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La Europa del BREEO™ Tho 1 dP 4 (1815-1914) G. Broon La Europa del siglo XIX 1815-1914 por GEOFFREY BRUUN FONDO DE CULTURA ECONOMICA séx1co INTRODUCCION El siglo xrx fue la gran era de la cxpansién europea. Durante 300 afios, a continuacién de los viajes de Co: Jon, Da Gama y Magallanes la sombra de la hegemo: europea corrié sobre los mares. Durante 10 generacio- nes, intrépidos exploradores, comerciantes y coloniza- dores izaron sus velas en los pusertos del Viejo Mundo para establecer los amplios fundamentos de los impe- tios de ultramar, Sin embargo, s6lo en el siglo x1x, cuando la cienci occidental puso “un cinturén alrededor dela tierra”, fue cuando los europeos recibieran su plena herencia imperial. Su agresiva superioridad y sus es- Pectaculares ‘conquistaseclipson todos Tos préloges istéricos, aunque puedan encontrarse precedentes li- mitados, por ejemplo, en la propagacién de la cultura he- Kenica después del siglo 1v d. c. Pero la civilizacién helénica estuvo circunscrita al Ambito del Mediterré- neo, mientras que la hegemonfa de los europeos mo- demos se extendié hasta que todos los continentes de 1a tierra les produjeron alguna especie de ventaja, Entre los afios de 1815 y de 1914, el mundo ingresé en una nueva era.de integracién global, a impulsos de la téc nica occidental, era que, sin excesiva exageracién, podrfa calificarse de era europea. Antes de que terminara el siglo xxx, la civilizacién europea dominaba 0 chocaba contra cada segmento del globo, y todos los grupos im- pottantes de Ia poblacién mundial habfan recibido Ia ella de Ja cultura occidental, o habfan experimentado su presion, Para los pueblos de Europa, el periodo transcurti- do entre 1815 y 1914 fue una era de progresos tan notables, en cada uno de los palses del continente, que casi se cegaron a la influencia constantemente crecien- te que su economfa ejercia en ultramar. Fue un perio- 9 10 INT RODUCCION do que no se vio dafiado por guerras prolongadas, 9 gtavemente debilitadoras; fue un siglo durante al. cual hs energias acumulativas de Europa pudieron dirigirse a empresas constructivas y el capital y la poblacién ex- cedentes encontraron inversiones lucrativas en otros continentes, Cada generacién disfruté de un aumento de tiqueza y de comodidad, de una ampliacién de las, ‘oportunidades econémicas y de un mejoramiento en. los niveles de alimentacién, salud y saneamiento. Con cada década, nuevos avances técnicos acclera- ron la mecanizacién de la industria, nuevas ciudades dibujaron contra el cielo sus andrquicas siluetas y nuevos niveles de produccién se alcanzaron en las fabricas y talleres. Pero los indices més significativos del progré- 50 no fueron ni politicos, ni econdmicos, sino demo- stificos, A lo largo del siglo xrx, Ia poblacién de Eu- Topa aumenté, por términd medio, a un ritmo de tres a cuatro por ciento anual, tasa de crecimiento que nunca antes habla alcanzado una poblaciém tan vasta, durante un periodo tan prolongado. Este desarrollo fenomenal de la poblacién consti- tuy6 uno de los factores decisivos de la supremacia, europea. Céleulos generales convienen en que la po- blacién de Europa, en 1815, ascendfa a cerca de 200 009 000; en el siglo xrx, esta cifra se duplicé de so- bra, hasta alcanzar un total de 460 000 000 hacia 1914. Otros continentes registraron también un excepcional aumento numérico durante el mismo’ espacio de tiem- po, pero los europeos superaron a todos. En 1815, las personas que vivian dentro de los Ifmites geogrificos de Europa constitulan, quizd, una quinta parte de la po- blacién mundial; hacia 1914, constituian un cuarto. Para comprender la naturaleza singular de este triunfo «3 preciso sefalar que todos los demés continentes ri- vales poselan una tasa de natalidad general més alta que | Europa del siglo xtx, Los europeos modificaron el INTRODUCCION n equilibrio demogrifico del globo, no clevando su tasa de natalidad, sino més bien disminuyendo su coeficien- te de mortalidad. Sin embargo, las ciftas correspondientes a Europa, por si solas, no son suficientes para indicar toda la magnitud del logro europeo en materia de crecimiento de la poblacién. Entre la cafda de Napoleén, en 1815, y €l estallido de la primera Guerra Mundial, en 1914, més de 40000000 de emigrantes abandonaron sus patrias europeas para establecerse en otros continentes, Las consecuencias de esta vasta migracién hicieron que Jos europeos se convirtieran, en gran parte, en una raza extracuropea, En 1815 habla menos de 20 000 000 de personas nacidas en Europa o de sangre predominan temente europea al otro lado de los mares. Hacia 1914, €l total se habla multiplicado diez veces, hasta sumat cerca de 200 000 000. Este incremento y dispersién de los europeos duran- te el siglo x1x fue un reflejo fiel de su espiritu impe- rial. Hacia 1914 habia tantas personas de ascendencia europea fuera de Europa, como habitantes habia teni- do este continente el siglo anterior. O, para decitlo de otra manera, alrededor de 1914, de cada tres europeos, uno vivia en ultramar. Como ya dije, los 460 000 000 de habitantes de Europa en esa fecha constituian una cuarta parte de la poblacién mundial. Sia esta cifta se suman los 200 000 000 de personas de sangre europea que vivian en el exterior, se ve claramente que, en el afio de 1914, vivian cerca de 700 000 000 de personas de ascendencia europea. La cepa racial de éste, el mis pequetio de los continentes, contando a sus hijos emi- grantes, y a los descendientes de éstos, habia Tlegado a constituir un tercio del género humano. Datos estadisticos como los que he mencionado ha- cen ver con claridad que una narracién equilibrada de Ja Europa del siglo x1x debe exceder los estrechos limi- 12 INTRODUCCION tes de la escena europea. Los actos ‘principales del dra- ria todavia se representaban ahf, pero la esfera de su accién se habla ampliado hasta comprender una magna, Bitropa, més alld de los mares. Habla pasado el ala fen que los anales coloniales podian tratarse como epl- “ logo de los acontecimientos europeos. Los lazos polf- ticos que en otro tiempo habian ligadoval Nuevo y al Viejo Mundo se cortaron o aflojaron hacia 1815. Las ciudades levantadas en los vastos y casi desiertos tert torios ocupados habfan crecido hasta aleanzar magnitu- des soberanas y convertirse en los micleos de naciones independientes, Sin‘embargo, aun las mds remotas co: munidades fronterizas fundadas por la iniciativa europea se consideraban a s{ mismas como vistagos de una cul- tura paterna viva, como atestiguan tan a menudo sus nostélgicos toponimicos. Sus tradiciones y sus técnicas reconocfan su origen en el otro lado del mar, y-podian rastrearse a lo largo de los siglos; sus rafees alcanzaban hasta los monasterios medievales, que en otro tiempo motearon el cfreulo en expansién de'la existiandad; sus defensas recordaban los campamentos romanos que marcaron Jos bordes de un imperium anterior, En el siglo x1x, las dilatadas colonias del Viejo Mundo esta- ban Iegando a su madurez y convirtiéndose en domi- nios 9 en repdbiat, pero eran todtis los custodios de una civilizacién comén y los herederos del legado eu- £0, En las paginas siguientes se seguitin paso a paso las aventuras de estos pueblos europeos de ultra, junto con las de las naciones del Viejo Mundo, La influencia de Europa en el mundo fue, desde el prin. ipio, un proceso interdependiente y reefproco. A’me- dida que fue desenvolviéndose Ia comunidad attic, 1a civilizacién europea se fue convirtiendo en algo vasto ¥_ ago, para lo que no podia encontrase un nombre Satisfactorio; pero el espfritu de esta cultura occiden- INTRODUCCION 13 tal comiin establecié 1 tipo de desarrollo en regiones todavia m4s remotas, como Surdfrica, Australia y cl Extremo Oriente. En Europa misma, la exportacién de ideas y de técnicas, de capital y de poblacién, ejer- cié una influencia continua y creciente a lo largo del siglo xix. La gran inversi6n’ del capital europeo con- tlbuyé a: expltar los recursos de stros contnentss convirtié a Europa, en un sentido, en el “banquero del mundo”, mientras que la competencia de las potencias europeas para obtener concesiones y territorios en Afri- ca yen Asia intensificé a veces lag tensiones interiores europeas. La historia de Europa del siglo xrx se con- virtié en un drama de presiones crecientes y politicas concurrentes, que alcanzaron su climax dentro del mar- co de un equilibrio precatio. Al siglo xx le tocé en suerte heredar el desenlace violento y trégico de estas, aceleradas tendencias. 1, REACCION POLITICA Y PROGRESO, ECONOMICO (1815-30) Mis que el de 1800, el afio de 1815 es el umbral l6gi- co de la Europa del siglo x1x. Los trémendos golpes de la Revolucion francesa y de las Guerras napolcéni- cas habjan agrictado las rigidas instituciones del. anti- guo régimen. Cuando se calmaron los sacudimientos y disminuyé el estruendo, los europeos se encontraron viviendo en sitios antiguos reconstruidos a medias, a medias empobrecidos, pero dentro de un marco mds amplio y con corredores més espaciosos que los de la arquitectura estrecha que en su crecimiento habfan ex- pansionado. Los estadistas de la Era de la Restaura- cién, que repararon la resentida estructura después de la caida de Napoleén, han sido acusados de planear para el pasado y no para el futuro de la sociedad eu- ropea. Es una acusacién que los historiadores libera- les, después de que ha pasado todo, se han complacido a menudo en subrayar, pero es un cargo que descono- ce casi por completo ‘el espiritu y los propésitos del acomodo que se produjo con la Restauracié fay que tener en cuenta que los estudistas reaccio- narios que acudieron a Viena’en 1814, para autentificar el testamento revolucionario, no cran ni anticuatios ni profetas; eran diplomaticos atormentados, enloquecidos por los imperiosos problemas del presente. Su objeto era restablecer la paz después de un cuarto de siglo de arbitrarios manejos politicos y de guerra casi ince- sante; y decidieron, muy humanamente, que la. segurl dad podria alcanzarse mejor invocando los prineipios contracrevolucionarios de la inmovilidad politica y la permanencia dindstica. Alli donde los viejos limites so- brevivieron y podian prestar un itil servicio, los repa- raron. Pero su propésito fundamental no fue restaurat i REACCION Y PROGRESO (1815-30) 15 las injusticias del antiguo régimen, sino sus memora- bles virtudes, sobre todo los beneficios de un gobierno estable y la seguridad de un sistema de Estados en equilibrio razonable. Juzgados conforme 2 estos sobrios propésitos, los diplomaticos que redactaron los tratados de Viena fuc- ron habiles estadistas. El arreglo general que idcaron fue subsecuentemente modificado en detalle, pero a lo largo de un centenar de aifos se modifies sin rebasar la érbita de sus {rmulas prudentes. El Congreso de 1a Paz habia sido convocado, como reconocié su secreta- rio Friedrich Gentz, para dividir entre los victoriosos los despojos del vencido, delicada operacién que se cje- cut6 prestando la debida atencién a la compensacin recfproca, y sin rencor ni espfritu de venganza innece- sarios. Después de 1815, las grandes potencias evitaron recurtir a las armas durante cerca de 40 afios; y, cuando se produjeron guerras, se libraron por objetivos limita. dos, y fueron conflictos que se pudieron aislar y a los ‘que nunca se les peritie aleanzar proporciones ruino- sas y agotadoras. A pesar de numerosos defectos, cl arreglo alcanzado en Viena puede verse, en perspecti- va, como la puerta de un siglo de poder, estabilidad y expansién. Abrié el més largo periodo exento de guerra general que Europa habia conocido desde la época de Ia paz romana, de los siglos ry 1 de la cra cristiana, La forma de la historia’ enrupea después de 1815 dependidvdiel juego rectnro~. de tres factores.principa- Tes, uno politico, otro naval.y otro-mas econdmico. El factor paleo fue el ascendiente transitorio de las cua- tro potencias victoriosas, Inglaterra, Austria, Rusia y Prusia. Eclipsada Francia, estos “Cuatro Grandes” es tuvieron en situacién de redibujar cl mapa de Europa hasta darle casi todas las formas que pudieran parecer- les mutuamente aceptables. El segundo factor, igual mente importante para dar forma a cualquier arreglo 16 REACCION Y PROGRESO (1815-30) realista, fue el de'la/Supfemacia naval de Inglaterra, En ninguna parte del globo exisHa una armada, o una alianza de fuerzas navales, que fuera lo suficientemente fuerte como para desafiar al sefiorfo inglés de los mares. E] tercer factor, menos evidente para Ja mayorla de los diplométicos europeos, pero que en potencia era el mis poderoso de todos, como drbitro de los destinos de Eu- ropa, fue la mecanizacién de Ja industria. Las “Idbre- gas fabricas de Satén” estaban 2 punto de liberar sus ritmicas coer y, la maquina de vapor esperaba para transformar Ta vida econémica europea. Estimar la influencia de estos tres factores no es nada ficil, y el método que he edoptado consiste en considerarlas individualmente, en el orden mencionado, La reconstruccién politica del continente era una preocupacién primordial para los gobiemos de Austria, Rusia y Prusia, Austria, cuatro veees derrotada por las aplastantes campafias napoleSnicas, mostté un sofpren- dente poder de recuperacién; y la eleccién de Viena para cl Congreso de Ja Paz fue el tributo que se pagé a este prestigio renacido. La eleccién fue un teibuto también al espfritu. emprendedot de Klemens vor Metternich, el Ministro de Relaciones Exteriores de Austria, que despleg6 sus talentos sociales y diplomd- ticos como cicerone de los delegados reunidos, Metter. nich se consideraba predestinado a “apuntalar una casa en ruinas". Y tema, con raz6n, que ef reino de los Habsburgos se desintegratla si lis cortientes. naciona- listas y liberales, provocadas por la Revolucién ‘fran. cesa, se desbordaban de nuevo para inundar Europa, El Tmperio del Danubio se habla convertido en un ana- cronismo histérico en la era de los estados nacionales; pues, aunque por su extensién y su poblacién Austria era una gran potencia, su sociedad seguia siendo feudal y aristocrética, y sus dispares segmentos comprendfan minorias alemanas, magyares, polacas, checas, croatas, | | | | REACGION Y PROGRESO (1815-30) 7 italianas y otras mis de menor importancia. Sin em- bargo, cl tinte de la tradicién era fuerte, el orgullo dinkstico de los Habsburgos més fuerte todavia, y el colapso del imperium francés habia hecho de Austria el campeén predestinado de las fuerzas conservadoras. Cuando Viena fue la anfitriona de Europa en 1814-15, las recepciones fueron tan brillantes, Ia misica tan se- ductora, las mujeres tan hermosas y el prestigio de la corte austriaca, aparentemente, tan inexpugnable como antes. El imperio Habsburgo ingress en su ciclo final bafiado en el dorado resplandor de un veranillo de San Martin, que parecia ser el retorno de la primavera: Externamente por lo menos, Austria no parecfa ha ber cambiado mucho bajo los Tudos golpes de la era revolucionaria. Las distantes provincias belgas (los Pai- ses Bajos austriacos) se habfan perdido para Siempre, pero en compensacién, los Habsburgos conservaban los temitorios de Ia fenecida Repiiblica de Venecia y la provincia de Lombardia, El Sacro Imperio Romano, no revivi6 (esa ficcién arcaica se habia desbaratado en 1806), pero Austria eneabezd una nueva creacién di- plomatica, la Confederacién Alemana. Era una liga, poco apretada, de 38 Estados alemanes, cuyos gobier. nos enviaron delegados a ung dieta que se reunia en Franefort del Meno. Las esperanzas de instituciones mis liberales y de una unién nacional més estrecha, jue habian enicendido muchos corazones alemanes en el fervor del Freiheitskrieg, se vieron frustradas por esta aébil convencién, Aunque la carta constitucional de Ia Confederaci6n Alemana ofrecié “una forma de gobier- no representativo” a los Estados miembros, la presién austriaca anulé en la prictica esta disposicién. Al igual que Austria, Prusia recuperé en Viena cl perdido prestigio y el regateo territorial sumé parte de Sajonia y toda 12 Pomerania sueca a las posesiones de los Hohenzollemn. Pero los esfuerzos bélicos contra 18 REACCION Y PROGRESO (1815-30) los franceses habian agotado los limitados recursos del Estado prusiano, que necesitaba una década, o mds, de convalecencia, De manera que Prusia Nevé a cabo una prudente politica de atrincheramiento y recupera- cién ‘después de 1815, en tanto que Austria dicté su voluntad a los Estados alemanes menores y fijé el tono de la politica en la Europa Central. ‘ Los intereses rusos estuvieron representados en Vie- por el zat Alejandro I en persona. La personalidad ‘ste “Hamlet coronado” “al que Napoleén lamé “bizantino mafioso”, desconcerté a sus contemporineos. Parecia incongruente que el autécrata de todas las Ru- sias abrigara sentimientos auténticamente liberales, Sin embargo, Alejandro habia discutido con Napoleén en contra de la monarquia hereditaria, y habla solicitado 2 Thomas Jefferson informes acerca de la Constitucién de los Estados Unidos, cuando la palabra republica era anatema para sus principescos colegas. in el corazén del zar, los impulsos de un humanitario luchaban con- tra los edleulos de un estadista, y hasta el afio de 1820 siguié sofiando con una constitucién liberal para Ru- sia, Pero cl arrastre de la tradicién resulté demasiado fuerte, la reaccién triunfé y después de la muerte de Alejandro, en 1825, su hermano Nicolds I le aseguré a Metternich que los fogonazos del liberalismo mistico no volverian a iluminar el horizonte oriental de Europa. La Rusia zarista, al igual que Austria y Prusia, tenfa poco que ganar y mucho que perder si se levantaba de nuevo la marejada revolucionaria, Los monarcas he- reditarios de San Petersburgo, Viena y Berlin estaban ticitamente unidos por intereses y problemas semejan- tes, puesto que todos tenfan que vigilar a minorlas des- ‘contentas, y a todos les habian tocado pedazos del desmembiado Estado polico. La “cuarta particién” de Polonia, consumada en Viena, le dio In mayor parte a Rusia, y Alejandro creé una monarauta constitucional REACCION Y PROGRESO (1815-30) WW polaca, que lo tenfa a él como rey, Puesto que habia conservado también Finlandia, de la que se habjan apoderado sus ejércitos en 1809, y Besarabia, que se les habia quitado a los turcos en 1812, Rusia salié de Tas guetras revolucionarias con conquistas més extensas que cualquier otra potencia continental ‘Mientras los representantes de los “‘cuatro grandes” se reunfan a puerta cerrada, dedicados a la tarea de repattir Europa, los delegados de los Estados secunda- ris hacfan antesala, Sabian que la suerte de las nacio- nes més pequefias dependia de dos cuestiones: del deseo de castigar a los principes que habfan permanecido lea- Jes a Napoleén durante largo tiempo, y del deseo dc “contener” a Francia en el futuro, bloqueando los pun- tos més probables de expansién francesa. De esta ma- ners, Dinamatea perdié Norueg con su millon de he bitantes, que pas6 a poder de Suecia, pues esta iiltima habfa sabido abandonar previsoramente la causa fran- cesa ya desde 1812. Sajonia, elevada a In dignidad de reino por Napoleén, cedié dos quintas partes de su te- mitorio a Prusia, Para bloquear la expansién francesa por el noreste, tres millones de belgas y més de un mi- én de holandeses se convirtieron en suibditos de Gui- Nermo I de la casa de Orange, para formar el reino de los Pafses Bajos Unidos. En €l sureste, se contrarresto un posible resurgimiento de la presién francesa garan tizando la independencia de Suiza, y fortaleciendo cl rein de Piamonte-Cerdefia, donde se restauré la casa de Saboya y al que se le entregé la difunta Repabli- ca de Génova para darle més peso. Decididamente, los hacedores de la paz de 1815 no querian saber nada con las repiblicas, Lombardia y Venecia pasaron a ser pro- vincias de los Habsburgos. En Népoles, un pretendien- te Borbén, Fernando I, fue coronado rey de las Dos Sicilias; mientras que, en la Italia Central, los Estados, apales volvieron a estar sujetos, una vex més, a la Fé. 20 REACCION Y PROGRESO (1815-30) rula temporal del papa Pfo VII. El principio de la legitimidad triunfé igualmente en la peninsula ibérica: Fernando VII recuperé el trono espafiol y Portugal que- 6 sujeto a la casa de Braganza, Sin embargo, la més notable reivindicacién del prin- cipio de la legitimidad fue el retorno de Luis XVIII a Paris, donde proclamé su firme voluntad de soldar la cadena del tiempo, cortada por el “fatal interludio” de la Revolucién francesa, El imperturbable Talleyrafid, que habia abandonado a NapoleSn para pasarsc al Iedo Ae los Borbones, e preent6 en Viena como el ministo plenipotenciario de Luis XVIII, y Hevaba la legitimidad como su carta de triunfo. Convencié a los “cuatro grandes” de que serfa una contradiccién de principio ofrecerle a Luis XVIII un reino truncado: Francia de- bia devolverse intacta a los Borbones, La inesperada fuga de Napoleén de su exilio en la isla de Elba, y su breve recuperacién del poder durante los “‘Cien Dias”, demostrd que muchos franceses no se hablan arrepen’ tido y este “iiltimo vuelo del 4guila” hizo que los aliados trataran con mayor severidad a Francia. Después de Waterloo, Napoleén fue enviado a Santa Elena, los It mites franceses se redujeron de nuevo y se le, impuso una indemnizacién de 700 000 000 de francos a la te- mible y perturbadora nacién. Pero tres affos mds tar. de; cuando el gobicrno Borbén parecfa estar sdlidamen- te establecido, los ejércitos de ccupacion se retiraron y,se permitié a» Francia sumarse a las cuatro potencias Vietoriosas en una quintuple alianza, Siete afios después de Waterloo, se le oftecié al régimen de Luis XVII una oportunidad especial de demostrar su genuino conservadurismo. EI Congreso de Verona (con la inconformidad del gobierno inglés), autoriz6 a’ Luis para enviar un ejéreito francés a spa. fia, y suprimir allf las manifestaciones liberales, con. el objeto de apuntalar el vacilante trono del despreciable REACCION Y PROGRESO (1815-30) 2+ Borbén que fue Femando VII. El péndulo de la poli- tica exterior francesa habia recorrido un arco-completo desde aquel dia desafiante, treinta afios antes, en. que la Primera Repitblica Francesa declaré la guetra a to- dos los reyes. Francia ya no era In “nacién revolucio: natia”, y la miisica prohibida de la Marsellesa parecia ser el eco moribundo de un suefo fantistico, En 1821, Napole6a murié cn Santa Elena, Su hijo y heredero, “el Aguilucho”, criado en Viena bajo la mirada vigilan: te de Metternich, era la sombra de un gran hombre, tn joven desdichado y destinado a una muerte prematara E] legitimismo habia triunfado, la reaccién estaba a la orden del dia y Europa se habia recuperado del “venc- no de las ideas francesas”. Habiendo vencido a Napoledn y restablecido la paz, los gobiernas inglés, ruso, austriaco y prusiano concer- taron en 1815 un pacto de amistad de 20 afios. Sus vo- eros subrayaron la intencién de conservar_intacto cl acuerdo de paz y iperpetuar el Concierto dé Europa a través del “gobierno mediante conferencias”. En Aquis- grdn (1818) la maquinaria internacional rechind, mas siguié funcionando, Pero on Ia Conferencia de Trop- pau, y Laibach (1820.21) el gobierno inglés_mai festé ya su inconformidad con’ sus aliados continen- tales, én materia de intervencién conjunta en los astintos de las naciones perturbadas, Metternich y sus colegas ‘conservadores se alarmaron por las agitaciones estudian- tiles en las-universidades alemanas y por los estallidos revolucionarios en Népoles y en Espafia. A pesar del disentimicnto inglés, los gobiernos de Austria, Pro y Rusia, respaldaron el “Protocolo de Tropa” en cl que se declaré que cualquier Estado que hubiese sufti- do un cambio de gobierno a través de wna revolscisn quedarfa excluido del Concierto Europe. Cuando las, tres potencias votaron en favor de la intervencién en Espafia, Inglaterra se negé a cooperar. George Canning, 22 REACCION Y PROGRESO (1815-30) que fue nombrado Ministro de Relaciones Exteriores de Inglatersa, después del suicidio de Castlereagh (1822), separé a Inglaterra del “are6pago europeo”, yiel Con, greso-de Verona de ese afio sefialé la bifureation de los caminos. De tal modo, la Cuddruple Alianza perdié significado antes de transcursida la mitad de sus pro- yyectadas 20 afios, y el gobierno tory en Londres, odiado por los Tiberales ingleses, se convirtié en la esperanza de los liberales del exterior, Al reanudar Inglaterra su politica tradicional de ais lamiento, el sistema del Congreso quedé anulado. El exaltado espirity posbélico de 1815’ se habla evapora- do, y su expresiOn mas idealista, la Santa Alianza, pro- pucsta por Alejandro I de Rusia, estaba muerta ya. La proposicién mesifnica que hizo’ Alejandro a sus cole- gas, de que “el tinico principio de fuerza, ya sea entre os dichos gobiernos o entre sus siibditos, deberla ser el de prestarse servicios reefprocos”, habia sido aceptado “en principio” por lz mayorfa de sus colegas principes, pero no ejercié influencia manifiesta en sus politicas, Hacia 1822, el recordado idealismo y ei espiritu de sa. crificio de los afios de guerra habfan cedido, su. lugar.a ls eélculos y las componendas de paz. (Canning recibié de buen grado el retorno a la diplomacia mis realis- ta de “cada nacién para si, y Dios para todos”, ¢ Ingla- terra reanud6 su marcha independiente en los asuntos evropees y mundial, I debilitarse el Concierto Europeo, el segundo fac- tor que mencioné anteriormente —el’ predominio del poderfo naval inglés— se convirtié en una influencia decisiva, especialmente cuando operé contra la alianza conservadora. En el corazén de Europa, los gobiernos de Austria, Prusia y Rusia podrlan hacer su voluntad, pero ningiin Estado que tuviera costas, 0 un comercio maritimo, o colonias en ultramar, podria pasar por alto la presi6n naval inglesa. Femando VII de Espafia no REACCION Y PROGRESO (1815-30) 3B tard6 en aprender esto cuando Canning otorgé recono- cimiento condicional (1822) a los gobiernos estableci- dos pot los rebeldes coloniales espafioles, en Suraméri- ca, donde los esforzados trabajos de Simén Bolivar, cl Libertador, y de José de San Martin, habfan establecido repiiblicas ‘independientes desde Caracas hasta Chile. Las potencias conservadoras simpatizaban con la “legi tima” pretensin de Fernando al dominio de la América espafiola; el gobierno ruso ofrecid sus barsos para trans- portar una fuerza punitiva al Nuevo Mundo. Pero la ayuda inglesa a los rebeldes, y el dominio inglés de los mares, hizo impracticable tal expedicién. EI comercio con las nuevas tepiblicas les estaba rindiendo pingites beneficios a los ingleses, y los emprendedores banque- 10s londinenses habian encontrado prometedores cam- ‘pos de inversién en la América Latina. No tenfan deseo alguno de que Espafia reafirmara un rigido monopolio, econdmico sobre su perdido imperio de cerca de 4000000 de millas cuadradas, y 12.0 15 millones dr habitantes. La explotacién colonial europea del Nuevo Mundo estaba Megando a su término, y,fue una nacién del Nuevo Mundo, como debiera ser, Ia que proclamé este hecho ante los gabinetes curopeos. En su informe anual al Congreso de los Estados, en 1823, ol Presidente James Monroe declaré que era “un principio en el que estén comprendidos los derechos y los intereses de los Estados Unidos, el de que los continentes americanos por la libre e independiente condicién que han cobrado, Y mantienen, no habrin de ser considerados en lo suce- sivo como sujetos de una futura colonizacién por parte de ninguna potencia europea”, E] incentivo inmediato de esta histérica declaracién fue una proposicién que el gobierno ruso habia hecho a Inglaterra y a los Estados Unidos para que las tres naciones definieran sus intereses en la costa del Pacifico 26 REACCION Y PROGRESO (1815-30) de Ia América del Norte. Pero un motivo més apre- miante que la declaracién de Monroe, fue el temor de que Espafia, con el respaldo de la alianza europea, re- cuperara cl dominio de las reptiblicas americanas, ‘que tan recientemente habfan proclamado su independencia. El sistema politico de las monarquias europeas, aficind enfiticamente el presidente, era en esencia diferente del de las Américas. Y ast declaré que “la sinceridad ¥’ las amistosas Yelaciones que existen entre los. Estados Unidos y esas potencias, nos obligan a declarar que consideraremos cualquier intento de su parte por ex- tender su sistema a cualquier porcién de este hemisfe. rio como peligroso para nuestra paz y seguridad”, Esta atrevida admonicién a los soberanos aliados, proferida por una repiblica novel, no habria modifica, do por sf sola sus intenciones. ‘Lal'deetrina Montoe se convittié, en piedra angular de Ia politica exterior de los Estados Unidos porque la respaldé el poderio de la flota inglesa. En efecto, Canning habia propuesto una declaracién conjunta anglonorteamericana, pero los es. tadistas de Washington desconfiaban de las intenciones inglesas. Tal como se dio a conocer, el mensaje de Monroe cobré la forma de un gesto independiente, im- Pportante sobre todo en virtud de sus posteriores ampli- ficaciones. E] Congreso de los Estados Unidos no mati ficb Ia declaracién por el momento, y las -potencias curopeas hicieron como si la desdefaran, Pero subsis. ti6 el hecho de que Inglaterra y los Estados Unidos habfan indicado su intencién comin, aunque indepen. dicnte, de preservar la libertad en las repiblicas ame. ricanas_espafiolas. Como consecuencia inmediata de esto, Espitia perdi6 toda oportunidad de recuperar tas rertas coloniales, que durante tan largo tiempo habfan sostenido su enfermiza economia. Pero tuyo un se gundo resultado de importancia mucho mayor y mas Permanente, La exclusién de la presién europea y de REACCION Y PROGRESO (1815-30) a los ejércitos europeos del Nuevo Mundo signified que, durante un siglo, los Estados Unidos se libraron de la carga de mantener un gran ejército para defender sus fronteras. Las ligeras contribuciones y la considerable libertad individual, que los. nortermerkanos egaron a apreciar tan altamente, no fueron del todo el resultado de sus liberales instituciones republicanas. Mas bien, el desarrollo de esas instituciones dependié de la inexis. tencia de vecinos fuertes y militantes, y de la seguridad jue le otorgs su aislamiento politico y geogritico Amerika du hast os besser, obrenss Goethe coe my, tumbrada visi6n, y predijo que Megaria el dia en que las naciones del Nuevo Mundo emularfan las realiza- ciones del Viejo, y en que sus bajeles juntarian el co- mercio de ambos océanos a través del abierto Istmo de Panamé, Habiendo asegurado su libertad, las repuiblicas ame- ricanas creyeron al principio que deseaban vivir para sf mismas, “En las guerras de las potencias europeas, por cuestiones que a ellas concemfan, no hemos tomado parte alguna —declars Monroe—, ni conviene a nues. tra politica el hacerlo.” Pero la ruptira de los vinculos politicos no hizo desaparccer los lazos culturales y eco- udmicos que ligaban 1 Jas Américas con Europa, Hacia 1815, los Estados Unidos habfan Tlevado a cabo ya varias campailas contra las flotas piratas de Tripoli y Argel, en defensa de su comercio en el Mediterrineo; y diez afios més tarde el Mediterrineo atrajo de nuevo la aten. cién americana cuando los griegos se rebelaron contra sus amos turcos. La creacién de sociedades filoheléni- cas, desde Boston hasta Buenos Aires, nos indica que los americanos cultos habfan lefdo su Herédoto con tanta asiduidad como sus primos europeos, y estaban igualmente dispuestos a identificar a los griegos moder. ‘hos con los antiguos atenienses y a los turcos con los persas. La causa de la independencia griega conmovié 28 REACCION Y PROGRESO' (1815-30) poderosamente a todos los hombres de cultura clsica @ impulsos liberales, combinacién de sentimientos que habria de inquietar a los estadistas conservadores que se esforzaban por mantener 2 Europa en el culto de la inmovilidad. E] primer impulso de Mettemich fue dejar que la rebelién griega se extinguiera por si misma “més alli del Ambito de Ia civilizacién”. El sultin turco, Mah- mud Il, no podia pedir nada mejor, y dejé manos li- bres a sus comandantes en Morea para establecer la paz a como diera lugar, Pero la prolongada resistencia de Ios griegos se gand la admiracién de Ia cristiandad, y en 1827 Inglaterra, Rusia y Francia se unieron para arbi- trar en Ia lucha que ya Ilevaba seis afios. Cuando los turcos se negaron a negociar, las fuerzas navales de las tres potencias destrayeron una flota turcoegipcia en la Bahia de Navarino, y en 1829 el tratado de Adria- népolis garantiz6 Ja independencia de Grecia, La repi- blica que habfan proclamado los griegos se transformé subsecuentemente en una monarqufa y un principe bé- vvaro fue coronado en las ruinas de la Acrdpolis con el titulo de Otto I, rey de los helenos. Las repiiblicas, al parceer, todavia no estaban de moda, Pero se habia perdonado una rebelibn, se habfa cambiado un gobierno mediante la violencia y’se habfa creado un nuevo Esta- do nacional. Los liberales se Nenaron de esperanzas por esta brecha abierta en los bastiones del conservaduris- mo, y la rebelién griega se convirtié en cl primer estre-. mecimiento de una erupcién politica general. Un afio después del tratado de Adrianépolis, corrieron por toda Europa los fuegos revolucionarios de 1830. La sefial para esta nueva serie de insurrecfones popu- lates provino, muy adecuadamente, de Paris Luis X2VIIL habia mantenido un satisfactorio equilibrio entre las fuerzas liberales y reaccionarias, sujetindose a una car- ta constitucional, pero murié en 1824 dejando en el REACCION Y PROGRESO (1815-30) 29 trono a su intransigente hermano Carlos X. En el pla- 0 de cinco afios, Carlos cometié toda una serie de crasos errores, que nos recuerdan cl aciago reinado de Jaco- bo Il en Inglaterra, Quiso recompensar a la vieja no- Dleza francesa a’ expensas de la burguesfa en. ascenso, de- safi6 a las Cémaras al designar a ministros reaccionarios ,, por tiltimo, intenté un golpe de Estado, imponicndo 1; Rensura de’prensa, dislviendo la Cmara de Diputa. dos y privando del derecho de voto a tres cuattas partes del clectorado, Estas ordenanzas del 26 de julio de 1830 fueron los dltimos cdictos oficiales de Carlos. Cuatro dias més tarde, Paris quedd en manos de una turba insurgente, la bandera tricolor se iz6 en Notre- Dame y el rey tvo que huir. “Caballeros, ensillad vuestros caballos, Francia se halla de nuevo en revolucién”, exclamd Nicolés I cuan- do Mlegazon a San Petersburgo las noticias de los dias de julio. Metternich demostré menos resolucién, Las noticias cle Parfs lo hundieron en una inusitada depre- sién, y como Federico Guillermo III de Prusia se mos- traba tan vacilante como siempre, el Protocolo de Trop- pau fue letra muerta. Amenazas m4s apremiantes no fardaron ‘en convertir a la intervencién conjunta de las, potencias del Este en una arriesgada aventura, por lo menos, puesto que la revolucién de julio provoeb una reaccién en cadena, que encendié rebeliones en Bélsi- ca, Suiza, Italia, los diversos Estados alemanes y Polo. nia, Los gobiernos austriaco, ruso y prusiano no podian permitirse avanzar por In Europa occidental, dende los liberales habfan capturado y sostenido un terreno im- portante en el fermento de 1830-32, Estos logros libc- rales se estudiarin en el siguiente capitulo: su influen: cia se extendié en el futuro, Pero en la Europa central y oriental el peso del pasado no pudo levantarse facil mente, y las rebeliones de 1830 terminaran ahogadas en sangre y frustracién. Todas las fuerzas principales, 30 REACCION Y PROGRESO (1815-30) politicas, militares, econdmicas y geognificas, preseri Dian alli tal resultado negativo. Después de 1830, Euro- pa quedé dividida, més evidentemente que antes, en tun campo progresista y otro reaccionario, en un grupo de gobiernos parlamentarios occidentales'y una liga de monarquias autoritarias orientales. La fuente principal del poderio liberal fue wna poderosa burguesia; alli donde una clase media agresiva no pudo tomar las rien- das del gobierno, el movimiento liberal se derrumbé. Era légico que Inglaterra y Francia fueran las pri- meras potencias que se apartaran de la ciega rigidez del programa de la Restauracién. ‘Inglaterra abandoné la alianza europea en 1822, por la cuestiGn espafiola,. Fran- Gia desafié a las monarquias conservadoras en 1830, con un cambio de dinastia. Ambas naciones eran cconémi- camente progresistas; ambas se habian desprendido de las instituciones semifeudales, y de las anacrénicas dis- tinciones sociales de siglos anteriores; ambas simpatiza- ban con vecinos menos avanzados, que buscaban la emancipacién politica y procurarse gobiernas responsa- bles. En la primera mitad del xx, existié un profundo conflicto ideolégico que dividié a la Europa liberal de la conservadora, un conflicto provocado ¢ intensifica- do por la irresistible expansién de las nuevas fuerzas econdmicas. Los pueblos de la Europa noroccidental, con los ingleses a la cabeza, habian desarrollado in: tuciones de gobiemo representativo. Pero en la Europa central y oriental el mas viejo sistema del despotisino mondrquico luchaba todavia por mantenerse; y el em- pleo del ingreso nacional, el mando del ejército, Ia cen- sura de la prensa y las libertades individuales quedaban en manos de ministros que no eran_responsables ante Ja nacién, sino ante la corona. Ein 10s Estados redecio- narios de Europa el pueblo era’todavia vasallo, mientras que en los Estados liberales los siibditos se hablan con- vertido en ciudadanos, REACCION Y PROGRESO (1815-30) 31 Alli donde el cetio Habial pasado de manos de un monarca absoluto a las de un pueblo soberano, el poder ¢jecutivo estaba encamado en un gabinete ministerial, responsable ante una mayoria parlamentaria, Esta tran- sicién politica fue el signo extetior y tangible de una revolucién, econémica y social. Signifies que la estruc- tura de clases, heredada de la Edad Media, la estrati- ficacién de la sociedad en castas, que ponfa a los grupos privilegiados de nobles y del cleo en oposicién a la vasta mayorla de desheredados estaba cediendo su lu gar a otra estructura de clases, fundada en un sistema econémico més dinémico. La economfa capitalista ha- bfa creado tres nuevas clases, una minoria capitalista, cuya fuerza y cuyas ganancias proventan primordial mente de las inversiones, una “clase media”, que dependia en parte de la propiedad y en parte del pago por los servicios, y una mayorla proletaria, cuyos indi- viduos carecfan casi por completo de recussos en forma de tictras y de ahorros, y vivian totalmente de sus rios. A medida que los més antiguos grupos. privi dos, los nobles y el clero, fueron suplantados y despo- seldos, el dominio politico pasé'a poder de una nueva aristocracia en ascenso, la de los, capitalistas, que se aliaron con la alta burguesia para establecer una forma de gobierno que salvaguardarfa su riqueza y su influen cia. La filosof{a que se cred para justificar este desplaza- miento del poder ocultaba una contradicci6n implicita y encerraba una negacién de Ia justicia, que desacredité la sintesis burguesa, puesto que el credo liberal predica. ba la igualdad de todos los ciudndanos ante la ley, pero el liberalismo, en la prictica, oculté muy frecuentemen: te, detrés de una fachada de reformas democraticas, la concentracién del superdvit econémico en manos’ de tuna minorfa cada vez més reducida. Para los criticos hostiles, la evolucién del sistema capitalista no era mu- cho mejor que la sustitucién de Ia servidumbre agraria 32 REACCION Y PROGRESO (1815-30) por la servidumbre industrial, y afirmaron que el go- biemno del nuevo régimen segula siendo lo mismo que el del régimen antiguo, “la conspiracién de los pocos contra los mitchos”, El desarrollo de Ja economia capitalista en Europa puede entenderse como las tres fases consccutivas de ‘un mismo movimiento, EI primer periodo, desde fines de la Edad Media hasta los @ltimos afios del siglo xvm, fue primordialmente una era de capitalismo comercial. A ésta la signié un intervalo aproximadamente de medio siglo, durante el cual el capitalismo industrial desem- pen un valioso papel, y muchos empresaris destacados aumentaron su influencia invirtiendo su exceso de ri- {queza en las industrias recientemente mecanizadas y en los transportes a vapor. Después de 1850, el importan- tisimo papel desempefiado por los bancos y las agencins finacieras, que a través de los préstamos y la emisién de acciones patticiparon en el control de los negocios, inicié la fase del capitalismo financiero, que durd hasta cl siglo xx. Es obvio que no se pueden dar fechas exac- tas para sefialar cl momento preciso de la transicién desde una fase hasta la siguiente, pero ¢s conveniente distinguir las-formas que la empresa capitalista cobré cen estos periados sucesivos. Los afios transcurridos desde 1815 hasta 1830 que- dan comprendidos dentro del. periodo del capitalismo industrial. A medida que se multiplicaron las nuevas invenciones y que le aplicacién de Ia energia mecénica revolucioné fa industria de los hilados y tejidos, los due- fos de fabric, que no eran tiopes, hicieron fortunes, y las cindades erecieron como hongos-alrededor de las fAbricas, Al aprovechar esta dorada oportunidad, los em- presatios ingleses disfrutaron de ventajas que los situa- ‘ton medio siglo adelante de sus competidores continen- tales, F] comercio de esportacién de Inglaterra se habia triplicado en el periodo revolucionario (1789-1815), y REACCION Y PROGRESO (1815-30) 33 las ganancias se concentraron en las manos de los hom- res que tuvieron la visién y la iniciativa suficientes ra flotar sobre las olas del futuro, El hierro y el car- Bem de una civilizacién industrial se encontraban en Inglaterra en los lugares convenientes. Las Leyes de Cercamientos (mas de un millén de hectéreas se cerca- ron entre 1802 y 1844) crearon propiedades agrfcolas mis grandes y eficaces, pero arrojaron a miles de apar- ceros y pequefios terratenientes a las ciudades, en busca de trabajo, y de esta manera proporcionaron una abun- dante mano de obra barata, Los mecénicos ingleses igualaban y probablemente sobrepasaban a los del con- tinente, y existfa capital inglés para financiar las nuevas fabricas. Ademds, Inglaterra ten{a materias primas, y dominaba los mercados y las rutas de transporte. Una armada dominante, un extenso imperio colonial y una marina mercante més grande que todas las demés juntas, aseguraron la Tlegada constante de suminis- tos y'la facil exportaciin de los productos industriales, a los clientes distantes. Por dltimo, para rematar esta combinacién excepcional de jefatura colonial, comercial, industrial, maritima y naval, Inglaterra pasb a desem- pefiar el papel principal en las finanzas internacionales, y Londres sustituyd a Amsterdam como centro bancario de Europa. Hacia 1815, el Banco de Inglaterra era el més grande centro de depésito del mundo, y cuando reanudé los pagos en especie, en 1819, sus billetes fue- ron el inico papel moneda negociable que circulé por toda Europa a su valor nominal en oro, El liderato econémico inglés, después de 1815, au- ment6 las dificultades con que se enfrentaron los de- ms grupos de hombres de negocios europeos. Francia odrfa haber sido un emprendedor y_temible rival en los mercados mundiales. Pero el comercio francés ha- bfa quedado paralizado por los largos afios de! bloqueo. maritimo, y no recuperé hasta 1825 el volumen de co- 34 REACCION Y PROGRESO (1815-30) mercio exterior que habia tenido en 1789. La industria francesa, que estuvo en libertad de explotar los merca- dos europeos mientras duré el poderio de Napoleén, pa. decid un violento retroceso al cacr el emperador, y nO podia competir favorablemente con la corriente de ma. hiufacturas inglesas que se lanzé sobre el continente cuando la paz abrié nuevamente sus puertas al comer cio. El capital francés era timido, los fundidores fran. ceses usaban todavia madera, aungue tenfan carbon, y los industriales francescs se contentaban con los cliente, locales, cuando sélo. los mercados nacionales podtan justificar las instataciones y Ta inversién que requeria |i produceién en gran escala. La revelucion habia lim. piado el terreno, emaneipado a la burguesfa, y abolide los aranceles internos y las obstrucciones burocriticas, Sin embargo, Francia, un pais de més de 500 000 kilé. metros euadiados y 30 000 000 de habitantes (dos veces la superficie y la’ poblacién de Inglaterra), no. podia hacer frente a la competencia de los tejidos ingleses 0 del trigo ruso. Los agricultores y los industriales. fran. ceses.pidieron mayor proteccién para conservar sus mercados locales, y Iuego ni siquiera pudieron satisfa, Ger estas limitadas demandas. La carencia de capital demoré indudablemente el surgimiento de la industria en gran eseala en Francia, Pero un gobierno mis avi. sado ¢ intercsado en Parfs podsfa haber estimulado a Jos inversionistas, imitando sus responsabilidades y sua- vizando las leyes de bancazrots, 0 pudo haber propor cionado préstamos 0 subsidios para equipar fundicioncs mis cfieaces y fébrieas mayores. En Bélgica, donde estadistas de ms amplia vision ditigieron el programa conémico, Ia mecanizacién de la industria hizo progre- sos mis ripidos, especialmente después de que los bel. fis se rebelaron contra su forzada unidn con tos hole. dleses en 1830. Mientras los franceses seguian en estado dle apatta, Belgica se puso a la cabeza de toda Europa REACCION Y PROGRESO (1815-30) 35 cn materia de constmuceién de ferrocarrles, y las pri- metas linens fueron empresas estatales, inteligentemente Planeadas para estimular el comercio y fomentar la in- lustria, Al este del Rin, las industrias embrionatias crea- as por la era del vapor se enfrentaron al obsticulo del separatismo politico, puesto que las Alemanias se ha- Maban todavia divididas en cerca de 38 fragmentos fo podia existit un mercado nacional mientras perdi, far ste fraccionamiento, Las ventajas que repertaria 4a adopeién de una moneda uniforme, una politica arene celaria uniforme, un sistema uniforme de Teyes comer. Giales y de pesas y medidas, predispuso a los hombres de negocios alemanes en favor de la consolidacién po. Utica, Cuando el arreglo reaccionario de 1815 pospiso indefinidamente esta esperanza, el gobierno prusano fe lanz6 a ampliar los fundamentos econémicos para 14 nacionalidad, a pesar de la oposicién de Viena y de algunos Estados alemanes del sur. En 1818, todos les articulos industriales que entraran en cualquiera de tos dispersos dominios de los Hohenzollem, quedaron Sujetos a un moderado impuesto de 10% ad valorem, en tanto que una pesida contribucién por concepto de {rénsito se impuso a las mercancias que pasaban’a tra yés de las zonas controladas por los prusianos, Esta presin econémica persuadi6 a los gobiernos de varios Estados alemanes vecinos de que les conventa ingresar en Je unién aduanera, En el plazo de una gencracién, el Zollverein abarcé Ja mayor parte del norte de Ale. mania, y convirtié la zona en un mercado libre inte. rior en el que prevalecia la uniformidad fiscal. “Todos los productos que entraban en esta zona quedaban Sujetos al arancel comiin, y los ingresos recaudados por

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