You are on page 1of 27
9. La CULTURA COMO CAMPO DE BATALLA IDEOLOGICO DEL SISTEMA-MUNDO MODERNO. Immanuel Wallerstein Noesauestea naturikeza humana h quees universal sino nuestea cipaciche pate crear realidaces culeurales ylacgo actuar contommea elas, Sidney W. Mint! I “Cultura” es tal vez el concepto mas amplio de todos los usados en las ciencias sociales e histéricas. Cubre un enorme rango de conno- taciones y, por lo tanto, es tal vez la causa de las mayores dificulta- des. Sin embargo, hay una confusion fundamental en el uso que ha- cemos de ese concepto, de la cual me voy a ocupar. Por un lado, uno de los pilares de la vision del mundo que tienen las ciencias sociales, el que recibe el énfasis mas explicito por parte de los antropologos, es la conviccién de que asi como hay rasgos que las perso- nas comparten con todas las demas personas, hay otros que comparten sélo con unas cuantas, y otros atin que no comparten con nadie mas. Como quien dice, el modelo basico es que cada persona puede ser des- crita de tres maneras: las caracteristicas universales de la especie, la serie de caracteristicas que definen a esa persona como miembro de una serie de grupos, y las caracteristicas propias de cada persona. Cuando hablamos de rasgos que no son ni universales ni individuales, casi siem- pre usamos el término “cultura” para describir esa coleccién de rasgos, comportamientos valores o creencias. Abreviando, segin este uso, cada “grupo” tiene su “cultura” especifica. Con seguridad, cada individuo es 164 Immanuel Wallerstein miembro de diferentes grupos y de grupos de diferentes clases, clasi- ficados segtin género, raza, lengua, clase, nacionalidad, etc. Por lo tanto, cada persona toma parte en muchas “culturas”. Segtin este uso, el término “cultura” es una forma de resumir las formas en las cuales unos grupos se distinguen de todos los demas. Representa lo que es comun dentro del grupo, y supuestamente al mismo tiempo lo que no es comun (0 por lo menos no del todo) fuera de él. Este es un concepto bastante claro y util. Por otro lado, “cultura” se usa también, ya no para significar la especificidad de un grupo frente a otro, sino ciertas caracteristicas del grupo que se oponen a otras caracteristicas dentro del mismo grupo. Asi, usamos “cultura” para referirnos a las artes “mas refinadas”, opuestas a la llamada cultura “popular” o cotidiana. Usamos “cultura” para significar lo que esta en la “superestructura”, opuesto a lo que se halla en la “base” y para significar lo “simbélico”, como opuesto a lo “material”. Estas diversas distinciones binarias no son idénticas, aunque todas parecen seguir la direccién de la antigua distincién filos6fica entre lo “ideal” y lo “real” 0 entre “cuerpo” y “mente”. Cualesquiera méritos tengan estas oposiciones, se mueven en una direcci6n estructural muy diferente de la que tiene el otro uso del término “cultura”. Apuntan hacia una division dentro del mismo gru- po en lugar de hacia la unidad de éste (que, claro esta, es la base de la divisién entre los grupos). Ahora, esta “confusién” de las dos tonalida- des del concepto de cultura es tan antigua que no puede ser un mero capricho, y menos aun cuando la discusién sobre la cultura en gene- ral y sobre su definicién en particular ha sido tan nutrida a lo largo de los siglos XIX y XX. Es mas seguro asumir que estas antiguas confusiones intelectua- Jes son deliberadas y que la misma confusion deberia tomarse como punto de partida para el analisis. Ya que la nutrida discusi6n ha teni- do lugar dentro de los confines de un mismo sistema histérico, la economia mundial capitalista, bien puede ser que no solo la discu- sion sino también la confusion conceptual sean consecuencia del desarrollo histérico de este sistema y reflejen su légica interna. Las distinciones filos6ficas entre lo “ideal” y lo “real” y entre la “men- te” y el “cuerpo” son muy antiguas y han generado, en términos gene- rales, dos perspectivas dentro del contexto de la llamada filosofia occi- dental. Aquellos que han promovido la primacia de lo “ideal” 0 de la “mente” han tendido a afirmar que la distincion apunta hacia una realidad ontolégica, y que lo “ideal” o la “mente” es mas importante o mas noble, o resulta superior a lo “real” 0 al “cuerpo”. Sin embargo, La cultura como campo de batalla ideolégico del sistema-mundo moderno 165 quienes han: promovido la supremacia de lo “real” 0 del “cuerpo” no tomaron necesariamente la posicion inversa. En lugar de eso, plan- tearon que lo “ideal” o la “mente” no son esencias distintas sino mas bien invenciones sociales, y que sélo lo “real” o “ el “cuerpo” existen de verdad. En pocas palabras, suelen sostener que el concepto mismo de “ideal” o de “mente” es un arma ideolégica de control, que pretende enmascarar la verdadera situacion existencial. Designemos a la cultura (uso I) como la serie de caracteristicas que distinguen a un grupo de otro, y a la cultura (uso I) como una serie de fenémenos que son diferentes de otra serie de fenémenos (‘mas refinados” que éstos) dentro del mismo grupo. Hay un gran pro- blema con la cultura (uso I): gQué o quién tiene esa cultura? Parece ser que la tienen los “grupos”. Pero si “cultura” es el término de nues- tro vocabulario cientifico que tiene el uso mas amplio y confuso, “gru- po” es el término que se usa de manera mas vaga. Un “grupo” es un término taxonémico que designa cualquier cosa que uno quiera con- vertir en grupo. Existe, sin duda, para seguir la ultima ratio de ese término, un “grupo” compuesto por todos los que tienen una estatura determinada, o que tienen determinado color de pelo. Pero, g8e puede decir que esos grupos tienen “culturas"? Habria pocas personas que afirmaran semejante cosa. Obviamente, sdlo ciertos “grupos” tienen “culturas”. Podriamos comenzar este ejercicio partiendo en la otra direccion. ¢A qué tipo de grupos se les atribuyen normalmente “cultura” (uso I)? Se suele decir que las naciones tienen una cultura nacional. Casi siem- pre se dice que las “tribus” y/o los “grupos étnicos” poseen una cultura. No es raro encontrar comentarios sobre la “cultura” de los “intelectua- les urbanos”, o de las “clases pobres urbanas”. Con menor frecuencia, pero no mucha, se habla de la cultura de los “comunistas” 0 de los “fundamentalistas religiosos”. Ahora bien, lo que esos grupos que se supone poseen culturas (siempre en su uso I) tienen en comtn es alguna clase de conciencia de si mismos (y, por tanto, un sentido de sus propios limites), algtin patron de socializacion combinado con un sistema de “reafirmaci6n” de sus valores 0 de su comportamiento pr crito, y alguna clase de organizacion. La organizacién puede estar bas- tante formalizada, como en el caso de un Estado-nacion, 0 puede ser indirecta, como en el caso de los periédicos, revistas compartidas, y tal vez en el caso de las asociaciones voluntarias, que acttian como redes de comunicacion entre los “intelectuales urbanos”. 166 Immanuel Wallerstein Sin embargo, tan pronto como planteo la pregunta de quién o qué posee una cultura, resulta obvio lo resbaloso que es el terreno. gCual es la evidencia de que un grupo determinado tiene una “cultura”? La respuesta cierta es que no todos los supuestos “miembros” de uno de estos grupos acttian de manera semejante entre ellos y de manera diferente de todos los demas. En el mejor de los casos, podemos soste- ner que hay una relacion estadistica significativa entre la “pertenen- cia” al grupo y determinado comportamiento 0 preferencias de valo- res, 0 lo que sea. Si avanzamos un poco mas, resulta claro que nuestros hallazgos estadisticos pueden variar constantemente (probablemente de ma- nera significativa) a lo largo del tiempo. En otras palabras, el compor- tamiento © las escalas de valores, 0 como quiera que uno defina la cultura es, por supuesto, un fendmeno que evoluciona, incluso si lo hace lentamente, por lo menos en algunas caracteristicas (por ejem- plo, los habitos alimenticios). Sin embargo, también es cierto que la gente de distintas partes del mundo, o de diferentes épocas, 0 prove- nientes de comunidades religiosas o lingiiisticas distintas, se com- porta de maneras diferentes, y en cierta forma eso se puede especifi- car y observar con facilidad. Por ejemplo, si uno viaja de Noruega a Espafia notara que la hora a la cual estan mas congestionados los restaurantes para la cena es bastante diferente en ambos paises. Y quien vaya de Francia a los Estados Unidos constatara que la frecuen- cia con la cual se invita a los extranjeros a las casas es bien distinta. La longitud de las faldas femeninas es radicalmente distinta en el Brasil y en Iran. Y asi sucesivamente. Y sdlo he citado elementos del asi Iamado comportamiento cotidiano. Si considerara elementos mas fundamentales, seria facil sacar a la luz diferencias entre grupos. Asi que, por un lado, las diferencias son obvias, y de esto se ocupa el uso I de “cultura”. No obstante, el grado interno de uniformidad de los grupos en cuanto a comportamiento es tremendamente dificil de sostener. Cuando Mintz afirma que tenemos la “capacidad de crear realidades culturales y luego actuar conforme a ellas”, no puedo dejar de estar de acuerdo. Pero luego me pregunto como podemos saber quié- nes son ésos que tienen esa capacidad. En ese punto, me asalta el escepticismo frente a la posibilidad de operacionalizar el concepto de cultura (uso I) de alguna manera que nos permita hacer afirmacio- nes que vayan més alla de lo trivial. Los antropélogos, o al menos algunos de ellos, han sostenido de modo convincente que el concepto de “naturaleza humana” no se puede usar para deducir implicaciones significativas de situaciones sociales reales. Pero, gno sucede lo mis- mo con su propuesta alternativa, la cultura? La cultura como campo de batalla ideolégico del sistema-mundo moderno 167 Aqui es donde comienza mi reflexién. El término “cultura” (uso 1) parece no Ilevarnos muy lejos en nuestro anilisis historico. La cultu- ra (uso Il) parece ser una mascara ideologica para justificar los inte- reses de algunas personas (las clases altas) dentro de un “grupo” o “sistema social”, en contra de los intereses de otras personas perte- necientes al mismo grupo. Y si, en verdad, la distincion entre “ideal” y ‘real’, “mente” y “cuerpo” resultara ser un arma ideolégica de con- trol, entonces la confusion de los dos usos de cultura seria una conse- cuencia muy légica, ya que sin duda ayudaria en el proceso de encu- brir la verdadera situacién existencial. Me gustaria, por lo tanto, ras- trear el desarrollo de la “cultura” (en cualquiera de sus usos) dentro del sistema histérico que ha dado lugar a este difundido y confuso término: el sistema-mundo moderno, que es una consecuencia de la economia mundial capitalista. ag Comencemos por dar un vistazo a algunas de las realidades de la evolucion del sistema-mundo moderno y la forma en que han afecta- do Ia manera en que sus participantes lo teorizan. En otras palabras, me ocuparé del grado en el cual este sistema historico adquirié con- ciencia de si mismo y empezé a desarrollar marcos de referencia in- telectuales y/o ideolégicos que lo justificaron y mantuvieron su mo- vimiento hacia adelante y, por lo tanto, permitieron su reproduccién. Mencionaré seis de esas realidades que tienen implicaciones para las formulaciones te6ricas que han Iegado a permear el sistema. 1. La economia mundial capitalista se ha construido al integrar una serie de procesos de produccion geograficamente muy vasta. Esto es lo; que Hamamos el establecimiento de una “division wni- ca del trabajo". Claro esta que todos los sistemas. histéricos se basan en una divisién del trabajo, pero ninguna de las anteriores ha sido tan compleja, tan extendida, tan detallada y tan unificado- ra como la de la economia mundial capitalista. El marco politico dentro del cual ha surgido esta division del trabajo no ha sido el de un imperio mundial, sino el de un sistema interestatal, que es, en'si mismo, producto del desarrollo historico del sistema- mundo. El sistema interestatal ha estado formado por una serie de asi llamados Estados soberanos, a los que ha dado origen y legi- timidad. Los Estados estan definidos por su particularidad y con- gruencia territorial, combinada con su participacion en el siste- ma interestatal que, a su vez, les impone restricciones. No es el sistema interestatal sino los Estados por separado los que contro- lan los medios de violencia. Mas aun, su control, por lo menos en 168 Immanuel Wallerstein teoria, esta restringido a su respectiva jurisdiccion. Aunque ese control total es un mito, la prevenci6n de la violencia por parte del Estado se da a gran escala, aunque no llega a ser excluyente. Esta organizacion de la vida en sociedad, en la que las presiones “econémicas” predominantes son “internacionales” (un término nada adecuado, pero de uso comin), y las presiones “politicas” predominan- tes son “nacionales”, apunta a una primera contradiccion en la forma en la que los participantes pueden explicar y justificar sus acciones. ¢éComo se puede explicar y justificar algo simultaneamente a nivel nacional e internacional? 2. La economia mundial capitalista funciona, al igual que la mayo- ria de los sistemas historicos (tal vez todos), siguiendo un patrén de ritmos ciclicos. El mas obvio, y probablemente el mas importante, de estos ritmos es el proceso aparentemente regular de expansion y con- tracci6n de la economia mundial en conjunto. De acuerdo con las evi- dencias actuales, cada ciclo tiene una duracion de unos 50 a 60 afios, que comprenden las dos fases, expansion y contraccién. El funciona- miento de este ciclo (que unos llaman de “ondas largas” y otros “ciclos de Kondratieff”) es complejo y no me ocuparé de él aqui. Una parte del proceso implica que, periédicamente, la economia mundial capi- talista se ha visto en la necesidad de expandir las fronteras geografi- cas del sistema en conjunto, y crear asi nuevos lugares de produccion que participan en su division axial del trabajo. Durante los ultimos 400 anos, estas expansiones sucesivas han Ievado a que la economia mundial capitalista pasara de ser un sistema localizado fundamen- talmenie en Europa a ser uno que cubre el planeta entero. Las sucesivas expansiones han sido un proceso consciente que uti- liza presiones militares, politicas y economicas de todo tipo y que, por supuesto, conlleva una reduccién de las resistencias politicas en aque- llas zonas en donde tiene lugar la expansion geografica. Este proceso se denomina “incorporaci6n”, y también es complejo®. La expansion apunta hacia una segunda contradiccion, a la que se enfrentaron los pueblos de cada zona que fue sucesivamente incorporada. Las trans- formaciones que ocurrian en su zona, ¢debian ser concebidas como cambios de una “cultura” local y tradicional hacia una “cultura” mun- dial? 40 estos pueblos estaban bajo la presién para dejar atras su “cultura” y adoptar la del(los) poder(es) occidental(es) imperialista(s)? Era un ejemplo de modernizacion o de occidentalizacion? 3. El capitalismo es un sistema basado en la acumulaci6n intermi- nable de capital. Por lo tanto, es un sistema que requiere de la maxi- ma apropiacion de la plusvalia. Hay dos maneras de aumentar esa La cultura como campo de batalla ideolégico del sistema-mundo moderno 169 apropiacion. Una es que la gente trabaje mas y de manera ms efi- ciente, creando asi mas productos con la misma cantidad de insumos (sin contar el tiempo de trabajo). La segunda manera es reducir el retorno del valor que se les da a los productores directos. En pocas palabras, el capitalismo, por definicién, implica una presion sobre to- dos los productores directos para que trabajen mas y reciban menos dinero a cambio. Sin embargo, este requerimiento le pone zancadilla a la logica de la busqueda del interés individual. El incentivo mas obvio para el tra- bajo duro es una recompensa mayor. La recompensa mayor se puede sustituir por coercion pero, claro esta, la coercion también tiene un costo y de ahi que su uso también reduzca la plusvalia. De lo anterior se deduce que a menos que se pueda otorgar (al menos parcialmente) una motivacién para el trabajo que no sea la recompensa 0 el miedo, es muy dificil obtener simultaneamente los objetivos gemelos de mas trabajo y menor paga. gComo es posible pensar en este sistema de manera que se alcancen ambos objetivos? 4. El capitalismo es un sistema que requicre movimiento y cam- bio, al menos cambio formal. La acumulacién maxima de capital re- quiere no sdlo de bienes y capital que circulen, sino también de fue za humana. Ademas necesita una evolucion constante en Ia organi- zacion de produccién en términos tanto de la naturaleza de los secto- res lideres como de los lugares de produccién. Usualmente se anali- zan estos fendmenos bajo dos puntos de vista: el de la innovacion eco- némica y el del apogeo y decadencia de las naciones. Una de las principales consecuencias es el gran énfasis que se le da a las virtudes de la “novedad” dentro del sistema-mundo moder- no. Ningtn sistema anterior en la historia ha estado basado en una teoria del progreso, y menos del progreso inevitable. Pero el énfasis en la novedad, y su implementacion constante (por lo menos al nivel de la forma), plantea precisamente la pregunta por la legitimidad: legitimidad del sistema historico en general, y legitimidad de su ins- titucion politica fundamental, el Estado soberano, en particular. Desde Bodin y Weber hasta Mao Zedong, la cuestién de la legitimidad se ha debatido constantemente y se ha considerado un asunto muy espi- noso de resolver. Es especialmente dificil debido a que la mera de- fensa de las virtudes de la novedad socava la legitimidad de cual- quier autoridad, no importa qué tan laborioso haya sido el proceso para alcanzar esa legitimidad. 170 Immanuel Wallerstein 5. El sistema capitalista es un sistema polarizante, tanto desde la perspectiva del patron de recompensa que utiliza como del grado en el cual obliga a las personas a actuar segun roles socialmente pola- rizados. Sin embargo, también’es un sistema en expansion y, por lo tanto, sus parametros absolutos han tomado la forma de una proyec- cion lineal ascendente en el tiempo. Desde sus inicios, la economia mundial capitalista ha tenido cada vez mas actividad productiva, cada vez ha producido mas “valor”, ha involucrado a mas poblacion y ha generado mas inventos. De ahi que siempre haya mostrado signos externos de riqueza. Pero si es un sistema que polariza, entonces debe ser cierto que este aumento de riqueza ha ido a parar a manos de una pequena porcion de la poblacién mundial. También es cierto que el consumo real per capita no se haya mantenido parejo. Por ejemplo, ahora hay menos espacio fisico per capita y menos arboles per capita que hace 400 anos. 4Qué significa esto en términos de ese escurridizo fenome- no, tan real, denominado “calidad de vida"? La contradiccion que hay que manejar es la que se da entre “pro- greso” y deterioro, entre el aumento visible de la riqueza y el empo- brecimiento real. La Gnica manera de calmar los odios resultantes bien puede ser negar las causas del problema. Pero gcémo es posible negar fendmenos que son tan publicos? ¥ el caracter ptiblico es una de las exigencias del sistema, pero gel caracter publico de cual sec- tor? En otras palabras, la acumulaci6n interminable de capital re- quiere, como uno de sus mecanismos, la orientacién colectiva hacia el consumo, 6. Por tiltimo, la economia mundial capitalista es un sistema hist6- rico y, por lo tanto, tiene un ciclo de vida: Como cualquier otro siste- ma debe, en algtim momento, dejar de funcionar como consecuencia de una serie de contradicciones que, eventualmente, conducen a la paralisis. Pero también es un sistema que se basa en una logica par- ticular, la de la acumulacion constante de capital. Tal sistema debe predicar la posibilidad de una expansion sin limites. La expansién sin limites bien puede parecer euforica, como en la imagen de una ascensién al cielo, o desastrosa, como en la imagen de una caida hacia el piso. En cierto sentido, ambas imagenes res- tringen la accion, pues pareceria que no hay mucho que el individuo pueda hacer para afectar el patron. Sin embargo, la realidad munda- na es mas compleja y mas desconcertante, pero también esta mas sujeta a la voluntad humana. A medida que los sistemas avanzan hacia su deésaparicion natural se ven envueltos en una “transicién” La cultura como campo de batalla ideolégico del sistema-mundo moderno 171 hacia futuros inciertos. Y la misma incertidumbre, que en cierta for- ma es liberadora, también es desconcertante. Es por eso que nos en- frentamos al dilema de cémo pensar esa transicion, ya sea negando el proceso de “muerte” sistémica 0 mas bien afirmando el proceso de “nacimiento” sistémico. ml La “cultura”, es decir, la autoimagen ideal de esta economia mun- dial capitalista, es el producto de nuestros intentos colectivos a lo largo de la historia para mancjar las contradicciones, las ambigtieda- des y las complejidades socio-politicas de este sistema en particular. Lo hemos conseguido en parte al crear el concepto de “cultura” (uso 1) como la afirmacion de las realidades inmutables en medio de un mundo que esta, de hecho, sometido al cambio constante. Y lo hemos conseguido en parte al crear el concepto de “cultura” (uso II) como la justificacion de las desigualdades del sistema, como un intento de mantenerlas intactas en un mundo que est4 amenazado por el cam- bio. La pregunta es gcomo se logra lo anterior? Como es obvio que los intereses divergen fundamentalmente, se deduce que tales construc- ciones de “cultura” son muy poco neutrales. Por lo tanto, la construc- cién misma del concepto se convierte en un campo de batalla, el prin- cipal campo de batalla ideolégica de los intereses opuestos al interior del sistema-mundo. El nucleo del debate, a mi juicio, gira alrededor de las formas en las que las antinomias establecidas (unidad y diversidad, universalismo y particularismo, humanidad y raza, mundo y naci6n, persona y hom- bre/mujer) han sido manipuladas. He planteado antes que las dos principales doctrinas ideolégicas que han surgido en la historia de la economia mundial capitalista, el universalismo, por un lado, y el ra- cismo-sexismo por el otro, no son antitéticas sino que forman un par simbiético. He planteado ademas que su “dosis adecuada” ha hecho posible el funcionamiento del sistema, que toma la forma de un zig- zag ideologico’. Es este zigzag lo que esta en el fondo de las confusiones inherentes alos dos usos del concepto de “cultura”. Me gustaria ilustrar este asunto con el andlisis de algunos comentarios hechos por un intelectual po- litico en Jamaica, Rex Nettleford, en un discurso pronunciado en 1983 ante una reunion politica del asi denominado Partido Nacional del Pueblo. El discurso, al ser impreso, llevaba el titulo de “Construccion de una nacion, formacién de una sociedad”. Nettleford buscaba dar énfasis a la importancia del “sentido de historia” en la construccién 172 Immanuel Wallerstein de una nacién frente a quienes “les ensefian a nuestros jovenes que no tienen una historia que valga la pena estudiar, sino tan solo un futuro que se espera que conquisten”. Esto es lo que Nettleford dijo: “Negro” no sélo tiene que ver con la piel en el continente ameri- cano. Tiene que ver con una cultura, una cultura tejida por los en- cuentros de millones de africanos traidos como esclavos y los mi- lones de europeos que vinieron como amos, colonos o aparceros. En Jamaica y en el Caribe la sustancia de una vida verdaderamente nativa, con toda su textura, se ha forjado en el crisol de los tempranos esfuerzos de la mayoria negra por adaptarse al nuevo entorno y sobrevivir. Esa fue una lucha fundamental y elemental, y es a esa lucha a la que sc le esta negando su lugar en el ethos econdémico, social y cultural de esta sociedad. Percibo un blanquea- miento del ethos, un desprecio persistente en los circulos oficiales y de los cocteles por los frutos del trabajo de nuestra gente, y que se refugian de manera hipocrita en nuestro Jema nacional para ha- cer énfasis en Ja palabra “muchos” pues para ellos la palabra “uno” puede significar mayoria. “A partir de muchos, un solo pucblo"®, Y Por eso mantenemos un pais pluralista y dividido y la mayoria mar- ginada es mantenida al margen, y los pocos privilegiados (con mu- chos “frutos del arbol del pan” tostados entre ellos) mantienen el poder econémico, social y cultural en la tierra. La verdad es que nuestro pueblo es mejor de lo que pensamos: no somos tan poco sofisticados como para ser racistas, pero tampo- co somos tan tontos como para no tener conciencia de raza. Y en ese delicado equilibrio de sensibilidades reposa la rara sofistica- cién de la masa de esta poblacion. Es esa sofisticacion la que con- funde no solo a nuestros propios lideres, sino a aquéllos extranje- ros que dicen que quieren ayudarnos. Nuestra gente, que ha pasa- do por siglos de lucha, sabe que “lo pertinente no es sélo la libertad de la opresion extranjera (con la que podemos convivir a nuestro modo primitivo) sino Ia ereacién en este pais de marcos de referen- cia socio-econémicos y politicos que estén de acuerdo con los valo- res sublimes de la personalidad humana”. Nos preocupamos mu- cho por nuestra imagen, por el reconocimiento personal y el status, y sospechamos de cualquier grupo de gente, dentro o fuera de nues- tro pais, que esté de acuerdo con cierto sector privado que alguna vez fue lider, tuvo influencia y que, para criticar las politicas de cierto régimen no muy lejano, dijo que durante los anos setenta “nuestra rica cultura nacional se habia reducido, se habia encogido para encajar en el estrecho concepto de una vigorosa cultura ne- gra”, Decian eso en un pais en el que la gran mayoria pertenece sin remedio a esa “cultura”, ;Cualquier cosa que exprese la imagen de la mayoria es una “reducci6n” y un “encogimiento"! No creo que podamos formar una sociedad 0 construir una nacién sobre esas

You might also like