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4 ee é IN NYE! HISTORIA 3404425 ISBN 978-84-206-8329-4 De entre los textos indianos, la Brevisima relacion de la destruicion de Indias, del padre Bartolomé de las Casas, €8 con diferencia la obra mas conocida y difundida. Abordar esta obra requiere hacer abstracci6n del tiempo transcurrido y advertr la vigencia de sus ideas, pues mds alld de su contenido, gue dio origen a la “leyenda negra” contra Espajia, sus paginas, que desvelan los abusos sufridos por el universo indigena de la mano del mundo blanco y cuestionan la legitimidad de las guerras, inciden atin en cuestiones hoy dia sin resolver. La edicién de esta obra de referencia ineludible para el continente americano corre a cargo de Trinidad Barrera. {44 H®LOCALY DE Los PAISES 80242101 {75000 HISTORIA DE {08 PAISES DE AMERE BREVISIMA RELACION DE LA DES CASAS. FRAY BARTOLOME DE Li jerzosed204 144 1 002070000N 5/2019 = i oogse il 8,50 € MVIP4 Alianza editorial 1 libro de botsilo z & Brevisima relaci6n de la destruicion de las Indias Bartolomé de las Casas R a ACU ea See Plz Ee) dito i Brevisima relaci6n de la destruicion de las Indias Bartolomé de las Casas Brevisima relacion de la destruicién de las Indias icc Edicion de Trinidad Barrera Alianza editorial El libro de bolsilio Primera edicts 2005, Segunds edicoe: 2014 Primera seimpeesi: 2018 Di decks: Fata Je Man! ede con Turégano y Lynda Bozarth: ‘acco Deco ed aa its decsr Delt devy dio deFelip Gana Po de ‘npn dem oa Pon use ont bee Caos © He Amages/Werner Forman Archive/Index Con Nesta: Sen ager Ca Cs Se in de Rabeito Rocnadrtbn dha: owcsddecnt cel royal Sep ei dt itsconmpeniene nina prob soe ‘Srl acs ocean oa estan, epoca ses fle dr poe sopan ocametaads snd de edge Sede unk onepeacanaee © da sin nd Basra pe, 2003 © Alianza Editorial, S. A., Madeic oe na Cale earl Laced Ta 28007 Madd ‘walters ISBOY: 978-84-2068529-4 eps legal: M.31.010.2015, Painted in Spin Si quite recibir informaci6n periédics sobre as novedades de Alianaa Editorial fv un corte cectrinico a ditecié: alananeditrial@anaya.ee " Indice 6 Introduccién Bibliografia selecta Brevisima relacién de la destruicién. de las Indias Argumento del presente epitome Prélogo Brevisima relacién dela destruicién de las Indias De la isla Espafiola Los reinos que habia en la isla Espafiola De las dos islas de Sant Juan y Jamaica Dela isla de Cuba Dela Tierra Firme Dela provincia de Nicaragua De la Nueva Espaiia De la Nueva Espaiia De la provincia y reino de Guatemala Dela Nueva Espaia y Panuco y Jalisco Del reino de Yucatin Dela provincia de Sancta Marta Dela provincia de Cartagena 146 156 156 163 166 167 175 190 391 De la Costa de las Perlas y de Paria y la isla dela Trinidad Del rio Yuyapari Del reino de Venezuela De las provincias de la Tierra Firme por la parte que se llama la Florida EIRio de la Plata De los grandes reinos y grandes provincias del Pert Del nuevo reino de Granada Lo que se sigue es un pedazo de una carta Carta Introduccién Por tanto pedimos y humildemente suplica- mos a Vuestra Majestad nos seftale al obispo de Chiyappa don fai Bartolomé de las Casas para que tome este cargo de ser nuestro prov tector. (Fragmento de carta de los sefores de Tlacopan, 2 de mayo de 1556) En telaciéa con el mundo de la conquista americana probablemente sea Bartolomé de las Casas la personali- dad més famosa; solamente su Brevisima relacién de la destruicién de las Indias (1555) ha tenido més ediciones que todo el resto de los textos indianos juntos. Su cele- bridad viene simbolizada por un Jano bifronte: por un Jado esti el incansable defensor de los indios y por otro, y ligado indisolublemente a lo primero, el haber sido el motor desencadenante de la leyenda negra contra Espa- a, Cara y cruz de un mismo proceso, complejo, de con- secuencias que Hegan hasta el presente, pues la cuestién indigenista sigue siendo un tema abierto en América La- tina. Abordar al padre Las Casas requiere huir del ana- cronismo y demostrat la vigencia de sus ideas, Los abu- sos suftides por el universo indigena de la mano del mundo blanco son, desgtaciadamente, una cuestién sin ‘Tiidad Barra resolver pese a haber transcurrido cinco siglos desde en- tones. Alcina (1985, 1990) lo propone como el «primer indi- genista (0 indianista) de América, y no va desacertado, pues su labor en pro del indigena fue consciente y conti- nua, sin desfallecimientos ni dudas, y asf tuvieron que admitirlo en su época muchos de los de su propia raza y nacionalidad, pero también «dos otros», los de la raza de- fendida. Aunque Bataillon (1965) 0 Hanke (1997, 1968) ya apuntaron algunos datos, seré Leén-Portilla (1976), incansable investigador de los vencidos, quien insista en este aspecto ahondando en la carta que los sedores de Tlacopén ditigieron a Felipe II: hay que reconocer que en elf afin de 1556 resnltaha peligro. 0, y més para un grupo de indigenas, emitir una opinién acerca de Las Casas, Y sin embargo es éste precisamente el momento en que un grupo selecto de ellos ge resine en el pueblo de Tlacopan (Tacuba) [..] para manifestar sin rebo- za Felipe IL las injustieias de que es objeto su gente, «los muchos agravios y molestias que secibimos de los espafioles por estar entre nosotros y nosotros entre ellos» y pedirle como protector un vardn «de toda cristiandad y bondad, Y expresamente Je megan designe «al obispo de Chiyappa, don frai Bartolomé de las Casas, para que tome este cargo de ser nuestro protector y a él mande Vuestra majestad que lo acete> (Leén-Portilla, 1976: 98). Los firmantes son sefiores entre los que se encuentran varios «indios letrados», caciques y sefiores de los higa- res més importantes del centro de México, don Pedro 10 Inoduccisn Motecuhzoma, conde de Moctezuma, don Hernando Pimentel Ixtlilxéchitl, Lijo de Coanacotzin, sefior de Tezcoco, o don Juan Ixtelinqui de Coyoacén, entre otros nombres de la nobleza néhuael que son conscientes de la sabidurfa y bondad cristiana del dominico. Su repercu- sién en el universo indigena fue mds que considerable pues, segdin narra Leén-Portilla, también se produjo un encuentro en Valladolid en 1554-1555 entre Baitolomé de las Casas y Tenamaztle, cabecilla de la rebelién de Mizton (1541-1542), preso en Espaiia, a quien ayad6 el fraile a exponer sus quejas ante la Corte! La bibliografia en torno al padre Las Casas resulta in- gente, pues a él se han acercado desde diversos dngulos “todos pertinentes-tedlogos, antropélogos, juristas, histo- riadores y filésofos, y todos igualmente han encontrado en los escritos del dominico fuentes de informacién para sus estudios. Humanista cab, intelectual completo y comple- jo, quizas sean los fildlogos los que menor atencién han prestado a sus esctitos, solventando en la mayoria de las ocasiones el valor literario de su Brevisirvza con alusiones a su estilo monétono y su sintaxis embarazada, Es posible trascender esos tasgos y ver otros aspectos positivos; de cualquier forma abordar el estudio de esta obrita requiere asediarla desde el doble o triple contexto en el que se inser- ta, la vida de su autor y sus implicaciones y el debate del indio, lo que requiere autométicamente aludir ala justifica- ci6n teoldgica o moral del derecho de la conquista y al do- minio sobre el indio y sutrato. Un debate ligado a las viei- situdes sociopoliticas y econémicas dentro de la peninsula, tras la derrota del islam, Circulos concéntricos que definen una trayectoria particular en una época especial. ab “Trinidad Barsera Queda aludir por tltimo a lo que se denominaré la es- tela de Las Casas, que no se alimenta sélo de leyenda ne- gra, pues su repercusidn se advierte tanto entre los reli- siosos, desde Motolinia hasta fray Tomés de Mercado o fray Servando Teresa de Mier, como en [a literatura, de los Ensayos de Montaigne 0 Les Incas de Marmontel a la novela dominicana decimonénica mas importante, Enri- quillo (1878-1882), del dominicano Manuel de Jess Galvin (1834-1910) Las Casas ha sido y seguiré siendo un punto de refe- rencia ineludible para el continente americano, y todos los que en algtin momento optaron por la defensa de la libertad han tenido en el dominico una bandera: José Marti en La edad de oro no pudo menos que rememorar el acto de escribir del fraile, del apéstol de los indios; Simén Bolfvar en su Carta de Jamaica lo evoca como caquel amigo de la humanidad, que con tanto fervor y firmeza, denuncié ante su gobietno y contemporineos Jos actos més horrorosos de un frenest sanguinarion (Discursos, proclamas epistolario politico, Madrid, 1991; 149), y Jos artifices de la teologia de la liberacién Jo han visto como un punto de referencia obligado: el libro de Gustavo Gutiérrez (1992) Ew busca de los po- bres de Jesucristo: el pensamsiento de Bartolomé de las Casas va en esa linea, Después de tantos siglos, su pensamiento sigue y se- guiré estando vigente mientras el debate sobre la legiti- midad de las guerras siga siendo un asunto no resuelto, y Ja cuestién indigena, un tema abierto. 2 ” 5 aki Invoduccién 1. Vivir «del tinico mado», A yueltas con la utopia Es aceptado hoy dia que las letras coloniales se definen por su referente y no por sus practicantes, lo que cobra inasuales perspectivas en el caso del dominico, cuyo refe- rente, los indios, cubre con creces la finalidad de sus in- tenciones, siendo el practicante un mero agente al servicio de un tinico fin, la defense encarnizada del nativo ameri- cano. Las Casas, al que hebriamos de ineluir en el bando de los conquistados mis que en ef de los conquistadores, maneja un discurso que podemos calificar de miltiple. La simultancidad que apreciamos en su obra es fruto de la si- multaneidad de posiciones del sujeto debido a las diversas facetas de su proyecto (domo, 1988), en el que tienen cabida el jurista, el tedlogo y el filésofo. Las Casas, refor- mador y pensador a un tiempo, nos legé una obra que es un ejemplo claro de hibridacién genésica. No siempre fueron bien aceptadas su personalidad ni sus intenciones, aunque afortunadamente hoy dia quedan lejos comentarios como el de Menéndez Pidal, que le atri- buyé una doble personalidad?, En vida tuvo, légicamente, defensores y detractores acérrimos; precisamente entre estos tltimos resulta explicable el rechazo de Gonzalo Feréndez de Oviedo, aunque menos el de fray Toribio de Benavente, Motolinia, para quien el fraile dominico es «an hombre tan pesado, inquieto e importuno y bullicio- so y pleitista, en habito de religion tan desasosegado, tan mal criado y tan injutiador y perjudicial y tan sin reposo» (Carta al emperador Carlos V, 1555, Pérez Fernandez, 1989: 115). Los puntos oscuros siempre estarin dentro de todo hombre excepcional; pese a todo, nadie puede a3 “Trinidad Bars negatle que su vida fue guiada, parafraseando el titulo de tuna de sus obras, por una tinica vocacién: que se recono- ciera al indio como ser humano y racional Su defensa frente a una agresidn, sobre todo espaiiola, que se daba sistemiticamente desde diversas posiciones —ailitar, sistema de encomiendas, esclavitud, trabajos en Jas minas-, no fue la tinica en su época: el obispo Vasco de Quiroga, fray Bernardino de Sahagiin o el padre José de Acosta son otros ejemplos de defensa de las cul- turas indigenas, de la voz del «otro»; lo que ocurte es que Las Casas s¢ hizo més célebre, su activismo no cono- cid el descanso, y una obra como Ja Brevésinea es nica en las letras coloniales. 1484-1514: hacia la conversi6n Bartolomé de las Casas nacié en el barrio sevillano de Triana el once de noviembre de 1484. Cuando el joven tenia nueve alios, los apuros econémicos llevaron a st padie, Pedro de las Casas, a marcharse al Nuevo Mun- do, acompaitando a Colon en su segundo viaje, Es pro- bable que sus primeras ensefianzas en Sevilla estuviesen relacionadas con e! ambiente humanista en torno ala ca- tedral y que fuese iniciado en el estudio de la lengua lati- na por don Antonio de Nebrija. En 1498 su padre regre sa de Amética y le trae como presente un indio taino que Ie habia regalado el Almirante y con el cual el joven Bar- tolomé llegd a convivir dos afios; parecia toda tna pre- monicién. Este indio seria liberado por el decreto de Isa- bel la Catélica el 20 de junio de 1500". a4 sales ' | / i Introduccion En 1502 padre ¢ hijo se embarcan a Indias en Ia flota de Nicolis de Ovando y legaran a La Espanola. El joven Bartolomé, al parecer ya con las érdenes menores, puede acceder a una plaza de «doctrinero 0 maestro de Jos in- dios», muy bien pagada para entonces, La sublevacién de los tainos de la isla exige su colaboracién y como pre- mio obtiene un repartimiento cerca de la Concepeién de la Vega. En 1506 abandona La Espafiola y marcha a Roma, donde pudo ser ordenado sacerdote en 1507. En 1509 lo tenemos de nuevoalli en la flota de Diego Colén. Su unién con la familia del Almirante fue muy estrecha desde entonces. En 1510, en Concepeidn de la Vega, tuvo lugar la primera mise solemne de su reciente oxde- nacién sacerdotal. Ain ne habia aparecido en el sevilla- no esa vocacién que le hatia célebre, {Al afio siguiente pas6 a Cuba como capelln castrense de Panfilo de Narviez y el gobernador Diego de Veléz- quez le concede una encomienda como premio, cerca de Jagua, Poco habria de duratle, pues fue en le Hamada por entonces isla Fernandina donde Las Casas «se cayé del ca- ballon; es la calificada como «primera conversiGn». Corria 1514, tenia treinta afios y toda una larga vida por delante, cincuenta y dos incansables afios de vocacién decididx Los motivos de su cambio de conducta no creo que puedlan atribuitsele sélo a los hechos inmediatos, es decit, alas prédicas de tres dominicos procedentes de La Espa- fiola, Gutierre de Ampudia, Pedro de San Martin y Ber- nardo de Santo Domingo, a Jas matanzas de indios en Caonao y al suplicio del cacique Hatuey. Como todo pro- eso, probablemente vendria larvado por sus experiencias acumuladas en las islas, po: lo que vio y vivi6 allf alo largo 5 “iinidad Borzere de doce afios. El texto del Eclesiastés (34,18), varias veces citado por sus bidgrafos, fue un detonante, y en su sermén del 15 de agosto de 1514 denuncia como inadmisible la actitud de los espafioles en el Nuevo Mundo, «comenzan- do a considerar la miseria y servidumbre que padecian aquellas gentes» (HI, IIL, 92). Renuncia a su repartimien- to en Baracoa (Cuba) y decide tegresar a Espafia con un claro proyecto de futuro. Esa crisis espiritual ha quedado refrendada en su Historia de las Indias. Es importante te- net presente que su pasado de encomendero pudo haber- Je dejado alguna secuela de mala conciencia, Dela palabra a la letra, Proyectos utépicos Con su sermén se inaugura el poder dela palabra, icono de una etapa en la que el dominico no va a desfallecer en la tarea de solicitar entrevistas y exponer ante las autori- dades competentes y ante todo el que le quiera oft lo que tiene que decix, Este «revolucionario por arriba», como Jo Hamé Maravall (1974), se propone, primero a través de la oralidad, luego a través de la letra manuscrita y por Ultimo a través dela impresa, influir en la Corona en pro de los derechos del indio. Su tegreso definitive a Espa- fia, su encierro en un monasterio para dedicarse al estu- dio, a partir de 1547, atin queda lejos. Ahora el activismo Ie lleva a ir a la Corte cuantas veces sea necesario con un nico objetivo: denunciar ante la Corona espafiola el maltrato y el drama americano. Para ello consultard, po- Iemizard, escribird demostraciones y probanzas y se alia- 1 coyunturalmente con personalidades ¢ instituciones 16 7: St iii i i | Inmactaccién espaiiolas, ameticanas y europeas, Los Reyes Catélicos, Cisneros, Carlos V, sus consejeros 0 Felipe I tuvieron que oftle, y astutamente dice en el «Argumento» de la Brevisirea: : a vez que vino a la corte después de file a informar al Em- perador nuestro Seior {como quien todas bien vistas habia), yy causando a los oyentes con la relacién dellas una maneta de Extasi y suspensidn de dnimos, fue rogado eimportunado que ddestas postretas pusiese alguna con brevedad por escripto. En Espaiia mientras tanto se habian hecho publicas las Leyes de Burgos (1512) y las de Valladolid (1513), y en 1515 Las Casas consigue entrevistarse en Palencia con Fernando el Catélico para exponerle su preocupacién E] rey estaba ya muy enfe:mo y, aunque lo acoge bien, su respuesta se ve aplazada, Recusrir a Rodriguez de Fonse- cay a Lope Conchillos no sirvié de nada, y en 1516 el rey muere sin haberle dado contestacién. Este contratiempo no fue més que el primero de los muchos obstaculos que tuvo que superar, Miranco siempre hacia delante y bus- cando vias alternativas, se va a Flandes a conocer al nue- vo monarea, pero a su paso por Madrid informa al em- bajador Adriano de Utrecht con un memorial en latin y a Cisneros con una traduccién de éste’, sobre las calami- dades suftidas pot los indios, primer paso de la palabra ala letra, Le encargan las soluciones a los agravios plan- teados y para ello redacta su Memorial de remedios. Ci neros se pone de su parte y encomienda un plan de re- formas de las Indias a Las Casas que redactara junto con Montesinos y el consejero real, Juan de Palacios Rubios. v7 ‘Trinidad Barsern Las Casas es nombrado «defensor de los indios en todas las Indias». La primera de sus utopias (1516) trata de responder a Cisneros silos indios son capaces pata vivir al margen de los pobladores espatioles y si la tierra es «hébil» para producir frutos como en Castilla. Consistfa el proyecto en enviar a cada ciudad de Indias 0, lo que es lo mismo, a cada poblacién espafiola de las Antillas unos cuarenta labradores con sus mujeres ¢ hijos (en Espafia habia mu- chos deseosos de encontrar fortuna), a cada uno de los cuales se le entregarian cinco indios, con sus mujeres ¢ hijos, para que tabajaran la ticrra a medias con el labra- dor, una vez separada la parte tributaria correspondiente ala Corona. Ast ideada su utopia, pensaba que con el tiempo los indios se suavizarian, se les aguzaria el inge- nio, podrian mezclarse con los espatioles en matrimo- nios mixtos y ganasian en habilidad epara vivir por si y regitse», Su proyecto ut6pico es conocido como el de las «comunidades mixtas» debido a las ideadas colonias de ambas razas, Una Real Cédula de ese mismo ao (17 de septiembre) lo habia nombrado procurador y protector de los indios en territorio american. Entusiasmado, de~ cide marchar de nuevo a las Antillas acompaiiado de tres padres jerénimos y de Alonso de Zuazo, juez instructor, Los jer6nimos caen bajo el influjo de los encomenderos yla situaci6n alcanza tal grado de tensién que a st llega- da, en 1517, se ve obligado a refugiarse en un convento dominico, Para Pedro Borges’ la fecha de 1517 es la de la segunda utopfa lascasiana, fuertemente influida por Tomas Moro, cuya obra Utopia habia salido un aio antes, y coincidente a8 Lneodduccién en muchos puntos con la de Vasco de Quiroga (1531 1535): Tras disentir de quienes afirmaban que los indios gno son por ahora para estar en sip, Las Casas propone que los jeré+ nimos que por entonces se disponian a viajar a La Espaiiola pregonaran durante su vigje a Sevilla que la corona eatrega- tia indios casados, ganados, tiercas y mantenimientos hasta la recoleccién de la primera cosecha a cuantos labradores quisieran trasladarse a Indias (..] Los labradores espaiioles itigirian a los indios en el trabajo y en el cumplimiento de sus obligaciones de cristianos, bajo el gobierno de dos alcal- des, uno cristiano viejo (expaftol) y otro cacique (2987: 90). Hlacia 1517-1518, Las Casas arbitra una tercera y una cuarta utopias en sendos memoriales mas revoluciona- rios que los anteriores; la primera (1517), la de que todos los indios quedaran enteramente libres, sin tener que trabajar para los pobladores espafioles, pues en su Tugar Io harfan veinte negros. A los indios, una vez liberados del trabajo, habia que concentrarlos en poblaciones de un millar de habitantes, integradas por cuatro o seis ca- ciques con sus stibditos. Las poblaciones no debian estar demasiado retiradas unas de otras para que fuesen aten- didas por los sacerdotes, pero tampoco demasiado cerca de las poblaciones de espaiicles para evitar el abuso. En cada una de estas comunidades debia haber tres jévenes ue ensefiaran a los indios lecrura, escritura y gramética, Las Casas esta puliendo su Memorial de remedios para las Indias, perfeccionando continuamente su idea en pro de una mejor vida para clindigena y evitar asf los abusos. co “Trinidad Bostera El cuarto proyecto ut6pico en esta linea de la «coloni- zacion campesina» data de 1518 y fue presentado al Consejo de Castilla por los predicadores reales a instan- cia del fraile. Consistia en congregar a los indios en po- blados de un maximo de doscientos vecinos bajo un go- bernador que fuera cbuena persona y politica y que sepa industriarles en agricultura y en plantar vifias y huertas, azicares y otras cosas titiles». Percibiria un salario oficial y seria el director y administrador del poblado, dando cuenta a los visitadores reales en el tiempo oportuno y entregando el resto a los nativos; asi los indios irfan ga- nando en civilizacién, trabajarian menos y vivirian mas y mejor, se harian gente noble y «politican y sabrian vivir por sf mismos. Son experiencias incompletas que tendria que rectifi- car en el futuro especialmente en lo referente a los escla- vos negros. En este sentido el pensamiento lascasiano se adecua a la ideologia renacentista, en especial a la visién utépica de Pedto Martir de Angleria en sus Décadas de Orbe Novo (1493-1525), asi como al pensamiento de Moro, que ataca la monarquia injusta y la propiedad pri- vada. ‘Aunque acogidos con agrado, lo cierto es que no sur- tieron efectos sus memoriales de remedios para las In- dias, entre otras cosas por la muerte de Jean Le Sauvage, que es sustituido por el obispo Fonseca, su peor enemi- g0. Mientras tanto, y dado el clima desfavorable que se habia encontrado a su Iegada a La Espajiola en 1517, dos meses después regresé a la peninsula con cartas fa- vorables para Cisneros, que entonces habia caido en des- gracia, Su colonizacién campesina habia fracasado. 20 q : i i tii il ina Tetesducciéa Entre 1516 y 1520 Las Casas esta entre Espaiia y América luchando por su objetivo, insistiendo desde su primera presentacién a las autoridades en la buena aco- gida de los indios hacia los espafioles. Asilo cuepta en su Historia de las Indias, un perfodo marcado por sus memoriales de remedios y agravios y que cristaliza en la capitulacién conseguida en 1520 para poblar la costa de Paria, concretamente doscientas sesenta legias de costa desde la provincia de Santa Marta hasta la de Pa- ria, El fracaso militar y politico es el resultado final de este intento en el que se enrolé gente de mal vivir y que ocasioné la fuga de buena parte del grupo de colonos a Puerto Rico. Era un momento adverso, pues coincidié con el ataque de los indios y la destruccidn de la mision de Chitibichs. La experiencia de la costa venezolana culmina con la matanza de cristianos por parte de los indios de Cumané, El fracaso colonizador de Ia costa venezolana, conocido como el «fiasco de Cumand»', debido a citcunstancias externas y falta de directrices, tuvo que ver también con la diferencia entre el indio antillano y el de ticrra firme. Las circunstancias fe obli- gan a regresar a La Espaiola. Sus experimentos socia- les para colonizar pacificamente y ensefiar no babfan resultado y en 1522 ingresaria en la orden dominica, en el convento de la Villa de Santo Domingo, dedicando los tres aiios siguientes al estudio hasta que en 1926 es nombrado prior en Puerto Plata, al norte de la isla, donde inicia la construccién del convento Con el ingreso en la orden dominica, llamada «segunda conversién», conchuye la primera erapa de su hucha, marca- da por un utopismo que iri tiiéndose progresivamente de aa “hinidad Barrera realismo. Como bien apunta Bataillon (1976), en este perio- do Las Casas estd preocupado por lograr un sistema de ex- plotacién colonial mas racional que el sistema de enco- imiendas més que por la evangelizaci6n de los indios. Ellegado de su escritura y Ja voz del jurista. De los origenes de la Historie de las Indias a su tegreso definitivo a Espafia (1547) Al poco tiempo de su marcha al norte de la isla comienza a escribir la Historia de las Indias, su gran apotte histo- riogréfico, aproximadamente hacia 1527. De este libro se desprenderia después la Apologética Historia Sumaria, de gran valor antropolégico y etnogréfico. Completa esta triada la Brevisima, algo mas que «opiisculo de pro- paganda», como ha sido descalificada, Es sélo una parte del conjunto de su obra en la que ocupan un papel igual- mente importante sus Memortales y Tratados, Progresivamente la Apologética fue cobrando interés por su autor frente a la Historia y al terminar la Apologé- tica, en 1559, legé el manusctito de la Historia al colegio de San Gregorio en Valladolid, haciendo con posteriori- dad algunas adendas, de manera que el libro III, el ulti- mo, esta fechado en 1561. Pidié que no se publicara has- ta cuarenta afios después de su muerte: «Que a ningtin seglat le den para que, ni dentro del mismo colegio, ni mucho menos fuera de él, la lea por tiempo de cuarenta aiios, desde este de sesenta que entrard, comenzando a contar, sobre lo cual les encargo la consciencia». No en- contraria editor hasta 1875. 2 Intreduccién La Historia de las Indias’ surge como respuesta al Sa- mario de la Histonia General de las Indias de su adwersa- rio Gonzalo Femniindez de Oviedo, a quien deseaba re- plicar en la cuesti6n del indigena, Se bas6 Las Casas para su redaccién en los testimonios y documentos que habia recogido desde su llegada a las Indias en 1502. Se puede considerar como epitome de su produccién de 1552- 1553. Narra la conquista y colonizacién hasta 1520. A su regreso definitive a Espafia en 1547 arma las paginas es- critas y en el reposo del convento sevillano de San Pa- blo (1551-1593) las revisa cuidadosamente. Le mueve el amor los indios, pero también a los espaiioles, y desde el comienzo destaca la bondad y mansedumbre del in- dio, argumentando que eran cualidades que el propio Colén admitfa. Llega a ver en ellos virtudes como las de los cristianos, caridad, humildad, e incluso la simiente del cristianismo. Alude a que, desde los comienzos, los indios tenian justa guerra contra los cristianos, y admite que hasta 1494 hubo causa de guerra justa, pero que a partir de ese momento se estaba lesionando el bien co- miin de los indios. Habla con placer de otros defensores de los indios, como Montesinos, y se duele al mismo tiempo de quienes los esclavizan, Se opone tanto al ge- nocidio como al etnocidio, aconsejando Ja persuasion y rechazando la imposiciéa religiosa, aunque su intencio- nalidad siempre fuera del lado de la evangelizacién. Cu- riosamente descarga al rey de culpa en las injusticias y attibuye la responsabilidad a los consejeros, que le ase- soraban mal. Defiende la voluntad del amerindio y aborda el tema del requetimiento ideado por Palacios Rubios para legitinar 23 ‘Tinidad Barrera la intervencién armada contra Jos indios. Teniendo en cuenta que el Papa habia dado el Nuevo Mundo al rey de Espaiia, se les lefaa los indios dicho requerimiento y éstos tenfan la obligacidn de reconocer la autoridad politica de Espaiia y aceptar la religion catélica, y sino lo hicieren ast se les declararia la guerra. Las Casas reproduce el texto del requetimiento, analizéndolo concienzudamente para mostrar sus defectos y errores, La Hisoria es pues una pieza mas en el complicado puzle de la defensa del indio como ser humano pleno, al tiempo que critica la «injusta guerra» de los espatioles A finales de 1529 fue propuesto seformador de los do- minicos en México. Antes de su llegada hizo escala en Puerto Rico, y al arribo en 1531 a las costas de Veracruz sus compafieros de orden, contrarios a sii tenrias, lo en- cietran en una celda y lo obligan a volver a La Espaiola. Son afios duros para él, que llega a verse incluso recluido en el convento dominico de Puerto Plata por la peniten- cia de restitucién impuesta a un encomendero -ejemplo de las orientaciones de su Confesionario o avisos y reglas para los confesores~. En estos momentos de tensién un hecho providencial se cruza en su camino, la rebeliGn del cacique Enriquillo, que se somete al poder real gracias a su papel mediador (1535). Este triunfo sera un gran apo- yo moral en esos dificiles momentos. En ese afio decide acompatiar a fray Toribio de Berlan- gaa Perd, donde habia sido nombrado obispo, pero la nave fue a parar a Nicaragua y se quedé en un convento de Granada, Desde allies llamado a Guatemala, donde en 1537 tendrd uno de sus mayores éxitos, la fundacién de la colonia de Vera Paz (Tuzulutlan, la «Tierra de Guerra»). 24 7 i aia sais Introduccin Una comunidad ut6pica, muy bien estudiada por Batai- lon (1976) y Saint-Lu (1982), donde se ensefiaba el evan- gelio con textos musicales, que prepard el camino para la promulgaci6n de las Leyes Nuevas de 1542 y culminé con su nombramiento como obispo de Chiapas. Las Casas se- fialé las condiciones exigidas para la Fundacién de su mi- sidm en una carta a don Alonso de Maldonado (1537) con las siguientes condiciones: una, que los indios tendeian ue pagar un tributo moderado en oro (si lo habia en las tierras), algodén y maiz; dos, que para que no fueran en- tregados a los encomendesos se haria alos indios sabditos de la Corona espafiola. Por iltimo dice que ningiin espa- fol pasaria al territorio de la misi6n por cinco afios, a par- tir de la entrada dominica. En la Apologética bablaré de la cultura de la zona y de esta expetiencia y ofrecer evidencias de que los amerin- dios de la regién siguieron el decalogo 0 diez manda- mientos a excepcién del primero, Combina elementos de la mitologia clasica y dela patristica y finalmente llega a donde quiere Hegar: que los pueblos americanos ha- ian logrado un estado de perfecta armonia y civilidad antes de la llegada de los espafioles Esta experiencia hay que selacionarla con la promulga- cin en 1537 de una bula papal de Pablo IIL, Sublinmis Deus, en la que se determina que los indios tenfan capa- cidad racional, caracteristica esencial del ser humano, in- dispensable para obtener un estado ideal, Entre el lama do «fiasco de Cumané» y la comuna de Vera Paz eseribi6 un tratado retérico sobre la predicacién y conversi6n, al que llané su primer libro, De unico vocationis moda om- nium gentium ad verum religionem (1935-1536), en el que 35 Trinidad Bartero apunta como tinico medo de practicar la fe cristiana da persuasién del entendimiento por medio de razones y la in- vitacién y suave mocién de la voluntad». En su opinién todos los pueblos estan predestinados a la salvacién, y el predicador debe levar una vida ejemplar y virtuosa. Retdrica y persuasién se combinan para intensificar la actividad misionera y lograr la conversi6n. Las Casas quiere demostrar que el Nuevo Mundo es el ugar elegido por la historia en las profecias biblicas, el pataiso rescatado con la evangelizacién. De unico vocationis es un libro clave en su pensamien- to, el punto de partida de su edificio en pro del indio, en el que «aborda el problema teorético de las relaciones juridicas entre espaiioles ¢ indios, entre cristianos ¢ infie- les, entre colonizadores y colonizados, desarrolla un ver- dadero tratado de cémo misionar, remontandose para ello a las pristinas fuentes de su fe religiosa “San Agus- tin, San Juan Criséstomo~ y particularizando las condi- ciones del buen catequista, cuyas virtudes y cualidades ejemplifica» (Alcina, 1985: 19). Para Pérez de Tudela esta obra forma terna con la Historia y la Apologética. En 1540 regresa a Espafia después de veinte aiios, con- vencido de que tiene que continuar sulabor en la Corte en defensa de sus ideas, la liberacién total del indio, Presiona a Carlos V y consigue la promulgacién de las Leyes Nue- vas (20-XI-1542) que abolian Ja esclavitud y la encomien- da pero que no fueron cumplidas. Fue un gran triunfo, aunque pronto dl mismo empez6 a darse cuenta de que las medidas no se Hevaban a cabo. En cierto modo esta situa- cién es la que determina la publicacién de la Brevisinna y una serie de memoriales. Las Leyes Nuevas tecogian toda 26 4 Tnedediin su docttina y sus enemigos se dieron cuenta pronto de cémo podian boicotear su aplicacién: excesivo celo, sobor- nos e incompetencias se suceden. En vista de la situacién, termina precipitadamente en Valencia, en 1542, una ver sién dela Brevisima para informar a Felipe Il por escrito. En 1544 es consagrado obispo, en el convento domini- co de San Pablo de Sevilla, con destino a Chiapas, a don- de marché y donde pudo comprobat, a su llegada, fa ani- madversién despertada hacia su persona tanto en su guerida isla Espafiola como en México, incluso entre miembros de la Iglesia, pastidarios del viejo orden, Cuan. do asst Ilegada a Chiapas intenta implantar sus pricticas absolventes de confesisn, hasta el obispo de Guatemala, Martoquin, se pone en su contra. En 1546, en México, se entera de que ef monarca ha revocado las Leyes Nue- vas en lo relative a la abolicién de las encomiendas, y aungue su énimo todavia le lleva a convocar una junta de Jos obispos mexicanos en la que insiste en introducir el principio de la oulidad dela esclavitud indigena, entien- de que tiene que volver a Espasa, a la Corte, para justifi- carse. Desolado, decide regresar entrando por Lisboa en 1547. Con este retorno habia cerrado definitivamente las puertas de América: fue su tltimo viaje. La polémica con Septilyeda (1550-1551). El deseo de letra impresa. Ultimos afios A.su regreso, Las Casas despliega de nuevo toda su at- tilleria, Escribe mas y més memorials, con lo que su 27 “Trinidad Barsesa expediente alcanza proporciones ingentes. En 1951 el Papa acepta su renuncia al obispado, pero un afio antes, concretamente en 1550, tiene lugar su controversia con Juan Ginés de Sepdlveda sobre la licitud de las guerras de conquista, En la junta de 1550-1551 lee la Apologta, escri- twen latin, como primera parte de su defensa. En la pri- mera sesi6n, 1550, gana Las Casas; al afio siguiente tiene ugar la segunda, de donde sale definitivamente triunfan- te. El Consejo de Indias proclama el fin de las conquistas ylailicitud de la esclavitud de los indios. La alegria durara poco, y su influencia en la Corte se veri mermada, Entre 1552 y 1553 lo tenemos en su ciudad natal, en el convento de San Pablo, rodeado de una grande y buena biblioteca" y consageado a la escritura y a cuidar la im- presion de algunas de sus obras, Es esos aiios, ademis de casi finalizar su Historia y su Apologética, que concluitia en 1559, imprime, sobre todo en las prensas de Sebas- tin Trujillo, varios tratados (ya escritos): la Brevisiea, el Octavo remedio, en el que pide la supresin de las enco- miendas (edicién corregida de la presentada ante el Con- sejo de Indias en 1542), los Avisas y Reglas para confeso- res, texto de la pastoral de 1545, las Treinta proposiciones, en las que se opone a la autoridad real sobre los indios, la Disputa 0 conivoversia con fray Ginés de Sepilveda, el Tratado sobre la materia de los indios que se kan hecho ex- clavos y los Principios para defender la justicia de los in- dios, version abreviada de De unico vocationis modo. Son Jas Gnicas obras impresas en vida del autor y todas estan cortadas por un patrén basico. Esta «furia editora» la explica Alcina (1985) en fun- cidn de los fracasos sucesivos de su politica indigenista; 28 4 i | | ‘ : | j | Incoducciéa sus éxitos personales habjan tenido fechas de caducidad més tempranas de lo que habria deseado y quizés, sin- tigndose en edad avanzada, quiso dejar por escrito bue- na parte desu obra, que hasta esos momentos habia cir culado gracias a la oralidad o a copias manuscritas. Fs indudable que la impresién va a darle mayor eco, como asi fue. A partir del aiio 1554 lo tenemos siguiendo a fa Cor- te, de Valladolid a Toledo", e instaléndose finalmente en Madrid para estar més cerca del monarca, donde muere en 1566 en el convento dominico de Atocha”. Todavia antes de su muerte legs otros dos «tratadi- Hos» ~como él Jos Hamé-: De Thesauris (Los tesoros del Peri) y el llamado de las Doce dudas. Dos afios an- tes, viendo cerca el final, redacta su testamento, en el que dispone el reparto de su dinero entre unos indios, y escribe al papa Pio V, un dominico que seré santo, gue interceda por los indigenas porque ellos son la nueva iglesia En estos tiltimos afios también le toca conocer la reac- cién contra su persona, la llamada por Bataillon «reaccién antilascasiana», No sdlo Ginés de Septilveda se opuso a a publicacién de su Confesionario, sino que tuvo que so- portar las criticas de Gonzalez de Oviedo y del francisca- no Motolinia en su carta al emperador de 1555, Su testa- mento (1564), la carta a Pio V (1565) y su «memorial» de despedida y testamentatio (1566) denotan una doble ur- gencia una vez més (Arias, 2001: 110): detener los estra- gos de las Indias y persuadir a los Iideres eclesidsticos y civiles para que se responsabilicen de la defensa de los derechos amerindios. 29 “inilad Bareeen 2. La disputa del indio Es indudable que el debate sobre la naturaleza del in- dio no se limita a la disputa que mantuvo el dominico con Juan Ginés de Sepilveda, sino que se inscribe en un contexto mas amplio en el que se trata el derecho de conquista de la Corona espafiola y el modo de gobiermo sobre los indios. En esta controversia desempefian tam- bién un papel muy importante los juristas de la escuela salmantina, con Francisco de Vitoria ala cabeza, pues no debe olvidarse que la redaccién de la Breoisina es inme- diatamente posterior a las Relecciones de Vitocia y al fra- caso de la Vera Paz, El derecho del dominio sobre las In- dias estaba servido. Como apunta Adorno (1992: 47)" la discusién del caric- ter de indio no se puede destigar de los acontecimientos de conquista y colonizacion y a elaboracién de la politica real al respecto. Indudablemente los indios americanos no eran todos iguales; as diferencias cultucales, etnolégicas y carac- terolégicas se apreciaban también a la hora de enfocarlos, y asila disputa sobre el indio surge en buena medida como respuesta a circunstancias particulares, segin experiencias relatadas. En toda esta polémica desempefid un papel determi- nante la imposicién de la encomienda. Para entender el problema hay que remontarse a 1494, cuando los Reyes Catélicos acuerdan una junta de tedlogos y juristas para dictaminar si los indios pueden ser esclavos, La junta resuelve que son libres y que no se podian vender, ex- cepto los conseguidos en una guerra justa. Las Leyes de Burgos de 1512 suavizaron el trato pero sin suprimir 30 | / | i Invodsecién los repartimientos, Hacia 1514 Palacios Rubios redacté el requerimiento que surge como actitud moral con el fin de legalizar Jas telaciones de dominio”. Para Zavala (1977) son dos las opciones del indio tras el requeri. miento: la esclavitud legal o la servidumbre natural; esta tiltima corresponderia al sistema de encomienda Entre 1516 y 1520 se suceden varios debates sobre Ja capacidad de los indios en los que interviene también Las Casas, en los que conceptos como servidumbre na- tural o libertad se ponen en tela de juicio y que culminan con la abolicién de la encomienda por parte del empera dor, aunque la orden no Legé a cumplirse. En la década de 1530 y hasta 1540 la disputa del indio arrecia, sobre todo si tenemos en cuenta que el niimero de encomenderos habfa crecido y el de indios habia dis- minuido, también por epidemias, Las posturas eran muy distintas y las presiones de uno y otro sectores desembo- caron en la aparicién en 1530 y 1534 de sendos dectetos reales sobre la legitimidad de cautivar y esclavizar a los indios, prohibiendo y autorizando respectivamente. En 1537 el papa Pablo IIL publicé la bula Sublimis Deus, y en 1542 se publican las Leyes Nuevas prohibiendo la es- clavitud y la encomienda. La resistencia de colonos y conquistadores en los dos grandes virreinatos determind gue no entraran en vigor No olvidemos que Las Casas habia concluido Ja primera redaccién de la Brevisima a fines de 1542, y basta 1552, cuando la manda imprimis, transcurren diez afios muy agitados en este sentido. En 1549 el Consejo de Indias aconseja al emperador suspender las conquistas que no tuvieran aprobacién previa de la Corona y del consejo y al afio siguiente el 3 “Trinidad Barvera emperador ordena suspender todas las conquistas hasta decidir Ja forma justa de levarlas a cabo. En 1550 tiene lugar el célebre debate Septilveda-Las Casas ante una junta de catorce jueces. El indio en sf mismo y para los otros. La guerra justa, La controversia de Valladolid ‘Teélogos, misioneros y juristas debaten a lo largo del si glo xVi la naturaleza del indio y discuten su capacidad intelectiva y sus costumbres'® Tanto la bula papal de 1537 como Las Casas denuncia- ban que el trato dado por los conquistadores y coloniza- dores a los indios no era tolerable, La bula prohibia la esclavitud de los indios aunque fueran infieles, ya que al ser hombres verdaderos tenfan derecho a la libertad. Las opiniones sobre la capacidad del indio fueron generadas por la cuestién del dominio del hombre europeo (o espa- iol, en este caso) sobre el hombre indigena. Sepillveda, uno de los defensores de la conquista como medio de evangelizacién ~en contra de Vitoria y de Soto, se basa en los principios de la filosofia politica atistotéli- ca. Para él, la conversisn debia lograrse por la fuerza por set asimas segura; crefa que los indios eran barbaros por naturaleza y por tanto estaban destinados a ser esclavos por naturaleza, Su obra Derroorates alter” es un tratado filos6fico-politico que justifica la guerra, la esclavitud y la explotacién del indio. Su teorfa de la guerra justa est de acuerdo con Ja escuela salmantina en los principios generales, pero se aparta de ellos en el caso de las Indias 32. 7 iii ie Ci il i Cc Inneoduecion al decit que hay otras causas de guerra justa no tan co- munes, como ¢s el caso dela rebeldia de los menos dota- dos, que son siervos por naturaleza y a los que, sino que- da otro remedio, hay que sujetarlos por Ia guerra, Echa mano del recurso del dominio de lo més perfecto sobre Jo mas imperfecto, y los indios caen en la segunda deno- minaci6n por la «rudeza de sus ingenios, por set gente servil y barbara», Caracteriza la barbarie del indigena como producto de la costumbre y por tanto su sumisién al imperio los convertirfa de «bérbaros y apenas hom- bres, en humanos y civilizados», Estamos de acuerdo con Adorno (1992; 53) cuando apunta que la consideracién de «humano» hace referen~ cia a la bumanitas renacentista en el sentido de cortesta, bondad y simpatia por los dems, Incluso llega a admitir que, con el paso del tiempo, cuando los indios se hayan civilizado més, se les debe dar un trato de mas libertad y liberalidad, Insiste en que la esclavitud esta vedada y en gue los indios no pueden ser desprovistos de haciendas y propiedades por el hecho de ser siervos naturales, El humanista de Pozoblanco cree que son inferiores y que por naturaleza deben servir, por lo que se les puede obli- gar mediante la guerra. Indudablemente lo que preocu- pa a Sepiilveda es regular la relacién de dominio, en la que lo perfecto domina sobre lo imperfecto como la vit- tud sobre el vicio. Una revisién detenida de los escritos de Francisco de Vitoria permite confirmar la lectura aristotélica de Sepiil- veda, pues coincide en que la servidumbre natural consis~ te en una relacidn jerdrquica entre los que rigen y los regi- dos y destaca en sus Relecciones de 1538 la incapacidad de 33 ‘Trinidad Bareers Jos indios para gobernarse, Sin embargo, Las Casas no ad- ite esta proximidad y achaca a Vitoria tener informacio- nes falsas, sobre todo en lo referente a la deficiencia de la capacidad racional de los indios para justificar una guerra justa (el octavo titulo) Después de las Refecciones de Vitoria la intervencin de importancia correspondié al fraile dominico en 1542, Tras el revuelo de las Leyes Nuevas y su incum- plimiento, redacta su Brevtsima y Sepilveda entra en escena justificando la guerra. Dicho enfrentamiento culmina en Valladolid en 1550, Mientras Sepiilveda expuiso la cuestién en tres horas, Las Casas necesité cinco sesiones para leer un informe de mas de quinien- 10s folios que, entre otros temas, cuestionaba la doctei- na de la guerra, Al llegar a ese punto, las posturas en Espafia iban desde la de Gonzalo Fernandez de Ovie- do, uno de los grandes detractores del indio que no ve problema en su exterminio por su inferioridad, cobar- ia, amoralidad, etc., hasta los que, como Montesinos 0 Las Casas, ven al indio como ser racional en via hacia la humanidad pues tenia alma cacional. Para el dominico, segtin dej6 dicho en su De unico vo- cationis modo, el proceso de conversién y dominio de los indios debe hacetse a través de la religién y por medios pacificos gue incluyan la persuasién y el didlogo. El es- toicismo y la filosofia de los padres de la Iglesia son su bagaje. En la linea de su docttina estaban la bula papal de 1537 y las Leyes Nuevas de 1542. Sepiilveda, como se ha dicho, se inspira en la filosofia de la Antigtiedad clisi- cay en la cultura renacentista, admitiendo dos tipos de hombres: los prudentes, que nacieron para mandas, y los 34 sli si | | / | Introduce barbaros, para ser mandados. El objetivo de la contro- versia era fundamentalmente discutir, analizar y reflexio- nar lo relativo alas formas y medios que debian utilizarse para la conversién de os indios al eristianismo y st con- siguiente sometimiento a la Corona Sepillveda, frente a la necesidad de una justificacién moral y religiosa de la guerra como guerra justa, plantea las razones por las que un Estado puede declarar la gue- 1a. a un tercero y cita como causas: por reaccién, por re- cuperacién, por castigo 0 por siervos. Si Septilveda ve la guerra como engrandecimiento de los hombres superio- res, Las Casas la ve negativa per se, pues el hombre, en su consideracién, es uno aunque diferente por grados de desarrollo, civilizacién o teligisn, y el grado de civiliza~ cidn 0 barbarie de un pueblo no es razén para hacerlos esclavos, porque todo pueblo puede ser atraido y per- suadido por las virtudes de la vida en sociedad. Son ra- zones antropol6gicas las que esgrime. Juridicamente esta pseocupado por el respete al «otro», a su soberanfa, a su libertad y a su propiedad. Frente a la opinién de Sepiilveda acerca de la esclavitud por naturaleza del indio ~primera causa de guerta justa-, de su barbarie, Las Casas trata de probar que la teoria aris- totélica no se aplica al indio americano. Analiza el concep- to «barlaro» y distingue ciaco categosias: barbaro en sen- tido general, sinénimo de crueldad, maldade inbumanidad categoria en la que estatfan los espafioles por sus haza- iius~; barbaros iletrados, per carecer de escritura organiza- da en caracteres o letras; barbaros séricto sensu, los que vi- ven como animales sin ning‘ tipo de organizacién politica ni autoridad ni leyes; bérbaro por religién, es deci, los no 35 ‘Tinidad Barrera cristianos, y barbato en sentido original, los que hablaban una lengua distinta del griego. Desde su experiencia directa de las Indias, Las Casas detiende que los indios no son barbaros en sentido es- tticto, pues son muchos los pobladores del Nuevo Mun- do, y este concepto es aplicable slo a una minoria de gentes; en todo caso los indios podrian set batbaros por no tener idioma literario o escrito y por no conocer Ia re- ligidn cristiana. Rechaza pues la teorfa de los indios es- claves por naturaleza El canibalismo es otra de las cuestiones debatidas en la disputa la segunda causa-. Septilveda propone el cani- balismo como causa de guerra contra los indios, mien- tras que Las Casas defiende que estén amparados por la teorfa de la soberania y la libertad. El otro, sea barbaro 0 no, es un individuo libre y goza de derechos naturales", Idolatria, sactificios y antropofagia son vistos por el do- minico como conductas sociales. Ya Vitoria en su De templanza (1537) habia tratado el problema de Ia antropofagia negando el derecho del principe extranjero a hacer la guerra a un pueblo por sus crimenes contra natura, y en De Indis (1538) matiza que los sactificios humanos y la antropofagia pueden llegar a ser causas justas de dominio no por castigar los pecados conira natura, sino por la obligacién de defender a los inocentes de Ja tirana, En la tltima de sus «telecciones» termina afirmando que la tinica causa de guerra justa es por la injuria recibida No olvidemos que Las Casas, en la Corte desde 1542, con el propésito de abogar por los indios presenta sus Remedios proponiendo en ¢l octavo la eliminacién de las 36 : | | ' ( / Tesroduccién eacomiendas ~que en su opinién colocaban al indio en una actitud de esclavitud de hecho-, propésito que hay que sumar a la idea de que habia que restituir a los indios has tierras arrebatadas y colocarlos directamente' bajo el dominio del rey con el libre consentimiento de ellos, Es- tas ideas culminardn en la propuesta del Tratado de las doce dudas (1566), en el que aboga por que el rey aban- done las Indias y devuelva la soberania a sus antiguos se- ores. Al calor de estos hechos y las presiones de Estado, Se- puilveda redacta su Deraécrates Segundo. La tercera cat sade guerra que plantea el cordobés es «de salvaciénn, es decis, los sacrificios humanos justifican la guetta, los sactificados son vistos cono victimas de actos bétbaros, Juego el hombue civilizady tiene la obligaci6n de salvar a dichas victimas. Las Casas defiende, como contrapartida, gue todos los pueblos del mundo tienen un espacio priva- do que hay que respetar, Su argumentacién se basa en la falta de jurisdiccién del Estado espatiol sobre los pueblos indigenas. Idolatrias, sactficios y antropofagias son, en su opinidn, dignos de toda ertica y rechazo, pero son, en de- finitiva, actitudes que se realizan fuera del espacio jutis- diccional y legal del pueblo espafiol. En suma, los sacrifi- cios son vistos como actitudes cetemoniales de una religién ancestral y no se les puede prohibir que honten a sus dioses sin haberles ensefiado antes la verdad de la reli- gidn cristiana y la falsedad de la suya La cuarta causa de Sepilveda es «de cristianizacién», Apoyado en la bula papel Subliinis Dews y forzando la interpretacién, segiin la parabola de Jestis en las bodes de Canadn, de que habia que obligar a entrar a los que 7 “enidad Barter quedaran fuera, defiende la responsabilidad y obligacién de la Corona en propaga la fe en el Nuevo Mundo, Las Casas reinterpreta la paribola y la aplica sélo a los here- jes y no a los infieles y aconseja de nuevo la persuasién pot la palabra y no la fuerza de la guerza, pues los prit cipes indios son principes legitimos por detecho natural ynose puede it en contra, dice, del derecho natural y ca- nénico, o sea, divino. Por sui patte, Sepiilveda sostiene que esta guerra contra los indios era una guerra justa que no contra- decia el derecho natural puesto que se realizaba con tun objetivo clato: el aporte de la religidn cristiana —la verdadera religién— y de la civilizacién. La fuerza frente a la palabra, Para el dominico en cambio el fin no justificaba los mediys, Toda su defensa est4 conte- ida en su Apologia Se venta combatiendo la idea de la servidumbre natu- ral de los indios ya desde 1514, y Las Casas retoma el testigo para llevarla hasta el lecho de muerte, siendo la controversia con Sepiilveda un escalén més, aunque importante, en su tenaz lucha y defensa de la libertad del pueblo indio. En este sentido Las Casas se revela como un pensador muy moderno en su momento al re- chazarla nocién de existencia de servidumbre natural y proponer atraerlos a la religién catéliea con buen trato, idea que prevalece en otros escritores contemporineos, como es el caso de Cabeza de Vaca en sus Naufragios (1542, 1995). Al igual que Vitotia y Soto, se pregunta sobre los titu- los legitimos ¢ ilegitimos, y de los siete titulos falsos que Vitoria denunciaba, Las Casas ignora tres y se centra en 38 sis si Introduccion cuatro (pecados de los indios, infidelidad, dominio uni- versal del emperador y del Papa), que rechaza uno a uno para terminar aficmando: ‘La causa Giniea y principe de conceder la Sede Apostélica el piincipado supremo y superioridad imperial de las Indias a los reyes ce Castilla y Lcén, fue la predicacién del Evangelio y dilatacién de la fe y religidn cristiana y la conversién de aquellas gentes, naturales de aquellas tiertas,y no por hacer- Jes mayores sefiores ni més ricos principes de lo que eran (Algunos principios.. 11, 1249), Como ha sefialado Beuchot (1992: 68), Las Casas, no obstante, intenta seguir « Vitoria y a Soto en el tema de la licitud de la conquista pero se aparta de Vitoria cuan- do éste considera que se puede hacer guerra de con- quista a los indios como justo castigo de sus blasfemias contra los ctistianos y también se aparta de Soto en lo referente a su propuesta de un dominio ultramatino de indole politica La Apologética y el indio Bs sabido que la Apologética Historia Sumaria sunge como digtesién de la Historia de las Indias que el fraile venia escribiendo desde fecha temprana y que tuvo que desgajarla de ese corpus original por las dimensiones gue iba cobrando, al mismo tiempo que crecia su inte rés por los temas alli tratados (O'Gorman, 1979}. La termina en 1559, aunque no se publicaré hasta 1909. 39 Trinidad Barta Esté considerada una obra de capital importancia an- sropol6gica, una auténtica enciclopedia en este sentido, pues en ella vuelve a insistir Las Casas en sus teorias so- bre el indio americano y combate la opinién de la inca- pacidad racional de los indios situéndose en un plano tebtico y doctrinal. Ya en su preémbulo o «argamentor declara que quiere cedar a conocer al indio infamado por Ia calumnia de que carece de capacidad racional para gobemarse por si mis- mop. Se trata de demostrar el grado de esencia humana que posee el indio americano. En las argumentaciones conteni- das en esta obra demuestra que los indios son racionales por causas naturales y que lo han sido por su modo de vida. Defiende el uniformismo psicolégico humano, pot lo que Lindi americano debe incorporarse a titulo de igualdad dentro de la visién universalista crstiana. La escisién de la humanidad entre pueblos barbatos y civilizados puso en crisis el concepto igualitario y Las Casas lucha y reitera sus juicios contrarios al respecte Habla en sus piginas de incorporar al indio americano al universalismo histérico de la cristiandad, sin admitir la rareza 0 extrafieza del indio, entre otras cosas porque piensa en América como porcién tetritorial de Asia. Toda una apologia, como indica su titulo, del indio del Nuevo Mundo, imagen del buen salvaje que ya se des- prende de la Brevisime. En suma, argumentos que redundan en los de la polé- mica con Sepillveda y en definitiva corroboran una vida monolitica en este sentido, Como muy bien apunta Hanke, todos los textos lascasianos forman una unidad de intencién y propésitos tiltimos. 40 4 ' | | : | | | | | 2 iia Inoduceio 3. La Brevisina relacién de la destruici6n de las Indias Proceso de escritura, génesis y plan de la obra Las Casas finaliza la primera redaccién de su obra en el afio 1542, en la ciudad de Valencia, segiin manifiesta en su tiltimo capitulo: ‘Acabela en Valencia, a ocho de diciembre de mil y quinien- tos y cuatenta y dos afics, cuando tienen la fuerza y estén en su colmo actualmente todas las violencias, opresiones, tira nas, macanzas, robos y destruiciones, estragos, despoblacio- nes, angustias y calamicades susodichas, en todas las partes donde hay cristianos delas Indias. “Lineas mas adelante afiade unos pérrafos escritos en 1546, segiin sus datos, en fos que reconoce que, después de eseri- tas sus paginas, ha acertado a ver el fracaso en el cumpli- iento de las Leyes Nuevas: Cuando fueron los buenos jucces a las ejecutat, acordaron de (eomo habfan perdido a Dios el amor y temor) perder la vergiienza y obediencia a su rey. Finalmente consta la fecha de impresién, 1552, A estas tres fechas, 1542, 1546, 1552, debemos aiiadir el dato del primer capitulo, en el que admite que hace cuarenta ynueve afios desde su descubsimiento, Jo que nos lleva 2 1541, y permite asegurar que el libro fue escrito entre 15a] y 1542 Entre su redaccién y su publicacién transcurre un tiempo lo suficientemente dilatado como para compro- bar que no bastaba con una redaccién manuscrita que 4 ‘iinidad Barrer circulara en ambientes restringidos y préximos a la Cor- te y al Consejo de Indias”, sino que era necesario darle ims difusién para que el impacto fuera mayor, como asi fue ~de este tema habla en el Argumento y el Prélogo- El texto queda perfectamente enmarcado entre dos fe- chas que lo llevan ademas de un monarca a otto, de Car- los V a su hijo Felipe II, a quien se lo dedica®. En el in- tervalo transcurrido han tenido lugar el levantamiento de Perd y las Juntas de Valladolid, Su redaccién corre paralela al Octavo remedio, en el que propone la supre- sién de las encomiendas. Indudablemente la Brevésima no puede considerarse una obra hist6rica, sino mas bien un alegato de tono de- nunciatorio para demostrar la necesidad de paralizar las conquistas, con sus guerras, repartimientos y encomien- das. En su génesis se encuentra una carta que un grupo de dominicos tesidentes en la isla Espafiola envian a Mr. de Xévres para apoyar la gestién de Las Casas en Es- pafia y que est fechada en 1516, cuando comienzan los proyectos ut6picos lascasianos de colonizacién pacifica Es cierto que la fecha es muy temprana, pero los datos y episodios allf oftecidos muestran la misma ctudeza, y mu- chos de ellos son los que més tarde recogeria el frale para redactar su obta. En esta carta se dice de los encomende- ros que son «catniceros con el manso», y las expediciones caribefias son calificadas de «carnycerias». El andlisis de Ja carta ha sido tealizado con detencién por Duran Luzio (1992), que llega a afirmar: el aleance que hace asumir a Las Casas un rol profético anunciando castigos que deberian 0 podrian caer sobre 2 Introduce Espafia encuentra un antecedente en esa advertencia de los padres dominicos (1992: 118). ‘A esta base ay que sumar su propia experiencia, larga y documentada, durante wna estancia de algo més de cua- renta afios, con los intervalos correspondientes: «hablo con verdad por lo que sé,y he visto todo el dicho tiempo». La obra, integrada pot treinta capitulos, comienza con «De la Isla Espafiola» y termina con «Del Nuevo Reino de Granada» y viene acompaiiada de unos preliminares que corresponden al , «porque sé y he visto todo», «estando yo preseaten, son frases que se repiten, aqui y en el resto de la relacién, continuamente” El trato dado al indio es, en sus palabras, peor que el dado a los animales, «coro y menos que estiéreal», y lo peor es que todos mueren sin recibir la fe y los sacramen- tos por lo que la pérdida es doble, en sf y para la Iglesia. Tal destruccién es ademis gratuita e injustificable por- que nunca los indios dieron causa, nunca hicieron mal alguno a cristianos, antes los tuvieron por veni dos del cielo hasta que, primero, muchas veces hobieron te- cebido ellos o sus vecinos muchos males, robos, muertes, violencias y vejaciones dellos mismos. En realidad en este capinulo esté cifrada la relacién com- pleta; poco més se afiade sino insistir en el panorama aqui adelantado, con pequefias amplificaciones: indio como buen salvaje, residente de un espacio feliz, edénico, sim- bolo de la inocencia natural frente a la imagen de fietos y despiaclados espafioles, que como alimatas destrozan sin piedad ese espacio dichoso. En su lenguaje, ovejas mansas frente a lobos feroces, «en consonancia con la metéfora del “pastor” —que define al imperio y a la Tglesia en el Nuevo Mundo» (Jauregii, 2002: 64). Las Casas es, como apunta Hanke, un propagandista vigoroso y habil. La Brevisizaa es una deseripcién, provincia por provin- cia, de las acciones sangrientas de los espafioles en las @7 “Trinidad Barrera tierras recién descubiertas, a lo que hay que sumar las de Jos alemanes en Venezuela, cuyo comportamiento no mejora para nada el de los espafioles («Del Reino de Ve- nezuela»), y tiene un objetivo muy claro: conmover a los reyes espafioles ~en este caso el principe Felipe, futuro ¢ inmediato rey, encargado por entonces de los asuntos in- dianos- para que rectifiquen la politica con América, Al tiempo que hace la crénica de una destruccidn, Las Ca- sas va recortiendo los lugares ameticanos, nuevos domi- nios imperiales, insistiendo una y otra vez en que en lu- gar de sembrar la fe se ha sembrado la destruccién, Como apunta Concha (1987), poblar, fundar y pacificar se transforman en guerrear, destruir, despoblar, a lo que afiadiriamos robar y matar: Lo que ellos llaman conquistas, siendo invasiones violentas de crueles tiranos («De la Nueva Espaiian) A lo largo de Ia relaci6n las polatizaciones son conti- nnuas, y asf la imagen edénica que oftece La Espaiiola o Cuba es transformada en imagen infetnal, por la accién de los espaiioles, hasta el punto de que el cacique Ha- tuey prefiere ir al infierno antes que al cielo con tal de no encontrarse con sus torturadores. Dijo luego el cacique sin mas pensar, que no quetfa él it alla sino al infierno, por no estar donde estuviesen y por no ver tan cruel gente («De la isla de Cuba») Una imagen repetida de continuo es el contraste entre un pasado feliz y un presente de desolacién. ‘Todas las 48 Inoduecién variantes del verbo asolar hallan eco en cada zona, desde La Espafiola -comienzo de la relacién- hasta Pera y la Nueva Granada —fin de la misma-, Un amplio semillero de tietras y pueblos que se estan viendo privados del evangelio por la soberbia, la avaricia, a lujuria, Ia ira, la gula incluso, pues todos los pecados capitales estén en- carnados en los conquistadores. Y si alguna vez, como en el caso de México, los indios les responden, es, en su opinién, con «justisima ysancta guerra». Resulta curioso cémo Ia antropofagia de los indios la resuelve en una sola frase y la justifica por la necesidad que los cristianos provocan: «y acaecié mujer matar su hijo para comello de hambre» («De la provincia de Nicaragua»). Los ctistianos, movidos por la codicia ~el oro y la lu- juitia ~continuas violaciones de mujeres indias-, obran como si no lo fueran; resulta una inversion de los valores humanos. Por el contrario los infieles demuestran las vir- tudes que les serian propias a los cristianos, En realidad los indios son presentados como martires de una fe que ignoran, Es recurrente la insistencia de Las Casas en uti- Iizar imagenes de fuego y mattirios por fuego, terribles € improvisadas «parrillas de varas sobre horquetas», en suma, «queméndolos vivo». Si el fuego es uno de los mé- todos de tortura’ mas repetido, otro consiste en perros bravisimos y ferocisimos para matar y despedazar a los indios». El despedazamiento de las victimas resulta una total camiceria, cual si de un matadero de reses se trata 1a; esté claro que la caridad cristiana no figuraba entre Jos dones de capitanes y encomenderos. No hay limites ni compasién: mujeres, nifios o ancianos son tratados igual que los varones, y tras darles la peor de las muertes, 49 “Tinidad Barrera son abandonados por los caminos, sin enterrar. La muer- te, cuando no es por la espada, lo es por el hambre, pues el robo de lo poco que tenian tos indios -de nuevo la avaricia— es una de las conductas abominables mas repe- tidas. Las Antillas merecen especial atencién en la relacién dado su conocimiento directo de las dos grandes islas. A La Espafiola dedica dos capitulos, y en el segundo da pormenotizada cuenta de los divessos reinos que la habi- taban, El resultado final es siempre el mismo, la muerte, bien directa (Fuego, espada o perros), bien indirecta (el hambre provocada y las minas con su durfsimo trabajo de esclavos"), Las crueldades crecen de un espacio a otro, segtin sus palabras, pero en realidad pocas varian- tes ofrecen. Merece destacasse la utilizacién que hace de lo visto y lo vivido, pues no es la de un testigo pasivo, sino active y mediador a veces; asi, en «De la isla de Cuba» confiesa haber actuado como intermediario entre un mundo y otto al tiempo que sefiala su «fama» entre los indios: Envié yo mensajeros, asegutando que no temiesen, a todos los sefiores de la provincia de La Habana, porque tenion pot fdas de mi crédito, que no se ausentasen, sino que nos salic- sen a recebir, que no se les harfa mal ninguno, porque de las matanzas pasadas estaba toda la tierra asotnbrada, y esto hice con parecer del eapitin. Desgraciadamente no sirvié de nada, pues la mentira por parte de los responsables espafioles es conducta ha- bitual, pero su implicacién personal con la causa del 50 Introduccion otto» le lleva a salvar momenténeamente una situacion gracias a su intervencién: «Videme en muy gran trabajo guitallos de la hoguera, pero al fin se escaparon». En alguna ocasién aprovecha el momento para dar una larga explicacién sobre el concepto de vasallaje, como ocurte en el capitulo «De la Nueva Espafian: «que ninguino es ni puede ser llamado rebelde si psimero no es slibdito» es el comienzo de una larga aclaracién sobre el tema que pone en entredicho el erequerimiento». Su im- plicacién en lo que cuenta reviste diversas formas; no se limita a la desctipcién de lo que ve y su consiguiente de nuncia, sino que mecha su relato de incursiones doctri- narias afines a su pensamiento sobre cémo deben ser las leyes y la proteccién del indio. En ese sentido figura la abierta critica al «requerimiento» durante dos paginas («De la ‘lierra Kirme»), En otras ocasiones termina el ca- pitulo con exclamaciones de gran valor expresiv jOh eudntos huésfanos hizo [..]! jCudntos priv6 de su liber tad (..]! ;Cuantas lagrimas hizo derramae [..]! («Dela pro- vincia y reino de Guatemala») Las Casas asume la voz del «otro», se convierte en su como operaciones distin- tas, «Se salvaguardaba ante la avalancha de opiniones en contra que iban a despertar tan incendiarios textos al «ha- cesse del dominio piiblico» y por tanto hacia su persona? Parecerfa muy ingenuo creer que los imprimié sélo para que el monarca, la Corte ol consejo pudieran leerlos mas cémodamente sin gue se fueran a hacer piblicos mas allé de esos restringidos citculos. Para Giménez Fernindez (1965) la razén posible de esa prisa editora, sin las autori- zaciones habituales, se podia deber al deseo de que sus 59 “Trinidad Barrera misioneros, que se iban a embarcar hacia Chiapas, lleva- sen los textos correspondientes que asegurasen la prepa- racién doctrinal adecuada a su sentir. No podemos afirmar con seguridad que todos los «tra- tados» sevillanos aparecieran impresos juntos porque no se descatta la posibilidad de encuadernaciones por sepa- rado de algunos de ellos, aunque si existen ejemplares conjuntos. El tinico que, al parecer, no aparece nunca suelto es «Un pedazo de una carta», que viene conside- rindose desde siempre como un apéndice de la Brevii- ma, tomando como base la numeracién del texto, ya que &ta, numerada ~como se dijo- en pliegos en octavo em- pezando por la letra a hasta Ja letra f, se contintia en Lo que se sigue es un pedazo de una carta, que comienza con Ja letra g. El reste de las tratados, menos éste, tiene colo- fon propio en el que se indica lugar de impresién, nom- bre del impresor y affo, lo que permite una autonomia de publicacién Habitualmente todas las ediciones de la Breotsima vie- hen acompafiadas de esta carta-apéndice®, sin plantear- se en la mayoria de las ocasiones ningiin comentario, También se ha incluido aqui porque entendemos que hoy, por tradicién y costumbte, no se considerarfa com- pleta una edicién sino incluyera este apéndice; no obs- tante, conviene hacer algunas observaciones y tener en cuenta que en la edicién de 1646 este texto no figura como apéndice de la Brevisinea, pues es el ultimo del vo- lumen; en todo caso seria un apéndice a la totalidad del libro que incluye los teatndos mas directamente indige- nistas Inwodesisn El apéndice-carta En la edicidn principe el apéndice-carta viene sin portada ni colofén, aunque con la misma letra que el resto, gon un introito de quince lineas en el que el fraile explica: a) el origen de ese texto, al que llama «pedazo de una carta y relaciém; b) la anonimia de su autor: la aescribié cierto hombre de los mismos que andaban en estas estaciones>, testigo de vista, ofdo y vida; ¢) el medio de transmisi6n, e6ino llegé a su poder: «se me dio por uno de los mismos que las hacian e yo lo tuve todo en mi poder», y d) el tema de la misma: «cosas espantables», Viejo artilagio del narrador que atribuye a que «el librero olvids o per- dié una hoja w hojas della», lo que justifica su cardcter incompleto, «que contenia cosas espantables», cuando Jas que se conservan son tan «espantables» como las per didas. Olvido 0 pérdida no son equivalentes, aunque conduzcan al mismo resaltado, su mutilacién. Es por tanto un texto sin comienzo pero sf con final. El estilo nos pone de entrada en Ia linea lascasiana, pues la forma de presenter las innumerables calamida- des que atribuye a la pluma del relator anénimo de la carta es Ja que él mismo haba empleado en su Brevisina, El estilo es el mismo, al igual que la temética, y ello per- mite suponer que el autor pudiera ser también el mismo, aunque se escude en una voz anénima, pues aqui como alli se refiere a «las obtas que hacia e consentia hacer el capitén por la tierra que andaba», todas «espantables» igualmente. La finalidad es también la misma en ambos textos: que su majestad ponga remedio a tamafios des- afueros. 6 “Trinidad Barter El género utilizado, la carta, aparece sin destinatatio debido a la consiguiente laguna del comienzo, lugar que autométicamente es ocupado por su majestad, segtin dis- pone el transmisor de la misma, el fraile. Con indepen- dencia de la supercheria de otra mano en la escritura, lo que importa es que este fragmento de carta ha llegado a sus manos y que lo convierte en el emisor desde el mo- mento en que decide su divulgacion. Se habla de carta y de «relacién» porque su extensién y la prolijidad de cosas relatadas sobrepasan las normas de la escritura epistolar para convertirse en un fragmen- to de relacién cuya finalidad es dar cumplida cuenta a la Corona, inspiréndole compasién ante tamafios horrores para que asf pusiese remedios, Hay, no obstante, un hecho que la singulatiza frente al texto de la Brevisima, el que aparezcan gran cantidad de nombres y apellidos, algunos muy conocidos Juan de Am- pudia-, otros no tanto. En definitiva, y dados los hechos que trata, viene a ser una amyplificatio del élkimo capitulo de la Brevisinaa, «Del Nuevo Reino de Granada», puesto quea las hazafias de Sebastién de Belalcéizar, Juan de Ampudia y demés «tiranos» se refiere. Las calamidades contadas 1e- dundan en Jo relatado mil veces. Trinidad Barrera Notas 1. Cft, los datos ofrecidos en el libro de Miguel Le6n-Portilla La Alecha en el blanco, Francixao Tenamaztle y Bartolomé de las Casas en lucha por los derechos de los indigenas (1541-1556), México, Diana, 1995, 6 Invodaecién El Padre las Casas. Su doble personalidad, Madtid, 1963. . Los datos biogeificos mas completos estén en los estudios de Ma- rnucl Giménez. Fernindez, Bartolomé de las Casas I. Delegado de Cisneros para la reformacior de las Indias, Il. Capellén de Carlos 1, poblador de Cumand, 1953, 1960, y Breve biografia de Bartolomé de as Casas, 1966, Hemos tenido en cuenta también los miiples datos autobiogréficos procedentes de su Historia de lar Indias Hasta 1977 se pensaba que habia nacido en 1474, pero gracias a los estudios de H. R. Parish y H. E. Weidman. J, «La verdadera fecha del nacimiento de Las Casas», Estudios sobre politica indige nista espaiola en Ameériea, I, Valladolid, 1977, pp. 377-394, s€ revel6 que habia sido diez «ios después. La politica antiesclavista de In teina Isabel se remonta a 1477- 1478, cuando amenaz6 con castigos a quienes intentaran esclavi- zar a los nativos de las islss Canarias e igualmente combatié la politica eselavista de cara a América Es exr6neo y muy repetido que fue el primer sacerdote ordenado cen el Nuevo Mundo. Cfr, Parish (1992). ‘Llevabi el titulo de RepresentaciOn becha al Rey por ef elérigo Bar tolomé de las Casas, Se persis, Se le conoce a través de un resu men bajo el titulo de Nureve Memorial de Ine Agranins,y est refe rido s6lo a la isla de Cuba, Las Casas hace llegar a Cisneros dos memoriales més, los Remredios y las Denuncias. Mision y civilizacion en América, Madrid, Alambra, 1987. En 1612 Bernardo de Vargas Machuca, gobernador y capitin ge neral de la isla Margarita, recuerda esta desastrosa aventura en Apologiasy divcursos, escrita contra la Brevisina lascasiana, El intelectual caribeio José Antonio Saco conttibuyé con su re- lamo ala publicacion de la Fistora de las Indias, que atin petma: necia inédits avanzado el silo XIX. ‘Todorov (1987) opina que hacia 1550 se produce un cambio en la visién indigenista de Las Casas y en su manera de ver las prcticas religiosas de los indios, no ya en funcién de los principios catoli- cos sino mas bien como particular expresign de su contacto con In divinidad. La llama perspectivismo. La de Hernando Colon. En 1555 los espatioles de Pet ofrecen ayuda econémica al rey Felipe II, en graves apuros econémicos, a cambio de que pasara por alto las Leyes Nuevas y les concediera encomiendas, y ade- mas a perpetuidad. El rey, presionado, accede y Las Casas 3e enfrenta al monarca con memoriales y cartas que le hacen reca- pacitat 6 2B. 14, 16, 1 18. 19. 20. ai 2, 24, 2 Trinidad Barrera En estos tiltimos aos, 1559 a 1562, tuvo que presenciar el proce- so inquisitorial seguido contra su amigo Bartolomé de Carranza, en cuya defensa intervino sin éxito. Su trabajo resume con clariad el debate en el sigho xv El texto del requerimiento lo recoge Las Casas en el tomo TI de su Historia de las Indias, cap. LVUL La postura de los frales dominicos Tomas Ortiz y Domingo de BBetanzos, que consideraban a los indios incapaces de recibir la fe cristiana, no eta lo habitual. El primero, para quien los indios eran canibales, consigui, tras la masaere de Chichiriviche, la au- totizacién de 1525 que permitia la esclavitud. El segundo, con vencido de que eran inttiles las leyes de proteccién al indigena porque Dios los habia condenado, consigue que se revoque en 1534 la ley contra la esclavitud, Conocida como Demderates Segundo, fue eserita sobre 1547 y no publicada en su momento. El revuelo de las ideas ali contenidas hizo que como defensa de ella escribiese la Apologia, publicada cen Roma en 1550, Su concepto de la soberania es fruto de una posicién doctrinal avanzada del derecho de gentes En el intervalo, 1548, se habia mandado recoger su Confesionario debido a unas Reales Cédulas publicadas en la Nueva Espana. Se veta préximo el gobierno de Felipe TE; de hecho Carlos V ab- dica en su hijo en 1556, Dada la intervenci6n de Las Casas en la eseritura de los diatios colembinos, noes fortuto que Ia imagen del indio como ebuen salvaje» yla dela tierra como «paraiso tertenal» aparezcan en los diarios colombinos. ms Resulta interesante destacar el testimonio escrito de fray Marcos de Niza, en el capitulo dedicado al Perd, que Las Casas transcribe como apoyo documental inestimable. Otro texto al que aude es clextracto de carta al rey del obispo de Santa Marta de 1541 Con la misma naturalidad, Cabeza de Vaca en sus Nawfragios ex. plica una situacién simila. De especial crueldad resulta el método de tortura relatado en De la provincia de Nicaragua>, consistente en unas estacas plantadas ¢n unos hoyos que los atravesaban al cacrse. En «De la provincia de Nicaragua» se habla de que aquellos in dios fueron hetrados por esclavos. En «Del reino de Yucatén» cuenta que hubo quien ponia especial interés en prefiar (violar) ‘mujeres para que «vendiéndolas prefiadas por esclavas le diesen ‘mis precio de dinero por ellas». 64 Introduccion 26, Para Avalle-Arce (1961) la hipérbole resulta Kégica dace le dai dad moral (bien/mal) que conforma su discurso. Bataillon (1976) justifica dichas hipérboles por el diferente modo de apreciacién entre el sigho XVT el actual, mas riguroso 27. En 1565 el italiano Gitolamo Benzoni publiea su Historia del Nuevo Mundo y esté considerado, junto a Las Casas, como otto instigador de la leyenda negra por el cuadro relatado en sus pig nas. En manos de los protestantes esta obra se convierte en una jaya para atacar a Espaiia y el libro conoce amplia difusion a tra vés de traducciones europess. 28. La primera traduccidn holandesa es de 1578, y hasta 1664 se s- cedieron quince ediciones. La primera inglesa es dle 1583, y hasta el siglo xix se suceden cinco traducciones al inglés (fray Servando ‘Teresa de Mier publica en Londres una edicién en castellano en 1812). La primera francesa es de 1579, la famosa traduccion de Jacques de Miggrode publicada en Anvers (yrannies et cruautés ddes espagnols, perpéirées és Indes Occidentales, qu’on dit le Now vveati Monde), y hasta 1701 se suceden diez. La primera latina es por «con parecer», etc.). Se han desarrollado las abreviatu- ras y se han corregido algunas erratas del impresor muy habiruales en los textos de esa época, como la inversién del tipo u/n. U y vse trarscriben segiin su valor voeali- 1, Searin Isacio Pérex Fernandez, existe un manusctito de la Brevi ssima cn el Archivo Histérico de la provincia dominicana de Aragén, en Valencia, que es una redaccién anterior a la impresa por Las Ca- sas en 1552, Este manuscrito ha sido estudiado por él y Helen-Rand Parish en Studivma, 18 (1978) 67 “Trinidad Bareesa co 0 consonéntico y la q pasa ag, asf como la y pasa af Bibliografia selecta cuando corresponden, Se han normalizado la acentua- cién y la puntuacién y se ha respetado la oscilacién lin- gitistica del autor, asi como las variantes fonéticas de la Epoca. Ediciones de la Brevfsima a, Ediciones facsimilares 1924. Bartolomé de las Casas 0 Casaus, Coleccién de tratados 1552-1553, Biblioteca argentina de libros raros y curiosos, tomo III. Con advertencis de Emilio Ravignani, Buenos Ai res, Talleres Casa J. Peuses 1965. Tratados de Fray Bartolomé de las Casas, 2 vols. Prélogos de L. Hanke y M. Giménez Fernandez, México, FCE. 1977. 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Nublado. Variante de aneblar lat, nubilus. 75 Bartolomé de ss Casas (como quien todas bien visto habia), y causando a los oyentes con la relacion dellas una manera de éxtasi y sus- pensién de animos, fue rogado e importunado que des- tas postreras pusiese algunas con brevedad por escripto. Ello hizo, y viendo algunos afios después muchos insen- sibles hombres que la cobdicia y ambicién ha hecho de- generar del ser hombres, y sus facinorosas obras traido en reprobado sentido, que no contentos con las traicio- nes y maldades que han cometido, despoblando con ex- quisitas especies de crueldad aquel orbe, importunaban al rey por licencia y auctoridad para tornarlas a cometer y otas peores (si peores pudiesen ser), acordé presentar esta suma de la que cerca desto escrivié al Principe nues- tro sefior, para que Su Alteza fuese en que se les denega- se. Y pareciole cosa conveniente ponella en molde, por- que Su Alteza la leyese con mas facilidad. Y esta es la raz6n del siguiente Epitome, o brevisima relacién. Fin del argumento, 76 Prélogo del obispo don Fray Bartolomé de las Casas o Casaus para el muy alto y muy poderoso sefior el Principe de las Espafias Don Felipe, nuestro sefior Muy alto y muy poderoso sefior: Como la providencia divina tenga ordenado en su mun- do que para direccién y comin utilidad del linaje huma- no se constituyesen en los Reinos y pueblos, reyes, como padres y pastores (segiin los nombra Homero), y por consiguiente sean los mas nobles y generosos miembros de las repiblicas, ninguna dubda de la rectitud de sus dnimos reales se tiene, 0 con recta razén se debe tener, que si algunos defectos, nocumentos? y males se padecen en ellas, no ser otra la causa sino carecer los reyes de la noticia dellos. Los cuales, si les constasen, con sumo es- tudio y vigilante solercia’ extirparian. Esto parece habet dado a entender la divina escriptura en los proverbios de 2, Daiios, perjicios (latinismo). 3. Solvencia, habilidad. 7 Bartolomé de las Casas Salomén*: Rex gii sedet in solio indict, dissipat omne malum intuato suo. Porque de la innata y natural virtud del rey asi se supone (conviene a saber) que la noticia sola del mal de su reino es bastantisima, para que lo disi- pe, y que ni por un momento solo en cuanto en sf fuere Jo pueda suftis, Considerando, pues, yo (muy poderoso sefior), los ma- les y dafios, perdicién y jacturas® (de los cuales nunca otros iguales ni semejantes se imaginaron poderse pot hombres hacer) de aquellos tantos y tan grandes y tales reinos, y por mejor decir de aquel vastisimo y nuevo mundo de las Indias, concedidos y encomendados por Dios y por su Iglesia a los reyes de Castilla, para que se los rigiesen y gobemasen, convertiesen y prosperasen temporal y espiritualmente, como hombre que por cin- cuenta afios’ y mas de experiencia, siendo en aquellas tierras presente, los he visto cometer; que constindole a Vuestra Alteza algunas particulares hazafias dellos, no podria contenerse de suplicar a Su Majestad con instan- cia importuna que no conceda ni permita las que los ti- ranos inventaron, prosiguieron y han cometido, aman conquistas. En las cuales (si se permitiesen) han de tor- narse a hacer, pues de si mismas (hechas contra aquellas indianas gentes, pacificas, humildes y mansas que a na- die ofenden) son inicuas, titdnicas, y por toda ley natu- ral, divina y humana condenadas, detestadas y malditas; deliberé, por no ser reo, callando, de las perdiciones de 4, Prov. 20, 8: El rey que est sentado en el trono dela justicia, con su mirada disipa todo mal. 5. Quicbras, menoscabo, perjuicios (latinismo). 6. Las Casas habia pisado el Nuevo Mundo por primera vez en 1502, 78 ‘Breviima rlacién de la destruicin de as Indias fnimas y cuerpos infinitas que los tales pexpetrariin, po- net en molde algunas y muy pocas que los dias pasados colegi de innumerables que con verdad podria teferir, para que con més facilidad Vuestra Alteza las puegla leer. Y puesto que el arzobispo de Toledo’, maestro de Vuestra Alteza, siendo obispo de Cartagena, me las pidié y present6 a Vuestra Alteza, pero por los largos caminos de mar y de tierra que Vuestra Alteza ha emprendido, y cocupaciones frecuentes reales que ha tenido, puede ha- ber sido que, 0 Vuestra Alteza no las leyé, 0 que ya olvi- dadas las tiene, y el ansia temeraria ¢ irracional de los que tienen por nada indebidamente derramar tan in- mensa copia de humana sangre, y despoblar de sus natu- rales moradores y poseedores, matando mil cuentos* de gentes, aquellas tierras grandisimas, y robar incompara- bles tesoros: crece cada cia, importunando por diversas vias y varios fingidos colores? que se les concedan 0 per- mitan las dichas conquistas (las cuales no se les podrian conceder sin violacién de la ley natural y divina, y por consiguiente gravisimos pecados mortales, dignos de te- rribles y eternos suplicios), tuve por conveniente servir a Vuestra Alteza con este sumario brevisimo de muy disfu- sa histotia que de los estragos y perdiciones acaecidas se podria y deberia comporer. Suplico a Vuestra Alteza lo 7. Desde 1546 lo era Juan Martinez, Guijatro, también lamado Silt. ‘ceo (1486-1557). Fue obispo de Cartagena en 1540. 8, Término muy utilizado en esta relacién que se refiere a una unidad cde medida equivalente a un mil én. La expresi6n «mil cuentos» puede ser una frase genérica que mas que apuntar a una cifta exacta indique ‘una gran cantidad, La exageradén en Las Casas ha sido siempre abje- to de hipétesis variadas. 9, Pretest 79 Bartolomé de las Casas reciba y lea con la clemencia y real benignidad que suele las obras de sus criados y servidores que puramente, por s6lo el bien piblico y prosperidad del estado real, servir desean. Lo cual visto, y entendida la deformidad!" de la injusticia que a aquellas gentes inocentes se hace, destru- yéndolas y despedazandolas sin haber causa ni razén jus- ta para ello, sino por sola la cudicia y ambicién de los que hacer tan nefarias obras pretenden: Vuestra Alteza tenga por bien de con eficacia suplicar y persuadir a Su Majestad que deniegue a quien las pidiere tan nocivas y detestables empresas, antes ponga en esta demanda in- fernal perpetuo silencio con tanto terror, que ninguno sea osado dende adelante ni aun solamente se las nom- brat Cosa es ésta, muy alto sefior, convenientisima y necesa- ria para que todo el estado de la corona real de Castilla, espiritual y temporalmente Dios lo prospere y conserve y haga bienaventurado, Amén, 10. Desproporcién, Brevisima relacién de la destruicién de las Indias Descubtiéronse las Indias en el aio de mil y cuatrocientos y noventa y dos. Fuéronse a poblar el afio siguiente de cristianos espafioles, por manera que ha cuarenta y nueve afios que fueron a ellas cantidad de espafioles, yla primera tierra donde entraton para hecho de poblar fue la grande y felicfsima isla Espafiola", que tiene seiscientas leguas en toro. Hay otras muy grandes e infinitas islas alrededor por todas las partes della, que todas estaban y las vimos las més pobladas y Ienas de naturales gentes, indios dellas, que puede ser tierra poblada en el mundo, La Tierra Fir ime, que esté de esta isla por lo més cercano doscientas y cincuenta leguas pocas mis, tiene de costa de mar més de diez mil leguas descubiertas, y cada dia se descubren més, todas llenas como una colmena de gentes, en lo que hasta 11. Haiti. Hoy la parte occidental de ln isla. 81 Bartolomé de las Casas el afio de cuarenta y uno se ha descubierto, que parece que puso Dios en aquellas tierras todo el golpe o la mayor cantidad de todo el linaje humano. Todas estas universas e infinitas gentes @ toto genero!? crié Dios los mas simples, sin maldades ni dobleces, obe- dientisimas, fidelisimas a sus sefiores naturales y a los ctistianos a quien sirven; mas humildes, més pacientes, més pacificas y quietas, sin rencillas ni bollicios, no rijo- 0s, no querulosos, sin rancores, sin odios, sin desear venganzas que hay en el mundo. Son asi mesmo las gen- tes mas delicadas, flacas y tietnas en complision" y que menos pueden suftir trabajos, y que més facilmente mueten de cualquiera enfermedad, que ni hijos de prin- cipes y sefiores entre nosotros criados en regalos y deli- cada vida, no son mas delicados que ellos, aunque sean de los que entre ellos son de linaje de labradores. Son también gentes paupérrimas y que menos poseen ni quieren poseer de bienes temporales, y pot esto no so- berbias, no ambiciosas, no cubdiciosas. Su comida es tal que la de los sanctos padres en el desierto no parece ha- ber sido més estrecha ni menos deleitosa ni pobre. Sus vestidos cominmente son en cueros, cubiertas sus ver- gitenzas, y cuando mucho céibrense con una manta de algodén, que sera como vara y media o dos vatas de lien- zo en cuadta, Sus camas son encima de una estera, y cuando mucho duermen en unas como redes colgadas, que en lengua de la isla Espafiola llamaban hamacas. Son 12, Probablemente a toto genere, de todas las raza. 13. Querellosos. 14, Complesién, 82 BD Brevisima selacién dela destricn de las Indias eso mesmo de limpios y desocupados y vivos entendi- mientos: muy capaces y déciles para toda buena doctrina, aptisimos para recebir nuestra sancta fe catdlica y ser do- tados de virtuosas costumbres, y las que menos ignpedi- mentos tienen para esto que Dios crié en el mundo. Y son tan importunas, desque una vez comienzan a tener noticia de las cosas de la fe, para saberlas, y en ejercitar los sacra- mentos de la Iglesia y el culto divino, que digo verdad que han menester los religiosos, para suftillos, ser dotados por Dios de don muy sefialado de paciencia; y finalmente yo he ofdo decir a muchos seglares espafioles de muchos afios acd y muchas veces, no pudiendo negar la bondad que en ellos veen: «Cierto, estas gentes eran las mas bien aventuradas del mundo, si solamente conocieran a Dios». En estas ovejas mansas y de las calidades susodichas por su Hacedor y Criador asi dotadas, entraron los espafioles desde luego que las conocieron como lobes y tigres y leo- nes crudelisimos de muchos dias hambrientos. Y otra cosa no han hecho de cuarenta afios a esta parte, hasta hoy, y hoy en este dia lo hacen, sino despedazallas, mata- Ilas, angustiallas, aligillas, atormentallas y destruillas por Jas estrafias y nuevas y varias y nunca otras tales vistas ni leidas ni oidas manetas de crueldad, de las cuales algunas pocas abajo se dirdn en tanto grado, que habiendo en la isla Espafiola sobre tres cuentos de énimas que vimos, no hay hoy de Jos naturales della doscientas personas, La isla de Cuba es cuasi tan luenga como desde Valladolid a 15, No exageraba demasiado sise tiene en cuenta que, sean Cook y Borah, Ensayos sobre historia de la poblacitn. México y Caribe, | 1977, se estimaba que en 1496 la poblacién rondaba los 3.700.000 habitantes 83 Bartolomé de las Casas Roma, esté hoy cuasi toda despoblada. La isla de Sant Juan'® y Ja de Jamaica, islas muy grandes y muy felices y graciosas, ambas estan asoladas, Las islas de los Lucayos, que estan comarcanas a la Espafiola y a Cuba por la par- te del Norte, que son més de sesenta con las que llama- ban de Gigantes y otras islas grandes y chicas”, y que la peor dellas es mis fértil y graciosa que la huerta del Rey, de Sevilla, y Ia mas sana tierra del mundo, en las cuales habia mas de quinientas mil énimas, no hay hoy una sola criatura, Todas las mataron trayéndolas y por traellas ala isla Espafiola, después que vefan que se les acababan los naturales della, Andando un navio tres aiios a rebuscar por ellas la gente que habia, después de haber sido ven- dimiadas, porque un buen cristiano!” se movié por pie- dad para los que se hallasen convertitlos y ganallos a Cristo, no se hallaron sino once personas, ias cuales yo vide, Otras mas de treinta islas que estan en comarca de Ia isla de Sant Juan, por la mesma causa estin despobla- das y perdidas, Serén todas estas islas de tierta més de dos mil leguas, que todas estin despobladas y desiertas de gente Dela gran Tierra Firme somos ciertos que nuestros es- pafioles, por sus crueldades y nefandas obras, han des- poblado y asolado y que estan hoy desiertas, estando lle- nas de hombres racionales, mas de die reinos mayotes que toda Espafia, aunque entre Aragon y Portugal en 16, Puerto Rico. 17. Archipiélago de las Bahamas, 18, Conocida hoy como los Jardines de la Bubaira, de origen irabe 19, Pedro de Isla, primero mercader y mis tarde fraile franciseano. Relata este episodio en la Historia de las Indias, libro I, eap. 45. 84 Beevisma relacin dela destruicin de las Indias ellos, y més tierra que hay de Sevilla a Jerusalén dos ve- ces, que son mas de dos mil leguas. Daremos por cuenta may cierta y verdadera que son muertas en los dichos cuarenta afios, por las dichgs tira- nias e infernales obras de los cristianos, injusta y tiranica- mente, més de doce cuentos de animas, hombres y muje- res y nifios; y en verdad que creo, sin pensar engaiiarme, gue son mas de quince cusntos. Dos maneras generales y principales han tenido los que alld han pasado que se llaman cristianos, en estirpar y taer de la haz de la tierra a aquellas miserandas nacio- nes. La una por injustas, crucles, sangrientas y tirénicas guerras. La otra, después que han muerto todos los que podrian anhelar o sospirar o pensar en libertad, 0 en salir de los tormentos que padecen, como son todos los seiio- res naturales y los hombres varones (porque cominmen- te no dejan en las guerras a vida sino los mozos y muje~ res), oprimiéndolos con la mas dura, horrible y éspera servidumbre en que jamas hombres ni bestias pudieron ser puestas. A estas dos maneras de tiranta infernal se re- ducen y se resuelven o subalternan como a géneros, to- das las otras diversas y varias de asolar aquellas gentes, que son infinitas. La causa porque han muerto y destruido tantas y ta- les y tan infinito niimero de dnimas los cristianos, ha sido solamente por tener por su fin tltimo el oro y hen- chirse de tiquezas en muy breves dias, y subir a estados muy altos y sin proporcién de sus personas (conviene a saber) por la insaciable cudicia y ambicién que han te- nido, que ha sido mayor que en el mundo ser pudo, por ser aquellas tierras tan felices y tan ricas, y las gentes 85 Bartolomé de hs Cases tan humildes, tan pacientes y tan féciles a subjectarlas, a las cuales no han tenido mas respecto, ni dellas han hecho mas cuenta ni estima (hablo con verdad por lo que sé he visto todo el dicho tiempo), no digo que de bestias (porque pluguiera a Dios que como a bestias las hobieran tractado y estimado), pero como y menos que estiércol de las plazas. Y asi han cutado de sus vidas y de sus dnimas, y por esto todos los ntimeros y cuentos dichos han muerto sin fe y sin sacramentos. Y ésta es una muy notoria y averiguada verdad, que todos, aun- que sean los tiranos y matadores, Ia saben y la confie- san: que nunca los indios de todas las Indias hicieron ‘mal alguno a cristianos, antes los tuvieron por venidos del cielo®, hasta que, primero, muchas veces hobieron recebido ellos o sus vecinos muchos males, robos, muertes, violencias y vejaciones dellos mesmos. De la isla Espafiola En la isla Espafola, que fue la primera, como dijimos, donde entraron cristianos y comenzaron los grandes es- tragos y perdiciones destas gentes y que primero destru- yeron y despoblaron, comenzando los cristianos @ tomar las mujeres ¢ hijos a los indios para servitse y para usar mal dellos, y comerles sus comidas que de sus sudores y trabajos salfan, no contenténdose con lo que los indios les daban de su grado, conforme a la facultad que cada uno tenia, que siempre es poca, porque no suelen tener 20. Asi se alude repetidas veces en los diatios colombinos. 86 Brevisima relacin de a destruc ce las Indias nds de lo que ordinariamente han menester y hacen con poco trabajo, y lo que basta para tres casas de a diez per- sonas cada una para un mes, come un cristiano y destru- ye en un dia, y otras muchas fuerzas y violencias,y veja- ciones que les hacian, comenzaron a entender los indios que aquellos hombres no debfan de haber venido del cielo; y algunos escondiaa sus comidas, otros sus muje- res ¢ hijos, otros hufanse a los montes por apartarse de gente de tan dura y terrible conversacién, Los cristianos dabanles de bofetadas y puiiadas y de palos, hasta poner las manos en los sefiores de los pueblos, ¥ legé esto a tanta temeridad y desvergiienza que al mayor rey, sefior de toda la isla”, un capitin cristiano le violé por fuerza su propia mujer. De aqui comenzaron los indios a buscar maneras pata echat los cristianos de sus tierras: pusié- ronse en armas, que son arto flacas y de poca ofensién y resistencia y menos defensa (por lo cual todas sus gue- tas son poco més que acd juegos de cafias y aun de ni- fos); los ctistianos, con sus caballos y espadas y lanzas, comienzan a hacer matanzas y crueldades estraiias en ellos®. Entraban en los puebles, ni dejaban nifios ni viejos, ni mujeres prefiadas ni paridas que no desbarrigaban y ha- cian pedazos, como si dieran en unos corderos metidos en sus apriscos. Hacian apuestas sobre quién de una cu- chillada abrfa el hombre por medio, 0 le cortaba la cabe- za de un piquete, o le descubria las entrafias. Tomaban 21, Probablemente sea el cacique Guacanagari 0 algiin pariente proximo (Historia 1,57) 22. Episodios relatados en Historia, I, 8-10. 87 Bartolomé de las Casas las criaturas de las tetas de las madres por las piemnas, y daban de cabeza con ellas en las pefias. Otros daban con cllas en rios por las espaldas, riendo y burlando, y cayen- do en el agua decian: «bullis®, cuerpo de tab»; otras ctia- turas metian a espada con las madres juntamente, y to- dos cuantos delante de si hallaban, Hacian unas horcas largas que juntasen casi los pies a la tierra, y de trece en trece, a honor y reverencia de Nuestro Redemptor y de los doce apéstoles, poniéndoles lefia y fuego los quema- ban vivos. Otros ataban 0 liaban todo el cuerpo de paja seca: pegindoles fuego, asi los quemaban, Otros, y todos los que querian tomar a vida, cortabanles ambas manos y dellas llevaban colgando, y decfanles: «Andad con cat- tas», conviene a saber, lleva las nuevas a las gentes que estaban huidas por los montes, Comiinmente mataban a los seffores y nobles desta manera: que hacfan unas patti- llas de varas sobre horquetas y atébanlos en ellas y po- nianles por debajo fuego manso, para que poco a poco, dando alaridos en aquellos tormentos, desesperados, se les salian las énimas. Una vez vide que teniendo en las partillas quemandose cuatro 0 cinco principales y sefiores (y aun pienso que habia dos o tres pares de parrillas donde quemaban otros), y porque daban muy grandes gritos y daban pena al capitan o le impedian el suefio, mand6 que los ahoga- sen; yl alguazil, que era peor que verdugo, que los que- maba (y sé cémo se llamaba y aun sus parientes conoct en Sevilla), no quiso ahogarlos, antes les meti6é con sus manos palos en las bocas para que no sonasen, y atizoles 23. Zambullir (Covarrubias). 88. Brovisima relacin de la destruicién de las Indias 1 fuego hasta que se asaron de[e}spacio como él querfa. Yo vide todas las cosas arriba dichas y muchas otras infi- nitas. Y porque toda la gente que huir podia se encetra- ba en Jos montes y subia a las sierras buyendo de hom- bres tan inhumanos, tan sin piedad y tan feroces bestias, cextitpadores y capitales enemigos del linaje humano, en- sefiaron y amaestraron lebreles, petros bravisimos que en viendo un indio lo hacian pedazos en un credo, y me~ jor arremerian a él y lo comian que si fuera un puerco. Estos perros hicieron grandes estragos y catnecerias. Y porque algunas veces, raras y pocas, mataban los indios algunos cristianos con justa raz6n y santa justicia, hicie- ron ley entre sf que por un cristiano que los indios mata- sen habian los cristianos de matar cien indios™, Los reinos que habia en la isla Espafiola Habia en esta isla Espafiola cinco reinos muy grandes principales y cinco reyes muy poderosos, a los cuales cuasi obedecian todos los otros sefiores, que eran sin né- mero, puesto que algunos sefiores de algunas apartadas provincias no reconocian superior dellos alguno, El un reino se llamaba Magué, la altima silaba aguda, que quiere decir el reino de la Vega. Esta vega es de las mas insignes y admirables cesas del mundo, porque dura ochenta leguas de la Mar del Sur ala del Norte. Tiene de ancho cinco leguas y ocho, hasta diez, y tierras altisimas 24. Historia 1, 102. 25. Alnorte de la isla, al sur de Santiago. 89 Bartolomé de as Cases de una parte y de otra, Entran en ella sobre treinta mil rfos y arroyos, entre los cuales son los doce tan grandes como Ebro y Duero y Guadalquivir; y todos los rios que vienen de la una sierra que esta al poniente, que son veinte y veinte y cinco mil, son riquisimos de oro. En la cual sierra o sierras se contiene la provincia de Cibao, donde se dizen las minas de Cibao, de donde sale aquel sefialado y subido en quilates oro que por aca tiene gran fama, El rey y sefior deste reino se llamaba Guarionex**, tenia sefiores tan grandes por vasallos, que juntaba uno dellos diez y seis mil hombres de pelea para servir a Gua- rionex, y yo conoci a algunos dellos. Este rey Guarionex era muy obediente y virtuoso, y naturalmente pacifico y devoto a los reyes de Castilla; y dio ciertos afios, su gen- te, por su mandado, cada persona que tenia casa, lo gtie- co de un cascabel lleno de oro, y después, no pudiendo henchirlo, se lo cortaron por medio y dio lena aquella mitad porque los indios de aquella isia tenfan muy poca © ninguna industria?’ de coger o sacar el oro de las mi- nas, Decia y oftecfase este cacique a servir al rey de Cas- tilla con hacer una labranza que llegase desde la Isabe- a2, que fue la primera poblacién de los cristianos, hasta la ciudad de Sancto Domingo, que son grandes cincuen- ta leguas, porque no le pidiesen oro, porque decfa y con verdad, que no lo sabfan coger sus vasallos. La labranza que decia que harfa, sé yo que la podia hacer y con gran alegria, y que valiera més al rey cada afo de tres cuentos 26, Historia, 1, 118 21, Maia o destreza, 28, Situada al norte della isla, se abandoné con la fundacién de Santo Domingo. Brevisima relacién dela destruicin de las Indias de castellanos, y aun fuera tal que causara esta labranza haber en la isla hoy més de cincuenta ciudades tan gran- des como Sevilla. El pago que dieron a este rey y sefior tan bueng y tan grande fue deshonrallo por la mujer, violandosela un ca- pitén mal cristiano”, El, que pudiera aguardar tiempo y juntar de su gente para vengarse, acordé de irse y escon- derse sola su persona y rorir desterrado de su reino y estado a una provincia que se decia de los Ciguayos, donde era un gran sefior su vasallo, Desde que lo halla- ron menos los cristianos, no se les pudo encubrir: van y hacen guerra al sefior que lo tenfa’t, donde hicieron grandes matanzas, hasta que en fin lo hobieron de hallar y prender, y preso con cadenas y grillos, lo metieron en luna nao para traerlo a Castilla. La cual se perdié en la mar, y con él se ahogaron muchos cristianos y gran cantidad de oro, entre lo cual perecié el grano grande que era como una hogaza y pesaba tres mil y seiscientos castellanos, por hacer Dios venganza de tan grandes sin- justicias E] otro reino se decia del Marién, donde agora es el Puerto Real, al cabo de la Vega hacia el Norte, y mas grande que el reino de Portugal, aunque cierto harto més felice y digno de ser 90blado, y de muchas y gran- des sierras y minas de oro y cobre muy rico, cuyo rey se 29, Moneda equivalente a 480 maravedies. 30. Franciso Roldan, que se alz6 contra Cristébal Colén y sus herma- nos en 1497-1499: Historia, I, 118 31, Mayobanex o Mayomanex: Historia 1,120. 32. Historia I, 121. En ese nautagio de 1502 se perdieron las pruc- bas contra Colén y sus hermanos. ou Bartolomé de las Casas Iamaba Guacanagari, tltima aguda”, debajo del cual habia muchos y muy grandes sefiores, de los cuales yo vide y conoci muchos, y a la tierra déste fue primero a parar el Almirante viejo“ que descubrié las Indias. Al cual recibi la primera vez el dicho Guacanagari, cuan- do descubrié la isla, con tanta humanidad y caridad, y a todos los ctistianos que con él iban, y les hizo tan sua- ve y gracioso recibimiento y socorto y aviamiento (per- diéndosele alli aun la nao en que iba el Almirante”), que en su misma pattia y de sus mismos padres no lo pudiera recebir mejor. Esto sé por relacién y palabras del mismo Almirante. Este rey murié huyendo de las matanzas y crucldades de los cristianos, destruido y ptivado de su estado, por los montes perdido™. ‘Todos los otros sefiores sibditos suyos murieson en la tirania yservidumbre que abajo sera dicha. El tercero reino y sefiorio fue Ja Maguana, tierra tam- bién admirable, sanisima y fertilisima, donde agora se hace la mejor azdicar de aquella isla. El rey dél se Hams Caonabo. Este, en esfuerzo y estado y gravedad, y cerimo- nias de su servicio, excedié a todos los otros. A éste pren- dieron con una gran sutileza y maldad, estando seguro en su casa*7. Metiéronlo después en un navio para traello a Castilla, y estando en el puerto seis navios para se partir, 33. Preocupacién lingiifstica que se observa mas de una vera lo largo del texto, prueba de su deseo de fidelidad a una lengua diferente. 34, Asillama Las Casas a Crist6bal Colén para distinguitlo de su hij. 39. Historia, 1,59. 36. La historia lo hace responsable de Ia matanza de treinta y ocho espafioles retenidos en el fuerte Navidad. Guacanagari se defiende de dicha acusacién ante Colén (Historia, T, 52). 37, Historia 1,52. 9 Brovisme relacdi dela desteuicin de las Indias quiso Dios mostrar ser aquella con las otras grande iniqui- dad ¢ injusticia, y envié aquella noche una tormenta que hundis todos los navios y ahogé todos los cristianos que en ellos estaban, donde muti el dicho Caonabo cargado de cadenas y grills. Tenia este sefior tres 0 cuatro hermanos muy varoniles y esforzados como él; vista la prisién tan in- justa de su hermano y sefios, y las destruiciones y matanzas que los cristianos en los otros reinos hacfan, especialmente esque supieron que el rey su hermano era muerto, pusié- ronse en armas para ir a cometer y vengarse de los cristia- nos. Van los cristianos a ellos con cientos de caballo (que es la més pemiciosa arma que puede ser para entre indios), y hacen tantos estragos y matanzas que asolaron y despobla- ron la mitad de todo aquel reino. El cuarto reino es el que se llamé de Xaragua. Este era como el meollo 0 médulao como la corte de toda aquella isla; excedia en la lengua y habla set més polida, en la po- licfa y ctianza més ordenada y compuesta, en la muche- dumbre de la nobleza y generosidad, porque habia mu- chos yen gran cantidad sefiores y nobles, y en Ja lindeza y hermosura de toda la gente, a todos los otros. El rey y sefior dél se llamaba Behechio; tenfa una hermana que se lamaba Anacaona™, Estos dos hermanos hicieron gran- des servicios a los reyes de Castilla e inmensos beneficios alos cristianos, librandolos de muchos peligros de muer- te; y después de muerto el rey Behechio quedé en el rei- no por sefiora Anacaona, Aqui lleg6 una vez el goberna- dor que gobernaba esta isla”, con sesenta de caballo y 38, Historia, Il, 9 39. Nicolés de Ovando. 93 Bartolomé de las Casas mas trescientos peones, que los de caballo solos basta- ban para asolar a toda la isla y la Tierra Firme; y legaron- se mas de trescientos sefiores a su lamado seguros, de los cuales hizo meter dentro de una casa de paja muy grande los més sefiores por engafio, y metidos les mand6 poner fuego y los quemaron vivos. A todos los otros alancearon y metieron a espada con infinita gente, y a la sefiora Anacaona, por hacelle honra, ahorcaron. Y acae- cia algunos cristianos, 0 por piedad o por cudicia, tomar algunos nifios para mampatallos no los matasen, y po- nianlos a las ancas de los caballos; venia otro espafiol por detras y pasabalos con su lanza. Otro, siestaba el nifio en el suelo, le cortaban las piernas con el espada, Alguna gente que pudo huir desta tan inhumana crueldad pa- séronse a una isla pequeiia" que esté cerca de allf ocho Jeguas en la mar, y el dicho gobernador condené a todos estos que allise pasaron que fuesen esclavos, porque hu- yeron de la camnicerfa. El quinto reino se lamaba Higuey, y sefioredbalo una reina vieja que se llamé Higuanama''. A ésta ahorcaron, y fueron infinitas las gentes que yo vide quemar vivas y despedazar y atormentar por diversas y nuevas maneras de muertes y tormentos, y hacer esclavos todos los que a vida tomaron. Y porque son tantas las particularidades que en estas matanzas y perdiciones de aquellas gentes ha habido, que en mucha escriptura no podrian caber (porque en verdad que creo que por mucho que dijese no pueda explicar de mil partes una), s6lo quiero en los 40. Guanabo. 41. Historia 1, 8. 94 Brevisimarelaeién de In destuicién de las Indias de las guerras susodichas concluir con decir y afirmar que, en Dios y en mi conciencia, que tengo por cierto que para hacer todas las injusticias y maldades dichas, y las otras que dejo y podria decir, no dieron més causa los indios ni tuvieron mas culpa que podrian dar o tener un convento de buenos y concertados religiosos, para roballos y mata- Ilos, y los que de la muerte quedasen vivos, ponerlos en perpetuo captiverio y servidumbre de esclavos. Y mas afirmo, que hasta que todks las muchedumbres de gentes de aquella isla fueron muertas y asoladas, que pueda yo creer y conjecturar, no cometieron contra los cristianos un solo pecado mortal que fuese punible por hombres; y los que solamente son reservados a Dios, como son los deseos de venganza, odio y rancor que podfan tener aquellas gen- tes contra tan capitales enemigos como les fueron los cris- tianos, éstos creo que cayeron en muy pocas personas de Jos indios, y eran poco mas impetuosos y rigurosos, por la mucha experiencia que dellos tengo, que de nifios 0 mu- chachos de diez 0 doce afios. Y sé por cierta ¢ infalible ciencia que los indios tuvieron siempre justisima guerra contra los cristianos, y los cristianos una ni ninguna nunca tuvieron justa contra los indios, antes fueron todas diabé- licas ¢ injustisimas, y mucho mas que de ningtin tirano se puede decir del mundo, Y lo mismo afirmo de cuantas han hecho en todas las Indias. Después de acabadas las guerras y muertes en ellas, to- dos los hombres, quedando comiinmente los mancebos y mujeres y nifios, repartiéronlos entre si, dando @ uno treinta, a otro cuarenta, a otro ciento y doscientos (segtin Ta gracia que cada uno alcanzaba con el tirano mayor que decian gobernador). Y asi repartidos a cada cristiano, 95 Bartolomé de las Casas dabanselos con esta color: que los ensefiase en las cosas de la fe catélica, siendo cominmente todos ellos idiotas yhombres crueles, avarisimos y viciosos, haciéndolos cu- ras de dnimas. Y la cura, 0 cuidado que dellos tuvieron, fue enviar los hombres a las minas a sacar oro, que es tra- bajo intolerable, y las mujeres ponfan en las estancias, que son granjas, a cavar las labranzas y cultivar la tierra: trabajo para hombres muy fuertes y recios. No daban a Jos unos ni a las otras de comer sino yerbas y cosas que no tenian sustancia, Secabaseles la leche de las tetas a las mujeres paridas, y asi murieron en breve todas las criatu- ras, Y por estar los marides apartados, que nunca vian a las mujeres, ces6 entre ellos Ia generacién. Murieron ellos en las minas de trabajos y hambre, y ellas en las es- tancias 0 granjas de lo mesmo, y asi se acabaron tantas y tales multitidines de gentes de aquella isla, y asi se pu- diera haber acabado todas las del mundo. Decir las car- ‘gas que les echaban de tres y cuatro arrobas, y los lleva- ban ciento y doscientas leguas. Y los mesmos ctistianos se hacfan Ievar en hamacas, que son como redes, a cues- tas de los indios, porque siempre usaron dellos como de bestias para cargas. Tenfan mataduras en los hombros y espaldas, de las cargas, como muy matadas bestias. Decir asi mesmo los azotes, palos, bofetadas, pufiadas, maldi- ciones, y ottos mil géneros de tormentos que en los tra- bajos les daban, en verdad que en mucho tiempo ni pa- pel no se pudiese decir y que fuese para espantar los hombres. Y es de notar que la perdicién destas islas y tierras se comenzaron a perder y destruir desde que alld se supo la muerte de la serenisima reina dofia Isabel, que fue el afio 96 BT Brevisime relacién dela destricién dela Indias de mil y quinientos y cuatro, porque hasta entonces sélo en esta isla se habjan destruido algunas provincias por guerras injustas, pero no del todo. Y éstas por la mayor parte y cuasi todas se le encubrieron a la reina. Porque la reina, que haya santa gloria, tenia grandisimo cuidado y admirable celo a la salvac:én y prosperidad de aquellas gentes, como sabemos los que lo vimos y palpamos con nuestros ojos y manos, los ejemplos desto®. Deébese notar otra regla en esto: que en todas las partes de las Indias donde han ido y pasado cristianos, siempre hicieron en los indios todas las crueldades susodichas y matanzas y tiranias y opresiones abominables en aquellas inocentes gentes; y ailidfan muchas mas y mayores y mas nuevas maneras de tormentos, y més crueles siempre fueron, porque los dejaba Dios més de golpe caer y de- rrocarse en reprobado juicio o sentimiento. De las dos islas de Sant Juan y Jamaica Pasaron a la isla de Sant Juan y a la de Jamaica (que etan tunas huertas y unas colmeaas) el afio de mil y quinientos y nueve los espafioles, con el fin y propésito que fueron a La Espafiola®. Los cuales hicieron y cometieron los grandes insultos y pecados susodichos, y afidieron mu- chas sefialadas y grandisimas crueldades mas, matando y 42, Alusién a las cléusulas del testamento de Isabel la Catdlica, preocupada por la salvacién y el buen trato al indio, Historia, I, 12-14. 43. La expedicién de Juan Ponce de Leén a Puerto Rico y la de Juan Esquivel a Jamaica, Historia, II, 46, 55, 52 y 56. 97 Bartolomé de lat Casas quemando y asando y echando a pertos bravos", y des- pués oprimiendo y atormentando y vejando en las minas y en los otros trabajos, hasta consumir y acabar todos aquellos infelices inocentes: que habia en las dichas dos islas més de seiscientas mil animas, y creo que més de un cuento, y no hay hoy en cada una doscientas personas, todas perecidas sin fe y sin sacramentos, De la isla de Cuba El aio de mil y quinientos y once pasaron a la isla de Cuba®, que es como dije tan luenga como de Valladolid a Roma (donde habia grandes provincias de gentes), co- menzaron y acabaron de las maneras susodichas y mu- cho mas y mas cruelmente. Aqui acaecieron cosas muy sefialadas. Un cacique y seiior muy principal, que por nombte tenia Hatuey, que se habia pasado de la isla Es- pafiola a Cuba con mucha de su gente, por huir de las calamidades e inhumanas obras de los cristianos, y estan- do en aquella isla de Cuba, y dandole nuevas ciertos in- dios que pasaban a ella los cristianos, ayunté mucha 0 toda su gente y dijoles: «Ya sabéis cémo se dice que los cristianos pasan aca, y tenéis experiencia cuales han pa- tado a los sefiores fulano y fulano y fulano; y aquellas gentes de Haiti (ques la Espafiola) lo mesmo vienen a ha- cer aca, ¢Sabéis quizd por qué lo hacen?». Dijeron: «No, sino porque son de su natura crueles y malos». Dice él: 44, Jauria de perros entrenada para masacrar alo indios. Historia, , 5. 45, Expedicién de Diego Velasquez. Historia, HI, 20 a 25 98 Brevisima relacién dela destruicién de las Indias «No lo hacen por sélo ese, sino porque tienen un dios a quien ellos adoran y quieren mucho, y por habello de nosotros para lo adorat, nos trabajan de sojuzgar y nos matan». Tenia cabe si una cestilla llena de oro en joyas y dijo: «Veis aqui el dios de los ctistianos hagémosle si os parece areitos (que son bailes y danzas) y quiza le agra- daremos y les mandara que no nos hagan maby. Dijeron todos a voces: «Bien es, bien es». Bailéronle delante has- ta que todos se cansaron, y después dice el sefior Hatuey: «Mira, comoquiera que sea, si lo guardamos, pata sacat- noslo al fin nos han de matar: echémoslo en este tio». Todos votaron que asi se hiciese, y asi Jo echaron, en un rio grande que alli estaba® Este cacique y sefior anduvo siempre huyendo de los cristianos desde que legaron a aquella isla de Cuba, como quien los conocia, y defendiase cuando los topaba, yal fin lo prendieron. Y sélo porque hufa de gente tan inicua y cruel, y se defendia de quien lo queria matar, y optimir hasta la muerte asi y a toda su gente y genera- cién, Jo hobieron vivo de quemar. Atado al palo deciale un religioso de Sant Francisco, santo varén que alli esta- ba, algunas cosas de Dios y de nuestra fe, el cual nunca las habia jamais ofdo, lo que podia bastar aquel poquillo tiempo que los verdugos le daban, y que si quetfa creer aquello que le decfa, que iria al cielo, donde habia gloria y eterno descanso, y sine, que habia de ir al infierno a padecer perpetuos tormentos y penas. El, pensando un poco, pregunt6 al religioso si iban cristianos al cielo. El religioso le respondi6 que si, pero que iban los que eran 46, Historia, WI, 21, Bartolomé de lat Casas buenos. Dijo Inego el cacique sin més pensar, que no queria él ir all sino al infierno, por no estar donde estu- viesen y por no ver tan cruel gente”. Esta es la fama y honta que Dios y nuestra fe ha ganado con los cristianos que han ido a las Indias. Una vez, saliéndonos a recebir con mantenimientos y regalos diez leguas de un gran pueblo, y llegados allé nos dieron gran cantidad de pescado y pan y comida con todo lo que més pudieron. Sibbitamente se les revistié el diablo a los ctistianos, y meten a cuchillo en mi presencia (sin motivo ni causa que tuviesen) més de tres mil énimas que estaban sentados delante de nosotros, hombres y mujeres y nifios. Alli vide tan grandes crueldades que ‘nunca los vivos tal vieron ni pensaron ver. Otra vez, desde a pocos dias, envié yo mensajeros, ase- gurando que no temiesen, a todos los sefiores de la pro- vincia de La Habana, porque tenfan por ofdas de mi cré- dito, que no se ausentasen, sino que nos saliesen a recebir, que no se les harfa mal ninguno, porque de las matanzas pasadas estaba toda la tierra asombrada, y esto hice con parecer del capitan’; y legados a la provincia, saliéronnos a recebir veinte y un sefiores y caciques, y Juego los prendié el capitin, quebrantando el seguro que yo les habia dado y los querfa quemar vivos otro dia, di- ciendo que era bien porque aquellos sefiores algin tiem- po habfan de hacer algiin mal, Videme en muy gran tra- bajo quitallos de la hoguera, pero al fin se escaparon. 47. Historia, I, 25. 48. Matanza de Caonao, 1512, Historia, I, 29 y 30. 49. Panfilo de Narviez, 100 Brevisima relaciin dela destruicién de las Incline Después de que todos los indios de la tierra desta isla fueron puestos en a servidumbre y calamidad de los de La Espafiola, viéndose morir y perecer sin remedio to- dos, comenzaron unos a huir a los montes, otros,a ahor carse de desesperados, y ahorcébanse maridos y muje- res, y consigo ahorcabar: los hijos. Y por las crueldades de un espafiol muy tirano (que yo conoci), se ahorcaron mis de doscientos indios. Perecié desta manera infinita gente”, Oficial del rey hobo en esta isla que le dieron de repar- timiento trescientos indios, y a cabo de tres meses habia muerto en los trabajos de las minas los doscientos y se- tenta, que no le quedaron de todos sino treinta, que fue el diezmo. Después le dieron otros tantos y mis, y tam- bién los mat6, y dabanle y més mataba, hasta que se mu- 16, y el diablo le llevé el alma. En tres o cuatro meses, estando yo presente, murie- ron de hambre, por lIlevalles los padres y las madres a las minas, més de siete mil nifios*!. Otras cosas vide es- pantables. Después acordaron de it a montear los indios que esta- ban por los montes, donde hicieron estragos admira- bles®, y asi asolaron y despoblaron toda aquella isla, la cual vimos agora poco ha y es una gran léstima y compa- sion verla yermada y hecha toda una soledad. 50, Historia, Il, 82. 51. Historia, IT, 78 y 84 52, Sobre estos tiltimos estragos relatados, Historia, II, 74, 78 y 82. 101 Bartolomé de las Cases De la Tierra Firme® El afio de mil y quinientos y catorce pasé a la Tierra Firme un infelice gobemador*, crudelisimo tirano, sin alguna piedad ni aun prudencia, como un instrumento del furor divino, muy de propésito para poblar en aquella tierra con mucha gente de espafioles. Y aunque algunos tiranos habian ido a la Tierra Firme y habian robado y matado y escandalizado mucha gente, pero habia sido a la costa de la mar, salteando y robando lo que podian’, Mas éste excedié a todos los otros que antes dél habian ido, y a los de todas las islas, y sus he- chos nefarios a todas las abominaciones pasadas; no sélo a la costa de la mar, pero grandes tierras y reinos despoblé y mat6, echando inmensas gentes que en ellos habia a los infiemos. Este despoblé desde muchas le- guas arriba del Darién™ hasta el reino y provincias de Nicaragua inclusive, que son mas de quinientas leguas, y la mejor y mas felice y poblada tierra que se cree ha- ber en el mundo; donde habia muy muchos grandes se- fiores, infinitas y grandes poblaciones, grandisimas ti- quezas de oro, porque hasta aquel tiempo en ninguna parte habia parecido sobre la tierra tanto. Porque aun- que de la isla Espafiola se habia henchido casi Espaiia de oro, y de mis fino oro, pero habia sido sacado con 53, En letra mintscula en el originel, Més adelante aparecerin ottos epigrafes, también en mintisculas, por el mismo motivo. 54, Pedrarias Diva. Historia, 1, 60 y ss. 33. Expedicones de Hoja, dein Cos, Neues ots, También lamaclos viajes menores 56, En el istmo de Panamé. 102 Brevisma relaciénde la destruicién de las Indias los indios de las entrafias de la tierra, de las minas di- chas, donde, como se dijo, murieron. Este gobernador” y su gente invent6 nuevas maneras de crueldades y de dar tormentos a los indios, porque descubriesen y les diesen oro. Capitén hubo suyo que en una entrada que hizo por mandado dél para robar y extirpar gentes, mat6 sobre cuatenta mil dnimas, que vido por sus ojos un religioso de Sant Francisco que con él iba, que se lamaba Fray Francisco de Sant Ro- man, metiéndolos a espada, quemindolos vivos, y echéndolos a perros brevos, y atormentandoles con di- versos tormentos. Y porque la ceguedad perniciosisima que siempre han tenido hasta hoy los que han regido las Indias en dispo- ner y ordenar la conversién y salvacién de aquellas gen- tes, la cual siempre han pospuesto (con verdad se dice esto) en la obra y efecto, puesto que por palabra hayan mostrado y colorado o disimulado otra cosa, ha llegado a tanta profundidad que hayan imaginado y practicado y ‘mandado que se les hagan a los indios requerimientos que vengan a la fe y a dar la obediencia a los reyes de Castilla, sino, que les hardin guerra a fuego y a sangre y los mataran y captivarén, etc.*, Como si el Hijo de Dios, que murié por cada uno dellos, hobiera en su ley manda- do cuando dijo: Euntes docete omnes gentes”, que se hi- ciesen requetimientos a los inficles pacificos y quietos y que tienen sus tierras propia, y sino la recibiesen luego, 57. Historia, IL, 60-66. 58. Se trata del famoso Reguerimiento, 59, Id y ensefiad a todas ls gentes. 103 Bartolomé de las Casas sin otra predicacién y doctrina, y si no se diesen asim mos al sefiorio del rey que nunca oyeron ni vieron, espe- cialmente cuya gente y mensajeros son tan crueles, tan despiadados y tan horribles tiranos, perdiesen por el mesmo caso la hacienda y las tierras, la libertad, las mu- jeres ¢ hijos con todas sus vidas, que es cosa absurda y estulta y digna de todo vituperio y escarnio e infierno. Asi que, como llevase aquel triste y malaventurado go- bernador instruccién que hiciese los dichos requeri- mientos, para mas justificallos, siendo ellos de si mesmos absurdos, irracionales e injustisimos, mandaba, o los la- drones que enviaba lo hacian, cuando acordaban de it a saltear y robar algiin pueblo de que tenian noticia tener oro, estando los indios en sus pueblos y casas seguros, fbanse de noche los tristes espaiioles salteadores hasta ‘media legua del pueblo, y alli aquella noche entre si mes- mos apregonaban o leian el dicho requerimiento, dicien- do: «Caciques ¢ indios desta Tierra Firme de tal pueblo, hacemos os saber que hay un Dios y un Papa y un rey de Castilla, que es sefior de estas tierras. Venid luego a le dar la obediencia, etc. Y si no, sabed que os haremos guerra, y mataremos, y captivaremos, etc». Y al cuarto del alba, estando los inocentes durmiendo con sus muje- res ¢ hijos, daban en el pueblo, poniendo fuego a las ca- sas que comtinmente eran de paja, y quemaban vivos los hijos y mujetes y muchos de los demas, antes que acor- dasen. Mataban los que querfan, y los que tomaban a vida mataban a tormentos, porque dijesen de otros pue- blos de oro, o de mas oro de lo que allé hallaban, y los que restaban herrabanlos por esclavos. Iban después, acabado 0 apagado el fuego, a buscar el oro que habia en 104 Brevis rlacgn de la destin de as Indi Jas casas, Desta manera y en estas obras se ocup6 aquel hombre perdido, con todos los malos cristianos que lle- v6, desde el afio de catorce hasta el afio de veinte y uno oveinte y dos, enviando en aquellas entradas cinco y seis y mas criados, por los cuales le daban tantas partes (alllende de la que le cabia por capitin general) de todo el oro y perlas y joyas que robaban y de los esclavos que hacian. Lo mesmo hacian los oficiales del rey, enviando cada uno los mas mozoso criados que podia, y el obispo primero de aquel reino® enviaba también sus criados por tener su parte en aquella granjeria. Mas oro robaron en aquel tiempo de aquel reino (a lo que yo puedo juz- gar) de un millén de castellanos, y creo que me acorto, y no se hallara que enviaron al rey sino tres mil castellanos de todo aquello robado; y mas gentes destruyeron de ochocientas mil énimas. Los otros tiranos gobernadores que alli sucedicron hasta el afto de treinta y tres mataron y consintieron matar, con la tirdnica servidumbre que a Jas guerras sucedié, los que restaban. Entre infinitas maldades que éste hizo y consintié hacer el tiempo que goberné, fue que, dandole un cacique o sefior, de su voluntad 0 por miedo (como més es verdad), nueve mil castellanos, no conteatos con esto prendieron al dicho sefior y dtanlo a un palo sentado en el suelo y estendidos los pies, ponenle fuego a elles porque diese mas oro, y él envi6, su casa y trajeron otros tres mil castellanos, Térnanle a dar tormentos, y él, no dando mas oro porque no lo tenia, 0 porque no lo queria dat, tuviéronle de aquella maneta 60. Historia, ML, 67. 61. El franciscano fray Juan Cabedo 0 Quevedo, Historia, II, 59. 105 Bartolomé de las Cases hhasta que los tuétanos le salieron por las plantas y asi mu- 1i6, Y déstos fucron infinitas veces las que a sefiores mata- ron y atormentaron por sacalles oro. Otra vez, yendo a saltear cierta capitania de espaiioles, Ilegaron a un monte donde estaba recogida y escondida, por huir de tan pestilenciales y horribles obras de los cris- tianos, mucha gente, y dando de subito sobre ella, tomaron setenta u ochenta doncellas y mujeres, muertos muchos que pudicron matar, Otto dia juntéronse muchos indios ¢ ban tras los cristianos peleando por el ansia desus mujeres ¢ hijas, ¥ viéndose los cristianos apretados, no quisicron soltar la cabalgada, sino meten las espadas por las barrigas de las muchachas y mujeres, y no dejaron, de todas ochen- ta, una viva, Los indios, que se les rasgaban las entraiias de dolor, daban gritos y decian: «Oh, malos hombres, erue- les cristianos, a las iras matais!», ira llaman en aquella tierra a Jas mujeres®, cuasi diciendo; matar las mujeres, sefial es de abominables y crucles hombres bestiales”. A diez o quince leguas de Panamé estaba un gran sefior que se llamaba Paris, y muy rico de oro. Fueron alld los ctistianos y recibiolos como si fueran hermanos suyos, y ppresent6 al capitén cineuenta mil castellanos de su volun- tad. El capitan y los cristianos parecioles que quien daba aquella cantidad de su gracia que debia de tener mucho tesoro (que era el fin y consuelo de sus trabajos); disimu- laron y dicen que se quieren partir, y tornan al cuarto del alba y dan sobre seguro en el pueblo, quémanlo con fuego 62. De nuevo aflora la preocupaci6n por la lengua del indigena 63. Historia, WI, 77 y 70. GA. El cacique Cutara, sefior de una zona conocida como Pariza 0 Pariba; de abt quizis el término Paris, 106 [Brevisima relacin de fa destruicién de las Indias que pusieron, mataron y quemaron mucha gente, y roba- ron cincuenta o sesenta mil castellanos otros. Y el eacique sefior escapose, que no le mataron 0 prendieron, Junt6 presto la mas gente que pudo, y a cabo de dos o jres dias alcanz6 los cristianos que Ievaban sus ciento y treinta 0 cuarenta mil castellanos, y da en ellos varonilmente, y mata cincuenta cristianos, y témales todo el oro, escapan- dose los otros huyendo y bien heridos. Después toman muchos ctistianos sobre el dicho cacique, y asolaronlo a él yainfinita de su gente, ylos demas pusicron y mataron en a ordinaria servidumbre. Por manera que no hay hoy ves- tigio ni sefial de que haya habido alli pueblo ni hombre nacido, teniendo treinta leguas lenas de gente de sefiorio. Déstas no tienen cuento las matanzas y perdiciones que aquel misero hombre con su compafiia en aquellos reinos (que despobl6) hizo. De la provincia de Nicaragua El afio de mil y quinientos y veinte y dos o veinte y tres pas6 este tirano a sojuzgar la felicisima provincia de Ni- caragua®, el cual entré en ella en triste hora. Desta pro- vincia, gquién podré encarecer la felicidad, sanidad, amenidad y prosperidad y frecuencia y poblacién de gente suya?®. Era cosa verdaderamente de admiracién ver cuan poblada de pueblos, que cuasi duraban tres y 65. Pedrarias Davila, Hészoria IIL, 114 y 73. 66, Las Casas en una carta de 1535 elogiaba ya la belleza y felicidad de esta zona. 107 Bartolomé de as Casas cuatro leguas en luengo, llenos de admirables frutales que causaba ser inmensa la gente. A estas gentes (porque era la tierra Ilana y rasa, que no podian asconderse en los mon- tes, y deleitosa, que con mucha angustia y dificultad osa- ban dejarla, por lo cual sufrian y suftieron grandes perse- cuciones, y cuanto les era posible toleraban Jas tiranias y servidumbres de los cristianos, y porque de su natura era gente muy mansa y pacifica), hizoles aquel tirano con sus tiranos compaficros que fueron con él, todos Jos que a todo el otto reino le habjan ayudado a destruir, tantos da- fios, tantas matanzas, tantas crueldades, tantos cautiverios ¢ injusticias, que no podria lengua humana decirlo, Envia- ba 50 de caballo y hacia alancear toda una provincia ma- yor que el condado de Rusellén, que no dejaba hombre ni mujer ni viejo ni nifio a vida, por muy liviana cosa; ast como porque no venian tan presto a su llamado, o no le trafan tantas cargas de maiz, que es el trigo de alld, o tan- tos indios para que sirviesen a él oa otro de los desu com paiifa, Porque, como era la tierra Ilana, no podia huir de los caballos ninguno, ni de su ira infernal Enviaba espafioles a hacer entradas, que es it a saltear indios a otras provincias, y dejaba llevar alos salteadores cuantos indios querian de los pueblos pacificos y que les servian, Los cuales echaban en cadenes porque no les de- jasen las cargas de tres arrobas que les echaban a cuestas. Y acaeci6 vez, de muchas que esto hizo, que de cuatro mil indios no volvieron seis vivos a sus casas, que todos los dejaban muertos por los caminos. E cuando algunos can- saban y se despeaban de las grandes cargas y enfermaban dehambre y trabajo y flaqueza, por no desensartarlos de Jas cadenas les cortaban por la collera la cabeza y cafa la 108 Bevis relacin de la destruicin de las Indias cabeza a un cabo y el cuetpo a otro, Véase qué sentisian Ios otros. E asi, cuando se ordenaban semejantes rome- ras, como tenfan experiencia los indios de que ninguno volvia, cuando salian iban llorando y sospirando los indios y diciendo: «Aquellos son los caminos por donde ibamos aservira los cristianos, y sunque trabajébamos mucho, en fin volviamonos a cabo de algiin tiempo a nuestras casas y nuestras mujeres ¢ hijos; pero agora vamos sin esperanza de nunca jamés volver ni yerlos ni de tener més vida», Una vez, porque quiso hacer nuevo repartimiento de los indios, porque se le antojé (y aun dicen que por qui- tat los indios a quien no querfa bien y dallos a quien le parecia), fue causa que los indios no sembrasen una se- mentera, y como no hubo para los cristianos, tomaron a los indios cuanto maiz tenfan para mantener a si y a sus hijos, por lo cual murieron de hambre més de veinte 0 treinta mil dnimas, y acacci6 mujer matar su hijo para co- mello de hambre. Como los pueblos que tenfan eran todos una muy gra- ciosa huerta cada uno, como se dijo, aposentéronse en ellos los cristianos, cada uno en el pueblo que le repar- tian o (como dicen ellos) le encomendaban, y hacia en él sus labranzas, manteniéndose de las comidas pobres de Ios indios, y asi les tomaron sus particulares tierras y he- tedades de que se mantenian. Por manera que tenfan los espafioles dentro de sus mesmas casas todos los indios, sefiores, viejos, mujeres y nifios, y a todos hacen que les sitvan noches y dias sin holganza, hasta los nifios, cuan presto pueden tenerse en Jos pies, los ocupaban en lo que cada uno puede hacer y mis de lo que puede, y ast los han consumido y consumen hoy los pocos que han 109 Bartolomé de ls Casas restado, no teniendo ni dejéndolos tener casa ni cosa propia, en lo cual aun exceden a las injusticias en este gé- nero que en La Espafiola se hacian, Han fatigado, y opreso, y sido causa de su acelerada muerte de muchas gentes en esta provincia, haciéndoles evar la tablazén y madera de treinta leguas al puerto para hacer navios, y enviallos a buscar miel y cera pot los mon- tes, donde los comen los tigres. Y han cargado y cargan hoy las mujeres prefiadas y paridas como a bestia, La pes- tilencia més horrible que principalmente ha asolado aque- lla provincia ha sido la licencia que aquel gobernador dio a los espafioles para pedir esclavos a los caciques y sefiores de los pueblos. Pedian, cada cuatro o cinco meses, 0 cada vex. que cada uno alcanzaba la gracia o licencia del dicho gobernador, al cacique cincuenta esclavos, con amenazas que sino los daban, lo habian de quemar vivo o echar a los perros braves. Como los indios comtinmente no tienen es- clavos, cuando mucho un cacique tiene dos, o tres o cua. tro, iban los sefiores por su pueblo y tomaban lo primero todos los huérfanos, y después pedia a quien tenfa dos hi- jos uno, y a quien tres, dos; y desta manera cumplia el ca- cique el ntimero que el tirano le pedia, con grandes ala dos y llantos del pueblo, porque son las gentes que més parece que aman a sus hijos”. Como esto se hacia tantas veces, asolaron desde el afio de veinte y tres hasta el afio de treinta y tres todo aquel reino, porque anduvieron seis © siete aiios cinco 0 seis navios al tracto, llevando todas aquellas muchedumbres de indios a vender por esclavos a 67. Comentado también en su Tratado sobre los indios que se han he- cho esclavos. 110 Brevisima relacin dela destruicin de las Indias Panamé y al Pert, donde todos son muertos. Porque es averiguado y experimentado millares de veces que sacan- do los indios de sus tierras naturales, luego mueren més ficilmente, Porque siempre no les dan de comer y,no les quitan nada de los trabajos, como no los vendan’ ni los otros Jos compren sino para trabajar. Desta manera han sacado de aquella provincia indios hechos esclavos, sien~ do tan libres como yo, més de quinientas mil 4nimas. Por Jas guerras infernales que los espatioles les han hecho y por el captiverio horrible en que los pusieton, més han muerto de otras quinientas y seiscientas mil personas has- tahoy, y hoy los matan. En obra de catorce afios, todos es- tos estragos se han hecho. Habra hoy en toda la dicha pro- vincia de Nicaragua obra de cuatro 0 cinco mil personas, las cuales matan cada dia con los servicios y opresiones cotidianas y personales, siendo (como se dijo) una de las pobladas del mundo. De la Nueva Espaiia En el aiio de mil y quinientos y diez y siete se descubri6 la Nueva Espaiia", y en el descubsimiento se hicieron standes escandalos en los indios y algunas muertes por Jos que la descubtieton, En el aiio de mil y quinientos y diez y ocho la fueron a robar y a matar los que se lla- man cristianos, aunque ellos dicen que van a poblar®, Y 68, Se trata de Ja expedicién de Francisco Hernandez de Cérdoba (Historia, I, 96). . 69. Se refiere a la expedicién de Juan de Grijalva, aunque la conguis tala realizar Cortés a partir de 1519. ui Bartolomé de ls Casas desde este aiio de diez y ocho hasta el dia de hoy, que es- tamos en el afio de mil y quinientos y cuarenta y dos, ha rebosado y Hegado a su colmo toda la iniquidad, toda la injusticia, toda la violencia y titania que los cristianos han hecho en las Indias, porque del todo han perdido todo temor a Dios y al rey, y se han olvidado de si mes- mos. Porque son tantos y tales los estragos y ctueldades, matanzas y destruiciones, despoblaciones, robos, violen- cias y tiranias, y en tantos y tales reinos de la gran Tierra Firme, que todas las cosas que hemos dicho son nada en comparacién de las que se hicieron; pero aunque las di- jéramos todas, que son infinitas las que dejamos de decir, no son comparables ni en niimero ni en gravedad a las que desde el dicho afio de mil y quinientos y diez y ocho se han hecho y perpetrado hasta este dia y aio de mil y quinientos y cuarenta y dos, y hoy, en este dia del mes de septiembre, se hacen y cometen las mas graves y abomi- nables. Porque sea verdad la regla que arriba pusimos, que siempre desde el principio han ido creciendo en ma- yores desafueros y obras infernales. Asi que desde la entrada de la Nueva Espaiia, que fue a diez y ocho de abril del dicho afio de diez y ocho, hasta el afio de treinta, que fueron doce afios enteros, duraron las matanzas y estragos que las sangrientas y crueles ma- nos y espadas de los espaiioles hicieron continuamente en cuatrocientas y cincuenta leguas en torn cuasi de la ciudad de México y a su rededor, donde cabrin cuatro y cinco grandes reinos tan grandes y harto més felices que Espaiia. Estas tierras todas eran las mas pobladas y llenas de gentes que Toledo y Sevilla y Valladolid y Za- ragoza, juntamente con Barcelona, porque no hay ni 112, Brevisima relacién de la destuietén de las Indias bubo jamés tanta poblacién en estas ciudades, cuando més pobladas estuvieron, que Dios puso y que habia en todas las dichas Ieguas, que para andallas en torno se han de andar més de mil y ochocientas leguas. Mas han muerto los espafioles dentro de los doce aiios di- chos en las dichas cuatzocientas y cincuenta leguas, a cuchillo y a lanzadas, y quemandolos vivos, mujeres y nifios y mozos y viejos, de cuatro cuentos de 4nimas, mientras que duraron (como dicho es) lo que ellos Ila- man conquistas, siendo invasiones violentas de crucles tiranos, condenadas no sélo por la ley de Dios, pero por todas las leyes humanas, como lo son y muy peor que las que hace el turco para destruir la Iglesia crist: na. Y esto sin los que han muerto y matan cada dia en la susodicha tirénica servidumbre, vejaciones y opre- siones cotidianas. Particularmente no podré bastar lengua ni noticia e industria humana a referir los hechos espantables que en distintas partes y juntos en un tiempo en unas, y va- rios en vatias, por aquellos hostes” pablicos y capita- Ies enemigos del linaje humano, se han hecho, dentro de aquel dicho circuito, y aun algunos hechos segtin las circunstancias y calidades que los agravian, en ver- dad que cumplidamente apenas con mucha deligencia y tiempo y escriptura no se pueda explicar. Pero algu- na cosa de algunas par:es diré, con protestacién y ju- ramento, de que no pienso que explicaré una de mil partes. 70. Huestes, jércitos. 13 Bartolome de las Casas De la Nueva Espaiia Entre otras matanzas hicieron ésta en una ciudad grande de mas de treinta mil vecinos, que se llama Cholula: que saliendo a recebir todos los sefiores de la tierra y comarca, y primero todos los sacerdotes con el sacerdote mayor, a los cristianos en procesién y con grande acatamiento y re- verencia, y llevindolos en medio a aposentat ala ciudad y a las casas de aposentos del sefior o sefiores della principa- les, acordaron los espafioles de hacer alli una matanza 0 castigo (como ellos dicen) para poner y sembrar su temor y braveza en todos los rincones de aquellas tierras. Porque siempre fue esta su determinacién en todas las tiettas que los espafioles han entrado, (conviene a saber), hacer una cruel y sefialada matanza, porque tiemblen dellos aquellas ovejas mansas, As{ que enviaron para esto primero a lla- mar todos los sefiores y nobles de la ciudad y de todos los lugares a ella subjetos, con el sefior principal. Y asf como venian y entraban a hablar al capitan de los espafioles, lue- g0 eran presos sin que nadie los sintiese, que pudiese lle- var las nuevas. Habfanles pedido cinco 0 seis mil indios gue les llevasen las cargas; vinieron todos luego y méten- Jos en el patio de las casas. Ver a estos indios cuando se aparejan para llevar las cargas de los espafioles es haber dellos una gran compasién y listima, porque vienen des- rnudos en cueros, solamente cubiertas sus vergiienzas y unas redecillas en el hombro con su pobre comida; pé- nense todos en cuclillas, como unos cordetos muy man- 30s. Todos ayuntados y juntos en el patio con otras gentes que a vueltas estaban, pénense a las puertas del patio es- pafioles armados que guardasen, y todos los demés echan 4 Brevfsima telacién de a destruicin de las Inlas mano a sus espadas y me:en a espada y a lanzadas todas aquellas ovejas, que uno ni ninguno pudo escaparse que no fuese trucidado”! A cabo de dos o tres dias salian mu- chos indios vivos llenos de sangre, que se habfan escondi- doy amparado debajo delos muertos (como eran tantos); iban Horando ante los espatioles pidiendo misericordia, que no los matasen. De los cuales ninguna misericordia ni compasién hubieron, antes asi como salfan los hacian pe- dazos. A todos los sefiores, que eran més de ciento y que tenjan atados, mands el capitén quemar y sacar vivos en palos hincados en la tierra, Pero un sefior, y quiza era el principal y rey de aquella tierra, pudo soltarse y recogiose con otros veinte o treints 0 cuarenta hombres al templo grande que alli tenian, el cual era como fortaleza, que lla- maban Que, y ali se defendis gran rato del dia, Pero los espaiioles, a quien no se les ampara nada, mayormente en estas gentes desarmadas, pusieron fuego al templo y alli os quemaron, dando voces: «jh, malos hombres! . Otra gran matanza hicieron en Ia ciudad de Tepea- ca, que era mucho mayor y de més vecinos y gente que 71. Troceado, 72. El mismo romance que recoge Bernal Diaz del Castillo en la Hit toria verdadera de la conquista de Nueva Esparia. 73. Ocutri6 cuando los espafioles silieron de la capital azteca. us Bartolomé de as Casas la dicha, donde mataron a espada infinita gente, con grandes particularidades de crucldad. De Cholula caminaron hacia México, y envidndoles el gran rey Motenzuma millares de presentes y sefiotes y gentes y fiestas al camino, y a la entrada de la calzada de México, que es a dos leguas, envioles a su mesmo herma- no acompaiiado de muchos grandes sefiores y grandes presentes de oro y plata y ropas. Y a la entrada de la ciu- dad, saliendo él mesmo en persona en unas andas de oro con toda su gran corte a recebitlos, y acompaiiindolos hasta los palacios en que los habja mandado aposentar Aquel mesmo dia, segtin me dijeron algunos de los que allf se hallaron, con cierta disimulacién, estando seguro, prendieron al gran rey Motenzuma”, y pusieron ochenta hombres que le guardasen, y después echétonlo en gri- llos. Pero dejado todo esto, en que habia grandes y mu- chas cosas que contar, s6lo quiero decit una sefialada que alli aquellos tiranos hicieron, Yéndose el capitin de los espafioles al puerto de la mar a prender a otto cierto capitin que venia contra é”; y dejado cierto capitan, creo que con ciento pocos mas hombres que guardasen al rey Motenzuma, acordaton aquellos espaiioles de co- meter otra cosa sefialada, para actecentar su miedo en toda la tierra: industria (como dije) de que muchas veces han usado. Los indios y gente y sefiores de toda la ciudad y corte de Motenzuma no se ocupaban en otra cosa sino en dar placer a su sefior preso. Y entre otras fiestas que 74, Hecho posterior segtin la Segunda carta de relacin de Hi. Cortés. 75. Pinfilo de Narvéez. Reficre a continuacién le famosa matanza del ‘Templo Mayor ordenada por Pedto de Alvarado en ausencia de Cortés. 116 ‘Brevisima relacin dela destricin de las Inds Je hacfan era en las tardes hacer por todos los barrios y plazas de la ciudad los bailes y danzas que acostumbran y que llaman ellos mitotes, como en las islas llaman arei- tos, donde sacan todas sus galas y riquezas, y con elas se emplean todos, porque es la principal manera de regoci jo y fiestas. Y los mas nobles y caballeros y de sangre real, segtin sus grados, hacian sus bailes y fiestas mas, cercanas a las casas donde estaba preso su sefior. En la mas propincua parte a los dichos palacios estaban so- bre dos mil hijos de sefiores, que era toda la flor y nata de la nobleza de todo el imperio de Motenzuma. A és- tos fue el capitan de los espafioles con una cuadrilla dellos y envié otras cuadrillas a todas otras partes de la ciudad donde hacian las dichas fiestas, disimulados como que iban a verlas, y mandé que a cierta hora to- dos diesen en ellos, Fue al, y estando embebidos y se- guros en sus bailes, dicen: «Santiago y a ellos!», y co- mienzan con las espadas desnudas a abrir aquellos cuerpos desnudos y delicados, y a derramar aquella generosa sangre, que unc no dejaron a vida; lo mesmo hicieron los otros en las otras plazas. Fue una cosa esta que a todos aquellos teinos y gentes puso en pasmo y angustia y Iuto, e hinché de amargura y dolor; y de aqui a que se acabe el mundo, o ellos del todo se acaben, no dejaran de lamen- tar y cantar en sus areitos y bailes, como en romances (que acé decimos), aquella calamidad y pérdida dea sucesién de toda su nobleza, de que se preciaban de tantos afios atrés. Vista por los indios cosa tan injusta y crueldad tan nunca vista en tantos inocentes sin culpa perpetrada, los que habfan suftido con tolerancia la prisién no menos injusta de su universal sefior, porque él mesmo se lo uy Bartolomé de las Casus mandaba que no acometiesen ni guerreasen a los cristia: nos, entonces pénense en armas toda la ciudad y vienen sobre ellos, y hetidos muchos de los espafioles apenas se pudieron escapar. Ponen un pufial a los pechos al preso Motenzuma, que se pusiese a los corredores y mandase gue los indios no combatiesen la casa, sino que se pusie- sen en paz, Ellos no curaron entonces de obedecelle en nada, antes platicaban de elegir otro sefior y capitén que guiase sus batalla. Y porque ya volvia el capitin que ha- bia ido al puerto, con victoria, y trafa muchos més cristia- nos y venta cerca, cesaron el combate obra de tres 0 cuatro dias, hasta que entré en la ciudad. El entrado, ayuntada infinita gente de toda la tierra, combaten a todos juntos de tal manera y tantos dias, que temiendo todos morir acor- daron una noche salir dela ciudad, Sabido por los indios, mataron gran cantidad de cristianos en las puentes de la laguna’, con justisima y sancta guerra, por las causas jus- tisimas que tuvieron, como dicho es. Las cuales, cual- quiera que fuere hombre razonable y justo las justificara. Sucedié después el combate de la ciudad, reformados los cristianos, donde hicieron estragos en Ios indios ad- mirables y estrafios, matando infinitas gentes y queman- do vivos muchos y grandes sefiores. Después de las tiranfas grandisimas y abominables que éstos hicieron en la ciudad de México y en las ciudades y tierra mucha (que por aquellos alderredotes diez y quin- ce y veinte leguas de México, donde fueron muertas infi- nitas gentes), pas6 adelante esta su tirénica pestilencia y 76, La famosa «Noche Triste de 1520. El sitio de México tuvo lugar en 1521. 118 Brevisima relacin dela destruicién de as Indias fue a cundir e inficionar y asolar a Ja provincia de Panu- co, que era una cosa admirable Ia multitud de las gentes que tenia, y los estragos y matanzas que alli hicieron. Después destruyen por la mesma manera la provincia de ‘Tututepeque, y después la provincia de Tpileingo, y des- pués la de Colima, que cada una es més tierra que el ri- no de Leén y que el de Castilla, Contar los estragos y muertes y crueldades que en cada una hicieron seria sin duda una cosa dificilima” e imposible de decir, y traba- josa de escuchar. Es aqui de notar que el titulo con que entraban y por el cual comenzaban a destruir todos aquellos inocentes y despoblar aquellas tierras, que tanta alegria y gozo debie- ran de causar a los que fueran verdadetos cristianos, con su tan grande e infinita podlacién, era decir que viniesen a subjetarse y obedecer al rey de Espaiia, donde no, que los habfan de matat y hacer esclavos. Y los que no venian tan presto a cumplit tan irracionables y estultos mensajes, @ ponerse en las manos de tan inicuos y crueles y bestiales hombres, llamsbanles rebeldes y alzados contra el servicio de Su Majestad. Y ast lo escrebian acé al rey nuestro se- ior; y a ceguedad de los que regian las Indias no aleanza- bani entendia aquello que en sus leyes esté expreso y mas claro que otro de sus primeros principios, (conviene a sa- bet) que ninguno ¢5 ni puede ser llamado rebelde si pri- meto no es sibdito. Considérese por los cristianos y que saben algo de Dios y de razén, y aun de las leyes humanas, ueé tales pueden parar les corazones de cualquiera gente que vive en sus tierras segura, y no sabe que deba nada a 77. Dificilisima. 119 Bartolomé de las Cases nadie, y que tiene sus naturales sefiores, las nuevas que les dijeren asi de stipito: «Daos a obedecer a un rey estraiio, que nunca vistes ni oistes, y si no, sabed que luego os he- mos de hacer pedazos», especialmente viendo por expe- riencia que asi luego lo hacen, ¥ lo que més espantable es, que a los que de hecho obedecen ponen en aspérrima ser. vidumbre, donde con increibles trabajos y tormentos més Jargos y que duran mis que los que les dan metiéndolos a espada, al cabo perecen ellos y sus mujeres ¢ hijos, y toda su generacién. Y ya que con los dichos temores y amena- zas, aquellas gentes u otras cualesquiera en el mundo ven- gan a obedecer y reconocer el sefiorio de rey estraiio, no veen los ciegos y turbados de ambicién y diabélica cudicia que no por eso adquieten una punta de derecho, como verdaderamente sean temores y miedos, aquellos cadentes inconstantisimos viros", que de derecho natural y huma- no y divino es todo aire cuanto se hace para que valga, sino es el reatur” y obligacién que les queda a los fuegos infernales, y aun a las ofensas y dafios que hacen a los Re- yes de Castilla, destruyéndole aquellos sus reinos y aniqui- indole (en cuanto en ellos es) todo el derecho que tienen a todas las Indias, Y éstos son, y no otros, los servicios que los espafioles han hecho a Jos dichos sefiores reyes en aquellas tierras, y hoy hacen, Con este tan justo y aprobado titulo envi6 aqueste ca- pitin tirano otros dos tiranos capitanes muy més crueles y feroces, peores y de menos piedad y miseticordia que 78. Latinismo, hombres. 79. Obligacién que queda a la pena correspondiente al pecado, tras ser perdonado. 120 Brevisima relacién dela destrictén de las Indias a, a los grandes y florentisimos y felicfsimos reinos, de gentes plentsimamente lleros y poblados, (conviene a sa- ber) el reyno de Guatimala, que esté a la mar del Sur, y el otro de Naco y Honduras 0 Guaimura, que esta a Ja mar del Norte, frontero el une del otro y que confinaban y partian términos ambos a dos trecientas leguas de Méxi- co. El uno despaché por la tierra y el otro en navios por la mar®, con mucha gente de caballo y de pie cada uno. Digo verdad que de lo que ambos hicieron en mal, y scfialadamente del que fue al reino de Guatimala, por- gue el otro presto mala muerte murié"!, que podria ex- presar y colegir tantas maldades, tantos estragos, tantas muertes, tantas despoblaciones, tantas y tan fieras injus- ticias que espantasen los siglos presentes y venideros € hinchese dellas un gran libro. Porque éste excedié a to- dos los pasados y presentes, asi en la cantidad y nimero de las abominaciones que hizo, como de las gentes que destruyé y tierras que hizo desiertas, porque todas fue- ron infinitas. El que fue por la mar y en navios hizo grandes robos y escindalos y aventamientos de gentes en los pueblos de la costa, saliéndole a recebir algunos con presentes en el reino de Yucatan, que esta en el camino del reino susodicho de Naco y Guaimura, donde iba. Después de Ilegado a ellos, envié capitanes y mucha gente por toda aquella tierra que robaban y mataban y destruian cuantos pueblos y gentes habia. Y especialmente uno 80, Pedro de Alvarado va por tierra a Guatemala y Cristobal de Olid por mar a Honduras. 81, Francisco de las Casas y Gil Gonzalez Davila mataron a Olid aa Bartolomé de las Cases que se alz6 con trecientos hombres y se metié la tierra adentro hacia Guatimala, fue destruyendo y queman- do cuantos pueblos hallaba, y robando y matando las gentes dellos. Y fue haciendo esto de industria mas de ciento y veinte leguas, porque si enviasen tras él, halla- sen los que fuesen la tierra despoblada y alzada, y los matasen los indios en venganza de los daiios y destrui- ciones que dejaban hechos. Desde a pocos dias mata- ron al capitan principal que le envié y a quien éste se alzé, y después sucedieron otros muchos tiranos cru- delisimos que con matanzas y crueldades espantosas, y con hacer esclavos y vendellos a los navios que les traian vino y vestidos y otras cosas, y con la tiranica setvidumbre ordinaria, desde el afio de mil y quinien- tos y veinte y cuatro hasta el afio de mil y quinientos y treinta y cinco, asolaron aquellas provincias y reino de Naco y Honduras, que verdaderamente parecfan un paraiso de deleites y estaban més pobladas que la més frecuentada y poblada tierra que puede ser en el mun- do, Y agora pasamos y venimos por ellas, y las vimos tan despobladas y destruidas que cualquiera persona, por dura que fuera, se le abrieran las entraiias de do- Jor. Mas han muerto en estos once afios de dos cuentos de Animas, y no han dejado en mas de cient leguas en cuadra dos mil personas, y éstas cada dia las matan en Ia dicha servidumbre. Volviendo la péndola a hablar del grande tirano capitén que fue a los reinos de Guatimala, el cual, como esta dicho, excedi6 a todos los pasados ¢ iguala con todos los que hoy hay, desde las provincias comarcanas a México, que pot el camino que él fue (segtin él mesmo escribié en una carta al 1a Brevisima relacién dela destruicién dels Indias principal que le envi6®) estén del reino de Guatimala cuatrocientas leguas, fue haciendo matanzas y robos, quemando y robando y destruyendo donde legaba toda Ia tierra con el titulo susedicho, (conviene a sabgr) di- ciéndoles que se subjectasen a ellos, hombres tan inhu- manos, injustos y crueles, en nombre del rey de Espafia, incégnito y nunca jamas dellos ofdo. El cual estimaban ser muy mas injusto y cruel que ellos; y aun sin dejallos deliberar, cuasi tan presto como el mensaje: llegaban ma- tando y quemando sobre ellos. De la provincia y reino de Guatemala Llegado al dicho reino, hizo en la entrada dél mucha ma- tanza de gente; y no obstante esto, saliole a recebir en unas andas con trompetas y atabales y muchas fiestas el sefior principal con otros muchos sefiores de la ciudad de Ul- tatkin, cabeza de todo el reino, donde le sirvieron de todo lo que tenjan, en especial dindoles de comer cumplida- mente y todo lo que mas pudieron. Aposentironse fuera de la ciudad los espafioles aquella noche, porque les pare- cié que era fuerte y que dentro pudieran tener peligro, Y otro da llama al sefior principal y otros muchos sefiores, y venidos como mansas ovejas, préndelos todos y dice que le den tantas cargas de oro. Responden que no lo tienen, 82. Alvarado Hlegé a escribir tres cartas de relacién a Cortés. La pri mera se perdi, pero las otras des sirvieron de fuente a Las Casas 83. Capital del reino de los quichés, Su jefe principal en el momento dela conquista fue Tecum Uman, al que dio muerte Alvarado junto a Quetzaltenango, 123, Bartolomé de las Casas porque aquella tierra no es de oro. Méndalos luego que- mat vivos, sin otra culpa ni otro proceso ni sentencia. Des- que vieron los sefiores de todas aquellas provincias que habian quemado aquellos sefior y sefiores supremos, no mas de porque no daban oro, huyeron todos de sus pue- blos metiéndose en los montes, y mandaron a toda su gen- te que se fuesen a los espafioles y les sirviesen como a se- Rores, peto que no los descubriesen diciéndoles dénde estaban, Viénense toda la gente de la tierra a decit que querian ser suyos y servirles como a seftores, Respondia este piadoso capitén que no los querian recebir, antes los habian de matar a todos si no descubrian dénde estaban sus sefiores. Decian los indios que ellos no sabian dellos, que se sirviesen dellos, y de sus mujeres ¢ hijos, y que en sus casas los hallarian, allrlos podian matar o hacer dellos Jo que quisiesen; y esto dijeron y ofrecieron ¢ hicieron los indlios muchas veces. Y cosa fue ésta maravillosa, que iban los espafioles a los pueblos, donde hallaban las pobres gentes trabajando en sus oficios con sus mujeres ¢ hijos se- guros, y alli los alanceaban y hacfan pedazos. Y a pueblo muy grande y poderoso vinieron (que estaban descuida- dos mas que otros y seguros con su inocencia) y entraron Jos espaiioles y en obra de dos horas casi lo asolaron, me- tiendo a espada los nifios y mujeres y viejos, con cuantos matar pudieron que huyendo no se eseaparon. Desque los indios vieron que con tanta humildad, ofertas, paciencia y suftimiento no podian quebrantar ni ablandar corazones tan inhumanos y bestiales, y que tan sin apariencia ni color de raz6n, y tan contra ella los ha- cian pedazos, viendo que asi como asi habian de motit, acordaron de convocarse y juntarse todos y morit en la 124 Brevis relacin ce la destruicién de las Indias guerra, vengindose como pudiesen de tan crueles ¢ in- females enemigos, puesto que bien sabian que siendo no sélo inermes, pero desnudos, a pie y flacos, contra gente tan feroz, a caballo y tan armada, no podfan prevalecer sino al cabo ser destruidos. Entonces inventaron unos hoyos en medio de los caminos donde cayesen los caba~ Ilos y se hincasen por las tripas unas estacas agudas y tos- tadas de que estaban los hoyos Ilenos, cubiertos por en- cima de céspedes y yerbas, que no parecfa que hobiese nada, Una o dos veces cayeron caballos en ellos no mas, porque los espafioles se supieron dellos guardar. Pero para vengarse hicieron ley los espafioles que todos cuan- tos indios de todo géneroy edad tomasen a vida, echasen dentro en los hoyos, Y asi las mujeres prefiadas y pari- das, y nifios y viejos y cuantos podian tomar echaban en los hoyos hasta que los henchfan, traspasados por las es- tacas, que era una gran léstima de ver, especialmente las mujeres con sus nifios, Todos fos demas mataban a lan- zadas y a cuchilladas, echabanlos a perros bravos que los despedazaban y comian; y cuando algiin seior topaban, por honra quemabanlo en vivas llamas. Estuvieron en es- tas catnecerias tan inhumanas cerca de siete afios, desde el afio de veinte y cuatro hasta el afio de treinta o treinta y uno: jzguese aqui cuanto seria el niimero de la gente que consumitian, De infinitas obras horribles que en este reino hizo este infelice malaventurado tirano y sus hermanos porque eran sus capitanes no menos infelices e insensi- bles que él, con Jos demas que le ayudaban, fue una 84. Gonzalo, Gémez y Jorge ce Alvarado. 15 Bartolomé de las Casas harto notable: que fue a la provincia de Cuzcatén, don- de agora o cerca de allies la villa de Sant Salvador, que s una tierra felicisima con toda la costa de la mar del Sur, que dura cuarenta y cincuenta leguas; y en la ciu- dad de Cuzcatén, que era la cabeza de la provincia, le hicieron grandisimo recebimiento, y sobre veinte 0 treinta mil indios le estaban esperando cargados de ga- Ilinas y comida. Llegado y rescebido el presente, man- dé que cada espafiol tomase de aquel gran nimero de gente todos los indios que quisiese, para los dias que alli estuviesen servirse dellos y que tuviesen cargo de traerles lo que hobiesen menester, Cada uno tomé cien- to 0 cincuenta, 0 los que le parescia que bastaban para set muy bien servido, y los inocentes corderos suftieron la divisién y servian con todas sus fuerzas, que no falta- ba sino adorallos. Entre tanto este capitan pidi6 a los sefiores que le trujesen mucho oro, porque a aquello principalmente venian. Los indios responden que les place darles todo el oro que tienen, y ayuntan muy gran cantidad de hachas de cobre (que tienen con que se sit- ven) dorado que parece oro porque tiene alguno. Man- dales poner el toque, y desque vido que eran cobre, dijo alos espaftoles: «Dad al diablo tal tierra; vamonos, pues que no hay oro; y cada uno los indios que tiene que le sirven, échelos en cadena y mandaré herrarselos por esclavos». Hacenlo asi y hiérranlos con el hietro del rey por esclavos a todos los que pudieron atar, y yo vide el hijo del sefior principal de aquella ciudad herrado. Vista por los indios que se soltaron y los demas de toda la ticera tan gran maldad, comienzan a juntarse y a po- nerse en armas, Los espafioles hacen en ellos grandes 126 Brevisima rlacin de ln destruici6n de las Indias estragos y matanzas, y térnanse a Guatimala, donde edificaron una ciudad, la que agora con justo juicio, con tres diluvios juntamente, uno de agua y otto de tie- ra y otto de piedras més gruesas que diez y veinge bue- yes, destruyé la justicia divinal. Donde muertos todos los sefiores y los hombres que podian hacer guerra, pu- sieron todos los demas en la sobredicha infernal servi- dumbre, y con peditles esclavos de tributo y dandoles Jos hijos e hijas, porque otros esclavos no los tienen, y ellos enviando navios cargados dellos a vender al Per, y-con otras matanzas y es:ragos que sin los dichos hicie- ron, han destruido y asolado un reino de cient leguas en cuadra y mas, de los ands felices en fertilidad y po- blacién que puede ser en el mundo. ¥ este tirano mes mo escribié que era més poblado que el reino de Méxi- co, y dijo verdad: més ha muerto él y sus hermanos, con los demas, de cuatro y de cinco cuentos de dnimas en quince o diez y seis afios, desde el afio de veinte y cua- tro hasta el de cuarenta, y hoy matan y destruyen los que quedan, y asi matarén los demas Tenia éste esta costumbre, que cuando iba a hacer gue- aa algunos pueblos o provincias, llevaba de los ya sojuz. gzados indios cuantos podfa que hiciesen guerra a los otros; ycomo no les daba de comer a diez ya veinte mil hombres que llevaba, consentiales que comiesen a los indios que to- maban. Y asi habia en su real solenisima cameceria de car- ne humana, donde en su presencia se mataban Ios nifios y se asaban, y mataban el hombre por solas las manos y pies, que tenfan por los mejores bocados. Y con estas inmani- dades, oyéndolas todas las otras gentes de las de ottas tie- sas, no sabfan dénde se meter de espanto. 137 Bartolomé de ls Casas Mats infinitas gentes con hacer navios. Llevaba de la mar del Norte a la del Sus, ciento y treinta leguas, los indios cargados con anclas de tres y cuatro quintales, que se les metian las unas dellas por las espaldas y lo- mos. Y llevé desta manera mucha attiller‘a en los hom- bros de los tristes desnudos, y yo vi muchos cargados de attilleria por los caminos, angustiados. Descansaba y robaba los casados, tomandoles las mujeres y las hijas y dabalas a los marineros y soldados por tenellos conten. tos para llevarlos en sus armadas. Henchia los navios de indios, donde todos perecian de sed y de hambre. Y es verdad que si hobiese de decir en particular sus eruel- dades, hiciese un gran libro que al mundo espantase. Dos armadas hizo® de muchos navios cada una, con las cuales abrasé, como si fuera fuego del cielo, todas aquellas tierras. ;Ob, cudntos buérlanos hizo, cudntos robé de sus hijos, cudntos privé de sus mujeres, cuantas mujeres dejé sin maridos; de cudntos adulterios y estu- pros y violencias fue causa! ;Cudintos privé de su liber- tad, cudntas angustias y calamidades padecieron mu- chas gentes por él! jCuéntas légrimas hizo derramat, cuiintos sospiros, cudntos gemidos, cudntas soledades en esta vida, y de cudntos dannacién eterna en la otra caus6, no sélo de indios, que fueron infinitos, pero de los infelices cristianos de cuyo consorcio se favorecié en tan grandes insultos, gravisimos pecados y abomi- naciones tan execrables! Y plega a Dios que dél haya 85. La primera encaminada a Per (1534) y la segunde alas islas de la Especieria (1541), que Alvarado no pudo realizar, de modo que en su ugar lo hizo Juen Lépez de Villalobos, dando nombre a las islas Fi pinas en honor del principe. 18. ‘Brevisima relacin dela destin de las Indie habido misericordia y se contente con tal mala fin como al cabo le dio”, De la Nueva Espaiia y Panuco y Jalisco Hechas las grandes crueldades y matanzas dichas y las que se dejaron de decir en las provincias de la Nueva Es- pafia y en la de Panuco, sucedié en la de Panuco otro ti rano insensible cruel el afio de mil y quinientos y veinte y cinco", que haciendo muchas crueldades y herrando muchos y gran niimero de esclavos de las manetas suso- dichas, siendo todos los hombres libres, y enviando ear- gados muchos navios a lasislas Cuba y Espafiola, donde mejor venderlos podia, acabé de asolar toda aquella pro- vincia, y acaeci6 alli dar por una yegua ochenta indios, inimas racionales. De aqui fue proveido para gobernar la ciudad de México y toda la Nueva Espafia, con otros grandes tiranos por oidotes y él por presidente™. El cual con ellos cometieron tan grandes males, tantos pecados, tantas crueldades, robos y abominaciones que no se po: drian creer. Con las cuales pusieron toda aquella tierra en tan tiltima despoblacién, que si Dios no les atajara con la resistencia de los reigiosos de Sant Francisco”, y Tuego con la nueva provision un Audiencia Real buena 86, Alvarado mutié accidentalmente en la provincia de Jalisco (1541) 87. Nuno de Guzman, 88, Es conocido el desgobierno de la primera Andiencia de México (Nafio de Guamén, presidente; Paredes, Matienzo, Francisco Maldo- nado y Delgadillo, oidores) 89, Llegada de los primeros franciscanos en 1524, los «doce». 29 Barcolomé de as Casas y amiga de toda virtud™, en dos afios dejaran la Nueva Espafia como esti la isla Espafiola, Hobo hombre de aquellos de la compaiifa déste, que para cercar de pared una gran huerta suya traia ocho mil indios trabajando sin pagalles nada ni dalles de comer, que de hambre se caian muertos sGpitamente, y él no se daba por ello nada Desque tuvo nueva el principal desto, que dije que aca- bé de asolar a Panuco, que venia la dicha buena Real Au- diencia, invent6 de ir la tierra adentro a descubrit donde tiranizase, y sacé por fuerza de la provincia de México quince o veinte mil hombres para que le levasen, y a los espatioles que con él iban, las cargas, de los cuales no vol- vieron doscientos, que todos fue causa que mutiesen por all. Lleg6 a la provincia de Mechuacia que es cuarenta leguas de México, otra tal y tan felice y tan lena de gente como la de México, saliéndole a recibir el rey y sefior de- Ile? con procesién de infinita gente, y haciéndole mil ser- vicios y regalos. Prendié luego al dicho rey porque tenfa fama de muy rico en oro y plata, y porque le diese muchos tesoros comienza a dalle estos tormentos el tirano: pénelo en un cepo por los pies y el cuerpo estendido, y atado por Jas manos a un madero; puesto un brasero junto a los pies, y un muchacho, con un hisopillo mojado en aceite, de cuando en cuando se los rociaba para tostalle bien los cue- ros; de una parte estaba un hombre cruel que con una ba- Ilesta armada apuntébale al corazén; de otra otro con un 90. 90. Como contraste, la segunda audiencia tuvo un magnifico go: bietno: Ramirez de Fuenleal, presidente; Vasco de Quiroga, Alonso Maldonado, Francisco y Juan de Salmerén, oidores, 91, El Catzontzin, nombre dado al rey de los tarascos. 130 Brevisima relacdn de la destruicin de las Indias muy terrible perro bravo echéndoselo, que en un credo lo despedazara; y asi lo atormentaron porque descubriese los tesoros que pretendia, hasta que, avisado cierto reli- gioso de Sant Francisco, se lo quits de las manos; de los cuales tormentos al fin murié, Y desta manera atormenta- on y mataton a muchos sefiores y caciques en aquellas provincias porque diesen oro y plata. Cierto tirano en este tiempo, yendo por visitador més de las bolsas y haciendas, para roballas, de los indios que no de las dnimas o personas, hallé que ciertos indios tenfan es condidos sus idolos, como nunca los hobiesen ensefiado los tristes espaiioles otro mejor dios. Prendié los sefiores hasta que le dieron los fdolos, creyendo que eran de oro 0 de plata, por lo cual cruel e injustamente los castig6. Y por: que no quedase defraudado de su fin, que era robar, cons- trihé a los dichos caciques que le comprasen los fdolos, y se los compraron por el oro o plata que pudieron hallar, para adorarlos como soliaa por dios. Estas son las obras y ejemplos que hacen, y honra que procuran a Dios en las Indias los malaventurados espafioles. Pasé este gran tirano cepitin de la de Mechuacém a la provincia de Jalisco, que estaba entera y lena como una colmena de gente poblatisima y felicisima, porque es de las fértiles y admirables de las Indias; pueblo tenfa que casi duraba siete leguas su poblaci6n, Entrando en ella, salen los sefiores y gente con presentes y alegria, como suelen todos los indios, a recebir. Comenz6 a hacer las crueldades y maldades que solia y que todos allé tienen de costumbre, y muchas més, por conseguir el fin que tienen por dios, que es el oro, Quemaba los pueblos, prendia los caciques, dabales tormentos, hacfa cuantos at Bartolomé de las Casas tomaba esclavos. Llevaba infinitos atados en cadenas, las mujeres patidas yendo cargadas con cargas que de los alos cristianos llevaban; no pudiendo llevar las criatu- ras por el trabajo y flaqueza de hambre, artojébanlas por los caminos, donde infinitas perecieron. Un mal cristiano, tomando por fuerza una doncella para pecar con ella, arremetié la madre para se la quitar; saca tun pufial o espada y cortale una mano a la madre; y a la doncella, porque no quiso consentir, matola a puialadas. Entre otros muchos hizo herrar por esclavos injustamen- te, siendo libres (como todos lo son), cuatro mil y quinien- tos hombres y mujeres y nifios de un aio alas tetas de las madres, y de dos y tres y cuatro y cinco afios, aun saliéndo- lea recebir de paz, sin otros infinitos que no se contaron, Acabadas infinitas guerras inicuas ¢ infernales y matan- zas en ellas que hizo, puso toda aquella tierra en Ia ordina ria y pestilencial servidumbre titanica, que todos los tira- nos ctistianos de las Indias suelen y pretenden poner aquellas gentes, En la cual consinti6 hacer a sus mesmos mayordomos y a todos Jos demas crueldades y tormentos nunca ofdos, por sacar a los indios oro y tributos, Mayor- domo suyo maté muchos indios, ahoredndolos y queman- dolos vivos, y echandolos a perros bravos, y corténdoles pies y manos y cabezas y lenguas, estando los indios de paz, sin otra causa alguna mas de por amedrentallos para que le sirviesen y diesen oro y tributos, vigndolo y sabién- dolo el mesmo egregio tirano, sin muchos azotes crueles y palos y bofetadas y otras especies de crueldades que en ellos hacfan cada dia y cada hora ejercitaban. Dicese de él que ochocientos pueblos destruyé y abras6 en aquel reino de Jalisco, por lo cual fue causa que de 132 Brevsima relacin de la destruici6n de las Indias desesperados (viéndose todos los demas tan cruclmen- te perecet), se alzasen y fuesen a los montes y matasen muy justa y dignamente algunos espaiioles. Y después, con las injusticias y agravios de otros modernos tiranos que por alli pasaron para destruir otras provincias, que ellos llaman descubrir, se juntaron muchos indios, ha- ciéndose fuertes en ciertos pefiones, en los cuales agora de nuevo han hecho en ellas tan grandes crueldades que cuasi han acabado de despoblar y asolar toda aquella gran tierra, matando infinitas gentes. Y los tristes ciegos, deja dos de Dios venir a reprobado sentido, no viendo la justi- sima causa y causas muchas llenas de toda justicia, que los indios tienen por ley natural, divina y humana de los hacer pedazos, si fuerzas y atmas tuviesen, y echallos de sus tie- ras, y la injustisima y lena de toda iniquidad, condenada por todas las leyes, que ellos tienen para, sobre tantos in- sultos y titanias y grandes e inexpiables pecados que han cometido en ellos, moverles de nuevo guerra, piensan cen y escriben que las victorias que han de los inocentes indios asolandolos, todas se las da Dios porque sus guerras inicuas tienen justicia, cono se gocen y glorien y hagan gracias a Dios de sus tiranias, como lo hacfan aquellos tira- nos ladrones de quien dice el profeta Zacharias, cap. 11: Pasce pecora ocisionis, quae qui occidebant non dolebant sed dicebant, benedictus deus quia divites fact! sumus® 92, Apacienta los rebafios del serificio, pues quienes los mataban no se dolian sino que decian: Benito sea Dios porque ricos hemos sido hechos. En la Nova Vilgata Latina Bibliorum sacrorums edition... (Vati- cano, 1979), en Zac., 11,4 8, se lee: pasce pecora cecssionis, quae, quit ‘enunt, occidunt et non dolent, et, gui vendunt ea, dicunt: benedictus Dorainus, dives factus sum 133 Bartolomé de las Casas Del reino de Yucatan El afio de mil y quinientos y veinte y seis fue otro infe- lice hombre proveido por gobernador del reino de Yu- catan”, por las mentiras y falsedades que dijo y ofreci- mientos que hizo al rey, como los otros titanos han hecho hasta agora, porque les den oficios y cargos con que puedan robar. Este reino de Yucatan estaba lleno de infinicas gentes, porque es la tierra en gran manera sana y abundante de comidas y frutas mucho (aun més que la de México), y sefialadamente abunda de miel y cera mas que ninguna parte de las Indias de lo que has- ta agora se ha visto, Tiene cerca de trescientas leguas de boja™ o en torno el dicho reino. La gente del era sefia- ada entre todas las de las Indias”, asi en prudencia y policia como en carecer de vicios y pecados mas que otra, y muy aparejada y digna de ser traida al conoci- miento de su dios, y donde se pudieran hacer grandes ciudades de espafioles, y vivieran como en un paraiso terrenal (si fueran dignos della); pero no lo fueron por su gran cudicia e insensibilidad y grandes pecados, como no han sido dignos de las otras muchas partes que Dios les habia en aquellas Indias demostrado, Co- menzé este tirano con trescientos hombres que llev6 consigo a hacer crucles guerras a aquellas gentes bue- nas, inocentes, que estaban en sus casas sin ofender a 93. Francisco de Montejo, padre, Historia, I, 109 y ss 94. Perimetro. 95. La civilizacién maya habia adquirido un alto grado de desarrollo en la América prehispénica 134 Brevsima relacién de la destricin de las Indias nadie, donde maté y destruyé infinitas gentes. Y¥ por- que la tierra no tiene oro, porque silo tuviera, por saca- Ilo en las minas los acabara, pero por hacer oro de los cuerpos y de las dnimas de aquellos por quien Jesuctis to mutié, hace abarrisco’ todos los que no mataba es- clavos, y a muchos navios que venfan al olor y fama de Ios esclavos enviaba llenos de gentes, vendidas por vino y aceite y vinagre, y por tocinos, y por vestidos, y por caballos, y por lo que él y ellos habian menester, segiin su juicio y estima, Daba a escoger entre cincuenta y cien doncellas, una de mejor parecer que otra, cada uno Ja que escogese, por una arroba de vino 0 de aceite 0 vi- nagre, 0 por un tocino, y lo mismo un muchacho bien dispuesto, entre ciento o doscientos escogido, por otro tanto. Y acaecié dar un muchacho que pareeia hijo de un principe por un queso, y cient personas por un caballo. En estas obras estuvo desde el afio veinte y seis hasta el afio de treinta y tres, que fueron siete aiios, asolando y despoblando aquellas tierras y matando sin piedad aque- llas gentes, hasta que oyecon alli las nuevas de las rique- zas del Per, que se le fue la gente espafiola que tenia, y ces6 por algunos dias aquel inferno. Pero después tor- naron sus ministros a hacer otras grandes maldades, ro- bos y cautiverios y ofensas grandes de Dios, y hoy no ce- san de hacerlas, y cuasi tienen despobladas todas aquellas trescientas leguas que estaban (como se dijo) tan llenas y pobladas, No bastaria a creer nadie ni tampoco a decisse los par- ticulares casos de crueldades que alli se han hecho; solo 96, Barre sin cuenta ni motivo, 135 Barcolomé de hs Casas diré dos o tres que me ocurren. Cuando andaban los tris- tes espaiioles con perros bravos buscando y aperreando los indios, mujeres y hombres, una india enferma, vien- do que no podia huir de los perros que no la hiciesen pe- dazos como hacfan a los otros, tomé una soga y atose al pie un niffo que tenian de un afio y ahorcose de una viga, yno lo hizo tan presto que no llegaron los pertos, y des- pedazaron el nifio, aunque antes que acabase de morir lo baptiz6 un fraile Cuando se salian los espafioles de aquel reino, dijo uno aun hijo de un sefior de cierto pueblo o provincia que se fuese con él; dijo el nifio que no queria dejar su tierra. Responde el espafiol: «Vete conmigo, si no, cortarte he las orejas». Dice el muchacho que no. Saca un puiial y cértale una oreja y después la otra, Y diciéndole el mu- chacho que no queria dejar su tierra, cértale las narices, riendo como si le diera un repel6n, no més. Este hombre perdido se lod y jacté delante de un vene- rable religioso, desvergonzadamente, diciendo que tra- bajaba cuanto podia por emprefiar muchas mujeres in- dias para que, vendiéndolas prefiadas por esclavas, le diesen més precio de dinero por ellas. En este reino o en una provincia de la Nueva Espafia, yendo cierto espafiol con sus perros a caza de venados 0 de conejos, un dia, no hallando qué cazar, pareciole que tenfan hambre los perros, y toma un muchacho chiquito su madre, y con un puial cértale a tarazones los brazos y las piernas, dando a cada perro su parte, y después de comidos aquellos tarazones, échales todo el corpecito en el suelo a todos juntos. Véase aqui cuanta es la insensibi- lidad de los espafioles en aquellas tierras, y cémo los ha 136 Brevisima rela de la desteuicin de las Indias traido Dios én reprobum census”, y en qué estima tienen a aquellas gentes, criadas a la imagen de Dios y redimi- das por su sangre. Pues peores cosas veremos abajo. Dejadas infinitas ¢ inauditas crueldades que hicieron los que se llaman ctistianos en este reino, que no basta juicio a pensallas, sélo con esto quiero concluirlo. Que salidos todos los tiranos infernales dél con el ansia, que los tiene ciegos, de las riquezas del Pert, moviose el pa- dre fray Jacobo" con cuatro religiosos de su orden de Sant Francisco a ir a aquel reino a apaciguar y predicat y traer a Jesuecristo el rebusco de aquellas gentes que resta- ban de la vendimia infernal y matanzas tirénicas que los espafioles en siete afios habjan perpetrados y creo que fueron estos religiosos el afio de treinta y cuatro, envién- doles delante ciertos indios de la provincia de México por mensajeros, si tenfan por bien que entrasen los di- chos religiosos en sus tierras a dalles noticia de un solo Dios, que era Dios y Sefior verdadero de todo el mundo. Entraron en consejo ¢ hicieron muchos ayuntamientos, tomadas primero muchas informaciones, qué hombres tan aquellos que se decfan padtes y frailes, y qué era lo que pretendian, y en qué diferian de los cristianos, de quien tantos agravios ¢ injusticias habfan recebido. Fi- nalmente, acordaron de recebirlos con que solos ellos y no espafioles allé entrasen. Los religiosos se lo prometie- ron, porque asi lo Ievaben concedido por el visorrey de la Nueva Espaiia”, y cometido que les prometiesen que 97. En seprobado sentido, Rom, I, 28 98. Fray Jacobo de Tasterd o Tester franciscano amigo de Las Casas. 99. Antonio de Mendoza, Ilegedo a México a fines de 1535, 137 Bartolomé de as Casas no entrarfan més alli espafioles, sino religiosos, niles se- rfa hecho por los cristianos algin agravio, Predicéronles el evangelio de Cristo como suelen, y la intincién sancta de los reyes de Espaiia para con ellos. Y tanto amor y sa bor tomaron con la doctrina y ejemplo de los filles, y tanto se holgaron de las nuevas de los reyes de Castilla (de los cuales en todos los siete afios pasados, nunca los espaiioles les dieron noticia que habia otro rey sino aquel que alli los tiranizaba y destrufa), que a cabo de cuarenta dias que los frailes habian entrado y predicado, los sefio- res de Ja tierra les trujeron y entregaron todos sus idolos que los quemasen, y después desto sus hijos para que los ensefiasen, que los quieren mas que la lumbre de sus ojos, y les hicieron iglesias y templos y casas, y los convidaban de otras provincias a que fuesen a predicalles y dalles no- ticia de Dios y de aquel que decian que era gran rey de Castilla. ¥ persuadidos de los frailes, hicieron una cosa que nunca en las Indias hasta hoy se hizo; y todas las que se fingen por algunos de los tiranos que alld han destruido aquellos reinos y grandes tierras son falsedad y mentira. Doce o quince sefiores de muchos vasallos y tierras, cada uno por si juntando sus pucblos y tomando sus votos y consentimiento, se subjectaron de su propia voluntad al sefiorio de los reyes de Castilla, recibiendo al Emperador como rey de Espafia por sefior supremo y universal; e hi- cieron ciertas sefiales como firmas, las cuales tengo en mi poder con el testimonio de los dichos files. Estando en este aprovechamiento de la fe, y con gran- disima alegria y esperanza los frailes de traer a Jesuctisto todas las gentes de aquel reino, que de las muertes ¥ gue- rras injustas pasadas habian quedado, que atin no eran 138 [Brevisima rlacin de la destruicn de las Indias pocas, entraron por cierta parte diez y ocho espafioles ti- ranos de caballo, y doce de pie, que cran treinta, y traen muchas catgas de idolos tomados de otras provincias a los indios. Y el capitan de los dichos treinta espafioles lama a-un sefior de la tie-ra por donde entraban, y dice- Ie que tomase de aquellas cargas de idolos y los repartie~ se por toda su tierra, vendiendo cada idolo por un indio © india para hacello esclevo, amenazaindolo que si no lo hacia, que le habia de hacer guerra. El dicho sefior, por temor forzado, desttibuyé los idolos por toda su tierra, y mandé a todos sus vasallos que los tomasen para adora- Ilos, y le diesen indios e indias para dar a los espaitoles para hacer esclavos. Los indios, de miedo, quien tenia dos hijos daba uno, y quien tres daba dos, y por esta manera complfan con aquel tan sacrilego comercio, y el sefior 0 cacique contentaba los espafioles, si fuetan cristianos. Uno destos ladrones impios infernales llamado Juan Garcia, estando enfermo y propinco a la muerte, tenia debajo de su cama dos cargas de idolos, y mandaba a una india que le servia que mirase bien que aquellos idolos que alli estaban no los diese a trueque de galli- nas, porque eran muy buenos, sino cada uno por un es- clavo. Y finalmente, con este testamento y en este cui- dado ocupado, murié el desdichado, gy quién duda que no esté en los infiernos sepultado? Véase y considétese agora aqui cual es el aprovecha- miento y religién y ejemplos de cristiandad de los espa- fioles que van a las Indias, qué honra procuran a Dios, ‘c6mo trabajan que sea conocido y adorado de aquellas sgentes, qué cuidado tienen de que por aquellas énimas se siembre y crezca y dilate su sancta fe, y jézguese si fue 139 Bartolomé de ls Casas menor pecado éste que el de Jerobosn, qui peccare fecit Israel, haciendo los dos becerros de oro para que el pueblo adorase, o si fue igual al de Judas, o que més es- cindalo causase, Estas, pues, son las obras de los espa- fioles que van a las Indias, que verdaderamente muchas ¢ infinitas veces, por la cudicia que tienen de oro, han vendido y venden hoy en este dia y niegan y reniegan a Jesucristo Visto por los indios que no habia salido verdad lo que los religiosos les habian prometido (que no ha- bian de entrar espaiioles en aquellas provincias, y que Jos mesmos espaiioles les traian idolos de otras tierras a vender, habiendo ellos entregado todos sus dioses a los frailes para que los quemasen por adorar un verda- dero Dios), albordtase e indignase toda la tierra con tra los frailes, y vanse a ellos diciendo: «Por qué nos habéis mentido, engafiéndonos que no habian de en- trar en esta tierra cristianos? ¢Y por qué nos habéis quemado nuestros dioses, pues nos traen a vender otros dioses de otras provincias vuesttos cristianos? ¢Por ventura no eran mejores nuestros dioses que los de las otras naciones?». Los religiosos los aplacaron lo mejor que pudieron, no teniendo qué responder, Vanse a bus- car los treinta espafioles, y dicenles los daiios que ha- bian hecho. Requiérenles que se vayan; no quisieron, antes hicieron entender a los indios que los mesmos frailes los habian hecho venir alli, que fue malicia con- sumada, Finalmente, acuerdan de matar los indios los frailes; huyen los frailes una noche, por ciertos indios 100. Que hizo pecar a Israel, I, Reyes, 14, 16, y Eelo, 47, 29. 140 [Brovisima rlacin de I destrucn de las Indias que los avisaron, y después de idos, cayendo los indios en la inocencia y virtud de los frailes y maldad de los espafioles, enviaron mensajeros cincuenta leguas tras ellos, rogandoles que se tornasen y pidiéndoles per- dén de la alteracién que les causaron, Los religiosos, como siervos de Dios y celosos de aquellas nimas, creyéndoles, tornaronse a la tierra y fueron recebidos como angeles, haciéndales los indios mil servicios, y estuvieron cuatro 0 cinco meses después. ¥ porque nunca aquellos cristianos quisieron irse de la tierra, ni pudo el visorrey con cuento hizo sacallos, porque esta lejos de la Nueva Espafia (aunque los hizo apregonar por traidores), y porque no cesaban de hacer sus acos- tumbrados insultos y agzavios a los indios, pareciendo a los religiosos que tarde que temprano con tan malas obras los indios se resabiarfan y que quiza caeria so- bre ellos, especialmente que no podian predicar a los indios con quictud dellos y suya, y sin continuos so- bresaltos por las obras malas de los espafioles, acorda- ton de desmamparar aquel reino, y asi queds sin lum- bre y socorro de doctrina, y aquellas énimas en la escutidad de ignorancis y miseria que estaban, qui- tindoles al mejor tiempo el remedio y regadio de la noticia y conocimiento de Dios que iban ya tomando avidisimamente, como si quitsemos el agua a las plantas recién puestas de pocos dias, Y esto por la inexpiable culpa y maldad consumada de aquellos es- pafioles. 14. Batoloé das Cates Dela provincia de Sancta Marta La provincia de Sancta Marta" era tierra donde los in- dios tenian muy mucho oro, porque la tierra es rica y las comarcas, y tenian industria de cogello. Y por esta causa, desde el afio de mil y cuatrocientos y noventa y ocho has- ta hoy, afio de mil y quinientos y cuarenta y dos, otra cosa no han hecho infinitos tiranos espafioles! sino ir a ella con navios y saltear y matar y robar aquellas gentes por roballes cl oro que tenian, y tomabanse en los navios que iban en diversas y muchas veces, en las cuales hicieron grandes estragos y matanzas y sefialadas ctueldades, y esto comiinmente a la costa de la mar y algunas leguas la tierra dentro, hasta el afio de mil y quinientos y veinte y tres, El afio de mil y quinientos y veinte y tres fueron ti- ranos espafioles a estar de asiento alla, Y porque la tie- rra, como dicho es, era rica, sucedieron diversos capita- nes, unos mas crueles que ottos, que cada uno patecia que tenia hecha profesién de hacer mas exorbitantes crueldades y maldades que el otro, porque saliese verdad Ja regla que arriba posimos. El aiio de mil y quinientos y veinte y nueve fue un gran tirano muy de propésito y con mucha gente, sin temor alguno de Dios ni compasién de humano linaje, el cual hizo con ella tan grandes estragos, matanzas e impiedades, que a todos los pasados excedis. Robo él y ellos muchos tesoros en obra de seis 0 siete 101, Situada entre los golfos de Venezuela y del Dai de Colombia, 102. Entre los que se cuentan Hojeda, Nicuesa, Pedratias y con pos- tetiotidad Garcfa de Lerma, Pedro Fetnéndez de Lugo, Alonso Luis de Lugo, etc. , al noroeste aya Brevisimarelaciin de la destruicién de las Incas aftos que vivi6. Después de muerto sin confesién, y aun huyendo de la residencia que tenfa, sucedieron otros ti- ranos matadotes y robadotes, que fueron a consumir las gentes que de las manos y cruel cuchillo de los pasados restaban. Estendiéronse tanto por la tierra dentro, vas- tando y asolando grandes y muchas provincias, matando y captivando las gentes dellas, por las maneras susodi- chas de las otras, dando grandes tormentos a sefiores y a vasallos, porque descubr.esen el oro y los pueblos que lo tenfan, excediendo como es dicho en las obras y ntimero y calidad a todos los pasados; tanto que desde el aiio di- cho de mil y quinientos y veinte y nueve hasta hoy, han despoblado por aquella parte mas de cuatrocientas le- guas de tierra que estaba asf poblada como las otras. Verdaderamente afirmo que si en particular hobiera de refetir las maldades, matanzas, despoblaciones, injusticias, violencias, estragos y grandes pecados que los espafioles en estos reinos de Sancta Marta han hecho y cometido contra Dios y contta el rey, y aquellas inocentes naciones, yo haria una muy larga historia"; pero esto quedarse ha para su tiempo si Dios diere la vida. Solo quiero aqui decir unas pocas de palabras de las que escribe agora al rey nuestro sefiot el obispo de aquella provincia™ y es la hecha de la carta a veinte de mayo del afio de mil y quinientos y cua- renta y uno, el cual entre otras palabras dice ast: «Digo, sa- grado César, que el medio para remediar esta tierra es que Vuestra Majestad la saque ya de poder de padrastros y le 103. Probablemente se esté reliriendo a su Historia de las Indias ya.en proceso, 104, Fray Juan Ferndndez de Angulo, obispo de Santa Marta, 143 Bartolomé de las Casas dé marido quela tracte como es razsn y ela merece, y éste, con toda brevedad; porque de otra manera, segtin la aque- jan y fatigan estos titanos que tienen encargamiento della, tengo por cierto que muy aina dejaré de ser, etc. Y mis abajo dice: «Donde conocer Vuestra Majestad claramente cémo los que gobiernan por estas partes me- recen ser desgobernados para que las repuiblicas se alivia- sen. ¥ si esto no se hace, a mi ver no tienen cura sus en- fermedades. Y conocer también cémo en estas partes no hay ctistianos, sino demonios, no hay servidores de Dios ni de rey, sino traidores a su ley y a su rey, Porque en ver- dad quel mayor inconveniente que yo hallo para traer los indios de guerra y hacellos de paz, y alos de paz al cono- cimiento de nuestra fe, es el aspero y cruel tractamiento que los de paz reciben de los cristianos, Por lo cual estan tan escabrosos y tan avispados, que ninguna cosa les pue- de ser mas odiosa ni aborrecible que el nombre de cristia- nos, a los cuales ellos en toda esta tierra llaman en su len- gua yates, que quiere decir demonios; y sin duda ellos tienen raz6n, porque las obras que acd obran, nison de cris- tianos ni de hombres que tienen uso de razén, sino de de- monios, De donde nace que como los indios ven este obrar mal y tan sin piedad generalmente, asf en las cabe- zas como en los miembros, piensan que los ctistianos lo tienen por ley, yes autor dello su Dios y su rey. ¥ trabajar de persuaditles otra cosa es querer agotar la mar y darles materia de reir, y hacer butla y escamnio de Jesucristo y su ley. Y como los indios de guerra vean este tratamiento que se hace a los de paz, tienen por mejor morir de una vez que no de muchas en poder de espatioles. Sélo esto, invictisimo César, por experiencia, etc.». 144 [Brovisima selacitn de la destricin de las Indias Dice més abajo en un capitulo: «

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