen, «Die Polaisierung dee “Geschlechescharaktere'» fn Conae, Sexalgachiche der Famili, p. 363-93. 124, New Politic Lismatr, abo 19, 1974, p. 501-08, 129 por ejemplo, «The Family in Histori | Perspective», 1972, «La bor History», 1960 0 ef «Journal of Urban Histoty», 1975 (codas en los Estados Unidos), La historia social —independientemente de lo que las diversas revistas, cétedras, éreas especiales, cursos y sociedades entiendan por ello— (en 1976 se fundé en Inglacerra tuna Sociedad de Historia Social) se expandié fuereemence eh codas partes, en los paises occidentales mds fuertemente que en 1a Rept blica Federal de Alemania’ La historia de la poblacién y la demograffa hist6rica, la inves- tigacién hist6rica de la familia, Ia historia de la ciudad y de la urbanizacién, la investigacién hist6rica de la estratificaci6n y la movilidad se convirtieron precisamence en cortientes clésicas de la invescigacién, aunque en Alemania se desarrollaron menos que en ‘otras partes". La investigacién hist6rica de la educacién y de la 125. Buenos panoramas sobre el desarollo més recente et! Gran Breta- ‘a, la Repablica Federal de Alemania, Proncia y los Estados Unidos, de H. Perkin, H. Kaelble, M. Petro y E.H. Pleck en JSH, ¢. 10, 129-95 (p. 129 ‘sobre el nimero de cAcedras inglesas). Como panorama basto sobre el dessero- lio en los diversos patses desde fines del siglo XIX: Kocka, art. «Sotial-und Wirtschafesgeschichen, colum. 8-26; también W. Zorn, Einfbrang in dit Wirtschafis-und Soaialgeschichte des Mivelalters und der Newzeit, Munich, 1972; imporeance bibliografia selecea ordenada vemécicamente: H.-U. Wehles, Bi- Bliographie zur modernen deutschen Sexialgachichte (18.20. Jabrbundert), Gotin- lga, 1976 (con referencias a eseudios importantes sobre historia social extran- jeca y un indice de las revistas pertinences); del mismo aucor, Bibligraphie ‘uur modernen deutschen Wirschafisgchichte (18,20. Jarbundet), Gocings, 1976, 126. Clr. Hobsbawm, «From social History co the History of Society> (vee nota 4 més arriba); las ineroducciones y panoramas ceferentes & «Bevil- kerungsgeschichee und Historische Demographie» y «Historische Familien- forschung» de A.B. Imhof y K. Hausen, en Rurup, Historic Soxiatwisens- haf, p. \G-95; H.-U, Webler, Historiscbe Familienforcoung nd Demagraphie (= GG, ali 1, 1975, Fase. 2/3); Conze, Soxialgescicbte der Familie; M. Mit- terauet y R. Siedler, Vom Patriarchat zur Partnerschoft. Zum Styubturwandel der Familie, Munich, 1977; J. Kocka (ed.), Seziale Sbicbrmg std Mobilit lin Dewichland im 19, wnd 20. Jabrbundei (GG, aio 1, 1975, Fasc. Vy en * las p. 155-70 um informe de J. Modell sobre ln investigacién norceamericana cen exte campo; Kaelble, «Social stratification in Germany in the 19th. and 20th. Cencuries: A Survey of Research since 1945» en JSH, ¢. 10, 1976, p. 144-85; Informationen ur modernen Stadregchichte, ed. por Kommunalwiss Zeneeum Betlin, Berlin 1970 ss. 130 formacién profesional hace progresos™”, La historia del movimien- to obrero se amplfa crecientemence, gracias a la historia del perso~ nal obrero; el incerés en a vida del «hombre comin», de los es- tratos bajos no muy elocuentes y por ello dificil de estudiae predo- ming en los dileimos afios internacionalmente sobre el interés en los grupos burgueses o en los estratos superiores; pese a ello, en Ia historia del personal obrero queda por hacer casi codo, especial- ‘mence en Alemanit™, La «protesta social» llegé a ser, en los l- timos atfos, objeto de investigacién hiscérica comparaciva, aunque ‘el concepto encienrra cosas muy heterogéneas y su provecho sigue siendo controvertido!™, La investigaciGn de las minorfas sociales recibi6 impulsos espectficamence nacionales, ast la de los negros cen el Estados Unidos; el andlisis hist6rico de la «cuestién judfa» muestra en Alemania cudn excelente acceso a los diversos proble- { 127, Cle. P. Lundgreen, «Historische Bildungsforechung» en Rirup, Hinorisce Seialwisnihaft, p. 96-125. 28. Como ejemplos logrados: E.P. Tompson, The Making ofthe English Working Class, Loniees, 1963; E.J. Hobsbawm, Laboring Mer. Studies inthe Hisory of Landra, Labor, 1964; J.W. Scott, The Glassworkers of Carma, Cambridge, Mass., 1974; H. Zwar, «Zur Konstieuierung des Prolecariats als Klasse, Serukturuntersuckungen Uber das Leipziger Proleeariae wiltsnd industiellen Revolution» en H. Bartel-E. Engelberg (ed), Die grsspreas- acbmiiusrscbe Relebagndang, *. 1., Betlin 1971, p. 301-51, H.G. Gut- Iman, Work, Cultre and sity in lndustrializing America, Nueva York, 1976; Sobre Alemania, pese a toda necesaria cetica irenunciable: J. Kucrynski, Die Geschichte der Lage der. Arbiter unter dem Kapitalsous, ¢. | ss, Betliny 1961 ss. (Presentacin y crfticn de esta obra en A/S, ¢. 14, 1974, p. 471- 5342). Obras mis recientes sobee Ia historia de los obrerosalemanes: ABS, 16 1996, Tenfelde (ver supra nota 104); H. Schomerus, «Ausbildung und Avtaciegsebglichkeiten wirtembergischer Metallacbeiter 1830 bis 1914 am Beispiel dee Maschinenfabril Exslingen» en U. Engelhard ec all. Sezale Be tunping and politics Verfsang, Scuttgare, 1976, p. 372-93; P.N. Stearns, ‘Lite of Laboar,, Londtes, 1975; programstico, D.H. Grob, «Basisprozese tund Organisationsproblem» en Engelhardt et all, Soziale Bewegung, p, 415- 431; y ademds los efeulos en Wehler, Bibliograpbie Soxialgeschiche, p. 126~ 21 panorama de Kaelble, «Social Seracificationy.-Comp, también E.H, Pec ‘Two Worlds in One: Work and Familiy en JSH, ¢. 10, 1976, p. 178+ (forme bibliogrifice). 129. Chr. Ch. y LR. Tilly, The Rebellious Century 1830-1930, Cambtid- se, Mass, 1975; y las discisiones en R.H., Tilly, (ed) Sozialer Prove (EG, atio 3, 1977, ase. 2) y GG, Fasc. 3, p. 418-21. BL 4 ene meee eee eee ee lt Res Ss is ‘mas hist6rico-sociales (precisamente de la mayorfa de la poblacién) puede ofrecer Ia historia de las minorfas™®, ‘Transformaciones en In conciencia social del presente subyacen también al «boom ac- cual de la historia social de Ia mujer y del nibvimiento feminista, que se observa internacionalmente en los tiltimos afios, aunque no tan fuertemente en la Repablica Federal de Alemania. En estos y otros ejemplos se muestra una dependencia de la eleccién de temas de investigacién con respecto a las corrientet sociales y politicas del presente, que frente @ afios anteriores se hota con gran inten- sidad ance todo en los Estados Unidos, : La variedad de temas ¢ incereses en el Ambito de la historia social apenas es enumemable y es dificil de ordenar: juventud y vejez, enfermedad y muerte, hébicos alimenticios y el cuerpo hu- mano en general, analfabetismo y hébitos de fectura, criminal dad, conducta en el tiempo libre y deporte; hébitos de comida y ‘maneras en la mesa, asociaciones de proteccin de animales y la telacién del hombre con el animal, mentalidates y arce populates, costumbres y religiones populares y, junto a ello, ademés, temas «cradicionales» tales como grupos sociales singulares, conflictos de grupos, problemas de distribucién, relaciones de trabajo y su transformacién, Muchos de estos temas pueden ser tratados s6lo en Ia historia local y regional, , A esta diversificacién de intereses y ‘explosi6n de.cemas subya-' cen seguramente diversas causas y motivos: uh interés ascendente en los campos situados entre la econom(a y la politica, descuida- dos de hecho durante largo tiempo, en los que se ha desarrollado gran parce de Ia vida de muchos; el ablandamiento de paradigmes anteriores, el debilitamiento de «escuelas» y, con ello, el relaja- miento de controles intraprofesionales: se ha yueltoumds abierco y 130, Cft. por ejemplo, H.G. Gutman, The Black Family in Slavery and ude 1751923, Nusva Yok, 1976; B. Rep, mension ad Ati sitismus, Studien zur sJudenfrages der burgerichen i, Gotinga, 1975; ver la dives conerbuctanes cn WE Mone, (ed) Jason om Wits, chen Reich, 189-1914, Tubings, 1976. 131. Cfe. ante todo, las exposiciones panorimicas de Ia reciente biblio- ‘gafla histérico-social en Inglaterra y Prancia de H. Perkin y M. Pertot, en ISH, «. 19, 1976, p. 129-143, 166-77; J. Le Goff y P. Nora ed.) Paire de “thitore, 3. ce, Parle, 1974, 132 i confuso qué es lo que vale como tema digno de investigaci6n y qué 10; 10s altos premios que ofrecen las instituciones cientificas actuales a la originalidad per se; el abaratamiento y Ia facilieacién del acceso a recursos de publicacién y ocras cosas mas, Esta evolu- Ci6n oftece grandes posibilidades; aumenta nuestro saber de £mbi- (os de vida y experiencia que durante mucho tiempo eran poco conocidos © ignorados; se abren nuevas perspectivas y plantea- mientos. Pero esta evolucién encierra también un problema, el del canticuarismo» hist6rico-social. Se investigan objetos porque to- davfa no han sido estudiados, La renuncia a la incorporacién del objeto investigado en plantamientos de problemas mayores, més amplios —a partir de los cuales se podria fundamentar comple- ‘mentariamente su tematizacién— parece ser muchas veces el pre~ ccio que se paga por la variedad y originalidad en la eleccién del tema. Surge asf una cierta impresién de arbitrariedad”?, Pero este es més bien un problema de Ja variada historia social altamente diversificada y fascinante en Francia, Estados Unidos o Inglaterra, pero apenas en Alemania. En casi codos los campos te- ‘méticos hist6rico-sociales mencionados. la investigacién empiriea hist6rico-social de Ia RepGblica Federal de Alemania (también por cierto de la Repablica Democrética Alemana) est menos desarro- ada que en los demés pafses occidentales. En vista de este reeraso ciertamenee decreciente) deberia emprenderse mis frecuentemen- te, y de modo experimental, el tratamiento de temas tales como Jn condugta habitacional, los modelos de enfermedad, los hébicos sexuales b la profesionalizacién de grupos profesionales singulaces para escoger de modo relativamence acbitrario algunos temas poco elaborados o que a muchos les parecen «apartados» — aun- que no se los pueda integrar inmediatamente y fundamencar en tun contexto de problemas hist6rico-social amplio (sobre eso se més a continuacién); no hay duda que esto dlcimo sigue siendo la meta, Este retraso, en vista del cual una historia social encendida como historia de campos especiales tiene en la Repablica Federal de Alemania y durante affos un gran ndmero de tareas provechosas 152, En esta direccién se mueven las preguntas de P.N, Steuens, «Co ‘ming of Age» en JHS, t. 10, 1976, p. 246-55 133 Wee re y necesatias, aunque no es del todo facil definie claramence su des- linde frente a ottas disciplinas hist6ricas especiales; este retraso, pues, contradice curiosamente la discusién programética, segan la cual ¢5 de esperar —y evidentemente, muchos observadores asf lo suponen realmente— que la historia social se imponga préxima- mente frente a la historia general. El retraso se explica por un rezago de varios decenios de esta disciplina en Altmania, que s6lo muy diffcilmente es recuperable en pocos afios, y por el hecho de que frecuentemente, bajo el nombre de «historia social» se cultivé en realidad historia estruccural’o alguna variedad Ue historia de la sociedad y se emprendieron asf tareas que no contribuyeron nece- sariamente a llenar las lagunas en el heterogéneo campo hit6rico- social situado entre la economia y el Estado, en cuya aclaracién se esforzaron los llamados plancearnientos hisedrico-sociales de ma- nera diversa y en cada caso de modo decallado. Finalmente, la pre- catia consideraci6n, todavia existente, de este cartpo depende de las metas dominantes de conocimiento, precisamente de aquellos historiadores que, en los dltimos afios, han abogado por una revi si6n y extensidn de las tradiciones primariamente hist6rico-politi- cas e historicistas de la historiograffa alemana'®>, El hecho de que campos de prdblemas y objecos tan heterogéneos se sigan agrupando bajo Ia etiqueta «historia social» y que ésta se préctique generalmence en la Replica Federal de Alemapia jun- 0 con Ia historia econémica como historia social y econémica'™, ro se debe Gnicamente « una homogeneidad incerna de estos pro- blemas y objetos. Tan importante es, por lo menos, la tradici6n hist6rico-ciencffica perseverante. Como se mostr6, 1a historia eco- némica y la historia social fueron desplazadas conjuntamente de la cortiente principal de Ia historia general y se consticuyeron, no en Gleima instancia, de modo conjunco como disciplinas comple- mentarias y marginales con nombre propio y propias institucio- nes. Por lo menos dos tendencias de transformacién que se van perfilando podefan influir para que, en los préximos afios, cada 133. Sobre esto, Kock, «Theoretical Approaches», p. 112 #8. 134. Esto se refleja no solamente en la designacién de las cétedeas y cur- 108 sino también en la composicién de las sociedades cienc(ficas, lat revstas cientificas y las obras incroducrorias coreespondiences. 134 ' vez més se ponga en tela de juicio la unidad de la disciplina his- toria social y econémica y hasta la unidad de la disciplina especial historia social. En: primer lugar, la paulatina pero crecience otientacién hacia la ceorfa del trabajo social y.econémico-histérico despliega tenden- cias cencrifugales para Ia materia, en tanto y cuanto en campos * especiales singulares de la materia, se incorporan teorias que, por su parte (como, por ejemplo, la teoria econémica del crecimiento, los planteamientos' tebrico-pedagégicos y las tcorias del poder), son exeraodinariamente dificiles de incermediat recfprocamente, En el ejemplo de los campos especiales te6ricamence mas exigentes y ante todo en ejemplos extranjeros te6ricamence avanzados —como la «New Economiq History» orientada econdmicamente o la de- mografia hist6rica— se puede mostrar que la penetracién de cam- pos hiscéricos especiales con planteamientos teéricos singulares es- pecializados e hist6rico-sociales, considerablemente abstraidos del contexto histérico, exige la especializacién de las diversas diteccio- nes de la disciplina, hasta llegar a su.desincegracién'®, De cual- quier manera, la extensiGn ¢ intensificacién del campo histérico- social de investigacién deberd conducie a una mayor especializa- cién y a ablandar crecientemente Ia cohesién de los hitoriadores sociales por lo que respecta a los contactos dé tcabajo, regulaciones inscicucionales (como revistas y asociaciones ciencificas), enfoques de problemas y saberes. Por ota parte, en los diltimos afis, elementos hist6rico-socia- les han penetrado intensamente en la historia general, En el and- lisis de la politica exterior o del sistema politico del gobierno y a Consticucién del Imperio Alemén se puede mostrar, por ejem- plo, cémo se han incorporado en la historia general elementos his- t6rico-sociales y ante todo hist6rico-econémicos (referencia a co- yuncuras, conflictos de trabajo, éites sociales, exc.) con clara acen- 135. Sobre Ia «New Economic History» cfe. de la amplia blibliograffa; H.D. Woodman, «Bconomic History end Economic Theory» en Journal of Interdicptinary Hisury, ©. 3., 1972, p. 323-50; T. Sacraxin, Okonomie wnd Logit der histrischen Brkléerang. Zur Wissnichafulogite der New Economie Histor 19, Bonn-Bad Godesbecg, 1974. Cft. la llamativa separacién del «Journal of Economic History» y del Journal of Social History 135 turacién de los andlisis de incereses y de grupos de intereses!™, Es de esperar que este proceso contintie, Mediante el més incenso aprovechamiento de todos de consideracién hist6rico-estructurae les en la historia general, ésca se asemeja, ademés, a la historia social en la que, como se mostr6, han dominado desde siempre modos de consideraci6n histérico-estructuralet. En la medida en la que 1a historia general se enriquece hist6rica-socialmence y se complemenca con la historia estructural, en Id medida pues en la que la historia general se libera del estrechamitnto tradicional his- {6rico-polttico e individualizador-hermenéuticé, se elimina la cau- sa principal de la existencia de una historia social o de una historia econémico-social que se consticuye como ditciplina separada y Naturalmente con esto no quiere decirse que uno.espera que los campos especiales de la investigacién y de las direcciones de investigaci6n, tales como la historia social de la familia, la demo- agraffa hist6rica, Ia historia de las empresas, Id historia agraria, la historia del personal obrero y del movimiento obrero, etc., algin dia habrén de volverse obsolecos o habrin de fundirse con otros campos y direcciones especiales; al contrario; De lo que se trata es de esperar simplemente que, @ causa de'los motivos indicados, disminuyan progresivamente las ocasiones'ycdusas que.han Ileva- doa que éste y otros campos especiales, coimpendiados en la his- «oria social y econémica y separados de la histotia social sin sufijo, sean diferenciados y deslindados de la historiafgenerdl 0 de la his- totia «propiamente cal»!”, Cierto es que los marcos instituciona- 136, Pignsese en los trabajos de F. Fischer, G.A. Ritter, H. Bohme, H.-J. Puble, H.-U. Wehler, W.J. Mommsen, D, Stegmann, P.-C. Witt, ‘Vhahn y ottos. 137. En los Bstados Unidos, cuys historingeafia general desde fin de sie slo ha sido ampliada y hasta acufeda mucho més claramente que la curopen por elementos histrico-sociales, la historia social o la historia social y econd= mica no se ha constituido como érea separada de manera tan clara como en el continente europeo. En las ciencias hiseérico-materiliseas institucional- mente protegidas se pretende haber integrado considerablemente la historia social y econémica en la historia genera; hay allf poco fundamento y ocasién de atenerse a una disciplina unicaia econémica relacivamente separada). Cfe. ia social» (pero sf a una his Kockay art. «Sozial-und Wirt- 136 t 21 4 t io t t 4 t ‘ we les y las tradiciones cientificas perviventes contrattestan este pro- ceso de diferenciaci6n y difusién. 6. Les historia social como historia de socedades enteras 4) Sobre el concepto «bistoria de la sociedad» ‘Mientras més imprecisos se vuelvan los perfiles de 1a historia social en el sentido ya analizado, mientras més elementos hist6ri- co-sociales penetren en la historia general cradicionalmente orien- tada por Ja hiseoria politica, canto més urgence es aclarar —y aqui “hay que asumir la crftica por parte del planteamiento histérico-es- eructural}® — Ia relacién entre historia social (0 sus partes singu- lares y especializaciones) y otras disciplinas hist6ricas especiales (como la historia polftica) dentro del marco de la historia general. Con ello se plantea la pregunta por una interpretacién «histérico- total», abarcadora, dentro de la cual para la época respectiva in- vestigada'” puedan set analizadas las relaciones rec{procas en transformacién y 1a importancia relativa de los campos singulares de la realidad, de la econom{a, de lo social, del Estado, Ja cultura, schafgschichten, Calum, 13-16; ibn, «Za jngeren mancnnchen Sox ‘eachichees en Ludz, Sesiolgie und Sesialgachichte, p. 491-514, esp. pr 491- 497, Bn algunas obras colectivas recientes sobre nuevor planceamiencos en la historiografia se citan y discuten campos especiales singulares de investiga cidn (como historia de la familia, historia de las mentalidades, y también historia econémica exc.), pero evidentemence tiene cada vez menos sentido ‘compendiar las partes singulares bajo el concepto genérico «historia sociale (Che. especialmente Le GoflfNora, Faire de Phittie, y M. Ballard, New Move- ‘ents in the Study and Teaching of History, Londres, 1970. Mucho més clark sa cobesin y delimitacién de la disciplina especial «historia econémice», por una parte, a causa de la més clara separabilidad snalicica de la dimensién © del campo «economia», por otra, a causa del efecto unificador y scuftador de Ia teorfa y formacién concepeual econémicas, en s{relativamente unitarias, (en comparacién con ta sociolog{a), que se aplica crecientemente, 138. Cit. supra Cap. I, 4. 0) 1398s limitacién diferencia claramence Ia pregunta planteada aquf de la pregunta por un proyecto histérico-universal 0 general-hist6rico evolutivo; fe. B. Schulin, inecoduccién en Univesalguchicbe, Colonia, 1974, p. 11-65. 137 etc, y aclarar asf la relacién de las disciplinas hieéricas especiales en su especializacién y cooperacién La deseabilidad y la necesidad de sintesis abarcadoris 0 de planteamientos de sintesis de este tipo no son siquiera controver- tidas, si bien no han sido suficientemente reflexionadss por algu- nos criticos de los planteamientos histérico-sociales"®, Una no- cién del todo —si bien provisional, perspectivista y modificable argumentativamente— es un presupuesto de la captacién adecua- da de los campos especiales y de los problemas singulares; su and- lisis es incompleto y corre el peligro de la deformacién mientras ‘80 se puedan determinar su relacién rec(proca y su impprtancia dentro del sistema total. Con mayor razén y muy clarathente se muestra esta exigencia cuando se cata de exposiciones totales, Precisamente para contribuir a la eransformacién del sentido y a la iluseraci6n de su presente, Ia historiogeafla debe atenerse a su meta —a diferencia de la mayoria de las ciencias sociales sistemé- ticas— de indagar el censo y variable contexto de los diversos fe- AGmenos segin causas, aspectos y consecuencias y no cracar los campos y los problemas especiales haciendo caso omiso del todo. Si quisiera reducirse exclusivamente a la investigacién de proble- mas de detalle, ello no solamente perjudicaria el analisis, sino que, ademfs, quedarfa librada a ideologtas y micos cientificamen- te no controlables la satisfaccién de la necesidad legitima de inter- pretacién total histérica referida al presente. Como se sabe, rales sintesis no se logean mediante simple adi- ci6n de informaciones; més bien lo que importa es su seleccién y estructuracién, Pero tampoco se consiguen mediante el modo de consideracién hist6rico-estructutal per se —éste més bien debe lle- rnarse con teorfas amplias referidas al contenido, sobre el contexto causal, y funcional y de correspondencia de los aspectos investiga- dos de la realidad, desde un punto de vista sinceénico y diacréni- co. Si son correctas las opiniones expuestas més arriba' sobre el poderfo histérico de las estructuras y procesos sociales incermedia- dos ante todo socio-econémicamente, lo mismo que sobre el cam- 140. Ci. supra, nota 135. . VAL. Che. supra, Cap. 1, 3. 138 bio de paradigma en la conciencia contemporinea, que paulatina- mente adquiere eficacia en la historiografia, enconces esas s(ncesis no deben utilizar como niicleo de estruccuracién acontecimientos singulares 0 series de acontecimientos, grandes personalidades 0 acciones singulares, ideas y evidentemente tampoco lo politico-es- ‘aval; més bien parece necesario o preferible, eseruccurar y sinceti= ar la realidad histérica wdesde Ia sociedad». Esto significa que la realidad hist6rica es concebida como un sistema variable, diferen- ciado en sistemas especiales (= sociedad en sentido amplio), en el que la sociedad en sentido estricto, es decir aquel sistema especial de necesidades, intereses, dependencias, cooperaciones y conflictos intermediados socioeconémicamente y que desde Hegel fuera defi- ido como «diferencia» entre individuo y Estado, juega un pepel *decisivo y ante todo acufiador de otros sistemas especiales (si bien, a su vez, esté acufiado por éstos) 42, 142. Con ellos se contina un concepto de sociedad que cristaliz6 con la génesis de la realidad y el concepto de la «sociedad burguesa» a fines del siglo XVIII y en el siglo XIX; la continuacién ocuse en una forma relativae ‘mente formal, es decir, que permice diversos contenides. Aqui no se pueden Aiscuce las implicaciones de esta decisi6n, Para la posibilidad de la continua ign de un eal concepto de sociedad podeia acglirse que a su ctistalisacin subyacen estructuras y procesos reales que, pese 2 muchas transformaciones de decale, aiin acufian nuesteas experiencias actuales, No en vano conciben ‘muchos 1 comienzo del mundo modemo> en esa época de eransformacin radical de la tevolucién politica e industrial a fines del siglo XVIII y en el XIX, cuyos resultados detetminan fundamencalmente desde enconces el desa- ‘rollo y en la que los conceptos cencmles del lenguaje hiseérico-politico (que fefleja In conciencin y Ia autointerpretscién) recibieron considerablemente la significacién que codavfa poseen hoy. El concepto de sociedad asumido aqut feivindica para aquelsiscema social especial un cierb plus de fuerza ecufado- ‘xy siqueza de realidad, en el quie tienen lugar el teabsjo humano, organiza cdo crecientemente de modo racional, y la reproduccién de la poblacién res- Pectiva, en el que.han de ubicarse ance codo las necetidades, sus ceansform ciones y sariafucciones pariales, los intereses y loz conflictos de intetescs, y ‘que escé acuftado por factores éconémicos, pero que no se fund ton estos Esco cesulea poco nftido, y una eal pricidad no se puede ciertamente «de- ‘mostrar, aunque sf cimentar argumentativamente. Con argumentos snteo- Poldgicos deberfa ser posible poner de manifesto aquella dimensiGn de la ‘ealidad humana en la que tiene lugar el «mecabolismon de la naturaleza con |n sociedad como presupuesto y base de toda diferenciaci6n y desarrollo sia les. Visto histéricamente, ta decisi6n conceptual refleja una experiencia cen- 139 eee Habria pues que buscar una interpretaciGn de la historia gene- ral orientada histérico-socialmente —que, Ante todo, aproveche modos de consideraci6n histéricos-estruccurales, pero que, en ‘modo alguno, se fusione con ellos— y que ftecuentemente es tla- ‘mada «historia social», peto para la que aqut te propone el concep- to de «historia de la sociedad», La historia docial, como interpre- tacién histérico-social de-la historia general, se diferencia crecien- temente, también en otros pafses, de Ia histotia social, como histo- de un campo especial, Pero atin no se han generalizado concep- tos firmes para ello', La historia de.ta sociedad, en el sentido es- bozado més arriba, se diferencia de las eradiciones durante mucho tiempo dominantes en la historiograffa alematia y que centraban las sintesis —en caso de que las llevaran a cabo en lo politico-esta- tal, a veces también en torno a los movimiento de ideas. Pero ella se basa en planteamientos hist6rico-sociales casi siempre vagos tral colectiva desde el comienzo del «mundo modern, con la que se crop 2a siempre de varida manera eo el trabajo historiogtfico y que todavia tow. fa nuestra conciencia actual. Metodolégica-tebricamente deberfa, mostrarse en una discusi ilimitada y demoscrarse en el teabajd empfrico que un plan- teamiento tal tiene més focrea de sincetizacin y que otras. Ade- ‘ms, me parece importance que las definiciones de conceptos de socicdad al- \amente formalizades, separndas de los contenidos indicados aqut (ociedad ‘como sistema de reciprocidades 0 como sistema para la reduccign de comple: Jidad con determinadas peculiacidades frmaler, por termplo: subdivision en sistemas especiales, distinvos tips de diferenciacién, i as ne- ‘esidad de coordinacién) no son incompatibles con él concepto de sociedad preferido aqut, fuercemente determinado por el costenido, Se mostré que ‘te concepto esté en estrecha relacién de genesis y realidad con eransforma. cones reales histricas desde el siglo XVII. Aqut se deja abierea la pregunes de $i de allt cesulen que este concepro, como parsdigma gufa de andisis, posee mayor adecuacin para investignciones del «mundo mademnor que part a investigaci6n de la antigua Europa o para épocas anceioreshistéricamence diferenciadas de un modo més claro. 4 143. Cr noea 4. “4 144. Hobsbawm diferencia la «History of Society» (histarja de Ia soce- dad) de Ia social history» (ver nota 4) Cr, M. Pertot, en JSH] t. 10, 1976, . 172, y Nota 9 en la p. 175 con aprobacién dela diferencia de Hobsbewra’ Y referencia « A. Soboul, G. Duby, P. Gouber, y P. Villar en el mismo fusfculo, p. 246; P.N. Stearns («Les pracicances de la bistora socal la ven crecientemente como aproximacin histrica tals), 140 — eee © no elaborados, que como se mostré", ya habfan sido desarrolla- dos antes de la Primera Guerra Mundial en las nacientes ciencias sociales y en el dmbito de la historia de la cultura (en sentido ‘amplio) y —sin &xito— habfan desafiado a la historia especializa- da y establecida, Pero también, ya por motivos de economia de trabajo, las in- ‘vestigaciones histérico-sociales formarin puncos de concentracién del trabajo y tendrin que elegirlos petspectivamente; pero ellos estén caractetizados porque, en principio, incluyen los mas diver- ‘sos campos de la realidad —désde las condiciones materiales, las relaciones demogréficas, el crecimiento y el cambio econémico pa- sando por las clases sociales, grupos y estratos, alianzas, protestas ¥ conflictos, procesos de socializacién, modelos de conducta y mentalidades colectiva, hasta las instituciones polfcicas y procesos de formacién de la voluntad, lo mismo que las cransformaciones en el campo del arte, Ja religién y la ciencia. De acuerdo con su planceamiento fundamental, ells intentan vincular los feadmenos investigados —independientemente del campo de la realidad en sentido estricto al que puedan pertenencer— con factores econé- micos © socioeconémicos, y por cierto de una manera que parte de su enotme riqueza de realidad dentro de la historia total. La afirmaci6n de relaciones casuales parciales entre factores sociceco- émicos, por una parte, y factores polfticos, culeurales y de otro tipo, por otra, no es parte conszitutiva de este plantamiento que més bien puede y debe tener en cuenta en medida variable las telaciones multicasuales dominantes, las interdependencias € in- fluencias recfprocas entre los diversos factores y dit 4) Las teorfas de la historia de la sociedad Pasa escapar del peligro de ahogarse en Ia riqueza de hechos © de sumar sin control aspectos singulares, los planceamientos his t6rico-sociales, esto es, los andlisis histéricos (0 esbozos de marco) de sociedades’enceras’o de sistemas semejantemente complejos 145. CE Cap. 11,.2'b). 141 (como, por ejemplo, las ciudades) requieren especialmente un ‘marco te6rico de referencia y un instrumentario. Ante codo, a cau ‘sa de la acentuacién del marco teérico y de las funciones expuestas @ continuacién, el planteamiento que se propone aqut se diferencia de Ia mayorta de las propuestas de una «histoire totale» o «histoi- re A pare entitrem, cales como las conocidas especialmente en el Ambito francés’, Este marco teérico de referencia debe risfacer las siguientes cinco careas: “f En primer lugar, debe proporcionar criterios pard la eleccién de aquello que merece ser investigado, para la seleccién de Ias infor. maciones «esenciales» de las fuentes y, con ello, para la delimita- cidn del objeto y su fundamentacién a la luz de metas de conoci- mienco dignas de ser discutidas. En largos tramos, éstas suelen walizables, pero cuando se las somete durante un tiempo ea la presiOn de legicimacién, llegan a dimensiones incer. mediadas normativa y pricticamente o desde la perspective, del ‘mundo vital, y en las que se mezclan los enunciados sobre el pa, sado con evaluaciones del presente y opiniones sobre el futuro de 146, La carencia de teorias que’ penecren peofundamente y al mismo ‘empo sean amplias parece cor, el defecto mde grave de los valios intents de una chistoriograffa integral» 0 ehistoite a pare entire», tal como se han, temprendido especialmente en Ia historiograffa francesa siguiendo a Heati Bert, Mare Bloch y Lucien Febvee. Cft. P. Léon, al:tcole francaise et Uhis- ‘ite économique globale» en Scbueiaerische Zeiichrifi fir Geschche, t. 20, 1970, p. 49-70, esp, 50-57, p. 69 s; K.E. Born, «Neue Wege det Wits. chafts-und Soziaigeschichte in Frankreich: Die Historikergeuppe det "Anna- les» en Saeculums, . 13, 1964, p, 298-309, especialmente p, 299-302, p. 306 s.; J. Glénisson, elhistoriographie francaise contemporaine: tendences « tfalisaions» en Comicé Francaise des Sciences Historiques, La rch bi ‘orique on France de 1940 a 1963, Parts, 1965, p. IX-LXIV, esp. p. LVI- LXU; M. Wistemeyer, «Die “Annales”. Grundsicze und Methoden ihcer “neuen Geschichtswissenschafe"» en VSWG, t. 34, 1967, p. 1-43, emp. 49, 24-31 (sobre L, Febvre y P. Braudel) Ib., «Sozialgeschichte und Soziologi¢ als soziologische Geschichte» en Luds, Sosslegie und Secialgecicht, p. 466- 583; Groh op, cic., especialmente, p. 310, 317; Schulze, p. 70-77; G.G, Iggers, «Die "Annales" und ihre Kritiker» en HZ, t. 219, 1974, pr 378: 608, esp, p. 589, 604 s.; cfr. J. Romein, «Uber integrale Geschichesscheci= bung» en Schweizer Bairige 2er allgenuinen Geschichte, ¢. 16, 1958, p. 207. 226; como llamamiento a la sintesis sin los medios tebricos de emptenderla» Estos faltan cambién en Stearns. 142 sado con evaluaciones del presente y opiniones sobre el futuro de- seable. Segundo, este marco tebrico debe proporcionar hipétesis ‘examinables sobre la vinculacién de los campos investigados de la realidad, y por cierto sobre Ia vinculacién desde un punto de visca since6nico:y,diacténico. Las relaciones causales y funcionales entre los ambitos de accién y los sistemas especiales, a veces quizé s6lo las cortespondencias y las no-cocrespondencias, pero ante todo los decerminantes del cambio, las fuerzas impulsoras, deben ser iden- tificadas en forma examinable, de modo tal que puedan realizarse las «mediaciones» entre economfa, estructura social, politica, cul- ‘ura y otros sistemas especiales (0 dimensiones) conceptualmente separables, que se pueda:evitar el simple alineamiento aditivo de capitulos concretos desvinculados encre sf, tal como es habitual en los manudles, y‘se pueda emprender la careu principal del his- toriador, esto es, 1a explicaci6n del cambio social en el tiempo. Tercero: este marco de referencia deberé proporcionar indicaciones sobre le periodizacién gdecuada que corresponda, canto al asunto que hay que investigat, como a las metas de conocimiento que se persiguen. Aquf se podria distinguir entre los diversos y variables titmos de cransformacién de los diferentes campos de la realidad, fematizar su relacién reciproca y llamar la atenciéa sobre cuest nes de la «simultageidad de lo no simulténeo»™’. Si una ceoria sacisface estas eres funciones, puede enconces también, en princi- io, cvarte, proporcionar los instrumentos conceptuales paca la 147. Aquf habeia que hacerse eco, ane todo, de los imporcancesimpul- sos dados por Braudel y Koselleck con respecto a una «teorta de los tiempos histéricoo, si bien estos tienen, en mi opinién, Ifmites semejantes a los que se demostaton més arriba (Cap. Il, 4, c) para el modo de consideracién his- ‘érico-estructural. Una teoria en él sentido exigido aqui no es la ceori de los tiempos hiseéricos, sino que se mantiene mis bien en un nivel més formal fen el que no se discute o es perilérica a pregunta por la relaciones de causa 4, Fanci, por las sfueraas impulsons». Cfe. Braudel, «La longue durée, ea Bovts sur Vhictoire; Koselleck, «Geschictue, Geschichten und formale Zeis- tcuzkeurens ea Korelleck y W.D. Seempel (ed.) Gecbichie -Erignit und Erdablung, Munich, 1973, p. 211-222: Koselleck, lntroducciin y ar. ‘eFortschncen y «Geschichte» en Brunner/Conze/Kuzelleck (ed.) Gacbichiihe Grandiegriff,¢. Ly 2: también RM. Lepsius, «Bemerkungen zum Verhilee fis von Geschicheswissenschaft und Soziologie» en Conze, TBeorie der Geshi- chuwisienchaft und Praxis des Gachichtunserichts, p. 60; Faber, p. 227-35. . 143, Se as Comparacién sincrénica y diact6nica de las sociedades"®, Pues ene fonces ¢s posible identificar, con ayuda de detetminados conceptos plo, insticuciones funcionalmente equivalences, pero por lo demés diferentes, 0 diversas condiciones iniciales dé procesos de indus. ‘ializacién, por lo demés semejances)", Quinto, de tales ceortas ‘amplias se debe exigir que sean conciliables con teorfas y modelos de explicacién complementarios y mas especiales, oriencados a problemas sociales espectficos, y conducie a st aplicacién o, al me- nos, no dificulearla, Es escaso el mtimero de los enfoques tedricos que satisfacen, al ‘menos en parte, las careas mencionadas y que en los iltimos anos hhan sido probadas o discutidas en Ia hiscoriografia!™. Por lo que respecta a la historia alemana moderna o algunos de sus capiculos, son, ante todo, las siguientes: por una parte, un planteamiento hist6rico-materialisea, en el caso de que no se lo aplique dogm4- cca ¢ inflexiblemence, podefa savisfacer de tuna manera espectfica |i mayorfa de las funciones mencionadas. Oftece criterios para la seleccién desde puntos de vista relevantes y deja asf de lado nece- sariamente aquello que, para otras metas de conocimiento, serfa, or lo menos, igualmente interesante, Proporciona un inserumen. 148. Cie. S.L. Teupp, «Dischronic Methods in Comparative Politicos cn RT. Hold/).B. Turner (ed), The Mathdeligy of Comporation Resch, Nueva York, 1970, p. 343-358, “ 149. Ce. como ejemplo de un procedimiento ta:"A. Gerachenkron, Eom tumie Backwardney in Historical Perspective, Nueva York, 1965% del mismo wor, «Wirtschafeliche RUckstindigkeic in historischer Perspekaives cx Rt Braua et, all, Industrdle Revlon, Colonia, 1972, p. 39.7 130. Sin expliaciGn de su esqueleco terico se encuentran ciertamente importantes trabajos con clars tendencias histSrico-soclales, como pW Zotny aWieeschaftsund sozialgeschichtiche Zusammenhiige det deeiches Reichsgrindungszeit 1850-1879» (1963) y K.E. Born, «Der sozile und wirtschaftliche Seckturwandel Deutschland am Ende des 19. Jahrhom lene (1963) en Wehler, Moderne death Sratalgecbicht, p. 294-276, p. 271-284, E, Weis, mente las causst del cambio, cft. Wehler, Maderisieungstborie y D.C. Tipps, «Modernization Theory and the Scudy of National Societies: A Criti- cal Perspectives en Comparative Studies in Secity and History, t. 15, 1973. Be 199-226; P. Flora, Moderniieungsforschung. Zur empirschen Analye der gusts chaflicben Entwicklung, Opladen, 1974. 153, de allf un sistema de categorlas que permitiese cematizar, descti- bir, vincular y analizar un gran mimero de campos de la vida y de Ia acci6n: desde la reproduccién fisica y las transformaciones demogrificas, pasando por relaciones de dominio y dependencia en Ia economfa y en el mundo del trabajo, por estructuras y pro- «esos sociales y sociopsicolégicos del més diverso jgéneto (estructu ta familar, procesos de socializaci6n, lenguaje, mentalidades colec- tivas, conducea en el tiempo libre, 1a vida en las asociaciones, etc.), por la participacién (activa y pasiva) en el dominio politico ¥ en el proceso politico, hasta los desatrollos artisticas, religiosos y clentificos. Ast se podefa analizar un gran niimero de fendmenos hist6ricos en el contexto y en el cambio, y ciertamente siempre desde el punto de vista de las diferencias y semejanzas espectficas de los estratos!®, Cada una de los enfoques tedricos expuestos po- see, en principio, flexibilidad suficiente como para ser entiquecido ‘en el anilisis hiseérico concreto con otros elementos de los otros ¥ por modelos de explicacién adicionales. En principio, cada uno de ellos puede ser aplicado idealefpicamente'®, ©) Tareas y problemas ‘Aun cuando los argumentos fundamentales aqui sostenidos —deseabilidad de una sintesis hist6rica que trabaje con teorfas lle- nas de contenido y superioridad de yn marco histérico-social frence ‘a un marco guiado por la politica, las ideas, las personas 0 los acon- tecimientos— fueran convincentes, con ello se planceatfan més pre- guncas que respuestas, més problemas que soluciones. Por lo que ‘oca a la nitidez definicoria y a Ia fundamentacién tebrica del con- 167. Sobre esto, las observaciones provisionales en Kocka, «Theorie in der Sorial-und Gesellschaftsgeschichte. Vorschlige zur historichen Schich- ‘ungsanalyse> en GG, afi, 1, 1975, p. 32-34.- También el planteamiento de la protoindustralizacién, tal como ha side propuesto especialmente por Medic, contiene elementos imporcances de una teorfa social-histérica. Ver supra notas 121 y 122. 168, Sobre el aprovechamiento ideal-ipico de teorfas vet supra en este Gap. Ih, 5 a). . 0 154 cepto de historia de la sociedad aqui propuesto, hay que decir que atin es mucho lo que queda pendiente. Por lo que respecta a su realizacién con ayuida de determinadas teortas histérico-sociales y, ‘con mayor raz6n, con respecto a su cumplimiento empirico nece- satio, la'mayor parte del trabajo esté ain por hacer, Finalmente hhan de mencionarse dos desiderata que se pueden solucionar mejor denero de un planteamiento histérico-social que fuera de él. Las grandes lagunas que caracterizan el estado de la investiga- i6n hist6rico-social (en sentido tstricto) en la Repiblica Federal de Alemania'®, se podfan reducir y cetrar dentro de plantea- ‘mientos abarcadores hist6rico-sociales. Dentro de éstos, las estruc- curas y procesos sociales en sentido estricto descuidados en parte hhasta ahora tales como las fnentalidades colectivas, 1os modelos de conducta, la estructura familar, los procesoso de socializacién, movilidad, las protestas colectivas, las profesionalizaciones, etc. podrian ser tematizados de tal maneri que no pasaran a segundo ‘érmino, como hasta ahora, decrés de la ihvestigacién de la polf- tica y de la economfa, pero, al mismo tiempo, de modo tal que ‘to se eliminasen 0 pasasen por alco sus conexiones con la economis y la politica.’ Por el hecho de que la historia social (en sentido escricto) se practique como parte y elemento de un contexto de incerpretacién hist6rico-social, deberia lograrse el fomento de la ‘ocupacién con campos intermedios muy poco investigados entre la economfa y ta politica —en investigaciones especiales intensas Y. Ya por motivos de fuentes, primeramence con limitacién local- hhist6rico-regional— sin reducirse a una «history of a people with the polites lefe oucp (Trevelyan), criticada con razén como insu- fiente, y sin perder de vista Ins intetdependencias con los procesos econdmicos. Asf se podefa reducir el peligro mencionado mis arci- ba de un anticuarianismo hist6rico-social. Ciertamente es pecesario que, en la seleccin o construccién de ceorfas hist6rico-sociales, se tenga en cuenta si estén en condi- iones de tematizar detallada y adecuadamente ese campo entre la econom‘a y 1a politica (pero no desprendido de la economfa y la politica). Los. planteamientos hist6rico-sociales utilizados princi- 169. Ce, supea Cap. I, 5, b) 155 ee ee ee ee ee ee palmente hasta ahora por los historiadores alemanes han comado ‘més en cuenta lu esfera polftica, los desarrollos econémicos y las interdependencias entre econom(a y polftica mediadas por incere- ses, que las estructuras y procesos sociales en sentido estricto. Ha- brfa que desarrollar en mayor medida categorlas, tegrfas y plan- teamientos que permitan e impulsen la invéstigacién en estos campos, dentro de los, cuales ocurtié y se decidié canta vida, y Por cierto que por derecho propio, por asf detitlo; no s6lo como resupuesto de transformaciones pol(ticas, si bien no haciendo ‘aso omiso de la dimensién politico-estatal; y tampoco como sim ple apéndice del desarrollo econémico, si bieh no excluyendo la dimensi6n econémica'”, Por otra parte, se podrfa analizar el muy dificil problema de a mediacién entre fendmenos econémicos, sbciales, ‘politicos y cculturales o ideol6gicos —es decir también: el problema de la me- diacién entre los objetos y problemas de una historia social (en sentido estricto) o historia social y econémica, que se estd diferen- ciando crecientemente en direcciones especiales relativamente in- dependientes, y los objetos y problemas de wha historia politica que de igual manera se diferencia crecientemente— dentro de un planteamiento coral hist6rico-social!”', Aqut hity que partir segu- ramence de la autonom{a relativa, generalmente existende, hiceéei camente vatiable y empfricamence investigable segtin sus tipo y medida, y de la no detivabilidad recfproca de los sistemas especia les singulares (del politico frente al econémico); también hay que pactit de la exiscencia de un contexco coral que no es tan denso 170. Seria del todo posible cemacizar aquel variado campo entre econo- fa y politica dentro de los planteamientes teéricos Wite6rico-eociales mea- * cionados; especialmente esto podrfa aplicarse a un planteamiento centrado en |a pregunta por las causas, los aspectos y las consecuencias de la desigualdad social, Una de las veneajas del planteamiento de la. protoindustrializacion Consiste en que permite cematizar y relacionar factors econdmicos, demogct- ficos, de la estructura de I familia, sociopsicolégicas y sociopoliticos (los ‘limos hasta shorn s6lo en comienzos). } 171. De esta problemética de mediacién se cmuta en las propuestas de Hillgruber, p. 332-46 esp. 544, lo mismo que en la ceftica y las propuestas Ge Wehler, Modem Paige, p. 349-69 yen Schmit, p. 30°. P 3 ss. 156 { tat Ri a ee como para que Ia transformacién de un elemento ocasione necesa- imente la transformacién de los otros, pero que esté lo suficiente- mente integrado como para que la investigacién de un campo es- ppecial no sea posible sin Ia inclusién perspectivista de otros aspec~ tos relevantes Como consecuencia de Ia argumentacién presentada aguf —y en 1 marco del planteamiento propuesto — habria que partir, en la alusién o en el andlisis de este contexto coral, de la sospecha —que gufa Ia eleccién de conceptos y perspectiva— de uuna_mayor relevancia de Ia dimensién sbcial (en sentido esceic- 0)" que, aunque es general, no siempre se abre paso en muchos ‘campos especiales. Esto no significa, en modo alguno, afirmar la deductibilidad (neegea de la politica exterior a partir de la politica interna y de los procesos politicos de decisién a partir de los inte reses particulates socioeconémicos de grupos poderosos o, de ince- reses en la coniservacién del sistema; esto no significa negar la exis tencia de campo de acci6n de la decisién, la accién o los aconteci~ -mientos 0 negar Ia significacién y el poder de influencia rel mente aut6nomos de modelos de percepcién que no se agotan completamente en sus condiciones socioeconémicas, o de las atin cexistentes tradiciones y.motivaciones polfticas de quienes coman las decisiones politicas. Cémo decurren en el caso especial las rela- ciones causales casi siempre recfprocas, cémo han de ponderarse los factores singulares, c6mo se transforma y por qué esta ponderacién: esto no se puede predecir desde la concepcién histérico-social tocal; ceri cada caso especial —lo que es més que dificil y muchas veces hhasea.quiz& insoluble— ello debe investigarse empfricamente. El punto de partida hist6rico-social que aquf se propéne im- plica de hecho que los conceptos claves, tales como industrial cci6n, y cambio social, pueden ser provechosos y centrales para ex- plicar transformaciones a largo plazo en el sistema polftico —cam- ign en el contenido, métodos y estilos de las relaciones interna~ Gionales— y colocarlas en contextos més generales. La orientacién por una concepciéa fundamental hist6rico-social conducirfa, por ejemplo, a comprender la dinémica del siscema internacional de 172. Cf. supra Gap. I, 2, 2). 157

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