You are on page 1of 94
ALFAGUARA INFANTIL Nadie te creeria Luis Marfa Pescetti llustraciones de O'Kif ALFAGUARA INFANTIL 2004, Lins Mania Present www pescetti.com on De esti e ALFAGUARA () 2004 AWE uilar, Altea, Taurus. Alfuguara S.A. andre N, Alem 720 (CL00TAAP) Crudad de Buenos Aires. ISBN 10; 987-4021 ISBN 13: 978-O87-0 Hecho cl depdsito que mares kr Ley 1.723 Libro de edicisn argentina. Imnpreso cn Mexico, Printed in Mexico era edlicion! marzo de 2004 habré hove giPor qué no me habré quedado en casa oy!? (uno de los sesiores de la barra), , Todos se nv : narcha i fi i delantal 0: han del bar. Fl duefio se quiea el al, quejandose con desdnimo: ti —jPara qué habré emigrado de mi pais! i aero cetrar el local e irme! (Dirigiéndose al mese- 0}: A ver Juan como se las arregla usted porque ya toy harto. “ees El duefto arroj va Elma RO arroja el delantal sobre la barra y se els sero recoge las mesas mientras piensa para si: ue como me las arveglaré, ja... si en este pais ya no ha iy whe ; hi ij ™ Wabajo... no me quedard mds que irme a otra parte ” El mesero emigra a otro pais. Llega y se diri- ge aun bar a distraerse un poco. Llama: —Mesero, cerillos, Un sefior, d s » desde otra mesa, se incli aclara » se inclina y le —Aca se dice “mozo”... y “fésforos” Pe MI APORTE A LAS CIENCIAS a Presento una invencién que, atin incompleta, no dudo en poner al alcance de la Humanidad para que la conjuncién de otros esfuerzos permita termi- narla: la tabla del nueve y medio. Nueve y medio por uno: nueve y medio. Nueve y medio por dos: diecinueve. Nueve y medio por tres: veintiocho y medio. Nueve y medio por cua- tro: treinta y ocho. Nueve y medio por cinco: cuaren- lay siete y medio. Descubri que lo que me llevé al fracaso en intentos de afios anteriores era un error de calculo. Por ejemplo: Nueve y medio por dos coma siete: veinticinco coma sesenta y cinco. Nueve y medio por ocho coma sesenta y cuatro: ochenta y dos coma cero ocho. Y asf daba cualquier resultado; pero ya lo corre- pi. Nueve y medio por seis: cincuenta y siete. = LOS SOPIFOFOS * Son una especic de animales, pero no son animales, porque hablan y piensan como las perso- nas, nada mas que tienen unas asas como si fueran ja- tras de servir el té, pero no son jarras porque tienen un lugar que es para escribir y algunos llevan pluma también, pero a otros les gusta jugar al fiitbol. No a todos, porque algunos sopifofos son més de jugar ala mama. Pero no son nifios. Son como los nifios por- que algunos van a la escuela, pero los nifios no vue- lan y los sopifofos, si. No todos los sopifofos, pero la mayorfa si, porque tienen unas alas con unas plumas y para aterrizar tienen rueditas como los patines, pero no son aviones ni tampoco se venden. Hay sopifofos que suelen ir por el mar como los barcos y algunos van flotando. Otros se hunden y no pueden encender fuego, porque hay algunos que tienen una parte que sirve para calentar algo, si uno quiere hacerse un hue- vo frito, por ejemplo. Ademés no dan olor porque tienen una cosa que saca el olor y otra que es como una banderola toda Ilena de colores, como si fueran ldpices. Algunos sopifofos escriben con unos elemen- tos que no parecen para escribir y ademds no tienen tueditas, pero si quieren pueden patinar sin aprender 88 porque cuando nacen ya saben. En invierno algunos se van y otros aprovechan para volver, y en verano los que se fueron vuelven y los que habian venido igual se quedan. Los hay peludos, pero también se aparecen pelados y dicen una cosa que no sc les entiende por- que son de esos que les da por hablar en otro idioma. Algunos tienen como unas patas que parecen de madera y una cosa como un cajén y sirve para po- ner la lampara, como si fueran mesitas de noche, pero otros son como ldmparas, sdlo que alumbran si no se durmieron del todo. Si les da suefio no alumbran. En cambio hay otros que sdlo alumbran si les da suefio. = SEGUI, ALBERTO = Alberto: —Mira, estaban Tito, Pablo, la tia Ema, Nora... Rafa: —Adela, acordate, Adela, el Fernando. Juan: —jLa de los rulitos? Rafa: —No, ésa es Ema. Alberto: —Si, Adela, el Fernando... ;Daniel! Acordate que Daniel también estaba. Rafa: —Cierto, si, Daniel. Juan: —;F| hermano de Fernando? \ Rafa: —No. Alberto: —E| primo de la tia Coca. Juan: —Ah. Rafa: —Pero Daniel, el hermano de Fernando, tam- bién estaba, acordate. Alberto: —Cierto, que me dijiste que llegé un poqui- to més tarde, y éste, que fue el que me lo conté a mi... la cosa es que la tfa ya venia con los cables pelados, enor _ Juan; —iTia Ema? Rafa: —No, Coca, a Ema nunca le dijimos “tia”. | Juan: —...pero es tfa. Alberto: —Si, pero le decimos “Ema”, Ella ya venia cru- zada: “;Es cierto que vos le dijiste a Pablo que Nora 90 anda hablando por ahi?”. Y Nora se dio vuelta de gol- pe: “3;Vos estas diciendo eso!?”. Juan: —;A Tito? Rafa: —No, a la gente, por ahi. Juan; —No, pero Nora jle dijo a Tito? Rafa: —No, a Pablo; segui, Alberto. Alberto: —“3\Vos ests diciendo eso!?” le dijo, y Adela salté: “El no esta diciendo nada!”. Rafa: —Adela lo defendid porque lo tiene sonando. Juan: —,A Tito? Rafa: —No, tonto, a Pablo, al marido. Segui, Alberto. Alberto: —Y la otra miraba nada mas, jno?, asi. Juan: —jNora? Alberto: —No, Ema. “jA vos te pregunto!”, le dijo. Juan: —3A Pablo? Rafa: —No, a Tito. Alberto: —“Dejd que le contesto yo”, le dijo Pablo. Juan: —,Pablo... a la Tia Coca? Rafa: —No, a Nora. Segui, Alberto. Alberto: —“Nos bajé el tono, mejor!”, le dijo. Juan: —jNora... a Pablo? Rafa: —No, Tito a Nora, por cémo le hablo a Pablo. Alberto: —‘,Contesta lo que te pregunto!”, le dijo tia Coca a Tito. “;Para qué querés que te conteste si sa- bés que es cierto?”. Juan: —jTito? Alberto: —No, Ema. “;Que es cierto que anda di- ciendo eso?”. “No, que estuvo hablando”. “El no es- tuvo hablando nada’, le dijo Pablo. Juan: —A Ema? Rafa: —No, a tia Coca. Segui, Alberto. Alberto: —‘“jEsta habla porque el aire es gratis!”, le 92 dijo Fernando a Daniel, pero como diciéndoselo a Nora. Juan: —;Daniel, el primo de tia Coca? ‘Alberto: —No, el hermano de Fernando, “Vos no te metas que va a ser para peor”, le dijo Fernando, y és- te tragaba y tragaba. Rafa: —Porque yo sabfa que era cierto, gviste? Juan: —;Que si se metia era peor? Rafa: —No, que por més que la tla Coca estuviera en corto circuito, era cierto. Juan: —jQue Tito habia estado diciendo? ‘Alberto: —{No, tonto! Que Nora habja estado ha- blando. “Pero si es cierto”, le dijo. Juan: —3Vos, Rafa, le dijiste? Rafa: —No, Fernando a mi, pero Daniel lo oys. Se- gui, Alberto. Alberto: —“Mira, a lo mejor yo hice mal en hablar”, dijo Tito. “No empecés pidiendo perdén”, le dijo. Juan: —Tia Coca... ‘Alberto: —No, Ema. “Dejalo hablar”, la interrumpid Adela. Rafa: —“Si, dejalo que hable porque aca la pobre chi- ca esta toda mortificada”, dijo tia Coca y ahi Daniel levantd las cejas, asi ;no?, como diciendo... Juan: —;Daniel, el hermano de Fernando? Alberto: —No, el primo de tia Coca jviste?, como di- ciendo “Bueno, tampoco es para tanto”. Y la otra le hizo “ojo” con la mano, lo corté en seco zno?, y Da- niel dijo: “;Viste, tocayo?, me hacen callar”. Juan: —A\ otro Daniel. Rafa: —No, a Fernando. Juan: —;Daniel le dijo “tocayo” a Fernando? 93 Rafa: —Como una manera de decir. Segui, Alberto. Alberto: —Y salté Adela como una vibora: “;Dejalo hablar, caray!”. Juan: —;Por qué? Alberto: —Porque lo corté, asi con la mano. . Juan: —No, por qué salté Adela. Rafa: —Porque ella sabfa que Daniel te iba a defen- der. Juan: — A mi? gj¥ yo qué tengo que ver!? Rafa: —‘Aca el que la embarré es tu novio”, dijo Pa- blo. Segui, Alberto. Alberto: —“Con él no te metds, que es buen{simo”. Juan: -——;Quién dijo? Nora? Alberto: —No, Daniel, Nora estaba que hervia. Juan: —jCon Pablo? Rafa: —Con Vos, retonto, con vos, porque no sé qué comentario hiciste y Pablo se enterd. Juan: —A quién? Alberto: —A Nora y después salié diciendo. Juan: — Nora? Rafa: —No, Pablo. Alberto: —Entonces ahora tendrias que ir y hablar. Juan: —jlr a hablar con Pablo? Alberta: —iCon Nora! jNora! Norita, tu novia, nuestra ; Prima. {Qué querés, que te haga un croquis!? j Juan: —jPero... gy que dije qué?! {Qué fue lo que ¥ dijel? Alberto: —No sé, ahi no lo quisieron repetir, el am- biente estaba espeso. Rafa: —A ver, gvos con quién estds de novio? ;Con Nora 0 con Tito? Juan: —Qué habré dicho, 94 Rafa: —Si no sabés vos. Alberto: —Anda y preguntale. Juan: —A quién, a Nora? ‘Alberto: —A Pablo, loco, que es el que anduvo di- ciendo. Juan; —;No dijiste que mejor hablara con Nora? Rafa: —Habla con Nora que es la enojada; pero pre- guntale a Pablo qué comentario hiciste. Al final tiene razon Beto. Juan: —...No sé qué dije. Rafa: —jNegro! ;Traé tres cafés, a ver si lo desperta- mos a éste! Rafa saca un cigarrillo; Alberto toma uno. “A ese Be- to no lo tengo ni ahi”, pensé Juan. a SALVESE QUIEN PUEDA Estaba sofiando con una playa en un paraiso todeado de amigos. Pasa un avién y se le cae un martillo, me da en la cabeza y acaba con la fiesta. Me siento confundido, | “sCémo es posible: \un maldito martillo desde un avién?”. Abro un ojo y se mete la luz como un pirata que grita: “|Al abordajel”. Esta el despertador | © a fudlcon su taladro. Son las seis y media en la realidad. Z 7 + Cierro los ojos ‘para huir al paraiso, fegresar es imposible, " 96 ya se evaporo. No quiero ni moverme, la cama esta muy rica. Son las seis y treinta y cinco en la realidad. Oigo un grito: “Es hora de levantarse”. Son las seis y cuarenta en la realidad. Asomo un pie debajo de la colcha, apoyo el otro en el piso congelado. Me pesa la cabeza, me pesa todo el cuerpo. Son las siete menos cuarto en la realidad. Sentado en la cama me ponen la camisa, con los ojos cerrados me enchufan las medias. Me pongo el pantalén y caigo acostado. Son las siete menos diez en la realidad. Siento que me calzan los zapatos y me llevan hasta el bafio, de repente me distraigo y me sorprende una grita que deja una taza que echa humo. Estoy parado en el comedor. Baja el café con leche por el tubo de mi garganta. Son las siete menos tres en fa realidad. 97 La mochila en mi espalda pesa una tonelada. Vuelvo a dormirme en el autobtis que me lleva. Me arrojan en la puerta como a una bolsa de harina Ya son las siete y cuarto en la realidad. Entro al mismo patio donde hay grito y alboroto, pasa una hora, pasan dos sin que me entere. Recién a la tercera como que abro los ojos y empiezo, yo también, a correr como loco. No es el paraiso, es la selva de la escuela. Bienvenido a las nueve, iY sdlvese quien pueda. \ i ms LA MISION DE LOS ASTRONAUTAS *, A Coqui Dutto El cielo es un lago azul, limpio y mas quieto que el lago mds callado y quieto. Ahj flotan unas viejas y pesadas barcas de lata con astionautas que dividen su tiempo entre cumplir su misién y enviarles correos electrénicos a sus familias. Después de medir los efectos de una tormenta solar ‘en un metal recién inventado, un astronauta chatea con su hija de cinco afios, triste pues se murié su tortuga. Ella le pregunta si est en el cielo con dl, si puede verla. Le responde que él esta flotando en el espacio, que es otro cielo, no ése por el cual ella pregunta; ¢ intenta distraerla contandole que hace célculos importantes, que ve la Luna de cerca, que la Tierra es una enorme pelota hinchada de agua, que la nave tiene pantallas con ntimeros correctos, que cuando sea grande podra elegir entre vivir en Marte en uno de los satélites de Saturno. la insiste: Pero zla ves? 100 El contesta que no. ¢Por qué no la ves? El duda un segundo antes de responder. Porque la ventana es pequefia. Mi tortuga también es pequefia. Estas ventanas son todavia mas pequefias. No se ve nada? Al terminar la comunicacién de todos modos se acerca a una ventanilla. Pero sdlo se ve el ojo de Dios. ” TERCO COMO VOS 7. Juanito, ;qué querés ser cuando seas grande? Avion. No, cuando vos seas grande, Juanito. Tren de alta velocidad. Juanito, no ois lo que te pregunto? Proa de un barco de altamar. Me estds cansando, te lo pregunto en serio. Submarino atémico. é{Querés que Ilame a papa!? Bueno, una bandada de pajaros. No, Juanito, no podés ser eso, gme estas tomando el pelo? Bueno, un iceberg. ¢jQuerés parar, por favor!? Cinco ballenas, un viento que venga desde China... Juanito! ..-el cielo sobre Rusia. iMird que te quedas sin tele una semana! Una bandada cruzando el océano, un bosque en invierno. jListo! {Te quedas sin tele! Un teatro Ileno, el aplauso de cinco mil personas. jOsvaldo! j;Querés venir, por favor!? ;Este chico salié + terco como vos! a CRONICAS FRANCESAS *, DE LOS INDIOS DEL CARIBE A Pelayo “En nuestro primer amanecer en alta mat el P. Jacques me comenté que sentia un leve mareo. Ha- cia la media mafiana se lo veia de un azul que nos preocup6 y como no podia hablar, pues se le habia hinchado tanto la lengua, él trataba de disimular su estado con una gran sonrisa y sefias de que estaba bien, luego lo cual volteaba los ojos en blanco y con- tinuaba gimiendo y temblando. Unas horas después su descompostura lo hacia echar vientos y sustancias con una pasién digna de mejor causa. Esto fue moti- vo de grande risa para la tripulacién, pero como du- 16 desde la majiana hasta la tarde y como al rodar de Parte a parte hacia tropezar a la gente era un estorbo “y se lastimaba, unos marinos lo ayudaron arrojando- fo al mar. Por lo que entendimos que ésa era una se- fal que el Sefior le daba en su voluntad de que regre- Sara a Francia, confiados en la providencia de que #esos peces grandes, con aletas que salen de las aguas, ¢fueran seres enviados para regresarlo sano y salvo...” “..En lo que a narraciones de los sacerdotes pafioles sobre un monstruo alado que aguarda en \ lod las playas y devora a los que descienden de las naves, podemos asegurar que son estupidas, idiotas, fanta- siosas y carentes de todo sentido de obligacién a la pura descripcién de Ja realidad tal como la modelé El Creador, ya que el citado monstruo no es alado sino que tiene nueve patas y dos fauces y unos colmillos de oro puro, faciles de sacar. Y no come a nadie sino que da unos gritos y lanza llamas al cielo que son so- focadas por unos angeles que El Sefior envia con unos cuencos y le echan agua hasta que el monstruo extin- gue su fuego; y vuela, si, pero no con alas sino que los Angeles lo toman por sus antenas y lo alzan y eso en- ternece al monstruo de tal forma que se eleva salu- dando con sus patitas y llora que da mucha pena ver- Jo. Esto si no lo vi yo, pero si el Hmno. Philippe por sus propios ojos y contémelo sin agregar nada que no fuera del agrado de ser fiel a las cosas creadas...” “ya una vez en tierra. Fue muy grande la nuestra alegria cuando vimos que los naturales del fu- gar salfan. a recibirnos con frutas... que nos empezaron a arrojar cuando estaban cerca . E] Hmno. Philippe les decta: Mas despacio, hijos mios, que ast no las podemos tomar. Pero entonces le alcanzaron con un coco en ple- na frente y tard6 en recobrar el su conocimiento...” “En el lenguaje de los salvajes falran algunas letras naturales al nuestro comtin vocabulario: 2, M. B, X,N, QR, J,G, D, N, Zy la L. También faltan todas las vocales, practicamente. Tiencn una que es como la U colocando la boca como para decir A, Usan mucho we ag oe 105 lak y la Tacada rato y para cualquier cosa. Y pronun- cian la C como nosotros la N. A la F la pronuncian mordiendo fuerte la lengua y separando los labios muy rdépidamente, pero sin abrir la boca...” “,. Hombres, mujeres, jévenes y viejos, tie- nen lenguas totalmente distintas y toman por grande burla que unos hablen con Ia lengua de otros por lo que jamas logran entenderse entre ellos y los viejos creen que los jdvenes estan locos, las mujeres que los hombres son esttipidos y nadie entiende a nadie y son las veces que estan entre grupo y grupo riéndose de cémo hablan los demas y si en medio de ese descala- bro un joven cumple afios, tiene que pasar al grupo de los hombres, sin dejar de gritar, pero ahora en con- tra de los jévenes (...) y por ello nunca prestan aten- cién a nosotros, Humildes Siervos de la Voluntad del Universo, en Ja nuestra Noble Tarea de que lo mejor es dar el Sacramento del Bautismo a estos pobres in- felices cerrados y obtusos para lo que no sean sus practicas y rituales, negados a interesarse en el mun- do nuevo que se les presenta y obstinados en hacer- nos participar de sus costumbres. No como nosotros que somos inspirados en la sola voluntad de conver- tirlos a una Vida Superior y costumbres como es mandado a hacer...” “..Cuando un muchacho encuentra una jo- ven que le apetece, se acerca a su vivienda por las no- ches aullando tristemente a veces y otras dando unos saltitos cortos acompafiados de un alegre ladrido. Los 106 vecinos no pueden dormir por lo que le arrojan unos pedazos de barro cocido que preparan para esas ocasio- nes. Si el pretendiente sobrevive a las bolas de barro cocido la familia lo acepta, que es que le reciben en la casa con grandes honores y golpes. Forman una ron- da dando voces y cantos, el pretendiente se coloca en medio y danle mordidas y mastican hasta ablandarlo en la creencia de que esto hard que él sea dulce con la mujer. Nunca falta el que, por ser pronta la hora de comer © por angurria animal, pasa de mordiscén a dentellada que arranca un pedazo...” .-los salvajes van de pesca y llevan a los ni- fios y a los més ancianos a los que usan de carnada atandolos del tobillo a una rama y colocando el tron- co en la orilla y hunden al viejo en el rio con toda y grande alegria y festividad, mientras las mujeres ama- san una mezcla grasosa que sirve para adelantar el ce- lo de las gallinas y para tefiir el pelo de los guerreros, y que, confundido, sus efectos a veces pone muy bra- vas a las gallinas... Los nifios lanzan piedras al rio pa- ra dar en los ancianos pero como eso ahuyenta la pes- ca, los mayores los espantan arrojandoles peces. Los nifios enfadados se quejan a sus abuelos que, atin col- gados y peleando contra algzin pez, regafian a los ma- yores. Las madres se enojan tanto que a todos da risi y entonces hacen un baile tomados de la mano y sc arrojan al rio desnudos y olvidando sus tareas y nos invitaron a lo mismo, pero la mi pudor me lo impi- did, en cambio el Hmno. Philippe fue de si contento y en medio de estar nadando y refolcijando con todos 108 lo ataron a un palo como carnada y hube de interve- nir yo espantdndolos a golpes de vara...” “Fuimos invitados a participar de la su fiesta y comida mds importante pareciéndonos una buena oportunidad de confraternizar en funcién de la su posterior conversién a la Nuestra Iglesia. Nos coloca- ron junto al jefe como muestra de la importancia que asin duda traia la nuestra condicién de enviados por una Voluntad que estos salvajes atin sin conocerla ya intufan en todo su Divino Esplendor y Fortaleza. El Hmuno. Philippe, que habfa aprendido algunas pala- bras en la su lengua, quiso brindar al jefe un saludo de gratitud y amistad, y en algo debe haber fallado la pronunciacién porque el jefe dejé de sonreir y lo gol- ped. Iniciose la ceremonia con un baile en el que sé- lo algunos caminaban en ronda estornudando y tosien- do mientras los demas refan mucho y nos sefialaban, en lo que crefmos que era su muestra de hermandad ¢ invitacién a participar de la extrafia danza y entonces echamos también a toser y reir y como quedaron se- trios y callados el Hermano intenté nuevamente el sa- ludo pero el Jefe se levanté y repitid en pegarle (...) enseguida siguid la peinada que consiste en arrojar so- bre la cabeza de las visitas una sustancia viscosa mezcla de miel con grasa de jabalf. Esto mientras realizaban unos Cantos que en mucho parecianse a que estuvic- ran riéndose de nosotros. E] Hmno. Philippe quiso volver a saludar, pero yo le pegué (...). La comida co menzé con uno de sus manjares preferidos que es un lagarto verde de sangre violdcea al que cazan con los tte ~f 109 talones dando de fuertes patadas al piso. Asf lo mace- ran hasta que queda una pasta azul que despide un olor que es el dia de hoy en que no he logrado recu- perar la confianza de la mi nariz y conseguir que vuel- va a abrir las fosas... Luego trajeron una bebida de suave color a la que agregaron unos granos que hacen caer el pelo, adormecen los pies y los ojos quieren sal- tar de la cara, comienza a venir como un fuego a la boca y una voluntad de dar la cabeza contra el suelo... ...el posterior caldo en sf era sabroso, doy fe, lo que me preocupaba es que en su interior vefa una cosa que no cesaba de moverse. Yo esperaba que el calor de la sopa la terminara de matar 0 ahogara, pe- ro los naturales me miraban a si rechazaba el su con- vite, por lo que di muestras de lo rico que resultaba y mandé otras cucharadas, tratando de esquivar esa co- sa que nadaba. Los salvajes se sintieron cumplidos y mostraban la su satisfaccién sonriendo con unas ex- presiones que sonaban asi: je, je, je...” “Al Hmno. Philippe diéronle un cangrejo vi- vo rodeado de frutas exquisitas. E] animal tenfa unas cerezas y nueces en la boca y a cada rato fas escupia y el Hermano se las volvia a colocar en la boca y éste volvia a escupirlas. Como el Hermano habfa seguido bebiendo de aquella cosa, mucho no se controlaba y | las primeras veces dio grandes carcajadas, pero luego comenzé a gritar y dar insultos y golpearle en la su caparazon y, en una de las de ponerle una nuez, el mal bicho le mordié con sus pinzas aferrandose a la su mano; el Hermano dio un grito y salté y sacudié tu brazo con tan mala suerte que el cangrejo se solté y dio de leno en la cara del jefe. Al ver emo tomaban 110 sus lanzas, cargué con el Hmno. Philippe en mis hombros y salimos no sin dar muestras de lo mucho y agradecidos que estabamos, y ellos nos respondieron con el saludo que antes habia intentado el Hmno. Philippe...” “..A poco de adentrarme en aquella foresta di con un salto de agua en el que se bafiaba un nati- vo pero de piel blanca. Me acerqué alzando la cruz y dando Ia buena nueva de que la su hora de convertir- se habfa llegado y entonces él comenzé a hablar en otra extrafia lengua y sorprendiome sacando también una cruz (...) éstos viven en una casa de gruesas pare- des de barro cocido, de un solo y enorme cuarto, con una torre en la que clavan una cruz de Nuestro Sefior. Una o dos veces a la semana estos de piel blanca y barba invitan a los de piel morena a entrar en su casa grande a una especie de ceremonia (...). Un dia asomé y cual no fue mi sorpresa al ver que se reunian en tor- no aun altar con una imagen de la Virgen. Esperé en la noche y rescaté la dicha imagen y la llevé a una cue- va escondida que es preferible que esté ahi y no su- friendo pagana captura... Al otro dia, enterados de la falta gritaban como locos y corrian alarmados. Yo go- zaba la su desesperacién y pensaba para mf: Corran desgraciados, que a la Virgen no se las devuelvo.” “..ayer acercdronse un grupo de los de piel blanca, todos con Biblias en mano. Querian confe- renciar con nosotros... pero me parecié tal sacrilegio el Santo Libro en sus manos que arranqué a patadas 4 it hasta que se los quité a todos menos a uno que corrid dando gritos”. “El Hmno. Philippe, que sabe de varias lenguas, hablé con los de piel blanca que resultaron ser religiosos alemanes que Ilevaban tiempo en la su obra por lo que decidimos partir a otros lugares...” “..y probamos suertes en otras muchas islas, en una de las cuales el Hmno. Philippe se amancebé con una nativa y tuvo hijos a los que todavia no bau- ticé porque cl Hermano se niega y dice que ya no lo moleste; pero esta nativa tiene una prima llena de bondad y gracias naturales y en la que estoy ponien- do todo mi empefio. Sea Su Infinita Voluntad”, = NARANJAS Y MARCIANOS Cierta vez un bombero junté a unos amigos y fue a darle una serenata a su novia. Al rato salié un vecino: “jDejen dormir!”. Pero ellos continuaron cantando. Salié otro: “;Vayanse o llamo a la policial”, Tampoco le hicieron caso. Salié uno a tirarles un bal- i dazo de agua. Continuaron cantando a los gritos. Sa- lieron cuatro vecinos con baldes de agua y los empa- : paron. E!] bombero quiso seguir cantando, pero sus . § amigos, en venganza, sacaron la manguera de Ia auto- | bomba y comenzaron a tirar agua dentro de las casas, > \Comenzé un griterio que desperté al barrio. Se Hena- g ron las ventanas y balcones de vecinos con cacerolas y palanganas de agua. Salian ast como estaban: en ca- misén o piyama, gritaban enojados y arrojaban su baldazo. Luego golpeaban las cacerolas vactas (en los bancos apagaban las luces por temor a una manifes- tacién o a tener que regresar el dinero a los ahorris- ftas). Los bomberos segufan rodeados de vecinos fu- iosos a los que ellos apuntaban con su manguera, jojando a diestra y siniestra, con un chorro tan fuer- que los hacfa caer sentados. Uno de los vecinos, no contrando nada mejor para arrojar, trajo unas na- jas. Al rato estaba todo el mundo a log naranjazos peyote 114 contra los de la serenata. Todos menos la novia, que le advertia: “jQue no te lastimen, Abelardo!”. La ca- lle parecta un rio con cientos de naranjas flotando. No tardaron en venir los policias y los indios para llevar presos a los bomberos; pero ellos apunta- ron con Ja manguera y los hicieron caer una y otra vez, dos en total. Poco a poco la gente se cansé y a to- dos les vinieron ganas de dormir y punto, que es una expresion que significa que les vinieron ganas de eso y de nada mis. La calle quedé tranquila, sdlo se ofan algunas gotas que caian desde los balcones. Nadie quiso hacerse responsable de retirar las naranjas y, al escurrirse el agua, quedaron planta- das, crecieron y la calle se Ilené de naranjos. Eran tan- tos que, cuando florecian, el perfume daba la vuelta al mundo y Ilegaba hasta Marte. Los marcianos sus- pendian sus actividades para disfrutar del perfume de azahar. “Tendriamos que volver a ese planeta”, decian con nostalgias de la Tierra. La novia y el bombero se casaron. Tuvieron un hijo que estudié para astronauta y de ahi supe la parte de los marcianos. “Te lo juro por esto”, insistia y me mostraba una piedra muy rara. Yo te hubiera creido aunque no me mostrara esa piedra, no porque sepa de marcianos, sino porque uno nunca sabe has ta dénde Ilega el efecto de un acontecimiento. Se multiplica en miles de consecuencias, algunas breves © tontas, y otras muy importantes. a MALAS PALABRAS * ni deci! Si ; hs malas palabras no hay que ensefiarlas as y, menos adn, escribirlas, ;pz é esta las y, me 5 ara qué est. en los diccionarios? Lo: : Micore - artos? Los autores, los edt i dan cuene 4 ‘i y ditores, ;no se a de la tentacién a | : a la que exponen a I: de a : p a la gen- tet Bs cone dejar a un bebé sentado enfrente de un en me : peligro es como un embudo. Entre obser. onita pared sin peligro 1 3 y meter un dedo en el e oe €s seguro que el bebé optard por lo do. Habria que sacar |, egundo, ar las malas palab ; diccionari rraee lea ‘os. No se puede a todas, porque al; diccio . No » porque algunas son alas palabras y partes del cuerpo, entonees co- mo malas palabras estaran mal, pero ‘ como partes d | cuer c i 1 Ni Po son hecesarias, porque un médico las precisa. lo se podrfa ir a una c : s consulta y deci aqui y sefialarse, porque es, incluso, nds one Oona rr oblg “ cirugia, otro caso, y que el profesor se vie" jo a decir: El... ustedes ya sal ino? t Jas malas palabras y érganos hay ue tga ine in abogado, un veterinario, incluso un policia ‘las ne. ss tan por favones profesionales; pero hay muchas e en ma as Palabras y punto. No designan nada ‘ sf habria que eliminarlas. ¥ también advertir re Otras que se hacen combinando buenas palabras. 116 El mismo diccionario deberia prevenit: Oje con usar- la de otra manera que no sea... Ni se les ocurra combi- nar esta palabra con... Asi hasta sacar todas las malas palabras de los diccionarios y, mientras tanto, a los ni- fios a quienes se descubriera en el acto de buscar ma- las palabras en un diccionario: advertirles. La primera vez, advertirles. La segunda vez, aplicar algtin castigo corrector, tipo: Te quedas sin salir el fin de semana... No podes invitar a nadie a casa... No te compramos Ja bicicle- za... A la tercera oportunidad decirles directamente: Nene (o nena, pero es un ejemplo), nene: sPor qué te gusta meter los dedos en el enchufe de las malas palabras? sQuerés ser un delincuente el dia de manana? 3Te gusta- ria ir preso? :No ver la luz del sol mds que en un paseito por dia? ;Entonces? Si alguno diera una justificacién razonable, de todos modos, guiarlo: Fstd bien, pero esperate en- trar en la carrera de Medicina; ahora sos chico, espera recibirte de abogado y tener un caso tmportante, 0 ser albanil y pegarte un martillazo. Gracias, papd; gracias, mama. De nada, hijo mio. Vaya a hacer el bien por abi y no se aparte de la buena senda. No, papd y mamé, y si lego a pisar un poquito afuera les aviso. Asi me gus- ta, pero trate de no pisar afuera, No, lo digo por si pa- saba sin querer. Ah, bueno. UNIDOS Enmifamiliasomosmuyunidos yesoesmuylindoporquevamosjuntosato daspartesynuncacstamossolosporejemp!| ostemprenosponemosdeacuerdoparalog uequicrehacercadaunoyaseaquélegustac omerosiamihermanalegustaunchicooyo conociaalgunachicaquemegustatodoloc harlamosalahoradelacomidaydecidimos entretodosloquenosparecemejorparacad aunoynoshacemoscasoporqueochoojosv enmdasquedosynadanossepararénunca. = LA SALVACION i A Onix Acevedo ‘Tomas llegé a su casa a la hora del almuerzo y se senté a la mesa con sus padres, venia de jugar con sus amigos. La madre trajo la comida, él estaba distraf- do con alguna anécdota de la escuela. De repente su padre hizo un comentario y se quejé de su cufiado (el tio de Tomas); la mamé contesté ofendida. Tomas sin- tid nervios en su estémago, el deseo de que cso no ocurriera fue fuerte, sin embargo, en unos segundos la discusién era tan amarga que lo sacé de su refugio | imaginario. Se quejé de que pelearan nuevamente. El padre lo mand6é a callar y a que comiera, La pelea con- tinud con fuertes reproches y ocurrié algo muy singu- lar. Tomas noté que la sopa adquiria una consistencia extrafia. Se hacia mas y mis espesa. De todos modos, y obedeciendo un extrafto impulso, quiso probarla. La sintié bajar por su garganta, mds gruesa que de cos- tumbre y percibid, claramente, cémo se hundia en su est6mago, y seguia hasta llenar sus piernas. A pesar de €sa extrafia sensacién, no dejé de tomarla (y ésa es una buena pregunta, gpor qué continud?). Afuera, la dis- cusién se transformaba en un silencio cargado de eno- jo y caras descompuestas. Adentro, la sopa llenaba su | cuerpo. Asi y todo, nadie se detuvo. Pao og epee 120 Cuando su padre se levanté para ir a dormir la siesta, Tomas tenfa la mirada perdida y sostenia la cuchara en la mano, inmdvil. El padre le reproché que se hiciera el tonto y le ordené que comiera el pos- tre. Pero él, atin cuando lo escuchaba, no pudo res- ponder, Se habfa convertido en una estatua. Sus pa- dres se alarmaron, quisieron Ilevarlo al hospital, pero pesaba demasiado, y temieron que se quebrara. Lla- maron a un médico que no pudo hacer nada, ni ése ni otros pudieron salvarlo. Los padres se acusaron, agriamente, de que su amado hijo quedara congelado para siempre. Transcurrieron afios sin que Tomas saliera de ese es- tado. Por la casa pasaba un desfile de amigos y parien- tes compadeciéndose de l, y echandoles la culpa al padre o a la madre, segiin de qué lado estuvieran. Una noche en lugar de quejarse del padre, y en un tono que expresaba un reproche contra ella misma, la madre comenté: “Al principio de nuestro matrimonio, cuando nos amabamos tanto, esto no hubiera ocurrido”. El padre, en lugar de aprovechar- se de ese momento para avanzar sobre ella, sintid que sus ojos se llenaban de ldgrimas. Conmovido por fa tristeza de su mujer contesté: “No, querida (hacia afios que no la Ilamaba asi), no te culpes”. Las pala bras dulces de su marido le permitieron abandonarse a su sentimiento y, aunque expresé algo muy vago, todos sabian a qué se referia: “Ay, mi viejo, qué triste za”. Asi dejo derramar sus lagrimas. El marido le tomo la mano, enjugé su propia emoci6n y quiso decir que habia fuerzas mds grandes o direcciones que no se po dian controlar, que la vida parecia una tromba, o que 122 hasta ef mas lento de los dias se habia escapado dema- siado rapido; pero sélo dijo: “El amor a veces falla”. Esas pocas palabras, de tan triste aceptacién, fueron la frase que le devolvieron la vida a Tomas. Sintié que el movimiento regresaba a su cuerpo, pri- mero como una expresién de dolor y hormigueo, lue- go como miedo a moverse. Se quedé quieto hasta que los padres se fueron a dormir. Se incorpord, tomd unos alimentos, los colocé en su mochila y partié de- jando una nota. Habja decidido caminar, moverse sin parar. No queria volver a convertirse en estatua, nunca jams, y en esa casa con tanto enojo en lugar de con- versaciones temia que ocurriera nuevamente. No im- portaba cuanto deb{a alejarse, siempre estaria mds cer- ca de seguir vivo, que de quedarse mudo, y quieto. Cuando surgia una discusién, él volvia a sen- tir cémo si una cucharada de aquella sopa bajara por su garganta. Entonces se alejaba, y no se detenfa, en nada ni en nadie, como una barca sin anclas. Sin embargo fue un amor el que Jo detuvo. La paciencia del amor, pues no lo lograba para siem- pre, sino para cada vez. Y en cada ocasién esa mujer debia ayudarlo a calmarse y, hablandole con suavi- dad, explicandose, lograba que la rigidez. de Tomds se diluyera. Palabra a palabra, o gesto a gesto (pues tam- bién eran caricias largas y calladas). Por qué Tomas tuvo la suerte de encontrar a una mujer asi? Quizds sdlo por eso: por suerte; pero no es cierto, nadie ¢s, finalmente, feliz ni Jlega a tan buen puerto sdlo por suerte. Ocurre que, en el fondo de su corazén, nunca dejé de alimentar, asf como se alimenta un fuego que nos abriga, su ilusién. A pesar 123 de que debié huir de cada pelea al percibir que su cuerpo se endurecia, atin cuando vivid como un ave que Vive el amor como una rama en la que st se posa lo convertira en piedra (y no puede dejar de batir sus alas insomnes), atin asf, nunca dejé de sentir una gran ilusién, un fondo de felicidad igual que un lago escondido en una gruta. Eso fue su salvacién. A lo largo de su vida la salvacién tuvo mu- chos nombres. Cuando nifio tuvo el de un amigo Luego el de su primera novia, luego el de un viaje, lue- go un regalo, y asi siguid, convencido de que cada una de esas personas y acontecimientos eran sefiales que confirmaban su ilusién, es decir: su confianza y la cer- teza de que, por lejos que quedara la otra orilla, él la alcanzarfa. Iba a ser feliz. Llegarfa a vivir sin miedo a que la furia o ef amor lo convirtieran en piedra. No lo consiguiéd sin lucha, magicamente, si- no de una manera humana, deshilando sus miedos como hebras delgadas y engafiosas. Encontrando ra- zones. Con Ilanto y risa, dia a dfa. Nombre a nom- bre. Paso a paso. Palabra a palabra. Fantasma tras fan- tasma. Beso tras beso. Esquina tras panaderia, cielo tras nube, nube tras Sol, y Luna, con su abrazo azul de lago en el ciclo. ‘ ans a" PAJARITAS a Para Amanda Bisciotti, Leandra Larrea y Jorge Picé. Es una historia de unas pajaritas de papel que la mama le habja ensefiado a hacer a Ema desde que era bebé y colgaba pajaritas de distintos colores sobre su cuna. Ella se dormia viéndolas mecerse con la brisa. Rompié muchos papeles aprendiendo a ha- cerlas. Los arrugaba, los partia por la mitad. Su ma- ma, con mucha paciencia, le alcanzaba otra hoja. El papa Ilegaba del trabajo y se refa: —Laura, tiene dos afios, no puede hacerlas... — Pero quiere! ;Mira! Ema comaba otra hoja y la daba vueltas y vueltas mientras hacia un grufido, como si estuviera concentrada 0 enojada. El piso quedaba lleno de pa- peles rotos. A los tres afios supo hacerlas y nunca de- j6. En los cumpleaitos la mama aparecia con un bonete de mago, hecho de periddico, “jAtencién, amable audiencia, que mi arte exige ciencia! Acomédense en la sala que vendrdn seres con alas”. Mostraba el sombrero vacio. Se lo ponia nuevamente, hacfa un pase con las manos y decia: 126 “Siento plumas, siento vuelo: jAlgo quiere irse al cielo!”. Cuando se quitaba el bonete sacaba pajaritas de papeles de colores, una para cada invitado, hasta para los grandes. Todas las habfan hecho juntas. En la escuela a Ema la conocfan por sus pa- jaritas. Las podia hacer grandes o pequefias. Movian las alas. Cuando tenia once afios Ilegd un chico nue- vo al grado, Ema se enamoré desde que lo vio. Mar- tin era hijo de inmigrantes builgaros, no hablaba es- panol. Pasé el dia con cara de asustado y sonrié por primera vez cuando Ema le regalé una pajarita. A los demas chicos les daba lo mismo que Martin entendiera o no, Iban hasta su pupitre y le ha- blaban entusiasmados, lo invitaban a esto y a lo otro. Martin los escuchaba sonriendo, cada tanto asentia con la cabeza. Nadie sabia cémo hacer, no era como si hubiera sido italiano o francés que, al menos con una palabra o dos, o buscando en cualquier dicciona- rio, se podia invitar a jugar o pedirle un pedazo de sandwich. Pero, gbulgaro? No habia un solo dicciona- rio en toda la ciudad. Para hacer pajaritas no hace falta hablar es- pafiol, ni siquiera abrir la boca. Ema le enseiié y, por raro que parezca, ése era el Unico momento en que Martin se soltaba a hablar. Ema le decia: —No entiendo, no sé qué me decis. Pero a Martin no le importaba, él tenia ga- nas de hablar y no iba a dejar de hacerlo porque ella no supiera bulgaro. Martin era la persona mds parlan- china que habia conocido en su vida; pero sélo lo 127 mostraba cuando estaba con ella, doblando papel. Con los demis chicos se entendfa con unas pocas pa- labras, o por sefias y empujones. Era realmente guapo y, a medida que pasa- ban los dfas, Ema se enamoré més y mas. Empez6 a escribir su nombre en Jas hojas, luego las doblaba de tal manera que el “Martin” quedaba dentro de la pa- jatita y nadie se enteraba. Pajaritas Henas de Martin. Igual que Ema. Una tarde aparecid una sefora alta y rubia, que la maestra presenté: —Chicos, ésta es Sofia, la mama de Martin. La sefiora, incliné la cabeza con clegancia. —E] padres de Martin se encuentra trabajo en otras pais y hoy nos despedimos... Martin me pi- did que queria decirles que nunca se olvidard de us- tedes todos. Que fueron muy buenos, que él y noso- tros los llevamos en el corazén (y apoyé su mano en el pecho)... para siempre. Inclindé nuevamente su cabeza, sonrié. Mar- tin miraba a Ema. Todos se quedaron duros por la sorpresa. Se hizo un silencio incémodo que rompié uno de los que jugaba al futbol con él. Se adelanté y le dio un abrazo. Otro lo siguié y se fueron acercando poco a poco, todos a darle un abrazo de despedida. Ema tenfa los ojos htimedos, cuando fue su turno sentia un nudo y ganas de pedirle que no se fuera. Pe- ro sdlo se inclind hacia él que la roded con sus bra- zos. Ella también lo abrazé y cerré los ojos. La mama anoté Ia nueva direccidn en el pi- zarr6n, todos la copiaron. Pero qué escribirle si casi no entendia espafiol? Las primeras veces le mandé 128 una pajarita en el sobre, hasta que empezd a recibir postales con millones de errores de ortografia, pero no mas que los de cualquier compafiero del salén de Ema. Pero esa tarde, en la que Martin se despidid, fue la mas triste de la vida para Ema. No encontraban cémo consolarla. Cuando las lagrimas se cansaron, la mama tomé un papel rojo y uno azul e hizo una pa- jarita de dos papeles y de dos colores. Ema sonrié, “;Cémo la hiciste?”, pregunto. —Te voy a contar algo... Ema se acomods. : —A mi me pasé algo muy parecido... una vez llegé un chico nuevo, guapo. Era de aca, sdlo que iba a otra escuela y lo habfan echado... era la tercera escuela de la que lo echaban, un desastre. Para co mo ni bien Ilegé, en vez de ser timido como tu Maren. hacia bromas, Ilamaba la atencién... imaginate, los demas varones lo odiaron de entrada... y varias chicas también. > —;Por qué? ms (Lavra levanté los hombros). A mi nome importaba que se creyera tanto... lo hacia para defen- detse porque no conocia a nadie. —Y vos cémo sabjias? / —(La mama dudé un instante)... porque si no me hubiera acercado jamas se habria atrevido a besarme. ; —Vos le diste el primer beso? —Aha... mird, algo que nunca te habia con- tado, ¢l fue quien me ensefié a hacer las pajaritas. —j...! De verdad!? ; —Te lo juro. Asi fue que se acercé... no, 129 mentira, también fui yo, con la excusa de verlo hacer Pajarieas, Es que, cuando lo descubri doblando papel, senti que no era tan canchero como se mostraba, eso €ra pura cascara. Y no me equivoqué, se ponia ner- vioso cuando me acercaba. —(Ema sonrié). Nunca habfa besado a nadie? —E! decia que si, pero nunca le cref... fue mi Primer novio en serio, en serio. Era muy dulce. —~Y qué pasd? — (UE...! Era un loco de la guerra, no podia estar quieto, queria irse a estudiar a otro pais... nada, se fue a Francia con dos pesos y no pudo volver por aftos. Lo extraiié horrores, cuando regresé ya cada uno tenia su vida por otra parte. Después de esa conversacién Pasaron unos afios. En Ia escuela comenzé un curso de teatro, Ema se anoto. E] teatro era como las Pajaritas, que dejé co- mo se dejan las mufiecas. Ahora ella misma, con su cuerpo, se doblaba como el papel de entonces. Y al Martin que sus pajaritas Ilevaban escondido, lo reem- plazé un Leonardo, que ella empezé a llevar adentro, en otros pliegues que tenemos. Cierto dia la mami le pidis que la acompa- fiara a donar unos libros para la biblioteca del Hospi- tal Infantil. Ema protesté porque se le hacia una sali- da aburrida; pero accedié, Cuando ya se iban, despucs de entregar los libros, a Ema le lamé la atencién un grupo de tres médicos que venian con sus delantales blancos. Uno trafa nariz de payaso. 130 —jNo puede ser! Exclamé la mama. —jLaura! Dijo el de la nariz de payaso, mientras se la quitaba. Los médicos también se detuvieron, pero él les ofrecié que siguieran y los alcanzaria enseguida. —;jQué haces, loco!? ¢Esras de médico, ahora? —No, jamds! Nos hacen poner estos delan- tales a nosotros también. —Miré, ella es Ema, mi hija. El médico, payaso o lo que fuera, solté un “huau!”, se incliné y la saludé con un beso. —Qué hermosa. Mucho gusto, mademoiselle, Hizo una reverencia en broma. Ema le sonrié como si espantara una mosca. El dijo que lo esperaban en el cuarto de un nifio y conté de un grupo de paya- sos en hospitales que conocié, que él no era de ellos, pero le gusté la idea. La invité a un café, se dieron los teléfonos y sali poco menos que corriendo. —Au revoir, mademoiselle! Le dijo a Ema que pregunts: — Quién era ése? Laura sonrid. — Ese? Es el que me ensefid a hacer las pa- jaritas. ‘A Ema casi se le cayé la mandibula al piso de la sorpresa. Se dio vuelta, pero ya no lo alcanzé a ver. Al llegar a casa se produjo una pequefia revolucién. Ema vio que su papd hacia como que grufiia y son- reia al mismo tiempo, igual que los perros. Medio en broma, medio en serio. Pero la mama lo abrazo y al otro dia se fue a tomar un café y charlar con su amigo, 132 Rafa. Cuando regresé Ema le hizo mil preguntas, y ella le dijo que se habian contado cémo habia sido la vida de cada uno. Dos dias después el profesor de teatro les pregunts si conocian al grupo de “Payasos en hospi- tales”, todos negaron; Ema se qued6 dura. Les expli- cé qué hacian y pregunté quignes querian acompa- fiarlos en una ronda. Sélo cinco levantaron la mano. Ema entre ellos. A la mafana siguiente, cuando Ilegaron al hospital, se encontraron con cuatro payasos conver- sando con los médicos. Ten‘an la bata blanca, los pan- talones y las camisas eran normales, algunos zapatillas de colores, otros zapatos. Tenfan una peluca y la boca pintada. Rafa sdlo llevaba la nariz roja de plistico. Ema y Leonardo fueron con Rafa. Comen- zaron el recorrido. Primero la sala de espera, espanto- samente gris, aunque la limpiarian bien, no dejaba de parecer sucia. Rafa cruz6 delante de todos y simulé que tropezaba, unos nifios sonrieron, y empez6 a Ila- mar la atencién con unos movimientos graciosos. Pa- recia que queria disculparse, pero sélo provocaba mas Ifo. Los papds y los chicos se refan, se habian olvida- do del hospital. Siguieron en la sala de didlisis donde encon- traron aun nifio. El médico sonrid aliviado al ver que llegaba Rafa. El nifio dejé de quejarse, pues no cono- cia a esos tres extrafios. El doctor se lo presentd. Ra- fa, con mucha naturalidad Je pregunté: —No podés mover los brazos, no? El nifilo hizo que no con fa cabeza. —Y hacer esto? 133 . E hizo unas muecas con los ojos y la nariz. El nifto sonrié y lo imité. Rafa hizo otros gestos, y el ni- fio también. Puso los ojos bizcos, el nifo se rid y res- pondié poniendo un solo ojo bizco. Rafa disimulé: —Bueno, claro, este... yo lo sé hacer, pero veamos si al doctor se lo ensefiaron en la Universidad. Con un movimiento rapido le puso la nariz de payaso al médico. La enfermera se tapé la risa con la mano. El doctor empezd a poner los ojos bizcos contento de ver que el nifio se reia. Rafa saludé y sie guieron a otra sala. En ésta habfa una sola nifia con su mama. Estaba muy delgada, casi no tenia pelo, re- costada sobre dos almohadas y su mama le sostenia la mano. Cuando entraron la sefiora se incorpor6, cedié su silla, como hace la gente humilde cuando entra al- guien importante (hay quien se siente tan humilde que cualquiera es mds importante, y la senora cedia su silla). Rafa no la aceptd, tampoco hizo bromas. Se quité la nariz, la guardé en un bolsillo, se senté en el borde de la cama, con cuidado. Hizo sefias para que Ema y Leonardo ocuparan otras sillas. —-Hola, ‘Tere, ;querés que me quede o estas cansada? La nifia apenas levanté los hombros. —Mnmm... squerés que te lea una historia? Asintid con un dedo. : ; Rafa buscé en su bolso, sacé un libro. Se to- mé su tiempo para hojearlo pacientemente, hasta que eligis. —Une histoire d'amour, mademoiselle? Tere asintid, Rafa comenzé a leer y nadie se 134 olvidé del hospital ni del tipico color crema de las paredes, ni de la hora, ni de nada; pero pudieron res- pirar el aire del cuento. Cuando acabé de leer, en vez de irse enseguida, se quedé conversando con Tere y su mamé, del tiempo, de cosas que habian ofdo en la radio, Después saludé con un beso en la mejilla y partieron los tres. Aunque sospechaba la respuesta, Ema pre- gunté por qué Tere estaba en un cuarto sola. Rafa le confirméd que padecfa una enfermedad terminal. Entraron en el cuarto de un nifio pequefio, era sordo, y estaba con una pierna enyesada. Rafa le sacé la lengua, se acercé y, en una rutina que ya de- bian de haber hecho otras veces, tomé la mano del nifio, la apoyé en su garganta y empez6 a hacer unos tuidos. El nifio sabjfa hablar con las manos; pero Ra- fa no y le hablaba mirdndolo a los ojos y vocalizando un poco mas lento. Fueron a la cafeteria del hospital. Se senta- ron en una mesa libre. Leonardo pregunté dénde quedaba el bafio, se fue. —Asi que vos sos la hija de Laura (comenté Rafa mientras revolvia el aztcar). —jCémo era mi mamé cuando era tu novia? —j..-! j¢Cémo!? (desconcertado). —Si, que cémo era mi mama cuando vos eras su novio. —Enma, qué pregunta para la cafeteria de un hospital... un martes. Ella sonrefa con suavidad, sin dejar de mirar a Rafa, que ahora soplaba. No era una pregunta cémoda. Sorbié un poco de café, para darse tiempo y contesté: 135 ——Como vos, pero no en Ia cara... (hizo un gesto con la mano) en la manera de pararse. —Y eso qué tiene que ver? —Asi, como te paras, en tu ritmo al cami- nar... asi era ella, suave... yo siempre iba atropellado, ella siempre tranquila. Yo como si tuviera que llegar a otra parte, ella como si ya hubiera [legado. Se hizo un breve silencio. —jEstds casado? Rafa solté una carcajada. —jBueno! No habra descanso, verdad? —Si no querés no contestes. —Si, sdlo que me causa gracia... a ver, creo que no estoy “casado” o, bueno, lo voy a saber cuan- do entre en mi casa... si todavia estd ahi. —Cémo se Hama? —NMartine. — Por qué trabajas de esto? —No es mi trabajo, estoy de vacaciones... doy clases en una escuela de mimo. E hizo un gesto como si fuera a hacer “la pa- red” que hacen los mimos que piden en la calle. —;,Dénde? —En Paris. —2Y por qué venis a hacer esto? —Porque tengo insomnio. —En serio. —(Se rié). De verdad (sertalé la taza). Dema- siado café... ahora me toca a mi, ¢Leonardo es tu novio? —Me gusta, y él también de mi, pero es muy timido y no se anima. —Conozco eso (Rafa, sonriendo). 136 —Si, mi mama me conté. Rafa abrié los ojos, sorprendido, pero en ese momento regresé Leonardo, la conversacién se inte- rrumpid. Continuaron con la ultima visita. Llegaron al cuarto de un nifio que tenfa conectadas varias son- das, con sueros, apenas podia mover las manos. Rafa hizo un movimiento pero Ema lo interrumpi6: —-;Puedo yo? Rafa hizo una reverencia: —Avec plaisir, mademoiselle. Ema le pidié la nariz, se la colocé, tomé una hoja de papel, la plegé hasta terminar una pajarita. Rafa sonrefa sabiendo de donde venta eso. Ema agra- decié los aptausos de la mamé del nifio y de la enfer- mera con una reverencia. Pidid otro papel, se acercd ala cama y se colocé de tal manera que, con una ma- no de ella y guiando una mano del nifio, plegaron el papel entre los dos, hasta terminar otra pajariva. El nifio se la ofrecié a Rafa. —Para que te acompaiie en el viaje. — {Te vas? Pregunté Ema y él le dijo que hoy se termi- naban sus vacaciones, majiana debfa regresar a Paris. Le pidié la nariz, salié de la habitacién y entré imi- tando a la enfermera. Todos reconocieron los gestos que Rafa exageraba, ella se refa y asentia. Saludaron y caminaron hasta la entrada del hospital donde esperaba el profesor de teatro. Rafa, como una broma, le pregunté en voz baja: — Qué vas a ser cuando seas grande? —Me gusta el teatro. Contesté ella, simulando un secreto también. 137 —Estd bien... es un lindo oficio. ; El profesor los llamé, Rafa repitié su reve- rencia: —Fue un gran placer, mademoiselle. Ema respondié inclinandose como en las pe- _ liculas, tomé un vestido imaginario, apenas doblé sus rodillas, incliné su cabeza. Se despidicron con un beso. Regresaron a la escuela con su grupo. Antes de doblar la esquina se dieron vuelta y Rafa levanté la pajarita que Ema ha- bia hecho con el nifto y le hizo mover las alas, como si volara de Leonardo a Ema. Los dos sonrieron Leonardo le guifié un ojo, como diciendo “Si, ya se Era el mediodia, el cielo estaba azul, intenso. Los drboles dejaban caer sus hojas y algunas personas las barrian para hacer montones y quemarlas. Cada afio ése era el profundo y fresco olor del otofio. ria ENTONACIONES * A Gabriela Waisherg y su idea. Decir “mama”, “vieja”, “jefa”, como cuando llegamos a casa y queremos saber si esta. “Mama”, di- cho como cuando le pedimos un vaso de agua, por la noche. “Mama”, como cuando queremos decirle: “Basta, no insistas con eso”. “Mama”, como cuando se nos escapa en un grito, ante una situacién de peli- gro. “Mama”, dicho como cuando le presentamos a nuestra persona amada. “Mama”, mordiendo los dientes, con enojo. “Mama”, cuando cerré los ojos. “Mama”, como cuando lo balbuceamos por primera vez. Dicho como cuando no nos conceden algo de- seado, y reemplaza a: “Por favor”. Como cuando an- cecede a: “;Me prepards algo para comer?”. “Mama”, como cuando atendemos el teléfono y la llamada es para ella. “Mama”, dicho como cuando nos sorpren- de con un cambio: peinado, ropa, baile, un curso. “Mama”, como cuando lo que sigue serd una mala noticia. “Mama”, respondiendo a nuestro padre que nos pregunta quién tiene la razon. Y ahora “Mama”, también a nuestro padre, que nos pregunta quién 140 cometié un error. Pidiéndole que se apure, pues per- demos el émnibus. Pero también: “Mama”, como cuando nos apura. “Mama”, cuando abre los ojos, recuperada de la anestesia de una operacién. “Ma- ma...”, como cuando le preguntamos si ella se acuer- da de un nombre o una situacién que no podemos re- cordar. También como cuando le pedimos que nos disculpe. Decir “Mama”, como cuando no vivimos en el mismo pais y llega a visitarnos. “Mama”, en la misma situacién, pero cuando nos despedimos. “Ma- ma”, como cuando le anunciamos que sera abuela. “Mama”, exclamado como cuando nos da una alegria muy grande. “Mama”, cuando reemplaza a: “No hace falta”. “Mama”, ante otras personas, y cuando quere- mos decirle que no siga, que luego nosotros le expli- caremos todo. Dicho como cuando debemos pedirle dinero, Dicho como cuando le pedimos que sea nuestra madre, y que no haga como si fuera nuestra amiga. “Mama”, cuando reemplaza a “Te tenemos una sorpresa”. También como cuando reemplaza a: “;Cémo se te puede ocurrir eso?”. “Mama”, puesto en una cancién. “Mama”, en un rezo. También cuan- do hablamos con una persona amiga y le contamos que “mama” tiene la culpa. “Mama”, en una de esas poesias que les hacen memorizar a los nifios para el acto del dia de la madre. “Mama”, en un anuncio pu- blicitario. “Mama” cuando somos hijos adoptivos y conocemos a nuestra madre bioldgica. Y también “Mama”, dicho por primera vez, luego de haber co- nocido a nuestra madre bioldgica, a nuestra madre adoptiva. “Mama”, pero sin mirarla a ella, sino con la vista hacia arriba. “Mama”, inclinando la cabeza. ‘ i f 2 AMNESICOS a —Estamos aqui i aqui reunidos para celebra nuestro... p rar a “— » foe ‘ uarto” (susurré ef vicepresidente), ——Si, nuestro cuarto, eso, eh, nu to... eh... , ee SS AEE En la sala se sintié un silencio incémodo. hacia el —Nuestro cuarto... cémo se llama... (volted aca el vicepresidente, pero él tampoco sabia, levanté la mirada hacia el salén repleto de asistentes). Nuestro gcuarto? | Sobre la mitad de la sala, un muchacho le- vant timidamente la mano, sefialé la tapa de la car- peta que les habjan dado: “p — “Encuentro anual”? — Eso! (aprobé ivi, val iEso! (aprobé el orador aliviado y la sala es- ‘6 en un aplauso). Mucha i i Lj aS gracias por su el g p valioso _ No, bueno es que estaba escrito acd... (se- falé el joven) en la... la... “ _« rs , . iCarpeta! (ayudé otro, la sala se distendié con una risa cémplice). —Mejor leo lo que preparé, para no hacerles perder tiempo (el presidente buscé en su portafolio). No, aca no esta. 142 —Fijese en los bolsillos! (gritaron desde el fondo). ——Si, claro (burgd). {Uy, unas llaves que bus- qué la semana pasada! No, en éste no. ——;No seran estos papeles? (pregunié el vice- presidente). : ——;A ver? ;Si! Ya los tenfa encima de la mesa (aplausos en la sala. Miré la hoja que decta: “Por cual- quier cosa: empezar acd”). Bien: El objetivo de este Cuarto Encuentro Nacional de Amnésicos es com- partir nuestras experiencias cotidianas para ayudar- nos a superar los escollos en los que tropezamos dia a dia. Lo declaro inaugurado, comencemos ya mismo con las primeras ponencias. Otro aplauso recorrié la sala. Se fue acallan- do sin que nadie subiera al estrado. El vicepresidente tomé el micréfono: —Adelante el primer orador, por favor. —...(Silencio). —Podemos pasar a un breve receso, pero acabamos de empezar y serfa mejor que el invitado para la primera conferencia pasara. —...(Murmullo incémodo). Y quién era? (preguntdé uno). —3“Quién era” qué? (el vicepresidente). — Ese. —;Cual “ése”? —E] que usted decia recién. — “Yo” decia? —jNo nombré a alguien, usted? —}Si ni hable! 144 Se incorporé otro participante: —Si, hablo... e invitaba a una persona a que fuera con ustedes. —Y para qué? : —Ah, no, eso ya no sé (el sefior se senté nue- vamente), : —;Quiere pasar alguien con nosotros? . b> — A qué? : / / —jNo lo sabemos! (contesté el vicepresidente desencajado). ;Si supiéramos no lo estariamos |laman- do! . ; Un murmullo tenso recorrié la sala. El presi- dente intenté salvar la situacién. —No nos pongamos nerviosos, caballeros. E] vicepresidente sugiriéd que pase alguno de ustedes ys si alguien tiene voluntad de hacerlo, pasa un minu- to y ya. ;Alguien quiere? . Silencio incémodo de los participantes que evitaban ser escogidos. Uno alzé la mano y se incor- pord. a. : —Yo voy, pero aclaro que no sé bien a qué (se adelanté en medio de un aplauso). Lleg6 hasta el escenario, se paré frente a to- dos, miré a los miembros de la mesa como pregun- tandoles “;Y ahora?”. El presidente le sefialé el publi- co. Se volted, miré hacia el salén, dud6 un instante y luego se incliné en un saludo. La sala rompié en otro aplauso, él agradecié y bajé del estrado con la inten- cién de regresar a su lugar, pero titubed. El presiden- te interpreté la situacién y pregunté en el micréfono: —;Alguien ve una silla desocupada cerca suyo? ‘Tres personas levantaron la mano, sefialando 145 hacia un hueco entre ellos, y el participante regresé a su asiento. Se aplacé la excitacidn de ese momento y regres6 la inquietud de saber qué seguiria después, Si- lencio. El presidente retomé la palabra: —Quién més quiere pasar? Uno levanté la mano, pasé al estrado, lo aplaudieron. Divertido por esa aceptacién saludo al- zando ambos brazos, como si sacara mtsculos, la sa- la se rid, él salud6 y regresé al lugar. Pasé otro sin que el presidente se viera en la necesidad de solicitarlo. Hubo aplausos y el participante directamente hizo el gesto de mostrar sus musculos. Risas, aplausos, Lue- §0 pasaron otro y otro. Cada uno doblé sus brazos, sacd pecho y adopté posturas de fisicoculturista. Su- bié otro participante y pregunté: —Yo traia una ponencia escrita, équieren que la lea o...? —jNo! ;Mus-cu-los! ;Mus-cu-los! Respondié la audiencia y comenzaron a ba- tir palmas al unisono, Este participante tenfa una pro- minente barriga y arrancé a bailar en broma, al ritmo de las palmas. Arrojé sus apuntes al aire, buscé a los integrantes de la mesa, armé un trencito que hizo es- tallar de alegria a la sala. Bajaron del estrado e invita- ron a la sala a sumarse al tren. Formaron una hilera enorme. Salieron del salén y del edificio. Ganaron la calle. Como era época de elecciones la policia no se atrevié a dispersarlos. Los escoltaron pensando que querian dirigirse a la plaza frente a la Casa de Go- bierno. Ellos, a su vez, entendieron que los guiaban y se dejaron llevar. Se agolparon debajo del balcén principal. E] presidente de la Republica estaba con 146 representantes de la prensa extranjera y salié al bal- cn, invitando a los fotégrafos a que lo siguieran. Sa- ludé con las manos, pero enseguida advirtié que va- rios de los manifestantes hacian gestos como de sacar muisculos. Interpreté que era una manera de pedirle que debja ser fuerte. Sin dudarlo respondié con el mismo gesto, y pensé para si que era verdad, el pro- pio pueblo le pedia que fuera fuerte. La gente rompic en aplausos y se unificaron en esc gesto de sacar miisculos. Los fotégrafos no perdieron esa oportunidad. Fl pre- sidente de la Republica, atento a los flashes, redobl6o su postura de fuerza, con los brazos doblados y el ce- A rio y tenso. “oss Esa imagen dio la vuelta al mundo. En los principales periédicos de Europa fue foto de tapa, as qued6 la impresién de que ¢éramos un pais de barba- ros, de monos prontos a caer en un periodo de violen- cia. Bajé el turismo, decayé la inversién extranjera y aumentaron las tasas de interés para la deuda externa. Pero ya nadie recuerda eso. os CULPA DE LA LECTURA, a COMO BIEN DIGO Cuando uno piensa que un libro es, no diga- mos un drbol, pero sf una rama, y ve la cantidad de li- bros y revistas que hoy circulan, no puede menos que preocuparse por la falta de sombra que aumenta dia a dia. jEI desierto crece! Eso es un hecho, y si cada vez hay menos ramas por culpa de los libros, quedaremos expuestos a los rayos del sol y a que se derritan los cas- quetes polares, aumentando el nivel de los mares e inundando las costas y sus ciudades tan bonitas. ‘También se gasta papel en hacer servilletas, en paftuelos, en papel higiénico. ;Por no lavar un trapito! Porque hasta con un mismo trapito que se lavara bien después de cada uso, serfa igual y hasta mds practico. No ven que una rama se puede transformar en papel pero al revés no? {No advierten que cada vez que leen un libro es irreversible? ;Qué van a leer cuando nos quedemos sin sombra y sin oxigeno? Habria que hacer una comisién de personas (de guardabosques mejor, porque si uno pusiera a in- telectuales seguro que dicen que los libros hacen fal- ta, pero ellos no ven los efectos devastadores en los Arboles). Habria que crear una comisién de guarda- bosques, entonces, que evaluara cada libro. Podrfan 148 incluso llevar al autor frente a un Arbol y preguntarle a conciencia plena: ;Usted cree que esa porqueria que escribe merece que se tale este hermoso arbol y que desaparezca la vida en el planeta? Y més de cua- tro arrugarian sus pretensiones entrando en razén. Después yo mandaria a los que estudian jar- dinerfa, a los paisajistas, a los ingenieros forestales, los mandaria a las escuelas para hablar con los nifios. Una campaifia habria que hacer: “A ver, nifios, gqué estan leyendo? Les gusta? ;Les hace falta? ;No esta- ran estudiando de mas? ;Ustedes se pusieron a pensar que si les da por leer un fibro, asi al cuete, estan arrancando una rama y se va a inundar el mundo convertido en un desierto en llamas? ;No vieron qué tristes quedan los arboles en invierno cuando se les caen las hojas? ;Se imaginan si, ademds, les arrancan las ramas? ;No tienen corazén, ustedes?” Leer no es malo, no esta mal, pero hay que ser responsables, nifios, se los digo yo que Ilevo trein- ta afios como guardabosques, y cada vez que veo arrancar un arbol para hacer un libro me estalla en el pecho una pregunta: jQué necesidad, por favos!? {Qué necesidad!? g;Por qué esa ambicién malsana de la lectura!? a oe = CASAS Y TERRENOS * Entra en una inmobiliaria, lo recibe un vendedor. —-Buenas, vengo a comprar un terreno. —Perfecto, jcon alambrar o sin alambrar? —;Cuil es la diferencia? —Alambrado es més caro porque es més se- guro. Sin alambrar se le puede escapar superficie fuera del terreno, ;Con Arboles? —iTambién es mas caro? —No, al contrario, porque al estar sin Arboles usted va y no tiene que hacer nada, en cambio si tiene drboles hay que cuidarlos... son muchas cosas. De qué superficie estariamos hablando? —Tres hectdreas. El vendedor despliega un mapa, oftece algunas posibilidades. El comprador se entusiasma con uno. —Usted ahora me da el cincuenta por ciento de adelanto, y el resto me lo da en la entrega, zdénde se lo entregamos? —;Perdén? —Que dénde le entregamos el terreno. —NMe imagino que el terreno estar4 donde lo compre. 150 —(Sonrie con superioridad). No, mi amigo, porque usted lo compré aca, y acd no lo tenemos, eve? Nosotros entregamos a domicilio. —;Cémo me va a entregar un terreno a do- micilio? —Llevandoselo. —jPero donde, por favor! Si, precisamente, compro un terreno, para construir y tener un domi- cilio. —Mi estimado sefior, usted estard en algtin lado. —jEnfrente suyo! —(Con ironia), Pero no querra tener su te- rreno en nuestras oficinas, gno? —jYo le di un adelanto por un terreno y ahora quiero tenerlo! —(El vendedor trata de imponer la calma). Estimado amigo, sea razonable, si usted no indica un domicilio, ;dénde piensa recibir sus compras? —,jCémo voy a tener domicilio sin super- ficie!? —Eso tendrfa que haberlo pensado antes de realizar la operacién. —jDevudlvame mi dinero! —Imposible! ;Ahora es nuestro dinero! —jEntonces exijo mi terreno! ;De inmediato! —aiiY se lo va a llevar en los bolsillos!? jSon tres hectareas! gjEn los bolsillos se las pondra!? El comprador comienza a sentirse derrotado ante estas tipicas trampas de los vendedores, que no aclaran las condiciones de una venta. —~Y en qué plazo entregan el terreno? 151 —Son diez dias por cada hectarea comprada, a partir de que usted nos da un domicilio. —2Y dénde tienen el terreno, ahora? —En depésito, —No vienen terrenos ya con un domicilio? —Sejior, lo que usted pide no tiene ldgica. = TE REGALO UN ESPEJO * Te regalo un espejo en el que todo se ve al revés, como siempre en los espejos; pero en éste, ademas, te verds cada afio mas joven hasta que seas un bebé y desaparezcas. Depende de ti acordarte de que la vida no transcurre en él, es sdlo un espejo. | | Z NO LO ABRAS HASTA LLEGAR a ATU CASA , Arranco una hoja en blanco. En la parte su- perior dibujo una estrella de cinco o seis puntas des- parejas. En la parte inferior trazo una linea y ése sera el horizonte. La primera estrella, en verdad, es el pla- neta Venus. Espero unos minutos y en la parte de arriba a la izquierda dibujo otra estrella. Al rato otra mas, debajo de Venus. Espero un momento y dibujo tres estrellas seguidas, cerca del horizonte. Al rato ha- go una mds, y un momento después dibujo cinco de un solo trazo. Inmediatamente el fondo de la hoja vi- bra y comienza a tefiirse de azul. Hago una scrie de puntos derramados, que serin el corazén de la Via Lactea. El azul ya brilla intensamente y la tierra, que estaba debajo del horizonte, tiende a oscurecerse. Doblo el papel y escribo: “Para vos”. Y firmo. Te lo hago llegar y, si me hacés caso, si sélo lo abris en tu cuarto a puerta cerrada, el brillo azul inundaré tu habitacién en cuanto comiences a desdo- blar la hoja, las estrellas tomardn sus posiciones en el techo, en el mismo orden en que dibujé ese atardecer. Quedaras rodeada de azul y podrds repetir esta magia muchas veces, hasta que se gaste la tinta, o mi amor o tu amor cambien. O no cambien nunca. Doblas la hoja y se guarda, abris la hoja y te cuenta. = NADIE TE CREERIA *", A Fernando Ulloa Voy a contar un secreto. Cuando yo era chi- co a mi mama se le salfa la cabeza. Era insoportable verla asi. Temia que nunca volviera a colocarsela, en- tonces yo debia hacerlo. También pasaba que mi pa- dre’ regresaba del trabajo sin sus brazos y yo debia sefialarle que se los habia olvidado o se los habia de- jado quitar. A veces volvia tan cansado que no queria regresar y decia que al otro dfa irfa por ellos. Pero yo no aguantaba la idea de que alguien los tomara y no volvieran a aparecer. Los buscaba. El caso de mi pa- dre era complejo pues cuando discutfa con mamé se quedaba sin rostro. Y debia ser yo quien, con mucha paciencia y sin asustarme, le colocara primero la na- riz, para que pudiera respirar, luego la boca. Los ojos siempre tltimos, para que no se asustara. Ella tam- bién quedaba mal, se le desarmaban las piernas y era incapaz de ir a ninguna parte. Aprendi a colocarle las rodillas, los pies, y al rato caminaba aunque sus pri- meros pasos eran muy pesados. A mi papa lo echaron de los trabajos varias veces, y en cada ocasién tardé dias en regresar a casa. Mi madre pasaba del susto al enojo, pero no salfa a buscarlo; entonces iba yo. Una vez no me reconocié y no queria volver conmigo 158 pues no sabia quién era ni a dénde lo Ilevaria, se que- jaba. Tuve que mentirle para que me siguiera. Trabajé tanto que, durante esos afios, me dormia sobre el pupitre. Sin embargo nadie se burla- ba ni los maestros me retaban, porque sabian qué ocurria en casa. Viviamos en una ciudad pequefia, de ésas en las que todos se conocen. Lo cierto es que no me dorm{a porque tuviera suefio, era algo mds bien raro. El maestro empezaba a hablar y yo sentfa una placida somnolencia que me invadia. Tuve tres maes- tras y dos maestros, de distintas edades, pero todos tenian algo suave en la voz, como un ronroneo, un sonido aterciopelado en la garganta. Era tan extrafo que no podia prestar atencidn a lo que decfan sino a ese sonido. Me concentraba en él, como cuando uno lee un libro que lo atrapa, y segtin yo eso hacfa; pero segtin los demas me habia dormido. Luego regresaba a casa y tal vez debia calen- tarme algo para comer, 0 quizds mama habia cocina- do algo delicioso y papé habfa comprado un vino ca- ro y eran muy felices. Entonces yo también, y éramos muy felices. Su felicidad no se podfa comparar con nada en el mundo. Era la unica cosa capaz de hacer- me olvidar el sonido de las voces de mis maestros, porque ella sola, esa felicidad, era suficiente. Una de esas ocasiones mi padre dijo una frase que me quedé para siempre: “La vida es una gran fuente, y si uno tiene un recipiente sano, hasta la mds pequefia taza sirve para calmar la sed”. Y me despeind con su ma- no. Entonces no entendf qué habia querido decir, hoy si. Pero esos momentos tan radiantes eran muy fragiles, no duraban, porque ellos eran como un reci- piente roto, por usar sus palabras, y se ve que nada de 159 esa fuente les era suficiente, quiero decir, todo se les volcaba. Y era tan poca agua la que Ilevaban a la boca. Y eran muy infelices y tristes, y se les caia el rostro, los brazos, o perdian la cabeza, que es lo que conté antes. Hasta que llegaban otra vez esos momentos de felicidad incomparable. Una noche una mujer me sacé volando de la casa. Me senté frente a una mesa llena de manjares. Sandwiches de tres o cuatro capas, refrescos de todos los gustos, dulces y quién sabe cudntas cosas mas. Lle- no mis bolsillos de dinero, se agaché para estar a mi altura y dijo, amablemente: “No es tarea de un nifio hacer esos trabajos por sus padres”. Pero si no los ha- go yo, gquién los hard?, le repliqué. “Quizds nadie, pero no debe hacerlos un nifio”, insistié. Pero si no lo hago nadie lo hard. Y entonces esto fue lo que me res- pondié: “Hay que dejar que nadie lo haga”. Y me de- volvié a mi cama. Y ése es mi secreto. we Ny age 7 be os COMO FUE , .vida mi de hermoso més dia el era y zapati- Ilas las sobre flotando casa mi a regresaba Yo. querias me también que decias Me. estallido un, nuevo rio un como, coraz6n tu de fondo del brotaba que felici- dad una con Sonrefas. querfa te que decia Te. verme de contenta puerta la abrias vos y casa tu a iba Yo a UNO, DOS, TRES 1 No estoy dentro de mi camisa, debajo del pelo, més aca de mis bolsillos, encima de los zapatos, detrés de mis ojos, metido en estas palabras, delante de mi espalda, més alla de mi cuello. No estoy a la hora de la cita, ni con el brazo envuelto por un reloj. Con mi nombre en una agenda. En tu pensamiento. No estoy. Atras tuyo. No hago asi con la mano, ni fui al puerto ni al aeropuerto, ni regué el jardin. Sélo en el pasilfo de los hospitales infantiles me han encontrado, al lado de una madre, mientras una enfermera "2 164 subja su hija a la camilla = HOJA EN BLANCO * rumbo a la sala de operaciones. Y ella la miraba con una sonrisa de “esta todo bien” y los ojos htimedos. En un ratito nos vemos, hijita. 2 Me puse en Ia fila frente al negocio de ese que parecfa zapatero o carpintero y arreglaba todo. Eramos: un pdjaro con un ala quebrada. Un mufieco de Pinocho, de madera auténtica y al que le faltaba un brazo. Un padre con una carta incompleta. Dos hermanitos: un nifio y una nifia, tomados de la mano, con un paquete hecho de papel periddico. Una sefiora francesa, con una bolsa rota, tan pobre como educada (me saluds: “Bonjour, monsieur”). Y yo con el corazén de madera roja y la cuerda que quién sabe qué le pasa. 3 Esta mafiana, temprano, al salir a la calle encontré frente a mi puerta seiscientos cuarenta y siete signos de pregunta. ¢Me quieren decir quién fue el gracioso? Sa = ATO SOLENE a Antes de que nada quiero significar que es un alto honor para mi poder haber podido liegado a ser diretora de este establecimiento escolar de ense- fianza, aunque mas no fuera que todo se justefica en haber liegado al dia de que hoy para poder recibir con mis humildes palabras que pude haliar al tan alto conjunto de personas que hoy se han acercado a no- sotros a tal efecto. Se encuentra entre nosotros, enchiéndonos de orguliecimiento (comienza a jugar con su zapato y se le sale), a bisnieta del fundador de nuestra escuela: la sefiorita frpides de Loza. Otro aplauso para clia también... pobre mujer. Y bien, ahora si: altisimas autoridades, sefio- rita inspectora, seforita secretaria, sefioras maestras, sefioras porteras, alticnos, y ;por qué no también? sefiorita vicedirectora que también es un ser huma- no como todos, jno? Antes de iniciar con este acto solegne vamos a oir una cancién que hice dedicada al escudo de la cooperadora y que le puso mtisica la sefiorita Esther, de Actividades practicas. Oigamos el disco con atencién que allf lo canta el profesor de Gignasia. 168 “Tras su halo de auredlico estigma, de perfiles de fébico ardor, impoluta, la insignia sonriente al futuro da su corazén. En los campos resuena la imagen con su rostro severo de orgullo, dando gesta a los gritos infames, fulgurando resuelta el triunfo. Clamorosas las huestes avanzan perspicaces, broncineas, sin fin. Repicando las épicas glorias que Ia historia proclama al clarin. Nuestra tierra reclama la heroica ala nunca tan bien aludida: iGrande esfinge sonora y sagrada de la plumbica causa sin prisa! Un futuro de grandeza nos espera a todos nosotros jHuyamos en su procura! jHuyamos pronto!”. iMuy bien! ;Qué hermosa! ;No'cierto? Bien. En todos los atos leo algo que traigo preparado y hoy quisiera hacerlo con algo que escribi inspirada en los ninios. (Deposita su mirada sobre todos los presentes, pone los ojos en blanco, se demora, y empieza). iNinios! Sdis como suaves palomilias que se al- bergan en los pristinos pliegues de vuestros corazoncitos NE et 169 de algodén. La vida, con sus dones explendentes, atin no os ha golpeado con su suftimiento de pecado y castigo mortal en el infierno terrestre. Por eso os di- tijo estas breves palabras lienas de amor, para guiaros y prepararos... ;Quinto grado! Se quieren quedar quietos por favor que estoy hablando!? Dénde esta la maestra de ese grado!? (hace una pausa dramdtica). Estdis en la edad mas dorada y anhelada: Ia infancia. No cejaréis de intentar infinitos caminos dorados, Porque es propio y natural de vuestra ingenua edad que tenéis el don de creer en la esperanza con su lia- ma candorosa de esplendor. Pero cuando la vida os empiece a mostrar su verdadera cara, y el arco iris de vuestros suefios se corra dejando lugar a la lucha cruel, al dolor, al sacrificio intitil, ala culpa de no ser merecedores de mds amor, no penséis ni por un milt- metro que ese dolor y ese sufrimiento que os espera mafiana ha sido en vano. Pensad mas bien que po- dréis buscarnos. Liamadnos padres y madres si os lo precisdis, Porque cso somos con nuestro amor... ;Pri- mer grado va a seguir el ato de pie hasta el final si se siguen haciendo los graciosos!... padres y madres si os lo precisdis porque eso somos con nuestro amor. Aplausos, por favor. Muchas gracias. Bueno, hoy nos retine un hecho que no por menos singular es mds que importante. Todos lo sabe- mos porque hemos estado ollendo trabajar a los alba- files abnegados, que hoy no pudieron venir, pero igual los invitamos y quedamos que van a pasar otro dia. Mientras ustedes ninios estaban tranquilos en las aulas, contentos de estar entre maestros y ami- gos, elios trabajaban y trabajaban para nosotros. jsil 170 Y gracias al esfuerzo de elios que se lo pagamos con la invalorable alluda de las altas autoridades presentes y de la cooperadora, y del escudito que esti a la venta ala salida del ato de hoy, podemos decir todos, y con el mayor de los orgulios: ;Si! ;Si! ;Sit jEl baiiito del despacho de la cooperadora est4 terminado! {Si jEs nuestro! ;Lo logramos con nuestros esfuerzos y, al usarlo, también nos esforzaremos... en cuidarlo! ;Si! Esté aqui gracias a la nuestra lucha cotidiana de todos los dias. Y no importa que todavia no podamos usar- lo porque, como todos saben, la cooperadora se lo dona a la provincia, pero la escuela pertenece al mi- nisterio, entonces todavia no se puede usar porque: o bien la provincia dona el bafito al ministerio, o bien el ministerio dona la escuela al bafiito... perdén, a la provincia. ;Pero no importa! Porque el ministerio y la provincia son la Patria y con estas obras la estamos haciendo crecer. Ahora la Patria tiene un pedazo mas en nuestra escuela, ;No'cierto? Por eso nos reunimos: porque crecer es edu- car y avanzar es ir hacia el futuro. Porque la grandeza la vamos a lograr entre todos y por eso hoy somos més que antes aunque mafiana seamos menos que ahora y cada dia nos traiga el Sol con sus ralios de oro y la Luna con sus ralios de plata y su fulgor de los as- tros del cielo que nos sigan aliudando iluminando nuestras obras. Estos nifiitos que hoy vemos temblan- do de emocién en nuestras aulas, mafiana ser4n los hombres que seguiran haciendo mas mafiana y avan- zando y aumentando la riqueza de nuestro amor en nuestros corazones. ;Ferndndez sacate la mano de ahi que te estoy viendo! Bueno... y ahora vamos a terminar 172 con la participacién de los chicos, que stempre espe- ran los papas y las maestras preparan con tanto traba- jo durante meses, con la ilusién de que liegue el dia tan anhelado. Primero va a pasar Ratil Cardales, de cuatro afios, de la salita azul de la sefiorita Viviana... ZEstds listo, mi amor? (desde el fondo se oye grito y Han- to). Bueno, a ver pasd Raulito (entra el nifio, entre enojado y asustado). Seftorita Viviana: —Dale, Raulito... (silen- cio). jNo te acordas de lo que hiciste con Ja sefiorita? Raul: —(La mira y niega con la cabeza)... Seitorita Viviana: —Lo del acto... ;Querés que me quede aca con vos? Raul: —(Hace que no, con la cabeza). Seforita Viviana: —Mird que estén esos se- fiores importantes y qué van a pensar, geh? Rail: —(Rompe en Hanto). (nterviene la directora). Bueno, bueno, no importa. Los chicos son asi, se ponen nerviosos y se traban un poco, a él no lo hacemos pasar nunca mas a un ato y listo. Ahora va a pasar a decir una copla Daniela Mosini, de tercer grado B, y la escribié ella misma, asf que: calladitos todos. (Pasa la nifia, muy contenta; se ubica lejos del micréfono y no se oye, la directora le hace sefias para que se acerque, ella se pega demasiado al micréfono y el so- nido se satura, interviene nuevamente la directora). —No, Danielita, ponete como te ensefiamos. 173 (La nifia mide una cuarta con la mano J Co- mienza entusiasmada). Talan talan, suena la campana en la mafiana bien tempranitos...” ; (Se queda callada, abruptamente, revolea los ojos). eT ne Talan talén, suena la campana en la mafiana bien tempranitos...” . (Se queda muda, mira hacia el piiblico y dice: ‘Ay, me olvide”, se escucha el susurro de una maestra, y ella arranca decidida). “Yalan talin, suena la campana en la mafiana bien tempranitos y por la tarde después de la escucla vuelvo a mi casa bien derechitos”. (Saluda inclindndose efusivamente ys con la cabeza, choca el micréfono que casi se cae, interviene la directora sosteniéndolo). jMuy bien! ;Muy bien! ;Al fin uno que vale la pena! Ratil, tesoro. ;Viste que ella lo dijo bien ysin hacer ningun papelén? ;Querés probar de nuevo, que- tido? (desde el fondo se oye grito y lanto)... 3No? Bue- no, esta asustado todavia. Y ahora va a pasar Fernando Lordani, de sexto grado, a leer algo que él mismo escribié... Miren lo que 174 son capaces los chicos, yo lievo treintaisiete afio de di- rectora y nunca me dejo de asombrar de que los chicos son capaces, como que no... Bien, a leer algo que él mis- mo escribié para el escudo de la cooperadora. (Lee con voz desabrida, tono monocorde). “Gloria y prez de mi corazén! En mi alma de niio refulges rutilante cual una guia sublime, una estrelia majestuosa y resplandeciente que me lievard a la ctispide de los vencedores, al pindculo del bronce eterno que es el anhelo de mi alma de nifio. Tu eres el pregonero de bondad infinita (sin dejar de leer, se rasca). Tt, generoso blason, eres la joya portentosa que no cambiarfa ni por el oro de mil mu- sulmanes al que aspira mi alma de nifio. Ya termine”. ;Muy bien, Fernandito! ;Qué lindas esas pa- labras que escribistes vos solo sin la ayuda de nadies! Y ahora los saludaré yo para cerrar este modesto ato solene. E] fruro tuto... no. El froruf... ;El fruto fu- turo se abre para vosotros y para vuestras imines promesas! Edificarafari... :Edicafiricara... Efi...? No. jSegundo grado! gjSe quieren quedar quietos que nos distraen a todos!? ;Edificarfais un ninfeo altar si asi os lo demandarfaismos? ;Trajarabara... {Trabarid- jara...? gtra... eh? ;Yo confio en que si! ;Estoy conven- cida de que si! Y por eso mafiana, al vernos pasear por las calies, vosotros de las manos de vuestros hijos y de vuestros padres y abuelos y vuestras familias, to- dos asi juntos de la mano quizds paseando, al vernos, 175 os le diréis al ofdo: ;Miradosla! ;Mirddosla! Alli va la que doné su sangre y su corazén y sus afios mas feli- ces en ignotas aulas para tratar de hacer de mi, hijo mio, un padre o una madre de bien que te pudiera criar, |Hijo mio! Alid va mi segunda madre, tu quin- ta abuela, la hermana de la segunda madre que td, también asi como yo, tu padre, y tu madre tenemos y ttt también tienes en tu escuela, Nada mas, aplau- sos. Muchas gracias. = ATENCION AL LECTOR *") Usted esta leyendo un libro. Si conoce lo que busca vaya a esa pagina. Para historias de amor: capi- tulo 1. Romances con final triste: pagina 56. Historias con final feliz: pagina 73. Para historias de accién: capitulo 2. Historias en selvas y bosques: pagina 103. Historias en desiertos y guerras: pagina 156. Historias de terror: capitulo 3. Aparecidos y fantasmas: pagina 207. Vidas més alld de la muerte: pagina 246. Para regresar al menui anterior: busque el indice. Y si no, aguarde y serd escrito, LUIS MARIA PESCETTI www.pescetti.com Nacid en San Jorge, Santa Fe. Es escritor, actor y musi- co. Trabajé en televisién y conduce programas radiales y acttia en espectaculos para niiios. Ha realizado discos con canciones infantiles humoristicas: E/ vampiro negro, Cassette pirata, Antologta de Luis Pescetti y Bocasucia. Entre los premios internacionales que ha recibido por Sus obras, mencionamos The White Ravens, que lo obtu- vo en dos oportunidades, dos destacados de ALISA, el premio Casa de las Américas y el Premio Fantasta. Su amplia produccién de libros para nifios es reconocida en Latinoamérica y Espafia. Sus titulos mds exitosos son: Caperucita Roja, tal como se lo contaron a Jorge, Natacha, El pulpo estd crudo, Frin, ;Buenisimo, Nata- cha!, Historias de los sefiores Moc y Poc, Chat Natacha chat y El viudadano de mis zapatos (para adultos). - INDICE Deme oo oe eee eee 11 Nifios y nifias.. 02... eee 15 Responsabilidad estética .............0004 17 Partido oo. eee cece eae 19 Un cuento de amor y amistad ............. 25 El poeta de los suefios ... 2... eee eee eee 27 No, gracias ee. eee eee eee 29 Chau, nena (blue) 6. eee 33 Cartas a Pap Noel ......... 00000000000, 35 Uh, quélino 2... eee eee 4] Cémo llegué a ser un famoso disefador ...... 43 El banquete ... 0... eee eee eee 49 Mensaje... eee ee eee 55 Incégnitas 6... eee 57 Sesenta afios 2... eee eee eee ee 59 Tn COMPOFE SAND Lecce ee 63 LOTIO diA .. 0. eee eee eee 69 Mami, ;por qué nadie es como nosotros? ..... 71 El hombre ave 2.0.0... 0.00 c cee ee eee 75 Sensible pérdid 2.0... cee eee eee eee 77 En mi pals... 2... eee eee 79 Mi aporte a las ciencias 6.6.6... 00000 e ee 85 - DEL AOtROs tr tos a Los sopifofos 6.6.6... e ee eee eee 87 OR EN ALEAGUARA Segui, Alberto 2.6.6... eee eee eee eee eee 89 | Sdlvese quien pueda ........-00-2 eee e ee 95 ! La misién de los astronautas ......-.-0--6% 99 Cap | ERUCITA ROJA Terco COMO VOS . 6. eee eee eee 101 : (TAL COMO SE LO CONTARON A JORGE) Crénicas francesas de los indios del Caribe .. . 103 ! Naranjas y marcianos .....-.-+ +00 eee eee 113 i EL PULPO ESTA CRUDO Malas palabras 6.6... eee 115 Ce 117 NATAGHA La salvaci6n . 6... eee 119 ;BuENIsIMO Natacua! Pajaritas . 2. ee ee ee eee 125 Entonaciones ..... 00.000 ee eee eee eee 139 LA TAREA (SEGUN NATACHA) Amnésicos .. 0.0.0 cece eee eee eee 141 j F Lo ' RIN Culpa de la lectura, como bien digo ......-- 147 i Casas y terrenos . 2.6... ee eee ee 149 . HISTORIAS DE LOS SENORES Moc y Poc Te regalo un espejo .. eee eee 153 No lo abras hasta llegar a tu casa... 0.6... 155 Nadie te creeria . 6... ee eee 157 Cémo fue... eens 161 Uno, dos, tres... 0 ce eee ees 163 Hojaen blanco .... 6... eee ee eee eee 165 Ato solene 2.2... cece eee eee eens 167 Atencién al lector 6... eee eee 177 ESTA SEXTA REIMPRESION DE 4.000 BJEMPLARES SE TERMING DE IMPRIMIR EN EL MES DEK ENERO DE 2009 EN LITOGRAFICA INGRAMEX, S.A. DE C. VW CENTENO 162, Cot, GRANIAS ESMERALDA, Deiecacion Tzvaracara, C. P 09810, Mexico, D. FE. DESDE 10 ANOS Nadie te creeria Luis Maria Pescetti llustraciones de O'Kif éEs posible un libro donde el humor, el disparate y el absurdo coexistan con la reflexion, la fantasia y los sentimientos? Asi, Luis Maria Pescetti nos sorprende con una obra singular, pensada a partir de la diversidad, donde cada texto es tan unico y diferente, como los momentos de la vida. ISBN 98?-O4-02L2-?7 402121 INFANTIL 91789870

You might also like