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desde que se fund6”. [Valladolid, 25 de abril de 1649]. Publicado en
Bibliotheca Americana, Coral Gables, Florida. Vol.1, No.1, septiembre
de 1982 p.60-162 + notas. Jean Pierre Berthe prepara una nueva
edicién que publicaré proximamente El Colegio de Michoacan.
2. Esto parece explicar, por lo demés, que el clero catedralicio hubiese
sido el menos interesado en apoyar una temprana secularizacién de
doctrinas semejante a la del obispo Palafox en Puebla. Los curas de
nuevos beneficios en asentamientos hispanicos habrian también pelea-
do ante la audiencia, la percepcién de los cuatro novenos de diezmos.
Esta suposicién se desprende del texto ya citado del canonigo Francisco
Arnaldo de Ysassy (1649).
JESUS JAUREGUI. El mariachi: simbolo musical de México.
México: Instituto Nacional de Antropologia e Historia y
BANPAIS, 1990.
Sin duda que el aporte de Jestis Jauregui al estudio del El mariachi:
simbolo musical de México, nos hace reconocer una historia mexicana
que hemos vivido no solo los mexicanos sino también los extranjeros
a través de imagenes y canciones, en la que se forman prototipos de
la naturaleza del ser del mestizo mexicano.
Podriamos decir que la obra basicamente muestra antecedentes,
filologia, simbologia, transregionalizacion, polémica y moderniza-
cién de una tradicién.
Desde el punto de vista de lo que interesa a la antropologia de la
musica, me vinieron a la mente en las primeras lecturas del libro
algunos de los planteamientos que sobre el ritual han hecho Victor
Turner(1969), y denotan una cierta liminalidad en donde se recono-
cen tragedia, dolor, mofa, sufrimiento y gusto, o bien en John Blac-
king (1973) que nos indica la presencia de un cierto ritual de pasaje
0 de iniciaci6n, en donde la danza y la mdsica se organizan sonora y
humanamente en medio de un alto sentido de cooperacién, o Clif-
ford Geertz (1973), que habla de una conducta social consagrada,
porque ritual no es tan sdlo lo religioso sino también lo no religioso
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que involucra a la fusién simb6lica del ethos y a la cosmovision
colectiva. De esta manera Jatiregui aborda una asociacién perma-
nente entre licor, zapateado y mariachi, como los componentes inse-
parables de nuestra personalidad. De acuerdo a las fuentes de Jau-
regui desde El Documento de Rosa Morada se insiste una y otra vez
en la experiencia social-ritual etilica de danza y misica, tal vez
herencia de nuestro pasado ceremonial indigena o bien de nuestra
“tercera raiz”, que se expresa en pasajes impresionistas como el que
dice “[...] a las dos de la mafiana, rendidos por el vino y el fatigoso
jarabe [...] cubierto estd el suelo de cuerpos humanos [...] duermen
un profundo suefo [...]”(cf. cita p. 27) lo que hace pensar en el rito
de bailar y beber hasta caer de fatiga.
Sin duda que muchas de las descripciones a las que se refiere
J4uregui entre sus abundantes citas a documentos, son materia im-
portantisima para estudios posteriores sobre el ritual. En esta misma
vertiente, el autor insiste en el ritual del “baile ptiblico” como el
componente arquetipico en la tradicién del mariachi, o bien del
“fandango” que descrito en la obra es un ritual en sf mismo.
Sobre la presencia del arpa
Resulta curioso notar que el arpa es el instrumento que aparece por
primera vez junto a los violines y guitarras, por lo cual las fuentes
parecen definir al mariachi mediante esta dotacién instrumental que
dificilmente podria desmembrarse puesto que es una triada que
caracteriza a la tradicién del mariachi. El libro de Jéuregui refuerza
lo que muchos etnomusicdlogos ya habiamos intuido, en el sentido
de que la guitarra por si sola no representa al mariachi, ain cuando
en algunas peliculas modernas se nos muestre al instrumento solo
como para simbolizar toda una tradicién. Tanto las fuentes docu-
mentales como en muchas de las fuentes visuales del libro se hace
patente que la tradicién del mariachi es representada mediante la
imagen de la triada violfn, arpa y guitarra, tal y como se asienta en el
documento de Rosa Morada de 1852, que el autor cita de manera
frecuente. Muchas de las fuentes visuales que nos muestra el autor
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intentan dar incluso para los conocedores una constante de cuatro
tipos basicos de grupos de mariachi tradicional:
1. arpa y guitarra de golpe (de cinco cuerdas).
2. Dos; tres 0 cuatro violines, guitarrén, arpa, guitarra de golpe
y vihuela, en algunos casos dicha dotacién se amplia con flauta,
trompeta ¢ incluso clarinete.
3. Arpa, guitarrén, violin, tambora y guitarra de golpe.
Un aspecto interesante de la obra es el que se refiere a la
tradici6n rural del mariachi dirigida hacia el mundo urbano. Me
parece que éste es todo un tema de investigacién etnomusicoldgica
que ha caracterizado a muchos de los fenémenos musicales de Lati-
noamérica: la transregionalizacién de la musica indigena, criolla,
afro y mestiza, especialmente el paso de musica campesina a trans-
formarse en musica con funcién en un contexto urbano.
La transregionalizaci6n de la tradicién musical, y el paso de “lo
tural” a “lo urbano”, me parece que en el caso del mariachi merece
atencién especial, asi como lo que en este Primer Encuentro, la
transnacionalizacién del mariachi, es decir de “lo nacional” a “lo
internacional”, de manera que los etnomusicdlogos y antropdélogos
nos enfrentamos a un doble fendmeno, el de cultura transregional y
transnacional.
En la presente obra se toca especialmente el caso de la transre-
gionalizaci6n con énfasis en el paso de lo rural a lo urbano. En este
sentido quedan abiertas todavia muchas posibilidades a la investiga-
cion, y especialmente preguntas etnograficas como: équé es lo que
podria hacerse en materia de recabar las opiniones de los mtsicos
para indagar cudles fueron sus moviles al abandonar su region para
irse a una ciudad? éCuéles han sido las experiencias del cambio de
contexto? 6Hubo cambios 0 modificaciones de repertorios? A partir
de este tiltimo cuestionamiento saltan otros como el de: éseria el
encuentro de mariacheros en las ciudades el contexto de convivencia
en el cual se intercambiaron los repertorios de huapangos, sones,
abajefios, gustos, pirekuas? Y esto reforzé el fenémeno de la trans-
regionalizacion.
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El surgimiento del mariachi moderno
El autor menciona a don Silvestre Vargas como el que tuvo el papel
fundamental en la conformaci6n del mariachi moderno, a partir de
la inclusion de la trompeta, aspecto que ha iniciado toda una polémi-
ca, pues se le atribuye al Mariachi Vargas o al Mariachi Marmolejo,
o bien a la XEW. Sin embargo parecen haberse encontrado fuentes
anteriores de tal idea, pero lo que sin duda abre perspectivas en el
paso del mariachi tradicional al moderno es el inicio de una carrera
comercial de la tradicién del mariachi, que parte desde el cultivo de
“lo ranchero” como estereotipo hasta la expropiacion de los sones.
En esta parte, el libro pone especial énfasis en la imagen que la
mayoria de los mexicanos tenemos al respecto del mariachi asociado
a la “cancién verndcula” como un componente inseparable de dicha
tradicién, y esto especialmente por la influencia que tuyo el cine
mexicano de los afios cincuenta y sesenta. Este, usando la “cancion
vernacula”, pretendio llegar al campo de las emociones, en un mane-
jo de decepciones amorosas, nostalgias, querencias, pasiones platé-
nicas, euforias, aires de machismo dentro de un nacionalismo culti-
vado por los sentimientos.
Sin duda, lo que se muestra en esta obra referente a la “cancién
verndcula” podrfamos tomarlo como un testimonio de cémo puede
manipularse a un pueblo echando mano de su propia cultura. En esto
quiz4 podria equipararse la opinién de Herder: “el nacionalismo
conquistado por un romanticismo por via de los sentimientos”. Lo
que se puede reconocer como simbolos de la mexicanidad en reali-
dad son los estigmas de la mexicanidad que se reconocen en toda la
historia del cine y la cancién verndcula comercializada, que son “lo
macho”, “cl cantar ebrio”, el ser “mujeriego”, “bravucén” o bien
“romantico”.
Al lector le tocara sin duda establecer sus propios criterios en
cuanto a esta historia filmica del mariachi o de la tradicién en
imAgenes que nos muestra en detalles la obra de Jéuregui, y es aqui
en donde sin duda las paginas del libro —que de manera imparcial
muestra los datos y las imagenes— nos ayuda a los mexicanos a
plantearnos la pregunta de si los tinicos valores que vamos a aceptar
son los de la historia filmica de la mexicanidad, o si existen otro tipo
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de valores que se guardan en la tradicién del mariachi. Desde mi
punto de vista me inclino a pensar en que los otros valores, los que
pasan desapercibidos, son los mas importantes y me refiero a los de
la sabidurfa popular que se expresa en términos de la habilidad de
ejecuci6n de los instrumentos, nuestro sentido del ritmo, la tradicion
laudera mexicana, la habilidad dentro de la improvisacién sobre
patrones ritmicos y melédicos, la vasta variedad de estilos regionales,
muchos de ellos olvidados en el presente por los propios mariache-
Tos, y muchos otros aspectos que nos proporcionan otro tipo de
valores que han estado presentes dentro de la historia filmica, pero
muy de fondo y pasan por lo tanto desapercibidos frente al poder
monopolizador de la “cancién verndcula” que discrimina la sabiduria
del ejecutante mariachero.
Jéuregui apunta que el género “ranchero” fue un triunfo de la
comunicaci6n electronica; habria que agregar que detras de dicho
triunfo aparecen también los estigmas de la mexicanidad, que son los
de una cosmovisiOn euforico-romantico-depresiva. El libronos muestra
los testimonios de la comercializacién de una tradici6n; sin embargo
llega el lector a entender que frente a los testimonios de los docu-
mentos hist6ricos, la tradicién del mariachi no se circunscribe nada
mas a unos cuantos grupos de misicos, cantores e intérpretes favo-
recidos por la comercializacién, sino que en realidad mariachi es el
producto de por lo menos un siglo de desarrollo de una sabiduria
popular protagonizada por la regionalizacién de la musica mexicana.
El simbolo
Sin duda que dentro de la corriente nacionalista la que mejor reco-
noce la presencia de la sabiduria popular dentro del mariachi, es la
de los compositores como Blas Galindo, quien fue un tanto més
sensible a la tradiciény a la sabiduria popular, pues capté en esencia
los giros melédicos de los sones regionales y su ritmica. Tal y como
se muestra en el libro, la contribucién de Galindo nos esclarece la
diferencia entre la historia estereotipada del mariachi y la herencia
del son mexicano. En Ja obra de Blas Galindo percibimos al mariachi
con el ofdo y no con la imagen. En la parte de el mariachi como
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simbolo, el autor vuelve a poner de manifiesto los valores de la
mexicanidad entre valentfa, orgullo, integridad y regionalismo, que
se detectan en las figuras del cine nacional y la canci6n vernacula, 0
los “{dolos-simbolo”. En este mismo apartado el autor nos refiere a
la hegemonfa de los medios de comunicacién (p.77): en este sentido
me parece muy acertada la diferenciaciGn de Jauregui entre mariachi
como simbolo moderno cultivado en lo sonoro y lo visual, frente al
mariachi regional que se distingue especialmente por la manera
como suena.
Se deja ver aqui en los testimonios de Jéuregui, una posicién un
tanto racista del cine mexicano, tal vez por ignorancia u omision, al
no reconocer lo negro 0 lo indigena en el mariachi, sino que su €xito
se bas6 en la imagen de hombres y mujeres blancos estereotipando
al mestizo de facciones finas, tal vez influencia de una cierta tenden-
cia estética.
Al hablar de lo visual simbélico, Jéuregui nos dice que parte de
dicho modelo se basa también en la indumentaria andaluz-salmanti-
na que nada tiene que ver con lo indigena, para aquellos que preten-
den reconocer algiin rastro de presencia indigena en el mariachi. La
pregunta en cuanto a reconocer la tradicién del mariachi es que tsi
un grupo de misicos no se viste con tal indumentaria, ya no pertene-
cea la tradicién del mariachi? Aunque no lo expresa abiertamente el
autor, sin embargo sus propias fuentes parecen decirnos que el
vestuario no define el hecho de ser mariachi, aunque si la charreria.
La tradici6n del mariachi no se circunscribe nada més a lo visual; en
todo caso lo sonoro define la permanencia de toda una tradicién.
Desafortunadamente como se aprecia en las numerosas referen-
cias al mariachi comercial, la tendencia impone lo visual que preten-
de ciertos refinamientos nuevamente sobre la sabiduria popular.
Jéuregui nos pone al tanto de la polémica del vestuario del “traje
nacional” e incluye testimonios como los de Francisco Sanchez Flo-
res, en donde se ubica a la indumentaria charra como un simbolo de
la opresion, perteneciente a la gente de a caballo, los personajes que
se identificarfan como los caciques, los rancheros 0 los hacendados,
quienes solfan tener al servicio a mariacheros ataviados con manta y
guaraches.
Desde mi punto de vista lo visual en el mariachi es el testimonio
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de una “invencién de la tradicién”, como lo refiere Eric Hobsbawm
(1987) en donde més que una continuidad se aprecia un proceso de
formalizacién y ritualizaci6n, imponiendo nuevas formas y motivan-
do cambios de emblemas y manipulando imagenes para usos socia-
les, culturales 0 politicos.
Arturo Chamorro
El Colegio de Michoacan
Referencias:
BLACKING, John, How musical is Man? Seattle: University of Was-
hington Press, 1974.
GEERTZ, Clifford, The interpretation of cultures. New York: Basic
Books, 1973.
TURNER, Victor, The ritual process: structure and anti-structure. Itha-
ca: Cornell University Press, 1987.
HOBSBAWM Eric y Terence Ranger, The invention of tradition. Cam-
bridge University Press, 1987.
ARNAULD, Charlotte; Patricia CAROT y M.F. FAUVET-BER-
THELOT. Arqueologia de Las Lomas en la cuenca lacustre
de Zacapu, Michoacén, México, Cuadernos de Estudios
Michoacanos 5, CEMCA, México, 1993 (230 pp.).
El Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos [CEMCA] de la
Embajada francesa en México ha venido realizando investigaciones
arqueolégicas cn la ciénaga de Zacapu, Michoacdn, desde 1983. El
Proyecto arqueolégico del CEMCA ha generado un buen numero de