Praga, la oportunidad perdida*
Ignacio Vidal-Folch
hecoslovaquia, 1968, fue para el comunismo europeo la tiltima opor-
tunidad de renovarse, con la experiencia politica impulsada por
Alexander Dubcek en busca de un “socialismo con rostro humano” 0
democratico. Experiencia drasticamente frustrada por la invasién de los
ejércitos soviéticos, de la roa, Hungria, Polonia y Bulgaria. A esa iniciativa
aplastada por la fuerza seguirian 20 aiios de “normalizacién” del comunismo
hasta su final descomposicién en 1989.
Para explicar el fenémeno de la Primavera de Praga hay que remontarse
a los dias posteriores a la II Guerra Mundial. La joven reptblica habia
perdido en la contienda buena parte de su poblacion judia, exterminada
por el invasor nazi, y a su minoria alemana, expulsada en 1945 de la regién
de los Sudetes. En aquel pais, social y étnicamente amputado y puesto bajo
la influencia de la uRss por los acuerdos de Yalta, el partido comunista dio
un golpe de Estado en 1948 e instalé el régimen de dictadura del proleta-
riado, al que siguieron, hasta avanzados los afios cincuenta, procesos y dras-
ticas purgas que acabaron con docenas de miles de personas muertas 0
entre rejas, incluidas muchas de la direccién del partido.
Mediados los sesenta, al mismo tiempo que en la urss el régimen revelaba
la horrores de la época estalinista, Dubcek,, un funcionario eslovaco formado
en la Escuela Superior de Politica de Mosett y miembro de una comisién de
investigacién de los crimenes politicos cometidos durante Jos afios cincuenta,
se iba abriendo paso en la nomenclatura del partido hacia la secretaria
general, que en los Estados comunistas es el verdadero érgano de gestion
del pais, por encima de la presidencia del gobierno.
Dubcek y su equipo de economistas achacaban el creciente descontento
social y el penoso estado de la economia a la mala gestién en la economia
centralizada y a la apatia de una clase trabajadora desengafiada de los
grandes conceptos revolucionarios. La nueva direccién del partido se pro-
ponia una reforma a fondo del sistema (parecida a Ja que intenté luego
Gorbachov en Ja urss). Las resistencias que encontraba en sus intentos de
* Bete y los dos siguientes articulos fueron tomados de El Pais Semanal, wimero 1127,
correspondiente al 3 de mayo de 1998, pp. 64-68.
159imponer una reforma econémica y las intrusiones de la nomenclatura en la
gestién econémica convencieron a Dubcek de la necesidad de abordar, pri-
mero, una reforma politica para regresar poco a poco al socialismo de siglo:
Ja que seria Hamada oficialmente Programa de accién, y en términos popu-
lares, Primavera de Praga.
Este proyecto era respaldado, segiin los sondeos del gobierno de Dubcek,
por cerca del 80% de los checos y eslovacos, que durante menos de un afio
disfrutaron de una excepcional situacién de libertad y de esperanza. En
mayo de 1968 se habia liquidado de facto la censura de prensa, se habian
abierto las fronteras al exterior, se habian legalizado las empresas priva-
das a pequefia escala en el sector de servicios, y una comisién parlamenta-
ria trabajaba en la redaccién de una nueva constitucién que sancionaria la
separacién del partido y el Estado y la federalizacién entre checos y eslovacos.
Posteriormente, muchos acusaron a Dubcek de haber sido demasiado
lento y timido en sus reformas, y otros, de lo contrario: quemar etapas. Lo
160cierto es que avanzaba a tientas, con un ojo en la ciudadania, temiendo que
el entusiasmo por las reformas le llevase demasiado lejos, pues la oposicién
exigia una democracia parlamentaria real y libertad para los partidos poli-
ticos, y el otro ojo en Mosci, espiando las reacciones de los soviéticos a sus
timidos pasos. De hecho, Bréznev le avisé de “la inquietud de los camara-
das” varias veces en 1968, pero Dubcek no creyé que llegara a producirse
algo tan monstruoso como la invasién hasta que ésta se produjo.
Fue secuestrado por los invasores el 20 de agosto, y conducido ante
Bréznev en el Kremlin. “Hasta ese momento no comprendi que estaba tratan-
do con gansteres”, recordaria. De regreso a Praga pronuncié un discurso
radiofénico recomendando a los ciudadanos sumisién para evitar un bafio de
sangre. Sus lagrimas de vergiienza e impotencia, perceptibles a través
de las ondas, convencieron a checoslovacos de que el sueiio habia terminado y
volvian a ingresar, humillados otra vez, en una realidad de pesadilla.
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