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recht decia critica, o incluso épica; es decir, entre- cortada: que corta la historia), al final de ia cual brilla solamente, como una luz lejana, intermitente, incierta (al ser siempre posible la barbarie), la trans. parencia final de las relaciones sociales, —yQurolidad diets. 58 |. or dénde empezar? Imagino a un estudiante que quiere!emprender el andlisis estructural de una obra literarid. Imagino a } este esiudiante lo suficientemente informado como para no extraifarse de los diversos tipos de aproxi- macién que, a veces indebidamente, se retinen bajo cl nombre de estructuralismo; Jo’ suficientemente sensato como para saber queen el andlisis estruc- tural no existe un método canénico, comparable al de la sociologia o de la filologia, de forma que aplicindolo automdticamente a un texto haga sur- air su estructura; lo suficientemente animoso como para prever y soportar los errores, las averias, las decepciones, los desalientos («zpara qué?») que no dejaré de suscitar el viaje analitico; lo suficiente- mente libre como para atreverse a explotar lo que en él pueda haber de sensibilidad estructural, de intuicién de los sentidos miiltiples; Io suficiente- } mente dialéctico, por fin, como para persuadirse del todo de que no se trata de obtener una cexplica- cién» del texto, un «resultado positivon (un signi- ficado ltimo que seria la verdad de fa obra o su determinaci6n), sino que se trata, a la inversa, de catrar, por el andlisis (0 lo que se parece a un and- lisis), en el juego del_significante, en la escritura: én una palabra, realizar, con su trabajo, el plural del _texto. Hallado este héroe —o este sabio—, no dejard Ce encontrar a su vez un malestar operato- tio, una dificultad simple, y que es la que corres. ponde a todo principio: zpor dénde empezar? Bajo su aparisncia prdctica y de encanto gestual (se trata del primer gesto que se realizari en presencia del texto), podriamos decir que esta dificultad es la. misma que ha fundado Ja lingiiistica moderna: so- focado al principio por lo heterdclito del lenguaje humano, Saussure, pata poner fin a esta opresién que, en definitiva, es la_del_comienzo_ imposible, decidié escoger un hilo, una pertinencia (la del sen. tido) y devanar este hilo fema de Ja lengua. De ta ihisma forma, autigtie al segundo nivel del discursy, el texto desarrolla cédi- 20s milltiples y simultincos, cuya sistemitica no se percibe a primera vista, 0, mejor todavia, no’ se puede nombrar de inmediato. Todo concurre, “én efecto, para declarar inocentes Jas esiructuras que se investigan, para ausentarlas: el devaneo del dis curso, la naturalidad de las frascs, la aparente igual: dad del ‘significante ‘y del_insignificante, los prejui- cios escdlares (los def «plan», del «personajes, del «estilo»), la simultaneidad de los sentidos, ia desa- paricién y el resurgimierio caprichosos de determi. nados filones temdticos. Frente al fendmeno textual, sentido como una riqueza y una naturaleza (dos buenas razones para sacralizarlo), geémo localizar, sacar el primer hilo, cémo desprender los primeros codigos? Aqui se pretende abordar este problema Ge ‘trabajo proponiendo el primer andlisis de una novela de Julio Verne, La Isla misteriosa. Un lingtiisia escribe*: «De cada proceso de ela boracién de Ja informacién se puede desprender un determinado conjunto A de-sefiales iniciales y un determinado ‘Conjunto B deSéfiales finales obser- vadas. La tarea de una descripcin centifica es ex- Plicar cémo se efectiia el paso de A a B y cudles Son los enlaces entre estos dos conjuntos (si los ex Tabones intermediarios son excesivamente complejos y escapan a la observacién, on ciber ética se habla de caja negra.» Frente a la novela como sistema «andante» de informaciones, zin puede inspirar una primera tar:a: establecer en primer lugar los dos coniuntos-limite, inicial y terminal y explorar despucs por qué :aminos. a tte vés de qué transformaciones, qué mi vilizaciones, ef Segundo se une al primero o se dierencia de él: hay, en suma, que definir el paso d> un equilibrio 1. Revain, «Los principios de la teo fa de los modelos en lingtfstican, Langoges, no 15, Sep. 196°, p. 28, 60 asf se construyé un sis- ja formu acién de Reve 4 4. otro, atravesar Ja «caja negray. La nocién de conjunio inicial (0 final) no es, sin embargo, simple; + io todos los relatos tienen Ia bella ordenacién, emi- nentemente didéctica, de la novela balzaciana, que se abre sobre un discurso estatico, por mucho tiem. Po sincrénico, ‘vasto concurso inmévil de datos ini. ciales que, denominado cuadro (el cuadro es una idea Tel6rica que mereceria ser estudiada en cuanto que desafia a 1a marcha del lenguaje); en muchos casos, él lector es lanzado in medias res; los elementos del cuadro estan dispersos a lo largo de una diégesis que comienza con la primera palabra. Este es el aso de La Isla misteriosa: el discurso coge la his- ‘orla en pleno trallazo (Se trata, por otra parte, de una tempestad). Para parar el’ cuadro inicial,, no sxiste, a partir de este momento, més que un solo medio: ayudarse dialécticamente con cl cuadro final (0 reefprocamente, segiin los casos). La Isla miste- riosa termina frente a dos situaciones; Ia primera representa a los seis colonos reunidos sobre una roca desuuda, van a morit en la miseria si no los salva el yate de lord Glenarvan; la segunda coloca a estos niismos colonos, salvados, en un tetritorio florecien: t, que han colonizado, en el estado de Towa; estas dos situaciones finales estin, evidentemente, en telas Gién paradigmatica: el florecimicnto se opone a la mina, la riqueza a ia miseria; este paradigma final debe tener una correlacién inicial, 0, si no la tiene (© Ta tiene parcialmente), habré experimentado pér. dida, disolucién 0 transformacién en Ja «caja ne. grav; esto es lo que sucede: Ia colonizacién iowiana tiene como correlato anterior la colonizacién de la ’la, pero este correlato se identifica con la dicgesis misma, se extiende a todo lo que succde en la no- } Vela y, por tanto, no es un «cuadro»; en revancha, ‘a miseria final (sobre ta roca) remite sistemitica: mente ala primera miseria de los colonos, cuando, caidos del globo, se han reunido en la isla que, 2 partir de nada (un collar de perro, un grano de iri, | 0) van a colonizar; el cuadro inicial, por esta si- at metria, est4, desde este momento, fundado: es el Conjunto de los datos reunidos en los primeros ca pftulos de Ia obra, hasta el momento en que, a) ser encontrado Cyrus Smith, el personal colonizador esta, completo, enfréntado, de forma pura, como algebrai ca, a la carencia total de tililes («EI fuego se habla apagadoy: asi termina, en el capitulo VIII, el cua- dro inicial de fa novela). El sistema informativo se establece, en definitiva, como un paradigma repeti- do (miseria/colonizacidn), pero esta repeticién esté coja: las dos miserias constituyen «cuadros», pero la colonizaciéa es una «historian; este elemento dis. turbador es lo que cabre» (a modo de una primera Mave) el proceso del andlisis, desvelando dos eédi- B08: uno, estitico, se refiere a a situacién adénica de los colonos, ejemplar en el cuadro inicial y en el cuadro final; otra, dindmica (lo que no impide que sus rasgos sean seménticos), se refiere al trabajo’ heuristico a través del cual estos mismos colonos Hegarén a «descubrir», «penctrars, cencontrary_a la vez Ja natiraleza de la isla y su secreto. etuada esta primera seleccién, resulta facil (si no rapido) desbastar poco a poco cada uno de estos dos eddigos que ha sacado a Juz, El cédigo adénico (0, més bien, ef campo temético de Ja miseria ori- ginal, puesto que este campo retine en si mismo varios cédigos) comprende términos morfolégicamen- te variados: téminos_de_accién, indicios, semas, } gonstataciones, comentarios. He aqui, por ejemplo: los secuencias de acciones que se relacionan con él. La primera es la que inaugura la novela: la el globo; esta caida estd construida, si seme per- mite Ta expresidn, ‘con dos hilos: un hilo accional,, dé modelo fisico, que deserana las etapay det aes. plome progresivo de la aeronave (sus términos son fécilmente localizables, numerables y estructurables), y un hilo esimbético», en el que se alinean todos Jos rasgos que marcan (entendamos este vocablo en ¢l sentido Hingiiistico) el despojamiento, o mejor la expoliacidn voluntaria de Jos colonos, al final de 62 ida. la cual, abandonados en Ja isla, se encontrarén sin equipaje, sin ttiles, sin bienes: el desprendimiento del oro (10.000 francos lanzados desde Ja barquilla pata intentar remontarla) es, a este respecto, alta- mente simbdlico (tanto mds en cuanto este oro es el oro enemigo, el de los sudistas); lo mismo ocurre con el huracén, origen del naufragio, cuyo cardcter excepcional, cataclismico, opera simbélicamente el arrancamicnto Iejos de toda sociedad (en el mito tobinsoniano, 1a tempestad inicial no es solamente un elemento Iégico que explica la perdicién de un néufrago, sino también un elemento simbélico que figura el despojamienio revi rig, la mutacién del hombre ‘social en hombre original). Otra secuen- gia_que debe ser ligada al tema adénico es la de la primera exploracién con"la que los colonos'' se } aseguran de si Ja tierra donde acaban de ser lanza: dos es una isla o un continente; esta secuencia estd } construida como un enigma y su coronacién es, pot f otra parte, muy poética, puesto que tinicamente la Juz de Ia luna hace aparecer finaimente la verdad: Ja instancia del discurso exige evidentemente que esta tierra sea una isla y que esta isla esté desierta, puesto que es necesario, para la continuacién del F discurso, que la materia sea dada al hombre sin el ‘itil, pero también sin la resistencia de los demés hombres: el hombre (si es distinto al colono) es, por tanto, el enemigo, simultineamente, del ndufrago y del discurso; Robinson y los naufragos de Julio Ver- ne tienen el mismo miedo a los otros hombres, a los rusos que yendrian a importunar al hilado de la demostracién, a la pureza del discurso: nada huma- no (a no ser desde el interior del grupo) debe em- paar la conquista brillante del Util (La Isla miste- riosa es incluso lo contrario a una novela de anti- cipacién; es una novela del pretérito extremado, de las primeras producciones del ttil). Forman parte igualmente del tema adénico todas las sefiales de una Naturaleza gratificante: es lo que podria denominarse el eédigo edénico (Addn/ | | | Edén: curiosa homologfa fonética). El don edénico adopta tres formas: en primer lugar, la naturaleza misma de la isla es perfecta, «fértil, agradable en sus aspectos, variada en sus producciones» (I, 48); ademés, proporciona siempre la materia necesaria en cuanto ésta es citada: ,que quieren pescar pé- jaros con caiia? Hay, precisamente aht, al lado, lia- nas para cl sedal, espinas para el anzuelo y gusanos ara el cebo; finalmente, cuando los colonos traba- nesta naturaleza, no sienten fatiga alguna por ello, 0, al menos, esta fatiga esté expedida por el discurso; ésta es la tercera forma del don edénico: el discurso, todopoderoso, se identifica con la Natu- raleza colmadora, facilita, euforiza, reduce el tiem- po, la fatiga, la dificultad; el dertibo de un Arbol enorme, emprendido casi sin utiles, es eliquidado» en una frase; habrfa (en cl curso de un anilisis pos- terior) que insistir en esta gracia que el discurso verniano expande por toda la empresa; puesto que, por una parte, todo ocurre al contrario que en De- foe: en Robinson Crusoe el trabajo es, no solamente agotador (una palabra serfa suficiente, entonces, para decirlo), sino més atin, definido en su pena por el descuento cansino de los dias y de las semanas ne- cesarias para realizar (solo) la menor transformacién: icudnto tiempo, cudntos movimientos para despla- zar solo, un poco cada dia, una pesada piragua! el discurso tiene aquf como funcién dar el trabajo al ralenti, restituirle su valor-tiempo (que es su alie- nacin misma); y, pot otra parte, se advierte clara- mente la ommipotencia, simul:dneamente diegética ¢ ideolégica, de Ja instancia di curso: el eufemis- mo verniano permite al discurso avanzar répidamen- te, en la apropiacién de la ni turaleza, de problema en problema y no de pena en pena; transcribe a la vez una promocién del saber 7 una censura del tra- bajo: constituye realmente el idiolecto del cingenie- ‘Tov (qué es. Cyrus Smith), del tecnécrata, dueio dé Ja Ciencia, chantre del trabajo transformador en el mismo momento en que, confidndolo a otros, lo 64 escamotea; el discurso yerniano, por sus elipses, sus -Ascensos euféricos, rernilte el tempo, la pena, en’ una palabra, la labor, a n Jttabajo hye, fluye,” la frase. Otro sub-eddigo del tema adanico: el de Ia nizacién. Esta palabra ‘es naturalmente ambIgua (eo. lonia de vacaciones, de insectos, penitenciaria, colo. nialismo); aqui mismo los ndufragos son colonos; Pero no colonizan més que una isla desieria, ha naturaleza virgen: toda instancia social es ptidica- mente borrada en esta montea en Ia que se trata de transformar la tierra sin mediacién de esclavitud al. guna: cultivadores, pero no colonizadores. En el lnventario de los cédigos, sera interesante anotar que Ja relacién inter-humana, por discreta y conven- Gonal que pueda ser, se coloca en una problemd- {ica colonial, incluso Jejana; entre los colonos, el | trabajo (incluso si todos ponen manos a la obra) esté jerdrquicamente dividido (et jefe y el teenderat Cyrus: cl cazador: Spilett; él hetedero: Herbert se_pierde en los intersticios de } cl obresu especializado: Pencroff; el criado; Nab. tl presidiario relegado a la colonizacién bruta, la de los rebafos: Ayrton): ademds, el negro, Nab, es una esenzia_esclava, no en cuanto que’ sea: «mal- _Atatado» o incluso cdistanciados (todo lo contrario: fe obra es humanitaria, igualitaria), ni siquiera en uanto que su trabajo es subalterno, sino porque 4u cnaturaleza» psicoldgica es de orden animal: ine. {uilivo, receptivo, sabio por olfato_y premonicién, forma grupo con el perro Top: es el momento in. Keilor de la escala, la base de la pirimide en cuya cumbre se da importancia el Ingeniero todopodero- 80; no hey que olvidar finalmente que el horizonte histérico del argumento es de orden colonial: es la guerra de Secesién la que, persiguiendo a los ndu. fagos, determina y trasiada més lejos una nueva colonizacién, magicamente libre (por las virtudes y derivado hacia un destino inesperado: Ja tela del globo, multi-funcional en la medida en que es un desecho (del naufragio), se transforma en 4 topa y en aspas de molino.’Se adivina cémo este c6- digo, que es puesto en juego perpetuo de clasifica: ciones nuevas, inesperadas, esta cercano a la opera- cign Tingiiistica: el poder transformador del Ingenie- fo es un poder verbal, puesto que uno y otro consis- “en en combinar elementos (palabras, materiales) para producir sistemas nuevos (frases, objetos) y am bos beben para ello en cédigos muy seguros (lengua, ” saher), enyos datos estereotipicos no impiden el ren.’ dimiento ‘poético (y poiético). Por ello, es posible relacionar con el cédigo transformacional (a la vez lingiifstico y demitirgico) 0 un sub-cédigo, cuyos ras. g08 son abundantes, que es el de la denominacién. Apenas Iegados a la cumbre del monte que les pro. porciona una vista panoramica sobre su isla, los co- lonos se apresuran a topografiarla, es decir, a nom. brarla y a dibujar sus accidentes; este primer acto de inteleccién y de apropiacién es un acto de lengua: je, como si toda la materia confusa de la isla, objeto de las transformaciones futuras, slo accediera al es- tatuto de realidad operable a través de la red del Jenguaje; en suma, topografiando su isla es decir, su «realidad», los colonos no hacen otra cosa que realizar la definicién misma del lenguaje como map: ping de la realidad. E! des-cubrimiento de Ja isla, como hemos dicho, sostiene dos c6digos, el primero de los cuales cédigo. heuristico, conjunto de los rasgos y modelos 68 tansformadores de la naturaleza, El segundo, mue cho més convencional desde el punto de vista nove. lesco, es un eddigo hermenéutico; de él surgen los diferentes enigmias (una decena) que justifican el tulo de la obra (La Isla misteriosa), y cuya solucién és retardada hasta la Hlamada final del capitan Nemo Este c6digo ha sido estudiado en otro texto’, y po- demos asegurar aqui que sus términos formales se encuentran en La Isla misteriosa: posicién, tema. tizacién, formulacién del enigma, diferentes términos dilatorios (que retrasan la respuesta), desciframiento. esvelamiento. La heurfstica y la hetmenéutica estén muy cercanas, puesto que eit ambos casos la isla es al objeto “de un desvelamiento: como naturaleza, hwy que arrancarle su riqueza, como habitat de Nemo, hay que identificar a su’ anfitrién providen- tal; toda Ja obra esté construida sobre un proverbio banal: ayvidate a ti mismo, trabaja solo para domes. ‘icar Ia materia, ef cielo te ayudard, Nemo, tras re. ‘conocer tu excelencia humana, actuaré hacia ti como jm dios. Estos dos eédigos couvergentes movilizan 40s simbélicas diferentes (aunque complementarias): 2 fractura de la naturaleza, la sujecién, ia domesti- acidn, Ja transformacién, el ejercicio del saber (to- ¢avia mas, como se ha dicho, que el dei trabajo) wmiten a un rechazo de herencia, a una simbélica {el Hijo; 1a accién de Nemo, a decir verdad sufrida ‘muchas veces con impaciencia por el Hijo adulto (Cyrus), implica una simbélica del Padre (analizada fer Marcel Moré‘): singular padre, sin embargo, Sngular Dios aquél, que se lama Nadie. Este primer adesbrozamiento» pareceré mucho nfs tematico que formalista: ahi reside, sin embar- &, la libertad metodoldgica que hay que asumir. % €8 posible comenzar el andlisis de un texto (pues- 3. «S/Zn, 2s ThQuel, 1970, 15g, Matsel Moré, Le tres curieax Jules Verne, Gallimard, studio sobre Sarrasine de Balzac, Seuil, col. Ly» to que éste es el problema que se ha planteado) sin adoptar una primera visida semdntica (de contenido), sea temitica, sea simbélica, sea ideolégica. El tra- bajo gue entonces queda por hacer (inmenso)_con: Siste en seguir los_primeros.cddigos, senalar sus t ininos, esbozar las secuencias, pero igialmente pi poner otros cddigos, que vienen a perfilarse en la perspectiva de Jos primeros. En resumen, si nos con+ cedemos el derecho a partir de una determinada condensacién del sentido (como hemos hecho aqui), se debe a que el movimiento del andlisis, en su hie Jado infinito, reside precisamente en hacer estallar el texto, el primer nubarrdn de los sentidos, la pri- mera imagen de los contenidos. El envite del andli- sis estructural no es la verdad del texto, sino su plu ral; el trabajo no puede consistir, por tanto, en par tir de Jas formas para percibir, aclarar o formular contenidos (no seria necesario, en modo alguno, un’ método estructural para ello). sino, por el contrario, en disipar, retroceder, desmultiplicar, poner en mar- cha Ios primeros contenidos bajo la acciéa de usa ciencia formal, El analista hallard ventaja en este nto dado que le proporciona a la vez el medio de comenzar el andlisis a partir de algunos cédigos familiares y el derecho a abandonar estos cédigos (transformarlos), avanzando, no en el inte rior del texto (que siempre es simultineo, volumino- 80, estereogréfico), sino en el interior de su propio trabajo. a | bien de su encuent Fen efecto, que Jo De la obra al texto Es un hecho comprobado que desde hace algunos aos se ha operado (0 se opera) un cierto cambio en ¢l interior deta idea que nos hacemos_del lenguaje ¥, en consecuencia, de la obra (literaria) que debe a este mismo Jenguaje al menos su existencia feno- ménica. Este cambio est4 evidentemente ligado al desarrollo actual (entre otras disciplinas) de la lin- aiifstica, de le antropologia, del marxismo y del psi- coandlisis (Ia palabra sligazén» se utiliza aqui de forma voluntariamente neutra: no se decide una de- terminacién, aunque fuera miiltiple y dialéetica). La novedad que tiene incidencia sobre la nocién de obra no proviene forzosamente de la renovacién in- terior de cada una de estas disciplinas, sino més 1 nivel de un objeto que por tiadiciOn’no surge de ninguna de ellas. Dirlamos, nterdisciplinario, de lo que hoy hacemos un valor fuerte de Ia investigacién, no pue- de realizarse con la simple confrontacién de saberes especiales: Jo_interdisciplinario no es en absolut 1eposo;_ empieza efectivamente (y no por la simple emisién de buenos deseos) cuando la solidaridad de Jas antiguas disciplinas se deshace, quizs incluso violentamente, a través de las sacudidas de la moda, en favor de un objeto nuevo, de un lenguaje nuevo, gue no estén, ni el uno ni el otro, en el campo de las ciencias que se tendia apaciblemente a confron- tar: precisamente este malestar de clasificacién per- nite diagnosticar una cierta mutacién, La mutacién que parece recoger la idea de obra no debe, sin em- bargo, ser sobrevalorada: participa de un desliza- miento epistemoldgico, mas que de un auténtico cor- te; éste, como se ha dicho a menudo, habria inter- Yenido en el siglo pasado, con la aparicién del mar- xismo y del freudismo; no se habria producido aingtin corte posteriormente y podemos decir que, en cierto modo, desde hace cien afios estamos en 1

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