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Para mí fue una sorpresa la seriedad y naturalidad con que los actores
asumieron sus roles y la vivacidad y riqueza de ideas que tuvo el intercambio
que siguió a continuación de la representación.
Lo que sigue está basado en ese registro pero enriquecido con aportes
propios y de otras personas con quienes he compartido esta discusión. A la
vez he añadido algunas consideraciones generales sobre la actitud que deben
guardar los enamorados cristianos.
La líder de ella dice que cuando uno se convierte todas las cosas viejas
pasaron y han sido hechas nuevas (2 Co 5.17), y que, por tanto, el matrimonio
previo no vale. Y que además él, siendo cristiano, no puede volver a juntarse
con una persona que es incrédula (2 Co 6.14).
Él no está seguro porque extraña a sus hijos. Cree que si insiste con su mujer
y le prueba la realidad de su cambio ella podría volver con él. Está en una
encrucijada difícil porque no entiende sus propios sentimientos. Necesita que
su líder le aconseje. ¿Qué le diría usted?
Es muy frecuente que el padre en nuestro medio tenga una fijación posesiva
respecto a su hija y, aunque no quiera reconocerlo, tiene celos de su yerno. A
veces es la madre la posesiva. Esas son patologías de los afectos que se
deben reconocer cuando se presentan y que se deben tratar.
En fin, hay tantas cosas que un hombre puede decirle a una mujer, que quizá
ella esté deseosa de escuchar, aunque esté resentida. Si él insiste en
buscarla, le envía ramos de flores, chocolates u otro detalles que la halaguen,
que la hagan sentirse apreciada, acabará por vencer su resistencia y logrará
al fin que ella acceda a sentarse con él frente a frente en torno a una mesa y
conversar. Y mejor será que se apure, porque pudiera ser que, siendo ella
bonita, otro lo esté ya haciendo y le gane la partida. (1)
Por otro lado están los hijos. Él puede intentar entrar en contacto con ellos, ir
a buscarlos al colegio. Él tiene derecho a verlos y nadie puede impedírselo
legalmente. Puede aprovechar esas entrevistas para enviarle indirectamente a
ella recados por medio de sus hijos. En todo caso es importante que él trate
de contrarrestar los malos comentarios que posiblemente sus suegros están
haciendo. Él ciertamente ha sido negligente por no haber estado más en
contacto con ellos, porque ellos necesitan su cariño y expresar su aprecio por
él. (2)
El «consejero» le dice que posiblemente él está buscando a la chica de la
iglesia como una salida fácil a su soledad (3). Pero el recuerdo de su esposa y
su conciencia no lo dejan tranquilo y le impiden seguir los gestos acogedores
del nuevo amor.
Sin embargo, la realidad es que tanto hombres como mujeres pueden ser
víctimas de sentimientos encontrados, los cuales los dejan perplejos y
confundidos, y por eso no entienden bien lo que les sucede al punto de que
los conflictos internos opacan cualquier otra consideración. Una sesión de
consejería que no tome en cuenta este factor y que se concentra sólo en los
aspectos éticos sin considerar el lado humano, carecería de realismo. Para
aceptar la verdad el corazón tiene que ser también tratado.
Uno de los asistentes recalca el hecho de que a ellos los casó un sacerdote y
que Dios fue testigo de ese pacto, por eso, estas circunstancias le confieren a
su compromiso un valor adicional . Eso es muy cierto. Cualquier iglesia que
invoca a Dios en el matrimonio religioso, pone a los contrayentes bajo su
manto (4).
Pero el marido podría valerse de este privilegio —sobre todo con hijos de por
medio— sólo después de haber hecho todos los esfuerzos posibles para
reconciliarse con su esposa.
¿Qué pasaría en una situación semejante, en que hay hijos de por medio, si el
hombre tira pronto la toalla y contrae un nuevo matrimonio? Es muy frecuente
que los hijos concebidos la primera unión pesen sobre el nuevo hogar y sean
una causa de tensiones entre los esposos. Esto es más probable cuando la
segunda esposa le da nuevos hijos al hombre. La repartición del afecto y de
los recursos (sobre todo si son escasos) entre los hijos de las dos uniones
puede ser motivo de fricciones entre ambos y que echen una sombra sobre la
felicidad que esperaban encontrar.
Notas